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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (II) (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

El resultado es lo que a veces se llama la "atomización" de las cadenas mundiales de aprovisionamiento: cada vez son posibles más subdivisiones, eficientes y desarrollables en casi cualquier sitio. La proximidad aún es importante en términos de costos de transporte y logística. Pero, como los mayores nuevos mercados y la mayor parte del crecimiento de la demanda mundial se encuentran en el mundo en vías de desarrollo, la lógica que impulsa la atomización debería ser aún más imperiosa.

La descomposición eficiente y sostenida de las cadenas de aprovisionamiento, redes y servicios mundiales tiene dos consecuencias asociadas. En primer lugar, la participación del sector transable de la economía mundial -donde la competencia por la actividad económica y los empleos es directa- está aumentando, y lo mismo sucede en las economías individuales. En segundo lugar, partes de las cadenas mundiales de aprovisionamiento que no eran competitivas ya no están protegidas por su adyacencia a partes que sí lo eran. La adyacencia ya no es un requisito.

Estas dinámicas y desafíos relacionados no están confinados a los países avanzados. Durante la próxima década, por ejemplo, China reemplazará gran parte de sus trabajadores en tareas de ensamblado intensivas en mano de obra con empleo de mayor valor agregado en la manufactura y los servicios, no solo en el sector transable sino también -y esto es más notorio aún- en la rápidamente creciente parte no transable de su economía. El aumento en el alcance y la reducción de los costos de la automatización y la fabricación por adición (impresión 3D) pueden afectar las funciones intensivas en mano de obra en todo el mundo, incluso en países que transitan las primeras etapas de su desarrollo.

Un factor fundamental para adaptarse a estas fuerzas es la inversión. Para las personas, empresas, instituciones educativas y gobiernos en los países avanzados, la inversión eficiente, elevada y de amplio alcance en educación y habilidades es crítica. Reducir amplias brechas de información en el mercado de habilidades también aumentará la eficiencia de esas inversiones.

La mejora transversal del capital humano aumentará distribución del ingreso tanto directa como indirectamente (al reducir la oferta de trabajadores menos cualificados respecto de su demanda). También mitigará (parcialmente) la concentración de riqueza resultante de una distribución del ingreso altamente sesgada.

En el sector transable, la competitividad no solo depende del capital humano sino también de una gran cantidad de factores adicionales: infraestructura, sistemas impositivos, eficiencia regulatoria, incertidumbre inducida por las políticas, y costos energéticos y de salud.

Actuar adecuadamente en esas áreas no garantiza que los desafíos del empleo que enfrentan las personas y los países se solucionarán por completo, aunque sí ayudará. De hecho, es posible que estemos ingresando en un período en el que serán necesarias adaptaciones importantes en los modelos de empleo, la semana laboral, el empleo por contrato, los salarios mínimos y la provisión de servicios públicos esenciales para mantener la cohesión social y conservar los valores centrales de la equidad y la movilidad intergeneracional.

(Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU"s Stern School of Business, Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign Relations, Senior Fellow at the H…)

"El poder adquisitivo de los más de veinte millones de jubilados alemanes cayó casi un 10 % en los últimos diez años, informa en su edición de hoy el popular diario "Bild", que se remite a un estudio de la Universidad de Friburgo (sur del país)"… El poder adquisitivo de los jubilados alemanes cayó 10% en diez años (El Economista – 19/1/13)

De acuerdo con esa información, pese al incremento de las pensiones aprobado en julio de 2012, el poder adquisitivo real de los 20,5 millones de jubilados alemanes bajó estos años un 0,4 %, en los ciudadanos del oeste, y un 0,3 %, en sus compatriotas del este.

El retraso es efecto de la inflación y, teniendo en cuenta las sucesivas congelaciones de las rentas en los años pasados, acumula una caída real del 9,2 % desde 2004.

El director del Instituto de Estudios Financieros de Friburgo, Bernd Raffelhüschen, apunta sin embargo a ese rotativo que tal caída es similar a la sufrida en los ingresos de la población activa.

En ese caso, el efecto se deriva de la denominada progresión fría, que hace que los aumentos salariales anuales terminen engullidos por la inflación, sumada a un cambio de tarifa fiscal.

El Gobierno de Angela Merkel aprobó en 2012 un incremento de las jubilaciones del 2,26%, en el este, y del 2,18%, en el oeste, después de estar tres años prácticamente congeladas.

Entre 2004 y 2006, las pensiones habían tenido un incremento nulo por razones presupuestarias.

Con el desnivel a favor de los jubilados del antiguo territorio germano-oriental se pretende compensar gradualmente el desequilibrio persistente entre las pensiones de una y otra mitad del país.

Más de veinte años después de la reunificación (en 1990), las jubilaciones del este del país se sitúan aproximadamente en el 87 % de las que se perciben en el oeste.

La jubilación media en Alemania es de 1.049 euros en el caso de los hombres, mientras que la de las mujeres se sitúa en 525 euros, según cifras de 2011.

"La Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo dependiente de Naciones Unidas, dijo que el número de personas desempleadas creció en más de cuatro millones en todo el mundo durante 2012"… Aumenta el desempleo a nivel mundial (BBCMundo – 22/1/13)

Según el informe Tendencias Mundiales del Empleo, presentado el 21 de enero de 2013, los datos son reflejo de la crisis económica mundial, sobre todo en los países desarrollados.

Los más afectados fueron los jóvenes. Según la OIT, casi el 13% de los menores de 24 años que buscan trabajo están sin empleo.

La agencia pidió que se invierta más en formación profesional para preparar a los jóvenes. Según el informe, los países que cuentan con programas de aprendizaje de oficios, como Alemania, Austria y Suiza, tienen los niveles más bajos de desempleo juvenil.

En total, el desempleo mundial alcanzó los 197 millones de personas, equivalente al 6% de la fuerza laboral global.

"El 30 % de los europeos no tiene actualmente ningún tipo de ahorro y sólo un 49 % tiene dinero para mantener su nivel de vida tres meses en caso de quedarse sin ingresos, según un estudio encargado por el banco alemán ING-DiBa"… El 30 % de los europeos no tiene ahorros (Negocios.com – 25/1/13)

El informe revela que en los países más afectados por la crisis, como España e Italia, el 50 % de los ahorradores han visto disminuir sus reservas financieras.

"Parece ser que mucha gente en el sur de Europa se está gastando sus ahorros", dijo el economista jefe del ING-DiBa, Carsten Brzeski.

En Alemania, el país de gran tamaño menos afectado por la crisis, el porcentaje de ahorradores se mantiene en el promedio europeo, aunque éstos han visto cómo sus reservas se mantenían o incluso aumentaban en los últimos meses.

La crisis ha llevado a que muchos europeos recorten sus gastos, especialmente los ciudadanos de Italia y España, donde el 83 % de los encuestados hicieron recortes en sus gastos personales en 2012.

Por el contrario, en Alemania sólo el 49 % de los interrogados ha hecho recortes en sus gastos personales, lo que representa el nivel más bajo de toda Europa.

Los recortes se han realizado ante todo en gastos relacionados con ocupaciones en el tiempo libre, entretenimiento, ropa y cuidado personal.

El estudio es resultado de una encuesta del instituto demoscópico TNS, por encargo de ING-DiBA, en 14 países europeos en los el banco está presente.

En el estudio, no se considera como ahorro el dinero invertido en seguros de vida o en seguros de pensiones, puesto que no estaría disponible a corto plazo para los ahorradores.

– ¿La nueva era progresista estadounidense? (Project Syndicate – 31/1/13)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- En 1981 el presidente estadounidense Ronald Reagan llegó al cargo con una declaración famosa: "El gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema". Parece que treinta y dos años y cuatro presidentes más tarde, el reciente discurso inaugural de Barack Obama, con su grandilocuente apoyo a una mayor intervención estatal en los desafíos estadounidenses -y mundiales- más urgentes puede bajar el telón de esa era.

La afirmación de Reagan en 1981 fue extraordinaria. Fue una señal de que el nuevo presidente estadounidense estaba menos interesado en usar al gobierno para solucionar los problemas de la sociedad que en recortar los impuestos, principalmente en beneficio de los ricos. Más importante aún, su presidencia inició una "revolución" de la derecha política -contra los pobres, el medio ambiente y la ciencia y la tecnología– que duró tres décadas y cuyos principios fueron mantenidos, más o menos, por todos quienes lo siguieron: George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y, en algunos aspectos, por Obama en su primera presidencia.

La "revolución de Reagan" tuvo cuatro componentes principales: recortes impositivos para los ricos; recortes del gasto en educación, infraestructura, energía, cambio climático y capacitación laboral; un masivo crecimiento del presupuesto para la defensa; y desregulación económica, incluida la privatización de funciones gubernamentales básicas, como la gestión de bases militares y prisiones. Designada como una revolución «de libre mercado», porque prometió reducir el rol del gobierno, en la práctica fue el principio de un asalto a la clase media y a los pobres por los intereses especiales de los ricos.

Estos intereses especiales incluyeron a Wall Street, las grandes petroleras, las grandes aseguradoras de salud, y los fabricantes de armas. Exigieron recortes impositivos y los obtuvieron; exigieron una reducción de la protección ambiental, y la obtuvieron; exigieron y recibieron el derecho a atacar a los sindicatos; y exigieron lucrativos contratos gubernamentales, incluso para operaciones paramilitares, y también los obtuvieron.

Durante más de tres décadas nadie verdaderamente desafió las consecuencias de entregar el poder político al mayor postor. Mientras tanto, Estados Unidos pasó de una sociedad de clase media a una cada vez más dividida entre ricos y pobres. Los directores ejecutivos que alguna vez recibieron aproximadamente 30 veces lo que sus trabajadores promedio, ahora ganan aproximadamente 230 veces esa cantidad. Estados Unidos, alguna vez líder mundial en la lucha contra la degradación ambiental, fue la última gran economía en reconocer la realidad del cambio climático. La desregulación financiera enriqueció a Wall Street, pero terminó generando una crisis económica global mediante el fraude, la excesiva toma de riesgos, la incompetencia y el uso de información privilegiada.

Tal vez y solo tal vez, el reciente discurso de Obama no solo marca el final de esta agenda destructiva, sino el comienzo de una nueva era. De hecho, Obama dedicó casi toda su disertación al rol positivo del gobierno para proporcionar educación, luchar contra el cambio climático reconstruir la infraestructura, cuidar a los pobres y los discapacitados y, en términos generales, invertir en el futuro. Fue el primer discurso inaugural de su tipo desde que Reagan alejó a EEUU del gobierno en 1981.

Si el discurso de Obama resulta el inicio de una nueva era de políticas progresistas en Estados Unidos, encajaría en un patrón explorado por uno de los grandes historiadores estadounidenses, Arthur Schlesinger Jr., quien documentó intervalos de aproximadamente 30 años entre períodos de lo que llamó "interés privado" y "propósitos públicos".

A fines del siglo XIX, Estados Unidos tuvo su edad dorada, con la creación de grandes nuevas industrias por los "magnates ladrones" de la época, acompañada por una impresionante desigualdad y corrupción. La subsiguiente era progresista fue seguida por un retorno temporal a la plutocracia en la década de 1920.

Luego llegó la gran depresión, el New Deal de Franklin Roosevelt, y otros 30 años de políticas progresistas, entre las décadas de 1930 y 1960. La década de 1970 fue un período de transición a la era de Reagan: 30 años de políticas conservadoras dirigidas por poderosos intereses corporativos.

Ciertamente es hora de un renacimiento de los propósitos públicos y del liderazgo gubernamental en EEUU para combatir el cambio climático, ayudar a los pobres, promover tecnologías sostenibles, y modernizar la infraestructura estadounidense. Si EEUU implementa estos pasos con políticas públicas decididas según el esquema presentado por Obama, la ciencia innovadora, las nuevas tecnologías, y los poderosos efectos de demostración resultantes beneficiarán a los países en todo el mundo.

Ciertamente es demasiado pronto para declarar una nueva era progresista en EEUU. Los intereses creados continúan siendo poderosos, ciertamente en el Congreso -e incluso en la Casa Blanca. Estos grupos e individuos acaudalados entregaron miles de millones de dólares a los candidatos en la reciente campaña electoral y esperan que sus contribuciones rindan beneficios. Además, 30 años de recortes impositivos han dejado al gobierno sin los recursos financieros necesarios para implementar programas eficaces en áreas clave, como la transición a energías poco contaminantes.

De todas formas, Obama ha arrojado sabiamente el guante, en un llamado a una nueva era de activismo gubernamental. Está en lo correcto, porque muchos de los desafíos cruciales actuales -salvar al planeta de nuestros propios excesos; garantizar que los avances tecnológicos beneficien a todos los miembros de la sociedad; y construir la nueva infraestructura que necesitamos en el país y el mundo para un futuro sostenible- exigen soluciones colectivas.

La implementación de la política pública es tan importante para el buen gobierno como la visión subyacente. Por eso, la próxima tarea es diseñar programas sensatos, innovadores y económicos para estos desafíos. Desafortunadamente, en términos de programas audaces e innovadores para satisfacer necesidades humanas críticas, EEUU carece de práctica. Es tiempo de comenzar de nuevo, y la encendida defensa de Obama de una visión progresista dirige a EEUU hacia la dirección correcta.

(Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development, Professor of Health Policy and Management, and Director of the Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser to the United Nations Secretary-General on the Millennium Development Goals. His books include The End of Poverty and Common Wealth)

– Cómo enfrentar el desafío de crecimiento de Estados Unidos (Project Syndicate – 30/1/13)

(Por Laura Tyson)

Berkeley.- Estados Unidos sigue recuperándose de su crisis económica más profunda desde la Gran Depresión, pero el ritmo de la recuperación sigue siendo lento a niveles que rayan la frustración. Hay varias razones para anticipar una mejora modesta en 2013, aunque, como es habitual, existen riesgos que pueden resultar inconvenientes.

Una recesión prolongada o una crisis financiera en Europa y un crecimiento más lento en los mercados emergentes son las principales causas externas de un peligro potencial. Fronteras para adentro, los enfrentamientos políticos generan los dos riesgos mayores: la imposibilidad de llegar a un acuerdo para aumentar el techo de la deuda y una ronda adicional de contracción fiscal que bloquee el crecimiento económico.

Desde 2010, un tibio crecimiento anual promedio del PBI del 2,1% se tradujo en una creación débil de empleos. Tanto en esta recuperación como en las dos anteriores, el rebote del crecimiento del empleo ha sido más débil y más lento que la recuperación del crecimiento del PBI. Pero la pérdida de empleos en la recesión más reciente cuando menos fue el doble que en recesiones anteriores, de modo que una recuperación lenta implicó una tasa de desempleo mucho más alta durante mucho más tiempo.

Una demanda agregada débil es la causa principal de un crecimiento moderado del PBI y del empleo. La recesión de 2008 fue originada por una crisis financiera que estalló después que una burbuja de activos alimentada por el crédito diezmó el mercado inmobiliario. La demanda del sector privado se contrae marcadamente y sólo se recupera lentamente después de este tipo de crisis. El balance financiero del sector privado osciló entre un déficit del 3,7% del PBI en 2006, en el pico del auge, y un excedente de aproximadamente el 6,8% del PBI en 2010 y alrededor del 5% hoy. Esto representa la contracción más severa y la recuperación más débil de la demanda del sector privado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El crecimiento de dos componentes de la demanda privada, la inversión residencial y el consumo, que representan más del 75% del gasto total en la economía de Estados Unidos, ha sido especialmente lento. Ambas fuentes de demanda probablemente se fortalezcan en 2013.

La inversión residencial sigue estando en un mínimo histórico en términos de porcentaje del PBI como resultado de una construcción en exceso durante el auge inmobiliario de 2003-2008 y el tsunami de ejecuciones hipotecarias que vino después. Pero los vientos de frente en el mercado inmobiliario se están disipando. Las ventas, precios y construcción de viviendas aumentaron el año pasado, mientras que las ejecuciones hipotecarias decayeron. La inversión residencial debería ser una fuente de producción y crecimiento del empleo este año.

Las grandes pérdidas en la riqueza de los hogares, el desapalancamiento de una deuda insostenible, el crecimiento débil de los salarios y una caída de la participación de la mano de obra en el ingreso nacional a un mínimo histórico se combinaron para restringir el crecimiento del consumo. El ingreso mediano real de los hogares sigue estando cerca del 7% por debajo de su pico de 2007, el patrimonio neto mediano real de los hogares cayó el 35% entre 2005 y 2010 (y sigue estando significativamente por debajo de su pico previo a la recesión) y alrededor del 90% de las alzas de los ingresos durante la recuperación han ido a parar a manos del 1% que más gana.

Sin duda, los vientos de frente de los balances que frenan el consumo se han calmado. Los hogares han achicado su deuda -muchas veces a través de ejecuciones hipotecarias y quiebras dolorosas- y su deuda en relación a los ingresos se redujo hasta su nivel de 2005, significativamente por debajo de su pico de 2008. Favorecido por tasas de interés bajas, el servicio de la deuda en relación a los ingresos de los hogares ha regresado a niveles que no se veían desde principios de los años 1980. Pero el consumo se verá afectado por la expiración del recorte del impuesto sobre la nómina, que reducirá el ingreso de los hogares en aproximadamente 125.000 millones de dólares este año.

Otro factor que retrasó la recuperación ha sido el crecimiento débil del gasto en bienes y servicios tanto por parte de los gobiernos estatales como locales, y más recientemente del gobierno federal. De hecho, desde el estallido de la recesión, los gobiernos estatales y locales han recortado casi 600.000 empleos y reducido el gasto en proyectos de infraestructura en un 20%.

Las tendencias fiscales para 2013 siguen siendo mezcladas, pero negativas en términos generales. Si bien los recortes del gasto y el empleo que están implementando los gobiernos estatales y locales están terminando en tanto la recuperación beneficia sus ingresos tributarios, el arrastre fiscal a nivel federal se está fortaleciendo. La Ley Estadounidense de Alivio a los Contribuyentes -el acuerdo impositivo al que se llegó a principios de enero para evitar el "abismo fiscal"- recorta aproximadamente 750.000 millones del déficit en los próximos diez años y podría quitar un punto porcentual de la tasa de crecimiento del 2013. Por otra parte, aunque no se las perciba tan ampliamente, ya se están implementando reducciones significativas en el gasto federal, y es muy probable que haya aún más.

Los recortes del gasto y los aumentos de los ingresos que se han legislado desde 2011 reducirán el déficit proyectado en 2,4 billones de dólares en los próximos diez años -las tres cuartas partes vendrán de recortes del gasto, casi exclusivamente en programas discrecionales no vinculados a la defensa-. En base a las actuales suposiciones económicas, Estados Unidos necesita unos 4 billones de dólares de ahorros para estabilizar su ratio deuda/PBI en los próximos diez años. Ya ha recorrido el 60% del camino.

La llamada confiscación (los recortes generales del gasto programados para comenzar en marzo) recortaría otros 100.000 millones de dólares este año y 1,2 billones de dólares en los próximos diez años. Si bien podría estabilizar el ratio deuda/PBI, la confiscación sería un error: no distingue entre prioridades de gasto, minaría los programas esenciales e implicaría otro golpe significativo para el crecimiento este año.

Es más, a pesar de las advertencias de los alarmistas del déficit, Estados Unidos no enfrenta una inminente crisis de deuda. En la actualidad, la deuda federal en manos de la población está apenas por encima del 70% del PBI, un nivel que no se vio desde principios de los años 1950. Sin embargo, la deuda del gobierno asciende en un promedio del 86% después de las crisis financieras profundas, de modo que el alza en la deuda federal del 70% entre 2008 y 2012 no es sorprendente.

Tampoco resulta alarmante. La economía de Estados Unidos creció rápidamente durante varios años después de la Segunda Guerra Mundial con un ratio deuda/PBI más alto, y el ratio de hoy es más bajo que en todos los demás países industriales importantes (y aproximadamente la mitad que en Grecia, de modo que las analogías son absurdas y engañosas).

Durante los últimos dos años, Washington ha estado obsesionado con la necesidad de recortar el déficit y poner el ratio deuda/PBI en un sendero "sostenible", a pesar de que los inversores globales se han inclinado masivamente por la deuda gubernamental de Estados Unidos, lo que llevó las tasas de interés a bajas históricas. También se han pasado por alto los desafíos inmediatos del crecimiento bajo, la inversión débil y el desempleo alto.

Es hora de redefinir las cosas. Estados Unidos necesita un plan para un crecimiento más rápido, no más reducción del déficit. Evsey Domar, un legendario economista especializado en el crecimiento (y uno de mis profesores en el MIT) aconsejó que el problema de aliviar el peso de la deuda es esencialmente un problema que tiene que ver con lograr un crecimiento del ingreso nacional. Deberíamos prestar atención a su sabiduría.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley)

Anexo: El eclipse de la razón

(Pruebas contundentes sobre quienes NO pagaron la crisis y SI recibieron los beneficios de reiterados "relajamientos cuantitativos"; los "estimulados" de oficio)

– El Dow Jones avanza un 1,2% semanal y alcanza máximos de más de cinco años (El Economista – 19/1/13)

"La bolsa de Nueva York ha cambiado de rumbo en la recta final de la sesión y el Dow Jones ha logrado un avance del 0,39% con el que consiguió cerrar a su nivel más alto en más de cinco años, al igual que el selectivo S&P 500. Ese índice ha sumado 53,68 puntos para quedar en 13.649,7 unidades, en tanto que el S&P 500 ha subido un 0,34%. Por contra, el tecnológico Nasdaq ha bajado un marginal 0,04%"… El Dow Jones avanza un 1,2% semanal y alcanza máximos de más de cinco años (El Economista – 19/1/13)

Wall Street le dio así la vuelta a una jornada que había arrancado prácticamente plana y que se había tornado difícil después de que se conociera que la confianza de los consumidores de EEUU cayó este mes hasta su nivel más bajo en un año.

Algunos analistas atribuyeron ese cambio al plan de los republicanos que controlan la Cámara de Representantes de votar la próxima semana un incremento de tres meses al techo de la deuda pública, a cambio de que los demócratas del Senado aprueben un plan presupuestario antes del plazo del próximo 15 de abril.

Entretanto, el dólar ganaba terreno frente al euro, que se cambiaba a 1,3318 dólares, y la rentabilidad de la deuda estadounidense a 10 años retrocedía al 1,84%

"Alrededor de 32 billones de dólares (24 billones de euros) se encuentran actualmente en paraísos fiscales, lo que implica que una tercera parte de la riqueza mundial escapa a la recaudación de los estados. Así lo pone de manifiesto el último informe de Oxfam Internacional (Intermón Oxfam en España), donde la ONG aboga por un "new deal" a escala mundial"… Los paraísos fiscales acumulan la tercera parte del PIB mundial (elmundo.es – 19/1/13)

Según sus estimaciones, acabar con estos paraísos podría generar 189.000 millones de dólares (142.000 millones de euros) adicionales en recaudación impositiva, que ayudarían a paliar la pobreza estructural.

A pocos días de la celebración del Foro Económico de Davos (Suiza), la organización humanitaria publicó el informe "El coste de la desigualdad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos". En él, concluye que la acumulación extrema de recursos en muy pocas manos, además de injusta, es "económicamente ineficiente, políticamente corrosiva, divide a la sociedad y es medioambientalmente destructiva".

Asimismo, propone "revertir la tendencia hacia sistemas fiscales regresivos", aplicar un tipo mínimo global a las empresas o incrementar las inversiones en los servicios públicos, así subir los salarios en relación con los rendimientos crecientes de capital.

Enorme desigualdad

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta, según revela Intermón Oxfam.

En el documento, Oxfam denuncia que el 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que "no ha hecho más que acelerar esta tendencia".

La organización hizo un llamamiento a los líderes mundiales para que se comprometan a la reducción de la desigualdad, "al menos hasta los niveles existentes en 1990, ya que considera que los ingresos "extremos" no son "éticos" sino "económicamente ineficientes y políticamente corrosivos", además de "dividir a la sociedad".

El informe apunta a casos como el de Brasil, "que ha crecido al tiempo que reducía la desigualdad", y el "éxito histórico" del New Deal de Roosevelt. Por ello, Vera considera que "necesitamos un New Deal global" que implante un sistema que funcione "en el interés de toda la humana en lugar de hacerlo para una elite mundial".

"El Banco Central Europeo (BCE) ha multiplicado su patrimonio por 2,5 veces desde 2007, mientras que la Reserva Federal estadounidense lo ha hecho en 3,1 veces. El dinero creado por las entidades monetarias ha buscado sostener los mercados y la economía"… El balance de los gigantes de la banca central se dispara un 300% en la crisis (El Economista – 21/1/13)

El aún gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King -dejará el cargo el 30 de junio de 2013-, proclamó en su momento que los bancos centrales deben ser "aburridos". Muy a su pesar, la crisis no se lo está permitiendo. En los seis últimos años, estas instituciones no sólo han llegado más lejos que nunca con sus herramientas más habituales, los tipos de interés, a los que han situado en los niveles más bajos de todos los tiempos, sino que han tenido que reinventarse a marchas forzadas y en tiempo real.

Han recurrido a políticas heterodoxas de distinto signo, bien mediante inyecciones de liquidez bancaria, bien con compras directas de deuda pública y privada, unas prácticas nada convencionales que han desembocado en unos balances hipertrofiados, los mayores de siempre. De media, los de los gigantes de la banca central han crecido un 300 por ciento desde agosto de 2007.

El más voluminoso de todos -ya lo era antes de la crisis- es el del Banco Central Europeo (BCE), que ha pasado en este periodo de los 1,19 a los 2,95 billones de euros, con periodos en los que ha superado los tres billones. Proporcionalmente, el que más ha crecido ha sido el de Suiza, puesto que ha engordado desde los 66.500 hasta los 412.000 millones de euros; es decir, se ha multiplicado por 6,2 veces.

Por su parte, las entidades que más dinero han creado mediante la compra de deuda en el mercado, la Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco de Inglaterra, han sobredimensionado sus balances un 214 y un 306 por ciento, respectivamente. El quinto gran banco en discordia, el de Japón, también está ampliando su balance, aunque en su caso se trata de una política que comenzó antes de 2007.

Efectos colaterales

Estos aumentos constituyen uno de los efectos colaterales de la crisis. De algún modo, los banqueros centrales han tirado de sus balances para cubrir los huecos dejados en los mercados. "Los bancos centrales han aumentado su balance para compensar el propio descenso del tamaño del mercado", confirma José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.

Al mismo tiempo, estos cambios cuantitativos han modificado la estructura de los balances. Hace seis años, las operaciones principales de financiación, con las que el BCE aporta liquidez semanal a los bancos, suponían el 25% de su activo. Ahora, apenas representan el 2,6%. En cambio, las operaciones de liquidez a largo plazo solo suponían el 12,6%, mientras que ahora, tras los dos préstamos a tres años realizados en diciembre de 2011 y febrero de 2012, su peso ha subido al 35%.

Otro ejemplo: las compras de deuda pública por parte de la Fed, al amparo de sus políticas más heterodoxas, han convertido al banco central estadounidense en el mayor poseedor de bonos de EEUU del mundo -fuera de los fondos de la Seguridad Social norteamericana-. Desde comienzos de agosto de 2007, la cartera de títulos en manos de la entidad presidida por Bernanke se ha duplicado desde los 0,8 a los 1,66 billones de dólares -de 0,58 a 1,25 billones de euros-, por delante de países como China o Japón, que atesoran 1,1 billones de dólares -alrededor de 0,83 billones de euros-.

¿Significa entonces que la Fed está financiando al Tesoro norteamericano? No de manera directa, porque no es la pretensión principal de sus estímulos cuantitativos (QE). "Es una forma moderna de dar vueltas a la máquina de los billetes. La Fed lo contempla no como una herramienta al servicio de las finanzas públicas, sino como un instrumento no convencional de política monetaria, que sustituye temporalmente el bloqueo de los canales tradicionales y permite contrarrestar los riesgos de deflación", desgrana Jean Pisani-Ferry, director del think tank europeo Bruegel, en su libro El despertar de los demonios. La crisis del euro y cómo salir de ella.

"El balance de cuentas de la Reserva Federal ha engordado de manera significativa desde el estallido de la crisis subprime. La compra de activos hipotecarios y bonos del Tesoro de EEUU para impulsar la economía y mantener los tipos de interés extremadamente bajos ha provocado que el balance de cuentas del banco central de EEUU haya superado por primera vez la friolera de 3 billones de dólares"… El balance de la Fed supera la friolera de 3 billones de dólares: récord histórico (El Economista – 25/1/13)

La cartera de pasivos en manos de la Fed -que incluyen principalmente créditos al sistema financiero– se situó en 2,99 billones de dólares el 23 de enero (2013), por encima de los 2,94 billones registrados el 16 de enero.

El balance total de la Fed que incluye su posesión de oro, billetes de dólar y monedas en circulación alcanzó los 3,055 billones dólares durante la última semana.

Los activos hipotecarios en la cartera de la Fed garantizados por Fannie Mae, Freddie Mac y la Government National Mortgage Association totalizaron los 983.200 millones de dólares. La institución cuenta además con bonos del Tesoro por valor de 1,69 billones de dólares.

"El índice Standard & Poor's 500 cerró el viernes sobre 1.500 por primera vez en cinco años, culminando su racha de ganancias diarias más larga desde 2004 tras la publicación de los resultados financieros de Procter & Gamble, PG +4.02%Halliburton y otras empresas, que superaron las expectativas"… El S&P 500 cierra por encima de 1.500 por primera vez desde 2007 (The Wall Street Journal – 25/1/13)

El S&P 500 añadió 8,14 puntos, o 0,5%, a 1.502,96, su cierre más alto desde el 10 de diciembre de 2007. El índice registró su octava ganancia consecutiva, la racha alcista más larga desde una de nueve consecutivas en noviembre de 2004.

El Promedio Industrial Dow Jones avanzó 70,65 puntos, o 0,5%, a 13.895,98, mientras que el Compuesto Nasdaq ascendió 19,33 puntos, o 0,6%, a 3.149,71.

Los tres índices registraron su cuarta semana consecutiva de avances.

"La gente está concentrada en los resultados y está gratamente sorprendida de que han sido mejor a lo esperado", dijo Paul Powers, titular de negociaciones de acciones estadounidenses de Raymond James Financial RJF +1.30%. "Gran parte del ruido macroeconómico claramente se ha tranquilizado".

En el frente económico, las ventas de nuevas viviendas en EEUU cayeron 7,3% en diciembre frente a la lectura revisada al alza de noviembre, informó el Departamento de Comercio. Las ventas generales del mes pasado de 369.000 unidades fueron menores a la estimación de los economistas encuestados por Dow Jones Newswires.

– ¿La nueva era progresista estadounidense? (Project Syndicate – 31/1/13)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- En 1981 el presidente estadounidense Ronald Reagan llegó al cargo con una declaración famosa: "El gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema". Parece que treinta y dos años y cuatro presidentes más tarde, el reciente discurso inaugural de Barack Obama, con su grandilocuente apoyo a una mayor intervención estatal en los desafíos estadounidenses -y mundiales- más urgentes puede bajar el telón de esa era.

La afirmación de Reagan en 1981 fue extraordinaria. Fue una señal de que el nuevo presidente estadounidense estaba menos interesado en usar al gobierno para solucionar los problemas de la sociedad que en recortar los impuestos, principalmente en beneficio de los ricos. Más importante aún, su presidencia inició una "revolución" de la derecha política -contra los pobres, el medio ambiente y la ciencia y la tecnología- que duró tres décadas y cuyos principios fueron mantenidos, más o menos, por todos quienes lo siguieron: George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y, en algunos aspectos, por Obama en su primera presidencia.

La "revolución de Reagan" tuvo cuatro componentes principales: recortes impositivos para los ricos; recortes del gasto en educación, infraestructura, energía, cambio climático y capacitación laboral; un masivo crecimiento del presupuesto para la defensa; y desregulación económica, incluida la privatización de funciones gubernamentales básicas, como la gestión de bases militares y prisiones. Designada como una revolución «de libre mercado», porque prometió reducir el rol del gobierno, en la práctica fue el principio de un asalto a la clase media y a los pobres por los intereses especiales de los ricos.

Estos intereses especiales incluyeron a Wall Street, las grandes petroleras, las grandes aseguradoras de salud, y los fabricantes de armas. Exigieron recortes impositivos y los obtuvieron; exigieron una reducción de la protección ambiental, y la obtuvieron; exigieron y recibieron el derecho a atacar a los sindicatos; y exigieron lucrativos contratos gubernamentales, incluso para operaciones paramilitares, y también los obtuvieron.

Durante más de tres décadas nadie verdaderamente desafió las consecuencias de entregar el poder político al mayor postor. Mientras tanto, Estados Unidos pasó de una sociedad de clase media a una cada vez más dividida entre ricos y pobres. Los directores ejecutivos que alguna vez recibieron aproximadamente 30 veces lo que sus trabajadores promedio, ahora ganan aproximadamente 230 veces esa cantidad. Estados Unidos, alguna vez líder mundial en la lucha contra la degradación ambiental, fue la última gran economía en reconocer la realidad del cambio climático. La desregulación financiera enriqueció a Wall Street, pero terminó generando una crisis económica global mediante el fraude, la excesiva toma de riesgos, la incompetencia y el uso de información privilegiada.

Tal vez y solo tal vez, el reciente discurso de Obama no solo marca el final de esta agenda destructiva, sino el comienzo de una nueva era. De hecho, Obama dedicó casi toda su disertación al rol positivo del gobierno para proporcionar educación, luchar contra el cambio climático reconstruir la infraestructura, cuidar a los pobres y los discapacitados y, en términos generales, invertir en el futuro. Fue el primer discurso inaugural de su tipo desde que Reagan alejó a EEUU del gobierno en 1981.

Si el discurso de Obama resulta el inicio de una nueva era de políticas progresistas en Estados Unidos, encajaría en un patrón explorado por uno de los grandes historiadores estadounidenses, Arthur Schlesinger Jr., quien documentó intervalos de aproximadamente 30 años entre períodos de lo que llamó "interés privado" y "propósitos públicos".

A fines del siglo XIX, Estados Unidos tuvo su edad dorada, con la creación de grandes nuevas industrias por los "magnates ladrones" de la época, acompañada por una impresionante desigualdad y corrupción. La subsiguiente era progresista fue seguida por un retorno temporal a la plutocracia en la década de 1920.

Luego llegó la gran depresión, el New Deal de Franklin Roosevelt, y otros 30 años de políticas progresistas, entre las décadas de 1930 y 1960. La década de 1970 fue un período de transición a la era de Reagan: 30 años de políticas conservadoras dirigidas por poderosos intereses corporativos.

Ciertamente es hora de un renacimiento de los propósitos públicos y del liderazgo gubernamental en EEUU para combatir el cambio climático, ayudar a los pobres, promover tecnologías sostenibles, y modernizar la infraestructura estadounidense. Si EEUU implementa estos pasos con políticas públicas decididas según el esquema presentado por Obama, la ciencia innovadora, las nuevas tecnologías, y los poderosos efectos de demostración resultantes beneficiarán a los países en todo el mundo.

Ciertamente es demasiado pronto para declarar una nueva era progresista en EEUU. Los intereses creados continúan siendo poderosos, ciertamente en el Congreso -e incluso en la Casa Blanca. Estos grupos e individuos acaudalados entregaron miles de millones de dólares a los candidatos en la reciente campaña electoral y esperan que sus contribuciones rindan beneficios. Además, 30 años de recortes impositivos han dejado al gobierno sin los recursos financieros necesarios para implementar programas eficaces en áreas clave, como la transición a energías poco contaminantes.

De todas formas, Obama ha arrojado sabiamente el guante, en un llamado a una nueva era de activismo gubernamental. Está en lo correcto, porque muchos de los desafíos cruciales actuales -salvar al planeta de nuestros propios excesos; garantizar que los avances tecnológicos beneficien a todos los miembros de la sociedad; y construir la nueva infraestructura que necesitamos en el país y el mundo para un futuro sostenible- exigen soluciones colectivas.

La implementación de la política pública es tan importante para el buen gobierno como la visión subyacente. Por eso, la próxima tarea es diseñar programas sensatos, innovadores y económicos para estos desafíos. Desafortunadamente, en términos de programas audaces e innovadores para satisfacer necesidades humanas críticas, EEUU carece de práctica. Es tiempo de comenzar de nuevo, y la encendida defensa de Obama de una visión progresista dirige a EEUU hacia la dirección correcta.

(Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development, Professor of Health Policy and Management, and Director of the Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser to the United Nations Secretary-General on the Millennium Development Goals. His books include The End of Poverty and Common Wealth)

– Cómo enfrentar el desafío de crecimiento de Estados Unidos (Project Syndicate – 30/1/13)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- Estados Unidos sigue recuperándose de su crisis económica más profunda desde la Gran Depresión, pero el ritmo de la recuperación sigue siendo lento a niveles que rayan la frustración. Hay varias razones para anticipar una mejora modesta en 2013, aunque, como es habitual, existen riesgos que pueden resultar inconvenientes.

Una recesión prolongada o una crisis financiera en Europa y un crecimiento más lento en los mercados emergentes son las principales causas externas de un peligro potencial. Fronteras para adentro, los enfrentamientos políticos generan los dos riesgos mayores: la imposibilidad de llegar a un acuerdo para aumentar el techo de la deuda y una ronda adicional de contracción fiscal que bloquee el crecimiento económico.

Desde 2010, un tibio crecimiento anual promedio del PBI del 2,1% se tradujo en una creación débil de empleos. Tanto en esta recuperación como en las dos anteriores, el rebote del crecimiento del empleo ha sido más débil y más lento que la recuperación del crecimiento del PBI. Pero la pérdida de empleos en la recesión más reciente cuando menos fue el doble que en recesiones anteriores, de modo que una recuperación lenta implicó una tasa de desempleo mucho más alta durante mucho más tiempo.

Una demanda agregada débil es la causa principal de un crecimiento moderado del PBI y del empleo. La recesión de 2008 fue originada por una crisis financiera que estalló después que una burbuja de activos alimentada por el crédito diezmó el mercado inmobiliario. La demanda del sector privado se contrae marcadamente y sólo se recupera lentamente después de este tipo de crisis. El balance financiero del sector privado osciló entre un déficit del 3,7% del PBI en 2006, en el pico del auge, y un excedente de aproximadamente el 6,8% del PBI en 2010 y alrededor del 5% hoy. Esto representa la contracción más severa y la recuperación más débil de la demanda del sector privado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El crecimiento de dos componentes de la demanda privada, la inversión residencial y el consumo, que representan más del 75% del gasto total en la economía de Estados Unidos, ha sido especialmente lento. Ambas fuentes de demanda probablemente se fortalezcan en 2013.

La inversión residencial sigue estando en un mínimo histórico en términos de porcentaje del PBI como resultado de una construcción en exceso durante el auge inmobiliario de 2003-2008 y el tsunami de ejecuciones hipotecarias que vino después. Pero los vientos de frente en el mercado inmobiliario se están disipando. Las ventas, precios y construcción de viviendas aumentaron el año pasado, mientras que las ejecuciones hipotecarias decayeron. La inversión residencial debería ser una fuente de producción y crecimiento del empleo este año.

Las grandes pérdidas en la riqueza de los hogares, el desapalancamiento de una deuda insostenible, el crecimiento débil de los salarios y una caída de la participación de la mano de obra en el ingreso nacional a un mínimo histórico se combinaron para restringir el crecimiento del consumo. El ingreso mediano real de los hogares sigue estando cerca del 7% por debajo de su pico de 2007, el patrimonio neto mediano real de los hogares cayó el 35% entre 2005 y 2010 (y sigue estando significativamente por debajo de su pico previo a la recesión) y alrededor del 90% de las alzas de los ingresos durante la recuperación han ido a parar a manos del 1% que más gana.

Sin duda, los vientos de frente de los balances que frenan el consumo se han calmado. Los hogares han achicado su deuda -muchas veces a través de ejecuciones hipotecarias y quiebras dolorosas- y su deuda en relación a los ingresos se redujo hasta su nivel de 2005, significativamente por debajo de su pico de 2008. Favorecido por tasas de interés bajas, el servicio de la deuda en relación a los ingresos de los hogares ha regresado a niveles que no se veían desde principios de los años 1980. Pero el consumo se verá afectado por la expiración del recorte del impuesto sobre la nómina, que reducirá el ingreso de los hogares en aproximadamente 125.000 millones de dólares este año.

Otro factor que retrasó la recuperación ha sido el crecimiento débil del gasto en bienes y servicios tanto por parte de los gobiernos estatales como locales, y más recientemente del gobierno federal. De hecho, desde el estallido de la recesión, los gobiernos estatales y locales han recortado casi 600.000 empleos y reducido el gasto en proyectos de infraestructura en un 20%.

Las tendencias fiscales para 2013 siguen siendo mezcladas, pero negativas en términos generales. Si bien los recortes del gasto y el empleo que están implementando los gobiernos estatales y locales están terminando en tanto la recuperación beneficia sus ingresos tributarios, el arrastre fiscal a nivel federal se está fortaleciendo. La Ley Estadounidense de Alivio a los Contribuyentes -el acuerdo impositivo al que se llegó a principios de enero para evitar el "abismo fiscal"- recorta aproximadamente 750.000 millones del déficit en los próximos diez años y podría quitar un punto porcentual de la tasa de crecimiento del 2013. Por otra parte, aunque no se las perciba tan ampliamente, ya se están implementando reducciones significativas en el gasto federal, y es muy probable que haya aún más.

Los recortes del gasto y los aumentos de los ingresos que se han legislado desde 2011 reducirán el déficit proyectado en 2,4 billones de dólares en los próximos diez años -las tres cuartas partes vendrán de recortes del gasto, casi exclusivamente en programas discrecionales no vinculados a la defensa-. En base a las actuales suposiciones económicas, Estados Unidos necesita unos 4 billones de dólares de ahorros para estabilizar su ratio deuda/PBI en los próximos diez años. Ya ha recorrido el 60% del camino.

La llamada confiscación (los recortes generales del gasto programados para comenzar en marzo) recortaría otros 100.000 millones de dólares este año y 1,2 billones de dólares en los próximos diez años. Si bien podría estabilizar el ratio deuda/PBI, la confiscación sería un error: no distingue entre prioridades de gasto, minaría los programas esenciales e implicaría otro golpe significativo para el crecimiento este año.

Es más, a pesar de las advertencias de los alarmistas del déficit, Estados Unidos no enfrenta una inminente crisis de deuda. En la actualidad, la deuda federal en manos de la población está apenas por encima del 70% del PBI, un nivel que no se vio desde principios de los años 1950. Sin embargo, la deuda del gobierno asciende en un promedio del 86% después de las crisis financieras profundas, de modo que el alza en la deuda federal del 70% entre 2008 y 2012 no es sorprendente.

Tampoco resulta alarmante. La economía de Estados Unidos creció rápidamente durante varios años después de la Segunda Guerra Mundial con un ratio deuda/PBI más alto, y el ratio de hoy es más bajo que en todos los demás países industriales importantes (y aproximadamente la mitad que en Grecia, de modo que las analogías son absurdas y engañosas).

Durante los últimos dos años, Washington ha estado obsesionado con la necesidad de recortar el déficit y poner el ratio deuda/PBI en un sendero "sostenible", a pesar de que los inversores globales se han inclinado masivamente por la deuda gubernamental de Estados Unidos, lo que llevó las tasas de interés a bajas históricas. También se han pasado por alto los desafíos inmediatos del crecimiento bajo, la inversión débil y el desempleo alto.

Es hora de redefinir las cosas. Estados Unidos necesita un plan para un crecimiento más rápido, no más reducción del déficit. Evsey Domar, un legendario economista especializado en el crecimiento (y uno de mis profesores en el MIT) aconsejó que el problema de aliviar el peso de la deuda es esencialmente un problema que tiene que ver con lograr un crecimiento del ingreso nacional. Deberíamos prestar atención a su sabiduría.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

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