Descargar

Krugman, Stiglitz y la reestructuración de la deuda griega (Parte I) (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

El BCE se resiste a apretar el gatillo

El Banco Central Europeo ha sido el principal artífice del acorralamiento del gobierno de Alexis Tsipras, pero se ha resistido a precipitar una salida de Grecia del euro sin una señal política expresa del Consejo Europeo. "Están muy orgullosos de su independencia, pero cuando llegan las decisiones difíciles pasan la pelota a los políticos", ironiza un alto cargo que asiste al Eurogrupo. Nada más ganar las elecciones Syriza, el BCE no dudó en suprimir la excepción que permitía a Grecia seguir su utilizando sus bonos (basura) como fuente de financiación.

El presidente del BCE atribuyó su arbitraria decisión a la falta de perspectiva de un acuerdo sobre el programa de rescate, aunque ese rescate llevaba atascado desde junio de 2014 sin que Fráncfort se diera por enterado. Poco después, Mario Draghi anunció un plan de expansión cuantitativa (compra de deuda) en el que introdujo criterios (como el límite del 33% por emisor) que dejaban fuera la deuda griega.

Y, a finales de junio, ahora ya sí con Grecia rebelada contra la zona euro, el BCE congeló la provisión de liquidez y forzó el corralito y admitió por primera vez la posibilidad de una salida de Grecia del euro. Pero el BCE deja esa decisión en manos de sus accionistas, sobre todo del principal: Berlín.

– Schäuble se plantea dimitir por su choque con Merkel sobre Grecia (Cinco Días – 18/7/15)

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, reconoce en una entrevista difundida hoy por el semanario "Der Spiegel" que él y la canciller Angela Merkel tienen "distintas opiniones" sobre Grecia y saca a colación la opción de dimitir.

El veterano político cristianodemócrata asegura que "es parte de la democracia que de vez en cuando se tengan distintas opiniones", pero sostiene que en política nadie puede obligar a otros a tomar decisiones propias de su cargo.

"Cada uno tiene su papel. Angela Merkel es canciller, yo soy ministro de Finanzas. Los políticos tienen la responsabilidad de su cargo. Nadie les puede forzar. Si alguien intentase eso, yo podría ir ante el presidente alemán y pedir el cese", afirma Schäuble.

El ministro, que asegura que la canciller "puede confiar" en él, señala que "no hay que preocuparse" porque la jefa del Gobierno alemán y él tengan en algunos asuntos tesis diferentes.

Schäuble se ha destacado en las últimas semanas por representar al ala más dura de la eurozona frente a Atenas, una postura que alcanzó el pasado fin de semana su máximo exponente al plantear una "salida temporal" de Grecia del euro.

Si para muchos griegos el ministro representa la bestia negra de la economía de su país, Schäuble disfruta en Alemania de máximos de popularidad, por encima de la propia canciller.

A este polémico respecto, Schäuble asegura en la entrevista: "Nunca hemos dicho que Grecia debía irse de la eurozona. Sólo hemos apuntado la posibilidad de que Atenas pudiese ella misma optar por una pausa".

El titular alemán de Finanzas considera que "la gran pregunta" en estos momentos es si el primer ministro griego, Alexis Tsipras, llevará a cabo el programa de reformas y ajustes acordado a cambio del tercer programa de rescate, de 86.000 millones de euros.

"Tsipras rechazó anteriormente un programa similar y después apostó por el 'no' en el referéndum y obtuvo una gran mayoría. Ahora él quiere hacer lo contrario de lo que defendió. Se puede tener dudas", explica.

No obstante, Schäuble le da un voto de confianza: "Pero yo confío ahora en las afirmaciones de Tsipras, eso exige la justicia. Él ha asegurado que implementará el programa, incluso a pesar de que no cree en él. Vamos a ver".

La base de la condicionalidad del nuevo programa heleno es, en el fondo, cuestiones acordadas en 2010, cuando se cerró el primer rescate griego, pero que "por desgracia" no se implementaron, señala el ministro, que califica de "sinsentido" asegurar que Grecia se ha convertido en una "colonia" europea.

Schäuble indica asimismo que "ha intentado", desde su "mejor posición" ayudar "al más débil" a lo largo de las negociaciones.

– Tsipras arrasa en las encuestas pese al corralito y el motín en Syriza (Libertad Digital – 18/7/15)

Según una encuesta publicada este sábado por el diario griego Efimerida Ton Syntaknon, Alexis Tsipras ganaría con el 42,5% de los votos.

Ni el corralito, ni el lamentable espectáculo dado en Europa, ni el paso atrás de Varufakis, ni la carestía ya de productos básicos en Grecia, ni siquiera haber firmado un paquete de medidas mucho más duro del que se negó a aprobar semanas antes, parece disuadir a los helenos de seguir apoyando a Alexis Tsipras.

Este sábado el diario Efimerida Ton Syntaknon publica una encuesta de intención de voto. De celebrarse hoy las elecciones, Tsipras arrasaría con el 42,5% de los votos, frente al 21,5% que obtendría la segunda fuerza más votada, Nueva Democracia. Esto colocaría al partido de izquierda radical de Alexis Tsipras con 164 diputados frente a los 49 que obtuvo las pasadas elecciones obteniendo definitivamente la ansiada mayoría absoluta de la cámara. Por su parte, Nueva Democracia se quedaría con 58 escaños, desde los 76 con los que cuenta en la actualidad.

Al mismo tiempo, el periódico pregunta a los encuestados por la continuidad o no en el euro de Grecia. Según estos resultados, el 70% de los griegos prefieren el acuerdo firmado por Syriza siempre que el país continúe bajo el amparo del euro que el Grexit.

– Merkel, abierta a cambios en las condiciones de devolución de la deuda griega (Vozpópuli – 19/7/15)

La canciller alemana da por cerrada la polémica en torno a una posible salida temporal de Grecia de la zona euro. "El "Grexit" estaba sobre la mesa pero nos hemos decidido por otra opción".

El tira y afloja sobre el futuro de Grecia continúa. La canciller alemana, Angela Merkel, dio este domingo por cerrada la polémica en torno a una posible salida temporal de Grecia de la zona euro en la tradicional "Entrevista de verano" de la cadena de televisión pública alemana ARD, en la que la crisis helena y el reciente acuerdo sobre un tercer rescate, de hasta 86.000 millones de euros acaparó la atención. "El "Grexit" estaba sobre la mesa pero nos hemos decidido por otra opción. Y lo que cuenta ahora es el resultado de las negociaciones", aseguró Merkel. Además, la canciller alemana ha manifestado su disposición a negociar cambios en los plazos o el interés de la deuda griega una vez se realice la primera verificación de cumplimiento de las condiciones del nuevo rescate que han acordado negociar Atenas y sus acreedores.

"Grecia ya tiene ayuda. Ha habido una quita voluntaria entre los acreedores privados y después se ha ampliado el plazo una vez y se han reducido los tipos de interés", ha indicado Merkel. "Ahora podemos hablar otra vez de esas posibilidades (…), una vez que se haya realizado la primera revisión positiva del programa que se negociará. Es justo entonces cuando se tratará esta cuestión. No ahora, sino entonces", ha señalado. Sin embargo, Merkel ha descartado una quita clásica mientras Grecia siga en la eurozona. "Eso puede ocurrir fuera de una unión monetaria, pero no puede ocurrir en una unión monetaria", ha argumentado.

En cuanto a la salida temporal del euro planteada durante las negociaciones por el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, ha reconocido que se estudió la propuesta, pero finalmente se rechazó. "La elección era hacer el camino común con Grecia o conjurar una situación caótica porque no habría habido una decisión conjunta de los ministros de Finanzas ni de los líderes, así que la opción también estaba sobre la mesa, pero elegimos otra cosa", ha destacado.

Sobre la reapertura con restricciones de los bancos griegos, prevista para este lunes, Merkel ha reconocido que "no es normal, así que tendremos que negociar rápido". Sin embargo, ha advertido que van a negociar "duro" para asegurarse de que Grecia cumpla sus compromisos. "No va a ser nada fácil porque hay cosas que hemos hablado con todos los gobiernos griegos desde 2010 y que nunca se han hecho y que sí se han hecho en otros países como Portugal e Irlanda", ha apuntado.

Por último, Merkel se ha referido a la posible dimisión de Schauble por supuestas desavenencias con la canciller sobre Grecia. "El ministro de Finanzas, como yo, llevará estas negociaciones y solo puedo decir que nadie me ha pedido ser relevado", ha apostillado.

– Bienvenidos a la Pax Germánica, un club no apto para países poco competitivos (Vozpópuli – 19/7/15)

(Por Antonio Maqueda)

La capitulación de Grecia a lo largo de un interminable fin de semana ha dejado meridianamente claro cuál es la situación en Europa. El club de los países mediterráneos aparece dividido y fatigado tras años de crisis soberana. La ampliación de la Unión al Este ha traído nuevos halcones, algunos de ellos más pobres y con una tolerancia cero hacia la indisciplina. Sin un Gobierno elegido por los europeos, casi todo se cocina en el Consejo de jefes de Estado y de Gobierno, y allí Alemania es la que más dinero pone y, por lo tanto, manda. La grandeur de Francia ha quedado reducida a un comparsa que da palmaditas en la espalda. Si la idea consistía en hacer una Alemania más europea para evitar los conflictos, el resultado de la integración ha sido el contrario, una Europa más alemana. El pasado lunes por la mañana asistimos impávidos a la claudicación de un rebelde de izquierdas que aceptaba convertirse en un tecnócrata con un memorando bajo el brazo, un hombre al que se vistió de negro y poco menos que se ajustició en plaza pública para advertencia de cualquiera que ose retar el statu quo, la Pax Germánica acuñada bajo la égida de la canciller Merkel.

Sólo que tamaña hegemonía también tiene costes en casa de los germanos. Pónganse por un momento en la piel de los teutones, que acaban de recompensar con un rescate millonario a un Gobierno populista y un electorado irresponsable que no han demostrado su voluntad de reforma. Para colmo, las probabilidades de que una parte de ese préstamo nunca se recupere se antojan muy elevadas. Tan sólo días antes de que el Bundestag aprobase el flotador griego, el FMI, la Comisión y el BCE recordaban a los germanos que ese dinero que todavía no han prestado debería recibir una quita. ¿Y ésta era la Europa en la que los tratados recogían explícitamente que no podía haber transferencias fiscales? Así no es de extrañar que el ministro de Finanzas teutón, Wolfgang Schäuble, ofrezca una quita a los griegos siempre que se salgan del euro, todo con tal de evitar seguir poniendo parches de dinero indefinidamente. Curiosamente, se trata del mismo ministro que en un vuelo hacia el G-20 de Corea en octubre de 2010 convenció a Merkel de que había que preservar el euro. Pero que lo harían a su manera. Europa tenía que aprender a ser competitiva igual que lo hicieron los alemanes, sin importar que los demás no contasen con las mismas redes industriales que tan bien aguantaron la crisis en Alemania.

De hecho, los germanos no son primerizos en esto de absorber otras economías menos competitivas. Abordaron el mayor experimento que jamás se haya hecho de este tipo cuando reunificaron las dos Alemanias en 1990. De la noche a la mañana, por pura voluntad política los dos marcos y los salarios de ambos lados se equipararon. Los alemanes del Este eran la mitad de productivos pero de repente ganaban muchísimo más. Y precisamente eso desató la inflación. El abismo era tan grande que cuentan que Olivetti rechazó una oferta para tener 12.000 empleos subsidiados en la antigua RDA porque en la parte occidental podía fabricar lo mismo con tan sólo 900 trabajadores.

Por más que se invirtiese y que algunas empresas abriesen factorías buscando costes más bajos, tamaño desnivel de productividad disparó el desempleo en una economía antes socialista, estatalizada y, en consecuencia, sin paro. Al tener que absorber desocupados de la RDA a miles, los costes del sistema del bienestar germano aumentaron drásticamente. Incluso se estableció un impuesto solidario para financiar las transferencias al Este. En total, se calcula que la Alemania Federal ha tenido que inyectar a la Oriental ingresos fiscales por valor de más de un 4 por ciento del PIB anual. Y ni siquiera así se consiguió cerrar la brecha. La lección evidente se resume en que la riqueza no se traspasa por decreto.

En términos de crecimiento, los alemanes también pagaron un peaje muy alto por la reunificación. Hasta el punto que con la creación de una moneda única en ciernes reaccionaron aplicando las reformas Hartz, unas reformas que por cierto suelen ser contractivas y que en Alemania se implementaron aprovechando que el resto de la UE crecía. En definitiva, la puesta en marcha de una unión fiscal antes de homogeneizar las diferencias en competitividad les salió carísima.

Por el contrario, esta vez parece evidente que el plan de los alemanes consiste en apuntalar primero la competitividad antes de hacer nada que se asemeje a una unión fiscal, sobre todo en tanto en cuanto los franceses siempre rechazan perder soberanía. "Nosotros nos mostramos a favor de la unión fiscal al comienzo de la crisis, pero son los galos quienes piden los eurobonos al mismo tiempo que no quieren que les controlen los presupuestos", comentan las autoridades tudescas cada vez que se les interroga sobre el asunto.

Y así las cosas, ¿en qué nos deja esta suerte de Pax Germánica basada en que Alemania fija el estándar de la competitividad? Entre los distintos estados de EEUU hay transferencias fiscales, movilidad de trabajadores y mercados flexibles que compensan las diferencias en las estructuras económicas. Pero aquí no ocurre nada de eso. Nos juntamos con Alemania fundamentalmente para entrar bajo el paraguas del marco alemán. Con un respaldo implícito de la economía germana, la financiación en marcos, perdón en euros, resultaba increíblemente barata. Los intereses de nuestras hipotecas alcanzaron niveles históricamente bajos, generando la ilusión de riqueza. Los salarios se apreciaron con celeridad, si bien hubo un momento en el que la ganancia en capacidad adquisitiva fue relativa. Por un lado, el encarecimiento de los bienes y servicios producidos en España en realidad neutralizaba esos avances en capacidad de compra. Por otro, bajo la misma voluta se volvieron muy baratos los productos alemanes como los automóviles o los bienes de equipo, máxime cuando los germanos emprendieron una política de reformas con la intención de contener sus costes que fue facilitada por los sindicatos. "Dominaremos la unión monetaria porque controlaremos los costes salariales mejor que nadie", declaró el canciller Schröder al aprobar las reformas recomendadas por la Comisión Hartz. Normal que a los españoles les encantase comprar unos coches germanos que cada vez salían más baratos…

Por si no fuese germen suficiente, la trama se complicó todavía más. No todo fue culpa de los indisciplinados bajitos y morenos que duermen la siesta cual cigarra mientras las hormiguitas guardan provisiones para el invierno. En los años previos a la crisis, el BCE cometió el error de fijar su política monetaria de acuerdo con las necesidades de una economía alemana todavía convaleciente tras digerir a sus compatriotas del Este y que precisaba un shock liberalizador. Lo que a su vez implicó que los tipos de interés eran demasiado bajos para la periferia. Es más, una vez descontada la inflación los tipos reales eran negativos. Es decir, la inflación era mayor que el tipo de interés y por lo tanto compensaba endeudarse. ¡En la práctica estaban pagando a los del Sur por endeudarse! Y así era muy difícil que no se alimentase una burbuja que además se financió con el dinero de unas cajas alemanas que buscaban rentabilidades mayores que las que se ofrecían en Alemania.

Esa masiva inyección de crédito acabó inflando los precios de los países del Sur. De ordinario, la cotización de la moneda refleja la inflación, competitividad y necesidades de ciclo de un país. Conforme una economía sube precios por encima que el resto, la moneda se devalúa reflejando esa pérdida de competitividad y por lo tanto de poder adquisitivo. Pero dentro de la misma moneda no hay forma de hacer el ajuste vía cotización de la divisa. Tan sólo se puede recurrir a los costes de producción, es decir, los costes laborales, bien sea por cantidades bien sea por salarios. Y después de años acumulando desequilibrios respecto a los costes de producción en Alemania, la corrección en términos de desempleo a lo largo y ancho de la periferia fue brutal, sin contar además con margen para ningún estabilizador fiscal porque los ingresos de los Estados estaban artificialmente hinchados fruto de la burbuja. Para colmo, un BCE moldeado a imagen y semejanza del Bundesbank ejerció de policía y no acudió al rescate hasta que los países empezaron a adoptar las reformas.

Incluso con esa tremenda factura social, la buena noticia para Europa es que ningún país ha querido renunciar al euro. Han aguantado lo indecible. Lo que por otra parte significa que estamos encadenados a los alemanes pedaleando en un Tourmalet constante en pos de la competitividad. Sin embargo, esta mentalidad no parece que cale ni en los españoles ni en nuestros políticos. Con un paro rampante, la patronal ha concertado con los sindicatos subidas de sueldo. A pesar del elevadísimo déficit, el Gobierno busca bajar impuestos y gastar más. Como los Borbones, ni aprendemos ni olvidamos. Ni nos planteamos políticas de Estado para terminar de una vez por todas con el drama del paro, ni somos conscientes de que debemos estar pendientes de cuánto repuntan los salarios en Alemania para subirlos siempre por debajo. Después de una crisis de caballo, el único mantra es volver al gasto y a las políticas de demanda como si nada hubiese pasado. Permanecemos ajenos al hecho de que la Pax Germánica implica mantener la tensión competitiva, de que los beneficios de esa financiación barata acarrean unos costes. Lamentablemente, esta cuestión se encuentra completamente ausente del debate político.

Por otra parte, la Unión Europea en su formato de Pax Germánica corre el riesgo de que sea percibida como una cuestión de mera utilidad económica que beneficia más a los alemanes y que carece de principios. La propuesta europea pierde atractivo. Y eso es terreno abonado para los populismos. Desde Le Pen al Movimiento Cinco Estrellas pasando por Sin Feinn, Podemos, Pegida o Ukip, los bárbaros están a las puertas. Sin embargo, el liderazgo ha recaído sobre una nación en muchos sentidos ejemplar pero que se muestra reacia a tomar las riendas. Son Alemania pero quieren ser como Suiza. Militante de una especie de tancredismo similar al de Rajoy, Merkel sigue dejando que las cosas se pudran.

En lo tocante a Grecia, el acuerdo impuesto es una patada hacia delante y condena a los helenos a dos años más de recesión sin haber colocado algún incentivo al final del camino como una reestructuración en profundidad de la deuda. La reversibilidad del euro volverá a estar sobre la mesa. El liderazgo low-cost que pretende poner en práctica la canciller puede acabar saliendo muy caro a todos. Aunque Merkel haya ganado una batalla con Tsipras, su gestión de la crisis europea deja como legado un crecimiento económico menor y unas fracturas entre los socios demasiado profundas, que bien podrían dar al traste con cualquier intento de superar la Pax Germánica y avanzar en la integración.

Tal y como ha sido concebida por los teutones, la zona euro obliga a mantener la tensión competitiva sin descanso.

– No es justo ni equitativo. ¿Será eficaz? (El País – 19/7/15)

(Por Antón Costas)

¿Acto de revancha y humillación innecesaria y peligrosa? ¿Simple aplicación del principio de realidad? ¿Cómo leer el acuerdo que el Consejo Europeo ha ofrecido al Gobierno de Grecia para tener acceso a un tercer rescate financiero que le salve de salir del euro? Y otras dos cuestiones quizás más importantes. Primera, ¿será eficaz el programa de ajuste y reformas que se le impone a los griegos? Segunda, ¿cuáles serán los efectos a medio plazo sobre el euro y sobre el proyecto de unión europea?

El acuerdo se parece, en su proceso y contenido, a muchas otras negociaciones entre acreedores y deudores que se han hecho en el pasado. En este tipo de negociaciones ambas partes acostumbran a jugar al llamado "juego del gallina". Recuerden la película Rebelde sin causa, de Nicolas Ray, protagonizada por James Dean en la que los dos protagonistas hacían una carrera de coches hacia el precipicio para ver cual se asustaba antes y frenaba. A algo así han jugado Alexis Tsipras y Yanis Varoufakis, por un lado, y por otro, Wolfgang Schäuble y Angela Merkel.

Probablemente Varoufakis creía tener cartas para intimidar a Schäuble en su particular juego de póquer. Primera: Creer que el miedo a la rotura del euro haría ceder a los europeos. Segunda: Pensar que a Grecia le podía ir mejor fuera que dentro del euro. Tercera: Suponer que flirteando con Putin haría que los estadounidenses presionasen a la Unión Europea para evitar tener un Estado fallido en el sur de Europa. Y una cuarta carta escondida en la manga: el referéndum. Schäuble y Merkel aguantaron el envite.

Al final, Tsipras ha retrocedido ante las primeras consecuencias: cierre de los bancos, corralito que impide a los griegos sacar sus ahorros y cobrar sus pensiones y suspensión de la circulación de capitales que bloquea la importación de los productos más indispensables. Y ha dejado caer a Varoufakis.

La segunda propuesta es más dura que la que se había ofrecido antes del referéndum. ¿Revancha y humillación por la afrenta? ¿La vieja pedagogía de "si no quieres caldo, dos tazas"? No lo sé. Lo cierto es que la economía griega se deteriora a tal velocidad que cada día que pasa Grecia requiere más ayuda. Y, de acuerdo con las reglas de juego del euro, eso lleva aparejada la condición de un programa de ajuste y reformas más exigente. Pero, para muchos ciudadanos griegos y europeos, ese programa es injusto.

Vayamos a las otras dos cuestiones. ¿Funcionará ese programa para impulsar el crecimiento, el empleo y lograr la corrección de los desequilibrios fiscales y comerciales de Grecia? Probablemente no. La razón no es sólo técnica, en el sentido de que el contenido del programa intensificará la recesión. Es fundamentalmente por razones sociales y políticas. La experiencia recopilada por el FMI señala que este tipo de programas sólo son eficaces cuando los gobiernos nacionales se implican y los lideran. Y cuando la población, mal que bien, los comprende y apoya. No es éste el caso.

La investigación académica apunta en este mismo sentido. Dos prestigiosos economistas, Daron Acemoglou y James Robinson -autores de la exitosa obra Por qué fracasan los países- han demostrado que el éxito de las reformas económicas depende de la segunda derivada. Es decir, no de sus efectos económicos en el PIB, sino de los efectos de segunda ronda en los equilibrios políticos entre los diferentes grupos sociales dentro del país. Cuando las reformas alteran ese equilibrio político en favor de los grupos más favorecidos acaban fracasando por pérdida de legitimidad social. Y parece que este va a ser, de nuevo, el caso griego. Las reformas económicas que se perciben como injustas acaban no funcionando. No son eficaces. El problema es que muchos economistas y políticos reformistas ignoran esta lección. O la olvidan interesadamente. Vaya usted a saber.

Por último, ¿qué efectos acabará teniendo este drama griego sobre el futuro del euro y de Europa? Pueden ser tanto positivos como negativos. En la medida en que el euro es una moneda sin Estado, carece de los instrumentos propios del dólar o la libra para hacer frente a crisis: un banco central como Dios manda, una Hacienda propia que le respalde y un mecanismo de rescate bancario. Esto hace que en situaciones como las que estamos viviendo el euro actúe como una camisa de fuerza sobre los más débiles. La esperanza es que el drama griego lleve al euro a ir más allá de su actual lógica. No será fácil ni rápido. Pero hay que tener esperanza.

Los negativos vienen del sentimiento de injusticia, humillación y rabia que sienten muchos ciudadanos, no sólo griegos. Puede propiciar corrientes nacionalistas antieuropeas. El precedente es el Tratado de Versalles que puso fin a la pesadilla de la guerra. Disconforme con la dureza de las indemnizaciones que los aliados querían imponer a Alemania, John Maynard Keynes, miembro de la delegación británica en la conferencia de paz de París, escribió un alegato premonitorio de la nueva pesadilla que esas duras condiciones traerían para Alemania y Europa: Las consecuencias económicas de la paz. Debería ser lectura obligatoria para los políticos europeos.

– Grecia aprueba segundo paquete de ajuste antes de negociar el rescate financiero (BBCMundo – 23/7/15)

El parlamento griego dio este miércoles un paso crucial para conseguir un nuevo rescate financiero con la aprobación de un segundo paquete de reformas.

La ratificación de los nuevos ajustes significa que ya pueden empezar las negociaciones con la Unión Europea por un rescate que se estima en 86.000 millones de euros (unos US$ 93.400 millones).

Las reformas incluyen cambios en el sistema bancario y una revisión del sistema judicial.

Miles de personas se manifestaban frente al parlamento mientras se debatían las medidas. La protesta se tornó violenta por momentos.

Pese a los temores de rebelión de diputados del oficialismo, el primer ministro Alexis Tsipras consiguió holgadamente el apoyo que necesitaba.

En total, las medidas recibieron 230 votos a favor y 63 en contra, con 5 abstenciones.

El exministro de Finanzas Yanis Varoufakis, quien fue uno de los rebeldes cuando se aprobó la semana pasada el primer paquete de reformas, votó a favor esta vez.

Representantes de las instituciones europeas que proveerán los fondos de rescate comenzarán las negociaciones el viernes.

La semana pasada, los griegos aprobaron un paquete inicial de medidas de austeridad por exigencia de sus acreedores internacionales.

Las medidas eran una mezcla de reformas económicas y recortes presupuestarios.

En esta ocasión, se trataba de asuntos de naturaleza estructural, como:

-Un código civil para acelerar el proceso judicial.

-La adopción de la directiva europea para apuntalar a la banca y proteger a los ahorristas de menos de 100.000 euros (US$ 108.000).

-La introducción de reglas para que en caso de quiebra de un banco, la carga sea asumida por accionistas y acreedores, y no por los contribuyentes.

Otras medidas más controvertidas, como el retraso de la edad para la jubilación anticipada y la subida de impuestos para los agricultores, fueron pospuestas para agosto.

El miércoles, el Banco Central Europeo (BCE) aumentó la inyección de capital a las entidades financieras griegas.

La segunda entrega de fondos de emergencia de 900 millones de euros extra (US$ 978 millones) se produjo horas antes de la votación.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó el lunes que Grecia satisfizo los más de 2.000 millones de euros (US$ 2.173 millones) en pagos de deuda atrasados y ya no está en mora.

Eso y el pago de 4.200 millones de euros (US$ 4.564 millones) al BCE fueron posibles por un préstamo de corto plazo de la Unión Europea de 7.160 millones de euros (US$ 7.780 millones).

– Milton Friedman auguró hace 18 años la crisis que vive hoy la Eurozona (El Economista – 22/7/15)

Corría el año 1997 y aún faltaban cinco años para que el euro se pusiera en circulación y la soberanía de la política monetaria pasara por completo al BCE. Y Milton Friedman escribía esto: "Pienso que el euro creará tensiones políticas, convirtiendo unos desequilibrios económicos que se podrían resolver acomodando el tipo de cambio en cuestiones políticas que dividirán a los países".

Esa era la conclusión a la que llegó el que fuera premio Nobel de Economía y uno de los economistas más influyentes del siglo XX. Friedman señalaba en un artículo publicado en Project Syndicate lo siguiente: "El euro ha sido una creación motivada por la política, no por la economía. El objetivo ha sido unir a Alemania y Francia para evitar guerras futuras, y de este modo sentar las bases de un futuro Estados Unidos de Europa". Sin embargo, Friedman pensaba que el euro terminaría generando tensiones económicas que repercutirían de lleno en la política.

Friedman exponía su teoría de la siguiente forma: "El mercado europeo plantea una situación poco favorable para crear una divisa común. Está compuesto por naciones separadas, cuyos residentes hablan lenguas diferentes, tienen diferentes costumbres, y sienten mucho más apego y lealtad hacia sus propios países que hacia la idea de una única Europa. Además, a pesar de ser un área de libre comercio, los bienes y capitales se mueven con menor libertad que en EEUU", aseguraba el célebre economista norteamericano.

La Comisión Europea tiene un gasto mínimo si se compara con el tamaño del PIB de la Eurozona o de la UE. Además, "la regulación industrial y de los mercados laborales es mucho más extensa que la de EEUU, y es diferente en cada país de Europa. Como resultado, los salarios y los precios en Europa son mucho más rígidos y el capital humano tiene menos movilidad entre países. En estas circunstancias, el tipo de cambio proveía de una gran herramienta de ajuste a los países".

Shocks y desequilibrios

Friendman prosigue su argumentación: "Si un país se ve afectado por un shock negativo, que por ejemplo exija que se reduzcan los salarios, esto se puede conseguir mediante el tipo de cambio, en lugar de tener que modificar miles de salarios". Este ejemplo se puede extrapolar a día de hoy a la crisis que han sufrido países como España, cuyos costes laborales unitarios (CLU) crecieron mucho más deprisa que los de sus vecinos del norte durante el periodo expansivo de la economía dentro del euro (2000-2008).

Tras años de inflación y crecimiento de los CLU, los bienes y servicios producidos en España dejaron de ser competitivos. Si se hubiera mantenido la peseta, el Banco de España podría haber devaluado su divisa produciendo de forma inmediata un abaratamiento de los bienes y servicios producidos en España de cara al resto del mundo. De este modo, los ajustes posteriores podrían haber sido más flexibles.

Sin la soberanía monetaria, España y otros países se han visto obligados a emprender dolorosos procesos de devaluación interna basados en la reducción de salarios y beneficios distribuidos. Un proceso que hasta el momento ha demostrado ser más lento y doloroso en el medio plazo aunque algunos economistas argumenten que a largo plazo será más beneficioso para la economía.

Todo esto fue anunciado por Milton Friedman en 1997, pero poco después de que el euro naciese y la emoción invadiera los mercados, el economista norteamericano advirtió en un pequeño comentario junto al Banco de Canadá: "El euro se encuentra en su luna de miel. Yo espero que tenga éxito, pero lo cierto es que las expectativas son muy bajas. Las diferencias económicas entre países se irán acumulando y estos shocks serán un problema".

– Del Baúl: Friedman sobre el Euro en 1997 (Fedea – 21/7/15)

(Por Jesús Fernández-Villaverde)

Merece la pena leer esta columna de Milton Friedman sobre el euro de 1997.

No puedo resistir la tentación de citar parte de la misma:

"A common currency is an excellent monetary arrangement under some circumstances, a poor monetary arrangement under others. Whether it is good or bad depends primarily on the adjustment mechanisms that are available to absorb the economic shocks and dislocations that impinge on the various entities that are considering a common currency. Flexible exchange rates are a powerful adjustment mechanism for shocks that affect the entities differently. It is worth dispensing with this mechanism to gain the advantage of lower transaction costs and external discipline only if there are adequate alternative adjustment mechanisms".

"The United States is an example of a situation that is favorable to a common currency…Europe"s common market exemplifies a situation that is unfavorable to a common currency".

Pero lo mejor viene al final:

"The drive for the Euro has been motivated by politics not economics. The aim has been to link Germany and France so closely as to make a future European war impossible, and to set the stage for a federal United States of Europe. I believe that adoption of the Euro would have the opposite effect. It would exacerbate political tensions by converting divergent shocks that could have been readily accommodated by exchange rate changes into divisive political issues. Political unity can pave the way for monetary unity. Monetary unity imposed under unfavorable conditions will prove a barrier to the achievement of political unity".

– Tras el acuerdo con Grecia, no todo es color de rosa en la eurozona (The Wall Street Journal – 23/7/15)

(Por Simon Nixon)

El nuevo programa de rescate griego puede estar lejos de ser un hecho consumado, pero el mercado ya parece haber tomado una decisión al respecto: el índice Stoxx 600 de acciones europeas líderes ha subido más de 10% desde sus mínimos recientes, cotizando cerca de sus máximos de abril. Los inversionistas parecen confiados en que la eurozona ha encontrado la manera de retener a Grecia en la unión monetaria y evitar lo que algunos consideraban el peor resultado posible: una capitulación ante la riesgosa línea de negociación adoptada por el gobierno griego, que habría alimentado el apoyo a otros partidos populistas en el resto de Europa. En consecuencia, los inversionistas pueden volver a concentrarse en las perspectivas del 98% restante de la economía de la eurozona.

Las perspectivas lucen mucho mejor que lo que lo hicieron en muchos años. Este año, las previsiones de crecimiento han mejorado de manera continua, reflejando el impulso que brindan un euro más débil, la caída de los precios del petróleo, tasas de interés más bajas y el aumento de la confianza de los consumidores. Según estimaciones de Bank of America Merrill Lynch, el crecimiento de la eurozona debería llegar a 1,6% este año y a 1,9% en 2016, alimentado no solo por países que estuvieron en crisis, como España e Irlanda, sino también por rezagados más recientes como Francia e Italia. Esto a su vez estimula la recuperación de las ganancias corporativas, que se espera crezcan 4% en 2015 y 13% en 2016. Respondiendo a estas tendencias, los inversionistas globales han estado abalanzándose sobre los valores europeos: unos 8.000 millones de euros (US$ 8.700 millones) fluyeron hacia acciones del Viejo continente, incluso durante la reciente ola de ventas durante la crisis griega.

El desafío para los inversionistas es calcular cuánto de esta recuperación es cíclico y cuánto es estructural; en otras palabras, hasta qué punto esta recuperación es la puesta al día después de una profunda recesión y hasta qué punto refleja un cambio en las perspectivas a largo plazo de la economía de la zona euro. La respuesta depende en parte de lo que las empresas hagan con su efectivo. Hasta ahora, gran parte de la recuperación ha sido causada por el aumento del gasto de los consumidores, lo cual refleja una mayor confianza, bajos costos de endeudamiento y baja inflación, factores que han aumentado el poder adquisitivo de los hogares. Pero la recuperación a largo plazo también requiere que el gasto de capital aumente.

Hay buenas razones para ser optimistas. Una señal de fortaleza es que el M1 de la zona euro (el agregado de dinero en efectivo, cuentas corrientes y otros depósitos bancarios, el componente más líquido de la oferta monetaria y un indicador fiable de la solidez del crecimiento), se disparó hasta un 11,2% entre enero y finales de mayo. La última encuesta del Banco Central Europeo sobre las condiciones de crédito también pinta un panorama muy optimista: los costos financieros cayeron con fuerza en el segundo trimestre y la demanda de crédito de consumo e hipotecas sigue siendo fuerte, en particular en algunos países periféricos. Esto sugiere que la recuperación de la eurozona es aún más fuerte de lo que se preveía.

Pero hay tres cosas que deberían preocupar a los inversionistas. La primera es el estado de la economía mundial, que podría no ser tan sólido como muchos piensan, advierte David Bowers, estratega de Absolute Strategy Research. El desempleo en las economías mundiales líderes ha caído, pero el crecimiento de las ventas minoristas sigue siendo lento, la cartera de pedidos se ha reducido año tras año, los inventarios están aumentando y el crecimiento del comercio mundial sigue siendo anémico. Este cuadro sombrío puede estar reflejando un menor crecimiento en China y otros mercados emergentes que dependen de la exportación de productos básicos. Pero el riesgo es que una desaceleración del comercio mundial lleve a las empresas a poner sus planes de gasto de capital en espera, provocando así una desaceleración del crecimiento mundial y una recuperación más débil de la zona euro, en particular de Alemania, la economía europea más expuesta a la demanda internacional de bienes de capital.

La segunda preocupación se refiere a la estructura de la economía europea. Incluso si Grecia se queda dentro del euro, el daño psicológico que la última crisis ocasionó al bloque monetario ha sido enorme. Los inversionistas financieros pueden verter dinero en la economía, pero los jefes de empresa que tienen que adoptar una visión a más largo plazo siguen marcados por las repentinas caídas de la economía de los últimos años. Para diversificar sus fuentes de ganancias, muchos jefes corporativos europeos siguen centrando sus planes de inversión fuera de Europa, como lo han venido haciendo en años recientes.

Aunque algunos países de la eurozona han hecho progresos en sus reformas estructurales, en muchos lugares sigue siendo más difícil hacer negocios que en el dinámico mercado de Estados Unidos. El lamentable historial de Europa en innovación y startups implica una escasez de nuevas empresas de rápido crecimiento y grandes planes de inversión. Por otro lado, los esfuerzos para consolidar el mercado único europeo en sectores hambrientos de inversión como la energía, los servicios y la economía digital, probablemente tardarán años en dar sus frutos, poniéndole así un techo al potencial de crecimiento de Europa.

Eso apunta al tercer riesgo, que es político. La evidencia preliminar sugiere que la capitulación del gobierno griego ha sido una advertencia a los votantes del resto de la zona euro acerca del daño económico que puede ser provocado por la llegada al poder de gobiernos populistas. Una reciente encuesta de GAD3 mostró que el apoyo de los españoles al radical partido de izquierda Podemos ha caído a 15% desde cerca del 27% que tenía en noviembre.

Pero es poco probable que la amenaza populista a la recuperación de la zona euro se haya disipado para siempre. La realidad es que un crecimiento en torno al 2% anual no va a reducir el desempleo de forma rápida. Y la evidencia provista por EEUU y el Reino Unido indica que allí donde la brecha entre la producción efectiva y la potencial es grande, es improbable que los salarios se recuperen pronto. Ello sugiere que a pesar de que las estadísticas apunten a una recuperación, esto no es necesariamente reconocido por los votantes, que todavía pueden sentir la tentación de buscar alternativas radicales.

Los inversionistas pueden estar en lo cierto al celebrar el último acuerdo griego. Pero este no conducirá necesariamente a la resolución de los desafíos que tanto Grecia como el resto de la zona euro tienen aún por delante.

– La troika vuelve a Atenas: próximos pasos (Cinco Días – 24/7/15)

Mientras Alexis Tsipras pisa el acelerador para comenzar las negociaciones con los acreedores y acceder al que es ya el tercer rescate, los representantes de la troika vuelven a pisar Atenas. Su llegada a la capital griega vuelve a poner en relieve las incongruencias del Gobierno de Syriza que hace tan solo seis meses, cuando Yanis Varufakis, ex ministro de Finanzas, cortó las negociaciones con la troika.

El objetivo de la nueva irrupción de los representantes de la Comisión Europea, el BCE y el FMI no es otro que el de comenzar a negociar las condiciones del memorándum que permita liberar la ayuda de hasta 86.000 millones. Según fuentes gubernamentales recogidas por Efe, las conversaciones podrían comenzar el sábado o el lunes.

Según ha informado el diario alemán Der Spiegel, la troika relajará sus exigencias de medidas de austeridad al Gobierno de Grecia de forma "significativa". En un adelanto de un artículo que publicará mañana, el periódico afirma que fuentes de las instituciones acreedoras reconocen que los últimos objetivos presupuestarios marcados para el país heleno son "ilusorios", ya que la economía griega se ha desplomado en los últimos tiempos.

Hasta la fecha, Grecia solo ha recibido un préstamo puente por importe de 7.000 millones para poder hacer frente a los vencimientos con el BCE y evitar así caer en el impago. Este importe, ha sido empleado además para devolver los 2.000 millones que debía al FMI desde finales de junio.

Las conversaciones corren prisa porque el próximo 20 de agosto el país heleno deberá devolver otros 3.200 millones al organismo que preside Mario Draghi. Atenas espera haber concluido las negociaciones el 19 de agosto. Para esa fecha, Tsipras quiere tener listo el memorándum para acceder a la financiación. No obstante, según recoge Reuters las conversaciones se retrasan por problemas logísticos. Según lo recogido por la agencia, no encuentran un lugar en el que reunirse. A esto se suman otros problemas como el hecho de que el FMI no haya recibido una invitación por separado, tal y como exigen los reglamentos.

Y es que es precisamente el BCE, la institución que en las últimas semanas se ha convertido en el pilar que sostiene al sistema financiero griego. Después de que el Ejecutivo griego consiguiera sacar adelante la votación sobre el tercer rescate y el primer programa de reformas, que incluye el apartado de subida del IVA y las pensiones, Draghi decidió aflojar la cuerda y elevó los préstamos de emergencia a la banca helena en 900 millones. Días después (22 de julio) volvió a aumentar la liquidez en el mismo importe. Con esto cambios, la cantidad disponibles es ya de 90.800 millones.

A esto se suma la votación del pasado miércoles para reformar el código civil y la trasposición de la directiva del mecanismo de resolución bancaria al sistema financiero griego. Esta medida incluye el apartado de quitas a los depósitos de más de 100.000 euros para recapitalizar a las entidades. Tsipras volvió a sufrir la rebelión en sus filas pero consiguió sacar adelante el programa.

La incógnita es conocer cuánto dinero precisa la banca. Según la agencia de calificación Fitch las entidades podrían necesitar como máximo 15.900 millones, a cierta distancia de los 25.000 iniciales.

Al importe que requerirá la banca se suman otros flecos que quedan pendientes de solución. El primero de ellos es cuándo finalizará el corralito. Este lunes, 20 julio, lo bancos griegos abrieron sus puertas, pero todavía continúan vigentes las restricciones a la retirada de dinero en efectivo (60 euros diarios y 420 a la semana) y las transferencias al extranjero.

El otro punto pendiente en el de la apertura de Bolsa. El Ase está suspendido de negociación desde 29 de junio y según las últimas informaciones están estudiando cuándo proceder a la apertura. Algunos apuntan a que la próxima semana podrían reanudarse las negociaciones en el parqué griego.

– Varoufakis tenía preparado un sistema bancario paralelo para cambiar del euro al dracma (El Economista – 27/7/15)

El exministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, había preparado un sistema de pagos y una banca paralela utilizando el Número de Identificación Fiscal (NIF) de individuos y empresas que permitiría cambiar del euro al dracma automáticamente si la troika hubiese forzado el cierre de los bancos, como finalmente ocurrió, según ha informado el diario griego Kathimerini.

Según esta publicación, Varoufakis explica el plan en una teleconferencia con miembros de fondos de capital riesgo presuntamente coordinada por el exministro de Finanzas británico Norman Lamont a la que ha tenido acceso el diario y que tuvo lugar el 16 de julio, más de una semana después de que Varoufakis dimitiera de su cargo.

Varoufakis explica en la llamada que obtuvo la aprobación del que sería primer ministro, Alexis Tsipras, el pasado mes de diciembre, un mes antes de las elecciones generales que dieron la victoria a Syriza, para perfilar un plan de sistema de pagos que permitiera funcionar en euros pero que pudiera cambiarse a dracmas (anterior moneda griega) "de la noche a la mañana" si fuera necesario.

"Así se hubiera creado un sistema bancario paralelo mientras los bancos estuvieran cerrados como consecuencia de la agresividad del Banco Central Europeo (BCE) y su negativa a darnos ni un respiro", explicó Varoufakis. Para ello, cuando ni siquiera era ministro comenzó a trabajar con un pequeño equipo para preparar el plan, que habría requerido la participación de al menos 1.000 empleados para ponerlo en marcha, pero no obtuvo el visto bueno final de Tsipras. El plan preveía la apropiación del NIF de contribuyentes y empresas mediante el pirateo de la web de la Secretaría General de Ingresos Públicos, un organismo bajo control absoluto de la troika.

En qué consistía

"Queríamos crear en secreto cuentas de reserva vinculadas a cada NIF sin decírselo a nadie, solo para tener un sistema funcional. Con darle a un botón podríamos asignar números de identificación a los titulares de los NIF, a los contribuyentes", reveló.

Esto permitiría la creación de un sistema paralelo que podría funcionar en caso de que los bancos fueran obligados a cerrar y haría posible también realizar pagos entre terceros y el Estado, además de poder establecer de forma eventual la creación de un sistema bancario paralelo.

Como la secretaría general "está controlada completa y directamente por la troika", Varoufakis llamó a un amigo suyo de la infancia, un experto en informática y profesor de la Universidad de Columbia, para hackear el sistema.

Una semana después de que Varoufakis se pusiera al mando del Ministerio de Finanzas, su amigo contactó con él por teléfono y le dijo que tenía el "control" del hardware pero no del software "que pertenece a la troika".

Por otra parte, Varoufakis también hizo referencia en la conversación al plan del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, quien, según explicó, busca reforzar las competencias de la UE sin dotarla de una estructura democrática federal.

"Schaeuble tiene un plan. La forma en la que me lo explicó es muy simple. Él cree que la Eurozona no es sostenible como es ahora. Considera que tiene que haber algunas transferencias (de competencias) fiscales, algún grado de unión política. Cree que esa unión política puede funcionar sin ser una federación, sin la legitimidad que podría aportar un Parlamento federal elegido adecuadamente, sino sobre un ejecutivo, (pero) tendrá que hacerse de una forma muy disciplinada", explicó Varoufakis.

"(Schaeuble) me dijo explícitamente que el "Grexit" va a dotarle de la suficiente capacidad de negociación, con el suficiente poder de aterrorizar para imponer a los franceses lo que París rechaza. ¿Y qué es? La transferencia de París a Bruselas de las competencias para elaborar los presupuestos, al menos en cierta medida", apostilló.

"Sin perdón": una enmienda a la totalidad (el desvarío de "l"enfants terribles" de la economía)

Posiciones intelectuales de difícil concreción práctica, Mentiras arriesgadas en las que se escudan los Nobeles ("noveleros") para justificar lo injustificable.

edu.red

Balada triste de "dos tigres de papel"… o cómo empujar -más- a Grecia hacia el abismo

Crítica a dos Nobeles muy noveleros: En un desesperado intento de generar ideas que se desvíen de la ortodoxia (bien), llegan al extremo de ser científicamente perezosos, negando la evidencia (mal). Han optado por eso que se ha dado en llamar los "significantes flotantes", que no son más que los viejos oportunismos trufados de palabrería.

Es cierto que el ansia de notoriedad (¿o permanencia?) nubla las mentes y acalla la voz de la experiencia. Pero también es cierto que algunas piruetas intelectuales ponen en riesgo el prestigio adquirido. Además de un disparate sería una traición de tal calibre que los autores no resistirían impávidos la prueba de mirarse al espejo. Por eso creo que ese "totum revolutum" económico, solo cabe en el género de la literatura fantástica.

Grandes bonetes (cabezas de huevo), por favor: • Observen… contemplen el mundo alrededor vuestro; no se limiten a ver las cosas como ustedes desean que sean. • Recopilen datos sobre los que se puedan construir observaciones… muchos datos, no sólo anécdotas. • Hablen. No tengan miedo de señalar las cosas que son demostrablemente correctas…

Opiniones ideológicamente orientadas (¿o farsas interesadas?)

¡La culpa es del que me prestó por fiarse! Magnífico. Pues gracias por decir que no es usted fiable y sus propias estimaciones de solvencia eran falsas. Y no te prestan más. Adiós credibilidad y acceso a mercados.

En cualquier caso, lo veamos cómo lo veamos, lo que no ha existido "nunca" es el cuento que nos venden los aprendices de brujo totalitarios disfrazados de ángeles sociales: impago y mayor gasto público real. "Nunca".

La Arcadia feliz de un país que no cumple sus compromisos pero puede gastar más es un "unicornio" que se convierte en pesadilla cuando se desploma la recaudación por falta de acceso a mercados… aunque se dedique a imprimir una moneda que nadie quiere, ya que sólo crea hiperinflación y corralitos cada vez que las reservas de divisas se vacían.

Y ya es para partirse de risa hablar de impago y aumentar el límite de déficit. ¿Quién va a financiar ese déficit?

Por supuesto que existen reestructuraciones de deuda en muchos países y sectores privados. Pero "ninguna" supone reestructurar y gastar más. Ni mucho menos endeudarse más.

Al final, las soluciones mágicas salen muy caras y a lo que se pretende ayudar es lo que más sufre. Las familias y clases bajas.

El impago no tiene nada de social. Es la constatación mundial de que no somos fiables. Y eso se paga. Siempre…

El relajamiento de las normas solo alienta un "riesgo moral" que puede conllevar a situaciones como el endeudamiento irresponsable de los años previos a la crisis financiera de 2008.

Dos "vivos"… ¿muy "tontos"? ("Nobeles"… o ¿"noveleros"?)

El desvarío de "l"enfants terribles" de la economía, que ya peinan canas. Algunas idioteces son casi artísticas: elogiar a la Argentina por el "impago de la deuda" (como diría Mafalda, "es el acabose del terminose"), o proponer votar "NO", en el referéndum griego… ("es el continuose del empezose", otra vez Mafalda)… lo que me lleva a pensar que Krugman y Stiglitz son los radicales entre los radicales, para lo bueno y para lo peor. Ciegamente fanatizados, niegan la evidencia.

Para el caso europeo (Grecia y los que le siguen), un pedido: Por favor, dejen a los europeos que se equivoquen solos (que ya son mayores, aunque a veces no lo parezca).

No puedo estar más en desacuerdo con lo que Krugman y Stiglitz para Grecia. Todo lo contrario a lo que estos "liberals" ("progres") sostienen, la decisión tomada (con dureza teutónica) es la mejor posible, para proyectar una UE seria, creíble y responsable. Y al que no le gusta o no pueda seguir el ritmo que se marche del euro o de la UE (sea Grecia o cualquiera de los otros "PIGS") Así de claro.

Entre Varoufakis y Schauble, me quedo con el segundo. Lo siento.

Entre una Alemania más europea y una Europa más alemana, me quedo con lo segundo. Lo siento.

La crítica a Krugman y Stiglitz la dividiré en dos partes: la primera, respecto del riesgo moral (privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas) y la segunda, sobre los aspectos cuantitativos (un TAC de la crisis griega), que llevaron al tercer rescate.

Para tratar sobre el "riesgo moral" veamos antes, lo que sostenían Adam Smith y John Maynard Keynes, respecto del "impago de las deudas". También una breve aclaración sobre quiénes son los "libertarians" y quiénes son los "liberals", en los Estados Unidos.

¿Quiénes son los "libertarians" en los EEUU? (según Wikipedia)

Thomas Jefferson (13 de abril de 1743-4 de julio de 1826) fue el tercer presidente de los Estados Unidos de América, ocupando el cargo entre 1801 y 1809. Se le considera uno de los Padres Fundadores de la Nación.

Su eminencia viene dada porque fue el principal autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776. Jefferson fue uno de los Padres Fundadores más influyentes, conocido por su promoción de los ideales del republicanismo en los Estados Unidos. Anticipó la visión de Estados Unidos de América como el respaldo de un gran "imperio de la libertad" que promoviera la democracia y la lucha contra el imperialismo británico.

Como filósofo político, Jefferson era un hombre de la Ilustración y conocía a muchos líderes intelectuales en Gran Bretaña y Francia. Idealizaba al pequeño agricultor propietario independiente como ejemplo de virtudes republicanas, desconfiaba de las ciudades y los financieros, favoreció los derechos de los Estados y un gobierno federal estrictamente limitado. Jefferson apoyó la separación de Iglesia y Estado y fue el autor del Estatuto para la Libertad Religiosa de Virginia (1779, 1786). Fue el epónimo de la democracia jeffersoniana y líder y cofundador junto a James Madison del Partido Demócrata-Republicano, que dominó la política estadounidense durante 25 años. Jefferson fue el gobernador de Virginia durante la Guerra de Independencia (1779-1781), el primer secretario de Estado (1789-1793) y segundo vicepresidente de los Estados Unidos (1797-1801).

Los principios políticos republicanos de Jefferson fueron fuertemente influenciados por el Country Party, un partido de la oposición británica del siglo XVIII. Pero quien puede considerarse su influencia natural es John Locke (especialmente en relación con el principio de los derechos inalienables). Los historiadores encuentran pocos rastros de cualquier influencia de su contemporáneo francés, Jean-Jacques Rousseau.

Thomas Jefferson consideraba que todos los hombres eran igualmente libres e independientes y tenían derecho a la vida, la libertad, a adquirir propiedades y a la búsqueda de la felicidad y la seguridad. Esto se desprende del primer artículo de la Declaración de Derechos de Virginia redactada por George Mason en 1776.

La base de la democracia jeffersoniana consiste en:

Democracia participativa.

Separación de poderes.

Separación de la Iglesia y el Estado.

Libertad de conciencia.

El gobierno debe proteger la libertad de los individuos

Economía y finanzas

Su oposición al Banco Central de los Estados Unidos fue feroz, era un crítico de la emisión de moneda sin respaldo: "Creo, sinceramente, con ustedes, que los establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos permanentes y que el principio de gastar dinero para ser pagado por la posteridad, bajo el nombre de la financiación, es sin embargo una estafa futura a gran escala". Sin embargo Madison y el Congreso, al ver el caos financiero causado por la guerra de 1812, hicieron caso omiso de sus consejos y crearon el segundo Banco Central de los Estados Unidos en 1816.

Jefferson escribió muchas cartas a sus colegas en las que define a menudo sus puntos de vista sobre el cartel bancario del momento. Entre la más definitiva es su carta a John Taylor, de 28 de mayo de 1816:

"El sistema de la banca nosotros lo hemos reprobado por igual. Yo lo contemplo como un borrón en todas nuestras constituciones, que, si no se protegen, terminará en su destrucción, ya que ya están siendo golpeadas por los jugadores corruptos, y está arrasando en su progreso, la fortuna y la moral de nuestros ciudadanos".

Thomas Jefferson formaba parte de una corriente del liberalismo basada en el iusnaturalismo de John Locke. Para definir el concepto de propiedad sobre la tierra, redefinió algunos argumentos para enfocar su visión sobre la propiedad de la tierra hacia un modelo basado en la ocupación personal o familiar, haciendo una crítica a los sistemas agrarios basados en haciendas y latifundios pertenecientes a grandes terratenientes, apostando por el minifundismo. A veces los especialistas han definido a su modelo económico como liberalismo agrario en la tradición del laissez faire.

Estados Unidos se convirtió en el modelo de nación liberal y, después de Inglaterra, en el ejemplo de liberalismo en el mundo. Durante buena parte del siglo XIX fue en muchos aspectos una sociedad en la que difícilmente se podía decir que existía el estado, como veían impresionados los observadores europeos. Las ideas liberales radicales se manifestaban y aplicaban por grupos como los jeffersonianos, los jacksonianos, abolicionistas y los anti-imperialistas de finales del siglo XIX.

Smith y el impago de la deuda

Adam Smith considera el crecimiento económico como el fin básico de todo su sistema. La mejor política, entonces, será aquélla que logre el mayor crecimiento posible.

Para él, lo mejor que puede hacer el Estado por la economía nacional es dejar que ésta funcione según sus reglas naturales, que son las de la oferta y la demanda. Piensa que un mercado no dirigido más que por sus agentes naturales individuales tiene como consecuencia la maximización de la riqueza, gracias a la acción de una "mano invisible". Que el Estado pretenda dirigir la economía del modo que los gobernantes crean más conveniente para la prosperidad general es, sencillamente, contraproducente: "El gobernante que intentase dirigir a los particulares respecto de la forma de emplear sus respectivos capitales, tomaría a su cargo una empresa imposible, y se arrogaría una autoridad que no puede confiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un senado o consejo, y nunca sería más peligroso ese empeño que en manos de una persona lo suficientemente presuntuosa e insensata como para considerarse capaz de tal cometido". En definitiva, según Smith, ningún individuo posee los conocimientos necesarios para asignar los recursos económicos del país y garantizar que su asignación será beneficiosa para la prosperidad de la nación. Afirma incluso, en razón de sus estudios históricos, que "las grandes naciones nunca se empobrecen por la prodigalidad o la conducta errónea de algunos de sus individuos, pero sí caen en esa situación debido a la prodigalidad y disipación de los gobiernos".

En este sentido, Smith es contrario, en general, a toda medida política que suponga el control y la regulación estatal de la economía: subvenciones, derechos de aduana, las prohibiciones respecto al comercio exterior, las leyes de aprendizaje y establecimiento, los monopolios legales, las leyes de sucesión (que obstaculizaban el libre comercio de la tierra), etc. El efecto final de todas ellas era impedir la ampliación del mercado, y con ella, la división del trabajo y el consiguiente enriquecimiento de todos.

De esta manera, la función del Estado debía limitarse básicamente a cuatro funciones: la defensa de la propiedad privada, la defensa contra cualquier agresión extranjera, la administración de justicia y el sostenimiento de algunas obras e instituciones públicas que, por su escasa rentabilidad directa, ningún individuo querría mantener. Éste último es el caso de la educación, necesaria tanto para contrarrestar las deficiencias en la vida moral que conlleva la división del trabajo como para contribuir a la mejora de la industria a través del conocimiento.

No obstante, a pesar de lo que muchos creen, Adam Smith no afirma que la acción de la "mano invisible" conlleve en todos los casos el bien común, que es su objetivo último. Es por ello que hablar también de la necesidad de legislar para "habilitar a sus individuos y ponerles en estado de poder surtirse por sí mismos de todo lo necesario". Manifiesta incluso más temor por la ambición privada que por la tiranía pública ("puede decirse que la caprichosa ambición de algunos tiranos y ministros, que en algunas épocas ha tenido el mundo, no ha sido tan fatal al reposo universal de Europa como el impertinente celo y envidia de los comerciantes y fabricantes") y advierte también de que la codicia de algunos individuos puedes juntarlos en conspiración contra el bien común ("Rara vez se verán juntarse los de la misma profesión u oficio, aunque sea con motivo de diversión o de otro accidente extraordinario, que no concluyan sus juntas y sus conversaciones en alguna combinación o concierto contra el beneficio común, conviniéndose en levantar los precios de sus artefactos o mercaderías").

Adam Smith no fue, por tanto, ningún defensor del capitalismo salvaje, el cual ni siquiera llegó a conocer, ni el consciente defensor de los intereses de la burguesía como clase social en particular. Hizo importantes concesiones a la posibilidad de que el gobierno promoviera el bienestar general mediante obras e instituciones públicas, e incluso, en muchas ocasiones, apoyó las restricciones gubernativas sobre la iniciativa privada cuando ésta se mostraba perniciosa para el interés general. Por todo ello, hay que afirmar que el hecho de que Smith dedicara más esfuerzos a la exposición de su doctrina económica, que se basa en la libertad individual, que a explorar las posibilidades del gobierno no debe oscurecer su visión benefactora de la política.

Adam Smith planteó en 1776 algunas preguntas centrales sobre finanzas públicas que todavía son pertinentes:

1. ¿Cómo afecta la emisión de deuda pública a la acumulación de capital y al sector productivo?

2. Dada la necesidad del gasto público, ¿es conveniente su financiamiento mediante la recaudación de impuestos o mediante la emisión de deuda?

3. ¿Los intereses pagados por la deuda pública deben considerarse como una mera transferencia entre ciudadanos que no tiene implicaciones económicas?

4. ¿Cuáles son las consecuencias de utilizar la inflación y devaluación de la moneda como método para liquidar la deuda pública?

Respuestas de Smith:

1. La deuda pública es comprada con fondos que de otra manera hubiesen sido empleados para la acumulación de capital. Por lo tanto, el gasto público improductivo le quita recursos a la inversión productiva. Concluye, en consecuencia, que la emisión de deuda pública es nociva para el bienestar de los pueblos.

2. Si se hace un gasto público, es preferible el financiamiento con impuestos porque de esa manera los ciudadanos son conscientes de cuanto les cuesta el gasto público y así habrá un freno al mismo. Si el gasto público se financia con emisión de deuda los ciudadanos no logran relacionar el gasto con el costo para el contribuyente y así es más probable que el gasto se dispare.

3. Los pagos de intereses de la deuda pública es una transferencia (los ciudadanos pagan impuestos al Estado y el Estado paga intereses a los ciudadanos) con implicaciones económicas importantes. En primer lugar, hay una cuestión distributiva porque, en general, el sector de ciudadanos que paga los impuestos no es el mismo que recibe los intereses. Smith considera que el grupo que paga impuestos tiene una mayor propensión al ahorro que el grupo que recibe los intereses. Por lo tanto, el pago de intereses es dañino para la acumulación de capital. Además, parte de la deuda pública está en manos de extranjeros.

4. La inflación y la devaluación son modalidades negativas para la acumulación del capital porque favorece al deudor y castiga al acreedor desalentando el ahorro.

Principios presupuestarios clásicos

Su origen coincide con una etapa donde impera el pensamiento liberal; la institución presupuestaria ha sido sometida desde su origen a una serie de criterios, los cuales han quedado plasmados en la mayor parte de la legislación comparada, a estos criterios se les conoce con el nombre de principios presupuestarios clásicos los cuales se dividen a su vez en:

?Principios de naturaleza política: que tienen a su vez una traducción contable (Principios contables)

?Principios de naturaleza económica.

Principios económicos

Son de carácter económico cuyo origen radica en la época clásica, los cuales inspiraron la práctica del presupuesto y de la gestión financiera a lo largo del tiempo.

Estos principios económicos fundamentales de la hacienda pública son cuatro:

?minimización – limitación del gasto

?neutralidad impositiva

?presupuesto equilibrado anualmente

?deuda pública auto liquidable

Principio del gasto público mínimo

Los investigadores también lo denominan dogma del mal necesario, en honor de la filosofía que impregnaba el pensamiento de los economistas clásicos. Para estos, el gasto público era un consumo improductivo, un gasto que no contribuía a la acumulación de capital y no favorecía, por lo tanto, el desarrollo económico, objetivo primordial de la política económica.

El crecimiento económico de un país, según ellos, es fruto de la libre actuación de las fuerzas del mercado, razón por la cual la intervención del gobierno en la economía debe ser mínima. El gasto público debe limitarse, siguiendo a Adam Smith, a los servicios carentes de interés para las empresas privadas por su falta de rentabilidad inmediata, (los servicios de defensa, orden público y justicia, obras económico-sociales básicamente, las obras de infraestructura o capital de utilidad pública.

Principio de neutralidad de la imposición

Este principio puede entenderse en bases a la ideología clásica según la cual el mercado propicia que la economía crezca hasta lograr el pleno empleo de sus recursos productivos. La financiación de los gastos públicos debe hacerse con neutralidad impositiva (que el impuesto ha de establecerse de tal forma que distorsione lo menos posible el óptimo económico que alcanzaría el mercado y no obstaculice el desarrollo económico de un país). Esto es, si bien el Estado ha de intervenir en la economía, los impuestos han de diseñarse de tal manera que no alteren el comportamiento de los agentes económicos integrados en la sociedad; han de ser neutrales para alteren lo menos posible el equilibrio conseguido por el mercado.

Principio de equilibrio presupuestario anual (regla de oro)

La máxima clásica del equilibrio presupuestario anual aboga por la necesidad de que los gastos públicos ordinarios (no financieros) sean financiados exclusivamente con ingresos ordinarios (no financieros), es decir, los ingresos impositivos. De este fondo de financiación del gasto (o fondos para el equilibrio presupuestario) quedarían, pues, excluidos otros ingresos públicos, como serían los provenientes de la deuda pública o endeudamiento del Estado. En caso de que los ingresos ordinarios (no financieros) no alcanzasen a cubrir los gastos ordinarios (no financieros) se hablaría de situación de déficit.

Si los ingresos normales son insuficientes para financiar los gastos, el Estado recurrirá al endeudamiento, pero al hacerlo estará tomando de la sociedad unos recursos que, de otro modo, la iniciativa privada podría emplear de forma más rentable o productiva.

Principio de la deuda pública autoliquidable

Calificado como una extensión de la idea clásica del equilibrio presupuestario, este principio sostiene que la deuda pública solo puede justificarse como medio de financiación de inversiones autoliquidables (nunca de gastos de consumo de los entes públicos). Estas inversiones se equiparan a las que pueden generar en el futuro un rendimiento suficiente como para pagar los intereses y devolver el principal. La raíz de este principio se ha encontrado en la preocupación de los economistas clásicos por el hecho de que el Estado, además de sustraer recursos a la iniciativa privada, se vea imposibilitado para devolverlos mediante los rendimientos por ellos generados.

De ahí también que, aun cuando la inversión realizada no fuese autoliquidable, cuando menos habría de generar rendimientos o beneficios de carácter social.

Si se analizan los cuatro principios anteriores, se comprueba que, aparte de limitar la acción del grupo político, expresan los mismos principios a los que debería ajustar su comportamiento el empresario privado.

Para los economistas y políticos clásicos, el Estado y los empresarios deben seguir las mismas normas de administración de sus finanzas. La apropiación por el Estado de las máximas de la economía de la empresa privada es, en fin, una característica destacada de la hacienda clásica.

Smith deplora el crecimiento de la deuda pública y los impuesto requeridos para pagar el interés sobre ella. El temía que los gravosos impuestos necesarios para el pago del interés sobre la deuda indujeran a los comerciantes y a los fabricantes a invertir su capital en el extranjero, en detrimento de su propio país.

¿Quiénes son los "liberals" en los EEUU? (según Wikipedia)

Mientras en todo el mundo los sectores progresistas abanderan nombres ligados a la izquierda política, en Estados Unidos dichos sectores han adoptado el nombre de liberales, nombre que en otros países se relaciona a sectores que en la actualidad no son vistos como progresistas, lo que ocasiona la confusión de mucha gente que piensa que por la coincidencia de nombres, en Estados Unidos no existiría el progresismo a la usanza de los demás países occidentales. En EEUU el término inglés liberal equivale a progresista, asociándose al social liberalismo. En cambio a los promotores del liberalismo económico no se los llama liberals sino libertarians. Esto es herencia del viejo bipartidismo anglosajón, que consagró el término liberal como sinónimo de la izquierda, y conservative como sinónimo de la derecha.

El Progresismo es una corriente política de centro-izquierda, formada por doctrinas filosóficas, éticas y económicas que persiguen el progreso integral del individuo en un ambiente de igualdad, libertad y justicia.

Aunque el término tiene precedentes de la Revolución francesa, el progresismo contemporáneo nació de las luchas por los derechos civiles e individuales que dieron vida a movimientos sociales como el feminismo, el ecologismo, el laicismo, la sexodiversidad, entre otros.

El Progresismo plantea el "progreso indefinido" y la renovación de la sociedad, la economía, la política y el Estado. En ese sentido es totalmente opuesto al conservadurismo.

Los Progresistas propugnan que deben ser las capacidades del individuo y no las condiciones al nacer las que determinen el límite de sus aspiraciones. Por lo tanto el progresismo propone que el Estado debe generar las condiciones para que sea el esfuerzo humano la única variable que determine la desigualdad social.

Características

Reformista: Busca cambios constantes que impulsen el progreso indefinido en lo social, económico e institucional.

Pragmático: Plantea que el progreso no tiene posición en el espectro político. Por lo tanto sus medidas en lo económico y social no están sujetas a ideologías que propugnen la igualdad y la libertad de manera separada.

Individualista: No cree en la igualdad de condiciones económicas, sino, en la igualdad de oportunidades. Sus políticas socio económicas están dirigidas a generar condiciones de progreso alcanzables. El individuo en su ánimo de progresar y explotar sus oportunidades es más productivo y así le devuelve a la nación las oportunidades ofrecidas.

Laicista: Las doctrinas religiosas deben ayudar en el desarrollo personal de cada individuo, y de ninguna manera pueden ser un obstáculo en el progreso integral.

Plural: El Progreso se logra trabajando con todos los sectores interesados para el desarrollo económico, social, político e institucional. E impulsa el reconocimiento de los derechos individuales.

Democrático: Estimula la participación ciudadana, ya que en su ánimo de progresar emprende luchas para lograr reformas que reconozcan los derechos individuales, y que se materializan como progreso social.

El progresismo actual varía en sus posturas ampliamente:

En Europa: representa un sinónimo de la "Nueva Izquierda", de carácter democrático y no necesariamente marxista, que se amplía para defender ciertas posturas: aborto, libertad sexual, eutanasia, laicismo, ecologismo, etc.

En América Latina: el progresismo está asociado a muchas corrientes políticas complejas y a veces contrarias entre sí que promueven por ejemplo: el Estado benefactor, el movimiento ecologista, el nacionalismo, el antiimperialismo o el socialismo marxista.

En Estados Unidos: existen dos grupos distintos que disputan el uso del término progresista. Por un lado, se encuentra la militancia en el ala más izquierda del Partido Demócrata y que promueven cambios sustantivos en lo económico y político. Por otro lado, existe el movimiento progresista tradicional, que busca romper el bipartidismo y generar "cambios radicales", como por ejemplo, cambios en la política inmigratoria y mayor intervención del Estado en la economía. Además de elaborar una política ecologista con unos objetivos más marcados.

Keynes y el impago de la deuda

En el capítulo final de su Teoría General Teoría General del empleo, el interés y el dinero, John Maynard Keynes (1883-1946), identifica los dos mayores problemas a los cuáles se enfrentaban las economías capitalistas en los años 30 (coincidiendo con otra gran crisis, la Gran Depresión): por un lado, la dificultad para generar riqueza con altas tasas de desempleo movilizando toda la capacidad y recursos existentes y, por otro, la arbitraria y desigual distribución de las rentas. Su programa (y legado) ideológico, destinado a la solución de éstos se basaba en la libertad individual, la eficiencia económica y la inclusión social. Eso sí, a partir de una activa e intensa participación del Estado en la Economía.

El economista británico John M. Keynes enunció la conocida frase "si un ciudadano le debe mil libras a un banco, el ciudadano tiene un problema. Si le debe al banco diez millones de libras, quien tiene un problema es el banco". Al asunto que nos ocupa hoy bien podríamos sacarle una comparación bastante aproximada. Si es un país pobre quien le debe a uno rico, el país pobre tiene un problema. En cambio, si quien debe al rico es todavía más rico, es el rico quien tiene el problema.

A pesar de la claridad de las bases de la ilegitimidad de la deuda, en muchos casos, bien en países que realizaban una transición de dictadura a democracia como en países que ya tenían una tradición democrática consolidada, ha temblado el pulso de cara a afirmar que su deuda nacional era odiosa, y han acabado pasando por el aro de las fuerzas económicas internacionales, terceros estados u organizaciones internacionales que les "invitaban" a no poner de nuevo a cero el contador de la deuda. En el mundo contemporáneo nada es fácil ni sencillo. Así, cuando varios países latinoamericanos realizaron su transición en los años ochenta de dictaduras a democracias, a pesar de que podían haber repudiado la deuda de los regímenes anteriores -y el Derecho Internacional les habría dado la razón-, no lo hicieron y se acogieron a una reestructuración de deuda patrocinada por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional. No renegar de las cargas anteriores acabaría siendo determinante en el aspecto económico, y lastraría poderosamente a todo el conjunto de Latinoamérica en lo que se ha denominado como la "década perdida".

Los motivos que llevan a todos estos países a agachar la cabeza y seguir pagando religiosamente son intrincados, aunque a menudo tiene que ver con el acreedor de dicha deuda. Como hemos dicho anteriormente, "si quien debe al rico es pobre…". Muchas dictaduras sobrevivieron durante décadas ya que se enmarcaban en la Guerra Fría y por lo general recibían apoyo de uno u otro bando, incluyendo dinero que se devolvería en un futuro. Así, los países cuyas deudas provenían del lado occidental, especialmente Estados Unidos, se vieron en un serio problema cuando se convirtieron en democracias. ¿Dejar de pagar y enfadar a los Estados Unidos, FMI, Banco Mundial y demás, o seguir pagando y tenerlos de nuestro lado? Por lo que hemos visto, parece que la segunda opción fue la que acabó imponiéndose.

No ha pasado lo mismo cuando era un país poderoso quien se negaba a pagar. Hitler, por ejemplo, se negó a pagar las deudas y reparaciones de guerra que le habían sido impuestas a Alemania por su derrota en la Primera Guerra Mundial. La propia Alemania también hizo en 1953 una quita de un 60% de sus deudas tanto anteriores como posteriores a la Primera y Segunda Guerra Mundial. Los acreedores, en base a la necesidad de que el país germano se recuperase económicamente para reactivar Europa Occidental, aceptaron dicha quita. A pesar de este recorte de adeudos, Alemania siguió pagando lo que debía desde la Gran Guerra hasta 2010.

Para entender estos antecedentes es preciso conocer la teoría de la deuda odiosa o ilegítima, que sostiene que la deuda externa contraída por un gobierno y considerada como odiosa no tiene por qué ser pagada. En todo caso, ésta podría considerarse como contraída a título personal, con lo que serían el monarca, el presidente, el director del banco central nacional o los ministros los que deberían responder al pago. Para determinar si una deuda es odiosa o no lo es, la definición teórica más aceptada es la que estableció en 1927 el jurista ruso Alexander Sack, quien identificó 3 requisitos: (1) que se haya contraído sin el conocimiento ni la aprobación de los ciudadanos; (2) que se destinen a actividades no beneficiosas para el pueblo; y (3) que el acreedor conceda el préstamo aun siendo consciente de los dos puntos anteriores.

Las deudas de la periferia europea: ¿ilegítimas o irresponsables?

La cuestión de la ilegitimidad de la deuda se vuelve espinosa cuando hay que debatirla en el seno de sociedades plenamente democráticas. El repudio de una deuda anterior suele venir dado por lo que Sack argumentaba: un régimen que gobernaba en contra de los intereses de la población y se enriquecía de manera personal. Que ocurra esto en estados democráticos parece imposible. Supuestamente existen contrapesos, tanto institucionales como sociales, como para que dicha mala gestión no ocurra. Por tanto, si unimos la legitimidad del propio sistema democrático más los contrapesos existentes para que no se genere una deuda perniciosa para la población, el debate sobre si dicha deuda es odiosa se vuelve intrincado y, al contrario que las dictaduras, ha de ir más allá del "sí" o "no" a la hora de argumentar si la deuda del Estado, o parte de ella al menos, es ilegítima.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente