La significación que tuvieron las palabras expresadas en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 10 de octubre de 1868 para aquel entonces y para la Generación del Centenario que el 26 de julio de 1953 dio continuidad a la lucha armada. "Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche manos a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio. El ejemplo de las más grandes naciones autoriza este último recurso". Realidad hoy de aquellas aspiraciones de los que se iniciaron en la conquista revolucionaria: "Cuba es hoy una nación grande y civilizada y tiende un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos".
Unos días antes en el acta de la reunión de El Rosario, el 6 de octubre de 1868 donde la vanguardia revolucionaria acordó levantarse en armas, se recoge otras palabras que solo con la Revolución en el poder fue posible cumplir aquel deseo. "Queremos, que el pueblo intervenga en la formación de las leyes y en el reparto e inversión de las contribuciones".
La significación de la Revolución Cubana es expresión de una de las más valiosas características. Como la definió Fidel, un mes después del triunfo: "Esta Revolución ha significado, en primer lugar, no solo que el pueblo es libre, no solo que se acabó el crimen, no solo que se acabaron los atropellos, las torturas, los golpes, las humillaciones que constantemente estaba sufriendo cualquier ciudadano: significa que el pueblo ha llegado al poder". Reflejaba en sus palabras otras características importantes:"La Revolución democrática que ha llegado al poder, es la Revolución cuya características tiene que ser necesariamente la interpretación de los deseos, de los anhelos de la mayoría del pueblo. La Revolución ha llegado al poder no para que mande un grupo de hombres, sino para que mande el pueblo. El pueblo es el que está gobernando." "La Revolución cubana se puede sintetizar como una aspiración de justicia social dentro de la más plena libertad y el más absoluto respeto a los derechos humanos. "
Una de las más hermosas, y tradición revolucionaria, es esta otra característica, recogida en las palabras siguientes de Fidel: "Todo lo que la Revolución haga, tiene que ser realidad primero en la conciencia del pueblo y este en nuestro principio, que todo lo que la revolución realice, tiene que ser realidad primero en la conciencia del pueblo, y eso es lo verdaderamente democrático, ya que esta es una Revolución de mayorías. Y por eso, es una Revolución democrática. Nosotros llamamos democracia a lo que es en esencia la democracia: una Revolución de mayorías y una Revolución donde todo lo que hace nada lo impone, sino que lo hace realidad primero en la conciencia de los ciudadanos, y cuando es realidad en la conciencia de los ciudadanos se vuelve ley, se vuelve medida revolucionaria y el pueblo, mayoritariamente, la respalda."
Una característica más quedó reflejada en sus palabras pronunciadas el 8 de mayo de 1959, el día que regresó de su viaje por Estados Unidos y su participación en la Conferencia de los 21 en Argentina: "Cuatro cosas tiene nuestra Revolución que precisamente constituyen los motivos de admiración por los cubanos: esta es, en primer lugar, una Revolución que tiene pueblo; es una Revolución donde el gobierno de la república puede decir que tiene ejército; es una revolución que tiene doctrina y es una Revolución que hace leyes verdaderamente revolucionarias. "Otros países están sumidos en grandes problemas. Al revés de nuestra patria, no cuentan con los elementos con que afortunadamente contamos nosotros para llevar adelante esta obra. Porque nunca como hoy, nunca en ningún pueblo de América se reunieron como se reúnen en Cuba todos los ingredientes para hacer marchar adelante una revolución. El pueblo y los hombres que tienen las armas en la mano son una sola cosa.
Palabras textuales del compañero Fidel argumentan cada uno de los aspectos tratados. Esto, por supuesto, contribuye mucho más a la comprensión de las ideas y propósitos que nos hemos propuesto abordar.
El 1ro. de mayo de 2001, Fidel ofreció una definición que expresa, precisamente, ese conjunto de elementos que la hacen real. Es una definición muy coherente, integrada por doce conceptos que contienen las armas, instrumentos y hasta las vías para que la propia Revolución no se detenga. Este es el texto:
"Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.
Una revolución no es un acontecimiento sencillo en la historia de un pueblo. Una revolución es un hecho complejo y difícil, que tiene además la virtud de ser una gran maestra, porque nos va enseñando sobre la marcha, y sobre la marcha va fortaleciendo la conciencia del pueblo, y sobre la marcha nos va enseñando qué es una revolución.
"Y ese el secreto de nuestra Revolución, de la fuerza de nuestra Revolución: que volvió sus ojos hacia la parte más necesitada y sufrida de nuestro pueblo; que volvió sus ojos hacia los humildes, para ayudarlos.
"Y ese es el único crimen que hemos cometido, dejar de ser vendidos gobernantes a los grandes intereses nacionales o extranjeros, para ser gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo."
¿Qué corresponde entonces? En primer lugar, hacernos dueños del concepto y aplicarlo en la vida diaria de nuestro trabajo. De ello, dependerá la propia existencia de la Revolución. Dejar de cumplir el contenido del concepto REVOLUCIÓN expuesto por Fidel es dejar de ser revolucionarios, es comenzar a perder la autenticidad de la Revolución cubana.
Poder Político en Cuba:
Cuba se gobierna bajo la Constitución de 1976 (reformada en 1992 y 2002)
Define al país como un Estado socialista de trabajadores, organizado como República unitaria y democrática que " no volverá más al capitalismo". El Partido Comunista de Cuba (PCC) es el único partido político legalizado. El derecho a voto es universal a partir de los 16 años. Cuba pertenece a varias organizaciones internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el Sistema Económico Latinoamericano (SELA) o la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
Es importante tener en cuenta que: cada forma de Poder Político se basa en una clase de legitimidad. Dicho de otro modo, las diferentes formas de Poder político, las diversas manifestaciones jurídicas del Estado y las distintas estructuras políticas del mismo tienen su propia, característica y singular legitimidad, que a su vez constituye e integra la base justificativa y el fundamento de las disímiles modalidades en que se concreta dicho Poder político.
Este análisis, claro que sí, es también válido y necesario para Cuba, independientemente de que cuando se trata de esta Isla tan polémica y polemizada se desaten todas las pasiones, las filias y las fobias, muestra fehaciente de que, al menos, la obra de la nación cubana, de su pueblo, de sus hombres y mujeres, no pasa inadvertida para muchas personas de disímiles latitudes, credos políticos, creencias religiosas, filosofías, culturas, color de la piel y género.
Sirva el presente trabajo como contribución al estudio de la legalidad y legitimidad del ejercicio del Poder público político en Cuba. Sus pretensiones son modestas pero altruistas: abogar por el derecho del pueblo cubano a legitimar soberanamente, por sí y ante sí, el Poder político que emane de su voluntad, sin injerencia extranjera ni uso de la fuerza contra él, o amenaza del uso de la misma, desde el exterior, por cualquier país o grupo de países.
La revolución cubana triunfante el 1 de enero de 1959 tampoco, ni con mucho, ha escapado del debate sobre la legitimación democrática del poder y la permanente búsqueda de la misma en la práctica institucional, jurídica, sociológica y política.
Además, este debate teórico y ejercicio práctico se produce en un contexto de ruptura con la legitimidad anteriormente existente en el país quebrantada por el hecho revolucionario violento y traumático y de exacerbación de las contradicciones ya históricas existentes entre Cuba y los Estados Unidos de América. En el caso cubano se trató de la expresión de un sentimiento nacional largamente contenido, que expresaba el interés y el ideal de la independencia, lo que da a su revolución una legitimidad propia y la presencia de una motivación sustantiva. Ese sentimiento se vincula con el grado y las características que alcanzó la dominación norteamericana en Cuba. Es así que la revolución cubana emerge como elemento esencial del consenso y expresión de la capacidad de resistencia del pueblo cubano frente a las adversidades sufridas, lo que pone de manifiesto un elemento significativo de la historia concreta en que se engarza todo proceso revolucionario legítimo, al responder al imaginario colectivo de necesidades identificadas y compartidas por la mayoría de la sociedad.
Entonces la revolución cubana, que constituyó una solución de ruptura violenta del viejo orden institucional, se lanzó a la construcción de su legitimidad distintiva. Cuando se produce una ruptura de legitimidades para que el régimen creado logre la confianza de los ciudadanos necesita crear su propia legitimidad.
En la revolución como fuente de derecho y legitimidad le dio continuidad histórica legitimadora el referéndum del 15 de febrero de 1976. Por el mismo se convocó a las urnas para aprobar o no la primera Constitución socialista en toda la historia del país y los datos sobre los resultados del mismo hablan por sí solos, dada su contundencia:
Electores registrados: | 5 717 266 | 100% |
Votaron | 5 602 973 | 98% |
Votos afirmativos | 5 473 543 | 97,7% |
Votos negativos | 54 086 | 1,0% |
Votos en blanco | 44 221 | 0,8% |
Boletas anuladas | 31 148 | 0,5% |
De tal modo, la nueva Constitución socialista y con ella el sistema económico y social que se refrenda en esta Carta Magna, disponían del mecanismo de legitimación más incuestionable de toda la teoría y práctica constitucional moderna: la consulta popular, directa, mediante referéndum de extraordinarias proporciones y con fabulosas garantías.
Con la entrada en vigor de la Constitución socialista, el 24 de febrero de 1976, aprobada por abrumadora mayoría, la revolución cubana saldó su deuda con los muertos que la "alumbraron" y legitimó su poder ante las nuevas generaciones que le daban continuidad, ya que como se ha afirmado muchas veces (porque alguien lo dijo acertadamente alguna vez) las revoluciones legitiman el poder que se instala derivado de ellas, pero no puede inferirse de ahí que con posterioridad, pueda alegarse la legitimidad del poder ulterior, atribuyéndolo, a perpetuidad, al histórico hecho revolucionario. Sin lugar a dudas los muertos no pueden elegir permanentemente por los vivos.
De forma tal que, con el referéndum constitucional de 1976, se legitimó la opción socialista de la revolución cubana, su proyecto económico – político – social y su consagración estatal, dándose así un espaldarazo renovador a la virtualidad democrática de la opción socialista cubana.
Independientemente de la evidencia contrastable del consenso logrado por la revolución cubana, puesto de manifiesto en el referéndum de 1976, se continuó cuestionando, desde el exterior de Cuba y fundamentalmente por los diferentes gobiernos norteamericanos, la legitimidad de la misma.
Posterior al referéndum constitucional, opino que un mecanismo permanente de legitimación que se instrumentó y se ha conservado en Cuba es el de las elecciones que además le es inherente, como instrumentación legitimadora, a cualquier sistema democrático.
«hablar en el mundo de hoy del sistema electoral es referirnos a la piedra angular y básica sobre la que se estructura todo basamento técnico que define la legitimidad, viabilidad y poder de crédito político de un régimen dado en la modernidad. Pero además, aludir al sistema electoral no es sólo una reflexión teórico-jurídica sino, también, un debate político»
Para Cuba toda esta carga política e ideológica que encierra el tema del sistema electoral cobra especial significado en un contexto extrínseco e intrínseco. Hacia el interior porque debe y tiene que demostrar a su pueblo las virtudes de un sistema electoral capaz de garantizar el ejercicio soberano de la independencia nacional, que está en sus manos; hacia el exterior porque debe y tiene que demostrar que el régimen político y social existente se legitima y constituye mediante el sometimiento absoluto a la voluntad soberana del pueblo que lo elige.
En nuestro sistema electoral se dan los requisitos y presupuestos básicos y esenciales que garantizan la legitimidad del régimen que sobrevenga como resultado del ejercicio de su dinámica. Estos requisitos y presupuestos, que concurren en el caso cubano y que hoy acepta la doctrina moderna constitucionalista como expresión democrática y garantista de los derechos del ciudadano, por sólo citar los más importantes son:
* Voto libre, igual y secreto.
* Amplio ejercicio del sufragio activo y pasivo.
* Democrático sistema de postulación y nominación de candidatos a integrar los órganos electivos.
* Reconocimiento del sistema de referéndum como vía de consulta al pueblo.
Opino que todos estos argumentos legitimadores sustentan y fundamentan el nivel de consenso y autoridad del gobierno emergente de la revolución cubana triunfante el 1 de enero de 1959, durante todo el período que podríamos denominar de institucionalización, posterior al año 1976.
Por todo ello no debemos, los cubanos y las cubanas, olvidar el derecho – deber que tenemos de buscar exigir la legitimidad del Poder político existente en nuestro país; mucho más teniendo en cuenta que a partir del año 1990 la sociedad cubana ha perdido homogeneidad, ha experimentado fragmentación y se han deprimido sus niveles de consensualidad sobre el proyecto socialista cubano. Todo ello debe conducirnos necesariamente a una redefinición y reacomodo de las fuentes de legitimidad del sistema, ya que cada vez resulta más obvio que la disgregación que sufre la sociedad cubana como efecto de la crisis económica y los cambios sobrevenidos por ella erosiona valores y genera nuevas necesidades que, evidentemente, no pueden ser resueltos del mismo modo que antes.
En definitiva, creo que las cubanas y cubanos, nuestros órganos de Poder y nuestras/os dirigentes deben reconocer e interiorizar que los hombres y mujeres somos falibles por naturaleza y propia constitución, por lo que no debemos aspirar y mucho menos pretender a la unanimidad de todas/os sobre algo y mucho menos de todas/os sobre todo. Conscientes de nuestras sanas limitaciones, sería mejor, viable y deseable que tratáramos, como más, de ponernos de acuerdo, algo fundamental que es lo instrumental del ejercicio del Poder político. Así lograríamos asumir que de la misma manera que, de hecho, es muy difícil que se den en la realidad los tipos ideales de Poder político, también lo es que una forma de Poder político determinada logre el consensus total de la masa de los ciudadanos.
Reconozco que para Cuba y las cubanas y cubanos por razones de cultura, idiosincrasia, impacto de una revolución violenta y traumática y como resultado de vivir en un país bloqueado y asediado por más de cuarenta años, entre otras múltiples y diversas causas nos resulta difícil y complejo asumir primero y practicar después estas verdades de perogrullo sobre la legitimación consensuada del Poder político, en lo referido, esencialmente, al disenso y discrepancia instrumental sobre el proyecto económico-político-social del país. Ahora bien, independientemente de ello, creo que encontraremos entre todas/os el camino que nos conduzca a mantener y sostener un proyecto de independencia nacional, soberanía popular y democracia participativa, con justicia social y dignidad humana. Opino que nos bastara para construir nuestro proyecto de nación.
La tarea es ciclópea, el camino difícil, el reto inconmensurable, pero considero que el pueblo cubano, con méritos propios y suficientes ha alcanzado lo posible, quizás en este Tercer Milenio tengamos la cita con lo "imposible".
Organización político-administrativa
A lo largo de su historia Cuba ha tenido diferentes estructuras político-administrativas. Así, durante los años de colonia, se dividió en tres departamentos: Oriente, el Camagüey, Las Villas y Occidente. Con la Constitución de 1901 se estableció una nueva estructura de seis provincias: Pinar del Rio, La Habana, Matanzas, Las Villas, Camaguey y Oriente. A partir de 1976, a tenor con la aprobación de una nueva Constitución y en correspondencia con el crecimiento de la población, las migraciones internas y las nuevas y crecientes exigencias del desarrollo económico y social del país, la Asamblea Nacional del Poder Popular adoptó una nueva División Político-Administrativa que estructuró el espacio geográfico del archipiélago cubano en 14 provincias y un municipio especial. A su vez las provincias fueron divididas en municipios sumando estos la cantidad de 169.
| Ciego de Ávila Camagüey Las Tunas Granma Holguín Santiago de Cuba Guantánamo |
Sistema electoral:
El pueblo ejerciendo el voto en las elecciones del 20 de enero del 2008.
En octubre de 1992, el Parlamento cubano aprobó por unanimidad una nueva Ley Electoral que, por primera vez, estableció el voto directo y secreto en las elecciones provinciales y nacionales. La decisión de modificar la Constitución aprobada en referéndum en 1976 para elegir por el voto directo, universal, secreto y voluntario de la población a los miembros del Parlamento y las Asambleas Provinciales del Poder Popular fue sugerida en el IV Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre de 1991; es decir, en la difícil coyuntura económica que vivía la isla tras la desarticulación de la Unión Soviética y el campo socialista europeo.
El proceso electoral está regulado en la ley electoral. Los candidatos en las elecciones no son elegidos por partidos (que no existen en la práctica, si bien el PCC existe legalmente) sino mediante asambleas de cada barrio o circunscripción electoral, donde cualquier ciudadano puede proponer a sus candidatos (bajo el sistema de una democracia sin partidos). En la asamblea se explican las cualidades de las personas propuestas, y en una votación a mano alzada de los vecinos se decide por mayoría las candidaturas finales. Para aquellos ciudadanos elegidos la campaña electoral basta la publicación de una breve biografía y su foto. En las elecciones pueden votar todos los ciudadanos mayores de 16 años, y son elegidos todos aquellos candidatos con más de la mitad de los votos. El recuento de los votos es público, por lo que puede ser observado por cualquier ciudadano, ya sea cubano o extranjero.
Los críticos de este sistema argumentan que la manera recién descrita de realizar la votación resta credibilidad democrática al proceso. Según los disidentes, la votación tiene la característica de que en las boletas hay tantos nombres como escaños elegibles por lo que no existiría una verdadera selección, subrayando que en las boletas hay una casilla especial que permite votar por todos los candidatos de una vez. Esta última manera de votar es promovida por el gobierno cubano, quien dice que ella constituye una muestra de unidad frente al gobierno de Estados Unidos. Además esa posibilidad es una muestra de que las decisiones deben ser colegiadas entre personas de diferentes procedencias sociales y pensamientos.
En febrero de 1993 se celebraron las primeras elecciones de este tipo. A estas estaban convocados siete millones y medio de cubanos, de los cuales votó un 97%. Los grupos opositores internos llamaron a votar en blanco o nulo como fórmula de rechazo al gobierno de Castro, esperando obtener más de un 30% de voto nulo o blanco, pero obteniendo sólo un 10%. La presencia policial en las urnas fue discreta, únicamente se contó con la vigilancia de escolares. Fidel Castro era uno de los 589 candidatos a diputados que, en candidaturas cerradas, se sometió al voto directo y secreto de los ciudadanos, junto con 1190 delegados a las 14 Asambleas Provinciales. Fidel Castro votó en la provincia oriental de Santiago de Cuba, por uno de cuyos distritos era candidato a diputado. En los años posteriores, fueron niños de la Unión de Pioneros los que custodiaban las urnas.
Defensa:
Miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba desfilando.
El organismo encargado de la defensa del país son las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Castro ha esgrimido el peligro de una agresión militar para mantener unas Fuerzas Armadas que son unas de las más grandes, en relación a la población total del país, y más preparadas de América Latina, pues Cuba ha sido víctima de inumerables actos calificados por su gobierno como terroristas y por la oposición de lucha contra una dictadura, aunque lo cierto es que estos actos han costado vidas humanas, como fue la del turista italiano Fabio Di Celmo. Además de incontables daños materiales fundamentalmente en el sector del turismo.
Todo joven cubano tiene la obligación legal de cumplir el Servicio Militar Activo durante uno o dos años, dependiendo de si ha logrado matricularse o no en un centro de educación superior. El servicio militar femenino es voluntario.
Con la desaparición del llamado campo o bloque socialista o comunista, la defensa del país se vio afectada por el corte de suministro de armas y con ello el deterioro de la defensa. Ante estas circunstancias se han creado algunos medios importantes de combate en sencillas industrias del país, como buques pequeños de guerra, carros artillados y fusiles.
EL SISTEMA POLITICO CUBANO: PARTICULARIDADES DE SU FORMACIÓN Y DESARROLLO.
El sistema político cubano es un organismo complejo y cambiante. Su abordaje en la ciencia, desde cualquier ángulo, es un asunto nada fácil en el mundo de hoy. Requiere, como cualquier intención verdaderamente científica, de un gran poder de análisis y de una alta dosis de objetividad.
Se puede definir al sistema político cubano como: el conjunto de organizaciones, organismos e instituciones (PCC, Estado, UJC, organizaciones de masas y sociales, y colectivos laborales); las relaciones que se establecen al interior de esta estructura y entre ésta y la sociedad cubana en su conjunto; las normas o regulaciones políticas y jurídicas como son la Constitución y las leyes de la República de Cuba, y los estatutos y reglamentos del Partido y demás organizaciones; así como la cultura e ideología políticas revolucionarias, orientadas a la defensa de las conquistas del socialismo y a garantizar la continuidad del proceso de construcción socialista en el país.
No se pretende abordar aquí la historia del problema, ni analizarlo en todos sus detalles, ni abarcar toda la gama de cuestiones que, de una u otra forma, tienen que ver con el tema propuesto. El objetivo es plantear una visión integral del asunto en sus rasgos fundamentales y delinear sus particularidades principales, haciendo énfasis en el proceso de perfeccionamiento que tiene lugar en los años 90 y la tendencia previsible de su desarrollo. Esto conduce, inevitablemente, a plantear el problema en forma de tesis, formulando en ellas algunas ideas que son de vital importancia para la comprensión del fenómeno político cubano.
Se parte del criterio de no restringir el concepto de sistema político sólo a la estructura u organización política de la sociedad, sino que el mismo debe abarcar otros elementos como son las relaciones políticas, los elementos reguladores del sistema (normas políticas y jurídicas) y la cultura e ideología políticas. Asimismo es necesario tener en cuenta las particularidades de este concepto en el análisis de la sociedad socialista. En tal sentido se puede definir el sistema político de la transición al socialismo como el conjunto de: las organizaciones, organismos e instituciones partidistas, estatales, juveniles, de masas y socioprofesionales (organización política) que tienen la misión de dirigir el proceso de construcción de la nueva sociedad y de servir de vehículo para la participación cada vez más activa de las masas en la dirección de los procesos económicos, políticos y sociales; las relaciones que se establecen dentro de la organización política y de ésta con la sociedad en su conjunto (relaciones políticas); las normas o regulaciones políticas y jurídicas (elementos reguladores del sistema) como son la Constitución y las leyes, los estatutos y reglamentos partidistas y de otras organizaciones, y otros; así como la cultura e ideología políticas orientadas al establecimiento, consolidación y defensa del régimen social socialista.
Siguiendo este punto de vista analicemos entonces cómo surge y se desarrolla el sistema político que rige hoy en la sociedad cubana.
Esencia del sistema político cubano. Particularidades de su establecimiento y consolidación. Factores legitimadores.
El establecimiento del sistema político cubano a partir de 1959 constituye una ruptura radical con el sistema político prerrevolucionario, el cual, a su vez, había roto con las tradiciones políticas (instituciones, normas e ideario) que organizaron y rigieron la guerra independentista de 1895 encabezada por José Martí. El sistema político de partida, previo a los cambios revolucionarios, respondía a una sociedad neocolonial altamente dependiente económica y políticamente, que sí tomó como herencia las prácticas políticas particularmente despóticas y autoritarias del régimen colonial español; a este último le fue propia la existencia de la esclavitud hasta avanzada la década del 80 del siglo XIX.
Se trata entonces, a partir de 1959, de un sistema nuevo, producto de una revolución democráticopopular transformada en socialista en un período breve y, por tanto, tenía que reflejar el carácter y contenido de ese hecho histórico trascendente que marcó para Cuba el comienzo de una nueva formación económicosocial.
Por eso resulta importante señalar desde el principio, que un análisis científicoteórico responsable no puede partir de criticar e, incluso, desestimar al sistema político cubano basándose en un enfoque liberal-burgués de la política y la democracia. En otras palabras, por razones de génesis y naturaleza social, los intentos por aplicarle a la sociedad cubana revolucionaria el modelo liberal de pensar el vínculo entre las determinaciones y mediaciones políticas, "…resultan desde el punto de vista gnoseológico… inconsistentes e injustificadas…". Un intento de este tipo pierde de vista la especificidad del fenómeno y la necesidad de entenderlo en su movimiento interno propio, particular. En cualquier circunstancia es necesario tener en cuenta, al menos, las diferencias esenciales que corresponden a formaciones económicosociales distintas y a proyectos de sociedades diferentes por su naturaleza.
No es desconocido que la referencia al modelo liberal burgués "suele tener el propósito de descalificar, teórica y prácticamente, al sistema político cubano, particularmente por su supuesta deficiencia democrática". No escapa a la vista de un observador agudo, que se trata de una manifestación de las tendencias antipluralistas que prevalecen hoy en el sistema de relaciones económicas y políticas internacionales, en contradicción con lo que se profesa en la teoría y en la propaganda predominante en los principales medios internacionales de difusión.
Sin interés de polemizar con otras posibles periodizaciones, puede plantearse que el sistema político cubano pasa por cuatro etapas bien diferenciadas, para lo cual se toma como criterio básico la selección de aquellos momentos más trascendentes en que se producen los principales cambios institucionales, normativos, ideológicos y de relaciones políticas que demuestran, nítidamente, un avance cualitativamente superior en el proceso:
– De 1959 a 1961
– De 1961 hasta mediados de los años 70.
– De 1976 (luego de la celebración del I Congreso del PCC) hasta inicio de la década de los 90.
– A partir del comienzo de la década del 90 y, esencialmente, de la celebración del IV Congreso del Partido.
Veamos pues, la caracterización de esta propuesta.
1 De 1959 a 1961, en que se produce el proceso de tránsito de la revolución democráticopopular a la socialista, como parte del cual se integra la vanguardia política de la Revolución y, en consecuencia, se establece un poder político encargado de dirigir la transición al socialismo.
Indudablemente, los cambios que se producen en el orden económico en la segunda mitad de 1960, principalmente las nacionalizaciones de agosto a octubre, y el fortalecimiento del poder de los representantes populares determinan el inicio de la construcción del socialismo en Cuba desde esa fecha. Se ha incluido convencionalmente en esta etapa el año 1961 a los efectos del análisis del sistema político, porque es durante el mismo que se produce la integración orgánica de la vanguardia política de la Revolución, se declara oficialmente el carácter socialista del proceso y se afirma una conciencia política de las masas a favor de las transformaciones socialistas.
Desde el principio en Cuba fue resuelto el problema fundamental de toda revolución social: el problema del poder político. Este pasó a manos de una alianza de la clase obrera con las demás clases, grupos y capas sociales interesadas en la liberación nacional y la justicia social (lo que Lenin llamó "dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado". En Cuba se constituyó como una dictadura democrático-revolucionaria de las masas populares: clase obrera, campesinado trabajador, pequeña burguesía urbana y demás capas interesadas en la liberación nacional, la justicia y la igualdad social. Como resultado se destruyó la vieja máquina estatal burguesa (idea expuesta por Marx desde "El 18 brumario de Luis Bonaparte") hasta el nivel local, lo que no niega la permanencia de determinados residuos del sistema anterior, principalmente en los órganos jurídicos y económico-administrativos.
En este sentido es importante destacar algunas ideas fundamentales que deben tenerse en cuenta en este análisis:
– Los partidos políticos tradicionales reaccionarios desaparecieron de manera espontánea, pues perdieron su base social. La Revolución no promulgó leyes que los prohibieran.
– Se estableció en el país el Gobierno Revolucionario Provisional (Consejo de Ministros) que se apoyaba en el Ejército Rebelde y en las masas revolucionarias, y concentraba en sí las funciones ejecutivas, legislativas y administrativas del nuevo poder.
– La constitucionalidad del nuevo Estado se garantizó a través del restablecimiento de la Constitución progresista de 1940, con sustanciales modificaciones expresadas en las leyes que se promulgaron.
– Aunque inicialmente en el Gobierno Revolucionario Provisional estaban presentes elementos de la pequeña burguesía de derecha, éstos nunca pudieron imponer un rumbo contrarrevolucionario, ni representaron en ningún momento un poder independiente, además de que, a partir de fecha tan temprana como mediados de febrero de 1959 en que el compañero Fidel Castro ocupó el cargo de Primer Ministro, fueron desplazados rápidamente del poder. El análisis de la marcha real de los acontecimientos en Cuba en esta etapa permite afirmar que nunca existió en el país una dualidad de poderes, tesis que estuvo en boga durante cierto tiempo y que llegó incluso a deslizarse en los textos oficiales de Historia Contemporánea utilizados en diferentes niveles de enseñanza de la antigua URSS y de otros países.
– Durante esta etapa surgen nuevas instituciones políticas, se restablecieron varias organizaciones de masas ya existentes y surgieron nuevas. De esta manera se celebró el X Congreso Obrero en noviembre de 1959 que fortalece a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), ya existente desde 1939; se refuerza la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fundada en diciembre de 1922; se crea la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960, sobre la base de la unión de todas las organizaciones femeninas revolucionarias entonces existentes; se fundan los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) el 28 de septiembre de 1960; se crea la Unión de Pioneros de Cuba (UPC, actual OPJM), el 4 de abril de 1961; y el 17 de mayo de 1961 nace la Asociación Nacional de Agricultores pequeños (ANAP).
Evaluando este proceso resulta importante apuntar que, durante la etapa, esto significó la creación de un fuerte sistema de organizaciones de masas que constituyó una particularidad del sistema político cubano en formación, pues el carácter sistémico del conjunto de organizaciones y su papel como canales efectivos de participación popular no tenían precedente en otros países que habían realizado revoluciones democrático-populares e iniciaron la transición al socialismo. La creación, por ejemplo, de los CDR, fue un importante aporte de la Revolución cubana al desarrollo del proceso revolucionario mundial; no había antecedentes de organizaciones masivas similares en otros países; incluso, en etapas posteriores, cuando muchos países emprendieron la vía de orientación socialista de desarrollo, en varios de ellos se crearon organizaciones en base a la experiencia de los CDR cubanos, y numerosas delegaciones extranjeras visitaron Cuba para estudiar esa experiencia y aplicar en sus países aquello que de la misma pudiera ser válido según las condiciones particulares en que desarrollaban su actividad política. La fundación de la ANAP, organización clasista de los campesinos, constituyó también un peculiar aporte a la experiencia de la solución del problema agrario-campesino; el propio Lenin señaló en su tiempo que uno de los factores fundamentales que dificultó la solución de este problema en Rusia fue la ausencia de una organización clasista del campesinado.
Vale plantear a propósito otra particularidad del sistema político cubano: el hecho de que la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) surge y se desarrolla no como una organización de masas en el sentido de su composición orgánica, aunque sí en cuanto a sus objetivos, estilo y métodos de trabajo, sino como una organización política selectiva, vanguardia de la juventud cubana, reserva y activa auxiliar del Partido en el impulso a las principales tareas de la Revolución y cantera directa del mismo. La UJC se crea a partir de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), la cual se funda el 21 de octubre de 1960, como resultado de la integración de todas las organizaciones juveniles revolucionarias, y toma el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas el 4 de abril de 1962. La UJC constituye una organización que, desde su surgimiento, emprendió un serio trabajo de movilización y educación de las masas juveniles en la participación política activa en las transformaciones revolucionarias, tarea que continúa cumpliendo hoy. Por encargo del Partido, la UJC dirige y orienta el trabajo de las organizaciones de masas de los estudiantes y pioneros.
– Siguiendo el criterio de periodización ya planteado considero esencialmente importante detenernos brevemente en el proceso de formación del partido único en Cuba, que tuvo también sus particularidades. En la etapa que analizamos es precisamente cuando se produce la unidad de las fuerzas revolucionarias principales que existían en el país y se crea la vanguardia política de la Revolución encargada de encabezar la continuidad del proceso, lo que se lleva a cabo a fines de 1961 y constituye un acontecimiento trascendental que da fe del verdadero fortalecimiento del sistema político en formación y del alto nivel de organización y de madurez política e ideológica que iba alcanzando.
