Por otra parte, en numerosos países la discriminación que priva a las niñas de los cuidados necesarios es la causa principal de las enfermedades y muertes de las mismas entre los dos y los cinco años de edad.21 En muchos países en desarrollo, las niñas reciben menos alimentos que los niños varones, y tienen mayores probabilidades de verse expuestas a discapacidades mentales o físicas o incluso de morir a consecuencia de la desnutrición. También las menores posibilidades de acceder a la atención sanitaria incrementan la tasa de mortalidad entre las niñas, mucho más elevada que entre los varones.
El aborto selectivo en función del sexo, el infanticidio femenino, y la discriminación sistemática en el acceso a la alimentación y a los cuidados médicos han conducido al surgimiento del fenómeno conocido bajo el nombre de "millones de mujeres y niñas desaparecidas". Se calcula que son alrededor de 60 millones las mujeres que simplemente no resultan de las estadísticas demográficas. Dicho con otras palabras, hay 60 millones menos de mujeres vivas en el mundo que lo que cabría esperar en base a las tendencias demográficas generales. Este fenómeno se registra sobre todo en el Asia Meridional, el África Septentrional y en el Medio Oriente y China.
Tradiciones culturales cuyas prácticas afectan la salud y la vida de las mujeres
En todo el mundo, las mujeres y niñas sufren los efectos dañosos y a veces fatales de prácticas tradicionales estrechamente relacionadas con sus culturas, que siguen existiendo gracias al conformismo cultural y social y a las creencias religiosas. He aquí algunos ejemplos:
Mutilación genital femenina (MGF): Se estima que en todo el mundo son casi 130 millones las mujeres que han sido víctimas de la práctica de la MGF, y que el número de las que son sometidas a ella cada año alcanza aproximadamente dos millones. La MGF se practica en 28 países africanos (tanto en el África Oriental como Occidental), en algunas regiones del Asia y del Medio Oriente, y en ciertas comunidades de inmigrantes residentes en Norteamérica, Europa y Australia. Puede conducir a la muerte y a la esterilidad, además del trauma psicológico a largo plazo que produce, combinado con sufrimientos físicos atroces.
Violencia vinculada con la dote: Aunque en India se ha abolido legalmente la institución de la dote, la violencia vinculada con ella de hecho está actualmente en aumento. Más de 5.000 mujeres mueren cada año a manos de sus maridos o parientes políticos, que las matan quemándolas durante incendios de cocina "accidentales" si no se satisfacen sus pedidos constantes de pago de la dote antes y después del matrimonio. En término medio, mueren quemadas cinco mujeres por día, y son muchos más los casos que quedan sin señalar.
El número de muertes en incendios de cocina está aumentando también, por ejemplo, en algunas regiones de Pakistán. La Comisión para los Derechos Humanos de Pakistán comunica que mueren quemadas por sus maridos y otros miembros de la familia al menos cuatro mujeres al día como resultado de discusiones domésticas.
Ataques con ácido: El ácido sulfúrico ha demostrado ser un arma barata y de fácil acceso para desfigurar y a veces asesinar a mujeres y niñas por una gran variedad de motivos, que van de la enemistad entre las familias a la incapacidad de satisfacer las exigencias del marido en materia de dote o al rechazo de una propuesta de matrimonio. En Bangladesh, se calcula que se producen más de 200 ataques con ácido por año.
Asesinatos en nombre del honor: En numerosos países del mundo, entre los cuales figuran (sin ser los únicos) Bangladesh, Egipto, Jordania, Líbano, Pakistán y Turquía, las mujeres son asesinadas para salvar el "honor" de la familia. Para que un miembro de la familia de sexo masculino mate a una mujer basta cualquier motivo: un presunto adulterio, relaciones prematrimoniales (con o sin relaciones sexuales), una violación, o el amor por una persona que la familia en cuestión desaprueba. En 1997, en una sola provincia de Pakistán fueron víctimas de estos crímenes, llamados "delitos de honor", más de 300 mujeres. En Jordania, las cifras oficiales están en aumento y en la realidad la cantidad de muertes es aún mayor, dado que muchos de estos asesinatos se suelen clasificar como suicidios o accidentes. Las víctimas que logran sobrevivir a las tentativas de homicidio se ven obligadas a permanecer bajo custodia cautelar, sabiendo que abandonar dicha tutela significaría correr el riesgo de morir a manos de la familia. El código penal que reglamenta los delitos de honor en Jordania también de hecho tolera este tipo de asesinatos, ya que impone penas desproporcionadamente indulgentes, sobre todo si el que comete el delito es un muchacho de menos de 18 años de edad.
Matrimonio precoz: Los matrimonios precoces, con o sin el consentimiento de la joven, constituyen una forma de violencia, puesto que minan la salud y la autonomía de millones de muchachas. La edad mínima para el matrimonio que sanciona la ley es normalmente inferior para las mujeres que para los varones. En numerosos países, la edad mínima prevista por la ley es considerablemente menor cuando el matrimonio se efectúa con el consentimiento de los padres que cuando se realiza sin dicho consentimiento, y más de 50 países autorizan el matrimonio a los 16 años o aún antes con el consentimiento de los padres. El matrimonio precoz conduce al embarazo en la niñez o en la adolescencia, y puede exponer a la muchacha al contagio de VIH/SIDA u otras enfermedades de transmisión sexual. También conlleva efectos nocivos para la salud de los hijos, como por ejemplo el peso insuficiente en el momento del nacimiento. Además, tiene consecuencias negativas para la educación y las oportunidades laborales de las muchachas.
En Estados Unidos ha vuelto a aumentar el índice de asesinatos. El periódico The New York Times comenta que aunque dicho índice descendió ligeramente a principios de los años ochenta, a partir de 1985 empezó a aumentar de nuevo. La cantidad de muertes por asesinato que hubo en 1989 superó en más o menos un 5% a los 20.680 asesinatos ocurridos en 1988, lo cual ya suponía un promedio de un asesinato cada veinticinco minutos. Alrededor del 60% de los asesinatos fueron perpetrados con armas de fuego, con lo que estas se convirtieron en la octava causa principal de muertes de la nación. Según cierto estudio, tan solo en las escuelas y en un día normal, por lo menos cien mil alumnos llevan encima un arma de fuego. Este hecho obliga a las escuelas de Nueva York a mantener "la fuerza de seguridad que ocupa el undécimo lugar entre las más grandes de Estados Unidos", dice la revista Time. Para Nueva York, la década de los ochenta fue la más violenta de la historia de la ciudad, con un saldo de 17.000 asesinatos. Un factor que contribuyó a esa cifra fue la aparición de la droga llamada crack.
Marco teórico
Concepto de Violencia en el hogar
"La violencia en el hogar es el acto u omisión, único o repetitivo, cometido por un miembro de la familia en contra de otro u otros integrantes de la misma, sin importar si la relación se da por parentesco consanguíneo, de afinidad, o civil mediante matrimonio, concubinato u otras relaciones de hecho, independientemente del espacio físico donde ocurra". (Libro Sexto De la Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar, Título Primero, Capítulo II, Artículo 193, Fracción II del Código de Asistencia Social del Estado de Jalisco).
Personas receptoras
Quien recibe, o se le provoque de cualquier forma, alguna o varias de las acciones u omisiones de violencia intrafamiliar, por parte de persona con la que tengan algún vínculo familiar, o su equiparación.
Influencia de escenas violentas en el cine
La revista Asiaweek informa que el brutal asesinato de cuatro niñitas en Japón ha desatado una ola de furor contra las videocintas de violencia. El asesino, Miyazaki Tsutomu, afirma que lo que le inspiró a cometer esos horrendos ataques sexuales y asesinatos fue la violencia y pornografía presentadas de manera tan gráfica en las cintas de vídeo. La policía encontró unas seis mil videocintas en la casa de Miyazaki y en ellas salían escenas reales de matanzas, disección de seres humanos y pornografía. Sin embargo, portavoces de la industria de las videocintas descartaron toda conexión entre las películas y los crímenes, calificando esa opinión de "absurda". Mientras que los padres exigen que se imponga un control más riguroso de las videocintas, un oficial del gobierno mencionó que lo único que se podría hacer sería prohibirlas a los menores de dieciocho años. No obstante, como comentó Asiaweek: "Con eso apenas se toca el problema, pues Miyazaki tiene veintiséis años".
La televisión y el crimen
¿Ha contribuido la televisión a la violencia de la sociedad? Un estudio publicado en la American Journal of Epidemiology analizó tres países y concluyó que sí. El estudio indica que diez o quince años después de introducirse la televisión en cada uno de esos países, el índice de asesinatos había subido de forma vertiginosa. En los lugares donde la televisión se introdujo más tarde, la violencia tardó más en incrementarse. "Aunque es obvio que la televisión no es la única causa de violencia en nuestra sociedad —comenta el autor del estudio respecto a Estados Unidos—, en el caso hipotético de que la televisión no existiese, habría 10.000 homicidios menos al año."
Personas generadoras
Quien realiza actos u omisiones que provoquen situaciones de violencia intrafamiliar hacia otro, sin embargo en su mayoría lo integran los hombres quienes generan violencia hacia la mujer, según estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló que el 65% de las mujeres a nivel mundial sufren de éste problema y que consecuentemente se repite de madres a hijos. Sin dejar de mencionar a las mujeres que son generadoras de violencia hacia los menores según estudios realizados por la Asociación Mexicana contra la mujer (COVAC) resaltan que a nivel nacional en un 82% son las niñas y los niños los miembros de la familia que sufren con mayor frecuencia maltrato físico, psicológico o social y en un 21% sufren de violencia sexual, no se descarta que también se presenta la Violencia de la mujer hacia el hombre, y de los hijos hacia los padres.
Tipos de Violencia
I. VIOLENCIA FÍSICA
Es todo acto en que se agrede intencionalmente a otra persona, utilizando alguna parte del cuerpo, algún objeto, arma o sustancia; para sujetar, inmovilizar o causar daño a la integridad física del otro (a), encaminado hacia su sometimiento y control.
De este modo la violencia física puede hacerse de dos maneras:
Una es el contacto directo con el cuerpo de la otra persona mediante golpes, empujones jalones, patadas, pellizcos, jalar o cortar el cabello, intento de estrangulamiento y morder o arañar en cualquier parte del cuerpo.
Y otra forma es limitar sus movimientos de diversas maneras: encerrarla, provocarle lesiones con armas de fuego o punzo cortantes, aventarle objetos, poner vendas u objetos que aprieten el cuerpo, y producirle la muerte.
Cuando existe violencia física siempre va acompañada de alguna forma de violencia psicológica, ya que tiene como objetivo dañar emocionalmente a la persona, desgastándola y quitándole su poder de sobrevivir.
II. VIOLENCIA PSICOLÓGICA
En términos generales es considerada como todas las conductas que consisten en actos repetitivos cuyas formas de expresión pueden ser: prohibiciones (para trabajar, salir de casa, visitar o hablar con familiares y amigos, tomar decisiones, arreglarse y vestirse como lo desee, etc.); coacciones (interceptar la correspondencia e intervenir las llamadas telefónicas, incitar a la mujer a abortar, negarse a ir al registro civil para reconocer al hijo (a) aun cuando no estén casados, entrar al domicilio sin permiso con violencia o engaño, cuando exista divorcio o tenga orden judicial para no entrar, etc.); amenazar con (causar algún daño a otros miembros de la familia, quitar a los hijos, suicidarse, abandonar y no dar dinero para la manutención, etc.); intimidaciones (miradas, chantajes, destruir intencionalmente un objeto, mostrar armas, responsabilizar a otras personas por la conducta violenta, etc.); actitudes devaluatorias (hablar mal de la pareja o de un integrante de la familia y que cause descrédito, apodos, deshonra o desprecio, generar sentimientos de inferioridad, culpabilidad o torpeza, burlarse, etc.) que provocan en quien las recibe deterioro, disminución o afectación a sus sentimientos, autoestima y estructura de su personalidad.
III. VIOLENCIA SEXUAL
Es la acción u omisión mediante la cual se induce a la realización de prácticas sexuales no deseadas o respecto de las cuales se tiene incapacidad para consentir. Esta forma de expresión se ejerce por medio de:
1. Acciones coercitivas:
Imponiendo ideas y actos sexuales (jactándose de tener muchas parejas, de acostarse con ellas, obligar a su pareja a ver películas pornográficas y realizar los actos que ahí se ven), además de criticar, comparar o ridiculizar la sexualidad de la pareja con objeto de herir o dañar sus emociones o sus sentimientos.
2. Conductas:
• Celando para controlar, manipular o dominar a la pareja.
• Induciendo o forzando a la persona para tener sexo a pesar de la oposición de la pareja o por ser menor de edad. Se pueden usar diferentes formas, desde convencer con dinero o regalos hasta valerse de amenazas, golpes o incluso asesinar a su víctima si opone resistencia.
• Tocar a la pareja o menor de edad cuando no desean ser tocados, penetrar a la persona con objetos, exponer sus genitales a las personas que no quiere verlos, espiar a la otra persona cuando va al baño o cuando se esta cambiando, etc.
IV. VIOLENCIA ECONÓMICA
Significa apropiarse o destruir el patrimonio de la pareja, utilizando el poder económico para dominar; puede manifestarse en el control de los ingresos de la familia, apoderarse de los bienes muebles o inmuebles propiedad de ambos o despojarla de los mismos, así como utilizar, menoscabar, destruir o desaparecer los objetos personales del otro.
Ejemplos de Actos de Violencia
Psicológica
Abusar de su confianza
Actuar como rey o reina de la casa
Amenazar con irse
Amenazar con quitarle a los hijos
Amenazar con armas blancas
Amenazar con el suicidio
Aterrorizar con gestos
Burlarse
Controlar a quienes puede ver
Controlar lo que hace
Controlar sus amistades
Correrla (o) de la casa
Corretearla (o)
Creer que el o ella siempre tiene la razón
Culparla (o) del comportamiento de los hijos
Chantajear
Dejarla (o) hablando sola (o)
Demostrar indiferencia
Destrozar objetos
Engañar
Espiar cuando sale
Gritarle
Hablar mal de su familia
Hacerle sentir que esta loca (o)
Hacerle sentir responsable por la violencia
Humillarla (o) en privado o delante de los demás
Ignorar
Insultar
Intimidar
Maltratar a sus hijos
Maltratar a su mascota
Manipular
Menospreciar
Mostrarse indiferente cuando ella llora
Negar que hubiera abuso
No comprometerse
No apoyarla (o)
No darle su lugar
No dejar tomar decisiones
No permitirle ver a su familia
No demostrar empatía
No demostrar solidaridad
No participar en las labores domésticas
No responder a sus necesidades afectivas
No tomarla en serio
Poner a los hijos en contra
Provocarle miedo a través de miradas
Reírse cuando habla de separarse
Romper sus cosas personales
Ser insensible
Ser hipócrita
Tomarle el tiempo
Tratarla(o) como sirvienta (e)
Sexual
Acosarla sexualmente
Criticar su respuesta sexual
Decirle que es una prostituta
Decirle que tiene otras mujeres u hombres
Hacerle sentir mal con su físico
Maltratarla (o) durante las relaciones sexuales
No permitir que ella controle su fecundidad
Obligar a participar en actos sexuales que le desagradan
Obligar a tener relaciones sexuales (coerción o violación)
Provocar celos
Rechazar sexualmente
Ser abiertamente infiel
Tener celos excesivos
Física
Amarrar
Arañar
Arrastrar
Aventarle objetos
Cortar
Darle "zapes"
Darle cachetadas
Darle cocos
Darle un puñetazo
Darle una mordida
Drogar
Emborrachar
Empujar
Escupir sobre ella o el
Estrangular
Golpear con sus manos
Inmovilizar
Jalar de los cabellos
Jalonear
Mutilar
Patear
Pegar con objetos
Pellizcar
Quemar
Sujetar de los brazos
Tirarla (o) al piso
Tirarla (o) por la escalera
Económica
Controlar los gastos (decidir en qué, cuándo, dónde y cuándo se gasta)
Exigir que la mujer contribuya todos los ingresos al hogar
Mantener a otra mujer o familia
No aportar el gasto
No dar la pensión alimenticia para los hijos
No decirle cuanto gana
No dejarla trabajar fuera de la casa
No pagar los gastos personales de la pareja
No permitirle tomar decisiones que implican dinero
Reclamar o recriminar los gastos que ella hace
Robar su dinero
Poner todas las cuentas bancarias y las propiedades a su nombre
Cuando la violencia azota el hogar
"La violencia humana —sea una bofetada o un empujón, una cuchillada o un disparo— es más frecuente dentro del círculo de la familia que en cualquier otro colectivo de nuestra sociedad." (Behind Closed Doors [Tras puertas cerradas].)
