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Collacocha (página 2)


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También escribe las comedias "Dos viejas van por la calle" y "El Fabricante de deudas"; los juguetes "El de la valija", "El espejo no hace milagros" "En el cielo no hay petróleo", y "Un cierto tic tac"; y las piezas dramáticas "Algo que quiere morir" y "Flora Tristán".

Enrique Solari Swayne inició su dramaturgia con un éxito rotundo en 1958, al presentar la Asociación de Artistas Aficionados su drama "Collacocha". Collacocha se impuso en el Primer Festival de Teatro Panamericano en México, colocando a su autor en un lugar privilegiado en la dramaturgia latinoamericana. Entre sus muchas virtudes la obra, aunque algo declamatoria, encierra un discurso netamente peruano, bien planteado, y de una emoción que le agrega un valor universal y absoluto.

En la década de los 40 se registra una mayor actividad teatral con los teatros universitarios de San Marcos y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Asociación de Artistas Aficionados, la Compañía Nacional de Comedias y la Escuela Nacional de Arte Escénico. Aunque el auge se percibe en los años tempranos de la década de los 50 a través de la escuela Nacional de Arte Escénico, dirigida por Guillermo Ugarte Chamorro, y el Club de Teatro de Lima, fundado este último por Sebastián Salazar Bondy y Reynaldo D´Amore.

En 1956, Histrión comenzó una carrera brillante de representaciones con la obra "Seis Personajes en busca de Autor" de Luigi Pirandello, y en 1968 alcanzó notoriedad con Marat Sade. Hay que sumar las presentaciones de los Autos Sacramentales dirigidos por Ricardo Roca Rey en el Atrio de la Catedral de Lima y el Convento de San Francisco, así como las presentaciones al aire libre que, en el Campo de Marte, realizaba la Escuela Nacional de Arte Escénico todos los años en el verano.

También la destacadísima presencia del Teatro de la Pontificia Universidad Católica, que desde su escuela dirigida por Ricardo Blume formó a destacados valores de la escena nacional, quienes participaron en diversos Festivales Internacionales y en las obras "Tristán e Isolda" (1961), "Los Empeños de Una Casa" (1963), y "Las Bizarrías de Belisa" (1966).

Los años 60 significan una década en estrecha relación con los acontecimientos históricos que se daban en el país, surgiendo el cuestionamiento y la desmitificación de valores e íconos.

Una nueva temática y una renovación formal del teatro surgió a partir de nuevos grupos con compromisos artísticos y sociales como Homero Teatro de Grillos que, bajo la dirección de Sara Joffré, presentó la atrevida pieza de Jean Claude Itallie "América, Hurrah".

Bajo la dirección de Carlos Clavo Ochoa, Yego, Teatro Comprometido, se permitió poner en escena una versión muy libre, "Los Ruperto", de Juan Rivera Saavedra. había comenzado la discusión sobre los teóricos del teatro como Stanislavski, Artaud, Brecht y Grotowsky. En 1962 se dio el primer montaje de Brecht, "Terror y miserias del Tercer Reich", a cargo del director Reynaldo D´Amore, con el grupo Hebraica del Club de Teatro de Lima.

El fenómeno Brecht tuvo su punto más alto con la "Opera de dos centavos", a cargo del uruguayo Atahualpa del Cioppo. El actor Jorge Acuña, uno de los bandidos en la representación de la obra de Brecht, se instala en la Plaza San Martín de Lima inaugurando el Teatro de la Calle.

Durante los años 60 se generó una interesante preocupación por alcanzar un nuevo público, que se expandía de las salas de teatro a los barrios periféricos y las organizaciones populares y al interior del país. Ante la desaparición de la Compañía Nacional de Comedia y de la Escuela Nacional de Arte Escénico, aparecieron grupos y compañías que realizaron destacada labor a cargo de Lucía Irurita, Carlos Gassols y Herta Cárdenas, Felipe Sanguinetti, Alfredo Bouroncle y Rosa Wunder, presentándose en el Teatrín de Radio Mundial y en el Teatro "La Cabaña".

En aquel momento surgió el Teatro Nacional Popular y ocurrió la llegada del dramaturgo brasileño Augusto Boal, contratado por el gobierno militar de entonces para sus Programas de Alfabetización. En el interior del país, específicamente en Ayacucho, el dramaturgo Víctor Zavala Cataño, señalando que el teatro era la isla a la que la imagen del trabajador agrario no había podido arribar, creó el "Teatro Campesino".

Dramaturgos como Gregor Díaz, Julio Ortega y Juan Rivera Saavedra manifestaron también sus preocupaciones tanto por las guerrillas del 65 como por los movimientos sociales emergentes.

El Perú había entrado a los años 70, y llegaron nuevas formas y tendencias como la del Living Theatre, el Open Theatre, la experiencia de Peter Brook, el teatro de Arrabal, y la vigencia de Artaud. El camino estaba preparado para Cuatrotablas y Yuyachkani, dos grupos que consolidaron una importante presencia en la escena nacional a partir de esa década. Desde 1970 el teatro peruano expande sus actividades, constituyendo una historia fresca y vital, donde la palabra y la imagen siguen generando inquietud y misterio.

En el panorama internacional, el mundo estaba saliendo de su estupefacción, de una guerra cruenta y sin fin que mantuvo a la humanidad en una especie de parálisis. En nuestro país, había surgido ya a fines de los 40, un grupo de intelectuales que con dotes de audacia e ingenio modernizaron el cuento, la novela, la poesía, los métodos de hacer crítica y de abordar la enseñanza de los estudios literarios. Esta mirada diferente, esta otra forma de concepción del lenguaje y otras técnicas, este otro modo de plasmar una percepción de nuestra realidad son los elementos que caracterizan la literatura peruana en los '50.

Cuando hablamos de "generación del '50" se suele dividir a la poesía en puros, es decir, preocupados en construir mundos verbales fuera de la realidad, y 'comprometidos', aquellos que buscaban expresar los conflictos sociales y el drama de explotación de América Latina. Fue común a todos los poetas de esta generación: a) La sensibilidad social y la búsqueda de una expresión lírica depurada; b) Carácter urbano y cosmopolita. Sus modelos fueron Whitman, Pound, Thomas, Eliot, Ungaretti, Breton, Valery, Rilke Lorca Guillén, Cemuda, Alberti, Aleixandre; c) Rechazo de la realidad y necesidad de volcarse hacia el interior. No fue una actitud esteticista, sino el producto de una insatisfacción, y rebeldía frente a un mundo que estaba en caos; d) Predominio de metáforas y símbolos complejos y densos, algunos buscaron el ascetismo expresivo: decir más con menos palabras; e) Asimilación de las formas clásicas del verso castellano. No se trató de copiar modelos, sino de aprovechar su carga significativa. f) Unánime deuda con Vallejo.

Los poetas tuvieron como antecedente a Eguren, Vallejo, Adán, Moro y Oquendo de Amat. Debemos señalar que no hubo un programa ideológico sino más bien una coincidencia de sensibilidades. Poetas como Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, Washington Delgado, Gustavo Valcárcel, Sebastián Salazar Bondy, Carlos Germán Belli, Yolanda Westphalen, Cecilia Bustamante, Lola Thorne, Juan Gonzalo Rose, Alejandro Romualdo, entre otros, conformaron la llamada generación del '50. La muestra presenta a: Alejandro Romualdo, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, Washington Delgado, Jorge Eduardo Eielson, Alberto Escobar, Pablo Guevara, Juan Gonzalo Rose, Sebastián Salazar Bondy, Manuel Scorza, Javier Sologuren, Gustavo Valcárcel y Blanca Varela.

La narrativa del '50 presenta dos aportes fundamentales. En primer lugar, haber dado la visión más completa y compleja del Perú del siglo XX, con sus fenómenos urbanos y rurales, y, en segundo lugar, haber asimilado las técnicas narrativas modernas provenientes, sobre todo, de James Joyce y William Faulkiner. Los escritores Julio Ramón Ribeyro, Eleodoro Vargas Vicuña, Enrique Congrains Martín, Caños Eduardo Zavaleta, José Durand Flores, Luis Loayza y Manuel Scorza son los más importantes representantes de la narrativa de los '50. La presente exposición incluye a Julio Ramón Ribeyro y Caños Eduardo Zavaleta.

En el teatro destacan: Enrique Solari Swayne (1915 – 1995), autor de Collacocha (1956), sobre la lucha del hombre contra la naturaleza, y Sebastián Salazar Bondy (1924-1964).

  •  3.4. LA GENERACIÓN DEL CINCUENTA EN EL PERÚ[11]

La modernización de la narrativa peruana comienza con la Generación del '50 (teniendo como parangón a la Generación del 50" de España[12]enmarcada políticamente con el golpe del General Manuel A. Odría en 1948 y las elecciones de 1950 en las que se autoelige Presidente de la República. Durante la década anterior había comenzado un movimiento migratorio del campo a la ciudad (preferentemente a la capital), que durante los años cincuenta se potencializa al máximo y resulta en la formación de barriadas y pueblos jóvenes, la aparición de sujetos marginales y desplazados socialmente. La literatura producida en este período estuvo influida notablemente por las vanguardias europeas; en particular, el llamado modernismo anglosajón de Joyce y en el ambiente norteamericano la obra novelística de Faulkner y la Generación Perdida. También influyó notablemente la literatura fantástica de Borges y Kafka. A esta generación pertenecen Carlos Eduardo Zavaleta, Eleodoro Vargas Vicuña, Mario Vargas Llosa, entre otros.

