Casco Histórico del Barrio Montserrat (Buenos Aires, Argentina) (página 2)
Enviado por Sebastian Fillia
En 1950, se concreta su ensanchamiento en el tramo comprendido entre Chacabuco y Paseo Colón.
El tramo de mayor movimiento es el que va desde la Av. Entre Ríos hasta 9 de Julio. Este sector es conocido como la "mueblería de la ciudad", dado que allí se concentran una gran cantidad de comercios del rubro muebles.
· Calle Defensa: Llamada así en homenaje a la defensa de la ciudad en el año 1807. La ciudad crecía hacia el sur ya que la calle Defensa, conocida como calle Real, era el camino obligado al puerto del Riachuelo, por eso era la calle más transitada.
A través de los años recibió diferentes nombres, entre ellos:
1738 – 1769 Mayor
1769 – 1808 De San Martín
1808 – 1822 Liniers
1822 – 1849 Reconquista
1849 a hoy Defensa
· Calle Alsina: Toma su nombre en homenaje al jurisconsulto, político, Gobernador de Buenos Aires y Vicepresidente durante el mandato de Sarmiento, Adolfo Alsina.
Al cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento (29 de Diciembre de 1877), la Comisión Nacional de Homenaje colocó una placa con el escudo nacional en el Cementerio del Norte, y poco después se asignó su nombre a esta calle.
· Av. Julio Argentino Roca:
Esta avenida también llamada Diagonal Sur data de 1931.
· Calle Hipólito Yrigoyen: La Avenida Presidente Hipólito Yrigoyen, también conocida por Avenida Pavón, su denominación antigua, es una importante arteria del sur del Gran Buenos Aires, que comienza en una bifurcación del Puente Pueyrredón y termina en la Ruta Provincial 6, recorriendo un trayecto de poco más de 30km.
El llamado Camino Real nace a principios del siglo XIX como medio para transporte de vacas y ganado desde el sur de la Ciudad de Buenos Aires, hasta los mataderos y saladeros que había en ésta última, cruzando el Riachuelo.
De todos los caminos que van hacia el sur del conurbano, éste fue el último en formarse. Recibió varios nombres en los diferentes tramos, como Camino Real, Calle Honda, Calle Oscura (en algunos tramos como Remedios de Escalada), Martín Rodríguez y Necochea (en algunos tramos como Lomas de Zamora) y más tarde Avenida Pavón, nombre que conservó durante buena parte del siglo XX y con el que es a menudo nombrada cotidianamente, especialmente en la localidad de Avellaneda.
Su trazo se corresponde en buena parte con el de la Ruta Provincial 210 en la mayoría de sus tramos.
En un determinado momento se unificó el nombre y la numeración a lo largo de toda su trayectoria.
Durante los años '90, cuando Eduardo Duhalde era gobernador de Buenos Aires, se realizó un importante ensanche a lo largo de toda su trayectoria y se colocaron nuevos semáforos y señalizaciones a lo largo de la misma, pudiéndose observar ahora el mismo estilo de señalización desde su comienzo hasta su final.
· Balcarce: Durante siglos fue la última calle de la ciudad antes de llegar al Río de la Plata. Por esta misma razón no era muy habitable debido a que por su cercanía con la costa eran comunes los desmoronamientos durante las crecientes, a lo que se sumaban los pantanos y desagües de los terrenos del alto de la barranca, que la hacían intransitable.
Su primer nombre fue Camino de la Ronda, debido a que el llamado rondín policial (sereno) la recorría por la noche. Entre 1738 a 1744, cuando el Fuerte de Buenos Aires estuvo concluido, comenzó a llamarse del Fuerte. Pero en 1769 durante una tormenta intensa seguida durante días de vendavales y creciente del río se decidió sacar la imagen del Santo Cristo de la Catedral para pasearla por la ciudad y pedir ayuda divina. A medida que la imagen recorría la ciudad la tempestad cedía, por lo que la población, agradecida, festejó el "milagro" y decidió darle a la calle del Fuerte el nombre de Santo Cristo.
Mantuvo ese nombre hasta 1808 en que se la denominó de Gana, en homenaje a don Pío Gana, comandante del batallón de Arribeños, que murió en defensa de los derechos del soberano. Ya era una calle donde existían casas de poco valor, con techos de teja y empinadas escaleras de madera.
Fue el 22 de noviembre de 1821 que el gobernador Martín Rodríguez decretó llamarla ´´Balcarce´´, en honor de Antonio González Balcarce, vencedor de la batalla de Suipacha, y después de tener en cuenta el pedido de la viuda de éste. La elección de esta calle para homenajearlo era que dicho militar había tenido su casa sobre la misma, en el nº 161, algo al sur de la calle Victoria (hoy Hipólito Irigoyen), muy cerca de la esquina sobre la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo).
· Av. Rivadavia: Debe su nombre al primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia. Desde 1935 hasta 1988 el tramo que se encuentra fuera de la Ciudad de Buenos Aires formó parte de la Ruta Nacional 7.
Fue la primera calle empedrada, habiendo utilizado para tal fin piedra proveniente de la isla Martín García o de la Banda Oriental. Se llamó "Camino Real", luego "Las Dos Torres" porque el edificio de la Catedral tenía dos torres que dominaban la ciudad construida por el Arquitecto Andrés Blanqui. Después del triunfo sobre las Invasiones Inglesas se la llamó "Reconquista".
Por ella desfilaron los restos de Facundo Quiroga, tomando de este su nombre en 1835, durando solo un año ya que se la denominaría "Federación", hasta que en 1857 finalmente toma el nombre de Av. Rivadavia.
Es considerada la avenida más larga del mundo. Según cifras de Tránsito de la Ciudad, sólo en la ciudad de Buenos Aires, la avenida tiene 106 cruces con semáforos. En toda su extensión pasan 83 líneas de colectivos. 9 de las 14 estaciones de la Línea A de la red de subterráneos porteña corre bajo la avenida, la Línea D nace en la intersección de esta avenida y Diagonal Norte; y en el barrio de Balvanera a la altura de Avenida Pueyrredón, cruza la Línea H recientemente inaugurada.
Comúnmente se la denomina como el límite entre la zona norte y la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. Todas las calles y avenidas cambian de nombre al cruzarla, con excepción de la Avenida 9 de Julio y la Avenida General Paz.
Damos comienzo a nuestro recorrido visitando:
La Basílica de Nuestra Señora del Rosario y Convento de Santo Domingo que es un templo católico ubicado en el barrio de Monserrat que data de mediados del siglo XVIII.
Aunque los dominicos ocuparon el predio desde principios del sigo XVIII, no fue sino hasta 1751 que se comenzó a levantar el actual edificio diseñado por el arquitecto turinés Antonio Masella. La iglesia fue finalmente consagrada en 1783, sin estar finalizada, luego de que los arquitectos Francisco Á lvarez y posteriormente Manuel Á lvarez Rocha continuasen la obra de Masella.
Posteriormente, ya en el siglo XX fue elevada, al rango de Basílica.
Cuando el 2 de julio de 1807 los ingleses intentaron apoderarse de Buenos Aires por segunda vez, el convento fue teatro de un glorioso episodio. Los invasores se habían atrincherado allí, y desde la única torre que tenía en aquel entonces ofrecían resistencia a las fuerzas de Santiago de Liniers. Muchos de los cañonazos disparados hacia el convento dieron en la torre, quedando las balas incrustadas en ella. En la época de Juan Manuel de Rosas, don José María Iturriaga hizo retirar las balas verdaderas y como recuerdo colocó en su lugar tacos de madera que son los que hasta hoy se conservan. Cuatro banderas tomadas por Liniers a los ingleses se guardan en Santo Domingo.
Durante el gobierno de Bernardino Rivadavia los dominicos tuvieron que abandonar el país, utilizándose el convento como Museo de Historia Natural bajo la dirección del químico y botánico italiano Pablo Ferrari. Contenía 800 piezas del reino animal, 1500 del mineral y un número desconocido del vegetal. También existía una colección numismática de más de 1500 piezas. En la parte alta de la iglesia se instaló además un observatorio astronómico y un gabinete meteorológico dirigidos por otro sabio italiano, Octavio Fabricio Mossotti. Allí mismo instaló un aula de física experimental donde dictó cátedra entre 1828 y 1834. Lamentablemente lo ajeno del país a lo científico hizo que se perdieran la mayoría de sus registros meteorológicos, algunos de los cuales fueron utilizados por Humboldt y terminaron en el Instituto de Francia. Sus observaciones sobre un eclipse de sol y sobre el cometa Encke fueron publicadas por la Sociedad Real Astronómica de Londres. Con la ida del país de Ferrari y de Mossotti todo cayó en el olvido.
También en la época de Rivadavia se abrió la actual cortada 5 de Julio, partiendo en dos al convento.
El 22 de octubre de 1835 Rosas dio un decreto por el cual hizo retornar al país e instalar en su convento a los dominicos. Este decreto está firmado de puño y letra, y en él se justifica la devolución a la comunidad de los bienes que le habían sido confiscados por el gobierno de Rivadavia. En mérito a esta resolución Rosas fue nombrado hermano de la orden domínica.
En 1856 a la iglesia se le añade otra torre al oeste de la que ya tenía.
Un mausoleo en el atrio del templo alberga los restos de Manuel Belgrano, quien fue sepultado con el hábito de la orden de los dominicos. Estos estuvieron primeramente sepultados bajo una losa, a la entrada de la iglesia, por voluntad testamentaria del general, que pertenecía a la Orden Tercera de Santo Domingo. También están sepultados en el convento los restos de los padres del general Belgrano, por las generosas contribuciones con las que habían favorecido al templo y los restos del general Antonio González Balcarce, de Hilarión de la Quintana y de Martín de Alzaga.
En la noche del 16 de junio de 1955 fue incendiado y saqueado, perdiéndose la mayor parte de sus documentos y reliquias.
Fue declarado monumento Histórico Nacional por decreto el 21 de mayo de 1942.
El segundo punto de interés que encontraremos siguiendo por la calle Defensa es el Museo Nacional del Grabado (Defensa 372). El mismo fue creado en el año 1960 por iniciativa privada del Profesor Oscar Carlos Pécora, con la intención de crear el primer museo dedicado en exclusividad a esta temática. Años más tarde la importante colección privada fue generosamente donada al Estado Nacional y en el año 1983 se transformó en el Museo Nacional del Grabado, funcionando por entonces en diferentes sedes en la ciudad de Buenos Aires, hasta su traslado a este edificio.
La casa se haya ubicada en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires y es una típica edificación de fines del siglo XIX, que ha tenido varios destinos, razón por la cual sufrió numerosas remodelaciones que fueron desdibujando su estilo original. Desde el año 1993 es sede del Museo y desde entonces alberga en su interior, tres salas de exhibiciones, un espacio de biblioteca y sala de lectores, un taller de conservación y restauración de papel, un taller de grabado, oficinas técnicas, la tienda del Museo y otras instalaciones. Cuenta también con un magnífico patio ubicado al contra frente del terreno que se destina a diferentes actividades culturales.
El Museo es un ámbito de difusión de la obra gráfica, y ofrece sus servicios a la comunidad a través de muestras, conferencias, visitas guiadas, cursos, seminarios, talleres sobre distintas técnicas de grabado y otras actividades relacionadas con el arte del grabado en general.
Su acervo está compuesto por obras de los más importantes artistas nacionales y extranjeros del siglo XX, y el mismo se traduce en un patrimonio que comprende aproximadamente once mil piezas museográficas, que incluyen grabados originales sueltos y en carpetas, ediciones y libros de artistas, como así también una importante colección de matrices; tacos xilográficos, planchas metálicas, piedras litográficas, y diversas herramientas de trabajo.
La misión del museo es atender la custodia, conservación, investigación, difusión, promoción y desarrollo del arte del grabado.
Junto al Museo Nacional del Grabado encontraremos la Casa de Rivadavia (Defensa 350/60).
En esta antigua construcción de dos plantas, nació en el año 1780 Bernardino Rivadavia, quien fuera elegido primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1826. La construcción del siglo XVIII aún conserva elementos de su estilo colonial original; a la calle daba el salón principal, un gran portón servía de entrada a un zaguán y al patio principal, al que daban las habitaciones principales, cerrado por el comedor. Otro zaguán comunicaba este con el segundo patio, con habitaciones de servicio y cocina, y un tercer patio para las caballerizas y huerta.
En su sencilla fachada se destacan la cornisa superior y las ventanas de su primer piso, estas últimas, coronadas por dinteles.
En la esquina de las calles Defensa y Moreno se ubica el Centro de Despachantes de Aduana creado el día 16 de Agosto de 1912 cuando un núcleo de profesionales de la actividad aduanera que inspirados en una visión de futuro y presagiando los cambios estructurales en la sociedad de que eran partícipes, se reunían para sentar las bases de una entidad gremial que, como se expresara luego en el Acta Constitutiva de las misma, estaba destinada a patrocinar y defender los intereses colectivos de sus integrantes, a fin de que fueran considerados de acuerdo a la delicada misión que desempeñaban ante las autoridades públicas y el mismo.
Por entonces la República y el mundo vivían momentos de transición. Buenos Aires había dejado de ser la Gran Aldea y emergía venturosa, envuelta por los gratos recuerdos y los festejos de la celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo.
El incremento del comercio internacional provoca una intensa actividad aduanera que requería cada vez más del concurso de agentes especializados que prestaran sus servicios al comercio, ofreciendo las garantías de seguridad y correcto comportamiento y aventaran la presencia de aventureros atraídos por el mero afán de lucrar con las necesidades del momento.
El 30 de mayo de 1912, el Poder Ejecutivo Nacional había dictado un decreto conocido como "Reglamento del ejercicio de la profesión de despachante de aduana".
Un protagonista cuyo recuerdo perdura a través del tiempo como símbolo, porque su figura esta íntimamente vinculada con la existencia misma del Centro: Don Pantaleón M. Sánchez fue el alma mater del movimiento de unificación y de la coordinación de los trabajos que culminaron con la creación de la institución de la que fue su primer Presidente, cargo que ejerció casi ininterrumpidamente hasta el año 1947.
En esta misma intersección se encuentra el Bar Colonial que presenta un frente construido en parte con ladrillos cocidos de barro y paja del siglo XIX dándole un estilo muy singular.
A lo largo de nuestra visita reconoceremos diversos museos; el primero que ubicamos es en la calle Moreno, esquina Defensa, llamado Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti (Moreno 350).
Siendo creado en 1904 por la Facultad de Filosofía y Letras, posee valiosas colecciones arqueológicas entre las que se destacan las del Noroeste y Patagonia Argentina, cerámicas y tejidos precolombinos andinos. A éstos se le suman ejemplos del resto del mundo como Á frica y Oceanía.
El edificio data del año 1876, obra del Arquitecto Pedro Benoit, quien lo construyó para la facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires. Es sede del museo desde 1928.
La creación del Museo Etnográfico, representó una nueva perspectiva en el ambiente científico sudamericano de la época, ya que por primera vez los estudios antropológicos se independizaban del ámbito institucional de las ciencias naturales.
En la actualidad la institución se ha propuesto recuperar la plenitud de sus funciones como museo universitario, con una renovada acción de exhibición, complementada con visitas guiadas, talleres, publicaciones y otros servicios para el público, sin descuidar las labores de docencia, investigación, documentación y conservación.
Posee la más completa colección etnográfica y antropológica del país, con elementos de las culturas condorhuasi, ona, tehuelche, guaraní y toba. El edificio, de 1880, es obra del arquitecto Pedro Benoit.
Llegando a la esquina de Alsina y Defensa, empezamos a transitar el edificio que conforma el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, constituido por un conjunto de edificios de alto valor patrimonial. Fue creado en 1968 y ubicado en la casa de Juan Bautista de Elorriaga (Alsina y Defensa) y trasladado en 1972 al edificio de los Altos de la Farmacia de la Estrella (Alsina 412), a la espera de la adecuación de su lugar de origen.
La misión del Museo de La Ciudad es recopilar la historia de la Ciudad de Buenos Aires, la de sus habitantes, sus usos y costumbres, su arquitectura y las vivencias de los porteños y de aquellos que pasaron por Buenos Aires. A partir del año 1977 se realizan bailes populares, juegos tradicionales, encuentros callejeros, certámenes diversos, entre otros.
La fachada del edificio corresponde al período de fusión de la arquitectura de influencia italiana y francesa, de acuerdo con los criterios estéticos de la llamada Generación del ´80. Su inauguración, coincidió con la apertura de la Avenida de Mayo, máximo exponente de esa generación.
En la conjunción de esta misma esquina, Defensa y Alsina, podemos diferenciar distintos elementos. El primero de ellos es la Farmacia La estrella. Está ubicada en la planta baja del Museo de la Ciudad y fue fundada en el año 1834 a instancias del Dr. Bernardino Rivadavia junto al Dr. Pablo Ferrari con la idea de instalar en Buenos Aires una farmacia líder en Sudamérica. En 1838 dicha botica fue transferida al Barón Don Silvestre Dernarchi, primer Cónsul Italiano en Argentina quién adicionó una droguería en la misma. A su muerte sus hijos suceden dicha sociedad y junto al Dr. Domingo Parodi construyen el edificio que ocupa en la actualidad el cual fue inaugurado en el año 1895 (Alsina 201).
La Farmacia de la Estrella fue conservada como ejemplo vivo de la arquitectura y costumbres de 1900. En su interior podemos observar estanterías de nogal de Italia, cristales de Murano, mármoles de carrara, pisos de mayólicas venecianas, marquesinas de hierro foriado, cielorraso ilustrados-fresco el cual representa el triunfo de la farmacopea frente a la enfermedad y dos cuadros que ilustran la química y la botánica, temas afines a la farmacia.
La química está figurada por una mujer rodeada de aparatos que se consideraron como más típicos de esa ciencia: retortas, alambriques, estufas, esterilizadores. Unos libros al alcance de las manos, completan el cuadro y crean el clima representativo de una tarea de aplicación práctica y científica.
Con respecto a la Botánica podemos decir que es una representación descriptiva e idealizada: una mujer joven rodeada de planas y flores, confronta la que tiene en sus manos con la información de los textos. No debe olvidarse que en la época era importantísimo el aporte de los principios vegetales y muy difundido el empleo de conocimientos, infusiones e extractos fluidos.
Todos estos frisos fueron pintados por el artesano Carlos Barberis.
Una característica común a todas las boticas era su ubicación, preferentemente en una esquina, frente a una iglesia, de modo tal que el vecino, en caso de urgencia o apuro, tenía que conseguir un remedio o consultar al boticario, pudiera guiarse por el campanario del templo más cercano.
Vale destacar que esta sociedad ha sido mencionada con la plaqueta de honor en el día Nacional del Comercio por la coordinadora de Actividades Mercantiles Empresariales, como el comercio más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires, siendo la primera habilitación en los libros de la Ciudad.
El segundo elemento que observaremos se trata de la Basílica de San Francisco, la cual fue emplazada en el solar que destinó originalmente Juan de Garay en 1587 a la Orden Franciscana; esta fue la primera en establecerse en Argentina en 1536.
Se comenzó a construir en 1726 siguiendo los planos del sacerdote jesuita Andrés Bianchi, y posteriormente Fray Vicente Muñoz continuó la obra a la muerte de aquél.
Se construyeron tres templos en el mismo solar custodiado por la Orden Franciscana, el primero con características precarias, realizado en adobe, acordes a las construcciones de esa época. Por estas circunstancias en 1604 fue sustituido por un segundo templo bajo el mando de Fray Martín Ignacio de Loyola, en donde actualmente se encuentra la Capilla de San Roque. A comienzos del siglo XVIII, los obispos franciscanos Fray Gabriel y Fray Juan de Arregui, hermanos carnales y de religión, resolvieron construir una nueva iglesia más grande, que es la que actualmente existe midiendo 87 metros de largo, 12 metros de ancho y 18 de alto siendo la misma la más grande construida de una sola nave.
