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Digresiones acerca de la novela de César Brañas: Las guarias de febrero (página 5)

Enviado por Ariel Batres V.


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

En página 56 Brañas hace recordar al lector que aún persisten en el medio guatemalteco reminiscencias coloniales, que más de alguien se siente con el orgullo de casta, inexistente por cierto pero que prevalece en la mentalidad de quienes piensan que ellos todavía son los nobles del país y que el resto de la población les debe pleitesía, sobre todo si se es blanco viviendo en un medio rural. En efecto, en dicha página el personaje Alfonso llega a la plaza de la finca y observa a los mozos, indios, que holgazanean en sus alrededores.

"Le molestan en el acto los corrillos de rancheros que se apartan respetuosos abriéndole sitio para que pase: no es que lo repudien, hasta eso sería grato porque obligaría a pensar, sino que establecen con servilismo innata distancia de casta, que Alfonso quisiera ahogar ahora repentinamente."

Nótese que de hecho, Brañas duda que los indios tengan claridad de pensamiento, que puedan desdeñar a alguien pues esta acción mental implica de suyo cierto ejercicio intelectual que ellos no consiguen realizar.

Si de falso orgullo de casta se trata, en página 80 Brañas insiste sobre este aspecto, al describir el sinfín de cosas que se venden en el mercado del pueblo en día domingo, donde a la par de frutas, verduras, ropa y telas, también se ofrece lo que el denomina como el ripio o residuos (ñaque) de objetos inservibles o innecesarios, fútiles, cual espejitos españoles que los indios toman como algo nunca visto, lo que permite al autor intercalar algunos puntos de la historia de Guatemala:

"peines, tijeras, broches, abigarrado ñaque, evocador de aquellas páginas candorosas de las Crónicas del Descubrimiento, en que descubridores y primeros conquistadores se adueñaban de opulentos tesoros, territorios y mujeres en canje de esas brillantes futesas sin entidad ninguna, que fascinaban y subyugaban a las aguerridas tribus… ¡Influencia inextirpable, de tan hondas raigambres en la psicología de las nuevas nacionalidades de tronco hispanicoindio, que los siglos no logran amenguar! La patria todavía se da, por unas cuantas baratijas y unas hermosas palabras elocuentes…"

Sin embargo, pareciera que las inquietudes de César Brañas a favor de la discusión sobre la situación del indio no se queda en los planteamientos acotados de su novela de 1921, toda vez que en 1936, desde las páginas de El Imparcial invita a los escritores de la Generación del 20 a participar en la discusión, entre quienes sobresalen: Ramón Aceña Durán, José Arzú, Epaminondas Quintana, Carlos Wyld Ospina, Antonio Goubaud Carrera y Carlos Samayoa Chinchilla, éstos dos últimos contrincantes de Aceña Durán.

Como quien no quiere la cosa y manifestando hasta indiferencia por la temática indígena, en su correspondencia con Ramón Aceña Durán sobre el origen de los artículos que cada uno de los mencionados publicó en el transcurso de 1936 y principios de 1937, le confiesa que servirán como entretención:

"«Me he prometido escribir acerca de la regeneración del indio, pues aquí ya hay muchos que discuten el asunto, tal vez alguien estuviera dispuesto a sostener conmigo, una correspondencia publicable, sobre tópicos de interés sin interés para el periódico, que entretendría a la gente». El Imparcial, 4 de octubre de 1936. Col. César Brañas."169

Así como Brañas manifiesta en su novela ideas que en el actual siglo XXI se consideran racistas, Wyld Ospina expresa similar forma de pensamiento; como que el primero le hubiese dictado, no obstante ser nueve años menor en edad:

"Pero sobre todo, y antes que enseñar al indio, por la fuerza, el alfabeto castellano, librarlo de sus enfermedades y sus vicios, y habituarlo a practicar la higiene -esa

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169 Casáus Arzú, Marta; De la incógnita del indio al indio como sombra: el debate de la antropología guatemalteca en torno al indio y la nación, 1921-1938. España: Revista de Indias, 2005, vol. LXV, núm. 234. Pág. 386.

moderna conquista de las ciencias médicas, mucho más valiosa que la terapéutica. De otro modo resulta ridículo hablar de cultura intelectual de masas de población palúdicas, envenenadas por el alcohol y cubiertas de miseria…"170

Wyld Ospina es muy claro y abierto al expresar su opinión en cuanto al paternalismo con que se trata a los indios, toda vez que dicho trato sólo restringe su capacidad para el trabajo, que es lo que realmente interesa a este autor:

"Hay anomalías irritantes que pasan en Guatemala por hechos normales. Se vive compadeciendo al indio por sus miserias reales e imaginaria, y nadie se ha cuidado de comparar el rendimiento de trabajo de cualquier obrero industrial, que labora de ocho a diez horas diarias, y paga casa, manutención, trajes de materiales importados, zapatos, etcétera, en resumen que es un consumidor, y el mozo que no paga nada, que consume en proporción irrisoria y que trabaja menos de ocho horas al día (y en algunas regiones solamente seis meses al año), ocupado en menesteres mecánicos, rutinarios y manuales. Claro está que de todo ello no tiene la culpa el indio sino nosotros, sus dominadores mestizos."171

Posición similar sostiene Brañas, en cuanto a no sólo pensar y condolerse de los más pobres, cuando se refiere a la "clase media", al reclamar en 1946:

"Se duelen todos, sincera o insinceramente, de la suerte del proletario, y olvidan o ignoran las tragedias, las desventuras, el crujir de dientes, del hombre medio; empleado, oficinista, profesional o intelectual sin recursos, atenido a ingresos escatimados o eventuales y con una fe ansiosa, perpetuamente defraudada, en la maga Lotería."172

  • Sobre las condiciones de vida de los trabajadores en una finca

César Brañas combina el análisis del alcoholismo como problema, con el examen de las condiciones de vida de los trabajadores o campesinos en general, no de los indios en particular, de quienes menciona en páginas 17 a 20 sus costumbres sincréticas y paganas, su poco interés en el matrimonio civil y eclesiástico, la suciedad en que viven. En páginas 20 a 23 describe la infraestructura de la finca "La Perla", irónicamente señalada como en la que mejor vivía la gente en toda la región de la Costa Sur, con su ranchería, plaza con edificios principales, mercado dominical, iglesia y una tienda.

"Luego, filas irregulares de ranchos, de torvos ranchos en que la vida campesina se envilece y se contrae, se hace miserable y negra! (…) Las paredes de los ranchos estaban formadas por palos entrejuntos, asegurados por bejucos, dejando paso libre

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170 Wyld Ospina, Carlos; El autócrata. Ensayo político-social. Op. Cit., página 231.

171 Idem., página 233.

172 Aceña Durán, Ramón; Itinerario. Con Prólogo de César Brañas. Op. Cit. página 82.

a los afilados y malignos aires portadores de la pulmonía, de la tos ferina, de los lamentos temerosos de las almas en pena." (página 21).

"Las mujeres van vestidas de desechos, de ropas remendadas, haraposas, enaguas de indiana, blusas de manga corta abullonada, que aún llaman de güicoy, delantal de hilo negro y rojo o rojo y azul, de los telares de Antigua y la capital. (…) Cerca de estas mujeres, un rebaño de hijos, de cuatro, de tres, de dos años, aparte del que cuelga y se agarra a los pechos magros, succionando leches de desventura; estallan en gritos, pelean, se arrastran por el suelo, constelados de niguas los dedos de los pies, comiendo tierra, que les bombea el vientre uncinariácico… Los hombres, rudos, vestidos de manta o de lona, en calzoncillos y camisa, cuando no enseñan el lustroso torso de cobre regado de sudor, o con chaquetas de imitación, decoloradas y cortas, pobre manufactura de chinos (…) Los pies callosos, de destrozadas uñas, calzan caites o huarachas. Teces tostadas y atezadas, la mirada perdida y mansa de bueyes resignados, torva a ratos. Un machete, instrumentos, arma y emblema.

Algunos, naturalmente, no ofrecen todo ese detalle de la miseria; hay un grupo de rancheros acomodados -relativamente- en toda finca, y en La Perla no podía faltar; son los rancheros que ganan más, los pocos que saben leer, los evangelistas que abandonaron vicios y supersticiones, los vaqueros y caporales, los que hacen pequeños negocios, reventas de alcohol o de carne, los que poseen algunos terneros y marranos, y, en fin, los que tienen alguna hija hermosa que haya gustado a un empleado, o al patrón. Estos viven un poco mejor, visten y se alimentan más decentemente, presumen de beber mejores licores, arman fiestas en sus ranchos, reciben las posadas por navidad…" (Páginas 22 y 23).

En página 37 el autor anota el conocimiento que don Ángel tenía de las miserias y costumbres de las gentes de la finca.

Si las condiciones en la finca "La Perla" son como las describe Brañas en 1921, cuando el país recién había salido del tirano Manuel Estrada Cabrera, para 1943 no han cambiado un ápice, tal como se refleja en la finca "Potomatán" de la novela Amanecer, escrita por el hondureño Ramón Amaya-Amador, ambientada en el departamento de San Marcos, en época del dictador Jorge Ubico:

"En los tugurios de las peonadas las fogatas de ocote daban luz rojiza. En el ambiente saturado de humo el aire se enrarecía con la mezcla caótica de los olores de las podredumbres, de los humores de hombres y mujeres, de perros y "coches", de las suciedades dispersas en los patios. Menos que viviendas para seres humanos, eran antros pestilentes, húmedos, donde acechaban los microbios y reinaba impúdica concupiscencia. En aquella promiscuidad se abrazaban íntimamente la miseria, la ignorancia y la muerte. Aquellos ranchos, que de lejos daban un tinte pintoresco a los paisajes de Potomatán, eran en sí antesalas del cementerio, escenario de la más cruel

tragedia vivida en pleno siglo XX por aquella clase, la más inferior y numerosa de las clases en que se dividía la sociedad guatemalteca. Allí agonizaban los subhombres en una noche sin aurora, en una noche inmisericorde sólo interrumpida por el eco ancho de un silencio de servidumbre, explotación y abandono."173

"Sobre aquella tierra la iniquidad era pauta de vida; la iniquidad y el crimen. Tanto más hondos cuanto más civilizados se conceptuaban los amos de los feudos y latifundios y cuanta más vanidad pavoneaban en las grandes urbes del país o del extranjero jactándose de nobles, de cultos y de católicos.

Los campesinos nunca pensaban en estas cosas debido a su ignorancia estimulada por los patrones; sufrían y morían sin una protesta y sin un signo de inteligente comprensión de sus destinos humanos en la sociedad. No pensaban porque, como máquinas, como animales irracionales, tenían amos que pensaban por ellos. De ahí que fuera extraordinario que un siervo intentara pensar bajo aquella inicua explotación."174

¿Quién era el dueño de la finca "Potomatán"? Amaya-Amador describe la situación típica en 1943 y en la actualidad, donde el dueño es descendiente de algún propietario con fuertes raíces en su abolengo colonial, el que para mantenerlo no vacila en coludirse con el poder gobernante y religioso, en este caso representado por don Leopoldo Fuentesanta (qué apellido tan contradictorio para las condiciones en qué mantenía a sus mozos indios y ladinos):

"La familia Fuentesanta se enorgullecía de tener pergaminos amarillentos que acreditaban su aristocracia; por ello en Guatemala eran de los más encumbrados en el mundo social. Los Fuentesanta contaban con ilustres personalidades en la política, en el ejército, en el clero. Obispos, generales y hombres públicos habían llevado su apellido. Desde los tiempos en que los conservadores armaron al pastor de "coches" Rafael Carrera para lanzar al general Francisco Morazán de la presidencia de la Federación de Centroamérica, hasta el último "hijo predilecto de Guatemala", don Jorge Ubico, pasando por Estrada Cabrera y similares, los Fuentesanta habían disfrutado de su aristocrática posición, tomando parte activa en la vida pública del país y obtenido todos los privilegios que tal condición requería, aun cuando tuvieran que saltar como saltimbanquis, del cachurequismo al liberalismo, cuantas veces fuera necesario a sus intereses feudales.

Por eso don Leopoldo era miembro prominente en el gobierno dictatorial del General, y amigo íntimo que entraba al palacio sin pedir audiencia. Los burócratas se inclinaban a su paso o al de sus automóviles que lucían su elegancia por las principales rúas de la capital. Tuteaba al gobernante, y tanta era la amistad entre ambos, que en todas las aventuras amorosas del jefe de Estado, su confidente era el amo de Potomatán. Otra manifestación de los fuertes lazos entre los dos personajes, era, y el pueblo solía

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173 Amaya-Amador, Ramón; Amanecer. Op. Cit., página 23.

174 Idem., página 25.

comentarlo en voz baja para no indisponerse con el régimen, que cuando don Jorge estaba de mal humor llamaba especialmente a don Leopoldo para darle de bofetadas y quitarse así la neurastenia y la iracundia."175

Según se aprecia, existen fuertes similitudes entre las dos fincas de ambas novelas; "La Perla" y "Potomatán". Las condiciones de los mozos colonos son paupérrimas, las enfermedades se ceban sobre los mismos y al patrón no le interesa ni se preocupa por mejorarlas, allá ellos como salen; si mueren, habrán miles que los sustituyan por un mísero mendrugo. Las familias propietarias de los latifundios gozan y lucen su abolengo, aunque en el caso de la novela de Brañas, la madre de los personajes principales e incestuosos – Antonio y Audelia- es una noble venida a menos, por no decir la pariente pobre del dueño de la finca, tío de ambos.

Cabrá responderse si en la actualidad las condiciones laborales continúan igual en las fincas guatemaltecas. Por lo menos en lo que a las bananeras se refiere, quien esto escribe sí percibió cambios positivos en un conjunto de 15 fincas visitadas en la Costa Sur de Guatemala, en diciembre de 2008; como que la Responsabilidad Social Empresarial sí ha calado un poco, y sirve para limpiar conciencias. Empero, debe reconocerse que aún se encontraron verdaderas "bestias humanas": jóvenes de 18 a 25 años, jalando un carromato colocado sobre rieles, de aproximadamente una tonelada, con su propia fuerza, colocándose un enorme lazo atado a la frente o en los hombros, para tirar de él y llevar dicho carro a un lugar distante dos kilómetros. Al preguntar el por qué no se utilizaban métodos modernos, la respuesta fue simple: así se ha hecho siempre, para qué gastar en maquinaria motorizada.

Para Brañas, la patria del presente, en su novela escrita en 1921, es una apesadumbrada República donde campean los vicios y la ignorancia, herencia de empresas ferrocarrileras, bananeras y madereras, de capital extranjero para más señas, que convinieron con don Manuel en tristes y mal recordados beneplácitos mutuos:

"¡Triste república temblante de paludismo y robo, de analfabetismo y alcohol, que siente sobre el corazón la plancha de plomo de compañías explotadoras que la convirtieron en factoría y colonia, dejándola exhausta de todo, hasta de dignidad…; que siente sobre su cabeza perdida en las selvas bajas del Petén el vuelo de pesadilla de aves voraces, agoreras y agresoras; que se siente circuida por un cinturón de codicias, de avaricias, de sordideces, de monstruosas gulas, tajada en concesiones, envilecida en chanchullos, vendida e ignorante, fanfarrona y vacua, sin un alma firme, desligada de la Tradición y falta de ideales perdido el pasado ingrato y sin que sus brazos delirantes, flácidos e inermes pudieran asirse al porvenir! "Memoria

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175 Idem., páginas 34 a 35.

casi olvidada, patria para siempre perdida"… ¡Dulce, adorable patria!…" (Página 71).

Sin decirlo, Brañas describe la serie de futilezas que se venden a los indios en un día domingo de mercado en la finca y recordando la historia de la conquista, sentencia en página 80: "La patria todavía se da, por unas cuantas baratijas y unas hermosas palabras elocuentes…" Las baratijas podría ser en referencia a los escasos beneficios que obtenía el país como producto de las concesiones y contratos leoninos que las empresas extranjeras, sobre todo norteamericanas, celebraron en época de don Manuel Estrada Cabrera, y las hermosas palabras elocuentes, a la demagogia que disfrazada de democracia se vivía en tiempos del gobierno de don Carlos Herrera, que corresponde al período en que se insertan los sucesos narrados en la novela.

Interesante resulta acotar que Wyld Ospina, nueve años mayor que Brañas, introduce en el último capítulo de El Autócrata, parte de un texto escrito por el "vigoroso y sutil escritor, de la nueva generación guatemalteca", así describe a Brañas, cuando se refiere al aspecto económico del país. Esto es, da valor a las ideas de un joven, que le sirven para reforzar su propia opinión acerca no sólo de lo negativo que resultaban las concesiones de tierras, transportes y ferrocarriles al capital extranjero, sino para enfatizar acerca de los principales problemas económicos del país en el período de gobierno del general José María Orellana, cuyo antecedente inmediato lo sitúa en las graciosas concesiones otorgadas por Manuel Estrada Cabrera, y los impuestos que no se atrevió a establecer Carlos Herrera, pues afectaban al capital extranjero.

El texto de un joven y vigoroso Brañas, de quien Wyld no indica su procedencia, es como sigue (los puntos suspensivos son de Brañas):

"… Conforme este siglo concluye,176 se produce un doble fenómeno que ha de tener en la vida ulterior de Guatemala, consecuencias imprevisibles hoy sino oscuramente: la pérdida de la fe -no solo de la fe teológica que decae en un descreimiento indiferente y en una afectada religiosidad- sino la fe moral, algo muy hondo del alma del pueblo… por una parte, y por la otra, la absorción de la propiedad de la tierra por los extranjeros, fenómeno tan patente y de índole tan realista, generador de una serie gravísima de problemas, que es de los dos que advertimos, el único que se ha estudiado con más detenimiento y hondura…

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176 Debiera decir: avanza, puesto que posiblemente fue escrito por Brañas entre 1926 y 1927, años reportados por Wyld en página 15 de El Autócrata, como constancia del tiempo que invirtió en componerla.

Como no se tiene a mano el texto completo de Brañas, tomado por Wyld para transcribir la cita anterior, pudiera considerarse también que el párrafo se inserta como parte de algún comentario de Brañas respecto al ocaso del siglo XIX y de la situación económica que se vivía en tiempos de Estrada Cabrera, que para fines de dicho siglo recién iniciaba su gobierno que concluyó hasta 1920.

… Por ninguna parte, la preocupación de los problemas primarios, que otros países resolvieron hace cincuenta años, cuando se hallaban en condiciones como las nuestras, si no peores…".177

Al comparar este texto de Brañas, con respecto a lo que escribió en la novela que aquí se reseña (página 71), se aprecia que lo apuntado en 1921 y editado en 1926, no difiere en su esencia con el texto publicado entre 1926 y 1927, transcrito por Wyld. En ambos pasajes Brañas es consistente con su crítica a las concesiones otorgadas al capital extranjero; empero, como su novela no es un estudio económico, no podía extenderse en el asunto. Será Wyld quien sí lo haga en el capítulo final de El Autócrata, intitulado "El aspecto económico", de quien se toman algunos párrafos para ubicar al lector en cuanto a qué pudo haber dicho Brañas, pero que por razones de estructura de su novela no podía ni siquiera esbozar con detenimiento; tales parágrafos permiten establecer no sólo algunos antecedentes de dichas concesiones, sino el estado de situación del país para la época en que se ubica la trama de la novela de Brañas.

Según Carlos Wyld Ospina en El Autócrata:

"Quien posee la tierra es dueño del país. Esto resulta particularmente cierto en naciones como las de América Central, donde la única industria de importancia es la agrícola.

Si nuestros gobiernos hubiesen practicado alguna vez una política razonable, ella debió ser agraria. El cultivo de la tierra y la defensa de la propiedad territorial serían los dos términos fundamentales de esa política, y entre los dos, la preferencia habría de darse al segundo.

(…)

Enajenar la tierra al capital extraño, radicado fuera del país, equivale a perderla. Esa pérdida coloca al nativo en calidad de extranjero en su patria misma.

(…)

La absorción y el monopolio de vías y medios de comunicación de los organismos bancarios e industriales, etcétera, son un simple corolario de la posesión de la tierra por el capitalismo extranjero. Los ferrocarriles centroamericanos son yanquis porque empresas de esta nacionalidad poseen enormes plantaciones bananeras en todo el istmo, explotan yacimientos mineros y avizoran la aparición del petróleo en nuestras tierras. La navegación por los ríos, lagos y mares centroamericanos sufre el dominio de yanquis y alemanes, porque éstos necesitan de tan importantes comunicaciones para extraer del país el banano, las maderas, el chicle, los minerales y el café que, en su mayor parte, es suyo… y que se va y no vuelve sino convertido en nuevo capital, destinado a ensanchar e intensificar el predominio económico del hombre extraño, ya sea en forma de inversiones raíces o en la de mercaderías que su comercio hará aceptar, al precio que le plazca, a los consumidores guatemaltecos…

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177 Wyld Ospina, Carlos; El autócrata. Ensayo político-social. Op. Cit., página 221.

Con arreglo a estos métodos infalibles de la moderna conquista económica, se exprimen las riquezas del suelo centroamericano (…) sin que el centroamericano logre más que arañar algunas migajas, en forma de ridículos impuestos fiscales y compensaciones que son el plato de lentejas de la imprevisión nacional.

(…)

En tiempos del gobierno de Herrera se habló de crear el impuesto sobre la renta, el income tax de los anglosajones. No pudo pasarse a más porque el capitalismo de todos los matices se opuso. Existen en el país inmensos latifundios, inexplorados en su mayor extensión (…) Pues bien: se pensó en emitir una ley por la cual aquellas inmensidades incultas pagasen al fisco un impuesto mínimo. (…) Tampoco fue posible realizar tan benéfico proyecto: el omnipotente capitalismo, dentro el cual figuraba el propio presidente Herrera, puso su veto inapelable.

(…)

En resumen, la estadística oficial misma nos entera de que las tierras cultivadas de Guatemala pertenecen a firmas extranjeras en un 75 a 80 por ciento de su totalidad.

Y quien posee la tierra será dueño del país. (…)

Nuestros ferrocarriles, es decir, los de una compañía extranjera que posee la casi totalidad de las vías férreas centroamericanas, son los más caros del mundo, a no dudarlo, pues con tarifas un poco más altas, tendrían que hacer el tráfico sin carga, y únicamente para solaz de turistas millonarios.

(…)

La rapidez de la distribución, que debe aparejar necesariamente la baratura del transporte, es aquí, como se ve, inútil en lo tocante a las vías férreas, por la firma de cuyos contratos de construcción o explotación se han cubierto de gloria nuestros presidentes, desde el general Barrios hasta don Chema Orellana.

Para hacer execrable la memoria de Estrada Cabrera, como gobernante, bastaría el contrato que celebró con referencia al ferrocarril del Atlántico.

(…)

La conclusión resulta negativa: impuestos crecidos; autoridades poco amigas del agricultor; jornaleros insuficientes; población rural abatida por los flagelos tropicales; rendimiento mínimo del trabajo manual; fletes ferroviarios que matan en germen las utilidades del comercio guatemalteco, y transportes interiores anticuados y escasos; sistemas de cultivar contraintensivos e ineficaces; y finalmente, descuido,

por parte del Estado, de los intereses generales de la agricultura, que es lo mismo que decir de la producción, y por tanto, de la riqueza nacional."178

Interesante resulta comparar lo escrito por Brañas y Wyld acerca de las concesiones de tierra para la producción de banano y tendido de línea férrea, y a la vez insertar algunos párrafos de Virgilio Rodríguez Beteta (1885-1967), historiador, diplomático y escritor, el que en su estudio y crónica No es guerra de hermanos sino de bananos (1969), hace

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178 Idem., extracto de páginas 225 a 237.

referencia al mismo asunto, pero trasladándolo al campo de las relaciones internacionales, toda vez que por las diferencias y feroz competencia entre dos empresas bananeras, norteamericanas, la United Fruit Company (UFCO) que operaba en Guatemala y con extensas tierras en Honduras, y la Cuyamel Fruit Company (solo en Honduras), se originó un serio asunto relacionado con los límites territoriales en la frontera de ambos países, el que en febrero de 1928 estuvo a punto de convertirse en una guerra de hermanos, siendo que el origen fue por la guerra económica entre las dos empresas.

En su calidad de diplomático y embajador de Guatemala en Honduras (septiembre de 1927 a mayo de 1928), Virgilio Rodríguez Beteta tuvo que hacer frente a dicha situación; es más, con tal objeto fue designado al cargo por el entonces Presidente, general Lázaro Chacón (26 septiembre 1926 – 12 diciembre 1930). En Honduras existía una fuerte propaganda en los periódicos, financiada y exacerbada por la Cuyamel, en contra de Guatemala, señalándose que ésta última pretendía apropiarse de la franja del río Motagua donde se asentaba la población de Chachagualilla. En sentido inverso, Guatemala reclamaba que el territorio en disputa era propio, desde tiempos de la colonia y a raíz de la independencia de Centroamérica.

El quid del problema residía en que la UFCO poseía en Guatemala amplias concesiones de tierra para la siembra de banano, mayores en extensión y calidad que las que tenía la Cuyamel en Honduras, razón por la cual ésta solicitó al Gobierno de Guatemala que se le diera una concesión en Chachagualilla; al negársele, promovió la construcción de una línea férrea sobre territorio de Guatemala (para un tranvía argumentaba, pero en realidad era para un ferrocarril), así como la invasión de dicha área por campesinos hondureños, a quienes después compraría la tierra. ¿Cómo la compraría si los invasores no podrían alegar propiedad alguna? Sencillamente promoviendo que el litigio entre ambos países se dirimiera por medio del arbitraje del Departamento de Estado, de Estados Unidos, confiando en que los funcionarios de éste emitieran un laudo favorable a Honduras. En vista que Guatemala promovía el arreglo directo, la falta de acuerdo fue agravando la situación a tal punto que el 8 de febrero de 1928, ante noticias falsas recibidas en Guatemala, en el sentido que Honduras invadiría Chachagualilla, el gobierno de Lázaro Chacón ordenó a su vez el traslado de tropas a dicha población, con la consiguiente protesta diplomática de Honduras.

En cumplimiento de su función como embajador, Virgilio Rodríguez Beteta pidió al presidente hondureño un compás de espera de 24 horas, que le fue concedido; telegrafió a Chacón informándole que todo se debía a falsos informes generados por la Cuyamel y pidiéndole el retiro de tropas, con la seguridad que Honduras no enviaría las suyas. Al final se solventó la situación de guerra no declarada y Rodríguez regresó a Guatemala a informar detalladamente. Empero, mal paga el amo pues no obstante que el presidente Lázaro Chacón lo felicitó el 28 de febrero de 1928 por sus esfuerzos, cuando los periódicos de oposición llamaron a Rodríguez traidor a Guatemala, ante las declaraciones que vertió al diario El Imparcial donde saludaba y reconocía el buen tino del presidente hondureño,

Chacón lo destituyó (el 11 de mayo). Además, como expresó que no se trataba de una guerra de hermanos sino de bananos, a su vez enfureció a la UFCO, la que exigió y logró no sólo su destitución sino hasta el exilio. El litigio se resolvió hasta en 1932, por medio del arbitraje de Estados Unidos.179

Efectuado el resumen anterior, procede citar la opinión de Virgilio Rodríguez Beteta acerca de las concesiones que lamenta César Brañas en su novela, y que a su vez comenta Wyld Ospina en El Autócrata.

"Esa prevención contra Guatemala subió de punto en 1924 y 1927, cuando se concedieron y se ratificaron por la Asamblea, las concesiones de las márgenes del Motagua en favor de la United Fruit Company. Añádase a esto la actitud asumida por la Cuyamel Fruit Company, que con su constante rivalidad y su odio para con la United, sus intereses opuestos a los de ésta y su intromisión en la política interna de Honduras (intromisión favorecida por políticos y por partidos), fue la causa más honda y constante que soplaba las brasas de aquel insuflar de odios, fácil de convertirse en llamarada y aun en hoguera centroamericana. Ante un panorama así podrá ya darse una idea el lector de la gravedad de aquel instante."180

"En tanto que las actividades bananeras y ferroviarias de la United Fruit Company, se han ido extendiendo en esta región hacia el este de Guatemala, las actividades análogas de la Cuyamel Fruit Company se han dirigido hacia el oeste, desde Honduras, entre las montañas y el mar de Omoa, al oeste del cual Streich arrendó en 1902, cincuenta mil hectáreas de tierra. Como se ha dicho ya, esas tierras fueron después cedidas a la Hubbard-Zemurray Company, en 1911, el año de la formación de la Cuyamel Fruit Company, obtuvo ésta una nueva concesión que le permitía arrendar otras diez mil hectáreas de tierra nacional entre sus antiguas propiedades y la "frontera guatemalteca". Después los ingenieros de la compañía delimitaron lotes de tierra sobre la orillas del río Motagua. En 1913, un representante de la Cuyamel Fruit Company buscó la manera de obtener de Guatemala el derecho de construir treinta millas de ferrocarril. Tras dos años de negociaciones, el gobierno de Guatemala se negó a hacer la concesión deseada por la Cuyamel, pero permitió a la compañía continuar su ferrocarril a una milla más hasta la población de Cuyamelito.

Honduras y Guatemala, en el tratado de 1914 habían convenido tener en cuenta, al hacer la demarcación de la frontera, la extensión de las provincias de Guatemala y Honduras en la época en que se declaró la independencia, en 1821. 181

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179 Cfr. Rodríguez Beteta, Virgilio; No es guerra de hermanos sino de bananos. Como evité la guerra en Centroamérica en 1928. Segunda edición. Biblioteca de Cultura Popular "20 de Octubre", volumen 53. Editorial "José de Pineda Ibarra", Ministerio de Educación. Guatemala, 1980.

180 Idem., páginas 21 y 22.

181 Idem., páginas 24 y 25.

"En la mañana del 10 de febrero (1928) recibí un mensaje en clave, como todos, bastante serio. Se decía allí nada menos que la Cuyamel Fruit Company estaba construyendo una línea férrea sobre territorio de Guatemala.

Como he explicado ya, en su marcha con viento en popa, la Cuyamel tiene un enemigo. Siempre el pelo en la comida. Y es un enemigo formidable: la United Fruit Company. De esta manera es dueña de la vasta extensión que se extiende en Honduras, desde donde termina la Cuyamel hasta la Mosquitia. (…) Se dice que en su esfuerzo constante la Cuyamel ha llegado a alcanzar el poderío y pujanza de la otra hasta en su cuarenta por ciento. Esta es la actual proporcionalidad.

(…) La concesión dada a la United Fruit Company de las márgenes del Motagua fue el botafuego para ella: desde ese momento ha buscado que Guatemala y Honduras entren en un conflicto armado, para que al intervenir el Departamento de Estado pueda poner la Cuyamel influencias políticas con que cuenta en Estados Unidos de América en la balanza para decidirla en favor de Honduras. Así se explica que a raíz de haber la Asamblea de Guatemala ratificado la concesión a la Frutera (…) la Cuyamel haya arreglado las cosas de tal modo que el gobierno de Honduras se hizo fuerte en la posesión de Chachagualilla." 182

El 28 de febrero de 1928, Virgilio Rodríguez Beteta recibe carta de felicitación del presidente Lázaro Chacón, en la que le manifiesta:

"Veo con gran satisfacción que el incidente provocado por los indebidos trabajos de la Cuyamel, se han solucionado satisfactoriamente, porque a pesar de los informes en contrario que se nos dieron, las autoridades superiores de Honduras, como usted nos lo aseguró desde un principio, tomaron empeño en que la expresada compañía no siguiera adelante los trabajos del ferrocarril.

La Cuyamel ha dicho que se trataba de un tranvía, y según los últimos informes que he recibido, la vía para ese tranvía se ha construido con materiales propios para un ferrocarril, con la mira sin duda de establecerlo en el momento que se crea propicio con solo mover unos de los rieles y dar a la línea el ancho que se requiera."

183

Para el arbitraje en mención, Estados Unidos designó al juez Charles Evans Hughes, a quien los Hondureños acusaron después de haber favorecido a Guatemala por los intereses personales que en ésta tenía. En entrevista que el costarricense Vicente Sáenz (1896-1963) sostuvo en 1933 con el Secretario de Relaciones Exteriores de Guatemala, Alfredo Skinner– Kleé (comparado por algunos con el Fouché francés, pues se mantuvo en el poder durante 5 gobiernos consecutivos, incluido el de su primo Jorge Ubico). En dicha entrevista, refiriéndose al juez norteamericano, Skinner-Kleé y Sáenz discuten, iniciando el primero:

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182 Idem., páginas 145 y 147.

183 Idem., página 163.

"-Es un juez eminente, incorruptible.

-Pero está muy arraigada la sospecha de que tenía intereses que defender en Guatemala, por lo que Honduras perdió el litigio de límites con ustedes.

-Habladurías mi amigo. No hubiera torcido su criterio por cuestión de intereses políticos o económicos. Guatemala ganó el pleito porque las pretensiones de Honduras eran fantásticas. Por lo demás, no propusimos nosotros sino los hondureños el arbitraje norteamericano. Reiteradamente solicitaron que el árbitro fuera ni más ni menos que el Presidente de los Estados Unidos, a lo que Guatemala se opuso. Respecto de que algunas compañías norteamericanas pretendieran inmiscuirse en este asunto, no lo niego; la Cuyamel Fruit Company ofreció armas y dinero a Honduras, para que nos hiciera la guerra. Y el abogado de esta compañía, cáigase de espaldas, no es otro que Elihu Root.

-De manera que el señor Root, como abogado de la Cuyamel, permitió que hubiese ofrecimientos para encender la guerra en Centro América.

-Si señor; todos sabemos que esa poderosa empresa tenía interés en el triunfo de Honduras, para asegurarse grandes extensiones de tierra que indebidamente estaba ya explotando.

-Pero como los norteamericanos saben lo que hacen en materia de negocios, la United y la Cuyamel fundieron sus intereses. Esto significa, doctor, que la nueva corporación fue la única gananciosa, pues se quedó con las concesiones bananeras del territorio en disputa.

-Efectivamente, las dos compañías se han unido. Pero aparte de eso, comprenderá usted que la situación era en extremo delicada. Teníamos que andar con pies de plomo. Así lo manifesté al licenciado Leonidas Pacheco, Secretario de Relaciones Exteriores de Costa Rica, quien estuvo de lleno con nuestra tesis. Más de pronto, señor, la denuncia. En el momento más inoportuno para Guatemala, por estar

pendiente el dichoso fallo de límites."184

  • Sobre mecanismos para obtener votos en elecciones

A Brañas las triquiñuelas de los políticos liberales no le eran desconocidas, y éstos sabidos del escaso prestigio que le quedaba al Presidente Carlos Herrera no paraban mientes en recurrir a los métodos de obtención de votos utilizados en época de don Manuel.

Quizá por tal razón es que Brañas efectúa una disquisición relacionada con las elecciones y los procedimientos aplicados. Resulta que el doctor Alfonso se ve solapadamente increpado por Adelia, su hermana, por gustar éste de una muchacha de la región y cuando le pregunta por ella, no sabe qué contestar (página 51):

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184 Sáenz, Vicente; Rompiendo Cadenas. Las del imperialismo en Centro América y en otras Repúblicas del Continente. México: Segunda edición corregida y aumentada con notas adicionales hasta 1951. Unión Democrática Centroamericana, Departamento Editorial, 1951. Nota: la primera edición se publicó en 1933.

"Don Ángel, llegado oportunísimo, le salva de la tortura. Se habla de futilezas. Del día de finados reciente. De las elecciones de diputados, vecinas ya (los rebaños de mozos irán disciplinadamente a manifestar su devoción por la causa liberal, conforme a órdenes expresas de la jefatura política, que ha creído prudente hacer un llamamiento al patriotismo de los propietarios y administradores de las fincas

-nacionales, alemanes y españoles- dándoles instrucciones sobre la forma en que deberían emitirse los votos y no sin hacerles una oportuna advertencia que, de no cumplir con fidelidad lo que se les indicaba, podían originarse molestas consecuencias que, desde luego, estaban muy lejos del ánimo del propio jefe político…)."

Si las elecciones para diputados a que se refiere Brañas estaban amañadas desde un principio, para lograr el "triunfo" de los "candidatos" a diputados, que en realidad provenían del único partido, el Liberal, ello no era más que un reflejo de las generales para Presidente, donde el infaltable Don Manuel Estrada Cabrera se reelegía por aclamación de sus mismos corifeos, entre los cuales muchos intelectuales, algunos de ellos obligados por las circunstancias.

¿Y a quiénes llamaba Brañas liberales? En sus comentarios acerca la Historia de Guatemala publicada por Clemente Marroquín Rojas en 1971, expresa sus reminiscencias del Movimiento Unionista de 1920, que dio al traste con los herederos de la Revolución de 1871, lamentándose que los antiguos "liberales" de Estrada hayan retornado al poder, nada menos que de la mano de Carlos Herrera -aunque él no lo indica así- y de su sucesor, el mismo que le dio el golpe de estado en diciembre de 1921:

"Guatemala realizó también su revolución, burguesa, desprovista de un ideario firme que trascendiera los fines inmediatos del Movimiento Unionista y lo consolidara, justamente en 1920, con hermosuras viriles, con arrestos que desembocarían -como siempre en Guatemala- en una tremenda frustración. Se derrumbaban cincuenta años de liberalismo de despotismos y dictaduras, para dar paso a una esperanza inconcreta y que nadie supo concretar, para despertar a poco bajo el mismo signo, atenuado en parte por natural evolución: los cuadros del antiguo régimen si no estaban intactos, se reconstituyeron con presteza; la jerarquía castrense, los inconmovibles generales, los viejos diputados, los jefes políticos y tantos otros altos funcionarios y los demás personajes del tablado habían sufrido claros en sus filas y sobre ellos pesaban recientes iracundos anatemas, pero con facilidad se recobraron y tomaron el poder, fortalecidos, mejor que presionados, por poderosos influjos y circunstancias extranjeros. Como a la hora de la independencia, como en todas las contradicciones de nuestra historia, no hubo el caudillo polarizaros de aspiraciones ni se sospecharon, aunque fueran indicados, los «cambios de estructuras»…"185

Cuestionando el por qué para 1971 no existía una historiografía nacional, así como al hecho palpable que prácticamente sólo existían libros de historia de la época liberal, que cargaban la mano con invectivas e inventivas dirigidas a sus rivales y adversarios, Brañas aprovecha -por medio de una amplia digresión- para dar su punto de vista acerca de a quiénes considera liberales en el estricto sentido de la palabra, y quienes lo son sólo de nombre como Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, aunque no los menciona por su nombre:

"De las épocas no liberales -y recuérdese que el liberalismo en Guatemala casi siempre fue sólo la vestidura de regímenes dictatoriales y en pocos momentos obró puro y enérgico el espíritu del gran liberalismo, confundiendo el juicio de observadores extranjeros y de extranjeros que se refieren a él de segunda mano y movidos por el entusiasmo de sus propias ideologías y de lo que en otros países pudo significar y hacer el «verdadero» liberalismo…- de las épocas no liberales por que ha pasado Guatemala en su vida republicana, íbamos a decir, no hay apenas historia, pues esos períodos o fueron muy breves y turbulentos, o se llenaron con los desahogos de pasión contraria a la fogosa de los corifeos liberales, o fueron extrañamente indiferentes a dejar bien sentadas las razones de su acción y sus miras.

Pasado su predominio, incluso en el caso de los «los treinta años»,186 tampoco se ha podido o se ha querido o se ha hecho algo orgánico y equilibrado para fijar la historia de esa época y la apreciación justiciera, desde su punto de mira, de sus adversarios."187

De acuerdo con la norteamericana Catherine Rendón desde 1915 el citado Don Manuel organizó lo que sería su tercera y última reelección; al "ganarla" se aseguraría continuar en el poder durante el período 1917-1923. En el párrafo transcrito a continuación, nótese la similitud entre la descripción que realiza Rendón respecto a las elecciones en la provincia, con respecto a lo que señala César Brañas en Las Guarias de Febrero, con respecto a las consecuencias a que se exponían los jefes políticos (gobernadores actualmente) de los departamentos del interior de la República, por no acatar las instrucciones referentes a la organización de una actividad tan democrática:

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185 Brañas, César; Algunas divagaciones alrededor de una "Historia de Guatemala". Op. Cit., página 137 a

138. Los puntos suspensivos son de Brañas.

186 Se refiere a la etapa particularmente representada por el Presidente vitalicio Rafael Carrera y Turcios, el

que desde 1844 desempeñó su primer período como Presidente; posteriormente volvió a gobernar desde 1851 hasta su muerte en 1865. Es el mismo general al que Antonio José de Irisarri calificó en 1840 de traficante en cerdos, hombre vulgarísimo, fanático, un supersticioso y un bárbaro de los de más grueso calibre. Según Irisarri, el hombre de los puercos, para 1840 ya era el hombre más prominente en Centro América. No obstante tales afirmaciones, no tuvo empacho en servirlo como embajador de Guatemala en Estados Unidos de 1855 a 1865 y continuar después, hasta 1868, durante el gobierno de Vicente Cerna.

187 Idem., página 141. Los puntos suspensivos son de Brañas.

"Quien votaba dos veces podía presumir, o, más bien, protegerse con este emblema de adherencia incondicional. En las provincias las elecciones dependían de las actividades de los jefes políticos; el electorado era por lo general analfabeto, la mayoría era indígena y reclutado forzosamente para multiplicar los votos. El historiador D.G. Munro,188 que estudiaba en Guatemala en ese entonces, fue testigo de que en Alta Verapaz:

Como la mayoría de los votantes eran indígenas vinculados a las fincas de café, las autoridades llegaron a un acuerdo con cada finquero que este mandara sus indios en grupo a votar en uno de los tres días de elecciones. Para hacer que los indios se dieran cuenta de lo afortunados que eran de pertenecer a un país democrático, cada grupo era recibido por una banda, o por lo menos por una delegación de niños escolares cargando banderitas. Cada uno pasaba en fila ante los oficiales electorales, siguiendo a un indio que hablaba suficiente español para decir "Manuel Estrada Cabrera" cuando el oficial le preguntara por quien votaba. Los que le seguían decían "lo mismo". Luego se les daba guaro…189

Las técnicas usadas variaban, pero el resultado siempre era el mismo: votos exageradamente altos, a veces superiores a la población total de la misma región. Se dice que el general José Félix Flores consiguió 800 mil votos en Sololá.190 Otras autoridades municipales quizás no eran tan fervorosas como Flores, pero la costumbre de detener a viajeros en los caminos y forzarlos a votar multiplicaba el número de votos en cada comunidad, aunque éstos han de haber sido mínimos en comparación con las elecciones. El Departamento de Estado instruyó a sus diplomáticos en Centro América para que insistieran en la importancia de la constitucionalidad en la política local.

(…)

La tercera reelección de Estrada Cabrera se llegó a conocer como de "la millonada", pues don Manuel recibió unos 10 millones de votos. Avergonzado por una victoria tan resonante, Estrada Cabrera disminuyó las cifras con tal de tratar de esconder su descaro, pero no convenció a nadie. El 15 de marzo de 1916, fue declarado presidente constitucional popularmente electo con una mayoría de 80 mil votos."191

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188 Se trata de Dana Gardner Munro.

189 Nota número 70 a pié de página, citada por Rendón: "Munro, D.G. (1983). A student in Central America, 1914-1916. New Orleans: p. 48.

190 Curioso el dato para 1915, toda vez que en el Censo de Población correspondiente a 2002 se determinó una población total para el departamento de Sololá, de 307,661 habitantes, en tanto que en la cabecera del mismo nombre la población ascendió a 63,973.

191 Rendón, Catherine; Minerva y la Palma, el enigma de don Manuel. Guatemala, Artemis Edinter, 2000. Págs. 220-222.

Como comparación con la risible cifra de 10 millones en 1915, se tiene que según el Censo de 1921 la población total del país alcanzó la suma de 2 004 900. 192

Sobre el norteamericano Dana G. Munro, el costarricense David Díaz Arias, en su artículo "Entre la guerra de castas y la ladinización. La imagen del indígena en la Centroamérica liberal, 1870-1944", explica:

"Una de las mejores expresiones de la idea costarricense sobre su comunidad política la expuso Dana Gardner Munro, un joven investigador norteamericano que escribió cerca de 1918 su tesis doctoral sobre del desarrollo político y económico de Centroamérica. Así, en el apartado que incluye sobre Costa Rica, Munro señala que

El desarrollo político de esta comunidad compacta de campesinos blancos ha sido necesariamente muy diferente al de los países vecinos, donde una pequeña clase alta de ascendencia española gobernaba y explotaba a un número de indios y mestizos ignorantes muy superior al suyo. En Costa Rica, el hecho de que prácticamente todos los habitantes eran de la misma raza y habían heredado la misma civilización ha hecho que el país sea más democrático y ha obligado a la clase que controlaba el gobierno a tomar en cuenta, en cierta forma, los deseos e intereses de las masas. Por esta razón, el devenir de la República, a diferencia del de los vecinos, no ha obstaculizado sino más bien favorecido la realización de los ideales republicanos que enarbolaban quienes redactaron las primeras constituciones centroamericanas. Los pequeños propietarios siempre han ejercido una fuerte influencia a favor de la paz y de un gobierno estable, ya que rara vez han intentado hacer revoluciones y más bien se han inclinado por tomar el mismo bando de las autoridades electas cuando los políticos descontentos tratan de sumir el país en la guerra civil. Costa Rica no ha vivido ninguna de las luchas prolongadas y sangrientas que han empañado la historia de las otras naciones, ya que los cambios violentos de gobierno, que se han dado de vez en cuando, han sido producto de conspiraciones militares en la capital y no de campañas en el campo de batalla. (Munro, 2003, pp.181-182)"193

En el artículo de Díaz Arias, la obra de Munro aparece citada así:

Munro D.G. (2003). Las Cinco Repúblicas de Centroamérica. Desarrollo político y económico y relaciones con Estados Unidos, estudios introductorios de Fabrice Lehoucq e Iván Molina. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, Plumsock Mesoamerican

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192 Dirección General de Estadística de la República de Guatemala. Censo de la República de Guatemala 1921. Op. Cit., página 16.

193 Díaz Arias, David. Between Caste War and Mestizaje: Images of Indigenous People in Liberal Central

America, 1870-1944. rev.estud.soc. [online]. Jan./Apr. 2007, no.26 [cited 07 September 2008], p.58-72. Available from World Wide Web: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123- 885X2007000100005&lng=en&nrm=iso. ISSN 0123-885X.

Studies. Dicho autor también publicó: Munro, D.G. The Latin American Republics. A history. New York, Century-Crofts, Inc., 1950.

César Brañas no era de los que creyera en los milagros de la medicina alternativa, practicada principalmente por señoras de edad, sobre todo si de mujeres indígenas se trataba, ya no se diga por curanderos y brujos reconocidos. En las páginas de su novela deja traslucir su indiferencia y hasta discriminación por quienes utilizan hierbas y otros materiales naturales, pues puede más la ciencia infusa, como se burlaba don Antonio José de Irisarri, quien en letrilla satírica expresa.

Cuando veo en fin, que nadie de ser crítico se excusa, creyendo en la ciencia infusa194 que su opacidad irradie,

sin querer aún estudiar lo que estudió el escritor,

MAL HARÍA YO EN LLORAR, SIENDO LA RISA MEJOR."195

La desconfianza de Brañas por la medicina alternativa, y su firme creencia en la ciencia, se aprecia en el siguiente párrafo, tomado de página 37:

"Por las tardes, Alfonso practicaba la profesión en un corredor de la hacienda, curando o paliando las infinitas dolambres de mozos y rancheros; ponía sutiles inyecciones en los recios brazos de las mozas; componía brebajes complejos, que los enfermos tomaban con zafia desconfianza, habituados a los remedios caseros, a la empírica ciencia de curanderos, brujos y comadres: yerbajos extraños, aceites de nombres grotescos, parches absurdos, zurdos ungüentos, polvos misteriosos… que curan, sin duda, pero que deben influir muy eficazmente en las progresiones de la mortalidad campesina."

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194 En su Letrilla subtitulada ¿En qué consiste, mi señora Musa?, Irisarri también carga contra los escritores que abusan de la ciencia infusa, oscura y a la vez deslumbrante que no entienden: "¿En qué consiste, mi señora Musa,/ que todos pueden hoy ser escritores?/ ¿Será este siglo el de la ciencia infusa?/ ¿Será que los talentos son mejores?/ ¿O será que el orgullo y la ignorancia/ nos dan la presunción y petulancia?" La Letrilla completa es tomada de: Irisarri, Antonio José de; Historia del perínclito Epaminondas del Cauca. Con Prólogo de Manuel Galich. Guatemala: Editorial del Ministerio de Educación Pública, Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular "20 de octubre", Volumen 16, 1951. Página 196. NOTA: la edición princeps la publicó por entregas en 1863.

195 Irisarri, Antonio José de; El Cristiano Errante (novela que tiene mucho de historia). publicada en 1847.

Prólogo de Amilcar Echeverría y Proemio Bibliográfico de Guillermo Feliú Cruz. Guatemala: Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular, Volumen 31. Editorial del Ministerio de Educación Pública, 1960. Páginas 58 a 61.

  • Sobre la invasión evangelista

Para 1920 y 1921, años que marcan el período de tiempo en que se desarrolla la novela de Brañas, más del 90 de la población se consideraba creyente y practicante de la religión católica. Sin embargo, ya desde tiempos de don Manuel Estrada Cabrera vinieron a Guatemala grupos de evangélicos provenientes de Estados Unidos, instalando carpas y construyendo iglesias en la capital e interior del país.

Brañas, fiel observador de la realidad, inserta en su novela los problemas que ocurrieron en el país, en lo que él llama la invasión evangelista, misma que aunque apartaba a los indios y mozos colonos del aguardiente (en página 23 indica: "los evangelistas que abandonaron vicios y supersticiones"), también provocaba disputas entre vecinos y familias enteras, por asuntos meramente relacionados con los distintos tipos de creencia religiosa.

Entre páginas 57 a 63 César Brañas describe el origen de las sectas evangélicas en la región de la Costa Sur, y se burla de tales conflictos, ocurridos en la misma finca escenario del incesto, a principios de febrero cuando la guaira florece. En forma satírica el autor relata las pugnas constantes entre los viejos católicos y los nuevos evangelistas, ejemplificando cómo el tenedor de libros de otra finca (San Isidro) se ufana de que en ésta no existen tales conflictos porque él los cortó de tajo prohibiendo la entrada de los miembros de la nueva secta, exigiendo a sus trabajadores la prueba de su fe católica, pues la misma no sólo es buena para el pueblo ignorante sino que así se evitará que los mozos exijan que les suban el jornal. Como conocedor del analfabetismo de la población, Brañas también advierte que aunque dicho tenedor prohíbe la difusión evangélica, no le preocupa ni molesta la entrada de publicaciones "subversivas" por una lógica evidente: en San Isidro sólo él lee y a los pocos que conocen el alfabeto no les interesa perder el tiempo en lecturas.

"En los ceibos corpulentos y copudos y en los airosos y altos voladores, las primeras matas de flor de Candelaria se anticipaban a sangrar. A mal traer y peor caminar marchaban las cosas de la grey. La invasión evangelista tomaba las primeras trincheras de los católicos rancheros de La Perla. A diario desertaban de las filas apostólicas las mejores fuerzas de la religión tradicional. Compungíanse por ello las irreductibles beatas viejas, toda la "aristocracia" de la olocrática grey. Prendían numerosidad de candelas de sebo ante los cromos litográficos de santos, inexpresivos en sus amaneramientos, en sus brochazos de colores chillones, tras cristales grasientos y rajados.196 Repasaban todas las oraciones de su escaso repertorio para conjurar el azote de irreligiosidad, azote ni mayor ni menor que el del paso de Atila, y murmuraban a más y mejor de los que iban a engrosar las filas contrarias, exhibiendo la más anticristiana de las inmisericordias." (Páginas 57 y 58).

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196 Recuerde el amable lector lo señalado por César Izaguirre en El Cristo fecundo (1929), cuando se refiere a la quema de santos e imágenes que efectúa el cura párroco, al darse cuenta que éstas solo representan una farsa.

"Entre los perleños cundía el desasosiego por la cizaña que unos y otros sembraban con parejo empeño; los viejos católicos, apegados a las rutinas dogmáticas que les habían dejado sus padres y que el transcurso del tiempo había cambiado en desmañada idolatría; los renovadores, los evangelistas, poseídos del supereminente sentimiento egoísta de los catecúmenos de las religiones nuevas, que imaginan siempre que por ser la suya la última verdad, es la más real y verdadera…

Colose la nueva secta -según recordaba en sus pláticas el casto sacristán de La Perla-, por reiteradas incursiones de misioneros portadores de tercios de biblias y evangelios y de diversos volantes con palabras de la Escritura subrayadas y comentadas, o con historietas persuasivas y sutiles difamaciones de la curería. Los impresos ostentaban el pie de imprenta de la Sociedad bíblica de Los Ángeles, Cal. y los misioneros delataban a la legua por su vestimenta y acento, su procedencia extranjera. ¡Acendrado entonces el fervor de la finca, protegida por Nuestra Señora de Candelaria! Reconfortante y edificador espectáculo el de entonces, cuando todas a una, sin que les traicionara la menor curiosidad (debido en parte a su arraigado y rotundo analfabetismo) rompían o quemaban sin leerlos, renegando, esos papeles cuya sola presencia en las casas atraía, según se aseguraba, la sal y el mal sobre sus moradores. Se impedía también la acción del proselitismo para la nueva secta usando de un argumento por demás contundente o poco menos, aunque asimismo poco calificado: las piedras… Pero luego, con la sabida lentitud y elogiada firmeza del agua que gota a gota taladra la piedra (se dice así) el veneno fuese infiltrando en las capas más permeables del poblado (…)

Un día de Dios vieron los perleños llegar al lugar, en sendas cabalgaduras, cuatro evangelizadores, miembros de una misión de la capital; dos de los huéspedes eran mujeres, solteronas rubias y enérgicas que hablaban con molesto sonsonete. En la tarde, en casa del mayordomo se reunieron una o dos docenas de prosélitos a hacer oraciones y cánticos, atrayendo en torno de la casa todas las curiosidades y aversiones en acecho. A la salida del culto, cuatro mozallones católicos, enardecidos por las comadres murmuradoras y por algunos tragos, demostraron el ardor de su fe y resucitaron un conato de persecución de hugonotes, arrojando piedras y denuestos contra los pastores, que se concretaban a esquivar el cuerpo, sonriendo con el semblante iluminado como si gozaran el deleite morboso del martirio y compadecieran la barbarie de la tribu guatemalteca, a la que, ya se veía, urgía conquistar y domesticar, por imperativo de la civilización.

Por la pendiente fatal, de peor en pésimo y por culpa de los administradores que no han querido intervenir cerrando el paso al avance evangélico, se ha llegado hasta lo de hoy -declaraba el desolado sacristán- en que en la pluralidad de los ranchos se encuentran cuadros con sentencias de la Palabra de Dios, a grandes letras, en rojo y negro, y la secta espuria se ensancha tanto como la primitiva se deslabaza197 y se disloca…

Los últimos arraigos de la una luchan ahora contra la pujanza catequizante, arrolladora de la otra, y ya el administrador, quiéralo o no, ha tenido que zanjar pendencias provocadas por la religión, resolviéndolas equitativo y conciliador, pero sin atreverse, como le suplican los católicos más viejos, a tomar medidas drásticas contra los rivales, siguiendo el ejemplo de don Roderico, el administrador de San Isidro, que ha barrido con todos los perturbadores, sin dejar rastro de ellos, de modo que San Isidro es hoy una finca modelo, delicia de los patronos, porque no ocurre conflicto ninguno entre los mozos, trabajan como negros, quieren al administrador según dicho del interesado y se pagan los jornales más bajos de toda la zona. Don Roderico aconseja a sus colegas seguir esos procedimientos, empleando toda energía, seguro de que hoy freno198 como la religión para el pueblo ignaro: se puede no creer en Dios y en toda la corte celestial, pero es inconveniente que los trabajadores dejen de creer, porque sobreviene la anarquía, y por lo mismo no es prudente que nuestra pasividad deje extenderse otras religiones desquiciadoras. Y por si acaso, don Roderico les ha prohibido a sus mozos de manera que no deja lugar a dudas, meterse en las agitaciones que provoca en la actualidad el cura del pueblo movido por intereses extraños a cuya sorda propaganda se atribuyen los últimos levantamientos de mozos en varias fincas reclamando que les suban el jornal, como si los cafetales segregaran oro y amenazando de paso con prender fuego a las plantaciones y colgar a unos cuantos empleados abusivos. Otra acertada prevención del administrador de San Isidro impide la entrada a la finca de jornaleros que no demuestren su solvencia con la religión católica. Y no ha prohibido la entrada de publicaciones subversivas por una razón obvia: en San Isidro sólo él lee el periódico y sólo saben leer el tenedor de libros, el guardalmacén y algún otro empleado; pero no les gusta.

En La Perla, donde la situación es otra como se ve por lo dicho, prudentemente, a despecho de insinuaciones de ambos flancos, a pesar de inacabables porfías, el tenedor de libros -el buen don Ángel- ha mantenido incólume su neutralidad, su indiferencia distanciada de los dos bandos, su independencia: él, socarrón y viejo zorro, sólo se preocupa de cosechar para su uso y fruición las más lozanas flores de mocedad de todos los campos, porque, como asegura con muy buen sentido, poco entiende el sexo en achaques de religión. Indudablemente, con sus inclinaciones al hedonismo, don Ángel es un filósofo práctico y un diplomático sagaz." (Páginas 60 y 63).

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197 Esta palabra quizá es un error del editor; el autor seguramente escribió: desbalanza, en sentido figurado de perder el equilibrio.

198 Debiera decir: de que no hay freno…

Cabe recordar que la historia del protestantismo en Guatemala deviene no de los años veinte del siglo XX en que Brañas Guerra sitúa su novela, sino que inicia en 1841 con el inglés y bautista Federico Crowe, el que originalmente se estableció en Panzós (Alta Verapaz). En 1843 llegó a Salamá (Baja Verapaz) para vender Biblias y literatura cristiana, en una mula y cuatro indios cargadores, con un quintal de libros cada uno; en dicho año se traslada a la capital, donde intenta obtener autorización para vender 46 libros, logrando permiso para vender únicamente 4 pues el resto -incluida la Biblia- es prohibido mediante

edicto del Arzobispo Coadjutor de Guatemala, Francisco de Paula García Peláez; 199 dicho precepto u orden se lee en iglesias y parroquias, impidiendo tener relación con Crowe bajo pena de excomunión para quien incumpliera, pues comprendió a sus descendientes hasta la sexta generación.

Coincidencia o temor al protestantismo, es un calificativo que puede darse a la siguiente "curiosidad": si el protestantismo inicia en 1841 con Federico Crowe, resulta que el 11 de julio de ese año Antonio Larrazábal solicita al gobierno civil del Doctor Mariano Rivera Paz (1804-1849),200 que prohíba la circulación de libros que atenten contra la moral y buenas costumbres. El gobierno emite el Decreto No. 135 de fecha 2 de octubre de 1841 otorgándole a la autoridad eclesiástica la facultad de prohibir bajo penas espirituales la lectura de libros considerados impíos, inmorales y obscenos. Es así como se vuelve a poner en vigencia una lista autorizada desde 1828.

El 12 de diciembre de 1843 Antonio Larrazábal emite un Edicto en contra de la circulación de biblias protestantes. Y es César Brañas quien se encarga de recordar esta parte de la historia de alguien que fue calificado como liberal por haber actuado en las Cortes de Cádiz (1810-1814) exponiendo sus ideas prácticamente en contra de la monarquía, pero con un aletazo de sombra debido a esta prohibición.

"Bien informado de que en varios lugares de la diócesis se habían introducido del extranjero y públicamente se expendían, ejemplares en castellano de la Biblia o parte de ella, de texto más o menos viciado, para prevenir el mal fijaba su atención en dos decretos de Concilio de Trento, mandado guardar por cédula de 12 de julio de 1564.

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199 Francisco De Paula García Peláez, (1785-1867), guatemalteco. Arzobispo de Guatemala entre 1846 y 1867. En 1814, la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) lo eligió -por concurso de oposición- para el curso de Economía Civil y en 1823 éste divulga su ensayo "Observaciones Rústicas sobre Economía Política".

Valentín Solórzano Fernández se refiere al contenido del examen sostenido por quien no sólo fue el único opositor en dicho concurso sino por el mérito de ser Bachiller en Artes y Derecho Civil, en su ensayo intitulado "García Peláez; cátedra prima de economía política en el Reino de Guatemala" (Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. Año XL, Tomo XL, 1967, página 22).

200 Rivera Paz fue el Primer presidente del Estado de Guatemala; fungió como Jefe de Estado durante los períodos de 1838 – 1839 y 1842 – 1844.

Declarada en uno de esos decretos auténtica la Vulgata y, señalados pormenores de la corrección con que debían publicarse las Santas Escrituras, había que cumplir con los respectivos mandamientos.

(…)

"Entiéndase pues lo que digo. Yo no hablo indistintamente de las Biblias castellanas, sino de las viciadas y corrompidas." (…) El cristianismo está lejos de ser enemigo de las luces… pero debe luchar contra los errores. "Por desgracia, no sólo circulan hoy Biblias adulteradas. Sin salir de las materias de Religión, únicas a que me contraigo, (adviértase esta otra interesante salvedad) circulan también doctrinas o heréticas, o impías, o inmorales; y con particularidad las que propagan el protestantismo teórico y práctico…"

(…)

Y manda, siempre con sobrados apoyos de textos, que se observe la necesidad de la licencia del ordinario para imprimir escritos sobre cosas sagradas, y, más que un mandato, un ruego: "De la piedad de los fieles de la Diócesis yo espero, que los que tengan tales Biblias, u obras prohibidas, se prestarán dóciles a ponerlas en manos de los respectivos párrocos; y de cada uno de estos, que sabrá conciliar el celo con la prudencia, procurando siempre que obra el convencimiento, pues en una causa llena de razón, lo que importa es evidenciarla".

(…)

El rescoldo del antiguo liberalismo que pudo quedar en la ilustre persona del gobernador eclesiástico podría sorprenderse en el escrúpulo manifiesto y reiterado del intelectual que por inexorable deber tiene que lastimar y constreñir los fueros de la tolerancia…"201

En abono a la buena imagen que se tiene de Antonio Larrazábal, cabe referir que Don Antonio José de Irisarri también recuerda a Antonio Larrazábal y su familia, en razón que en 1808 encontrándose en Oaxaca, México, es recibido por Francisco de Larrazábal, hermano del Arzobispo, quien se desempeñaba como Interventor de Correos, el que lo lleva a casa de don Andrés, primo de ambos y considerado como el primer magnate de Oaxaca.

"El don Francisco era hermano de aquel don Antonio Larrazábal, que fue enviado de Guatemala a las cortes de España, en la primera época de éstas, y las presidió, dando a su patria aquella gloria que sólo dan los hombres de gran mérito; de aquel liberal verdadero, ilustrado, impertérrito, que mostró la más heroica energía, oponiéndose al despotismo de Fernando VII, cuando este rey volvió de Francia; y debemos decir en honor de esta familia de Larrazábal, que en ella, tanto los hombres como las mujeres fueron personas sin excepción ninguna, de mucho mérito, aunque puede decirse lo mismo de las familias de los aycinenas, de los pavones, de los

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201 Brañas, César; Antonio Larrazábal, un guatemalteco en la historia. Tomo 2. Guatemala: Editorial Universitaria, 1969. Extracto de páginas 393-396.

nájeras, de los batres, de los arrevillagas, de los beltranenas, de los montúfares, de los juarros, de los llanos, de los coronados, de los manríquez y de los laras."202

Dada la situación referida en cuanto a la prohibición de distribuir biblias y libros no autorizados, se comprende entonces por qué cuando Federico Crowe trató de establecer una escuela de primeras letras, fue atacado por "los gigantes" Antonio Larrazábal,203 García Peláez y el canónigo José María Castilla,204 quienes logran que el General Rafael Carrera y Turcios (1814-1865) firme un cuarto edicto expulsándolo del país en 1846.205

Además de la escuela de estudios elementales que logró establecer por poco tiempo, la cual contaba hasta con cien alumnos (hombres y mujeres), Crowe también impartió cursos de

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202 Irisarri, Antonio José de; El Cristiano Errante (novela que tiene mucho de historia). Op. Cit., págs. 208-9. 203 Antonio Larrazábal nació el 8 de agosto de 1769 en Santiago Guatemala y murió el 2 de diciembre de 1853 en la Ciudad de Guatemala. La biografía de éste, elaborada por el docto César Brañas, bajo encargo de la USAC, se publicó en dos tomos. La descripción crítica de dicha obra puede apreciarse en: Christophe Belaubre; Antonio Larrazábal, un guatemalteco en la historia. Véase en portal de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica (AFEHC), publicado en el Boletín No. 19 de fecha 01 abril 2006, en http://afehc- historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=587 Página Web consultada el 11 de agosto de 2009.

204 El mexicano José María Castilla (1785-1848), llegó a Guatemala en el año de 1811; fue Canónigo, Rector del Colegio Tridentino de la ciudad de Guatemala. Muy amigo de los poetas guatemaltecos José Batres Montúfar (1809-1844) y María Josefa García Granados (1796-1848).

A los dos poetas se les atribuye haber escrito, al alimón, el poema Sermón para José María Castilla, curiosamente no incluido en Recinos, Adrián; Poesías de José Batres Montúfar. Guatemala: Colección Contemporáneos 62. Tercera edición con base en la primera publicada en Madrid en 1924. Centro Editorial "José de Pineda Ibarra", Ministerio de Educación Pública, 1962. Dicho poema se incluye en Villacorta C., Jorge Luis; María Josefa García Granados. Con prólogo (El Autor y su obra) de Rigoberto Bran Azmitia. Guatemala: Editorial "José de Pineda Ibarra, Ministerio de Educación, 1971. Páginas 157 ss.

Acerca del poema Mario Alberto Carrera explica: "Los impetuosos gritos de Voltaire también se escucharon en Guatemala… también escucharon las impías arengas de Voltaire doña María Josefa García Granados y don José Mariano Gabriel Lorenzo Batres Montúfar, que éste es el nombre completo del famoso poeta…

Uno de los mandamientos de la Ley de Dios -en el seno de lo judío y de lo cristiano- es NO FORNICAR. El sexo fuera del matrimonio ha sido condenado por la iglesia judía, católica y protestante desde siglos ha. Y lo continúan condenando quizá inútilmente […]

En impío texto, Pepe y la Pepita, en cambio, recomiendan "joder" a más y mejor. (Conste que utilizo la palabra que ellos usan, porque mis artículos siempre son muy recatados). Esta invitación la hacen por medio del poema escrito entre los dos y que intitulan "El Sermón" (título doblemente irrespetuoso y volteriano)." Carrera, Mario Alberto; Crítica. Guatemala: Colección Guatemala, Volumen XVI. Serie Adrián Recinos, No.

2. Tipografía Nacional, 1984. Página 138.

205 Véase: Sociedades Bíblicas Unidas; Nuestra Historia. Publicación digital en la página web Sociedad Bíblica de Guatemala, http://www.sbiblica.org/historia2.php. Búsqueda realizada el 30 de agosto de 2009.

Crowe, Frederick; La Biblia en Guatemala. Narrativa de Federico Crowe, 1841-1846. Traducción del inglés al español y notas por David Escobar. Aberdeen, Maryland. Printed in the United Stated of America, 1986. Páginas 28 a 35.

inglés y francés. Uno de sus alumnos de inglés fue el Dr. Lorenzo Montúfar y Rivera Maestre,206 quien lo recuerda así:

"Yo quise entonces hablar el inglés y tomé por maestro a Mr. Federico Crowe, protestante de Inglaterra. El partido servil aristocrático no podía asustarse del protestantismo porque los señores Pavón207 y Aycinena208 habían estado mucho tiempo en tierra de protestantes, y era imposible que en ellas no hubieran palpado que sus moradores están mejor gobernados que nosotros y que en nada son inferiores a los católicos.

Sin embargo, la extensión del protestantismo en Guatemala podía disminuir el poderío del arzobispo, de los curas, de los monjes y de las monjas, y eso no convenía a los que, manejando la política, querían conservar la dominación teocrática. Una orden gubernativa fue dictada contra Crowe, quien salió del país dejándome sin maestro de inglés."209

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