La generación del 50" es un momento en el que la narrativa se vincula de forma muy fuerte con el tema del desarrollo urbano, la experiencia de la migración andina hacia Lima (un incremento drástico de la población a partir de finales de la década del 40"). Muy relacionada con el cine neorrealista italiano, presenta la realidad de la urbe cambiante, la aparición de personajes marginales y problemáticos. Entre los narradores más representativos resaltan Julio Ramón Ribeyro con Los gallinazos sin plumas (1955), Enrique Congrains con la novela Lima, hora cero (1954) y el libro de cuentos No una, sino muchas muertes (1957) y Luis Loayza.

En la lírica, surge un grupo de poetas entre los que destacan Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, Juan Gonzalo Rose, Pablo Guevara. Estos poetas comenzaron a publicar su obra a partir de fines del 40, tal es el caso de Romualdo, luego lo harían Rose, Delgado, Bendezú, Belli. Guevara. Además, este conjunto se vinculó entre sí no sólo por las relaciones interpersonales, sino que desde el punto de vista ideológico se relacionaron por el marxismo y el existencialismo. Los poemas, desde una visión general, que escribieron adoptaron un tono protestatario y de compromiso social. Por ello, se reconoce al poema A otra cosa de Alejandro Romualdo en el arte poética de la generación del cincuenta. Esta generación reinvindicó a César Vallejo como paradigma estético y asumió el pensamiento de José Carlos Mariátegui en calidad de guía intelectual. Los poetas Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Antenor Samaniego, Blanca Varela, fueron conocidos como el grupo neo vanguardista, que comenzó a publicar sus poemas a fines de los años treinta, tal es el caso de Sologuren, luego vendrían los poemas de Salazar Bondy, Samaniego, Eielson, Varela, quienes mantuvieron una relación interpersonal en la revista Mar del Sur, dirigida por Aurelio Miro Quesada de clara tendencia conservadora; además, este grupo de poetas designó a Emilio Adolfo Westphalen como guía poético. A esta situación histórico – literaria, habría que añadir a los llamados Poetas del pueblo, vinculados al partido aprista fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre. Estos poetas, militantes del aprismo a inicio de los cuarenta, fueron Gustavo Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián, Ignacio Campos, Ricardo Tello, Julio Garrido Malaver, quienes reivindicaron como paradigma poético a César Vallejo. En esta década el teatro experimenta un período de renovación, inicialmente con las piezas de Sebastián Salazar Bondy (generalmente comedias de contenido social) y más tarde con Juan Rivera Saavedra, con obras con fuerte denuncia social, influidas por el expresionismo y el teatro del absurdo. Y qué no decir del trascendente ENRIQUE SOLARI SWAYNE.

CAPÍTULO II :

Vida, obras y trascendencia de Enrique Solari Swayne

  • 1. VIDA:

ENRIQUE SOLARI SWAYNE[13](* Lima, 1915 – † ídem, 1995).

Nació en Lima el año de 1915. Escritor se dedicó a la docencia universitaria en San Marcos. Es calificado como uno de los dramaturgos más destacados de la generación del 50", dejó de existir el 29 de mayo de 1995, en su casa huerto en San Juan de Lurigancho (Lima), rodeado de árboles, pájaros y silencio. Recibió la Orden al Mérito en el grado de Gran Cruz (mayo de 1995).

Enrique Solari Swayne alternó como escritor, autor teatral y profesor universitario en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1934 viajó a España y Alemania donde estudió medicina graduándose de psicólogo. Había estudiado medicina en Múnich en donde vivió muchos años. De ahí, tal vez, procede el "expresionismo" que se evidencia en "Collacocha": Ya que su finalidad fue expresar la verdad subjetiva de los sentimientos, derribar las falacias tradicionales, desterrar el racionalismo y el materialismo, reemplazarlos por un pragmatismo obsesivo y avizorar la felicidad humana futura. Luis Álvarez (que representó al ingeniero Echecopar) también muere en 1995. Escribió diversos artículos de su especialidad que están publicados en revistas de humanidades "Las Moradas", "Mar del Sur" y "Revista de Neurosiquiatría". Desde sus inicios estuvo ligado a su casa de estudios, logrando ocupar el cargo de vicepresidente.

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Sobre su vida y obras, MAURILIO ARRIOLA GRANDE[14]ha escrito: Enrique Solari Swayne, nació en Lima en 1915. Escritor, autor teatral y catedrático universitario. Estudió medicina en Múnich (Alemania), lugar donde vivió muchos años, entre ellos los de la segunda guerra mundial. De vuelto al Perú colaboró en varias revistas, Las Moradas, .Mar del Sur y Revista de Neurosiquiatría.

Principalmente es importante de este autor su drama para el teatro "Collacocha" (1956). Tiene también otro drama "La Mazorca" (1956). Comenta que de acuerdo a la opinión de Estuardo Núñez: "La resonancia mayor de una presentación teatral la ha brindado en los últimos años y con igual buen éxito en varias capitales sudamericanas y en España, Enrique Solari Swayne con su obra Collacocha, bella pieza dramática salida de su pluma dedicada antes sólo a trabajos de psicología y algún ensayo de novela. Registra la obra una trama de intenso contenido americano. Es la lucha del hombre actual por dominar la gigantesca naturaleza reacia al empuje de su habitante empeñado en convertir "la habitación de nuestro suelo como morada del hombre" a fin de erradicarla miseria y construir la felicidad de los hombres del futuro"[15].

Esta al menos fue la intención del autor; pero lo que acaso no estuvo en su mente fue el impacto universal de su obra, obra inspirada en una realidad auténtica, ambientada con experiencias personales de buen conocedor del país y de sus hombres de toda condición, pleno de fe en el destino de un pueblo de América, muestra un mensaje optimista y constructivo bastante definido. No participamos – dice Núñez – de la crítica hecha a los personajes "declamatorios" del drama, justificables por su carácter afirmativo que busca el impacto directo en el espectador. Lo que sí debe señalarse es la tónica "ibseniana" del personaje principal y el desequilibrio de la acción dramática cargada a ese protagonista con desmedro del conjunto. Acaso el mérito mayor de Collacocha sea el haber superado los esfuerzos de algunos nuevos dramaturgos – que se mantuvieron en las lindes de un teatro poético de posibilidades limitadas y de híbrida estructura literaria – y el lograr la caracterización del "drama expresionista" del que se esperan realizaciones perdurables.

En 1965, Enrique Solari Swayne presentó su segunda obra dramática a la escena. Se trata de La Mazorca, que su autor la califica de "comedia épica". Consideramos – aclara Núñez – inadecuada tal clasificación. Tal pieza es un drama, y tampoco le alcanza la calificación de "épica", pues se trata de un drama concebido según las normas tradicionales, y formalmente se encuentra muy distante de las innovaciones que supone el "teatro épico" de nuestros días. Tampoco es un drama social, ya que el principal asunto es un problema psicológico, o sea el arraigo del hombre a su obra de esfuerzo y sacrificio, la conquista de la tierra cultivable en medio de la jungla impenetrable. Ese arraigo resulta a la postre mucho más poderoso que la ilusión de otras perspectivas en que sueña el colono para cuando logre salir de la selva que lo atrae, y para romper su embrujo. Un primer acto débil y en verdad prescindible, deja el paso a un segundo y tercer actos de intenso dialogo y hermoso desenvolvimiento, a veces un tanto retórico, pero que traduce la fe en el destino de un país que se reforma y que progresa. En conjunto, La Mazorca significa un aporte considerable a la dramaturgia peruana contemporánea dentro de una línea realista, pero no supera la virtualidad artística de Collacocha ni persiste en la línea "expresionista" que esta obra había iniciado.

Anota, algo más Arriola Grande, citando a Luis Alberto Sánchez, respecto a Enrique Solari Swayne y su obra Collacocha: "Anota a su vez LAS: Como logrador de éxitos resonantes y hasta ahora perdurables, surge E.S.S. Sus dos obras teatrales constituyen su mejor (acaso único) bagaje literario. El tema de Collacocha, escrito en la serranía de Huaraz, es social: la lucha del hombre, personificado en el ingeniero Echecopar y sus ayudantes, contra la naturaleza; y la mística del progreso nacional mediante la técnica y el trabajo: Se desarrolla en una mina. El temblor, es decir, la propia naturaleza, se venga de la presunción tecnolátrica. Lo destruye todo. Como obra teatral auténtica, Collacocha no es para ser leída, sino para ser vista y escuchada. Los parlamentos resultan ficticios a la luz de la lectura; entretiene, impresiona y emocionan desde el proscenio, como debe ser"[16].

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Y consultado directamente a este último, en su obra: La Literatura Peruana[17]ha escrito respecto a la vida y obras se Solari Swayne de la siguiente manera: UN DRAMATURGO EXCEPCIONAL. ENRIQUE SOLARI SWAYNE (Lima, 1915), colaborador de El Comercio, autor de artículos sobre arte y ternas diversos, sorprendió a los espectadores de teatro peruano y a los lectores de libros nacionales, con un drama de inesperado tono y contenido: Collacocha (1951), a la que seguiría un largo silencio, hasta romperlo de nuevo con Mazorca (1966), también pieza de teatro. El argumento en ambos casos es nacional; la tonalidad, de protesta; los personajes manejan un idioma cotidiano; las situaciones suelen ser efectistas. Solari apela a diversos resortes escénicos, y no se somete, como corresponde a un dramaturgo del tiempo de Becket, lonesco y Brecht, a las normas clásicas del teatro. En la primera de estas obras plantea un problema social, efectivo, dentro de un marco patético que lo coloca en una situación dudosa, entre las comedias de protesta y el teatro de tesis de fines del siglo pasado. Todo ocurre en una mina, que se llama como el drama. Los personajes discuten sobre los problemas de la explotación de la mina y, para eso, la explotación del hombre. Los ingenieros poseen diversa mentalidad. Unos siguen el camino trillado, otros se alían a los obreros explotados. La catástrofe final, el derrumbe, saca a relucir los valores humanos e ideológicos de cada cual. Solari no se deja avasallar por una literatura de propaganda, tan fácil como de mal gusto. Propone los casos y maneja un diálogo fluido, entrecortado a veces por vocativos que indican emoción. Collacocha que ha durado en la cartelera, largos meses, y se ha repetido después de los años, tanto en el Perú como en Chile, Ecuador y México, constituye el mayor éxito del teatro contemporáneo del Perú. Mazorca, compuesto también sobre asuntos del Perú, revela mejor dominio técnico, pero no ha tenido la repercusión de Collacocha, tal vez porque su autor no sentía tan hondamente su argumento y su atmósfera. Con Solari Swayne recibe el arte escénico peruano un esfuerzo innegable que no habían aportado las comedias de Sebastián Salazar Bondy.

  • 2. OBRAS

OBRAS DE TEATRO

  • Collacocha (1956).

  • Mazorca (1966)

  • Juanito de Huelva (1995)

  • El tigre

  • El circo del zorro encantado

  • Ayax Telamonio

  • El incendio del zoológico de Berlín

  • la historia de escot y nikita calatos

OBRAS POÉTICAS

  • Responso a Ranrahirca

  • La cosecha de las horas perdidas

OBRA PÓSTUMA:

  • "Obras Incompletas" (contiene obras teatrales y textos narrativos) recopilados por su nieto Sebastián Solari Morgán. (19/10/2009).

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  • 3. ENRIQUE SOLARI SWAYNE, PERSONAJE ILUSTRE DEL DISTRITO DE SAN JUAN DE LURIGANCHO.

Investigando nuestro tema y sobre su autor, me di con la sorpresa que había resultado ser su vecino; nací, crecí y vivo en San Juan de Lurigancho, distrito limeño que quiero mucho, no sólo por su clima y lo vivido en él, sino porque ahí tengo mi hogar y espero ser ente activo de su desarrollo. Y para mejor ilustración sobre lo que representa Solari para nuestro pueblo, reproduzco el artículo del señor JULIO ABANTO LLAQUE[18]publicado en Internet el 25 de agosto del 2006, de la siguiente manera:

Muy pocas veces somos capaces de reconocer todo el valor histórico que encierra nuestro distrito y de los acontecimientos que forman su esencia social, cultural y política y es que la historia se forja a través del accionar social de los hombres y mujeres y de las obras que les perduran.

La vida en el antiguo valle de Lurigancho, no sólo está representada por las labores del campesino en las parcelas de las haciendas, sino también por el legado de algunos de sus ilustres pobladores que a mediados del siglo pasado decidieron venir a vivir a ésta parte del Lima, donde la tranquilidad y vida rural formaba la esencia de la vida campesina, según refiere en un escrito inédito el ilustre dramaturgo Enrique Solari Swayne. Por ello deseamos dedicarles estas líneas a él y a su herencia.

Enrique Solari, nació en Lima el año de 1915, desde muy pequeño fue un apasionado de la lectura. Conocer diversos lugares del Perú lo llevó a intimar con la realidad del hombre en los andes, experiencia que le permitiría plasmar es sus escritos la tenacidad del ser humano frente a la naturaleza y también una lucha constante con la sociedad, lo que a su vez le permitió definir muy bien la psicología de sus personajes. En 1934 viajó a España y Alemania donde estudió medicina graduándose de psicólogo. Desde sus inicios estuvo ligado a su casa de estudio, logrando ocupar el cargo de vice presidente. En Lima, además de escritor se dedicó a la docencia universitaria en San Marcos.

El año de 1956 publica "Collacocha", obra representada en 1958 por la Asociación de Artistas Aficionados que bajo la dirección de Ricardo Roca Rey y con la interpretación protagónica de Luis Álvarez, fue uno de los más grandes éxitos del teatro peruano de hace unas décadas. El realismo directo de los diálogos, así como el idealismo peruanista de sus personajes hicieron que se impusiera en el Primer Festival de Teatro Panamericano en México, colocando a su autor en un lugar privilegiado en la dramaturgia latinoamericana.

Su obra literaria se compone de las siguientes obras: "Mazorca" (1966), "Juanito de Huelva" (1995), "El tigre", "El circo del zorro encantado", "Ayax Telamonio", etc. y otras no estrenadas como "El incendio del zoológico de Berlín". Escribió también poesía, siendo sus trabajos más notables en este campo "Responso a Ranrahirca" y "La cosecha de las horas perdidas". Diversos artículos de su especialidad están publicados en revistas de humanidades "Las Moradas", "Mar del Sur" y "Revista de Neuropsiquiatría". Su esposa Gertrudis Braunsberger de Solari, fue una apasionada estudiosa del arte popular y de la historia de nuestros pueblos, gestora del aprecio por la manufactura indígena y promotora del mismo en el ámbito mundial. Gertrudis pidió a sus familiares descansar eternamente en el cementerio El Sauce, camposanto creado a inicios del siglo XX por los campesinos y pastores de Lurigancho.

Solari quien es calificado como uno de los dramaturgos más destacados de la generación del 50", dejó de existir el 29 de Mayo de 1995. Sus hijos cuentan que antes de su fallecimiento, él mismo excavó en su jardín una zanja y les dijo que lo enterrasen en este suelo. Sin duda una muestra más del inconmensurable amor de esta familia por San Juan de Lurigancho. Es lamentable que a tan ilustre poblador ningún gobierno municipal le haya tributado un reconocimiento por su extraordinaria labor intelectual, no existe un parque y mucho menos un evento cultural que lleve su nombre y por si fuera poco su hermosa casa, que se ubica en la Av. Lurigancho (Azcarrunz) y que antiguamente era conocida como Potrero Tenorio, sigue en pie mostrando en la sala de estudio los antiguos afiches del estreno de Collacocha, cientos de fotos, escritos y reliquias históricas, como testigo de un pasado que no desea irse sin ser reclamada por nosotros.

Hace un año, se formó en el Concejo una Comisión de Regidores para discutir la compra de la Casa Solari y su uso como Museo o Casas de Cultura. No entendemos como en un distrito, que esencialmente necesita fortalecer su identidad con el reconocimiento a hombres destacados y cuya magnitud rebasa nuestras fronteras, no sea atendido, marginándose este reclamo ante criterios de presupuesto, cuando son miles los soles que vemos partir ante la aplicación de absurdos proyectos sin contenido cultural. La Familia Solari, representa mucho para el distrito, para el país y Latinoamérica, no esperemos lamentarnos cuando su casa y sus restos terminen sepultados por el verdadero olvido, por el cemento de una obra moderna. Por ello los jóvenes estudiantes, las instituciones culturales, sociales y el poblador en general está invitado a movilizarse por el reclamo de un desarrollo cultural, donde el desarraigo se remplace por el sentido de pertenencia y donde el respeto por las relaciones interculturales se fortalezca. Finalmente deseo transcribir parte de un escrito que refleja un cálido mensaje que debemos considerar como una misión por cumplir:

"No es que no sintamos la brisa promisoria de los tiempos venideros. Deseamos que ellos traigan para todos justicia y dignidad. Aquí están nuestros brazos, para ello si hace falta. Pero ojalá que aquello que forma los encantos, la íntima sustancia de este valle, no tenga que morir en aras del futuro. Será que aquí aún persiste el alma de los huanchos, que fuera apacible, que viera, en lo humilde un halo de grandeza; el alma misteriosa de los antepasados que aquí tuvieron hijos, criaron sus ganados, alzaron sus viviendas, temieron a sus dioses, cumplieron su destino y fueron enterrados.

Será, quizás, por eso, o por algo parecido, que, desde el chisporroteante concierto nocturno de los grillos, que azotan agoreras, las lechuzas al pasar, habla a mi corazón, todas las noches, una voz antigua y pura. Y habla y habla y habla de no sé qué destino codiciable, de no sé qué vaga promesa enamorada, que no entiende, de un vivir justificado en sencillos mandamientos, de un posible heroísmo sin corona de laurel. Te escucho, voz de la tierra, inmemorial, rocío para mi alma inesperada. Te escucho y te obedezco. Gracias, valle para mi tan venturoso, gente que te habita, cuya sola vecindad me enorgullece! (E. Solari 1971)".

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CAPITULO III :

Análisis literario de Collacocha

En este capítulo haré mi análisis literario primero considerando el fondo (contenido), luego por su forma (continente), para terminar con mi apreciación crítica personal:

  • 1. ANÁLISIS DEL FONDO DE LA OBRA (CONTENIDO)

  •  1.1. EL TEMA

El tema de la obra es la LUCHA DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA para conquistarla, ya así lo ha señalado Osvaldo Obregón: "En Collacocha (1956), el peruano Enrique Solari Swayne nos pone en contacto con las fuerzas telúricas de la cordillera andina, al dramatizar el eterno combate entre el hombre y la naturaleza que permite al hombre tomar conciencia de su condición de ser humano"[19].

Asimismo, lo expresa en la Revista AMERICA Nº 26, Le Paisaje 1ére Série, en su artículo "Collacocha de Enrique Solari Swayne: la Construcción de un Paisaje Nacional Peruano"[20], cuando señala: "El tema central de Collacocha es la lucha incesante del ser humano por dominar la naturaleza, por habilitar el suelo "como morada de hombre".

Esto se expresa también al dar lectura a la dedicatoria que hace Solari en su Libro "Collacocha", cuya edición de 1963 pude obtener en original[21]cuando expresa: "DEDICO ESTA OBRA, EN GENERAL, A TODOS LOS QUE ESTÁN EMPEÑADOS GENEROSA, SANA Y VIGOROSAMENTE, EN FORJAR UN PERÚ MÁS JUSTO Y MÁS FELIZ, EN FORMA ESPECIAL, LA DEDICO A TODOS AQUELLOS QUE ESTÁN EMPEÑADOS EN LA HABILITACIÓN DE NUESTRO SUELO COMO MORADA DEL HOMBRE. PORQUE, QUIZAS, ELLOS TAMBIÉN PODRÍAN DECIR, CON EL PROTAGONISTA DE LA OBRA: "ESTAMOS COMBATIENDO LA MISERIA HUMANA Y ESTAMOS CONSTRUYENDO LA FELICIDAD DE LOS HOMBRES DEL FUTURO". El autor. Huaraz, abril de 1955".

Esta dedicatoria no está incluida en la versión que Solari publicara en 1992[22]por el Fondo Editorial de la Facultad de Letras de Universidad Nacional Mayor de San Marcos, refleja el sentir del autor y el tema que trata en su obra.

Es así que el personaje principal de la obra, el Ingeniero Claudio Echecopar, va a tener la inmensa responsabilidad de dirigir los trabajos de construcción de una carretera que atraviesa los Andes peruanos para comunicar la zona de la selva con la región costeña. Esto supone perforar a la tierra a cinco mil metros de altura para construir una serie de largos túneles, amenazados constantemente por filtraciones de agua, aluviones y, sobre todo, por derrumbes y movimientos sísmicos imprevisibles. Junto a él trabajan otros ingenieros más jóvenes y cientos de trabajadores – indios en su mayoría – que arriesgan su vida a cada momento. Toda la obra se desarrolla en este mundo subterráneo, silencioso, oscuro y frío, lo cual subraya aún más el carácter ominoso de la naturaleza, que parece burlarse de los empeños, muchas veces vanos, del hombre.

  •  1.2. EL RESUMEN DE LA OBRA.

La obra es resumida en la misma obra, correspondiente a la versión de 1992, de la siguiente manera:

En la barraca de la Central 2, en el centro del túnel 1, Díaz recibe al ingeniero Fernández que ha llegado para sustituirle: Díaz le advierte que pronto también se cansará de esta forma de vida, sin entender cómo Fernández había abandonado la ciudad para meterse en ese túnel húmedo y helado, porque aquí estaría «sepultado» en el mismo centro de los Andes, a cinco mil metros de altura». Fernández estaba asombrado por la serie de túneles, puentes y quebradas que había visto. Díaz le informó que allá, arriba, estaba la laguna de CoIIacocha. En ese instante, a pie, venía el Ingeniero Claudio Echecopar haciendo retumbar su apellido con el eco… bromeaba con los obreros, demostrándoles ternura en su saludo y consejos.

Cuando son presentados, Echecopar se burla de la elegancia del nuevo ingeniero. Echecopar era feliz en esta barraca enclavada entre la boca de un túnel y un precipicio. Llevaba aquí ya ocho años y tres sin ver Lima… ¡Prefería la humedad, los túneles a la pestilencia de la molicie y la indignidad!

Por el dictáfono, desde la Central de CoIIacocha, Soto le informa a Echecopar que la muerte ronda por CoIIacocha pues en seis horas el nivel del agua ha bajado sesenta centímetros, en consecuencia, miles de metros cúbicos de agua habían desaparecido. Echecopar se burla de este reporte, después se alarma y luego se serena porque entendía que el hombre que deseaba dominar a esta naturaleza debería ser tan fuerte como ella. Pero, Soto tenía razón porque las grietas podrían salir por la quebrada o por el túnel; por eso, le recomendaba que no se trabajara hasta que se normalizara el nivel de la laguna.

Echecopar señala que detener la obra es imposible pues no podría hacer esperar a la civilización tan sólo porque un hombre tuviera miedo. Él estaba dispuesto a asfaltar esa carretera con sus huesos y con los de los demás, pues era un convencido de que se estaba construyendo la felicidad de los hombres del futuro: Irónico, le aconseja que si la muerte rondaba Collacocha, se acostara con ella.

El autor presenta a Bentín como un dirigente sindical «declamatorio» y, ajuicio de Echecopar, «un anarquista de carnaval» que se preocupa más de la democracia en abstracto y no (supuestamente) de los 400 indios que trabajan en Collacocha. A Echecopar le hartaban sus discursos; pero, era injusto, pues él venía a invitarle a una reunión en la que se trataría sobre la «cancelación de los contratos y del pago de las indemnizaciones». Echecopar no asistiría, pues su pragmatismo obcecado le dictaba que su misión en el Perú consistía en hacer su suelo transitable y abrir caminos; « ¡Haz tu revolución como yo hago mis túneles y después hablaremos!» — le conminó. Para Echecopar; mientras él construía caminos por el que pasarán maderas y alimentos para la costa, y máquinas y medicinas para la selva, Bentín discurseaba. Para Bentín; mientras que Echecopar decía que trabajaba para el país y afirmaba despreciar a los plutócratas. Bentín sostenía que era esta plutocracia la que había participado en la construcción del camino que hacía Echecopar.

Cuándo así discutían, por el dictáfono Soto llama a Echecopar, pues había visto entrar en el túnel al primer camión que, por esta vía uniría a la selva con la costa. ¿Quién construyó el camino?… ¿Los derechos del hombre? (la prédica de Bentín)… ¿Tus sanguinarios plutócratas? (sus enemigos de clase) — le preguntaba Echecopar. ¡Ud. ingeniero, Ud.! (el individualismo) — le contesta Bentín, equivocándose increíblemente porque olvidaba a la «masa obrera» (algo inconcebible en un dirigente). ¿Yo?. ¡No, hombre, no! — le corrige Echecopar porque sabía del sacrificio de la masa indígena: Fueron — le dice — «estos pestíferos amados de mi corazón. Mientras tú y yo roncábamos, ellos hicieron el camino, ellos horadaron los túneles y tendieron los puentes»…

El ruido del camión crece, se detiene… y… Taira llega hasta la barraca e informa a Echecopar que el camino estaba como un espejo y le pedía que erradicara el arroyo que había a la entrada del túnel. ¿De qué arroyo hablas? — preguntó Echecopar… De inmediato presintió el peligro… y ordenó que salieran todos… Y como si hablara para sí dice: él arroyo… las grietas… la laguna… ¡la laguna!;… y. demudado, grita: ¡Soto!… ¡Sotoooo!. No entendiendo nada Bentín y Fernández se miran, encogiéndose dé hombros…

Hacía diez minutos, Echecopar había salido: ahora, volvía preocupado y llamaba a la central tres y pedía a Sánchez ordenar que los trabajadores del túnel dos salieran de inmediato, abandonando todo. Aseguraba que tal vez dentro de unos minutos, no quedaría nada de esto. Al fin, Fernández entendió: el agua de Collacocha salía por la quebrada en la que terminaba este túnel. Echecopar le confirmaba que ante un aluvión el hombre era tan sólo un grano de polvo en la tormenta; y les exige que ambos se fueran con los trabajadores ya que el tren esperaría a los obreros que venían del túnel dos.

Echecopar se quedaría para que Soto le comunicara qué ocurría en la quebrada. Si fuera necesario, volaría el túnel para detener un rato al aluvión mientras los obreros se ponían a salvo. Fernández y Bentín deciden quedarse. Echecopar piensa que ya era tiempo que Bentín expusiera su pellejo por sus trabajadores… y ordena a Fernández que llevara el autocarril con la dinamita hasta unos 200 metros antes de la quebrada. Y Soto le informa a Echecopar que el camino se había ya inundado y que el fondo de la quebrada estaba cubierto de agua y que los indios trataban de cruzarla.

Echecopar pide a Soto que cuando escuchara la explosión huyera por las punas: pero, debería tenerle al tanto de lo que ocurriera. También, ordenaba a Roberto para que alertara a todos los pueblos del valle.

Aterrado, llega Sánchez e informa que había sentido que la tierra se rajaba, como si las montañas estuvieran estrujando lentamente el túnel, como si un río subterráneo arrasara grandes piedras. Y, por el dictáfono, desde la central uno. Santiago reporta que hay un gran chorro en el techo del túnel…: « ¡Vete, ponte a salvo! — le contesta Echecopar, él se quedaría hasta que pasaran los obreros… Bentín está nervioso… y en un instante la barraca toda tiembla y se escucha un pequeño ruido. Bentín se aterra… Soto informa que por todas las grietas sale agua y lodo y que esto se hundía… «Vuela el túnel» — le aconsejaba. Bentín huye por el peligro…

Soto informa por el dictáfono que «toda la pared del lado de la laguna se estaba inclinando! ¡Todo se hunde! Echecopar le pide que huyera; a Fernández le ordena que guiara el autocarril… Yo enciendo la mecha… cuando te grite arrancas… ¡Ya!… Y se escucha un ruido sordo… Las luces titilan… Soto decía: «¡Estoy perdido Echecopar!». El ruido es más fuerte y caen piedras sobre el techo de la barraca.

Han pasado cinco años… En la barraca, conversan Fernández y Bentín. Las obras de Collacocha estaban, ahora, a cargo del primero. También, de la Selva hacía dos años había vuelto Echecopar, «El viejo de las montañas»; desde el día del aluvión había quedado roto por dentro porque se sentía responsable de la muerte de Soto. Ahora se acercaba a la barraca haciendo retumbar su apellido con el eco. Se reunían allí para celebrar, pues hacía cinco años que los tres habían vuelto a nacer. Fernández le tenía preparada una sorpresa. Después de abrazarse con Bentín, el viejo declara: «Yo expuse mi vida por el progreso de un país casi salvaje a merced de todos y de todo… Hay que trabajar no solamente para nosotros sino también para los hombres del futuro». Cuando así hablaba, llega el primer camión que pasaría de la Selva a la Costa, guiado por Taira. Ésta era la sorpresa. En ese momento la tierra tiembla: «¡Claro! es la Tierra que brinda con nosotros» —dice el viejo.

Echecopar no asistiría a una ceremonia en la Alcaldía. Al quedarse solo, apaga las luces y escucha la voz de Soto que le hacía saber que se acercaba un camión con 32 tractores para cultivar la selva. Echecopar se sentía feliz, a pesar de que la voz de Soto le informaba que de nuevo, se estaba formando la laguna de Collacocha. ¡No importa! — pensaba el viejo — pues vendría otro hombre, otro y otro que construiría el túnel.

Las luces del camión se pasean por el escenario. Echecopar sale de la barraca y, agitando el brazo hacia el túnel, grita: «¡En Collacocha no ha pasado nada! ¡Absolutamente nada!».

  •  1.3. EL ARGUMENTO

El argumento, es también un resumen, sin embargo difiere en que éste no ahonda en detalles, por ello lo planteo de la siguiente manera:

En la primera escena aparecen los ingenieros Díaz Fernández. El segundo viene a reemplazar a Díaz, quien harto de "túnel, húmedo y helado" desea regresar a la ciudad. Entonces hace su aparición el ingeniero Echecopar que desea fervientemente que se "llene el asfalto del túnel dos", pese a las dificultades. Díaz es su subordinado de Echecopar quien es un ingeniero de más alto rango en la empresa. Echecopar asume algunas actitudes autoritarias con sus subordinados. Soto es uno de los capataces, le avisa a este último que el nivel del agua de la laguna amenaza con inundar el túnel y producir una catástrofe. Echecopar cree que son "niñerías de soto" y no le hace caso. En ese momento, entra el sindicalista Bentín para invitar a Echecopar a una reunión sindical, éste le dice que no ira. Sobreviene el comienzo de la catástrofe, pues se cumplen las predicciones de Soto y éste muere trágicamente.

En el epilogo conversan Bentín y Fernández. Han pasado cinco años de la muerte de Soto. Aparece Echecopar quien quiere recomenzar su tarea de desarrollar al país, en lo que concierne a las comunicaciones terrestres.

  •  1.4. LOS PERSONAJES

El autor presenta a los personajes de la siguiente manera en la versión de 1963, primero enumerándolos de acuerdo al orden de aparición (DÍAZ, FERNANDEZ, ECHECOPAR, ROBERTO, SANTIAGO, SÁNCHEZ, SOTO, BENTIN, TAIRA, UNA MUCHACHA, AYUDANTE, OBREROS y UN MUCHACHO), para que luego explicite algunas características o epítetos a algunos de ellos (personajes principales), concluyendo este punto con sugerir respecto a la raza de los intérpretes y sus edades, lo que hace presumir que el autor se preocupaba por tocar y representar también en esta obra el problema social, la discriminación social, la lucha de clases, las razas, etc.. a continuación citamos al autor[23]

ECHECOPAR es un hombre sumamente varonil, casi rudo, desaliñado. Su habla es pausada y enérgica. Cuando se encoleriza es cortante y casi desmedido. También debe de ser, unas veces tierno, otras socarrón. En el acto II, todo su ser está tocado por un halo profético. En la última escena, su voz es absolutamente serena, íntima y transfiguradamente feliz. FERNANDEZ es un muchacho muy bien educado, tranquilo, varonil, bondadoso y aristocrático. BENTIN es inteligente y no es muy atinado en sus expresiones. SOTO es serio y natural. DÍAZ, frívolo, inconsistente.

Agrega el autor, respecto a los rasgos característica de la RAZA: Conviene, aunque no es indispensable, que Echecopar y Bentín sean mestizos, Díaz y Fernández blancos. EDAD: Echecopar y Soto, entre cuarenta y cinco y cincuenta. Fernández y Bentín entre veinticinco y treinta. Díaz y Sánchez entre veintidós y veinticinco.

En la versión de 1992, sólo se presenta una relación de los personajes, los cuales aparecen en orden de participación, estos son:

  • 1) DÍAZ

  • 2) FERNANDEZ

  • 3) ECHECOPAR

  • 4) ROBERTO

  • 5) SANTIAGO

  • 6) SÁNCHEZ

  • 7) SOTO

  • 8) BENTIN

  • 9) TAIRA

  • 10) UNA MUCHACHA

  • 11) AYUDANTE

  • 12) OBREROS

  • 13) UN MUCHACHO

Por mi parte, tomando como referencia la versión de 1963 (anulada por su autor en 1992[24]hago una descripción e interpretación de los personajes, de acuerdo al orden presentado por el mismo autor.

Antes de ello clasifico a los personajes en PROTAGONISTAS Y ANTAGONISTAS.

PROTAGONISTAS: Aquellos que conjuntamente con el protagonista y personaje principal de la obra: ECHECOPAR, no se intimida en la obra emprendida, sino que lo respaldan o simplemente no reniegan, se le oponen u objetan.

  • a) PRINCIPALES: ECHECOPAR, FERNÁNDEZ Y SOTO.

  • b) SECUNDARIOS: ROBERTO, SANTIAGO, TAIRA, LA MUCHACHA, UN AYUDANTE, EL MUCHACHO Y LOS OBREROS.

ANTAGONISTAS: Aquellos que no se identifican con el protagonista principal (ECHECOPAR), lo contradicen, tienen miedo a los peligros que traen consigo el desarrollo de la obra, que tienen apatía a la obra, no colaboran positivamente, etc.

  • a) PRINCIPALES: DÍAZ y BENTÍN.

  • b) SECUNDARIOS: SANCHEZ.

Así tenemos a continuación:

  • 1. DÍAZ

Es el primer personaje antagonista, desde un inicio en su participación demuestra su apatía en la obra, mostrando aburrimiento, cansancio de soportar su centro de trabajo:

"Se interrumpe para consultar el reloj. Da muestras de aburrimiento[25]

Se caracteriza por ser una persona no proactiva, poco colaboradora, diremos conformista, y hasta exagerando ociosa, preocupado por la hora de descanso:

"Pero, creo ya es la hora del desayuno[26]

Sin embargo, no todo es negativo para este personaje, se aprecia que es una persona tolerante:

"¡El Ingeniero Echecopar es un hombre original! ¿no se lo dije?, Hay que ser tolerante con él…[27]

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  • 2. FERNANDEZ

Es el segundo personaje protagónico de la obra, es el ingeniero joven que llega a Collacocha para reemplazar al ingeniero Díaz en las obras, al contrario de este último, es un personaje reflexivo, con ansias de superación, proactivo, colaborador, decidido, enérgico, prudente, y en cierta ocasión algo falto de prudencia en el vestir y actuar (por ejemplo cuando llega vestido de manera inadecuada y cuando rompe una flor (pág. 26).

