La influencia de los medios de comunicación, el caso de las elecciones del 2010, Zacatecas (página 2)
Enviado por Alexander Chairez Gutenberg
La estática describe a la opinión pública en un momento particular, efectuando un corte transversal del fenómeno, como si se sacara una fotografía en un momento determinado. La dinámica, a diferencia de la fotografía, la concibe como un modelo evolutivo, como si fuera una película. La idea de opinión pública debe partir de un sujeto, objeto y ámbito que expresa un colectivo que tenga la capacidad de manifestarse acerca de un objeto de origen público o privado, pero de exposición pública, en un ámbito socialmente visible, que se da principalmente a través de los medios de comunicación, a medida que evolucionan los mismos hasta llegar al predominio de la televisión. Es este recorrido el que da pie al surgimiento de teorías respecto de la construcción de la opinión pública desde el interés de la política, aunque no siempre en pos de la democracia ni mucho menos de la libertad, como puede verse a continuación.
2.3 Las teorías del impacto directo: el modelo hipodérmico de la comunicación de masas
Se empieza a desarrollar desde el enfoque conductista en el siglo XIX y XX, esencialmente en la primera guerra mundial a través de la "teoría de la bala mágica", —denominada de esa manera en clara alusión a la supuesta facilidad de persuadir a la audiencia cuando la propaganda da en el blanco—, y que luego recibirá otros nombres como la teoría de la aguja hipodérmica o teoría de la transmisión en cadena. El modelo hipodérmico de la comunicación supone que los mensajes producirán un efecto de persuasión directo, instantáneo, homogéneo, masivo sobre las actitudes y conductas de los receptores de la comunicación; dejando de lado, el pensar del ser humano. Se trata de mecanismos de la comunicación de masas que pretenden manipular la voluntad de los individuos, como lo detecta Giovanni Sartori, quien afirma:
El Homo sapiens es, o se ha desarrollado hasta ser, un animal lector, capaz de hacer abstracciones, cuya compresión (inteligencia, intelligere) va mas allá de su vista, y realidad tiene poca relación con lo que ve. Pero el Homo sapiens está en proceso de ser desplazado por el Homo videns, un animal fabricado por la televisión cuya mente ya no es conformada por conceptos, por elaboraciones mentales, sino por imágenes.[25]
En este apartado queda plasmado cómo los medios de comunicación influyen en la población, por ejemplo, en el resultado de una guerra con marcianos. En Estados Unidos, la noche del 30 de octubre de 1938, Orson Wells influyó a través de la radio en el pensamiento del ser humano, en un radio-drama describió de manera muy realista una ficticia invasión marciana a la tierra que amenazaba a toda la civilización. Con un realismo excepcional, esta clasificación no solo indica de qué manera reacciona determinado individuo, sino que también nos dice algo que atañe a sus intenciones y capacidad, en el ejemplo se desplaza el papel que tiene la televisión hoy a la radio, pero en esencia el mensaje es el mismo. Este desplazamiento, les ha sido de la mayor utilidad a quienes manejan la política en beneficio propio, porque como lo sostiene el mismo Sartori:
El público de la televisión es, desde este punto de vista, un público que desconoce la información y que está mal informado. La televisión si llega a un público numeroso, pero sus imágenes visuales, la forma en que presenta las noticias, proporciona la apariencia, no la esencia de la información. A más gente se le da menos, y más superficialmente. Del mismo modo, el público se le proporciona información emotiva, merced a imágenes que producen compasión o enojo, que temperamentalmente agravan los problemas hasta hacer imposible su solución. No veo ningún beneficio en esto.[26]
Sartori pone en evidencia la perversión del uso de los medios, cuando se trata de inducir la opinión pública:
Mucho es farsa y trampa. La persona a la que se le hace una pregunta en una entrevista casual no representa una muestra de nada, estadísticamente no representa nada, y cuando se trata de asuntos importantes esta clase de televisión funciona ante todo como una amplificadora y multiplicadora de estupideces. Las encuestas tampoco revelan "la voz del pueblo": mas bien, revelan la voz de los medios de comunicación en el pueblo; en gran medida son un efecto reflejo de lo que dicen los medios de comunicación.[27]
2.4 El modelo de los "efectos mínimos o limitados" de la comunicación de masas
En la década de los treinta se habló de un cambio de paradigma en el manejo de los medios masivos de comunicación, autores como Pavlov[28]y Watson[29]utilizaron el cognitivismo o psicología del aprendizaje desde el punto de vista de la comunicación de masas; bajo la consideración de que los mas media son mecanismos a través de los cuales se transmiten ideas a enormes audiencias. Este enfoque parte de tres conceptos cruciales: las actitudes, el papel de los grupos sociales y la selectividad de las funciones cognitivas, en relación con los partidos políticos.
En esa interrelación, la actitud de los ciudadanos se define como una tendencia psicológica que se expresa en la evaluación que una persona realiza, con algún grado de positividad o negatividad, de algún objeto o entidad particular. A través de un esquema lineal estímulo-respuesta, psicología de las actitudes, la información no es recibida por individuos psicosocialmente aislados, sino por personas que forman parte de grupos sociales o comunidades más amplias, que comparten ciertas cosmovisiones y formas de ver la vida en elecciones democráticas.
Ahí es donde cobra importancia el surgimiento de los partidos políticos de manera concomitante con los procesos electorales, tal como subraya Dieter Nohlen:
Las elecciones constituyen la base del concepto democrático liberal. Según la teoría democrática liberal, los líderes políticos de un país deben ser designados mediante elecciones. Este enfoque parte de la estrecha relación definitoria entre elecciones y democracia: sin elecciones, sin la abierta competencia por el poder entre fuerzas sociales y agrupaciones políticas, no hay democracia.[30]
De acuerdo con Orlando D" Adamo: "El modelo de los efectos mínimos o limitados sostiene que las comunicaciones de los medios masivos principalmente refuerzan las actitudes preexistentes que mantiene un individuo".[31] De manera que, bajo ese principio los medios masivos de comunicación estarían pugnando por mantener el statu quo. Dicha función de los medios encuentra lógica en los países desarrollados, toda vez que no habría motivo para impulsar un cambio desde los sectores explotados, pues como dice Robert Dahl:
Las democracias poseen también por lo general otras ventajas económicas sobre la mayoría de los países no democráticos. En primer lugar, los países democráticos promueven la educación de sus pueblos; y una fuerza de trabajo instruida contribuye a la innovación y al crecimiento económico. Además, el respeto a la ley generalmente se implanta con mayor fuerza en los países democráticos; los tribunales son más independientes; los derechos de propiedad gozan de mayor protección; los acuerdos contractuales se hacen respetar más eficazmente; y es menos probable la intervención arbitraria en la vida económica por parte del gobierno y de los partidos políticos.[32]
La anterior afirmación se soporta en algunos estudios que hablan sobre lo que han denominado doble flujo de la comunicación; en ellos se intenta demostrar cómo las personas pertenecientes a distintas categorías socio-demográficas, seleccionaban de los medios de comunicación información diferente vinculada a los comicios. Los datos rescatados apuntaron en una dirección distinta a la esperada: indicaban que algunas personas tendían más al intercambio de ideas con otras personas que al uso directo de los medios de comunicación de masas en la esfera pública. Se advierte así una diferencia en el razonamiento. Como también lo refiere Roger Chartier:
El uso crítico de la razón ya no está frenado por el respeto debido a la autoridad religiosa o política, como lo estaba el de la duda metódica. Con la nueva esfera pública política se suprime la separación instituida por Descartes entre las creencias y la obediencia obligadas, por un lado, y por el otro, las opiniones, que legítimamente pueden ser cuestionadas. [33]
Otra muestra de la "necesidad" del uso de los medios para inducir la opinión pública, es que los líderes de opinión juegan un rol especial en la red de relaciones personales; las ideas a menudo fluyen desde la radio y la prensa hacia los líderes de opinión y desde ellos hacia los sectores de la población menos activos; las personas que leen-escuchan solían ser aquellas que tenían unas opiniones y filiaciones políticas bien establecidas. Los líderes cosmopolitas suelen ser muy selectivos en sus redes de relaciones personales, han pasado gran parte de su vida fuera de la comunidad, además poseen un conjunto de conocimientos, habilidades o capacidades específicas que los legitiman como expertos, aunque solo en áreas específicas y tienen que llegar a la ciudadanía joven. Entonces los medios ponen a los líderes como conocedores de todos los problemas, pero que hacen mención solo de aquello que conviene a sus propios intereses.
