"El hombre, en cuanto es hombre es social: es decir, esta siempre modelado y configurado por un ambiente histórico, del cual es imposible desprenderlo." Anibal Ponce 1999
Por lo tanto si tendríamos que hablar de naturaleza humana, diferimos del planteamiento de los sociobiólogos y primero diríamos que no es algo innato en el individuo, sino que es el resultado del conjunto de las relaciones sociales humanas, por lo tanto dinámica y mutable, que la naturaleza humana como se pretende manejar desde la ideología burguesa responde a una construcción ideológica de justificación de la opresión y explotación de la que son víctimas en este caso particular millones de mujeres y en general es la base de la argumentación del racismo científico.
Para ir cerrando la idea de asimilación, Leontiev sostiene que no es sólo algo dado en los fenómenos objetivos de la cultura material y espiritual que las encarnan, sino que los individuos deben entrar en relación con los fenómenos del mundo circundante por medio de otros hombres, esta situación, dadas sus características es un proceso de educación.
"El progreso de la historia es, por lo tanto, imposible sin la transmisión activa de las adquisiciones de la cultura humana a las generaciones nuevas; es imposible sin la educación" Leontiev 1969
Enfatizamos que existe un vínculo fuerte entre el progreso de la historia y la educación, ésta última transforma al hombre, pero a la vez éste transforma a la educación, surgiendo formas especializadas, programas, métodos de enseñanza que están enmarcados dentro del desarrollo histórico de la sociedad y viceversa.
El problema de la cultura
Si bien la cultura posibilita desarrollar aptitudes en los individuos que la conforman, cabe preguntarse si ¿Todos los individuos pueden alcanzar las mismas posibilidades? La historia en este sentido, nos enseña que muchos individuos están excluidos de estas posibilidades y con el tiempo la mayoría de los grupos fueron marginados de los avances culturales a nivel tecnológico y científico en general por la clase dominante.
Después de lo desarrollado podemos sostener que, las desigualdades sociales tienen un origen sociohistórico, Leontiev, explica de la siguiente manera:
"La desigualdad no estriba en diferencias biológicas naturales. Es creada por la desigualdad económica, la desigualdad de clase y la diversidad consecutiva de las relaciones que las vinculan a las adquisiciones que encarnan el conjunto de las fuerzas y de las aptitudes de la naturaleza humana formadas en el curso del proceso sociohistórico" Leontiev 1969
Por lo tanto el problema de la cultura estriba en que aparentemente es para todos, pero la realidad muestra que sólo una minoría dispone del tiempo y de las posibilidades sobre todo materiales para asimilar e instruirse y gozar de los logros culturales, como los alcanzados a nivel intelectual, material, artístico, etc.
Esta estratificación, se agudiza profundamente con el surgimiento y consolidación de la propiedad privada, la desigualdad social, se pretende justificar biológicamente dividiendo a los hombres en razas superiores e inferiores. Llamadas también hipótesis poligenéticas que se limitan a decir que las razas humanas tienen orígenes independientes, argumentando de esta manera diferencias insuperables para las posibilidades de desarrollo posterior. Se olvida así que la sociedad está dividida en clases, donde los grupos dominantes minoritarios gozan de las más altas conquistas de la cultura y en contraposición la gran mayoría accede a los logros culturales pero de forma intrascendente.
Por lo tanto el problema del hombre y la cultura se basa en que no todos los hombres y los pueblos tienen la posibilidad de asimilar los logros culturales, las clases dominantes los mantienen excluidos y dominados económica e ideológicamente, pretendiendo hacer creer que el problema de la asimilación cultural se da por las ineptitudes de las personas, y en el tema de la mujer en particular, consideran que las desigualdades, no sólo son inevitables, sino que esta función desigual ha permitido sobrevivir a la humanidad. Basándose en la sociobiología indican que las diferencias de sexo surgieron gradualmente por selección natural, como resultado de las diferentes estructuras biológicas que ocupan los dos sexos en la reproducción, ignorando las presiones y construcciones sociales y culturales que conducen a los sexos en direcciones diferentes.
Concluimos por tanto que no existe un comportamiento puro biológicamente determinado que no esté influido por la cultura. Las diferencias entre hombre y mujer, no son biológicas, pues un individuo sólo se puede desarrollar en un ambiente que incluya al factor social desde el primer momento de su nacimiento. Las diferencias que se dan en el ambiente social de un individuo durante el desarrollo terminan modificando el comportamiento, el cerebro y el cuerpo. (Lewontin 1984)
El niño nace cuando sólo tiene definidas unas pocas vías neurales, a lo largo de su infancia, las conexiones entre las células nerviosas se forman, no simplemente basándose en una programación epigenética específica, sino sobre todo a la luz de la experiencia en la vida social, a través de la cultura.
CAPÍTULO II
El feminismo en la historia
En este capítulo, abordaremos los diferentes momentos históricos de las luchas de las mujeres tanto a nivel teórico como práctico, su forma de articularse y organizarse para lograr sus reivindicaciones.
Analizaremos cronológicamente como se fue dando el desarrollo feminista a lo largo de la historia. En ese sentido existen tres grandes momentos: El feminismo pre-moderno, el feminismo moderno y el contemporáneo.
El feminismo pre-moderno
Nos remite inicialmente a la Ilustración donde empieza a surgir el pensamiento de la igualdad entre los sexos, en una sociedad occidental heredera de discursos y prácticas que afirmaban la inferioridad de la mujer respecto al varón.
Esta etapa renacentista quiso ser una restauración de la cultura y del saber clásico, se intentaba imponer este modelo como alternativa a la "barbarie medieval". Fue un vasto movimiento intelectual que renovó la cultura europea en el campo del arte, la literatura, la religión, la música, etc. Además trajo consigo un nuevo paradigma de ser humano, reemplazando el teocentrismo fuertemente dominante en la edad media por el androcentrismo base del pensamiento humanista, pero este nuevo paradigma no se extendió del todo a las mujeres como lo hizo para los varones.
Pese a que la cultura y la educación eran demasiado escasas sobre todo para las mujeres, la educación cumple una importante influencia pues abre una discusión sobre la naturaleza y deberes de los sexos mediante los cuales surgen algunos tratados que elogian las virtudes de las féminas y señalan los vicios masculinos. Pero la represión a las mujeres y su exclusión de los círculos intelectuales, hizo que muchas de éstas se relacionen con grupos herejes al cual acudían mujeres del pueblo como también burguesas y aristócratas.
Si bien las doctrinas heréticas no eran claras sobre el origen y situación de la mujer, lo que les ofrecía era un escape emocional e intelectual. Esta situación provocó que la Inquisición se ensañara aún más desde comienzos del siglo XIV llevando a cabo una persecución sanguinaria que no dudaba en mandar a muchas a la hoguera o a la horca.
Con el "movimiento de reforma protestante" la mujer empieza a cuestionar su relación dentro la iglesia, -muy vinculada con el poder monárquico- planteando la posibilidad de ocupar puestos jerárquicos, pero este "movimiento" reforzó el patriarcado del sacerdote y del rey, lo que llevó a la formación de más sectas femeninas que desafiaban la autoridad masculina dentro la iglesia ocasionando que se las acuse de rebelarse contra los designios de Dios y tener pacto con el Diablo.
En Francia, en el siglo XVII surge un movimiento literario y social denominado "Preciosismo" que traslada su espacio físico de los claustros heréticos clandestinos a los grandes salones sociales aristócratas, donde las mujeres empezaron a cuestionar los modelos de amor que primaban en la época y empezar a trasladar la "cuestión feminista" al plano de la opinión pública. Movimiento que fue combatido de manera misógina desde la literatura, lo social y lo político hasta lograr su desaparición.
El feminismo moderno
La Revolución Francesa que consolida a la burguesía como clase dominante derrotando al absolutismo feudal, tuvo en las mujeres a destacadas protagonistas que se levantaron junto a grandes masas de hombres explotados, contra las cargas de rentas e impuestos y los atropellos de los señores feudales, contra la escases de alimentos y el constante atropello a sus derechos.
La revuelta encabezada por las mujeres pobres de París enciende la chispa de la revolución francesa. Varios autores y autoras coinciden que, en esta época los movimientos de mujeres y feministas más la obra "Sobre la igualdad de los sexos" -de gran divulgación y notable influencia- del filósofo Poulain de la Barre fueron claves para la articulación del feminismo moderno, esta obra reflejo de la tendencia de la época, ya no se centra en las diferencias entre hombre y mujer, sino más bien demanda la igualdad sexual, bajo las premisas de que todos los hombres nacen libres e iguales, por tanto, con los mismos derechos. Pero con la Revolución Francesa las mujeres estaban al margen de su proyecto igualitario, el nuevo Estado revolucionario las dejó sin derechos civiles y políticos.
Esta situación hizo que las mujeres redactaran su propios "Cuadernos de quejas" que son documentos que surgen durante la culminación de la llamada pre-revolución y el comienzo de la Revolución Francesa, en el que se trataban los problemas que acuciaban a la nación, se centraban a diferencia de las "quejas" de otras clases sociales, en los abusos de los derechos feudales y de los recaudadores de impuestos, se exigía la libertad de pensamiento, la igualdad de derechos civiles, políticos y laborales, denunciando la marginación y abuso extremo del cual eran las mujeres, con el cual se autodenominan el tercer Estado del tercer Estado, lo cual denota un claro desarrollo de su consciencia de colectivo oprimido y explotado, todavía no había una claridad en cuanto a su situación de clase. Esta voluntad política se materializa en la formación de clubes de mujeres que buscaban protagonismo y el reconocimiento público del ejercicio de sus derechos, sin embargo el Estado solo les reconoció el rol de madres y esposas como roles naturales de las mujeres, quedando relegados sus derechos a la participación política, ciudadana e incluso a la educación en igualdad de condiciones con los varones. Los clubes de mujeres fueron cerrados por los Jacobinos y se prohibió rotundamente su participación en la vida política, medida que no quedó simplemente ahí, sino que para evitar que las mujeres protestaran, llevó a muchas de estas a la guillotina o al exilio como precedente y advertencia para aquellas que intentarán seguir el mismo rumbo.
"Las más lúgubres predicciones se habían cumplido ampliamente: las mujeres no podían subir a la tribuna, pero sí al cadalso. ¿Cuál era su falta? La prensa revolucionaria de la época lo explica muy claramente: habían transgredido las leyes de la naturaleza abjurando su destino de madres y esposas, queriendo ser "hombres de Estado". El nuevo código civil napoleónico, cuya extraordinaria influencia ha llegado prácticamente a nuestros días, se encargaría de plasmar legalmente dicha "ley natural". Ana de Miguel 2011
Ya en el siglo XIX surgen varios movimientos de carácter emancipatorio, el feminismo rompe con sus barreras locales y adquiere un carácter internacional consolidándose teórica y organizativamente, lo cual le permite vincularse con los diferentes socialismos y anarquismos de la época, a ésta corriente se la conoce como el feminismo decimonónico.
Ahora está en crecimiento una nueva revolución: la industrial. La que promete poner fin a todas las carencias materiales de la humanidad, sin embargo surge o se afianza una nueva clase explotada: el proletariado, donde por supuesto existen en mayor cantidad mujeres, que no sólo estaban desposeídas de sus derechos civiles y políticos más básicos al igual que las mujeres burguesas, sino que además, estaban al margen de la riqueza producida por el capital, constituyéndose en la clase explotada y oprimida del emergente orden social, siendo mano de obra más barata y sumisa que los varones.
En la vereda del frente, las mujeres burguesas, no estaban en las fábricas, si, enclaustradas en los hogares y esta situación de enclaustramiento era el reflejo del status y éxito económico de sus maridos, que para no caer en la pobreza, tenían que contraer matrimonio, pues estaban al margen de la educación que les pueda proveer alguna profesión y si se daba el extraño caso de alguien que lo obtuviera, casi nunca lo ejercía, pues el capitalismo les recordaba que sólo recurría a las mujeres para explotarlas en la fábricas y no para que ocupen cargos jerárquicos, pues esos cargos estaban destinados únicamente a los hombres.
En este contexto surge el movimiento sufragista, cuya reivindicación más visible era el derecho al sufragio, pero luchaban también por la igualdad en todos los ámbitos sociales, creían que llegando al parlamento a través de los votos podrían cambiar las leyes y de esta manera mejorar la situación de las mujeres en general, pues consideraban que estaban oprimidas por el simple hecho de ser mujeres, denotando este movimiento un carácter interclasista.
Se dieron grandes luchas en Europa y Estados Unidos, en este último país existía una relación con el movimiento abolicionista de la esclavitud, poco a poco este movimiento se tornó más radical con intentos de boicot, huelgas de hambre, enfrentamientos físicos con la policía, llegando incluso algunas encontrar la muerte, hasta que en 1928 en Inglaterra consiguieron sufragar en igualdad de condiciones. Pero pronto quedó claro que por esa vía, la mujer no iba a encontrar su ansiada igualdad. Fueron los socialistas utópicos los primeros en analizar el tema de la mujer desde otra óptica, planteando la necesidad de independencia económica de las mujeres, lo que les permitiría encontrar mayores posibilidades de desarrollo intelectual, cultural, artístico, y social. Este pensamiento tiene una gran acogida en diferentes círculos de mujeres, ideas que influyen en la Tesis de Fourier, en la obra de Flora Tristán, en Saint Simón y Owen quien incluso llega a afirmar que la salvación de la sociedad sólo podría proceder de lo femenino.
"Tal vez la aportación más específica del socialismo utópico resida en la gran importancia que concedían a la transformación de la institución familiar. Condenaban la doble moral y consideraban el celibato y el matrimonio indisoluble como instituciones represoras y causa de injusticia e infelicidad. De hecho, como señalara en su día John Stuart Mill, a ellos cabe el honor de haber abordado sin prejuicios temas con los que no se atrevían otros reformadores sociales de la época" Ana de Miguel 2011
Otro movimiento social que contó con la militancia de muchas mujeres fue el anarquismo, pese a que tuvo posturas anti-igualitarias y no tenía una claridad teórica respecto a la problemática de los sexos. Sus principales teóricas como Emma Goldman afirmaban que la liberación de las mujeres estaba en su esfuerzo individual, en vencer la carga ideológica en su propio interior, la libertad individual era el principio rector de todo, esta situación las llevaba a revelarse contra todo lo que representaba la autoridad encarnada mayoritariamente en el varón, teóricamente se enfrentaban con los otros movimientos feministas como las sufragistas, las socialistas a las que acusaban de querer "salvar" al Estado.
El feminismo contemporáneo
Los logros reformistas conseguidos sobre todo por el movimiento sufragista consiguieron cierta satisfacción, poniéndole un maquillaje a la discriminación de la mujer, se entró en la época de la "igualdad legal" y había que hacer caer el velo, y es en esta titánica labor que surge Simone de Beauvoir, con su libro "El segundo sexo" que plantea una teoría feminista para comprender la realidad de forma revolucionaria. También la obra de Betty Friedan "La mística de la feminidad" analiza la situación de las mujeres estadounidenses no sólo desde un punto de vista socioeconómico sino también psicológico, que abarcaba diversas patologías como la ansiedad, depresión y alcoholismo, pero planteaba de forma clara que el problema tenía raíz política, contribuyendo de esta manera a fundar en 1966 la "Organización Nacional para las Mujeres" (NOW) etapa conocida como feminismo liberal que proyectaba la situación de las mujeres como efecto de la desigualdad y de la exclusión de la esfera pública, por lo tanto era importante reformar el sistema hasta lograr la igualdad entre los sexos, no enfocaban el problema desde la opresión y explotación.
Este movimiento fue muy interpelado por el feminismo radical por su carácter reformista y análisis sesgado de la situación de la mujer, este movimiento en su lucha contra el feminismo liberal adquiere un papel importante en las décadas de los sesenta y setenta.
"Los sesenta fueron años de intensa agitación política. Las contradicciones de un sistema que tiene su legitimación en la universalidad de sus principios, pero que en realidad es sexista, racista, clasista e imperialista, motivaron a la formación de la llamada Nueva Izquierda y diversos movimientos sociales radicales como el movimiento antirracista, el estudiantil, el pacifista y, claro está, el feminista." Ana de Miguel 2011
El feminismo radical no estaba interesado en la política reformista, por lo que empezaron a organizarse de forma autónoma separándose de los varones, aunque no tenían claro la necesidad y el fin de esta decisión, lo que produjo una división dentro de este movimiento de donde surgen las feministas políticas y las feministas, que tienen algunos elementos en común como su actitud antisistema y su lucha contra el feminismo liberal. Si bien a un principio las "políticas" eran superiores en número, poco a poco las "feministas" fueron sumando militantes incluso se pasaban del bando opuesto hasta lograr ser mayoría.
La diferencia entre estas agrupaciones consistía en que para las "políticas" el capitalismo era el causante de la agudización de la opresión de las mujeres, y que también los varones son víctimas de este sistema y que no había que enfrentarse con éstos, por lo tanto debían estar junto a los movimientos de izquierda y es sobre este punto que las "feministas" discrepaban y consideraban mantener su independencia ideológica de los movimientos de izquierda ya que los varones en cualquier plano social, económico, ideológico eran los causantes de su dominación, pues sostenían que la mujer es definida en términos del varón, es una construcción social de las exigencias y expectativas varoniles.
Entre 1967 y 1975 se forma el feminismo radical en Estados Unidos en cuyos fundamentos teóricos resaltan dos obras primordiales, "Política sexual" de Kate Millet y "La dialéctica de la sexualidad" de Sulamit Firestone influidas por la teoría marxista, psicoanalítica y anticolonialista acuñan términos como patriarcado, género y casta sexual.
