Hugo Nario describió la dura vida de los picapedreros: "Despeñarse, quedar aplastado por el desprendimiento de piedras o cascajo, perder un ojo reventado por una escalla o por un pinchote mal templado, morir destrozado por una voladura imprevista, caer bajo las ruedas de las zorras que bajaban cargadas de material desde lo alto de la pendiente, o carros cuyo control de descenso se perdía, y volcando arrastraban por el precipicio a caballos y conductor. Y en todo tiempo, el arresto, el allanamiento, las redadas, días y meses de encierro, la amenaza de la deportación, a veces sin proceso" (3).
Escribe Nélida Boulgourdjian-Toufeksian: "En la localidad de Berisso estaba el frigorífico Armour La Plata S.A. que inició sus operaciones en 1915. Entre dicho año y 1930, el 60% de su población obrera estaba constituida por hombres y mujeres provenientes de Europa y Asia. Los armenios compartieron con los italianos, españoles, rusos y árabes, las pesadas tareas en desfavorables condiciones de trabajo" (4).
En "Flandria, la ciudad-fábrica cuyo espíritu vive en una banda", Jorge Iglesias se refiere al belga Julio Steverlynck; presenta, además, el testimonio de personas que estuvieron vinculadas a la Algodonera Flandria. Iglesias escribe: "Por cierto, en la Argentina de finales de los veinte, encontrar un obrero textil calificado era tarea de cíclopes. Así, Steverlynck le abrió las puertas de la fábrica a gran cantidad de inmigrantes españoles e italianos. Toda gente que había dejado sus raíces. Gente que venía a ‘hacer la América’. Mejor, ¿por qué no?: a hacer la Flandria… Pero, como la gente trabajando se hace, de los telares no sólo salieron telas, como se verá, también salieron ‘hombres de Flandria’ " (5).
Aurora Alonso de Rocha se refiere a los editores de periódicos de Olavarría, localidad bonaerense: "Los españoles, dueños de un buen idioma hablado y, seguramente, monopolizadores del español escrito en un país babélico, eran los editores obligados" (6).
Víctor Dorsch se refiere a las diferentes actitudes que se manifestaban hacia los inmigrantes: "Surge en mi memoria la evocación maternal de la señora Beatriz, como la llamábamos todos los que fuimos sus alumnos (…) en aquellos años de su permanencia en Hernández, que por cierto no fueron pocos. (…) a nosotros (…) se nos conocía por el mote despectivo de rusos (pero) aquella buena maestra no hacía ningún distingo entre los así llamados y los que, por su ascendencia española, italiana o nativa, no pertenecían a esa casta un tanto despreciable (sic)" (7).
A partir de la historia de una pareja de inmigrantes judíos, Alicia Dujovne Ortiz se refiere a los españoles, entre otros. Ella afirma: "En el respeto mutuo estaba la clave del entendimiento entre esas dos personas valerosas que habían abandonado sus aldeas natales y llegado a la Argentina solos, casi adolescentes. Lo demás –pasar por el siniestro Hotel de Inmigrantes y por el patio del conventillo que calentaba el alma con sus olores y sus idiomas mezclados, aprender un castellano cuyo diptongo en ue jamás pudieron pronunciar, pero al que igual domaron e hicieron suyo- equivale a la historia de todo inmigrante, cualquiera que haya sido su nombre: Marcello, Manolo, Moishe o Mustafá" (8).
Una exiliada española brinda su testimonio a Schwarsztein: "En el Massilia iban muchos artistas, escritores y periodistas españoles. Con ellos viajaban numerosos refugiados judíos polacos e italianos. Juntos compartían la tercera clase en condiciones deplorables de hacinamiento y promiscuidad. El viaje fue largo. Ver por última vez las costas españolas fue muy triste, pero era la libertad. El grupo se integró maravillosamente, no se conocían de antes ni tenían en definitiva nada en común, salvo la guerra. Todos sintieron un profundo odio hacia la tripulación francesa que los trataba mal, y que tanto odiaban a los rojos como a los judíos. Fueron horribles las peripecias vividas a bordo ante la amenaza constante de los submarinos nazis. Finalmente, el Massilia atracó en Buenos Aires, desde donde seguirían viaje a sus destinos finales en otros países. MC recuerda que, mientras los pasajeros esperaban a bordo el inicio de la nueva etapa de su viaje, se presentó en el puerto Natalio Botana, director del periódico Crìtica, que, sorpresivamente, ofreció a los españoles una suma importante de dinero para facilitar su asentamiento en la Argentina". Consiguió, además, "del presidente Ortiz el permiso para que ese puñado de hombres, mujeres y niños pudieran afincarse legalmente en el país" (9).
En septiembre de 2000, se inauguró Casa FOA en el Hotel de Inmigrantes. El estudio de Laura Ocampo y Fabián Tanferna, que tuvo a su cargo la ambientación de uno de los dormitorios, "antes que una reconstrucción histórica, prefirió hacer un homenaje a todos aquellos que vinieron con el coraje de iniciar una nueva vida" (10). Para ello, contaron con la colaboración de algunos de los inmigrantes que se hospedaron en el Hotel, quienes narran sus historias en sendas grabaciones. Son estos hombres y mujeres los húngaros Antonieta Rubido Zichy de Eicket, Américo de Gosztonyi, Esteban Bergner y Eugenio Weisz; Ana Wasinger de Schaab, nieta de ruso alemanes, y el español José Pereira Barros.
"Piratas, gauchos, damas antiguas, marqueses versallescos, zorros (negros y blancos), diablitos, hadas, aldeanas, lagarteranas, baturros, tiroleses y andaluces, gitanas y pajes medievales aparecían en esas páginas como un convite a la consagración y apoteosis del hermoso período anual. (…) Vacaciones no tenía, pero disfraces sí, ¡y qué disfraces! Payaso, pollito, holandés, bailarín ruso, gaucho, mexicano, sargento americano y teniente argentino. Las fotos atestiguan mi felicidad y las poses son las de un gordito decidido a ser estrella" (11).
Chola recuerda que su hermano, Carlos Alberto Barberio, era muy travieso de niño. Pero esos recuerdos de la infancia chocan con la realidad. Hoy es un hombre de 76 años en sillas de ruedas y cuadripléjico, aunque con una fe inquebrantable para -desde su mundo- intentar cambiar al mundo. Nacido en Villa Pueyrredón en 1929, Carlitos sufrió un terrible accidente en la esquina de Artigas y Cochrane cuando sólo tenía cuatro años. Allí fue atropellado por un colectivo de la línea 4, hoy 127, que le provocó múltiples heridas. Si bien al principio pareció un susto, con el correr del tiempo fueron apareciendo síntomas que marcarían su vida. (…) Carlitos es el único varón de siete hermanos. Luego del accidente sus padres Lucas, un italiano de Taranto, y Pilar, una española de Madrid, lo cuidaron con devoción en la casa de la calle Terrada al 5100, en donde todavía vive" (12)
Notas
- Estrada, Santiago: Viajes y otras páginas literarias. 1889. Citado por Jorge Páez en El conventillo, Buenos Aires, CEAL, 1970.
- Corsetti, José L.: "Lejos del corralito, cerca de la naturaleza", en La Nación, 27 de enero de 2002.
- Nario, Hugo: "Cortando piedra", en Todo es historia, N°178, Marzo de 1982.
- Boulgourdjian-Toufeksian, Nélida: Los armenios en Buenos Aires. La búsqueda de la identidad (1900-1950). Buenos Aires, Centro Armenio, 1997.
- Iglesias, Jorge: "Flandria, la ciudad-fábrica cuyo espíritu vive en una banda", en La Nación, Buenos Aires, 28 de enero de 2001.
- Alonso de Rocha, Aurora: "Los gallegos en Olavarría", en El Tiempo, Azul, 30 de octubre de 1994.
- Weyne, Olga: El último puerto. Del Rhin al Volga y del Volga al Plata. Buenos Aires, Editorial Tesis/Instituto Torcuato Di Tella, 1986.
- Dujovne Ortiz, Alicia: "La memoria de las mujeres", en La Nación Revista, Buenos Aires, 28 de noviembre de 2004.
- Schwarsztein, Dora: "La llegada de los republicanos españoles a la Argentina", en Estudios Migratorios Latinoamericanos, Nº 37, CEMLA, Buenos Aires, 1997.
- Ocampo, Laura y Tanferna, Fabián: "Testimonios", folleto escrito para Casa FOA 2000.
- Pinti, Enrique: "La Argentina según Enrique Pinti. Carnavales eran los de antes", en La Nación Revista, Buenos Aires, 6 de marzo de 2005.
- Perpignan, Javier: "CARLOS BARBERIO ES UNO DE LOS VECINOS MAS SOLIDARIOS DE VILLA PUEYRREDON El rey que no necesita corona", en El Barrio, Buenos Aires, Diciembre de 2005.
Andaluces
José María Torres, nacido en Málaga en 1823, falleció en Entre Ríos en 1895. En Juvenilia, Miguel Cané lo evoca con gratitud: "En cuanto a mí, creo haber contribuido no poco a hacerle la vida amarga, y le pido humildemente perdón, porque sin su energía perseverante, no habría concluido mis estudios, y sabe Dios si el ser inútil que bajo mi nombre se agita en el mundo no hubiera sido algo peor".
Notas
- Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
Asturianos
Niní Marshall, hija de asturianos, escribió sus memorias. Afirma Fernando Noy: "Previsora, para disipar dudas sobre sus procesiones por los laberintos de la memoria, ella nos legó, acicateada por su amigo y representante Lino Patalano, la invalorable Autobiografía donde emerge, con astucia de autora consumada y en una sesión de magia interminable, tan verosímil y viva como siempre, quizás de un modo inconciente desdiciendo aquella frase-consigna en uno de sus libretos radiales: ‘Déjenos contarle algo, déale. Si no va a parecer una mujer demasiado misteriosa, de esas que salen al cine y después les agarra la mamesia al cerebro’. Y si era necesaria mucha ‘propicacia’ para hacerlo, sospecho que sólo quiso recompensarnos con estas páginas a modo de despedida" (1).
Notas
- Noy, Fernando: "A los ‘pieses’ de la Marshall", en Clarín, Buenos Aires, 24 de mayo de 2003.
Gallegos
En Juvenilia, Miguel Cané se refiere a inmigrantes de ese origen: "Recuerdo una revolución que pretendimos hacer contra don José M. Torres, vicerrector entonces y de quien más adelante hablaré, porque le debo mucho. La encabezábamos un joven Adolfo Calle, de Mendoza, y yo. Al salir de la mesa lanzamos gritos sediciosos contra la mala comida y la tiranía da Torres (!las escapadas habían concluido!) y otros motivos de queja análogos. Torres me hizo ordenar que me le presentara, y como el tribuno francés, a quien plagiaba inconscientemente, contesté que sólo cedería a la fuerza de las bayonetas. Un celador y dos robustos gallegos de la cocina se presentaron a prenderme, pero hubieron de retirarse con pérdida, porque mis compañeros, excitados, me cubrieron con sus cuerpos, haciendo descender sobre aquellos infelices una espesa nube de trompadas. El celador, que, como Jerjes, había presenciado el combate de lo alto de un banco, corrió a comunicar a Torres, plagiando el a su vez a Lafayette en su respuesta al conde de Artois, que aquello no era ni un motín vulgar, ni una sedición, sino pura y simplemente una revolución" (1).
En sus Memorias, Lucio V. Mansilla describe las condiciones en las que los gallegos realizaban el viaje hacia América: "El italiano no había comenzado aún su éxodo de inmigrante. De España, en general del Ferrol, de La Coruña, de Vigo sobre todo, sí llegaban muchos barcos de vela, rebosando de trabajadores, aprensados como sardinas (…) En cierto sentido eran como cargamento de esclavos" (2).
Luis Varela, octavo de catorce hijos, recuerda en De Galicia a Buenos Aires: "En aquella época las familias gallegas eran casi todas así de numerosas, y como nuestros padres sólo nos enseñaban a labrar las tierras y luego, de mayores, no alcanzaban las tierras para todos, era habitual mandar a algunos para el convento, otros para curas, uno se quedaba en la casa con los padres y los demás veníamos para América. Muchas veces yo le reproché a mi padre por tener tantos hijos, porque habiendo nacido en la casa de un gran labrador, nos dejó a todos en la ruina. Y él me contestaba que si tuviera tres o cuatro, yo no hubiera nacido y la mejor riqueza sería no tener que luchar con un truhán como yo".
"A la Argentina –señala en otro pasaje- no se podía emigrar sin un contrato de trabajo, pero se hacía responsable de nosotros mi tío José, hermano de mi madre, que nos estaba esperando en el puerto, acompañado de la hija, mi prima Norma, que lucía un gorrito de punto muy blanco, y con una sonrisa y un beso nos levantó un poco el ánimo, sintiéndonos ya amparados en casa de nuestra familia americana, mis tíos habían emigrado hacía ya 30 años y, por supuesto, los hijos eran criollos. (…) La habitación también estaba lista para los dos huéspedes. Dos camitas plegables entre la pila de cajones de cerveza en la cocina del bar, que era además depósito de mercadería. Desfilaban las cucarachas de 5 ó 6 en fondo, pero yo ya desfilare varias veces con otros bichos, y si bien estaba familiarizado con las pulgas, había que acostumbrarse a convivir con todo bicho viviente" (3).
Gladys Onega escribió Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa (4), convencida de que "todos tenemos derecho a escribir nuestra historia" (5).
Su historia se inicia en Acebal, provincia de Santa Fe, donde nace en 1930, y continúa en Rosario, ciudad a la que se mudan en 1939. Sus primeros años transcurren en el seno de una familia integrada por un gallego tan esforzado y ahorrativo como autoritario; una criolla apasionada por la hija mayor, la lectura y la costura; y dos hermanos, que acaparan la atención que la pequeña reclamará para sí. Junto a ellos encontramos la familia de la casa da pena –los gallegos que quedaron en su tierra-, los parientes gallegos que emigraron y los parientes criollos de la madre, y los inmigrantes –en su mayoría italianos- que viven en el pueblo.
Los días de la infancia son descriptos con nostalgia y visión crítica. Las peleas entre los padres, los accesos de tos convulsa, las comidas inmigrantes y nativas, el aprendizaje de las primeras letras, los internados católicos para varones y mujeres, la tolerancia ante la conducta infantil y los castigos que imponía cada uno de los progenitores, son recordados en el marco que proporcionan a esta familia los avatares de la vida en la Argentina y en Europa; la Guerra Civil en España y el fraude político en Santa Fe son episodios evocados detenidamente por esta narradora.
En "Mínima autobiografía de la exiliada hija", María Rosa Lojo se refiere a su vida como hija de un gallego y una madrileña exiliados en la Argentina. Sobre su padre, exiliado gallego, escribe: "El auto exiliado abandona un mundo donde cree que ya no podrà crecer humanamente, donde la violencia ha cambiado todas las reglas del juego para instalar un nuevo orden al que se siente ajeno. No lo sabe aùn, pero de todas formas quedarà cautivo de la tierra que deja. Antonio Lojo Ventoso, mi padre, era uno de esos exiliados. Para èl ya habìa pasado lo peor: el riesgo de fusilamiento, la càrcel, la ‘redenciòn de penas por el trabajo’. Sin embargo, se despidiò de los castañares centenarios y los caminos de piedra. Cediò a un hermano sus derechos sobre las fincas que le tocaban –magras por cierto, como miembro de una familia numerosa-, hizo las valijas y cruzò el ocèano. Dejaba negocios equivocados y proyectos irrealizables. Dejaba también (aunque de eso me enteré después de su muerte: era un hombre pudoroso) una cierta reputación juvenil de ‘mala cabeza’, y de playboy coruñés, que fascinaba a las muchachitas y escandalizaba a sus madres. Dejaba una España que para sus ojos había retrocedido siglos en el tiempo, donde no cabía la dimensión de su deseo. El futuro estaba afuera. Había resuelto que en las nuevas tierras haría otra cosa, y sería, casi, otra persona" (6).
Notas
Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
Mansilla, Lucio V.: Mis memorias. París, Casa Editorial Garnier Hermanos, 1904.
Varela, Luis: De Galicia a Buenos Aires –Así es el cuento–. Buenos Aires, el autor, 1996.
Onega, Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 1999.
Duche, Walter: "Todos tenemos derecho a escribir nuestra historia", en La Prensa, Buenos Aires, 18 de julio de 1999.
Lojo, María Rosa: "Mínima autobiografía de una ‘exiliada hija’ ", en Sitio Al Margen Revista Digital. Noviembre de 2002.
Vascos
Miguel Canè relata que los estudiantes encontraban diversas distracciones en la quinta de Colegiales; una de ellas, vinculada a unos inmigrantes. "En la Chacarita estudiábamos poco, como era natural; podíamos leer novelas libremente, dormir la siesta, salir en busca de camuatìs y sobre todo, organizar con una estrategia científica, las expediciones contra los ‘vascos’ ".
Describe el escenario y las virtudes de la fruta de esos quinteros: "Los ‘vascos’ eran nuestros vecinos hacia el norte, precisamente en la dirección en que los dominios colegiales eran más limitados. Separaba las jurisdicciones respectivas un ancho foso, siempre lleno de agua, y de bordes cubiertos de una espesa planta baja y bravía. Pasada la zanja, se extendía un alfalfar de una media cuadra de ancho, pintorescamente manchado por dos o tres pequeñas parvas de pasto seco. Más allá (…) en pasmosa abundancia, crecían las sandías, robustas, enormes, (…) allí doraba el sol esos melones de origen exótico (…) No tenían rivales en la comarca, y es de esperar que nuestra autoridad sea reconocida en esa materia. Las excursiones a otras chacras nos habían siempre producido desengaños, la nostalgia de la fruta de los ’vascos nos perseguía a todo momento, y jamás vibró en oído humano en sentido menos figurado, el famoso verso de Garcilaso de la Vega" (1).
Carlos Ibarguren describe, en La historia que he vivido, el Buenos Aires de su infancia, en la década de 1880. En ese entonces, "en los barrios residenciales veíanse de mañana a los lecheros, casi todos vascos, que llevaban en los costados de su cabalgadura sus clásicos tarros de latón, o a los que arriando algunas vacas con sus mamones, al son tintineante de un cencerro, ofrecían leche recién ordeñada" (2).
En El merodeador enmascarado, Carlos Gorostiza "nos habla de su infancia en el barrio de Palermo, junto a sus padres vascos y un hermano mayor. No eran ricos pero disfrutaban de una situación que les permitió en 1926 realizar un viaje por la tierra de los ancestros" (3).
Notas
- Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
- Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos Aires, Dictio, 1977.
- Requeni, Antonio: "El teatro, la escritura, lo vivido", en La Nación, Buenos Aires, 5 de diciembre de 2004.
Cántabros
Baldomero Fernàndez Moreno nació en Buenos Aires en 1886; falleció en esta misma ciudad en 1950. Evocó sus años de infancia, una edad escindida entre dos tierras, Argentina y España. Recuerdos de estos años se encuentran en su poesía, y también en su libro en prosa titulado La patria desconocida (1), publicado por primera vez en 1943, como anticipo. Quince años más tarde, esta obra se publica en la Biblioteca Menèndez y Pelayo, de Santander, con estudio preliminar de Gerardo Diego. En Argentina, La patria desconocida se edita en un solo tomo con otro volumen, Vida y desapariciòn de un mèdico, que habìa visto la luz en 1935. Ambos volùmenes se unifican bajo el tìtulo de Vida. Memorias de Fernàndez Moreno.
En el prólogo a sus memorias, Fernández Moreno se refiere a la relación de las mismas con sus dos patrias, y deslinda la incidencia que España y la Argentina tienen en ellas: "Son páginas, pues, españolas por el recuerdo que las informa, argentinas por la mano que las trazó. Por eso este libro cobra un sentido vernáculo, americano. Y todo aquello en medio del suspirar por mi patria, por curiosidad, por exotismo, por poesía naciente, y, por lo que es lo cierto, por indefinible amor hacia ella".
Notas
- Fernández Moreno, Baldomero: La patria desconocida.
Sin mención de origen
Raúl G. Fernández Otero escribió Ausencias, presencias y sueños (1), autobiografía en la que evoca su infancia en un barrio porteño, allá por el 30. El rememorar sucesos de su vida personal lo obliga a describir la época en que transcurren y el modo de vida de esos tiempos que -en la pluma de Fernández Otero- parece mucho más humano que el agitado vivir del presente. Los padres y el hermano españoles, los vecinos, los carnavales, las anécdotas que pueblan toda historia a lo largo de una dilatada existencia, son la materia de la primera parte del libro.
Notas
- Fernández Otero, Raúl: Ausencias, presencias y sueños. Buenos Aires, Tu Llave.
Asturianos
En Soy Roca, biografía escrita por Félix Luna, el protagonista se refiere al pionero asturiano José Menéndez: "Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la atención, en cierto punto de la costa, rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era la estancia de Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente había estado a cargo de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su puesto y se vino a Buenos Aires a solicitar tierras allí. (…) Bridges había fallecido meses antes pero su estancia era la mejor de la isla, superando en actividad a la que había establecido al norte, en Río Grande, el asturiano José Menéndez. (…) Después visitamos los campamenteos de los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos aquí no se los perseguía, como había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de oro en el norte de la isla, y como también lo hacían, según los rumores que había escuchado,algunos capataces de Menéndez" (1).
En "Florencio Constantino: Breve Biografía", leemos: "Como en el caso de tantos otros inmigrantes que llegaron a nuestro país, Florencio Constantino emigró a América siendo muy joven para labrarse un porvenir. (…) Hijo de Antonio Constantino Sánchez, natural de Valleval, Asturias, y Antonia Carral Ruiz, santanderina de Arredondo, Mariano Florencio Constantino Carral nace en Ortuella el 9 de abril de 1868. (…) Florencio aprende con entusiasmo a tocar la "vigüela" y rápidamente agrega a su repertorio de canciones vaskas y españolas el canto de ‘aires criollos’, que lo harán conocido y apreciado en cuanta reunión festiva se dé en Bragado y aún en las manifestaciones políticas. (…) El año 1895 ha de ver a Constantino trasladado a Buenos Aires, dispuesto a ser cantante. (…) trajinó los máximos escenarios líricos del mundo. En Buenos Aires se presentó en el Teatro de la Opera, en el Teatro Odeón, en el Teatro Avenida, en el Hotel París, en el Orfeón Español, en el Centro Vasco Laurak Bat, en el Teatro Coliseo y en el Teatro Colón en varias oportunidades. Hizo actuaciones en otras ciudades como Rosario, La Plata, Bahía Blanca, Córdoba y por supuesto en Bragado. (…) murió el 16 de noviembre de 1919, solo, triste y casi olvidado. Pero con la certeza, más allá de su delirio, de que había cumplido aquel sueño de desenterrar el tesoro que llevaba en su garganta. Sus restos descansaron en el Panteón Vasco del cementerio de la ciudad de México D.F y fueron repatriados a la Argentina en 1986, donde esperan su último destino en Bragado, el pueblo de sus amores" (2).
En Los dones del tiempo (3), Rubén Benítez relata la historia de la asturiana Cecilia Caramallo. En esa obra, el escritor trata el tema abordado diez años antes en La pradera de los asfódelos (4): la inmigración y, más específicamente, la vida de los inmigrantes en Bahía Blanca, sus expectativas cumplidas y fallidas, sus recuerdos, sus abnegaciones.
América aparece –al igual que en todas las obras de emigración- como el destino soñado, que desconcierta a los extranjeros con su forma de entender la vida y las distancias. Para una asturiana, las tierras son enormes, la cantidad de ganado es tal que debe dormir a la intemperie. Son realidades difíciles de aceptar para quienes vienen acostumbrados a lo exiguo, a lo mínimo. Recuérdese al respecto la sensación de la protagonista cuando ve que tiran comida. Piensa qué hubieran hecho en su aldea con aquello que derrochaban los argentinos.
La vida de su madre es el tema que Jorge Fernández Díaz eligió para su libro. Mamá (5). La asturiana Carmen Díaz, nacida en 1932, a los quince años viaja hacia América. La pasó mal en el viaje. Aquí la esperaban sus tíos, con los que vivió haciendo las veces de hija adoptiva y criada. Sus tíos "importaron a una hija de España porque el médico que operó a Consuelo de un fibroma tuvo al final que extirparle los ovarios. (…) Pedía una niña, y prometía cuidarla y educarla hasta que mi abuela pudiera viajar".
La narración, estructurada en capítulos con nombres de los personajes, surge del reportaje que Jorge Fernández Díaz, director de la revista Noticias, efectuó a su madre durante más de cincuenta horas; "Comencé a garabatear frases e ideas sobre su azarosa biografía en un cuaderno Rivadavia de tapa dura cuando me contó que hacía lagrimear a su psiquiatra", escribe el hijo.
Ese dolor de la inmigrante, y su fe en el futuro, que la hizo salir adelante en un mundo en el que poco apoyo tenía, son homenajeados por Fernández Díaz en una obra que nos hace sentir admiración por esta mujer que logró tanto contando sólo con su tenacidad.
Susana Degoy es la autora de Niní Marshall, La máscara prodigiosa (6), biografía de la actriz hija de asturianos. Degoy afirmó: "De la mano de Niní, los argentinos nos reímos de nosotros mismos, de la prepotencia y la cursilería, de la mezquindad y la picardía. También de su mano aprendimos a respetar la melancolía y los caprichos de los abuelos inmigrantes" (7).
Niní Marshall es también la protagonista de dos biografías aparecidas recientemente: "Los festejos por los 100 años que cumpliría Niní Marshall este 1° de junio incluyen dos libros biográficos (…) Las biografías que aparecen en estos días son ¡Niní está viva!, de la periodista Patricia Narváez (…) Cuenta con materiales inéditos del archivo familiar de Angelita Abregó, hija de la actriz (…) Por otra parte se publica Niní Marshall. El humor como refugio, de Marily Contreras" (8).
Notas
- Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991. Pp. 322-3.
- S/F: "Florencio Constantino: Breve Biografía", en Municipalidad de Bragado.
- Benítez, Rubén: Los dones del tiempo. Buenos Aires, GEL, 1998.
- Benítez, Rubén: La pradera de los asfódelos. Bahía Blanca, Siringa, 1989.
- Fernández Díaz, Jorge: Mamá. Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
- Degoy, Susana: Niní Marshall, La máscara prodigiosa. Manrique Zago, 1997.
- Ulanovsky, Carlos: "Niní Marshall Genia y figura", en La Nación Revista, Buenos Aires, 25 de mayo de 2003.
- Noy, Fernando: "A los ‘pieses’ de la Marshall", en Clarín, Buenos Aires, 24 de mayo de 2003.
Gallegos
De Galicia vino un trabajador evocado por Félix Luna, en Soy Roca. Nos referimos a Gumersindo García, mayordomo del presidente. En esa biografía novelada, afirma el protagonista: "Si pienso bien la cosa, hablando de amigos tendría que decir que el mejor que tengo hoy es Gumersindo García. Varias veces lo he mencionado y conviene ahora que aclare quién es. Gumersindo es gallego y entró a trabajar en mi casa de la calle San Martín cuando recién me instalé allí, en los finales de mi primera presidencia. Tenía entonces 28 años. A fuerza de honradez y fidelidad, fue ocupando una posición muy diferente a la de su original oficio de mucamo; hoy es mi hombre de confianza, el que manda y resuelve, el que se ocupa de mi dinero y mi bienestar. (…) Cuando los alborotos por la unificación de la deuda, después que yo me acostaba tiraba un jergón en la puerta de mi dormitorio para pasar la noche allí, armado con un revólver. Yo me he dejado ganar poco a poco por este hombre que es el arquetipo de la lealtad y el servicio prestado con cariño y devoción. Hace unos días me mostró su tesoro más preciado: un puñado de cartas que le he ido escribiendo a través de los años. Noté que son bastantes: creo que es la persona a la que me he dirigido epistolarmente con más asiduidad. (…)
Es curiosa esta parábola que ha dado Gumersindo y lo ha convertido en mi confidente. La vida política me acostumbró a no entregarme demasiado, cuidar mis palabras y administrar mis sentimientos. (…) Con Gumersindo es distinto: está dotado de inteligencia natural, después de un cuarto de siglo de convivencia conoce mis cosas mejor que yo, y no tiene ningún interés que no esté asociado a mi persona. Sé que algunos de los que me rodean –incluso mis hijas- critican esta confianza que brindo a quien, después de todo, es un servidor. Sin embargo, yo encuentro en Gumersindo todas las cualidades que permiten hacerlo depositario de lo más escondido y reservado, en la seguridad que jamás traicionará la fe que he puesto en él. Y no dudo que Margarita y él serán los que me lloren con más sinceridad cuando abandone este mundo" (1).
Manuel Castro es el autor de la biografía de Manuel Dopazo. En ese trabajo, escribe: "La llegada de una compañía de zarzuela a Buenos aires que ofreciera Maruxa, requería la presencia de un gaitero. Manuel Dopazo era el elegido. Su actividad artística lo hizo llevar la gaita al Teatro Colón que es a lo máximo a lo que se puede aspirar. Fue la noche del 12 de octubre de 1930 estando presente en esa ocasión el Presidente de la República Argentina, don Hipólito Yrigoyen. Dopazo y sus músicos también recorrieron Brasil y Uruguay. Participó en la película ‘Cándida’ con la famosísima Niní Marshall y en ‘La calle junto a la luna’ con Marisa Ibáñez Menta y Juan Carlos Thorry. Además de ser un eximio ejecutante, Dopazo fabricaba gaitas, generalmente para vender y fue aquí en Buenos Aires donde aprendió a tornear. Manuel Dopazo vivió de la gaita y mantuvo una familia de once hijos. Fue el único que pudo hacer eso, otros gaiteros tenían otros trabajos. Soldaba las gaitas con plata, soplando y eso lo llevó a la tumba" (2).
Notas
- Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991. Pp. 446-447.
- Castro, Manuel: "Manuel Dopazo", en Viajero Celta, 1996.
Vascos
Escribe Andrew Graham-Yooll: "Postal de Corrientes. No la avenida, sino la esquina de Batalla de Salta y San Martín, en Mercedes, provincia de Corrientes. Del caserón en esa intersección surgió una biografía, modestamente magnífica, que debería ser el libro del año. Es la historia de un hacendado correntino, José Antonio Ansola, pronto a cumplir 91 años. Nieto de vascos, sus recuerdos de vida y familiares se extienden desde la guerra contra el Paraguay (1865-1870) hasta nuestros días. (…)"
"Che patrón, el título de la crónica de este ‘hacendado de Corrientes, la provincia guaraní’, es producto de muchas horas de grabaciones y cientos de epístolas a Magdalena Capurro, una uruguaya instalada en Mercedes, interesada en el patrimonio intangible y directora de la biblioteca popular. Doña Magdalena, profesora de literatura y escritora, ha ordenado y escrito esta vida de Ansola (editada por Literature of Latin America, LOLA, un sello angloargentino de Buenos Aires, especializado en historia y botánica locales), que es una delicia, un canto a una época y a una cultura profundamente argentinas, que reúne lo rural heroico, lo noble en la política (Ansola es apasionado por el Partido Liberal y entusiasta de la Sociedad Rural) y lo europeo, la buena lectura y las cabalgatas interminables en Corrientes y el Chaco. (…)"
"Su trayectoria tiene una gran tristeza, que consigna en el libro. ‘Perdí mis campos, los que fueron de mis abuelos. Me derrotó la naturaleza, inundando, y los hombres, cobrando impuestos a las tierras bajo el agua’. Pese a esto, qué hombre, qué historia, qué hermosa tierra" (1).
Notas
- Graham-Yooll, Andrew: "Desde Corrientes", en La Nación Revista, Buenos Aires, 5 de junio de 2005.
Andaluces
Alvaro Abós se refiere a la ascendencia de Regina Pacini: "Ella había sido llamada Regina por haber nacido el Día de Reyes de 1871. Vino al mundo en la rua de Loreto. Era hija de una andaluza, Felicia Quintero, y de un italiano, Pietro Pacini, director escénico del Real de San Carlos y autor de noventa óperas". Al enterarse de que Regina se casaría con Alvear, "También Felicia estuvo en contra de la boda porque no quería que su hija dejara de cantar. La tirantez entre suegra y yerno duró toda la vida" (1).
El diario mendocino Los Andes recuerda que, en 1993, "Murió Miguel de Molina, cantante español. Famoso tonadillero en su patria, debió exiliarse en la nuestra en 1942, prácticamente expulsado por el franquismo, quien no veía de buen grado su manifiesto homosexualismo y su simpatía por la causa republicana. Vino a la Argentina, donde también pasó algunas penurias, aunque finalmente optó por quedarse. Poco antes de morir aquí, fue homenajeado en la embajada española con la Orden de Isabel la Católica. De algún modo la saga fílmica ‘Las cosas del querer’ cuenta su historia. Había nacido en 1907", en Málaga (2).
Notas
- Abós, Alvaro: "Grandes pasiones argentinas. Regina Pacini y Marcelo Torcuato de Alvear. El dandy y la diva del canto", en La Nación Revista, Buenos Aires, 9 de enero de 2005. Pp. 38-41.
- S/F: "Un día como hoy", en Los Andes, Mendoza, 4 de marzo de 2002.
Asturianos
Aguafertes Gallegas y Asturianas "reúne los artículos que Arlt envió desde Europa al diario El Mundo, entre septiembre y noviembre de 1935" (1).
Notas
1 Arlt, Roberto: Aguafertes Gallegas y Asturianas. Buenos Aires, Losada, 1999. 184 pp.
Gallegos
César Cisnero Luces, "fundador del primer periódico gallego en Sudamérica", "nació el 22 de setiembre de 1849. Aparte de extensas actividades literarias, viajes a Cuba, Uruguay, participación en la guerra y finalmente llegada a la Argentina, fue el fundador del periódico ‘El Gallego’. Cisneros había participado de una campaña galleguista en el diario ‘El Correo Español’ de Buenos Aires y había incentivado así a un grupo de gallegos residentes que hicieron circular una convocatoria –de la cual Cisneros participó- que daría como resultado la fundación del primer Centro Gallego de América fundado en Buenos Aires en 1879. La participación de Cisneros fue importantísima y pocos días después, el 27 de abril de 1879, aparecía su periódico semanal ‘El gallego’. Deseoso de alentar al recién nacido Centro Gallego, puso a su disposición a ‘El Gallego’ de manera gratuita –a pesar de que le habían ofrecido un sueldo. (…) Reproducía en él poesías de los mejores vates gallegos; contaba con la colaboración de los escritores dispersos por América e insertaba las reseñas de todos los actos del Centro Gallego. Pero El gallego ocasionaba más pérdidas que ganancias a su fundador y propietario, director y redactor, César Cisnero Luces. (…)" (1).
José Bouchet nació en 1853 en Pontevedra, "pero se educó y formó en nuestro país. Pintor autodidacta, obtuvo una beca para estudiar en Florencia. Fue profesor en el Colegio Nacional de Buenos Aires y descolló entre los pioneros del arte local". A criterio de Juan José Cresto, "La obra de José Bouchet es numerosa y tiene dos aspectos: motivos históricos y retratos de personalidades de su época, que a veces resultan de invalorable testimonio representativo. Es el autor de El malón, Una caravana de indios, San Martín en el Plumerillo y La primera misa en Buenos Aires. Las dos últimas obras integran el patrimonio del Museo Histórico Nacional" (2).
Roberto Arlt viajó a Europa en 1935, enviado por el diario El Mundo, y remitió desde allí sus "Aguafuertes gallegas" (3), serie de notas sobre los gallegos y su relación con América, en las que tiene gran importancia el tema de la inmigración a la Argentina.
En estos artículos de Arlt son frecuentes las comparaciones: entre dos localidades gallegas, entre los gallegos y los andaluces, entre los gallegos y los argentinos. De esta última, no salimos bien parados, ya que el periodista advierte que nuestra inferioridad en cuanto a capacidad de sacrificio y laboriosidad es la que hace que un sector de nuestro pueblo desestime al gallego. El cronista nos habla de las duras condiciones en que se desenvuelve la vida en el noroeste español y le resulta lógico que para el gallego inmigrante todo sea sencillo en las Américas: "No se siembra sobre piedras. La tierra es tan tierna que en verano se la cruza en ferrocarril entre grandes nubes de polvo. Aquí, en España –agrega-, la tierra es tan dura, que en pleno verano, cruzando la llanura de la Mancha, que no es llanura sino una sucesión de suaves colinas, después de seiscientos kilómetros de travesía, conservamos la ropa limpia. (…) ¿Qué significa el esfuerzo en la gran llanura –se pregunta-, comparado con la lucha en la mar traidora o en la montaña empinadísima?".
Otra edición, publicada dos años más tarde, reúne las Aguafertes Gallegas y Asturianas (4).
En "Temas de la patria anterior" (5), escribe González Carbalho: "Quienes fueron antes que yo en mi sangre, partieron por donde yo entré en España. Recuerdo que en algún coloquio de lembranzas, hablóme mi padre de cuando se echaba a nadar en la radiante bahía de Vigo. Eran intentos para irse. Estaba haciendo la práctica para la gran travesía. El alma navegante se estaba familiarizando con la onda, el yodo, la brisa que blanquea de sal la cara. Así partió siendo niño. Y yo volví por donde él partió, siendo ya varias veces hombre. Es decir: hombre y experiencia, hombre y afán de indagar en la raíz, de sentirme en la fuente de la savia. Hombre que necesita respirar los aires de su patria anterior".
En "Los gallegos en Olavarría", Aurora Alonso de Rocha se refiere a los editores de periódicos de esa localidad bonaerense: "Establecer la presencia de los gallegos en los primeros tiempos de Olavarría no es difícil. Estuvieron, fueron muchos, se integraron, son conocimientos intuitivos. Menos sencillo es determinar la entidad del grupo en cada época, la composición del contingente, su extracción social, los modos de inserción. (…) Para empezar, buscamos en los registros de primeros pobladores (…) Por fin, los periódicos, muchos de ellos editados por gallegos y casi todos por españoles, que son la pista de aterrizaje después de haber sido la fuente primera de presunciones. Desde los años citados hubo en Olavarría por lo menos cuarenta periódicos distintos, de duración superior a un año de publicaciones y de los que dos duraron por larguísimo tiempo: ‘Democracia’ de 1905 a 1983 y ‘El Popular’, desde 1899 hasta hoy. Los españoles, dueños de un buen idioma hablado y, seguramente, monopolizadores del español escrito en un país babélico, eran los editores obligados. Entre ellos Segundino Couso y Lucas Gracia son gallegos, pero no fueron los únicos, a juzgar por el material literario que incluían y los giros idiomáticos" (6).
Ramón de Valenzuela (1914-1980), en vida y obra, -afirma Rodolfo Alonso- "resulta un testimonio cabal de aquella digna generación de intelectuales y artistas gallegos que, habiendo soñado con el resurgimiento de una Galicia aplastada, en lo más íntimo de su ser, por siglos de sometimiento y represión, tuvieron que enfrentarse con el alzamiento militar contra el legítimo gobierno de la República, que liquidaría también aquellas ilusiones al desencadenar la sangrienta guerra civil española que, merced a la directa intervención de la Italia fascista y la Alemania nazi, iba a culminar en la interminable dictadura franquista. Y, por si fuera poco, se trata además de una historia que continúa en ultramar. (…) Entre ellos, Valenzuela no fue de los primeros, pero sí de los más significativos. (…) Valenzuela sólo iba a escribir en dos publicaciones argentinas: Galicia emigrante, dirigida por el impar Luis Seoane, entre 1955 y 1957, y la prestigiosa página literaria del diario La Gaceta, de Tucumán, entre 1956 y 1960. En ambas publica, por primera vez, muchos de los relatos que luego se integrarían en la primera edición de O. Naranxo, realizada por el sello gallego Brais Pinto en 1974. (…) O Naranxo marcaría también el imaginario de otro artista gallego asilado en Buenos Aires: Laxeiro (autodefinido como ‘un anarquista indolente’), cuyos cuadros y dibujos sobre el tema se reproducen en esta feliz reedición, y que incluso acompañaron aquellas pioneras publicaciones de Valenzuela en La Gaceta" (7).
Raúl Alonso, "Cuando murió, a los setenta años, dejó 2300 obras entre óleos, pasteles, aguafuertes, tintas y dibujos. (…) De su padre, Juan Carlos Alonso (que capitaneó la publicación Caras y Caretas y la editorial Plus Ultra), heredó los genes para el arte. Dicen que Raúl dibujó desde muy chico, y que existieron precoces retratos suyos de Horacio Quiroga, de Alfonsina Storni y Baldomero Fernández Moreno. Alonso dirá que tuvo una infancia y adolescencia envueltas en un mundo intelectual: ‘La vida de hogar estaba comunicada con muchas personas que daban sangre al universo de aquella época: Quiroga, Alfonsina, Leopoldo Lugones, Roberto Arlt" (8).
Acerca de Eduardo Blanco-Amor, afirma María Rosa Lojo: "Desde una España atrasada y empobrecida, Buenos Aires, verdadera Reina del Plata, aparecía entonces como el más brillante escenario intelectual en las Américas de lengua hispana y La Nación como una tribuna literaria y periodística privilegiada en la que publicaban ilustres compatriotas: entre ellos José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno. En un medio que le garantiza la más vasta repercusión, Blanco Amor se propone presentarles a los argentinos aferrados a estereotipos despectivos (perpetuados aún en los chistes de gallegos), a una Galicia que es la cuna de la poesía peninsular en lengua romance, una nación doblegada por el imperialismo de Castilla (no deja de comparar el ‘problema gallego’ con el ‘problema irlandés’), pionera en el campo de la doctrina autonómica, que después repercutiría sobre el resto de España. (…) Voz fundamental de la ‘Galicia exterior’, no por haber ingresado a La Nación dejó de participar activamente en la prensa específica de la comunidad en la Argentina, donde encuentra el lugar para un debate político mucho más difícil de exponer en las páginas del matutino porteño" (9).
"Joaquín Coto, el papá de Alfredo, era un inmigrante gallego que tenía una pequeña carnicería en un mercado municipal que funcionaba en Retiro y desde chico Coto acompañaba a su padre en sus recorridas por el Mercado de Liniers" (10).
"El artista plástico Manuel Amigo nació en Lugo, España, en 1946. Vivió en la Argentina desde los 3 años y falleció en Buenos Aires en 1992. Artista polifacético, fue fundador y director de la revista Posta y Nudos en la cultura argentina. Participó de las tendencias artísticas ligadas al movimiento popular, militando activamente en la lucha antigolpista de 1974 a 1976 y en la resistencia a la dictadura" (11).
Notas
- S/F: "El Gallego", en Viajero Celta, Año I, N° 9, Julio de 1996.
- Cresto, Juan José: "La primera misa en Buenos Aires / Cómo ver la obra", en La Nación Revista, Buenos Aires, 27 de marzo de 2005.
- Arlt, Roberto: Aguafuertes gallegas. Santa Fe, Ameghino, 1997. Selecciòn, pròlogo y notas por Rodolfo Alonso.
- Arlt, Roberto: Aguafertes Gallegas y Asturianas. Buenos Aires, Losada, 1999. 184 pp.
- González Carbalho, José: "Temas de la patria anterior", en La Prensa, Buenos Aires, 21 de abril de 1957 Citado en Requeni, Antonio: "Un poeta arxentino en Galicia: González Carbalho". Separata del Boletín Galego de Literatura.
- Alonso de Rocha, Aurora: "Los gallegos en Olavarría", en El Tiempo, Azul, 30 de octubre de 1994.
- Alonso, Rodolfo: "La Galicia del Plata", en El Tiempo, Azul, 1º de diciembre de 2002.
- Piotto, Alba: "El pintor insomne", en Clarín Viva, 31 de agosto de 2003.
- Lojo, María Rosa: "Exilio, periodismo y literatura", en La Nación, Buenos Aires, 3 de abril de 2005.
- Sainz, Alfredo: "PERFILES Un imperio tras las góndolas", en La Nación, Buenos Aires, 30 de octubre de 2005.
- S/F: "Muestra plástica ‘Un arte contra el horror’ ", en El Barrio Villa Pueyrredón, Abril 2006, Año VIII, Ed. Nº 84.
Madrileños
Ulpiano Checa (Colmenar de la Oreja, Madrid, 1860 – Francia, 1916), "que fue contemporáneo de Sorolla, Pissarro y Moreno Carbonero, está considerado uno de los pintores más destacados de su tiempo. Tras una estada en París, donde contrajo matrimonio con una argentina, Matilde Chaye Courtez, hizo varios viajes a nuestro país que marcaron su trayectoria. En el último de ellos, realizado en 1906, pintó un monumental retrato ecuestre del general Bartolomé Mitre (1821-1906), que recientemente fue restaurado. (…) En Madrid, Checa cursó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Bellas Artes. Entre 1884 y 1888 vivió en Roma, donde recreó escenas de la vida durante el imperio, con sus circos, carreras de cuadrigas y batallas. Su visión realista de la Roma de los Césares hizo que sus imágenes sirvieran de inspiración para las grandes producciones de Hollywood, como "Ben-Hur", "Espartaco" y "Gladiador. (…)" (1).
" ‘Pinturas brillantes, de buen colorido y buena técnica’, así define a la pintura de mercado decimonónica Roberto Amigo, historiador del arte y docente de la Universidad de Buenos Aires. ‘La obra de Checa, como la de muchos otros del período, tuvo un lugar importante en el mercado del siglo de fines XIX. En Buenos Aires existía un sector de la burguesía que estaba integrado por miembros de la colonia española. Comerciantes, banqueros, médicos que se enriquecieron en el Río de Plata y que eran los que adquirían sus cuadros y solicitaban los retratos. A esto último se lo llamó ‘la gira de retratos’ y era que un pintor europeo pasaba un tiempo en América y la gente hacía cola para que la pinte. (…)" (2).
Notas
- Lehmann, Graciela: "Muestra itinerante La obra de Ulpiano Checa llegó al Museo de Bellas Artes", en La Nación, Buenos Aires, 10 de febrero de 2006.
- Isola, Laura: "Ulpiano Checa vuelve a Buenos Aires después de un siglo La República Checa", en Pagina12, 5 de Febrero de 2006.
Vascos
Abel Posse "cuenta la historia de Casimiro Aín, que bailó ante Pío XI el Ave María, de Canaro". "A las 9 de la mañana del 1° de febrero de 1924, Casimiro Aín (el Vasco o el Lecherito), pálido y seguramente un poco aterido (invierno), sale del hotelito de la vía Torino que le reservó la embajada y sube a un taxi. Lleva una modesta valija con los elementos esenciales: botines abotonados, pantalón de fantasía con trencilla, chaqueta negra con vivos, pañuelo al cuello, o lengue de seda japonesa y un puñal de madera que le parecerá conveniente no agregar al atuendo. Lleva puesto el invariable chambergo borsalino, el gacho gris arrabalero, de cinta ancha y ribete negro en el ala. Símbolo del malevaje ríoplatense" (1).
Notas
- Posse, Abel: "Lejanas batallas del tango (I) 1924. El vasco Aín en la Santa Sede", en La Nación Revista, Buenos Aires, 5 de octubre de 2003.
Sin mención de origen
En "Un río de trigo llega a Europa", Miguel Angel De Marco recuerda al pionero Carlos Casado, "un tesonero inmigrante español, fue el principal impulsor de la importación del cereal al viejo continente, que él inició en 1878 y convirtió Rosario en principal puerto de embarque, primera etapa de una actividad que convertiría a la Argentina en ‘el granero del mundo’ " (1).
Notas
- La Nación, Buenos Aires, 4 de abril de 2004.
Varios
En una de sus aguafuertes porteñas, titulada "Elogio del lavacopas", Roberto Arlt homenajea a los inmigrantes españoles:
"Quiero hacer hoy el elogio del lavacopas, del lavacopas como elemento de progreso nacional, del lavacopas como ejemplo de honestidad, de contracción al trabajo, del lavacopas cuya filosofía se la enseñaron los borrachos al borde del mostrador, y cuya feroz y dulce pasión por el dinero se la enseñó la miseria del terruño y la ejemplar conducta del patrón, del patrón que, como los antiguos patrones griegos, sentaba a su mesa al esclavo y le zurraba cuando hacía falta.
En el 80 por ciento de los casos, el lavacopas del almacén porteño es español. Vino de Mondoñedo, de Alcalá de Henares, de cualquier rincón perdido en la montaña. Con pantalón de pana y saco de terciopelo, y una gorra pesada con orejeras, cubriéndole la salvaje cabeza greñuda. Unos duros anudados en la punta del pañuelo, y un deseo infinito de llegar a esa América, a esa América tan linda, tan rebonita a través de la gordura de los indianos, y de los señorones que salieron hechos unos miserables y volvieron con la familia después de cuarenta años de ausencia a darle un banquete a todo el pueblo" (1).
Notas
- Arlt, Roberto: Nuevas aguafuertes porteñas. Buenos Aires, Hachette, 1960. 329 páginas. Estudio preliminar de Pedro G. Orgambide.
Españoles y otros
En "Tiendas de ultramarinos" escribe Enrique González Tuñón: "El personaje de Proust por el aroma de una taza de té, reconstruye todo un tiempo perdido, pasado. Huela, huela usted cuando pase por una tienda de ultramarinos. Huele a Centenario, ¿verdad? a 1910. La Infanta Isabel. El Presidente Montt. Roque Sáenz Peña. Las primeras huelgas y manifestaciones. El abigarramiento en el Hotel de Inmigrantes, las terceras, la carta de España, la Exposición, las tiendas de ultramarinos" (1).
En "El siglo disfrazado", Mauricio Kartun analiza la relación del Carnaval con la inmigración: "Fue con el vendaval inmigratorio de principio de siglo que la farra desbordó todo orden institucional, la mascarita se independizó, y el disfraz pasó a ser un atributo de fenomenal creatividad individual, un orgullo familiar en el que las mujeres de la casa lucían su solvencia con el molde y la aguja".
Una vez disfrazado el niño, debía fotografiárselo, para enviar esa imagen al país de origen: "Colas de una cuadra en Foto Bixio, o en Pascale, bajo el sol calcinante de febrero, ese que aseguraba con el resplandor de la primera tarde los mejores contrastes en la vidriada galería de pose del estudio. ¿Cómo testimoniar sino allá en el terruño el prodigio de costura, las costumbres, el crecimiento y la belleza de los chicos, engalanados y maquillados?"
El afianzamiento de la inmigración hizo que cambiaran los disfraces elegidos por las madres para sus hijos: "Viejas fotos. Sólo eso queda de aquella magnífica pasión por el disfraz. De pierrot, sobre todo, hasta los años 20 en que las colectividades tomaron peso propio. De allí en más predominaron los baturros, toreros y gaiteros asturianos, las majas, las gitanas, y los vascos pelotaris con sus paletas en miniatura, o su versión lechera con los tarros también a escala" (2).
Notas
- González Tuñón, Enrique: "Tiendas de ultramarinos", en González Tuñon, Enrique: Viaje al fondo de una calle y otras páginas. Antología. Selección, prólogo y notas por Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1980 (Capítulo).
- Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.
Andaluces
En la revista Caras y Caretas se lee que por la Avenida de Mayo transitaba el vendedor de cigarrillos, un andaluz que pregonaba: "¡Qué distraídos, andéis! ¡Qué distraiídos!/ ¡Miraise bien los bolsillos!/ ¡Habéis orvidao los cigarriyos!" (1).
Notas
- En Caras y Caretas, 1901.
Gallegos
En "Carnavalesca", Fray Mocho desliza la crítica social, al afirmar que a la doméstica gallega, la patrona la explota. De la abusadora señora dice el personaje: "se aprovecha de que sos d’España para sacarte el jugo por unos cuantos centavos". El retrato que hace del temible gallego hermano de la joven, es despectivo, ya que pone en boca de la doméstica este concepto: "Yo lo conozco a mi hermano y sé que a bruto y terco no le han de ganar muy fácil…" (1).
Félix Lima es el autor de "Otra vez en la milonga, trágico doblete", artículo en el que incluye su "Carta pra alá", la cual dice:
" ‘Señora Guesusa Pérez de Jarcía y Jrejores.
‘Viju.
‘Querida prima:
‘Por aquí con a jerra, nos ponemus jordus, pues o que no suben os mayoristas, os subimus nosotros, por más que el jobiernu aprieta el torniquete a los especuladores y el hornu no está para janancias desmesuradas, pero tú sabés que aquí como en Lojroñu, en Londón como en Juacintón, en Hamburju comu en Ríu de Ganeiro, echa a ley, echa a trampa.
‘Te comunico una noticia que te llenará de gubilu: primu Jabriel ya sentó plaza de rentadu en el ayuntamiento, pues el concegale Iñiju, pariente leganu de tíu Jaspare, le consijió esa canonjía, 160 pesiñus mensuales, con gubilación y otros previleguius, con a única condición de votar siempre por los amijotes del susodichu Iñiju.
‘Primo Jabriel Sánchez Jerra ya maneja el escobillón edilicio con jarbu y empuga a carretilla con donaire, y en cuantu al uniforme, llévalo con elejancia que se la envidiaría Eduardu de Juinsur, ese tipo yoni que para mí tein guente en a azotea.
‘Deseamus que a jerra sea larja para convertir nuestra actual despensiña en almacén por mayore, con siete camiones de repartu.
‘Cariñus pra ti y para todos de tu prima que gamás te olvida-
Benita Fuentes de Sanjrador"……………………………………
Un galleguito aparece en un texto costumbrista de Ricardo Lorenzo (Borocotó), sosteniendo este diálogo:
"-Uno debe cantar bajo y otro alto –aconsejó El Galleguito".
"-¿Alto como las montañas de tu aldea? -¿Te juego a quién las tiene más altas?… El día que vengas a mi provincia te vas a agarrar un empacho de montañas… –interrumpió Rompehuesos, que jamás transaba en que hubiera montañas más altas que las de sus pagos. Hasta decía que las de la geografía estaban mal medidas".
Notas
- Alvarez, Sixto A. (Fray Mocho) Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.
- Lima, Félix: "Otra vez en la milonga, trágico doblete", en Caras y Caretas, Año XLII, N° 2137, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1939.
- Lorenzo, Ricardo (Borocotó): "El Diario de Comeuñas", en R. Arlt, R. Gache, Borocotó y otros: El costumbrismo (1910-1955). Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 37. (Capítulo, vol. 68).
Vascos
La conversación que Fray Mocho reproduce en "Nobleza del pago" evidencia en qué medida se confundían los orígenes de los habitantes de nuestro país. Una mujer cree que su abuela es vasca. A esa convicción, le responde una parienta: "Más bien tirab’a pampa o a correntina por l’habla… ¡Si era bosalísima! El viejo parece que se juntó con ella cuando andaba de picador de carros, p’allá, pa la cost’el Salao, que fue de an’de comenzó a internarse pa l’Azul…" (1).
Godofredo Daireaux es el autor de "Matufia", en el que escribe: "Después del confortable almuerzo, se fue don Narciso a siestear, y se sentaron a la sombra de los preciosos aromas que rodeaban la estancia de don Carlos Gutiérrez, hacendado de la vecindad, don Julio Aubert, francés acriollado y mayordomo de una gran estancia vecina y un vasco, ovejero rico de por allá, que llegado a comprar carneros, a la hora de almorzar, había sido convidado por el dueño de casa" (2).
Notas
- Alvarez, Sixto A. (Fray Mocho) Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.
- Daireaux, Godofredo: "Matufia", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
Sin mención de origen
"Diego Corrientes" es uno de los textos que Francisco Grandmontagne escribió para su "Galería de inmigrantes", publicada en Caras y Caretas. No manifiesta que su personaje sea un inmigrante español; lo suponemos, por el nombre y la descripción de su tierra de origen. En esa estampa, publicada en 1899, leemos: "La falta de pan y la sobra de hijos arrojaba a Dieguillo del hogar nativo. Tenía 12 años, saludables como las vetas de joven encina; cual aguilucho, ágil y fuerte, y bello además, como engendro de dos cuerpos torneados por duro trabajo" (1).
En "¡Ficate-in-poco; ficate!", texto de 1908, Santiago Dallegri presenta a una española que quiere comprar ligas de seda. Uno de los personajes dice a la mujer: "-No s’enoje misia España, que dispués de todo, no lo hago porque me deba un par de nales sino por hacerle un bien. Pues dígame, ¿pa qué v’á gastar dinero en ligas de seda, si naides se las v’á ver?" (2).
Notas
- Grandmontagne, Francisco: "Diego Corrientes", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
- Dallegri, Santiago: "¡Ficate-in-poco; ficate!", en Fray Mocho, Félix Lima y otros: Los costumbristas del 900. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).
Gallegos
En "La historia del comic en la Argentina", trabajo "realizado por Néstor G. Giunta, en el año 2004, basándose en un texto original del profesor Oscar De Majo, quien autorizó las modificaciones y agregados efectuados aquí sobre el artículo aparecido en ‘Signos Universitarios’ (Bs. As., Universidad del Salvador, Año XV N° 29, en el año 1996)", el autor se refiere a una inmigrante española: "La historieta pasa a la prensa diaria recién en 1920, cuando el diario La Nación empieza a publicar tiras, con gran enojo de muchos de sus lectores, que pensaban que con estas "frivolidades" se desmerecía la "seriedad" de la publicación. (…) debuta con sus personajes, en los periódicos, Lino Palacio, que crea a "Ramona" (…), en 1930, para ‘La Opinión’ " (1).
"Cuenta la anécdota que Palacio se inspiró en una mucama gallega que trabajaba en la casa de su abuelo para crear a Ramona. Observador como todo humorista, el autor crea un personaje que es un estereotipo derivado de la inmigración poco instruida que llegó a Argentina a principios de siglo. Como tantos otros inmigrantes, Ramona es empleada doméstica. Ignorante y algo bruta, inocente y demasiado sincera, tales las características que detonan la comicidad de este personaje. Ramona es el primero de los grandes personajes de Lino Palacio, al que seguirían Don Fulgencio, Avivato y Cicuta, entre otros. Estos personajes, como los de otros autores de la época, se caracterizan por basar su humor en una cualidad que produce el efecto cómico, recurso que se repite de tira en tira. En el caso de Ramona, su ignorancia produce todo tipo de malentendidos. La interpretación literal de lo que le dicen, su incapacidad para el doble sentido, provocan las situaciones que sufren sobre todo sus patrones. Su inocencia y simpleza la llevan a una sinceridad extrema, que desemboca en algo parecido a la insolencia. Pero Ramona no tiene malicia, todo lo que hace es sólo consecuencia de lo bruta que es. Ramona fue el primer gran personaje argentino que apareció en los diarios. Comenzó a publicarse en 1930, en La Opinión, diario oficialista que salió apenas por un año. A partir de 1938 se publica en el diario La Razón, donde se hace exitosa. Varios autores se hicieron cargo de la tira: Toño Gallo, Guillermo Guerrero, Dobal y Faruk (hijo de Lino Palacio). A partir de 1958 Ramona es continuada por Cecilia, hija de Lino Palacio" (2).
En Locuras de Isidoro, historieta de Dante Quinterno, aparece un mayordomo gallego. "Quién no disfrutó alguna vez –pregunta Marcelo Benini- de los enredos protagonizados por Isidoro, ese porteño de vida disipada que rehuía a cualquier esfuerzo físico, incluido el trabajo, y pasaba sus horas en casinos, hipódromos y boites? Imposible olvidarlo: casi siempre vestía saco cruzado, polera, mocasines y tomaba whisky importado. Vivía disgustando a su pobre tío, el coronel Urbano Cañones, quien sólo confiaba en él cuando estaba acompañado por Cachorra Bazuka, una hermosa rubia de aparente compostura que en realidad era su compañera de juergas. Su otro aliado era Manuel, el mayordomo gallego, que lo apañaba ante el severo militar cuando Isidoro metía la pata. Autos deportivos, ruletas, cartas de póker, cigarrillos y noche componían la iconografía de Locuras de Isidoro, la popular revista que el inolvidable Dante Quinterno (1919-2003) publicó entre 1968 y 1976, año en que empezó a reeditarse" (3).
Quino creó al almacenero don Manolo y su hijo Manolito, personajes de Mafalda (4).
Notas
- Giunta, Néstor G.: "La historia del comic en la Argentina", en www.todohistorietas.com.ar
- S/F: "Ramona", en www.historieteca.com.ar.
- Benini, Marcelo: "Isidoro Cañones era de Villa Pueyrredón", en El Barrio. Periódico de noticias, Agosto de 2003.
- Ver "Testimonios: Castellanos".
Sin mención de origen
Un hombre dice a su mujer, en una historieta de Emilio Ferrero: "Pensar que voy a ser papá y le voy a contar las historias que me contaba mi abuelo… Como esa de cuando vino de España siendo muy joven y se encontró con un país rico y lleno de oportunidades…". La reflexión es amarga: "¡¡Claro que ahora, visto a la distancia, parecería que el pobre nono desde chico ya tenía arterosclerosis!!" (1).
Notas
1 Ferrero, Emilio: "S.O:S: Somos primerizos", en La Capital, Mar del Plata, 14 de mayo de 2000.
Españoles y otros
Cien lecturas se titula el libro destinado a alumnos de quinto grado, que publicó la Editorial Guillermo Kraft Limitada. Son sus autores José Mazzanti e I. Mario Flores. La lectura n° 41 de esas cien, es "Los inmigrantes". Transcribo un fragmento de la misma: "¿Quiénes son los que se han atrevido a desafiar así las penurias de la travesía, abandonando su hogar y su patria? Son los inmigrantes. A medida que van desembarcando, les oímos hablar veinte idiomas distintos. Ved aquel italiano, que baja, de amplio pantalón de pana y raro sombrero; aquel español, de chaqueta corta y ajustada; aquel alemán, rubio y mofletudo… Y desfilan así, con sus trajes y rasgos característicos, rusos, franceses, turcos, belgas… ciudadanos de todos los países que vienen en procura del pan y del bienestar que ofrece nuestro pródigo suelo a todos los hombres de buena voluntad que deseen habitarlo".
En ese mismo libro se incluye "La visión del puerto de Buenos Aires", texto del guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. En él expresa: "¡La Argentina! ¿Hay alguna lengua humana en la cual estas sílabas dejen de tener la sonoridad de metal precioso? La Argentina se dice en Rusia lo mismo que en España, en Gran Bretaña lo mismo que en Oriente, en la China lo mismo que en Grecia, y siempre el alma percibe imágenes de grandeza y de trabajo, imágenes salvadoras para el que no puede contentarse con la vida de su pueblo natal; imágenes halagüeñas y generosas para todos" (2).
Notas
- Mazzanti, José y Flores, I. Mario: "Los inmigrantes", en Mazzanti, José y Flores, I. Mario: Cien lecturas. Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1956. 19° edición. 249 pp.
- Gómez Carrillo, Enrique: "La visión del puerto de Buenos Aires", en Mazzanti, José y Flores, I. Mario: Cien lecturas. Buenos Aires, Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1956. 19° edición. 249 pp.
Andaluces
En El juguete rabioso, de Roberto Arlt, relata el protagonista: "Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia" (1).
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