El autor Giovanni Sartori sostiene que, cuando la opinión pública se informaba principalmente a través de los periódicos, el equilibrio entre opinión autónoma y opiniones heterónomas estaba garantizado por la existencia de una prensa libre y múltiple. Fue la televisión la que modificó la naturaleza del proceso de formación de la opinión pública, la cascada ya no descansa en lagunas sino que caía con su fuerza arrolladora, con todo el poder de la imagen sobre los individuos. Este medio de comunicación no permite la existencia de reequilibrio ni retroacciones ni la presencia de múltiples líderes de opinión que posibilitan evaluar mejor las percepciones.
El mensaje político se adecúa y se adecuará cada vez más al formato del show televisivo. El éxito en los medios vale como certificado de aptitud profesional y, así una persona sin trayectoria política podría terminar ocupando alguna posición en el Estado, dado que bajo la forma de toda persona hay un ministro potencial. Los partidos políticos han optado en muchos casos por reclutar a celebridades provenientes de diferentes ámbitos con el afán de asegurarse la victoria en la contienda electoral.
Una de las consecuencias que tiene lugar en los países donde la gente pierde confianza y decae la imagen positiva de los partidos políticos es que se desplaza la oferta tradicional de grandes aspiraciones, propósitos y principios hacia una oferta que hace énfasis en atractivos individuales, exaltando atributos personales como honestidad, confianza o capacidad de liderazgo y lo que actualmente prevalece: la imagen del candidato. Se trata pues, de una manipulación que pretende hacer a un lado el sentido real de la opinión ciudadana, ya que como se establece en el Diccionario Electoral:
La opinión pública, por el contrario, es una noción cualitativa, es una opinión pública autorizada, es una opinión pública que se pública. Incluso para algunos autores la opinión pública es la de una minoría que tiene medios específicos y directos para hacerse oír por el público, a través de los voceros de opinión pública. La opinión pública es una dimensión del poder político. En esta medida los medios (de comunicación) pueden desempeñar un papel reforzador de la legitimidad o cuestionador de la misma.[34]
2.5 La influencia de la televisión en la cultura de la sociedad.
En este segmento se revisan algunas ideas sobre la influencia de los medios de comunicación en el pensamiento del ser humano. Se trata de un estudio desarrollado por los especialistas Gerbner y Neumann,[35] a través de lo que ellos llaman la espiral del silencio y los medios de comunicación de masas.
Es un análisis que dice cómo se indaga en los contenidos televisivos el sistema de mensajes, donde se examina la realidad y lo institucional, que explora a su vez cómo se producen y distribuyen los discursos, por medio de una margen de diferencia entre las concepciones de la realidad que elaboran los espectadores más ávidos en comparación con los espectadores menos asiduos dentro de los mismos subgrupos demográficos. Todos estos razonamientos están relacionados con el uso de los medios de comunicación desde y para la política, tema que está estrechamente conectado con aquel otro denominado marketing político.
En la actualidad el marketing político se encuentra en boga, pues se despliega desde los medios de comunicación a los partidos políticos, los cuales tienen acceso, recursos económicos, apoyo, prestigio y pueden lograr la obtención del voto a favor de una persona; incluso tienen el poder de dejar de lado a los candidatos o lo que comúnmente se conocía como campaña electoral. El marketing político es lo que prevalece. Para el joven político que busca aspiraciones en un puesto de elección popular, el Estado tiende a garantizar su estabilidad.
El marketing político cobra importancia a partir de la década de los sesenta del siglo pasado. En ese entonces George Gerbner desarrolló una investigación de los medios de comunicación a través de los mensajes emitidos en la televisión, comenzando con el estudio de la violencia televisiva, la demografía retratada, los estereotipos de género y las orientaciones políticas. Con estas ideas se empezó a generar el concepto que refiere la contribución independiente que realiza la televisión a las concepciones que los televidentes se forman del universo social, gracias a la exposición sistemática y acumulativamente, Orlando D` Adamo y otros lo explican así: "La noción de cultivo se refiere a la contribución independiente que aporta la televisión a las concepciones que las personas se forman del mundo social como producto de una exposición sistemática, acumulativa y de largo plazo a sus contenidos".[36]
Dada la prolongación de los periodos de tiempo a sus contenidos y sistemas de mensajes que son estables, repetitivos y que además se dirigen a la perpetuación del mantenimiento de las estructuras sociales vigentes de valores, creencias y orientaciones dominantes (que cultivan una determinada manera de comprender a la sociedad), la televisión cumple una función de reproducción ideológica. Para efectos de esta explicación "la televisión se define como un sistema centralizado para narrar historias, cuyos dramas, programas informativos y publicidades forman un sistema coherente de imágenes y mensajes que penetran en los hogares". [37]
Este estudio da a conocer cómo la televisión influye en el pensamiento del ser humano, en su quehacer cotidiano, en aspectos económicos, culturales, sociales y especialmente políticos; puesto que a la hora de emitir el voto, el ciudadano tiene cierta influencia televisiva por cierto candidato, que repercute en la democracia anhelada, que es ya utópica debido a la influencia de dicho medio en nuestra sociedad. Esa influencia ha sido bautizada como tele-democracia.
Tal acontecimiento sucede por una fuerte razón, en una encuesta que realizó Gerbner en Estados Unidos se comprobó que los estadounidenses (de forma similar a los mexicanos) ven en promedio siete horas diarias de televisión y, que a partir de los dos años de edad, las personas ven al menos tres horas de programación diaria; ello muestra que la televisión es la principal fuente de cultura cotidiana para poblaciones diversas y heterogéneas. El sistema de mensajes en la televisión es altamente uniforme y tiende a reforzar los valores convencionales, por tanto el público realiza un uso ritualista y poco selectivo; se impone una rutina y no se opone ninguna resistencia a tales o cuales mensajes, por lo que los mensajes políticos penetran igual que cualquier otro de índole diferente.
Ahora bien, Gerbner para sacar sus conclusiones tuvo que seguir un procedimiento bastante minucioso, desarrolló tres líneas: 1. Análisis institucional de los medios, 2. Desmenuzamiento del sistema de mensajes y 3. Análisis del cultivo. El primer tema se aboca a la exploración de la producción y distribución de los mensajes de la televisión; el segundo sistema de mensajes se orienta a descubrir qué modelo de la realidad difunde la televisión, así como las orientaciones ideológicas que lo subyacen; por su parte el análisis de cultivo intenta determinar si los contenidos televisivos influyen sobre la percepción pública: se presume que hay una superposición entre las definiciones de la realidad social brindadas por la televisión y las que realizan los televidentes, más aun utilizando las nuevas tecnologías.
El poder de la televisión ha impactado demasiado a la política, que de acuerdo con Antonio-Enrique Pérez Luño:
Las NT, en particular la informática, han revolucionado las estrategias tendentes a la captación del sufragio democrático. Gracias a la informática, los partidos políticos pueden diseñar unas campañas y elaborar unos programas que conecten con los deseos, necesidades y expectativas de los futuros votantes.[38]
De acuerdo con Orlando D" Adamo existen 3 clases de televidentes que explican el comportamiento de los medios:
1.- Los espectadores blandos o ligeros, definidos como quienes se exponen a la televisión menos de dos horas diarias.
2.- Los telespectadores moderados o medios, que son quienes ven la televisión entre dos y cuatro horas por día.
3.- Los televidentes duros o ávidos, grupo constituido por las personas que ven más de cuatro horas diarias de televisión.[39]
Para los objetivos de este análisis es fundamental saber qué impacto produce la exposición a la televisión sobre las concepciones de la realidad social elaboradas por el público. Esto lo aclara el denominado diferencial de aculturación o cultivo diferencial, el cual se define como el margen de diferencia entre las concepciones de la realidad que elaboran los espectadores más ávidos en comparación a los espectadores menos asiduos dentro de los mismos subgrupos geográficos. Puede decirse que la incursión de la televisión en los procesos electorales tiene dos vertientes que deben ser dimensionadas: por un lado, se facilita el quehacer de los políticos en tanto que se reduce la distancia entre gobernantes y gobernados, entre candidatos y electores, lo que podría aligerar el camino de la democracia; por otro lado, es evidente que se vuelve extremadamente fácil la manipulación de las mayorías para cualquier objetivo. Sobre la primera posibilidad, dice Pérez Luño:
Las NT permiten dinamizar y flexibilizar los cauces de la representación política, que habían mantenido una rígida estructura anclada en el modelo decimonónico en el que comenzó el ejercicio del sufragio universal. Al propio tiempo, los nuevos medios de comunicación y audiovisuales, en especial la televisión, han permitido una aproximación entre candidatos y electores antes impensables. Por medio de la televisión, quienes concurren a los comicios dejan de ser unos personajes lejanos. A través de su continua presencia en la pequeña pantalla se convierten en figuras familiares de la cotidianeidad de quienes van a ser sus futuros votantes. Todo ello conduce a una adaptación de la democracia representativa a las exigencias propias de las sociedades informatizadas del presente y, en definitiva, a posibilitar la eficiencia de los procesos políticos de la democracia representativa parlamentaria (Perry, 1986: 102 ss. Y 175 ss.).[40]
En la segunda perspectiva se tiene por cierto que la televisión influye sobre las actitudes, creencias y orientaciones políticas de la población, en las que el análisis del sistema de mensajes pone en evidencia que la misma televisión tiende a la reproducción de los valores más convencionales o conservadores y que, por efecto de "mainstreaming" (la incorporación de), las personas los decodifican como valores de "centro", cuando en realidad son de "centro derecha". Estos resultados los aprovechan quienes tienen el poder de manejar los medios como la televisión.[41] Orlando D" Adamo precisa la tendencia de los políticos a aprovechar la penetración de los medios, partiendo de los experimentos que al respecto se han hecho, él dice:
Los televidentes duros se definen como liberales o conservadores se parecen mucho más entre sí de lo que se asemejan quienes se autodefinen políticamente con alguna de esas etiquetas entre los aspectos ligeros o blandos. A nuestro criterio, el hecho de que en la actualidad los partidos políticos, al utilizar la comunicación de masas, muchas veces persigan como objetivo "cruzar" transversalmente el centro político para captar al mayor electorado posible alimentan aun más la tendencia comentada.[42]
En el aspecto positivo se logra armar instrumentos útiles como la ingeniería electoral mediante el uso de la informática, Pérez Luño expone:
Los procesos de participación política a través de la democracia representativa pueden explicarse a partir de un sistema cibernético cuyo terminó inicial o de entrada (input) se halla representado por los programas de los partidos políticos (P). Dichos programas serían procesados y divulgados por medio de las distintas aplicaciones de las NT, que los transmitirían, en el proceso de salida del sistema (output), a la opinión pública (OP). El sistema cibernético procesaría también las repercusiones, reacciones y respuestas de la OP, actitudes que, una vez procesadas por la retroalimentación (feed-back), se transmitirían a los partidos políticos con el fin de que pudieran reciclar sus programas en consonancia con las respuestas recibidas de la OP.[43]
Por el contrario, la alta exposición a la televisión produce un proceso de homogeneización de actitudes y creencias porque los individuos adoptan los puntos de vista de la corriente dominante o "mainstream" (corriente principal), este indica que los televidentes duros tenderán a anular las diferencias derivadas de la variedad cultural, social y política de los grupos a los que pertenecen. Esto es, se diluyen las identidades de la pertenencia social y se abre la puerta para la manipulación.
2.5.1 La espiral del silencio
La denominada "hipótesis del silencio" postula que la gente tiende a comentar en público sus opiniones cuando considera que coinciden con las de la mayoría y que, en cambio, enmudece cuando cree que son minoritarias. La autora Nolle Neumann propone que el clima de opinión depende de quien hable y de quien permanezca en silencio. La teoría de la espiral se basa en cuatro supuestos relacionados entre sí que, por estarlo proporcionarían una explicación de la formación, mantenimiento y modificación de la opinión pública. De acuerdo con Orlando D" Adamo, esos supuestos son:
1. La sociedad amenaza a los individuos desviados con el aislamiento.
2. Los individuos experimentan un continuo miedo al aislamiento.
3. El miedo al aislamiento hace que los individuos intenten evaluar continuamente el clima de opinión.
4. Los resultados de esa evaluación influyen en el comportamiento en público, especialmente en la expresión pública o el ocultamiento de las opiniones.[44]
El objetivo de dichas hipótesis es probar empíricamente el sentido cuasiestadístico o supuesto de que las personas captan intuitivamente el grado relativo de aceptación de opiniones contrapuestas sobre un tema que la sociedad emite. Esto se comprobó a través de los diferentes test que se realizaron para medir y comprobar la influencia que generan los medios de comunicación en el pensamiento de los ciudadanos. Giovanni Sartori citado por Pérez Luño:
En su obra Homo videns expresa abiertamente su temor de que la telepolítica, en lugar de contribuir a la madurez de los ciudadanos, debilité su responsabilidad política. El flujo de informaciones y su crecimiento cuantitativo no se están traduciendo en la ampliación del conocimiento ni en el desarrollo de la capacidad crítica de los ciudadanos. La televisión, en opinión de Sartori, [empobrece drásticamente la información y la formación de ciudadano] […], el video-ser desactiva nuestra capacidad de comprender los problemas y afrontarlos racionalmente]. [45]
Desgraciadamente la videopolítica no está contribuyendo a formar ciudadanos que requiere nuestra actual democracia, la expectativa se encuentra truncada por la nula formación que realizan nuestras instituciones electorales y por los partidos políticos.
Sartori responsabiliza a los nuevos medios tecnológicos y en particular, a la televisión de haber creado un post pensamiento que supone la anulación del pensamiento crítico. Sartori denomina a quienes hoy detentan las NT de la información de la información *hombres-bestias* y los acusa de exaltar una *comunicación perene* que incapacita para *articular ideas claras y diferentes*. Lejos de formar ciudadanos libres y responsables, las NT han promovido una *lumpernintelligentia, un proletariado intelectual sin ninguna conciencia intelectual.[46]
Puede afirmarse que la teoría de la "espiral del silencio" sin lugar a dudas es uno de los fundamentos para el uso político de la televisión, toda vez que se interpreta como una situación, donde las personas comienzan a comprobar que una opinión gana predominio y surge la tendencia de que todo el mundo va a pensar igual. Su carácter de público y la atención que le presta la gente dota, a su vez, de fuerza a la espiral. Los medios de comunicación crean opinión pública al hablar de ciertos temas y al resistirse a tocar otros. Todo esto conduce a un fenómeno llamado "los kingmakers" o hacedores de reyes. De tal suerte que, refiriéndose a las elecciones presidenciales, los candidatos que reciben mayor cobertura informativa favorable tienen mayores posibilidades de triunfar y los candidatos que no reciben cobertura periodística están condenados al fracaso. No obstante, se trata de una visión corta de lo que debe ser la democracia, y en particular, de lo que es el proceso de legitimación de los gobernantes, pues como lo señala Pérez Luño:
Un régimen democrático se institucionaliza si el pueblo y sus dirigentes, en porcentajes elevados, valoran sus instituciones, se someten a sus procedimientos, comparten los principios de la comunidad política, creen que el sistema es legitimo, respetan las discrepancias, tienen una visión común del interés público, superan las diferencias mediante acuerdos, cumplen con los mandatos de la ley, acatan las órdenes de las autoridades y contribuyen al logro de los objetivos. [47]
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la actualidad los medios de comunicación constituyen la principal fuente de observación que los individuos realizan del entorno; transmiten ideas sobre cómo se distribuyen las frecuencias de las diferentes opiniones, de las que son protagonistas los periodistas, actuales líderes de opinión. Por ejemplo, en los procesos electorales que se presentan situaciones de división colectiva de opiniones, los medios tienen la capacidad de generar un clima de opinión favorable para alguna de las tendencias concurrentes.
2.6 La participación ciudadana y la democracia
¿Qué significa participación? La participación o participar significa "tomar parte", "compartir"; es decir, la participación se refleja en el hecho de que el ser humano tiende a participar en un entorno social de manera activa, sobre las cuestiones que aquejan a la comunidad o región donde existe una forma de gobierno, y principalmente tiende a dar propuestas o posibles soluciones a la problemática que aqueja a la población. Ello es básico para considerar las posibilidades de la democracia, de acuerdo con Francisco Muro González:
La participación comunitaria es la piedra angular de la noción moderna de democracia. Es, un tanto, la vuelta a la democracia directa, es decir, la democracia original. La deliberación, la democracia directa es algo más que elecciones, involucra el dialogo significativo, el debate, las discusión en la resolución de los problemas que conciernen a la comunidad. Una democracia deliberativa, es un dialogo permanente entre los grupos de interés de una comunidad acerca de las decisiones clave y las acciones que se deben tomar al respecto. Esto es, y se subraya, la noción de democracia deliberativa puede tener una concreción muy específica en la democracia local.[48]
Puede decirse que la definición es vaga, con un cierto matiz de utopía, pero es parte de la esencia, del ciudadano participar en los quehaceres de la forma de gobierno en las sociedades modernas. Hay que participar, pero no como lo maneja Jacqueline Perschard, de una manera parroquial o súbdita, hay que emprender el vuelo, con el objeto de ser parte medular del gobierno de manera participativa y activa. Mauricio Merino dice: "Quien cree no participar en absoluto, en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las decisiones, un cheque en blanco para que otros actúen en su nombre". [49]
La cita hace alusión a un grave problema que existe, no solo a nivel local, sino nacional, debido a la falta de principios éticos y morales, pues se deja de lado la importancia de participar en los procesos electorales, para preocupase poco, y principalmente, en quienes estarán a cargo del gobierno y con ello no se genera una cultura política participativa. Porque como lo sostiene el autor citado, desgraciadamente aun renunciando se participa. Este fenómeno es más grave, independientemente de la forma que se quiera ver, si se pierde la verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual a favor de una acción colectiva, porque ella debe descansar en un proceso previo de selección de oportunidades.
Las circunstancias especificas y un conjunto de voluntades humanas, el medio político, social y económico, conforman el entorno que se debe tomar en cuenta para considerar cuál es la verdadera esencia para generar una participación ciudadana activa, pero ¿esto lo perciben así nuestros representantes?, claro que no, solo perciben sus intereses personales. Este es un fenómeno que se da a nivel nacional porque la clase política lo ha descuidado, ha concentrado su preocupación en el nivel federal sin considerar que la estructura política se soporta desde las entidades federativas hasta abarcar las células municipales, por lo que conviene destacar el punto de vista de Muro González cuando señala:
La calidad y profundidad de la vida democrática actual son extensamente percibidas como inadecuadas, porque las ventajas del experimento democrático tienen que ser sentidas por los ciudadanos, además de la ceremonia de una votación. En muchos países en vías de democracia, el nivel local ha sido descuidado por el énfasis que se pone en la reforma a nivel nacional, en elecciones para los presidentes y los congresos o los parlamentos, y la creación de nuevas instituciones y procesos políticos que se generan exclusivamente a nivel de la capital del país.[50]
Ahora bien, la participación sucede en un tiempo, un acto social colectivo y el producto de una decisión personal, la cual tiene la mayor trascendencia que debe ser tomada en cuenta, porque como lo observa Fernando Savater: "La política no es más que el conjunto de razones que tienen los individuos para obedecer o para sublevarse".[51]
Siempre hay por lo menos un liderazgo y algunos que aportan más que otros. La verdadera política cuenta con un razonamiento crítico constructivo para dar solución a los problemas que aquejan la vida cotidiana del ciudadano. Si efectivamente existiera el entendimiento del significado de política en nuestra entidad saldríamos del subdesarrollo hacia el desarrollo de la región. Pero surge la confrontación de opiniones, de necesidades, de intereses o expectativas individuales frente a las que ofrece un conjunto de seres humanos reunidos. Se debe participar para corregir los defectos de la representación política que supone la democracia, pero también para influir en las decisiones de quienes nos representan y para asegurar que esas decisiones realmente obedecen a las demandas, las carencias y las expectativas de los distintos grupos que integran una nación.
En todo caso, puede comprenderse que la participación no existe de manera perfecta para todos los individuos y para todos los casos posibles y que la verdadera representación no puede existir en la democracia sin el auxilio más elemental de la participación ciudadana, es decir, de los votos del pueblo. Se trata de una búsqueda permanente porque ninguna representación democrática puede darse sin la participación de los electores, si se acata la máxima de: "La participación entendida como forma de controlar y moderar el poder inevitablemente otorgado a los representantes políticos".[52]
Sin participación sencillamente la democracia no existiría. Actualmente y a decir verdad no existe, aunque se dé una cierta participación. Existen intereses personales y algunos de índole parcial-colectivos que destrozan la voluntad del pueblo, el cual pide respeto en los procesos electorales, esto es, cuando menos respetar las normas o reglas del juego, para poder hablar de democracia.
¿Qué se entiende por democracia? Aristóteles empezó a utilizar los términos de demagogia, oligarquía, tiranía. Los decretos del pueblo son como los mandatos del tirano, en el año 1975 Kant señaló que la democracia era necesariamente un despotismo porque las multitudes no están calificadas para gobernar con la razón sino con sus impulsos, con el instinto animal. Por su parte Jean Jacques Rousseau avizora la democracia ideal como:
"El compromiso directo del ciudadano en prácticamente todos los asuntos de la comunidad…creyó que la participación de todos los miembros de la comunidad revelaría la voluntad general de todos y que el mejor medio de determinar la voluntad general es la regla de mayoría simple."[53]
Lo anterior quiere decir, que para los teóricos del estado moderno no era viable la participación al estilo de los clásicos. No era lo mismo entregar el poder al pueblo —para que este lo ejerciera a través de deliberaciones multitudinarias controladas por unos cuantos—, que convertir al gobierno en una república, en asunto de todos. La democracia para ellos significaba asambleísmo, pero de una forma u otra, la democracia en la mayoría de los países sigue siendo una aspiración.
Es decir, siendo realistas, no existe un solo país donde se dé la democracia plena, en todo caso se puede sostener que existe más o menos democracia: "Porque es cierto que hay duda sobre la representación política, como lo sugiere Mauricio Merino: nuestros representantes son nuestros gobernantes, y solo pueden ser nuestros gobernantes si efectivamente nos representan".[54]
Aunque la idea de la representación se ha pervertido, desde que la democracia representativa de la burguesía hizo su aparición, en el siglo XVIII fue necesario crear parlamentos para darle curso a la representación popular e instaurar métodos y procedimientos para elegir a los nuevos representantes. Estos problemas se gestaron principalmente en la calidad de la representación del mandato imperativo, en deshacer la confusión entre representación política de todo el pueblo y la participación específica de determinados grupos de interés ante el gobierno, lo que condujo a promover preferentemente los intereses de las diferentes fracciones de la burguesía, en el mejor de los casos. Porque a fin de cuentas como dice el mismo Mauricio Merino: "Los ciudadanos pueden participar en la elección de sus representantes políticos, pero al mismo tiempo están llamados a aceptar los resultados de los comicios."[55]
Ello significa que deberán aceptar lo que hagan los supuestos representantes aunque no corresponda a los intereses del conjunto de la sociedad. Los partidos políticos han cumplido esa misión de encumbrar a los representantes de las diferentes fracciones de la burguesía con un discurso que pretende hacer creer que representan a toda la sociedad.
Por eso Norberto Bobbio señala que la verdadera democracia ha dejado de cumplir algunas de las promesas que se formularon en el pasado y han culpado a los partidos políticos de haberse convertido en una de las causas principales de esa desviación; o sea, porque se han vuelto instrumentos de grupo. Los partidos políticos son organizaciones diseñadas con el propósito explícito de obtener el poder, teniendo como principio básico en su práctica, la exclusión. Ello es así, no obstante hay quienes se atreven a afirmar que: "La mejor democracia es, la representativa, donde los ciudadanos eligen entre candidatos o partidos políticos, los cuales toman decisiones autoritarias para la comunidad entera" [56]
Ese es un discurso que, por supuesto, les va de perlas a los conservadores del sistema imperante. Por su lado Robert Dahl dice que la participación que se vuelve representación gracias al voto y se sujeta a la voluntad popular gracias a la participación cotidiana de los ciudadanos, esa participación se vuelve irremediablemente un camino de doble sentido; de un lado se sirve para formar a los órganos de gobierno, pero por otro lado es utilizada para influir en ellos, para controlarlos y principalmente para detenerlos. Lo cierto es que, una vez elegidos los representantes se alejan de los electores y el control sobre ellos se queda en el discurso de los políticos y de las teorías en boga.
La premisa fundamental de la democracia es que el poder dimane del pueblo, y la única forma cierta de asegurar que esa condición se cumpla reside en el derecho al sufragio. Ser ciudadano significa poseer una serie de derechos y también una serie de obligaciones sociales, los que le dan pauta a la participación política y se desenvuelven en lo que son las formas de participación. Desde esa perspectiva puede aceptarse que hay cuatro formas, a saber:
1. El ejerció al voto, como derecho de votar y ser votado.
2. Las actividades que realizan los ciudadanos en las campañas políticas, comprendidas por los partidos políticos, a favor de un candidato en particular.
3. La práctica de actividades comunitarias o de acciones colectivas dirigidas a alcanzar un fin específico.
4. La que se deriva de un conflicto en particular.
Ahora bien, la participación debe ser abierta sin ningún tipo de restricción para quienes se decidieran a participar en los procesos electorales, en caso de que así alguien lo decidiera pueda participar apoyando a una u otra persona obedeciendo a su libre albedrío y acorde a la premisa de la democracia. Esto sucede en buena medida en algunos países como los que conforman la comunidad europea: "En aquellos países, se considera que para efectos de reconocer una eficiente Democracia, debe haber un buen gobierno el cual asegure el acceso a la información y que habrá los canales suficientes para la participación ciudadana". [57]
Pero, la mayoría de los teóricos de la democracia capitalista descargan sus críticas sobre los ciudadanos comunes, quienes resultan culpables de los pocos avances que se observan. Para esos teóricos los ciudadanos son apáticos o meros espectadores. Dicen ellos: a los apáticos se les reconoce precisamente por su renuncia a intervenir en cualquier asunto político, a los espectadores se les identifica por su apertura a los estímulos políticos de quien los representa en el entorno, por su voluntad de participar en las elecciones, por iniciar alguna discusión sobre temas políticos, por intentar influir en el sentido del voto de otra persona o, incluso, por llevar insignias que lo señalan como miembro de algún grupo en particular.
A los que participan se les identifican como "gladiadores". Se dice de ellos, que suelen contribuir con su tiempo a una campaña política, participar en algún comité electoral o en la definición de estrategias para el grupo al que pertenecen, solicitan fondos, aceptan candidaturas o, en definitiva, ocupan posiciones de liderazgo en los partidos políticos, en los parlamentos o en el gobierno.
Se elogia el papel de aquellos que se deciden a participar, de tal grado que llega a existir un proceso entre "espectadores y gladiadores". Para estos estudiosos los espectadores están por convertirse en protagonistas de la política, por sus contactos frecuentes con algún dirigente de la vida política activa, por sus contribuciones monetarias a la causa que tiene sus simpatías; o por participar abiertamente en reuniones con propósitos políticos definidos.
En el orden natural de las cosas, estimular la participación de la gente no significa saturarla de mensajes y discusiones, sino hacer coincidir sus intereses individuales con un ambiente propicio a la participación pública. De esa manera resultan ciertas formas de participar activa y pasivamente como son: el referéndum, cuando se trata de preguntas de ciertas decisiones que podrían modificar la dinámica del gobierno, o las relaciones del régimen con la sociedad; el plebiscito, que propone a la sociedad la elección entre dos posibles alternativas; la iniciativa popular y el derecho de petición, que abren la posibilidad de que los ciudadanos organizados participen directamente en el proceso legislativo y en la forma de actuación de los poderes ejecutivos; el derecho de revocación del mandato o de reclamación, procedimiento de audiencia pública; el derecho a la información; la consulta popular y la organización de cabildos abiertos, como conductos de comunicación entre sociedad y gobierno.
Dentro de ese marco de acciones se puede coincidir con Mauricio Merino cuando señala que:
La mejor participación ciudadana en la democracia, no es solo la que se mantiene alerta; sino toda la que se propicia cuando es necesario impedir las desviaciones de quienes tienen la responsabilidad del gobierno para impulsar demandas justas que no son atendidas con la debida profundidad.[58]
Aldous Huxley comenta que un gobierno tiránico y con extractos sociales inamovibles sería una dictadura. Para evitar ese extremo, siempre es necesaria la participación ciudadana para cambiar de rumbo cuando los signos de la tiranía se asoman. Se hace necesario entonces escuchar las advertencias como la siguiente:
Un obstáculo clave a la explotación de los potenciales de la e-democracia es entre otros, la resistencia de las administraciones y de los representantes políticos a conceder un papel decisivo a la sociedad civil en el gobierno local. Por otra parte, no siempre la población local se interesa tanto en participar en los procesos de desarrollo colectivo, aunque esta oportunidad le sea ofrecida, lo que refleja la individualización de la sociedad y una especie de mentalidad postmoderna.[59]
Es obvio que aquí se llama la atención sobre la tendencia actual de la sociedad hacia el individualismo y el desprecio de los lazos de solidaridad. Una buena manera de estimular la participación ciudadana es el diseño y aplicación de políticas públicas con el involucramiento de los ciudadanos. En tanto que el Estado también debe implementar una intervención redistributiva directa, más allá de dejar solos a los ciudadanos para que participen en la política de manera abstracta. Esto es así, por que como dice Richard Rose: las políticas públicas unen lo que las constituciones separan, si los reyes soberanos solo respondieran ante Dios, los representantes políticos del Estado moderno han de responder ante el pueblo que los nombró.
Una de las vías que cada vez cobra mayor importancia para la participación ciudadana es la informática, concretamente el internet. Por ese medio:
La e-democracia tiene un potencial que va más allá de la institución política existente, e incluso desafía la legitimidad de las instituciones políticas y sociales. Por ejemplo, si no se les permitiese a ciertas personas que expresen sus puntos de vista en los foros tradicionales, digamos lo periódicos (por ejemplo, las cartas al director), se podrían utilizar páginas web o poner en marcha e-periódicos con el fin de garantizar que su voz se escuche.[60]
Ese parece ser, hasta ahora, el espacio más idóneo para escapar del verticalismo de las instituciones del Estado y del control de los grupos de poder para impulsar con mayor libertad la participación de los ciudadanos. Puede decirse así, que nos encontramos ante formas de participación que tienden a construir nuevos espacios para el despliegue de las libertades humanas o para el encuentro de la igualdad, donde las manifestaciones de la participación y opinión pública son reveladas a través de las llamadas redes sociales, instrumentos que cada día se fortalecen. Estas son medios y espacios de alcance local y mundial como E-ágora: "E-ágora, es un programa de cooperación entre la Unión Europea y América Latina. Su objetivo consiste en promover el uso de las herramientas de la democracia local y en contribuir incrementar la transparencia y la eficiencia de la gestión de los gobiernos." [61]
En todo ese proceso que se está desplegando por el planeta, debe permear la ética, como lo ha propuesto Max Weber, quien hace alusión a la ética de la responsabilidad. Ya que la mayor parte de las personas suelen luchar por satisfacer sus intereses y sus necesidades individuales antes que permitirse el sacrificio por los demás. Esto es, en las actividades políticas la ética poco florece; la política se basa en otro tipo de valores. En todo caso deben atenderse las sugerencias de algunos autores como Mauricio Merino quien dice que para participar en política el ciudadano debe tener cuatro virtudes básicas:
Responsabilidad. Es la primera virtud pública, tener ese principio intrínseco es fundamental, hacerse responsable de sus actos frente a terceros para garantizar la estabilidad en el gobierno representativo, republicano y federal.
Tolerancia. Es el reconocimiento de las diferencias de la diversidad de costumbres y formas de vida, que en la actualidad no existe, cualquier persona puede opinar de las relaciones públicas políticas, pero no existe la idiosincrasia del respeto por las ideas, para una sana convivencia, no existe el terreno propicio para garantizar la democracia, equitativa y justa del respeto al derecho ajeno. Esto es así porque la participación necesariamente se construye a través del diálogo: de la confrontación de opiniones entre varios individuos independientes, que han decidido ofrecer una parte de sus recursos y de su tiempo en busca de objetivos comunes. Aunque hay que dejar claro que: "Tolerar no significa aceptar siempre lo que otros opinen o hagan, sino reconocer que nadie tiene el monopolio de la verdad y aprender a respetar los puntos de vista ajenos".[62]
Solidaridad. Según Octavio Paz, la solidaridad tiene que ver con la sobrevivencia de todos. Es un esfuerzo de cooperación social y una iniciativa surgida de la participación ciudadana para vivir mejor.
Justicia. Esta debiera ser entendida como el derecho a obtener de los demás lo que a una persona o grupo le corresponde por su participación en su conjunto social.
Hasta aquí se ha tratado de rescatar los elementos de la participación ciudadana. Se ha hecho un breve esbozo de cuando empieza aparecer, ciertas corrientes y autores sobre el tema en cuestión y una posible alternativa para encontrar la esencia de dicho elemento dentro de la democracia. Pero retomando el camino, el objeto central de este trabajo, es acercarse al peso específico de la opinión pública en los procesos electorales y, en particular, en el ámbito local. Para ello, se resalta la importancia de los instrumentos de la estadística y su aplicación en un proceso de índole local reciente.
Con ese ejercicio, se tiene en cuenta un factor de primera importancia para estimular la opinión ciudadana, la comunicación política. "La comunicación política, dentro del contexto de una campaña, es la actividad organizada y dirigida a transmitir un mensaje que permita llegar a los electores con el propósito de influir en ellos buscando persuadirlos, orientarlos, educarlos e informarlos."[63]
Como ha quedado establecido, el concepto de opinión pública abarca un contexto social y político, que debiera buscar la estabilidad política en esta entidad, pero ha faltado interés por parte del gremio político para entender su significado. La idea medular debe ir encaminada al desarrollo del pueblo y para el pueblo, no a los intereses personales de los actores políticos, que es lo que realmente sucede. La opinión pública da cuenta de alguna manera del tipo de participación de los ciudadanos, la cual responde a los estímulos del tipo de comunicación del entorno político donde se desenvuelve. Aquí los medios de comunicación juegan un papel central. Mientras los ciudadanos toman una actitud inercial, sin asumir su papel de conductores de todo proceso político que los afecte, los políticos actúan taimadamente logrando confusión y cosechando a río revuelto en beneficio propio y de sus padrinos políticos.
El ejercicio deberá caminar sobre dos variables: la participación y el abstencionismo. A la postre, la tarea es explicar las razones que subyacen en ambas direcciones, mientras que se reflexiona, aunque sea de manera breve, sobre la trascendencia de la comunicación política, en tanto se considera el instrumento más recurrido de los políticos para lograr sus objetivos: tanto para acceder, como para conservarse en los diferentes espacios del poder público.
En esta reflexión cobran mayor trascendencia los medios de comunicación, porque se convierten en el instrumento de la política que manipula o corrompe las ideas o los hechos que se dan a conocer a la ciudadanía, de una manera que se levante el raiting a favor de ciertos actores políticos. El problema se centra en la falta de cultura política que tiene la gran mayoría de ciudadanos mexicanos, por lo que se dejan llevar por las ideas selectivas o los hechos más expectantes. El vehículo más socorrido en la actualidad por los políticos es la televisión. De tal suerte, que se puede hablar de video-política, un medio muy eficaz para sesgar los procesos políticos, induciendo las opiniones, creando seudo-acontecimientos o destruyendo personalidades políticas. En la tv las noticias son interpretadas y comentadas por periodistas y comunicadores sociales que son los nuevos líderes de opinión, auspiciados por políticos provenientes de diversos ámbitos, que son ofertados como candidatos por los partidos que están detrás.
Si bien, como dice Muro González: "Los medios son canales de comunicación, los cuales en la sociedad actual están representados por los medios masivos. También medios efectivos para la comunicación política lo son los mítines, las visitas domiciliarias, las visitas a sitios públicos, etc."[64] Tanto la tv como la radio representan una enorme ventaja para quienes acceden a ellos, pues su alcance e impacto parecen insuperables, en los que tiempo y distancia son factores que se convierten en obstáculo económico para los contendientes.
En la video-política, actores ajenos a la clase política con valores anti-políticos ingresan en la arena política por fuera de las estructuras partidarias; combinando figuras, códigos y lógicas del mundo del entretenimiento y del espectáculo en el ámbito político. Esta es la nueva forma de hacer política, dejar de lado los problemas que aquejan a la ciudadanía, así como el apoyo y beneficio al municipio del entorno social y principalmente la difusión de las ideas para conseguir el bien común, a cambio de beneficios particulares. El extremo se presenta como lo describe Fernández Santillán:
Los propósitos de distorsión han llegado a tal extremo que la opinión pública ha llegado a ser confundida con lo que emiten los medios de comunicación, verificando, al momento siguiente, por las "encuestas" que no son más que un retorno pasivo del parecer de los radioescuchas o televidentes que captaron el mensaje sin que esté haya sido sometido a una verdadera y propia discusión libre de la injerencia de intereses vinculados con el deseo de alcanzar posiciones oficiales y las ganancias pecuniarias. La confusión entre la "opinión pública y la opinión publicada" es evidente.[65]
Tal es el impacto de los medios masivos de comunicación que traen como consecuencias que las plazas llenas, la comunicación persona a persona, los volantes, entre otros usos comunes de propaganda sean una excepción de la agenda. Los tiempos pagados así como el que regala el gobierno para inclinar la balanza, son los que deciden el rumbo de las elecciones. Por ello el objetivo de este trabajo es mostrar a través de las encuestas, llevadas a cabo de manera científica, la forma en que los medios influyen en el sentido del voto en el ámbito local. Para ese efecto sirve como marco de análisis el proceso electoral de cambio de gobernador de Zacatecas en el año 2010. Los medios de comunicación, como se ha dicho, no pretenden dotar a la sociedad civil de información objetiva, sino predisponer a los potenciales votantes para que sufraguen a favor de aquellos candidatos que garanticen sus propios intereses, es decir, los del capital que representan.
CAPÍTULO III
Los medios de comunicación, la política, la Reforma Electoral (2004 – 2006) y más media
3.1 Los medios de comunicación y la democracia deliberativa
Hoy en día, las clases políticas pretenden hacer creer que el uso de los medios masivos de comunicación conlleva de manera automática al desarrollo de la democracia deliberativa. El problema es que se trata de un uso unilateral que conviene tanto a los políticos que ejercen el poder desde el Estado, como a la clase económica que está detrás de ese poder, donde se ubican también los mismos dueños de los medios de comunicación. En esencia los medios se convierten en un instrumento de comunicación y difusión a favor de ciertos intereses y se alejan cada vez más de su función informativa; en lugar de ser creadores de cultura ciudadana, al incluir a las personas en la deliberación de lo colectivo a partir de un modelo de opinión pública, los subordinan mediante un bombardeo que no permite réplicas ni contra-réplicas.
Por el contrario, casi todas las formulaciones de la democracia deliberativa se han hecho pensando en la idea de ciudadanía organizada en la acción de grupos, o en los procedimientos parlamentarios que deliberan sobre el bien común. El ejercicio deliberativo se da entre una categoría de ciudadanos a los que podríamos denominar ciudadanos comunes, definidos como seres individuales que pese a que no están organizados tienen un sentido de lo público. En teoría todo se organiza en torno a la premisa de que: "El Estado debe garantizar a todo ciudadano un umbral mínimo de capacidades intelectuales y materiales que le permita incorporarse al debate público."[66] Lo que en realidad se queda allí, en la teoría y en los discursos de quienes hablan de construir la democracia.
No es posible tratar el tema de la deliberación, en relación a la práctica de los medios de comunicación, sin discutir los diversos sentidos que sobre lo público han predominado en cierto espacio, a nivel urbano televisivo y a nivel rural radiofónico, en donde hay un evidente déficit de esfera pública que está relacionado con la debilidad de la sociedad y la excesiva presencia del Estado. Esa situación reduce al electorado a ser un conjunto pasivo de receptores de mensajes, como clientes cautivos de determinados oferentes de propuestas políticas, ¿cómo podemos generar una cultura democrática deliberativa?, es necesario contar con una idea mínima de lo que entendemos por deliberación, como lo propone Julio Montero cuando afirma:
Frente a quienes piensan que la vida política solo puede consistir en una lucha por el poder entre bandos rivales que intentan imponer a los demás sus propios intereses, los teóricos de la democracia deliberativa sostienen que aun en una sociedad pluralista es posible alcanzar un entendimiento respecto del bien común…[67]
Porque es cierto que el debilitamiento de lo público pone en peligro la noción misma de ciudadanía, y los políticos neoliberales, mientras tanto, se esfuerzan en promover la desregulación, el adelgazamiento del Estado y la ausencia de garantías legales; además de la privatización de lo público han efectuado el desmantelamiento del Estado de Bienestar. La máxima expresión de la crisis es no poder invocar con éxito el principio de legalidad. Se olvida que el Estado debe ser el garante de la dimensión pública donde el ciudadano sea entendido como un sujeto no solamente de derechos políticos, sino sociales y económicos. También es cierto que:
Lo que nos conduce al bien común es el debate público, un rasgo compartido por todas estas concepciones es la tesis de que los asuntos políticos relevantes deben ser decididos mediante un intercambio regulado de razones a favor y en contra en el que todos los ciudadanos expongan y defiendan argumentativamente propuestas surgidas de sus propias necesidades.[68]
Y ahí está la esencia de la cultura deliberativa: lo público como una erudición política ciudadana. Una de las debilidades más grandes del tejido social en nuestras sociedades y en espacios como Zacatecas es la ausencia de una verdadera cultura política entre sus ciudadanos. En una visión paternalista, el Estado lo ha sido todo y al mismo tiempo no ha sido nada. Es decir, es identificado como el gran proveedor, pero ha fracasado en esa tarea y en el camino no ha fortalecido sino debilitado a la sociedad civil. En esta noción de lo público se busca poner en relación las instituciones y la vida cotidiana; podemos sostener que en la actualidad
El clientelismo y paternalismo no han desaparecido con toda esta modernidad emergente, curiosamente han adquirido otra forma, se han transformado, ampliado ambos vicios políticos, por así llamarlos, proponiéndolos a virtudes se han ampliado y diversificado, adquiriendo modalidades, a veces sorprendentes, como las asociadas a la tele política y al neopopulismo de la imagen televisiva.[69]
Como corolario para Zacatecas resultado del monólogo del Estado, es que muestra graves problemas de exclusión social, no solamente en términos raciales, étnicos, religiosos y de género, sino que tiene expresión también en la inequidad de oportunidades de ingreso, de acceso al conocimiento, a la cultura y ahora hasta a la tecnología, por la cual parece que pasará en el futuro inmediato la línea de los excluidos, lo que de ninguna manera va con los principios de la democracia deliberativa.
Los teóricos de la democracia deliberativa sostienen que, la disparidad de capacidades intelectuales y recursos económicos entre los miembros de una sociedad, indefectiblemente distorsiona los resultados de la deliberación, es esencial incorporar a las precondiciones de esta, no solamente los clásicos derechos civiles y políticos, sino también los derechos económicos y sociales, destinados a asegurar a todos los individuos una dotación de recursos que les permita vivir una vida digna.[70]
3.1.1 Relación de lo público con la idea de la democracia deliberativa
Indudablemente, la reflexión sobre el modelo deliberativo no puede estar disociada de una determinada concepción de lo público que acaba dándole forma en la práctica, de ahí que uno de los temas más importantes al pensar la deliberación sea el de lo público.
Podemos decir que en Zacatecas se desconoce la idea de lo público como demanda de comunidad, la deliberación resulta obstaculizada porque la búsqueda de identidad en el hogar público no hace referencia al pluralismo y a las asimetrías entre los grupos integrantes de la sociedad, aspecto necesario para la deliberación; la comunidad está más interesada en los supuestos lazos de unión que en el abierto debate de las discrepancias. Mientras no se reconozcan las diferentes necesidades de la población, mientras se ignore aquella realidad, será difícil encontrar puntos de unión, ello es un imperativo porque "La democracia deliberativa debe satisfacer las demandas de igualdad relativas a la participación efectiva al menos hasta el punto en que ningún ciudadano sea tan pobre como para no poder influir en los resultados del debate o evitar la exclusión."[71]
La idea de lo público como la necesidad de tener una cultura política fuerte de la ciudadanía es la que tal vez más directamente está relacionada con la idea de la deliberación, es donde las debilidades de lo público afectan más a la deliberación y esa precariedad es más imperceptible porque obedece de lo público a una cultura, a una forma de relacionarse con los otros y con el mundo. Problemas como el clientelismo y el mercadeo político, que son en parte la urdimbre política tradicional, impiden la verdadera inclusión en la participación para la deliberación ciudadana y postergan aun más la construcción de una ciudadanía autónoma y responsable. En la tarea de destruir esa urdimbre se necesita el concurso de todos aquellos que desde el Estado cargan con la responsabilidad de darle rumbo a la democracia, como lo aconseja Guadalupe Góngora Hernández:
Aquellos que puedan participar de la deliberación democrática y que puedan contribuir a la conformación de la opinión pública, incluyendo especialmente a los miembros de los tres poderes del Estado, a los representantes de partidos, a los responsables de los medios de comunicación y a los activistas y militantes políticos y organismos no gubernamentales, deben proveer el cumplimiento del principio de inclusión.[72]
La discusión en los mas media debe ser entendida como un método y una filosofía de trabajo, donde la opinión pública sea orientada a la construcción de la esfera pública a partir de la extensión de la deliberación, a través de estrategias de participación ciudadana en debates convocados por los mas media y principalmente por los actores en los procesos electorales -que es su obligación intrínseca con base en los principios que profesan o señalan—. Pero los medios hierran hasta en las técnicas de informar tratando de no perder tiempo para la ganancia: "Ese tiempo no se utiliza para informar al público, para educar al público, se utiliza para hacer anuncios con el machote de cualquier anuncio publicitario."[73]
La tarea de estos medios debe consistir en someter a la práctica deliberativa al ciudadano común para formar la opinión pública a través de sujetos no organizados, espectadores de los medios que en un momento dado están dispuestos a convertirse en un público activo. Esto tiene que ver con personas que ven la televisión, escuchan la radio y leen periódicos —potencialmente son miembros activos—. Se entiende que los ciudadanos públicos se construyen por el desacuerdo y la discusión sobre un asunto en concreto. Por eso estamos hablando centralmente de un problema de opinión pública, ya que implica que un asunto polémico active al público para el debate y quizás para la búsqueda del consenso.
Cierto, es difícil la tarea de justificar y promover la democracia deliberativa, vinculada a la formación del juicio público, teniendo en el centro a la ciudadanía objetando por el bien común para superar el abismo entre las decisiones de los líderes y las expectativas ciudadanas, pero los líderes y expertos deben comenzar a aprender que, a partir de las expectativas de los ciudadanos, los medios de comunicación no deben depender tanto de las visiones de los expertos para la presentación de las informaciones y de los temas de discusión, principalmente deben identificar las preocupaciones de lo público común, porque si no, la democracia deliberativa no va ser realmente posible.
Para edificar una verdadera democracia deliberativa a largo plazo -pues cuantos más ciudadanos puedan tener acceso al debate tanto mayor será la transparencia del manejo de los asuntos del Estado y el carácter público de las decisiones adoptadas—, es necesario incentivar al público, limitar el número de temas a los cuales se les puede presentar atención al mismo tiempo, plantear la discusiones en torno a opciones, discutir sobre los valores involucrados, evitar la pereza en la confrontación de ideas y dedicar un lapso generoso a la reflexión y discusión sobre los temas de interés general.
Como consecuencia de ello, las oligarquías políticas fundadas sobre la concesión de prebendas, el nepotismo, el clientelismo, el manejo del monopolio de los medios masivos de comunicación, las sociedades formadas entre mafias de diverso índole, las clases gobernantes y los actos de corrupción que son moneda barata en el ámbito político actual, irán cediendo terreno ante una ciudadanía dispuesta a darse a sí misma su propia ley por el camino de la deliberación para conseguir el bien común hasta lograr la democracia deliberativa anhelada para nuestro Estado.
A continuación se hace el señalamiento de algunos antecedentes que tienen que ver con la democracia deliberativa, que se queda solamente con la manipulación de los medios a favor de cierto actor político, ya que en los últimos procesos electorales que se han llevado a cabo para el cambio del titular del poder ejecutivo federal se ha venido la gran influencia de los medios masivos de comunicación en los resultados electorales, debido sobre todo al también enorme margen de discrecionalidad con el que todavía se contaba para contratar tiempo por parte de partidos y candidatos. El resultado fue la mayor ventaja para los partidos y candidatos que de la misma manera podían acceder a los recursos sin límite. Se evidenció así, de manera reiterada, la necesidad de un marco jurídico que acotara la discrecionalidad y dotara de condiciones más equitativas a los contendientes políticos.
Después de las polémicas elecciones del 2006, ganadas por el PAN, el IFE ofrece instrumentar la Reforma política en el COFIPE, la argumentación sostiene que:
Uno de los ejes primordiales de la reforma electoral 2007-2008 fue el diseño de un nuevo modelo de comunicación entre la sociedad y los partidos políticos, en el cual el IFE es la autoridad única para la administración del tiempo que corresponde al estado en radio y televisión (TV) para fines políticos-electorales[74]
A partir de esta Reforma los partidos y candidatos solo podrán disponer de ese tiempo que le corresponde al Estado. No obstante que la razón de ser de la innovación supone la mayor equidad para candidatos y partidos, y entre todos pueden contar con una ciudadanía mas informada a efecto de que participe conscientemente en la política, en realidad no se ha avanzado gran cosa porque se sigue dando la inequidad de difusión en los mensajes de los partidos o actores políticos, pues quien cuente con capital podrá hacer uso de los mas media, generando apatía electoral como se muestra en la cita siguiente:
Los medios de comunicación masiva se identifican como generadores de actitudes abstencionistas entre la ciudadanía. Según esta percepción, los medios, al difundir ampliamente una visión negativa de la política, provocan sentimientos de rechazo o indiferencia ciudadana hacia lo que sucede en el juego político-electoral[75]
Y es que no se ha llegado a formar un modelo de participación política para el fortalecimiento de la democracia. Se actúa desde el estado de no lesionar privilegios, se trata pues de parches al sistema político que no van más allá de simples tapabocas con fines propagandísticos. Conviene escuchar la opinión de los estudiosos:
Habermas se aparta de los teóricos participativos como McPherson, Fromm, Rogers y Dahl, han centrado su reflexión en la creación de interesantes modelos organizacionales de participación política y social, los cuales, sin embargo, han tenido escasa resonancia intelectual y política. Habermas, en cambio, ha orientado sus esfuerzos a mostrar las potencialidades ínsitas en los procesos comunicativos, pues mientras no haya consenso sobre la necesidad de realizarlos la discusión sobre los modelos organizacionales resulta prematuro. Habermas reconoce que en las sociedades contemporáneas las tendencias elitarias y directivas son las predominantes, tanto a nivel político como social. Las formas organizacionales serán el resultado de los propios procesos de participación.[76]
Quienes proponen y actúan son las elites mientras que los ciudadanos son vistos como meros espectadores, como se muestra en el siguiente comentario, se busca consolidar el Estado como un objeto participativo en la deliberación de la ciudadanía para conseguir el bien común.
Al igual que Kant, Rawls entiende el contrato en términos teóricos y no reales, es decir que considera la situación originaria (Estado de Naturaleza) y el contrato originario debe ser entendido como una situación ideal, que permite encontrar las condiciones optimas racionales para el establecimiento de una sociedad con unos principios de justicia que sean aceptados por los individuos contractuales.[77]
Pero, haciendo un paréntesis, el Estado ha fallado en propiciar esas condiciones equitativas, por ejemplo, permite los precios excesivos de productos tan necesarios como los medicamentos, en México, comparado con otros países, estos artículos son demasiado costosos. El escritor Carlos Fuentes y el historiador Enrique Krauze coinciden con el término de Estado fallido en relación con el teorema de la imposibilidad.
En el teorema de la imposibilidad, en el cual se cuestiona la efectividad de regla de la mayoría para la toma de decisiones sociales estudiando algunas normas de agregación de las preferencias individuales (valores, votos) donde la regla de la mayoría sólo fuera una de las opciones, obtuvo resultados sorprendentes, pues concluyo que no existe ninguna norma de agregación que cumpla algunas condiciones axiomas que, por separado parecen muy favorables. [78]
Ahora, retomando el tema de estudio, se presentan algunos antecedentes importantes que caracterizan nuestro sistema electoral y que contribuyeron a un cambio significativo, estas referencias, en primera instancia, tienen que ver con la formación de la opinión pública acotada por el marketing electoral en Estados Unidos.
Otra fórmula clásica del marketing electoral televisivo, el debate, se estrena en la campaña de 1960 con el cara a cara de John F. Kennedy y Richard Nixon. A partir de aquí, la televisión se convierte en el medio-estrella de las campañas políticas, acogiendo incluso formatos como los programas no estrictamente políticos -por ejemplo, tertulias, o programas centrados en la vida privada de los candidatos-. La pequeña pantalla, crucial en la personalización de la política, influye tanto en la forma (potenciando lo superficial: apariencia física, comunicación no verbal y otros atributos de la imagen del político), como en el fondo básicamente, la simplificación de los contenidos -derivada de los formatos televisivos- y la explotación de espectáculo y la banalidad- detalles de la vida privada de los candidatos.[79]
Como se señala anteriormente, la televisión tiene un gran porcentaje de manipulación en los ciudadanos en virtud de que puede sacar a la luz las deficiencias de cada uno de los candidatos proyectados en las imágenes, dejando de lado el discurso para empobrecer las ideas lo que nos lleva a conocer un antecedente de la formación de la opinión pública en nuestro Estado, El Pasquín que: estás cambiando de tema, ¿hablas de la televisión o del pasquín?, aunque tengan relación en cuanto a ser medios comunicativos hay un corte de ideas que debes acomodar.
Ha sido considerado por la historiográfica como el que realizo el mayor esfuerzo de modernizaciones económica, política, social y cultural de Zacatecas en esa época. El pasquín fue una de las formas de difusión de la información, todavía muy utilizada después de la independencia, se trataba de un escrito anónimo, redactado a mano, en hojas pequeñas, que era colocado en las paredes de las calles o pasado de mano en mano.[80]
Nace el interés en la promoción de la prensa con el objeto de obtener la información existente, había que enterarse de lo que pasaba a través de nuestro entorno local, nacional e internacional. En particular, los ciudadanos deben tratar de elevar a las autoridades sus opiniones, críticas y sugerencias sobre los asuntos públicos del día. Por eso, los miembros de esa comisión y otros de los socios también colaboraban, a título personal, en la creación y redacción de otros periódicos locales para contribuir en la creación de la voz pública.
Con esta forma de expresión el autor de las pesquisas hacía fuertes críticas a los españoles y al saqueo de capitales que en ese tiempo se llevaban a cabo. Además, criticaba también al Congreso por la poca atención que parecía poner en tales acciones, la voz anónima genera la creación del primer periódico del estado que ocurrió de manera paralela a la instalación de la Sociedad de Amigos en 1824 del primer periódico: "El correo político y literario de Zacatecas".
El correo fue publicado dos veces por semana durante cuatro años, entre 1825-1828. Las secciones que contenía fueron las siguientes; Poder Ejecutivo de la Federación, Congreso General Mexicano, Congreso Local, Sociedad Patriótica, Noticias Extranjeras, Noticias Nacionales y la sección donde se publicaban las cartas enviadas por los lectores. De los 300 ejemplares que se tiraban, 100 se quedaban en la Ciudad de Zacatecas, 50 se vendían, 50 se daban gratuitamente y los 200 restantes se repartían en los diversos partidos mediante suscripción, la que constaba nueve pesos al año dentro del estado y doce fuera del mismo.[81]
Otro elemento importante que se rescata fue la lectura en voz alta del periódico, modalidad bastante practicada en aquella época, una manera de multiplicar el conocimiento de las noticias, las ideas, las opiniones y la propaganda política. Según lo contempla la autora Rosalina Zúñiga —y la historia—, resulta curioso corroborar que existía un gran analfabetismo, y a través de leer en voz alta en los espacios públicos, la gente escuchaba o se interesaba en el relator: "Los periódicos no fueron los únicos productos de la imprenta ni tampoco los únicos impresos que hicieron posible la difusión de la información y la creación de un espacio público que tenía como base la palabra escrita;"[82] a través en el quehacer cotidiano de esta difusión se hacía partícipe a la ciudadanía de los acontecimientos para involucrarla en el quehacer cotidiano y en lo que pasaba en el mundo, un aspecto muy importante.
Obstáculo ¿qué se buscaba en los periódicos?, la difusión de la ideas, la creación de espacios públicos o generar una cultura política participativa interesada por el quehacer del gobierno, —bueno, si las elites pudientes querían que se escuchara la voz del pueblo—. En ambos párrafos hay corte de ideas…parecen forzados, falta conexión.
Dejando de lado el breve comentario de ciertos acontecimientos en el pasado de la formación de la opinión pública que va de la mano con la deliberación de la ideas, nos adentramos al estudio de la Reforma de 1977 que se centra en incorporar las minorías a la Cámara de Diputados mediante la figura de los diputados de representación proporcional y la ampliación a 400 del número de legisladores, así como la flexibilización del otorgamiento del registro a los partidos, de este modo empieza a plasmarse en nuestra Ley la opinión pública y a generarse una serie de innovaciones que fructifican en la democracia de México.
La Reforma de 1977 tiene como contenido (propuesta: contexto) la matanza del 68 y lo ocurrido el 10 de junio de 1971 así como varias insurrecciones regionales, sobre todo en Guerrero; en tal escenario es evidente que el gobierno y el PRI no pueden ejercer un poder casi absoluto sin compartirlo realmente con la oposición. Esta Reforma define a los partidos políticos como entidades de interés público y se determina que reciban un financiamiento del erario para editar las publicaciones que deben emitir según la Ley.
"Diez años después, con la reforma electoral de 1987, el financiamiento público a los partidos políticos ya no solo fue para tareas editoriales, sino también para sus actividades ordinarias y de campaña."[83] Se decide dar más recursos económicos a los partidos, —que en vez de ayudarlos los perjudica por el hecho de que se empiezan a corromper no por el poder sino, más bien, por el dinero—. Ello crea condiciones para que se vaya generando un creciente distanciamiento entre las elites dirigentes y sus bases, al igual que la política se convierten en un juego de concertaciones populares cada vez más al margen de la necesidad de las masas. En su juego quedan atrapados incluso los partidos de izquierda, las convicciones de los militantes y líderes los impulsan para hacer campaña de difusión y aglutinamiento, región por región, incluso casa por casa; el dinero para acceder a los medios no existía, pero había ideales y lealtad. ¿Los partidos de izquierda hacen el bien o se corrompen?
Para el año 1990 nace el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), donde se plasma la creación del Instituto Federal Electoral como un organismo con personalidad jurídica y patrimonios propios, depositario de la autoridad electoral y cuyo resurgimiento representa un notable avance; ya para el año 1994 se da un paso importante: se consolida el IFE, los partidos políticos quedan con un solo representante y dejan de tener voto, aunque conservan su voz.
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