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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (II) (página 2)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

De acuerdo a los datos del Departamento de Empleo de Estados Unidos (4/11), su tasa de desempleo descendió en marzo (2011) con respecto al mes de febrero por cuarto mes consecutivo, desde el 8,9% al 8,8%. Sin embargo, pese al avance, la cifra continúa siendo elevada teniendo en cuenta el 4% de tasa de paro registrada en enero del 2000. El economista Matthew Slaughter señaló en los años 90 que, en las grandes compañías, "por cada empleo que creaban en el extranjero… generaban cerca de dos trabajos en EEUU para sus filas". Su teoría era válida en el contexto de la época -tal y como se refleja en los datos-, pero no tiene nada que ver con la tendencia que ha tenido lugar en los últimos diez años donde el empleo exterior ha crecido en detrimento del nacional.

Fijando la atención en las cifras de 2009, un año recesivo con frenos en las ventas y en los gastos de explotación, las multinacionales del territorio recortaron 1,2 millones de empleos -equivalentes al 5,3%- en el interior del país, mientras la reducción en el extranjero fue de 100.000 trabajadores -un 1,5%-. Muchas de las empresas que integran el panorama empresarial estadounidense no son claras a la hora de expresar a cuántas personas emplean fuera de sus fronteras. Otras, incluso, se niegan a ofrecer los datos exactos en relación a esta cuestión. 

La deslocalización ha dado lugar a que muchas empresas hagan uso de trabajadores en el exterior para reducir los costes en mano de obra. Sin embargo, los Gobiernos pretenden obtener detalles a partir de noviembre sobre las estrategias que están manteniendo las empresas en este sentido, para detectar cuáles de ellas recortan más trabajos dentro del territorio nacional y los añaden en el exterior del país. Al mismo tiempo, pretenden detectar cuáles son los motivos que conducen a esta tendencia. 

En la mayor parte de las empresas consultadas por The Wall Street Journal -entre las que se encuentran General Electric, Cisco, Oracle, Caterpillar y Microsoft-, sus directivos hacen referencia a que este aumento en el número de empleados de fuera del país responde a una estrategia de internacionalización de la empresa y no a un método para recortar gastos. La tecnológica Microsoft es la única de ellas que, durante los últimos cinco años, añadió más empleos en Estados Unidos (15.300) que en el exterior (13.000). Aproximadamente el 60% de los empleados de la compañía trabajan en el interior del país…

– Atravesando como sonámbulos la crisis de desempleo de Estados Unidos (Project Syndicate – 1/5/11)

(Por Mohamed A. El-Erian) Lectura recomendada

Newport Beach.- Fue relegada a una sesión de preguntas y respuestas, en lugar de quedar expuesta de manera prominente en la declaración de apertura, en la primera conferencia de prensa de la historia que ofreció Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, la semana pasada. Es una cuestión que muchos en Washington D.C. están deseosos por descartar como "transitoria", a pesar de la evidencia visible que indica todo lo contrario. Es extremadamente vulnerable a los elevados precios del petróleo y los alimentos. Y socava las presunciones operacionales que apuntalan la caracterización de larga data de la economía estadounidense como una economía vibrante y receptiva.

La cuestión es la magnitud y la composición del desempleo en Estados Unidos -un problema que todavía no ha sido reconocido como corresponde por su impacto cada vez más perjudicial en el tejido social del país, su potencial económico y su posición fiscal y dinámica de deuda, ya bastante frágil.

Empecemos por los datos:

· En un 8,8% casi tres años después del estallido de la crisis financiera global, la tasa de desempleo de Estados Unidos sigue tenazmente (e inusualmente) alta;

· En lugar de reflejar una creación de empleos, gran parte de las mejoras de los últimos meses (con respecto al 9.8% en noviembre del año pasado) se deben a los trabajadores que salieron de la fuerza laboral, lo que llevó la participación de la fuerza laboral a un mínimo de 64,2%, que no se registraba desde hacía muchos años;

· Si se incluyen los trabajadores de tiempo parcial ansiosos por trabajar jornada completa, casi uno de cada seis trabajadores en Estados Unidos están subempleados o directamente desempleados;

· Más de seis millones de trabajadores han estado desempleados durante más de seis meses, y cuatro millones, por más de un año;

· El desempleo entre los jóvenes de 16 a 19 años está en un asombroso 24%;

· Prácticamente sin ingresos generados y con ahorros menguantes, los desempleados están en peores condiciones para poder hacer frente al alza de los precios del combustible y los alimentos, decididamente no tienen acceso al crédito y muchos tienen una deuda hipotecaria que excede el valor de sus viviendas.

Estos y otros muchos factores hablan de una realidad desagradable e inusual para Estados Unidos. El país ahora tiene un problema de desempleo que es grande en magnitud y cada vez más estructural en naturaleza. Las consecuencias son multifacéticas e implican una angustia personal inmediata, crecientes tensiones sociales y políticas, pérdidas económicas y presiones presupuestarias.

Esto es mucho más que un problema para el aquí y ahora. Un desempleo alto e inextricable tiene serias consecuencias negativas a largo plazo que amenazan con volverse exponencialmente peores. Esto es una crisis.

La investigación internacional sustancial demuestra que cuanto más tiempo uno está desempleado, más cuesta conseguir un empleo. Esto erosiona la base de habilidades de una economía y mina sus capacidades productivas a largo plazo. Y, si el desempleo es particularmente profundo entre los jóvenes, como sucede hoy en día, un alto porcentaje de los desempleados corren el riesgo de volverse inempleables.

Sin duda, la Gran Recesión desatada por la crisis financiera global contribuyó a agravar esta situación preocupante. Desafortunadamente, el problema es mucho más profundo, ya que se venía gestando desde hacía mucho tiempo.

En su origen, la crisis de empleos de Estados Unidos es el resultado de muchos años de desinversión en recursos humanos y en los sectores sociales. El sistema educativo estuvo rezagado respecto del progreso registrado en otros países. Las iniciativas de reentrenamiento laboral han sido deplorablemente inadecuadas. La movilidad laboral viene registrando una caída. Y se ha dedicado una atención insuficiente a mantener una adecuada red de seguridad social.

Estas realidades se vieron empañadas por la locura que caracterizó a la "Edad de Oro" del apalancamiento, el crédito y el derecho de endeudamiento previa al 2008 en Estados Unidos, que alimentó un auge gigantesco pero insostenible en la construcción, la vivienda, el ocio y el comercio minorista. La resultante creación de empleos, aunque temporaria, adormeció a los responsables de las políticas hasta caer en la complacencia sobre lo que realmente estaba sucediendo en el mercado laboral. Cuando el auge se convirtió en un descalabro prolongado, las ineficiencias de la situación laboral a más largo plazo se volvieron visibles a los ojos de cualquiera que se preocupara por mirar, y son alarmantes.

Librado a sus propios mecanismos, el problema del desempleo de Estados Unidos se profundizará. Esto ampliará la ya importante brecha entre los que tienen y los que no tienen en el país. Socavará las capacidades y la productividad del mercado laboral. Acentuará la carga impuesta a la cantidad cada vez menor de personas que permanecen en la fuerza laboral y tienen empleos. Y hará que resulte aún más difícil encontrar una solución a mediano plazo para la dinámica de deuda pública y déficit que es cada vez peor en Estados Unidos.

El gobierno estadunidense tiene poco tiempo que perder si quiere evitar un problema de desempleo más prolongado y arraigado. Debe tomar medidas ahora para abordar las causas del problema a través de programas de muchos años que van desde la reestructuración educativa y el reentrenamiento de los trabajadores hasta una mejora de la productividad y una reforma del sector de la vivienda. Y debe hacerlo al mismo tiempo que protege mejor a quienes están desempleados desde hace mucho tiempo, muchos de los cuales tienen escasa responsabilidad por sus aprietos actuales, alguna vez impensables y desafortunadamente de larga data.

Ya es hora de que Estados Unidos se despierte y enfrente de una manera holística su crisis de desempleo. Como sabe cualquiera que alguna vez haya tenido un trabajo indigerible, apagar el despertador y taparse la cabeza con la sábana no es la solución.

(Mohamed A. El-Erian es máximo responsable ejecutivo (CEO) y máximo responsable de información (CIO) de PIMCO, y autor del éxito de ventas When Markets Collide. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– A tropezones con el trabajo (Project Syndicate – 19/5/11)

(Por Robert Skidelsky) Lectura recomendada

Londres.- Mientras el mundo se recupera de la Gran Recesión, se ha vuelto cada vez más difícil discernir la verdadera tendencia de los acontecimientos. Por un lado, medimos la recuperación según nuestro éxito en volver a los niveles de crecimiento, producción y empleo previos a la recesión. Por otro lado, existe la inquietante sensación de que la "nueva normalidad" de hoy puede ser un crecimiento más lento y mayores niveles de desempleo.

Así que el reto ahora es formular políticas para dar trabajo a todos quienes lo deseen en las economías que, tal como están organizadas en la actualidad, pueden no ser capaces de hacerlo. Este problema es mucho más agudo en los países desarrollados que en los países en desarrollo, si bien la interdependencia hace que, en cierta medida, se trate de un problema común.

El problema tiene dos aspectos. A medida que los países se vuelven más prósperos, cabe esperar que sus tasas de crecimiento sean más lentas. En épocas anteriores, el crecimiento era impulsado por la escasez de capital: la inversión de capital atraía una alta tasa de retorno, y esto creaba un círculo virtuoso de ahorro e inversión.

Hoy, el capital en el mundo desarrollado es abundante; la tasa de ahorro disminuye a medida que la gente consume más, y la producción se centra cada vez más en los servicios, donde los aumentos de productividad son limitados. Por lo tanto el crecimiento económico el aumento de los ingresos reales se desacelera. Esto ya estaba ocurriendo antes de la Gran Recesión, por lo que la generación de empleos a tiempo completo que paguen salarios decentes se estaba volviendo cada vez más difícil. De ahí el crecimiento de empleos informales, discontinuos y a tiempo parcial.

El otro aspecto del problema es el aumento a largo plazo del desempleo impulsado por la tecnología, en gran parte debido a la automatización. En cierto modo, esto es un signo de progreso económico: la producción de cada unidad de trabajo está en constante aumento. Pero también significa que se necesitan menos unidades de trabajo para producir la misma cantidad de bienes.

La solución del mercado es redistribuir la mano de obra desplazada hacia el área de servicios. Sin embargo, muchas ramas del sector de servicios son un sumidero de puestos de trabajo sin proyecciones ni esperanza.

La inmigración exacerba ambos aspectos del problema. Gran parte de la migración, especialmente en la Unión Europea, es casual: hoy aquí, mañana no, con ninguno de los costos asociados con la contratación a tiempo completo. Esto la vuelve atractiva para los empleadores, pero se trata de un trabajo de baja productividad y aumenta la dificultad de encontrar un empleo estable para la mayoría de los trabajadores de un país.

Entonces, ¿estamos condenados a una recuperación sin empleo? ¿Es el futuro uno en el que los trabajos son tan escasos que muchos trabajadores tendrán que aceptar una miseria para encontrar un empleo, y volverse cada vez más dependientes de las transferencias sociales a medida que los salarios del mercado caen por debajo del nivel de subsistencia? ¿O deberían las sociedades occidentales esperar una nueva ronda de magia tecnológica, como la revolución de Internet, que produzca una nueva ola de creación de empleo y prosperidad?

Sería insensato descartar a priori la última posibilidad. El capitalismo tiene un gran talento para reinventarse a sí mismo. Ha visto desaparecer a todos sus rivales y no hay otros nuevos a la vista. Más aún, nadie puede predecir el descubrimiento de nuevos conocimientos; si se pudiera, ya habrían sido descubiertos. Pero también hay una posibilidad más inquietante: si, por proseguir nuestro actual camino de despilfarro, acabamos por hacer escasos los recursos naturales, necesitaremos una nueva ola de la tecnología que, sin importar el coste, nos rescate de la calamidad.

Pero hagamos a un lado estas sombrías perspectivas y reflexionemos sobre lo que sería una solución civilizada al problema del desempleo generado por la tecnología. La respuesta, sin duda, es compartir el trabajo. Para el economista anglo-estadounidense típico, cualquier propuesta de este tipo equivale a anatema, porque suena a la temida falacia de la "masa de trabajo": la idea, una vez popular en los círculos sindicales, que existe sólo una cierta cantidad de trabajo que debe ser compartida de manera justa.

Por supuesto, esto es una falacia cuando los recursos son escasos, pero ni siquiera los economistas han pensado que el crecimiento prosiga por siempre. Los fundadores de la disciplina esperaban que, en algún momento en el futuro, la humanidad pudiera alcanzar un "estado estacionario" de crecimiento cero. Entonces sólo requeriríamos una cierta cantidad de trabajo -mucho menos de lo que se realiza ahora- para satisfacer todas las necesidades razonables. Las opciones serían un desempleo ilimitado impulsado por la tecnología o distribución del trabajo por hacer.

Sólo un adicto al trabajo preferiría la primera. Lamentablemente, personas así parecen estar a cargo de las políticas en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Muchos países europeos están adoptando la segunda solución. Los sistemas de trabajo compartido, en muchas formas diferentes, se están convirtiendo en la norma en Holanda y Dinamarca, y han hecho avances en Francia y Alemania.

El elemento clave en este enfoque es separar el trabajo de los ingresos. Una ley promulgada en 1993 en Dinamarca reconoce el derecho a trabajar de forma discontinua, al tiempo que reconoce el derecho de las personas a un ingreso continuo. Permite a los empleados elegir un "año sabático", que se puede dividir en períodos más cortos, cada cuatro o siete años.

Las personas desempleadas tomarían el lugar de quienes están ausentes, que por su parte recibirían el 70% de la prestación por desempleo que obtendrían si perdieran sus puestos de trabajo (por lo general, el 90% de su salario). Los sindicatos daneses han logrado utilizar estos derechos individuales establecidos por ley para reducir las horas de trabajo de la plantilla de empresas enteras, y así aumentar el número de puestos de trabajo permanentes. La idea de una renta básica universal que reciben todos los ciudadanos, independientemente de su posición en el mercado de trabajo, es uno de los pasos que se derivan lógicamente de esto.

Esto no será del gusto de todos. Y, como ya he sugerido anteriormente, todos los planes destinados a aliviar la carga de trabajo y aumentar la cantidad del tiempo de ocio corren el riesgo de fracasar ante nuestra gran habilidad para conjurar nuevos desastres. Después de todo, tanto el capitalismo y la economía necesitan la escasez para justificar su existencia y no renunciarán a ella fácilmente.

(Robert Skidelsky, miembro de la Cámara británica de los Lores, es Profesor Emérito de Economía Política en la Universidad de Warwick. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– La verdad sobre la economía de EEUU (El Economista – 4/6/11)

(Por Robert Reich) Lectura recomendada

El ex secretario de Trabajo con Clinton y canciller de la Universidad de Berkeley, Robert Reich, sostiene que no es posible una economía creciente y vibrante sin una clase media creciente y vibrante, por lo que insta a "restaurar la enorme clase media estadounidense" para volver a la senda de la recuperación económica.

La economía estadounidense sigue estancada. El consumo es bajo. Los salarios, también. Es vital que comprendamos cómo hemos pasado de la Gran Depresión a 30 años de Gran Prosperidad; de ahí a 30 años de ingresos estancados y crecientes desigualdades, para terminar en la Gran Recesión, y de ésta a una recuperación anémica.

Desde 1947 a 1977, la nación aplicó lo que podría denominarse una negociación básica con los trabajadores estadounidenses. Los empresarios les pagaban lo suficiente para comprar lo que producían. La producción y el consumo en masa demostraron ser complementos perfectos. Casi cualquiera que quería un trabajo podía encontrarlo con un salario decente. Durante estas tres décadas crecieron los sueldos de todos, no sólo de quienes estaban arriba. Y el Gobierno hizo cumplir esa negociación básica de muchas maneras. Utilizó una política keynesiana para conseguir casi el pleno empleo. Brindó a los trabajadores comunes más capacidad de negociación. Proporcionó el seguro social. Y amplió la inversión pública. Por consiguiente, creció la parte de los ingresos que iba a la clase media mientras mermó la porción destinada a lo más alto. Pero no consistía en un juego de suma cero: a medida que la economía crecía, casi todo el mundo mejoró, también los que estaban en lo más alto.

La paga de los trabajadores incluidos en el 20 por ciento más pobre creció un 116 por ciento en estos años, más rápido que los ingresos del 20 por ciento más rico (que subió un 99 por ciento). La productividad también subió más rápido. El rendimiento por hora trabajada se dobló, así como los ingresos medios. Expresadas en dólares de 1997, las rentas de una familia media se elevaron de unos 25.000 a 55.000 dólares. La clase media tenía los medios para comprar, y al hacerlo creaba nuevos empleos. A medida que la economía crecía, la deuda nacional reducía su peso.

La Gran Prosperidad también trajo una reorganización del trabajo. A los empresarios se les exigía por ley dar una paga extra -la hora y un 50 por ciento más- por lo que rebasara las 40 horas a la semana. Esto creó un incentivo para que se contrataran más trabajadores cuando la demanda repuntaba. Además, estaban obligados a abonar un salario mínimo, lo que mejoró los sueldos más pobres. Cuando se despedía, normalmente durante una recesión, el Gobierno concedía prestaciones por desempleo que solían durar hasta la recuperación. Lo que no sólo sacaba a las familias del apuro, sino que les dejaba seguir comprando, un estabilizador automático para una economía en receso.

Quizá lo más significativo sea que el Gobierno elevó la fuerza negociadora del trabajador común. Se le garantizaba el derecho a afiliarse a sindicatos, con los que los empresarios tenían que negociar de buena fe. A mediados de los 50, más de un tercio de los empleados del sector privado estaba afiliado. Y los sindicatos exigían una ración justa del pastel. Las compañías sin sindicatos, temiendo que sus trabajadores quisieran uno, ofrecían tratos similares.

Los estadounidenses también disfrutaban de una seguridad económica frente a los riesgos, no sólo con prestaciones de desempleo, sino también a través de la Seguridad Social, el seguro por discapacidad, por pérdida del sostén económico de la familia, por lesión en el lugar de trabajo o por incapacidad de ahorrar lo suficiente para la jubilación. En 1965, llegó el seguro sanitario para las personas mayores y pobres (Medicare y Medicaid). La seguridad económica fomentó la prosperidad. Al exigir a los estadounidenses compartir los costes de la adversidad, les permitía compartir los beneficios de la tranquilidad. Y eso los dejaba libres para consumir los frutos de su trabajo.

El Gobierno patrocinó los sueños de las familias estadounidenses de tener su hogar en propiedad, facilitando hipotecas de bajo coste y deducciones de los intereses. En muchas zonas del país, subvencionó la electricidad y el agua para que las casas fueran habitables. Y construyó carreteras que conectaban sus hogares con los principales centros comerciales.

El Gobierno también amplió el acceso a la educación superior. Pagó la de quienes volvían de la guerra. Y la expansión de las universidades públicas hizo que la clase media pudiera acceder a ella. El Estado sufragó todo con los ingresos fiscales procedentes de la creciente clase media. Los ingresos también se vieron impulsados por quienes estaban en lo alto de la escala de ingresos, cuyos impuestos marginales eran mucho más altos. El tipo marginal máximo del impuesto sobre la renta durante la II Guerra Mundial era superior al 68 por ciento. En los años 50, con Eisenhower, a quien pocos llamarían un radical, subió al 91 por ciento. En la década hasta 1970, el tipo marginal máximo estaba en torno al 70. Incluso después de explotar todas las posibles deducciones y créditos, el contribuyente medio de ingresos altos pagaba un impuesto federal marginal de más del 50 por ciento. Pero en contra de lo que los conservadores habían predicho, los altos tipos no redujeron el crecimiento. Al contrario, permitieron ampliar la prosperidad de la clase media.

Durante la Gran Prosperidad de 1947-1977, la negociación básica había garantizado que la paga de los trabajadores estadounidenses coincidiese con su rendimiento. Pero después de este punto, el rendimiento por hora siguió subiendo. Sin embargo, se dejó que la retribución real por hora se estancase. Es fácil echarle la culpa a la globalización, pero los avances tecnológicos han desempeñado un papel equivalente. Las fábricas que quedan en EEUU han ido echando trabajadores según se automatizan. Y lo mismo le ha ocurrido al sector servicios. Pero en contra de lo que dice la mitología popular, el negocio y la tecnología no han reducido el número de trabajos estadounidenses. Su efecto más profundo ha sido sobre la paga. En lugar de quedarse sin empleo, la mayoría de los estadounidenses se ha contentado con salarios reales inferiores o que se han elevado más lentamente que el crecimiento de la economía. Aunque el desempleo que vino después de la Gran Recesión sigue siendo alto, los puestos de trabajo lentamente vuelven. Pero, para conseguirlos, muchos tienen que aceptar una paga inferior.

Hace más de tres décadas, el comercio y la tecnología empezaron a abrir una brecha entre las ganancias del nivel más alto y las demás. La paga de los titulados por prestigiosas universidades ha remontado el vuelo. Pero la paga y prestaciones de la mayoría de los trabajadores se han mantenido o bajado. Y la consiguiente división también ha hecho que las familias estadounidenses de clase media se sientan menos seguras.

El Gobierno podría haber hecho cumplir la negociación básica. Pero hizo lo contrario. Redujo drásticamente los bienes públicos y las inversiones, golpeando los presupuestos escolares, incrementando el coste de la educación pública superior, reduciendo la formación laboral, recortando el transporte público y dejando que los puentes, puertos y autopistas se deterioraran.

Hizo trizas las redes de seguridad, reduciendo la ayuda para las familias desempleadas con hijos, endureciendo las condiciones para optar a los cupones de alimentos, y recortando el seguro de desempleo tanto que, en 2007, sólo el 40 por ciento de los parados estaba cubierto. Redujo a la mitad el tipo máximo del impuesto sobre la renta, pasando del ámbito del 70-90 que prevalecía durante la Gran Prosperidad al del 28-35 por ciento; permitió a muchos ricos tratar sus ingresos como ganancias de capital sometidas a un impuesto del 15 por ciento; y contrajo los impuestos de sucesiones que sólo afectaban al 1,5 por ciento de los asalariados del máximo nivel. Pero al mismo tiempo, EEUU impulsó los impuestos sobre el consumo y las nóminas, que se llevaron un trozo de la paga de la clase media y los pobres mayor que de los ricos.

Tres mecanismos de supervivencia

Pero Estados Unidos siguió comprando mediante tres mecanismos de supervivencia. El primero: las mujeres entran en el trabajo retribuido a partir de finales de los 70, y subiendo en los 80 y 90. Para la parte relativamente pequeña de mujeres con títulos universitarios, era la consecuencia natural de oportunidades educativas más amplias y de las nuevas leyes contra la discriminación, las cuales abrieron posibilidades profesionales. Pero la gran mayoría lo hizo para aumentar los ingresos familiares cuando los hogares se vieron golpeados por el estancamiento de los salarios de los hombres. Esta transición de la mujer al trabajo remunerado ha sido uno de los cambios sociales y económicos más importantes de las últimas décadas. En 1966, el 20 por ciento de las madres con hijos pequeños trabajaba fuera de casa. A finales de los 90, la proporción se había elevado al 60. Para las mujeres casadas con hijos de menos de 6 años, la transformación ha sido aún más dramática, del 12 de finales de los 60 al 55 por ciento a finales del siglo XX.

Mecanismo de supervivencia número dos: todos trabajan más horas. En 2005, no era extraño que los hombres trabajaran más de 60 horas a la semana y las mujeres, más de 50. Es decir, el estadounidense medio hacía más de 2.200 horas al año, 350 por encima del europeo medio, más incluso que un japonés.

Mecanismo de supervivencia número tres: gastarse los ahorros y tomar prestado hasta las cejas. Tras agotar los dos primeros mecanismos, era la única forma en que los estadounidenses podían seguir consumiendo como antes. Durante la Gran Prosperidad, la clase media ahorraba el 9 por ciento de sus ingresos. A finales de los 80 y principios de los 90, esa parte se había cercenado al 7 por ciento. Después, la tasa de ahorro cayó al 6 en 1994, y siguió bajando hasta el 3 en 1999. En 2008, los estadounidenses no ahorraron nada. Mientras, la deuda de los hogares explotó. En 2007, el estadounidense medio debía el 138 por ciento de sus ingresos después de impuestos.

Los tres mecanismos se han agotado. El desafío consiste en restaurar la enorme clase media estadounidense. Esto exige resucitar la negociación básica que relaciona los salarios con las ganancias generales, y facilitarle a la clase media una porción de la tarta suficiente. Como deberíamos haber aprendido de La Gran Prosperidad, no es posible una economía creciente y vibrante sin una clase media creciente y vibrante.

"The Truth About the Economy"

En un video llamado "The Truth About the Economy" (17/6/11) Robert Bernard Reich un economista que estuvo en el gobierno de Bill Clinton, antiguo profesor de Harvard y actualmente en la Universidad de California en Berkeley, expone lo que considera es la verdad sobre la economía actual, sobre cuál es el principal error que estamos cometiendo.

El razonamiento que se realiza, con datos válidos para Estados Unidos, es el siguiente. En los últimos 30 años el PIB se ha doblado, pero, paradójicamente, los sueldos se han estancado y son prácticamente iguales que por aquel entonces. ¿Quién es el responsable? La inflación, ganamos más nominalmente pero no realmente. Entonces, ¿a dónde van las ganancias? Según el Sr. Reich a los "super rich" (súper ricos), que identifica como los que están en la cima de la pirámide cuando de dinero hablamos. Lo justifica con los datos de ingresos, hace treinta años el 1% más rico de la población se llevaba a su casa el 10% de los ingresos totales, hoy es el 20% y poseen el 40% de la riqueza del país.

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Vemos que el "top 20%" gana un 59.1% de los ingresos totales, pero por la contra paga el 64.3% de los impuestos.

La cuestión no son tanto los tipos impositivos como la creciente divergencia entre "ricos y pobres", no es que los ricos paguen poco, es que "los pobres" ganan poco.

Más datos interesantes, cómo evoluciona el sueldo de un CEO en relación al empleado medio:

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¿Curioso, no? Actualmente un CEO gana unas 350 veces más que un empleado medio mientras el ratio histórico es inferior a las 100 veces. Además vemos que los sueldos en la parte alta de la jerarquía suben muy por encima de los beneficios a la par que los de los trabajadores se estancan. Y si bien es simplificar demasiado centrarse en los "CEO" vamos enfocando el problema.

¿En dónde converge todo esto? Globalización… Observen el siguiente gráfico.

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Si bien los resultados del 40% son puntuales, el progresivo menor porcentaje sobre el total por el impuesto de sociedades es un hecho. A raíz de la Segunda Guerra Mundial y coincidiendo con la apertura de mercados y fronteras parece que las empresas han buscado la forma de "optimizar" su carga fiscal aprovechando esta circunstancia, llegando a mínimos del 10% sobre el total o incluso menos.

Claro, con un tipo marginal de los más altos del mundo en Estados Unidos la "optimización" puede entenderse, donde ya jugamos a algo peligroso es cuando una empresa como Google tributa el 2.4% gracias a Irlanda pero sus beneficios vienen de otros lugares con altos impuestos. Es decir, hago mis negocios gracias a unos pero les doy el dinero a otros. Y si bien es injusto personificar en Google porque muchas lo hacen, es un ejemplo que muestra perfectamente lo que está ocurriendo globalmente.

Los viejos paradigmas tributarios están "KO". Es cierto que las empresas crean riqueza, pero el Estado no puede sustentarse gracias a los sueldos que generan, salvo aplicando tipos de tinte confiscatorio, y por tanto se necesita también una parte de sus beneficios. Algo francamente difícil tal y como están las cosas.

– ¿Por qué falla la máquina de empleos de EEUU? (The Wall Street Journal – 29/7/11)

Las empresas producen y ganan más, pero no aumentan su personal

(Por David Wessel) Lectura recomendada

He aquí algunos números del desempeño de las empresas y el mercado laboral en Estados Unidos que sirven de barómetros clave de la economía del país. En los últimos 10 años:

– La producción de bienes y servicios se ha expandido 19%.

– Las ganancias de las empresas que no pertenecen al sector financiero han aumentado 85%.

– La fuerza laboral ha crecido en 10,1 millones de empleos.

– El número de puestos de trabajo del sector privado, sin embargo, se ha reducido en casi dos millones.

– Y el porcentaje de adultos estadounidenses con trabajo se ha reducido a 58,2%, un nivel que no se había visto desde 1983.

¿Por qué está fallando la máquina de empleos estadounidense? Como señaló hace poco Greg Hayes, director financiero de United Technologies Corp., "las ventas han regresado, pero la gente no".

En gran parte, eso ocurre porque la economía crece demasiado despacio o como para absorber la fuerza laboral disponible, y los sectores que suelen contratar en las primeras etapas de la recuperación -como la construcción y la pequeña empresa- se vieron paralizados por el descalabro del crédito.

También hay que considerar el factor de la confianza. Si los empleadores estuvieran seguros de que podrían vender más, contratarían a más personas. Si estuvieran menos inseguros de la durabilidad de la recuperación y otros factores, estarían más inclinados a incrementar sus niveles de contratación.

Hay, además, un fenómeno que precede a la recesión y que ha persistido a lo largo de ella. Se trata de los cambios en la forma en que funciona el mercado y cómo los empleadores ven a su fuerza laboral.

Trabajadores desechables

Los ejecutivos lo llaman "reducción estructural de costos" o "flexibilidad". El economista Robert Gordon, de la Universidad de Northwestern, lo llama el surgimiento de "los trabajadores desechables", una abreviación de una estrategia de las empresas para reducir costos laborales dondequiera que puedan, a un nivel sin precedentes.

El economista Alan Krueger, de la Universidad de Princeton, calcula que 70% de la escasez de trabajo actual es simplemente cíclica, el resultado de una decepcionante recuperación de una profunda recesión. Sin embargo, atribuye 30% a cambios en el mercado laboral que comenzaron una década atrás o más.

Consideremos lo siguiente:

En la recesión más reciente y en las dos anteriores -1990-91 y 2001- los empleadores han sido más rápidos a la hora de despedir empleados y recortar sus horas de trabajo que en las recesiones que las habían precedido. Muchos de ellos también fueron más lentos para volver a contratar. Como resultado, la "recuperación sin empleo" se ha convertido en la norma.

En el pasado, cuando los negocios se desplomaban, las empresas reducían personal y aceptaban menos trabajo por empleado. Durante la profunda recesión de principios de la década del 70, la producción estadounidense de bienes y servicios se redujo en 5% y el empleo en 2,5%. Los economistas trataban de comprender el "acaparamiento laboral", la tendencia de las empresas a retener a los empleados que no necesitaban.

Pero ya nadie piensa así. Entre finales de 2007 (cuando el empleo estadounidense alcanzó su mayor pico) y finales de 2009 (cuando tocó fondo), la producción estadounidense de bienes y servicios disminuyó 4,5%, pero el número de trabajadores se redujo mucho más: 8,3%. El rompecabezas de hoy es entonces: ¿cómo y por qué los empleadores lograron aumentar la productividad, o la producción por hora de trabajo, como nunca antes durante la peor recesión en décadas?

La nueva norma

En una época anterior, cuando más estadounidenses trabajaban en líneas de ensamblaje, muchos despidos eran temporales. Cuando el negocio se recuperaba, los trabajadores volvían a ser convocados, a menudo debido a garantías sindicales.

En el peor momento de la recesión de 1980-82, uno de cada cinco desempleados correspondía a un "despido temporal". En la reciente recesión, la proporción de despidos temporales nunca fue superior a uno de cada 10. Eso se debe en parte a que menos estadounidenses trabajan en fábricas. Hoy, en cambio, si un restaurante no tiene suficientes clientes, quiebra.

"Cuando los despidos son temporales, las recontrataciones pueden realizarse muy rápido", comentan los economistas Erica Groshen y Simon Potter, de la Reserva Federal de Nueva York.

Cuando los despidos son permanentes, la recuperación del empleo es lenta, añaden. Si el empleador quiere contratar, debe embarcarse en la tarea de revisar currículos, lo que consume mucho tiempo.

Las empresas, con sus ojos fijos en el precio de las acciones y en las ganancias, valoran más que nunca la flexibilidad encima de la estabilidad. La recesión les demostró que podían hacer más con menos trabajadores de lo que muchos de ellos creían.

En una encuesta a 2.000 empresas a principios de este año, McKinsey Global Institute, el centro de estudios de la enorme empresa de consultoría, encontró que 58% de los empleadores esperaba tener más trabajadores a tiempo parcial, temporales o subcontratados en los próximos cinco años y más de 21,5% trabajadores "tercerizados o externos".

"La tecnología", señala McKinsey, "permite a las empresas gestionar el empleo como un aporte variable. Con el uso de nuevos sistemas de programación de recursos, se pueden proveer de personal sólo cuando lo necesitan, ya sea por un día completo o unas pocas horas".

Las agencias de ayuda temporal juegan un papel cada vez más importante, desde la provisión de personal fabril y administrativo hasta enfermeras e ingenieros.

Black & Veatch, una empresa de ingeniería de Missouri, que antes de la recesión contaba con 9.600 empleados y los redujo luego a los 8.700 que tiene hoy, contrata alrededor de 100 trabajadores por mes. Cerca de 10% de sus empleados son temporales, indica Jim Lewis, jefe de recursos humanos de la empresa. "Esa es una forma rápida de traer gente, y da un poco de tiempo para saber si el crecimiento se mantendrá o no", explica.

También facilita volver a recortar en tiempos difíciles. Los trabajadores, en pocas palabras, ahora pueden ser contratados "en el momento preciso". Y aparentemente, muchos empleadores no creen que todavía sea el momento. Debido a que "pueden contratar personal temporal casi al instante, hay poca necesidad de contratar a la espera de una recuperación en los negocios".

Cuando sí reclutan personal, las grandes empresas multinacionales con sede en EEUU están en mejor condición de y más dispuestas a contratar en el exterior, en parte porque los salarios son a menudo más baratos, pero también porque es allí donde están sus clientes.

En la década de los 90, las multinacionales incorporaron en EEUU casi dos puestos de trabajo por cada nuevo empleo fuera del país; en tanto que en la década siguiente, recortaron 2,9 millones de empleos estadounidenses, mientras que aumentaron 2,4 millones en el extranjero, de acuerdo con el Departamento de Comercio de EEUU.

Hal Sirkin, de Boston Consulting Group (BCG), afirma que el aumento de los salarios en China resta un poco de atractivo al país. En 2000, los salarios de los trabajadores chinos promediaron 3% de los de sus contrapartes estadounidenses. Hoy en día, representan 9%, y la firma de consultoría espera que la cifra llegue a 15% en 2015. Sirkin predice que ello impulsará a muchos fabricantes a devolver el trabajo a EEUU. ¿Cuántos? Sirkin todavía trabaja en un cálculo.

Aun cuando el gobierno cuenta 4,68 trabajadores desempleados por cada puesto que se abre, algunos empleadores insisten en que no pueden encontrar empleados con las habilidades que necesitan a los salarios que pueden pagar…

La deslocalización competitiva (una "aniquilación" consentida del trabajador local)

"Las compañías multinacionales con sede en Estados Unidos sumaron 1,5 millones de trabajadores a sus nóminas en Asia y el Pacífico durante la década de 2000 y 477.500 trabajadores en Latinoamérica, al mismo tiempo que recortaron 864.000 empleos locales, informó el Departamento de Comercio de EEUU, cuantificando una tendencia a la que se presta cada vez más atención"… Las multinacionales de EEUU sumaron empleos en el extranjero, a la vez que redujeron su nómina local, según un estudio (The Wall Street Journal – 21/11/11)

"El rápido crecimiento en el extranjero se concentró en los mercados emergentes como China, Brasil, India y Europa Oriental", indicaron los economistas del Departamento de Comercio estadounidense Kevin Barefoot y Raymond Mataloni en un sumario de su encuesta anual de multinacionales en la edición más reciente (2011) de la Encuesta de Negocios Actuales que publica este departamento.

"Considerando el destino de las ventas de las filiales en esos países", agregan, "la meta de las multinacionales estadounidenses al expandir la producción era principalmente vender a los clientes locales, en vez de reducir sus costos laborales para bienes y servicios destinados a EEUU, Europa Occidental y otros países de altos ingresos".

Las cifras publicadas también muestran que mientras las compañías estadounidenses aún llevan a cabo el grueso de sus inversiones de capital y gastos en investigación y desarrollo en EEUU, una proporción cada vez más grande se está trasladando al extranjero. Por ejemplo, las multinacionales redujeron sus gastos en inversiones de capital en EEUU a una tasa anualizada de 0,2% en la década de 2000 y la incrementaron a una tasa anualizada de 4% en el extranjero. Aun así, destinaron US$ 2,40 a gastos de capital en EEUU por cada US$ 1 gastado en el extranjero.

Entre las compañías en industrias diferentes a las finanzas, 57% de las contrataciones extranjeras entre 1999 y 2009 fueron hechas en Asia. Las firmas sumaron 683.000 empleos en China, un aumento de 172% a lo largo de la década y 392.000 trabajadores en India, un alza de 542%. Otro 18% de las contrataciones en el extranjero tuvo lugar en América Latina.

edu.red

Fuera de su país, las empresas estadounidenses aún emplean más gente en Europa que en cualquier otra parte del mundo. Buena parte de las contrataciones llevadas a cabo durante la década analizada se hicieron en países con mano de obra barata en Europa Oriental. Las compañías despidieron a 14.700 trabajadores en Alemania durante la década y apenas sumaron 8.700 en Francia, a la vez que incrementaron sus nóminas en Polonia en 135.500 y en Hungría en 53.700 trabajadores.

En total, las multinacionales estadounidenses emplearon a 23,1 millones de trabajadores en EEUU en 2009 y 10,8 millones en filiales en otros países en las que contaban con una participación mayoritaria, un total que no refleja los millones de empleados en empresas en el extranjero en las que no tienen inversiones, pero de las cuales hacen grandes compras. Entre 1989 y 1999, las multinacionales estadounidenses, incluso a las firmas financieras, agregaron 4,4 millones de empleados en EEUU y 2,7 millones en el extranjero.

En la década de 2000, tal como lo informó el gobierno en abril, las firmas recortaron su fuerza laboral en EEUU a medida que se expandían en el extranjero. Las cifras más recientes muestran que las firmas eliminaron 864.600 empleos en EEUU entre 1999 y 2009 y sumaron 2,9 millones en otros países.

La Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio lleva a cabo una encuesta cada cinco años para incluir a compañías multinacionales a las que no había prestado atención. La actualización de 2009 incluyó a multinacionales con grandes nóminas en EEUU que no se encontraban en las cifras preliminares publicadas en abril. Las cifras presentadas en aquel entonces indicaban que las multinacionales habían eliminado 2,9 millones de empleos en EEUU y sumado 2,4 millones en el extranjero durante la década de 2000.

Buena parte de las inversiones y contrataciones en el extranjero se han realizado en el sector de servicios y otras industrias aparte de la manufactura. Entre las manufactureras estadounidenses, cerca de 60% de sus empleados aún se encuentra en EEUU. No obstante, estas empresas recortaron sus nóminas en 2,1 millones de trabajadores en la década pasada y sumaron 230.000 trabajadores en el extranjero.

En total, las multinacionales dedicadas a la manufactura emplearon a 6,9 millones trabajadores en EEUU en 2009 y 4,6 millones en el extranjero…

– El patrimonio neto de los hogares estadounidenses disminuyó casi 40% entre 2007 y 2010 a niveles no registrados desde 1992.

"El lunes, la Reserva Federal de Estados Unidos publicó un informe que mostró que la media del patrimonio neto de las familias disminuyó a US$ 77.300 en 2010, frente a los US$ 126.400 en 2007, lo que representa una disminución de 38,8%, el mayor descenso desde que comenzó este sondeo en 1989"… El patrimonio neto de las familias de EEUU cae casi 40% entre 2007 y 2010 (The Wall Street Journal – 11/6/12)

El patrimonio neto de los hogares es un indicador de los activos totales, como viviendas, acciones y pensiones, menos las obligaciones totales, como hipotecas y deuda en tarjetas de crédito. El patrimonio neto promedio cayó 14,7% en el período.

Los ingresos y el patrimonio neto de las familias estadounidenses cayeron en concordancia con las turbulencias de la economía del país durante los últimos tres años (2007-2010), según el Sondeo de las Finanzas del Consumidor de la Fed, un panorama detallado de las cuentas de los hogares que se realiza cada tres años.

Los hogares cuyos activos estaban más vinculados con propiedades residenciales registraron la mayor merma en su patrimonio neto medio, que declinó a US$ 75.000 en 2010, frente a los US$ 110.000 de tres años antes.

En 2010, el ingreso medio familiar cayó a US$ 45.800 desde los US$ 49.600 en 2007, lo que representa una caída de 7,7%. El ingreso promedio se contrajo 11,1%, de US$ 88.300 a US$ 78.500.

La clase media sufrió la peor merma en su ingreso. El 10% más acaudalado vio su ingreso neto reducirse 1,4% en tres años, mientras que el de las familias en el segundo y tercer cuartil declinó 12,1% y 7,7% respectivamente. El ingreso medio del cuartil más bajo descendió 3,7%.

En cuanto a sus expectativas para sus ingresos futuros, en 2010 poco más del 35% de las familias dijo no tener claridad sobre sus ingresos el año próximo, frente a 31,4% en 2007.

El 74,9% de las familias tenía algún tipo de deuda en 2010, frente al 77% de tres años antes, mientras que la cantidad de familias cuya deuda asciende a más de 40% de su ingreso casi no varió.

En tanto, la proporción de hogares con balances en las tarjetas de crédito cayó 6,7 puntos porcentuales a 39,4% en 2010. El balance medio descendió 16,1% a US$ 2.600, mientras que el balance promedio disminuyó 7,8% a US$ 7.100.

Pero la cantidad de familias atrasadas 60 días o más en el pago de sus deudas aumentó a 10,8% en 2010, frente a 7,1% en 2007.

En términos generales, la deuda como porcentaje de los activos de los hogares creció a 16,4% en 2010, frente a 14,8% en 2007.

Por último, la proporción de familias que ahorró durante el año precedente descendió de 56,4% en 2007 a 52% en 2010, el nivel más bajo desde 1992.

– La vía hacia el trabajo masivo de clase media se ha ido (entre el dolor y la rabia)

– El declive de los empleos industriales en EEUU (BBCMundo – 8/8/12)

(Por Jonny Dymond) Lectura recomendada

En la planta de AMI, una productora de pilas de combustible con base en Michigan, Estados Unidos, se puede escuchar el futuro de la manufactura.

Es muy, muy silencioso.

El ruido más fuerte es el sonido de un ascensor hidráulico utilizado para reemplazar bombillas.

El contraste con la manufactura tradicional es fuerte: casi no hay ruido, casi no hay mugre, hay poco esfuerzo físico. Y los requisitos para los trabajadores son muy diferentes.

"Hay que tener personas listas que ayudan a construirla de abajo a arriba", dice el presidente de AMI, Aaron Crum.

"No forjamos más las cosas. Usamos láser para cortar metal, extrudamos cerámica, hacemos cosas que son diferentes. Y entonces, por eso, necesitamos una fuerza laboral distinta para hacerlo realidad".

Décadas de pérdidas

En Estados Unidos, la industria manufacturera está experimentando la misma revolución tecnológica que envió a los trabajadores de la agricultura a la industria al final del siglo XIX, dice Lou Glazer, del grupo consultor Michigan Future Inc.

En los años 50, dice, los trabajos de fábrica correspondían a un tercio del trabajo total en Estados Unidos. Ahora son menos del 10%.

Aunque el empleo industrial ha aumentado ligeramente en los últimos meses -añadiendo 30.000 empleos desde marzo- los beneficios palidecen junto a las pérdidas de la última década.

En diez años han desaparecido 3,5 millones de empleos en el sector, lo que lleva el total a poco menos de 12 millones.

Pero mientras el empleo ha caído, la productividad se ha disparado.

No en vano, la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos se precia de que los trabajadores de fábrica estadounidenses sean "los más productivos del mundo".

A unos 30 minutos en auto de la planta de AMI está el fantasma del pasado manufacturero: Willow Run.

Es una planta increíblemente grande con más de 460.000 metros cuadrados, que alguna vez produjo aviones bombarderos Liberator, luego autos Kaiser, luego transmisores y cuerpos de vehículos para General Motors.

Willow Run cerró en 2010 cuando General Motors quebró y buena parte de la fábrica es un recordatorio impresionante de lo que era la manufactura: pesadas prensas del tamaño de una casa de tres pisos se llenan de polvo, los corredores serpentean sin fin aparente hacia la penumbra y el aire es denso por el olor del aceite para máquinas.

"No se necesitaba diploma"

Reunidos en una mesa en un restaurante cercano, antiguos trabajadores de Willow Run recuerdan sus primeros días en la planta.

Ahora cuando tienen alrededor de 50 años, ellos explican cómo consiguieron el trabajo en la planta.

"No se necesitaba un diploma de secundaria", dice Sterling Mullins.

"Uno sólo debía ser un buen trabajador", dice Gerry Gardner, "y debía ir todos los días, pues no era un trabajo fácil".

Tom White creció en una finca, "así que las habilidades que tenía no eran muy aplicables".

Era la época en que la manufactura servía a los hombres poco educados para incluirse en la clase media industrial de Estados Unidos.

"Uno podía meter a los hijos a la universidad, teníamos un par de semanas de vacaciones", dice Gardner.

"Y uno tenía suficiente dinero para salir a comprar un auto nuevo. No éramos ricos -no conduzco un Rolls Royce ni nada- pero sí me compré un auto de General Motors".

Cambios

Los trabajos manufactureros todavía son bien remunerados, con un promedio en 2010 de US$ 77.186 en pagos y beneficios. Pero hay muchos menos y están cambiando, según Glazer, el consultor.

"La vía hacia el trabajo masivo de clase media se ha ido", dice.

"El único trabajo de fábrica con altos salarios va a ser para personas que pueden programar y mantener máquinas. Ese trabajo va a ser bien remunerado pero requiere habilidades más desarrolladas".

Estados Unidos todavía es un jugador importante en la industria manufacturera. Más del 18% de la producción global manufacturera viene de fábricas estadounidenses.

E incluso aunque la manufactura en Estados Unidos ha tropezado un poco recientemente a causa de la caída en órdenes de trabajo desde la eurozona, muchos de los fabricantes de Michigan son optimistas sobre el futuro.

Pero el genio no puede volver a meterse en la botella.

La manufactura en Estados Unidos ya cambió y continuará cambiando, presionada por un lado por la tecnología y por el otro por la globalización.

Será muy difícil que los trabajadores estadounidenses menos hábiles obtengan un estilo de vida similar al que obtuvo la generación que los precedió.

El coste de la desigualdad (distribución de ingresos y pobreza): actualización de la Hemeroteca (enero 2012 – enero 2013)

A continuación se presenta un recorrido (específico) de cabotaje, para destacar otros "hitos" del largo viaje a ninguna parte, provocado por los cambios en la participación de los salarios en los países desarrollados (la cadena del dolor).

Como dice Cesar Vidal, sin la intención de agotar el tema, los hechos son los siguientes:

"Grupos de delincuentes que pertenecen a las comunidades nómadas británicas e irlandesas han estado transportando hombres británicos al exterior para hacerlos trabajar como virtuales esclavos"… Denuncian esclavitud moderna en el corazón de Europa (BBCMundo – 3/2/12)

Una investigación de la BBC encontró por lo menos 32 víctimas en esta situación.

La Comisión Europea describe el hecho como esclavitud moderna y señala que se trata sólo de la punta del iceberg.

Se confirmaron casos en seis países europeos, entre los que se incluye Suecia, Noruega y Bélgica.

Las pandillas recogen a hombres que se encuentra en situación vulnerable, viviendo en las calles británicas, frecuentemente padeciendo problemas de alcohol y de drogas.

Se les promete trabajo bien remunerado, pero luego se les traslada al exterior donde son forzados a trabajar largas y duras horas asfaltando o pavimentando carreteras por muy poco dinero o nada.

La BBC conversó con uno de los hombres que llegó al puerto sueco de Malmo junto a otros dos británicos que no tenían techo cuando fueron recogidos. Pidió no ser identificado temiendo por su seguridad.

Los hombres trabajaron 14 horas al día con muy poca remuneración o sin pago y viviendo en condiciones terribles y hacinados. Estaban demasiado asustados para escapar hasta que la policía sueca les ofreció ayuda.

"He visto a personas amenazadas con hachas", señaló. "He visto como los han pateado y golpeado. A mí casi me lanzan desde un vehículo en movimiento. Es una situación muy tensa. Uno espera lo que pueda pasar después".

La comisionada europea para Asuntos Internos, Cecilia Malmstron, teme que estos casos sólo sean solo una muestra de una situación más grave y compleja.

"Es un crimen horrible y es esclavitud moderna. Están utilizando a gente muy vulnerable y especialmente durante tiempos económicos duros, gente que ha perdido sus empleos, que no tienen dónde vivir, que han sido expulsados de casa por sus familiares. Tenemos que actuar con más fuerza de lo que lo hemos hecho. Es sólo recientemente que nos hemos dado cuenta de la magnitud del problema".

El gerente responsable sobre tráfico humano en la Oficina Europea de Policía (Europol), David Ellery, dice que las pandillas de nómadas han estado cometiendo esos actos criminales durante mucho tiempo.

"Han estado atacando a los vulnerables en la sociedad, obligándolos a trabajar, pero los casos no están categorizados como tráfico humano. El trabajo se hace normalmente en el norte de Europa donde trabajan en zonas rurales, concentrándose en conseguir víctimas locales de edad avanzada. A estas personas se les intimida a pagar por un trabajo considerable así que el crimen es doble; explotación de las víctimas y estafa de la personas que paga"…

"Alemania cuenta con un envidiable 7,4% de paro, según datos de la Agencia Federal de Trabajo del último mes de febrero. Sin embargo, un estudio del Instituto para el Trabajo y la Cualificación de la universidad de Duisburg-Essen alerta sobre las carencias del sistema laboral alemán"… Uno de cada cuatro alemanes cobra menos de 9,15 euros brutos por hora (El Economista – 16/3/12)

Alrededor de ocho millones de personas, lo que equivale a uno de cada cuatro trabajadores, cobra menos de 9,15 euros brutos por hora. El estudio calcula que el salario medio en Alemania se sitúa en los 13,73 euros por hora.

El periódico alemán Süddeutsche Zeitung publicó el 15/3/12 las cifras del estudio en un artículo en el que muestra las "sombras" del "milagro" del sistema laboral alemán y en el que se plantea si sólo se trata de una "quimera".

Entre los años 1995 y 2012 se registró un aumento de 2,3 millones de empleados que recibieron un salario mínimo. El estudio también alerta de que 1,4 millones de empleados en Alemania no llegan a ganar cinco euros por hora trabajada. La mitad de los trabajadores que reciben esta remuneración trabaja a jornada completa.

Las diferencias entre el este y del oeste de Alemania aún están presentes, incluso más de veinte años después de la reunificación. En 2010, la media de los salarios más bajos se situó en 6,68 euros en el Oeste del país, y en 6,52 euros en las partes de la antigua República Democrática Alemana.

El estudio alerta además de la situación precaria en la que se encuentran los empleados de los llamados minijobs (mini trabajos), por los que un empleado recibe un sueldo base de 400 euros mensuales, sin tener que restarle impuestos.

Hasta 7,4 millones de personas, especialmente mujeres, tienen un minijob en Alemania. Estos puestos de trabajo se crearon para personas que querían ampliar los ingresos de una pensión, jóvenes estudiantes o para gente que ya recibía un subsidio social.

– Stiglitz: "La economía de EEUU lleva estancada más de medio siglo" (El Economista – 11/7/12) Lectura recomendada

La economía de EEUU se encuentra en una situación desesperada según explica el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en una entrevista parte de un documental sobre la economía del país. En un adelanto ofrecido por la revista Vanity Fair, el economista asegura que "si nos fijamos en los ingresos del trabajador típico en los Estados Unidos hoy en día, es el mismo que en 1968. Es decir, llevamos la mitad de un siglo estancados".

Desde su punto de vista, la culpa de esta desigualdad de ingresos se encuentra en el sistema político. "La desigualdad en la economía se traduce en la desigualdad en la política, y en particular en el contexto de EEUU, donde la financiación de campaña y las labores de lobby son muy importantes", explicó.

Tras afirmar que este sistema no es adecuado, Stiglitz dejó claro que "fundamentalmente, la cuestión clave estará en hacer frente a las reformas políticas que necesitamos para que nuestros políticos impongan las medidas económicas que necesitamos".

El Premio Nobel de Economía dejó claro que antes EEUU era considerado como "la tierra de las oportunidades" sin embargo aclara que sus oportunidades son a día de hoy "menores que en cualquiera de las otras economías avanzadas". Es por ello que considera que la idea de América como una tierra de oportunidades "ha desaparecido".

– Bernanke propugna el "bienestar económico" (Cinco Días – 6/8/12)

El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, afirmó hoy que los economistas deben medir, además de variables como ingresos, riqueza o consumo, otros datos para lograr el "bienestar económico" de una sociedad, y citó el caso de Bután, que mide su progreso por el índice de felicidad nacional.

(Efe – Washington) Lectura recomendada

En un discurso pregrabado para la apertura de una conferencia de economistas en Cambridge (Massachusetts), Bernanke dijo que "el propósito último de la economía, por supuesto, es entender y promover la mejora del bienestar". Por esa razón, opinó, "deberíamos buscar mejores y más directas medidas del bienestar económico", ya que, pese a que datos agregados como el consumo o el ingreso disponible mejoren, "muchas personas y hogares continúan enfrentados a dificultades económicas y financieras".

La atención exclusiva a los números agregados "probablemente nos devuelva una foto incompleta de lo que muchas personas experimentan", agregó el presidente del banco emisor de Estados Unidos, quien recordó "casos interesantes" como el del Reino de Bután.

Este pequeño y aislado reino del Himalaya mide su progreso desde 1972 no mediante el producto interior bruto (PIB) sino de un índice de felicidad nacional que incorpora indicadores como educación, salud o religiosidad, además de los ingresos.

Bután, que no figura en los principales puestos de los índices de desarrollo económico del mundo, es, sin embargo, el país más feliz de Asia y el octavo del mundo, según Business Week.

Precisamente a petición de ese reino, la Asamblea General de la ONU proclamó a finales de junio pasado el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, una celebración con la que pretende recordar cada año que la búsqueda de la felicidad es "un objetivo humano fundamental".

Con anterioridad, en julio de 2011, la misma Asamblea General reconoció que la búsqueda de la felicidad es "un objetivo humano fundamental".

Bernanke recordó hoy que algunos economistas ya reconocen el mayor papel de la psicología, que serviría para tener en cuenta como se percibe el riesgo, la autonomía, la desigualdad o la incertidumbre, así como para detallar la importancia de los lazos con la comunidad.

"Renta y riqueza contribuyen a la felicidad percibida, pero esta relación es más compleja y dependiente del contexto de lo que la teoría sugiere. Otros indicadores que contribuyen a la satisfacción son el sentido de pertenencia a la familia, el grupo o a una comunidad, así como el control de la vida propia", indicó Bernanke.

"En EEUU, la dependencia de los ciudadanos respecto al Gobierno va en aumento, y actualmente más de la mitad de la población depende de las ayudas federales para sobrevivir. Mientras la administración Obama rebaja los requisitos para poder acceder a estos subsidios, cada vez más estadounidenses afirman preferirlo así"… Insostenible: Más de la mitad de los estadounidenses dependen de los subsidios (Negocios.com – 23/8/12)

Desde 2009 se han reducido los requisitos para acceder a MedicAid- el programa de seguro médico estatal-, cartillas de alimentos, subsidios de desempleo, exención del pago del IRPF… Según relata RT en su web, 165 del total de 308 millones de estadounidenses dependen del estado de algún modo. De ellos, 107 se benefician de la asistencia social federal, 46 millones están afiliados a MedicAid y 22 millones son funcionarios.

Desde la llegada de Obama a la Casa Blanca, el número de ciudadanos que recibe prestaciones ha aumentado en 10 millones, hasta alcanzar los 107 dependientes, según un informe realizado por el Comité Presupuestario del Senado. El aumento de norteamericanos que, durante ese periodo, comenzaron a beneficiarse de las cartillas de alimentos ha ascendido en más de 14 millones.

"Con el plan Obama, no tendrás que trabajar y no tendrás que entrenarte para un trabajo: simplemente te enviarán un cheque de subsidio", comenzaba un anuncio televisivo anti-Obama lanzado recientemente.

Y parece que cada vez más estadounidenses lo prefieren así. En 2011, un informe de Globescan mostró que el número de ciudadanos que defienden una economía de libre mercado descendió a 59% desde el 74% del año anterior, cayendo por debajo de China y Brasil. Cuando Globescan realizó por primera vez esta encuesta, hace 10 años, el 80% de los estadounidenses estaban a favor de una economía de libre mercado. Una constante es que las personas con menores rentas anuales son más propensas a estar en contra de una economía de libre mercado.

El Índice Anual de Dependencia del Gobierno, publicado en Febrero, descubrió que desde 2008, la dependencia de los estadounidenses respecto a su gobierno ha crecido un 23%. El Gobierno estadounidense batió su propio record el año pasado, gastando el máximo en asistencia estatal en la historia de la nación.

En la actualidad, The Heritage Foundation calcula que los estadounidenses que dependen de la asistencia federal perciben de media, 32.784 dólares anualmente, mientras que el salario anual promedio de un trabajador se tasa en 26.364 dólares.

"Esperamos que el Gobierno cuide de nosotros desde la cuna a la tumba", decía un análisis en el blog Economic Collapse.

En 2010, más del 70% del presupuesto del Gobierno de EEUU se invirtió en programas de dependencia. En 1962, solo se empleaba el 28,3% para ese fin.

Sin embargo, el coste de esos programas recae en quienes no se benefician de ellos. Las mitad de los hogares de EEUU no paga el IRPF, y a la vez, esas familias son las que tienen mayores probabilidades de acceder a los subsidios y las cartillas de alimento.

Así, la dependencia crece y el número de trabajadores que pagan impuestos para financiarla disminuye, dando lugar a una situación insostenible.

"El impacto de la actual crisis en los hábitos de los consumidores ha llevado a la compañía anglo holandesa de alimentación y productos de consumo Unilever ha replantarse su modelo de negocio aplicando en Europa estrategias propias de mercados emergentes ante lo que prevé que será una vuelta a la pobreza en el Viejo Continente"… Unilever revisa el modelo de negocio porque "la pobreza vuelve a Europa" (Expansión – 27/8/12)

"La pobreza regresa a Europa", reconoce el responsable para Europa de la tercera mayor compañía mundial de productos de consumo, Jan Zijderveld, en declaraciones al diario alemán "Financial Times Deutschland" (FTD). "Si un español únicamente gasta una media de 17 euros en cada compra, entonces no puedo venderle detergente por la mitad de su presupuesto", añade.

De este modo, el consejero delegado en Europa de la compañía propietaria de marcas como Knorr, Lipton, Rexona o Pond's, apunta la intención de Unilever de trasladar a Europa estrategias ya probadas en mercados emergentes. "En Indonesia, vendemos dosis individuales de champú a 2 ó 3 céntimos y aun así obtenemos un beneficio decente", dice Zijderveld.

"Sabemos cómo hacerlo, pero en Europa nos habíamos olvidado durante los años anteriores a la crisis", añade Zijderveld, quien antes de hacerse con las riendas de Unilever en Europa dirigió durante tres años el negocio de la multinacional en el sudeste asiático.

De hecho, el diario alemán señala que Unilever ha comenzado a vender en España detergente bajo la marca "Surf" en un formato con dosis para únicamente cinco lavados, mientras que en Grecia la multinacional ya ofrece mahonesa y puré de patatas en paquetes individuales, mientras que vende productos básicos como aceite de oliva o té bajó marcas baratas locales, una estrategia también adoptada en Reino unido.

"Una semana laboral de seis días. Esa es quizás la propuesta más llamativa del conjunto de sugerencias que los acreedores internacionales de Grecia le hicieron al gobierno griego para aumentar los ingresos del estado, asfixiado por la deuda económica"… Proponen semana laboral de 6 días para "salvar" a Grecia (BBCMundo – 5/9/12)

Las propuestas formaban parte de una carta filtrada a la prensa que los acreedores, conocidos como "la troika", le enviaron al ministro griego de Finanzas.

En el documento se sugerían otras medidas destinadas a hacer un ajuste radical del mercado laboral griego.

"El máximo de jornadas laborales se extendería hasta seis a la semana en todos los sectores", informó el corresponsal de la BBC en Atenas, Mark Lowen.

"El descanso diario mínimo se limitaría a 11 horas y se eliminarían las restricciones de tiempo mínimo entre los turnos de la mañana y la tarde", añadió.

Todas estas son propuestas no oficiales, sugeridas al gobierno griego por representantes de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, pero no aprobadas.

Según el corresponsal de la BBC lo interesante es que "revelan hasta qué punto los acreedores internacionales sienten que las reformas son necesarias".

"Las acciones de Estados Unidos escalaron el jueves a su nivel más alto en años, impulsadas por la promesa de estímulo de los principales funcionarios bancarios europeos y señales de un fortalecimiento de la economía estadounidense"… Las acciones de EEUU cierran en máximos desde la crisis (The Wall Street Journal – 6/9/12)

El índice Standard & Poor's 500 se elevó 28,68 puntos, o 2,04%, a 1.432,12, su nivel más alto desde enero de 2008. El Compuesto Nasdaq ganó 66,54 puntos, o 2,17%, para cerrar en 3.135,81, un máximo de más de una década al alcanzar niveles no observados desde la burbuja tecnológica de 2000.

El Promedio Industrial Dow Jones escaló 244,52 puntos, o 1,87%, a 13.292, su nivel más alto desde diciembre de 2007.

Los avances cierran un repunte de tres meses que se produjo durante un período de sombrías noticias económicas. Pero las esperanzas de acción por parte de los bancos centrales en EEUU y Europa ayudaron a empujar los índices a nuevos máximos. Muchos inversionistas se han visto en la disyuntiva de ir tras las ganancias o sentarse a esperar un declive.

"Uno de cada cinco trabajadores de la rica Alemania cobra menos de diez euros por hora trabajada, en muchos casos apenas cinco euros, y esta modalidad laboral se está enquistando con la proliferación de los minijobs, trabajos a tiempo parcial, empleos secundarios y chapuzas varias que realizan especialmente jubilados que necesitan complementar de alguna manera sus magras pensiones. Y la tendencia es creciente, según confirma la Oficina Federal de Estadísticas"… El 20% de los alemanes cobra menos de 10 euros por hora trabajada (El Confidencial – 11/9/12)

Es lo que se define aquí oficialmente como "ocupaciones atípicas", aunque en este grupo de personas con ingresos muy bajos figuran, por ejemplo, los taxistas, los empleados de peluquerías y centros de belleza o cosmética, quienes trabajan en el sector de la restauración o la hostelería y en los servicios de limpieza.

El Instituto Alemán de Investigaciones Económicas (DIW) denuncia en un reciente informe que la necesidad y la pobreza de estas personas les lleva a aceptar más horas de las estipuladas, sobre todo cuando tienen contratos a tiempo parcial. En muchos casos, las personas que trabajan en este sector llegan a las 45 y hasta las 50 horas semanales, en un intento por conseguir un salario algo más generoso.

Según el DIW, el tiempo medio de trabajo en la República Federal son 42,8 horas semanales. Sólo el 20% no se ve obligado a hacer horas extras, y ésta es la regla, más que la excepción, en el caso de los peor pagados. El único consuelo que pueden tener estos últimos es que las personas con sueldos altos muy a menudo también se ven obligadas a prolongar la jornada.

La progresión en este sector de los asalariados pobres, los "working poor", está creando un problema añadido para este Estado que se vanagloria de un nivel bajísimo de desempleo. Este colectivo es ya un sector social concreto cuyo futuro vital se define bajo el concepto de "Viejos pobres de solemnidad": aquellos que tendrán una jubilación por debajo de los 680 euros, y que plantean un enorme desafío a la Seguridad Social alemana.

La ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen (CDU), ha puesto ya el grito de alarma sobre este problema que se ve venir a toda velocidad. En vísperas de la campaña electoral para las elecciones de dentro de un año, Der Leyen ha hablado de poner en marcha un sistema de pensiones paralelo al ya existente para hacer frente a las necesidades de estos ancianos pobres, que son hoy los subempleados de un país que pasa por ser -todavía- el motor económico de la Unión Europea y que se precia de no haber introducido el salario mínimo legal "por temor a que destruya puestos de trabajo".

– ¿Podrá el nuevo iPhone impulsar la economía de EEUU? (The Wall Street Journal – 11/9/12)

(Por Sudeep Reddy) Lectura recomendada

El próximo iPhone, que Apple Inc. planea dar a conocer el miércoles, podría lograr lo que le ha costado trabajo a la Casa Blanca, el Congreso y la Reserva Federal de Estados Unidos: impulsar la principal economía del mundo.

Las ventas del nuevo teléfono podrían sumar entre un cuarto de punto porcentual y medio punto porcentual a la tasa anual de crecimiento económico en EEUU en el cuarto trimestre, estima Michael Feroli, economista jefe para el país de J.P. Morgan Chase & Co. Esto podría proteger la débil economía estadounidense frente a otros riesgos durante los últimos meses del año.

En una nota enviada a clientes (titulada "¿Puede un pequeño teléfono tener un impacto sobre el PIB?"), Feroli hace las cuentas: los analistas de valores de J.P. Morgan esperan que Apple venda unos ocho millones de unidades del nuevo iPhone en los últimos tres meses del año. Si el teléfono se vende por unos US$ 600, con unos US$ 200 que se cuentan como componente importados, entonces US$ 400 por teléfono figurarían en la medida del gobierno de Producto Interno Bruto.

Aunque los consumidores no pagan esa cifra por el aparato, gracias a los subsidios que aplican los operadores de telefonía celular, Feroli explica que las empresas a menudo reportan las ventas de los teléfonos con base en el precio independiente del producto.

En conclusión: las ventas del nuevo iPhone podrían representar un auge de US$ 3.200 millones para el PIB en el cuarto trimestre, o US$ 12.800 millones a una tasa anual. Esto es un aumento de 0,33 puntos porcentuales en la tasa anualizada de crecimiento del PIB. El analista dice que el incremento podría ser incluso mayor. Un tercio de un punto porcentual limitaría el riesgo de que la economía se expanda más lento que las proyecciones de crecimiento de 2% para el cuarto trimestre que tiene J.P. Morgan.

Feroli advierte que la estimación "parece bastante amplia, y por ese motivo debería ser tratada con escepticismo" pero agrega: "Creemos que la evidencia reciente es consistente con esta proyección".

Una pista es que cuando el iPhone 4S salió al mercado en octubre de 2011, más de la mitad del aumento de 0,8% en las ventas básicas minoristas (que excluyen autos, gasolina y materiales de construcción) se registraron en las categorías de ventas en línea y ventas de computadoras y software. Las dos categorías combinadas registraron su mayor aumento mensual registrado. El analista estima que el crecimiento de las ventas se debió al iPhone, que impulsó el PIB entre un décimo y un quinto de punto porcentual. El lanzamiento del nuevo iPhone será aún mayor que eso, proyecta, lo que haría que la estimación más reciente sea "razonable".

Durante el cuarto trimestre de 2011 la economía de EEUU se expandió rápidamente a una tasa anualizada de 4,1%, y luego se desaceleró significativamente a 2% durante el primer trimestre de este año y a 1,7% en el segundo trimestre.

Muchos analistas han reducido sus previsiones de crecimiento económico para el segundo semestre por razones que incluyen la sequía en zonas agrícolas, el alza en los precios del petróleo e incertidumbre sobre las políticas presupuestales de EEUU. La semana pasada, la firma de pronósticos Macroeconomic Advisors redujo sus previsiones para el crecimiento del PIB de EEUU en el tercer trimestre a 1,5% y el cuarto trimestre a 1,4%.

"La perspectiva del empleo mundial para el cuarto trimestre se ha debilitado debido a que una combinación de factores, como las elecciones estadounidenses y la crisis de deuda de la zona euro, están lastrando las expectativas económicas y los planes de gastos de las compañías"… Se debilita la perspectiva de empleo mundial según informe (The Wall Street Journal – 12/9/12)

Un informe trimestral publicado el martes por la empresa de empleo ManpowerGroup mostró que entre los 42 países consultados, se espera que 26 contraten menos personal en el cuarto trimestre que hace un año.

"Hay demasiada incertidumbre en el mercado laboral mundial y esto está minando la confianza de contratación de los empleadores", afirma Jeffrey A. Joerres, presidente y consejero delegado de ManpowerGroup. "Si estas incertidumbres -la crisis de deuda en Europa, rumores de una desaceleración en China, las elecciones presidenciales en EE.UU. y los costos de salud- siguen acumulándose veremos una desaceleración en los mercados laborales y el modo estable de la contratación cambiará a una pausa".

Las empresas son especialmente cautas en Europa, ya que muchos gobiernos de la región están implementando estrictas medidas de austeridad para reducir sus elevadas deudas, que están afectando a la demanda interna, mientras que los recientes rescates bancarios en la zona euro han pesado en la confianza de los inversionistas sobre la región.

Según el informe, las perspectivas de empleo del cuarto trimestre entre las compañías británicas fue de +3, sin apenas cambios respecto al tercer trimestre y al año anterior. En Alemania, el dato fue de +5, cinco puntos menos que el año anterior y apenas sin cambios frente al año anterior.

Mientras, las perspectivas en Grecia y España se debilitaron aún más y siguen en territorio negativo.

Las intenciones de contratación no variaron respecto al tercer trimestre y subieron tres puntos frente al año pasado. En China, el índice bajó siete puntos respecto al año pasado y tres desde el trimestre previo, en línea con India.

En Japón, la intención de contratación se mantuvo sin cambios.

"La capacidad de la economía de Estados Unidos de crear buenos trabajos está decayendo mientras hay más empleados ocupando trabajos malos, concluye un estudio del Centro de Investigación sobre Economía y Políticas (CEPR, por sus siglas en inglés), una organización de análisis internacional con sede en Washington DC"… Crece el número de trabajos "malos" en EEUU (BBCMundo – 12/9/12)

El informe aclara que la situación no se debe a la actual recesión económica sino a una tendencia que se ha ido acentuando desde hace tres décadas y que los últimos años de crisis económica solo han añadido a las dificultades.

Según los investigadores, la restructuración del mercado laboral en EEUU, la reducción del salario, la privatización, los acuerdos de libre comercio y un sistema migratorio "disfuncional" son algunos de los factores que contribuyen al fenómeno.

No obstante, la pérdida de poder de negociación del trabajador y los bajos índices de afiliación sindical se resaltan como elementos singulares que generan trabajos malos. Entre los grupos más afectados están los latinos, los negros y las mujeres.

Muchas razones se pueden dar para definir un mal trabajo. Se pueden incluir condiciones peligrosas o difíciles en el lugar de trabajo, largas horas laborales, descansos cortos, pocas o ningunas vacaciones pagadas y el desconocimiento de días de enfermedad.

Sin embargo, los investigadores del CEPR decidieron concentrarse en tres criterios: salario, seguro de salud y plan de retiro por ser los que mejor reflejan las características de un empleo y sobre los que se han logrado recopilar los mejores datos a lo largo de los años.

Un salario de US$ 37.000 al año es considerado como el límite de lo que sería un trabajo malo, dijo a BBC Mundo Janelle Jones, coautora del informe del CEPR.

"Ha habido un leve aumento que rebasó un poco ese umbral de ingresos, pero el número de empleados que no tienen seguro de salud ni un plan de jubilación va en aumento", expresó. "Esos últimos dos son los que más se ajustan al criterio de un mal trabajo".

Jones reconoce que la promulgación del Acta de Salud Asequible promovida por el presidente Barack Obama podría tener un impacto positivo pues la ley instará a los empleadores a proveer un seguro.

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