Éstas características las tenemos en ciertos diálogos:

"…vengo buscándome a mí mismo"[28]

"Quien sabe esto dependa del carácter de cada uno"[29]

"Quizás no sea tan difícil"[30]

"Yo no soy monigote, ¿entendido?"[31]

"¿Me he quejado, acaso?[32]

"¿Te das cuenta, Fernández? ¡Sí en el Perú hubiese mil hombres como tú?"[33]

Estos son algunos de los diálogos que resumen el temperamento y la caracterización de Fernández, quien podría decirse que llega a ser el discípulo de Echecopar, no sólo por haber asumido su cargo luego de la catástrofe, sino por haber tenido el coraje y la virtud de haber sabido sacar adelante las obras en Collacocha y amar su trabajo en él, y por el ende el desarrollo de la civilización en la indomable naturaleza que representa la serranía peruana.

Fernández representa para el autor la juventud del mañana, el cambio, la valentía (que parafraseando a Echecopar consistía en el preocuparse por sus semejantes) dejando claro está actitudes radicales de nuestro protagonista, como el mismo reflexionara luego de que en soledad no se puede vivir, dejando también la tosquedad y la intransigencia negativa de no querer tolerar las ideas y actitudes de los demás.

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  • 3. ECHECOPAR (Apodado el Viejo de las Montañas)

En este mismo sentido analizar al personaje principal de la obra puede resultar copioso, y quizás diré propio para un tema monográfico propiamente dicho, sin embargo quiero detenerme sólo en algunos de ellos, quizás también los que ha señalado el mismo autor:

"ECHECOPAR es un hombre sumamente varonil, casi rudo, desaliñado. Su habla es pausada y enérgica. Cuando se encoleriza es cortante y casi desmedido. También debe de ser, unas veces tierno, otras socarrón. En el acto II, todo su ser está tocado por un halo profético. En la última escena, su voz es absolutamente serena, íntima y transfiguradamente feliz."

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Estas características se ven reflejadas por ejemplo:

"¿Para qué demonios me mandan a mí monigotes disfrazados de ingenieros?"[34]

"Así me gusta muchacho. Haga todo con cuidado"[35]

"Yo trabajo para no morirme de hambre, y también para ser útil"[36]

"…No se puede hacer esperar a la civilización, tan sólo porque un hombre tiene miedo"[37]

A continuación su célebre frase, que repercute como meollo central del tema de la obra:

"Estamos combatiendo la miseria humana y estamos construyendo la felicidad de los hombres del futuro"[38]

Expresión que va acorde cuando dice (pág. 45): "…Mi misión en la tierra es habilitar nuestro maldito país como morada del hombre, hacer su suelo transitable, abrir caminos, para que los hombres se acerquen por ellos…"

Y hasta el mismo se caracteriza en la misma página cuando discutiendo con Bentín dice: "Estoy obcecado, además soy gruñón, majadero, terco sucio y retrogrado"; sin embargo, es un hombre que ama el desarrollo, ama a los demás, se preocupa por lo demás, califica a los idealistas como Bentín como resentidos y envidiosos, y a los poderosos como mentirosos e insensibles. Puntualiza su diálogo con Bentín indicando que: "Haz tu revolución como yo hago mis túneles…".

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Es también generoso y desprendido, como por ejemplo cuando regala su reloj a Jacinto Taira. Es paternal cuando dice: "Mis hijos son estos indios".

Es un hombre práctico y valiente, y nos da enseñanzas de ello en los siguientes diálogos:

"¿Y qué me importan a mí las ideas? ¡Me importan los hombres! ¡Solamente los hombres! Sé generoso, honrado y valiente y piensa como te dé la gana…"[39]

"Acuérdate, ahora, de que el verdadero valiente es el que defiende a los demás"[40]

Así lo han visto los autores, por ejemplo ARTHUR NATELLA, JR., expone: "El fundamental sentido… del ingeniero Echecopar se resume en tres palabras: amor sin condiciones, libertad irrestricta y acción fecunda. ¿Si es Nietzsche? No sé…Me temo que el adjetivo le quede algo grande. En cuanto así es nazi, o comunista, o monárquico, o laborista, creo que el mismo lo dice con claridad: "¿Y qué me importan a mí las ideas? ¡Me importan los hombres! ¡Solamente los hombres! Sé generoso, honrado y valiente y piensa como te dé la gana."[41]

La enseñanza que el protagonista rescata de su sucesor, y que compromete a todos nosotros es que como seres sociales debe un saber convivir entre los congéneres y saber tolerar y cooperar. Se desprende:

"Ahora comprendo que no se puede vivir en solitario en medio de los hombres. Tú me lo has enseñado"[42]

Al final de la obra se presenta a un Echecopar meditabundo marcado por el sentido de culpabilidad por la muerte de los 180 obreros del túnel dos y por la muerte de su capataz Soto, superado por su mismo sentimiento de desarrollo y por el carácter que hemos descrito. Y finalizando por un sentir místico al explicitarse la conversación con el fantasma (voz) de Soto y de lo que consistía su misión, y que por más que la naturaleza destruya nuevamente el túnel, siempre habrá otro hombre que lo haga, concluyendo con la idea que somos un devenir en la historia al expresarse que ¡En Collacocha no ha pasado nada! ¡Absolutamente nada!

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  • 4. ROBERTO

La participación de este personaje secundario es breve, se conoce que era el encargado de la central del campamento, está atento a las disposiciones de Echecopar, atento a contestar el dictáfono.

Se encuentra participando en la página 29 y en las páginas 73 al 75, es el primero en recibir las órdenes de Echecopar para que toda la gente del campamento se ponga a salvo en los cerros y que propague la noticia por los pueblos del valle, se aprecia en los diálogos a una persona atenta, obediente, leal, valiente y decidido.

  • 5. SANTIAGO

Se encuentra participando en la página 29 y en las páginas 77 al 78, es el encargado de la central uno, informa a Echecopar del desorden que se ha generado por la alerta del aluvión, se aprecia de los diálogos un personaje atento a su puesto de trabajo, sin embargo, poco sereno y algo alarmista.

  • 6. SÁNCHEZ

La participación de este personaje secundario, considerado antagónico, por los siguientes: En su primera participación en las páginas 29 al 31 de la versión estudiada de Collacocha, se aprecia que este personaje no se encuentra en su puesto de trabajo, tal es así que se le compara como un Ministro, porque: "Jamás se encuentra", como el encargado de la central tres debería estar atento a las coordinaciones y disposiciones del Jefe, trata de dar una disculpa no atendida, por lo que se le advierte que se le podría despedir.

Su participación más destacada y en donde se le puede caracterizar mejor es en los diálogos obtenidos entre las páginas 73 al 78, primero por aterrorizado, alarmista, desesperanzador, cuando grita: "¡La tierra se está hundiendo! Las montañas nos aplastan", agrega luego; "¡Nos aplastará como a gusanos…como a gusanos!", tal es la desesperación que Fernández y Bentín se ven en la obligación de taparle literalmente la boca. Luego salé gritando buscando ponerse a salvo.

  • 7. SOTO

Es el personaje protagonista héroe, como encargado de la central de la central cuatro o central de Collacocha (de la Laguna), era el encargado de informar a Echecopar de la situación de la obra en la quebrada y cercanos a la Laguna, es el héroe de la película al haberse mostrado hasta el último valiente ante la desgracia generalizada por la inminente catástrofe que significaba el aluvión originado por la laguna.

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Es un personaje proactivo, en la página 31, cuando por primera vez Echecopar intenta establecer contacto con él, le indica el ayudante que ha salido, y por lo que se desprende estaba supervisando el nivel de las aguas de la laguna e iba a informar al campamento a Echecopar. Posteriormente hace su entrada conforme se detalla a fojas 34, y expresa su primera expresión de advertencia ante la posibilidad de la desgracia:

"Echecopar: ¡la muerte está rondando en Collacocha"[43]

Es una persona tolerante y valiente, tal como lo demostró al permanecer hasta el último momento ayudando a la gente a huir, advirtiendo e informando a Echecopar:

"¡Yo no tengo miedo![44]

Fue también el primero en informar a Echecopar la llegada del primer camión que llegaba a Collacocha, simbolizando el desarrollo la unión de los pueblos del Perú, esto se aprecia en la página 48. Posteriormente cuando Echecopar advierte que existe la posibilidad del derrumbe del túnel por el aluvión que originaría la laguna, es informado a fojas 69, y ante ello y a solicitud del jefe se mantiene en su puesto, encomendándose al Supremo:

"Que sea como Dios quiera…"[45]

Echecopar, subraya la característica de Soto, en la página 72, cuando le dice: "…nunca he dudado de tu valor. Acuérdate, ahora, de que el verdadero valiente es el que defiende a los demás.", a lo que esté le responde:

"Puede confiar en mí"[46]

Y lo demostrará hasta el final, como se describe en los folios 95 y 96, cuando informa que todo se hunde, y en la cual Echecopar se le ordena que huya, cerrando de esta forma la segunda parte de la obra, con el llamado de auxilio: ¡¡¡ECHECOPAR!!!.

En la tercera parte de la obra, se tiene la presencia de este personaje, a manera de fantasma, como una voz de ultratumba, representando a la trascendencia y ejemplo que dejan los hombres de valor. El diálogo que tienen estos dos últimos, son los finales de la obra a manera de conclusión (Páginas 121 al 124).

En este último diálogo se extrae la siguiente enseñanza a decir del protagonista: "…el anillo se ha cerrado! Lo que vivió y murió, ha nacido nuevamente. El eterno ciclo se ha cumplido y Echecopar es un hombre feliz", y ante la amenaza de la formación de la misma laguna, categóricamente enuncia: "¡Qué importa! Vendrá otro hombre y otro y otro y muchos más. Y, un día, nuestro hijos estarán parados firmes y para siempre sobre el suelo que supimos conquistar". Finalmente, a manera de sentencia, expresa: "En Collacocha no ha pasado nada! ¡Absolutamente nada!".

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  • 8. BENTIN

Es el personaje que más destaca por su antagonismo al protagonista, es el sindicalista que dirige a los obreros, se deduce que es un indígena, el cual debe tener cierta preparación académica, es un tipo leído, conoce de literatura, de ideologías socialistas, etc. Tuvo su formación en la ciudad de Tarma (según sus propio recuerdos en el desarrollo de la trama).

Bentín es un tipo idealista, representa la voz del pueblo; sin embargo, es considerado por el protagonista como un personaje resentido y envidioso de los que más tienen. Es un tipo impráctico y timorato, que supera en algo su cobardía ante el desastre con la presencia de Echecopar y Fernández.

Bentín refleja su sentir en expresiones como:

"Me refiero al problema social de los hombre"[47]

"¡no hay distancias en el mundo! Y donde las hay, los valientes las salvan"[48]

"A su lado, me siento tranquilo. Además, con su actitud, me ha hecho Ud. reflexionar sobre mí mismo"[49]

Es un personaje con el cual Echecopar tiene más diálogos de los cuales extraen muchos mensajes, principalmente dados por el protagonista. Bentín, participa desde la página 40 y se tiene su presencia hasta casi al final de la obra, conjuntamente con los dos protagonistas: Echecopar y Fernández.

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  • 9. TAIRA

Su participación se tiene en dos momentos, en la primera en la página 53 y la segunda la página 116, es el chofer del camión quien llega a Collacocha en dos momentos claves. Primero al terminar el primer acto, dando el indicio de la desgracia al referirse al arroyo; y luego, cuando por segunda vez y después de cinco años de la catástrofe hace su nuevo ingreso a Collacocha con el primer camión que venía de la selva a la costa.

Taira puede decirse que es un indígena, natural de San Pedro de Lloc, en la serranía de la Libertad. Representa para nuestro autor el mensajero del desarrollo, el heraldo de las buenas nuevas, a decir de Echecopar: "…Porque tú. Jacinto Taira, eres el hombre que cantó el himno al progreso donde nunca antes se escuchara"[50]

  • 10. UNA MUCHACHA

Es mencionada por Soto en la página 92, y a quien salvan al final, y por lo cual no se voló antes el túnel, y que se espera, de lo contrario pudo salvarse Soto. Participa en la página 95, cuando llega corriendo antes de huir Echecopar gritando: ¡TAITAAA!.. ¡TAITAAA!… ¡TAITAAA!. En líneas finales en la página 106, se conocerá su nombre como María, quien es mencionada por Fernández, y que ahora vive con Echecopar. Simboliza la lucha y el agradecimiento.

  • 11. AYUDANTE

Su participación atenta se aprecia en la páginas 31 y 32, es el asistente de Soto en la central cuatro o central de Collacocha.

  • 12. OBREROS

Los obreros tienen participación permanente en la obra pero no de forma activa, sino como entes fundamentales del desarrollo en la construcción del túnel y el asfalto de los caminos.

Los diálogos más importante de ellos con el protagonista de la obra se tienen en las páginas 19 al 22, en ellas se destaca la sencillez de los mismos, su sentir o identificación con la obra que construyen y con su director (a quien llaman patrón), tal es así cuando se encuentran le dicen que no les importa el frío porque cuando lo oyeron a Echecopar se ponen alegres y se olvidan del frío, este con todo amables les dice que son sus hijos, que les ha hecho preparar café.

El sentimiento entre los obreros y el personaje es de confianza, hasta el punto de poder hacerse bromas, preguntar por su familiar, pedir que sean el padrino y ofrecer llevar el licor para el brindis. En una relación de hermandad y respeto mucho.

  • 13. UN MUCHACHO

Su participación minúscula, pero a la vez trascendental se da en la página 115, cuando advierte a nuestros personajes: "TAITAS: KAMMIONMI CHEKAMUNAM!, "TAITAS: KAMMIONMI CHEKAMUNAM!, "TAITAS: KAMMIONMI CHEKAMUNAM! Que, quiere decir en castellano: ¡SEÑORES, EL CAMIÓN ESTÁ LLEGANDO!

Esta expresión significaría para nuestros personajes el cumplimiento de los sueños, de las metas, de los objetivos trazados, el encuentro de la selva con la costa y viceversa, el desarrollo para el Perú, el abastecimiento de medicinas de productos, en fin… la concretización de su misión. Tal alegría es desbordada por el protagonista a fojas 116.

  •  1.5. MENSAJE

El mensaje que nos plantea la obra principalmente es respecto a los problemas sociales, la lucha de clases, la explotación social, y el desarrollo y el progreso nacional a costas de la masa obrera.

  • 2. ANÁLISIS DE LA FORMA DE LA OBRA (CONTINENTE)

  •  2.1. TÍTULO

"COLLACOCHA" sugiere la existencia de un lugar, cuya existencia no he podido dilucidar, si es que es producto sólo de la imaginación del autor o tiene sus raíces en una geografía real o parecida a ella, o es que se ha inspirado en situaciones reales acaecidas en nuestra historia contemporánea correspondientes a la década del 50"; sin embargo, tomando como referencia el nombre, y en base al origen de la palabra (ETIMOLOGÍA), nos orienta a lo siguiente:

COLLA[51](Voz quechua). 1. adj. Se dice del individuo mestizo de los pueblos diaguitas, omaguacas, atacamas, quechuas o aimaras, asentados en la Puna o provenientes de ella. U. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a los collas. 3. com. Bol. Persona que habita en las mesetas andinas. 4. com. Bol. Persona que ha nacido o vive en la región occidental de Bolivia.

COCHA[52](Del quechua kocha, laguna). 1. f. En el beneficio de los metales, estanque que se separa de la tina o lavadero principal con una compuerta. 2. f. Bol. y Ec. Laguna, charco.

De esta explicación podríamos decir que COLLACOCHA se refiere posiblemente a una laguna ubicada en el altiplano o en Bolivia, sin embargo, he realizado una consciente revisión tratando de concordar los datos de la obra con lugares reales, pero no he obtenido resultados positivos de una laguna llamada COLLACOCHA que exista en la actualidad, ni que haya existido.

De acuerdo a algunas opiniones, se puede decir que el autor se refería a COLLACOCHA a un lugar en el altiplano o en el Cusco, ya que existe información de que en el valle de los incas hay una quebrada con ese nombre. Para otros, se habría inspirado en las serranías de Piura, ya que se hace referencia a un caserío de nombre Huarmaca; sin embargo, me inclino a pensar que Solari tuvo como inspiración la serranía de Ancash.

Y cuáles son nuestras razones: a) Existe una laguna y un lago de nombre parónimo, como es la de CONOCOCHA, y otras lagunas de similar nombre, de la costa por Paramonga a la sierra existe un camino que hasta la fecha no conduce al callejón de Huaylas, b) Por la presencia de varias lagunas, túneles, puentes y caminos, c) Por la presencia acentuada de los andes peruano, representadas por las cordilleras blanca y negra, mencionada en la obra como estamos en el centro de los andes, d) Por la altura descrita a aproximadamente cinco mil metros de altura, altura acorde con la real, e) En Piura y Cusco no existe alturas de los andes de 5,000 metros sobre el nivel de mar, f) En Piura no se tiene un caserío de nombre Huarmaca sino un pueblo, toda una ciudad (un distrito), y, g) La más importante porque el autor habría escrito su obra en la serranías de Ancash, conforme lo dice Arriola (obra citada), sino porque en la dedicatoria de su obra (versión de 1963), Solari se sitúa personalmente en Huaraz en 1955.

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  •  2.2. ÉPOCA, MOVIMIENTO, GÉNERO Y ESPECIE LITERARIA

La época en la que se escribe COLLACOCHA es la ÉPOCA CONTEMPORÁNEA, desarrollado en el siglo XX, el MOVIMIENTO LITERARIO "LA GENERACIÓN DEL 50"". El Género es el TEATRO y al Especie el DRAMA. Toda vez que interrelaciona elementos de la comedia y tragedia.

  •  2.3. EL ESCENARIO

El autor al respecto ha variado en el tiempo la forma de presentar el escenario de la obra teatral, en la edición de 1963, describe el escenario de la siguiente forma:

"El escenario, que es igual para los tres actos, está constituido en la siguiente forma, (desde la perspectiva de los actores): A la izquierda, una tosca cabaña de troncos, con techo de calamina. La pared izquierda es de roca y presenta una gran abertura, (es la ventana del abismo). A la derecha, una puerta que da hacia el socavón. A la derecha del escenario un socavón que, termina en uno o dos grandes arcos de roca. Se sobreentiende que este socavón da ingreso al túnel.

En la cabaña se encuentran dos escritorios y aparatos de ingeniería, (mesa de dibujo, reglas T, teodolitos, etc.) En la pared del fondo de la cabaña se ve un gran plano de la región, que puede ser el siguiente:

En las otras paredes debe haber dos clavos, para colgar un manojo de llaves y un rollo de mecha. El mapa debe estar colgado en tal forma que caiga al suelo al producirse el último temblor de tierra. Al lado derecha de la puerta de la cabaña, llave de luz."

En la edición de 1992, Solari presenta el escenario de una manera más suscinta:

"El escenario está constituido en la siguiente forma, desde la perspectiva de los actores: a la izquierda, una tosca cabaña de troncos, con techo de calamina. La pared izquierda de la cabaña es de piedra y presenta una abertura, que es «la ventana del abismo». La pared derecha de la cabaña tiene una puerta que da a un socavón. En el extremo derecho del escenario, el socavón presenta uno o dos arcos de piedra, que, se sobreentiende, comunican el escenario con el túnel.

En la cabaña se encuentran dos escritorios y aparatos de ingeniería, como reglas T, teodolitos, mesa de dibujo. En la pared del fondo, se ve un gran plano de la región y clavos, de los que cuelgan diversos objetos, como llaves, rollo de mecha, etc. Junto a la puerta, llave de luz.

Por mi parte, sustento que el escenario se ambienta en la representación de la serranía peruana, especialmente en los andes peruanos, inspirado el autor en los túneles, quebradas, caminos, puentes, lagunas, etc., que existen y existían en el departamento de Ancash, ello entendiendo a lo que expone Arriola en su texto, y apreciando la dedicatoria de Solari en su obra firmada en Huaraz en 1995.

El escenario se centra fundamentalmente en la barraca (cabaña) ubicada aproximadamente a la mitad del túnel número uno (central dos) que construyen los obreros bajo la dirección de Echecopar, el túnel de acuerdo a nuestro cálculos debía tener aproximadamente dos kilómetros (2,000 metros de longitud), en dicho lugar por ende debe reflejarse un ambiente de luz tenue, y poco acogedor, seguramente con mobiliario viejo, sucio y en mal estado de conservación, y algo desordenado por lo apresurado de las actuaciones de los personajes y por el sentir del personaje principal.

Otro aspecto importante del escenario es el uso de la utilería que debía de usarse al momento de representación, Solari anotó últimamente una nota:

NOTA: A la entrada del Teatro, se debe poner un cartel, dando a conocer al público que durante la obra, se simulan temblores de tierra. Debe avisarse, también que si, por extraña casualidad, se produjera, durante la función, un verdadero movimiento sísmico, el público será expresamente avisado.

Esto resulta muy importante para darle el dramatismo y realidad a lo que ocurría, y eso lo destaca desde un inicio al escribir la obra, en la versión original ha destacado un ítem previo respecto a los temblores, y con éstos debían de hacerse:

Los temblores deben de ser de distinta intensidad. Los primeros son relativamente débiles y el último muy fuerte. Los temblores tienen todos sus ritmos crecientes. La mejor manera de lograrlos es golpeando rápidamente con los puños las puertas de ingreso al escenario, a falta de ellas, grandes cajones vacíos, que produzcan un ruido sordo y lejano. En el momento culminante del temblor, debe remecerse también la Cabaña. Al producirse los dos últimos temblores, debe titilar la luz de la cabaña. Igualmente, en ambos, pero más en el último, debe arrojarse pequeñas piedras sobre el techo de calamina de la cabaña.

Por último Solari, también añadió la siguiente nota:

"En la entrada al teatro, conviene poner un cartel dando a conocer al público que durante la pieza se simulan temblores de tierra. Puede, también, avisarse que sí, por extraña casualidad, se produjera durante la. representación un verdadero movimiento sísmico, el público será avisado expresamente."

Para la representación de Collacocha en la actualidad se tienen muy diversos medios tecnológicos modernos que pueden facilitar las cosas para la realización o imitación de los temblores, así como por los mismos avances se pueden diseñar un mejor escenario a comparación de lo que pudo haberse ofrecido en la década del 50" cuando se ofreció por primera vez su representación. Y aun cuando se contaba con menos recursos tecnológicos obtuvo un impacto y trascendencia en el país y en el mundo, particularmente en América, habiéndose representado innumerables veces en escenarios del Perú y el mundo por muchas décadas.

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  •  2.4. EL VESTUARIO

Plantea Solari, primigeniamente que el vestuario debía ser de la siguiente manera:

"Ropa de campo para ingenieros: slacks, botas de media pierna, cascos. El vestuario debe corresponder a una región muy fría, (bufandas, guantes). La ropa de Fernández debe ser elegante (casco y botas nuevas, casaca de piel).

Luego en la última versión (1992), indica:

"Ropa de campo para ingenieros, que debe corresponder a una región muy fría."

El vestuario como lo dispone el autor debe ser propicio para la zona andina del Perú, hoy día como se ha indicado en el caso del escenario se cuentan con mayores ventajas logísticas para la elaboración de un mejor vestuario, maquillaje y ambientación, la misma que debe ser acorde con la época (1950) debe tener el estilo del vestir de la época (véase ilustración que presentamos en el primer capítulo).

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  •  2.5. ESTRUCTURA DE LA OBRA LITERARIA

Para este apartado, hemos de explicar previamente que hemos tomado conocimiento que COLLACOCHA de acuerdo a lo expuesto en la página cuatro de la versión de 1992, con la que contamos para el estudio de este tema tuvo cinco ediciones:

  • 1. Lima, IBM Wold Trade Corporation. 1961.

  • 2. Madrid. Teatro peruano contemporáneo. 1959.

  • 3. Lima, Populibros Peruanos. Primera serie. 1963.

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  • 4. New York. Teatro hispanoamericano. Tres piezas. 1965.

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  • 5. Lima, Fondo Editorial de la Facultad de Letras UNMSM. 1992.

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Cuento con las versiones de 1963 y 1992, sin embargo para este estudio me guiaré de la primera, toda vez que es más completa y original, la versión de 1992, es más breve y adaptada más para el teatro. Y no sólo por ello, sino porque en la versión de 1963 (POPULIBROS), se marca la diferencia en las partes estructurales de la obra, aquí se denominará: COLLACOCHA. DRAMA EN TRES ACTOS, mientras que en la versión de 1992, hay una unidad de los actos con un epílogo ante una breve pausa, esta la denomina: ACTO ÚNICO y EPÍLOGO.

En ambas versiones se tienen los elementos principales de su estructura, tomo como referencia la versión de 1963:

EL PLANTEAMIENTO.

Lo tenemos en la parte introductoria de la obra y en todo el ACTO PRIMERO de la obra, desde la página 13 al 56, en donde se describe el lugar, haciéndose un RETRATO de la obra, es decir, una prosopografía y etopeya, es decir una descripción externa e interna de los personajes y el lugar.

Cada uno de los actos contarán con intermedios, los cuales aconseja Echecopar de la siguiente manera:

"El Intermedio. Entre los actos I y II debe concederse al público una pausa de cinco minutos; entre los actos II y III, una pausa de quince minutos."

EL NUDO:

El NUDO se desarrolla en el ACTO SEGUNDO, desde la página 59 al 96, en la se entrecruzan los hilos de la historia de los personajes ante la inminente amenaza.

En esta parte de la obra se expresan los diálogos de trascendencia para la obtener el mensaje del autor. Asimismo, en el nudo de Collacocha está nutrido de diálogos que hacer tener expectativas de lo que ocurrirá.

EL CLÍMAX

El CLÍMAX de la obra es el momento culminante y el resultado del nudo, y esto sólo se tendrá en la página 95 y 96, cuando todo se derrumba y todo se hunde, y muere Soto y los 180 indígenas obreros.

EL DESENLACE

El DESENLACE de la obra es el momento restablecedor de la obra, aquí en Collacocha se presenta el desenlace como una suerte de restablecimiento y recomposición de la situación.

Comprende el TERCER ACTO, escrito desde la página 99 al 124 de la obra (1963), en la versión de 1992 se le conoce como EPÍLOGO.

En el desenlace se aprecia la reconstrucción de las obras en Collacocha.

Por otro ello, podemos expresar así en concordancia con el profesor OSVALDO OBREGÓN[53]que la acción dramática de Collacocha se organiza en una triple secuencia: CONSTRUCCIÓN – DESTRUCCIÓN (ALUVIÓN, SISMO) – RECONSTRUCCIÓN (EN GRAN PARTE ELÍPTICA).

  •  2.6. ANALISIS LEXICOGRAFICO

He aquí algunas palabras para nuestro vocabulario, asistidos por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española vía web:

AUTOCARRIL: (Pág. 13) Coche de ferrocarril propulsado por un motor de combustión interna.

SLACK: (Pág. 13) Es una palabra inglesa, que significa Holgura, por el contexto debe referirse a los pantalones sueltos de los ingenieros de caminos.

Partes: 1, 2, 3
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