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La -solución final- al problema de la deuda (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

"Se prevé que el déficit presupuestario del gobierno federal de Estados Unidos crezca alrededor de 14% a US$1,48 billones (millones de millones) en el actual año fiscal, un aumento que en mayor medida se origina en la extensión de recortes tributarios promulgada el año pasado, indicó el miércoles la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO)"… El déficit presupuestario de EEUU llegaría a US$ 1,48 billones (The Wall Street Journal – 26/1/11)

"La Reserva Federal cambia sus cuentas para esconder las pérdidas derivadas de la compra de activos bancarios y bonos públicos. Pagará el contribuyente"… La FED oculta las pérdidas derivadas de la compra de activos "tóxicos" (Libertad Digital – 26/1/11)

Escondido en su informe semanal, la Reserva Federal (FED) anunció el pasado 6 de enero (2011) un cambio contable que le permitirá esconder las pérdidas producidas por la masiva compra de activos llevada a cabo desde el principio de la crisis. Este hecho pasó desapercibido inicialmente hasta que diferentes inversores se percataron de la importancia real de esta modificación, reflejada en las cuentas de las delegaciones locales de la Reserva Federal.

Lo realmente indicativo de este cambio es la admisión implícita de la Reserva Federal tanto de las pérdidas que va a sufrir por la compra masiva de activos bancarios y bonos gubernamentales (deuda pública) como de la próxima subida de los tipos de interés, que ya están en senda ascendente. El resultado final no será otro que una fuerte subida de precios.

La Reserva Federal compró, tras el crash de 2008, una buena parte de los activos hipotecarios "tóxicos" de los bancos, y monetizó deuda del Gobierno a través del conocido Quantitative Easing 1 (QE1), que movilizó cerca de 1 billón de dólares. Más tarde, ampliaría dicha monetización de bonos mediante el QE Lite y el QE2.

Muchos analistas han alertado abiertamente sobre la posibilidad real de que la Reserva Federal pueda entrar en bancarrota debido, precisamente, a esta estrategia de compras y las pérdidas asociadas a estos activos ante una futura subida de los tipos de interés.

Aunque un banco central no puede, en teoría, ir a la bancarrota (a menos que tenga deudas impagables en moneda extranjera, que no es la situación de la FED), la Reserva Federal debe mantener por ley una cierta capitalización, y, en el caso de sufrir pérdidas sustanciales, tendría que solicitar autorización al Gobierno para poder recapitalizarse "imprimiendo" más dinero.

Sin embargo, para ahorrarse el coste de las negociaciones políticas, y aprovechando la autonomía contable de la que sí goza, el presidente de la FED, Ben Bernanke, a través de una gran pirueta contable, va a imputar dichas pérdidas -que debería asumir la entidad- al Gobierno federal y, por tanto, al contribuyente estadounidense.

Los bancos centrales modernos devuelven todos sus beneficios a su respectivo gobierno nacional. En concreto, en el sistema de la Reserva Federal, las diferentes sedes locales llevan a cabo las operaciones de mercado, especialmente la delegación de Nueva York, y semanalmente pagan al Gobierno los beneficios obtenidos por los activos, tras descontar gastos de operación y un 6% en dividendos.

A partir de ahora, sin embargo, las pérdidas, en vez de traducirse en la correspondiente reducción del capital de la Reserva Federal, pasarán a ser contabilizadas como pasivo negativo del Gobierno. Es decir, las pérdidas se descontarán de los beneficios que normalmente devuelve la FED al Tesoro Público, pudiendo llegar incluso a no pagar nada hasta que vuelva a tener las cuentas en orden. Así, tal y como indicó el propio Bernanke:

En un escenario donde los tipos de interés a corto plazo se elevan de manera significativa es posible que haya un periodo durante el cual no enviemos nada al Tesoro durante un par de años. Eso sería en mi opinión en el peor de los casos.

Como resultado, para compensar esta pérdida de ingresos el Gobierno federal de EEUU tendrá que emitir más deuda pública que, a su vez, será en su mayoría nuevamente monetizada por parte de la Reserva Federal. La cuestión clave es que, al final, las pérdidas de un banco central siempre acaban traduciéndose en inflación, lo cual pondrá una mayor presión sobre los precios, dejando así al presidente de la FED entre la espada y la pared.

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Operación salida

La actuación tradicional de un banco central sería vender activos para retirar dinero del mercado, pero la venta de cualquiera de los activos que posee pondría a su vez presión ascendente sobre los tipos, creando más pérdidas a la FED y, por tanto, futura inflación. De hecho, Bernanke tiene previsto seguir comprando bonos gubernamentales mediante los mencionados QE Lite y QE2, y ha dejado abierta la posibilidad de seguir con otra "ronda cuantitativa" a su término.

La opción que va a elegir la Reserva Federal será aumentar el interés en las reservas excesivas de los bancos comerciales. Actualmente, ese interés es del 0,25%, una tasa que aplicada al billón de dólares en reservas que poseen los bancos comerciales implica que Bernanke está pagando cerca de 2.500 millones de dólares al año. Un número aún muy manejable, sobre todo, si se tiene en cuenta que los activos del banco central generan actualmente unos 65.000 millones al año.

El problema es que cuando los tipos suban y arrastren con ellos a la Federal Fund Rate (el equivalente al interbancario europeo) el interés que ahora se aplica sobre las reservas excesivas deberá también subir para evitar la salida en masa de todo ese dinero, lo cual doblaría la masa monetaria (M1). Una subida que, obviamente, multiplicaría las pérdidas del banco central.

Así pues, queda claro que pagar intereses sobre las reservas excesivas no resuelve el problema del exceso de liquidez, tan sólo lo retrasa al precio de agrandarlo en el futuro. Aún así, dada la situación, es la única opción viable que parece quedarle a Bernanke para tratar de controlar la abundante liquidez que ha inyectado en el mercado crediticio estadounidense.

Primeros "efectos colaterales" (?) de la inflación exportada (made in USA)

"En muchos países en desarrollo, la inflación ya está a punto de superar las metas de los bancos centrales. Indonesia y Turquía, por ejemplo, corren el riesgo de quedarse rezagadas en su batalla contra la inflación (si es que no la han perdido ya), lo cual podría traducirse en aumentos de tasas más agresivos más adelante. Esto perjudicaría especialmente a los tenedores de bonos, ya que el valor de sus retornos sería erosionado por la inflación. "Actualmente vemos el sobrecalentamiento dentro del complejo de los mercados emergentes como el mayor peligro que amenaza a la economía global", apuntó el viernes Michael Shaoul, de la firma Oscar Gruss & Son, en un informe"… La inflación pone en peligro el auge de los mercados emergentes (The Wall Street Journal – 30/1/11)

Muchos de los problemas han sido causados por bancos centrales que, en su empeño por contener la avalancha de capital extranjero que ha disparado la cotización de sus monedas, optaron por no subir las tasas de interés.

Algunos gobiernos se han visto forzados a intervenir para evitar la apreciación de sus monedas; una divisa más fuerte puede sofocar las presiones inflacionarias, pero encarece las exportaciones. También están exigiendo que los bancos tengan mayores reservas e imponiendo o incrementando las multas sobre algunas inversiones de extranjeros.

Sin embargo, Ilan Goldfajn, economista jefe de Itaú BBA en São Paulo, asegura que no está claro si estas medidas surtirán efecto. El resultado, indica, "es el riesgo adicional de exacerbar un fenómeno de auge y caída… y al fin de cuentas hay que implementar medidas más severas".

Mientras en los países ricos las tasas de interés continúan en niveles de casi cero, los inversionistas compraron bonos más rentables en mercados como Indonesia, India y Brasil. Según la teoría, a medida que estas economías fueran creciendo, las autoridades monetarias subirían las tasas de interés, lo que atraería a aún más inversionistas, apreciando sus monedas y proporcionándole un empujón adicional a los retornos. Sin embargo, la realidad ha sido otra.

Un caso ilustrativo es el de Indonesia, que cuenta con uno de los mayores mercados de bonos en moneda local de Asia.

Indonesia nunca cayó en recesión durante la crisis financiera global pero recortó las tasas como medida preventiva. Desde entonces, el gobierno no ha subido los intereses pese a que la economía crece a un ritmo de 6% y la inflación casi llegó a 7% en diciembre, superando con creces la meta del banco central.

El año pasado, Indonesia era una niña mimada de los mercados. Desde principios de 2010, inversionistas extranjeros dedicaron US$ 9.400 millones a bonos soberanos y ahora tienen 30% de la deuda soberana en circulación, comparado con 15% en marzo.

Ahora, los temores inflacionarios han causado dañinas liquidaciones. Los inversionistas extranjeros vendieron US$ 1.300 millones en bonos indonesios entre el 7 y 26 de enero, según el gobierno. En general, los bonos en divisa local han perdido cerca de 5% de su valor en apenas un mes, según Barclays Capital. "Indonesia ofrece el precedente más preocupante para los demás países cuyos bancos centrales puedan quedarse rezagados", en su combate contra la inflación, dijo Michael Gavin, director de estrategia de mercados emergentes de Barclays.