"El patriarcado se define como un sistema de dominación sexual que se concibe, además, como el sistema básico de dominación sobre el que se levanta el resto de las dominaciones, como la de clase y raza. El género expresa la construcción social de la feminidad y la casta sexual alude a la común experiencia de opresión vivida por todas las mujeres" Ana de Miguel 2011
Las radicales además aportaron con el análisis de las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad y con la organización de grupos de autoconciencia bajo la lupa del psicoanálisis, cada mujer del grupo explicaba la vivencia de su opresión para ir poniendo las bases de la transformación de la situación femenina, es decir, construían la teoría desde la experiencia personal, se desarrolla en este movimiento el activismo, de manifestaciones multitudinarias cuestionando la mercantilización de la mujer, el derecho al aborto, etc. Crearon también centros de ayuda y autoayuda, grupos de estudio, guarderías, centros para mujeres maltratadas y defensa personal. Pero una peculiaridad de estos grupos y lo que a la larga los debilitó fue la falta de estructuras jerárquicas lo que hizo que numerosas líderes antiguas fueran cuestionadas o desvalorizadas en su trabajo siendo muchas de ellas posteriormente expulsadas.
El feminismo radical en este contexto fue mutando en lo que se conoce como feminismo cultural que exalta el "principio femenino" y sus valores en contraposición a lo masculino, rompen con el objetivo igualitario de los otros movimientos feministas para establecer la diferencia. En Francia por ejemplo, se empieza a hablar de la mujer como lo absolutamente otro, siendo el psicoanálisis la base de su interpretación y reconstrucción de una identidad propia, para ellas la mujer no logra alcanzar la libertad de pensamiento, sino logra establecer la diferencia sexual, hacían duras críticas al feminismo igualitario que no logra romper con la dominación masculina.
El feminismo socialista
Tiene como instrumento intelectual de análisis de la historia al método dialéctico de interpretación de la realidad, a diferencia de los otros movimientos feministas, busca las raíces de la opresión de la mujer en las formas económicas sociales, nos muestra que la mujer tiene posiciones distintas en base al lugar que ocupa en los modos de producción que se fueron dando a lo largo de la historia y como éste ha ido usando a la mujer de acuerdo a sus intereses de dominio de un género sobre otro para afianzar el sistema económico imperante.
Marx y Engels establecían el origen de la opresión de la mujer con el surgimiento de la sociedad dividida en clases, por lo tanto el tema de la mujer no era un asunto añadido a posteriori sino inherente desde el comienzo mismo del socialismo científico, esto se puede constatar también en el manifiesto comunista (1848) escrito por los mencionados autores.
"El burgués ve a su esposa como mero instrumento de producción. Escucha que bajo el comunismo los instrumentos de producción serán explotados en común, y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las mujeres correrán la misma suerte. Ni siquiera puede sospechar que el punto al que (los comunistas) queremos llegar es a la abolición del status de la mujer como mero instrumento de producción" Marx y Engels 1992
Las investigaciones de Lewis Henry Morgan, antropólogo del siglo XIX, aportan datos importantes para comprender la evolución de las organizaciones sociales humanas. Si bien parte de sus datos antropológicos se encuentran caducos, corrientes antropológicas recientes han ofrecido evidencias amplias que sustentan el marco básico de los estudios de Morgan. Engels escribió la obra "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado" basándose en las publicaciones de este antropólogo, publica después de la muerte de Marx, y figura como único autor, pero cabe puntualizar que fue un trabajo en conjunto.
En base al libro mencionado y a los estudios realizados por Alexandra Kollontai, por sus valiosos aportes para entender el papel de la mujer a lo largo de la historia, subdividiremos este acápite en los siguientes puntos:
La mujer en el comunismo primitivo.
Sistema económico de la esclavitud y el papel de la mujer.
La mujer en la sociedad feudal.
La situación de la mujer durante el nacimiento del capital.
La mujer en el periodo de la gran industria capitalista.
La mujer en el comunismo primitivo
El feminismo socialista de formación marxista sostiene que la situación de la mujer era muy distinta hace miles de años, llegando incluso a causar asombro e incredulidad en muchos que consideran natural la situación de las mujeres hoy en día.
"…no siempre han existido esa falta de igualdad de derechos de la mujer frente al marido ni esa subordinación de esclava. Hubo periodos en que la mujer fue considerada totalmente igual que el hombre e incluso épocas en que el hombre reconocía a la mujer, en cierta medida, la posición dirigente" Alexandra Kollontai 1976
A diferencia de lo que se creía, la mujer en la época del salvajismo y barbarie no estaba en una situación de opresión y esclavitud, como se pretende sostener y que todo lo contrario en contraste a esa época "más bien" en la actualidad goza de derechos como nunca antes.
Las tareas de trabajo de las épocas mencionadas designaban a la mujer una situación de respeto y privilegio en muchos casos, no existía la propiedad privada, la explotación del trabajo, las clases sociales, ni poblaciones asentadas en determinados territorios. Los primeros grupos eran cazadores y recolectores y entre hombres y mujeres no existían grandes diferencias físicas, ambos participaban de esas labores mostrando agilidad, destreza y fuerza parecidas, incluso se sostiene que en ciertas etapas del desarrollo socioeconómico no sólo era productora sino también soldado, puesto que para la defensa de la comunidad eran imprescindibles todas las fuerzas posibles, tanto de hombres como de mujeres. La evolución anatómica posterior de la mujer, tal cual resalta en la actualidad, -sobre todo en las culturas occidentales- como la figura esbelta de formas redondeadas y músculos débiles, se debe a que ésta fue reducida a su rol reproductor y alejada de las actividades de las que antes formaba parte.
Poco a poco las agrupaciones fueron tomando dos rumbos, influenciados sobre todo por el clima y la geografía, algunas se hicieron sedentarias sobre la base de la agricultura y otras, las que vivían de la caza, terminaron siendo pastores, ambas implicaban diferentes formas de economía y la situación de la mujer era distinta dependiendo a cuál de estos grupos pertenecía.
Se sabe, por las investigaciones hechas sobre todo por la antropología, que la mujer gozaba de plenos derechos y jerarquía social en las tribus dedicadas a la agricultura, donde prevalecía la forma de organización matriarcal, pues los indicios materiales apuntan a que ella inventó la agricultura, ya que por su gestación y posterior maternidad se quedaba en el territorio fijado por la tribu, donde empezó instintivamente a sembrar movida por el hambre y a dominar el fuego, primero para ahuyentar a las fieras y luego para mejorar las herramientas dejada por los varones, además fue conociendo también el uso de las hierbas descubriendo, no sólo sus propiedades alimenticias, sino también medicinales, labor que implicaba un gran trabajo intelectual, mientras los varones hacían el esfuerzo muscular en la caza y campañas guerreras.
"La tierra y la mujer eran las fuentes de riqueza más importantes y originarias; las cualidades de la tierra y de la mujer se presentaban como idénticas: ambas creaban y daban la vida. Quien ofendía a una mujer ofendía al mismo tiempo a la tierra y ningún delito debía considerarse tan grave como el que se cometía contra una madre." Alexandra Kollontai 1976
En las tribus de pastores, las obligaciones maternales condenaban a las mujeres pues no podían participar de las cacerías o capturas de animales vivos, sólo las mujeres no gestantes salían de caza provisionalmente. En esta etapa desempeña incluso la mujer un papel importante, pues empezó poco a poco a domesticar a los animales capturados vivos, formando de esta manera los primeros rebaños, pero esta labor no era del todo valorada, por lo que la mujer en estas tribus era considerada inferior al varón.
Sistema económico de la esclavitud y el papel de la mujer
Se considera que hay relación entre el surgimiento de la esclavitud y la consolidación de la propiedad privada, incluso que ésta última tiene mucho que ver con la situación de opresión de la mujer, pero como lo asevera Kollontai, esto no es del todo cierto; la propiedad privada contribuyó a la opresión de la mujer pero no fue por sí misma la causante de esta opresión, tampoco la división sexual del trabajo, mientras la mujer conservaba un rol productivo era valorada, en cuanto queda al margen de lo que se considera trabajo productivo, la mujer pasa a un plano secundario desempeñando un trabajo no valorado socialmente. Esta nueva situación de la mujer en el proceso productivo, sobre todo en las tribus pastoras, hace que pierda la importancia que tenía en tribus agricultoras como abastecedora de la sociedad.
La agricultura permitió el excedente, lo que consiguió el asentamiento de las agrupaciones humanas y junto con ésta surgieron otras actividades que forjaron el surgimiento de oficios nuevos como los alfareros, tejedores, artesanos, etc. Estos oficios logran tener mayor consideración con relación al trabajo de agricultura, pues ésta última exigía mayor esfuerzo físico y sus productos no se obtenían de forma inmediata.
De estos diferentes oficios nace el intercambio de productos y con ello la búsqueda del beneficio, ya no era suficiente satisfacer las necesidades materiales del grupo, sino que cada productor buscaba una eventual ganancia que se va acentuando como el motor de la economía de esa época; por lo tanto el trabajo de la artesanía y el comercio rinden más y comienzan a alcanzar un nivel elevado dejando el trabajo agrícola a los esclavos que eran capturados en guerra. Es así que la mujer muy vinculada con la naturaleza y la agricultura pierde la posición apreciada hasta entonces.
La división del trabajo, se da, no sólo en función del sexo, sino también en base al trabajo productivo e improductivo, quedando el primero en manos de los varones, y el segundo condenó a la mujer al trabajo doméstico del hogar. La economía doméstica se separa de la economía comunitaria, perdiendo el trabajo de la mujer la importancia que tenía antes. Este nuevo tipo de economía va creando una forma de familia limitada en número y de características cerradas, donde fue germinando la idea de que la mujer era un ser inferior.
En este nuevo tipo de sociedad que iba surgiendo existían dos clases antagónicas: la de hombres libres y esclavos. Sobre las espaldas de estos últimos empieza a recaer la responsabilidad de la elaboración de muchos productos necesarios para la subsistencia del grupo, complementado con el trabajo no menos fundamental de las mujeres, pero únicamente se valoraba el trabajo de los hombres libres que cumplían el papel de administradores del excedente, quienes no tomaban en cuenta el trabajo en sí, sino los beneficios y en ese sentido los esclavos empiezan a ser más valorados que las mujeres libres del grupo.
La mujer en la sociedad feudal
Este tipo de economía de característica "natural" dependía del trabajo de los agricultores siervos y ya no de los esclavos, existían tres clases sociales: los dueños de la tierra, los campesinos y los ciudadanos. La mujer tenía una situación distinta, según a que clase pertenecía, por ejemplo la de clase dominante, del castillo para afuera gozaba de gran respeto, pero al interior estaba completamente sometida a las decisiones y caprichos de su marido, aunque ella era la responsable de la organización y administración de la producción al interior del castillo pues su marido normalmente se encontraba ocupado en guerras.
Esta economía de castillo dominada por la mujer, proveyó a la misma, pero de ascendencia noble una escueta instrucción sobre todo en costura, hilado y tejido, además de lectura y escritura básica. En los monasterios ingleses por ejemplo, se les enseñaba también el cuidado de enfermos, cuentas y cocina.
En los siglos XI y XII los monasterios eran importantes en la instrucción tanto de varones como de mujeres en ciencias naturales y filosofía, pero las mujeres no sólo se instruían dentro de los conventos, sino también fuera de ellos, llegando a destacar incluso en política, pero por supuesto estas mujeres formadas eran una rarísima excepción.
La economía natural de castillo empieza a perder importancia y se desmorona con el crecimiento del comercio, lo que degradó a la mujer reduciéndola a su labor procreadora y administrativa, de esta manera el nivel de instrucción de las mujeres de clase noble cae, pues ya no participa de la economía y producción emergente.
La situación del campesino en el feudalismo era de "hombre libre", a diferencia del esclavo, pero política y económicamente estaba subsumido a su señor, quien tenía poderes ilimitados sobre las y los campesinos. El hombre no tenía ningún derecho y estaba completamente sometido a su señor, pero dentro de su familia, emergía como el amo absoluto de su mujer e hijos, como consecuencia la mujer era sierva dentro y fuera de la familia. En síntesis, la mujer aristócrata y campesina no tuvieron igualdad ni independencia ni derechos fundamentales, aunque la primera gozaba de consideración y respeto fuera de las murallas de su castillo. Sólo para las mujeres de los artesanos, la situación era un tanto diferente, pues era parte del proceso productivo, aunque de manera secundaria y cuanto más hábil era, más respeto tenía, llegando incluso en el siglo XIV a formar gremios integrados exclusivamente por artesanas. Los gremios conformados por hombres y mujeres, tenían derechos iguales, éstas últimas tomaban decisiones importantes sobre el proceso productivo, aunque no se podía acaparar en todos los aspectos con los derechos de los que gozaban los hombres. Por lo tanto la situación de la mujer depende y varía del lugar que ocupa en el sistema económico desempeñando un trabajo útil y productivo para la sociedad.
El hecho de que el trabajo del hombre y la mujer sean valorados de la misma manera, minimiza las costumbres patriarcales y el seudo complejo de superioridad masculina. En contraposición cuando esto no es así, las mujeres dependientes de sus maridos y desvalorizadas en sus trabajos viven marcadamente oprimidas.
Pero hay un elemento más a considerar en la Edad Media, las constantes guerras que tenían que librar los hombres, hacía que estos, estén absortos en la violencia, cultivando mayormente el arte del manejo de las armas, en cambio la mujer, empezó aunque clandestinamente a elevar su instrucción lo que le permitió ser intelectualmente superior a su marido. Pero las autoridades clericales de la iglesia vieron en ello un peligro para su dominio espiritual, pues la mujer, mientras más instruida estaba en el arte de curar enfermedades, en la filosofía o astronomía más se alejaba de las supersticiones religiosas, por lo que fue etiquetada como hereje e instrumento de Satanás, siendo víctima de una de las etapas más crueles y sanguinarias en la historia de la humanidad: La inquisición, que coadyuvó a dominar el "espíritu salvaje" de la mujer, privándola de toda iniciativa intelectual y práctica condenando a la mayoría de ellas a la ignorancia científica y espiritual.
La situación de la mujer durante el nacimiento del capital
El capitalismo vence al feudalismo, no le era útil el trabajo de los siervos campesinos y la economía natural, sino el del obrero "libre" asalariado, necesitaba comprar fuerza de trabajo a costos lo más bajo posibles. En consecuencia, la mano de obra barata era la nueva palanca de crecimiento del capital.
El capitalismo tiene un proceso de desarrollo lento, atravesando diversas fases que le permitió concentrar el capital tanto en el comercio como en la manufactura, hasta desencadenar en la industria fabril y metalúrgica, posteriormente surge el capital financiero.
Este nuevo sistema económico aglutina sobre todo a un ejército de mujeres, que eran las más vulnerables en sus derechos y cuyo trabajo estaba infravalorado, por lo tanto más fáciles de explotar para obtener mayores beneficios. Surge una rama de la economía nueva hasta entonces: "el trabajo a domicilio" que se caracteriza porque el trabajador en cada producto renuncia a una parte de la ganancia en beneficio del capitalista, además para lograr un mínimo de vida tenían que aumentar la productividad de su trabajo teniendo como consecuencia de esta manera una jornada interminable a cambio de una remuneración miserable.
A diferencia del feudalismo en esta nueva etapa, se van consolidando dos grupos sociales antagónicos, los dueños de los medios de producción y los privados de estos medios, base de lo que muy pronto será la burguesía y el proletariado. Por lo tanto, la mujer se diferencia por su situación de clase, la mujer burguesa de cierto reconocimiento personal, pero de limitadas libertades, sin apremios económicos descargaba sus tareas domésticas sobre las espaldas de la mujer proletaria sin derechos, víctima de toda opresión y explotación. La mujer burguesa además podía tener acceso a estudios de ciencia y filosofía y también una limitada intervención en política, esta situación logró que muchas de ellas destacaran e incluso formaran círculos progresistas intelectuales, llegando alguno de ellos a plantear la igualdad de la mujer en todos los campos, situación que fue descalificada y difamada por la burguesía.
En cambio la mujer proletaria estaba marginada de la posibilidad de todo desarrollo intelectual y espiritual, es más, su situación se caracterizó por una triple opresión: privación absoluta de derechos civiles y sociales, servidumbre y ausencia de derechos dentro de la familia y explotación laboral.
La familia monogámica asentada ya en el capitalismo significó aún más la despauperización del trabajo de la mujer:
"La mujer, a pesar de su trabajo relativamente duro, no era un miembro útil a los ojos del Estado y de la sociedad, porque en efecto servía con su trabajo solamente a su propia familia. Para la renta nacional no se computaba el trabajo del miembro aislado de la familia, sino el resultado de ese trabajo, es decir, el total ingreso familiar, porque la familia era la unidad fundamental económica" Kollontai 1976
La sociedad burguesa no valoraba el trabajo de la mujer, consideraba su aporte como insignificante, esta situación se agudiza más, con el desarrollo de la técnica y la nueva división del trabajo que favoreció al capitalista en la obtención de mayores beneficios, porque las máquinas aumentaban la productividad del trabajo pero los obreros y obreras seguían recibiendo míseros pagos.
La mecanización de la productividad laboral encadenó todavía más a los trabajadores a la explotación por el capital, quien pagaba no por la productividad sino por la fuerza de trabajo totalmente desvalorizada. A las mujeres lo único que les quedaba era su fuerza de trabajo y si no podían acomodarse en alguna fábrica muchas terminaban prostituyéndose.
Esta nueva situación socioeconómica debía encontrar un asidero ideológico, razón por la cual no tardaron los ideólogos burgueses en proporcionar toda una teoría de la naturaleza humana, donde sostenían que la mujer es inferior al hombre. Incluso la iglesia dio pie a esta situación al argumentar que es el hombre el sustento de la familia, lo que fue muy bien aprovechado por los capitalistas para considerar la fuerza de trabajo de la mujer inferior a la del hombre, que lo que produce la mujer para su familia debía ser únicamente suplementario.
Este escenario cambia en los países altamente industrializados, en la fase más alta del desarrollo del capital la mujer empieza a desempeñar labores en la esfera de la producción y por ende se empieza a valorar su trabajo lo cual no significa que hayan acabado el problema de la opresión y explotación laboral, este persiste, simplemente la mujer con su lucha lograr conquistar algunos derechos laborales y sociales, pero no cambió la estructura capitalista e ideológica que todavía las oprime y explota.
CAPÍTULO III
La construcción subjetiva de la feminidad
En todas las sociedades a lo largo de gran parte de la historia sobre todo desde el surgimiento de las clases sociales, han existido múltiples formas de dominación y de control social con el fin de conseguir ventajas y privilegios para la clase dominante. Inicialmente estas formas de dominio eran de violencia física, se materializaban hegemónicamente en el cuerpo, en lo tangible, dejando laceración, dolor y mutilación. Posteriormente se dio formas mucho más sutiles y eficaces de dominio mediante la imposición de normas, leyes, sentidos, estereotipos, etc. creando un orden social profundamente excluyente que obedece a intereses económicos de clase.
Estas formas de dominación y control social pasaron a ejercerse desde la apropiación del cuerpo como en la sociedad esclavista, de esta forma apropiarse de las riquezas mediante el trabajo ajeno, con el transcurso del tiempo la religión en general y el cristianismo en particular fueron para los grupos de poder un instrumento de tremendo control social sobre las "almas" de las personas, mediante la invasión a la vida privada y consciencia de los sujetos en su intento de construir y manejar la subjetividad de los mismos hechos a la medida de las exigencias sociales de la época. Pero es con el capitalismo que este anhelado sueño alcanza su máximo esplendor, logrando penetrar profundamente en la subjetividad de las personas a través de la construcción de valores y conductas, que el sujeto no sólo las asume como un mandato sino que las siente como propias, como algo inherente a su ser, por lo tanto las defiende como algo "normal" y "natural".
En este sentido debemos comprender cómo y porqué se da la construcción de la subjetividad, tal vez de esta manera logremos acercarnos a responder cuáles son los mecanismos sociopsicológicos por la cual los explotadores han logrado penetrar de manera más sutil, pero no menos violenta a los explotados, para ejercer su dominio sin que este siquiera sea percibido. Para ello partamos indicando que las condiciones inmediatas de existencia como las económicas, políticas, sociales, culturales, sexuales, religiosas, etc. son las que influyen directamente en la sujeción de las personas. Los procesos de subjetivación están enmarcados dentro de una realidad sociohistórica que marca lo que debe ser "ser hombre" o "ser mujer", la subjetividad es entonces la expresión individualizada de estas condiciones inmediatas de existencia pues lo subjetivo y lo social no son existencias separadas más bien existe una interacción compleja permanente, sin embargo, la subjetividad no es mera síntesis de lo social ni lo social es simple suma de individualidades, aquello que constituye a un individuo como tal tiene su origen en las condicionantes socioeconómicas y culturales al que pertenece, que a través de sus diferentes instituciones mediante discursividades ideológicas lo determinan de una manera diferencial para que encaje en lo que se espera socialmente de ese individuo, en ese sentido lo social como realidad que sujeta a los individuos está conformada por reglas y convenciones que establecen las relaciones de dominio entre grupos sociales específicos.
De esta manera surgen categorías sociohistóricas que en esencia son excluyentes, como el género, etnia, clase social, religión, idioma, etc. Que además estratifican a estos diversos grupos en base a una lógica social dominante; lógica que tiene una base ideológica, política, religiosa, económica e incluso científica que marca el rumbo de lo que es bueno o malo para la convivencia en un orden social que para que perviva le da un carácter inmanente y naturalizado. Por lo tanto, este orden social regula, define y jerarquiza las pautas de las relaciones sociales de sus individuos determinando lo que éstos deben ser para no alterar ese orden, construyendo percepciones, cogniciones y sensaciones que el sujeto asume como suyas siendo esta una representación del mundo tan sutilmente impuesta que no necesita de constatación alguna y que incluso cuando se va contra este orden, se cree que es contranatura, constituyéndose como una violencia simbólica tal como lo propone Bourdieu (2000) pero esta consciencia simbólica está enraizada dentro de las estructuras de dominación, si bien no es consciente, es más que una representación mental, es un sistema de estructuras de dominación inscritas en los cuerpos y en las cosas, por eso es ilusorio pensar que se pueda vencer con tan sólo las armas de la consciencia y voluntad.
Lo histórico-cultural prescribe por lo tanto como se dijo anteriormente diferentes formas de pensar, sentir y ser para hombres y mujeres. Lo masculino y femenino determina el lugar desde donde se actuará, constituyéndose el género en la orientación de la forma de ser tanto a nivel personal como sexual.
El género como categoría excluyente, es una construcción parte del ordenamiento de la sociedad sobre la base de los sexos, de naturaleza política y económica que constituyen los pilares de la cultura y la sociedad.
Estas categorías genéricas de hombre-mujer se organizan en torno a opuestos supuestamente complementarios como lo activo-pasivo, racional-emocional, independiente-dependiente, fuerte-débil, etc. Categorías que privilegian a unos y devalúan a otros, la identidad masculina se desarrollaba en la esfera pública con posibilidades de éxito económico y profesional, en cambio lo femenino se desplegaba en la esfera privada, al interior de la familia, cuidando de los demás integrantes como "ama de casa".
La construcción del género psicológica y biológicamente tiene parámetros estrictamente masculinos definidos "científicamente" por la ausencia, la falta, la carencia y la atrofia fálica, que concluye en la envidia del pene que sostiene el psicoanálisis, estos parámetros moldean generalmente de forma inadvertida o inconsciente los destinos de pulsión, los ideales del yo, las inclinaciones aptitudinales, los sentimientos, hasta los vínculos que se establecen entre hombres y mujeres. En ese sentido también la intersubjetividad como vínculo humano, ya sea para formar pareja, vivir en familia o en comunidad está condicionado por elementos sociohistóricos, económicos, políticos, culturales a los cuales pertenecen los diferentes grupos y/o clases sociales, porque así cada individuo inviste y es investido por los demás creando de esta manera alianzas (Kaës 2007) en su gran mayoría inconscientes cuya función principal es anudar en los roles establecidos a los sujetos que componen determinada realidad social. Estas alianzas incluso producen efectos que van más allá de los sujetos que las elaboraron y de las circunstancias y del momento que las hicieron necesarias, transmitiéndose de manera psíquica de generación en generación, son alianzas construidas socialmente en determinado momento que imponen formas de conductas a través de obligaciones, prohibiciones y sujeciones haciendo que la subjetividad se construya tanto a nivel intra como inter y transubjetivo manteniendo a unos en situación de poder.
Lo masculino y femenino se debe entender siempre desde un momento y contexto histórico, desde una clase social, etnia y cultura determinada, que sin importar las variaciones existentes entre culturas, éstas imponen patrones conductuales y de normas incluso sentimentales para diferenciar a hombres y mujeres y tener a estas últimas en clara situación de desventaja. Pero sus integrantes se apropian de manera individual y subjetiva de esas realidades sociales y emocionales pues lo masculino y femenino no es algo general y abstracto, se debe comprender como producciones sociales en un momento dado de carácter dialéctico, pues no están exentas de tensiones ni de cambios.
La clase social como elemento ordenador de la sociedad y excluyente en términos económicos, condicionan la desigualdad de las mujeres y las colocan en sitiales diferentes respecto a la propiedad de los medios de producción y a la división del trabajo manual-intelectual.
A nivel de la construcción de la sexualidad femenina existe una marcada "prohibición de ser para sí", situación que se consolida sobre todo con el surgimiento del patriarcado y la familia monogámica que hace de la mujer propiedad privada del "pater familia" esta prohibición ejerce una función de control y coerción subjetiva en las mujeres por lo que su transgresión además de ser socialmente peligrosa se vive con temor, culpa y vergüenza.
Pero no sólo en el plano sexual, sino también en todo lo que respecta a la feminidad, el simple cuestionamiento de esta "esencia femenina" tiene como consecuencias en muchas mujeres la depresión, el miedo al rechazo, la autorepulsión, etc.
Por ejemplo el patriarcado hizo de la maternidad el eje principal de la naturaleza femenina y en el ideal que espera la sociedad, una mujer que elige no ser madre es vista como un espécimen raro, desde la propia familia hasta la colectividad.
Apoyados en el determinismo biológico, consideran que la maternidad recae específicamente en las mujeres, sin tomar en cuenta que la maternidad también tiene un doble carácter a nivel psíquico y social, este estereotipo biológico argumenta que la maternidad es algo natural e instintivo, estereotipo introyectado y asumido por las mujeres a partir del cual construyen su subjetividad bajo la premisa madre=mujer que el sistema capitalista intenta perpetuarlo y vestirla de naturalidad, para que aquellas que se encuentran subyugadas no sólo lo asuman sino también reproduzcan en las nuevas generaciones las mismas condiciones de su propia dominación, además esta capacidad procreativa antiguamente valorada, actualmente es legitimada por el varón, lo que conlleva conflictos legales que humilla a las mujeres cuando estas se encuentran como madres solteras.
Por lo tanto lo subjetivo como universo simbólico asigna sentido a la forma de ser de las personas o a cualquier suceso y para no ser cuestionado se construye y se sostiene en convenciones sociales, que incluso preexisten al individuo formándolo desde la infancia. El psicoanálisis llega a aseverar que incluso está formación se da antes del propio nacimiento del individuo, pues la familia ya tiene expectativas que marcaran las pautas con las que el nuevo individuo deberá guiar su vida, pues toda esa red de sentido conforma su ser.
"El universo simbólico es distinto de una cultura a otra, es diferente dentro de los distintos estratos de una cultura y al mismo tiempo es necesario e imprescindible, esto es, no existe actividad social si no hay representación simbólica, producción de significación en lo que se está haciendo" Raquel Gutiérrez Aguilar pág. 1999
Este universo o campo simbólico como se denomina influye considerablemente la forma de nuestro pensamiento, de nuestros sentimientos, de nuestro actuar y ser en el mundo sobre la base de convenciones socialmente aceptadas; aspecto que no debe entenderse como un determinismo acabado, sino como elementos de considerable influencia que producen disposiciones "permanentes y transponibles" (Bourdieu), en más de los casos de manera inconsciente que obran en hombres y mujeres pertenecientes a determinadas épocas, que sienten ese universo simbólico como la única vía de sentido de pertenencia al grupo, pues en el colectivo social se mantienen las valoraciones de lo que es adecuado hacer, sentir, pensar, etc. Y de lo que no lo es.
A nivel de la sexualidad, ésta es organizada de manera diferente en la cultura para ambos géneros, pues no es algo naturalmente dado, si no es una construcción social que determina la sexualidad, pero el cuerpo no es una tabula rasa sobre la cual se escribe los roles de hombre o mujer pero tampoco se es hombre o mujer desde que uno nace determinado por la genitalidad; es más bien una construcción de relaciones y fuerzas donde la mujer está en clara situación de desventaja.
Psicólogos cognitivos y neurocientíficos aseveran que existen procesos cognitivos y funciones cerebrales en los humanos que favorecen las interacciones con la realidad externa, por lo que la cultura a través de la educación, la religión, los roles establecidos, la economía, etc. no tendría posibilidad alguna de influencia o esta sería insignificante si no fueran por estos procesos y funciones cerebrales, pero los mencionados procesos como lo demuestran estas disciplinas científicas son influidos y moldeados de manera considerable por medio de las propias interacciones de los que ellos mismos forman como posibilidad. Las emociones moldean las neuronas, la experiencia forma los circuitos cerebrales, las actividades grupales desarrollan áreas de determinadas funciones.
Las capacidades de la mente como la simbolización, significación, memorización, interrelación, síntesis, selección de información, procesamiento de datos, toma de decisiones, reflexión, auto-observación, etc. no son autónomas o independientes por sí mismas, sino que responde a un proceso evolutivo social. En este sentido el lenguaje tiene un papel preponderante en los procesos de constitución del individuo en la realidad material y simbólica.
Sexualidad: cuerpo y lenguaje
Tanto el cuerpo como el lenguaje son procesos duales en la construcción de identidades sexuales de la mujer, pues ambos son construidos en el contexto cultural.
El cuerpo es una realidad material y simbólica, pues además de lo biológico, de su estructura orgánica, es una representación o proyección de todo un sistema de significados, como categorías sociales (género, estereotipos) sistemas de reconocimiento (que pueden ser propios, ajenos o compartidos) y expectativas normativizadas.
La cultura mediante sus instituciones educativas, religiosas, políticas, etc. se encarga de construir los significados en gran parte inconscientes de la imagen social del cuerpo, así la cognición como parte de la estructura del cuerpo experimenta estas influencias para poder comprender, sentir e incorporar de manera subjetiva ese entramado social que marca las pautas de lo que se debe experimentar como cuerpo, es aquí que se entra en el plano del individuo histórico, mutable, perteneciente a un contexto social determinado.
Por lo tanto, el cuerpo del individuo histórico está marcado por los procesos de evolución de la cultura a través de la historia, si bien es, una experiencia individual, la cultura se materializa en el individuo, por lo que éste no puede escapar a sus influencias, como aseveran los subjetivistas.
El lenguaje tiene notoria influencia en la configuración de la realidad, el lenguaje está inmerso en una red social de interacción flexible y en evolución, desarrollada a lo largo de millones de años, es un proceso cognitivo simbólico, y como tal nos ayuda a comprender el cuerpo en su contexto simbólico e interactivo en el que ha sido construido, pues el cuerpo entendido como resultado de su biología se reduce a lo orgánico, fisiológico, molecular, ajeno a lo social y a la construcción de géneros, pues el sexo es a medio biológico y la sexualidad a sociedad.
Por lo tanto el cuerpo es el lugar donde la sexualidad es una realidad en la vida del individuo, marcada por la realidad social cambiante y circunstancial, el lenguaje permite entender al cuerpo como un proceso histórico de socialización, en lugar de esencial o de naturaleza humana como pretende la ideología burguesa, incluso el individuo antes de nacer está sujeto a diversos significados, representaciones, valores, costumbres, etc. que determinan los comportamientos.
Las diferencias de géneros, su jerarquía social, los valores construidos en torno a ellos se reflejan en el lenguaje a través de su uso y contenidos, al menos en el idioma español marcadamente sexistas, donde las características del varón, son construidas como paradigmas de la humanidad, de la cual la mujer es secundaria y en muchos casos inexistente, por ejemplo hasta hace poco existían sólo términos masculinos y no femeninos para designar a juez y no jueza, médico y no médica, por lo tanto el control del lenguaje, del vocabulario y de sus significados, es de gran importancia para los grupos dominantes.
Discurso de la sexualidad
La sexualidad desde las primeras culturas constituyó siempre un conjunto de creencias, actitudes y comportamientos que se transforman en la interacción con otros cambios sociales, como la economía, la religión, las relaciones de poder entre clases sociales, de esta manera adquiere nuevos significados y formas de experimentar y/o vivenciar, fundamental para la identidad de los individuos.
Para Foucault y Weeks estos estereotipos sexuales logran discriminar y preservar las diferencias de clase y/o de raza, por esta razón por ejemplo el comportamiento sexual de la clase trabajadora y de la población negra era catalogada como indecente, promiscua, pervertida, vulgar, de naturaleza pecaminosa, en contraposición a la de la clase burguesa como refinada y educada, pero también debemos agregar que estos estereotipos ponen a la mujer en un situación de desventaja respecto al varón sin importar a que clase social pertenezca, pues en ellas el placer y el erotismo están construidas social y culturalmente de manera distinta a la del varón tanto a nivel psicológico como afectivo y emocional llegando en muchas culturas a estar prohibidas o estar en un contexto de violencia y abuso, de ahí las prácticas de la oblación, por ejemplo.
La sexualidad para el hombre está vinculada con el goce, el placer, el erotismo, en cambio para la mujer esta reducida a la reproducción, incluso teorías científicas sostenían que la maternidad inhibía la libido de la mujer en beneficio de los instintos de protección y cuidado a la progenie. La sexualidad es alienante para la mujer, con valores desiguales y realidades distintas sostenidas en instituciones sociales que mantienen un desequilibrio entre géneros y clases sociales cuya transgresión es severamente castigada moral y judicialmente.
¿Pero por qué la sexualidad femenina ha sido reprimida? ¿Por qué ha convenido al varón?
Las respuestas se han dado a lo largo del desarrollo del texto, pero cabe puntualizar que esta situación por donde se analice dio al varón un lugar prominente como titular del poder público y social, ha dado lugar a que casi todas las culturas se construyan en base a modelos masculinos naturalizado en sociedades patriarcales que sostienen la creencia de la superioridad masculina.
Esta desigualdad sexual condena a la mujer a su mísero ámbito doméstico, negándole o dificultándole a desarrollarse en otros terrenos como el científico o artístico en general. Esta desigualdad impuesta violentamente ha imposibilitado su desarrollo cognitivo, emocional y espiritual y a allanado el camino del dominio del varón.
¿No es una contradicción para el varón la represión sexual femenina? ¿No limitaría también los deseos varoniles de promiscuidad practicadas en la etapa más antigua de la historia humana? Si fuese así ¿Por qué se da este cambio?
Las razones hay que buscarlas en lo que se conoce como la revolución agrícola, etapa donde comienza a consolidarse el sedentarismo, pues empieza a darse un excedente alimentario y una mejora nutritiva por lo que también mejora la capacidad reproductora de la mujer ampliándose el número de nacimientos, se lucha por el excedente, surge la propiedad privada, por lo tanto el varón no sólo quiere asegurar su patrimonio sino aumentarlo a través del trabajo que aportaban la mujer e hijos; por tanto, mientras más hijos tuviera la mujer, más ventajas obtendría el varón. Así que debía estar seguro de su mujer y de que los hijos de ésta eran de él, por lo tanto se va imponiendo la relación sexual monógama. De esta manera se aseguraba el clan y el aumento de poder de éste frente a los otros clanes, por lo que la exigencia de la fidelidad femenina se impuso a través de construcciones morales, religiosas y jurídicas, notoriamente opresivas con la mujer, cohesionada por la dependencia económica, que inhibió la sexualidad femenina, exigiéndole sólo a ella la fidelidad en cambio el varón camina sin restricciones por la promiscuidad sexual, siendo incluso valorado como atributo natural masculino hasta la actualidad.
CAPÍTULO IV
La situación actual de la mujer en Bolivia
Históricamente en Bolivia, la presencia de las mujeres en las luchas sociales ha sido permanente y determinante, desde los levantamientos indígenas del siglo XVII pasando por su lucha contra las dictaduras militares, hasta los conflictos de la guerra del agua y del gas. Muchas de sus luchas han estado vinculadas a proyectos de transformación profunda, no obstante sus demandas nunca fueron incorporadas al sistema político.
La mujer en el campo comparte con la mujer de la ciudad la condición de oprimidas en una sociedad patriarcal y machista, opresión que se manifiesta principalmente en la violencia doméstica, tan extendida como oculta.
Pero hay tres esferas, en las cuales se ve más agudizado el problema de la mujer, nos referimos al plano laboral, educacional y de salud.
La mujer en el espacio del trabajo
La realidad laboral de la mujer está condicionada por su situación social, notoriamente marcada por la división de clases, lo que hace que las mujeres vivan realidades distintas, por ejemplo, la mujer burguesa tiende a reproducir la ideología dominante llegando incluso a explotar a mujeres de clases empobrecidas, lo que le permite desprenderse de su rol doméstico y crianza de sus hijos, obteniendo así tiempo para trabajar fuera de casa y sentirse de esta manera productiva, estudiar para obtener una formación técnica o profesional, frecuentar grupos de ocio cultural, incluso tener tiempo de militancia política que en algunos casos le ha permitido ocupar cargos administrativos, situación que la ubica en condiciones de igualdad frente a los varones, por lo que su concepto de libertad está reducido a la conquista de derechos ante la ley burguesa, lo que hace que sientan como grandes logros históricos la presencia de mujeres en el plano político, académico, científico, artístico, etc. olvidando a las miles o millones de mujeres que siguen constituyendo el grueso mayoritario de la población empobrecida y oprimida en Bolivia.
La situación de la mujer por lo tanto no es homogénea, está determinada por su condición de clase, donde algunas ideológica y políticamente se encuentran más retrasadas que otras.
En Bolivia hasta el 2012 según datos del CEDLA, las mujeres representaban al 45 por ciento de la población trabajadora, sobre todo en el mercado informal en condiciones de vulnerabilidad, con salarios menores al de los varones incluso en las mujeres con formación profesional el índice de desempleo es mayor en relación al de los varones y perciben menores salarios pese a las modificaciones en la Ley General del Trabajo y la Constitución Política del Estado.
Un informe del ECAM del 2014 indica que Bolivia es uno de los países en Latinoamérica con las tasas más bajas de participación laboral de las mujeres, pese a que según el Censo del 2012 la participación de las mujeres en el ámbito del trabajo se ha incrementado, situación que nos permite concluir que este incremento no es significativo.
Muchas empresas y fábricas prefieren varones aunque paguen relativamente más, pues así se evitan los gastos en seguridad social, como los tres meses de baja médica, el horario de lactancia, la obligatoriedad de espacios para el cuidado de sus hijos, etc. Además que todavía prima el pensamiento patriarcal de que las mujeres no responden en el trabajo igual que los varones y que su lugar es el ámbito doméstico, realizando un trabajo económico que el capital no quiere reconocer, razón por la cual muchas mujeres se ven empujadas a buscar fuentes de ingreso en el ámbito laboral informal como el comercio minoritario menos productivo y desprotegido que apenas les da para subsistir y donde la precariedad tiene su mayor manifestación o siendo subempleadas o terciarizadas con bajos salarios, lo que incide en su mayor empobrecimiento.
Por el otro lado los trabajos asalariados en los cuales tienen espacio son para la realización de tareas rutinarias y menos especializadas, donde la mano de obra es fácilmente sustituible, como las barrenderas, limpieza, servicios, el PLANE, etc.
También el acoso laboral es más notorio en las mujeres, por su condición de madre trabajadora, por ocupar roles de menor rango y calificación laboral y sobre todo si desempeña cargos de dirigencia sindical
La brecha salarial está también marcadamente distante entre varones y mujeres, de acuerdo al CEDLA en 2010 el salario de la mujer equivalía al 73 por ciento con relación al de los hombres que realizaban la misma tarea, en el 2011, esta situación se agudizó, pues la mujer percibía sólo el 56 por ciento.
De acuerdo a REMTE las mujeres están concentradas en la categoría de trabajadoras por cuenta propia (32,47%) trabajadoras familiares o aprendices no remuneradas (34,36%) como asalariadas son principalmente empleadas (19,95%) empleadas del hogar (7,17%) sólo el 2,7% se halla en condición de obreras y no todas con seguro social. De todo el porcentaje sólo el 34 por ciento hace aportes a las administradoras de fondos de pensiones.
Está falta de seguridad en la relación laboral, típico sobre todo de un capitalismo atrasado, provoca que las trabajadoras ingresen a un círculo de ocupación y desocupación, lo que psicológicamente da mayor poder al capitalista para controlarlas y disciplinarlas profundizando la sumisión de las trabajadoras a las decisiones de su patrón.
Bolivia como país de capitalismo atrasado, acumula su capital en la extracción de sus recursos naturales para exportarlos como materia prima y en la explotación de su fuerza de trabajo, ésta última se caracteriza en la extensión de su jornada de trabajo y en el pago de salarios por debajo de su valor, sobre todo en las mujeres.
Los últimos datos del censo 2012 indican que la participación de la mujer en el trabajo aumentó, pero cabe enfatizar que ésta se ha incorporado a los empleos menos productivos y peor remunerados, ello se debe sobre todo a la discriminación, subvaloración por el hecho de ser mujer y a que sus niveles de educación son más bajos que de los varones, situación que la ubica en una escasa capacidad para generar ingresos.
La mujer y la educación
Hasta principios del siglo XX el acceso de las mujeres a la educación estaba restringido, los gobiernos liberales hicieron una reforma educativa que contemplaba la educación técnica, la educación indígena y la educación de las mujeres. Para 1912 sacaron a siete mujeres bachilleres todas ellas de clase media, se empezó a contemplar la educación como un medio de emancipación, las universidades lentamente empezaron a recibirlas en sus aulas, pero sobre todo la mayor parte de las mujeres con estudios superiores eran normalistas y no se tienen datos de mujeres indígenas o proletarias que hayan cursado esta carrera.
Pese a que el analfabetismo, la deserción escolar y el nivel de instrucción en las mujeres en relación a los varones ha estrechado la brecha que los separaba, la realidad sigue siendo asimétrica, todavía gran parte de las mujeres están excluidas de los estudios de formación superior, sobre todo las que vienen de estratos sociales empobrecidos, lo que ha contribuido a mantener su marginación social, además que en Bolivia prima una cultura patriarcal, machista, que asigna a las mujeres roles subordinados y dependientes sobre todo en la esfera reproductiva y cuidado de la vida familiar, situación que es más notoria en áreas periurbanas, rurales y el campo.
Sin importar la formación profesional que tengan, las mujeres tienen la tasa de desempleo más elevada que la de los varones, sueldos inferiores y mayores dificultades para obtener trabajo y especialmente estabilidad laboral. Para muchas de ellas la maternidad significa ponerle fin a todas sus aspiraciones de formación y de desempeño laboral, pues la responsabilidad doméstica recae enteramente sobre ellas.
Aunque muchas han conseguido ingresar al campo laboral de riqueza productiva socialmente valorada pero en condiciones totalmente desfavorables, además este ingreso no ha significado que se hayan librado de las responsabilidades domésticas que en la gran mayoría sigue recayendo sobre ellas, haciendo que tengan una "doble jornada" por ende una doble explotación, un grupo de mujeres, pertenecientes sobre todo a la clase media o a la burguesía no tiene esta doble jornada de trabajo, pues sus responsabilidades domésticas recae en otra mujer, contratada para cumplir con estos servicios.
Cabe mencionar que pese a tener menor presencia numérica en relación a los varones y a tener mayor abandono de estudios superiores tienen una importante presencia entre los graduados y titulados.
Una característica en los estudios que escogen los estratos empobrecidos es que hay una tendencia mayoritaria a elegir carreras valoradas socialmente como femeninas como la repostería, peluquería, costura, etc. tradicionalmente infravaloradas y por ende mal remuneradas.
En cambio las mujeres sobre todo de clase media se inclinan por formarse en la educación, donde tienen una presencia mayoritaria en los niveles parvulario, inicial y primaria, su presencia disminuye en la educación secundaria y más aún en la enseñanza universitaria, donde la balanza se inclina a favor de los varones. Otro campo donde hay presencia mayoritaria de mujeres es la salud, pero a nivel de enfermeras, donde se ha podido constatar la subordinación y maltrato por parte de sus superiores, médicos en su mayoría varones, que las consideran no aptas para ocupar cargos de dirección y/o planificación en instituciones de salud.
La mujer por tanto, pese a las cifras optimistas que indican un cambio, sigue en una posición de desvalimiento respecto al varón incluso aquellas que poseen un título universitario, pues la doble jornada hace que muchas de ellas vayan abandonado la esfera pública de trabajo y se aíslen en la esfera doméstica al servicio de la familia, del esposo y de los hijos.
Mujer y salud
La mortalidad materna es un problema de salud pública lacerante que afecta sobre todo a la mayoría de países empobrecidos o en vías de desarrollo, repercutiendo notoriamente a nivel familiar, social y económico.
Como causas principales de mortalidad materna se tiene a las complicaciones del embarazo y el parto sobre todo en mujeres en edad reproductiva. Según la OMS, en su informe sobre la mortalidad materna (2012) más de una mujer muere en el mundo cada minuto, revela que cada día fallecen en todo el mundo unas 800 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. En 2010 murieron 287.000 mujeres durante el embarazo y el parto o después de éste. Prácticamente todas estas muertes se produjeron en países de ingresos bajos y la mayoría de ellas podrían haberse evitado.
La situación de la mujer boliviana en el campo de la salud sigue siendo precaria y la de peores resultados en el continente. Pese al discurso oficial del Ministerio de Salud, que indica que la mortalidad materna disminuyó en los tres últimos años, Bolivia mantiene uno de los niveles más altos de mortalidad materna e infantil en la región. Las causas principales son hemorragias en postpartos y las infecciones. Aun con la vigilancia del Servicio Universal de Salud (SUMI), los índices de mortalidad se mantienen elevados, principalmente en el área rural.
Un reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que el índice de mortalidad materna en Bolivia llega al 64 por ciento en el área rural, pues este sector de la sociedad todavía es la más vulnerable, ya que tiene cuatro veces más probabilidades de fallecer por complicaciones del embarazo, parto o postparto. Esto es sólo una foto de la situación de la salud, pues es muy difícil llevar un registro cabal de la mortalidad materna, principalmente por falta de los mismos.
Pero en otros aspectos de la salud, la mujer no cuenta con seguro social, lo que agrava todavía más su situación, pues no tiene acceso a los tratamientos ginecológicos que evitarían las penosas enfermedades como el cáncer uterino, de mama, etc. a esto se suma la falta de información fruto de su marginación de las esferas públicas.
El problema de los embarazos precoces y no deseados es otra realidad que día a día golpea a mujeres sobre todo adolescentes, lo que las lleva a tomar la decisión de abortar, situación que eleva aún más las cifras de muertes.
Las estadísticas de la violencia de género
La violencia hacia las mujeres que en muchos casos termina con la muerte de ésta, ha adquirido características de crueldad y ensañamiento, lo que ha movido a las autoridades de gobierno a encontrar la solución más rápida, pero totalmente ineficaz, la creación de la Ley 348 de 9 de marzo de 2013 "Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia" con el cual "se pretende garantizar a las mujeres el derecho a no sufrir violencia física, sexual y/o psicológica tanto en la familia como en la sociedad."
Por supuesto es de enorme ingenuidad que una ley por si misma venga a solucionar un problema tan arraigado en la sociedad, es como pretender creer que únicamente cerrando el paraguas dejará de llover.
De acuerdo a datos de CIDEM, desde el año 2009 hasta junio de 2014 se han registrado 551 feminicidios, superando a casos de asesinatos por inseguridad ciudadana y otros en la misma fecha, que llegaron a 313. Sin contar los casos de violencia psicológica y sexual. Según datos de la misma fuente, del 100% de feminicidios, más del 60% son de tipo conyugal, lo que permite deducir el grado de poder que se atribuyen las parejas sentimentales sobre las mujeres; luego está el de tipo sexual, infantil y familiar. Muchas de las víctimas de feminicidio han muerto luego de ser torturadas y violadas y en algunos casos descuartizadas. Bolivia está considerada como el país latinoamericano con el nivel más alto de violencia física contra las mujeres y el segundo en casos de feminicidio después de Haití.
Está ley a la que hicimos mención, ni siquiera ha sido capaz de agilizar los procesos para una pronta sentencia del agresor, desde su promulgación en marzo de 2013 hasta noviembre de 2014 se cometieron 206 feminicidios, pero sólo ocho juicios llegaron a sentencia. Según cifras oficiales solo el 40% de mujeres concreta la denuncia, mientras que el restante 60% desisten de proseguir con la causa por la complejidad del proceso, la presión familiar y el temor a sus parejas.
Las instituciones ya existentes como el Ministerio Público y creadas recientemente como la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) y Servicios Legales Integrales Municipales (SLIM) son precarias, pues no cuentan con presupuesto, infraestructura adecuada, ni personal calificado, además a esto se suma que muchos de estos cargos están politizados para la gente de base del partido de turno.
Este tipo de violencia se lo intenta justificar sobre todo a través de la patologización del agresor o el estado de embriaguez de éste, pero de acuerdo a un estudio chileno, que sirve de base para refutar esta situación, ni siquiera el 2% de los agresores llega a tener algún tipo de patología asociada, al contrario muchos de ellos son hombres considerados "normales".
Las razones de la violencia se la soslaya y no se menciona o se la hace de manera muy superficial que la cultura en la que se desenvuelven sus individuos se sostiene en relaciones patriarcales y machistas de superioridad y dominación hacia las mujeres, profundizadas todavía más en el sistema capitalista predominante. Por lo tanto tratar de explicar el fenómeno de la violencia a la mujer al interior de la familia como un ente aislado, de dominio privado y absolutamente conyugal, sin tomar en cuenta lo social y las relaciones de opresión y explotación capitalistas que se dan, es ver el fenómeno de una manera completamente errónea.
Para una comprensión de la violencia a la mujer: sociedad, familia y relaciones de género.
Las bases materiales que oprimen a las mujeres deben ser abolidas y junto con ella debe darse transformaciones en el ámbito de los actuales vínculos entre hombre y mujer fruto del tipo de sociedad que genera el capitalismo, estos vínculos fuertemente asentados en las relaciones de género que implica como lo sostiene Ester Kandel contradicción, antagonismo, lucha por el poder, resistencia a considerar que los sistemas dominantes (capitalismo, patriarcado) son totalmente determinantes y que las prácticas sociales son un reflejo de estas determinaciones.
En ese sentido la familia de corte patriarcal para la mujer es el espacio institucional que sacraliza su opresión, pues a su interior también prevalecen las relaciones de género sin diferenciar la clase social a la cual esta pertenece, pero obviamente las que pertenecen a las clases más empobrecidas sufren con mayor rigor el yugo opresor. El trabajo que desempeña al interior de la familia como "ama de casa" no es valorado en términos reales productivos, haciéndola doblemente dependiente tanto del capital como de su marido, aunque en la actualidad existe cierto acceso de las mujeres a un trabajo remunerado que les permite obtener relativa independencia, esto no significa que quedan libres de las faenas domésticas y del cuidado de los hijos, sobre todo las de la clase proletaria. Situación distinta en las mujeres burguesas que para liberarse del dominio familiar depositan en otras mujeres estas responsabilidades a cambio de un mísero sueldo en la mayoría de los casos sin ningún tipo de beneficio social.
En las mujeres proletarias el yugo familiar les cae con más saña, pues después de cumplir extensas jornadas de trabajo deben asumir solas las responsabilidades que les espera en sus familias, por lo que cuanto más se extiende el trabajo asalariado de la mujer, más notoria la descomposición de la familia de tipo patriarcal.
Al interior de la familia existen roles marcados socialmente a partir de unos valores determinados resultado de la historia, que en la mayoría de los casos se formalizan en leyes o costumbres. La diferencia que se establece entre varón-mujer determina la forma de relacionarse de la pareja dentro como fuera de la familia, relación totalmente asimétrica, acentuada aún más en la sociedad de clases capitalista.
"Los patrones y modelos económicos y sociales de familia planteados por el sistema patriarcal y reforzado por el sistema capitalista, sitúan a las mujeres en un marco de subordinación con relación al varón y ésta inferioridad se acentúa mucho más si se es mujer obrera o campesina indígena" Campaña feminista ASR-Bolivia.
Por eso la familia no es una célula aislada, más todo lo contrario es el resultado de las relaciones socio-económicas capitalista que llega a transformar la misma psicología humana llevándola al extremo del individualismo, la idea del derecho de propiedad no sólo sobre las cosas, sino también de un ser sobre otro y la idea de la desigualdad natural en la relación varón-mujer que subyuga a ésta última en todas las esferas de la vida incluida la sexual, situación que se convierte en uno de los factores de violencia de pareja al interior de la familia.
Esta violencia conyugal desde la óptica psicológica es definida como una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza física, psicológica, política y económica, implica una relación de subordinación, donde por lo común se intenta maquillar como una relación complementaria (activo-pasiva, racional-emotiva, competitivo-cooperativa, etc.) lo que ayuda a naturalizar la violencia invisible a la mujer; naturalización que hace muy difícil que la persona que lo sufre la cuestione.
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