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La -solución final- al problema de la deuda (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


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En realidad, este nuevo dinero suele ir primero hacia los mercados financieros o al propio Gobierno (pensemos en la política del quantitative easing de la Reserva Federal, por la cual se ha impreso dinero para comprar deuda del Tesoro o bonos hipotecarios a la banca). El siguiente gráfico muestra la correlación entre las medidas extraordinarias de la FED y el principal índice de materias primas a nivel internacional (ECRI Commodity Price Index):

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Fuente: Bloomberg

En el primer caso, se generan aumentos en los precios de los activos financieros, o como llevamos viendo desde hace tiempo, subidas sostenidas en el precio de las materias primas (commodities). Como argumenta Reisman, dado que los agentes que más operan en los mercados financieros "son mayoritariamente individuos ricos", son éstos los principales "beneficiarios de las sustanciales ganancias de capital". Así es como se instrumenta la redistribución de rentas a través de la inflación, donde son los financieros quienes mayor tajada suelen sacar.

Dado que una mayor igualdad en la distribución de la renta es una de las demandas persistentes del electorado en cualquier país, resulta cuando menos paradójico que la política monetaria se oriente de una forma tan expansiva, de modo que sus consecuencias son las contrarias a las que desean los ciudadanos.

Pero, más allá de la teoría, existe una evidencia empírica de que constituye un factor regresivo en la distribución de la renta, favoreciendo a los segmentos de mayores ingresos y perjudicando a los de menores. Estos estudios empíricos se oponen a creencias ampliamente difundidas en épocas anteriores, en que se asociaba la estabilidad propiciada en los precios por el patrón oro al interés de las clases más adineradas, durante la época de vigencia de este patrón.

En los últimos dos años (2009-2010), como consecuencia de las medidas monetarias ultraexpansivas aplicadas por los bancos centrales de medio mundo, se ha ido generando una inflación de activos significativa, especialmente en materias primas e instrumentos financieros. Dado que este tipo de activos son desproporcionadamente propiedad de los segmentos superiores de la renta, nos encontramos con que el incremento de la riqueza observado en este período se está focalizando sobre todo en estos grupos de la población, provocando con ello un incremento en la desigualdad en la riqueza y en las rentas, ya que las rentas del capital aumentan mucho más rápido que las del trabajo, debido a este incremento del valor del capital subyacente propiciado en parte por la política monetaria de los bancos centrales.

Asimismo, se pueden mencionar los rescates masivos de los gobiernos occidentales al sistema bancario y a sus acreedores. Además de que esto genera una mayor despreocupación y relajación ante la toma de riesgos financieros futuros, también significa un trasvase de fondos desde el contribuyente medio a las capas de renta y riqueza más favorecidas; del Main Street a Wall Street, en términos de Estados Unidos.

Perjudica al contribuyente

Aunque suele aducirse en favor de estos rescates que, de no haberse llevado a cabo la clase media también se hubiera visto muy perjudicada, lo cierto es que sí que había alternativa al rescate público indiscriminado de la banca.

Por otro lado, la política de tipos de interés en mínimos que mantiene Ben Bernanke al mando de la Reserva Federal (FED) en Estados Unidos -y que Trichet en el BCE parece haber empezado a dar marcha atrás-, está suponiendo pingües beneficios a la banca norteamericana.

Según denuncia el prestigioso economista Axel Leijonhufvud, esta política supone un subsidio oculto a gran escala hacia la banca. El mecanismo es el siguiente: la FED concede a los bancos créditos a una tasa de interés cercana al 0%. Gran parte de estos fondos no fluyen hacia préstamos a empresas o particulares sino que o son atesorados como reservas en exceso o son utilizadas para adquirir bonos del Tesoro norteamericano que proporcionan alrededor del 3-4% en intereses. En contraste, los ahorradores que tienen su dinero en depósitos bancarios apenas obtienen rentabilidad de sus ahorros por estos bajos tipos de interés.

Inflación de materias primas y alimentos

Como sostiene Leijonhufvud, "este considerable subsidio al sistema bancario es soportado en última instancia por los contribuyentes", y continúa denunciando esta estrategia: "Ni el subsidio, ni la carga fiscal se ha votado por el Congreso", poniendo de manifiesto a las claras cómo en ocasiones la democracia queda en papel mojado, especialmente cuando están por medio, los bancos centrales.

Por si todo esto no fuera poco, otro de los efectos de masiva inyección de liquidez en los mercados ha sido el de contribuir al notable incremento de los precios de las materias primas, incluyendo energía, y alimentos. Como informaba recientemente (marzo 2011) la organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los alimentos son un 37% más caros que en marzo de 2010.

El impacto de estos aumentos sobre los bienes de primera necesidad de la cesta de consumo de los ciudadanos ya se está dejando notar. Como éstos son los bienes consumidos en mayor medida por los segmentos inferiores de la renta, estos aumentos de precios afectan más a los sectores de renta más baja que a las rentas más altas (que consumen más productos sofisticados).

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Fuente: Business Insider

Esto ocurre tanto en las diferentes capas de la sociedad de un mismo país como entre los diferentes países, afectando así mucho más a los países más pobres del globo, con los consiguientes efectos de desestabilización social adicional que ello puede acarrear, tal y como ocurrió con numerosos disturbios en países pobres durante 2008.

No en vano, las revueltas que han tenido lugar en el Norte de África han estado en parte relacionadas con el creciente coste de los bienes más básicos. Como dice el analista de The Telegraph Ambrose Evans-Pritchard, la subida de los alimentos no es la causa última de estas revoluciones, pero sí ha podido ser lo que ha desencadenado los acontecimientos.

Un "mea culpa" con la boca pequeña: el BoJ (que reclama la paternidad de los estímulos monetarios), culpa de la inflación a la Fed, al BCE, al BofE…

"Por primera vez, un gran banco central (Japón) admite que las políticas monetarias expansivas están alimentando la inflación a nivel mundial"… El Banco de Japón señala los culpables de la inflación: Bernanke, Trichet, King… (Libertad Digital – 21/4/11)

En la actualidad, existe un gran debate respecto a las causas de la subida del precio de las materias primas, que está empezando a afectar a los precios al consumidor conforme las empresas se ven obligadas a transmitir a sus productos dicho encarecimiento de costes.

Hay dos posturas opuestas. La primera exoneraría de toda responsabilidad a los bancos centrales y sus políticas monetarias expansivas, asignando la subida de precios al aumento de la demanda, principalmente desde los países emergentes, y a problemas puntuales de producción como, por ejemplo, sequías en el caso de los alimentos o inestabilidad política -revoluciones- en el caso del petróleo. La segunda, en cambio, acusa directamente a la banca central de alimentar las presiones inflacionistas a nivel mundial.

En este sentido, las autoridades monetarias de las grandes potencias han adoptado diferentes posturas, incluso discrepando entre ellas. Por un lado, nos encontramos a Janet Hellen, que forma parte del ala más fundamentalista e inflacionaria de la Reserva Federal de EEUU (FED). Hellen niega cualquier tipo de responsabilidad y advierte de que los precios de las materias primas no van a cambiar un ápice la política expansiva de la FED.

Desde el BCE, sin embargo, han sido más cautos, aunque sin apuntar claramente a la causa y origen de la creciente inflación. Así, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, ya ha advertido que su política se centrará en mantener bajo control el auge de precios en la eurozona, tal y como exige el ala más ortodoxa del organismo (el Bundesbnak alemán).

Por su parte, el Banco Central de Japón (BoJ), con una dilatada experiencia en la aplicación de "estímulos" monetarios, publicó un informe el pasado marzo (2011) en el que analiza a fondo el actual proceso inflacionario a fin de detectar el origen del mismo.

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La demanda emergente

En primer lugar, el estudio empieza remarcando la innegable relación entre el precio de las materias primas y la creciente demanda como resultado de la recuperación económica, lo cual se observa en la correlación existente entre la actividad mundial y los principales índices de materias primas.

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De este modo, los países emergentes han sido los protagonistas del reciente aumento de la demanda, con varios factores agravantes. Por ejemplo, sus economías son menos eficientes en el uso de las materias primas que las desarrolladas, lo cual precisa de un mayor consumo de recursos para generar la misma producción. Esto queda reflejado en su cuota de consumo energético, que en la última década no ha parado de aumentar

Además, el consumo de comida representa una parte mucho más grande de la renta de sus ciudadanos, produciendo así fuertes cambios en la demanda, con el añadido de que el progresivo incremento de su capacidad adquisitiva les permite acceder a alimentos más elaborados y de mayor calidad -aumento de la demanda de carne, por ejemplo, y su impacto indirecto en el mercado de cereales-.

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Financiación de las materias primas

Sin embargo, el incremento de la demanda industrial no explica por sí sola el sustancial incremento de precios relativos (en algunos sectores) a nivel internacional. Así, el informe del BoJ muestra cómo durante la última década las materias primas se han ido convirtiendo en un vehículo de inversión común, sobre todo en las economías desarrolladas, cuando, anteriormente, tan sólo constituían un mercado relativamente pequeño dentro del amplio mundo financiero. El mercado, en su constante búsqueda de diversificación y buenos retornos en el ámbito de las materias primas -sobre todo, en entornos inflacionarios-, ha desarrollado numerosos índices y ETF's centrados en este sector.

En la siguiente gráfica se puede observar la correlación existente entre la bolsa y las materias primas en EEUU que, en general, no se produce en el resto del mundo.

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Este sustancial incremento de inversores en materias primas afecta, evidentemente, a la formación de precios. Así, si anteriormente se ha señalado la correlación existente entre la actividad económica y el precio de las materias primas, la siguiente gráfica muestra una correlación aún mayor entre el volumen de contratos de futuros y el precio de las materias primas.

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Conclusiones

Una vez analizadas estas variables, el BoJ admite en su estudio que resulta complicado conocer con precisión qué porcentaje del aumento de precios deriva de cada una de ellas. Sin embargo, sí alcanza una conclusión clara y concisa: la agresiva política expansiva seguida por los principales bancos centrales del mundo -encabezados por la FED- desde el estallido de la crisis financiera internacional en 2008 (tipos de interés bajos, inyecciones monetarias, monetización de deuda, etc.) ha ayudado a impulsar el precio de las materias primas al alza, ya que los tipos históricamente bajos y el exceso de reservas -como resultado de las masivas inyecciones a la banca- incentivan el consumo, la especulación y la inversión en mercados emergentes en busca de mayor rentabilidad.

En concreto, el BoJ destaca que la especulación financiera sigue los comportamientos de la oferta y la demanda y puede ayudar a una más eficiente formación del precio, pero en un entorno de bajos tipos de interés dicha especulación tiende a desconectar de la economía real y a formar burbujas.

Así pues, la clave de este estudio radica en que, por primera vez -y sin que sirva de precedente- un importante banco central de la talla del nipón entona el mea culpa al reconocer explícitamente la responsabilidad de los banqueros centrales en el alza de precios. Así, de su estudio se extrae que, ya sea a base de incentivar una demanda manipulada o una especulación financiera desconectada de las expectativas del libre mercado, las expansiones monetarias aplicadas por los bancos centrales han sido un factor crucial en el aumento del precio de las materias primas.

Es decir, la banca central está alimentando la inflación mundial, ya que la caída artificial en tipos de interés negativos -tasa de inflación superior al tipo de interés- explica, en gran medida, la huida masiva de dinero hacia materias primas y metales preciosos, tal y como avanzó Libre Mercado.

Si bien es cierto que el BoJ entona el mea culpa con la boca pequeña, también lo es el hecho de que por primera vez un importante banco central admite la responsabilidad directa de estos organismos en el alza de precios. Algo inédito: Trichet (BCE) y King (Banco de Inglaterra) no se han pronunciado en público sobre esta materia, mientras que Bernanke (FED) ha negado, una y otra vez, toda responsabilidad respecto al aumento de la inflación.

Y ello, pese a que la banca central ya impulsó en 2008 la burbuja del petróleo y lo que evidencian algunos datos en el actual proceso.

El siguiente gráfico muestra la correlación existente entre el precio de las materias primas y el inicio de la compra de deuda pública y bonos hipotecarios por parte de la FED (quantitative easing):

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Apocalypse Now (por lo que se lee, no soy el único que tiene pesadillas)

– Bolinches: "Pronto veremos que la hiperinflación arrasa la situación económica de EE UU… sólo es cuestión de tiempo" (Negocios.com – 26/4/11)

– Mentiras

"Estar preparado es importante, saber esperar es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida". Arthur Schnitzler. Narrador y dramaturgo austriaco.

En el pasado ya hemos visto el colapso y quiebra de países y la actuación del gobierno siempre ha sido la misma, negación, negación y negación. Sin embargo llega un momento en que no se puede continuar escondiendo bajo la alfombra la verdad. En EEUU la situación se hace cada vez más inestable y por tanto lo único que queda por concretar es cuándo (simplemente es cuestión de tiempo) y cómo (deflación, estanflación o inflación que termine en hiperinflación). Durante años China ha estado exportando deflación hacia EEUU gracias a los menores precios de los productos terminados, sin embargo debido a la subida en el precio de las materias primas esta situación puede haber desaparecido e incluso puede que se haya invertido y por tanto ahora China esté exportándole inflación a EEUU. Si esto es cierto y estoy convencido que lo es, entonces pronto aparecerá de una de las tres formas posibles: estanflación, inflación o hiperinflación.

Personalmente creo que pronto veremos que la hiperinflación arrasa la situación económica de EEUU, ya que a diario veo a la FED encabezada por Bernanke defenderse de las subidas de las materias primas diciendo que la "inflación subyacente" todavía está por debajo del 2% y por tanto todavía pueden continuar inyectando moneda fiduciaria para estimular la economía, es decir, si la situación no cambia cada vez estoy más convencido que veremos la QE3, QE4 y QE5 antes de que se vean obligados a admitir la verdad. 

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Este gráfico es muy sencillo de entender, sólo deben fijarse en la línea sombreada vertical cercana al 2010, esta línea indica el comienzo de la crisis y la brusca caída que sufrieron los precios de los productos terminados, sin embargo fíjense como la QE1 y la QE2 han disparado los precios con una pendiente todavía superior.

Esta cantidad de dinero sólo puede impulsar al dólar a la baja y mientras Bernanke continúe a la cabeza de la FED el Index Dollar sólo tiene un camino, bajar, bajar y bajar.

Tampoco el FMI niega la evidencia (por si quedara alguna duda)

– El FMI advierte de que las cuentas públicas de EEUU se encuentran en una trayectoria "insostenible" (El Confidencial – 3/5/11)

Las perspectivas presupuestarias de Estados Unidos son "preocupantes" a pesar de los esfuerzos para contener el déficit, ya que las finanzas públicas del país se encuentran en una "trayectoria insostenible", según advierte el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un informe.

De acuerdo con las proyecciones presupuestarias de las autoridades, se prevé que la deuda pública aumentará desde el 62% del PIB en 2010 a alrededor del 90% en el ejercicio 2030, y que seguirá aumentando a partir de entonces debido a las presiones crecientes por el envejecimiento de la población y el incremento de los costes sanitarios.

De hecho, "la dinámica de la deuda presenta una perspectiva aún más sombría según los supuestos macroeconómicos más conservadores utilizados por el personal técnico del FMI", que advierte de que el nivel de deuda pública de EEUU podría alcanzar hasta el 95% del PIB en diez años, un nivel similar al que siguió a la Segunda Guerra Mundial, ejerciendo así una "presión alcista sobre las tasas de interés tanto en Estados Unidos como en el mundo".

De este modo, los cálculos del personal técnico del FMI apuntan que las autoridades estadounidenses necesitarían adoptar medidas de ahorro por importe cercano al 2,5% del PIB para cumplir el objetivo de deuda federal del 77% del PIB en el ejerció fiscal 2021. "Dichas medidas deberían sumarse a los planes existentes, que incluyen aumentos de impuestos para los contribuyentes de ingresos más altos a partir de 2013 y menores concesiones tributarias para ciertas industrias", recomienda la institución…

"Helicopter" Ben supera a "burbujita" Greenspan (y marche otra dosis de QE)

Alan Greenspan recibió un aluvión de críticas por dejar los tipos bajos durante demasiado tiempo, lo que pudo sembrar la semilla de la crisis actual.

"El voto en contra a la decisión pertenece a Thomas M.Hoenig, que considera que continuar creando las expectativas de tipos de interés bajos durante un extenso periodo no supone una garantía, porque podría generar desequilibrios futuros e incrementar los riesgos a largo plazo para la economía y la estabilidad financiera".

Éste es un fragmento del comunicado de la Reserva Federal del pasado 16 de marzo de 2010 que hace referencia a la postura adoptada por el presidente de la Fed de Kansas sobre la decisión de la institución de mantener el precio del dinero sin cambios. Y a día de hoy, sigue en mínimos históricos en un rango de entre el 0% y el 0,25%, después de que así lo decidiera la institución en la reunión de la semana pasada"… La etapa de tipos bajos en EEUU de Bernanke superará a la de Greenspan (Expansión – 4/5/11)

Ben Bernanke tomó el testigo de la presidencia de la Reserva Federal el 1 de febrero de 2006 e inició el ciclo de bajadas de tipos en septiembre de 2007, como consecuencia del efecto del estallido de la crisis subprime.

El precio del dinero alcanzó su nivel más bajo de la historia en diciembre de 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, y, según matizó el presidente en la rueda de prensa de finales de abril (2011), no piensa moverlos hasta, al menos, septiembre de este año (2011). Esto significa que Bernanke habrá mantenido los tipos de interés en niveles inusualmente bajos durante más de dos años y medio.

