- Introducción
- Desarrollo filosófico latinoamericano
- El desarrollo del pensamiento filosófico en Cuba y sus principales exponentes
- Tratamiento de los temas filosóficos en Cuba durante la etapa neocolonial
- El estudio y desarrollo de la filosofía en cuba después del triunfo de la revolución
- Filósofos de origen cubano radicados actualmente en el exterior
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
- Anexos
Introducción
La palabra Filosofía, proviene de un término derivado del griego, que significa "amor por la sabiduría". Esta definición clásica convierte a la filosofía en una tensión que nunca concluye, en una búsqueda sin término del verdadero conocimiento de la realidad.
Rasgos de la Filosofía: es posible, ofrecer una descripción de la filosofía como "saber racional totalizante, crítico de segundo grado".
La filosofía es una forma de conocimiento que pretende ofrecer explicaciones de los temas que analiza empleando la razón y los argumentos racionales (a diferencia de la fe o la autoridad).
En segundo lugar, la filosofía es un saber de tipo general y totalizante, pues pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas.
En tercer lugar, la filosofía es un saber crítico, pues analiza los fundamentos de todo lo que considera y nunca se limita a aceptarlos de forma ingenua.
Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad.
La Filosofía tiene un carácter interdisciplinario e interrogativo; es un saber eminentemente interdisciplinario, ya que emplea las aportaciones de diferentes disciplinas científicas y de distintos tipos de saber, sin limitarse a ninguno de ellos; en este sentido, la filosofía va más allá de las habituales especializaciones del saber científico. Este rasgo es una derivación de su carácter general y crítico. Debe señalarse que en filosofía posee un gran valor la actitud interrogativa, y se ha dicho que en ella son más importantes las preguntas que plantea que aquellas respuestas que pueda ofrecer: tal consideración es consecuencia del carácter crítico que caracteriza a la filosofía.
Aunque suele afirmarse que todo hombre o mujer es un filósofo, la filosofía ha desarrollado a lo largo de su historia un conjunto de conceptos y métodos que conforman una técnica y una sensibilidad conceptual muy determinada; de ahí que sea necesario destacar el carácter técnico que posee gran parte del trabajo filosófico. Es éste un rasgo que no ha hecho sino aumentar en los dos últimos siglos, cuando el análisis filosófico se ha visto enriquecido con un elevado nivel de complejidad, que exige un conocimiento especializado.
Es evidente que muchos de los análisis que se realizan en filosofía mantienen una cierta conexión con la sociedad y la época en la que esos análisis se han realizado. Sin embargo, muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido. Esto es lo que explica, en cierto modo, el carácter intemporal de algunas de las cuestiones filosóficas más relevantes, como es la pregunta por el ser, el sentido del cambio, el concepto de sujeto, la estructura de la trascendencia o el alcance del conocimiento.
Podemos identificar varias ramas ó áreas de investigación filosófica: ontología y metafísica (análisis crítico de la estructura de la realidad); teoría del conocimiento, epistemología o gnoseología (análisis del origen, estructura y alcance del conocimiento); lógica (estudio del razonamiento o argumento válido); ética (teoría de la acción humana y de sus valores); estética (teoría de la belleza y del arte); y, por supuesto, la historia de la filosofía, en cuanto ésta no se limita a una exposición de las distintas doctrinas filosóficas, sino que pretende reconstruir críticamente determinadas argumentaciones o sistemas filosóficos. Cabe señalar, asimismo, la existencia de una variedad de análisis filosóficos de determinadas ramas de la ciencia o de la actividad humana, que constituyen áreas especializadas como son la filosofía de la historia, la filosofía de la ciencia, la filosofía del derecho o la filosofía de las ciencias sociales, entre otras.
Con el desarrollo que ha alcanzado en la actualidad la humanidad en las diferentes ciencias, cada persona ha alcanzado un estado de conciencia de si mismo y de la sociedad y se proyecta en alguna dirección específica del conocimiento, hace sus propias valoraciones de la vida, su papel y función en la naturaleza, en la sociedad, de donde viene y hacia donde se dirige, el porqué de cada cosa, y un sinnúmero de interrogantes, enfoques, interpretaciones y explicaciones y teorías.
Cada persona comienza este aprendizaje desde el momento en que el primero de sus sentidos comienza a relacionarse con el medio que lo rodea y empieza a captar información del mismo, y su mente comienza a crear su propio banco de datos, relaciona todo lo aprendido y empieza a sacar sus propias conclusiones, el conocimiento libera al hombre de las ataduras de la ignorancia, como diría el Maestro, "ser culto para ser libre".
El conocimiento se adquiere durante toda la vida, en cada momento, siendo la escuela la encargada de proporcionar un resumen de los conocimientos y logros fundamentales alcanzados en cada materia, pero depende de la persona el aprovechamiento y uso que hace de ellos, lo cual constituye un indicador de la cultura general integral de cada cual.
La enseñanza de la filosofía tiene entre sus funciones procurar que ésta sea también un eficaz aporte a la solución mundial del problema de la convivencia pacífica, en el orden nacional como en el internacional, para dar mayor énfasis a la tarea que corresponde a la filosofía en el mundo actual.
Desarrollo filosófico latinoamericano
El desarrollo de la filosofía en Cuba, está influenciado de forma inseparable con el desarrollo filosófico latinoamericano, por un paralelismo histórico en la etapa colonial.
Cuando en América se inicia la actividad filosófica, ésta tiene ya en Europa una historia que comprende varios siglos de vigencia y desarrollo, lo cual adquiere gran auge con las tendencias en el pensamiento y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la Revolución Francesa, conocido como la ilustración, que revolucionó el pensamiento filosófico, sobre las suposiciones y creencias básicas comunes a filósofos pensadores de este periodo, quizá lo más importante fue una fe constante en el poder de la razón humana.
La época sufrió el impacto intelectual causado por la exposición de la teoría de la gravitación universal de Isaac Newton. Si la humanidad podía resolver las leyes del Universo, las propias leyes de Dios, el camino estaba abierto para descubrir también las leyes que subyacen al conjunto de la naturaleza y la sociedad.
Se llegó a asumir que mediante un uso juicioso de la razón, un progreso ilimitado sería posible —progreso en conocimientos, en logros técnicos y sus consecuencias también en valores morales—.
De acuerdo con la filosofía de Locke, los autores del siglo XVIII creían que el conocimiento no es innato, sino que procede sólo de la experiencia y la observación guiadas por la razón. A través de una educación apropiada, la humanidad podía ser modificada, cambiada su naturaleza para mejorar. Se otorgó un gran valor al descubrimiento de la verdad a través de la observación de la naturaleza, más que mediante el estudio de las fuentes autorizadas, como Aristóteles y la Biblia.
Al terminar la primera mitad del siglo XIX los países americanos habían logrado su independencia política; sin embargo, persistían las ataduras que subordinaban el pensamiento de los latinoamericanos a su pasado colonial.
En la búsqueda de la emancipación intelectual, el venezolano Andrés Bello, es el primero en declarar una segunda independencia: la ideológica.
El idealismo y el positivismo aparecen en América Latina con cierto retraso. Hubo intelectuales que reflexionaron filosóficamente, aunque su actividad principal no era filosofar. Su labor filosófica estuvo siempre supeditada a intereses religiosos o políticos.En 1553 se abre la Universidad de México y surge Alonso de la Vera Cruz, conocido como el primer filósofo de América. La corriente filosófica que se impone es la de la escolástica, es decir, el aristotelismo.
AMERICANISMOEn 1842, Juan Bautista Alberdi, argentino, se planteó la posibilidad de una filosofía latinoamericana auténtica, caracterizando su obra por su hondo contenido social.
La política, la educación, la moral, el derecho, la antropología y la religión, han proporcionado constantemente temas de interés para la reflexión filosófica.
El positivismo se presenta como el medio más apropiado para abolir por completo la dependencia mental.
Sin embargo, la implantación de esta doctrina no condujo a la anhelada libertad ni propició el desarrollo para nuestros pueblos, pues la adopción de modelos ajenos a la realidad social iberoamericana sólo condujo a nuevas formas de subordinación.
La conciencia de esta dependencia, así como el interés por cambiar esa situación habrá de ser el primer paso para superar la subordinación cultural de los pueblos americanos.FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN
La filosofía en la época de la independencia de las colonias desaparece como especulación abstracta, pues ya no puede limitarse a contemplar la realidad, debe intentar transformarla.Se ha dado el nombre de filosofía de la liberación al movimiento que durante los últimos años se ha propuesto determinar la relación entre el pensar filosófico y la realidad latinoamericana.Empieza cuando los profesores pretenden cambiar la forma de enseñar la filosofía, ya que los exámenes eran una recitación al pie de la letra de los textos escolares. Sus propósitos son proporcionar al alumno ideas para utilizar su inteligencia y reflexionar.
Durante las últimas décadas, las tendencias de mayor influencia en Latinoamérica han sido: la filosofía cristiana-tomista, el marxismo, el existencialismo, la filosofía analítica y el movimiento americanista.En principio, aunque no original, el liberalismo constituye una de las ideologías más importantes del siglo XIX. Se constituye en la base para abolir todo lo que les parece negativo de la época de la colonia. Se trata de una ideología que no es ni atea ni religiosa, sino simplemente laica.
En América, esta ideología, que deriva del pensamiento cartesiano, propone la autonomía de la razón y se aplica a manifestaciones de filosofía práctica. Así, el Derecho, sostiene un naturalismo que defiende los derechos naturales del individuo. Se da la tolerancia religiosa y se limitan los poderes del Estado.
La política afirma un contractualismo. Este deberá tener como base el pacto o contrato social de los individuos quienes transfieren parte de sus derechos al Estado. Se estipula la preponderancia de la economía para el equilibrio de la sociedad. Para ello, el Estado deberá abstenerse de intervenir y permitir la libre competencia.
Se impone el positivismo con los postulados de A. Comte. Se trata de una filosofía optimista que tiene como base el progreso y poco a poco se encamina a una organización fundamentada en la psicología, las ciencias naturales y la observación.
DESARROLLO
El desarrollo del pensamiento filosófico en Cuba y sus principales exponentes
Aparejado con el origen y desarrollo de la nacionalidad cubana, comienzan a destacarse una serie de pensadores brillantes, que comienzan a actuar y pensar como cubanos, que buscan un camino, una vía para desligarse del pensamiento colonial, de la dependencia colonial, y comienzan a generar un pensamiento filosófico o una filosofía de la liberación, de la emancipación y que quedaron grabados profundamente en nuestra historia.
De esas raíces se nutre nuestra nacionalidad y forman parte actualmente este árbol inmenso, que cada vez crece más y que podemos llamar pensamiento filosófico cubano.
A continuación expondremos los máximos exponentes, su vida y su obra que los ha inmortalizado y que nos llena del más profundo orgullo, de ser cubanos y que ellos sean nuestros precursores.
1.1 José Agustín Caballero de la Torre
Nació en La Habana el 28 de agosto de 1762, es conocido como uno de los más importantes representantes de la Ilustración Reformista criolla desde los finales del siglo XVIII y principios del XIX, un movimiento ideológico que dio comienzo a la reforma de los estudios de la filosofía en Cuba, introduciendo en sus lecciones de filosofía, las doctrinas de Locke y Condillac, así como distintos aspectos de la física de Issac Newton además de ser el responsable del comienzo de la transformación cultural e ideológica en la Isla.
A la edad de doce años de 1774 a 1781 estudió, con premios en todas las asignaturas, en el Real Colegio. Seminario de San Carlos y San Ambrosio; asumió el sacerdocio y en 1785 ganó por oposición la cátedra de filosofía primero interino y después titular.
Antes de concluir el decenio había obtenido en la Real y Pontificia Universidad de La Habana los grados superiores de Licenciado y Doctor en Sagrada Teología. En esta institución actuó como juez en oposiciones a cátedras y desempeñó el decanato de la Facultad de Teología. Del propio Seminario de San Carlos sería en el futuro Director 1794 y Secretario sustituto 1796. A partir de 1804 y hasta su muerte ocupó la cátedra de Escritura y Teología Moral.
Fue también maestro de maestros, entre sus alumnos destacan Félix Varela, José Antonio Saco, y su sobrino José de la Luz y Caballero. Fue partícipe en la creación del Papel Periódico de la Habana (primer periódico publicado en Cuba en el año 1790 siendo su primer redactor, además de colaborar en El Observador Habanero. Entre sus obras más destacadas se encuentran: Philosophia electiva 1944, "Discurso sobre la Física" 1791, Discurso filosófico 1798, Las ideas y la filosofía en Cuba 1970.
Poseedor de una obra literaria extensa, en la cual abarcó desde distintos temas sociales hasta críticas literarias. También fue un traductor importante, llevando al español distintas obras en latín, inglés, y francés. Su labor intelectual se enmarca en las reformas a la educación de nivel medio en Cuba y sus notables esfuerzos por lograr una enseñanza primaria gratuita.
1.2 Félix Varela y Morales
Félix Varela. También conocido como el Padre Varela. Sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político cubano; el primero que enseñó a los cubanos a pensar en el patriotismo. Estudió filosofía y teología en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y en la Universidad de La Habana. En 1811, ya sacerdote, ocupó la cátedra de filosofía de la primera de esas instituciones. Diputado a Cortes de Cádiz en 1821, en representación de Cuba, defendió el derecho a la autonomía de los territorios americanos, propuso la abolición de la esclavitud en la Isla y la modernización de la enseñanza. El retorno español al absolutismo monárquico lo condenó a muerte. Huyó de España y se estableció en Estados Unidos. Desde allí se consagró a fomentar el independentismo en los cubanos. Junto a notables pensadores criollos publica el Mensajero Semanal (1821-1831), destinado educar y preparar a la población para empeños futuros.
Como tendencia filosófica, se opuso al escolasticismo imperante en el ambiente filosófico de su tiempo e introdujo la filosofía cartesiana y empirista de John Locke y Étienne Bonnot de Condillac. En sus Instituciones de filosofía ecléctica (2 volúmenes, 1812), Varela propone un tipo peculiar de filosofía que denomina 'filosofía ecléctica'. Este tipo de filosofía debe estar fundamentada en la razón y en la experiencia, que son las únicas fuentes adecuadas del conocimiento. Varela pensaba que la elevación debe estar libre de los abusos de una razón que no esté fundamentada de la forma apropiada.
Félix Varela, el primero que nos enseñó a pensar, según José de la Luz y Caballero, el que nos dio la primera libertad, la del pensamiento y la primera independencia, la de la razón, como expresara Fernando Ortiz.
De madre cubana y padre castellano, Félix Varela, de niño fue llevado a San Agustín de la Florida donde su abuelo, coronel de infantería quiso hacerlo soldado, pero al ver los esclavos encadenados y escuchar prácticas de tiro en un fuerte dijo: mi designio no es matar hombres, sino salvar almas.
El Obispo de Espada fue el descubridor y mecenas de Félix Varela. Primero lo impulsó como profesor de San Carlos, después autorizó, sin la edad requerida, que se hiciera sacerdote y por último lo propuso diputado a las cortes de España, donde abogó por la abolición de la esclavitud, pero pronto tuvo que huir de la península llegando a Nueva York en diciembre de 1823.Siendo muy joven se dedica a la educación por considerar que es la vía más adecuada para formar al hombre inteligente y capaz.
Desde 1816 se desempeña como profesor en la Cátedra de Filosofía en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, mientras ejerció la docencia, promovió el cambio radical de interpretaciones de la sociedad, el pensamiento y las ciencias.
Su filosofía tenía una base notablemente independentista, promovía el amor a la patria y a la humanidad. Combatió la esclavitud, defendió la independencia de América y desde su periódico El Habanero divulga la idea de que Cuba debía ser libre e independiente de cualquier potencia. Fue un constante defensor del pueblo y sus derechos.
Renovó la enseñanza de la época utilizando el español en sus clases y libros, en los que abandonó el escolasticismo imperante por la filosofía electiva e introdujo la experimentación en el estudio de las ciencias.
Era partidario de que el aprendizaje siguiera un camino deductivo, para ir poco a poco a la inducción, o sea de lo general a lo particular. Por ello, algunos pedagogos cubanos contemporáneos afirman que Varela se basó en la idea de la globalización de la enseñanza.
Da mucha importancia a que sus alumnos aprendan a razonar con sus propias cabezas; lo importante es que aprendan a pensar y a decidir por sí mismos.
Su discípulo José de la Luz y Caballero dijo una vez de su maestro:"Mientras se piense en Cuba, se pensara con respeto y veneración en aquel que nos enseño a pensar", es por ello que los cubanos se refieren a Varela como "el que los enseño a pensar".A los 32 años, el 18 de enero de 1821, el Padre Varela inaugura en el Seminario de San Carlos, lo que resultó ser la primera Cátedra de Derecho de América Latina. Los jóvenes de La Habana se apiñan en las puertas y ventanas donde Varela imparte las clases. Allí se enseña por primera vez en estas tierras la legalidad, la responsabilidad civil y el freno del poder absoluto. Allí se cultiva la semilla de liberación y dignidad humana que el Padre de las Casas había sembrado siglos atrás. El mismo Varela llama a estas clases "la Cátedra de la Libertad y de los Derechos Humanos, la fuente de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad".
Aunque solo pudo ejercerla por tres meses, su contribución al desarrollo del derecho constitucional y su defensa de los derechos humanos frente al despotismo regio y la tiranía estatal tuvo una gran repercusión en la conciencia de la naciente nación cubana. En verdad, aquella Cátedra de Constitución fue donde el padre Varela proclamó por primera vez en Cuba el carácter inalienable y sagrado de los derechos humanos. Allí fue donde defendió con claridad y valentía el derecho de los pueblos a tener su libertad y a elegir sus propios gobernantes. Allí fue en fin donde sembró las ideas políticas que más tarde habrían de conducir inevitablemente a la lucha por la independencia de Cuba.
Fue condenado a muerte por la corona. Ya para entonces era Félix Varela el más famoso de los filósofos cubanos, el más profundo de nuestros pensadores y el más entusiasta y virtuoso de nuestros maestros.
En su tiempo los criollos llamaron a Varela, el Padre de la Patria, cuando aún no habían nacido ni Céspedes, ni Agramante, ni José Martí.
Sus amigos de habla inglesa le pidieron a Varela que se hiciera ciudadano norteamericano, pero él rechazó esa propuesta diciendo: Debo tributo a mi Patria, no uniéndome a otra. Atentaron contra su vida en dos oportunidades en Boston y en Filadelfia y cuando se enteró que a un bandido le habían ofrecido 30 mil pesos para que lo matara expresó: "a ello opondré mis 30 mil verdades".
Hoy existen algunos asalariados de Estados Unidos, dentro y fuera de Cuba, que pretenden profanar la memoria de este primer cubano, con proyectos anexionistas para que la nación siga siendo lo que fue antes, un protectorado del norte revuelto y brutal. A esos el propio Varela responde: "Hay hombres infames, para quienes las voces Patria y Virtud nada significan".
Varela formó en las aulas del Seminario San Carlos a los mejores hombres de su época. Los frutos de su labor como maestro se muestran en aquellos patriotas como: José Antonio Saco, Domingo del Monte, literato y protector de escritores y artistas, y José de la Luz y Caballero. Heredero de las enseñanzas de estos hombres y a su vez alumno del Seminario fue también Rafael María de Mendive, el maestro de Martí.
1.3 José de la Luz y Caballero.
Nació en la Habana el 1800 y muere en 1862.
Destinado por sus padres al servicio de la Iglesia, comenzó el estudio de la Teología, que abandonó para seguir el de las Leyes al comprender que no tenía ninguna vocación para el sacerdocio. Al llegar a la mayor edad, fue nombrado profesor de Filosofía en el Colegio Seminario de San Carlos, donde se dio a conocer por la profundidad de su ciencia. En su actividad filosófica se opuso al escolasticismo reinante en la tradición filosófica cubana de su tiempo, en línea con el ideario de Félix Varela. Influido por Aristóteles, Francis Bacon y John Locke, desarrolló un pensamiento de marcado carácter empirista. Señaló la importancia de la filosofía como análisis de los valores, entre los que destaca la relevancia de la intuición de los valores religiosos. Para Luz, la verdad religiosa y la verdad filosófica no se encuentran en conflicto, sino que aparecen como aspectos diferentes de la única verdad divina.
En el Seminario de San Carlos se graduó de bachiller en Leyes. Allí conoció a Félix Varela y Morales, del cual recibió clases así como de su tío José Agustín Caballero. Precisamente es en estos años, y a través de sus experiencias en el Seminario y de sus estudios de las doctrinas de aquellos enciclopédicos maestros, que profundiza su proximidad con el espíritu científico renovador del Siglo XVIII europeo, estudia a filósofos europeos como Locke, Condillac, Rousseau, Newton y Descartes. Igualmente se adhiere a las luchas de Varela y Caballero contra la filosofía y los métodos de enseñanza escolásticos entronizados en las asignaturas y en los planes pedagógicos del Seminario y de todos los centros de enseñanza de la capital y, se vincula a los esfuerzos culturales, científicos y cívicos del Obispo Espada.
Al llegar a la mayor edad, fue nombrado profesor de Filosofía en el Colegio Seminario de San Carlos, donde se dio a conocer por la profundidad de su ciencia.
En 1824 lo encontramos como director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos, a la cual accede por medio de pruebas de oposición. Anteriormente, tal responsabilidad había caído en manos de José Antonio Saco, condiscípulo y amigo íntimo de Luz, así como en las del maestro Varela, su creador.
Desde el comienzo de su actividad como Director de la Cátedra de Filosofía se empeñó en aplicar a fondo y hasta sus últimas consecuencias los conocimientos e ideas de su maestro, Félix Varela. Se hizo famoso no sólo entre sus admiradores, sino también entre sus detractores, por su fidelidad a la metodología y doctrinas de Varela, al cual, según sus propias palabras, citaba casi diariamente y por cuyos textos se guiaba para impartir las clases.
Utilizó durante su vida varios seudónimos, entre ellos: "Un Habanero", "El Justiciero", "Un Amante de la Verdad" y "El Amigo de la Juventud".
En 1818 hizo un viaje por Europa, recorrió Francia, Inglaterra, Italia y Alemania. Durante su estancia en el Viejo Continente conoció a intelectuales de gran renombre como Goethe, Humboldt, Michelet y Walter Scott. Recogió allí lo más moderno en materia de Pedagogía y conoció las ideas de Pestaloozi y sus seguidores; combatió, sin embargo, las ideas de Víctor Coussin, con quien sostuvo una intensa polémica en el campo filosófico, entre 1838 y 1840, porque entendió que su doctrina contribuía a justificar y a perpetuar el dominio de España sobre Cuba, a la vez que ponía en peligro los valores nacionales.
A su regreso a Cuba fundó un colegio e introdujo útiles reformas en la educación primaria de su país.
En 1836, se distinguió por la polémica que sostuvo con los partidarios del eclecticismo de V. Coussin, polémica que le obligó a publicar una refutación de las ideas de este filósofo.
Disponíase a marchar a París, para consultar con los doctores de más fama una enfermedad grave que padecía, cuando (1844) el general O'Donnell le persiguió como conspirador abolicionista, y le acusó de ser amigo del mulato Plácido, causa por la que Caballero huyó de la Habana, y no volvió á ella hasta el regreso del citado general a España.
Fundó el Colegio del Salvador, en enero de 1848, reconocido en aquellos momentos por la implantación de métodos modernos de enseñanza, en el que puso a disposición de alumnos y profesores su biblioteca particular; allí se impartieron clases especiales de Filosofía, Alemán y Latín a los alumnos más destacados, se procuró incluir lo más avanzado en materia de ciencia con la utilización de métodos modernos de investigación, y se intentó infundir a sus discípulos un sentido de elevación humana.
El deber del Maestro era, para él, habituar a los alumnos a que pensasen por sí mismos. En ambos colegios publicó folletos anuales con los exámenes generales.
Su concepción pedagógica consideraba que el punto de partida del conocimiento eran la experiencia y la observación, y que el método experimental, además de ser el único productivo, era también el único verdaderamente analítico y que podía denominarse científico.
Ha dejado escritos un gran número de aforismos y de pensamientos filosóficos, inéditos, y una Memoria sobre un Instituto que quiso fundar en la Habana, y no pudo terminar una obra sobre la filosofía de Coussin.
1.4 José Antonio Saco
Nació en Bayamo en 1797 y muere en 1879, fue historiador y político cubano. Fue discípulo del sacerdote y filósofo Félix Varela.
Estudió Filosofía en el Seminario de San Carlos de La Habana, con el padre Félix Varela, los cuales concluyó en 1819 con el título de Bachiller en Derecho Civil. Ese mismo año matriculó en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, donde obtuvo el grado de Bachiller en Filosofía, en 1822.
Fue uno de los fundadores de la Academia Cubana de Literatura, por cuya defensa fue deportado según órdenes del capitán general Miguel Tacón, en 1834,
La decisión de los políticos españoles de evitar la corriente liberal en Cuba, motivó la proscripción indefinida de Saco hacia otros países de Europa.
Durante toda esta etapa, dedicó especial atención al problema étnico en Cuba, especialmente en lo concerniente al tráfico negrero, sosteniendo la tesis de incrementar la población blanca en Cuba, para evitar que se repitieran los hechos acaecidos en Haití.
Los años comprendidos desde 1848 hasta 1854, se caracterizarían en la obra de Saco por el incremento de su decidida incursión en la campaña contra las ideas y conspiraciones encaminadas a anexar Cuba a los Estados Unidos, lo cual motivó el reinicio de su labor en pro del reformismo liberal, como se evidenció en sus trabajos titulados: La situación política de Cuba y su remedio (1851) y Cuestión de Cuba (1852).
1.5 Rafael María de Mendive
Aunque Mendive no destaca por un debate filosófico documentado, perdurando más bien por su obra literaria, que también encierra enseñanzas filosóficas, perdura más por su vocación como educador y mentor, y es donde se puede valorar su filosofía de la vida, que fue capaz de inculcar tan profundamente en Martí, alimentando con ello su genialidad, y llegando a nosotros a través de su mejor discípulo.
Es por ello, que debemos incluirlo como precursor de nuestra filosofía, para lo cual debemos abundar en su evolución y desarrollo, hasta convertirse en la personalidad que fue.
En 1834, con 13 años, ingresa en el seminario de San Carlos, ya poseía buen dominio de la literatura española, el inglés y el francés. En "San Carlos", estudió Derecho, Filosofía y latinidad, a cargo de los más renombrados profesores de la época. Sus excelentes resultados académicos, más el apoyo económico de su familia, le permitieron, ingresar, en 1838, contando con 17 años de edad, en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, donde culminó la carrera de Derecho en 1844.
A los 23 años de edad, con una sólida formación académica, decide realizar un prolongado viaje al extranjero, esta estancia en el exterior, que se extendió hasta 1852, le resultó altamente productiva, pues se vincula con figuras de gran renombre político y literario, tales como Félix Varela, José Antonio Saco y Domingo del Monte entre otros, los cuales por diversas razones, contrarias a la política colonial imperante en Cuba, habían tenido que abandonar la patria.
A su regreso a la patria, ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País y colabora con diferentes publicaciones entre las que se encuentran: Guirnalda Cubana, Revista Habanera, Álbum de lo Bueno y lo Bello, el Correo de la Tarde y el Diario de La Habana.
Durante sus años de profesor, protector y maestro de José Martí, su casa era centro de reuniones literarias y fervor patriótico. Funda el colegio San Pablo, instalado en su propia casa, en Prado 88, la cual constituyó, para todos sus discípulos, un seminario cívico donde encuentran calor de hogar. Martí se forma en las manos de Mendive. Los conceptos fundamentales de la prédica martiana: amor a la libertad, decoro, dignidad, prestigio, justicia, preocupación por los humildes, pureza de pensamiento, eran virtudes atesoradas por Mendive, las cuales supo transmitir a su discípulo.
Sobre él escribe Martí en carta a Enrique Trujillo: "Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la Patria?…"
Por su muerte, el 24 de noviembre de 1886, José Martí su más devoto alumno publicó una semblanza de su maestro en El Porvenir, de Nueva York, el 1 de julio de 1891.
(…)¿Se lo pintaré preso, en un calabozo del castillo del Príncipe, servido por su Micaela fiel, y :sus hijos, y sus discípulos; o en Santander, donde los españoles lo recibieron con palmas y :banquetes?; ¿o en New York, adonde vino escapado de España, para correr la suerte de los cubanos, y :celebrar en su verso alado y caluroso al héroe que caía en el campo de pelea y al español bueno que :no había querido alzarse contra la tierra que le dio el pan, y a quien dio hijos?; ¿o en Nassau, :vestido de blanco como en Cuba, malhumorado y silencioso, hasta que, a la voz de Víctor Hugo, se :alzó, fusta en mano, contra «Los dormidos»?; ¿o en Cuba, después de la tregua, cuando respondía a un :discípulo ansioso: «¿Y crees tú que si, por diez años a lo menos, hubiese alguna esperanza, estaría :yo aquí?» ¿A qué volver a decir lo que saben todos, ni pensar en que los diez años han pasado? : Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz: de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el: cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba.
1.6 José Julián Martí Pérez
Martí Nació en La Habana, Cuba, 28 de enero de 1853 y muere en un combate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, fue un político republicano democrático, pensador, periodista, filósofo y poeta cubano de padres de origen español, fue el fundador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. Perteneció al movimiento literario del modernismo.
El 15 de enero de 1871, fue deportado a España. Allá comienza a cursar estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de Licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.
En 1877 en Guatemala trabaja en la Escuela Normal Central como catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía.
Entre 1880 y 1890 Martí alcanzaría renombre en la América a través de artículos y crónicas que enviaba desde Nueva York a importantes periódicos: La Opinión Nacional, de Caracas; La Nación, de Buenos Aires y El Partido Liberal, de México. Posteriormente decide buscar mejor acomodo en Venezuela, a donde llega el 20 de enero de 1881. Fundó la Revista Venezolana, de la que pudo editar sólo dos números.
El 30 de noviembre de 1887 fundó una Comisión Ejecutiva, de la cual fue elegido presidente, encargada de dirigir las actividades organizativas de los revolucionarios. En enero de 1892 redactó las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. El 8 de abril de 1892 resultó electo Delegado de esa organización, cuya constitución fue proclamada dos días después, el 10 de abril de 1892. El 14 de ese mes fundó el periódico Patria, órgano oficial del Partido. Entre 1887 y 1892, Martí se desempeñó como cónsul de Uruguay en Nueva Cork
En República Dominicana, donde lo esperaba Máximo Gómez, firmaron el 25 de marzo de 1895 un documento conocido como Manifiesto de Montecristi, programa de la nueva guerra.
El 28 de abril de 1895, en el campamento de Vuelta Corta, en Guantánamo, junto con Gómez firmó la circular «Política de guerra».
El 14 de mayo de 1895 firmó la «Circular a los jefes y oficiales del Ejército Libertador», último de los documentos organizativos de la guerra, la que elaboró también con Máximo Gómez.
El día 18 de abril, en el Campamento de Dos Ríos, Martí escribe su última carta a su amigo Manuel Mercado, ese documento se le conoce como su testamento político, en un fragmento de la carta Martí expresa:
"…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…"
Su visión política era liberal y demócrata. Además, su obra política y de propaganda muestra estas tres prioridades: la unidad de todos los cubanos como nación en el proyecto cívico republicano de postguerra; la terminación del dominio colonial español; y evitar una expansión estadounidense. Es casi unánime la información sobre su gran capacidad de trabajo y frugalidad, lo que, siendo evidente, junto a su palabra persuasiva, le valió reconocimiento por la mayoría de sus compatriotas.
En el campo de la poesía sus obras más conocidas son: Ismaelillo (1882) Versos sencillos (1891) Versos libres Flores del destierro.
Sus ensayos más populares son: El presidio político en Cuba (1871) Nuestra América (1891) Cabe también destacar su obra epistolar, por lo general bien apreciada literaria y conceptualmente. Se incluye entre sus obras "La edad de oro. Publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América" de la cual fue redactor (Julio 1889).
Fue precursor del modernismo, junto a Manuel González Prada (Perú), Rubén Darío (Nicaragua), Francisco Gavidia (El Salvador), Julián del Casal (Cuba), Manuel Gutiérrez Nájera (México), Manuel de Jesús Galván (República Dominicana), Enrique Gómez Carrillo (Guatemala), José Santos Chocano (Perú) y José Asunción Silva (Colombia), entre otros. Es todavía tema de debate entre los especialistas su importancia relativa en el modernismo.
José Martí no asume una posición antirreligiosa, sino que hace críticas a las religiones establecidas, por sus desviaciones, por el abandono en un momento de su desarrollo histórico de los principios que la originaron y de los fundamentos de la religiosidad.
Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice.
Habiendo recibido Martí una educación religiosa fue capaz de darse cuenta y profundizar en las diferencias estimadas por las distintas religiones, logró demostrar a través de su propia experiencia lo necesario de la conciencia, la razón y la voluntad, elementos que relaciona con claridad en la actuación del hombre en la vida, la que siempre concebía relacionada a la honradez, la justicia y los sentimientos humanos. Las convicciones religiosas las veía con agrado cuando estaban en defensa de los aspectos expresados anteriormente, todo lo que fomentara su limitación y desarrollo constituían un elemento de freno al pensamiento sano y creador del hombre.
Su influencia en los cubanos es grande. En general es considerado por sus compatriotas como el principal modelador de la nacionalidad cubana tal como la conocemos hoy. Su prestigio se refleja en los títulos que popularmente se le conceden. «El apóstol de la independencia» y «el maestro» son los más usados.
1.7 Enrique José Varona
Nace en Santa María de Puerto Príncipe provincia de Camagüey, el 13 de abril de 1849, cursó su primera enseñanza en su provincia natal y poco después en La Habana, fue un escritor, filósofo, pensador y pedagogo cubano
Su pensamiento filosófico estuvo muy influido por el positivismo en su versión hispanoamericana, Varona siguió la filosofía de Auguste Comte y Herbert Spencer, oponiéndose a todo tipo de metafísica que no siguió la filosofía a los fenómenos y no se adecuara al método de las ciencias naturales. Sus variadas obras tienen un carácter sistemático y abarcan, sobre todo, la lógica, la ética y la psicología.
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