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La Fed "a por todas", de guardián del dinero, a mayor prestamista del gobierno US

"Ni el Gobierno chino, ni el japonés. El mayor tenedor de deuda pública estadounidense ya no es ninguna de las economías emergentes sino la Reserva Federal de Estados Unidos. Una primera posición que para muchas voces no es suficiente y ya presionan para que la institución que preside Ben Bernanke continúe invirtiendo en los títulos de su propio país"… La Fed ya es el mayor tenedor de deuda de EEUU (Cinco Días – 2/2/11)

La actual crisis económica ha pasado por varias fases. Una de ellas es la de las tensiones en la deuda pública. El foco ha estado principalmente puesto en los denominados países periféricos, más concretamente Portugal, Irlanda, Grecia y España. Unos países que veían como los intereses disparaban el coste de financiarse en los mercados. Una crisis que tampoco es ajena, aunque en diferente nivel, para la primera potencia del mundo: EEUU.

En los últimos años China (con 896.000 millones de dólares) y Japón (con 877.000 millones) lideraban la clasificación de tenedores de deuda pública del país norteamericano. Hoy esto ya no es así. Actualmente es la Reserva Federal la cabeza visible de este ranking, con un montante en su cartera de 1.100.000 millones de dólares, según revelan el diario Financial Times. Una cifra que podría elevarse a los 1,6 billones para el próximo mes de junio (2010).

Esta política de compra masiva de deuda propia está siendo alentada por diversos analistas y expertos. El presidente de Fed de Kansas, Thomas Hoening, es uno de ellos y según él se podría renegociar una ampliación de la compra de deuda pública en caso de que los indicios de una sólida recuperación económica no se materialicen. En unas declaraciones realizadas ayer, Hoening aseguró que se están dando las condiciones para pensar en una posible subida de los tipos de interés y en una normalización de la política monetaria.

Repartiendo inflación por todo el mundo

"La inflación crece en medio mundo, sobre todo en alimentos y materias primas. Algunos gobiernos empiezan a limitar por ley los precios"… La inflación de materias primas revive la amenaza del "control de precios" (Libertad Digital – 8/2/11)

Las protestas y revoluciones en todo el mundo están en las portadas de todos los medios de comunicación. El norte de África, Asia… y la preocupación latente de que pueda extenderse a más países. Incluso Grecia tuvo un amago que al final el Gobierno controló a duras penas.

Esta serie de revoluciones no debería pillar por sorpresa a nadie y no es coincidencia que suceda justo cuando el precio de la comida está empezando a dispararse, siendo los países más pobres y los emergentes los que, de momento, más lo están notando. En India, incluso, crearon un "hit del verano" contra la subida de precios. Si se atiende a la historia encontraremos pocas o ninguna revolución que sucediera en un periodo donde la gente tenía el estómago lleno y ciertas expectativas de futuro (incluso si eran falsas). La gente cambia radicalmente con el estómago vacío.

Y tampoco debería extrañar a nadie que una de las medidas que han empezado a tomar los gobiernos de medio mundo sea el control los precios, especialmente en la comida y el resto de materias primas. Los políticos saben por experiencia que los precios cambian elecciones. Hasta el partido único en China está en alerta por las revueltas sociales que pudiera causar este fenómeno.

Pero los controles de precios, que ya se están empezando a implementar, traerán consecuencias aún peores. Es curioso, ya que este tipo de medidas intervencionistas es una de las escasas áreas donde todas las teorías económicas están de acuerdo. Probablemente, porque la historia es clara: nunca funcionan.

Aún así, los políticos siguen agarrándose a los controles de precios como acto desesperado para mantenerse en el poder, algunas veces incluso con el apoyo de una parte de los ciudadanos, que acabarán sufriendo las consecuencias.

Así, por ejemplo, vemos cómo China ya ha empezado a imponer control de precios en la comida, enviando a la cárcel a aquellos comerciantes que se negaban a obedecer; el Gobierno de India, un país con una larga historia en este tipo de intervenciones, ha recrudecido sus esfuerzos para que se obedezcan las leyes, en un momento en el que los precios de la comida han llegado a subir cerca de un 20% en un año; Rusia también ha impuesto controles de precios, a la vez que ha prohibido la exportación de ciertos productos agrícolas. El IPC ruso se acerca al 10%, de nuevo con la comida y la energía de protagonistas; varios países africanos y sudamericanos también han prohibido recientemente la exportación de ciertas materias primas…

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El denominador común en todos estos casos consiste en culpabilizar a los "especuladores" del alza de precios, al tiempo que los políticos alegan que esos "controles" ayudarán a los más necesitados. Sin embargo, los gobiernos nunca explican claramente la razón de estas subidas de precios.

En Occidente todo esto podría sonar a problemas típicos de los países no desarrollados, pero los últimos datos de inflación darán que pensar a más de uno. Así, en España, el IPC oficial que elabora el Gobierno subió un 3,3% interanual el pasado enero, siendo la comida y la energía los productos que más contribuyeron de largo a este incremento.

Parece que se repite la historia: el ex presidente Roosevelt impuso drásticos controles de precios en EEUU durante la Gran Depresión de los años 30; la siguiente gran crisis internacional tuvo lugar con la estanflación de los años 70 -cuarenta años más tarde-, y el entonces presidente Nixon también aplicó control de precios en EEUU; la presente crisis, conocida como la Gran Recesión, también llega puntualmente 40 después. ¿Será esta vez diferente?

Dados los ejemplos históricos, no es descabellado pensar que los políticos vuelvan a probar. De hecho, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ya ha propuesto estudiar medidas similares en el seno del G-20. Mientras, en EEUU se acaba de aprobar una ley que obliga a los participantes de los mercados de futuros de las materias primas a tener que solicitar un permiso al Gobierno federal si superan los 300 contratos al mes.

Los controles de precios no funcionan

Por desgracia, este ciclo de intervención monetaria-inflación-control de precios se repite una y otra vez. Durante este proceso, una buena parte de la población se cree las promesas políticas y apoya la intervención de los gobiernos para, al poco tiempo, arrepentirse tras observar las consecuencias reales de tales medidas. Entender por qué los controles de precios no funcionan es bastante sencillo, gracias a la fundamental ley de la oferta y la demanda.

El mercado, el conjunto de intercambios voluntarios, coordina la producción a través del sistema de precios. Esta coordinación se produce porque los artículos más demandados ven cómo su precio sube, y todo lo contrario para los menos demandados.

Un precio más alto sirve de incentivo a los productores para producir más y, en cambio, un precio más bajo les incentiva a producir menos y dedicar recursos a otra producción más demandada por la gente. De esta manera, los precios logran coordinar los gustos y necesidades de la gente (demanda) con la capacidad de producción (oferta) existente en cada momento. Ésta es la razón por la que el supermercado de al lado de su casa está siempre abastecido con los productos que nos gusta comprar.

El problema viene cuando estos precios se distorsionan mediante controles gubernamentales. Cuando se mantienen artificialmente bajos, los productores dejan de recibir la señal, el aumento de precio, que marca la demanda de la gente por ese producto y no reaccionan aumentando la producción para satisfacer esa demanda. Por su parte, el precio más bajo anima a realizar un mayor consumo.

Menos producción y más consumo tan sólo acaba produciendo mayor escasez y, en última instancia, desabastecimiento. En casos extremos, este tipo de controles hace que los productores dejen de fabricar o vender su producto, ya que su venta a un precio inferior al real (al del mercado) le supone entrar en pérdidas, tal y como sucedió en el caso de los granjeros estadounidenses.

Actualmente, las futuras subidas de precios parecen inevitables. A pesar de sus promesas, los bancos centrales del mundo todavía no han dado marcha atrás a sus programas excepcionales de inyección monetaria al sistema bancario, al tiempo que siguen monetizando deuda pública.

La desinflación sufrida desde 2008 ha podido dar la impresión de que todos estos rescates salían gratis. Sin embargo, toda acción tiene su consecuencia, y ahora parece que llega el momento de pagar la factura: precios más altos, principalmente en los bienes de primera necesidad. Ahora, el gran riesgo radica en que los gobiernos opten, sobre todo en medio de un ambiente de protestas sociales, por aplicar parches para controlar unos precios en auge en lugar de combatir la raíz del problema.

La historia demuestra que los controles de precios siempre han fallado. De hecho, garantizan empeorar la situación y alargar la crisis, perjudicando a todo el mundo, sobre todo a los más desfavorecidos. Así pues, antes esta situación, la pregunta clave a responder es la siguiente: ¿hemos aprendido la lección? La respuesta, en breve.