En el año 1807 la fachada fue derrumbada junto con sus torres tras lo cual se encargó el arquitecto uruguayo Tomás Toribio de la restauración del templo. Una nueva modificación fue realizada en 1911 cuando el arquitecto Ernesto Sackmann le dio a la fachada un estilo barroco alemán con la figura central de San Francisco, fundador de la Orden, en lo alto de la misma. Alrededor de ésta, encontramos tres famosos personajes de la historia que eran laicos y pertenecientes a la tercera Orden Franciscana: Cristóbal Colón, descubridor de América, que es la figura que observamos postrada ante el Santo portando un estandarte, Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia, obra en la que tiene lugar un encuentro entre el Santo y Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores, o Frailes Dominicos, y el Giotto, pintor de retratos notables del Santo y de los frescos de la Basílica de Asís.
El 25 de Marzo de 1754 la iglesia fue abierta al público y bendecida por Fray Bernardo de Molina. El 28 de Septiembre de 1783 fue solemnemente consagrada por el obispo franciscano de Buenos Aires Fray Sebastián Malvar y Pinto.
El 8 de Enero de 1919, el Papa Benedicto XIV concedió a esta iglesia el titulo de Basílica menor. Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 21 de Mayo de 1942 la Iglesia de San Francisco y El Convento fueron declarados monumento histórico nacional.
La iglesia perdió parte de su magnificencia original en los incendios intencionales de 1955. Su altar mayor quedó totalmente destruido y fue reemplazado por un enorme tapiz de 8 por 12 metros, llamado "La glorificación de San Francisco" diseñado por Horacio Butler, siendo este el segundo más grande del mundo después del de la Catedral de Coventry de Gran Bretaña.
Frente a esta basílica, cruzando Alsina y siendo nuestro tercer elemento, se ubica la Plazoleta San Francisco. Aquí se encuentran cuatro estatuas de mármol, originalmente habían adornado el frente de la antigua sede del Banco Provincia y luego, entre 1878 y 1884, sirvieron de ornamento a la Pirámide de Mayo en la plaza homónima, y fueron ubicadas en su actual lugar en el año 1972.
Las mismas representan la Geografía, la Astronomía, la Navegación y la Industria. El origen de esta plazoleta, fue debido a la gran cantidad de participantes de las misas permanecían en el atrio después de las ceremonias que se quedaban conversando, como era la costumbre. Un vecino vio la necesidad de donar estos terrenos para que la congregación los usara como anexo del atrio. Por eso este espacio pertenece a la Orden Francisc ana. En los encuentros se organizaban "tertulias", que ocurrían casi todos los días en las diferentes casas.
En la actualidad, sobre la plazoleta San Francisco, se ubica la "Feria de las Artes", donde se reúnen pintores, escultores y fotógrafos que muestran sus obras los domingos.
Como último elemento de esta esquina, sobre Alsina en la vereda opuesta a la Farmacia La Estrella se suceden, los Altos de Elorriaga y de Ezcurra casa mediante.
La casa de Juan Bautista Elorriaga y la vivienda de María Josefa Ezcurra son dos ejemplos de la arquitectura de principios del siglo XIX que se conservan en Buenos Aires. Ambas casas cuentan con dos plantas que se mantienen con escasas modificaciones desde su construcción.
Sobre la calle Alsina podemos encontrar la casa que perteneció a María Josefa Ezcurra, cuñada de Juan Manuel de Rosas, y en la cual se encontraba Manuelita Rosas, hija del Gobernador horas antes de exiliarse junto a su padre en Gran Bretaña. Esta fue construida en 1836, destinándose la planta baja a comercio y la planta alta a vivienda. La composición de la fachada muestra influencias del renacimiento italiano. Su puerta, en dos hojas, mantiene la estructura de tableros utilizadas en la época de la colonia. Luego de la muerte de Ezcurra fue utilizada como imprenta.
La misma disposición tuvo originalmente la casa que perteneció a Juan Bautista Elorriaga y que fue construida hacia 1808. En su interior posee amplios patios a los cuales abren las habitaciones, y un mirador desde donde se podría observar el río. Es una de las pocas construcciones de esquina que quedan sin ochavas con paredes a 90°. La fachada exterior es lisa y encalada con elegantes balcones enrejados.
Recordemos que originariamente aquí se ubicó el Museo de la Ciudad.
Nuestro recorrido continúa por la calle Alsina por la cual se encuentra ubicado el tradicional café porteño "La Puerto Rico" fundada en Noviembre de 1887, por Don Gumersindo Cabedo en un local de la calle Perú, entre las calles Alsina y Moreno: lo llamó así, debido a que vivió algún tiempo en Puerto Rico, tierra de buen tabaco y apreciado café.
En la calle Perú funcionó el café hasta 1925, año en que pasó a ocupar el local de Alsina 416, donde hoy continúa ofreciendo su hospitalidad y su buen café. José Ingenieros, Paul Groussac, Arturo Capdevilla, José María Monner Sanz y Rafael Obligado frecuentaron sus mesas. En su interior encontramos espejos en forma de medialuna que reflejan columnas inspiradas en el art-déc. El piso y los vidrios biselados reflejan típicos paisajes tropicales.
En 1999 La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Declara a La Puerto Rico Café como "Sitio de Interés Cultural" y "Bar Notable" como una de las tres casas más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires.
Seguidamente visualizaremos el edificio que ocupa la Unión Obrera Metalúrgica (U.O.M.) cuyos comienzos datan de mediados de 1943, cuando un grupo de trabajadores se reunieron en la sede de la Confederación General del Trabajo (C.G.T.) Al cabo de discutir puntos de vista (disidencia debida a la diferente posición política de cada uno), se conciliaron los desacuerdos y, finalmente llegaron al resultado apetecido: fundar una organización gremial que los agrupara a todos. Finalmente se labró el acta de constitución de la Unión Obrera Metalúrgica. Lleva fecha del día anterior, pero nació el 20 de abril de 1943. El logotipo gráfico que los representa es un engranaje con sus doce dientes (como los números del reloj) girando sobre el eje de las iniciales. Dos de sus principales conductores fueron: José ignacio rucciY Lorenzo Miguel quienes a su vez estuvieron directamente vinculados al movimiento peronista.
Aproximándonos a la esquina de Alsina y Bolívar se divisa el comercio de venta de libros más antiguo que se mantiene en Buenos Aires, la Librería de Á vila que desde 1785 se encuentra en el mismo lugar. Allí funcionó "La Botica", en donde se vendían velas, estampitas, crucifijos y algunos libros que llegaban desde el Alto Perú. En las primeras décadas del siglo XIX se especializó en la venta de textos y por su proximidad al colegio de San Carlos – hoy Nacional de Buenos Aires – fue denominada Librería del Colegio.
En sus salones se realizaban tertulias de las que participaban personalidades como Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Rafael Obligado, Bartolomé Mitre, entre otros.
Se encuentran allí bajo la custodia de Miguel Á vila, libros y documentos considerados tesoros, como así también raros, antiguos y de orden históricos. Así se pueden encontrar antiguas gramáticas españolas y libros de lectura de la escuela primaria de hace 100 años.
El edificio que data de aproximadamente el año 20 del siglo pasado, tiene un importante subsuelo. En el mismo se realizan presentaciones de libros, conferencias, charlas, actividades artísticas, con lo cual se refuerza su lugar de centro de irradiación cultura.
Frente a este comercio, encontramos lo que se conoce como Manzana de las Luces. Este solar fue edificado por los jesuitas quienes inicialmente se habían ubicado en la manzana Oeste de la hoy Plaza de Mayo, desde donde finalmente fueron desalojados en el año 1672 por el Gobernador Alonso de Mercado y Villacorta, trasladándose a este solar, donado a la Orden en 1633. A partir de entonces, y hasta su expulsión en 1767 por el Rey de España, la Compañía construyó aquí los numerosos edificios de sus varias instituciones, de los cuales algunos han llegado hasta hoy y su nombre lo obtuvo recién hacia 1822 gracias al periódico Argos, quien lo denominó de este modo por su condición de centro intelectual.
El conjunto presenta galerías subterráneas del siglo XVIII que lo conectan con otros edificios de los alrededores.
La Manzana de las Luces está comprendida actualmente entre las calles Perú, Alsina, Bolívar y Moreno.
La Comisión Nacional de la Manzana de las Luces depende de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, la cual fue creada en 1971; y cuyos principales objetivos son: la restauración y conservación de los edificios históricos, la investigación con relación a instituciones, acontecimientos y personajes que desfilaron por la Manzana de las Luces y el nuevo funcionamiento de los edificios a través de la actividad cultural.
Algunos de los edificios que constituyen a dicha Manzana son:
Ø Colegio Nacional de Buenos Aires; ubicado al lado de la Iglesia de San Ignacio edificado originalmente en 1732 y llamado Colegio Máximo de San Ignacio, el cual fue el primero de enseñanza secundaria que existió en Bueno Aires. En 1863, el presidente Mitre crea el actual Colegio Nacional de Buenos Aires siendo el más prestigioso de Buenos Aires.
Ø Iglesia de San Ignacio de Loyola; que durante el gobierno de Hernandarias llegan los primeros jesuitas a Buenos Aires (1608). Su primera iglesia y colegio se levantan en la hoy Plaza de Mayo, en un solar que les dona el Cabildo, en el cuarto N. E. Esta construcción era de adobe con techos de junco, método constructivo empleado en la primitiva Buenos Aires al no existir en la zona ni madera ni piedra y hasta la aparición de los primeros hornos de ladrillo. Nació bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto pero más tarde, al ser beatificado Ignacio de Loyola, toma el nombre de San Ignacio (1610).
Allí permanecen algo más de 50 años. En 1661, por razones de seguridad y defensa del Fuerte, los jesuitas deben abandonar la construcción de Plaza de Mayo. Es entonces que Doña Isabel Carvajal, viuda de Gonzalo Martel de Guzmán y sin hijos, dona a la Compañía de Jesús el solar delimitado por las actuales calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno.
En este lugar se construye una segunda iglesita, también de adobe, terminada en 1675, fecha que puede leerse en el trozo de mármol hallado en remodelaciones del siglo XIX y que fue colocado en el claustro parroquial.
Al lado de la iglesia, sobre la calle Bolívar, los padres construyeron el Colegio San Ignacio o Colegio Grande, llamado Real Colegio de San Carlos después de la expulsión de los jesuitas, y más tarde (1863) Colegio Nacional Buenos Aires.
En 1710 el Superior de la Compañía encarga al arquitecto jesuita Juan Krauss la construcción de un nuevo templo. La planta es diseñada tomando como modelo la iglesia del Gesú de Roma. Se organiza con una nave cubierta por bóveda, flanqueada por cinco capillas laterales comunicadas a través de arcadas sobre las que corre una galería alta, detalle poco común, que no se repite en la Buenos Aires del siglo XVIII y que daba a San Ignacio una doble capacidad que era necesaria para recibir al alumnado del Colegio y fue aprovechada para realizar en el templo numerosos actos y celebraciones, incluso Cabildos Abiertos.
Colaboran con Krauss los maestros Pedro Weger (sobre todo en la herrería) y Juan Wolf .La terminación de las obras se debe a los hermanos arquitectos Andrés Bianchi y Juan Bautista Prímoli. En 1722 la iglesia es inaugurada aunque aun no estaba terminada. En 1734, un 7 de Octubre, es consagrada.
En el año 1767 se produce la expulsión de los jesuitas por orden del rey Carlos III. Sus bienes pasan a ser administrados por la Junta de Temporalidades y el templo permaneció cerrado por tres años.
Entre 1775 y 1791 San Ignacio funciona como catedral provisoria por las obras de reparación que necesitaba la iglesia matriz.
El 31 de diciembre de 1806 se celebra en San Ignacio una Misa de acción de gracias por la Reconquista de la ciudad, con la presencia del Cabildo y otras autoridades. En 1807 las tropas invasoras inglesas intentan tomar el templo, como lo habían hecho con otros de la ciudad pero son rechazados por los defensores. Terminada la defensa se realizan allí unas solemnes exequias por los muertos en estos episodios.
En 1821 se realizó en el templo la inauguración de la Universidad de Buenos Aires y en 1823, la de la Sociedad de Beneficencia. Hasta 1830 se entregaron aquí los premios a la Virtud, que otorgaba esta última.
En 1823 San Ignacio volvió a ser Catedral Provisional y a partir de 1830 comenzó a funcionar como parroquia al haberse dividido la Catedral en Catedral al Norte y Catedral al Sur.
En 1836 los jesuitas volvieron a Buenos Aires para ser nuevamente expulsados en 1843. Durante ese período ocuparon esta Iglesia, compartiendo las dependencias con el Obispo y con la Curia Eclesiástica que se encontraban allí por el mal estado del edificio de la Catedral.
Unos 20 años más tarde el ingeniero italiano Felipe Senillosa agregó la torre Norte que hasta entonces no existía.
El 21 de Mayo de 1942 San Ignacio fue declarada Monumento Histórico Nacional por decreto Nº 120.412
En el año 1955 varias iglesias del centro porteño sufrieron incendios intencionales. En esa ocasión varias imágenes originales se quemaron y diversos objetos fueron saqueados.
Aún hoy podemos observar secuelas en el visible deterioro tanto en la fachada como en el interior de la misma.
Llegando a la intersección de la calle Alsina y Av. Julio A. Roca. Capta nuestra atención el monumento emplazado en honor a dicho prócer. Inaugurado en 1941, su base se encuentra revestida de mármol con dos figuras, las cuales representan a la Patria y al Trabajo. Se puede apreciar en la cima una escultura ecuestre hecha en bronce.
La obra surgió de un concurso al que se presentaron 47 maquetas, siendo elegida la del escultor José Luis Zorrilla de San Martín, padre de la actriz Concepción (China) Zorrilla.
Sobre esta avenida, en dirección a la Plaza de Mayo, podemos destacar uno de los edificios gubernamentales más importantes. Es el caso de la Legislatura de la Nación. Se comenzó a construir el 18 de Noviembre de 1926 por el entonces Presidente de la República, Dr. Marcelo T. de Alvear, inaugurándose en Octubre de 1931 y cuyo autor fue Héctor Ayerza.
El edificio se emplaza entre las calles Hipólito Yrigoyen, Diagonal Julio A. Roca y Perú. La vista conforma un triángulo de grandes dimensiones cuya compacta volumetría exterior se ajusta a los límites del terreno y solo se distingue del resto de tejido urbano por la torre del reloj.
El frente del palacio legislativo, sobre la Av. Julio A. Roca, presenta algunos detalles especiales, como la Puerta principal que se encuentra en la esquina formada por esa avenida y la calle Perú. Cada hoja, ambas de madera labrada, tiene un aldabón central en bronce forjado con forma de cabeza de león. El frente del edificio tiene columnatas estilo Corintios y balcones a la altura del piso principal con balaustrada de época. Sobre los arcos se pueden apreciar mascarones griegos. El antiguo escudo Municipal, realizado en bronce, se destaca sobre un amplio ventanal.
Rodeando todo el edificio y ubicadas en el último piso se encuentran 26 esculturas realizadas por artistas de la época que recrean ciertos modelos clásicos franceses. Posee una torre con mirador que se destaca por sus 95 metros de altura y sus cinco campanas.
En el lujoso interior, frente a la entrada principal, se puede observar la Escalera de Honor, cuyo primer descanso se bifurca para llegar al piso principal, donde forma una rotonda señorial. Esta escalera está coronada por una cúpula de Vitreaux que representa al sol, corrediza en forma manual o eléctrica, permitiendo así ver el cielo descubierto.
Esta escalera permite el acceso al Salón Dorado, replica del Salón de los Espejos, de Versailles en Francia. Está iluminado por seis arañas de bronce y cristal de Baccarat, tiene en su centro una mesa de nogal italiano, revestida con láminas de oro.
El edificio cuenta también con otros cuatro salones; Salón Montevideo, Salón de los Pasos Perdidos, Salón Eva Perón y el Salón San Martín, el Recinto de Sesiones, una Biblioteca y una Hemeroteca.
El conjunto se completa al incorporar al edificio principal la construcción anexa, cuyo diseño original fue concebido para uso residencial.
Precediendo a la Plaza de Mayo nos podemos encontrar con la postal infaltable de la Ciudad de Buenos Aires. Nos referimos al Cabildo que ocupa el solar que le asignara Garay. En 1608 los cabildantes dejaron de reunirse en las precarias edificaciones del fuerte para hacerlo en el terreno que les había correspondido en la traza original. Tras sucesivas reparaciones y modificaciones, adquirió su definitiva silueta colonial en 1765, según diseño y construcción del jesuita Andrés Blanqui.
Su fachada tenía once arcadas en cada nivel que enmarcaban un corredor abierto a la plaza; detrás del corredor comenzaban propiamente las dependencias. En medio tenía una torre central con reloj.
Aquí se reunieron los patriotas en 1810 y proclamaron la Revolución de Mayo, junto al pueblo reunido en la plaza. Cuando fueron suprimidos los cabildos en 1827 por el presidente Rivadavia, el edificio pasó a ser sede de la Justicia. También fue sede del Ministerio del Interior
En 1880, se italianizó la fachada, agregando una cornisa y balaustres que escondían la techumbre de tejas, y se aumentó la altura de la torre, obra del arquitecto Benoit. Esta nueva fachada duró poco, pues en 1889, debido a la decisión del intendente Torcuato de Alvear de abrir la avenida de Mayo, al Cabildo se demolieron tres arcadas del lado norte y, en 1930, se eliminaron otras tres arcadas del lado sur para abrir la Diagonal Sur. Entretanto, se había demolido la torre central.
En 1940, Mario Buschiazzo, reconstruyó la fisonomía colonial de lo que quedaba del Cabildo.
Actualmente funciona el Museo del Cabildo, declarado Monumento Histórico Nacional en 1933. El edificio y sus colecciones conforman un único patrimonio, que evoca aquellos hechos históricos y políticos que forjaron nuestra identidad como país: los cabildos y sus funciones institucionales, la reconquista y defensa de la ciudad durante las invasiones inglesas en 1806-1807, la Revolución de Mayo y la Primera Junta de Gobierno en 1810.
Continuando por el lateral del Cabildo sobre la calle H. Yrigoyen visualizamos una obra maestra, los Colosos de Siemens, que llegaron a la Argentina en 1930, cuando la empresa alemana Siemens decide emplazarlos en el décimo piso de su edifico de Avenida de Mayo 869. Luego vino la segunda guerra mundial y con ella la expropiación de todos los bienes pertenecientes a las empresas alemanas. Rápidamente el gobierno concedió el ingenio de la relojería de casi tres toneladas de peso a la CGT, y ésta decidió emplazarlo sobre el Diario Democracia sito por aquel entonces en la calle Bouchard 722.
Luego de la caída de Perón vivieron sus horas más oscuras. El conjunto cayó en el abandono, el saqueo, la depredación y el vandalismo. En el año 1988 Siemens ofreció hacerse cargo de la reparación del deteriorado mecanismo. Tras la autorización correspondiente decide mantener el exterior de la obra, reemplazando sí el mecanismo de relojería por un sistema electrónico comandado por computadora. En 1992 los gigantes son emplazados en su ubicación actual, la esquina Diagonal Sur y Bolívar.
Nos ubicamos ahora en el eje principal de nuestra visita y en el punto inicial de la organización de la Ciudad de Buenos Aires, abarcando en ella varios sitios importantes y cruciales para el desarrollo de nuestra historia, nos referimos a Plaza de Mayo- La vieja Recova. El nombre de "Recova" proviene de la denominación que se daba a todo lugar donde se vendían gallinas y demás aves domésticas. El de "Vieja" surgió cuando a partir de 1818 se hicieron edificaciones, también con arquería a la altura de la actual calle H. Yrigoyen, desde la "Vieja" hasta el Cabildo, y que recibió el nombre de "Recova Nueva".
La "Vieja", se considera fue el primer centro comercial de la ciudad.
Tenía 40 locales que se alquilaban 20 con vista al Cabildo, y 20 hacia el Fuerte.
Los vendedores ambulantes que se ubicaban bajo su arquería debían pagar un impuesto. Allí armaban mostradores portátiles llamados "bandolas" en donde se exhibían peines, empanadas, rosarios…
La Recova se construyó durante la gestión del virrey Joaquín del Pino, en 1802-1803 sobre la Plaza Mayor.
Los planos fueron realizados por Agustín Conde.
En un principio estaba conformada por dos cuerpos simétricos separados entre sí, realizado con ladrillos revocados y pintados con cal.
Los mismos fueron estructuras porticadas, de aproximadamente 21m de ancho, con arcos y pilastras. En la parte superior se podían observar jarrones y una baranda de hierro, sobre un techo aterrazado. Más tarde ambos cuerpos se unieron mediante una imponente construcción, de estilo clásico, a través de la cual se podía observar hacia un lado el Cabildo y años después también la Pirámide, construida para festejar el primer aniversario de la Revolución de Mayo. Hacia el otro se veía el Fuerte.
La plaza que quedó hacia el Fuerte, fue la que albergó a los vendedores ambulantes.
Hasta allí llegaban los lecheros a caballo. Traían la leche de las estancias cercanas o de granjas que se hallaban de 20 a 40 cuadras de distancia. La leche era traída en tarros de barro o latón, y cada cabalgadura llevaba a veces cuatro y hasta seis de esos tarros en unas alforjas de cuero atadas a la montura.
También concurrían los vendedores de pescados, de legumbres, que eran muy caras en Buenos Aires, los de frutas, los de pasteles.
Fue la plaza Mayor del trazado de la fundación de Buenos Aires. Su actual superficie es el doble de la original. En 1804 la Recova Vieja la cruzaba en línea recta de calle a calle, en forma paralela al río, a la altura de la actual Pirámide de Mayo. La parte cercana a la Casa Rosada se llamaba Plaza del Fuerte y la cercana al Cabildo Plaza de la Victoria, en homenaje al triunfo de las fuerzas de la Reconquista durante la segunda invasión inglesa. Desde aquí partía el Camino Real hacia el oeste (actual calle Rivadavia) y la calle Real del Puerto (hoy calle Defensa) hacia el sur.
La Plaza Mayor cumplía una doble función: como plaza medieval servía de mercado a la población- con la recova vieja y más tarde la lateral, donde se concentraban numerosos vendedores ambulantes- y como plaza renacentista revestía carácter cívico, al reunir los edificios públicos más significativos, tales como el fuerte, el cabildo y la iglesia.
Las ideas renovadoras del urbanismo neoclásico llegaron a Buenos Aires en la década de 1880, estimuladas por Torcuato de Alvear.
En el año 1883 se demolió la vieja recova y se unificaron las dos plazas, según proyecto del arquitecto Juan Buschiazzo, quien trasladó la pirámide a su actual ubicación.
Entre el Cabildo y el Palacio Municipal se encuentra la Avenida de Mayo, que fue el primer boulevard que tuvo la Ciudad de Buenos Aires y la columna vertebral del centro histórico y cívico de dicha urbe. Nació opulenta y majestuosa y se transformó con el tiempo en símbolo de las relaciones argentino-españolas, y en escenario de todas las manifestaciones sociales porteñas. Fue la primera avenida de la República y de toda Sudamérica.
Comienza en la calle Bolívar y su trazo de este a oeste corre entre las laterales Hipólito Yrigoyen y Avenida Rivadavia. De esta manera conecta la histórica Plaza de Mayo con la Plaza del Congreso en una extensión de unas diez cuadras.
Se inauguró en 1894 con el pretexto de que sirviese de pulmón de la población que se concentraba dentro del sector central de la urbe y fuera además la vidriera de presentación de la ciudad al mundo.
Es tal vez el mejor ejemplo urbano de la prosperidad de la Argentina de principios del siglo XX: debajo de ella circula el primer subterráneo (metro) que hubo en el Hemisferio Sur.
Por tratarse de la vía que une al Congreso de la Nación Argentina con la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo, es la ruta obligada de los electos presidentes de la Nación los días de las asunciones, y el lugar predilecto para los desfiles de protesta o para la realización de las celebraciones durante las fechas patrias.
El decreto del Poder Ejecutivo Nacional nº 437 del año 1997 declaró la Avenida de Mayo como Lugar Histórico Nacional.
El punto medio de la Plaza de Mayo está ubicado el primer monumento patrio que tuvo la Ciudad de Buenos Aires; la Pirámide de Mayo. En Abril de 1811 la Primera Junta decide mandar a construir un monumento para celebrar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, razón por la cual se comienza a construir a cargo de Pedro Vicente Cañete, quien eligió la forma piramidal para el monumento. Se especula que pudo haber sido que se conocían las pirámides talladas en dos pilares de la Puerta de San Denis en París con las que la actual pirámide guarda similitudes. Se utilizaron materiales sólidos como ladrillos en vez de madera como proyectaba hacerlo inicialmente. Fue inaugurada en Mayo de ese mismo año, a pesar de que se terminó días después del día estipulado. Aunque fueron hallados planos trazados por Cañete, estudios realizados posteriormente llegaron a la conclusión de que la pirámide era hueca.
En 1826, el presidente Bernardino Rivadavia proyectó erigir un monumento a los hombres de la Revolución de Mayo, que consistiría en una gran fuente de bronce. Se debatió entonces si correspondía eliminar a la Pirámide de Mayo. El proyecto finalmente no se llevó a cabo debido a la renuncia de Rivadavia en 1827, a pesar de que la Ley fue sancionada por el Congreso.
En 1856, bajo la dirección del artista Prilidiano Pueyrredón y debido al estado de la misma, se decide reformarla dejando parte de la primer pirámide en su interior al revestirla con ladrillos y argamasa. La parte superior se dotó de una estatua de la Libertad de 3,6 metros de altura realizada por el escultor francés Joseph Dubourdieu. Este artista se ocupó también de realizar las figuras simbólicas de La Industria, El Comercio, Las Ciencias y Las Artes que se colocaron en los cuatro ángulos del pedestal.
Tres años después, debido a que el revoque usado no presentaba la duración esperada, se recubrió con base de mármol. En 1873, ya las estatuas se encontraban en muy mal estado, por tal motivo, se retiraron y se reemplazaron por unas esculturas de mármol de Carrara que se encontraban en el primer piso del Banco Provincia en la calle San Martín. Recién en 1972, como dijimos precedentemente, fueron ubicadas en la Plazoleta de San Francisco.
En 1883, Torcuato de Alvear para entonces Intendente quien demolió la Recova, consideraba que el monumento debía ser demolido y en su lugar construir uno más grandioso; después de pedir la debida autorización al Congreso, ninguno de los planes del intendente se llevó a cabo.
Durante la presidencia del Dr. Carlos Pellegrini en 1891, se colocó sobre el lado oeste de la Pirámide, una placa de bronce cuyo único contenido eran dos nombres: Felipe Pereyra de Lucena y Manuel Artigas. Estos dos nombres, pertenecían a los primeros dos oficiales que perdieron la vida en los campos de batalla luchando por la independencia argentina. El primero, fallece el 20 de junio de 1811 a los 22 años de edad, y el segundo, el día 24 de mayo del mismo año a la edad de 33 años.
En 1906 proyectando el festejo del Centenario de la Revolución de Mayo, se decide encerrar a la Pirámide con un nuevo monumento, para lo cual fue necesario trasladar la pirámide al centro de la plaza lo que recién se realizó en 1912.
La Pirámide de Mayo fue declarada Monumento Histórico por decreto en Mayo de 1942 durante la dictadura militar (llamada Proceso de Reorganización Militar). Fue durante el mismo que las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo decidieron marchar cada jueves alrededor de la pirámide, llevando las mujeres el cabello cubierto por un pañuelo blanco, en señal de protesta y presión por la detención y desaparición de sus familiares. El 10 de marzo de 2005 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró "Sitio Histórico" al área que rodea a la Pirámide de Mayo, espacio en el cual se encuentran pintados los pañuelos que identifican a las Madres de Plaza de Mayo. El 8 de Diciembre de ese mismo año, las cenizas de Azucena Villaflor fueron depositadas junto a la Pirámide, en el mismo lugar donde ella comenzó a organizar la lucha de las Madres.
Decenas de anécdotas tiñen de encanto la Plaza. Una de ellas cuenta que en 1610 para las fiestas de San Ignacio, se jugó en ella el primer partido que, con el correr de los años sería nuestro deporte nacional: el Pato. Otra de ellas es cuando en 1823, el ingeniero inglés Santiago Bevans iluminó con luz de gas la "Casa de Policía" y dos chorros de agua de una fuente alegórica para festejar las Fiestas Mayas.
La última y más curiosa data de los años ´30 del Siglo pasado cuando Benito Costoya, un jubilado, tenía en la zona de la Costanera Sur un criadero de palomas. Llevó a reunir 5000 de ellas y para comunicarse con ellas utilizaba un silbato con el que producía diferentes sonidos haciendo que las palomas bajaran a comer o lo siguieran.
Así fue como un día le sugirieron que con ese "Show de las palomas" podía ganar un dinero extra exhibiéndolas en Playa de Mayo. Empezó a convocar a los vecinos y visitantes y en 1934, con motivo del Congreso Eucarístico Nacional soltó sus palomas pintadas de amarillo y blanco en el Altar de Palermo.
La Municipalidad de Buenos Aires se interesó y propuso mejorar el Palomar de la Costanera.
Benito Costoya murió en 1937 y las palomas, acostumbradas al lugar, quedaron allí.
Hacia una de las caras de la Plaza de Mayo, más precisamente en la esquina de San Martín y Av. Rivadavia nos encontramos con la Catedral metropolitana, que se ubica en el solar asignada para la Iglesia Mayor en la fundación de la ciudad. Desde la primera capilla de adobe d 1593 hasta la Catedral actual, hubo en este sitio seis edificios diferentes que cumplieron la función de templo mayor, los que debieron ser renovados por la precariedad de los materiales y defectos estructurales. La Iglesia actual se completó entre 1752 y 1852, aunque su decoración se concluyó en 1911. Las 12 columnas de la fachada representan a los apóstoles de Jesús. En su interior, un Mausoleo de mármol alberga el sepulcro del General José de San Martín, junto a los de los generales Guido y Las Heras y el simbólico del Soldado Desconocido.
Otro de los edificios que bordean la Plaza de Mayo situado enfrente del Cabildo. Es el Palacio Municipal actual edificio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ex sede de la Intendencia Municipal. Se construyó entre 1891 y 1902 y la obra fue dirigida por Juan Cagnoni. Está erigido sobre terrenos donados por el General San Martín. Su estilo academicista francés con elementos italianizantes combina techos de mansarda. Formando parte del Palacio Municipal, se encuentra la Casa de la Cultura; se destaca el Salón Dorado, una copia exacta de un salón del Palacio de Versailles. Originalmente fue sede del diario La Prensa.
Ya sobre la calle Yrigoyen nos encontramos con varios edificios públicos, uno de ellos es el Ex Banco de Santander, que se inició como Banco Hogar Argentino y fue obra de Alejandro Virasoro, en la década del 20. Destaca, a manera de gran apertura, la carpintería de bronce que completa la fachada, conformando una imagen general art decó con los detalles de líneas y planos del resto del edificio.
En el interior, el hall de entrada de cinco niveles de altura, con balcones en los pisos superiores y cubierta en forma de pirámide vidriada, es de gran belleza en la finura y perfección de sus detalles. Originalmente tenía mostrador en el medio, a los pies del gran pórtico, con circulaciones laterales.
Ubicado entre la calle Defensa y Balcarce está el Edificio de Administración de Ingresos Públicos ex Sede del Banco Hipotecario Nacional, construido en el año 1947, es un claro ejemplo de arquitectura monumentalista. Representa la imagen del Estado Fuerte, en una etapa donde la sencillez de las líneas y la fortaleza de los elementos intervinientes caracterizaron un número importante de obras públicas creadas para la atención de las necesidades de las grandes masas.
Ingresando por Balcarce 139, que forma parte del mismo edificio, se puede visitar el Antiguo Congreso Nacional. Construido en 1864 según un diseño del arquitecto Larguía, operó en este lugar hasta 1906. Contaba con un solo recinto para la Cámara de Diputados, pues la Sala del Senado se levantó en una propiedad vecina. Demolido en parte para construir el Banco Hipotecario, quedan en pie los tres arcos, el frontón, el hall y el recinto de deliberaciones.
En 1971 fue entregado a la Academia Nacional de Historia, la cual lo utiliza para conferencias y reuniones en un ámbito que conserva su mobiliario original. La Academia está formada por cuarenta miembros dedicados a intensificar y promover el estudio de la historia argentina y americana. En el pórtico de entrada hay fotografías de época que muestran el edificio hacia fines del siglo XIX. Posee una excelente biblioteca especializada.
Encabezando la plaza se encuentra el edificio más significativo de la ciudad, hablamos de la Casa Rosada. En 1536 don Pedro de Mendoza establece en las proximidades de la desembocadura del riachuelo de los navíos un asentamiento "Nuestra Señora del Buen Ayre". En 1580, Juan de Garay efectúa la fundación de la Ciudad en el lugar destinado a la Plaza Mayor (Plaza de Mayo), dándole el nombre de Santísima Trinidad y conservando para el puerto, el del primer poblado.
En 1595 se comienza a construir una fortaleza denominada "Fuerte de don Juan Baltasar de Austria" o "Real Fortaleza de San Juan". También se la denominó "Castillo de San Miguel" de Buenos Aires en 1676.
Al igual que antiguas fortalezas europeas, poseía alrededor un foso, y un puente levadizo, en la entrada principal, frente a la plaza mayor. Este foso, nunca fue llenado de agua, funcionando como una trinchera. El puente levadizo subsistió hasta la presidencia de Rivadavia, quien lo sustituyó por un pórtico neoclásico.
En 1855 fue edificada por el Arquitecto inglés Eduardo Taylor con un estilo neocolonial, llamada la "Aduana Nueva", la cual lindaba con las paredes posteriores del fuerte y mirando al río. Es el primer edificio público de grandes dimensiones del estado mercantil del Buenos Aires de esa época. Poseía una forma semicircular con depósitos y almacenes abovedados rodeados por galerías. La Nueva Aduana tenía una torre que servía de faro y un muelle de madera cuya parte central se adentraba en el río. Ello permitía embarcar y desembarcar sin internar los carruajes en las aguas.
En 1890 es demolida hasta el primer piso para construir el Puerto Madero, quedando su base sepultada bajo la actual Plaza Colón.
Del antiguo fuerte sólo quedó el gran arco de la entrada y un cuerpo del edificio ubicado hacia el ángulo noroeste que previos algunos arreglos fue sede del Gobierno Nacional; ese cuerpo, refaccionado en 1861, era el que había sido residencia de los gobernadores y virreyes y a cientos de los gobiernos independientes que le sucedieron. En 1867 comienzan las reformas ordenadas por el presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien finalmente en 1873 ordenó la construcción de una sede para el correo y telégrafo en el lugar que había dejado libre la demolición del ala sur del Fuerte de Buenos Aires.
Este proyecto fue realizado por el arquitecto sueco Carlos Kihlberg, con una marcada mezcla de neorrenacimiento italiano y detalles de arquitectura francesa, diferenciados en el trabajo de las fachadas y la cubierta.
En el mismo año, el presidente Domingo F. Sarmiento mandó a pintar la Casa de Gobierno de rosado, utilizando una mezcla de cal, sangre y cebo bovinos para impermeabilizar la fachada del viejo Fuerte. Se dice que Sarmiento quiso utilizar el tono rosado por analogía con la Casa Blanca, dado que el blanco era predominante antes y durante la época de Rosas, y el rojo, usado por los federales fanáticos, simbolizando de este modo la unión de todos los sectores políticos.
Hacia 1882, el presidente Julio Argentino Roca, y dada la insignificancia que mostraba la Casa de Gobierno frente a este nuevo edificio de correos, mandó a demoler la llamada "Casa de los Virreyes" y solicitó un proyecto de ensanches y reparaciones al cuerpo de ingenieros civiles, quedando elegido el del arquitecto sueco Enrique Aberg, quien sugirió una edificación similar al del correo, diferenciándolo por la incorporación de una galería balcón en el primer piso para el uso de las autoridades durante las fiestas y desfiles. Esto marcó el fin del Fuerte, conservándose algunos muros y una de las troneras que pueden verse en el actual Museo de la Casa de Gobierno.
Por razones estéticas y para solucionar necesidades de espacio, se pensó en incorporar el Edificio de Correo a la Casa de Gobierno, la cual fue encomendada al arquitecto Francisco Tamburini. Para unir los dos edificios en uno, proyectó un gran arco central, el cual se asocia con los alrededores, donde se encontraba la Aduana Nueva y la Recova Vieja.
Este arquitecto diseñó el proyecto y dirigió las obras que dieron a la Casa Rosada su definitiva estructura y ornamentación.
A partir de 1990 se realizaron modificaciones en la Casa de Gobierno. En el ámbito de la oficina de obras públicas se instaló un gran salón para conferencia de prensas presidenciales. Está ubicado en el segundo piso de la casa rosada. El salón guarda similitud con el de la casa blanca en Washington.
El Arco central y los patios cubiertos que se encuentran en el eje de Balcarce 50, fundamentan la unión de estructuras edilicias hechas en diferentes años, respondiendo a proyectos de distintos arquitectos.
Los patios interiores están rodeados de galerías con balconadas. Los elementos ornamentales, como capiteles, cielorrasos o mensuras de yesería decorada, se identifican con diferentes órdenes y estilos clásicos.
La entrada principal del frente que da hacia la Plaza de Mayo, se encuentra custodiada por una "Guardia de Honor", constituida por Granaderos.
Todos los años se lleva a cabo la ceremonia del relevo simbólico de la custodia de la Casa Rosada, presenciada por el Presidente de la Nación. Por orden del primer Triunvirato, el General San Martín crea el regimiento de Granaderos a Caballo y durante la presidencia del Dr. José Figueroa Alcorta en 1907, fue instituido como custodia presidencial. Los granaderos custodian también el mausoleo de su creador. Para realizar el cambio de guardia atraviesan la Plaza de Mayo cada dos horas impares: 9, 11, 13, etc., de Lunes a Viernes hasta las 19 hs. Los sábados, lo hacen de 9 a 11 y los Domingos de 9 a 13 hs.
Por Balcarce 24 se accede al "Patio de Honor", pulmón en torno al cual se encuentran las dependencias del ala norte de la Casa Rosada. También llamado "Patio de las Palmeras", responde al estilo ecléctico de todo el edificio. Es el principal espacio abierto en el interior del Palacio Presidencial. Su nombre proviene de los retoños de las palmeras que ordenó plantar allí el presidente Domingo F. Sarmiento. En su centro fue colocada una de las 35 fuentes adquiridas a la casa francesa Du Val D´Osne para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910. Está hecha de hierro y se encuentra rodeada por canteros con una guarda perimetral en forma de festón de mármol de Carrara.
Sobre la Avenida Rivadavia se encuentra la entrada principal del Palacio, la cual es utilizada por el Presidente de la Nación, las autoridades nacionales, embajadores e invitados oficiales.
En esta puerta que da ingreso al llamado "Hall de Honor", se pueden observar dos relieves, de línea Art Decó, realizadas por el artista José Fioravanti, que simbolizan "La Exaltación de la Patria Joven" y "El sentimiento Heroico de la Raza", ubicados en los muros laterales del recinto .La decoración de los muros y el casetonado de los cielorrasos del Hall de Honor fueron realizados hacia fines del siglo pasado.
En el año 1913 estas pinturas fueron ocultas por una capa de pintura clara que fue removida de los cielorrasos a partir de 1980, en que fueron restauradas.
En el contorno del Hall de Honor se encuentra emplazada la "Galería de los bustos". Aquí están los Bustos de los Presidentes argentinos esculpidos por famosos artistas nacionales y extranjeros una vez transcurrido un lapso no menor a dos períodos presidenciales, luego de finalizado el mandato correspondiente.
Dos escaleras de honor conocidas como "Italia" y "Francia" conducen al primer piso, donde se hallan el Salón Blanco y las oficinas presidenciales. Ambas escaleras poseen una rica ornamentación de molduras, relieves y esculturas.
Al despacho del Jefe de la Casa Militar, se accede por la escalera de Italia.
En la antesala, ubicada entre el despacho y el ingreso al Salón Blanco, se encuentra un jarrón de porcelana muy importante, íntegramente decorado y torneado a mano, regalado a nuestro país por el gobierno de Francia, durante la presidencia de Manuel Quintana.
Entre las dos escaleras de Honor se encuentra el Salón Sur, se comunica hacia un lado con la Galería de los Vitrales y hacia el otro lado con el Salón Blanco. Se realizan en él reuniones de tipo informal, prensa, comidas y ceremonias menores.
"El Salón Blanco" es donde se efectúan las ceremonias de asunción del mando presidencial y de juramento de ministros y secretarios de Estado.
El Salón presenta un importante frente ornamental en forma de chimenea, sobre la que se encuentra emplazada la tradicional escultura que representa el busto de la Patria, obra del artista italiano Ettore Ximenes y realizada en mármol de Carrara.
Arriba del Busto se encuentra el Escudo Nacional hecho en bronce sobre una placa de mármol. Coronándolo se ven dos ángeles realizados en madera patinada. Este conjunto ornamental fue comprado a la Casa Forest de París en el año del centenario.
En el techo del Salón se puede observar una pintura sobre tela realizada en 1910 por el artista italiano Luis de Servi, como homenaje al Centenario de la Revolución de Mayo y a nuestra Independencia.
Del centro del Salón pende una araña de bronce, fabricada en Francia pero armada en Buenos Aires para ser colocada por la casa Azaretto Hnos.
Las puertas de este Salón eran de cristal esmerilado con el Escudo Nacional estampado, siendo reemplazados por los espejos de cristal que aún se encuentran.
El piso original era de gres inglés hasta el año 1903 cuando se compró en Bruselas el actual piso de parquet de roble de Eslabona.
En 1978 fue construida la "Capilla de Cristo Rey", ubicada en la antesala entre el acceso al Despacho Presidencial y el Salón Blanco. Se puede observar una talla en madera representando a Cristo Rey, hecha por el escultor argentino Vigil Mahlknecht.
Habitualmente, en forma semanal, oficia misa el Capellán de la Casa.
El actual "Despacho Presidencial" solía ser el comedor presidencial, comenzó a ser utilizado como tal a partir de 1946.
Dos Granaderos custodian la entrada cuando el Señor Presidente está en la casa.
El "Ascensor Presidencial", según la tradición mantenida en la Casa, fue regalado por la Infanta Isabel de Borbón al Palacio de Gobierno cuando visitó nuestro país en 1910.
Es de roble tallado y ostenta el escudo nacional sobre cada uno de los espejos de cristal.
Es utilizado por el presidente y por visitas especiales.
Ubicado frente a la Casa Rosada se encuentra el Monumento Ecuestre de Manuel Belgrano que se inauguró el 24 de Septiembre de 1873.
Es obra de los escultores Albert Carriere-Belleuse (francés), quien realizó la figura de Belgrano y Manuel de Santa Coloma (argentino), hijo del primer cónsul general de la Argentina en Europa, quien realizó el caballo. Esta figura en bronce muestra al General admirando la enseña patria. Está montada sobre un basamento de granito, sobre cuya plataforma se encuentra el mástil con la Bandera Argentina.
Al pie del monumento se encuentran dos placas: en el frente "Al creador de la bandera, la Asociación Patriótica Estudiantil General San Martín 1812" 24 de Septiembre de 1912.
Detrás: madres de Plaza de Mayo "Azucena Villa Flor de Inogenti seguimos luchando como vos nos enseñaste" 1977- 30 de Abril de 1994.
Sobre unos de los vértices de la Plaza, más precisamente en la intersección de las calles Rivadavia y 25 de Mayo está ubicado el Banco de la Nación Argentina. Durante el primer decenio del siglo XIX, en este lugar se inició la construcción de un Coliseum. En 1857 fue inaugurado aquí el primer Teatro Colón, obra de Enrique Pellegrini, realizada con gran majestuosidad y lujo producto de la prosperidad económica y el comercio internacional del momento.
Años más tarde el teatro fue adquirido por la Municipalidad y, en 1888, a fin de reunir fondos para la construcción del actual Teatro Colón, fue vendido y transformado en casa central del Banco Nación.
En 1891 se fundó el Banco de la Nación con la presidencia de Carlos Pellegrini.
En 1939, el arquitecto Alejandro Bustillo fue designado para la realización del proyecto del actual edificio. Es de grandes dimensiones y con elementos decorativos tomados de los órdenes clásicos. Inscripta en el lenguaje monumentalista con claras incidencias renacentistas al conjugar pilastras corintias, cornisas y hornacinas, posee atributos casi únicos. Más allá del revestimiento de las fachadas realizado con piedra de Balcarce y Chapadmalal, se esconden rarezas casi desconocidas.
Haciendo ángulo con la Casa Rosada y el Banco de la Nación Argentina, se encontraba desde la segunda mitad deI siglo XIX el "Hotel Argentino", propiedad de don Gabriel Lenen, Tenía entrada principal por la esquina de 25 de Mayo y Rivadavia. Allí, en 1872, "para alejar el fastidio de la vida de hotel", según decía, José Hernández se dedicó a escribir el poema "El Gaucho Martín Fierro". Enfrente, se destaca la construcción del Banco de la Nación, obra del arquitecto Alejandro Bustillo.
Finalmente llegamos al punto final de nuestra visita visualizando el Monumento a Juan de Garay; quién dio origen a nuestra ciudad, evocando la figura del fundador de Buenos Aires.
Realizado por Gustavo Eberlein en bronce fundido, fue inaugurado en 1915 y está ubicado próximo a la Casa de Gobierno, en la plazoleta 11 de Junio de 1580, fecha de la fundación de la ciudad. En la parte posterior del monumento, se encuentra un gajo extraído del legendario roble (Querats Rodor) de Guernica plantado en esta misma plazoleta el 11 de mayo de 1919, en homenaje a Juan de Garay. Una placa de bronce reproduce el frente de la diputación y en lengua vasca se lee: "Este roble es el árbol de Guernica. Simboliza las libertades baskas". Al pie del monumento a Don Juan de Garay se ubican los escudos de las cuatro provincias vascas: Vizcaya, Navarra, Á lava y Guipúzcoa. Es obsequio de la colectividad española.
Teoría Fundacional y Organización de Buenos Aires
Previo a la fundación de Buenos Aires hubo un asentamiento. Este, en 1536, fue dirigido por el adelantado don Pedro de Mendoza a quien el Rey Carlos I de España, enviara para dominar y poblar estas tierras. La fundación, en 1580, por don Juan de Garay, un hidalgo de España, también bajo las órdenes reales.
La primera ciudad, de apenas una manzana de extensión, fue sitiada por el hambre y en 1541 destruida por los indios del lugar.
Los primitivos habitantes de la zona que hoy es Buenos Aires, antes de la llegada de los españoles a dicha comarca, fueron tribus de indios llaneros, grupos de guaraníes de las islas y otros grupos menores y nómadas de querandíes.
Recién el 8 de Mayo de 1776 el Rey Carlos III designa el primer virrey del Río de l Plata: don Pedro de Cevallos. Con ello Buenos Aires pasó a ser la capital del Virreinato del Río de la Plata.
Esta situación se mantuvo hasta el 25 de mayo de 1810 cuando el virrey es desplazado de su cargo por el grupo de hombres que había dado forma al movimiento de emancipación de la Corona, constituyéndose la Primera Junta de Gobierno Nacional. Estos hechos revolucionarios en el Río de la Plata encuentran su culminación en la Declaración de la Independencia Argentina el 9 de Julio de 1816, en Congreso General reunido para ese fin en la provincia de Tucumán.
Unos años antes en 1806 y 1807 la ciudad había sufrido dos invasiones de la flota inglesa que buscaba conquistar estos territorios. En ambas ocasiones el pueblo de Buenos Aires repelió la agresión, derrotando a los ingleses que capitularon en la actual zona de Retiro. Las banderas y estandartes de la capitulación se exhiben en la Iglesia de Santo Domingo.
El 3 de Abril de 1856 se crea la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. El 21 de Septiembre de 1880, el presidente de la República, Dr. Nicolás Avellaneda, promulga la ley que convierte a Buenos Aires en la capital de la República Argentina.
Durante los años siguientes Buenos Aires sufre el ingreso masivo de inmigrantes y comienzan importantes transformaciones urbanas trazadas por el primer intendente municipal, Dr. Torcuato de Alvear.
Fiebre Amarilla
Fiebre amarilla – Epidemia en la Argentina
Hacia 1871, cuando Buenos Aires comenzaba a cambiar su fisonomía colonial por la de una metrópolis moderna, el flagelo de la peste se abatió sobre la ciudad. La epidemia tuvo pronto sus mártires y sus héroes, sus momentos trágicos y sus anécdotas. No por azar la fiebre amarilla azotó Buenos Aires. Distintos factores decretaron la desgracia: las obras de salubridad inexistentes, viviendas precarias, escaso o nulo control sanitario, y una casi actual despreocupación oficial por el bienestar de la población.
De los habitantes de la ciudad, 14.000 aproximadamente perecieron. Nunca como entonces la igualdad ante la muerte se hizo tan evidente. Noches y días, carros fúnebres llevaban montañas de cadáveres, que saturaron el Cementerio del Sur, y demandaron la creación del de la Chacarita. La Reina del Plata cayó estoicamente durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.
En San Telmo se vieron los primeros casos de fiebre amarilla, en enero de 1871, propagándose rápidamente a los barrios de Monserrat, Balvanera, San Nicolás, San Miguel y Catedral al Sur. La hipótesis más cuestionada era que los soldados que regresaban de la guerra del Paraguay, como así los inmigrantes enfermos, propagaban el mal. No se conocía la etiología del flagelo, y la inoperancia terapéutica colmaba los límites razonables, se suministraba quinina a altas dosis, diaforéticos, revulsivos cutáneos, tónicos amargos y hemostáticos.
Creado el cementerio de la Chacarita, el Ingeniero A. Ringuelet instaló las vías de un ferrocarril que llevara los casos fatales desde Centro América y Corrientes, transportados por " La Porteña ". Hospitales y lazaretos trabajaron a ritmo agotador, morían médicos y enfermeros, mientras se arbitraban medidas desesperadas. La Cruz de Hierro, primera orden de caballería argentina, fue destinada a honrar a los conductores de la defensa civil. Los ejemplos de altruismo se multiplicaron.
Se imputó injustamente el desarrollo de la epidemia al hacinamiento en los conventillos, y quizás con más verdad, al sucio Riachuelo y a los saladeros. Estas circunstancias fueron potenciadas por lluvias persistentes, con la formación de pantanos, y un calor intenso, que favorecieron la proliferación del mosquito, real responsable de la epidemia, de quien aun no se sospechaba.
En el mes de junio, la fiebre amarilla se alejó para siempre. El gobierno proclamo su mea culpa, y se impulsaron las medidas de salubridad y saneamiento que, de haberse adoptado antes, sin duda hubieran impedido en mucho la propagación de la enfermedad.
"Debido a esto, las personas de clase adinerada que antes vivían en ese barrio se mudaron hacia el norte de la ciudad, por lo que San Telmo fue tomado por los inmigrantes italianos y españoles."
El Puerto de Buenos Aires
Buenos Aires, en sus orígenes, siguió estrictamente las normas establecidas por las "Leyes de Indias", que indicaban, para toda fundación ribereña, el trazado de la ciudad y el puerto.
Lo cierto es que desde su fundación, Buenos Aires utilizó el "Riachuelo de los Navíos" para el desembarco de mercaderías, ya que era un canal profundo dentro de la misma playa y, originalmente, llegaba hasta la calle Corrientes y aún más al Norte.
El desembarco se realizaba, hablando de la Buenos Aires colonial, de una manera muy modesta: fondeados los barcos, los botes acercaban a pasajeros y mercancías hasta la orilla, ya que no existía muelle.
Hasta 1770, se habían propuesto más de 60 proyectos de puertos y malecones fuera de la zona del Riachuelo, sobre la ribera de la ciudad. Ninguno de estos proyectos, ni los posteriores, supieron dotar a Buenos Aires de una estructura portuaria acorde a sus necesidades y la gran mayoría fueron dejados de lado. Se cumplía así un extraño mandamiento: la ciudad portuaria sin puerto.
En 1872 se construyen muelles y los depósitos de Las Catalinas, en la bajada de las actuales calles Viamonte y Córdoba, así llamados por su proximidad con la Iglesia de Santa Catalina – en San Martín y Viamonte.
Una vez superada la etapa de los muelles, el gobierno se propuso la creación de un puerto completo. Para construirlo compitieron dos proyectos. Luís A. Huergo proponía aprovechar el riachuelo como refugio natural para las embarcaciones. Consistía en diversos diques que debían erigirse en la boca del riachuelo, lejos del centro de la ciudad.
Eduardo Madero proyectaba construir un complejo sistema de diques frente a la Plaza de Mayo. Finalmente, se impuso la propuesta de Madero, que en enero de 1889 inauguró el primero de los diques. El costo final de la obra fue muy elevado y el sistema de diques, ineficiente. Tampoco faltaron denuncias por corrupción.
En 1905 el puerto se componía de Puerto Madero, Dock Sud y riachuelo. En 1920 se terminó de construir otra sección, la de Puerto Nuevo.
Madero no llegó a ver concluido su proyecto ya que murió 5 años antes de su inauguración en 1889.
El puerto fue concebido para comerciar cajones y granos. La tecnología lo fue desplazando poco a poco, los containers y la carga de granos en puertos de aguas profundas decretaron su salida de servicio. En 1889, luego de sancionarse la ley de reforma del Estado, se creó la corporación Antiguo Puerto Madero con el objeto de urbanizar las 170 hectáreas del viejo puerto. La corporación es una sociedad formada por el Estado Nacional y la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Una vez que la corporación escrituró las tierras, se iniciaron los estudios del plan de reciclaje, con el asesoramiento de técnicas del ayuntamiento de Barcelona (España). Dicho proyecto causó polémicas en cuanto a su concepción, por lo que se declaró a la zona de valor histórico y patrimonial y se llamó a un concurso nacional de ideas para reciclarla.
Hasta diciembre de 1991 se habían adjudicado 5 de los 16 galpones de estilo inglés, de ladrillos rojos, como condición para su venta deben preservar su imagen exterior.
Este ambicioso proyecto se propone asimilar dicha zona al resto de la ciudad.
Invasiones Inglesas al Río de la Plata:
En el año 1805 Inglaterra se encontraba enfrascada en un conflicto bélico contra Francia, donde Napoleón gobernaba. Los españoles en ese momento estaban aliados con los franceses. La mayor parte de Europa se encontraba en poder o bajo la influencia francesa, por lo tanto los ingleses se veían impedidos de comerciar con estos territorios, lo que afectaba su economía en plena Revolución Industrial. Con objetivo de obtener nuevas plazas comerciales y debilitar a sus enemigos, los ingleses comenzaron una serie de ataques a las posesiones europeas de ultramar. Como parte de ese esfuerzo una fuerza inglesa ocupó en enero de 1806 la colonia Holandesa de Ciudad del Cabo. Allí sus comandantes se informaron de la debilidad de la guarnición española de Buenos Aires además del cuantioso tesoro que la ciudad tenía y decidieron que ese seria su próximo objetivo.
Primera invasión
El 14 de abril de 1806 partió desde la ciudad del Cabo una fuerza comandada por Beresford. ésta llegó al Río de la Plata con 1600 hombres en 10 barcos de guerra. El 25 de junio de dicho año los ingleses desembarcaron en Quilmes, y llegaron a tomar el fuerte de Buenos Aires el día 28 de junio. El virrey Sobremonte huyó con el tesoro de la ciudad hacia Córdoba, para organizar allí la resistencia, pero el tesoro fue interceptado por los ingleses gracias a la información que proveyeron comerciantes temerosos de que los ingleses al no tener el tesoro robaran sus propiedades. Para ganarse el favor de la gente de Buenos Aires una de las primeras medidas de los invasores fue decretar el libre comercio. A su vez en Montevideo, Liniers organizó una fuerza con el objetivo de marchar sobre Buenos Aires y liberarla. Al llegar convergieron en el ataque a los ingleses todas las fuerzas de la resistencia. Luego de 2 días de lucha los ingleses fueron expulsados el 12 de agosto. El 14 de agosto el Cabildo le confirió a Liniers el mando militar.
Luego de la invasión se hizo evidente que era necesario contar con mayores fuerzas militares en el Virreinato del Río de la Plata. España en ese momento se hallaba en estado de virtual aislamiento con respecto a sus colonias, ya que su flota había sido derrotada en Trafalgar y los ingleses habían ganado el control del mar, por lo tanto recibir refuerzos de la metrópoli era bastante improbable. Se organizaron entonces fuerzas militares en el virreinato mismo, la mayor parte de ellas integradas por criollos. Esto sentó las bases para el futuro ejército argentino que combatió en las guerras por la independencia y le restó poder a la elite española.
Segunda Invasión
El 22 de septiembre de 1806 el gobierno inglés decide invadir Buenos Aires y Montevideo. Los ingleses volvieron a la carga con una fuerza mucho mayor a la que habían enviado con anterioridad. Como base de acción tomaron la población de Maldonado el 29 de octubre de 1806 comenzaron las acciones que culminaron 3 días después con la derrota española. El 3 de febrero de 1807 tomaron la ciudad de Montevideo en una operación naval y terrestre con 8000 soldados. Sobremonte había acudido con refuerzos desde Córdoba, pero fue repudiado por el Cabildo. Mientras tanto Liniers que había acudido con 3000 hombres en ayuda de Montevideo debió retornar a Buenos Aires al enterarse de la caída de la ciudad. El 5 de febrero llegó la noticia a Buenos Aires de la caída de Montevideo, reuniéndose el Cabildo el día 10 para analizar la situación, llegándose a la decisión de destituir a Sobremonte, arrestarlo y nombrar como virrey a Liniers, hecho que sentó un fuertísimo precedente de autodeterminación con vistas a la Revolución de Mayo de 1810. Para impedir que el pueblo de Colonia del Sacramento fuera utilizado como punto de desembarque de un ejército español, los ingleses también tomaron esa población que cayó fácilmente en marzo.
Los ingleses comenzaron a usar a Montevideo como base para el contrabando, logrando que sus mercaderías penetraran en las colonias españolas. Además emprendieron una guerra propagandística mediante la distribución de un periódico pro británico.
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