En Cuba, por las condiciones específicas en que se desarrollaba la lucha contra la tiranía y la amplia y recia propaganda anticomunista desatada por la burguesía y el imperialismo, la Revolución tuvo la particularidad de no ser encabezada directamente por el Partido Socialista Popular (PSP), que era el partido de los comunistas, sino por una vanguardia política que, encabezada por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), contaba con la activa participación del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, del PSP, y tenía como guía los postulados esenciales del marxismo-leninismo. Los dirigentes principales del MR-26-7 tenían un pensamiento martiano y marxista y mantenían estrechas relaciones con el PSP, La dirección del Directorio ocupaba posiciones muy progresistas, cercanas al socialismo. De esta forma las tres organizaciones se regían por una misma estrategia política aunque, indudablemente, tuvieron sus diferencias en cuestiones tácticas (formas, vías y métodos de lucha) en el enfrentamiento a la tiranía de Fulgencio Batista, por lo que el proceso de unidad no se dio de forma idílica, sin contradicciones, y no se alcanzó desde el inicio de la lucha, sino que fue gestándose de manera paulatina.
En las condiciones concretas de Cuba todas las tareas de la Revolución en la etapa que analizamos eran llevadas a cabo por las tres fuerzas revolucionarias en conjunto, las que constituyeron un bloque unido de facto de organizaciones políticas revolucionarias. La práctica demostró que se puede considerar que la unidad de estas organizaciones, aunque no se había efectuado orgánicamente, jugó en la etapa democrático-popular de la Revolución, en cierto sentido, el papel de un partido único, de una vanguardia política cohesionada que garantizó el tránsito ininterrumpido a la etapa socialista de la Revolución y se convirtió en el núcleo del sistema político de la etapa de transición al socialismo. A todo esto contribuyó el fortalecimiento de las relaciones entre estas organizaciones antes del triunfo revolucionario y la unidad para la acción alcanzada entre ellas.
Un momento muy singular del proceso cubano lo constituyó la autodisolución de las diferentes organizaciones para crear las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) a finales de 1961. El propio Partido de los comunistas encabezado por el compañero Blas Roca se autodisolvió, convocando a sus militantes a integrar la nueva organización y reconociendo en Fidel Castro, quien había logrado una fuerte autoridad política real, y en otros dirigentes principales de la Revolución a los máximos exponentes y líderes del tránsito al socialismo. Esta fue, a nuestro juicio, una posición política antidogmática, no sectaria y opuesta a cualquier doctrinarismo; no se trataba de exigir el cumplimiento formal y esquemático de "normas o leyes supuestamente establecidas para siempre y para cualquier circunstancia por el marxismo-leninismo"; no se trataba de exigir un liderazgo político formal, sino de desarrollar el proceso de unidad en pie de igualdad, atendiendo a las condiciones concretas y específicas del país, del momento histórico y de la marcha real de los acontecimientos revolucionarios. En la dialéctica de lo general, lo particular y lo singular en el proceso histórico, se puede considerar que éste es un fenómeno singular; no conocemos antecedente similar en la historia del movimiento obrero y comunista internacional. A partir de 1962, luego del análisis de los errores de sectarismo que tuvieron lugar, se reorganizaron las ORI y se integró el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), el cual adoptó el nombre de Partido Comunista de Cuba en octubre de 1965.
2 De 1961 hasta mediados de los años 70 es la etapa que se caracteriza por la inexistencia de órganos electivos de poder en los primeros años de construcción socialista.
En esta etapa todas las peculiaridades de la estructura política estaban condicionadas por la necesidad de asegurar un nivel alto y constante de preparación políticomilitar de todo el pueblo para enfrentarse a las constantes agresiones económicas, políticas, diplomáticas, militares y culturales de los Estados Unidos y de la contrarrevolución interna, las cuales proyectaron una virtual guerra civil hasta la segunda mitad de los años 60. Hacia esto estaban dirigidos los esfuerzos principales y se necesitaba un aparato ágil y operativo que ejerciera el poder del pueblo trabajador, funcionando al mismo tiempo como órgano legislativo y ejecutivo, que pudiera tomar decisiones operativamente, sin dilaciones. Este papel lo jugó el Gobierno Revolucionario (Consejo de Ministros), apoyado en instituciones provisionales y en la participación popular activa a través del fuerte sistema de organizaciones de masas creado por la Revolución, el cual, visto en su conjunto, no tenía precedentes en experiencias revolucionarias anteriores. Determinadas organizaciones como los CDR cumplieron, en este tiempo, algunas tareas de carácter estatal.
Es necesario precisar en este análisis dos aspectos.
Primero: se estableció en el período una institucionalidad política a todos los niveles, aunque con un carácter provisional-transicional y, por tanto, incompleta y cambiante.
Se establecieron las instancias gubernamentales provinciales y municipales, las cuales estaban encabezadas por comisionados, designados por el Ministro de Gobernación, que tenían las funciones que antes correspondían a los alcaldes y concejales. Esta estructura se adoptó desde 1959 y garantizaba una gran independencia para los municipios y funciones limitadas para las provincias. A partir de 1961 los gobiernos municipales son sustituidos por las Juntas de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI), integradas por representantes de las organizaciones políticas y de masas y de las delegaciones de los organismos de la administración central del Estado del territorio. En ellas la instancia provincial incrementa sus atribuciones con respecto al municipio. Surge la región como un eslabón intermedio entre la provincia y el municipio, aumenta el número de éstos con limitadas atribuciones, muchas de las cuales pasaron a la región, y quedó el municipio como un nivel esencialmente ejecutivo a cargo de determinados servicios de carácter marcadamente local. En 1966 las JUCEI fueron sustituidas por las administraciones locales, con el objetivo de alcanzar una participación más orgánica y sistemática de la población en la actividad estatal, de modo que el pueblo se convirtiera cada vez más en un verdadero sujeto político. Un elemento novedoso que aparece en los municipios, portador de potencialidades superiores en la consecución del objetivo planteado, fue el siguiente: de los comités ejecutivos que dirigían las administraciones locales, los cuales estaban integrados por el presidente y los secretarios, formaban parte también diez delegados elegidos por la población en asambleas de los centros de trabajo y barrios. No obstante estos elementos positivos no lograron afianzarse: las actividades de producción y servicios fueron absorbiendo las energías de las administraciones locales; dejaron de efectuarse las elecciones de los delegados y las asambleas de rendición de cuentas, las cuales se realizaban periódicamente ante el pueblo desde que surgieron las JUCEI. Así las cosas, las administraciones locales devinieron en un organismo administrativo más y existieron hasta el año 1976 en que fueron sustituidas por los órganos del Poder Popular.
Segundo: la participación política ciudadana tuvo sus particularidades. A pesar de la ausencia de órganos electivos de poder se manifestaron con cierta fuerza diferentes formas y mecanismos de "democracia directa", no en el sentido clásico en que se conoce en la historia del pensamiento político y en la teoría de la democracia, pero sí como una manifestación contemporánea histórico-concreta (ni la única ni la principal) de participación democrática en las condiciones particulares de un país en Revolución. Esto se propició, entre otros factores, por la presencia de un líder de mucho carisma y amplio arraigo popular y, en general, por el vínculo estrecho que desde un principio se desarrolló entre los principales dirigentes, poseedores de un liderazgo político real, y las amplias masas en su actividad política revolucionaria. En aquel momento histórico las leyes, los principales documentos políticos, las decisiones estatales fundamentales entraban en vigor luego de haber sido sometidos a mecanismos de consulta popular directa, después de haber sido objeto de un amplio debate popular a través de los sindicatos y los CDR, con el apoyo de otras organizaciones de masas, en asambleas populares e, incluso, a través de votaciones en los mítines masivos.
Un elemento trascendente que caracteriza al proceso político revolucionario cubano desde los primeros tiempos, que toma fuerza significativa en esta etapa, y que se proyecta hasta nuestros días como premisa indiscutible de supervivencia de la Revolución y de las conquistas del socialismo en Cuba, lo constituye el hecho de haber puesto en manos del pueblo trabajador la función de la defensa del país, que es una de las principales funciones del Estado en cualquier sociedad. En el caso particular de Cuba encuentra su origen en el Ejército Rebelde, de amplia base popular y germen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); pasó por la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias que cumplieron su rol histórico, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los órganos de la Seguridad del Estado. Esta función adquirió un carácter más integrador y sistémico con el surgimiento de la concepción de la "guerra de todo el pueblo", concepto político con el que se designa la idea esencial de que la defensa del país no es función sólo de las FAR y de otras instituciones militares especializadas, sino de todo el pueblo organizado en las Milicias de Tropas Territoriales (MTT – 1980), donde cada uno conoce su lugar y papel en caso de una agresión extranjera; esta concepción basa su labor en la idea de que la defensa es, ante todo, tarea del propio pueblo, apoyado en sus propias fuerzas y creador de condiciones internas (económicas, políticas, ideológicas y del propio campo de batalla) que hagan imposible la ocupación indefinida del país por un agresor foráneo. Es una concepción basada en la premisa de que una revolución vale sólo si sabe defenderse.
Indudablemente, el propio desarrollo de la Revolución planteó la necesidad insoslayable de crear nuevas instituciones e instrumentos jurídicos propios de la democracia proletaria.
3 La tercera etapa de la formación y desarrollo del sistema político cubano abarca desde 1976 hasta inicio de la década de los años 90.
La institucionalización que se inicia a mediados de los 70 es producto de la marcha real de los acontecimientos en Cuba y una necesidad objetiva del desarrollo de la Revolución, que exigió los cambios emprendidos. Así, se proclamó la nueva Constitución de la República, se estableció una nueva división políticoadministrativa del país y se crearon los órganos del Poder Popular, electivos a todos los niveles.
Este es un proceso que se va dando en Cuba desde principios de los años 70, cuando van madurando las condiciones (objetivas y subjetivas) para comprender y emprender los cambios necesarios en el sistema político. Es un período en que se produce la reorganización de la vida económica del país, el fortalecimiento del Partido Comunista, de las organizaciones de masas, y la reestructuración del aparato del Estado. Se produce la reorganización del aparato del Partido a todos los niveles y de los mecanismos de su funcionamiento. Se creó el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros como órgano colegiado de gobierno. Se integró un sistema único de tribunales, de estructuraron los órganos de Fiscalía y se promulgaron importantes leyes de procedimiento penal, civil, administrativo y el Código de Familia. Asimismo comenzaron las actividades preparatorias para el experimento acerca de la nueva forma organizativo-estructural que debía adquirir el Estado en las condiciones concretas de Cuba. Todo este proceso de transformación de las instituciones políticas, de creación de otras no existentes y de perfeccionamiento y consolidación del sistema político cubano fue designado por el I Congreso del PCC (1975) mediante el término de "institucionalización política". "Es conocido que las instituciones políticas son formas organizativas en cuyos marcos ocurre la actividad política, por eso constituyen una forma singular de materialización y medio de realización de la actividad y las relaciones políticas, un instrumento para actuar sobre estas relaciones; no son fines en sí mismas, sino medios para la dirección orientada a fines y la regulación de la vida social y la conducta de las personas. El concepto de institucionalización política se refiere a una regularidad propia del surgimiento y desarrollo de las relaciones y actividad política: al proceso mediante el cual, en el desarrollo histórico, las formas organizativas de la política son puestas en concordancia con el contenido de esta última".
Es así como en los años 1974 y 1975 se realiza el experimento de instauración y funcionamiento de los nuevos órganos del Poder Popular en la ciudad de Matanzas, experiencia que se generaliza a todo el país a partir de 1976 por acuerdo del Primer Congreso del PCC, estableciéndose estos órganos no como un organismo estatal más, sino como la característica integral de todo el Estado, como todo un sistema estructurado desde la Asamblea Nacional (órgano supremo del poder del Estado), pasando por el Consejo de Estado (órgano que representa a la Asamblea Nacional entre uno y otro período de sesiones, ejecuta sus acuerdos y cumple otras obligaciones constitucionales), el Consejo de Ministros (Gobierno de la República de Cuba, máximo órgano ejecutivo y administrativo directamente articulado con el Consejo de Estado) y las asambleas provinciales y municipales del Poder Popular, estas últimas integradas por los delegados de circunscripciones, que están en la base de toda la estructura estatal.
La nueva Constitución Socialista fue producto de la creación popular. Su aprobación permitió poner fin a la forma provisional del Estado y establecer sus órganos representativos de poder popular, o sea, crear las condiciones político-jurídicas necesarias para la nueva forma que adquiriría el Estado socialista. El anteproyecto de la misma fue sometido a un amplio debate popular. En las asambleas y reuniones en que se discutió participaron 6 millones 216 mil ciudadanos, 5 millones y medio votaron por mantenerlo sin modificaciones, 600 mil en conjunto votaron por unas u otras modificaciones o adiciones, sólo 68 votaron en contra y 983 se abstuvieron de votar; así se logró perfeccionar el anteproyecto: la Comisión Preparatoria Central acogió, total o parcialmente, modificaciones propuestas al Preámbulo y a 60 de sus 141 artículos. El proyecto, que ya reflejaba los resultados del debate, fue aprobado en el Primer Congreso del Partido, cuya resolución estableció la celebración de un referendo popular para su aprobación definitiva; este referendo de todo el pueblo, en el que participó el 99,3 % de la población cubana mayor de 16 años, aprobó el texto de la Constitución Socialista por un 98,6 % de los votantes. La Constitución fue proclamada solemnemente el 24 de febrero de 1976.
De esta manera se fortaleció y complementó el proceso de legitimación del sistema político cubano, determinado por algunos elementos fundamentales:
a) El arraigado nacionalismo, entendido en Cuba, por su carácter, como patriotismo revolucionario.
b) La independencia o liberación nacional económica y política, vieja demanda de las clases, capas y grupos sociales progresistas y populares, y que fue lograda solamente a partir de 1959.
c) La autoridad reconocida y el carisma de la dirección de la Revolución.
No se trata sólo de la personalidad del compañero Fidel Castro, de indudable carisma y gran autoridad moral y política, importante factor de unidad y de resistencia, Se trata, además, de una tradición política -que debe continuar fortaleciéndose- de estrecho vínculo de los dirigentes revolucionarios a todos los niveles con las masas y, más aún, se trata de todo un sistema de tradiciones revolucionarias que se ha arraigado en el país y que, utilizándolo sistemática, efectiva y creadoramente en el proceso de educación moral y político-ideológica del pueblo, debe conllevar al perfeccionamiento continuo en la dirección de su fortalecimiento. Se trata también del proceso de renovación periódica de los dirigentes en los diferentes organismos, organizaciones e instituciones del sistema político, del ascenso a diferentes posiciones y cargos públicos de cuadros jóvenes, dotados también de profesionalidad, capacidad de gestión, tacto político, prestigio y autoridad ante el pueblo, capaces de dar continuidad a la obra político-revolucionaria.
Se está hablando de temas de importancia estratégica, a los cuales hay que prestarles una atención de primer orden en el trabajo teórico y político-práctico, pues debemos cerrar posibles brechas a cualquier especulación teórica de los críticos de la Revolución cubana y "estrategas" de la transición regresiva, acerca de un supuesto proceso de reforma política en Cuba luego de la desaparición de los líderes históricos de la Revolución (por supuesto no en el sentido de la democracia socialista auténtica, renovada, creadora, libre de dogmatismo o doctrinarismo, despojada de centralismo burocrático o de limitación de la capacidad creadora de las masas), sino en la dirección de una transición al capitalismo, tomando como patrón, incluso, los modelos de transición en los países ex-socialistas de Europa del Este, o el modelo "español" de "transición desde arriba" de 1976 a 1978. No obstante aquí se manifiesta un punto de vista diferente al de otros autores en un sentido: no se ubica una transición política de este tipo como una consecuencia directa y mecánica de determinadas reformas económicas. Pero sí se subestiman o se desestiman: el papel de las tradiciones históricas cubanas, específicamente las tradiciones políticas revolucionarias; la significación de las reformas introducidas en el sistema político a inicios de los años 90; la especificidad del proceso revolucionario cubano; la posibilidad que tiene un relevo joven y experimentado de dar continuidad a la lucha por una sociedad más justa, humana, solidaria y democrática (en esencia socialista); en fin, todo gira alrededor del estímulo a una oposición política que pueda revertir el proceso revolucionario cubano.
d) La redistribución de la riqueza social sobre la base de la igualdad, la justicia y la amplia participación social.
e) La institucionalización del sistema político.
f) La instrumentación de las elecciones como práctica política periódica, entendida por nosotros sólo como un momento (aunque muy importante) del proceso participativo, y no como un acto al que se restringe la participación popular.
La acción de estos elementos legitimadores del sistema y la necesidad del mantenimiento de la gobernabilidad en el país, imprimen al sistema político cubano un dinamismo propio que lo hace experimentar, reacomodar fuerzas y autorregularse. Las nuevas instituciones y relaciones políticas establecidas a mediados de los años 70 mostraron una tendencia general positiva de desarrollo, aunque en los años 80 comienzan a dar cuenta de insuficiencias y errores, algunos inherentes a los propios mecanismos internos de funcionamiento y otros derivados de la copia de elementos deformados del modelo eurosoviético, tales como: serios errores en política económica y laboral, alta y excesiva centralización, la marcada tendencia a la absolutización de los métodos administrativos de dirección, el burocratismo y el descontrol, el formalismo en la actividad política e ideológica, el triunfalismo, la ausencia de análisis objetivocrítico en los medios de difusión masiva, el encerramiento del Partido en su vida interna y otros fenómenos negativos.
Todo esto conlleva al llamado "proceso de rectificación" que tiene lugar desde mediados de los años 80, el cual se manifiesta como solución de continuidad y etapa de la transición al socialismo en Cuba. Si bien es cierto que la institucionalización se basó en un programa preconcebido para ser aplicado a la realidad económica, sociopolítica e ideológica del país, la rectificación se ha manifestado como expresión de un principio fundamental de estrategia y táctica políticas: el análisis concreto de la situación concreta y, a partir del mismo, concebir paulatinamente la generalización teórica y la valoración político-práctica sistematizada de tal proceso y sus posibles tendencias. La rectificación, a pesar de haber comenzado a manifestarse por la actividad económica es, ante todo, un fenómeno sociopolítico de mucha complejidad, por lo que abarca también al sistema político.
Avanzada la segunda mitad de los años 80 comienza a reflejarse en la realidad cubana la influencia de la "perestroika" y demás transformaciones similares que tenían lugar en los países socialistas: se desarrollan de nuevo algunas tendencias miméticas que no tenían en cuenta la realidad cubana, y determinadas confusiones en ciertos sectores de la población; al igual que surgen tendencias hipercriticistas, sin propuestas de soluciones, sobre la base de las cuales ha trabajado, sin pérdida de tiempo, la contrarrevolución externa e interna. Es a mediados de 1989 que, como consecuencia de los acontecimientos que tienen lugar en la arena internacional y, particularmente, en los países de la comunidad socialista, se plantea por primera vez la posibilidad de que Cuba pase a "período especial en tiempo de paz", la que se convierte en realidad con el derrumbe y desmontaje del socialismo en Europa del Este y la URSS; ello, en cierto sentido, interrumpe el proceso de rectificación, pues el país entra en una etapa de supervivencia. El "período especial" es un período de aguda crisis económica provocada por el derrumbe del socialismo de Europa del Este y la URSS y el arreciamiento del bloqueo económico y comercial por parte de los Estados Unidos, bloqueo que se ha convertido ya, en este momento, en lo que podemos llamar con toda certeza una guerra económica, política, psicológica e ideológica contra Cuba. No obstante, la dirección del Partido y el Gobierno cubanos mantuvo la voluntad política de dar continuidad a aquellas transformaciones de la sociedad cubana que permitía la nueva realidad nacional e internacional. Es el Pleno Extraordinario del Comité Central del PCC de febrero de 1990 que plantea la conclusión acerca de que "han madurado las condiciones para abordar en términos prácticos y concretos el perfeccionamiento del sistema político e institucional del país". El proceso de debate nacional de las tesis contenidas en el Llamamiento al IV Congreso del Partido que se desarrolla a mediados de 1990, dio un impulso significativo a la configuración de las ideas fundamentales de ese perfeccionamiento, recogiendo, en amplia consulta popular, la inteligencia colectiva de los cubanos que guiaría el proceso de reformas políticas emprendidas en el país. Ya en el propio documento del Llamamiento se vislumbran los cambios que la lógica interna del proceso cubano había determinado.
La participación popular y el perfeccionamiento del sistema político cubano
El desarrollo económico, político y social de Cuba a inicios de los 90 planteó exigencias al poder en el sentido de continuar profundizando la democratización de la sociedad. Ya en ese momento habían madurado las condiciones para efectuar los cambios políticos necesarios en el país. Comienza una nueva etapa en el proceso de desarrollo del sistema político cubano
No puede decirse que en estos últimos casi cuarenta años han existido varios sistemas políticos en el país. Se trata de etapas, efectivamente, de un proceso único e ininterrumpido de perfeccionamiento de un sistema que no ha cambiado su esencia, carácter y naturaleza sociopolítica socialista.
Esta nueva etapa ha estado determinada por la necesidad histórica y por la capacidad de autodesarrollo y autoperfeccionamiento como rasgo propio de la identidad nacional cubana, especialmente de su identidad política revolucionaria, manifestado con fuerza en el período de la Revolución. Frecuentemente se escucha decir que el factor determinante de su comienzo lo constituyen los trágicos sucesos de Europa socialista y la Unión Soviética. Estos acontecimientos regresivos de la historia universal significaron un factor influyente en cierta medida, más bien acelerador, pero no determinante de los cambios políticos que se produjeron en Cuba. Tanto el inicio del proceso de rectificación como la voluntad política de la dirección de la Revolución ante una necesidad histórica objetiva insoslayable, son expresión de la conclusión expuesta.
La tendencia del sistema político cubano al autoperfeccionamiento, su capacidad de lograr un alto nivel de legitimidad, su gran fortaleza y apoyo popular es reconocido incluso, en publicaciones recientes, por algunos de los más destacados críticos del régimen político prevaleciente en Cuba, aunque le den a esto explicaciones que no siempre corresponden a la realidad política de la Nación.
Lo cierto es que el IV Congreso del Partido Comunista celebrado en 1991 aprobó un grupo de resoluciones que crearían las condiciones para propiciar, sin duda alguna, la ampliación del proceso de fortalecimiento del democratismo del sistema político en su conjunto, lo que ha constituido la continuidad de una tradición política revolucionaria. Sin embargo, se manifestó de manera inmediata la percepción e intención permanente de determinados círculos políticos y académicos extranjeros de no reconocer carácter democrático alguno al sistema cubano (aplicándole el modelo propiamente liberal o influidos por la creciente globalización neoliberal, que trata de globalizar también un determinado esquema ideológico y de construcción de la democracia, excluyente de cualquier alternativa distinta de la que desde esa óptica se profesa). Nótese: esto es también una negación del pluralismo que mundialmente se proclama y, por tanto, una pretensión no del todo democrática; es en realidad una intención de "estrangular" las excepciones y la pluralidad. Está más acorde con la democracia el reconocimiento y respeto al derecho de otros a construir y aplicar sus propios modelos de gobierno y buscar sus propias alternativas de régimen político que garanticen una participación real y efectiva de la ciudadanía en la dirección de los procesos sociales.
En cualquier circunstancia, y fue seguramente lo más impactante y desconcertante para muchos, especialmente para los detractores del proceso revolucionario cubano, la dirección política del país acometíó las reformas al sistema político en el período más crítico vivido por la Revolución cubana. Lo hizo en medio de la influencia notoriamente negativa en todos los órdenes (económico, psicológico, ideológico, cultural, etc), de la debacle del bloque socialista europeo. Indudablemente, esto fue un acto de profunda valentía política asumiendo los mayores riesgos, y una demostración de la voluntad política revolucionaria cubana de continuar, en las más difíciles condiciones, el perfeccionamiento (léase democratización) del sistema político establecido en el país, lo que confirma que el mismo no es un organismo estático, inamovible.
Los principales cambios llevados a cabo en esta última década en Cuba han estado dirigidos a fortalecer la materialización del criterio fundamental de perfeccionamiento del sistema político: el logro de la más amplia participación del pueblo en las decisiones. Estos cambios abarcan, ante todo, a los dos principales elementos de este sistema: al Partido y al Estado y, por supuesto, extienden su acción a todo el sistema en su conjunto. Ellos pueden sintetizarse en lo siguiente:
1 Cambios estructurales y funcionales que conllevan a dotar de mayor autoridad a las asambleas del Poder Popular desde el municipio, especialmente a sus delegados de base. Entre esos cambios resultan más significativos los siguientes: la creación de los consejos populares, la eliminación de los comités ejecutivos a nivel provincial y municipal, y el nuevo procedimiento para la elección de los delegados a las asambleas provinciales y de los diputados a la Asamblea Nacional.
– Un elemento novedoso es la creación de los consejos populares; éstos son nuevos elementos del sistema de organización estatal que agrupan al conjunto de delegados de una determinada demarcación, están presididos por uno de esos delegados elegido por ellos mismos y están investidos de la más alta autoridad; a estos consejos pertenecen, como práctica política cotidiana, los representantes de las organizaciones de masas y de las instituciones más importantes de su radio de acción, así como otras personas que representen intereses de la comunidad.
El Consejo Popular es uno de los más nuevos elementos del sistema de Gobierno en la sociedad cubana actual. El Tercer Congreso del PCC (1986) propuso iniciar su experiencia en el quinquenio 1986-1990, como resultado del análisis sobre el perfeccionamiento de la división político-administrativa del país vigente desde 1976; ellos serían constituidos por las asambleas provinciales a propuesta de las asambleas municipales en los pueblos que fueran cabeceras de los municipios históricos y en otros que contaran con una apreciable cantidad de habitantes y significativo volumen de actividad productiva y de servicios. Es en 1988 que los consejos populares aparecen como instituto político en la práctica. Por acuerdo del Consejo de Estado en 1990 se inicia la experiencia masiva en Ciudad de La Habana. En 1991, por acuerdo del X Período de sesiones de la III Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se hace extensiva a todo el país, atendiendo a las características y peculiaridades de cada lugar. En julio de 1992 se refrenda constitucionalmente la existencia de los consejos populares en el nuevo texto de la Constitución de la República de Cuba.
Los consejos populares surgen, se extienden y se consolidan por una decisión "…inspirada por la línea programática permanente del sistema de la democracia socialista cubana de perfeccionar sistemáticamente su labor, sobre todo, en la búsqueda de la cada vez mayor participación popular en la gestión… Responden a una voluntad política del sistema, a una tendencia consubstancial al modelo de desarrollo social cubano…, tendencia progresiva permanente hacia la reunificación entre la sociedad civil y la sociedad política, elemento indispensable de la realización del autogobierno social real… El consejo no es un destello aislado de democratismo en la organización estatal cubana, sino una respuesta necesaria a requerimientos objetivos de su desarrollo… El Consejo Popular tiene facultades como Gobierno… Extiende cuantitativa y cualitativamente la base del Gobierno… Se enriquece en su contenido de vías de participación popular … Introduce explícitamente en las labores de Gobierno a los colectivos laborales, mediante la presencia de la CTC y la ANAP allí donde exista, con sus representantes como miembros del nuevo eslabón de Gobierno y, en cierto sentido también, mediante la presencia de entidades económicas de importancia en el territorio con los representantes de la dirección de esos centros,,, Concebido originalmente para cubrir insuficiencias de las estructuras existentes, desde sus inicios ha sido portador de elementos que los hacen potencialmente salirse de esos marcos, y convertirse en germen superior de autogobierno social…En las condiciones que nació y se ha desarrollado el Consejo Popular, se ha manifestado con cierta fuerza una tendencia a convertirlo en una instancia administrativa más…" Se hace necesario entonces cerrarle el paso a esa tendencia y fortalecerlo como factor para la consolidación de la gobernabilidad democrática en el sistema social cubano.
– Otro elemento novedoso característico de los cambios estructurales y funcionales mencionados es la eliminación de los comités ejecutivos a los niveles provincial y municipal. Esto fue motivado por el hecho de que el ejercicio real del poder no residía en la asamblea correspondiente, sino en el órgano concebido para representarla entre sus períodos de sesiones, que era precisamente el Comité Ejecutivo a su nivel, el cual suplantaba de hecho al órgano máximo de poder en la localidad. . Unido a esto los comités ejecutivos también presentaban insuficiencias en su trabajo, fundamentalmente técnicas, condicionadas, ente otras cosas, por las pocas posibilidades reales de lograr los cuadros idóneos para su integración, y la estabilidad de los mismos. Se hacía necesario incluso modificar la situación real del ejercicio del poder, en cuanto a la calidad de este ejercicio, definida en gran medida por la condición de legitimidad del portador real del poder y por la validación técnica de su gestión. Se planteaba, en esencia, un problema de gobernabilidad, a partir de demandas objetivas originadas por el propio desarrollo progresivo de la democracia en Cuba. No obstante es importante reafirmar en la práctica política la idea de que el consejo de la administración (nuevo órgano de la administración local que surge), no se crea para sustituir al comité ejecutivo ni suplantar a la asamblea en la acción de Gobierno, sino para ejercer la administración, realizar funciones "…como órgano técnico para cumplir las políticas en lo concerniente a la administración de los recursos locales, tarea que es una de las facetas del contenido de la labor de Gobierno, pero que no agota su esencia al menos en las condiciones de Cuba." Y es necesario reafirmar esta demanda, que es de hecho exigir el cumplimiento de lo estipulado en la Constitución porque, "…a nuestro modo de ver, la eliminación de los comités ejecutivos no ha dado aún la respuesta que de ella se esperaba en lo concerniente al fortalecimiento del papel de las asambleas locales". Para la solución de este problema resulta imprescindible modificar también de forma substancial, de manera real y efectiva, otras facetas del sistema de Gobierno cubano y, especialmente, aquella que es portadora mayor de la esencia genuinamente popular del sistema político: es necesario perfeccionar la institución del delegado, en particular del delegado de circunscripción, en el sentido de que logre más profesionalidad en la labor de Gobierno, mayor nivel de especialización e idoneidad, reciba la preparación adecuada, el tiempo y los medios necesarios para el cumplimiento de sus funciones, y un mayor reconocimiento social y estatal. En síntesis, esto significa continuar fortaleciendo la autoridad del delegado, para lo cual sería necesario, además, perfeccionar el proceso de selección del mismo, desde la propia postulación hasta la elección. Todo ello redundaría, inexorablemente, en un fortalecimiento del eslabón básico del sistema: las asambleas locales del poder popular, que constituyen, a su vez, la máxima autoridad local del poder estatal.
El establecimiento del voto libre, directo y secreto de toda la población para elegir a los delegados a las asambleas provinciales y a los diputados a la Asamblea Nacional, complementando la ya establecida desde 1976 elección directa por la población de los delegados municipales o de base (de circunscripción), constituye uno de los cambios más notorios en el proceso de perfeccionamiento del sistema político cubano, que indica un indudable ascenso en el proceso democrático del país.
Recuérdese que esos delegados provinciales y diputados, elegidos de manera libre, directa y secreta por el pueblo, son los que componen la Asamblea Nacional y las provinciales. De entre los diputados se eligen al Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asamblea Nacional, así como al Consejo de Estado de la República de Cuba, partiendo de su propio Presidente. Esto, indudablemente, constituye un parámetro funcional de importancia respecto al democratismo del sistema político, y significa un grado mayor de participación popular en la selección de sus representantes a todos los niveles, un paso de avance en su realización. Ello, igualmente, respondía a una demanda popular expresada, fundamentalmente, durante la discusión del Llamamiento al IV Congreso del Partido, en cuanto a la necesidad de fortalecer el vínculo entre los delegados provinciales, los diputados y el pueblo; esto contribuiría a eliminar el cierto distanciamiento que se producía, no por motivos clasistas, por supuesto, sino en su aspecto funcional, y a superar la insuficiencia relativa de representatividad en nuestro sistema político.
Esos tres cambios abordados son, sin duda alguna, altamente positivos, pero aún encierran una gran potencialidad aún no explotada. Se requiere completarlos con otros cambios que abarquen integralmente el conjunto de elementos de funcionamiento del sistema, los cuales podrían estar referidos a:
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |