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La crisis mundial: Enfoque boliviano (página 2)


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Se ha de encontrar las raíces de las dificultades actuales de los países de economía avanzada tanto en la crisis no enteramente controlada de hace cuatro años, como en las medidas para contrarrestarla. En los Estados Unidos los instrumentos para contrarrestar la crisis de 2007-2009 fueron principalmente tres: a) estímulos fiscales, consistentes en una combinación de rebajas de impuestos para los ingresos más bajos y más inversiones públicas; b) un programa de saneamiento del sistema financiero con apoyo fiscal significativo; c) una política monetaria expansiva y no convencional consistente en llevar la tasa de interés de política muy cerca de cero y en operaciones masivas de mercado abierto de compra de títulos en poder del público para inyectar liquidez al mercado. Los instrumentos consignados en a) y b) tuvieron directamente efectos en la deuda pública mientras que los de c) produjeron déficit cuasi-fiscales.

Los tres tipos de medidas y su combinación tienen gran lógica y se podía esperar mucho mejores resultados de los que se han obtenido. Para comenzar, era necesario restaurar la solvencia del gigantesco e hipertrofiado mercado financiero americano, que había quedado muy malherido con el desencadenamiento de la crisis en el segundo semestre del 2007. Se tuvo que rescatar a las entidades financieras con fondos públicos, lo que deterioró el déficit fiscal, aumentó la deuda pública y expandió el balance del Banco Federal de Reserva.

Una de las grandes lecciones, sino la principal, que dejó la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado es que la política monetaria se vuelve inefectiva cuando las tasas de interés nominales se acercan a cero. Es la llamada trampa de liquidez. Por esa razón eran necesarios los estímulos fiscales. A pesar del descrédito en que había caído Keynes y las recetas keynesianas no se tenía a mano otros remedios para sortear una situación como la que se tenía el 2007-2009.

La política monetaria americana fija, sostiene una tasa de interés de referencia muy baja, entre cero y 0.25%. El rango de elegibilidad de los activos se amplió y, más importante, el Banco Federal de Reserva comenzó a comprar títulos que vencían a largo plazo. A esta operación se la llamó "monetary easing" o aflojamiento monetario.

Por otro lado, la política monetaria expansiva tenía también un efecto, posiblemente no enteramente buscado, de depreciar el dólar americano frente a otras monedas fuertes, lo que estimulaba a la producción de transables, especialmente de exportables, La depreciación permitía cerrar (parcialmente) el déficit de la balanza comercial. Para restablecer los equilibrios globales el dólar necesita depreciarse con relación al euro, al yen japonés, al yuan chino y a las monedas de los países exportadores de petróleo.

Es de hacer notar que la política monetaria anti-crisis del Banco Federal de Reserva ha dado lugar a una gran expansión de su balance. La política es equivalente a una de "imprimir dinero", lo que ha creado el temor de que tenga efectos inflacionarios mayores a los deseados. Se ha de reiterar que se apunta a una inflación positiva (entre 2% y 3%) pero una tasa superior sería indeseable. El temor que tienen el partido republicano americano y los grupos conservadores es que con las políticas anti-crisis se está creando el riesgo de una alta inflación. Existe también el mismo temor en los países europeos, donde además históricamente ha habido una gran aversión a la inflación. La deuda pública americana es alta, debido a que la crisis comenzó con un exceso de endeudamiento de su sector privado pero para contenerla se ha estado necesitando recursos e intervenciones públicos, pero aun así, dicha deuda es manejable. La economía americana es muy flexible y su capacidad de generar impuestos es muy grande.

Finalmente Obama y el Congreso llegaron a un acuerdo, con muchas concesiones por parte de Obama. El componente de reactivación del plan contempla rebajas impositivas para las pequeñas y medianas empresas, así como mayores gastos en servicios y en inversiones en infraestructura. El componente de control de la deuda consiste, en partes iguales, en aumentos de impuestos para los ricos junto a la eliminación de escapatorias para eludir los impuestos y en una reducción de los gastos, incluyendo los gastos militares en Irak y Afganistán.

La Crisis Fiscal Europea

La crisis que se originó en el sistema financiero americano rápidamente se transmitió a los sistemas financieros de los países europeos, en la medida en que sus bancos y otras entidades financieras tenían entre sus activos, a activos tóxicos americanos. Cuando los precios de esos activos se desplomaron en los Estados Unidos, se afectó también a los bancos europeos que los detenían. Para evitar la quiebra de sus sistemas financieros, la Unión Europea, financiada a su vez con contribuciones de países miembros, tuvo que intervenir apoyando a sus bancos y otras entidades financieras. Por su parte el Banco Central Europeo relajó fuertemente su política monetaria, lo cual consistió, por lo esencial, en ampliar los activos elegibles y los plazos para operaciones de reporto y de redescuento. Lo contrario a lo que aplicó Estados Unidos.

Con la crisis de 2007-2008 las deudas públicas de los países europeos aumentaron aún más. Grecia, Irlanda y Portugal, comenzaron a sentir dificultades en servir sus deudas públicas ya en el primer semestre de 2010. Los mercados han estado inusualmente atentos a las negociaciones políticas que pudiesen atenuar los problemas que causa la deuda.

El problema de la deuda pública de los países periféricos de la Eurozona puede extenderse a los países centrales en la medida en que los bancos de estos últimos países tienen bonos públicos de los primeros. La crisis de endeudamiento de los países periféricos corre el riesgo de convertirse en una crisis bancaria de los países del centro.

Para limitar el crecimiento de la deuda, los países de la periferia (y también de centro) están tratando de reducir sus déficit primarios, sea aumentando impuestos, sea reduciendo el gasto, o con una combinación de los dos. Esas políticas, aplicadas brutalmente, conllevan el riesgo de ser recesivas, lo que agrava el problema de deuda. Con moneda común el crecimiento monetario está determinado exógenamente y los países no pueden recurrir al señoreaje para financiar sus déficits. La trayectoria de la política fiscal está entonces enteramente determinada, en cada país de la Unión, por la demanda de bonos. Cuando el cociente de deuda a PIB se eleva demasiado la demanda de bonos cae y los gobiernos se quedan sin fuente de financiamiento. Pero esta estrategia puede poner en riesgo al euro. La tentación de abandonar el euro para algunos de los países de la periferia está también en que pueden recuperar competitividad con un costo social menor al que tendrían con una política prolongada de austeridad.

Hay una alta probabilidad de que Grecia abandone el euro en un plazo de un año y medio. La situación financiera de Italia también causa preocupación. Si Grecia decidiera abandonar el euro, lo mejor que se puede esperar es que sea una salida ordenada, que no cree riesgos de contagio para el resto de los países.

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Una manera tradicional de salir de la trampa de alto endeudamiento y bajo crecimiento es devaluando el tipo de cambio (el caso más reciente fue el de Argentina el 2001). Pero los países de una unión monetaria (como la Eurozona) no tienen, por definición, esa opción, a no ser que la abandonen. La posibilidad de una implosión de la Eurozona, que era impensable hasta hace poco, está siendo considerada tanto por los analistas como por los mercados. Con todo, abandonar el euro no sólo que sería traumático para el país que lo hiciere, sino que lo sería también para todos los países de la Unión Europea y más allá.

El problema de la deuda pública de los países europeos ya no es sólo de países de la periferia. Las agencias calificadoras de riesgo les han estado bajando la calificación crediticia a países grandes como España e Italia, y a bancos grandes de países como Francia. Se ha de hacer notar que como ha habido muchos préstamos transfronterizos, los bancos de los países grandes, particularmente los alemanes, pueden ver su situación financiera afectada por las caídas de los precios de los bonos emitidos por países como Grecia, Portugal o Irlanda. Está en el interés de los gobiernos de los países grandes de Europa ayudar a los países de la periferia, porque en realidad estarían ayudando a sus bancos.

Una posibilidad realista para salir de la situación, que tiene también costos, es que los bancos acreedores consientan quitas (reducciones de deuda) a los gobiernos de los países deudores. Con las quitas se hace participar el sector privado en las resoluciones de la crisis. De hecho sólo el sector privado participa en las quitas; no así los acreedores oficiales. Ya se ha acordado, por ejemplo, una quita de 50% de la deuda griega. Las modalidades de las quitas están todavía por discutirse.

Como ya se ha dicho, las políticas de austeridad pueden tener el efecto no deseado de reducir la tasa de crecimiento del PIB y por lo tanto, más bien, agravar la deuda. No pueden ser aplicadas bruscamente ni pueden durar muchos años porque la población no las soporta. Dada la fragilidad de la economía, las medidas de ajuste deben distribuirse en el tiempo, con las más duras más bien hacia el final. pesar de que la unión monetaria hace predecir una convergencia de las tasas de inflación, éstas no han sido iguales en todos los países. Los países de la periferia tienen inflaciones más altas que los países del centro, cuando en el contexto actual se hubiese necesitado la configuración contraria. Con inflaciones más altas en los países del centro que en los de la periferia, estos últimos tendrían un tipo de cambio real más depreciado, sin necesidad de abandonar el euro, lo que aumentaría su competitividad intra-unión. A mediano plazo, si los países de la periferia siguen rezagados en términos de competitividad, se pueden entrampar en una deflación de precios y en un aumento de la carga de la deuda en términos reales.

La quita de la deuda griega es muy sustantiva pero no parece ser suficiente porque el cociente deuda a PIB quedará todavía en 107%. Se piensa también que las medidas de austeridad que se le pide a ese país, como contraparte del esfuerzo que representa el alivio de deuda, frenarán su crecimiento, agravando en los años que vienen su endeudamiento, además de que la resistencia política será muy grande.

El otro instrumento del paquete de saneamiento financiero es la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF). La FEEF otorgaría garantías de "primera pérdida" para la emisión de bonos soberanos, es decir se haría cargo del porcentaje de pérdida (20% por el momento) que podrían sufrir los inversores en esos bonos, en caso de que el país emisor entrara en cesación de pagos. Se supone que la pérdida de valor de esos bonos no será total en caso de moratoria sino de un porcentaje que sería cubierto por la FEEF. Se ha aumentado el tamaño de la FEEF para cubrir la eventualidad de que gobiernos de países grandes, como Italia y España, necesitaran garantías para poder emitir bonos.

Los recursos de la FEEF provendrían de varias fuentes y en especial de una agencia, llamada Vehículo de Propósito Especial (SPV, por sus siglas en inglés), encargada de obtener financiamiento en los mercados. Se ha estado tratando de interesar a la China para que aporte al SPV.

La ingeniería financiera de la FEEF es compleja y nada nos asegura que vaya a funcionar (Greene y Roubini, 2011). Los mercados recibieron, en los primeros días, muy favorablemente el acuerdo de saneamiento financiero al que han llegado las autoridades de los países de la Unión Europea, pero se mostraron dubitativos posteriormente.

El Prolongado Estancamiento de Japón

Otro país de economía avanzada es Japón, que ha tenido una crisis de larga duración durante los años noventa y un crecimiento bajo en la primera década de este siglo. Para enfrentar la crisis ha estado llevando a cabo sistemáticamente una política monetaria de bajas tasas de interés. Para ese país es crucial evitar que su moneda se aprecie más de lo que ya lo ha estado haciendo, lo que es otra razón para mantener una política monetaria expansiva. Por otra parte, el Banco de Japón, el banco central, ha estado interviniendo activamente en el mercado cambiario para evitar que el yen se aprecie aún más. El yen se estuvo apreciando con particular intensidad frente al dólar americano.

En 2011, Japón creció muy poco y hasta mediados de año su tasa de crecimiento había sido negativa. Tuvo además que lidiar con los estragos causados por el terremoto, el tsunami y los derrames radioactivos de Fukushima a principios de año. Los desastres naturales han incidido negativamente en el nivel de deuda pública y en el PIB, pero se esperó que para el 2012, las inversiones para recuperar lo que se ha destruyó con el terremoto, le den impulso al crecimiento.

Los desastres naturales han afectado muy fuertemente Japón, pero se considera que sus efectos sobre la economía mundial serán limitados. El bajo crecimiento de Japón no se debe solamente a los recientes desastres naturales sino y sobre todo a causas de más larga data. Se espera más bien una rápida recuperación de los desastres naturales.

La alta deuda pública del Japón es un motivo de preocupación, pero a diferencia de los otros países, muy poco es deuda externa. Se hace notar también que el Japón, después de China, es el más grande tenedor de bonos y letras del tesoro de los Estados Unidos. La deuda neta de esas acreencias del Japón es bastante menor que la deuda bruta.

Los Países de Economía Emergente

Los países de economía avanzada parecen ya no ser las locomotoras de la economía mundial. Los motores del crecimiento económico están ahora en el grupo de países de economía emergente, principalmente los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), especialmente China. Se entenderá por países de economía emergente a aquellos países que reúnen las siguientes condiciones: (1) un ingreso per cápita medio; y (2) un alto grado de integración con los mercados internacionales de capital.

China ha tenido en los últimos diez años un dinamismo fenomenal. Más aún, China (y posiblemente la India) son los únicos países de dimensión importante que tendrían espacio para políticas fiscales expansivas, las que sostendrían el dinamismo de la economía mundial.

Lo que vaya a pasar con la economía china tiene más importancia para nosotros que el devenir de los países de economía avanzada. Se ha de insistir en que la demanda china constituye la explicación fundamental, aunque no la única, de los altos precios de los productos básicos.

Sin desconocer el enorme dinamismo de la economía china, se hace notar sus vulnerabilidades. No se puede descartar una desaceleración. La economía china se podría desacelerar porque no está completamente desvinculada de los países de economía avanzada. Si éstos entran en recesión, habrá efectos también en la economía china. Las tasas de crecimiento trimestrales fueron ligeramente declinantes durante los tres primeros trimestres de 2011, lo que hizo pensar que se estaba produciendo una desaceleración. En una economía sobrecalentada, un crecimiento un poco más lento no es necesariamente una mala noticia.

Hay mucho temor en cuanto a que el sector manufacturero, cuya producción está destinada en gran parte a la exportación, pueda mantener su dinamismo. Todavía más de fondo, se hace notar que el crecimiento chino es demasiado dependiente de la bonanza de las inversiones. Las inversiones crecen a una sorprendente tasa de 24,3% por año y la tasa de inversión con relación al PIB está cerca del 50%. Esta alta tasa de inversión está dando lugar posiblemente a una sobreinversión y a un exceso de capacidad instalada. La sobreinversión sería especialmente notoria en la construcción. Hay reportes de que casas y, sobre todo, departamentos de lujo, están sin comprador.

Gran parte de la bonanza de las inversiones se debe a una fuerte expansión del crédito. Es bien conocido que rápidas expansiones del crédito pueden originar problemas para el sistema financiero un poco más adelante. La contraparte de la expansión del crédito es la acumulación de deuda por los prestatarios, que generalmente apuestan a que podrán renovar sus préstamos o conseguir nuevos sin dificultades.

La política deliberada de desaceleración del crecimiento del PIB y de la inversión casi no ha tenido efecto en el sector de construcción de viviendas. Si para honrar sus deudas los constructores comienzan a deshacerse de sus activos, vendiéndolos con descuento, todo el sector inmobiliario pudiese verse afectado. Pero no solo el sector inmobiliario sino también las municipalidades, que están muy endeudadas. Al caer el precio de las propiedades, caerá también el valor de los terrenos municipales. Como se esperaba que con la venta de esos terrenos se pagaría la deuda, habría problemas en servir la deuda.

El sistema financiero chino tiene mucho más fragilidad que la que aparece a primera vista. A pesar de la gran liquidez que tienen los bancos, producto a su vez de los enormes superávit en cuenta corriente de la balanza de pagos, las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de la economía china, tienen dificultades para acceder al crédito. Por las dificultades crediticias,mlas pequeñas y medianas empresas frecuentemente recurren al sector informal, pagando tasas mucho más altas que las bancarias. Por su parte los depositantes, a su vez, al recibir de los bancos por sus depósitos una tasa de interés inferior a la inflación, prefieren ahorrar en el sistema informal o invertir directamente en bienes raíces. El sector financiero informal es casi tan grande como el formal y se ha reportado últimamente varios casos de desfalcos en este sector.

Con los antecedentes mencionados y con las lecciones que han dejado acontecimientos similares en otras partes del mundo, se puede concluir que la probabilidad de una crisis bancaria en China no es nula. Sin embargo, en una economía tan estrictamente regulada, de aparecer la crisis, no tendría las mismas características ni los mismos tiempos que en los Estados Unidos o en Europa. En un sistema en el que los principales agentes son estatales: prestamistas estatales, prestatarios estatales y reguladores estatales, se puede disfrazar las pérdida por un tiempo, pero en algún momento saldrán a la luz, como lo hizo notar Chovanec (2011).

Brasil es un exportador muy importante de materias primas, especialmente alimentos, hacia los otros países de economía emergente. Tiene también una base industrial amplia y un sistema financiero muy integrado a los mercados internacionales de capital. No obstante su base industrial, el crecimiento de las exportaciones de productos básicos fue superior a de las exportaciones de manufacturas.

El crecimiento del PIB brasileño fue muy dinámico en el año 2010, con una tasa anual de 7.5%. Por el mismo dinamismo de la economía se produjeron tensiones inflacionarias, que obligaron al Banco Central de Brasil a endurecer la política monetaria, aumentando la tasa de interés de política. La política monetaria más contractiva ha ralentizado el ritmo de crecimiento de la economía y las previsiones para el 2011 fueron de un 4%.

Como muchos países emergentes grandes, Brasil ha estado recibiendo un flujo masivo de capitales, tanto bajo la forma de inversión extranjera directa como de inversión en cartera. El influjo de capital produjo una apreciación sustancial del tipo de cambio en el 2010. Esa apreciación provocó que las autoridades tomaran medidas defensivas tales como la compra de dólares por el Banco Central, que llevó a una fuerte acumulación de reservas internacionales, y al establecimiento de gravámenes a los flujos de capital de corto plazo. En el 2011 los influjos de capital han continuado, sumándose además a los superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que ha aumentado las presiones a la apreciación cambiaria. Sin embargo, la reacción enérgica de las autoridades para controlar esta situación ha tenido efectos y el tipo de cambio se ha estado devaluando en los últimos meses desde los altos niveles en los que estaba.

Los Canales de Transmisión de la Crisis Global a los Países en Desarrollo

La crisis de las economías avanzadas se puede transmitir a nuestros países de varias maneras, siendo una de ellas a través de sus efectos en las economías emergentes. Los efectos serían en cascada. El lento crecimiento de las economías avanzadas podría reducir la demanda por manufacturas de China, lo que a su vez reduciría la demanda china por productos básicos, incluyendo aquellos que proveen los otros países emergentes. La demanda de productos básicos es una demanda derivada de la de manufacturas. Más directamente aún, si el mercado internacional de capitales se deteriorara aún más, economías que le están muy integradas podrían recibir un menor flujo de créditos o en condiciones más duras, como ocurrió el año 2008. Sea por un crecimiento más lento de las exportaciones o por las dificultades de financiamiento, las economías de los países emergentes podrían experimentar una caída en sus tasas de crecimiento.

Los canales de transmisión de la crisis internacional a los países como el nuestro serían dos. Uno directo, que sería el de la caída de las cotizaciones internacionales de nuestros productos básicos de exportación. Se ha de hacer notar que los precios de los productos básicos, que llegaron a records históricos en el primer semestre de 2011, han estado bajando pero se mantienen todavía en niveles sustancialmente más altos que en 2005, como se observa en el gráfico 1. El precio del estaño es el precio que ha tenido la caída más fuerte en los últimos meses, pero todavía está en un nivel tres veces superior al que tenía en 2005. El precio del petróleo ha estado también bajando pero sigue estando en un nivel que es una vez y medio más alto que 2005. Por la naturaleza de la determinación de precios en los contratos con Brasil y la Argentina, el precio del gas natural está vinculado al precio del petróleo pero tiene menor volatilidad no sube tan rápidamente pero tampoco baja tan rápidamente como el precio del petróleo.

La caída pudiese ser relativamente pronunciada en la medida en que los precios actuales tienen un componente especulativo, que se desinflaría una vez que las economías de los países de economía avanzada entren en recesión y que en los países emergentes se produjera una ralentización. Pudiesen caer, por lo menos temporalmente, el precio del petróleo, de los metales y de los granos, afectando a sectores productivos de toda la geografía del país. Se ha de tener en cuenta que una fracción importante de la producción de minerales proviene de la minería de subsistencia (cooperativas y pequeña minería) que tiene tecnologías muy rudimentarias y costos muy altos. Una caída de precios duradera, aún si es moderada, podría afectar negativamente la producción y al empleo de esta rama de actividad.

Si la economía del Brasil se ralentizara, los volúmenes demandados de gas natural boliviano se reducirían y disminuirían también otras exportaciones a ese país (así como a otros países de la región). El menor dinamismo de la economía brasileña tendría una incidencia negativa muy significativa en el crecimiento boliviano y en nuestras cuentas fiscales.

Conclusión

Fragilidad es la palabra que mejor caracteriza a la situación económica mundial. El crecimiento global se está desacelerando notoriamente y hay riesgos de caer de nuevo en recesión. Los precios fluctúan muy fuertemente, con bajadas y recuperaciones muy marcadas, que les dan una dinámica de montaña rusa. La volatilidad de los precios con datos de alta frecuencia, por ejemplo con datos diarios, es especialmente elevada, lo que produce un gran nerviosismo en los mercados internacionales de activos financieros, materias primas y divisas.

La situación de la economía de los Estados Unidos tampoco es muy holgada, pero ese país parece tener más resiliencia. Sus principales dificultades económicas podrían provenir del frente político dado que la oposición a Obama y a sus políticas es inusualmente fuerte.

Para no caer en una recesión mundial, la esperanza está en los países emergentes, especialmente en China. Si la economía china, que tiene fragilidades en su sistema financiero y además presiones inflacionarias, se desacelerara, la probabilidad de una crisis global aumentará.

Una desaceleración del crecimiento en los países emergentes causaría una caída de los precios de los productos básicos, que se han vuelto tan importantes para América Latina. Si los precios de los productos básicos caen y la caída es duradera (y no corta como en las últimas crisis), Bolivia quedará afectada. Quedará afectada también por las repercusiones de lo que pase en los países vecinos.

El país tiene que prepararse para la eventualidad de una crisis global, principalmente con medidas de prudencia fiscal y dándole progresivamente más flexibilidad a la política cambiaria. Por los momentos, el gobierno tiene que aprender a manejar la volatilidad de precios, especialmente los mineros, por ejemplo diseñando, junto con el sector privado, instrumentos de cobertura financiera a futuro y crear opciones.

La fuerte dependencia de las exportaciones y los ingresos fiscales de las exportaciones de productos básicos le originan una vulnerabilidad significativa a la economía de cualquier país.

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Los efectos políticos de la crisis económica mundial

Introducción

La frase "En este mundo hay cosas insoportables" fue sacada del manifiesto "Indignez-vous (Indignaos)", escrito por el francés Stéphane Hesse, que rastreamos como uno de los orígenes ideológicos del movimiento de "indignados" que irrumpió en la vida política española en 2011, y en los últimos meses de este mismo año se extendió a otros países, inclusive Estados Unidos, donde adquirió el nombre de "Occupy Wall Street".

Dicho sentimiento es de rechazo al "sistema" que estructura y controla la sociedad moderna, en especial uno de sus aspectos, la primacía del dinero y sus maquinaciones por encima de "la vida".

¿En qué consiste exactamente esta "vida" que el sistema supuestamente busca preterir? Muchas cosas distintas, según cuál sea el autor o el activista consultado: solidaridad con los pobres, más seguridad social, protección estatal a la calidad de vida alcanzada gracias al Estado del bienestar, subordinación de las finanzas a la industria, eliminación de la especulación y sanción a los banqueros, ambientalismo y defensa de los animales, rediseño de las urbes, soberanía palestina, conservación de la tradición humanitaria europea, retorno a un pasado mejor.

Este deseo de traer de nuevo (o de conservar, frente a las amenazas presentes) una situación previa, es una característica de las protestas mundiales contra la crisis actual. Por ejemplo, uno de los miembros del movimiento de "indignados" dijo al periódico español El País que "los políticos de antes eran mejores, se preocupaban por el bien común". En cambio la clase política tal como es ahora constituye el principal factor de la indignación generalizada. Aquí hay una clave explicativa de las movilizaciones.

Causas generales del malestar social

La historia nos enseña a no buscar una causalidad lineal entre la profundización de la pobreza y la activación de los movimientos sociales anti-sistema. En el periodo que va del Renacimiento a la actualidad, Europa y América vivieron muchas oleadas de motines, revueltas e insurrecciones. Si tomamos cualquiera de ellas, encontraremos que no se produjeron en las épocas más pobres y carenciadas de la sociedad que terminaron sacudiendo. Además, rara vez los responsables de las explosiones sociales fueron los miembros de la comunidad más pobres y desinformados (digamos los campesinos de las zonas apartadas), sino los que habían tenido acceso a cierta prosperidad, que luego perdieron o vieron en riesgo (trabajadores independientes y miembros depauperados de las clases profesionales, casi siempre avecindados en ciudades).

Esta ubicación social les proporciona habilidades políticas y comunicativas que les permiten organizarse y actuar mejor y con mayor rapidez que los afectados por una "pobreza absoluta".

No es la pobreza en sí misma, entonces, sino los cambios abruptos e inquietantes en la situación económica y política los que impulsan el descontento de las masas. Un historiador de la Revolución Francesa, Jacques Godechot, lo explica de la siguiente manera:

"Es un lugar común el afirmar que cuando un pueblo es feliz no siente ningún deseo de rebelarse ni de luchar contra nadie. Son las dificultades de la vida, el temor, la inquietud por el futuro, lo que provoca en principio un descontento latente y una predisposición a la rebelión de las masas. Entre las fuentes de inquietud se sitúan en primer lugar los problemas económicos y sociales muy generales y que desbordan ampliamente el marco de los Estados."

Sin embargo, incluso en estos casos, el impacto del suceso agresivo sobre la psicología social se transmite a través de fenómenos económicos como la carestía, la inflación, la paralización de la producción, etc.

Godechot menciona algunos motivos económicos de las explosiones sociales:

"Por ejemplo, el alza de los precios durante un largo periodo, cuando no está compensada con un aumento de los salarios. Acarrea entonces una degradación lenta y continua del nivel de vida. También un crecimiento rápido de la población, lo que se llama "presión demográfica", cuando no se la compensa con la creación de los puestos de trabajo correspondientes."

En la misma época de la que está hablando el citado historiador, es decir, las décadas previas a la Toma de la Bastilla, la revolución estadounidense comenzó por una combinación entre la falta de tierras, a causa del crecimiento de la población de las 13 colonias, y las humillantes y empobrecedoras medidas que aprobó el Parlamento metropolitano, entre ellas el aumento de varios impuestos.

Otro factor muy importante de incertidumbre y, por tanto, de malestar social, son las reformas modernizadoras, cuando éstas afectan un estilo de vida secular. Recordemos lo que decía Maquiavelo:

"Y téngase en cuenta que no hay nada más difícil que tratar, de éxito más dudoso, ni más peligroso de manejar, que hacerse promotor de nuevas instituciones. Porque el introductor tiene como enemigos a todos aquellos a los que benefician las antiguas instituciones y, como tibios defensores, a todos los que sacarían provecho de las nuevas".

En los distintos casos se producen acontecimientos que afectan de una u otra manera a las masas y que éstas llegan a atribuir a una "conspiración de los ricos" –y los políticos que los sirven– en contra del país y el pueblo. La reacción es la ira y el deseo de "borrar" las alteraciones que se sucedieron y que se repudia. Esto se traduce en una exaltación consciente del tiempo previo a la catástrofe, a veces sobre bases reales, otras veces mitificándolo.

Las diferentes clases de movimientos

El historiador francés George Lefebvre toma en cuenta las modalidades de organización de los movimientos y los divide en dos: las "multitudes", que son conglomerados que se reúnen por razones más o menos espontáneas (un extremo en este sentido es la fila de gente que protesta por la lentitud con que se atiende en alguna oficina burocrática), que carecen de dirección permanente y también de objetivos centralizados. Sin embargo, bajo determinadas condiciones pueden cumplir un importante papel político.

El otro tipo que clasifica Lefebvre es la "asamblea". A diferencia de la multitud, implica una organización no necesariamente premeditada pero fuerte, lo que le permite debatir y tomar decisiones, y reconoce liderazgos más o menos estables, lo que mejora su permanencia y su capacidad para actuar de forma coordinada. Los máximos ejemplos de "asambleas" son los soviets y los fascios que permitieron la toma del poder por Lenin en Rusia y por Mussolini en Italia, respectivamente.

La dicotomía "asamblea" y "multitud" es nítida solamente en teoría; en la práctica se produce una combinación entre ambas formas.

La clasificación de Hobsbawm se deriva de otra más antigua y conocida, que además usa un léxico más expresivo: la de Lenin. En su libro Qué hacer, éste diferencia dos etapas de desarrollo del movimiento obrero: una primera, más primitiva, en la que los fabriles luchan solamente por reivindicaciones sectoriales, específicas y en la mayor parte de los casos moderadas, que Lenin llama "etapa economicista"; y una segunda que se erige encima de la anterior y es un resultado de su maduración, la etapa que Lenin denomina "política", porque en ella las reivindicaciones obreras adquieren un carácter nacional y no sólo cuestionan qué se está haciendo, sino quién lo hace y con qué derecho.

En la crisis contemporánea, los movimientos revolucionarios son los árabes, que responden a estímulos económicos parecidos: el desempleo como resultado del achicamiento del mercado europeo, déficits fiscales que se traducen en recortes de los gastos, encarecimiento del crédito y caída de las remesas, debilidad de los bancos. Sin embargo, también hay diferencias, porque algunos de los países árabes son proveedores de materias primas, por ejemplo la petrolera Libia, y por tanto se benefician de los precios extraordinarios que éstas han adquirido desde hace más de una década.

La crisis actual

Desde el principio, la crisis de 2008 se comparó la crisis con la Gran Depresión y esta imagen guió a las autoridades monetarias del mundo, desesperadas por no cometer los mismos errores de sus predecesores de entonces. Por eso, poco después de que la situación llegara a su ápice –que fue en septiembre de 2008, con la quiebra de Lemman Brothers– los bancos centrales de los países afectados coordinaron gigantescas medidas de rescate de las bolsas y la economía.

La debacle de 2008, que afectó a varios bancos europeos y obligó a los gobiernos de la Unión Europea a inyectar liquidez a la economía, pero sobre todo la anemia de la economía estadounidense, que transmite su debilidad al resto del mundo, generaron las condiciones para la crisis europea. Sin embargo, ésta, como siempre ocurre, afectó de diferente manera a cada economía.

La verdad, sin embargo, es que todos los gobiernos europeos, incluso el alemán, gastaron más de lo que debían durante la temporada de prosperidad. Hay diferencias, algunos fueron más responsables, pero lo que al final decidió fue el tamaño de las espaldas de cada uno.

Una forma de resolver una crisis de deuda soberana, sin caer en el default, es "licuarla" por medio de trucos monetarios, a fin de disminuir el valor real de las acreencias; si Europa recurriera a estas maniobras, achicaría de un solo golpe las billeteras de todos sus ciudadanos, y esto sin contar con el daño que le haría al euro. Por esta misma razón, el default unilateral de algún país implicaría de facto su salida de la Eurozona.

De modo que solo queda una solución: renegociar la deuda entre las partes, como cuando, hace poco, los bancos europeos aceptaron una "quita" del 50 por ciento de sus acreencias con Grecia. El problema está en que, para aceptar tal cosa, bancos y avaladores (Alemania y Francia) exigen durísimos ajustes a la planilla de gastos de los Estados auxiliados.

Programas de ajuste que, como bien sabemos los latinoamericanos, terminan desestabilizando a los gobiernos que los adoptan. Como hemos visto, ya cayeron o tuvieron que acortar su mandato los gobiernos de Islandia, Irlanda, Grecia, Italia y España. Todo lo cual torna muy volátil el panorama. Y supone, además, que la solución requerirá varios años.

Ideología de la indignación

La crisis de crédito de 2008 y la crisis de deuda (y desempleo) de ahora generaron un fuerte malestar social en el mundo desarrollado. Una "indignación" contra los males de la modernidad: el individualismo, la desigualdad y la incertidumbre (que se expresa en inseguridad laboral, familiar y personal).

Para los "indignados", estos males se encarnan, primero que nada, en el capitalismo financiero.

La industria financiera desempeña un papel muy importante en el discurso anti-sistémico actual por varias razones:

a) Los bancos fueron responsables del primer episodio de la crisis, en 2008, al conceder préstamos deleznables e inflar una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, que cuando finalmente estalló casi se los lleva por delante;

b) uno de los aspectos más criticados de la situación actual fue la decisión de los gobernantes de Estados Unidos y otras partes del mundo de cubrir a los banqueros, a fin de evitar males mayores, al mismo tiempo que éstos, pese a todo, no cambiaban su esplendoroso nivel de vida;

c) se cree que no se ha hecho bastante para regular a los bancos y evitar así que vuelvan a las andadas, lo que sobre todo se debe a la negativa de la mayoría de los países a fijar límites a los emolumentos de los ejecutivos financieros;

d) se contrasta la situación imperante en los países europeos y Estados Unidos con lo que hizo Islandia, default y juicio a los banqueros;

e) se opone, como en las películas con Michael Douglas Wall Street, el mundo de la especulación bursátil con el capitalismo productivo industrial: mientras uno equivale a lo falso y perverso, porque medra con la desgracia, el fraude y la mentira, el otro dignifica al ser humano, ya que le permite trabajar en algo "real", y

f) no se distingue el segundo episodio de la crisis, la crisis de deuda de los Estados, del primero, de modo que se atribuye los ajustes presupuestarios a que aquél ha dado lugar al egoísmo y el poderíos de los bancos: la consigna más recurrida, entonces, es el pedido de que la crisis la paguen los bancos, pues ellos la causaron.

Estos argumentos cubren la mayoría de las necesidades de un pensamiento romántico, esto es, pasional y antirracionalista (lo que no significa absurdo). Lo más importante es que fija un chivo expiatorio contra el cual enfocar el odio popular: Wall Street y los banqueros. Además, permiten representar el mundo como una batalla entre el bien y el mal, que es el esquema básico de la política universal, en especial en tiempos de caos. Esta batalla se recrea en la oposición entre las finanzas y las fuerzas industriales, o entre las fuerzas conservadoras que protegen a los banqueros y las progresistas que actúan, por ejemplo, en Islandia. Pero en el fondo los dos polos son, de un lado, el dinero, la mundanidad, el éxito de los egoístas, y del otro, la pobreza, el esfuerzo (por ejemplo, el del obrero industrial), la precariedad y el fracaso de los marginales del mundo.

Es la misma concepción del mundo que hallamos en el socialismo utópico y ciertas formas de anarquismo, es decir, en las ideologías que predominaban antes de la entrada de Marx en escena. O, para ser precisos, antes del Manifiesto comunista y El capital, porque el Marx joven también pensaba así. La izquierda ha vuelto, aunque con una mayor sofisticación retórica, al nivel previo a la imposición de las modalidades "científicas" de anti-capitalismo y la necesidad de una sociedad "superior" que sustituya a la actual. Son estas versiones las que quebraron, al parecer definitivamente, en la experiencia del socialismo real. Ya no se procura diseñar de manera sistemática e incontrastable lo lineamientos de un nuevo mundo.

En general, el movimiento se detiene en la constatación y la protesta porque "en este mundo hay cosas insoportables".

BRICS y Sud América en el contexto de la crisis global

Introducción

Este trabajo fue elegido por las fundaciones que lo patrocinan, invitándonos a pensar en que mesura es posible el desacoplamiento de las economías emergentes de las más desarrolladas. En los últimos tiempos se han desarrollado un conjunto de investigaciones que resaltan la creciente importancia de las economías en desarrollo en el incremento de la producción de bienes y servicios del mundo. No obstante, este hecho, en si mismo, no equivale a sostener la mayor producción de estas naciones es independiente de la que se observa en los centros económicos mundiales.

Unos diez años atrás el economista Jim O´ Neill, de la firma Goldman Sachs, contrasto el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), resaltando la importancia de este conjunto de naciones que por sus dimensiones geográficas y demográficas podrían tener impactos significativos en la marcha de la economía mundial. Este economista ha acertado en sus observaciones, aunque muchos han tratado de ver en esta idea el surgimiento inmediato de un nuevo centro global y, sobre todo, el surgimiento de una nueva fuerza geopolítica que sería definitoria en la formación de un nuevo orden económico mundial. Es adecuado cuestionarse de que manera debemos ver a los BRIC, aun siendo una idea que haya surgido diez años atrás. ¿Cómo un conjunto de naciones cuyas economías tienen rasgos comunes y solo eso? ¿Cómo un concepto que engloba algo más que las naciones que le dan su nombre, o como un bloque de naciones con propósitos y fines compartidos y decisión de lograrlo en conjunto? Si es esto último, ¿qué factores determinan el funcionamiento efectivo de un bloque de naciones? Y, más concretamente, en relación con los fines que se han propuesto las fundaciones Milenio y Pasos Kanki: ¿qué puede esperar Sud América de los BRIC?

Este trabajo intenta aportar con algunos elementos de juicio que ayuden a dar respuesta a estos interrogantes.

Los BRICS y la economía mundial

¿Qué es el Fondo BRICS?

En un esfuerzo de los países del BRICS para reducir la dependencia de los EE.UU. y sus aliados occidentales, los países BRICS han iniciado lo que se conoce como el fondo de BRICS en su conferencia anual en julio pasado. En esencia, el fondo actúa como reserva para los países que se ejecutan en cuestiones financieras y necesitan dinero en efectivo; es una manera para quedarse independientes del oeste en busca de ayuda. Por supuesto, esto es sólo una reacción a las sanciones graves, que los EE.UU., Reino Unido y Europa han decidido poner en práctica sobre todo en relación a la Rusia, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha ratificado la creación del fondo común de reservas monetarias para el banco de los países BRICS con un volumen de 100.000 millones de dólares.

De hecho, la economía y la fuerza de los cinco países podrían poner una tensión en el liderazgo de los Estados Unidos y Europa. El fondo es una reserva de $ 100 mil millones, financiado en gran parte por China; Sin embargo, todas las naciones BRICS están contribuyendo al fondo.

Brasil, Rusia e India – Brasil, Rusia e India aportarán un total combinado de 54 mil millones al fondo; con  18 mil millones procedentes de cada país.

China hará la mayor contribución al Fondo; contribuyendo $ 41 mil millones. Sudáfrica aportará los restantes  5 mil millones.

Para poner el tamaño de este fondo en perspectiva, si sumamos todo el PIB de Albania, Nicaragua, y Chipre a más de un año y lo comparamos con los BRICS de fondo, el tamaño del fondo sería con mucho el mayor PIB de estos tres países juntos.

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Comencemos entonces por preguntarnos si hay algo en BRICS que puede hacer de este grupo un bloque homogéneo o cuando menos con interacciones económicas que si son debidamente coordinadas lo fortalecen frente a los centros globales. Si examinamos la Cuadro 1, son pocos los rasgos en común que podemos encontrar entre todos estos países. India y China pueden compartir tamaños de población similares. Rusia sobresale por la dimensión de su territorio, tal vez junto a China, pero a bastante distancia. Sin embargo, sus tamaños económicos son my diferentes. La economía china es casi cinco veces la de Brasil y dos veces la de India, sin embargo, el ingreso por habitante de Brasil supera al de China en un 50% y el ingreso de la India es menos de la mitad del de China. Esto último se refleja también en la ubicación de estos países en el ranking de desarrollo humano, pero no así en la distribución del ingreso: India, mucho más pobre que los demás países del grupo, tiene una distribución del ingreso más igualitaria. Brasil es el menos equitativo junto a Sud África. Sudáfrica, hay que decirlo, no cabe en este conjunto pues es una economía muy pequeña, muy afluente, pero con la peor distribución del ingreso de todas. Si la medida que los tratara de asemejar fuera el crecimiento económico, en los últimos cinco años, las economías que crecen rápido son China e India, pero definitivamente no es el caso de las otras tres.

Una medida más interesante, no tanto por lo novedosa como por su significado, es el grado de complejidad económica de cada uno de estos países, medido a partir del Índice de Complejidad Económica (ICE) desarrollado por dos economistas de Harvard y MIT3 . Sudáfrica, por ejemplo, es una nación BRICS esencialmente productora de minerales con muy poca sofisticación en la mayor parte del resto de su producción y es la que tiene el nivel más bajo del índice (ICE 0.131). Lo contrario sucede con China que tiene un grado de sofisticación mayor (ICE 0.894), pero por cierto más bajo que el de Japón (ICE 2.316) que es la economía más compleja del mundo, de acuerdo con éste índice, pero innegablemente más alto que Mauritania que tiene la economía menos compleja del planeta (ICE -1.907). Cuesta entonces imaginarse de qué manera todo este grupo pueda catalogarse dentro de un mismo estadio de desarrollo, salvo que el criterio que se utilice sea demasiado amplio y por lo tanto pierda sentido.

La intención de los Brics es de modificar la arquitectura financiera global, con la creación de un Banco de Desarrollo, NDB, integrando sus reservas con el propósito de disponer de un fondo de urgencia que les permita afrontar contingencias financieras, reduciendo así la dependencia del dólar estadounidense.

Esta propuesta de fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur tiene un enorme atractivo para los países de la periferia, en su lucha contra la pobreza y la inequidad y embona con la fractura geopolítica promovida por la Alba, para acabar con el dólar en Latinoamérica creando el "Banco del Sur" y un sistema de pagos con divisa virtual, como paso previo a una moneda física regional, que podría ser el "SUCRE".Si ahora nos detenemos a considerar la relación comercial de estos cinco países entré sí e identificamos cuáles son sus principales socios comerciales (ver Cuadro 2) podemos constatar que los principales socios comerciales de los BRINCS son la Unión Europea y los Estados Unidos que América latina es poco trascendente para ellos, especialmente si apartamos la relación que existe entre Argentina y Brasil por razones de proximidad geográfica. Ni Rusia, India, China, o Sudáfrica tienen a Sud América entre sus principales cinco socios comerciales.

Lo que podemos observar en las cifras de comercio de los BRICS es que el principal destino de las exportaciones de los BRICS es la Unión Europea, seguido de los Estados unidos y Japón. El origen más importante de las importaciones de los BRICS es también la Unión Europea, salvo en el caso de China que tiene al Japón como primera fuente de abastecimiento de importaciones, pero la Unión Europea ocupa el segundo en importancia.

Para ninguno de los BRICS, Sud América ocupa alguno de los cinco primeros lugares como socio comercial y, en cada caso, representa menos del 5% de su comercio.

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Por esto queda claro que, para juzgar el peso específico del conjunto BRICS no basta con la aritmética simple de decir que los BRICS son 40% de la población mundial y 25% del PIB global o 36 % de ése PIB si se lo mide en términos de su paridad de poder de compra; o que estas naciones explican 45% del crecimiento de los últimos años, cuando sabemos que su contribución está dominada por China. El PIB de China representa el más de la mitad del PIB de los BRICS y por lo tanto los BRICS sin China no serían lo que ahora se supone que son. Dicho sea de paso, cualquier grupo que incluya a China, tendrá que tener una importancia sin duda incuestionable, lo que obviamente debe llevarnos a concluir que no son 185 tanto los BRICS los que nos interesan sino la China. China y Sud América.

La relación entre China y Sud América puede examinarse en las diferentes vertientes por los que fluye, pero la más significativo es sin duda la comercial en la que nos concentraremos en esta oportunidad. Con esto no se quiere desconocer que China se ha convertido en el tercer país inversor más importante de la región, por detrás de los Estados Unidos y los Países Bajos. Pero esto ha sido así sólo en el último año y queda por verse si estas inversiones podrían continuar con el mismo ímpetu en el futuro, especialmente porque en casi su totalidad se han dirigido a la explotación de recursos naturales, y por lo tanto, están expuestas a los vaivenes de precios de las materias primas. China es más importante para Sud América de lo que puede ser India o Rusia o Sudáfrica.

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La China está entre los cinco destinos más importantes para las exportaciones sudamericanas.

Como podemos ver, China es el principal destino de las exportaciones de Chile; el segundo destino más importante para Brasil, para Argentina, Colombia y Perú el tercero, y para Uruguay y Venezuela el cuarto. El Cuadro 4, muestra también que para la Unión Europea y los Estados Unidos, China es el segundo y el cuarto destino más importante de sus exportaciones, respectivamente, con un volumen de comercio que es más del doble de todas las exportaciones sudamericanas a la China. Con relación a las importaciones, China es el principal proveedor de bienes al Paraguay, el segundo de Perú, el tercero de Argentina, Brasil, Chile Colombia, Uruguay, y el cuarto de Ecuador y Venezuela, pero es el primero de la Unión Europea y de los Estados Unidos, con un volumen de comercio que es cinco veces el total de importaciones de toda Sud América.

Después de leer todo esto, debemos que concluir que el comercio con China no es generador de empleo ni un promotor del uso intensivo de tecnología. En lo inmediato ha sido muy importante porque la incidencia que tiene China en el comercio de las materias primas ha hecho que los términos de intercambio de Sud América mejoren considerablemente y esto se ha traducido en un incremento importante en el ingreso nacional de estas economías, provocando, en algunos de ellas, una bonanza sin precedentes. Pero hay que considerar que este fenómeno es transitorio. Estamos enfrentando un ciclo largo de alza de precios de las materias primas y no es posible imaginar que estos precios estén en permanente incremento. Más aún, es probable que estemos llegando a la cumbre de esta onda creciente y que muy pronto enfrentemos su descenso. Por eso, deberíamos aspirar a que la relación comercial de Sud América con China sea en otros términos. Especialmente por lo que vamos a ver sobre China más adelante. China comporta para la región un nivel de riesgo muy alto en la media en la que la relación comercial de la región dependa de las materias primas y en la medida en que las naciones sudamericanas incurran en crecientes gastos como si su ingreso hubiera subido de manera permanente cuando en realidad se trata de un alza transitoria.

Algunos aspectos relevantes de la crisis global

Hacemos un paréntesis para considerar, así sea rápidamente, cuán razonables son los argumentos que ponen a China al centro de la solución de la crisis económica europea. Para ello es necesario situar en contexto las dimensiones del endeudamiento interno y externo de Europa y de los centros de la economía mundial. La deuda intra-europea de los países más endeudados de ésa parte del mundo suma 3.251.3 billones de euros.

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Se creó un fondo de estabilización financiera que ha reunido aportes por 400 billones de euros para cubrir los riesgos potenciales que podrían afectar a esta deuda, y se espera que, con ellos, pueda apalancar hasta 1.200 billones. Pero debemos tener en cuenta que el problema no son solamente las deudas de la Unión Europea entre los países que conforman esa zona. Interesa también saber que la deuda externa total de la Unión Europea es de 22.100 billones de euros. Si, ahora, para tener una idea más completa del endeudamiento global, sumamos a esta cifra la deuda externa de los Estados Unidos y la del Japón llegamos a una cifra de deuda externa de 35.000 billones de euros, de los cuales solo una quinta parte es debida entre ellos mismos, el resto lo deben al resto del mundo. Todo este endeudamiento de los diez países considerados en Gráfico 1 equivale al 150% de su PIB agregado.

Analizando la situación de la economía mundial desde la perspectiva de los saldos en Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, podemos ver que la economía con saldos en contra más considerables es la de los Estados Unidos, pero no solamente por las dimensiones de sus déficit sino también por la persistencia que tienen y por su consecuente impacto en la acumulación de deuda con el resto del mundo.

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Las naciones exportadoras de petróleo presentan saldos en cuenta corriente positivos y podrían hacer alguna diferencia para el resto del mundo, junto a las naciones recientemente industrializadas del Asia. Esta constatación nos trae a la memoria la historia del reflujo de petrodólares en los años setenta que ha sido, en buena medida, la causa de la crisis del alto endeudamiento de Sud América en ése tiempo y luego de una recesión muy fuerte en los países exportadores de petróleo. Claramente esa es una historia que no quisiéramos repetir si la solución a la que se quiere empujar a China consiste en un masivo reflujo de sino dólares.

La zona del Euro, en cambio, como conjunto, no parece tener grandes problemas si es que la tomáramos como una verdadera unidad de naciones, por ejemplo como si fuera un conjunto de Estados federados. La Eurozona, tiene un centro ahorrador que es Alemania y el resto de la región consume ése ahorro arrojando un saldo en cuenta corriente ligeramente positivo, algo que podría conducirnos a sostener que como agrupación de naciones están en buenas condiciones. Los BRICS, dicho sea de paso, no tienen una situación homogénea, solo China y Rusia, pero especialmente China, tienen saldos positivos en cuenta corriente y podría ayudar al resto, pero como veremos más adelante hay problemas estructurales que impiden que ése exceso de ahorro pueda volcarse en consumo y por lo tanto solo puede seguir convirtiéndose en acreedora del mundo.

China ha dicho con claridad que puede ayudar a un rescate europeo, pero antes quiere entender el mecanismo creado por Europa, pero, además, ha sostenido que si hace algo, lo haría a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es la institución que podría imponer y monitorear las condiciones que harían viable, para acreedores y deudores, una operación de rescate.

Conviene acá una digresión para señalar que al referirnos a la trascendencia que tiene y tendrá China en la economía mundial, es necesario distinguir lo que puede vislumbrarse en un horizonte de tiempo relativamente largo de lo que puede esperarse en la presente coyuntura. No cabe ninguna duda que si China mantiene la apertura comercial y su voluntad de integración al mundo como hasta ahora; si continua en la senda de aplicar políticas económicas de corte capitalista, así su régimen político sea muy distinto al de occidente; y si sigue priorizando la educación de su población como ha sido el caso en los últimos cinco o diez años, entonces, por su historia (no perdamos de vista que en 18 de los últimos 20 siglos, China ha sido a nación más desarrollada del planeta), por su extensión geográfica, por el tamaño de su población, China tiene todo lo que se necesita para convertirse en una verdadera potencia mundial con repercusiones que pueden cambiar permanentemente el balance de poder en el mundo y, por supuesto, la economía y los negocios a escala global. Para llegar a eso China debe hacer varios ajustes estructurales de gran magnitud. Especialmente, debe cambiar la estructura de su relación ahorro-inversión para generar empleo y combatir la pobreza. Hecha ésa precisión hay que señalar que las potencialidades de China como salvadora de la crisis actual en la economía mundial están sobredimensionadas. Si, por lo que pasaremos a analizar inmediatamente, China termina en un "aterrizaje forzoso", la situación 195 para Sud América será muy complicada. El mayor riesgo con China es que el exceso de capacidad instalada que ha acumulado en el tiempo le lleve a una deflación que repercutiría en todo el mundo. China ha venido invirtiendo casi a razón de 50% del PIB por año los últimos diez años o más.

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No hay país que pueda invertir indefinidamente a ése ritmo a menos que su demanda crezca a velocidades compatibles. Pero si el mundo desarrollado, que es el principal destino de las exportaciones chinas, entra en recesión o se ralentiza, es decir, si demanda menos de China, y si el nivel de ahorro interno chino no disminuye, esto es, si no aumenta el consumo interno para reemplazar la demanda perdida en el exterior (lo que equivale a decir que China reduce su mayor ventaja competitiva que es el bajo nivel de salarios), o si no aumenta su productividad, entonces la única manera de absorber toda la capacidad instalada, y con ello pagar el endeudamiento que la ha financiado, es hacer que los precios bajen, la inversión se detenga y de esa manera China pueda digerir poco a poco todo el exceso de capacidad que ha formado.

La masiva inversión que ha realizado China ha tomado la forma de infraestructura, viviendas y empresas públicas, privadas y mixtas. Todo el stock de capital instalado está, en parte, a la espera de una creciente demanda. Estas inversiones se han financiado con deuda. La deuda oficial China es actualmente 40% del PIB, pero si a ella le sumamos las deudas de los municipios que son parte también del Estado chino, la deuda pública puede pasar el 70% del PIB, sin contar la contingencia que podría tener el rescate de algunas entidades financieras que han comenzado a tener problemas en recuperar sus créditos al mercado inmobiliario.

Conclusión

Hoy en día, son muchas las ideas fijas que oscurecen el entendimiento de las diferentes partes involucradas en la solución de la crisis que vive el mundo. Hay crecientes voces que piden que China sea la nación que rescate a Europa y así evite al mundo entero una crisis de proporciones colosales. No cabe duda que China puede contribuir en alguna medida a cualquier esquema de solución que se acuerde, pero no es razonable hacer descansar ésa salida en sus espaldas. China tiene una enorme tarea que realizar al interior de sus fronteras si es que quiere convertirse en una economía que gravite decisivamente y por mucho tiempo en la economía mundial. El mundo, y la China por supuesto, van a estar mejor servidos si China re-balancea su economía interna y luego se vuelca a promover el desarrollo mundial, en lugar de dedicar una gran parte de sus recursos al rescate de Europa. Si China decidiera ahora salvar a Occidente de la crisis en la que se encuentra, lo que tiene que hacer en esencia es una masiva transferencia de recursos hacia el mundo desarrollado en lugar de hacer una monumental redistribución interna de riqueza, para bajar la pobreza, aumentar el consumo de las familias, reestructurar su aparato productivo y conservar reservas para enfrentar los coletazos desde los centros económicos actuales. Hacer lo primero supone retrasar el progreso chino por muchos años en adelante, con un costo social incomparable al costo de dejar que la solución de la crisis europea gire en torno a Europa.

Para América del Sur, la relación económica más relevante es con la China y no todos los países que hacen parte de los BRICS. La relación con China, si bien es coyunturalmente beneficiosa, lo es por accidente y no por diseño. Depender mucho de China tiene enormes riesgos si es que la siguiente etapa en el desarrollo chino es de tipo deflacionario. Esto no tanto porque China así lo desee, sino porque Sud América basa su desarrollo en la exportación de materias primas y no tiene mayores avances en ganancias de productividad ni en la sofisticación de su aparato productivo.

La crisis global y los cambios en el mundo

De la bipolaridad a la cuadripolaridad

El año 2011 marcó la consolidación de tendencias y la intensificación de conflictos que venían anunciándose hace varios años, sino décadas. De la bipolaridad de antaño, el mundo se ha desplazado hacia varias situaciones de cuadripolaridad que si bien se solapan, no se confunden. Representando los cuatro polos como esquinas de un cuadrado, cuando se solapan los cuadrados conforman polígonos de muchas puntas haciendo más complicado aún entender lo que ocurre en el mundo y su posible devenir.

En el conjunto de tensiones, se encuentran por lo menos las siguientes: la de orden interno o doméstico con características propias y comunes a varios países, la externa, con una nueva correlación de fuerzas políticas, las de orden económico en su fase de problemas reales y también en la de discusión conceptual o doctrinal y los conflictos regionales.

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El panorama mundial de las tensiones políticas domésticas tiene cuatro puntas: demanda de democracia liberal, demanda de democracia de mano dura, populismo y el movimiento de los indignados. Como consecuencia de la rápida expansión de las clases medias, sobre todo en América Latina, la demanda por democracia liberal es cada vez más intensa, pero, ésta convive y se contrapone a demandas de regímenes autoritarios y de derecha como consecuencia del incremento de la violencia urbana y de la crisis económica global. El triunfo del General Otto Molina en Guatemala es un claro ejemplo de la demanda de gobiernos autoritarios y duros y el triunfo del PP en España y los nuevos gobiernos en Italia y Grecia son muestra de la preferencia ciudadana por regímenes de derecha en el contexto de la crisis global. En México, la violencia y el narco- tráfico podrían distorsionar las preferencias de la población por una democracia liberal. Las puntas laterales del cuadrado están formadas por los movimientos populistas por un lado, y por otro, por los indignados, cada vez más numerosos por todas partes.

El principal sostén de los regímenes populistas que periódicamente reaparecen en América Latina está conformado por importantes contingentes de grupos humanos relegados en la distribución de oportunidades e ingresos en sobretodo en el área urbana. Los "indignados" constituyen un movimiento espontáneo que después de muchas décadas tiene la virtud de movilizar a los jóvenes con planteamientos tan idílicos como profundos como son la lucha contra la codicia, el egoísmo, el sistema financie- ro, el sistema político y la democracia (que ellos piensan que no la es). Bajo diferentes nombres, se han manifestado en Europa, Estados Unidos y América Latina. Es interesante señalar que varios de los más importantes protagonistas en los movimientos políticos actuales son mujeres: Ángela Merkel, Hilary Clinton, Dillma Roussef, Cristina Fernández y entre los jóvenes e indignados a su manera, Camila Vallejos.

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En el nivel internacional, el espacio político tiene cuatro polos: Estados Unidos, China, Alemania y los otros países del Bric, en particular, Brasil. Los Estados Unidos siguen siendo la primera potencia mundial, aun si la crisis de los años 2008-2009 pusiera en evidencia la fragilidad de sus sistemas económico y político. En el nivel económico quedó al descubierto un sistema financiero anárquico más poderoso que el propio Estado, casi incontrolable. En el nivel político, en un país altamente presidencialista, la crisis puso al descubierto la debilidad de su Presidente frente a un Congreso dominado por un grupo de derecha extremista, el Tea Party anidado en el Partido Republicano, que rompió la vieja tradición americana de apoyar a su gobierno en caso de crisis. La crisis, acompañada del importante surgimiento de China y de los países del Bric debilitó el poder político de los Estados Unidos.

Por otro lado, se tiene Alemania, con la importante figura de Ángela Merkel asumiendo con fuerza el liderato de una Europa que rompió la disciplina de trabajo y las normas de austeridad con que nació de nuevo después de la Segunda Guerra Mundial. Alemania se yergue como una potencia económica, con importantes nexos económicos con China, y con una dirección fuerte capaz de tener una influencia determinante en la Unión Europea, incluso para incidir en la caída de algunos gobiernos como el de Berlusconi en Italia y el de Papandreu en Grecia y fes- tejar el regreso de la derecha en España.

En diciembre, Alemania y Francia elaboraron una propuesta para la Unión Europea que incluye el control de las finanzas nacionales por el ente supranacional con lo cual los países en mejor posición llegaran a tener una suerte de tutela sobre los otros. China, otra de las puntas del cuadrilátero, desarrolla una política exterior cauta, no queriendo mostrar ni manifestar su real poder pero su imbricación en la economía mundial, en particular, con Estados Unidos, Europa y América Latina hace de ella un actor poderoso que el mundo no puede ignorar. En el marco del debilitamiento de las otrora potencias, algunas economías emergentes (India, Malasia, Filipinas, Tailandia y Turquía; Brasil y Rusia), en particular, Brasil, reclaman por mayores roles protagónicos en los organismos de concertación internacional. Estados Unidos y Europa tienen como una de sus principales preocupaciones, además de resolver el problema de la crisis global, asegurarse el acceso a fuentes de energía, sobretodo petróleo. En ese objetivo y esperando que se les abran nuevas oportunidades han apoyado las recientes revueltas en el mundo árabe. Por su parte, Brasil ha estructurado un importante sistema de soporte a las inversiones de sus empresas en América Latina buscan- do un mayor protagonismo en este continente. En Sudamérica están proliferando plantas hidroeléctricas y carreteras bioceánicas financiadas por este país.

Una de sus empresas está a cargo de los principales proyectos de construcción de carreteras en Bolivia gozando de privilegios particulares como el no haber ganado las licitaciones respectivas.

En economía, las cuatro puntas del cuadrilátero son la crisis financiera y el ajuste, los bancos, los movimientos sociales que protestan y los indignados. Europa atraviesa una crisis con muchos rasgos comunes a la crisis de la deuda de los años ochenta en América Latina pero con importantes singularidades. Algunos países europeos mostraron particular descuido en el manejo de sus presupuestos públicos. Entre ellos, Grecia, España, Italia, Portugal e Irlanda, pero en casi todos ellos, incluyendo Francia, Bélgica y Holanda los manejos fiscales mostraron muchas fallas.

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La agencia de calificación estadounidense Standard and Poor"s advirtió a 15 de los 17 países de la eurozona que podría rebajar la recomendación de inversión en sus bonos soberanos. Entre ellos Alemania y Francia que tienen la máxima calificación crediticia, la AAA. Entre las singularidades, se encuentra el fuerte entrelazamiento de las economías de manera que la crisis de un país incide en el conjunto y el triángulo de las Bermudas. En uno de los vértices se encuentran sectores públicos pródigos, en otro están los beneficiarios de esa prodigalidad, muchos de ellos a su vez son acreedores de los bancos y éstos son acreedores de los gobiernos. Es decir, los gobiernos deben a los bancos y estos al público. Se trata de un complejo entramado difícil de resolver pero no imposible. La solución requiere arreglos entre múltiples actores; además de los problemas técnicos que ella implica, se enfrenta a posiciones inflexibles de los bancos, al descontento generalizado de la población por los recortes en el gasto del gobierno y el desempleo y por las ácidas críticas de los indignados tanto a los bancos como a sus gobiernos.

Importantes manifestaciones de la población civil se dieron en Grecia, España, Portugal, Italia e Inglaterra. Los bancos intentaron minimizar sus posibles pérdidas desplazando la responsabilidad de sus acciones en sus gobiernos en la seguridad que ninguno de ellos dejará a su sistema financiero quebrar.

Se les critica por tener políticas agresivas para obtener rápidas y cuantiosas ganancias sin hacer un seguimiento adecuado de la evolución de las finanzas de los países a los cuales prestaban. A los países deudores se les impuso medidas tan fuertes como las que sufrieron los países latinoamericanos por parte del F.M.I. en la década de los ochenta y al igual que a ellos, se los ha puesto bajo tutela provocando que la población reaccione en forma virulenta. A los bancos se les ha pedido condonaciones importantes con significativos alicientes de los gobiernos pero muchos de ellos piensan que pueden seguir teniendo las jugosas ganancias de antes de la crisis. Está aun en la memoria de los ciudadanos, el poder del sistema financiero americano que presionó sobre su gobierno para que le conceda varios miles de millones de dólares para salir del atolladero en ocasión de la crisis 2008-2009 mientras que sus ejecutivos siguieron beneficiándose de jugosos sueldos que cifran varios millones de dólares al mes provocando las acertadas críticas de los indignados que se estacionaron en Wall Street.

Además hay una batalla política en un nuevo cuadrilátero cuyos polos son las concepciones sobre el desarrollo, las preocupaciones por el medio ambiente, la corrupción y las transnacionales.

Partes: 1, 2, 3
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