Factores desencadenantes del proceso emancipador rioplatense (página 2)
Enviado por Ana Laura Ben�tez
Tanto el empirismo como el racionalismo, se encuentran en la base de los sistemas filosóficos y políticos de la ilustración, y es así como dejan de lado definitivamente a la filosofía aristotélica y a la escolástica.
Con respecto a lo que podríamos tomar como elementos destacados de este pensamiento ilustrado, Marías Julián, nos da datos interesantes con respecto a lo dicho anteriormente: "… los elementos más importantes de la ilustración, el deísmo, la ideología política, partidaria de la libertad y del gobierno representativo, la tolerancia, las doctrinas económicas, etc., tienen su origen en el pensamiento empirista de los siglos XVI a XVIII."[2]
Los intelectuales de la época acusaban de anticuada e ignorante a la sociedad, el gobierno, la economía, la educación, la religión y afirmaban que los hombres se perfeccionan gracias a la razón y que, iluminados por ella podrían alcanzar la prosperidad y la felicidad. Por ello insistían en la necesidad de ilustrarse, educarse racionalmente y emplear la razón para descubrir las leyes que rigen la sociedad y así poder solucionar sus problemas.
Algunas de las ideas rectoras del pensamiento ilustrado son que el conocimiento racional y científico de la naturaleza ayudaría a encontrar las leyes naturales de la sociedad, que en las ciencias deben ser desarrolladas mediante la aplicación de métodos experimentales y que según las leyes naturales de la sociedad, el hombre debía disfrutar de más libertades y no estar sometido al control de la monarquía absoluta. Debían reducirse las desigualdades sociales, terminando con la servidumbre y la esclavitud y educando al pueblo para darle mayor movilidad social.
Creo que todo este movimiento ideológico va a influir en la América colonial y particularmente en el caso que nos compete que es el Río de la Plata, pero esta influencia no va a ser tan fuerte comparada con el resto de los procesos que vamos a describir en los próximos capítulos.
De todas maneras es importante seguir describiendo estas ideas ilustradas porque a partir de los autores que se consultaron para dicho trabajo, la mayoría concuerda en la influencia de estas ideas, sobre todo en el período que le seguiría a la emancipación política con respecto a España, ya que les daría las bases para organizar política y socialmente esta nueva sociedad.
La época de la ilustración del siglo XVIII representa el término de la especulación metafísica del siglo XVII. Es una época de difusión de las ideas del período anterior.
El pensamiento ilustrado genera una claridad mental, dejando de esta manera de lado el oscurantismo, en procura de las luces de la razón.
Cuando uso el concepto de oscurantismo hago referencia al período anterior a la elaboración de estas ideas ilustradas; ¿porqué oscurantismo?, porque en el desarrollo de los autores que hemos trabajado para describir este período de las ideas ilustradas, acentúan que este fue el periodo de las luces donde el hombre se despoja de ese "oscurantismo" en el sentido de las ideas relacionadas a la escolástica por ejemplo, en la que no aportan mucho al pensamiento humano, y también se refiere al término de la especulación metafísica.
Está definición es un poco relativa, porque es muy probable que para el período de la Edad Media este pensamiento era acorde al contexto que se vivía en ese periodo, y con ello no quiere decir que hayan vivido en un oscurantismo, pero para los filósofos ilustrados era así, a partir de sus pensamientos y con el uso de la razón, el hombre despierta al conocimiento.
Esta claridad mental la veremos en el capítulo siguiente cuando hablemos de la influencia de estas ideas en el Río de la Plata. Ahora veremos esta claridad en los grandes exponentes ilustrados europeos.
1.2 REPRESENTANTES DE ESTA CORRIENTE
Las ideas ilustradas, nutridas por los nuevos principios económicos inspirados en las ideas de Quesnay (fisiocracia) y Adam Smith (librecambismo), y por modelos políticos que cuestionaban al poder absoluto y despótico del monarca en los libros de Voltaire, Montesquieu y Rousseau, las ideas de la ilustración fueron adoptadas por las nuevas burguesías inglesa y francesa.
El órgano adecuado para la vulgarización de estas nuevas ideas fue la enciclopedia.
Muchas de las ideas políticas y sociales de los ilustrados a favor de ciertas libertades se inspiraron en el filósofo inglés John Locke, empirista del siglo XVII e ideólogo de la Revolución Gloriosa que terminó con el absolutismo en Inglaterra.
Para Locke, los súbditos tienen un derecho inalienable a la vida, la libertad y la propiedad que los monarcas no pueden violar y cuando lo hacen, el pueblo está legítimamente autorizado para destruirlos. Si embargo, las ideas de mayor alcance en los acontecimientos inmediatos que se desarrollarán más específicamente en Francia, son las de Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
Se podría así caracterizar de manera breve algunas de las tesis que van a ir surgiendo en este período para luego corroborar en que manera estos modelos fueron adoptados en la América de principios del siglo XIX, y ver de que manera impactan o no en ella.
La tesis desarrollada por Rousseau, manifestada en "El contrato social" (1772), establece que todos los hombres son buenos por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe. Para evitar esto, el hombre debe volver al estado puro en contacto con la naturaleza, para que ella guíe su moral. En su obra el "Contrato Social", expuso que la sociedad y el estado surgieron de actos voluntarios y libres del hombre y que éstos, mediante un contrato, delegaron sus derechos a un gobierno. De esta afirmación es posible deducir que el soberano no es el monarca sino la voluntad general del pueblo. Años más tarde esta teoría sería uno de los fundamentos de las constituciones democráticas.
Por ello es que se propone un nuevo pacto social por el que, a diferencia de la monarquía absoluta, la soberanía pertenece al pueblo. Este modelo igualitario sostiene, con Mostesquieu y Voltaire, la división de poderes como la única garantía de la libertad del hombre dentro de la sociedad y el estado, y al igual que ellos prioriza la ley como fundamento del orden social y control del poder del monarca.
Montesquieu, criticó el absolutismo y propuso que el poder monárquico se dividiera en tres: ejecutivo, legislativo y judicial. El poder ejecutivo quedaría en manos del rey, el poder legislativo estaría a cargo de un Parlamento o Asamblea representativa y el poder judicial sería encargado a jueces y magistrados. Esta teoría política, conocida como la teoría de la separación de los poderes, quedó expuesta en su obra "El espíritu de la leyes".
Voltaire fue un gran escritor, novelista y dramaturgo que ridiculizó con su estilo a la monarquía como a la sociedad, pero por sobre todo a la iglesia. Sus ataques ayudaron a desacreditar las instituciones políticas, religiosas y sociales de su época.
Este pensador no escribe ningún tratado político, pero a través de sus novelas, cuentos filosóficos etc. Llegó a tener una actitud política diferente a la Montesquieu. Esto lo podemos reafirmar a través del autor Rudé George, que trata este tema en forma detallada, y con respecto a las diferencias entre ambos pensadores dice: "Mientras Montesquieu defendía las exigencias de la aristocracia, Voltaire fue a lo largo de su carrera un sólido oponente del privilegio, en particular del que poseían los Parlamentos, cuya influencia hubiera destruido con gusto. Sin ser un demócrata ni un republicano, buscó una solución en la monarquía ilustrada."[3]
Es importante recalcar, que todo este cúmulo de ideas serán la base de la Revolución Francesa de 1789, la cuál será temida por España ya que tratará de evitar con todas sus fuerzas que este cúmulo de ideas y ahora de hechos se traslade a la península y por supuesto a sus colonias americanas.