Bernanke relevó al histórico Alan Greenspan, que se estuvo casi 20 años en el cargo. Greenspan mantuvo los tipos entre un rango del 1% y el 1,75% desde diciembre de 2001, tras el pinchazo de la burbuja puntocom y los ataques a las Torres Gemelas del 11-S, hasta junio de 2004.

Es decir, durante dos años y medio, por lo que la etapa de tipos bajos de Bernanke va a ser aún más larga que la del propio Greenspan, cuando muchos críticos le han culpado a este último de sembrar la semilla de la burbuja de activos que provocó la crisis de las hipotecas subprime y de alto riesgo y la posterior tormenta financiera. El gestor estadounidense de hedge funds, William A. Fleckenstein, por ejemplo, le dedicó un libro que tituló "Greenspan"s Bubbles" ("burbujas de Greenspan").

Pese a que el escenario sea diferente al de la etapa de Greenspan, lo cierto es que poco a poco se suman las voces que alertan del peligro de la actual política acomodaticia de Bernanke. "A Bernanke se le ha criticado menos (por ahora) porque siempre es fácil criticar a toro pasado, una vez explotó la burbuja, como es el caso de Greenspan.

Se puede asegurar que si la burbuja que se está inflando ahora explota, se criticará a Bernanke de igual modo", apunta Ángel de la Fuente, country head de Kepler Capital Markets en EEUU. De la misma manera Philip Shaw, economista de Investec, alerta sobre "los riesgos de que lo que ocurrió con Greenspan suceda de nuevo con Bernanke". Pero, añade que "no es obvio que en estos momentos haya una burbuja, cuando los precios de algunos activos, como el de los hogares, todavía están cayendo".

Una muestra de que ahora preocupan más otros asuntos que una posible burbuja, como la política fiscal, la inflación, el empleo, materias primas y los efectos del quantitative easing (programa de compra de deuda para estimular el crecimiento), es que la palabra bubble no se pronunció en ningún momento durante la conferencia de Bernanke de finales de abril (2011), la primera de la historia de la institución.

Tampoco ningún medio preguntó al respecto. Pero lo cierto es que Bernanke tiene otro reto importante por delante: un balance lleno de billones de deuda pública. Greenspan no se subió al helicóptero para tirar billetes desde el cielo, pero Bernanke no debería estrellarse.

Frente a frente

La dura etapa de Greenspan…

Su historia es muy larga: vivió el crack bursátil de 1987, dos recesiones, el fin de la mayor burbuja bursátil de la historia, el 11-S, la crisis cambiaria de México -el "efecto Tequila"-, la gran crisis asiática y la rusa, la multiplicación por tres de los precios del petróleo… Crisis y más crisis.

Ese intenso paso de acontecimientos durante sus casi 20 años al frente de la Fed le hicieron blanco de un sinfín de críticas. Aunque precisamente con esas dos décadas justifica su política monetaria superexpansiva por la que entre enero de 2001 y junio de 2003 recortó el precio del dinero del 6,5% al 1%, el nivel más bajo, entonces, desde 1958.

y el futuro de Bernanke

Dicen sus críticos que es muy fácil analizar la historia con tanta distancia. Que comparar la trayectoria de Alan Greenspan con la suya sería sencillo si no fuera porque él aún preside la Fed. Si fuera un partido de fútbol, Bernanke ha vivido una recesión; Greenspan, dos.

Pero el partido no está tan perdido si se tiene en cuenta que la crisis que vive la Fed actualmente es la peor en siete décadas. Y estuvo a punto de convertirse, según el propio equipo de Obama, en la más grave de la historia. Con un paro instalado en cerca del 9%, un PIB que defrauda y un IPC temeroso del crudo, Bernanke tiene encima hoy todas las miradas.

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Memorias de África (a verlas venir)

Del África blanca (¿emergente o sumergente?)…

Recuerdo cuando, dando clases de economía en una Escuela de Negocios en España (1995) utilizaba algunos billetes argentinos y su secuencia evolutiva, para demostrar, a los sorprendidos alumnos (europeos), el efecto monetario de la inflación. Más o menos (con la correspondiente dramatización), el relato era así:

… A fines de los 40 empezó a acelerarse la inflación. Para 1969, se había hecho muy incómodo el manejo monetario, con billetes cuyo mayor valor alcanzaba los 10.000 pesos m/n. Entonces se lo reemplazó por el peso ley. Esta línea unificó el tamaño imitando al dólar norteamericano: hasta entonces, a mayor valor también era más grande el tamaño de los billetes. El nuevo peso tuvo como diseño paisajes turísticos, lo que fue toda una novedad. Y le correspondió el honor de ser la línea monetaria que tuvo billetes del mayor valor histórico en el país: 1.000.000. Del peso ley al peso argentino, la línea del peso ley duró 13 años y medio. Pero recrudecieron los problemas de manejo monetario por las altas denominaciones. Así, en junio de 1983 se reemplazó el peso ley por el peso argentino, equivalente a 10.000 pesos moneda nacional: se eliminaron cuatro ceros. Para el peso argentino, en lo que hacía al diseño, se volvió a los próceres y presidentes. Pero eran años de fuerte inflación (en 1983 fue del 433% y en 1984 de 688%) y la nueva moneda sólo tuvo vigencia por dos años.

El 15 de junio de 1985 entró en vigencia del Plan Austral. El austral se convirtió en moneda de curso legal de la República Argentina el 15 de junio de 1985, cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín firmó el decreto 1.096, anunciando un nuevo plan económico (llamado Plan Austral) del entonces ministro de Economía Juan Vital Sourrouille para contener una inflación que venía siendo creciente. Su símbolo era una A con el detalle de que la línea horizontal era doble.

El plan incluyó la creación de una nueva moneda, equivalente a 1.000 ($A) (Peso Argentino), a 10 millones de $L (Peso Ley 18.188) y a 1.000 millones de m$n (Peso Moneda Nacional). En un principio el plan pareció exitoso para contener el alza de la inflación, pero hacia 1986 comenzó a devaluarse con respecto al dólar y nunca más logró recuperarse. El austral se llegó a depreciar un 5.000% anual con respecto al dólar hacia 1989. En 1992 fue reemplazado por una nueva unidad monetaria, el Peso convertible, a razón de 10.000 australes por peso.

Originalmente se emitieron monedas por ½, 1, 5, 10, y 50 centavos y billetes por 1, 5, 10 y 50 australes. Pero a medida que la inflación fue avanzando, se empezaron a emitir valores muchos más grandes. Se llegaron a emitir monedas de 1.000 australes y billetes de 500.000 australes. Una curiosidad es que en los años 1989 y 1990, debido a las fuertes devaluaciones, debieron emitirse billetes provisionales de emergencia de 10.000, 50.000 y 500.000, que consistían en utilizar el diseño de Pesos Ley 18.188 resellados a australes…

Entonces llegaba el momento estelar: mostrar algunos de los billetes. Gran sorpresa y alarma del personal (nunca habían tenido en sus manos un billete de 100.000 ó 1.000.000 de unidades monetarias).

Luego venía la esperada pregunta de los alumnos (europeos): ¿Y qué se podía adquirir con un billete de 100.000 unidades en la Argentina hiperinflacionaria?

Mi respuesta (lamentable respuesta) era: muy, muy, poco, tal vez algo de comida (y no mucha). Si comes, no fumas… y si fumas, no comes. O sea…

La Hiperinflación argentina de 1989 fue un aumento de precios desmedido en los productos, que decantó en la renuncia del presidente Raúl Alfonsín y en una transición adelantada al presidente electo Carlos Menem.

Con la desaparición del Austral, miles de personas pasaron hacia la pobreza: la hiperinflación "se devoró salarios, generó revueltas, impulsó saqueos y terminó por destronar al primer Gobierno desde la vuelta de la democracia".

"La hiperinflación abrió un surco profundo en la mentalidad colectiva: angustia, impotencia y búsqueda desesperada de soluciones que alivianaran tan pesada carga".

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Evolución de la pobreza durante el gobierno de Alfonsín.

La hiperinflación de 1989, llevó la pobreza de 25% a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3% en octubre del mismo año.

… Al África negra (¿el continente de las oportunidades?)

Para aquellos que son coleccionistas o le gustan las emociones más fuertes, les ofrezco otra alternativa (más surrealista, si ello es posible).

En Zimbabue, un billete de 100 billones (millones de millones) de dólares locales vale unos US$ 5.

Esa es la tasa de cambio para el billete de más alta denominación del país africano, el mayor jamás producido para una moneda de circulación legal, y símbolo nacional de una política monetaria descontrolada. En determinado momento de 2009, un billete de 100 billones no alcanzaba para comprar un pasaje de autobús en Harare, la capital del país.

Desde entonces, el valor del dólar de Zimbabue ha subido. No en el país, donde la moneda ha sido abandonada, sino en eBay.

Los billetes son codiciados entre coleccionistas de monedas y compradores de novedades, y se venden hasta a 15 veces el valor oficial en circulación. En la década pasada, el presidente Robert Mugabe y sus aliados intentaron apuntalar la economía -y su gobierno- imprimiendo rampantemente dinero. El resultado fue una hiperinflación alimentada con billetes con más ceros.

El billete de 100 billones de dólares zimbabuenses, que circuló por apenas unos meses antes de que la moneda fuera oficialmente abandonada en el país en 2009, representaba el límite diario que se permitía a la gente retirar de sus cuentas bancarias. Los precios subieron, causando caos.

La inflación desenfrenada obligó a los zimbabuenses a hacer fila para comprar pan, pasta dental y otros productos básicos. Con frecuencia, llevaban bolsas más grandes para su dinero que para los pocos artículos que estaban en condiciones de comprar.

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Hoy, todas las transacciones son en monedas extranjeras, principalmente en el dólar estadounidense y el rand sudafricano. Pero los billetes sin valor de Zimbabue son valiosos, al menos fuera del país.

"La gente los muestra y hace chistes acerca de cuándo ocurrirá eso aquí", dice David Laties, dueño de Educational Coin Company, un vendedor mayorista de monedas en Nueva York.

Los comerciantes lo suficientemente inteligentes como para comprar los billetes de mayor denominación de Zimbabue mientras estaban en circulación están ahora disfrutando de su inversión. Laties gastó US$ 150.000 comprando billetes de gente en Sudáfrica y Tanzania con experiencia en sacar el dinero y otro cargamento clandestino de Zimbabue. Al intuir que los últimos dólares del país africano "serían los mejores billetes hasta la fecha" en el mercado de coleccionistas, pagó por adelantado US$ 5.000 a alguien que se comunicó con él por Internet. "Funcionó", dice. "Recibí mis billetes".

El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes de EEUU, Paul Ryan, y John B. Taylor, economista de Stanford, están entre los nuevos dueños de dólares de Zimbabue. Ambos guardan un billete, mostrándolo en momentos oportunos como prueba de las ramificaciones más extremas de la inflación. "Ningún economista monetario que se respete sale sin un billete de 100 billones de dólares", dice Taylor con una sonrisa.

Post data: La hoja de ruta de Ben Bernanke (el que quiera creer, que crea y el que no su razón tendrá)

¿Le compraría un auto usado a Bernie? Así y todo… dirige la Fed (ex cathedra)

Sombras de luz con las que Bernanke nos ha ido iluminando en estos años:

En octubre de 2005, en un momento en que el sector de la construcción estaba en su apogeo en EEUU, afirmó con solemnidad que en realidad no existía ninguna burbuja inmobiliaria, y por tanto, las preocupaciones sobre esta cuestión estaban infundadas.

En esa misma ocasión achacó el incremento del 25% en los precios de la vivienda a factores reales, como el crecimiento de empleos, de ingresos y de nuevas familias.

Añadió, además, que "un enfriamiento moderado en el mercado inmobiliario, en el caso de que esto ocurriera, no sería incompatible con el mantenimiento del crecimiento económico cercano a su nivel potencial en el año que viene".

Por si esto no fuera poco, agregó que los efectos económicos de una caída en los precios de los activos "no depende tanto de la gravedad de la caída misma como de la respuesta de los encargados de la política económica, en particular, los bancos centrales". Si fuera esto cierto, ahora estaríamos creciendo a tasas estratosféricas.

En el año siguiente, Bernanke ignoró totalmente los riesgos de las hipotecas subprime. Por ejemplo, cuando habló acerca de la situación de la economía ante el Congreso estadounidense en el verano de 2006, no hizo ninguna mención a posibles tensiones futuras ni desequilibrios presentes. Conviene recordar que en ese mismo verano se produjo el pico de la burbuja inmobiliaria. Los precios de la vivienda no hicieron más que bajar desde entonces.

En el verano de 2007 empezaron a florecer las primeras semillas que alertaban de problemas. Sin embargo, Bernanke permaneció impasible: "Parece improbable que los problemas del sector subprime se trasladen seriamente a la economía agregada o al sistema financiero", declaró el 5 de junio de este año ante la International Monetary Conference. A estas atinadas predicciones podríamos agregar su estimación, en febrero de 2008, de que la recuperación en el sector inmobiliario tendría lugar a fines de ese año.

Después de los dos primeros años de turbulencias y su más que demostrada nula capacidad de predicción, Bernanke aún se permite el lujo de dar lecciones al mundo explicando los orígenes de la crisis en el exceso de ahorro de los asiáticos.

Declaraciones en 2009:

14 de abril: El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), Ben Bernanke, ha coincidido este martes con el presidente del país, Barack Obama, en su percepción de que hay ciertos indicios de que la recesión se puede estar suavizando.

Bernanke se refiere a algunos indicadores recientes relacionados con la venta de automóviles, la construcción de viviendas y el gasto de los consumidores. Según Bernanke, los riesgos de inflación han remitido en los últimos meses. No obstante, contempla la posibilidad de que reaparezcan cuando comience la recuperación económica.

5 de mayo: "Seguimos augurando que la actividad económica tocará fondo y repuntará en el curso de este año", dijo Bernanke ante el Comité Económico Conjunto de la Cámara de Representantes y el Senado.

"La recuperación ganará impulso sólo de forma gradual", afirmó Bernanke, quien dijo que las empresas "probablemente seguirán cautas a la hora de contratar". "La tasa de desempleo podría mantenerse alta por algún tiempo, incluso después de que se restablezca el crecimiento económico", alertó. El jefe de la FED habló en un momento en que han aparecido indicios de una desaceleración de la caída de la actividad en Estados Unidos.

3 de junio: En un discurso pronunciado ante la Comisión de Déficit de la Cámara de Representantes estadounidense Bernanke ha señalado que "seguimos esperando que la actividad económica toque fondo este año y que después se levante a finales del mismo", señaló Bernanke. "Los recientes datos sugieren que el ritmo de la contracción económica podría haberse ralentizado".

Bernie: de sospechoso habitual a presunto delincuente (un diálogo "imperdible")

John Hussman uno de los mejores gestores de fondos y una de las mentes más brillantes de Wall Street, relató en una de sus recientes cartas (20/9/10), un duro diálogo en el Senado americano entre el congresista republicano Scott Garrett y Ben Bernanke

Garrett: (dirigiéndose a Bernanke) Usted compró más de un trillón (anglosajón) de dólares de la deuda de GSE (Government-Sponsored Enterprises), y hasta ese momento, en circunstancias normales, en el balance de la FED solo habían los bonos del Tesoro, o si había algún otro activo, siempre tenían firmado un pacto de recompra de dichos títulos en su hoja de balance con un tercero (Repo). Actualmente, en torno a dos tercios del balance de la FED están en deuda de GSE.

Bernanke: Así es.

Garrett: Así que de momento están garantizados – ¿no sabemos realmente si son deuda soberana o no – pero sí que están garantizados por el gobierno de los EEUU, pero sólo hasta cuando lo están? 2012, ¿verdad? Después de eso, el Congreso podría tomar otra decisión, y entonces llegados a ese punto, posiblemente estos activos – dos tercios de su balance – no estarían garantizados por el gobierno federal. Vamos a ver…. usted no tiene una… ¿tiene usted un pacto de recompra en esos activos, firmado con alguien?

Bernanke: No sé qué quiere decir con un acuerdo de recompra. Somos dueños de dichos valores.

Garrett: Usted es el propietario de esos valores, ¿no es así? Así que no hay pacto de recompra con alguien externo, para volver a recomprarlos. Son de su propiedad.

Bernanke: Cierto.

Garrett: Así que después de 2012, si ya no fuesen garantizados, ¿es justo decir que es posible que en ese momento la FED estaría aplicando una política fiscal, que sería básicamente la creación de dinero? Y sé que usted estaría de acuerdo en que este sería un actuación inconstitucional de la FED, al participar en la política fiscal – Entonces, ¿dónde vas a estar usted en 2012 si hay que aplicar una quita (pérdida) porque estos activos ya no estarían garantizados?

Bernanke: Bueno, en primer lugar desde la perspectiva del gobierno, yo, ehhhh, como un acto que, ehhhh, la Reserva Federal podría perder el dinero que el Tesoro podría ganar. No habría ningún cambio (pérdida o ganancia), en términos consolidados en la posición del gobierno de EEUU… En segundo lugar, el acto de la Reserva Federal explícitamente da…

Garrett: ¿Cómo podríamos estar nosotros ganando? ¿Cómo estaría el Tesoro ganando?

Bernanke: Bueno, si hay una hipoteca impagada y el Tesoro… se debe aportar pongamos $10, si el Tesoro se niega a hacerlo, entonces la FED perdería $10, por lo que de una u otra manera el gobierno va a perder $10. Pero sólo quiero decir dos cosas, una es que creo que, eh…

Garrett: ¿Pero si usted no los hubiera comprado en su día, nada de esto habría ocurrido? No se habrían creado estos $10. Ahora como usted los compró, en esencia, si no los respalda, entonces usted tendrá que crear adicionalmente $10.

