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Revolución y poder político en Cuba (página 3)


Partes: 1, 2, 3

– Una mayor democratización del procedimiento para la elaboración y modificación de las candidaturas, restableciendo, entre otras cosas, el papel decisivo de las asambleas en la nominación de candidatos.

– Mayores posibilidades de participación de los delegados de base en los órganos provinciales y nacionales.

– Necesidad de un vínculo más estrecho de los delegados provinciales y diputados con los territorios por los cuales fueron electos, lo que significa, al mismo tiempo, un mayor control de los delegados a todos los niveles por parte de sus electores.

2 Otro cambio importante de los años 90 se refiere a la simplificación de las estructuras del Partido con el objetivo de acercar más la dirección central a la base y, por tanto, a las más amplias masas populares.

3 Cambios en el estilo y métodos de trabajo del Partido, más democráticos y participativos, los cuales deben continuar perfeccionándose.

4 Revitalización de las asambleas de trabajadores ejemplares como vía fundamental, y prácticamente única, para decidir el inicio del proceso de ingreso de los ciudadanos al Partido. Estas son asambleas abiertas de los trabajadores o de los estudiantes (asambleas de masas) que deciden, democráticamente, si aceptan o no que un ciudadano, cualquiera que sea su rango, pueda ser procesado para formar parte de la vanguardia política de la nación cubana.

5 Reconocimiento de la posibilidad de ingreso de los creyentes al Partido Comunista, es decir, que las creencias religiosas no constituyan un obstáculo para el ingreso de un revolucionario de vanguardia a esa organización.

Estas innovaciones relacionadas con el Partido fortalecen su reconocimiento social, credibilidad, autoridad y su carácter de representante de los intereses de las masas populares, lo refuerzan y legitiman como partido no de una sola clase o de una ideología restringida a una determinada concepción del mundo, sino de toda la nación cubana y de una ideología de la Revolución común a todos aquellos que optan por el patriotismo, la soberanía, la independencia nacional, la igualdad, la equidad, la justicia social, la unidad nacional, el antimperialismo y el socialismo auténtico, profundamente participativo, adecuado a las particularidades concretas del país.

6 Se reafirma el reconocimiento, respeto y garantía constitucional de la libertad religiosa y se introduce el carácter no confesional del Estado cubano y la garantía de la no discriminación por motivos religiosos.

7 Se reconoce constitucionalmente la ampliación de las diferentes formas de propiedad: empresas mixtas, sociedades, asociaciones e, incluso, cierto nivel de propiedad privada sobre los medios de producción.

Todos estos cambios han sido reflejados en tres documentos fundamentales que constituyen elementos reguladores del sistema político cubano: la Constitución de la República, reformada por la Asamblea Nacional en 1992; los Estatutos del Partido Comunista, que rigen la vida interna de esta organización y sus relaciones con los demás elementos del sistema político y con la sociedad en su conjunto; y la Nueva Ley Electoral adoptada a partir de los cambios en la Constitución.

Así las cosas, podemos señalar algunos elementos claves que confirman la democraticidad del sistema político establecido, haciendo énfasis en el aspecto electoral:

1 Todos los habitantes eligen y son elegibles, según el caso, por voto mayoritario, universal y secreto, a los órganos representativos y cargos de dirección del sistema.

2 La nominación de los candidatos al nivel municipal se realiza en asambleas de masas.

3 Las organizaciones políticas (léase Partido y Unión de Jóvenes Comunistas) no postulan candidatos.

4 Constituye práctica política la renovación de una proporción mínima de los órganos representativos.

5 Elección por no menos del 50 % de los votos válidos de cualquier representante estatal popular.

6 Revocación, en cualquier tiempo, de representantes y autoridades por sus electores.

7 Rendición de cuentas por parte de todos los dirigentes del Estado, de las organizaciones políticas y de masas ante los órganos representativos correspondientes y ante la población.

8 Participación activa de la población en la discusión de documentos partidistas y leyes estatales previa a su aprobación, como medio de búsqueda de un consenso nacional ante los principales problemas a debate. Esto da continuidad también a una tradición política revolucionaria que ha echado raíces profundas, se canaliza a través del sistema de organizaciones sociales y de masas del país y ha tenido su expresión más novedosa en los parlamentos obreros, asambleas de trabajadores celebradas desde 1994 y a las cuales acudió la Asamblea Nacional del Poder Popular en búsqueda del consenso en la aplicación de las principales reformas económicas de los años más recientes. Estas reformas, si bien constituyen una vía importante de salida de la crisis económica y de preservación de las conquistas de la Revolución, tienen algunos costos sociales que, sin el apoyo mayoritario de la población, no pudieran asumirse de manera revolucionaria y socialista.

Siguiendo esta línea de pensamiento, es necesario que el sistema político cubano y su evolución hasta hoy se examine de manera desprejuiciada. El muestra, sin lugar a dudas, "una evolución institucional hacia un estado de derecho, una mayor descentralización y una mayor democraticidad. Esta evolución se ha realizado preservando una alta capacidad para producir y reproducir la sociedad de transición, una alta legitimidad y un notable nivel de consenso"

Un analista imparcial observaría con claridad que ni la represión, ni la arbitrariedad, ni los caprichos en el ejercicio de gobierno, ni la mentira, ni la supuesta desnacionalización paulatina de la economía cubana, ni la corrupción, ni la manipulación de las masas, rasgos que en determinados medios académicos aún se le imputan al sistema político cubano, pueden ser fenómenos que caractericen intrínsecamente a un sistema que ha recibido históricamente el apoyo ampliamente mayoritario de la población de su país. Los resultados históricos de las elecciones generales efectuadas y, particularmente, las de 19921993 y de 19971998, confirman esa realidad.

Veamos unos pocos datos ilustrativos de las elecciones del 11 de enero de 1998 para elegir a los delegados a las asambleas provinciales y a los diputados a la Asamblea Nacional:

Votó el 98,35 % de los electores y el 95 % lo hizo de manera válida, lo que habla de la calidad del voto emitido.

Solamente fueron anuladas o echadas en blanco el 5% de las boletas.

El 94,39 % de los electores que depositaron correctamente sus votos optaron por el voto unido, o sea, por todos los candidatos propuestos.

Todo ello constituye una mejoría en relación con las elecciones de los años 199293, cuando, por ejemplo, las boletas válidas equivalieron a un porciento menor: el 92,67 del total.

Observemos unos datos más:

Para estas elecciones se efectuó un arduo y complejo proceso de selección y consultas desarrollado por los más de 2200 integrantes de las comisiones de candidaturas a todos los niveles, las cuales consultaron durante algunos meses a más de 1 millón 600 mil ciudadanos.

El ejemplo de la composición de la Asamblea Nacional del Poder Popular es también ilustrativo. A la misma fueron elegidos 601 diputado. De ellos 392 son nuevos en el cargo (65,22 %), reflejo del alto índice de renovación de la Asamblea y de la calidad y potencialidades existentes en el pueblo. La Asamblea está integrada por 435 hombres (72,38 %) y 166 mujeres (27,62 %); la participación femenina aumentó en un 4,87 % en relación con la legislatura anterior. Con un promedio de edad de 45 años creció también en el Parlamento el número de jóvenes: 189 diputados poseen entre 18 y 40 años, 374 están entre los 41 y 60, y solamente 38 sobrepasan las seis décadas de vida. Significativo resulta igualmente el elevado nivel de instrucción de los diputados: 471 son graduados universitarios, lo cual representa el 78,36 %, índice mayor al logrado en la IV legislatura en un 3,6 %; 111 vencieron los estudios de nivel medio superior, 18 cuentan con preparación media básica y un diputado posee nivel primario. Por su ocupación 145 diputados trabajan directamente en la producción material y los servicios como obreros, campesinos, cooperativistas, educadores, trabajadores de la salud pública; otros 26 se desempeñan en el terreno de las investigaciones, 7 en el deporte, 30 son profesionales de la prensa, escritores, artistas y otros trabajadores de la cultura; 35 pertenecen a las FAR y al Ministerio del Interior (MININT); 3 son pastores religiosos.

¿Transición hacia dónde? (A modo de conclusión)

Luego de las reflexiones precedentes y siguiendo el criterio conceptual asumido en la introducción podemos decir que el sistema político cubano es en realidad un sistema político en transición, sólo que es un modelo de transición al socialismo, y sus cambios no marchan en un sentido regresivo.

No tiene fundamento la idea que de manera abierta o solapada se desliza en los escritos de algunos académicos que consideran que los cambios económicos conducen al capitalismo y necesariamente la transición del sistema político debe producirse hacia el modelo liberal burgués. Esta tesis es también propia de la propaganda que procede de algunos países, fundamentalmente de Estados Unidos, y se manifiesta no sólo como propaganda, sino como exigencia al Estado y pueblo cubanos.

No se ha intentado en este trabajo, y no podría hacerse, presentar un sistema político perfecto. Son evidentes las imperfecciones e insuficiencias del sistema. Han sido reconocidas tanto en el discurso político oficial como en los medios académicos cubanos. Pero muchas de las insuficiencias que se señalan, ante todo del exterior, son más bien particularidades de un modelo que no es liberal y que pretende ser una alternativa viable al liberalismo político. Otras están determinadas por las condiciones concretas internas y externas en que este sistema se desarrolla. Otras son en realidad insuficiencias que necesitan un tratamiento inmediato y que la experiencia y la práctica políticas irán planteando las vías de solución. Pero es importante subrayar que no puede exigírsele a la sociedad cubana, como con frecuencia se hace, ser sacrosanta y pura. ¿Habrá alguna sociedad que lo sea en la realidad?

Hay que tener en cuenta que como sistema en transición no escapa a las imperfecciones que ello presupone y se debate en la búsqueda del modelo deseable en condiciones muy adversas y prácticamente sin referentes. No estamos en presencia de un socialismo puro, acabado. Se trata de una sociedad en transición hacia ese nuevo sistema, proceso que se produce en condiciones en gran medida anormales; por lo que su sistema político y su democracia tienen que reflejar, necesariamente, ese estadío de desarrollo en que se encuentra la sociedad. Estamos en presencia, a decir de algunos autores, de una "democracia social transicional", que es la democracia del proyecto social socialista en desarrollo y que, sin duda alguna, es superior a la democracia representativa burguesa, la cual, de hecho, es excluyente, no da la posibilidad de participación política real, en su sentido amplio, de las amplias masas populares. Siendo un sistema abierto al perfeccionamiento, en el proceso cubano tampoco puede dejar de observarse la dialéctica de lo real y lo posible, de lo objetivo y lo subjetivo, de lo interno y lo externo, ni puede dejar de percibirse que este perfeccionamiento tiene que desarrollarse en condiciones dictadas por la crisis económica interna y por la creciente hostilidad norteamericana.

Pero a pesar de esas condiciones el sistema político cubano muestra un alto nivel de gobernabilidad y se legitima permanentemente a través de un apoyo mayoritario del pueblo, expresado mediante una amplia participación popular y procesos electorales genuinos.

El proceso ulterior de su perfeccionamiento podría marchar por algunos derroteros importantes:

Elevación continua de la autoridad y poder real de los delegados a todos los niveles y de los diputados.

Mayor descentralización en la gestión social.

Fortalecimiento del papel político de los colectivos laborales como elementos fundamentales del sistema democrático-participativo. Estos son una especie de "microsistemas" dentro del sistema político tomado como "macrosistema"; en ellos se concentran en microescala los principales elementos del sistema político cubano: el Partido (representado por un núcleo o comité); el Estado (por la administración correspondiente), la UJC (por uno o más comités de base), la CTC (por una sección sindical o buró perteneciente a un determinado sindicato), y organizaciones socioprofesionales, así como se desarrollan en ellos las relaciones necesarias a la estabilidad del colectivo, basadas en las normas y regulaciones vigentes, y se lucha por el afianzamiento de una cultura y una ideología políticas acorde a los objetivos del centro en cuestión y de la sociedad en su conjunto. Afianzar su papel político es consolidar la base misma del sistema político cubano.

– De aquí se desprendería la necesaria complementación, no lograda en las experiencias socialistas, del principio territorial de representación con el laboral, más teniendo en cuenta las transformaciones económicas que seguirán produciéndose y que dan cuenta ya de nuevos actores económicos y sociales. Un objetivo primordial sería el fortalecimiento de los actores socialistas.

Perfeccionamiento del sistema electoral, que presupondría ampliar los mecanismos de elecciones directas, fortalecer el papel de las asambleas a diferentes niveles en la nominación de candidatos a delegados provinciales y diputados, y otras reglas más flexibles, según se creen las condiciones internas y externas de mayor seguridad sobre el futuro.

Perfeccionamiento de los mecanismos de democracia interna en el Partido, de su estilo y métodos de trabajo, de la interrelación del mismo con los demás elementos del sistema político, y de estos últimos entre sí.

Fortalecimiento del papel dirigente del Partido en la sociedad, como garantía de la unidad en torno a los objetivos socialistas y de la continuidad del proceso revolucionario.

Estas y otras posibles tendencias deben desarrollarse sobre la base de la ampliación y profundización de las formas de participación popular y tendrían su reflejo en posibles nuevos cambios en la Constitución y en la Ley Electoral vigentes.

En cualquier circunstancia, el sistema político cubano deberá preservar y consolidar la orientación y el carácter socialista, la unidad del pueblo, la soberanía, la independencia nacional, la igualdad, equidad y justicia social alcanzadas, la continuidad del poder popular y un creciente desarrollo de la verdadera democracia. La transición al socialismo sólo puede hacerse irreversible si se perfecciona el poder político socialista.

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Autor:

Miliadys Rodríguez Fernández

Licet Molina Machado

Clara Adelaida Pérez Sarduy

SUM Santa Clara-2009

Partes: 1, 2, 3
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