- Introducción
- Historia
- Problema
- Alcance y dimensiones del problema
- Marco teórico
- La televisión y el crimen
- Tipos de Violencia
- Cuando la violencia azota el hogar
- Ciclo de Violencia
- Mitos de Violencia intrafamiliar
- Factores que propician la Violencia
- El impacto de la violencia intrafamiliar
- Situación de la violencia intrafamiliar en México
- Causas de la violencia doméstica contra las mujeres
- Videojuegos violentos
- La lucha contra la violencia doméstica: Las obligaciones del Estado
- Las maneras de luchar contra la violencia doméstica
- Propuestas
- Conclusión
- Bibliografía
- Anexos
- Bibliografía
Introducción
La violencia en cualquiera de sus formas es, sin lugar a dudas, la expresión más cruda del ejercicio del Poder, el hombre sobre la mujer, el adulto de ambos sexos sobre los niños y niñas, el rico sobre el pobre y en general el fuerte sobre el débil. Las sociedades humanas han tratado de regular, mediante la promulgación de leyes, el ejercicio arbitrario de la violencia, fundamentalmente con el fin de proteger a los más vulnerables.
A lo largo de la historia se han cometido un sinnúmero de actos sanguinarios. La primera agresión física por parte de un ser humano mencionada en la Biblia se halla en Génesis 4:2-15. Caín, el primogénito de Adán y Eva, sintió celos de su hermano Abel y lo asesinó a sangre fría. ¿Cómo reaccionó Dios ante aquello? La Biblia indica que Jehová castigó severamente a Caín por acabar con la vida de su hermano.
"Podría afirmarse que la violencia siempre ha formado parte de la experiencia humana. Sus efectos se pueden ver, bajo diversas formas, en todas partes del mundo. Cada año, más de 1,6 millones de personas pierden la vida y muchas más sufren lesiones no mortales como resultado de la violencia auto-infligida, interpersonal o colectiva. En conjunto, la violencia es una de las principales causas de muerte en todo el mundo para la población de 15 a 44 años de edad".
Es por ello que la investigación documental y virtual que ahora se presenta tiene el objetivo de aportar un grano de conocimiento más al acervo cultural que ya existe sobre el tema y brindar una herramienta de defensa para detectar y prevenir la violencia familiar y ayudar de alguna manera positiva a este problema social…porque considero que todos educamos y para muestra es este documento donde van autores de libros y sitios web, investigadores, opiniones y experiencias de los protagonistas, porque hasta los estudiantes nos enseñan a enseñar mejor y nosotros como educadores a que sepan construir sus propios aprendizajes propiciando su aprendizaje por descubrimiento o perspicacia cultural y biológica.
La Organización Mundial de la Salud define a la violencia como "El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, contra otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones y muerte".
La violencia es provocada por la asimetría de poder en las relaciones entre las personas, así como de las inequidades sociales; es por ello que existen personas o grupos más vulnerables para sufrir violencia, como las mujeres, las niñas, los niños, las personas discapacitadas, indígenas, con orientaciones sexuales diferentes y las de tercera edad. Por lo anterior la violencia familiar, sexual y de género ha sido considerada como un problema grave de salud pública tanto en México, como a nivel internacional.
La violencia ejercida contra los seres humanos comprende el uso de la fuerza tanto física, como emocional. El área de la salud mental es un ámbito importante en la detección oportuna de personas que son o pueden ser víctimas de violencia.
La salud mental es un resultado de circunstancias favorables y un atributo necesario para desempeñar funciones, lograr fines, crear, compartir y disfrutar de la vida. La experiencia de sufrir algún tipo de violencia constituye una amenaza para la salud mental de las personas. Continuando con la introducción del tema, analicemos la definición de violencia en el hogar:
No será posible mitigar los efectos terribles de esta realidad hasta que las familias, los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil se decidan a afrontar directamente el problema. Las mujeres y los niños tienen derecho a la protección del Estado, inclusive dentro de las paredes del hogar. La violencia contra las mujeres tiene lugar cuando la legislación, las autoridades responsables de la aplicación de la ley y los sistemas judiciales toleran la violencia doméstica o no la reconocen como un delito. Uno de los principales desafíos consiste en poner fin a la impunidad de los culpables. Hasta ahora, solamente 44 países (aproximadamente) han adoptado una legislación específica para hacer frente a la violencia doméstica.
Es mucho lo que se ha hecho para fomentar una toma de conciencia y para demostrar no sólo la necesidad sino también la posibilidad del cambio. Ahora que las estrategias de lucha contra la violencia se van aclarando, no existen más excusas para no pasar a la acción.
Historia
En los últimos años se ha llegado a comprender mejor el problema de la violencia doméstica, como asimismo sus causas y consecuencias, y se ha ido desarrollando un consenso a nivel internacional en cuanto a la necesidad de hacer frente a la cuestión.
¿Está justificada la violencia?
Los teólogos de la liberación dicen que la violencia está justificada cuando se emplea para ayudar a los pobres. Incluso el Vaticano dice ahora oficialmente que la violencia está justificada como "un último recurso". En una carta dirigida a todos los obispos de Brasil, el papa Juan Pablo II declaró que "la Teología de la Liberación no solo es oportuna, sino también útil y necesaria para América Latina".
El origen de la palabra familia deriva del latín fámulos (sirviente, esclavo) que significa el conjunto de los esclavos y criados de una persona, el páter familias. Para los griegos, la palabra que denominaba a la familia era oikos que significa el conjunto de todos los que están sometidos a la voluntad del padre o jefe de la casa. Vemos "entonces que el concepto de familia, especialmente el de la familia patriarcal, nombra relaciones de propiedad y autoridad"
En la Roma primitiva, el páter familias tenia derechos ilimitados sobre sus hijos. Les escogía cónyuges, podía castigarlos y aun venderlos como esclavos, divorciarlos y hasta decidir si un recién nacido tenia derecho a vivir.
En sus inicios, el Cristianismo reforzó el principio de sujeción forzosa de la mujer. Según San Pablo, debía estar subordinada, y temer al marido.
En uno de los documentos más antiguos de la Iglesia Católica, el Decretum (1140), prevalecía el derecho del marido de controlar a la esposa, a pesar del principio de igualdad de todas las almas de Dios. El relato bíblico de que Eva, tentada por el demonio, indujo a Adán a pecar, proclamó la inocencia del varón y la culpabilidad de la mujer, quien por ello fue condenada a estar sujeta eternamente al poder del marido.
El Nuevo Testamento no varió mucho tal situación. Pretendía la pureza del espíritu en contraposición a los deseos de la carne, representados por el sexo y matrimonio. Por este motivo, el matrimonio era entonces considerado como un estado indeseable en el que caían solamente aquellos que no podían controlar sus apetitos sexuales. Debió transcurrir un tiempo antes de que la Iglesia sacrificara el matrimonio y el amor marital y lo convirtiera en sacramento. Al predicar el confinamiento de la mujer en el hogar, la religión se encargó de reforzar el orden del Patriarcado.
Durante la Edad Media, la mujer adquirió el carácter de símbolo de poder y honor del hombre. Era canjeada para estrechar vínculos o servía como instrumento de paz. Una vez casada ella y sus bienes pasaban a ser propiedad del marido y de la familia de este. La castidad previa al matrimonio y la fidelidad al esposo eran aspectos importantes de los derechos de propiedad masculina. El adulterio de la mujer merecía severo castigo por constituir una grave ofensa a esos derechos de su dueño.
Durante el siglo XVII, la evolución económica llevo a la unidad familiar a convertirse en la base de la producción. Tanto la esposa como los hijos, los sirvientes y los aprendices estaban sujetos al control del patriarca, control que incluía el uso legítimo del castigo físico.
A mediados del siglo XIX, la relación entre aprendiz y maestro dejó de basarse en lazos filiales y de lealtad para convertirse en una relación entre empleado y patrono regulado por un contrato. La actividad productiva fue transferida de la familia a otra unidad representada por la fábrica. Se demarcó así la esfera doméstica y la esfera económica, como entes separados. La esposa fue alejada de los medios de producción, se le hizo dependiente del salario del marido y se le sometió al aislamiento físico en el hogar.
En la Inglaterra de las postrimerías del siglo XVIII, la common law establecía que la existencia jurídica de la mujer quedaba suspendida al contraer nupcias. Con ello perdía el derecho de poseer propiedades, créditos personales y la guarda de los hijos que llegara a tener.
En los Estados Unidos, una ley de 1824 imponía el derecho del marido a castigar a la esposa. En 1864, un Tribunal de Carolina del Norte se pronuncio por la no interferencia del Estado en los casos de castigo domestico, como siglos atrás se estableció en la Roma antigua.
El cambio de actitud se inicio en Inglaterra, donde en 1829 se elimino del libro de los Estatutos el acta que daba derecho al marido a castigar a su mujer. En 1853, se aprobó el Acta para la Mejor Prevención y Castigo de los Asaltos Agravados sobre Mujeres y Niños, que extendió a estos seres algunas de las medidas de protección existentes para evitar la crueldad hacia los animales. Sin embargo, no fue sino hasta 1891 que se abolió de forma absoluta el derecho legal de que había disfrutado el marido ingles para emplear la fuerza física contra la esposa.
En igual sentido se pronunciaron en los Estados Unidos las Cortes de Alabama y Massachusetts en 1851, y el de Mississippi en 1894, donde además se concedió a la mujer golpeada el derecho a divorciarse. Ya para 1910, solamente en once estados de la Unión Americana no se admitía el divorcio por la causal de crueldad extrema.
Una obra que ejerció gran influencia en este cambio jurídico fue el libro que Francés Power Cobbe escribió en 1878: Tortura de la Esposa en Inglaterra, en el que recopilo de las estadísticas judiciales mas de 6,000 casos de mujeres mutiladas, cegadas, pisoteadas, quemadas y aun asesinadas durante el periodo de 1875 a 1878.
En 1900, el Código Penal Alemán estableció la igualdad ante la ley de hombres y mujeres. Años después los países socialistas promulgaron la igualdad de derechos de ambos sexos. En Costa Rica, la Carta Magna de 1949 elevo dicho principio a precepto Constitucional.
En Escocia, sin embargo, en un fallo judicial de 1977, aun se reconocía que "el marido puede golpear a la esposa en el trasero, pero no en el rostro".
En cada época, el modelo de familia ha ido cambiando, adecuándose a las dinámicas históricas, los cambios de organización social influyendo en ellos.
En el siglo XX donde se da un cambio familiar y social que no obedece principalmente a aspectos económicos sino a una toma de conciencia personal en las mujeres; cambio que busca nuevas formas de relacionarse y de ser como varones y mujeres, de que el poder no sea una forma de opresión dentro y fuera de la familia y de relacionarnos entre nosotros y nosotras no como objetos de posesión sino como sujetos.
En la actualidad, el concepto de familia predominante en el mundo occidental es el nuclear, "familia de constitución voluntaria, unida por relaciones afectivas y que conforma el ámbito privado de las personas".
Vinculando amor y matrimonio, no necesariamente unido a la procreación, y una consideración de la infancia como una etapa especial de la vida a la cual los padres le dedican una atención preferencial".
No podemos hablar de la familia como un término unívoco y no podemos hablar de un solo tipo de familia. Definiciones hay muchas, dependiendo del objeto o sentido que se quiera resaltar de ella; en cada región y en cada etapa de la vida familiar se dan diferentes características dentro, y lo mas importante, muy pocas familias en nuestro país corresponden a este modelo de familia nuclear. De 1976 a 1990 el porcentaje de familias nucleares disminuyo 6 puntos, de 71.0% a 65%. En 1990 se calculaba que el 98.7% de las personas mexicanas formaban hogares, es decir que en el país la forma de organización social y de convivencia mas extendida es la familia, ya sea de tipo nuclear amplio o compuesto. Se calcula que el promedio de estos en el país de 1990 es de 4.9 miembros y, que en hogares compuestos y ampliados el número va de 6 a 9 (INEGI/UNIFEM, 1995; INEGI, 1997). México se ha caracterizado por tener familias extensas, es decir, familias con gran numero de hijos y en los que los lazos de consanguinidad y de parentesco se trenzan para formar una gran familia en la que se apoyan y viven, muchas veces en el mismo espacio las abuelas y abuelos, las sobrinas y sobrinos, la comadre etc.; también están las familias en las que conviven los hijos e hijas de anteriores matrimonios de la pareja; familias en que la pareja es homosexual o lesbiana, o familias dirigidas y sostenidas solo por la madre, familias que no están civilmente registradas y existen.
Así, mas que hablar de "familia" se sugiere hablar de familias. Familias que existen y deben tener los mismos derechos, pues actualmente solo están reconocidas y tienen derechos las familias registradas civilmente, por lo tanto es necesario que sean reconocidas desde el Derecho mismo.
Dentro de la diversidad de las familias debemos tener siempre en cuenta que a lo largo de la historia y por esta cultura en la que la figura paterna es el centro de todos los intereses y poderes, hay sujetos específicos que tienden a ser especialmente víctimas de la violencia que se genera dentro de la familia. En primer termino esta el género femenino, en todas sus etapas vitales (infancia, adolescencia, madurez y vejez); otro grupo vulnerable son los niños y ancianos; un tercer grupo son las personas con discapacidad. El caso de las mujeres es crítico, si observamos que desde los inicios de la familia, "el rapto y la posterior violación fueron durante muchos años la forma primitiva del matrimonio.
Desde que la mujer se convirtió en objeto de intercambio entre los hombres, la violación como primer acto de apropiación por parte del varón fue posible" (Sau, 1992). Es decir, que no solo es considerada la mujer un objeto de propiedad dentro de la familia, sino un objeto que se apropia a través de la violencia, casi como advertencia de su situación subordinada y de expropiación su cuerpo y su sexualidad, en la relación de pareja y en la familia.
La familia también es una institución histórica y cultural que ha ido cambiando sus formas: ahora el padre no es el exclusivo proveedor, las mujeres están en el ámbito privado, son licenciadas y son jefas de empresa. Saber cual ha sido el desarrollo de las familias y sus diversas concepciones, permite afirmar y ser consientes de la importancia, ahora, de reconocer que cada uno de los miembros de la familia son sujetos individuales con sus propias necesidades, y de considerarlos interlocutores para todos los diálogos y decisiones que se tomen durante la vida familiar.
Se entiende por el conjunto de personas unidas por parentesco, matrimonio o concubinato, que como célula fundamental de la sociedad, es una institución de interés público y ámbito natural de convivencia propicio para el entendimiento, comunicación y desarrollo de los valores necesarios en la formación y perfeccionamiento de la persona y de la sociedad. Las relaciones familiares deben aspirar a servir al pleno entendimiento de los valores de la existencia humana.
De acuerdo a la cultura interna y externa de cada una de las familias, se crean sus formas de pensar, actuar e interactuar que les hace ser de determinada forma en relación a otros y así como el individuo es único; por ende, cada familia es única aunque se adapte al patrón conductual de la sociedad.
Considerando así que la familia no es un sistema estático encontrándose en constante innovación, crecimiento y desarrollo en su dinámica donde se encuentran implícitos cambios, energías, movimientos y expectativas entre los miembros lo que permite su desarrollo constante.
La familia además de ser vista en función de las personalidades de sus integrantes hay que tomar en cuenta la relación interpersonal que entre ellos se establece. Es decir, que la familia constituye un sistema abierto donde las acciones de cada uno de sus miembros producen reacciones y contra reacciones en los otros y en él mismo.
En algunas familias los miembros en lugar de encontrar seguridad, apoyo, respeto y afecto se ven expuestos a constantes maltratos que vulneran profundamente sus elementales derechos humanos.
Problema
"La violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer…"
La violencia contra las mujeres y las niñas es una calamidad mundial que sigue provocando muertes, torturas y mutilaciones, a nivel físico, psicológico, sexual y económico. Representa una de las violaciones de los derechos humanos más difundidas, que niega a mujeres y niñas la igualdad, la seguridad, la dignidad, la autoestima y el derecho a gozar de las libertades fundamentales.
La violencia contra las mujeres está presente en todos los países, atravesando indistintamente todas las culturas, clases sociales, edades, niveles de educación, categorías económicas y grupos étnicos. Si bien la mayor parte de las sociedades condena la violencia contra la mujer, la realidad muestra que frecuentemente las violaciones de los derechos humanos de las mujeres son autorizadas so pretexto de respetar usos y normas culturales o mediante la tergiversación de dogmas religiosos.
Además, cuando dichas violaciones se producen dentro mismo del hogar, como sucede muy a menudo, de hecho los abusos son tácitamente tolerados gracias al silencio y la pasividad de que dan pruebas el Estado y las autoridades responsables de la aplicación de la ley.
Las dimensiones globales del fenómeno de la violencia son alarmantes, como lo revelan los estudios llevados a cabo sobre la incidencia y el predominio de la misma. Ninguna sociedad puede jactarse de estar libre de dicha violencia: la única diferencia consiste en las formas y las tendencias que ella asume en los diferentes países y regiones. Determinados grupos de mujeres son particularmente vulnerables frente a la violencia, como aquéllas que pertenecen a grupos minoritarios o indígenas, las inmigrantes y refugiadas, las que se encuentran en situaciones de conflicto armado, las reclusas y detenidas, las discapacitadas, las niñas y las ancianas.
Este esta investigación concentra la atención en el caso específico de la violencia doméstica, que, a pesar de permanecer relativamente oculta e ignorada, es la forma más común de violencia contra mujeres y niñas. No obstante la dificultad de conseguir datos estadísticos dignos de confianza, en base a los estudios realizados se estima que del 20 al 50% de las mujeres, según el país de que se trate, han sido víctimas de violencias físicas a manos de la persona con quien tienen una relación íntima o de algún otro miembro de la familia.
Según la acepción adoptada en la presente investigación, el término "violencia doméstica" comprende la violencia cometida contra mujeres y niñas por una persona con quien tienen una relación íntima, incluido el compañero con que conviven, y por otros miembros de la familia, ya sea que dicha violencia se produzca dentro o fuera de las paredes del hogar. Si bien reconocemos que existen también otras formas de violencia que son igualmente dignas de atención, la presente investigación no contempla las violencias perpetradas contra las mujeres por extraños fuera del hogar, en sitios públicos como por ejemplo la calle, el lugar de trabajo o la sede de detención, o en situaciones de conflicto civil o de guerra. Tampoco aborda el problema de la violencia contra las trabajadoras domésticas, puesto que en este caso el culpable no está emparentado con la víctima. En otras palabras, el término "doméstica" se refiere aquí, más que al lugar donde se manifiesta la violencia, al tipo de relación que existe entre quien comete la violencia y quien la padece.
El presente estudio se propone ilustrar las dimensiones y la universalidad del fenómeno de la violencia doméstica contra mujeres y niñas, y el impacto de dicha violencia en relación con los derechos de la mujer y del niño. Hace resaltar la necesidad de respuestas políticas coordinadas e integradas, reforzando la colaboración entre los sujetos involucrados, creando mecanismos para el monitoreo y la evaluación de programas y políticas, aplicando la legislación existente, y asegurando una mayor transparencia y responsabilización por parte de los gobiernos, a fin de eliminar toda violencia contra mujeres y niñas.
Desde hace tiempo los movimientos femeninos reclaman tales respuestas, y con sus intervenciones han conseguido que se asigne a los derechos de la mujer un lugar importante en el orden del día de los movimientos internacionales en defensa de los derechos humanos. En particular, los años "90 han registrado esfuerzos denodados de la comunidad internacional por legitimar y canalizar la cuestión. La Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993, ha reconocido que los derechos de las mujeres y niñas "son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales". La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, en diciembre de 1993, la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se trata del primer instrumento legal internacional en materia de derechos humanos que se ocupa exclusivamente de la violencia contra las mujeres, y constituye un documento revolucionario que ha servido de base para muchos otros procesos paralelos.
En 1994, la Comisión para los Derechos Humanos nombró a la primera Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, asignándole la tarea de analizar y documentar el fenómeno, y atribuyó al mismo tiempo a los gobiernos la responsabilidad de las violencias cometidas contra las mujeres. La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, incluyó entre sus doce objetivos estratégicos la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres, y elaboró una lista de medidas concretas que deberían tomar los gobiernos, las Naciones Unidas, y las organizaciones internacionales y no gubernamentales.
Mientras la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus iniciales en inglés), de 1979, no mencionaba explícitamente la violencia relacionada con cuestiones de género, el Comité que se ocupa de monitorear la aplicación de la CEDAW adoptó en 1992 la Recomendación General 19, que declara que dicha violencia constituye una forma de discriminación, puesto que impide a las mujeres el goce de sus derechos y libertades en un plano de igualdad con los hombres. Solicita a los gobiernos que tengan en cuenta este hecho a la hora de efectuar revisiones de sus leyes y políticas.
Según el nuevo Protocolo Facultativo de la CEDAW, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en octubre de 1999, los Estados que ratifican la Convención reconocen la autoridad del Comité para recibir y examinar las quejas presentadas por individuos o grupos que se encuentran dentro de la jurisdicción del Estado. Sobre la base de estas denuncias, el Comité puede llevar a cabo investigaciones confidenciales y emanar pedidos urgentes, dirigidos al gobierno, de que tome medidas para proteger a las víctimas contra cualquier daño. Este hecho equipara la Convención con otros instrumentos de defensa de los derechos humanos, como por ejemplo la Convención contra la Tortura.
Estas señales de interés creciente han llevado a comprender mejor las causas y consecuencias de la violencia contra las mujeres, y en algunos países se han dado pasos sumamente positivos, tales como la reforma y modificación de las leyes relacionadas con esta temática. Algunas regiones han establecido sus propias convenciones en materia de violencia contra las mujeres: dos ejemplos son la Convención Interamericana sobre la Prevención, el Castigo y la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, y la Convención Africana sobre los Derechos del Hombre y de los Pueblos, que comprende un Protocolo Adicional sobre los Derechos de la Mujer.
Alcance y dimensiones del problema
Alcance
Cuando se habla de la familia, se la suele definir como un templo: un lugar donde los individuos buscan amor, amparo, seguridad y protección. Sin embargo, las experiencias han demostrado que para muchos la familia es un sitio donde la vida misma corre peligro y donde se engendran algunas de las formas de violencia más terribles contra las mujeres y las niñas.
En el ámbito doméstico, la violencia por lo general es cometida por los hombres que tienen (o han tenido) con las víctimas relaciones de confianza, intimidad y poder: maridos, novios, padres, suegros, padrastros, hermanos, tíos, hijos u otros parientes. En la mayor parte de los casos, son los hombres quienes cometen actos de violencia doméstica contra las mujeres. También las mujeres pueden ser violentas, pero sus acciones representan solamente un ínfimo porcentaje de los episodios de violencia doméstica.
La violencia contra las mujeres a menudo constituye un ciclo de abusos que se manifiesta de muchas maneras en el transcurso de su vida (véase el Cuadro 1). Incuso cuando su existencia apenas comienza, una niña puede ser objeto de un aborto selectivo en función del sexo sea del infanticidio femenino en las culturas donde predomina la preferencia de los hijos varones.
Durante la niñez, las formas de la violencia contra las niñas pueden incluir la desnutrición forzada, la falta de acceso a cuidados médicos y a la educación, el incesto, la mutilación genital femenina, el matrimonio precoz, y la prostitución forzada o el trabajo en condiciones de esclavitud.
Algunas siguen sufriendo todo a lo largo de su vida adulta: recibiendo golpes, padeciendo violaciones e incluso terminando asesinadas por el hombre con quien tienen una relación íntima. Otros delitos típicos de la violencia contra las mujeres son el embarazo, el aborto o la esterilización impuestos, y prácticas tradicionales perjudiciales como la violencia vinculada con la dote, el sati (la inmolación de la viuda en la pira funeraria de su marido), y los homicidios en nombre del honor. Y luego, en la etapa avanzada de sus vidas, las viudas y las ancianas pueden igualmente sufrir abusos.
Si el impacto de los malos tratos físicos puede ser más "visible" que los daños psicológicos, también es verdad que la repetición de humillaciones e insultos, el aislamiento forzado, los límites impuestos a la movilidad social, las amenazas constantes de violencias y ultrajes, y la negación de recursos económicos representan formas más sutiles e insidiosas de violencia. La naturaleza intangible de la violencia psicológica la hace más difícil de definir y denunciar, conduciendo así frecuentemente a la mujer a una situación de inestabilidad mental e impotencia.
Tanto los juristas como los expertos y activistas del campo de los derechos humanos sostienen que la violencia física, sexual y psicológica infligida a una mujer, a veces con resultados fatales, se puede comparar a la tortura no sólo por su naturaleza misma, sino también por su gravedad. Se la suele cometer de manera intencional, y se la utiliza con el propósito específico de castigar, intimidar y controlar la identidad y el comportamiento de la mujer. Se produce en situaciones en las cuales la mujer puede dar la impresión de tener la libertad de irse, pero de hecho permanece prisionera del temor de ulteriores violencias, tanto contra ella misma como contra sus hijos, o por falta de recursos o de apoyo por parte de la familia, del sistema judicial o de la comunidad.
Dimensiones
La extensión, la validez y la confiabilidad de los datos disponibles son tres factores decisivos para determinar las dimensiones del problema y para identificar las áreas prioritarias en que es necesario intervenir. Los estudios de la frecuencia de los fenómenos en base a muestreos representativos de la población son relativamente recientes en los países en desarrollo. Dichos estudios fueron realizados inicialmente en los países industrializados: en Estados Unidos, Canadá y Europa. Por ejemplo, una encuesta de gran influencia fue llevada a cabo en Canadá en 1993, bajo el patrocinio del gobierno canadiense.
El cine de terror: lo que enseña
Es cierto que algunos psicólogos piensan que las películas de terror son inocuas, que no causan más daño que una ocasional noche en vela. Sin embargo, varios profesionales respetados mantienen el punto de vista de que sí encierran peligros.
El doctor Leonard Berkowitz, profesor de Psicología de la universidad de Wisconsin, afirma que la violencia del cine de terror tiene un efecto triple en el público. "Primero —dice—, hace que el público en general se sienta menos horrorizado por la violencia y más indiferente a ella. En segundo lugar, el público puede aprender la lección de que la violencia es un comportamiento aprobado. En tercer lugar —continúa—, algunos incluso pueden ser estimulados por ella."
Dicha investigación fue realizada en colaboración con las organizaciones de mujeres, poniendo a disposición de las mujeres interrogadas asistencia y servicios adecuados. A la hora de planificar encuestas sobre la violencia contra las mujeres, es importante que la investigación misma no ponga a las mujeres en peligro. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado recomendaciones específicas desde el punto de vista de la ética y de la seguridad, que toman en cuenta entre otras cosas la seguridad de las personas encuestadas y del equipo investigativo, garantizando el carácter confidencial de las informaciones para asegurar tanto la incolumidad de las mujeres entrevistadas como la calidad de los datos obtenidos, y la formación especializada de los encuestadores.
Se piensa que la mayor parte de los datos disponibles sobre la violencia contra las mujeres son por un lado excesivamente prudentes y por otro poco dignos de confianza. Los estudios difieren notablemente entre sí por las dimensiones del muestreo de mujeres seleccionadas y por las distintas maneras de formular las preguntas. Resulta difícil comparar las encuestas por la falta de homogeneidad en cuanto a la definición misma de la violencia doméstica y en cuanto a los parámetros utilizados, que pueden cubrir exclusivamente el maltratamiento físico o las violencias físicas, sexuales y psicológicas.
Otro aspecto que impide aclarar los términos del debate acerca de la magnitud del fenómeno es el hecho de que la violencia doméstica es un delito insuficientemente documentado y contra el cual frecuentemente no se registran acusaciones. Cuando una mujer presenta una denuncia o solicita tratamientos médicos, puede verse obligada a discutir con agentes de policía o con empleados de la sanidad que no han recibido la formación necesaria para reaccionar de manera adecuada o mantener registros precisos y útiles de cada caso. Por otra parte, la vergüenza, el miedo a las represalias, la falta de informaciones acerca de los propios derechos legales, la escasa confianza en el sistema judicial o incluso el temor del mismo, y los costos en que se puede incurrir al seguir el camino legal, son factores desalentadores que hacen que las mujeres se rehúsen a denunciar los incidentes de violencia.
Malos tratos físicos
Un número creciente de investigaciones confirma la difusión de la violencia física en todas las partes del mundo, y se calcula que la proporción de mujeres que han tenido experiencias de violencia doméstica oscila entre el 20 y el 50%, variando de un país a otro. Las estadísticas son inquietantes en cualquier región de la tierra que uno mire. Los datos de los países industrializados, de aquéllos en desarrollo y de los que atraviesan el proceso de transición económica, brindan una visión de conjunto de este problema mundial. Los datos presentados en el cuadro se refieren exclusivamente a las agresiones físicas.
Existen pocas estadísticas comparables sobre la violencia psicológica, los abusos sexuales y el asesinato de mujeres a manos de los hombres con quienes tienen una relación íntima o de otros miembros de la familia. Como ya se dijo más arriba, las violencias físicas generalmente van acompañadas de violencias psicológicas, y en numerosos casos también de agresiones sexuales.
Abuso sexual y violaciones en las relaciones íntimas
En la mayor parte de los países del mundo, los abusos sexuales y violaciones cometidos por el compañero íntimo no se consideran como un delito, y en muchas sociedades las mujeres no piensan que las relaciones sexuales forzadas sean una forma de violación si están casadas con el culpable o conviven con él. Se supone que una vez aceptado el contrato de matrimonio por la mujer, el marido tiene derecho a exigir de su esposa prestaciones sexuales ilimitadas. Las encuestas llevadas a cabo en numerosos países revelan que, aproximadamente, entre un 10 y un 15% de las mujeres declaran haber sido obligadas a tener relaciones sexuales con el hombre con quien conviven.
Algunos países han comenzado a crear leyes contra la violación conyugal. Entre ellos figuran Alemania, Australia, Austria, Barbados, Canadá, Chipre, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Francia, Irlanda, México, Namibia, Noruega, Nueva Zelandia, Polonia, el Reino Unido, la República Dominicana, Rusia, Sudáfrica, Suecia, y Trinidad y Tobago. Aunque la adopción de dichas leyes representa un progreso considerable, a menudo resulta difícil para una mujer presentar una acusación a causa del rígido régimen probatorio relacionado con el delito.
Violencia psicológica y emotiva
Puesto que la violencia psicológica es más difícil de encuadrar en estudios cuantitativos, el panorama completo de los niveles más profundos e insidiosos de la violencia escapa a cualquier tipo de cuantificación. Las víctimas declaran que la violencia psicológica permanente, que significa torturas emotivas constantes y una vida pasada en el terror, resulta a menudo más insoportable que la brutalidad física, y de hecho crea una tensión mental que se traduce en una elevada incidencia de suicidios e intentos de suicidio. En base a estudios llevados a cabo en Bangladesh, Estados Unidos, las islas Fidji, India, Papúa Nueva Guinea, Perú y Sri Lanka, se ha establecido una estrecha correlación entre la violencia doméstica y los casos de suicidio. Una mujer que ha sufrido abusos tiene 12 veces más probabilidades de intentar suicidarse que una que no los ha sufrido.9 En Estados Unidos una gran cantidad de las mujeres maltratadas, en proporciones que van del 35 al 40%, intenta suicidarse. En Sri Lanka el número de suicidios de niñas y mujeres de edad comprendida entre los 15 y los 24 años es 55 veces más alto que la cantidad de muertes debidas al embarazo y al parto.
Asesinato de mujeres
El asesinato de mujeres a manos de los hombres que las maltratan es otro fenómeno que se debería considerar una categoría aparte cuando se analizan las diferentes formas de violencia doméstica. Los estudios realizados en Australia, Bangladesh, Canadá, Estados Unidos, Kenia y Tailandia, han documentado la incidencia del asesinato de mujeres en el seno del hogar. En el África Meridional, los grupos de mujeres han comenzado a recopilar informaciones sobre los casos cada vez más frecuentes de asesinatos de mujeres, y actualmente se dispone de datos sobre el problema provenientes de Botsuana,
Sudáfrica, Suazilandia, Zambia y Zimbabue. Un análisis comparativo sobre el uxoricidio (el asesinato de la esposa), basado en datos de 1991, llegaba a la conclusión de que las mujeres rusas tenían 2 veces y media más probabilidades de morir asesinadas por sus maridos que las mujeres americanas. A su vez, las mujeres americanas corren ya un peligro dos veces mayor de que las mate su compañero que las mujeres de los países de Europa Occidental.
Abuso sexual de niños, niñas y adolescentes
El incesto y el abuso sexual de niños y adolescentes dentro de sus familias resulta ser una de las formas de violencia menos visibles, si se toma en consideración el tabú que envuelve la cuestión en muchos países. Dado que en la mayor parte de los casos el delito es cometido por el padre, el padrastro, el abuelo, el hermano, el tío u otro pariente de sexo masculino de la víctima, es decir por una persona que ocupa una posición de confianza dentro del hogar, generalmente se sacrifican los derechos del niño para salvar el buen nombre de la familia y del adulto culpable de la agresión. En todo caso, los estudios demuestran que en una proporción que va del 40 al 60% de los casos conocidos de agresión sexual intrafamiliar, las víctimas son niñas de 15 años o menos, sin distinciones de región o cultura.15 Una investigación reciente, realizada en los Países Bajos, ha revelado que el 45% de las víctimas de la violencia sexual en al ambiente familiar tienen una edad inferior a los 18 años. Entre ellas, las niñas tienen probabilidades mucho mayores de sufrir incesto que los varones.
Prostitución forzada
La prostitución forzada y otros tipos de explotación comercial por parte de los compañeros de sexo masculino o por parte de los padres son otra forma de violencia contra mujeres y niños de ambos sexos practicada en el mundo entero.
Las familias desposeídas, incapaces de procurar sustento a todos sus miembros, a menudo alquilan o venden a sus propios hijos, que pueden luego ser obligados a prostituirse. Muy frecuentemente las muchachas jóvenes son mandadas a trabajar como empleadas domésticas, en cuyo caso pueden ser explotadas física y sexualmente por sus empleadores. Por ejemplo, se han recibido comunicaciones de que en el África Occidental (desde Senegal hasta Nigeria) decenas de millares de niños de familias indigentes son enviados cada año al Medio Oriente, terminando muchos de ellos en los círculos de la prostitución. En el África Meridional, la prostitución infantil está en aumento y se está convirtiendo en una actividad cada vez más organizada. En ciertos distritos montañosos del Nepal, la prostitución se ha transformado en una fuente de ingresos por así decir casi "tradicional". Los maridos y parientes recurren a engaños o a la fuerza para enviar a las niñas y mujeres a la India en manos de los tratantes de prostitutas. En las zonas rurales pobres de Tailandia, donde la miseria ha dado origen al fenómeno de la esclavitud por deudas, se cree que es deber de la hija sacrificarse por el bienestar de la familia. Los tratantes compran la "mano de obra" de las muchachas y niñas a cambio de dinero. La elevada incidencia del VIH/SIDA en el país ha sido atribuida a este tráfico de niñas.18 En el norte de Ghana y algunas regiones de Togo, las niñas son entregadas como "donación" a los sacerdotes de los templos y se las obliga a vivir como sus "esposas", sometiéndose a las exigencias sexuales que ellos puedan tener a cambio de protección para sus familias. Un uso parecido existe en el sur de la India, donde las muchachas y niñas (llamadas devadasi) son "donadas" a los templos para prestar allí sus servicios, y en cambio suele suceder que al final se las haga trabajar de prostitutas.
Aborto selectivo en función del sexo, infanticidio femenino y discriminación en el acceso a la alimentación y a los cuidados médicos
En las sociedades que atribuyen un valor mayor a los hijos varones, la discriminación contra las niñas puede asumir formas extremas, tales como el aborto selectivo en función del sexo y el infanticidio femenino. En India, un estudio reciente ha revelado la existencia de 10.000 casos de infanticidio femenino por año. Esta cifra no toma en consideración el número de abortos efectuados para impedir el nacimiento de una niña. Una encuesta oficial llevada a cabo en China ha puesto al descubierto que, debido a la política que impone el límite de un hijo por familia, el 12% del total de fetos de sexo femenino eran eliminados mediante el aborto o "desaparecían" de alguna otra manera.
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