Pero la violencia doméstica no es solo un fenómeno de Estados Unidos, sino que existe en todo el mundo. Por ejemplo, en Dinamarca, dos de cada tres asesinatos se cometen dentro del seno familiar. Los estudios que se han hecho sobre la situación en África indican que entre el 22 y el 63% de todos los asesinatos perpetrados, según el país de que se trate, se producen dentro de la familia. Y en Latinoamérica hay hombres machistas que degradan, golpean o matan a muchas personas, especialmente a mujeres.
En Canadá todos los años unas cien mujeres mueren a manos de su esposo o del hombre con quien conviven. En Estados Unidos, con una población casi diez veces mayor que la de Canadá, mueren anualmente unas 4.000 mujeres maltratadas por su esposo o su novio. Además, todos los años pierden la vida unos 2.000 niños agredidos por sus padres, y la misma cantidad de padres mueren agredidos por sus hijos.
De modo que en todo el mundo hay esposos que maltratan a su esposa, esposas que le pegan a su esposo, padres que azotan a sus hijos, hijos que agreden a sus padres y niños que se tratan con violencia unos a otros. "La mayor parte de los arrebatos de cólera y actos de violencia que los adultos sufren durante su vida provienen de un pariente consanguíneo o van dirigidos contra él -afirma el libro When Families Fight (Cuando las familias se pelean)-, y dichos arrebatos son más intensos que los experimentados en cualquier otra relación."
Consecuencias de la Violencia
A) Violencia Psicológica
Tienden a provocar algún tipo de desequilibrio en la persona y a dejarla indefensa frente a las agresiones, resultando algunas de las siguientes manifestaciones:
Baja autoestima.
Sentimientos de miedo, ira, vulnerabilidad o indefensión, tristeza, humillación y desesperación.
Trastornos psiquiátricos: del estado de ánimo, ansiedad, estrés postraumático; de personalidad; abuso o dependencia del alcohol, tabaquismo y otras sustancias. Nocivas; ideación o intentos de suicidio, entre otros (SSA,2000).
Este clima de terror produce además síntomas físicos como son dificultades respiratorias, palpitaciones, angina de pecho, sudoración, problemas urinarios, diarreas, frecuentes dolores de cabeza, tensiones o estrés.
B) Violencia Física
Sus consecuencias son traumáticas y su gravedad va desde hematomas, heridas, fracturas, lesiones en órganos internos, quemaduras, hemorragias, desnutrición, abortos, hasta conmoción cerebral y muerte.
El maltrato físico también produce consecuencias psicológicas como suelen ser la tensión y el miedo permanentes, agotamiento y desánimo, alteraciones en el sueño y hábitos alimenticios, hasta los trastornos psicológicos graves como depresión, ansiedad, etc.
C) Violencia Sexual
Tiende a provocar un impacto profundo en la persona, rompiendo todas sus defensas y dejándola desprotegida, hasta el grado de destruir su concepto de sí misma o autovaloración.
Consecuencias físicas: Lesiones o infecciones genitales, anales del tracto urinario y oral y embarazos.
Consecuencias Psicológicas: baja autoestima, ideas y actos autodestructivos, trastornos sexuales, depresión, ansiedad, conducta por estrés postraumático, abuso o dependencia a sustancias, entre otros.
Otros: alteraciones en el funcionamiento social, e incapacidad para ejercer la autonomía reproductiva y sexual (NOM-190-SSAI-1999)
D) Violencia Económica
Perdida parcial o total del patrimonio familiar; Desnutrición; Sentimiento de abandono; Sentimiento de indefensión; Codependencia
Ciclo de Violencia
Uno de los descubrimientos más sorprendentes que se han observado al investigar fenómenos de violencia intrafamiliar, ha sido sin duda el ciclo de la violencia intrafamiliar. El entender éste ciclo nos permitirá saber como evitar éstos incidentes violentos y nos permitirá entender porqué la mujer, el hombre o el niño se convierten en víctimas, cómo caen en el aprendizaje de la conducta de la indefensión y por que la mayoría no intenta escapar a éste proceso.
Este ciclo tiene tres fases que varían tanto en duración como en intensidad para un mismo binomio (esposo-esposa; madre-hijo; hijo-padre; etc.)
Acumulación de tensión.-
Durante ésta fase se producen golpes menores. Usualmente se intenta calmar al compañero(a) a través de conductas que antes le han resultado exitosas; el receptor se torna cariñosa(o) y complaciente evitando entrometerse en asuntos personales del agresor.
El razonamiento del receptor, es que si espera un tiempo, la situación cambiará y la conducta de su compañero(a) mejorará. Este razonamiento, desafortunadamente, no produce ninguna mejoría; solo pospone la segunda fase del ciclo: el incidente agudo de golpes.
Explosión
A medida que se incrementan los incidentes de menor violencia, la tensión entre ambos va en aumento hasta llegar a un instante donde éstos ya no pueden ser controlados. Una vez que se ha llegado al punto de total falta de control, se abre el espacio de la siguiente fase: Explosión (Crisis). Esta fase está caracterizada por la descarga incontrolable de las tensiones que fueron aumentando en la primera fase. La falta de control y la profunda destructividad que lo caracteriza, marca una diferencia con la anterior. Esto no quiere decir que los incidentes previos no fuesen serios o profundamente injustos, pero no tenían el carácter de violencia extrema y sin control que caracteriza la segunda fase.
Durante la segunda fase el generador acepta totalmente que su rabia no tiene control justificando de alguna manera (haber bebido de más ó haber trabajado mucho), también lo acepta el receptor, sintiendo que el periodo de inevitabilidad se acerca y que no puede tolerar más su terror, su rabia y su ansiedad. Sabe también que a la fase aguda, le sigue una tercera fase de calma: la de luna de miel.
Esta segunda fase del ciclo es la más breve dura de 2 a 24 horas aproximadamente, no siendo predecible ni controlable.
Luna de miel
El fin de la fase 2 y la entrada en la fase 3 es algo deseado por el generador y el receptor de la violencia. Caracterizando a la fase 3 por el arrepentimiento y la demostración de afecto del generador. Este sabe que ha ido demasiado lejos e intenta reparar lo hecho. La tensión acumulada en la primera fase y disipada en la segunda, desaparece comportándose de manera encantadora y constantemente cariñosa.
El generador se disculpa por su proceder en las fases previas y expresa su arrepentimiento al receptor de la violencia, se siente culpable de su comportamiento, pide perdón y asegura que no volverá a ocurrir, realmente confía en su capacidad de control.
La pareja que vive una relación de violencia logran convertirse a la larga, en una pareja simbiótica –cada uno depende tanto del otro, que cuando uno intenta alejarse, ambos se sienten drásticamente afectados por la separación-. Los dos logran creer y hacer creer a los demás que juntos podrán alcanzar un mundo mejor para ambos. La sensación de sobre dependencia y sobre confianza del uno al otro, es obvia en esta fase del ciclo.
FASE DE ACUMULACIÓN DE TENSIÓN-ACUMULACIÓN DE NUBES.
Parte agresora
– Amenaza
– Se enoja
– Discute
– Culpa
– Provoca aumento de tensión en la relación
Parte receptora
– Mínimo control sobre los episodios de violencia
– Trata de calmar
– Complacer
– No hacer aquello que pueda molestar al agresor
– Intenta controlar la agresión o se niega a cumplir sus exigencias para acelerar el estallido y enfrentarlo lo más pronto posible en vez de seguir sufriendo la espera.
FASE DE EXPLOSIÓN
Es la más corta pero la más dañina. Puede incluir violencia
Física como; golpes, empujones, bofetadas, rasguños, arrancar la ropa, etc. Esto muchas veces acompañado del uso de armas u otros objetos que dañan la salud.
Psicológica como; humillaciones, amenazas, burlas, prohibiciones, descalificaciones, condicionamientos, críticas destructivas, chantajes etc. todo esto en un clima de tensión extrema o de terror.
Sexual como; Relaciones forzosas, tocamientos, burlas de la sexualidad, palabras obscenas etc.
FASE DE LUNA DE MIEL O RECONCILIACIÓN- SALE EL SOL DE NUEVO
Se da el alivio fisiológico de la tensión que suele ser engañoso para la mujer.
Surge por parte de:
Quien agrede: Arrepentimiento, demostración de afecto, Promesa de no incurrir de nuevo en la Violencia, Minimizar ésta, petición de que no se le haga perder la paciencia etc.
Quien recibe la agresión: Surgimiento de esperanzas, expectativa de cambios, sentimiento de culpa, de lástima, sensaciones de vacío, de soledad, resentimientos, pérdida de energía, miedos, deseos de compensar las pérdidas y reconciliarse.
Factores que influyen para que la parte agredida no salga del círculo de la violencia.
Las personas atrapadas en el círculo de la violencia, suelen presentar múltiples dificultades tanto internas (de su persona) como externas, para salir de la violencia en que viven. No se debe culpar a las víctimas de la violencia como si éstas la generaran o la provocaran, ya que la existencia e influencia de estos factores, dificultan incluso que se den cuenta que viven violencia. A continuación se enlista una serie de estos factores:
1. Historia personal
2. Baja autoestima
3. Sentimiento de inseguridad
4. Miedos
5. Temor a las represalias
6. No tener a donde ir a vivir
7. Sentimientos de culpabilidad
8. Falta de apoyos familiares e Institucionales
9. Dependencia económica
10. Sentimiento de desvalorización
11. Sentimiento de indefensión
12. Creencias y aprendizajes
13. Carencia de mecanismos legales que le proporcionen seguridad
14. Vergüenza por el hecho de vivir violencia.
15. Ignorancia o desconocimiento de los medio legales de apoyo
16. Circunstancias psicosociales Críticas ( desesperanza aprendida, depresión, Síndrome de Estocolmo )
17. Dependencia afectiva o apego
18. Síndrome de estrés post-traumático
Mitos de Violencia intrafamiliar
Los y las profesionales de la salud, como parte importante de una sociedad determinada, ha acumulado a lo largo de su historia, como parte de un aprendizaje natural ciertas creencias, mitos y tradiciones en estrecha vinculación con las mujeres, el matrimonio, la familia y la violencia, que les impiden tomar conciencia de la gravedad del problema y reconocer su responsabilidad profesional con la salud y la vida.
Los mitos sobre la violencia pueden justificar, minimizar su importancia, usarse como excusa para no tomar acciones. La creencia generalizada de que la culpa de la violencia es de la mujer u otros receptores, interfiere de manera significativa con la voluntad de proveer asistencia a la víctima , pero ésta como toda creencia ha sido velada por la misma sociedad, como una regla implícita justificada y aprobada por ser algo que no se puede decir abiertamente, por lo que se ha considerado de suma importancia que los profesionales que trabajan en la atención, evidencien para sí mismos y la sociedad estas creencias erróneas con respecto a la violencia intrafamiliar, en especial hacia las mujeres, niños y niñas .
La violencia intrafamiliar ha sido mantenida por las creencias populares que se transmiten de generación en generación.
Todos los años millones de niños sufren castigos físicos extremos que podrían lastimarlos gravemente, dejarlos lisiados o hasta matarlos. Se calcula que por cada caso de malos tratos que se denuncia, hay 200 que no se denuncian. "Muchas veces, el lugar más peligroso para un niño es su propia casa", afirma el libro Sociology of Marriage and the Family (Sociología del matrimonio y la familia).
El profesor universitario John E. Bates dice que el maltrato constituye la influencia doméstica que más repercute en el comportamiento del niño años después. Y la Dra. Susan Forward añade: "He visto que no hay nada en la vida que hiera tanto el amor propio de las personas o que les cause tantos problemas emocionales graves al llegar a adultas". Se pueden ver señales de agresividad en situaciones críticas incluso en niños de cuatro o cinco años. Cuando estos niños crecen, entre ellos se dan índices de drogadicción, alcoholismo, delincuencia, trastornos psicóticos y retraso en el desarrollo superiores a la media general.
Es comprensible que muchos niños maltratados abriguen un sentimiento de ira hacia el padre o la madre que los ataca, pero a menudo también se sienten airados con el progenitor que deja que la violencia continúe. En la mente del niño, el progenitor que permanece callado puede ser considerado cómplice.
VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
– no existe en nuestro país
– es una cuestión privada
– se trata de gente enferma
– es culpa del alcoholismo
– se debe a la crisis económica
– es gente primitiva e inculta
– solo sucede en las clases bajas
– esa gente no tiene religión
– es porque no están casados
– es un tema de moda
– es natural e instintiva
– no puede ser evitada
MUJERES MALTRATADAS
– provocan la violencia
– buscan la violencia
– les gusta la violencia
– son masoquistas
– son seres biológicos-pasivos
– son malas y se lo merecen
– no obedecen al marido
-son débiles y tontas
– se hacen mantener
– son enfermas
– son ignorantes
– son histéricas
HOMBRES VIOLENTOS
– son alcohólicos
– son desocupados
– son epilépticos
– son sicópatas
– son impulsivos
– son descontrolados
– son sádicos
– son locos o enfermos
– son verdaderos machos
– tienen derecho
– son campeones
– todos los hombres son así
NIÑOS MALTRATADOS
– esos chicos mienten
– esos chicos fantasean
– no se dan cuenta
– no entienden
– no sufren
– son perversos
– son adultos en pequeño
– tiene conductas seductoras
– excitan a la gente
– son precoces sexuales
– se portan mal
Por otra parte, la violencia intrafamiliar está inmersa en el propio contexto social, manifestándose en cuatro dimensiones.
1).- El nivel de macro-sistema, que comprende al total de la organización social de una sociedad determinada, con sus jerarquías inamovibles y su distribución desigual de poderes, así como las creencias y los estilos de vida en particular lo que cada sociedad establece sobre cómo deben ser los hombres y las mujeres, los niños y las niñas y la misma familia. Un factor de este sistema que está en la base de la violencia intrafamiliar es la desigualdad de género, llamada también inequidad, por medio de la cual se permite la discriminación y la subordinación de las mujeres a las estructuras y prácticas masculinas.
2).- El nivel del exo-sistema, integrado por las instituciones mediadoras entre la cultura y el espacio individual: escuelas, iglesias, medios de comunicación, órganos judiciales, etc. Estas participan del fenómeno de la violencia intrafamiliar cuando sirven como medios para transmitir creencias, actitudes y prácticas que toleran la violencia.
3).- El nivel del microsistema, se refiere a las relaciones cara a cara, del que la propia familia forma parte. Aquí en este espacio se concretizan todos los mandatos culturales del macro sistema como del exosistema, o entran como un filtro para construir diferentes formas de relaciones familiares, muchas de ellas violentas. Por medio de este sistema se transmiten los modelos de conducta violenta.
4).- El sistema individual corresponde a cada persona en concreto, y es también muy amplio ya que consiste en diferentes maneras de ser, pensar, sentir y actuar.
La violencia intrafamiliar acontece en un espacio creado para garantizar la protección de las personas: el hogar.
Este hecho vuelve pernicioso el problema, por múltiples motivos: limita y entorpece los programas y servicios dirigidos a la familia, ya que, mientras existe la violencia en la familia, el desarrollo humano se verá perjudicado. La violencia atenta contra la dignidad humana, contra los derechos humanos de quienes se ven violentados; quienes la perpetran son miembros de la familia, quienes la reciben confían en ellas y requieren de hecho confiar. Generalmente, las victimas de violencia dependen del (a ) perpetrador (a); los lazos emocionales, legales y económicos que vinculan a la víctima, frecuentemente la conducen a tener baja autoestima, ser vulnerable, aislarse, sentir desesperanza, angustia constante e inseguridad; lo cual tienen un importante peso en cuanto a las posibilidades para resolver el problema.
Además, la violencia intrafamiliar llega a producir otros efectos sociales: drogadicción, delincuencia, pandillerismo, niños en la calle, prostitución; efectos psicológicos y psiquiátricos: depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta, conflictos de pareja y de comunicación familiar, intentos de suicidio, etc., existiendo también casos extremos como homicidios y suicidios.
La violencia en la familia es un problema social específico que no se resuelve con intervenciones sobre efectos, con programas de prevención aislados o de tipo meramente asistencial; no se puede resolver este problema en los consultorios o en las oficinas, y tampoco –aunque el concepto intrafamiliar parezca definirlo así – se puede resolver con intervención exclusiva sobre la familia, es una situación que implica acciones integrales y la conformación de redes de prevención interinstitucionales e intersectoriales, por ello la importancia de sumar y multiplicar esfuerzos ya que el compromiso es social y no puede en una sola institución, además se vuelve imprescindible dirigir acciones para que desde el interior de las familias se promueva una cultura de paz y de equidad y se reconozca la violencia como inadecuadas para resolver conflictos y problemas en las relaciones.
La violencia intrafamiliar es una manifestación de un ejercicio abusivo de poder y de relaciones de desigualdad.
Principalmente se deriva de la desigualdad de género y de la situación de dependencia de los (as) niños (as) respecto de los adultos, ésta última por si misma no constituye una condición de violencia intrafamiliar, lo cual sucede si se traduce en una desigualdad, reproduciendo jerarquías y mecanismos que operan para someter y controlar a quienes se consideran débiles, inferiores o "propiedades de".
Las relaciones de desigualdad son posiciones asimétricas en donde alguien manda y alguien obedece, alguien decide y ordena, alguien acepta sin mayores cuestionamientos. Estas posiciones asimétricas se basa en jerarquías desiguales y discriminatorias establecidas en las relaciones, las cuales pueden basarse en las diferencias de género, edad, condiciones sociales y de salud.
Las diferencias de género atraviesan todas las variantes sociales y redefinen todas las formas de desigualdad social. Mediante la desigualdad de género, los hombres ocupan un posición jerárquica superior a las mujeres y estás ultimas una situación inferior o de subordinación.
Las diferencias de edad como variante de desigualdad y discriminación, comprenden la situación de menores (bebés, niños y adolescentes) y la de las personas de la tercera edad. Los bebés, niños (as) y adolescentes sufren de diversas formas de maltrato, tanto físico, psicológico, sexual y económico, y las personas de la tercera edad, por estar en la etapa final de su ciclo de la vida, son también vulnerables a diversas formas de maltrato.
Con respecto a las diferencias y la discriminación por condición social y de salud, relativo a violencia intrafamiliar comprende a las personas con alguna discapacidad física o mental, que tienen de por sí grandes dificultades sociales para emprender cualquier actividad (trabajo, .estudio) e incluso en las relaciones afectivas.
La vulnerabilidad es el factor común de las personas receptoras de violencia intrafamiliar.
Diversos factores producen esta vulnerabilidad:
La condición de dependencia.
La imposibilidad de tener acceso a los espacios de procuración de justicia por desconocimiento de cómo hacerlo o por falta de capacidad jurídica.
La desvinculación del medio social
Los efectos de la violencia que producen condiciones emocionales y psicológicas que vuelven vulnerables a las personas, así como reafirman otras condiciones de dependencia.
Las condiciones de subordinación y desigualdad al interior del núcleo familiar.
Los principales victimarios en la familia son quienes ocupan una posición de poder y determinan las jerarquías en las relaciones.
De acuerdo a los teóricos y a las diversas fuentes de datos, son los jefes de familia varones, en detrimento de las mujeres, los niños, las niñas y otros miembros vulnerables -como ancianos y discapacitados- del grupo familiar, y ocupan el segundo sitio como tales las mismas mujeres adultas, en contra de esos otros miembros vulnerables. Sin embargo, otras fuentes no menos fidedignas ofrecen datos que indican que, respecto de los niños y las niñas hacen mayoría las mujeres victimarias.
Es de destacar las diferencias que existen entre quienes se consideran los principales victimarios, según el tipo de fuente. Así, según el Centro de atención a la Violencia intrafamiliar (CAVI, D.F), las Unidades de Atención a la Violencia Intrafamiliar (UAVI´S), las diversas encuestas y estudio por muestreo: los principales victimarios son los varones; mientras que las fuentes aportadas por el DIF e instituciones de salud indican a las mujeres como las principales victimarias. Estas últimas se caracterizan porque sus servicios son demandados principalmente para niños y niñas víctimas de violencia intrafamiliar. Estudiosos de la situación indican que, esto puede deberse a que las mujeres tienen menos permiso social para utilizar la violencia y, por tanto, se les denuncia más que a los varones, o que, movidas por la culpa, llevan a los niños y a las niñas que han maltratado, a los servicios de salud.
Lo importante es tomar en cuenta que, quienes ejercen la violencia intrafamiliar, sean del sexo que sean, tienen algún grado de poder del ámbito familiar " profundamente arraigado desde el punto de vista cultural, y frecuentemente avalado o soslayado por la norma jurídica," (Laura Salinas et al. Los derechos humanos de las mujeres en México: CNDH, 1994). Quien comete violencia ejerce de manera abusiva ese poder social y cultural.
La violencia intrafamiliar se da en familiar de todos los niveles económicos, de características muy diversas y de los medio rural y urbano.
Los miembros de la familia que hacen uso de la violencia tienen diferentes tipos de ocupaciones y grados de escolaridad, y sus detonantes no forzosamente son el alcoholismo o la drogadicción.
La violencia intrafamiliar acontece en todo tipo de relaciones.
La familia puede constituirse por matrimonio, amasiato, concubinato o cualquier parentesco; o entre personas que conviven o convivieron en un grupo familiar que ya se ha disuelto.
La violencia intrafamiliar consiste en actos u omisiones que pueden ir desde lo leve a los que producen graves daños.
Para comprender mejor este punto hay que tomar como base las características de la violencia intrafamiliar:
• En todos los casos, los actos y omisiones son manifestaciones de poder, sometimiento o control sobre las víctimas. Esta característica conforma el carácter intencional de la violencia, que puede usarse incluso con una intención positiva: definir un orden, establecer una disciplina o la armonía familiar.
• La recurrencia. Los actos de violencia no se basan en un solo evento, en cualquiera de sus formas adquieren el carácter de constantes.
• La intencionalidad. Quien infiere violencia tienen claridad respeto a su conducta, por ello es responsable de la misma.
• La tendencia a incrementarse. La violencia se presenta en forma reiterada y con el paso del tiempo, si los conflictos no se solucionan, cada nuevo evento se presenta con mayor intensidad, dañando cada vez más a quienes la reciben. De este modo, las consecuencias de la violencia no dependen sólo de sus manifestaciones (físicas, psicológicas, sexuales, sean leves o graves), sino de otras características del proceso mismo, entre las que hay que destacar el carácter cíclico del problema, donde los involucrados se encuentran atrapados en una relación circular de violencia que tiende a repetirse y a no terminarse, mientras no se dé una adecuada intervención externa por parte de profesionales que conozcan la problemática y ofrezcan un apoyo eficaz.
De este modo, la violencia intrafamiliar puede ir desde actos u omisiones no visibles como los de tipo psicológico -humillaciones, insultos, menosprecio, abandono-; golpes leves que no dejan huella aparente y agresiones físicas severas, así como en actos sexuales agresivos de toda índole (celotipia, humillaciones, abuso, violaciones). En síntesis, la violencia intrafamiliar incluye todos los tipos de maltrato y agresiones a miembros de la familia.
Perspectiva de género
Algunos conceptos utilizados al referirse a la violencia en el hogar son abuso, agresión, maltrato, violencia coerción. Cada uno tiene connotaciones particulares y aunque se relacionan y suelen utilizarse como sinónimos conviene tener presente sus límites y especialidades.
La violencia en el hogar también llamada por algunos autores violencia intrafamiliar es entendida como la agresión o daño sistemático y deliberado que se comete en el hogar contra algún miembro de la familia, por alguien de la misma.
En términos generales las definiciones coinciden en que la violencia intrafamiliar es la acción u omisión intencional que ponga en peligro o afecte su integridad física, psicológica o sexual que se ejerce en contra de algún miembro de la familia, por otro integrante de la misma, independientemente de que pudiera constituir delito.
En la familia se aprende y enseña a vivir en sociedad. Es ahí donde se transmiten las reglas para hombres y mujeres, las creencias y las ideas que permiten distinguir lo bueno de lo malo, lo bonito de lo feo, lo deseable de lo indeseable; la familia es la primera institución en donde aprendemos nuestros valores. Por ello lo primero que aprendemos, son los que menos cuestionamos y son también los que más trabajo cuesta cambiar.
En la mayoría de los casos, la violencia en la familia se presenta cuando:
No hay conciencia del daño que se hace a los demás y en especial a los niños.
No se comprenden los cambios físicos y emocionales por los que pasan los niños, los adolescentes, los jóvenes, los adultos y los mayores.
Existe una crisis por falta de espacio y tiempo libre para que la familia conviva y para la vida en pareja, pues está por completo al sostenimiento y al cuidado de los hijos e hijas.
Hay desajustes familiares ocasionados por un nacimiento, una enfermedad, una muerte, así como por infidelidad, abandono o divorcio.
La violencia en el hogar no es ejercicio exclusivo de uno u otro género, aunque es innegable que en la mayoría de las sociedades las relaciones ínter genéricas han tenido como polo dominante al hombre: símbolo de fuerza, raciocinio, entereza, etc. Y por lo tanto sustento y guía del sexo débil.
Aún cuando la mujer puede no ser una victima pasiva, vive una problemática ancestral de inequidad y sometimiento en la problemática general.
En realidad cuando se habla de las mujeres como objeto de la violencia masculina se dejan de lado los casos particulares en los que las desavenencias con la pareja no rebasan ciertos límites. Pero nos adherimos a la idea de que en general el ambiente cultural, entendido como la manera de percibir el mundo y actuar en él, es favorable a un tipo de relaciones desventajosas para las mujeres en cuanto se basan en normas mas rígidas en la ejecución del rol femenino, pues no podemos negar que la sociedad sanciona con mayor severidad a las mujeres que se alejan del modelo tradicional de "buena madre" y "buena esposa" que a los hombres que desatienden a sus hijos y a su compañera.
Para reconocer la problemática en la familia el primer paso imprescindible es reconocer la compleja realidad de la vida familiar : aceptar que la familia no es solo un remanso de amor y cuidado sino que con frecuencia también esta cruzada por autoritarismo, abandono, maltrato, abuso psicológico, incesto, golpes y alcoholismo.
Sin detenernos en esos gravísimos y reiterados problemas, debemos registrar otro más, que si bien es tan importante como aquellos y marca a todos sin excepción, suele pasar desapercibido: la problemática de género.
El lenguaje coloquial se podría decir que esta problemática es nada menos que el machismo. Sin embargo, utilizar este término puede sesgar la comprensión del problema, pues en apariencia se refiere a una falla exclusiva de los hombres.
Comprender que el machismo es una actitud cultural y que las mujeres la comparten en la misma medida que los hombres, es una primera aproximación desde una perspectiva de género. La problemática de género en el ámbito familiar va desde lo macro hacia lo micro.
Un acercamiento inicial lleva a reconocer que, desde el punto de vista cultural, se considera a la familia como responsabilidad de la mujer. Esto nos conduce a definir a la familia como el lugar de trabajo- gratuito- de las mujeres. El trabajo que ahí se hace consiste en la atención y cuidado de las personas, junto con una serie de tareas que cuando se hace en la casa se denomina doméstica. Tales como lavar, planchar, cocinar entre muchas otras, aunque fuera de la casa sean labores que tienen un valor comercial (invisible porque nadie se percata de él cuando esta hecho).
Stoller dice que lo que determina la identidad y el comportamiento masculino o femenino no es el sexo biológico, sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencia, los ritos y las costumbres atribuidos a los hombres o a las mujeres y concluyo que la asignación y adquisición social de una identidad es más importante que la carga genética, hormonal y biológica. Más tarde muchos otros estudios científicos confirmarían las hipótesis de Stoller.
Desde esta perspectiva psicológica, en la categoría género se articulan tres instancias básicas: la asignación de género, la identidad de género y el papel del género.
Asignación de género: esta se realiza en el momento en que nace la criatura, a partir de la apariencia está en contradicción con la carga cromosómica y si no se detecta esta confusión, o se prevé su resolución o tratamiento, se generan graves trastornos.
Identidad y género: se establece más o menos a la misma edad en el que el infante adquiere el lenguaje y es anterior a su conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos. O sea, las niñitas de esas edades saben que son niñas; son capaces de elegir ropa y juguetes de acuerdo a su identidad, de sentarse en una sillita rosa o azul, aunque desconozcan lo que significa ser hombre o mujer, es decir, aunque desconozcan la existencia del pene y la vagina.
Desde dicha identidad, el niño estructura se experiencia vital; el género al que pertenece lo que hace identificarse en todas sus manifestaciones: sentimientos y actitudes de niño o de niña, comportamientos, juegos, etc.
Después de establecida la identidad de género, cuando un niño se sabe y asume como pertenencia al grupo de lo masculino y una niña la de lo femenino, ello se convierte en un tamiz por el que pasa todas sus experiencias ya asumida la identidad del género, es imposible cambiarla en forma externa, por presiones del medio.
El papel del género: éste se forma con el conjunto de normas y prescripciones que dictan la sociedad y la cultura sobre el comportamiento femenino o masculino. El concepto género ayuda a comprender que muchas de las cuestiones que pensamos que son atributos naturales de los hombres o de las mujeres, en realidad son características construidas socialmente, que no están determinadas por la biología.
Una interpretación de la perspectiva de género es que dado que los hombre son los que han establecido las leyes y reglas en nuestras sociedades, éstas precisamente están basadas en mantener las diferencias entre los sexo.
La explicación de género dice que la violencia en el hogar tiene objetivos muy específicos que no necesariamente tienen que ver con la supervivencia del individuo. Cuando el hombre es violento con su pareja, su objetivo es tenerla bajo control para obtener beneficios al disponer de los recursos de ella. Dicho de otro modo la violencia en el hogar es una forma de imponer la esclavitud de una persona para que le sirva a otra.
El hombre al creerse superior, por definición va a ser violento para imponerse y mantenerse como dominante. Cuando esto ocurre el hombre cree que esta justificando usar violencia para imponerse.
Existe una clara conexión entre el género de la persona y su violencia, es decir, las características de la masculinidad están directamente relacionadas con el potencial de violencia del individuo. De acuerdo con Gilmore, la masculinidad es "la forma aprobada de ser hombre un adulto en una determinada sociedad".
Factores que propician la Violencia
Las causas de la Violencia Intrafamiliar son múltiples y se expresan en diversas dimensiones (sociales, culturales e individuales). Sin embargo, precisando y jerarquizando los diversos factores que inciden en la génesis y en la reproducción de la misma, podemos afirmar, que:
1. La Violencia no es natural. Toda persona que la ejerce aprendió a usarla en algún momento de su vida, de ahí que no sea lo mismo hablar de agresión la cual está arraigada en conductas instintivas de sobrevivencia, competencia y autodefensa que de violencia, que tiene como objetivo el ejercer el control y dominio de las personas y grupos más vulnerables social y culturalmente, a las que se percibe como objetos y por lo tanto, sujetos a la voluntad del perpetrador.
2. El dominio del género masculino sobre el femenino, se concibe como una desigualdad que pretende fundamentarse en las diferencias biológicas cuando en realidad se basa en un sistema de valores sancionados socialmente, trayendo consigo el estatus de superioridad de los hombres, y de inferioridad de las mujeres.
De esta realidad no escapan la familia y las relaciones entre sus miembros. Los hombres que adoptan el rol masculino dominante y autoritario, aprenden pronto a establecer formas de control social sobre las mujeres y los (as) niños (as) en el hogar y a limitar su desarrollo personal haciendo uso de la violencia como forma de mantener ese control.
Por otra parte, las mujeres que adoptan el rol de sumisión y subordinación al control masculino, educan a sus hijos e hijas para que reproduzcan en sus actitudes, valores, creencias, comportamientos y costumbres.
3. Aunada a esto tenemos la presencia de modelos autoritarios de crianza y educación, en donde los padres y/o responsables del menor asumen prácticas violentas y de manipulación son pretexto de educar y aún en detrimento del adecuado desarrollo psico-emocional de las personas sujetas a dichos modelos.
4. Ubicamos también como propiciadora de la violencia a lo que podríamos llamar: "La red social de la violencia", basada en creencias, costumbres sociales, leyes, políticas institucionales, influencia de los medios de comunicación en su presentación como algo natural o aun "divertido", así como las carencias en la prestación de servicios a las personas generadoras y receptoras de violencia, de información adecuada y eficaz, de formación de profesionales capacitados para atender esta problemática, de sensibilización de prestadores de servicios y de la población en general, etc. Todos ellos factores que mantienen y predisponen a la violencia ante la falta de alternativas que promuevan la equidad y la democracia entre los niños y las niñas, los hombres y las mujeres al interior de las familias.
5. Otros factores concomitantes son: el alcoholismo, la drogadicción, los conflictos y crisis familiares, el estrés, la pobreza, el desempleo, etc., factores que influyen como detonantes de la violencia Intrafamiliar o son consecuencia de la misma. Por otro lado, nunca estos factores se presentan en forma aislada, de ahí la complejidad de los problemas sociales e interpersonales.
6. Las víctimas de Violencia Intrafamiliar presentan dificultad para darse cuenta de ello o salir de la misma por una serie de razones que vuelven compleja su situación, como por ejemplo: sus condiciones de dependencia, las limitaciones de acceso a espacios de procuración de justicia por desconocimiento o por falta de capacidad jurídica, su desvinculación del medio social, el carácter del vínculo afectivo con el (la) agresor (a) y condiciones psicológicas como baja autoestima, estados de depresión, de miedo o confusión.
El impacto de la violencia intrafamiliar
Los diversos datos y cifras arrojadas por distintos estudios (encuestas, muestreos, estadísticas por denuncias o demandas de servicios) son insuficientes, pero arrojan luz sobre el problema; dando cuenta de la gravedad y la realidad.
Por ejemplo, la ONU refiere que un 65% de mujeres en el mundo viven algún tipo de violencia de género, la mayoría de ellas en sus relaciones de pareja, una variante de violencia intrafamiliar.
El Banco Mundial, que concentra estadística de varios países, calcula sobre 35 estudios recientes de la última década, que entre la cuarta parte y la mitad de todas las mujeres observadas habían sufrido maltrato físico de parte de su pareja, y que apenas un 1% de las mujeres golpeadas en el hogar informa sobre la violencia sufrida.
Recientemente, en el Simposium 2001 "Violencia de Género, Salud y Derechos en las Américas", celebrado en Cancún, México: se expuso el cálculo de que en América Latina y el Caribe alrededor de 50% de las mujeres sufren algún tipo de violencia en el hogar.
Respecto a la violencia hacia menores, datos y cifras de América Latina y el caribe, señalan que cerca de 6 millones de niños y niñas anualmente sufren agresiones físicas severas; 80 mil mueren al año ( fuente: Documento maltrato infantil. Propuesta de Acción. UNICEF, Chile, 1998).
Cerca del 70% de la violencia contra las niñas y las adolescentes tiene lugar en el entorno familiar (fuente: UNICEF, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, UNICEF, 1999).
Los costos de la violencia.
Los costos, consecuencias e impacto en la salud pública de la violencia contra la mujer ( carga de salud), entre las mujeres de 15 a 44 años, es comparable con la carga que representan otros factores de riesgo y enfermedades de interés mundial, entre las que se incluyen el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la tuberculosis, la sepsis durante el nacimiento, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. ( Heise, 1994. Violencia contra la Mujer: La carga oculta sobre la salud. Banco Mundial / OPS).
Estudios realizados en algunos países de América Latina y el Caribe por el Banco Interamericano de Desarrollo, demuestran que el ausentismo laboral de las mujeres golpeadas significa un alto costo económico que corresponde al 2% anual del Producto Interno Bruto, lo que repercute en una merma en el desarrollo económico.
En Canadá, un informe señala que la violencia hacia las mujeres en el hogar causa un gasto de 1600 millones anuales, incluyendo la atención médica de las víctimas y las pérdidas de la productividad. En EE.UU., diversos estudios determinaron pérdidas anuales de entre 10,000 millones y 67,000 millones de dólares por las mismas razones del dato anterior de Canadá. En Alemania, se ha calculado que el costo directo de la violencia psicológica en una empresa con 1000 trabajadores se eleva a 112,000 dólares al año, mientras que los costos indirectos son de 56, 000 dólares. (OMS, OPS. Violencia contra las mujeres, 1998).
Anualmente, el gobierno norteamericano destina 340 millones de dólares para combatir la violencia contra las mujeres y menores ( fuente: Simposium, 2001, Cancún, México).
Altos son los recursos destinados a sufragar las consecuencias de la violencia intrafamiliar, costos económicos que no se han evaluado a nivel nacional en países de América Latina, debido a la carencia de estudios al respecto. Sin embargo, los que se han realizado en países desarrollados y por organismos internacionales, nos dan una idea del impacto económico en la economía y la sociedad. Por ello la importancia de generar acciones de prevención de la violencia, para reducir el impacto negativo en la salud pública, la economía y
Situación de la violencia intrafamiliar en México
Desde hace tres décadas, en México empezó a reconocerse la violencia intrafamiliar como una problemática social objeto de estudio, análisis y de intervención en lo que se refiere a la prevención y atención de sus causas, manifestaciones y consecuencias.
Tradicionalmente este problemática se ha venido considerando como una forma normal de relaciones familiares o natural en cuanto a sus factores causales. De ahí que fuera difícil plantearse desde las Instituciones Públicas, la intervención en una realidad de la cual se ha pensado corresponde al ámbito privado.
Sin embargo, los avances de los estudios e investigaciones en las diferentes variantes de violencia intrafamiliar han demostrado que es un problema de salud pública y de violación a los derecho humanos; además, debido al trabajo desempeñado por Organismos no Gubernamentales en relación al problema, diversos sectores de la población han demandado programas y servicios para resolver la problemática, incluyendo la responsabilidad y el compromiso del Estado.
Aún no contamos con un panorama nacional que dé cuenta de la realidad de la violencia intrafamiliar. Los estudios que se han realizado son aislados, existiendo además un subregistro muy marcado tanto en el sector salud, como en el de procuración de justicia. Un punto positivo es que los datos conocidos coinciden con los realizados por los organismos internacionales y han sido parte aguas de diversas investigaciones científicas sobre el fenómeno de la violencia. El punto negativo es que son insuficientes para dar cuenta de la realidad global de la violencia intrafamiliar y además no permiten establecer un seguimiento de los cambios que hayan ocurrido a través del tiempo o de la influencia de los programas de intervención, por ejemplo, no contamos con datos que den cuenta de la realidad de la violencia ejercida contra las personas adultas mayores y con discapacidad ; y varios estudios o recuentos estadísticos no van de la mano con programas de intervención, lo cual ampliaría la percepción del fenómeno y modificaría los resultados, o nos permitiría hacer un comparativo con datos arrojados donde no se establece ningún programa de intervención. Veamos las siguientes graficas:
De acuerdo con datos proporcionados por la Secretaría de Salud para 2010, las entidades de la República mexicana en las que se registró el mayor número de casos probables de violencia intrafamiliar fueron:
| Nuevo León Sinaloa Michoacán Guanajuato Chihuahua Nayarit |
Algunos de los datos y cifras más característicos del problema son los siguientes:
Las estadísticas del Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar ( CAVI ) en el D.F., recopiladas desde su creación en 1990, señalan que entre el 88 y 90 % de las víctimas de violencia intrafamiliar son mujeres. Una encuesta reciente ( 2000 ) realizada por el INEGI, efectuada también en el D.F., muestra que la violencia intrafamiliar tiene lugar en 30 .4% de todos los hogares- casi uno de cada tres- en forma de maltrato psicológico, físico o sexual. La violencia psicológica ocurre en 99% de estos hogares y sólo el 14% de estos buscan alguna clase de ayuda a pesar de que 72.2% de las víctimas esperan que se repita la violencia.
En una base de datos de la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos ) se consignaron 29,192 casos de menores maltratados y atendidos por 33 Instituciones ( 3 DIF´s, 5 ONG´s, 24 PGJS y el Instituto Nacional de Perinatología ) de 1989 a 1991.
El Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) en la Ciudad de México, reportó haber atendido entre octubre de 1990 y junio de 1997, a un total de 53,395 casos que involucraron a 104,781 personas, con un promedio de 709 casos diarios. A partir de julio de 1997 al 2000, ha atendido un número de personas de aproximadamente 20,000 al año, el 85% de ellas mujeres y niñas.
En las Unidades de Atención a la Violencia Intrafamiliar, ( UAVI´s ) del D.F., se atendió a 4,200 personas durante el primer año de funcionamiento ( 1997 ), el porcentaje de mujeres atendidas es de 94%. Todas ellas refirieron algún tipo de violencia por parte del marido o compañero.
En el Simposium 2001 " Violencia de Género, Salud y Derechos en la Américas, celebrado en Cancún, México, se presentó un dato revelador con respecto a una de las consecuencias de la violencia intrafamiliar: el 40$ de los suicidios de mujeres en México, se atribuye a violencia conyugal.
De acuerdo con datos de la CNDH, en un lapso de dos años se registraron poco menos de 25,000 casos de violencia contra menores; de ese total, aproximadamente un tercio correspondían a violencia sexual ( cita: Torres Falcón, Marta. La violencia en casa, 2001 ).
Datos recabados en diferentes Centros de Atención entre 1995 y 2000, revelan que 37% de las violaciones se producen en el seno del hogar. Una de cada 10 víctimas es menor de 5 años; 13.2% tienen 6 y 10 años y otro 13.2% tienen entre 11 y 15 El agresor en todos los casos mencionados tiene una relación de pareja con la víctima, sea el padre, el hermano, el tío o el primo. En los casos de abuso sexual ( es decir cuando no penetración ), el porcentaje de los ocurridos dentro de la familia es casi el doble que el de violaciones ( 70 % ), según información de los Centro Gubernamentales y las ONG´s ( G. González y otros: El maltrato y abuso sexual a menores 1993; y Torres Falcón, Marta, la Violencia en Casa 2001 ).
En el Estado de Jalisco en un estudio realizado por la Universidad de Guadalajara con 1,163 mujeres de zonas rurales y 472 de zonas urbanas, se encontró que el 56.7% de las mujeres urbanas y 44.2% de la rurales reportó algún tipo de violencia. En el 84% de los casos el agresor fue el marido o la pareja (Rodríguez J.C. y Becerra P. 1997. Séptimo Congreso Nacional de Investigación en salud Pública).
DESARROLLO
Causas de la violencia doméstica contra las mujeres
Una vez revisado el marco teórico de la presente investigación, entremos de lleno con el desarrollo de la investigación, donde se abarca principalmente la violencia contra la mujer. No existe ningún factor que pueda, de por sí solo, explicar las violencias cometidas contra las mujeres. Cada vez más, las investigaciones insisten en las relaciones de interdependencia que existen entre los varios factores, lo que debería contribuir a mejorar nuestra comprensión del problema dentro de los diferentes contextos culturales.
Varios factores sociales y culturales, complejos y vinculados entre sí, a menudo institucionalizados, han mantenido a las mujeres en una posición de particular vulnerabilidad frente a las violencias dirigidas contra ellas, y todos ellos constituyen una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer. Los factores que influyen en estas relaciones desequilibradas de poder comprenden: los mecanismos socioeconómicos; la institución de la familia, en la cual encuentran expresión, precisamente, dichas relaciones de poder; el temor de la sexualidad femenina y el control que se ejerce sobre ella; la creencia en la superioridad innata del varón; y las sanciones legales y culturales que tradicionalmente niegan a mujeres y niños una condición de independencia legal y social.
La carencia de recursos económicos es la base en que se asientan la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia y las dificultades en que ellas se encuentran para poder librarse de una relación violenta. Los lazos que existen entre la violencia y la falta de recursos económicos, que implica dependencia, forman un círculo vicioso. Por un lado, las amenazas de violencias y el terror de padecerlas impiden a la mujer buscar empleo o, en el mejor de los casos, la obligan a aceptar tareas mal pagadas y desenvueltas a domicilio, en las cuales se las explota. Y por otro, sin conseguir la independencia económica, la mujer no tiene la posibilidad de escapar a los abusos sufridos dentro de la relación.
En ciertos países también puede valer el contrario de este argumento; es decir, que la creciente importancia de las actividades remunerativas y de la independencia económica de las mujeres se percibe como una amenaza que, a su vez, lleva a un aumento de las violencias por parte de los hombres. Esto se verifica particularmente cuando el compañero de sexo masculino está desempleado y siente que su autoridad dentro del hogar está en peligro.
Los estudios han puesto al descubierto asimismo un vínculo entre el incremento de la violencia y la desestabilización de las estructuras económicas dentro de la sociedad. Las políticas macroeconómicas, tales como los programas de reajuste estructural, la globalización, y las desigualdades crecientes que éstos han provocado, han sido puestos en relación con un aumento del nivel de las violencias en varias regiones, como por ejemplo América Latina, África y Asia. El proceso de transición que atraviesan los países de Europa Central y Oriental y de la ex Unión Soviética, acompañado de un incremento de la pobreza, de la desocupación, de las privaciones, de la desigualdad de ingresos, de la tensión nerviosa y del abuso de alcohol, ha generado un crecimiento de la violencia en la sociedad en general, y la violencia contra las mujeres no constituye una excepción. Estos factores influyen también indirectamente en el aumento de la vulnerabilidad de la mujer, al favorecer los comportamientos riesgosos y provocar un mayor abuso de alcohol y drogas, el desmantelamiento de las redes de asistencia social y una mayor dependencia económica de la mujer en relación al hombre.
Las ideologías culturales, tanto en los países industrializados como en aquéllos en desarrollo, confieren "legitimidad" a la violencia contra las mujeres en determinadas circunstancias. En tiempos pasados, las tradiciones religiosas e históricas han sancionado los castigos y el maltratamiento de las esposas. En particular, los castigos corporales aplicados a la propia mujer son aprobados en virtud de la idea de que el hombre ejerce el derecho de autoridad y propiedad sobre su mujer. El control del patrimonio familiar por parte del hombre inevitablemente pone en sus manos la autoridad de tomar decisiones, conduciendo al dominio del varón y a su derecho de propiedad sobre mujeres y niñas.
El concepto de propiedad, a su vez, legitima el control de la sexualidad femenina, que numerosos códigos de la ley consideran desde siempre esencial para poder garantizar la hereditariedad por línea paterna. Por otra parte, en muchas sociedades la sexualidad de la mujer está ligada a la noción de honor familiar. Las normas tradicionales vigentes en dichas sociedades permiten que se mate a las hijas, hermanas y esposas "descarriadas", sospechadas de haber manchado el honor de la familia por haberse entregado a relaciones sexuales prohibidas, o por haberse casado o divorciado sin la autorización de la familia. Siguiendo el mismo razonamiento, el honor de una sociedad o de un grupo étnico enemigos puede ser ultrajado mediante actos de violencia cometidos contra sus mujeres.
Se ha constatado que ciertas experiencias vividas en la infancia, como por ejemplo el haber presenciado violencias domésticas o el haber sufrido abusos físicos y sexuales, son factores de riesgo para los niños. Por haber sido testigos de tales modelos de conducta, los niños pueden aprender que la violencia es un modo de resolver conflictos y de afirmar la propia virilidad.
Videojuegos violentos
A la luz de un estudio realizado con 600 jóvenes aficionados a los videojuegos, el investigador Brent Stafford, de la Universidad Simon Fraser, de Columbia Británica (Canadá), advierte que muchos de estos entretenimientos "enseñan a nuestros chicos a regodearse con la violencia". La revista Maclean"s dice: "Algunos incondicionales que prefieren las modalidades más salvajes y vívidas "matan" hasta a 1.000 personajes de la pantalla en una sola noche, a menudo en escenas de crudo realismo". El estudio documentó hasta qué punto se conciben tales juegos de modo que influyan en las emociones e "introduzcan las mentes jóvenes en mundos que las insensibilizan incluso ante la violencia más asesina". La industria del sector, que mueve 17.000 millones de dólares anuales, "supera al cine y la televisión juntos". Stafford exhorta a los padres a averiguar qué producciones utilizan sus hijos y a estar atentos a todo indicio de adicción.
Los"videojuegos", los jóvenes y los delitos
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