Bernanke: Bueno, espero que no suceda, porque creo que es muy importante para la estabilidad financiera y la confianza que nosotros, que nosotros le garantizamos…

Garrett: Vamos a jugar a que hipotético de que esto ocurre.

Bernanke: Bueno, entonces la FED podría perder dinero allí. Sin embargo, permítanme señalar que la Ley de Reserva Federal, que no ha invocado ninguna de emergencia o de poderes extraordinarios para comprar esos organismos. Queda expresamente en la Ley de la Reserva Federal, que podemos comprar bonos del Tesoro o títulos de las agencias y por lo que no hicimos nada raro allí.

Garrett: ¿En qué situación estaban cuando se los compró? ¿Estaban en tutela en ese momento?

Bernanke: Um, sí.

Garrett: ¿Es normal que la FED compre valores de estas agencias cuando están bajo la tutela? ¿Se había hecho esto antes?

Bernanke: Nunca antes habían estado bajo la tutela de la administración como ahora.

Garrett: Bueno, ahí lo tenemos. Así que la práctica habitual no es la que se ha seguido aquí. Simplemente me parece que podemos haber ido por un camino diferente al de la historia de los EEUU, donde la Reserva Federal ha participado en la compra de una garantía, que no es del Tesoro, que no está garantizado por la plena fe y crédito del los Estados Unidos de por vida, ni hay ningún acuerdo de recompra con cualquier otra entidad a la que la FED le adquirió – y que la FED, en esencia, podría haber creado dinero (imprimir) si el gobierno finalmente no lo garantiza. Al menos, esta podría ser la situación en que nos podríamos encontrar en el 2012.

En resumen yo diría que la bomba nuclear que estaba en los balances de todos los bancos privados y entidades financieras como Freddie Mac y Fannie Mae, ha pasado al balance del corazón del sistema, en el de la FED. Pero no solo en los USA, el BCE europeo está comprando en el mercado bonos griegos, portugueses e irlandeses por un lado, y por otro presta todo el dinero que les pida cualquier banco privado europeo sin límite, a cambio de Deuda pública (española por ejemplo) o peor aun titulaciones de hipotecas empaquetadas que sólo el banco privado que la crea sabe de su solvencia.

Mentiras y errores al descubierto (del conundrum de Alan, al oxímoron de Ben)

– Bernanke, el banquero central que engañó a medio mundo (Libertad Digital – 5/1/11)

El presidente de la FED, Ben Bernanke, fue alabado como la persona perfecta para afrontar el crash de 2008. Pero parece que a Bernanke se le apaga la estrella. Muchos le dan la espalda y las críticas empiezan a arreciar desde todos lados. No es de extrañar si se repasa la hemeroteca.

(Por Hugo Baldasano)

¿Están siendo injustos y oportunistas con Bernanke? ¿O realmente se merece las críticas? El debate se ha repetido por todo el internet económico, muchas veces como lucha entre diferentes visiones o escuelas, donde los participantes acaban enrocados. Para evitar caer en la misma dinámica nada mejor que juzgar a Bernanke por sus predicciones. Para bien o para mal, el tiempo siempre pone a cada persona en su sitio.

1. Antes de la crisis

Marzo de 2005

El reciente influjo de capital ha provocado una subida del precio de la vivienda. Esta subida, a su vez, ha alentado a las familias a aumentar su consumo. Por supuesto, el aumento de las tasas de propiedad de vivienda y de consumo de los hogares son cosas buenas

Discurso para la "Virgina Association of Economics"

Julio de 2005

Transcripción de las partes más significativas del vídeo:

Entrevistador: Ben, se habla mucho de una burbuja inmobiliaria, particularmente, ya sabes (inaudible) de todo tipo de lugares. ¿Puede darnos su opinión acerca de si existe o no una burbuja inmobiliaria?

Bernanke: Bueno, sin lugar a dudas, los precios de la vivienda han subido bastante; creo que es importante tener en cuenta que los fundamentales son también fuertes. Tenemos una economía en crecimiento, empleo, ingresos. Tenemos las tasas hipotecarias muy bajas. Tenemos la demografía apoyando el crecimiento de la vivienda.

Tenemos una oferta restringida en algunos lugares. Por lo tanto, es comprensible que los precios suban algo. No sé si los precios están exactamente donde deben estar, pero creo que es justo decir que mucho de lo que ha pasado está soportado por la fuerza de la economía.

Entrevistador: Dígame, ¿cuál es el peor de los casos? Señor, tenemos tantos economistas viniendo al programa y diciendo: "Oh, esto es una burbuja, y va a estallar, y esto va a ser un verdadero problema para la economía". Algunos dicen que podría incluso provocar una recesión más adelante. ¿Cuál es el peor de los casos, si en realidad los precios bajaran considerablemente en todo el país?

Bernanke: Bueno, no acepto su premisa. Es una posibilidad bastante improbable. Nunca hemos tenido una disminución de los precios inmobiliarios en todo el territorio nacional. Creo que es más probable que los precios de la vivienda se desaceleren, tal vez estabilicen: podría reducir el consumo un poco. No creo que llevara a la economía muy lejos de su camino del pleno empleo, sin embargo.

Febrero de 2007

Se espera un crecimiento moderado en el futuro. Creemos que si el sector inmobiliario comienza a estabilizarse, y si algunas de las correcciones de inventarios se completan, hay una posibilidad razonable de que veamos un cierto fortalecimiento de la economía en algún momento durante la mitad del año.

Nuestra evaluación es que no hay indicación en este punto que las cuestiones de hipotecas de alto riesgo (subprime) se haya extendido a todo el mercado hipotecario, que todavía parece ser saludable.

Julio 2007

La economía global sigue siendo fuerte, apoyado por un sólido crecimiento económico en el extranjero. Las exportaciones de EEUU deberían crecer aún más en los próximos trimestres. En general, parece que la economía de EEUU se expandirá a un ritmo moderado durante el segundo semestre de 2007, con crecimiento y fortalecimiento en 2008 llegando a una tasa cercana a la tendencia subyacente de la economía.

No hay mucho que decir. Bernanke, el chairman de la Reserva Federal, no vio venir la crisis. Bernanke creía que la economía funcionaba correctamente y sería capaz de realizar un pequeño ajuste no traumático en 2007, para recuperar crecimiento total en 2008.

Aún así, Bernanke fue promocionado en 2008 y principios de 2009 como la persona más capacitada para entender la economía y afrontar los graves problemas que la crisis traía. Se hizo mucho énfasis en sus estudios académicos sobre al Gran Depresión.

Llegada su renovación en 2009, ante la oposición de cierta parte del Congreso, personajes de las finanzas como Warren Buffet o el fondo de inversión PIMCO salieron a apoyarle. Obama finalmente le confirmó otros cuatro años al frente de la Reserva Federal (FED), el banco central más poderoso del planeta.

Las alabanzas a la gestión de la crisis tampoco fueron escasas:

Ben Bernanke será visto como el mejor chairman de la Reserva Federal de la historia (…) se le conocerá como el hombre que evitó la segunda Gran Depresión.

2. Durante la crisis

La Reserva Federal anunció la primera ronda de compra de activos, conocida como quantitative easing (QE1), en noviembre de 2008. La respuesta del presidente de la FED a las críticas fue asegurar que las medidas eran temporales y su objetivo era proveer liquidez al sistema financiero. El balance del banco central se multiplicó casi por tres.

A principios de 2009, declarando en el Congreso:

La Reserva Federal no monetizará la deuda del gobierno

Adelantémonos por un momento hasta noviembre de 2010, cuando en un discurso para inversores el presidente de la Reserva Federal de Dallas, Richard W. Fisher, admitió a regañadientes que estaban monetizando la deuda del Gobierno.

En junio de 2009, la Reserva Federal anunció la extensión de sus programas de liquidez temporales hasta febrero de 2010. Hacia finales de año, diciembre de 2009, con la renovación de Bernanke atascada en el Congreso por las críticas a sus políticas expansivas, la Reserva Federal emitió un comunicado donde volvía a asegurar que las medidas tomadas en 2008 iban a expirar a principios de 2010. Los tipos de interés no iban a modificarse.

A la luz de la mejora continua en el funcionamiento de los mercados financieros, el Comité y la Junta de Gobernadores prevén que la mayoría de los programas especiales de liquidez de la Reserva Federal expirarán el 1 de febrero de 2010, en consonancia con el anuncio de la Reserva Federal del 25 de junio de 2009.

Fue en este momento cuando desde la Reserva Federal se intentó promocionar el término jobless recovery, recuperación económica sin disminución del paro, para explicar la mejora de algunas estadísticas, pero no cuajó.

2010 llegó y las medidas se extendieron. En agosto del pasado año, la Reserva Federal anunció lo que se vino a llamar QE lite. Un nuevo programa que, básicamente, consiste en usar el dinero de las hipotecas compradas de los bancos a través del QE1 para comprar bonos del Gobierno federal, consolidando así la expansión crediticia inicial. Es decir, Bernanke no sólo no está retirando las medidas supuestamente temporales, sino que las está fijando en el balance del banco central.

Éste es un detalle por el que la prensa pasó mayoritariamente de puntillas… por una buena razón. Desde el inicio de la crisis se había intentado marginalizar a los críticos de la FED y de Bernanke tildándolos de alarmistas. Se hacía hincapié en lo ridículo de los argumentos que aseguraban que Bernanke no tenía intención de retirar las medidas supuestamente temporales, y que, cuando se filtrara, el dinero iba a crear una crisis inflacionaria.

A partir de este momento no se habló más de retirar las medidas. De hecho, en junio de 2010 Bernanke ya había mostrado su incredulidad por el precio del oro:

Yo no entiendo muy bien los movimientos en el precio del oro

Y eso que su predecesor, Alan Greenspan, se lo había explicado meses antes:

"El aumento del precio del oro, es estrictamente un fenómeno monetario (…) una indicación de una etapa muy temprana del intento de alejarse de las monedas de papel (…) Lo que es fascinante es la influencia que el oro todavía tiene para reinar sobre el sistema financiero como la última forma de pago".

En noviembre de 2010 se anunció el QE2, más expansión monetaria. La diferencia con el QE1, donde la Reserva Federal compró bonos del Gobierno a largo plazo y deuda hipotecaria de los bancos, consiste en que el QE2 se dedicará exclusivamente a comprar más deuda pública del Gobierno.

Pero el clima político en EEUU había cambiado para entonces. La segunda revolución keynesiana ingeniada por los políticos había fracasado y la popularidad de Obama no paraba de caer. Las ideas de contención fiscal y restricción gubernamental florecían, especialmente de la mano del Tea Party. Así que cuando Bernanke concedió el pasado diciembre una nueva entrevista para explicar el QE2 aseguró:

Se repite por ahí el mito de que lo que estamos haciendo es imprimir dinero. No estamos imprimiendo dinero.

Sin embargo, en la entrevista que concedió un año y medio antes para justificar el QE1 dijo:

Entrevistador: "Usted ha estado imprimiendo dinero?"

Bernanke: "Sí, efectivamente, y es lo que tenemos que hacer".

Las maniobras lingüísticas de Bernanke fueron recogidas por el siempre genial cómico Jon Stewart. La presión podría estar provocando estos deslices, pero las prestidigitaciones semánticas no son nuevas para él. Ya en 2006 tuvo este divertido intercambio con el vicepresidente del Banco Central Europeo, Lucas Papademos:

Bernanke: "Sería acertado decir que los agregados monetarios y de crédito no han jugado un papel central en la formulación de la política monetaria de EEUU (desde 1982), aunque los políticos siguen utilizando los datos monetarios como fuente de información sobre el estado de la economía".

Lucas Papademos respondía sorprendido: "¿Es realmente posible que una política descrita como monetaria sea formulada e implementada sin que el dinero juegue un papel central? De hecho, la sugerencia de que la política monetaria puede llevarse a cabo sin la asignación de un papel destacado al dinero parece ser una oxímoron". Es decir, una declaración contradictoria, sino peor, ya que el significado literal de "oxímoron" es "deliberadamente tonta".

La Reserva Federal lleva ejecutando el QE2 desde su anuncio, comprando bonos del Gobierno. En la misma entrevista en Bernanke quiso tranquilizar a la gente:

Entrevistador: "¿Es mantener la inflación bajo control una prioridad menor de la Reserva Federal en estos momentos?"

Bernanke: "No, en absoluto, lo que estamos tratando de hacer es lograr un equilibrio. Hemos sido muy, muy claros que no vamos a permitir que la inflación pase por encima de un dos por ciento o menos".

Dado el historial de Bernanke, ¿apostarías tu dinero en su capacidad o credibilidad de cumplir esta promesa?

La opinión de los que apoyan la monetización de la deuda (La inflación buena)

– Why it is right for central banks to keep printing (Financial Times – 22/6/10)

(By Martin Wolf)

edu.red

Festina lente -hurry slowly- is advice we have inherited from the ancient Romans. Western policymakers should now take it to heart. Confronted with huge fiscal deficits, many have concluded that they should hurry fiscal tightening on as fast as possible, in the hope that it will prove expansionary. What are the chances that they will be right? Small, I believe. Moreover, rather better alternatives are on offer. But their drawback is that they are unorthodox: alas, many "sound" people prefer orthodox recessions to unorthodox recoveries.

Why might a sharp structural fiscal tightening promote recovery? As Harvard"s Alberto Alesina and Silvia Ardagna note in an influential paper, smaller prospective deficits may improve confidence among consumers and investors, thereby raising consumption and lowering risk-premia in interest rates.* Meanwhile, on the supply side, fiscal tightening may increase supply of labour, capital or entrepreneurship. The broad conclusions of their paper are that fiscal adjustments "based upon spending cuts and no tax increases are more likely to reduce deficits and debt over gross domestic product ratios than those based upon tax increases. In addition, adjustments on the spending side rather than on the tax side are less likely to create recessions". This line of argument has strengthened the will of George Osborne, the UK"s new Chancellor of the Exchequer.

Is it persuasive? In a word: no. The authors group together data for members of the Organization for Economic Co-operation and Development between 1970 and 2007. But the impact of fiscal tightening is going to depend on circumstances.

A reduction in the fiscal deficit must be offset by shifts in the private and foreign balances. If fiscal contraction is to be expansionary, net exports must increase and private spending must rise, or private savings fall. Thus, experience of fiscal contraction is going to be very different when it occurs in a few small countries, not in many big ones simultaneously; when the financial sector is in good health, not impaired; when the private sector is unindebted, not highly leveraged; when interest rates are high, not close to zero, when external demand is buoyant, not feeble; and when real exchange rates depreciate sharply rather than remain fixed.

In short, when, as now, the economies affected by financial sector fragility make up half of the world economy (indeed, together with the still feeble Japanese economy, close to 60 per cent); when the most dynamic large economy in the world -China- is mercantilist; when interest rates are near zero; and when businesses and households are credit-constrained, the view that an early fiscal tightening will prove strongly expansionary is surely heroic. I hope it will be true. But there is little reason to believe it.

Another study, by the US Committee for a Responsible Federal Budget, examined the cases of Canada, Denmark, Finland, Ireland and Sweden. What emerges is the importance of external demand and, in several cases, of huge exchange rate depreciations (see chart). Are these successful examples really relevant to the US and European Union today? I very much doubt it.

edu.red

Another study, by the US Committee for a Responsible Federal Budget, examined the cases of Canada, Denmark, Finland, Ireland and Sweden. What emerges is the importance of external demand and, in several cases, of huge exchange rate depreciations (see chart). Are these successful examples really relevant to the US and European Union today? I very much doubt it.

Yet another approach is to find a situation that is indeed quite like today"s. The closest parallel is the 1930s, in terms of the proportion of the world economy affected by the crisis, the low interest rates and the disinflationary (or, in that case, deflationary) background. A study published last year concluded that fiscal stimulus was effective when tried.** It follows that fiscal tightening would have been -indeed was- contractionary at that time.

In current circumstances, the belief that a concerted fiscal tightening across the developed world would prove expansionary is, to put it mildly, optimistic. At this stage, I will inevitably be asked: what is the alternative? If these huge deficits continue, markets will take fright, interest rates will jump and the debt dynamics will become truly awful.

I have two responses to this.

The first, one I made a week ago, is that the deleveraging cycle is generating huge private sector financial surpluses across the developed world. Unless we expect a shift into aggregate external surpluses (and corresponding deficits in the emerging world), these surpluses must now to be invested in government liabilities. This helps explain why yields on the bonds of safer governments remain so low.

The second response is that if governments need to run deficits, to support demand at a time of private sector weakness, they can always borrow from central banks. Yes, this is "printing money". It is also an insanely radical policy recommended by no less insane a radical than Milton Friedman, back in 1948. His view was that the government could expand the money supply during recessions and contract it in the subsequent booms. A country with a fiat currency and a floating currency could, thus, stabilize the economy without destabilizing credit markets. The neat thing about this proposal is that one does not have to decide whether fiscal policy or monetary policy is doing the heavy lifting: they are two sides of one coin.

The argument for aggressive monetary expansion remains strong, though not equally everywhere, since the growth of broad money and nominal GDP is weak (see chart). So Friedman"s policy of "quantitative easing", as it is called, still makes good sense. Am I recommending the economics of Robert Mugabe? No. As in everything else, it is the context that matters. At present, we have "too little money chasing too many goods". In this environment, monetary policy must be aggressive. When the economy recovers, the monetary effects should be withdrawn, via budget surpluses obtained via long-term control over spending. In the short term, changes in reserve requirements can offset the impact on monetary expansion of the rise in deposits of commercial banks at the central bank. Since, in practice, the money supply is driven more by the demand for credit than reserves, this may be unnecessary.

The conventional wisdom is that a strong and co-ordinated structural fiscal contraction, focused on spending, will promote the growth of a thousand private blooms. I hope this will prove true. But I doubt it. Governments should hurry slowly. If they all hurry quickly, they -and we- may regret it nearly as soon.

* Large changes in fiscal policy, working paper 15438, www.nber.org

** Almunia et al, The effectiveness of fiscal and monetary stimulus in depressions, www.voxeu.org

(Copyright The Financial Times Limited 2010)

¿Trampa de la liquidez o malas inversiones? (Libertad Digital – 5/7/10)

(Por William Anderson – Autores Invitados)

Los keynesianos alertan sobre el riesgo de que la economía de EEUU caiga en la temida "trampa de liquidez". Según los austríacos, no existe tal cosa. Tan sólo hay malas inversiones que deben ser depuradas.

Mucha gente afirma en estos momentos que la economía estadounidense está en la "trampa de la liquidez" y que sólo el Gobierno nos puede sacar de esta situación. Comentaristas como Paul Krugman o Martin Wolf, del Financial Times, piensan que estamos en una "situación Keynesiana"; a no ser que el gasto público nos rescate, estamos condenados a sufrir décadas de estancamiento económico.

La idea es simple, y atractiva. Según quienes siguen el análisis Keynesiano, cuando la economía se ralentiza, debido a una menor demanda agregada por parte de los consumidores, hay dos formas de "estimularla" para que llegue al "pleno empleo". La primera es que el banco central baje los tipos de interés para que así las empresas pidan más prestado y gasten más.

Sin embargo, ¿qué pasa si los tipos de interés ya están cercanos a cero y los negocios siguen sin pedir prestado? En esa situación los Keynesianos afirman que los individuos y las empresas prefieren mantener dinero en líquido (atesorar) porque anticipan que los tipos de interés van probablemente a subir en el futuro. Cuando eso ocurre, debería emplearse la segunda prescripción de política económica: incrementar el déficit y gasto del gobierno para así aumentar directamente la demanda agregada.

La "política monetaria" y la "política fiscal", como se denominan en los libros de texto de economía, son simples y muy populares. Primero, son muy fáciles de transmitir a los alumnos: los profesores simplemente convierten el típico gráfico de oferta y demanda en un modelo de "oferta agregada y demanda agregada" (AS-AD, en sus siglas en inglés: Aggregate Supply-Aggregate Demand). En vez de que los precios aparezcan en el eje vertical y las cantidades en el horizontal, el eje vertical sobre el AS-AD nos da el "nivel de precios" y el eje horizontal denota "Y", o el producto interior bruto (PIB).

El truco para llevar a la economía a la situación de "pleno empleo" de los recursos es desplazar la demanda agregada hasta el punto donde la economía se acerca a la plena "capacidad". Pero una economía atascada en una "trampa de la liquidez" no va a ver su demanda agregada desplazada en la buena dirección a través de la "política monetaria" -es decir, una bajada en los tipos de interés-.

Por tanto, la única forma de que la economía sea "rescatada" de este "equilibrio" de baja producción y elevado desempleo es que los gobiernos pidan prestado y gasten, incluso, a niveles que podrían considerarse como imprudentes. Martin Wolf escribía lo siguiente:

Si la política monetaria es inefectiva, como puede que sea el caso, la restricción fiscal debería ser anunciada, pero su implementación debería ser pospuesta hasta que la recuperación sea segura. Ya he perdido la fe en la opinión de que dar a los mercados lo que creemos que pueden querer en el futuro deba ser la idea dominante en las políticas. (Énfasis añadido por el autor).

Otra explicación

Los economistas de la Escuela Austriaca tienen otra explicación, una que no recurre a la prescripción de las políticas Keynesianas ni tampoco piensa que exista tal cosa como una "trampa de la liquidez". La semana pasada escribí sobre las malas inversiones, que son inversiones hechas durante la etapa de auge económico que son insostenibles porque los patrones de gasto de consumo, que en última instancia determinan las estructuras de producción en una economía, no permitirán sostener las inversiones realizadas a los niveles precios. (El colapso del boom inmobiliario generó la situación presente.)

Los austriacos piensan que el gobierno realmente retrasa la recuperación económica al mantener demasiado bajos los tipos de interés. Primero, el gobierno tiende a dirigir el nuevo dinero creado por el sistema bancario hacia aquellas industrias más afectadas, ignorando las malas inversiones que originalmente las llevaron a esa situación. Así las malas inversiones permanecen, extrayendo el capital y los recursos de sectores económicos que originalmente no estuvieron tan afectados, para bien durante el boom, y para mal en la posterior recesión.

Segundo, el economista Robert Higgs señala cómo el activismo gubernamental para poner fin a la recesión genera lo que él llama "incertidumbre de régimen". En sus esfuerzos para "hacer algo", Higgs sostiene que los gobiernos con frecuencia son hostiles a los derechos de propiedad privada, lo que desincentiva las inversiones a largo plazo de empresas sólidas. Además, el gobierno es todavía más hostil hacia empresas rentables e individuos exitosos, diciéndoles que no están "pagando su justa participación" en los impuestos, haciendo así las inversiones futuras menos seguras.

La economía norteamericana se recuperó bien de una grave recesión en los 80, incluso con tipos de interés de dos dígitos y bajas tasas de inflación, algo que los Keynesianos descartarían como imposible. Cierto, el gasto público aumentó en ese tiempo, pero a una tasa muy lejana de lo que lo ha hecho estos años pasados.

No hubo una "situación Keynesiana" entonces, y tampoco la hay hoy. Sólo hay malas inversiones.

(Artículo publicado originalmente en The Freeman Online. William Anderson es profesor asociado de economía en Frostburg State University. Columnista semanal de The Freeman Online. Escribe regularmente en su blog Krugman in Wonderland, donde somete a crítica cada anotación y artículo que escribe el Nobel Paul Krugman)

¿Una época de esperanzas reducidas? (Project Sindicate – 3/8/10)

(Por Kenneth Rogoff)

CAMBRIDGE – Mientras las economías europeas y de los Estados Unidos siguen esforzándose para superar la crisis, existe una preocupación cada vez mayor por que afronten un "decenio perdido" al estilo japonés. Lamentablemente, demasiados debates se han centrado en lo que pueden hacer los gobiernos para estimular la demanda mediante déficits presupuestarios y política monetaria. Estas últimas son cuestiones decisivas a corto plazo, pero, como sabe todo economista, el crecimiento económico a largo plazo viene dado principalmente por la mejora de la productividad.

No cabe duda de que la inmensa crisis financiera del Japón en 1992 fue un golpazo del que aún no se ha recuperado y los paralelismos con los Estados Unidos y la Europa actuales son preocupantes. Los dos parecen destinados a un largo período de lento aumento del crédito, debido tanto a una necesaria reglamentación financiera más estricta como a que sus economías siguen en gran medida excesivamente apalancadas. No hay atajos sencillos en el proceso de curación.

Sin embargo, al evaluar la experiencia japonesa y su pertinencia actual, es importante reconocer que el desplome del Japón no se debió sólo a su crisis financiera. El Japón padeció también varias crisis graves de productividad, que tuvieron mucho que ver con sus problemas a largo plazo. Aun cuando el Japón nunca hubiera experimentado una burbuja inmobiliaria y de valores bursátiles, el meteórico ascenso de su vecina China habría representado una competencia enorme.

Al comienzo del decenio de 1990, el predominio del Japón en los mercados de exportación a escala mundial se había visto ya algo afectado por el ascenso de sus vecinos asiáticos más pequeños, incluidas Malasia, Corea, Tailandia y Singapur, pero China representa una competencia totalmente distinta y el ajuste que exige requerirá mucho más tiempo.

Además, aun cuando nunca hubiese tenido una crisis financiera, el Japón se habría visto afectado por una demografía adversa, pues su población está envejeciendo y a la vez disminuyendo. Por último -y no es lo menos importante-, los años de hipercrecimiento del Japón se basaron en una extraordinaria tasa de inversión, pero, como la productividad se debe basar en última instancia en la innovación y no simplemente en más edificios y equipo, era inevitable que los rendimientos de la inversión fallaran en algún momento.

En principio, con un sistema financiero más solvente, la economía del Japón habría tenido más flexibilidad para afrontar esas amenazas a su aumento de la productividad, pero, de un modo o de otro, las astronómicas tasas de crecimiento del Japón habrían disminuido profundamente. Como suele ocurrir, la crisis financiera amplificó otras causas de la contracción económica, en lugar de provocarla directamente.

La Gran Depresión del decenio de 1930 en los Estados Unidos es otro ejemplo apropiado. Una vez más, se ha prestado una gran atención a los altibajos de la política fiscal y monetaria, pero las políticas económicas del New Deal, al ampliar el papel del Estado de un modo con frecuencia caótico e imprevisible, probablemente desempeñaran también un papel dificultando el aumento de la productividad, al menos temporalmente.

Los EEUU de hoy parecen ir evolucionando hacia un Estado de estilo más europeo y amable, con mayores impuestos y posiblemente una mayor reglamentación. Los partidarios del gobierno de los EEUU, podrían sostener con razón que está aplicando remedios aplazados durante mucho tiempo en relación con asuntos como la desigualdad de renta, pero, si los EEUU experimentan un crecimiento lento a lo largo del próximo decenio, ¿se podrá achacar todo a la crisis financiera?

Asimismo, la última crisis de identidad existencial de Europa está creando de nuevo mucha incertidumbre e imprevisibilidad normativa. Si también en Europa hay efectos negativos en el crecimiento a lo largo del próximo decenio, tampoco se podrán achacar todos a la crisis financiera.

A corto plazo, es importante que la política monetaria en los EEUU y Europa luche denodadamente contra la deflación al estilo japonés, que sólo exacerbaría los problemas de la deuda al reducir los ingresos en comparación con las deudas. De hecho, como sostuve al comienzo de la crisis, sería mucho mejor que hubiese dos o tres años de inflación ligeramente elevada, que reduciría todas las deudas, en particular si los sistemas políticos, legales y reglamentarios, por permanecer en cierto modo paralizados, no logran las necesarias amortizaciones.

Al estar dañados los mercados de crédito, puede ser necesaria una aún mayor relajación cuantitativa. En cuanto a la política fiscal, ya está en marcha y necesita un endurecimiento gradual a lo largo de varios años, para que unos niveles de deuda estatal ya preocupantes no se deterioren aún más rápidamente. Quienes creen -a menudo con una convicción casi religiosa- que necesitamos aún más estímulo fiscal keynesiano y deberíamos pasar por alto la deuda estatal, me parecen ser presa del pánico.

Sin embargo, es importante intentar preservar el dinamismo en las economías, europea y de los EEUU mediante medidas que aumenten la productividad: por ejemplo, adoptando una actitud vigilante en la política antimonopolista y aligerando y simplificando los sistemas fiscales.

Para bien o para mal, las tendencias de la productividad resultan muy difíciles de extrapolar, pues dependen de las relaciones, enormemente complejas, entre las fuerzas políticas, económicas y sociales. Los premios Nobel Robert Solow y Paul Krugman plantearon la célebre cuestión de si la proliferación de computadoras y tecnología provocaría una reducción del crecimiento. (Este tema subyace al título del libro clásico de Krugman sobre el decenio de 1990: "La época de las esperanzas reducidas".)

Al final, las autoridades deben recordar que la posibilidad de que los EE.UU y Europa eviten un decenio perdido depende de su capacidad para mantener la vitalidad productiva en sus economías y no simplemente de medidas de estímulo de la demanda a corto plazo.

(Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard. Copyright: Project Syndicate, 2010)

La Gran Depresión en el recuerdo económico (Project Syndicate – 31/8/10)

(Por Jean Pisani-Ferry)

PARÍS – La polémica que ha surgido en los Estados Unidos y Europa entre quienes proponen un mayor estímulo gubernamental y los partidarios de la moderación fiscal da enteramente la impresión de un debate sobre la historia económica. Los dos bandos han vuelto a examinar la Gran Depresión del decenio de 1930 -además, de la historia de las crisis de deuda soberana, que se extiende a lo largo de siglos- en una polémica que tiene poco parecido con las polémicas habituales de política económica.

El bando partidario del estímulo se refiere con frecuencia al perjuicio causado por la moderación fiscal en los Estados Unidos en 1937, cuatro años después de la elección de Franklin Roosevelt como Presidente de los EEUU y el lanzamiento del Nuevo Trato. Según los cálculos del economista Paul van den Noord, el resultado neto del presupuesto de 1937 fue una contracción fiscal que representó tres puntos porcentuales del PIB, lo que no constituyó una cantidad insignificante precisamente. El crecimiento económico se desplomó del 13 por ciento en 1936 al 6 por ciento en 1937 y el PIB se contrajo un 4,5 por ciento en 1938, mientras que el desempleo aumentó del 14 por ciento al 20 por ciento. Aunque la política fiscal no fue la única causa de la doble caída, la inoportuna moderación fiscal contribuyó, desde luego, a ella.

Así, pues, ¿estamos como en 1936 y podría la restricción presupuestaria prevista en muchos países provocar una similar recesión con doble caída?

Está claro que la comparación tiene límites. Para empezar, ha transcurrido mucho menos tiempo desde la crisis financiera, la recesión ha sido mucho menos profunda y la recuperación ha llegado mucho antes. Además, acontecimientos importantes que ocurrieron entre la crisis del mercado de valores de 1929 y la restricción fiscal de 1937 –en particular, el giro de los Estados Unidos hacia el proteccionismo en 1930 y la agitación monetaria de los años posteriores– carecen de equivalente actualmente.

No obstante, el episodio de 1937 sí que parece ilustrar los peligros que entraña intentar consolidar la hacienda pública en un momento en el que el sector privado sigue estando demasiado débil para que la recuperación económica sea autosostenida. (Otro caso con consecuencias similares fue el aumento de la tasa del valor añadido del Japón en 1997, que precipitó un desplome del consumo).

Los halcones fiscales también se basan en argumentos brindados por la Historia. Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff han estudiado siglos de crisis de deuda soberana y nos recuerdan que el mundo desarrollado actual tiene una historia olvidada de quiebra soberana. Un ejemplo particularmente revelador es el período posterior a las guerras napoleónicas de comienzos del siglo XIX, cuando una serie de Estados agotados incumplieron sus obligaciones. El decenio de 1930 es pertinente también a este respecto, en vista de que en él hubo otra serie de quiebras de Estados europeos, entre ellas -y no fue la menor precisamente- la de Alemania.

Lo que la Historia nos dice a este respecto es que las quiebras no son privativas de los países pobres y deficientemente gobernados. Son una amenaza para todos, en particular en épocas de gran movilidad de capital, en las que los gobiernos dependen demasiado de la aparente disposición de prestadores extranjeros para facilitar fondos y, cuando se detienen las entradas de capital, se encuentran en graves aprietos.

Una vez más, las comparaciones tienen límites: resulta particularmente difícil inferir de episodios pasados los límites de la deuda pública. Al fin y al cabo, la deuda pública británica superó el 250 por ciento del PIB en el período posterior a la segunda guerra mundial y Gran Bretaña no quebró, pero una idea importante que brinda la Historia es que es más probable que las políticas fiscales insostenibles provoquen quiebras cuando no se pueden abordar con inflación. Así fue con los regímenes monetarios basados en el oro, como, por ejemplo, el patrón-oro del siglo XIX, y así es en la actualidad en el caso de los países que han renunciado a su autonomía monetaria, como, por ejemplo, los miembros de la zona del euro.

En épocas normales, la Historia es cosa de los historiadores y el debate sobre la política económica se basa en los modelos y los cálculos econométricos, pero las actitudes cambiaron en cuanto estalló la crisis en el período 2007-2008. De hecho, los banqueros centrales y los ministros estaban obsesionados en aquella época con el recuerdo del decenio de 1930 e hicieron conscientemente lo contrario que sus predecesores hace 80 años.

E hicieron bien. En épocas extraordinarias, la Historia es, en realidad, una guía mejor que los modelos calculados con datos correspondientes a épocas corrientes, porque capta variaciones que las técnicas de series temporales habituales pasan por alto. Si queremos saber cómo abordar una crisis bancaria, el riesgo de una depresión o la amenaza de una quiebra, es natural que examinemos las épocas en que esos peligros existían, en lugar de basarnos en modelos que pasan por alto semejantes peligros o los tratan como si fueran nubes lejanas. En épocas de crisis, las mejores guías son la teoría, que capta la esencia de un problema, y las enseñanzas que se desprenden de la experiencia pasada. Todo lo que queda entre medias es prácticamente inútil.

Sin embargo, el peligro de basarse en la Historia es el de que no tenemos una metodología para dilucidar qué comparaciones son pertinentes. Resulta fácil considerar pruebas las analogías ligeras y se puede recurrir a una gran diversidad de experiencias para apoyar una opinión particular. Así, pues, las autoridades (cuyo conocimiento de la historia económica suele ser limitado) corren el riesgo de perderse entre referencias históricas contradictorias.

La Historia puede ser una brújula esencial cuando la experiencia pasada brinda rumbos inequívocos, pero un recurso indisciplinado a la Historia podría llegar a ser una forma confusa de expresar opiniones. La gestión de los asuntos públicos por analogía puede propiciar fácilmente una gestión confusa.

(Jean Pisani-Ferry es director de Bruegel, centro de estudios europeo. Copyright: Project Syndicate, 2010)

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