Por ahora, no obstante, el yen está siendo impulsado más que nada por expectativas. Las promesas formuladas por el gobierno del primer ministro Shinzo Abe en el sentido de que implementará una flexibilización monetaria más agresiva han sido clave en la debilidad que ha registrado el yen en los últimos seis meses.
Sin embargo, desde que asumió el poder a mediados de diciembre, Abe en realidad ha hecho muy poco. El Banco de Japón repitió una dosis previa de relajación monetaria en su última reunión en enero, pero una medida más decisiva no es prevista hasta abril, una vez que el actual presidente del ente monetario Masaaki Shirakawa dé un paso al costado.
Hasta entonces, el yen y Nikkei se mantendrán vulnerables a una corrección, tal como ocurrió el viernes cuando el ministro de Finanzas, Taro Aso, dio a entender que el declive del yen se estaba dando demasiado rápido.
Sus comentarios hicieron que el Nikkei perdiera 1,8% y que el dólar se debilitara al nivel de 92 yenes.
Más pérdidas, y más comentarios de políticos japoneses, se pueden esperar en los próximos días a medida que intentan abordar las probables críticas que enfrentarán en la reunión del G20.
Ciertamente esto ayudará a que el yen revierta parte de su reciente fortaleza, y suspenda más avances del Nikkei, pero es más que probable que el yen reanude su tendencia a la baja una vez que el nuevo gobernador asuma su puesto. Ya hay especulación de que podría ser el presidente del Banco de Desarrollo de Asia, Haruhiko Kuroda.
"Si se designa a Kuroda, es probable que el yen se deprecie significativamente", dijo Hans Redeker, titular de estrategia de monedas globales de Morgan Stanley.
De manera que, aunque la debilidad del yen se ha producido hasta ahora en gran parte por expectativas y especulaciones, hay poca razón para creer que el yen repuntará siempre que la política cumpla con las expectativas.
Esperando a Godot: G-7 (¿y el G-8, G-10?) o G-¡Je!-20 (¿conejos y chisteras?)
(El G7 está compuesto por Canadá, Japón, Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido)
"Es la guerra de divisas que nunca llega, aunque en Wall Street siguen los acontecimientos con atención. Los tambores vuelven a sonar con fuerza. El primer golpe en la reciente escalada lo dio Shinzo Abe, primer ministro japonés, quien la semana pasada pidió abiertamente a su banco central que adopte una política monetaria agresiva. El yen ha perdido un 13% de su valor respecto al dólar desde mediados de noviembre y está en su mínimo en tres años. Ahora, el grupo de las mayores economías industrializadas, el G-7, trata de lograr una tregua antes de que se desencadene la guerra. La fórmula que busca el grupo sería similar a la de pasadas ocasiones, es decir, poner en evidencia en un comunicado que los "movimientos desordenados" y el "exceso de volatilidad", tienen efectos adversos para la estabilidad económica y del sistema financiero global. Se comprometerán a cooperar y a consultarse entre sí, y repetirán aquello de que son los mercados los que definen el precio de las monedas. Y nada de usar estímulos artificiales"… El G-7 intenta evitar la guerra de divisas (El País – 12/2/13)
También hay preocupación en Europa. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quitó hierro públicamente a la fortaleza del euro respecto al dólar, pero al mismo tiempo advirtió de que se iban a vigilar sus efectos en las exportaciones y la recuperación. Los bancos "se han aprovechado de la protección del BCE para saldar antes parte de sus provisiones de liquidez de emergencia. Esto ha llevado a que el euro haya subido más aún este año", señala John J. Hardy, estratega de divisas de Saxo Bank. Además, "la libra esterlina se hunde en el abismo ante la perspectiva de la llegada del nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, Carney, y la posibilidad de un nuevo capítulo de caos monetario para este verano", añade el experto.
El comunicado del G-7 podría estar listo para antes de la reunión de ministros de Finanzas del G-20, a finales de la segunda semana de febrero en Moscú. La devaluación de las divisas se colocará en el centro de las discusiones de la cita. Es la manera diplomática de decir que se analizarán las tácticas que están siguiendo algunos países para rebajar el valor de sus monedas y así animar sus exportaciones haciéndolas más competitivas.
La carga de la prueba está ahora sobre Japón. Pero el sospechoso habitual es Estados Unidos, por la política monetaria seguida desde la Reserva Federal. Ben Bernanke niega siempre la mayor y recuerda que la política de divisas es cosa del Tesoro. Pero los últimos datos de balanza comercial ponen el problema en evidencia. El déficit cayó casi un 21% en diciembre, a 38.540 millones de dólares, en la mayor corrección en cuatro años.
Las exportaciones estadounidenses crecieron un 2,1%, mientras que las importaciones cayeron un 2,7%. Ese mes, el billete verde perdió valor frente al euro. La moneda única europea pasó de los 1,29 dólares a los 1,32 dólares. La remontada del euro se mantuvo en enero, hasta rozar los 1,37 dólares. El 11/2 subió ligeramente, hasta 1,34. Pero en la primera semana de febrero el dólar sufrió una notable corrección coincidiendo con un debilitamiento fuerte del yen. El equipo de Bernanke acordó en diciembre activar por tercera vez la máquina de hacer dinero para comprar deuda pública y así apoyar su economía. Este es el argumento que usa también Japón para defender una moneda más barata, aunque oficialmente, como Washington, diga que no quiere un yen débil. A ambas orillas del Pacífico dicen que es algo que debe determinar el mercado.
Pero la declaración del primer ministro japonés provocó que el índice Nikkei subiera un 3,8%. El yen se paga al precio más bajo en casi tres años y eso ayuda a empresas exportadoras como Totoya y Mitsubishi. Coincide además el hecho de que Masaaki Shirakawa dejará antes de lo esperado la presidencia del Banco de Japón y la previsión es que su sustituto apueste por una política monetaria más laxa.
Los bandazos en el mercado de divisas también figuraban el 11/2 en la agenda del Eurogrupo, los ministros de Finanzas de la eurozona. Alemania es uno de los países que se han expresado públicamente sobre la acción japonesa. Y volverá a salir a colación antes de la reunión del G-20, cuando Jack Lew pase por el Senado de EEUU el 13/2 para defender su candidatura al Tesoro.
En el mercado de divisas, la suma es cero. Si una moneda baja, otra sube. Por eso Francia utilizará la cita del G-20 de Moscú para denunciar que la fortaleza del euro frena la recuperación de Europa y, por extensión, de todo el mundo. Brasil, entretanto, anticipa que si Europa acaba entrando en el juego, la cosa se pondrá fea de verdad justo cuando parece que mejora. El 11/2, el presidente del Bundesbank y miembro del BCE, Jens Weidmann, se pronunció contra una política de euro débil. En su opinión, no solo no existen señales de que el euro esté "gravemente sobrevalorado", sino que una depreciación forzada puede tener riesgos inflacionistas.
Una guerra de divisas podría llevar a una fuerte apreciación del oro. El metal se comporta mejor cuando actúa como puerto refugio. Lo que preocupa en este momento es si la verborrea de Japón lleva a otros socios a adoptar acciones recíprocas, como ya advierten Rusia y Brasil, con medidas proteccionistas o de controles al flujo de capital. La última vez que el G-7 se pronunció sobre el asunto fue en septiembre de 2011.
"El grupo de los países más industrializados del mundo (G7) comunicó hoy que no usará la política económica para conducir los tipos de cambio y calmó los miedos crecientes a una guerra monetaria global. La amenaza de una guerra de divisas preocupa al mundo. Por ello, el Grupo de los siete (G7) ha emitido un comunicado en el que asegura que dejará que sean los mercados los que fijen los tipos de cambio de las divisas, sin intervenir a través de políticas económicas. "Reafirmamos que nuestras políticas monetarias y fiscales han sido y permanecerán orientadas hacia nuestros respectivos objetivos domésticos, y que no vamos a usar los instrumentos domésticos para conducir los tipos de cambio", señala el G7"… El G7 asegura que no usará políticas económicas para influir en los tipos de cambio (Cinco Días – 12/2/13)
"El Grupo de Siete economías más industrializadas trató el martes de evitar una posible ronda de desestabilizaciones de divisas emitiendo un comunicado en el que reiteraban su compromiso a dejar que las fuerzas del mercado determinen los tipos de cambio de las divisas, y diciendo que la política del banco central se centrará únicamente en los objetivos nacionales. La declaración se produce tras los comentarios que han realizado en los últimos meses el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y sus asesores, sugiriendo que buscaban un objetivo específico de tipo de cambio. Esta retórica, y la fuerte caída del yen, han suscitado temores desde Latinoamérica hasta Europa sobre una posible guerra de divisas, que consiste en que los países devalúan sus monedas para impulsar las exportaciones"… El G7 se compromete a no devaluar divisas (The Wall Street Journal – 12/2/13)
El asunto de la devaluación de las divisas es incómodo para los países industrializados, muchos de los cuales han aplicado políticas monetarias diseñadas para impulsar sus economías y que tienen el efecto secundario de reducir el valor de sus divisas. El programa de compra de bonos de la Reserva Federal estadounidense ya suscitó temores a escala mundial por el impacto que tuvo en el dólar.
La vuelta al crecimiento en Europa requiere un euro competitivo. Pero ahora sucede justo lo contrario: la moneda común sube frente a sus competidoras. El BCE asegura que controlará los avances del euro, pero los expertos creen que esta vez las palabras no bastan y tendrá que tomar decisiones en firme, como bajar tipos o comprar deuda, si quiere frenar el euro.
Europa está preocupada por el fortalecimiento del euro a costa, en gran medida, de las políticas expansivas de Japón y Estados Unidos que deprecian sus divisas. A golpe de compra de activos, inyecciones de liquidez y tipos cercanos a cero, las monedas competidoras del euro han caído en los últimos meses trasladando los flujos de dinero hacia la moneda común, que tocó a principios de febrero los 1,36 dólares, su máximo desde noviembre de 2011.
De sobra es sabido que la actual estrategia del BCE dista mucho de la del Banco de Japón y la Reserva Federal (Fed). "El tipo de cambio no constituye un objetivo de la política monetaria, aunque es un elemento importante para el crecimiento y la estabilidad de precios, por lo que tenemos que ver si esta apreciación es sostenida", sostiene Draghi.
Mientras, en Europa, no hay un criterio único sobre cómo actuar ante la subida del euro. Mientras Francia pide un mecanismo para proteger al euro de las oscilaciones del mercado, Alemania y Holanda se muestran cómodas con los niveles actuales de la divisa.
– Barley (otro de los "corifeos" habituales) hace su parte: "trileros en la niebla"…
– El G7, perdido en una guerra de divisas (The Wall Street Journal – 13/2/13)
(Por Richard Barley) Lectura recomendada
Si los inversionistas ya estaban preocupados por una guerra de divisas, el intento del Grupo de los Siete de calmar los temores podría haber provocado el efecto contrario.
Se empezó a hablar de guerra de divisas en 2010, cuando Brasil criticó a Estados Unidos por debilitar el dólar mediante la expansión cuantitativa. El clamor ha vuelto en los últimos meses, porque el nuevo gobierno de Japón, bajo la tutela de Shinzo Abe, ha apostado por debilitar el yen para intentar sacar al país de la deflación.
El yen ha caído 20% frente al dólar desde septiembre. Esto, junto a la política monetaria extraordinariamente laxa de la Reserva Federal estadounidense y de otros importantes bancos centrales del mundo, ha suscitado advertencias de países latinoamericanos, europeos y asiáticos sobre una posible oleada de devaluaciones competitivas de divisas.
Hasta ahora, estos temores han parecido exagerados. El yen, en concreto, estaba claramente sobrevalorado el año pasado. Aun así, los exportadores en América Latina han pedido la intervención de los gobiernos para ralentizar la apreciación de las monedas locales, mientras que Corea del Sur ha dicho que está considerando medidas para ralentizar la entrada de capital.
Los acontecimientos del martes se suman a estos temores. Al principio, todo parecía ir bien. En un comunicado, el G7 dijo que sus miembros no tocarían los tipos de cambio de las divisas y que sus políticas fiscales y monetarias se centran y seguirán centrándose en cumplir los objetivos nacionales utilizando instrumentos nacionales. El ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, dijo que el comunicado mostraba que el G7 comprendía que Tokio no estaba intentando manipular los tipos de cambio.
Los mercados interpretaron esto como una luz verde para seguir vendiendo el yen, lo que debilitó aún más a la divisa frente al dólar. Pero una información posterior de Reuters citando a una fuente anónima del G7 dijo que los mercados habían malinterpretado el comunicado y que el yen japonés es motivo de preocupación. Esto provocó volatilidad en el mercado. El dólar cayó rápidamente a 93,27 yenes, desde 94,26 yenes, un gran paso, y ha estado volátil desde entonces.
Además de todo esto, el comunicado original del G7 parecía flojo en la parte en la que aparentemente restaba importancia a los temores de otros miembros del G20. Parece poco probable que descartar estos temores simplemente por ser la consecuencia inevitable de la política nacional logre mitigarlos.
En realidad, unas cuantas economías grandes han realizado comentarios respecto a la conveniencia de una divisa más débil para ayudar a fomentar el crecimiento. Reino Unido ha dejado caer que prefiere una libra más débil, y el presidente francés, François Hollande, ha dicho recientemente que la eurozona debería tener una política de tipos de cambio.
Salvo que se solucione la confusión provocada por la aparente desavenencia del martes sobre las políticas de tipos de cambios, las expectativas del mercado parecen vulnerables. En particular, las políticas aparentemente fiables y populares, como apostar por un débil yen y la fortaleza de las acciones japonesas, ahora están en duda.
Por primera vez en bastante tiempo, los inversionistas tendrán que estar atentos a la reunión del G20. Así que, todas las miradas están puestas en Moscú.
– El casino sigue abierto: los fondos de cobertura hacen sus apuestas
"Algunos de los principales fondos de cobertura han ganado miles de millones de dólares al apostar contra el yen, aprovechando la férrea voluntad de Japón de debilitar su moneda y apuntalar su economía"… Los fondos de cobertura apuestan contra el yen (The Wall Street Journal – 13/2/13)
Las apuestas contra el yen se han convertido en la transacción de moda en Wall Street. George Soros, quien se hizo famoso al apostar contra la libra esterlina a inicios de los 90, ha ganado casi US$ 1.000 millones al apostar contra el yen desde noviembre, según fuentes cercanas. Los fondos Greenlight Capital, de David Einhorn; Third Point LLC, de Daniel Loeb; y Hayman Capital Management LP, de Kyle Bass, han seguido el ejemplo de Soros, dicen inversionistas.
La tendencia ha debilitado el yen, que acumula un descenso de 18% en los últimos cinco meses. Esto, a su vez, está alimentando lo que podría convertirse en una guerra mundial de divisas, a medida que otros países, como Corea del Sur y Taiwán, amenazan con tomar medidas para reducir el valor de sus monedas y no perder competitividad frente a Japón. Todos estos países dependen de sus exportaciones, que son más rentables cuando sus monedas caen.
Los inversionistas empezaron a apostar contra el yen a fines del año pasado, cuando la moneda japonesa empezó a debilitarse luego de que las autoridades del país, encabezadas por el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, indicaran con inusual claridad su intención de reducir el valor de la divisa. Entonces, agentes de ventas y corredores empezaron a decirles a los fondos de cobertura y otros inversionistas que había llegado el momento para apostar en contra de la moneda japonesa.
La elección de Abe como primer ministro y las ventas de los fondos de cobertura tuvieron un gran impacto. El miércoles, el dólar equivalía a cerca de 93 yenes, frente a los 79 demediados de noviembre. "Es una apuesta a la "Abeconomía"", dijo alguien cercano a la firma de Soros.
Pocos inversionistas han ganado tanto como Soros, de 82 años. Su firma, Soros Fund Management, que administra unos US$ 24.000 millones ha tenido una ganancia de papel de casi US$ 1.000 millones desde mediados de noviembre apostando al debilitamiento del yen, según fuentes al tanto.
La firma gestiona unos US$ 15.000 millones y distribuye el resto entre otros inversionistas. Ha sido liderada desde mediados del año pasado por Scott Bessent, que estableció la posición en yenes a fines del año pasado.
La apuesta contra el yen no está exenta de riesgos. Por años, Japón ha sido incapaz de mantener su moneda baja y reactivar su economía y mercado bursátil. Muchas grandes apuestas por el debilitamiento del yen han fallado y los inversionistas pagaron caro la posterior alza de la divisa. "No eres un corredor macro si no has perdido dinero apostando contra el yen", dijo un operador.
Se estima que la política controversial de Japón sea un tema de discusión en la cumbre de los ministros de Finanzas del Grupo de los 20 este fin de semana en Moscú. Las negociaciones con el yen esta semana fueron inestables tras una serie de informes contradictorios sobre la disposición del Grupo de los Siete a apoyar las medidas de Japón.
Con la misma rapidez con que los inversionistas están haciendo hoy grandes apuestas en contra del yen, podrían fácilmente cambiar de estrategia y cerrar sus posiciones, lo que volvería a fortalecer la moneda. Algo que pudiera influir serían señales de que el gobierno no está tan comprometido como se cree para combatir la deflación.
"La gente está al tanto de que hay esfuerzos concertados para poner fin a dos décadas de deflación", indicó Chris Ayton, de Alternative Investment Group, que invierte en fondos de cobertura a nombre de clientes. "Pero no veo un convencimiento genuino de que ahora es diferente. Todavía hay una dosis importante de escepticismo".
– Visto lo anterior, se comprende la "jugada" de Hastings ("presunto implicado")
– Japón tiene pocas opciones salvo debilitar el yen (The Wall Street Journal – 13/2/13)
(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada
El respaldo de Estados Unidos a los esfuerzos de Japón por poner fin a casi 20 años de deflación puede haber causado sorpresa en muchos.
Pero las declaraciones de Lael Brainard, subsecretaria del Tesoro de EEUU para asuntos internacionales, son absolutamente correctas.
"Respaldamos el esfuerzo para revitalizar el crecimiento y poner fin a la deflación en Japón", dijo Brainard.
El hecho de que se debilite el yen en el camino que planea seguir el gobierno japonés es un tema secundario.
Una política monetaria más flexible generalmente causa el debilitamiento de la moneda, y no sólo en el caso del yen.
Durante meses, EEUU se ha visto beneficiado por la debilidad del dólar luego que la Reserva Federal del país introdujera la política monetaria más expansiva de su historia para evitar que el país cayera en recesión.
Japón se ve obligado ahora a seguir un rumbo similar.
En efecto, Tokio podría argumentar que ahora deberá introducir su propio programa monetario ultra expansivo debido a la fortaleza del yen en el pasado.
Antes de que explotara la crisis financiera global en 2008, el dólar se negociaba en alrededor de 125 yenes. A fines de 2011, luego que los inversionistas se acercaran a la relativa seguridad de Japón mientras la crisis de deuda de la eurozona arrasaba y el curso de la recuperación estadounidense se mantenía incierto, el dólar se había depreciado a alrededor de 75 yenes.
Y hay poco que puedan hacer al respecto las autoridades japonesas. Su moneda está sobrevaluada, sus exportaciones fueron afectadas y su país se vio enfrentado a olas y olas de fuerzas deflacionarias.
El gobierno japonés acusó al Banco de Japón de no flexibilizar lo suficiente la política monetaria y éste acusó al gobierno de no adoptar las políticas fiscales adecuadas.
Todo esto cambió radicalmente cuando el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, ganó las elecciones de diciembre con un fuerte mandato para hacer más al respecto.
La llamada "Abeconomía" que quiere implementar se enfocará en una flexibilización mucho más drástica de la política monetaria, cuyas expectativas ya han hecho que el dólar se vuelva a apreciar a cerca de 95 yenes, lo que generó la ira de los rivales de Japón.
Tokio ha negado durante mucho tiempo que, pese a los beneficios de un yen más débil, esté manipulando su moneda.
Y se podría argumentar que Japón no tiene más opción que ser más drástico al respecto. Tras tantos años de deflación, la moneda ya no puede darse el lujo de financiar los déficits de su sector público con ahorros locales.
"En efecto, si Japón fuera a retirar su estrategia monetaria expansiva, aumentaría el riesgo de que la deuda soberana de Japón se transforme en riesgo crediticio", advirtió el equipo de estrategia monetaria de Morgan Stanley.
Esto no sólo representaría un problema para Tokio, debido a que se ven afectados los ingresos de los inversionistas al país, sino que también sería un problema para la recuperación global en general si la tercera mayor economía del mundo se contrajera aún más.
Hasta cierto punto, esto fue reconocido en un comunicado de los ministros de finanzas del Grupo de los Siete países más desarrollados, incluido el de Japón, Taro Aso. El grupo confirmó su compromiso con "tipos de cambio determinados por el mercado", con políticas monetarias establecidas para objetivos locales.
Esto hace eco en gran medida de los comentarios que han hecho autoridades de Tokio sobre la debilidad del yen en las últimas semanas y que ayudará a retirar a Japón de la línea de fuego de críticas en la próxima reunión del Grupo de las 20 naciones industrializadas y en desarrollo, G20, que se iniciará el jueves.
Sin embargo, esto no significa que la debilidad del yen se tolere por mucho tiempo.
Si bien muchos concuerdan con que la moneda japonesa estuvo sobrevaluada durante muchos meses, sino años, en el último tiempo, algunos reconocen que el yen ahora se encuentra en un valor más justo.
Si ése es el caso, una nueva depreciación podría llevarlo a territorio subvaluado y hacer más difícil para Japón defender su nueva política por más tiempo.
– El "candidato" al Tesoro de USA, aprende rápido: ya miente como el anterior
"Jack Lew, aspirante a secretario del Tesoro de EEUU, ha asegurado ante el Senado que mantendrá la política de que un dólar fuerte va en el "mejor interés" de un crecimiento robusto. En su comparecencia del miércoles, el aspirante a liderar el equipo económico del presidente Barack Obama ha garantizado al hablar de divisas que hará lo posible para que las reglas de juego se respeten, "sino habrá consecuencias""… El aspirante a dirigir el Tesoro de EEUU advierte a los que manipulen el dólar (El País – 13/2/13)
El republicano Orrin Hatch fue el primero en hacer referencia a los efectos de una eventual guerra de divisas, al advertir que si se desencadena puede dañar más a la economía. Por eso ha pedido una política clara. Una de las cosas que se reprocha a Obama es haber evitado calificar a China como país manipulador de su moneda, por el subsidio que representan a las exportaciones.
El demócrata Sherrod Brown ha dicho que esta manipulación afecta a los empleos en su estado, Ohio. "Nuestras empresas hacen frente a una desventaja competitiva en el mercado internacional y frente a los productos importados", ha denunciado. Lew dijo que se están consiguiendo progresos, pero admitió que la moneda china sigue devaluada. "Continuaremos presionando".
El senador Bob Casey también hizo referencia al problema. "Las consecuencias son reales. Espero que tenga una mentalidad abierta", le ha pedido. Lew respondió que se va a seguir trabajando en el marco del G7 y del G20 para que conseguir que el valor de las divisas "sea determinado por el mercado". "Haremos lo posible para que EEUU sea un lugar atractivo para invertir", concluyó.
El paso por Wall Street del que está llamado a ser el sucesor de Timothy Geithner fue motivo de choque al inicio de su testimonio. Jack Lew fue director de operaciones de su división de inversiones alternativas de Citigroup, cuando se cocinaba la última crisis financiera. "No diseñaba los productos ni era responsable de las decisiones de inversión", aseguró.
El otro punto que querían aclarar los legisladores era una inversión personal en un fondo en el paraíso fiscal de las Islas Caimán. Eso entraba en contradicción con las críticas contra Mitt Romney durante la campaña. Los republicanos lo consideran una actitud "hipócrita". Lew ha aclarado que el perdió dinero y que lo único que sabía era que invertía en mercados emergentes.
Aun así, no parece que estos dos detalles vayan a descarrilar su designación. Lew, de 57 años, fue director de la oficina de presupuesto de la Casa Blanca con Bill Clinton y al inicio del primer mandato de Barack Obama. Sus tres décadas de experiencia en este campo son un activo clave para afrontar la negociación presupuestaria con el Congreso.
El aspirante al Tesoro ha urgido a los legisladores que hagan lo posible para evitar que el próximo 1 de marzo entren en vigor los recortes drásticos en el gasto si no se llega a un acuerdo para reducir el déficit. Como dijo en la víspera Obama en el discurso sobre el estado de la Unión, debe hacerse de manera gradual y en combinación con una amplia reforma fiscal.
– La (co)habitación de Marvyn: "the King size" (¿lanzará libras desde la torre Shard? – el edificio más alto de Londres y de Europa)
"El Banco de Inglaterra ha admitido su disposición a dar prioridad al crecimiento de la economía, aunque eso signifique mantener la inflación por encima de su objetivo del 2%. Así lo indica el informe trimestral sobre la inflación del Comité de Política Monetaria y así lo ratificó el gobernador saliente del banco, Mervyn King, conocido por su celo a favor de la política de control de precios que el banco emisor ha puesto en práctica en los últimos veinte años. Una política férrea, pero algo más flexible que la más ortodoxa del Banco Central Europeo. King recortó del 2% al 1,7% las previsiones de crecimiento para 2013, pero matizó que ha disminuido el peligro de un largo periodo de estancamiento de la economía británica"… El Banco de Inglaterra da prioridad al crecimiento frente a la inflación (El País – 14/2/13)
Las palabras de King no hacen más que seguir la estela de los anuncios realizados en diciembre y a principios de febrero (2013) por el actual gobernador central de Canadá y próximo responsable del Banco de Inglaterra, Mark Carney, decidido partidario de favorecer el crecimiento aunque sea a costa de flexibilizar el control de precios.
El informe del Banco de Inglaterra y las palabras de King, que defendió la necesidad de que las divisas internacionales floten de acuerdo con las necesidades de cada una, provocaron una sustancial caída de la libra esterlina y también del yen, dos monedas que necesitan depreciarse para combatir los problemas de sus economías. Esa incipiente guerra de divisas será uno de los puntos centrales de la reunión que los ministros de Finanzas del Grupo de los Veinte (G-20) celebrarán a mediados de febrero en Moscú. La libra ha caído un 3,7% frente al dólar y un 6% frente al euro desde comienzos de año. King culpó precisamente a la depreciación de la libra -que incrementa el precio de importación de materias primas y suministros-, además de a la energía y a las subidas de precios en sectores regulados como las tasas universitarias, del aumento de la inflación, que se mantiene en el 2,7%, la tasa más alta desde mayo.
A pesar de esa alta inflación, el Banco de Inglaterra no va a tomar medidas para abaratar los precios que puedan afectar al crecimiento, salvo que la inflación se acabe desbocando. "La inflación es probable que siga aumentando en el futuro inmediato y puede mantenerse por encima del objetivo del 2% por los dos próximos años", explicó el gobernador saliente, que subrayó la necesidad de que esa preocupación por la inflación sea analizada en paralelo a "las debilidades actuales de la economía real".
En su informe trimestral, el Comité de Política Monetaria subraya: "Intentar volver a situar cuanto antes la inflación dentro de su objetivo eliminando la actual política de estímulos de forma más rápida de lo que ahora prevén los mercados financieros podría conllevar el riesgo de hacer descarrilar la recuperación y haría que no se alcanzara el objetivo a medio plazo". "Si es necesario", declaró King al presentar el informe, "haremos más". Advirtió sin embargo que "hay que reconocer que los objetivos que se pueden alcanzar a través de estímulos monetarios generales, cualesquiera que sean, tienen sus propios límites".
Esa mayor flexibilidad del Banco de Inglaterra en el dilema entre inflación y crecimiento no es completamente nueva. Lo que es nuevo es que el banco la asuma de forma pública y por anticipado. El banco emisor se alinea así con las posiciones de su futuro gobernador, que en diciembre insinuó la necesidad de eliminar el objetivo de inflación. La semana pasada, en su primera comparecencia parlamentaria desde que se anunció su nombramiento, que será efectivo en julio, Mark Carney fue más moderado pero hizo un llamamiento a favor de un debate público sobre la cuestión y defendió que abordar la inflación "de manera flexible" es la mejor forma de conseguir crecimiento manteniendo la estabilidad de precios.
– A verlas venir: Carney es otro "adicto" al "quantitative easing" (e la nave va)
"Varios medios británicos se han hecho eco del reciente discurso de Mark Carney en el Foro Económico Mundial en Davos. Carney, que es en la actualidad gobernador del Banco de Canadá, pasará a gobernar el Banco de Inglaterra en Julio, en sustitución de Mervyn King, acusado de ser demasiado blando con las medidas tomadas para salir de la crisis. Se esperaba que el Reino Unido entrara de nuevo en crecimiento negativo en el último trimestre del año pasado y son varias las voces que han estado reclamando medidas más radicales"… El Banco de Inglaterra y la nueva política monetaria de Carney (El Confidencial – 14/2/13)
Pero todo indica que Carney no seguirá la senda de King. Sus recientes intervenciones muestran a un partidario de medidas más agresivas, más quantitative easing y tipos bajos por más tiempo. Todo ello a pesar de los 375 mil millones de libras que ya se han inyectado y un tipo de referencia que lleva ya cuatro años en el 0,5%.
Pero no solo eso. Carney dejó claro en una de sus últimas comparecencias que es necesario un debate sobre los actuales objetivos de inflación del Banco de Inglaterra, y la necesidad de flexibilizarlos.
Pero, ¿qué persigue exactamente Carney?
Bajo los objetivos de inflación o estabilidad de precios, los bancos centrales fijan un nivel estimado del índice, y las medidas que se adoptan intentan asegurar que éste se cumple. Dada la relación inversa entre tipos de interés e inflación, se asegura que las decisiones adoptadas sean relativamente transparentes.
El BCE por ejemplo, tiene un mandato de mantener la estabilidad de precios en la Eurozona manteniendo una inflación cercana al 2%. El Banco de Inglaterra también tiene un objetivo de inflación del 2%. La Reserva Federal, sin embargo, tiene objetivos tanto de estabilidad de precios como crecimiento económico. Estos últimos no tienen que estar marcados por niveles de PIB únicamente, y por tanto resultan en un mayor margen de maniobra. Por ejemplo, recientemente la Fed indico un compromiso claro a mantener el actual estímulo monetario hasta que el desempleo se reduzca al 6,5%.
Carney defiende que el Banco de Inglaterra tenga un objetivo de inflación más flexible, pudiendo desviarse del objetivo de precios para centrarse en otros objetivos intermedios. Sería una solución menos ortodoxa sin llegar a los extremos de la Fed. Pero ésta es una posición suavizada si la comparamos con sus intervenciones el pasado Diciembre, justo después del anuncio de su nombramiento, cuando defendió la completa eliminación de los objetivos de inflación, y un mandato basado en objetivos nominales del PIB.
Un cambio de política podría argumentarse si el Banco de Inglaterra hubiera implementado medidas basadas en el objetivo de inflación del 2%, de acuerdo con su mandato. Pero como señalaba Jeremy Warner recientemente, (The Telegraph, "Things are looking up even without Mark Carney", 27-12-2012), es difícil justificar la actuación del Banco de Inglaterra con los niveles de precios observados, muy por encima del objetivo durante años.
Como se observa en el siguiente gráfico, publicado en el informe de inflación de Febrero, se han producido desviaciones claras del objetivo del 2% desde principios de la crisis, con signos de convergencia en 2009 y 2012. Entre Marzo de 2009, el tipo de referencia se redujo al 0,5%, y las compras de activos del QE se acordaron entre Marzo y Noviembre de 2009 (200 mil millones), Octubre de 2011 (75mm), y Febrero de 2012 (50mm). Durante el mismo periodo la economía mostró un potencial de crecimiento muy limitado.
En una recientemente conferencia Charles Goodhart mencionaba que antiguamente, la expansión del balance del Banco de Inglaterra tenía un impacto en los flujos de dinero entre un 100% y 200%, mientras que en la actualidad se están observando niveles entre un 3% and 5%. Y ese es el verdadero problema, que los esfuerzos de expansión se han vuelto ineficientes y que el crédito no fluye correctamente. Nadie puede garantizar que el abandono de los objetivos de inflación o su flexibilización provocarían ningún cambio bajo estas condiciones.
¿Qué otro recurso queda? Ajustes estructurales, regulatorios y mejora de la competitividad. Quizás el gobernador Carney reconsidere su postura nuevamente en los próximos meses.
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Hastings calienta el mercado: ¿a quién beneficia la volatilidad? (cartas marcadas)
– G20 tiene poca probabilidad de prevenir una guerra de divisas (The Wall Street Journal – 14/2/13)
(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada
La reunión que llevará a cabo esta semana el Grupo de 20 economías desarrolladas y en desarrollo en Moscú inyectará nueva volatilidad a los mercados de dinero.
Pero eso no cambiará su dirección.
La ineficaz declaración que probablemente surgirá de la reunión de ministros de Finanzas y de titulares de bancos centrales confirmará que es poco lo que las autoridades pueden hacer para prevenir que países promuevan unilateralmente el crecimiento de la manera que estimen mejor.
En otras palabras, una guerra global de divisas podría estar un paso más cerca.
Consciente de las dificultades que un grupo tan grande como el G20 podría tener para alcanzar un acuerdo sobre política de divisas, el más pequeño y más poderoso Grupo de los Siete países más desarrollados intentó anticiparse al tema con un comunicado propio el martes.
La declaración repitió la línea estándar de que los mercados deberían determinar las tasas de cambio y que los países miembros del G7 no apuntarían a metas en niveles específicos.
Pero el comunicado no tuvo el efecto deseado.
En vez de ser considerado una crítica a la reciente expansiva política monetaria de Japón, y a la fuerte depreciación del yen, la declaración fue tomada como una excusa para reanudar la venta de la moneda japonesa.
La confusión aumentó más tarde cuando un funcionario anónimo en Washington dijo que el mercado había malinterpretado el comunicado, cuyo objetivo era ser crítico sobre los "excesivos movimientos del yen".
El episodio, sin embargo, tiene implicancias incluso más amplias.
Demostró que las diferencias de política entre los países miembros son imposibles de reconciliar. Debido a que tanto Estados Unidos como el Reino Unido están embarcados en políticas de relajación monetaria que han depreciado el valor de sus monedas, ninguno de los dos está en condiciones de impedir que Japón haga lo mismo.
En tanto, la postura de la eurozona no es muy clara. Mientras Alemania no muestra inclinación alguna de respaldar una mayor flexibilización monetaria y busca mantener la fortaleza del euro, Francia ha pedido repetidamente algún tipo de gestión del euro para prevenir que la moneda única se aprecie demasiado.
Entonces, ¿qué posibilidades tiene el G20 de producir una declaración que cambie la dirección actual de las políticas de crecimiento y de las monedas?
Probablemente ninguna.
El grupo incluye países como China, que nunca ha permitido que el valor de su moneda sea fijado por el libre mercado, y otros como Brasil y México, que se han quejado enérgicamente por la reciente depreciación del dólar, algo que socava el crecimiento de sus exportaciones.
Los mercados de divisas, claro está, mantendrán el nerviosismo antes de la reunión en Moscú. Con tantos funcionarios de todo el mundo dialogando, habrá muchas oportunidades para hacer críticas que llamen la atención.
Pero esto sólo resaltará las profundas divisiones dentro del grupo y dificultará aún más la adopción de una postura común entre todos los países.
La reunión del G20 concluirá para los mercados de manera muy similar a su inauguración: con políticas de crecimiento que debilitan el valor de las monedas y que hacen mucho más probable el inicio de una guerra de divisas.
El jardín de los senderos que se bifurcan: estamos de acuerdo en el desacuerdo
"La deuda, las medidas para estimular el crecimiento y la inversión y la llamada "guerra de divisas" centrarán hoy viernes y el sábado en la capital rusa la reunión de ministros de Finanzas y jefes de bancos centrales del G20"… Deuda y "guerra de divisas", en la agenda G20 (Negocios.com – 15/2/13)
"No debe haber competencia en el terreno de la cotización de las divisas para la creación de unas condiciones más beneficiosas para sus economías", afirmó el titular de Finanzas de Rusia, Antón Siluánov, en rueda de prensa.
La "guerra de divisas" tiene un protagonista principal, Japón, que se ha granjeado un aluvión de críticas internacionales por su política monetaria expansiva para impulsar sus exportaciones y contrarrestar la deflación, que ha provocado la devaluación del yen.
"Los colegas de Japón manifestarán su opinión. Nosotros les escucharemos y valoraremos la situación. No dudo que en el comunicado final los ministros abogarán por que siga siendo el mercado el que determine las cotizaciones de la moneda", dijo.
Siluánov subrayó que son las economías las que deben competir, no las divisas, y resaltó que el G20 se manifestará en contra de la "injerencia administrativa".
Pese a que desde noviembre pasado el yen se ha depreciado un 25 y un 17 por ciento en relación con el euro y el dólar, respectivamente, el ministro nipón de Finanzas, Taro Aso, refutó las críticas de sus socios comerciales.
Esta misma semana los titulares de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de los países del G7 (EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá, Italia y Japón) emitieron una declaración conjunta en la que expresaron su deseo de cooperar para evitar una depreciación artificial de las divisas.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, manifestó su confianza en que el G20 asuma la declaración del G7 de que deben ser las fuerzas del mercado las que determinen los tipos de cambio de las divisas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, se reunirá en el Kremlin con los titulares de Finanzas y jefes de bancos centrales del G20, con los que abordará la situación de la economía mundial y las medidas para estimular el crecimiento y recuperar la confianza en los mercados financieros.
El G20, cuya cumbre se celebrará el 5 y el 6 de septiembre en San Petersburgo (Rusia), es el foro de concertación económica más importante del mundo y representa cerca del 90 % del PIB, el 80 % del comercio y dos terceras partes de la población del planeta.
"El Fondo Monetario Internacional (FMI) consideró hoy "exagerada" la llamada "guerra de divisas" internacional, que se espera sea uno de los principales temas de debate de la cumbre del G20 de mañana y el sábado en Moscú"… El FMI considera "exagerada" la preocupación sobre la guerra de divisas (El Economista – 14/2/13)
"Nuestro análisis multilateral no indica variaciones significativas del valor justo de las divisas", explicó Gerry Rice, el portavoz del FMI, durante su rueda de prensa quincenal.
– Hastings, no decepciona, "redobla" su apuesta contra el euro, "of course"…
– El euro será arrastrado lentamente hacia una guerra de divisas (The Wall Street Journal – 15/2/13)
(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada
Mantenerse fuera de la guerra de divisas siempre fue una propuesta difícil.
Y ahora parece que la eurozona está siendo arrastrada gradualmente hacia ella.
La región simplemente no puede darse el lujo de mantenerse distante.
Su economía no es lo suficientemente fuerte para soportar una moneda cuyo valor supera largamente el de las monedas de sus principales competidores.
Si persiste la fortaleza del euro, las exportaciones de la eurozona se verán afectadas y la recuperación económica de la región estará en una situación de riesgo aún mayor.
La profundidad del problema que enfrentan los encargados de política de la eurozona se hizo evidente con las últimas cifras de crecimiento económico. Éstas no sólo muestran contracciones en las economías de los deudores usuales, sino que también revelaron que incluso Alemania y Francia están sufriendo mucho más que lo anticipado.
Los optimistas continúan esperando que una mezcla de recuperación global y un aumento en la demanda por las exportaciones de la eurozona ayuden a impulsar estas economías y sacarlas del foco de atención a medida que nos adentramos en 2013.
Pero esto parece cada vez menos probable. Si el PIB de la eurozona se contrajo 0,6% en el cuarto trimestre del año pasado, cuando el euro se encontraba considerablemente más débil de lo que está ahora, ¿qué posibilidades tienen muchas de las economías de la región en el primer trimestre de este año con el euro situado en los altos niveles actuales?
Hasta cierto punto, estas preocupaciones se vieron reflejadas en la evaluación económica que realizó el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, tras la última reunión de política monetaria y con los comentarios del viernes de que los datos de crecimiento fueron más negativos de lo esperado.
Sin embargo, hay pocas señales de que el BCE planee hacer algo al respecto todavía. El mismo Draghi se apresuró a señalar que hay pocas señales de deflación y que las tasas de interés ya están "realmente muy bajas".
Quizás de mayor interés fueron las declaraciones que hizo el archirestrictivo Jens Weidmann. Como se hubiera esperado, el presidente del Bundesbank señaló que el BCE no está por recortar las tasas de interés sólo para debilitar al euro.
Indicó además que la moneda única no se encuentra significativamente sobrevalorada.
Por una parte, todo esto podría sonar más bien tranquilizador. Por otra, Weidmann está reconociendo que la moneda se está negociando sobre su valor justo.
Entonces, ¿es más probable que el BCE haga algo para depreciar el euro?
Dado que las elecciones en Italia, que se realizarán a fines de este mes, probablemente inyectarán nuevas incertidumbres políticas al desempeño del euro, es posible que el BCE no tenga que hacer nada en esta etapa. Los temores de que Italia termine con un Parlamento sin mayoría absoluta y un gobierno incapaz de llevar a cabo reformas estructurales clave, bien podrían causar por sí mismos otra dosis de debilidad del euro.
Pero si eso no ocurre, es posible que los encargados de política tengan que ser más proactivos. El vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, advirtió el jueves que las tasas de interés del BCE bien podrían pasar a territorio negativo.
Si bien la eurozona puede mostrar poco apetito por sumarse a una devaluación competitiva, y dado que el propio Draghi describió los rumores de una guerra de divisas como inapropiados y contraproducentes, él y otros encargados de política de la eurozona podrían pronto verse obligados a tomar parte, aunque sea sólo para evitar que la eurozona vuelva a caer en una recesión.
Estas expectativas sin duda ayudarían a explicar por qué después de un desempeño tan sólido este año, el euro ahora se muestra propenso a repentinas pérdidas.
– … y Weidmann, le contesta, "of course" (quien quiera oír, que oiga)
"El presidente del Bundesbank y miembro del consejo del Banco Central Europeo (BCE), Jens Weidmann, ha vuelto a enfriar los ánimos en cuanto a una participación más activa del supervisor ante la guerra de divisas. Hoy, el germano ha asegurado que la apreciación del euro por sí sola no es un argumento suficiente para forzar una rebaja en los tipos de interés"… Weidmann: el BCE no va a bajar los tipos solo para debilitar al euro (El Economista – 15/2/13)
La fortaleza del euro "es uno de los muchos factores a considerar en la determinación de las futuras tasas de inflación", afirmó en declaraciones recogidas por Bloomberg. "Ciertamente, no vamos a justificar ninguna decisión de política monetaria cualquier decisión de política monetaria con un solo factor", añadió.
Estas declaraciones reiteran lo que señaló hace pocos días Weidmann, que considera que no existen señales de que el euro esté "gravemente sobrevalorado" y añadió que este debate aleja la atención sobre los verdaderos problemas a los que se enfrenta la unión monetaria.
Sus comentarios llegan justo el día en el que comienza la reunión del G20 en Rusia, donde los ministros de Finanzas y jefes de los bancos centrales participarán en una reunión ministerial en medio de las especulaciones sobre una guerra de divisas.
– Mervyn King "allana" el camino a Mark Carney (yo quantitative, y tú easing)
"El Banco de Inglaterra medita rebajar el tipo de cambio de la libra esterlina para armonizar la economía de Reino Unido, según ha desvelado el miembro del Comité de Política Monetaria del banco central Martin Weale. Esto supondría secundar las medidas adoptadas por Japón y que amenazan con desatar una "guerra de divisas""… El Banco de Inglaterra medita depreciar el tipo de cambio de la libra esterlina (El Economista – 16/2/13)
Tras dos años de estancamiento político y una exigua mejora de las exportaciones, para Weale, "quizá la forma más natural de resolver este problema es que el tipo de cambio caiga", según el texto de un discurso que ofrecerá el 16/2 en la Universidad de Warwick.
Aun así el Banco de Inglaterra ha abogado de forma tradicional por esta política, puesto que la libra esterlina se depreció un 25 por ciento entre 2007 y 2008, según admite Warwick.
No obstante, estas declaraciones se producen en un momento delicado, cuando en Moscú (Rusia) se celebra la cumbre de ministros de Finanzas del Grupo de las 20 economías más importantes del mundo (G-20) y cuyo principal objetivo será abordar una posible 'guerra de divisas'.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, ya defendió recientemente políticas de estímulo económico mediante la depreciación del tipo de cambio de la libra esterlina, en vistas a la lenta recuperación. Sin embargo, Weale no confirma a lo largo de su discurso que el Banco de Inglaterra vaya a aplicar estas políticas.
"Ciertamente veo que habría un fuerte caso para el tratamiento de los efectos de cualquier depreciación similar a la experimentada en las últimas semanas en esta misma manera", justifica Weale, que matiza que "esto es bastante distinto a decir que estaría preocupado por los efectos de una depreciación aguda en las previsiones de la inflación".
En este sentido, el Banco de Inglaterra ha revisado recientemente sus previsiones y no vaticina una caída de los precios por debajo del dos por ciento, su objetivo, hasta comienzos de 2016, lo que supone un aumento de 18 meses con respecto a la última estimación.
Como alternativa al impulso de las exportaciones para reducir el déficit, Weale entrevé una fuerte aunque inusual caída de los rendimientos financieros de las inversiones o un inusitado crecimiento de la productividad de la economía británica.
Pero ante lo imprevisible de estos hechos, el economista del Banco de Inglaterra incide en que una mayor certidumbre en los mercados y, por ende, una mayor estabilidad financiera podría hacer resurgir el apetito inversor de las compañías británicas para apostar por las economías emergentes.
La sombra de la "guerra de divisas" ha reaparecido después de que el yen japonés fuera devaluado un 25 por ciento y un 17 por ciento desde noviembre con respecto al euro y al dólar a fin de impulsar las exportaciones.
– En Moscú (tablas): El G-¡Je!-20 fue un "meteorito" que no liberó ninguna energía: "concurso de obviedades" (un "comunicado final" digno de Chamberlain)
La cumbre del G-20, celebrada el fin de semana del 15/2 en Moscú, no echará más leña a la polémica sobre la guerra de las divisas. El borrador que se ha pactado aprobar el sábado (16/2) pasará de largo sobre este candente asunto y no señalará a Japón por las políticas expansivas que han llevado a que su moneda se deprecie más de un 20% respecto a otras divisas.
La única mención al asunto será una petición genérica para evitar un exceso de volatilidad en los mercados cambiarios, una advertencia que ya se ha recogido en reuniones previas del G-20. Este colectivo, que representa a economías que suman más del 80% del Producto Interior Bruto Mundial (PIB), reúne tanto a países cuyas monedas se han depreciado notablemente en los últimos meses, como es el caso de Japón y Estados Unidos, junto con otras que se han visto perjudicadas, como los de la zona euro o Brasil.
El único aspecto en que el G-20 se saldrá de la pauta marcada por el G-7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia) es la definición de los objetivos de la política monetaria. El comunicado emitido el martes (12/2) tras la reunión del G-7 apuntaba que sus miembros no tocarían los tipos de cambio de las divisas y que sus políticas fiscales y monetarias se concentrarían en el crecimiento y el control de la inflación.
Esta fórmula, que sirvió a Japón para defender que el G-7 había respaldado sus decisiones, saltó por los aires cuando los líderes de otros países siguieron atacando al país asiático por la agresiva política de su banco central, en encuentros sin micrófonos con la prensa de sus respectivos países.
El G-20 (que incluye a las grandes economías emergentes, como China, India, Corea o Brasil), aunque no sanciona el comportamiento de la economía nipona, tampoco es tan tajante como el G-7 al pedir que las políticas monetarias se limiten a perseguir objetivos nacionales.
Durante la cumbre, el mensaje que predominó es el de restar importancia al conflicto por las políticas cambiarias. Así, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, aseguró que "el actual debate sobre la "guerra de divisas" no tiene fundamento" y que su actual cotización refleja su valor real. "Efectivamente, recientemente el euro se ha apreciado, y el yen depreciado, pero esto ocurrió como resultado de unas acertadas medidas políticas adoptadas por Europa y por la suavización de la política monetaria y crediticia en Japón", señaló. . El titular ruso, Antón Siluánov, respaldó esta postura: "No podemos ni hablar de guerra de divisas. El mercado es quien debe decidir las cotizaciones y los bancos centrales no deben intervenir".
En esta misma línea, José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), aseguró "la amenaza de una guerra de divisas es ahora menor que hace dos o tres años. En lo que hay que pensar es en el aumento de la productividad y de la competitividad".
"Nos abstendremos de devaluaciones competitivas de divisas", reza el comunicado final de la reunión ministerial (16/2/12).
Los ministros de Finanzas y los jefes de los bancos centrales del G20 expresaron su rechazo a participar en "guerras de divisas", ya que repercuten negativamente en la estabilidad económica y financiera
"Nos abstendremos de devaluaciones competitivas de divisas", se afirma en el comunicado final de la reunión ministerial del G20 (países desarrollados y emergentes) celebrada en la capital rusa.
Los ministros destacaron que "la excesiva volatilidad de los flujos financieros y la desordenada dinámica de las paridades de cambio tienen consecuencias negativas sobre la estabilidad económica y financiera".
"No vamos a orientar nuestros tipos de cambio hacia la competencia, vamos abstenernos de todas las formas de proteccionismo y mantendremos abiertos nuestros mercados", reza.
Además, el documento subraya su apoyo a "un avance más rápido hacia los sistemas de tipos de cambio de mercado y a tipos de cambio flexibles que reflejen los indicadores económicos fundamentales y permitan evitar desequilibrios permanentes de las paridades".
Los líderes del G20 primero han negado la existencia del conflicto y luego han emitido un comunicado lo suficientemente genérico y políticamente correcto como para que ningún país se sintiera amonestado. ¿Conclusión? Cada nación tiene el camino libre para hacer lo que quiera… y el yen, en consecuencia, prolonga su caída (17/2/13).
Un sálvese quien pueda esperado por los expertos, dado el conflicto de intereses vigente, en el que cada país defiende unos intereses particulares. Y todo eso, en un cónclave de 20 países, suele ser la receta para que el menú saliente, en forma de comunicado oficial, esté repleto de buenas intenciones… y poco más. "Reiteramos nuestros compromisos para movernos más rápidamente hacia unos sistemas de tipos de cambio más determinados por el mercado y que los tipos de cambio sean flexibles para que respondan a los fundamentales económicos", recogió el G20 en su comunicado. Luego, continuó con otro de los mantras habituales: "El exceso de volatilidad en los flujos financieros y los movimientos desordenados en los tipos de cambio tienen implicaciones adversas para la estabilidad económica y financiera". Y como remate, la negación de que exista un conflicto cambiario: "Desistimos de las devaluaciones competitivas. No estableceremos objetivos para nuestros tipos de cambio con fines competitivos, nos opondremos a toda forma de proteccionismo y mantendremos nuestros mercados abiertos".
Sin amonestación ni toque de atención oficial para ningún país ni ninguna estrategia cambiaria, el mercado interpreta que todas las naciones tienen vía libre para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. Pero Japón no es el único país cuya estrategia ha salido indemne de Moscú. China y su flotación sucia, el sistema mediante el que cual maneja la evolución del yuan a conveniencia, también han quedado libres de pecado.
– Al fin coinciden en algo (¿ortodoxia monetaria o la teoría del mal menor?)
"El tipo de cambio no es un objetivo de política, dijo el lunes el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Draghi indicó, sin embargo, que el tipo de cambio es importante en la valoración del banco central de la estabilidad de precios, su mandato principal. Draghi hizo estos comentarios antes del comité del Parlamento Europeo sobre asuntos económicos y monetarios en Bruselas"… El tipo de cambio no es un objetivo de política, dice Draghi (The Wall Street Journal – 18/2/13)
Los comentarios de Draghi se producen después de la reunión del G20 en la que se anunció que los países no entrarán en devaluaciones "competitivas" de divisas. Japón ha empezado a estar en el ojo del huracán después de que el primer ministro recién elegido, Shinzo Abe, dijera que su gobierno alentará una política monetaria más expansiva, lo que ha tenido como resultado un debilitamiento de la divisa nipona, el yen.
Las divisas también han sido un asunto candente en Europa. En medio de la cada vez mayor confianza en que lo peor de la crisis de la eurozona podría haber pasado, el euro ha repuntado frente a las principales divisas, amenazando con lastrar las exportaciones y, por tanto, con estrangular la recuperación económica de la zona euro.
"El gobernador del poderoso Bundesbank, Jens Weidmann, ha rechazado hoy que el Banco Central Europeo vaya a recortar tipos de interés solo para lograr que la moneda única europea relaje su cotización frente al yen o el dólar. Su tipo de cambio, asegura, está justificado por las perspectivas económicas"… Weidmann rechaza recortes de tipos para debilitar el euro (Cinco Días – 18/2/13)
El presidente del Bundesbank y miembro del consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, Jens Weidmann, ha asegurado en una entrevista de la agencia Bloomberg que el organismo central de la zona euro no procederá a rebajas de tipos con el único propósito de desinflar el tipo de cambio del euro. Su fortaleza, asegura, "es un factor entre muchos que determinan los futuros índices de inflación", ha manifestado, "y con toda seguridad no vamos a permitir cualquier decisión política monetaria con un solo factor". Es más, Weidmann fue contundente: "Creo que los tipos de cambio del euro están en línea con los fundamentales. No se puede decir en realidad que el euro está sobrevalorado".
Estos comentarios se producen el día en que la cumbre del G20 se ha comprometido en el texto final de su reunión celebrada en Moscú (16-17/2) a no fijar tipos cambiarios ni adoptar medidas como devaluaciones con fines "competitivos", respaldando así las variaciones de las monedas de acuerdo a lo que determine el mercado.
En todo caso, la moneda única se ha desinflado dos céntimos desde que el presidente del BCE, Mario Draghi, asegurase el 7 de febrero que su apreciación supone un riesgo para la inflación, lo que podría ser interpretado como una señal hacia una bajada de tipos. "No creo que Mario Draghi estuviese tratando de influir en la cotización", aseguró, señalando que el BCE "se va a abstener de manipular directa o indirectamente los tipos de cambio".
Weidmann, por último, asegura también que "espera" que el BCE no tenga que recurrir a la compra de bonos, algo a lo que el Bundesbank se ha negado siempre de plano. De hecho, el antecesor de Weidmann, Axel Weber, dimitió cuando el banco central aprobó el programa de compra de deuda. "La experiencia con anuncios similares es que es probable que un día tengas que enseñar tu mano".
– Menéame (ni sí ni no, sino todo lo contrario)
"Mientras el yen japonés sigue cayendo, el renminbi chino se mueve en la dirección contraria. Desde principios de octubre, la moneda japonesa ha perdido cerca de un 17% frente al dólar. La divisa china, por su parte, está ganando terreno"… El interés de China en la revalorización del renminbi (Expansión – WSJ Europe – 18/2/13)
El banco central del país ha intervenido para que se revalorice alrededor de un 1% con respecto al dólar en el mismo periodo.
Podría no parecer mucho. Pero teniendo en cuenta que el renminbi se devaluó durante gran parte de 2012, supone un cambio de dirección significativo.
El giro refleja varios factores. Primero, las agresivas políticas de relajación monetaria en EEUU, Europa y Japón están provocando un incremento de los precios de las materias primas. El coste del crudo Brent ha subido a 117 dólares el barril desde un mínimo de 89 dólares en junio del año pasado. Revalorizar el renminbi ayuda a evitar importar presiones inflacionistas.
Además, el comercio de China con el resto del mundo muestra signos de desequilibrarse aún más. Tras contraerse durante los tres años anteriores, el superávit comercial chino se disparó a 231.000 millones de dólares (172.860 millones de euros) en 2012, frente a 154.000 millones en 2011. El aumento de los flujos a través de la balanza comercial eleva las presiones para revalorizar el renminbi, y debilita el argumento de China de que el valor de la moneda está próximo a niveles razonables.
Finalmente, la presión que la devaluación del yen ejerce sobre los exportadores chinos es limitada. Japón fabrica productos de gama alta. China -pese a los avances de los últimos años- sigue compitiendo en el segmento de gama baja. Teniendo en cuenta que China es un gran importador de componentes de Japón, un yen más débil es, en realidad, positivo en algunos sentidos.
Todo ello ha contribuido a las expectativas de que la apreciación del renminbi se mantenga. Stephen Green, economista de Standard Chartered especializado en China, asegura que espera que el renminbi termine el año aproximadamente un 2,5% por encima de los valores de principios de año.
La política estadounidense es una gran incógnita. Si la Fed retira sus estímulos antes de lo esperado, la decisión contribuiría a revalorizar el dólar, poniendo freno a la apreciación del renminbi. Sin embargo, si las condiciones monetarias globales siguen relajadas, en 2013 asistiríamos a más subidas moderadas de la divisa china.
– Hastings continúa intrigando (va de suyo), suma a Australia en guerra de divisas
– Australia podría ser la próxima en sumarse a la guerra de divisas (The Wall Street Journal – 19/2/13)
(Por Nicholas Hastings) Lectura recomendada
Australia podría ser la próxima en sumarse a la guerra de divisas.
Un dólar australiano más débil tal vez no sea un imperativo político en Canberra similar a, por ejemplo, un yen más débil en Tokio, pero, de la misma manera, lo último que los funcionarios australianos quieren ver en este momento es un mayor fortalecimiento.
Hay que recordar que el dólar australiano se ha negociado por sobre la paridad por cerca de ocho meses frente a su primo estadounidense, a menudo muy por encima de este, y se ha apreciado frente al yen desde octubre del año pasado.
Por lo que no debería sorprender que a comienzos de este mes el Banco de la Reserva de Australia haya usado las minutas de su reunión de política para expresar preocupación de que la fortaleza del dólar australiano estuviera actuando como un lastre sobre la economía.
Por el momento, la economía está funcionando relativamente bien. Los precios del mineral de hierro siguen altos, los precios de las materias primas han estado repuntando, China está demostrando ser más resistente de lo que muchos temían y Estados Unidos parece estar evitando una nueva recesión. Además, los datos de importaciones de Australia apuntan a una mejoría de la actividad interna. Las importaciones crecieron 1% en enero, si bien siguen a los sombríos datos de diciembre.
Todo esto fue reconocido por el Banco de la Reserva de Australia cuando decidió no recortar las tasas de interés a comienzos de este mes, ya que las reducciones anteriores continuaban funcionando.
No obstante, esta postura algo más restrictiva del banco central es un problema en sí mismo. Obviamente podría acelerar los flujos de inversiones hacia el dólar australiano.
Con una tasa básica de 3%, Australia es la más atractiva entre las grandes economías. Con la economía mundial en recuperación y un retorno de la confianza de los inversionistas, es probable que los flujos externos hacia el dólar australiano se aceleren.
Eventos recientes en la eurozona y Japón también podrían trabajar a favor de Australia. Aunque se ha evitado una crisis de deuda en la zona euro por ahora, el lento crecimiento y la exacerbada incertidumbre política en la región se traducen en que la amenaza de otra crisis no ha desaparecido y que cualquier recuperación de los flujos de inversiones posiblemente sea limitada.
En Japón, en tanto, los planes del nuevo gobierno para un expansionismo monetario más enérgico ya han impulsado una abrupta caída del yen, y podría infligir más daño sobre la moneda si los propios inversionistas japoneses comienzan a buscar mayores retornos en el extranjero.
Todo esto sugiere que el dólar australiano volverá una vez más a ser el objeto de interés, apreciándose aún más desde los niveles actuales.
Eso, a su vez, aumenta las probabilidades de que los funcionarios australianos comiencen a hacer con el dólar australiano lo que muchos otros ya están haciendo con sus divisas: tratar de depreciarla verbalmente.
– Soros vuelve a la carga contra la libra, 20 años después (para Mervyn con amor)
"La libra es el nuevo objetivo de los hedge funds (fondos de cobertura o de inversión libre). Los grandes fondos americanos están intensificando sus posiciones cortas sobre la divisa británica ante la posibilidad de que se deprecie en plena guerra de divisas. El anuncio de una política monetaria más permisiva con la inflación por parte del que será el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, y la posibilidad de que las agencias de calificación rebajen el rating del Reino Unido son los principales argumentos de los gestores"… La libra, en el punto de mira: los grandes gestores apuestan por la debilidad de la divisa británica (El Confidencial – 20/2/13)
Fondos como el de George Soros, Paul Tudor o Andrew Law (Caxton Associates) están incrementando de manera significativa sus posiciones cortas respecto a la libra esterlina. Una estrategia que desde noviembre y hasta ahora han llevado a cabo contra el yen y les ha reportado pingües beneficios, que en el caso de Soros superan los 1.200 millones de dólares.
No son los únicos inversores que apuestan contra la libra. De hecho, según los últimos datos de la US Commodity Trading Commission, las posiciones cortas sobre la divisa británica han pasado de 1.174 contratos a finales de la primera semana de febrero a 16.776 a mediados mes, convirtiéndose en la segunda moneda, después del yen, con mayor volumen de posiciones bajistas. Hay gestoras, como Franklin Templeton, que han optado simplemente por reducir sus posiciones
La llegada del actual gobernador del Banco Central de Canadá, Mark Carney, al Banco de Inglaterra, que se ejecutará en julio, ha disparado las alarmas de los gestores de fondos. Carney ha mostrado una mayor tolerancia a la inflación que su predecesor en el cargo, Mervyn King, y ha dejado entrever su predisposición a enfocar sus políticas hacia un crecimiento de la economía y a adoptar un enfoque más flexible con respecto a los precios.
Asimismo, el próximo gobernador ha asegurado en reiteradas ocasiones que no le importaría en absoluto tener una divisa más débil, ya que daría un empujón a las exportaciones y ayudaría a recuperar la débil economía británica. La política monetaria que previsiblemente emprenderá Carney recuerda a los gestores a la adoptada por el Banco de Japón. Desde UBS ya han advertido de que la libra está encaminada a seguir el mismo camino que el yen. "Será la divisa que sufra la próxima gran devaluación", avisan.
Tampoco han ayudado los rumores de una posible rebaja de rating inminente sobre la deuda del Reino Unido por parte de Standard & Poor"s, que le quitaría la triple A. Así, en poco tiempo, la libra ha pasado de ser una divisa refugio a sufrir las ventas masivas de los inversores ante el empeoramiento de sus perspectivas y tocar el lunes mínimos de siete meses frente al dólar, hasta 0,648 unidades por dólar.
Soros vuelve al ataque
Lo más llamativo del ruido bajista que envuelve a la libra es que Soros vuelve a encontrarse con la divisa británica. La relación amor-odio del inversor con la libra esterlina se remonta 20 años atrás. El multimillonario inversor forzó en 1992 la devaluación de la divisa británica con la venta de más de 10.000 millones de libras en los mercados. Con aquella operación, se embolsó la nada despreciable cifra de 1.000 millones de dólares e inició una estrategia que, al igual que ahora, copiaron otros gestores. De nada sirvieron en aquella ocasión los esfuerzos del Banco Central de Inglaterra, que llegó a gastar 50.000 millones de dólares, para frenar el desplome de su moneda, que acabó con sus huesos fuera del proceso que conduce al nacimiento del euro.
– Las Actas de la Fed (¿acción?) y la reacción de Wall Street (Carlito's Way)
"Los inversores aguardan con expectación la publicación de las actas de la reunión de política monetaria que la Reserva Federal (Fed) celebró los días 29 y 30 de enero. En juego pueden estar, nada más y nada menos, que unos nuevos máximos históricos en los principales índices estadounidenses"… La Reserva Federal levanta acta… con Wall Street a un paso de los máximos históricos (El Confidencial – 20/2/13)
Porque las plusmarcas están ahí. A un paso. En el caso del Dow Jones, apenas le aparta un 1% de los 14.164,5 puntos que alcanzó el 9 de octubre de 2007; en lo que respecta al S&P 500, le queda un poco más, un 2,5%, para rebasar los 1.565,1 puntos marcados también ese mismo día. Los principales índices norteamericanos llevan semanas merodeando estos niveles, pero los inversores no acaban de encontrar una excusa que termine de envalentonarlos. Podrían encontrarlos en las actas de la Fed, que serán publicadas 20/2 por el banco central norteamericano. En dicho documento, la entidad presidida por Ben Bernanke difundirá con mayor detalle el contenido de su última reunión de política monetaria, que se celebró a finales de enero.
Entre el "QEternity" y el empleo
Los inversores rastrearán el documento con el punto de mira centrado en dos claves fundamentales. La primera, el compromiso de los miembros de la Fed con la tercera ronda de estímulos cuantitativos (QE3). Bajo este programa, el banco central norteamericano destina cada mes 85.000 millones de dólares a la compra de deuda pública e hipotecaria -40.000 millones a la primera y 45.000 millones a la segunda-. En este sentido, el mercado buscará pistas acerca de las intenciones futuras de la entidad con respecto a estas adquisiciones. Y más aún tras el último precedente.
Las actas de la reunión de diciembre, que se publicaron el 3 de enero (2013), registraron un importante debate en el seno del Comité Federal del Mercado Abierto (CFMA), el órgano de la Fed encargado de dictar la política monetaria en EEUU, acerca de la duración y el volumen del QE3. Estas discusiones fueron interpretadas por los mercados como un síntoma de que Bernanke podría interrumpir o reducir estos estímulos antes de lo previsto, con la decepción consiguiente de los inversores, que confían en el combustible extra de la Fed para alimentar sus compras. Como consecuencia, ese día Wall Street cerró con leves pérdidas del 0,2% y el dólar se apreció un 1%, hasta los 1,305 dólares. Esas discusiones volverán a acaparar la atención (20/2) y en ellas residirá el secreto para saber si la Fed regala unos nuevos máximos históricos al Dow Jones y al S&P 500 que derroquen a los marcados en 2007.
En segundo lugar, el mercado escrutará el diagnóstico económico que detalle la institución monetaria. En el comunicado oficial difundido el 30 de enero, la Fed precisó que la actividad económica se había "frenado en los últimos meses, en gran medida por problemas climatológicos y otros factores transitorios". Al mismo tiempo, reiteró que aunque la creación de empleo siguió expandiéndose "a un paso moderado", "la tasa de desempleo permanece alta". Con el mercado laboral situado por la Fed en el eje central de su actual política, los comentarios acerca de la recuperación del empleo también serán fundamentales para intuir los pasos del banco central estadounidense en los próximos meses.
"Los funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos expresaron una creciente intranquilidad ante las políticas de dinero fácil durante su última reunión y algunos sugirieron que el banco central quizás necesitará revertirlas antes de que el mercado laboral regrese por completo a la normalidad"… La Fed temía provocar inestabilidad en los mercados (The Wall Street Journal – 20/2/13)
Las minutas de la reunión del 29 y 30 de enero divulgadas el 20/2 mostraron que los funcionarios temían que las políticas de dinero fácil del banco central pudieran provocar inestabilidad en los mercados financieros y que fuera difícil dar marcha atrás en el futuro. La Fed planea evaluar cómo están funcionando los programas en su próxima reunión, que tendrá lugar el 19 y 20 de marzo.
Varios funcionarios enfatizaron que la Fed debería estar preparada para variar el ritmo de sus compras de activos, dependiendo del desempeño de la economía y su análisis de los costos y beneficios del programa, de acuerdo a las minutas.
Algunos funcionarios del banco central insinuaron que la Fed podría necesitar alterar su trayectoria programada de continuar los programas de compra de bonos hasta que el mercado laboral mejore "sustancialmente", un umbral que no ha definido.
"Un número de participantes señaló que una evaluación continua de la eficacia, los costos y los riesgos de las compras de activos podría llevar al Comité a disminuir o finalizar sus compras antes de que haya establecido si existe una mejora sustancial en la perspectiva del mercado laboral", indicaron las minutas.
Las minutas no identifican a los participantes por nombre, ni especificaron cuántos funcionarios expresaron una u otra opinó. Solo señalan "unos cuantos" o "varios".
A pesar de algunas señales alentadoras en sectores como el inmobiliario y el automotor, en la reunión de enero los representantes de la Fed consideraron que el panorama económico general era aún preocupante y decidieron seguir invirtiendo US$ 85.000 millones al mes para comprar valores respaldados por hipotecas y el Tesoro. Los programas buscan estimular la inversión y las contrataciones, y así apuntalar el crecimiento económico, mediante la reducción de las tasas de interés a largo plazo.
Dos representantes del banco central -la presidenta de la Fed de Cleveland, Sandra Pianalto, y el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard- han afirmado en discursos recientes que la institución quizá debería reducir sus compras de bonos según las condiciones del momento, aunque ofrecieron razones distintas. Optimista por la perspectiva económica para este año y el próximo, Bullard dijo que la Fed podría desacelerar el ritmo de sus compras de bonos si los pronósticos aciertan.
Pianalto, por otro lado, expresó inquietudes de que algunas firmas financieras podrían estar asumiendo demasiado riesgo.
Las minutas indican que otros representantes de la Fed temen que las políticas monetarias relajadas del banco central podrían estar fomentando una excesiva toma de riesgos en algunos sectores de los mercados crediticios. Mientras que la mayoría dijo que los programas de compra de bonos del banco habían ayudado a estimular la actividad económica, varios "expresaron preocupación sobre el potencial de una excesiva toma de riesgos y las consecuencias adversas para la estabilidad financiera", según las minutas.
La presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, se mostró disconforme en la reunión de enero, citando preocupaciones sobre la estabilidad financiera.
Las minutas también sugirieron que los representantes de la Fed podrían estar reconsiderando su estrategia de salida.
"Un número de participantes habló de la posibilidad de proporcionar una política de relajamiento monetario al mantener los valores por un periodo más largo de tiempo que el previsto" por el Comité, "ya sea como complemento, o reemplazo, de las compras de activos", dicen las minutas.
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