La monarquía española no fue la única temerosa a la influencia de estas ideas, ya que tanto en Francia misma como en Italia muchos de los escritos de los ilustrados fueron prohibidos por la Iglesia Católica, más específicamente por la Inquisición.
Pero no fue la única institución religiosa que se oponía a la difusión de estas ideas; citando nuevamente a George Rudé que nos aporta datos interesantes con respecto a el rechazo de estas ideas por parte de, como ya dije, otros grupos religiosos: "… las opiniones filosóficas fueron también mal recibidas por los jansenistas franceses e italianos, los pietistas alemanes y daneses, o los metodistas wesleyanos en Inglaterra. La excepción la constituyeron las iglesias protestantes del norte de Alemania… […]" [4]
Hasta el momento venimos caracterizando esta corriente ilustrada en el marco de dos países como ser Inglaterra y Francia, que sin lugar a duda es en donde más fuertemente impactaron, pero lo importante sería ver como estas ideas se reflejan en España, nuestra metrópoli hasta el momento.
1.3 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA
Como es de suponer para quienes han leído o conocen sobre la historia de España, las ideas de la ilustración debieron vencer muchas resistencias. Lentamente el empirismo y el racionalismo ganaron adeptos.
Hay que decir que la ilustración española es más receptiva que creadora, y filosóficamente muy modesta.
Unas décadas más tarde es cuando estas ideas alcanzan una mayor trascendencia, y será en el gobierno de Carlos III, en el cuál sus ministros, verdaderos exponentes del despotismo ilustrado peninsular, se ocupó de mejorar la administración, el comercio y la producción de la metrópoli y de las colonias ultramarinas, de controlar a la iglesia, etc.
A pesar del intento de la metrópoli de cuidar celosamente que estas ideas no entraran en América, esto no iba a ser posible. Las nuevas corrientes del pensamiento filosófico y científico comenzaron a entrar en el Río de la Plata a mediados del siglo XVIII, con la esperada reserva y cuidado por parte de los criollos que estaban enterados de los cambios generados en Europa. Este cuidado por parte de los criollos era debido a que España no iba a perder tan fácilmente el monopolio sobre las colonias americanas, y por otro lado el temor de estas sociedades habituadas a aceptar la palabra de la metrópoli a la cuál se encontraba sometida.
Lo interesante sería ver como todas estas ideas van a ir penetrando en el Río de la Plata, los medios por donde se infiltran y que es lo que generan en este mundo hasta el momento sometido al monopolio exclusivo de España.
Es casi predecible lo que sucederá, pero lo interesante es ver en que medida esta infiltración de ideas y cambios europeos movilizan y rompen con la estructura colonial hispana ya que la pregunta que surge de esto es, si las ideas ilustradas fueron el principal desencadenante del proceso emancipador de Río de la Plata. Creo que lo sabremos al final del trabajo, luego de analizar como impactan las ideas y que pasaba en España mientras éstas se infiltran.
CAPITULO II
2.1 LA ILUSTRACIÓN EN EL RIO DE LA PLATA
En este capítulo trataremos de ver como aquellas ideas ilustradas van a impactar en el continente americano en general, y en particular en el Río de la Plata que es el tema que nos compete.
Hay que tener presente que el caudal de pensamiento político que poseían los hombres de la emancipación, se constituyó a lo largo de toda la edad moderna pero adquirió consistencia y sistematización en la segunda mitad del siglo XVIII.
Estas ideas llegaron a Latinoamérica no sólo constituidas como un cuerpo teórico sino como un conjunto de verdades; pero esas doctrinas se habían constituido sobre situaciones muy diferentes al mundo hispano-lusitano y más ajeno aún al mundo colonial que dependía de ambas naciones europeas.
Las ideas de la ilustración habían penetrado en este mundo colonial, pero por vías diversas y en distintos contextos; veamos el caso del Río de la Plata.
En los últimos años del siglo XVIII y primeros del siglo XIX, los frutos del iluminismo se hacían más visibles en la sociedad rioplatense. No eran un producto exclusivo del espíritu criollo.
Uno de los tantos que impulsaron el cambio de mentalidad en el Río de la Plata fue el coronel extremeño y abogado de la real Audiencia de Lima, Francisco Antonio de Cabello y Mesa, venido del Perú, que en 1800 solicita al Virrey Avilés autorización para establecer un periódico y una Sociedad Patriótica, Literaria y Económica; con la participación de Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli; entre otros.
Si bien el Virrey no autorizó la conformación de la Sociedad Patriótica, sí autorizó la conformación del periódico. Este aparece en 1801 con el nombre del Telégrafo Mercantil, el cuál representó un influyente medio de difusión de las nuevas ideas.
Los escritos que allí se publican, están imbuidos no sólo del pensamiento de la fisiocracia, sino también del de los neomercantilistas.
Otra manifestación clara de la influencia de estas nuevas ideas, también manifestada en este periódico, fue el informe de un cirujano rioplatense en 1804 en el cuál cuestiona la esclavitud; esta inquietud era provocada a partir de su propia experiencia ya que era el encargado de hacer la revisación a aquellos esclavos que llegaban al Río de la Plata, y él mismo veía el estado deplorable en el que se trataba a los esclavos.
José Luís Romero[5], manifiesta que en este periodo existió un pensamiento político de la emancipación en Latinoamérica ya que para él no es casual que Mariano Moreno dispusiera la publicación del Contrato Social en Buenos Aires poco tiempo después de haberse instalado la Junta de Gobierno que él inspiró con firmeza.
Por otra parte también pone énfasis en la influencia que ejercen los Jesuitas como uno de los medios que permitieron la llegada de las ideas ilustradas en todo el territorio colonial hispano-portugués.
Los jesuitas establecieron una red de comunicaciones con las colonias de la que se sirvieron para agitar a los espíritus inquietos.
Otra de las grandes influencias ideológicas del periodo, va a venir por parte de la elaboración de las nuevas ideas de diverso origen que hicieron los pensadores españoles de la Ilustración, el cuál proporcionarán otros contenidos al movimiento.
Felix Luna cree, de alguna manera, en la existencia de un pensamiento latinoamericano pero desde otra perspectiva, haciendo alusión a la influencia española, diciendo: […] "Un análisis más detenido de la influencia de dichas ideas lleva al siglo XVIII, cuando los criollos de las colonias españolas se atrevieron a pensar más libremente, a espaldas de la Inquisición y de la escolástica, pero dentro de la corriente del pensamiento de la España ilustrada e inspirados por el amor a la patria americana".[6]
Nuevamente haciendo referencia a José Luís Romero, con respecto a esta influencia dice:
[…] "la influencia de la Ilustración española la que sostuvo, mientras fue posible, la esperanza de mantener a las colonias en el marco de una monarquía que se esperaba ver liberalizada después de la reunión de las Cortes de Cádiz. Pero abandonada esa línea de pensamiento político por la fuerza de las circunstancias, la Ilustración española siguió influyendo en otros aspectos: en lo religioso y en lo cultural."[7].