El CE2: también la Unión europea se encamina hacia la monetización de la deuda

"Los ministros de Economía de la UE pactaron una dotación de 500.000 millones de euros para el fondo de rescate permanente para los países de la eurozona con problemas de deuda que comenzará a funcionar a mediados de 2013, según ha anunciado el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker"… La UE acuerda ampliar el fondo de rescate permanente con una dotación de 500.000 millones (Negocios.com – 15/2/11)

"Nos hemos puesto de acuerdo sobre el volumen de la capacidad de préstamos del mecanismo europeo de estabilidad, sobre un montante de 500.000 millones de euros", ha explicado Juncker. Esta dotación se revisará cada dos años. Además, a esta cantidad se añadirá la aportación del Fondo Monetario Internacional (FMI), probablemente 250.000 millones, así como las contribuciones voluntarias de los Estados que no pertenecen a la eurozona, según ha explicado el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.

El actual fondo, que expira en 2013, está dotado con 750.000 millones de euros, incluyendo la aportación de 250.000 millones del FMI.

Bernanke se defiende ante el G-20: la inflación y la burbujas son vuestras, no mías

"El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, entregó el viernes su respuesta más dura hasta la fecha a las críticas extranjeras que señalan que las políticas de dinero fácil del banco central estadounidense están alimentando la inflación y burbujas de activos en el mundo, en momentos en que los líderes de finanzas del Grupo de los 20 se reúnen en París"… Bernanke defiende la política de tasas bajas de EEUU (The Wall Street Journal – 18/2/11)

Al resto del mundo le interesa la recuperación estadounidense que las políticas del país están alentando, sostuvo Bernanke en comentarios preparados con anterioridad para ser presentados en una conferencia de bancos centrales en París.

El titular de la Fed añadió que los encargados de la política monetaria en el extranjero tienen muchas herramientas por sí mismos para combatir la inflación y burbujas de activos, entre las que se incluyen el permitir que sus tipos de cambio se ajusten al alza para evitar un sobrecalentamiento.

El funcionario afirmó, además, que la creciente expansión de las economías en desarrollo, impulsada en parte por sus propias políticas económicas, está causando problemas para Estados Unidos.

"Los efectos indirectos pueden avanzar en ambos sentidos", dijo. "El resurgimiento de la demanda en los mercados emergentes ha contribuido significativamente a la pronunciada alza reciente de los precios internacionales de los bienes básicos", agregó.

Los líderes del G20 se reunieron por última vez en Corea del Sur a comienzos de noviembre (2010), pocos días después de que la Fed anunciara su plan para comprar US$ 600.000 millones en bonos del Tesoro, un programa conocido como flexibilización cuantitativa que busca mantener bajas las tasas de largo plazo y llevar a los inversionistas a comprar activos de mayor riesgo y estimular el crecimiento. Los funcionarios de la Fed fueron criticados en la reunión de Corea por alimentar la inflación e intentar hacer bajar al dólar.

En una serie de declaraciones desde noviembre, Bernanke ha rechazado estas críticas. Una de las bases de las críticas apunta a que las políticas de dinero fácil de la Fed están impulsando el ingreso de capitales especulativos hacia los mercados en desarrollo. Bernanke sostuvo que el dinero llega a estos mercados debido a que esas economías están creciendo demasiado rápido. "Los últimos datos sugieren que los flujos acumulados hacia mercados emergentes no están fuera de línea con las tendencias de más largo plazo", afirmó.

Bernanke sostuvo que las economías en desarrollo de rápido crecimiento podrían utilizar "ajustes en el tipo de cambio, medidas monetarias y fiscales, y medidas macroprudenciales" para enfriar sus propios sobrecalentamientos económicos.

Los comentarios sobre los tipos de cambio parecían estar dirigidos a China, aunque Bernanke no mencionó al país asiático en sus declaraciones. En su lugar, el titular de la Fed afirmó que los países con grandes desequilibrios comerciales deben "permitir que sus tipos de cambio reflejen mejor los indicadores fundamentales del mercado y aumenten sus esfuerzos por substituir la demanda local por exportaciones".

El comentario de Bernanke sobre las medidas macroprudenciales hace referencia a los esfuerzos por fortalecer la regulación financiera global.

Estados Unidos, por su parte, necesita colocar su propia política fiscal en un rumbo más sostenible, indicó, en referencia a la necesidad de reducir el déficit presupuestario federal en el largo plazo.

Bernanke pareció también hacer una advertencia indirecta a China. Estados Unidos y Francia, señaló, ayudaron a provocar la Gran Depresión en las décadas de los veinte y los treinta al mantener sus propias monedas subvaloradas por demasiado tiempo. El dólar y el franco, en niveles subvalorados, provocaron grandes ingresos de capital a estos países y terminaron por desestabilizar el sistema financiero mundial, dijo Bernanke.

Bernanke dedicó gran parte de sus comentarios a un tema que ha estado explorando desde 2005: la gran acumulación de ahorros en el mundo en desarrollo y entre los países productores de petróleo, lo que, a su vez, generó una inundación de capital en Estados Unidos antes de la crisis financiera.

"La crisis financiera global está retrocediendo, pero los flujos de capital una vez más están presentando ciertos desafíos considerables para la estabilidad macroeconómica y financiera internacional", indicó. "El mantenimiento de divisas subvaloradas por parte de algunos países ha contribuido a un patrón de gasto global que es desequilibrado e insostenible", puntualizó.

El deschave (I): objeciones a la monetización de Bernanke (así, se entiende todo)

– ¿Quién crea los desequilibrios, Bernanke? (Libertad Digital – 18/2/11)

(Por Juan Ramón Rallo)

¿Qué más le da a Bernanke que el crédito de EEUU se vaya a China y vuelva desde allí a EEUU a que, en cambio, se quede dentro del país sin pasar por el gigante asiático? Pues parece que sí le da, porque Bernanke lo que quiere es envilecer el dólar.

(Por Juan Ramón Rallo)

Se queja Helicóptero Ben Bernanke de que el dinero chino sigue entrando en grandes cantidades a Estados Unidos, motivo que le hace temer que los desequilibrios internacionales sigan acumulándose y terminen explotando en forma de nueva crisis. En opinión del presidente de la Fed, el déficit exterior de EEUU va de la mano del superávit exterior chino, de modo que para "enfriar" los flujos de capital desde Asia a Norteamérica habría que dejar que el mercado revaluara el yuan (restando competitividad a los chinos y minorando su superávit).

El simplismo de Bernanke es sin duda pavoroso, casi tanto como que semejante cabeza esté dirigiendo la Reserva Federal y el futuro del dólar. Como ya expliqué en otras ocasiones, los dólares que consigue China y que reinvierte en Estados Unidos no proceden de otro sitio que de la expansión crediticia que de continuo implementa el sistema bancario yanqui asistido por la Reserva Federal. Cuando los bancos generan mucho crédito, parte del mismo se filtra al extranjero -a China- para, finalmente, acabar regresando a Estados Unidos en forma de inversión extranjera.

Por supuesto, si China dejara flotar su divisa, el yuan se encarecería y una parte del crédito estadounidense que ahora se dirige a importar mercancías, se quedaría dentro del país. Pero, ¿cuál sería en tal caso la diferencia para Bernanke? ¿Qué más le da que el crédito de EEUU se vaya a China y vuelva desde allí a EEUU a que, en cambio, se quede dentro del país sin pasar por el gigante asiático? Pues parece que sí le da, porque Bernanke lo quiere es envilecer el dólar -generar inflación- y mientras los estadounidenses puedan comprar a precios fijos o decrecientes las importaciones chinas, esa inflación interna se diluye enormemente o se concentra en ciertos productos muy escasos que -como las materias primas- ni siquiera China puede fabricar a corto plazo en grandes cantidades.

Lo que teme Bernanke, pues, no es que se genere otra burbuja con el crédito artificial que él está estimulando a crear, sino que sea incapaz de provocar una intensa inflación para así diluir el valor real de las deudas y estafar a los acreedores estadounidenses (internos y externos). He ahí expuesta en toda su miseria la preocupación por el déficit exterior, el (falso) ahorro asiático y los desequilibrios internacionales.

¿Se han vuelto todos locos? ¿Harán un concurso a ver qué BC "mea más lejos"?

"El Banco de Japón soportó durante años las acusaciones de que fue intransigente a la hora de responder a la postración en que cayó la economía del país. Ahora está contraatacando. Masaaki Shirakawa, el estudioso y delgado gobernador del banco central, está en plena campaña para defender una postura que podría sorprender a sus detractores: el Banco de Japón es un incomprendido pionero de políticas monetarias innovadoras para combatir la deflación, tales como las tasas de interés a casi 0% y la compra de valores gubernamentales, a las que ahora han recurrido los bancos centrales de las economías desarrolladas de Occidente. El banco central japonés, asimismo, sigue a la vanguardia en su empeño por despertar lo que el economista británico John Maynard Keynes denominó los 'espíritus animales' del empresariado del país"… Japón contraataca y dice ser un pionero de la política monetaria (The Wall Street Journal – 28/2/11)

En una aparente paradoja, Shirakawa también plantea que estas políticas no siempre dan resultado y ahora se concentra en tratar de redefinir la forma en que los economistas entienden la deflación, una debilitante caída en los precios al consumidor. Argumenta que las manos del Banco de Japón están atadas porque la caída en el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas está tan relacionada con el declive de la población del país, un factor que la entidad no controla, como con la oferta de dinero, sobre la que sí puede actuar.

"Siento una gran frustración ante las críticas simplonas", dijo Shirakawa en una larga entrevista con The Wall Street Journal en una sala de reuniones cerca de su oficina. Consultado al respecto, se niega a mencionar un error en particular que el banco pueda haber cometido durante los 15 años que ha pasado combatiendo la deflación. En su lugar, apunta con ironía a los críticos occidentales que culpan al banco central del prolongado letargo de Japón, pero que no advirtieron que se estaba gestando una gigantesca burbuja inmobiliaria en Estados Unidos.

"El Banco de Japón ha sido un solitario precursor que ha implementado nuevas e innovadoras medidas a gran escala", aseveró el economista de 61 años, que se toma su tiempo para buscar las palabras precisas y las calificaciones adecuadas para matizar sus comentarios. "Cuando anunciamos esas medidas, no llamaron mucho la atención o fueron consideradas extrañas. Pero, con la perspectiva del tiempo, el denominado relajamiento cuantitativo adoptado por la Reserva Federal es esencialmente lo mismo que hicimos a comienzos de la década pasada", explicó.

Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (Fed), fue uno de los economistas occidentales que criticaron sin contemplaciones a los japoneses, a los que acusaron de ser demasiado tímidos, cuando era profesor en la Universidad de Princeton. Posteriormente, ha indicado en privado sus remordimientos por el tono empleado en algunos de sus comentarios.

Shirakawa, un economista de bajo perfil que estudió en la Universidad de Chicago en los años 70, es ahora el que levanta el dedo acusador. En reuniones a puertas cerradas a las que asisten los presidentes de los bancos centrales cada dos meses, en Basilea, Suiza, Shirakawa ha estado realizando miniconferencias ante sus colegas.

En una reunión en septiembre, cuando la Fed se preparaba para lanzar su plan de compra de bonos para reactivar la economía, Shirakawa sonó la voz de alerta sobre las limitaciones de estas políticas no convencionales, basándose en la experiencia japonesa.

No sólo eso. En una serie de discursos cuidadosamente preparados ha tratado de exponer sus argumentos ante un público más amplio. Uno de ellos, pronunciado el año pasado, contenía 34 notas a pie de página, 23 páginas de gráficos y 33 referencias académicas.

El mensaje de Shirakawa, en esencia, es que lejos de estar dormido el Banco de Japón ayudó durante las dos últimas décadas a impedir que la economía cayera en una depresión como la que Occidente sufrió en los años 30.

Agrega que el organismo no ha sido suficientemente reconocido por llevar adelante medidas experimentales pequeñas pero significativas que, en su opinión, podrían impulsar una mayor toma de riesgos y cambios en la actitud del gobierno, las empresas y los bancos japoneses. Aludiendo a una metáfora científica, afirma que está tratando de revertir "el decaimiento en el metabolismo económico" de Japón, una tarea que el banco central ha asumido porque nadie más parece tener la disposición o la capacidad de hacerlo.

Shirakawa se está transformando en una inesperada voz de liderazgo, tanto en el país como en el extranjero. Ello se debe, en parte, a que pese a las intensas críticas, ha sido el articulador de políticas más estable en un gobierno debilitado.

El Banco de Japón se transformó en un laboratorio de políticas heterodoxas pero, en última instancia, ineficaces. Ha comprado bonos del gobierno japonés, valores respaldados por activos, deuda de empresas e, incluso, acciones. Las compras inyectaron dinero al sistema financiero y tenían el objetivo de estimular la toma de riesgos por parte de los bancos y los inversionistas, explica Shirakawa. Pero no consiguieron reanimar la economía ni terminar con la deflación.

Shirakawa dice que la experiencia japonesa muestra que no se puede superar la deflación inundando la economía de efectivo. "Los hechos han invalidado esa propuesta", indica.

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El deschave (II): objeciones a la monetización de Bernanke (así, se entiende todo)

– Bernanke nos exporta su inflación (Libertad Digital – 4/3/11)

(Por Juan Ramón Rallo)

Frenar la caída ha significado frenar el reajuste, de modo que hemos terminado estrellándonos contra el mismo cuello de botella que ya estranguló el crecimiento mundial en 2008.

Los hay que han visto en la advertencia de Trichet de que tal vez subirá los tipos de interés en abril un soberano despropósito. "La economía española renqueante y Trichet encareciéndonos el coste de la deuda; ¿por qué no aprenderá de su cuate, el inflacionista Bernanke?". Aseguran que ante una inflación de costes como la que vivimos -los precios suben porque el petróleo y otras materias primas se encarecen-, aumentar los tipos de interés no servirá de nada. Al cabo, restringir el acceso al endeudamiento encareciéndolo sólo sería de utilidad si la inflación fuera consecuencia de que ese endeudamiento creciera (recalentando entonces la demanda), pero hoy nadie está obteniendo nuevos créditos a pesar de estar los tipos de interés al 1%, ¿a qué viene subirlos aun más?

Reconozco que, como en 2008, Trichet tiene poco margen de maniobra combatiendo una inflación que, en gran medida, le viene de fuera. Si acaso, el único freno al encarecimiento del petróleo vendrá vía revalorización del euro frente al dólar: si este se aprecia aun más, el barril nos costará menos. Algo que, sin embargo, puede convertirse en una alegría pasajera si los mayores tipos de interés abocan al impago a países como España y Portugal y, por tanto, la cotización del euro se hunde.

Podría parecer entonces que los monetaristas-inflacionistas están en lo cierto y que Trichet está combatiendo moscas a cañonazos. El problema es que Trichet, dentro de sus parcas posibilidades, está apuntando hacia la dirección adecuada: la subida de tipos de interés. Quien está obrando de mala manera y está conduciendo a la economía mundial a una situación límite no es Trichet, sino Bernanke. Suya, y de su política monetaria extraordinariamente expansiva, es la responsabilidad de que las materias primas estén subiendo y de que, por tanto, se esté extendiendo una inflación a escala internacional.

El proceso es el siguiente: al bajar los tipos de interés y monetizar casi todo aquello que fuera monetizable, Bernanke no sólo ha permitido financiar el derrochador y billonario déficit de Obama, sino que además ha permitido, por un lado, que la economía de Estados Unidos no se reconvirtiera en la dirección de ahorrar o producir más materias primas y, por otro, que China y el resto de países que le venden mercancías sigan hiperdesarrollándose a costa del endeudamiento de los estadounidenses (que no otra cosa significa que Estados Unidos mantenga un déficit exterior merced a las laxas facilidades internas de endeudamiento).

Desde la crisis de 2008, el dogma monetarista ha consistido en afirmar que, a diferencia de lo que sosteníamos los austriacos, las economías mundiales no necesitaban reajustarse a gran escala. Todo se trataba de un problema de expectativas que habían llevado a los agentes a atesorar masivamente dinero y a que las economías operaran por debajo de su potencial. La respuesta, pues, debía ser incrementar la cantidad de dinero por parte de los bancos centrales para que la gente siguiera gastando como antes, permitiendo una rápida recolocación de los recursos ociosos.

Mas hete aquí que cuando lo han hecho, la economía mundial efectivamente se ha estabilizado y ha comenzado a remontar el vuelo, pero… se ha topado de bruces con la realidad de unas estructuras productivas que para funcionar necesitan consumir más materias primas de las que ahora estamos capacitados para producir. Es decir, hemos vuelto a mediados de 2008, antes del estallido de la crisis, pero con un volumen de deuda pública infinitamente mayor.

Cualquier persona que sostenga la disparatada teoría de que el problema que padecemos es esencialmente monetario y no real, debería plantearse estas tres simples preguntas:

1. ¿Alguien creía que podíamos recuperarnos manteniendo casi intacta la estructura productiva de 2007-comienzos de 2008 sin que el precio de las materias primas se disparara?

2. ¿Alguien cree que esa estructura productiva de 2007 es viable con los elevadísimos precios actuales de las materias primas?

3. Si ambas respuestas son negativas, entonces ¿no estamos ante una crisis real que hay que corregir por el lado de la oferta? ¿A qué viene cebar sin ton ni son la demanda como si el problema estuviera ahí?

En definitiva, la respuesta monetarista ha sido una calamidad. Frenar la caída ha significado frenar el reajuste, de modo que hemos terminado estrellándonos contra el mismo cuello de botella que ya estranguló el crecimiento mundial en 2008. Bernanke jamás debería haber acomodado tanto como lo hizo las necesidades de unos deudores que o debían reducir su consumo de materias primas o incrementar su producción de las mismas, y que gracias a la expansión crediticia del Helicóptero Ben han podido no hacer ni lo uno ni lo otro.

Nuestras iras deberían dirigirse, pues, no contra Trichet, quien tímidamente está haciendo lo correcto, sino contra Bernanke y los monetaristas, quienes desde un comienzo no comprendieron de qué iba esta película y, tras el fracaso de los planes de estímulo keynesiano que ellos mismos ayudaron a sufragar, tomaron el relevo a la hora de estrecharnos, aún más, la soga alrededor del cuello.

La inflación reaparece en los Estados Unidos (más allá de la "subyacente")

"La inflación, que alguna vez se pensó que estaba muerta, aún tiene pulso. Aunque es improbable que el aumento de los precios se vuelva desenfrenado, los consumidores están incrementando sus expectativas de inflación, y más empresas están subiendo sus precios de venta para recuperar los costos de los insumos"… La inflación regresa lentamente al panorama de EEUU (The Wall Street Journal – 20/3/11)

Las señales de vida de la inflación se producen en momentos en que la Reserva Federal debe analizar los efectos potenciales de la tragedia en Japón y la agitación en el Medio Oriente.

Los datos de precios al consumidor publicados el 17/3/11 mostraron que la inflación se encuentra dentro de la meta preferencial de la Fed en torno al 2%. Los precios totales, impulsados por las alzas en los alimentos y la energía, aumentaron un 2,1% en los 12 meses hasta febrero, mientras que la inflación básica, que excluye los alimentos y combustibles, subió sólo un 1,1%, lectura inferior a la meta preferida de la Fed del 2%.

Aún así, los mayores costos de los bienes básicos están comenzando a afectar al panorama.

Por ejemplo, las expectativas de inflación para el próximo año, según el sondeo de Thomson Reuters/University de Michigan, comenzaron a aumentar cuando la gasolina se dirigió hacia los US$ 3 el galón y más. Los consumidores ahora creen que la tasa de inflación podría superar el 4% dentro de un año.

Los aumentos de precios ya se han extendido más allá de la gasolina y los alimentos. El informe del IPC mostró avances en febrero (2011) en los vehículos nuevos, servicios de salud y entretenimiento. Las tarifas de las aerolíneas aumentaron un 2,1% en febrero, el cuarto mes consecutivo en que se registra un alza superior al 2%, según el informe del IPC.

Las interrupciones en el suministro causadas por el terremoto de Japón podrían generar nuevos aumentos de precios. Los envíos de repuestos de automóviles y componentes de computadoras podrían postergarse, lo que generaría cuellos de botella o escasez de productos que alentarían a más empresas a elevar sus precios. El Instituto de Gestión de Suministros señaló que hubo una escasez de componentes electrónicos en enero y febrero, antes del terremoto.

La primera señal del efecto de una escasez se observaría en el índice de precios al productor, que sigue los precios mayoristas de los equipos de capital y bienes de consumo.

La situación complicará los esfuerzos de la Fed para equilibrar su doble mandato. Recientemente, el banco central se ha enfocado en promover el crecimiento de la producción como una forma de reducir el desempleo. Ahora, las autoridades de la Fed deberán prestar más atención a la otra cara de la moneda, la inflación.

"Me lo llevo": de prestamista de última instancia, a comprador último de la deuda

"La banca central copa las emisiones del Tesoro de EEUU en el último trimestre de 2010. Si Bernanke detiene las compras el tipo de interés subirá"… El nuevo dilema de Bernanke – Los inversores privados desaparecen del mercado de deuda estadounidense (Libertad Digital – 21/3/11)

Los bancos centrales, en teoría, no pueden comprar deuda pública directamente al gobierno -lo que se conoce como monetizar deuda-. Por ello, en la actualidad, los gobiernos venden sus bonos a una serie limitada de entidades privadas que actúan como intermediarios entre el resto del mercado, los bancos centrales y el propio gobierno. Para convertirse en uno de estos agentes se necesita una licencia especial del poder político.

La justificación teórica de este oligopolio es que, de este modo, se evita que el banco central compre directamente deuda pública, simulando así un proceso de "mercado" que, en realidad, es ficticio. Así, a través de estos intermediarios se pretende evitar que la banca central financie a los gobiernos, un proceso que, más tarde o más temprano, siempre ha acabado en hiperinflación.

Sin embargo, la crisis está poniendo de manifiesto que una buena parte de la teoría económica estándar no se sostiene si se observa la realidad. El caso más evidente ahora mismo es, quizás, el de Estados Unidos y las acciones de su banco central, la Reserva Federal (FED).

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La gráfica anterior muestra los compradores de deuda pública estadounidense en el "mercado" en cada trimestre del año. Como se puede observar, en el último trimestre de 2010 la Reserva Federal (amarillo) se ha convertido en el principal comprador de deuda del Gobierno, seguido de inversores extranjeros (en rojo). En cambio, los compradores domésticos (azul) se han reducido drásticamente, dejando prácticamente solos a la Reserva Federal y a los foráneos. Pero teniendo en cuenta, además, que la mayoría de los inversores extranjeros son otros bancos centrales que compran deuda estadounidense para mantener su balanza de pagos y sus monedas estables, la conclusión es que los inversores privados han desaparecido.

En concreto, la Reserva Federal se ha convertido en el comprador de más del 60% del mercado de los bonos estadounidenses. Y es que, resulta algo ingenuo pensar que las entidades con licencia para comprar directamente deuda pública, los llamados "Primary Dealers", podrían o querrían comprar esa enorme cantidad de bonos de escasa rentabilidad si la FED no estuviera a su vez dispuesta a adquirir casi todo el papel que el Tesoro emite al "mercado".

De hecho, los "Primary Dealers" están vendiendo a la Reserva Federal deuda que compraron al Gobierno de Washington apenas una o dos semanas antes. Aunque el presidente de la FED, Ben Bernanke, ha reiterado que no está monetizando deuda pública, los números son contundentes. Es más, el hecho de que los "Primary Dealers", los únicos capaces de comprar deuda gubernamental, sean una serie de entidades autorizadas por el propio Gobierno está volviendo a levantar muchas sospechas acerca de su independencia real.

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La situación actual se debe al Quantitive Easing 2 (QE2), el segundo programa de compra de deuda pública puesta en marcha por la FED, que empezó a finales de 2010. Sus efectos han sido más dramáticos que los del Quantitive Easing 1 (QE1), el primer programa que se realizó en respuesta a la crisis.

QE1 tuvo lugar durante finales de 2008 y principios de 2009. En la anterior gráfica se puede observar que el repunte de las compras de la Reserva Federal (amarillo) en esa época aumentaron, y acabaron expulsando a una buena parte de los inversores privados (azul) del mercado de bonos.

Estos inversores privados, sin embargo, volvieron a finales de 2009 conforme las presiones deflacionarias volvían a aflorar, convirtiendo al dólar en una inversión interesante de nuevo, al tiempo que la previsión de un segundo plan de compras (QE2) por parte de la Reserva Federal dotaba a tales inversores de garantías adicionales ya que, al fin y al cabo, siempre le podrían colocar los bonos.

Pese a ello, durante el QE1 nunca se produjo una huida como la que está provocando ahora el QE2, en donde los inversores privados prácticamente han desaparecido. Así pues, la pregunta que ronda ahora mismo en los mercados es la siguiente: ¿qué pasará cuando finalice el QE2 a finales del segundo trimestre de 2011 (en apenas tres meses)?

La cuestión es que los inversores parecen dispuestos a comprar más deuda, pero sólo a intereses más altos, lo cual encarecería en gran medida la financiación del Gobierno estadounidense en uno de los momentos fiscales más delicados de las últimas décadas -elevado déficit y deuda pública-.

El problema de la Reserva Federal y del resto de bancos centrales del mundo es que conforme monetizan más deuda aumentan las presiones inflacionarias, y todo apunta a que está empezando a llegar el momento en el que si dejan de monetizar los tipos de interés de los bonos subirán debido a la gran cantidad de papel emitido. Por otro lado, Si deciden seguir monetizando la prima por inflación seguirá subiendo, lo cual hará que los tipos de interés también suban. Es decir, la política monetaria parece haber llegado a una especie de callejón sin salida.

Ante tal situación, los economistas barajan básicamente dos posibles vías: la primera consistiría en seguir el mismo camino, con sucesivas inyecciones monetarias que produzcan una subida de precios, hagan bajar el valor real de los salarios y devalúen la deuda hasta que llegue a niveles manejables; la segunda opción, por el contrario, sería que el Gobierno empezase a adoptar políticas fiscales responsables y no realizar más inyecciones monetarias.

Dada la historia de la Reserva Federal y de los bancos centrales en general, la mayoría de analistas coincide en que la primera opción es la más probable y el futuro traiga subidas de precios y tipos de interés más altos.

PIMCO y el noruego NBIM, los fondos más grandes del mundo, reducen su exposición a la deuda pública para protegerse de un repunte de la inflación global

"El segundo mayor fondo soberano del mundo, valorado en 3,1 billones de coronas (548.000 millones de dólares) a final del año pasado y gestionado por el noruego Norges Bank Investment Management (NBIM), ha anunciado que va a reducir su exposición a los bonos, y priorizará los bienes raíces para protegerse de la inflación"… Los mayores fondos del mundo anuncian una elevada inflación global (Libertad Digital – 24/3/11)

El razonamiento es simple: a medida que suben los precios en general, aumenta la presión para elevar los tipos de interés. Puesto que el rendimiento del bono está fijado y diferido en el tiempo; a medida que sube el coste de la vida, el valor del bono disminuye. En cambio, las rentas inmobiliarias se ajustan a la inflación, igual que suelen hacerlo los contratos en infraestructuras.

Menos deuda pública, y más inmuebles

En efecto, la política tradicional del fondo soberano noruego ha sido mantener un 60% de sus activos en acciones y un 40% en bonos. El nuevo objetivo, sin embargo, es alcanzar un 5% en bienes inmuebles en Europa, exceptuando la propia Noruega, a costa de la renta fija (reducirá su exposición a los bonos en la misma proporción).

Los gestores del fondo noruego ya están hablando de, llegado el momento, sobrepasar el 5% y adquirir también infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y puertos) a pesar de que en el mandato original quedaron, en un principio, excluidas. El fondo también contempla la posibilidad de "invertir en derivados que estén naturalmente ligados a los instrumentos inmobiliarios". En un principio, la cartera inmobiliaria del fondo tomará como benchmark un índice europeo que comprende quince países, entre ellos, España. En un futuro podrán incluirse otros países como Australia, Canadá, Japón, Corea, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos.

Cabe señalar que el pasado ejercicio, el fondo noruego arrojó el quinto mejor resultado de su historia. Yngve Slyngstad, su director ejecutivo, declaró: "Globalmente, la renta fija y la variable ganaron el año pasado ayudadas por la mejora en los beneficios empresariales, bajos tipos de interés y las medidas de estímulo adoptadas por el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y la Reserva Federal de EEUU".

El fondo noruego no está sólo en su cambio de estrategia. El National Pension Service de Corea del Sur, con más de 250.000 millones de dólares, y el China Investment Corp, con 300.000 millones, también están despertando su interés por el sector inmobiliario.

Según un estudio de Preqin, realizado sobre 59 fondos soberanos activos, el número de los que invierten en inmuebles ha pasado del 51% el año pasado al 56% a principios de este año. Y los que invierten en infraestructuras eran el 47% el año pasado, mientras que ahora representan el 61%. Asimismo, sus inversiones en fondos de cobertura permanecieron inalteradas en torno al 36%.

Previsiones de inflación

Otro gestor de fondos que está reduciendo sus posiciones en deuda pública es el norteamericano Pacific Investment Management Company, LLC (PIMCO), el mayor fondo de renta fija del mundo. Los motivos los han desvelado con claridad en una entrevista reciente:

Dejando de lado los shocks inmediatos del petróleo, creemos que la inflación mundial ha tocado su fondo cíclico y observamos un repunte secular de la inflación, lo que naturalmente presionará al alza sobre los tipos de interés.

Vemos tres factores clave a nivel mundial que potencialmente podrían contribuir a la inflación a largo plazo:

· La degradación de los balances públicos y la inflexibilidad estructural de los déficits fiscales.

· Los mercados emergentes solían exportar desinflación al mundo desarrollado, pero a largo plazo les vemos como exportadores de inflación.

· A medida que las poblaciones envejecen, tienden a ahorrar menos y consumir más. La demografía puede así convertirse en una fuerza inflacionaria mundial, aunque posiblemente este riesgo quedará en alguna medida compensado por la demografía de los países emergentes.

A corto plazo, prevemos que la mayoría, aunque no todos, de los bancos centrales del mundo tenderán a errar permitiendo que aumente la inflación por encima de los objetivos declarados o implícitos durante 2011. En los Estados Unidos, si la recuperación pincha, la FED podría extender la política monetaria expansiva (Quantitative Easing]) Pero más acomodación al déficit supondría un riego inflacionario.

Esta preocupación ante las tensiones inflacionistas y la prevista subida de tipos ha movido a PIMCO a decantarse por títulos de deuda pública a vencimientos más cortos. Tal y como avanzó Libre Mercado, el fondo ha comenzado a reducir su exposición a la deuda pública estadounidense a largo, en un movimiento que parece indicar la llegada del tercer programa de compras de la FED (Quantitative Easing 3).

Y mientras la Fed baraja el naipe inflacionario, la capacidad de pago de los países desarrollados se acerca al límite.

"Las tensiones financieras creadas por las crisis en Japón y Europa ponen de relieve un creciente problema: los países desarrollados está acercándose al punto en que no podrán afrontar los costos de un nuevo desastre"… ¿Y si se desata una nueva crisis? (The Wall Street Journal – 27/3/11)

Japón y Europa encaran crisis muy diferentes: una causada por la naturaleza y la otra, por el hombre. Pero desde una perspectiva financiera, son llamativamente similares. En ambos casos, los costos de mitigar desastres están tensando las cuentas ya abrumadas de los gobiernos. En Japón, el gobierno más endeudado del mundo desarrollado, el desenlace es aún incierto. Portugal, podría ser el próximo país en recibir un paquete de rescate.

Las tensiones en Tokio y Lisboa reflejan un problema mayor. Conforme los gobiernos de países avanzados asumen una creciente responsabilidad para proteger a sus ciudadanos, inversionistas, bancos y compañías de las penurias infligidas por los desastres, extreman sus recursos financieros hasta cerca del límite. Ello, dicen economistas, podría privarlos de los medios necesarios para responder la próxima vez que ocurra una crisis de proporciones.

"¿Podemos permitirnos otra crisis? Creo que la respuesta es no", dice Raghuram Rajan, profesor de la Universidad de Chicago quien se desempeñó como economista jefe del Fondo Monetario Internacional entre 2003 y 2007. "Simplemente no tenemos la capacidad fiscal en muchos países para rescatar nuevamente el sistema".

Hasta 2010, el endeudamiento promedio del gobierno central entre los países avanzados ascendía a 74% del Producto Interno Bruto (PIB), tres veces más que en 1970, según los economistas Carmen Reinhart, del Instituto Peterson para la Economía Internacional, y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard. Se trata del nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La acumulación de deuda ha coincidido con una transformación en el papel de los gobiernos de los países avanzados durante las crisis. Cada vez más, han intervenido como el asegurador de última instancia, asumiendo toda clase de costos, desde reconstruir comunidades costeras hasta garantizar las deudas de bancos y compañías privadas. Reinhart observa que los aumentos en la deuda fiscal han sido particularmente marcados después de las crisis financieras.

Mientras tanto, la capacidad de pago de los países industrializados se está debilitando. Sus economías maduras crecen a un ritmo más pausado que el mundo emergente, el envejecimiento de la población les resta potencial para obtener el dinero que necesitan para pagar las pensiones y el cuidado de la salud de la población y la clase de impuestos que financiarían sus ambiciones encaran una férrea oposición política. "Existe la expectativa de que el gobierno siempre estará allí para el rescate y la expectativa de que las tasas impositivas siempre se mantendrán bajas", dice Rogoff. Ambas "son incoherentes", asevera.

Es muy difícil saber exactamente cuánta más deuda pueden asumir los gobiernos antes de que se metan en problemas, pero los economistas del FMI han hecho un intento por calcularlo. En un documento reciente, identificaron el máximo nivel de deuda que 23 economías industrializadas habían logrado gestionar sin caer en cesación de pagos. Luego, usando los pronósticos del FMI sobre tasas de interés y niveles de deuda real, calcularon cuánto más deuda podía asumir cada país antes de alcanzar su límite.

El resultado: Japón, Grecia, Italia, Portugal e Islandia ya han llegado a sus límites, lo cual significa que necesitan implementar medidas más severas que en el pasado para poner sus deudas bajo control.

Otros se están acercando a ese nivel. EEUU, por ejemplo, puede acumular deuda equivalente a 51% del PIB antes de alcanzar su límite, una brecha que podría cerrar en unos 15 años a menos que tome medidas correctivas.

Los economistas del FMI realizaron estas estimaciones antes del terremoto y tsunami en Japón y de la aprobación de un nuevo fondo de rescate en Europa.

Los resultados del ejercicio no son tranquilizadores. En la previsión más pesimista, las inquietudes de los inversionistas acerca de los niveles de deuda podrían desencadenar una crisis financiera y los gobiernos carecerían de los recursos suficientes para combatirla.

Alternativamente, los gobiernos tienen algunos medios para reducir sus niveles de deuda a expensas de sus acreedores. Los países que tienen sus propias monedas, como EEUU y el Reino Unido, pueden devaluar sus deudas por medio de la inflación.

Los gobiernos también pueden obligar o convencer a los bancos, fondos de pensiones y otras instituciones financieras a comprar deuda soberana de rendimiento relativamente bajo, un fenómeno ya visible en Irlanda, que ha anunciado un plan para vender bonos especiales de largo plazo a sus fondos de pensiones.

Las medidas draconianas, empero, no surtirán efecto a la larga a menos que los gobiernos empiecen a gastar dentro de sus propios medios.

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UE: más argentinización (una mano lava la otra y las dos "expolian" al ciudadano)

"La Comisión Europea prepara una directiva con la que garantizar la liquidez de la banca que podría obligar al sector a responder por sus necesidades a corto plazo con títulos de deuda pública. El sector rechaza tajantemente la medida y la achaca a los crecientes apuros de financiación de los Estados"… Bruselas quiere obligar a la banca a cubrir su liquidez con deuda pública (Cinco Días – 5/4/11)

Por primera vez, Bruselas plantea la armonización de las normas sobre liquidez en el sector bancario, un criterio regulador que se había dejado hasta ahora a las autoridades nacionales y al que no se había prestado demasiada atención antes de la crisis. Y la Comisión Europea parece decantarse por una armonización lo más restringida posible, que solo computaría a efectos de requisitos de liquidez activos como el dinero contante y sonante o los títulos de deuda soberana.

Esa norma, que se incorporaría a la cuarta versión de la directiva europea sobre requisitos de capital, ha hecho saltar las alarmas del sector bancario, que teme verse inundado por unos títulos de escasa rentabilidad.

La banca europea cree que la medida solo responde al "apetito" de financiación de las Administraciones públicas y a la necesidad de garantizar la colocación de la avalancha de deuda pública que se espera en los próximos meses en la zona euro como consecuencia de la crisis económica.

Los principales bancos europeos están presionando al comisario europeo de Mercado Interior, Michel Barnier, para que amplíe la definición de activos computables e incluya otros más rentables como el oro o los bonos convertibles.

Michel Barnier inició la reforma como respuesta a los problemas de liquidez surgidos durante la actual crisis financiera, los cuales, recuerda el departamento europeo de Mercado Interior, "requirieron un apoyo del sector público sin precedentes".

La crisis, añaden los representantes de Bruselas, también reveló "la rapidez y virulencia" de los problemas de liquidez y que ciertos canales de financiación del sector bancario "pueden cerrarse de un día para otro".

Para evitar una repetición de esos acontecimientos, Bruselas quiere que los bancos dispongan de recursos disponibles de manera inmediata para cubrir sus necesidades al menos durante 30 días.

Y la Comisión considera que en esa categoría solo deben incluirse activos que garanticen la liquidez incluso en las condiciones más extremas de deterioro de un mercado. El sector bancario defiende que instrumentos como el oro o los bonos convertibles cumplen esa condición.

Además, fuentes de la banca recuerdan que "ese tipo de activos no ha perdido liquidez ni precio durante la crisis".

Las malas prácticas de Bernanke (el Tribunal Supremo hace de WikiLeaks)

"Tras la quiebra de Lehman, la FED prestó billones de dólares a entidades de medio planeta. Las cifras y nombres… Gadafi entre ellos"… Los documentos secretos de la Reserva Federal de EEUU (Libertad Digital – 11/4/11)

El pasado diciembre (2010) la Reserva Federal (FED) hizo públicos una gran cantidad de documentos sobre sus préstamos a las entidades financieras en 2008 tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc..

Ahora, el Tribunal Supremo le ha obligado a desclasificar 29.346 páginas adicionales referentes a la ventanilla de descuento (créditos de emergencia a cambio de activos que sirven de garantía). Como la Reserva Federal no estaba muy por la labor de facilitar la divulgación de esta información la ha entregado mediante 894 archivos en pdf contenidos en disquetes.

El Congreso ya había ordenado, con dos años de retraso, que se desvelaran los receptores de los préstamos concedidos después de junio de 2010. Pero, ante las exigencias por parte de los medios de comunicación de conocer la información referente a los años en que se realizaron los grandes créditos, la FED se había negado alegando que si se producía otra crisis las entidades financieras "no recurrirían a la ayuda que iban a necesitar" por miedo a quedar retratados.

Sin embargo, el congresista Ron Paul recuerda que la SEC (el regulador bursátil en EEUU) regularmente publica información "negativa" sobre diversas empresas investigadas por fraude contable y otras irregularidades. "Tienen que divulgarlo y decirle al pueblo exactamente lo que está pasando con la empresa", dijo Paul, "pero aquí tenemos un banco central que realmente esconde información".

Efectivamente, es la propia Reserva Federal, tan poco dada a la transparencia, quien tiene más interés en no desvelar los datos puesto que sus prácticas serán ahora irremediablemente estudiadas con detalle.

De hecho, desde que la Reserva Federal empezó a prestar dinero a los bancos mediante la ventanilla de descuento en 1914, jamás había revelado la identidad de los prestatarios. Esta práctica consiste en prestar a los bancos a unos tipos más reducidos que los de mercado, dándoles así facilidades para que, a su vez, distribuyan -en teoría- ese dinero al público. Pero la idea inicial consiste en limitarse a bancos solventes con problemas puntuales.

En septiembre de 2008, la FED prestó mediante la ventanilla de descuento y diversos programas de emergencia hasta un total de 1,5 billones de dólares (mucho más que todo el PIB anual de España). En concreto, 1.574.142.741.934 dólares.

Amparándose en la Ley de Libertad de Información, que garantiza el acceso de todo ciudadano americano a los documentos del Gobierno, periodistas de Bloomberg News y Fox Business solicitaron los datos referentes a los años 2008 y 2009. Cuando la juez Loretta A. Preska, del Distrito Sur de Nueva York, les dio la razón, la FED llevó el caso al Tribunal de Apelaciones, que volvió a fallar a favor de los periodistas.

El banco central decidió dejar ahí el asunto, pero un grupo que aglutina a los mayores bancos comerciales del país apeló al Tribunal Supremo. Éste último, sin embargo, dejó intactas las órdenes judiciales que obligaban a la Reserva Federal a revelar los datos. Según la justicia americana, el banco central es y debe ser independiente; pero tal independencia ha de entenderse respecto del Ejecutivo, no del Congreso, que es quien ostenta el derecho constitucional a emitir la moneda.

Una de las directrices que, supuestamente, rigen la política de los bancos centrales durante las crisis es la conocida como Regla de Bagehot, que reza así: "Presta libremente, contra buenas garantías, a tipos punitivos". Es decir, que fluya el crédito, sí, pero sin regalar el dinero. Walter Bagehot fue uno de los primeros en percatarse del enorme potencial destructivo de los bancos centrales. Consciente, sin embargo, de que era prácticamente imposible acabar con estos monopolios públicos, adoptó la actitud pragmática de recomendar políticas que hiciesen el menor daño posible.

Esta limitación quedó reflejada en la legislación americana en 1991 cuando el Congreso restringió las ayudas que la FED podía otorgar a los bancos en problemas, obligando por ley a que todos los préstamos estuviesen "plenamente garantizados". Esta medida fue resultado de una investigación parlamentaria previa en la que se descubrió que 300 bancos quebrados entre 1985 y 1991 debían dinero a la Reserva Federal en el momento en el que se declararon en suspensión de pagos.

Pese a todo, la actuación de la Reserva Federal durante la reciente crisis no pudo alejarse más de la Regla de Bagehot: el 72% de las garantías que se aceptaron el 29 de septiembre de 2008 eran de la peor calidad y el tipo de descuento fue bajísimo.

En cuanto a las garantías, la FED se alejó tanto de la ley que le obliga a realizar sólo los préstamos "plenamente garantizados" que, en total, llegó a aceptar como garantía más de 118.000 millones en deuda de ínfima calidad, incluyendo bonos basura.

En cuanto al tipo de descuento, que a principios de 2007 era del 6,25%, fue reduciéndose gradualmente hasta situarse en el 0,5% desde finales de 2008 hasta principios de 2010. Actualmente, el tipo es del 0,75%. Aunque ésta fue la primera medida de la Reserva Federal para prestar a los bancos, también recurrió a otros programas de emergencia igualmente generosos.

Pero esos otros programas tampoco se ajustaron a las precauciones de Bagehot. Así, los préstamos concedidos a los principales agentes mediante el programa de facilidades de crédito de la FED implicaron un riesgo mayor que el valor de sus garantías. De hecho, el banco central llegó a aceptar cualquier tipo de garantía que fuese aceptada en un préstamo con intermediario.

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El congresista Ron Paul, como presidente de la Subcomisión de la Tecnología y Política Monetaria Nacional que supervisa a la Reserva Federal, ha anunciado que para mayo de 2011 se convocará una audiencia parlamentaria sobre la información desclasificada. Paul lleva dos años pidiendo que se realice una auditoría pública a la Reserva Federal.

Los beneficiados

El principal prestatario el 29 de septiembre fue Morgan Stanley con 61.300 millones de dólares. Ofreció garantías por valor de 66.500 millones, incluyendo 21.500 millones en acciones, 19.400 millones en activos de valoración desconocida y 6.700 millones en bonos basura y deuda impagada.

El segundo fue Merrill Lynch con 36.300 millones. Ofreció garantías por 39.100 millones que incluían 23.300 millones en acciones, 6.300 millones en activos de valoración desconocida y 3.000 millones en bonos basura o impagados.

Sin embargo, una de las sorpresas más sonadas de esta desclasificación ha sido que la mayoría de prestatarios no fueron bancos americanos sino extranjeros. Puesto que los préstamos se concedieron a filiales americanas de bancos extranjeros no se ha incumplido la ley a este respecto. Pero los críticos observan que, actuando así, la Reserva Federal se erige de facto en "el prestamista de última instancia" del mundo y no de Estados Unidos, es decir, en el banco central mundial.

Este tipo de préstamos de urgencia alcanzaron su punto álgido en octubre de 2008 con 111.000 millones. El 70% fue para bancos extranjeros. Concretamente, la mitad de dicha cuantía fue a parar a dos grandes bancos europeos: el belga Dexia y el irlandés Depfa. Otras entidades de la UE que recibieron préstamos ese mes fueron el alemán Deutsche Bank y el británico Barclays. De hecho, el Banco de China recibió más de 500 millones en un solo día.

Además de las malas garantías, los nada punitivos tipos de interés y la nacionalidad de los receptores, otro aspecto que ha llamado poderosamente la atención de los analistas ha sido la revelación de información que contradice algunas afirmaciones efectuadas cuando estos datos todavía se consideraban clasificados.

Gary D. Cohn, presidente de Goldman Sachs, declaró bajo juramento el 30 de junio (2010) que había recurrido a la ventanilla de descuento una vez "a petición de la FED para asegurarse de que nuestros sistemas estuviesen enlazados con los suyos, y fue por una cantidad de dinero de minimis". De hecho, era una de las instituciones que había afirmado que no necesitaba el dinero. Sin embargo, la información desclasificada indica que acudió a la ventanilla de descuento no menos de cinco veces. El préstamo mayor fue de 50 millones de dólares, aunque ciertamente muy inferior a los bancos anteriormente mencionados.

Además, como ya sucediera en la anterior crisis bancaria de 1985-1991, la FED ayudó generosamente a entidades que, posteriormente, quebraron. De los más de 1.000 bancos que recibieron préstamos, al menos 111 acabaron suspendiendo pagos. Ocho de ellos debían dinero a la FED el día que se declararon insolventes, incluido el Washington Mutual, la quiebra bancaria más grande de la historia de EEUU.

Dada la gran cantidad de información desclasificada y su formato intencionadamente incómodo, los analistas están estudiando todavía los pormenores de la actuación del banco central más poderoso del mundo. En mayo de 2011 se añadirán a estos datos las declaraciones en comisión parlamentaria anunciada por Ron Paul.

Crédito de 5.000 millones a Gadafi

Otro dato, cuanto menos sorprendente, es que el Arab Banking Corp. (ABC), con sede en Bahréin, se sirvió de una filial en Nueva York para hacerse con 73 préstamos de la FED por un total de 5.000 millones de dólares entre 2008 y 2009, momento en que un 29% de su capital estaba controlado por el Banco Central de Libia, en manos del dictador Gadafi, al que ahora la ONU (y por tanto EEUU) ha declarado la guerra.

En octubre de 2008, de los 111.000 millones de dólares que prestó la Reserva Federal mediante la llamada ventanilla de descuento, 1.100 millones fueron para ABC. En octubre del siguiente año obtuvo otros 4.000 millones.

Las reacciones no se han hecho esperar

Al conocerse este dato, Ron Paul, conocido por su incansable crítica a la Reserva Federal, expresó: "¡Qué erráticos deben parecer los Estados Unidos cuando cubrimos a un dictador alternativamente con dólares y bombas!".

"Debemos considerar la posibilidad de que esos préstamos estén financiando casualmente armas (que Gadafi) está usando contra su propio pueblo y contra los ejércitos occidentales", añadió. "No sería la primera vez que las actividades encubiertas de la FED han socavado no sólo nuestra economía y el valor del dólar sino también nuestra política exterior".

Por su parte, el senador Bernard Sanders de Vermont, quien redactó buena parte de las provisiones en la ley Dodd-Frank, que imponen condiciones de transparencia a la Reserva Federal, envió una carta al presidente de la FED, Ben S. Bernanke, al Secretario del Tesoro, Timothy F. Geithner, y al comptroller interino de la divisa, John Walsh, indicando lo siguiente: "Para mí es incomprensible que, mientras los pequeños comercios solventes de Vermont y de todo el país no podían recibir créditos asequibles, la Reserva Federal estuviera entregando decenas de miles de millones en crédito a un banco que está significativamente controlado por el Banco Central de Libia", en referencia al agregado total de préstamos concedidos a ABC.

ABC, por su parte, declaró que "actualmente no tiene deudas pendientes con la Reserva Federal ni con ningún otro programa de préstamos de emergencia". En 2008, ABC anunció unas pérdidas de 880 millones de dólares. Al cabo de dos años, se había recuperado, obteniendo unos beneficios de 265 millones. El pasado diciembre (2010), la entidad anunció que la participación del Banco Central de Libia había aumentado hasta el 59,3% al adquirir las participaciones de Abu Dhabi Investment Authority. Ese mismo mes, Fitch redujo el rating de ABC.

El pasado 25 de febrero (2011), el Gobierno americano congeló los activos relacionados con el dictador libio. Sin embargo, ABC ha quedado exento, al tiempo que se le prohíbe seguir operando con el Gobierno de Libia, según el Departamento del Tesoro. Fitch, sin embargo, le ha vuelto a reducir el rating hasta el nivel más bajo.

"¿Por qué excluiría el Gobierno americano al Arab Banking Corporation de las sanciones económicas cuando está controlada principalmente por el Banco Central de Libia?", se pregunta Sanders.

Oficialmente, la intención de las exenciones (de las que se benefician menos de doce bancos en todo el mundo) es evitar perjudicar indebidamente a los países en los que están sitas las instituciones financieras controladas parcialmente por Libia. Los expertos anti-corrupción advierten de que esto puede verse como una laguna legal aprovechable para realizar transferencias con Libia.

Pero hay más: todos los préstamos de la Reserva Federal, con sus tipos reducidísimos del 0,25%, tenían por garantía bonos del Tesoro norteamericano. Es decir, que ABC tomaba prestado de un organismo del Gobierno de EEUU (la Reserva Federal) a un tipo de interés prácticamente cero y, por otro lado, prestaba a un interés más alto a otro organismo del Gobierno estadounidense (el Tesoro). Operaciones ocultas de la banca central que hoy, al fin, empiezan a ver la luz.

La inflación sube impulsada por la política ultraexpansiva de la banca central (esto favorece a la banca y perjudica a las capas medias y bajas de la sociedad)

"Uno de los argumentos actuales de mayor peso para justificar la intervención del gobierno en la economía es la cuestión de la desigualdad. Se dice que una economía de mercado por sí sola generaría niveles de desigualdad en renta indeseables según las preferencias de la sociedad. Para evitar esto, el sector público arbitra un conjunto de medidas, tanto a través de impuestos progresivos como de "gasto social", destinadas a reducir esa desigualdad, redistribuyendo deliberadamente la renta de aquellos más pudientes a aquellos con menos recursos.

Sin embargo, este argumento da por sentado que es el mercado el que genera la desigualdad extrema, y que tiene que venir el estado a resolver estos problemas. Pero, ¿qué pasa si las políticas gubernamentales e intervencionistas generan una mayor desigualdad de rentas, y lo que puede ser peor, crea privilegiados a expensas del resto?"… Los bancos centrales alimentan la inflación mundial (Libertad Digital – 12/4/11)

Pensemos en la inflación y sus efectos más sutiles, que van más allá de las consecuencias económicas que acarrea la subida sostenida en los índices de precios, y que muchas veces son olvidados por los medios.

No hace falta irse a los economistas más oscuros para advertir de estos efectos. De hecho, el economista británico John Maynard Keynes no lo pudo expresar más claramente cuando caracterizó al proceso inflacionario como una confiscación arbitraria de la riqueza, beneficiando a algunos y perjudicando a otros, donde entre los más perjudicados se encontraban las clases medias, pero también los "proletarios".

Como sostiene el economista George Reisman, a través de la inflación (que definimos simplificadamente como el aumento en la cantidad de dinero a través del sistema bancario capitaneado por el banco central) se puede producir un aumento notable y artificial de las desigualdades de renta -donde el estrato más rico de la población parece incrementar dramáticamente su riqueza en relación al resto y los beneficios corporativos se incrementan a ritmos superiores al de los salarios-, fenómeno que tan ampliamente es relacionado al "capitalismo feroz" y el laissez-faire.

Y es que, el proceso por el cual se inyecta el dinero en la economía es gradual, es decir, unas personas, empresas o sectores reciben el dinero fresco en primer lugar, mientras que los demás lo recibirán, también gradualmente, en un periodo posterior. Así, los más beneficiados por la inflación son quienes reciben el dinero primero, ya que son ellos quienes, al demandar bienes o servicios o comprar activos financieros, empujan los precios hacia arriba, traspasando ese mayor coste a quienes reciban el dinero más tarde, ya que se verán perjudicados por el alza de precios (pérdida de poder adquisitivo).

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