En el siglo XVIII, el pensamiento americano siguió las huellas del español, es decir que en general se mantuvo dentro de una filosofía cristiana: tomistas, suaristas, escotistas y posteriormente aparecen algunos cartesianos.
El reemplazo de los jesuitas en la conducción de la enseñanza superior por los franciscanos, se tradujo en un cambio de orientación filosófica. Los franciscanos seguían a Escoto y estaban abiertos a las influencias cartesianas, como también se mostraron abiertos a las ciencias experimentales y desafectos a la escolástica tradicional.
Los dominicos y mercedarios se mantuvieron fieles al tomismo.
A medida que nos acercamos al siglo XIX, vamos encontrando las filiaciones intelectuales de los futuros protagonistas del gran cambio que iba a producirse en el Río de la Plata.
Como ejemplo de ello, encontramos a José Luís Chorroarín, el cuál está dentro de la línea escolástica, fue maestro de Manuel Belgrano, a quien transmitió su posición escolástica y anticartesiana. El mismo, neutralizaría esta última influencia ideológica, y recibiría en España influencias de Descartes y donde tomaría conocimiento de Locke, Wolf y Condillac.
Como este ejemplo hay muchos otros, pero es importante ver como el pensamiento europeo y español de fines del siglo XVIII, de una u otra manera llega al Río de la Plata.
Así se fue constituyendo un núcleo intelectualmente inquieto y despierto de donde luego surgieron los ideólogos y los eclécticos del movimiento revolucionario.
Con este ultimo planteamiento, no estoy negando de pronto la hipótesis formulada, ya que nos falta gran parte todavía por investigar y analizar, sobre todo el contexto europeo que es central para poder llegar a una conclusión más clara de lo que estoy queriendo corroborar.
A pesar de lo que manifiesta José Luís Romero, sobre dicho movimiento ideológico en el proceso emancipador Latinoamericano, diciendo: […] "¿ Hasta donde es válido pensar e interpretar el proceso de la Emancipación sólo como un aspecto de la crisis de transformación que sufre Europa desde el siglo XVIII y en la que se articula la caída del imperio colonial español?… resulta necesario puntualizar…que el proceso de la Emancipación se desata en tierra americana a partir de situaciones locales, y desencadena una dinámica propia que no se puede reducir a la que es propia de los procesos europeos contemporáneos." [8], creo que es de gran importancia y juega un papel muy importante lo que sucede en Europa en forma paralela a este movimiento ideológico; es por ello que el próximo capítulo se dedicará a caracterizar dicho contexto.
CAPITULO III
3.1 LA SITUACIÓN EUROPEA EN EL SIGLO XVIII
En este apartado me dedicaré a describir el contexto europeo del siglo XVIII, ya que nos daría la clave para la comprensión de lo que ocurrirá en las postrimerías del siglo XIX tanto en Europa como en el siguiente capítulo en América; más concretamente en el Río de la Plata.
¿Porqué afirmo que este apartado nos daría la clave?, la respuesta la podemos encontrar en varios de los autores consultados para realizar dicha investigación, pero me gustaría resaltar a dos de ellos que manifiestan la importancia de la situación tanto política como económica de Europa en este período, como también nos será de gran utilidad para cuando entremos a explicar la situación europea en el siglo XIX. Por un lado, Beyhaut dice: "Es difícil explicar las causas del proceso emancipador si se le estudia en el reducido lapso de su duración y el de los años inmediatamente anteriores. Solamente puede entenderse con claridad si se le considera en relación con un proceso más amplio, de cambios profundos, iniciado con mucha antelación y que se prolongará más allá del período de lucha armada."[9]
Por otra parte podemos citar a Felipe Pigna, que nos da una descripción más acotada pero no por ello menos esclarecedora: "Los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin una comprensión necesaria de la situación europea, porque son el resultado de una compleja serie de causas entre las que la situación externa se torna determinante."[10]
Ambos autores reafirman la importancia que tiene la situación europea para poder explicar el proceso emancipador, en el caso de Beyhaut desde una concepción más amplia ya que en el libro citado se va a referir al proceso emancipador latinoamericano en general, no así Pigna que se dedica específicamente al proceso que nos compete; el del Río de la Plata. Hago esta aclaración porque en las citas puede verse que Beyahut es más amplio al describir las causas del proceso, no así Pigna que marca directamente los procesos de Mayo.
Vamos a remontarnos a comienzos del siglo XVIII, cuando la dinastía de los Borbones, de origen francés, tomó el trono de España, tras una agotadora guerra de sucesión. Estos monarcas intentaron revertir la mala situación económica y el atraso respecto de las otras potencias, realizando una serie de reformas modernizadoras tanto en la península como en las colonias.
Estas reformas tuvieron como fin, lograr un mejor gobierno y tener un mayor control de las cosas, lo que derivó en un régimen de tipo más colonial; esta reorganización se va a dar en las relaciones administrativas, militares y mercantiles con sus posesiones americanas.
Anteriormente, en el gobierno de la dinastía de los Austrias, la única contribución importante que América hacía a la corona española era el veinte por ciento (el quinto real) de los metales que se obtuvieran aquí; lo demás quedaba para los particulares, cuando me refiero a contribución importante lo que se quiere decir es que en realidad la única contribución significativa que las colonias aportaban a la metrópoli era esa, no se producía nada en las colonias para exportar a la metrópoli, no se le daba gran importancia a los recursos de estas tierras, cuando digo recursos me refiero a por ejemplo, cultivar la tierra para luego exportar lo que aquí se producía a España, sólo se extrae el metal y se lo envía a España, lo que se cultiva en estas tierras es sólo para consumo local. A partir de los Borbones se estableció un régimen fiscal más racional.
Además empezó a cambiar la idea de riqueza, ya que esta era atribuida solamente a los metales preciosos, y con los Borbones se empieza a considerar como riqueza también a los bienes, a la actividad económica, es decir se empieza a trabajar la tierra, a utilizar otros recursos.
De ahí, la importancia del cuero, sobre todo en el Río de la Plata, que no tenía ni oro ni plata, se empezó a valorizar.
La dinastía borbónica que inaugura el siglo XVIII incorpora al estado español la tradición mercantilista francesa. La nueva casa real debe enfrentar la decadencia de España, la agresividad de las potencias rivales y la posible pérdida de las colonias americanas.
Es por ello, como dije anteriormente, que se propone enfrentar esta problemática reafirmando su poder modernizando y racionalizando la economía, la sociedad y la administración en la metrópoli y en los dominios de América.
Comienza a proponerse una nueva formulación del pacto colonial, que favorezca más la producción y el comercio de la metrópoli.
Carlos III (1759-1788) reemplazó el complejo aparato administrativo de los Habsburgo por el sistema de intendencias. En la práctica, supuso el reemplazo de los corregidores de la América española por los intendentes, gobernadores locales directamente responsables ante la corona, no ante el virrey. Casi todos ellos eran peninsulares en lugar de criollos americanos, quizá para asegurarse la lealtad a la corona.
Carlos III también trató de aumentar el poder real estrechando su autoridad sobre la Iglesia. El ejemplo más claro de ello fue la expulsión de la orden jesuita de toda la América española en 1767, a la que consideraba un estado dentro del estado, una fuente de poder y de riqueza rival.
Podríamos estructurar de forma breve las razones o motivaciones que animaron a la dinastía Borbónica a llevar adelante estas reformas; para ello vamos a tomar a Noemí Goldman la cuál identifica claramente estas motivaciones: "La primera responde a la necesidad de reconocer el peligro que suponía para el Imperio ibérico el poderío naval y mercantil de la potencia británica, que desde la segunda mitad del siglo XVII se hallaba en creciente ascenso. […] segundo lugar, a partir de 1680 España cobró un nuevo aunque lento impulso económico que le exigió a su vez una articulación diferente entre su propia economía y la de sus posesiones americanas.
La política reformista de los Borbones persiguió, en tercer lugar, el propósito de afirmar una única soberanía, la del monarca absoluto."[11]
Es importante esta esquematización que la autora hace con respecto a las razones de las reformas, ya que sin duda y como venimos diciendo, las mismas tuvieron la intensión, entre otras, de unificar los reinos, de una mayor comunicación y control entre metrópoli y colonias, pero es aquí donde debemos buscar una de las claves en el proceso que estamos analizando, ya que, esta intención última que propone la autora va a ser de alguna manera uno de los factores a tener en cuenta a la hora de cerrar el trabajo, y tenerlo muy en cuenta para la conclusión final.
Los ideólogos y administradores de la etapa borbónica aplican una versión selectiva y conservadora del Iluminismo. Eliminan sus elementos críticos que podrían llegar a tener trascendencia en lo social, lo político y lo cultural.
La política borbónica obviamente que no se va a limitar solamente a España, sino que este plan de reformas, como ya dijimos anteriormente, se traslada a América y un ejemplo claro de ello va a ser la creación del espacio geo-histórico-cultural que nos ocupa en este trabajo: el Virreinato del Río de la Plata, del cuál hablaremos en el siguiente capítulo.
Esta política aplicada en sus colonias es con el fin de ampliar y fortalecer sus lazos con la metrópoli.
En este deseo de los Borbones de fortalecer y promover el desarrollo económico colonial, en 1778 Carlos III promulgó un decreto de libre comercio, que significó que los 24 puertos de la América española podrían comerciar desde entonces directamente con cualquier puerto español o entre sí, pero no con puertos que no pertenecieran al reino español. Así el comercio ya no estaría restringido a los cuatro puertos coloniales (Veracruz, Cartagena, Lima/Callao y Panamá) o sujeto al monopolio de Cádiz. Es así como Buenos Aires comenzó a beneficiarse de dicha medida.
La política borbónica parecía ser un éxito. La administración se hizo más eficiente, mejoraron las defensas, se intensificó el comercio y aumentaron los ingresos del gobierno.
A pesar de lo dicho anteriormente, muchos de los autores consultados para realizar este trabajo coinciden en la ineficacia que producen estas reformas en América, ya que fueron aplicadas en forma tardía y por otra parte porque la monarquía española no estaba en condiciones económicas como para llevar adelante tales reformas. Pero que muchos de ellos creen que en realidad al intensificarse el comercio y hacer resurgir ciudades como la de Buenos Aires, produce un sentimiento de poder en ellas que de alguna manera el Imperio español lamentara unos años más tarde.
Con respecto a esto, Beyhaut nos da una postura algo diferente, ya que lo que el autor expone es que las reformas traerán una surte de malestar ya que se intensifica el control entre metrópoli y colonias diciendo: "Las reformas hechas desde la metrópoli afectaban además diversos intereses locales y aumentaban los deseos de romper definitivamente las barreras aduaneras que aislaban del resto del mundo a las colonias."[12]
De todas maneras a partir de la llegada al trono de Carlos IV (1788), hijo de Carlos III, la línea reformista se debilita y retrocede.
Pero algo más grave le espera a España en los años siguientes…
3.2 LA SITUACIÓN EUROPEA HACIA FINES DEL SIGLO XVIII Y PRINCIPIOS DEL XIX
Para empezar este apartado, me gustaría citar a Felix Luna, el cuál a través de las palabras que trascribiré, nos daría un indicio de lo que sucederá en España en este período y de cómo todo ello va a desembocar en un conjunto de sucesos que nos darán un elemento importante para empezar a desentramar el problema planteado en este trabajo:
"En la primera década del siglo XIX España sufrió diversos avatares que se tradujeron en serias crisis demostrativas de su incapacidad, en tanto metrópoli de un vasto imperio, de mantener la dirección de sus dominios.
Fueron crisis que demostraron a los americanos que seguir dependiendo de la monarquía española resultaba absurdo, pues el antiguo centro era incapaz de defender sus dominios ultramarinos, no podía abastecerlos comercialmente y carecía de fórmulas políticas para establecer una relación que resultara fructífera para ambas partes."[13]
España se encontraba en una difícil situación debido al contexto internacional que se vivía en Europa en estos años; sobre todo en relación con Francia y Gran Bretaña.
En Francia, estallaba la Revolución Fra ncesa, y Carlos IV y su gabinete intentan frenar a través de diversas medidas, que se expandieran por toda Europa las ideas revolucionarias. Pero, una vez firmada la Paz de Basilea, el gobierno español se inclinó por el Directorio, y luego por el propio Napoleón. Producto de ello, España se ve arrastrada a las guerras de 1797-1801 y 1804-1808 contra Gran Bretaña, que van a tener consecuencias negativas, entre ellas la destrucción de la flota española en Trafalgar.
Esta última es producto de la guerra iniciada en 1804, en la cuál Napoleón ya soñaba con la idea de invadir la isla de Gran Bretaña, y al servicio de éste, la escuadra española se enfrentó a los ingleses y quedó destruida en Trafalgar, al igual que la flota de Francia. Lo que la monarquía española no sabe, es que para Napoleón Trafalgar significó una nueva estrategia que traerá consecuencias graves para España.
Antes de adentrarnos en la estrategia elaborada por Napoleón, es interesante explicar como todo este entramado de sucesos se producen, a partir de que y de quienes ya que Napoleón tuvo la idea, pero fue apoyado por alguien; Manuel Godoy, era secretario de estado de Carlos IV, era llamado también el "príncipe de la paz".
Manuel Godoy, realizó un arreglo previo con Napoleón y como describiremos más adelante, este va a ceder a todas las presiones que Napoleón le exigirá.
En los hechos, Carlos IV era inoperante en sus tareas y por ello las decisiones eran tomadas por Manuel Godoy y la reina María Luisa, dos personalidades que venían a sustituir las decisiones del monarca.
Godoy cedió a todas las presiones francesas, especialmente las de Napoleón. Accedió a otorgar apoyo militar a Napoleón mediante un cuerpo de ejército de 15.000 hombres, y además aceptó la estrategia elaborada por el emperador francés, de invadir Portugal usando el territorio español como corredor de paso. Portugal era un aliado fiel a Gran Bretaña.
A partir de esta decisión tomada por Godoy, el pueblo español se levanta en su contra en Aranjuez, villa veraniega cercana a Madrid donde se encontraba la corte; esto obligó a Godoy a huir en marzo de 1808 y al rey Carlos IV a abdicar de su corona a favor de su hijo mayor, quien fue jurado como Fernando VII por el pueblo.
Para el pueblo, Fernando VII, simbolizaba la limpieza de la corte, la renovación y limpiaría al gobierno de la influencia francesa.
Pero este sentimiento era equivocado ya que Napoleón estaba dispuesto a invadir España. Es por ello que en 1808 el emperador francés citó al antiguo rey Carlos IV y al actual monarca español Fernando VII, a la ciudad de Bayona. En dicha reunión, Napoleón presiona a Fernando VII para que devolviera la corona a su padre y así lo hace, a su vez le entrega la corona a Napoleón para que hiciera con ella de su voluntad.
Es así como Napoleón designa en el trono español a su hermano José Bonaparte.
José I se instala en Madrid, pero Napoleón no contaba con el patriotismo del pueblo español, el cuál se levantó en repudio a la usurpación francesa en el trono español. Empezaron a aparecer guerrillas con jefes naturales, fue todo un gran movimiento por parte del pueblo español.
Estas dificultades movieron a José I a retirarse de Madrid. Fue cuando el mismo Napoleón decidió entrar a Madrid en 1808; allí emitió algunos decretos como la abolición del Tribunal de la Inquisición, la reducción del número de conventos y la disolución del Consejo de Castilla.
A fines de septiembre de 1808 se instaló la Junta Central, que reasumía los poderes soberanos, ante la proximidad de Napoleón ya instalado en Madrid, la Junta Central resolvió trasladarse a Sevilla.
Ante tal situación, a España no le queda más alternativa que aliarse a su enemigo: Inglaterra, el cuál juega un papel muy importante en esta lucha del pueblo español contra Francia, su histórico enemigo. Por supuesto que detrás de esta "generosa ayuda" hay una cuota de conveniencia en cuanto al comercio con las colonias de ultramar.
Se puede decir que el imperio español, como dijimos al principio del capítulo, se encuentra en una crisis irremediable y esto se manifiesta en la imposibilidad de defensa de sus territorios en ultramar como las invasiones inglesas en Buenos Aires ya en 1806 y 1807 el cuál será tratado más detalladamente en el capítulo siguiente.
Por otra parte se manifiesta también en la imposibilidad de abastecer el comercio de sus dominios ultramarinos.
El historiador Tulio Halperín Donghi manifiesta que ya a partir de las reformas introducidas por los Borbones en América, en lo que respecta al comercio de las colonias, asegura a las mismas una administración más eficaz que la antes existente y por otra parte la cierta independencia que se genera a partir de estas reformas en cuanto al comercio.[14]
En lo refiere a lo dicho anteriormente Halperin Donghi dice: "En continuidad solo aparente y en oposición real con las reformas mercantiles de Carlos III, un conjunto de medidas de emergencia autorizan la progresiva apertura del comercio colonial con otras regiones (colonias extranjeras, países neutrales); a la vez conceden a los colonos libertad para participar en la ahora más riesgosa navegación sobre la rutas internas del Imperio. […]… una confianza… en las fuerzas económicas de esas Indias, que se creen capaces de valerse solas en un sistema comercial profundamente perturbado por las guerras europeas."[15]
Estas palabras de Halperin dan cuenta de toda la situación que se vive en toda Europa, en la que esta involucrada nuestra metrópoli, la cuál, repito, ya no puede gobernar la economía de sus colonias porque toda la situación antes descripta la aísla de ellas.
Es importante recalcar que aún después de su alianza con Inglaterra, la cuál le permite restablecer los vínculos con sus colonias, España está subsumida en una guerra en su propio territorio y esto hace que tenga cada vez menos recursos para influir en sus Indias. Todo esto genera un gran malestar en todo el Imperio Colonial, en el cuál van a ir surgiendo movimientos sociales en contra, más que nada, de la España Napoleónica; este tema también será tratado con mayor profundidad en el capítulo siguiente, ya que todos estos episodios preparan la revolución en el Río de la Plata.
Antes de terminar este capítulo, me parece importante destacar el análisis que realiza Beyhaut con respecto a toda esta situación que se vive en España, y sobre todo da cuenta que todo ello repercutirá mucho en América (es importante recordar que el autor realiza un análisis de América en general y no sólo del Río de la Plata): "Los síntomas del resquebrajamiento del poder colonial son numerosos. La pugna de las clases altas criollas por el poder se manifiesta en múltiples resistencias a medidas administrativas y en actitudes autonomistas. […] Se organizan círculos de estudios y sociedades secretas, donde, en un clima favorecido por la lectura de las obras de la Ilustración, prosperan planes escisionistas.
Esa maduración ideológica, sin embargo, todavía no está acompañada por un cambio de la realidad ni una coyuntura internacional favorable, que sólo aparecen a partir de 1808 por la acefalía de la corona española."[16]
Este análisis del autor es muy interesante y en cierta manera esclarecedor porque nos está dando un dato importante para poder llegar a una conclusión clara al final del trabajo.
Lo dicho anteriormente ya da cuenta de la situación en que se encontraba toda Europa y particularmente España, en este período. Todo lo caracterizado también nos da una idea de la multiplicidad de factores que llevan al resquebrajamiento del Imperio colonial español y su posterior reacción del otro lado del Atlántico; particularmente en el espacio que nos compete; el Río de la Plata.
Veamos como todos estos factores repercuten en ella.
CAPITULO IV
4.1 EL RÍO DE LA PLATA EN EL SIGLO XVIII.
En este apartado, como en el que sigue, es muy importante que tengamos en cuenta el capítulo anterior para poder comprender todo lo que va a ir pasando en la América colonial y particularmente en el Río de la Plata. Cuando hablo de América en su conjunto, es por una simple razón, todos los acontecimientos que se suceden en España afectan a todo el imperio colonial, y el Río de la Plata es parte integrante del mismo. Por ello, por algunos momentos, es casi imposible referirse sólo al Río de la Plata cuando este se encuentra inverso en el sistema colonial.
Empezaré este apartado, citando a Felix Luna, el cuál al inicio de un capítulo, sintetiza brevemente el estado en el que se encuentra América en el siglo XVIII y muy particularmente a partir de las reformas introducidas aquí por los Borbones: "El siglo XVIII es en América el fortalecimiento del criollismo y de la afirmación de los intereses propios de las colonias en detrimento de los metropolitanos. La dinastía de los Borbones que ocupa el trono de España pretende realizar reformas profundas en la administración, pero las guerras incesantes a que la empujan tanto la defensa de sus posesiones imperiales como las exigencias de la alianza de familia con Francia la hacen dispersarse en esfuerzos excesivos. Son magros los resultados de esas reformas emprendidas con el espíritu de la época, es decir, el de las luces de la razón".[17]
Antes de entrar directamente en las reformas introducidas en América, caracterizaré brevemente la situación en el Río de la Plata después veremos como va a cambiar su fisonomía a partir de las reformas, muy particularmente a partir de la creación del Virreinato del Río de la Plata.
Hacia mediados del siglo XVIII Buenos Aires empezó a cambiar, quizá no tanto la ciudad, sí el territorio que la circundaba. Unos años atrás los habitantes vivían como náufragos, dice Felix Luna: […] "…entre dos mares enormes: uno, la pampa; el otro, el Río de la Plata."[18]
A mediados del siglo XVIII, pueblos indígenas ocuparon espacios vacíos de la pampa. Los habitantes de Buenos Aires intentaron proteger las poblaciones que la circundaban, creando aldeas defendidas por pequeñas construcciones de barro en Mercedes, San Miguel del Monte, Chascomús entre otras. Así se formó una línea de fortines atendida por paisanos.
El propósito de esta línea de fortines era el de defender a las primeras estancias que se habían creado en las cercanías de Buenos Aires.
Hasta entonces, el ganado vacuno se cazaba en los campos, esto generó una matanza algo descontrolada y comienza a escasear, es por eso que se comienza a amansar el ganado para tenerlo al alcance fácil y por otro lado para que se reproduzcan. De este modo cuando llegaba el momento de faenarlos, estaban a mano y su explotación no significaba expediciones en su búsqueda de días enteros.
Cerca de donde se amansaba el ganado, se construía el rancho del dueño, el cuál llevaba una vida solitaria.
Así fue el comienzo de las estancias bonaerenses. De éstas se obtenía fundamentalmente el cuero, mercancía importantísima de este periodo, del cuál ya he nombrado en líneas anteriores.
El cuero era una mercancía reclamada ya que su uso era fundamental tanto en la vida de los europeos como en la de los americanos. Es decir que, las estancias que se empezaban a formar respondían a una demanda cada vez más importante para el Río de la Plata.
Así fue cambiando la fisonomía de Buenos Aires. En este Buenos Aires de mediados del siglo XVIII ya existía una suerte de industria local que consistía en la explotación del cuero.
Luego de describir brevemente al espacio que nos compete, veamos, ahora sí como se introducen las reformas borbónicas en este territorio en proceso de transformación significativa.
Como ya se describió en el capítulo anterior, con los Borbones comienza un régimen más fiscalista.
Estas reformas se plasman en el territorio que nos compete en varias maneras, una de ellas es la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776: "Una real cédula del 1º de agosto de 1776 creó el virreinato y designó virrey a Pedro de Cevallos"[19]. Hasta ese entonces Buenos Aires era una gobernación y el Tucumán otra, y ambas dependían del Virreinato de Lima. A partir de 1776 toda esa jurisdicción formará parte del Virreinato del Río de la Plata, junto con el Paraguay y la región de Cuyo, que dependían de la Capitanía General de Chile. Se elige Buenos Aires como capital del virreinato ya que era el lugar ideal ya que contaba con un fácil acceso a España a través de la navegación Atlántica.
El Virreinato del Río de la Plata tenía salida a los dos océanos, Pacífico (por la zona de Puno, donde actualmente esta la frontera chileno-boliviana) y Atlántico. Esto le da la posibilidad de conectarse con el mundo. Contaba también con dos grandes ríos, el Paraná y el Uruguay, y con extensas praderas.
El virreinato contaba con una gran extensión, pero también es cierto que integraba regiones muy heterogéneas entre sí, desde su geografía hasta su diferencia de origen y étnica de su población.
A partir de su creación, en el Virreinato del Río de la Plata comienza un período de prosperidad para Buenos Aires, como también para sus alrededores. El historiador José Luís Romero afirma esto diciendo: "Se advirtió entonces un florecimiento en la vida de la colonia, tanto en las pequeñas ciudades del interior como en Buenos Aires, hacia la que empezaban ahora a mirar las que antes se orientaban hacia el Perú y Chile."[20]
Inmediatamente después de su creación fue posible un tipo de comercio más abierto, flexible y liberal que en el periodo anterior. Ante esto, nuevamente tomando a José Luís Romero, dice: "El tráfico de carretas se hizo más intenso y las relaciones entre las diversas partes del virreinato más estrechas."[21]
Como ya se dijo en el capítulo anterior, el Reglamento del Libre Comercio permitió que el puerto de Buenos Aires tuviese vinculaciones directas y sin necesidad de autorización previa con los puertos de España y de casi toda América.
Con el nuevo reglamento aumentó la introducción de mercancías a través del puerto de Buenos Aires y entre 1780 y 1800 la ciudad vivió una explosión de progreso. Se da comienzo a un comercio bastante activo.
Como consecuencia de este comercio activo, creció en Buenos Aires una sociedad de comerciantes y de estancieros que se fueron haciendo ricos.
En síntesis, Buenos Aires se convirtió en la puerta de la tierra, quien controla la puerta de acceso al Virreinato.
Para concluir este apartado me gustaría citar a Felix Luna, quien describe el siglo XVIII en el Río de la Plata con gran claridad diciendo: "al comenzar el siglo XVIII las evidencias imponían una inevitable comparación: en los últimos doscientos años España se había debilitado mientras sus posesiones en América experimentaban, pese a todo, un lento crecimiento. La combinación de ambas situaciones dejaba caer como maduro fruto un corolario inequívoco: fomentar las pretensiones inglesas de sacar provecho de aquella debilidad y este incipiente fortalecimiento."[22]
Se verá en el apartado siguiente como se traduce lo dicho por Felix Luna en el territorio del Río de la Plata, muy particularmente la ciudad en gran crecimiento económico que es Buenos Aires.
4.2 EL RÍO DE LA PLATA EN EL SIGLO XIX.
Todo este cambio que se está generando en el Río de la Plata, indudablemente favorece a Buenos Aires a partir de su puerto y el comercio el cuál le brinda una cierta liberación, y en ella se ven los frutos que le brinda este tipo de comercio, el beneficio que le trae para sí.
Recordemos en primer lugar que en el capítulo anterior dijimos que España estaba inserta en una guerra contra Gran Bretaña que la había llevado a aliarse en un primer momento a Francia. Esta guerra separa a España de sus Indias y hace más difícil mandar a América soldados y gobernantes; lo que dificulta el monopolio comercial, y esto pone en evidencia la crisis por la que atraviesa el Imperio español. Es a partir de este suceso que se autoriza el libre comercio con otras regiones, la cuál concede a los colonos, como dijimos, cierta libertad. Se podría hasta decir que se empieza a generar una confianza en las fuerzas económicas de esas Indias, que se creen capaces de valerse solas en un sistema comercial perturbado por las guerras europeas.
Con respecto a la fragilidad del Imperio, no hay un ejemplo más claro que las Invasiones Inglesas a Buenos Aires. En 1806 la capital de Virreinato del Río de la Plata es conquistada por sorpresa por una fuerza británica; la guarnición local fracasa en un intento de defensa, y los ingleses capturan un rico botín que será paseado como símbolo del triunfo en las calles de Londres.
Pero lo que no esperan los ingleses es que un oficial naval francés al servicio del rey de España, reconquista Buenos Aires con tropas que ha organizado en Montevideo. Al año siguiente, una expedición británica más numerosa conquista Montevideo, pero fracasa frente a Buenos Aires, donde se han formado milicias de peninsulares y americanos. El virrey, que en 1806 y 1807 ha huido frente al invasor, es declarado incapaz por la Audiencia; interinamente lo reemplaza Liniers, el jefe francés de la Reconquista.
Con respecto a esto, Halperin Donghi nos dice: "La legalidad no se ha roto; el régimen colonial está, sin embargo, deshecho en Buenos Aires: son las milicias las que hacen la ley, y la Audiencia ha tenido que inclinarse ante su voluntad".[23]
A todo esto se le suma la invasión Napoleónica a España, es decir que la crisis se acentúa cada vez más en la metrópoli, a pesar de su alianza a su ex enemigo, Inglaterra, el Imperio ya casi está en ruinas.
Con respecto a este hecho, Leopoldo Zea nos dice: "La invasión napoleónica de la península ibérica en 1808 ofrece a los iberoamericanos la oportunidad para mostrar, por un lado, su fidelidad al imperio de que se consideran parte y, por el otro, su capacidad para el mando, independientemente de que las metrópolis se encuentren ocupadas por tropas extranjeras y sus reyes en destierro. Desaparecida la autoridad de la Metrópoli, la autoridad corresponde ahora a las colonias". [24]
Todo este estado de cosas, preparan el terreno para que las colonias españolas comiencen su proceso emancipador. Es indudable que todo lo descrito en el capítulo anterior repercute a favor de la ruptura de las colonias con respecto a la metrópoli. Ya desde las reformas Borbónicas venimos describiendo el estado de crisis en el que se encuentra inmerso el Imperio español. Veamos como todo ello se refleja en el Río de la Plata.
A partir de la invasión napoleónica en España, en el Río de la Plata había una gran inquietud.
Se comienza a desconfiar del mismo virrey interino, recordemos que Liniers era francés.
Pero a fines de 1809 llegó el nuevo virrey, mandado por la junta de Sevilla, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Liniers fiel a la corona, entrega el mando a Cisneros, y se retira a Córdoba.
Para desgracia del nuevo virrey, llega la noticia al virreinato del Río de la Plata, en mayo de 1810, de que los bonapartistas habían ocupado Andalucía, donde funcionaba la última junta popular contra los franceses que existía en España. La noticia, obviamente, causó conmoción en la población.
Creo que aquí se refleja lo que dice Leopoldo Zea, con respecto a la cita anterior, ya que inmediatamente después de esta noticia, que llega el 18 de mayo a en Buenos Aires, se exige la convocatoria, al virrey Cisneros, a un cabildo abierto que se terminará realizando el día 22 de mayo de 1810. Lo que mueve a estos hombres que reclaman esta reunión, es indudablemente suplantar la autoridad colonial ya que la suprema autoridad, Fernando VII, se encontraba cautivo por Napoleón.
Me parece oportuno citar en este caso a Felix Luna ya que analiza el movimiento de mayo de 1810 de una manera clara: "La rutina de las celebraciones de los días patrios y la reiteración de las exposiciones escolares sobre 1810 han contribuido a diluir la imagen del acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX: la Revolución de Mayo. Lo fue, sin ninguna duda, pues puso en marcha el proceso que culminaría con la transformación en nación independiente de lo que había sido hasta entonces una posesión de España. Pero también su importancia reside en que Mayo marca el inicio de sustanciales transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense y, de algún modo, establece la inserción de la misma en el mundo de la época".[25]
La Revolución de mayo de 1810 fue un acontecimiento que parece inevitable, porque las cosas ocurrieron de tal manera que un suceso semejante en esta parte de América era casi inevitable.
Después de tres siglos de dominación imperial, a partir de la caída de la Junta de Sevilla las colonias españolas iniciaron su lucha por la independencia, como dijimos, en 1810, que se extendió hasta 1824, con la batalla de Ayacucho y la caída del último virrey español del Perú.
En el caso del Río de la Plata, la independencia es declarada el 9 de Julio de 1816, ante la restitución de Fernando VII al trono español, y el temor de los rioplatenses ante este hecho.
La primera etapa de los movimientos de independencia se extiende en la colonias españolas de 1810 a 1815. Comienza en la costa de Venezuela y en el Río de la Plata.
Nuevamente haciendo mención a Halperin Donghi, me parece muy oportuno, realizar una cita de él con respecto a este proceso de los movimientos independentistas, y la misma nos daría la clave para llegar a la conclusión: "En la América española en particular, la crisis de independencia es el desenlace de una degradación del poder español que, comenzaba hacia 1795, se hace cada vez más rápida"[26].
A partir de esta cita, vemos nuevamente la debilidad del imperio español que se termina de consolidar a partir del triunfo inglés de Trafalgar en 1805, que separa progresivamente a España de sus colonias; y como se dijo antes, las invasiones inglesas a Buenos Aires fueron expresión del debilitamiento del poder español. Las guerras napoleónicas harían el resto.
Es oportuno aquí recordar lo que se estuvo describiendo con respecto a las reformas Borbónicas a partir de la cita de Noemí Goldman, ya que creo que en la descripción de las razones de las reformas la misma manifiesta que las mismas traerían un descontento general en la población ya que estarían más controlados que durante la dinastía anterior.
Antes de concluir este último capítulo me parece más que oportuno citar nuevamente a Noemí Goldman ya que describe la situación final de la fisura que se estaba produciendo entre el Río de la Plata y su metrópoli: "La emancipación de las ex colonias habría sido más bien el resultado conjugado del derrumbe de los imperios ibéricos, de la creciente presión de Inglaterra a lo largo del siglo XVIII, y de los factores de resentimiento y disconformidad existentes en casi todas las capas sociales americanas hacia fines del dominio colonial. Factores que si bien son importantes, no alcanzan por sí solos para explicar el desenlace del proceso. […] la metrópoli, aún después de enfrentar la reacción americana a las reformas, se mostró incapaz de sobrevivir a los desafíos del conflicto europeo que cobraba dimensión mundial con las campañas napoleónicas. […] los sucesos políticos peninsulares ocurridos entre 1808 a 1810 son fundamentales ya que muestran a la monarquía como lo que todavía era en esos años: una unidad entre la península y los territorios hispanoamericanos."[27]
En Buenos Aires y en el interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se instauró una doble lucha: una, por el poder y la otra, por la independencia.
Durante toda esta lucha, hasta la declaración de la independencia en 1816, se sucedieron en las Provincias Unidas del Río de la Plata distintos gobiernos: tras la Junta Grande, vinieron el Primer Triunvirato, el Segundo Triunvirato, la Asamblea General Constituyente de 1813 y, finalmente, el Directorio, con sucesivos titulares: Posadas, Alvear, Á lvarez Thomas, Pueyrredón y Rondeau.
En lo que respecta a la declaración de la independencia, como ya dijimos anteriormente, se declara el 9 de julio de 1816, cuando ya Napoleón había caído y Fernando VII había regresado al trono.
CONCLUSIÓN
A partir de todo lo descrito en este trabajo de investigación, creo que la hipótesis planteada en el mismo: "Las ideas iluministas no fueron el principal desencadenante del proceso emancipador rioplatense", es correcta, ya que vimos como todos los procesos políticos-sociales actuaron también de gran impulso en el proceso emancipador rioplatense. Con esta afirmación no quiero decir que las ideas ilustradas no actuaron como factor impulsor del proceso, sino que no fue el principal impulsor del mismo.
Es indudable que las ideas actuaron como sustento "ideológico" para llevar adelante los proyectos emancipadores y de hecho, conseguida la emancipación, sirvieron como fundamento para tratar de organizar este territorio ya emancipado.
En este proceso actuaron como factores, el resquebrajamiento del Imperio español, ayudado por las guerras que se suceden en Europa y de las cuales España es protagonista; y creo que lo que terminó de empujar todo esta crisis en la que se encuentra España, es la invasión de Napoleón y la destitución del rey.
Si bien se intentará salir de la crisis a través de las reformas introducidas tanto en le Metrópoli como en sus colonias, éstas no serán suficientes, y de hecho tras la Reglamentación de Libre Comercio en 1778 por parte de Carlos III, da un efecto contrario, ya que le permite cierta libertad, en este caso al puerto de Buenos Aires el cual ve los beneficios que le trae este tipo de comercio para sí, y a la vez ve la posibilidad de regirse sola sin la intervención de la Metrópoli.
Desde mi lectura del proceso, creo que ni las ideas ilustradas, ni la Revolución Francesa, a la cuál también se le adjudica un factor desencadenante del proceso emancipador americano, por sí solos habrían fomentado el proceso emancipador rioplatense. Sin la intervención de Napoleón, las colonias hispanoamericanas en general, quizá hubieran seguido siéndolo.
Todos esos episodios preparan la revolución americana y revelan el agotamiento de la organización colonial; recordemos que a partir de la noticia que llega al Río de la Plata el 18 de mayo de 1810, se desata la revolución.
Para terminar este trabajo me gustaría recordar brevemente algunas ideas fundamentales para entender el proceso. Repito, que aquí no se está negando la influencia de las ideas ilustradas en el proceso emancipador, sino que puede verse claramente a partir de lo descrito, que no fueron el principal desencadenante del proceso emancipador rioplatense, si no que hay otros factores expuestos en el trabajo, que actuaron también como desencadenante del mismo y fueron tan decisivos como la influencia de las ideas ilustradas.
Por otra parte, es indudable que ayuda al desencadenamiento del proceso, el resquebrajamiento del Imperio Español ya desde el ascenso de los Borbones al trono español.
Por último, este resquebrajamiento y crisis del imperio lleva a una desprotección total de sus colonias, ejemplo claro de ello, repito, las invasiones inglesas en 1806 y 1807.
Y como desenlace final, la invasión de Napoleón terminó por quebrar ese lazo que unía a España de sus colonias americanas.
En conclusión, se podría decir que hay otros factores tan decisivos como el de las ideas ilustradas, en el desencadenamiento del proceso emancipador rioplatense.
ÍNDICE BIBLIOGRÁ FICO
· BEYHAUT, G. y H. (1985). De la independencia a la segunda guerra mundial. Vol. III
1º ed. España. Siglo Veintiuno.
- FLORIA-GARCÍA BELSUNCE. (1994). Historia de los Argentinos. Tomo II. s/d. Larousse.
- GOLDMAN, NOEMÍ (1998). Nueva historia Argentina. T III Revolución, República y Confederación. 1º ed. Bs. As. Sudamericana.
- HALPERÍN DONGHI, T. (1987). Argentina. De la Revolución de Independencia a la Confederación Rosista. Vol. III 3º ed. Bs. As. Paidos.
- HALPERÍN DONGHI, T. (1998). Historia Contemporánea de América Latina. s/d. Alianza.
- KAPLAN, M. (1976). La Formación del Estado Nacional en América Latina. s/d Alianza.
- LUNA, F. (1995). Breve Historia de los Argentinos. 5ª edic. Bs. As. Planeta.
- LUNA, F. (1993). Confluencias. 2º ed. Bs. As. Sudamericana.
- LUNA, F. (1994). Historia Integral de la Argentina T III. y T. IV. Bs. As. Planeta.
- MARÍAS, J. (1970). Historia de la Filosofía. 22º ed. s/d Revista de Occidente.
- PEREZ AMUCHÁ STEGUI, A. J. "El Juntismo", en Gibelli, N. (1972) Crónica Argentina. T. I Bs. As., Codex.
- PIGNA, F. (2004). Los mitos de la historia argentina. La construcción de un pasado como justificación del presente. 1º ed. Bs. As. Norma.
- ROMERO, J. L. (2002). Breve Historia de la Argentina 7º ed. Bs. As. Tierra Firme.
- ROMERO, J. L. s/d El Pensamiento Político Latinoamericano. s/d. AZ.
- RUDé, G. s/d Gobierno e Ideología. s/d.
- Skidmore, T. y Smith, P. (1999) Historia contemporánea de América Latina 2º edic. Barcelona, Crítica.
- VILAR, P. (1999). Hidalgos, Amotinados y Guerrilleros Barcelona. Crítica.
- VIVES, V. (1971). Historia de España y América T. III y T. IV 2º ed. Barcelona, Vicens-Vives.
- ZEA, L. (1971). La esencia de lo americano. s/d. Pleamar.
Autora:
Ana Laura Benítez
Argentina
Noviembre de 2007
[1] VIVES, V. (1971). Historia de España y América T IV 2º ed. Barcelona, Vicens-Vives. p. 203.
[2] MARÍAS, J. (1970). Historia de la Filosofía 22ª ed. s/d. Revista de Occidente. p. 253.
[3] RUDé, G. s/d Gobierno e Ideología s/d p 202.
[4] RUDé, G. Idem, p 206.
[5] ROMERO, J. L. s/d. El pensamiento político latinoamericano s/d. AZ. p 168.
[6] LUNA, F. (1994) Historia integral de la Argentina T. III s/d Bs. As., Planeta. p 315.
[7] ROMERO, J. L. Idem, p 177.
[8] ROMERO, J. L. ob. Cit. pp 14-15
[9] BEYHAUT, H. y G. (1985) De la independencia a la segunda guerra mundial Vol. III 1ºed. España, siglo veintiuno. p 9.
[10] PIGNA, F. (2004) Los mitos de la historia argentina. La construcción de un pasado como justificación de un presente. 1ºed. Bs. As. Norma. p 218.
[11] GOLDMAN, N. (1998). Nueva historia Argentina. T III Revolución, república y Confederación (1806-1852).1º ed. Bs. As. Sudamericana. p 25.
[12] BEYHAUT, H. y G. Ob. Cit. p 10.
[13] LUNA, F. ob. Cit. p 115
[14] HALPERIN DONGHI, T. (1988) Historia Contemporánea de América Latina s/d Alianza. p 72.
[15] HALPERIN DONGHI. T. Idem, p 76.
[16] BEYHAUT, H. y G. ob. Cit. p 11.
[17] LUNA, F. Op. Cit. p 175.
[18] LUNA, F. (1995) Breve historia de los argentinos 8º Ed. Bs. As. Planeta p 35.
[19] ROMERO, J. L. (2002) Breve Historia de la Argentina 7º ed. Bs. As. Tierra Firme p 37.
[20] ROMERO, J. L. Op. Cit. p 38.
[21] ROMERO, J. L. Idem p 38.
[22] LUNA, F. Op. Cit. p 267.
[23] HALPERIN DONGHI, T. Op. Cit. p 78.
[24] ZEA, L. (1971) La esencia de lo americano. s/d Pleamar.
[25] LUNA, F. Op. Cit. p 163.
[26] HALPERIN DONGHI, T. Op. Cit. p 75.
[27] GOLDMAN, N. Ob. Cit. p 29.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |