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El ensayo como búsqueda y creación (página 5)

Enviado por Rigoberto Pupo


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A pesar de que en la obra de M. Vitier, no es común encontrar el problema de la formación nacional cubana, incluyendo su proceso identitario, como tema especial, desde el punto de vista teórico-filosófico y pedagógico el asunto es recurrente. Tanto en el análisis de figuras, como en el estudio de la evolución de las ideas en Cuba, la identidad como expresión cultural del ser esencial cubano es objeto de la reflexión discursiva del filósofo y pedagogo cubano. Pero una identidad concebida como totalidad que presupone la diferencia.

En Medardo Vitier, lo cubano y toda la cultura engendrada por la actividad humana, en su totalidad aprehensiva define el ser esencial cubano. Ser esencial, que en tanto "(…) naturaleza humana es tan rica en cualidades y tan complicada, que necesita todos los cauces de la cultura para revelarse".

Su filosofía humanista no sólo busca la identidad como pueblo y nación, sino como creciente humanidad que presupone la primera. Su cosmovisión trasunta un humanismo racional que privilegia al hombre en su dimensión axiológica.

En 1948 sus preocupaciones humanistas toman cuerpo en su artículo: Notas sobre una formación humana, cuyas finalidades esenciales se dirigen a cultivar "bondad genuina en el individuo y el pensamiento crítico frente a hechos y doctrinas". Se trata de un programa de carácter sociocultural antropológico, capaz de orientar la formación del hombre cubano. Por eso, al reflexionar sobre el titulo:¿formación cultural? ¿Formación intelectual?, se decide por formación humana, en tanto esto, lo humano, en su criterio, cualifica la esencia verdadera del hombre bueno, digno, solidario y honesto. Lo humano en Vitier es síntesis de múltiples aprehensiones éticas, estéticas, políticas y culturales. Es el hombre en su plenitud humana cuyas acciones y comportamientos no hacen más que perfeccionar una sólida cultura de los sentimientos y la razón. Esto lo aprendió de Luz y Caballero, de Varona; de Martí, de la tradición cubana y de la cultura universal en general de modo original y creador.

Vitier no concibe la formación cubana, incluidos la conciencia y la memoria histórica, al margen de la persona humana. El hombre, su humanidad, encarnados en un sentido de la vida y apoyado en valores debe presidir el proceso de desarrollo nacional; y la tradición como pivote alimentador del presente y memoria histórica que lo actualiza y complementa se inserta al ser nacional para cualificarlo en dirección al porvenir. Pero siempre teniendo en cuenta que "(…) no es un compromiso total con el pasado para repetir y perpetuar los criterios de antaño. Amar la tradición –recalca Vitier- no implica adherirse sistemáticamente a las normas de períodos que tuvieron sus problemas, muy diferentes de los nuestros. Significa sentir la continuidad de los altas aspiraciones humanas y reconocer que ya antes que nosotros hubo quienes se preocuparon por elevar la condición del país. Significa sentirnos ligados en el tiempo y en el propósito a una obra de salvación nacional, aunque con medios distintos, y significa en fin, un tributo moral a la virtud de los antepasados".

En la comprensión de la existencia cubana, del ser y su proyección hacia la contemporaneidad, Vitier no separa la historia y la cultura. El devenir humano, social en esencia, lo realiza el hombre concreto en su mundo cotidiano y en sus aprehensiones teóricas y prácticas. La tradición media con fuerza el proceso mismo. "De la tradición derivó Martí gran parte de su fuerza apostólica y de su seguridad en el destino de Cuba.

La tradición no es sólo recuerdo, es fuerza animadora de acción humana, pues sin ella, los pueblos son "colectividades anónimas de la historia" que están obligadas a un eterno comienzo. Y "Martí -señala Vitier- realizó una Revolución consciente, porque se apoyaba en los antecedentes de la mejor tradición cubana, tanto en lo cultural como en los intentos reformistas, y (tratándose del 68) en la voluntad de Independencia.

"El, a su vez- enfatiza Vitier- se ha convertido en tradición, la alta, la pura, la perenne, porque a más de los episodios de nueva temporalidad, contiene la lección escrita capaz de vivificar virtudes dormidas. Y contiene más: la vida misma del hombre, su sentido de la ciudadanía y de la misión humana en el mundo."

La filosofía de M. Vitier, con sólidos fundamentos ético-humanistas capta el ser esencial cubano en su movimiento histórico-cultural. Revela la esencia misma del proceso y destaca los múltiples dimensiones en que se despliega. No se queda en el pasado. Se dirige al presente con ímpetu de futuro. Valora en su recto sentido la existencia cubana como un proceso infinito de enriquecimiento humano. Se apoya en Martí para cualificar lo sustancialmente humano que preside el desarrollo del hombre cubano y la sociedad que construye. Destaca el lugar de la educación en la formación humana. Una educación capaz de desarrollar la sensibilidad humana y con ello, la revelación de valores, como "propensiones superiores del hombre".

12.-Gramsci y su intelección compleja de la Filosofía.

Gramsci fue un intelectual orgánico. Precisamente su organicidad como hombre de pensamiento y acción se funda en un profundo conocimiento de la Filosofía y la Historia y una extraordinaria sensibilidad cultural para captar la realidad y sus necesidades con sentido político. En Filosofía, como en otros ámbitos de la cultura la hondura de sus reflexiones deviene legado necesario para la contemporaneidad.

Sus reflexiones críticas en torno a "El materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce", entre otros, contiene profundas ideas esenciales sobre el devenir filosófico, sus determinaciones, condicionamientos y las múltiples mediaciones en que se conforma y despliega. El filósofo marxista, descontento con la concepción comúnmente aceptada de la historia de la filosofía como historia de las ideas de los filósofos, expone un conjunto de tesis sustancialmente enriquecedoras. Entre otras, sobresale la connotación sociocultural antropológica que imprime Gramsci a la historia de la filosofía. En su intelección la historia de la filosofía no es sólo historia del conocimiento, sino historia de la actividad humana -que incluye momentos de carácter gnoseológico, axiológico, práctico y comunicativo- encarnada en la cultura. En este sentido, hacer historia de la filosofía, es al mismo tiempo hacer historia del despliegue cultural del hombre en las varias expresiones de su ser esencial, sintetizados en la "historia concreta y completa (integral) (….) y sus formas diversas de combinación ideológica".

Ante las preguntas ¿Qué es preciso entender por filosofía, por filosofía de una época histórica? Y ¿Cuál es la importancia y el significado de la filosofía, de los filósofos en cada una de tales épocas?, la revelación Gramsciana y su agudo discernimiento resultan extraordinariamente sugerentes, tanto por los problemas que aborda, como por el espíritu escrutador que conduce el razonamiento. "Desde el punto de vista que nos interesa, el estudio de la historia y la lógica de las diversas filosofías no es suficiente. Por lo menos como orientación metodológica, -enfatiza el comunista italiano- es preciso atraer la atención hacia otras partes de la historia de la filosofía, esto es, hacia las concepciones del mundo de las grandes masas, hacia los más estrechos grupos dirigentes (o intelectuales) y, finalmente, hacia las relaciones existentes entre estos distintos complejos culturales y la filosofía de los filósofos. La filosofía de una época no es la filosofía de tal o cual filósofo, de tal o cual grupo de intelectuales, de tal o cual sector de las masas populares: es la combinación de todos estos momentos, que culmina en una determinada dirección y en la cual, esa culminación se torna norma de acción colectiva.."

Hay una dialéctica inmanente en las concepciones histórico – filosóficas de A. Gramsci que recoge esencialmente lo más valioso aportado por el marxismo y otras corrientes del pensamiento universal. Una dialéctica con sentido integrador y voluntad cultural que no admite la filosofía como puro pensar de hombre iluminado con espíritu de profeta. En su concepción, la filosofía como actividad humana y resultado de ella, encarna la cultura en sus expresiones económicas, políticas, jurídicas, éticas, estéticas, etc. y en los niveles cotidianos, psicológicos e ideológicos, integrados en una especial concepción del mundo que da cuenta de la existencia humana en su devenir progresivo en la historia. Por ello, explica Gramsci: "la filosofía de una época histórica no es, por consiguiente, otra cosa que la "historia" de dicha época (…) Historia y filosofía son indispensable, en ese sentido forman un bloque". Un bloque en tanto formas diversas de "combinación ideológica" que compendia a manera de síntesis" (…) los elementos filosóficos propiamente dichos, en todos sus diversos grados: como filosofía de los filósofos, como concepciones de los grupos dirigentes (culturales filosóficas) y como religiones de las grandes masas (….)".

Gramsci no niega el valor de la filosofía de los filósofos, lo que sí rechaza es que se eleve y estatuya como única filosofía, al margen de sus fuentes nutricias (realidad, cultura, formas ideológicas) y los otros saberes producidos por las masas en sus diversas manifestaciones, que en última instancia, todos conforman la totalidad filosófica en forma de concepción del mundo.

Al mismo tiempo, concibe la importancia histórica de una filosofía por la "(….) eficiencia "práctica" que ha logrado ( y " práctica" debe ser entendido en sentido amplio). Si es verdad que toda filosofía es la expresión de una sociedad. -enfatiza Gramsci- debería reaccionar sobre la sociedad, determinar ciertos efectos, positivos y negativos. La medida en que reacciona es la medida de su importancia histórica, de su no ser "lucubración" individual, sino hecho histórico".

El filósofo de la praxis exige a la filosofía y a su movimiento histórico, ser conciencia crítica, si quiere cumplir la función de autoconciencia de la cultura y fermento epocal; y al filósofo, ser un hombre comprometido con su tiempo si desea seguir los latidos de la realidad y nutrirse de su savia histórica. De lo contrario, habrá filosofía, pero estéril y huérfana de identidad, es decir, carente de numen creador y vocación universalizadora. Una historia de la filosofía en el sentido gramsciano debe ser una empresa cultural, sin reducirse a una historia de la cultura. Una historia capaz de reflejar el devenir humano, conceptualmente estructurado y en su naturaleza sistémico- procesual", (….) como lucha cultural por transformar la mentalidad popular y difundir las innovaciones filosóficas que demuestren ser "históricamente verdaderas (….)

Se trata además de una intelección con elan sociocultural antropológico, que sin convertirse en historia antropológica, hace del hombre y su subjetividad, centro del quehacer histórico-filosófico. Pero no del hombre concebido abstractamente, sino del hombre real, cuya esencia, concreta las relaciones sociales formadas en el praxis. Esta concepción, sí bien está presente en el legado marxista, Gramsci lo enriquece con su aprehensión de la relación base -superestructura como bloque histórico y la dimensión cultural de la filosofía en su historia.

En la obra de Gramsci, la filosofía es producción espiritual del hombre que sin perder su espíritu cogitativo integrador, asciende de la realidad y desciende a ella para subvertir el presente y preludiar el futuro creadoramente. Según su criterio, "hasta la filosofía clásica alemana, la filosofía fue concebida como una actividad receptiva, a lo sumo, ordenadora; es decir, fue concebida como el conocimiento de un mecanismo que funciona objetivamente fuera del hombre. " Sin embargo la filosofía de la praxis sobre la base de los aportes de la filosofía clásica alemana" (…) plantea la inexistencia de una "realidad" fija por sí misma, sino solamente en relación histórica con los hombres que la modifican, etc.

Las premisas gramscianas de partida sirven de pivoles teórico-prácticos para nuevos discernimientos de las mediaciones internas y externas de la filosofía y su naturaleza específica. El gran teórico marxista penetra con audacia en el proceso interno de la filosofía y revela múltiples aristas ínsitas en su lógica especial, pero no se queda aquí. Distingue la filosofía especializada, de elaboración individual y sistemática, de la propia del sentido común. Muestra el momento de negación o superación dialéctica de ambas y sus recíprocas implicaciones a partir de la filosofía de la praxis que asume como resultado superado de la cultura antecedente y superador del mundo cultural existente y sus expresiones en el sentido común que profesan las grandes masas. Sencillamente, "en la filosofía sobresalen especialmente los caracteres de la elaboración individual del pensamiento; en el sentido común, en cambio, los caracteres difusos y dispersos de un pensamiento genérico de cierta época y de cierto ambiente popular. Pero toda filosofía – continúa Gramsci- tiende a convertirse en sentido común de un ambiente, si bien restringido (de todos los intelectuales). Se trata por lo tanto, de elaborar una "filosofía que, teniendo ya difusión o difusividad por encontrarse conectada a la vida práctica, implícita en ella, se convierta en un renovado sentido común, con la coherencia y el nervio de los filosóficos individuales. Esto no puede lograrse si no se siente permanentemente la exigencia del contacto cultural con los "simples"

Sólo en esta dirección, en opinión de Gramsci, la filosofía deviene realidad, deviene "histórica", se depura de los elementos intelectualistas de naturaleza individual y se hace vida".

En su concepción, estos propósitos están contenidos en la filosofía marxista y debe asumirlos con eficacia, en tanto filosofa de la praxis, devenida autoconciencia crítica de la cultura, pues (…) en el trabajo de elaboración de un pensamiento superior al sentido común y científicamente coherente, no se olvida jamás de mantener el contacto con los "simples" y, antes bien halla en dicho contacto la fuente de los problemas que estudiar y resolver".

En sus apuntes para una introducción y una iniciación en el estudio de la Filosofía y de la Historia de la cultura, además de enfatiza la función cosmovisiva de la filosofía y por extensión la demostración de su tesis de que todos los hombres son "filósofos", expone ideas sugerentes: " Hay que destruir el prejuicio muy difundido de que la filosofía es algo muy difícil por el hecho de que es la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales y sistemático. "Por lo tanto, hay que demostrar preliminarmente que todos los hombres son "filósofos ", defendiendo los límites y las características de esta "filosofía espontánea, propia de "todo el mundo", esto es de la filosofía que esta contenida: 1) en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados y no solamente de palabras gramaticalmente vacías de contenido; 2) en el sentido común y buen sentido; 3) en la religión popular y por lo tanto en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y actuar que se revelan en aquello que generalmente se llama "folklore".

El filosofo de la praxis, revela filosofía-sentido cosmovisivo-en el lenguaje, en el sentido común y buen sentido y en la religión popular y todos los sistemas de creencias, subrayando las funciones criticas, metodológica y práctica de la filosofía, en tanto aprehensión práctico- espiritual de la realidad por el hombre.

Apela al "conócete a ti mismo socrático, como proceso iniciador de todo filosofar. Destaca el valor del lenguaje y su contenido filosófico-cultural.

Muestra la conexión entre el sentido común, la religión y la filosofía, y establece diferencias. "La filosofía es la crítica y la superación de la religión y del sentido común y en ese sentido coincide con el "buen sentido" que se contrapone el sentido común"

Niega la existencia de una filosofía en general. En su criterio "existen diversas filosofía o concepciones del mundo y siempre se hace una elección entre ellos." Se opone a separar a la filosofía política, pues" (…) la elección y la crítica de una concepción del mundo es, también ello, un hecho político"

Es indudable que estamos en presencia de un rico legado teórico-metodológico gramsciano en torno a la filosofía. Una herencia poco aprovechada por los historiadores y profesores de la filosofía. Este trabajo no agota la multiplicidad de contribuciones al tema objeto de estudio. Sólo se aproxima a algunos que requieren de sistematización y despliegue; y otros, ni apenas se esbozan. Ambos forma parte de un proyectado libro que espero sea realizado.

Particularmente, las sabias reflexiones de Gramsci, como historiador de la filosofía marxista exigen especial atención. Su labor creadora como crítico de las tergiversaciones del marxismo resulta de gran valía y transcienden nuestro tiempo. Sus notas críticas sobre una tentativa de "Ensayo Popular de Sociología", por sí solas muestran la riqueza dialéctica del marxismo de Gramsci, en oposición a las tendencias de corte dogmático y positivista que se hacen llamar marxistas. Su trabajo sobre "Problemas para el estudio de la filosofía de la praxis", aporta varias ideas para la comprensión del marxismo en su génesis y desarrollo y como proceso de continuidad y ruptura que corona una nueva cultura que hace patente el valor del hombre, y la subjetividad humana en la radiación social.

En fin, la obra de Gramsci tiene mucho que hacer en los tiempos que corren. La riqueza conceptual metodológica, teórica y práctica en sus concepciones filosóficas es imprescindible, tanto para el estudio de la filosofía en general, como para la historia de la filosofía marxista en particular.

En los momentos actuales, cuando la realidad sólo es registrable y aprehensible en su complejidad, se exige de un pensamiento complejo con posibilidades infinitas de asumir lo esencial sin ignorar los detalles. Un pensamiento encarnado en la historia y la cultura, con fuertes raíces identitarias y vocación ecuménica. Aún Gramsci tiene mucho que decir, aunque lo dicho sean simples sugerencias, pero con luz de estrellas y cargadas de utopías.

13.- Platón y su visión compleja del filosofar.

Platón de Atenas (427-347 a.n.e.), representa una excelsa figura de la filosofía clásica griega. De origen noble y discípulo de Sócrates (469-399 a.n.e), desarrolló un sistema filosófico idealista, cuyos temas principales refieren a cuestiones ontológicas gnoseológicas, políticas y éticas. Hace objeto de su análisis el ser, el mundo y su origen, el alma y el conocimiento, incluido el matemático, la sociedad, la división del trabajo, el arte, la educación. Como su maestro, Sócrates, las categorías verdad, belleza y bien, ocupan un lugar central en su discurso filosófico, y en su despliegue se convierten e identifican recíprocamente.

En su sistema filosófico su teoría de las ideas o especies, ocupa un lugar central, así como el conocimiento que concibe como recuerdo.

En su filosofía, el mundo verdaderamente existente es el de las ideas, en tanto estable y esencial. El mundo de las cosas sensibles resulta cambiante, inestable y falso. Su esencia auténtica, sus causas son las formas incorpóreas no sensibles, captadas por la mente, es decir las ideas o especies. A cada clase o grupo de objetos sensibles corresponde en el mundo no sensible (incorpóreo) una determinada especie o idea. Las ideas son causas, modelos, según las cuales los objetos sensibles fueron creados, fines a que aspira lo sensorialmente existente.

Las ideas son el ser y condicionan a las cosas, pero dado el carácter cambiante pasajero de estos últimos, para poderlos explicar, requieren del no ser (materia), es decir, del ámbito que integra el movimiento y cambio existentes. Así, las especies se proyectan en la materia y se transforman en la diversidad de cosas sensibles, diferenciadas entre sí por el lugar que ocupan en el espacio.

Las ideas (especies) son modelos o arquetipos de las cosas. El mundo sensorialmente perceptible resulta el dominio intermedio entre el ser (ideas) y el no ser (materia). Lo que tienen del ser se lo proporcionan las especies, como sus causas y demiurgo y su carácter perecedero, mutable le está dado por sus nexos con el "no ser" (materia)

Establece al mismo tiempo una jerarquía entre las ideas, semejante a una pirámide, en cuya cúspide se encuentra la idea del bien, que condiciona el conocimiento y la existencia de los objetos.

Su teoría de las ideas tiene por base desde el punto de vista ontológico y gnoseológico la teleología y el a priorismo. Se trata de una doctrina, donde las ideas o especies existen a priori y llevan en sí un fin inmanente que condiciona el devenir de lo sensorialmente perceptible.

El saber no es un resultado de la relación sujeto objeto, mediado por la actividad humana, sino recuerdo (anamnesis). Sencillamente el alma ante de encarnarse en los objetos permaneció en el cielo y contempló la existencia real. Al unirse con el cuerpo olvida cuanto sabía, pero continúa guardando en la memoria lo que antes contempló. La aprehensión de los objetos materiales, de la realidad, resulta entonces, recuerdo de los conocimientos olvidados. En fin de las ideas o especies (no olvidar la crítica de Aristóteles a la teoría de las ideas de Platón).

Las ideas son conocidas por la intuición de la mente y las cosas sensoriales se reflejan en las opiniones, no son conocimiento verdadero. Los objetos matemáticos se perciben a través de la reflexión.

Si bien Platón, bajo la influencia de los eleatas define el ser auténtico, como idéntico e inmutable, en su madurez -recordemos los diálogos Sofista y Parménides, asume de que los géneros supremos- el ser, el movimiento, el reposo, la identidad y el cambio, son al mismo tiempo lo uno y lo otro, son y no son, igual y no igual a sí mismo. Admite ahora la contradicción, pero la reduce a la opinión y la ubica en la parte inferior del alma, sin embargo, es condición necesaria que impulsa al alma a la reflexión. Este proceso lo denomina dialéctica, es decir, el arte de mover a la reflexión, revelando las contradicciones que le son inmanentes, propios, en las representaciones y opiniones.

Sin embargo, "la dialéctica consistirá en el ejercicio paciente y riguroso que permitirá pasar de los nombres a las realidades, de la opinión a la ciencia, no modificando las formulaciones de la teoría, sino transformando la actitud del individuo frente a los contenidos de esas formulaciones. Es la transición de la creencia al saber. Es en este sentido en el que el Parménides constituiría el punto culminante de una confluencia entre la purificación del sujeto y la pureza del objeto que Platón había buscado a través de diálogos como el Fedro, el Banquete o el Fedón.

Y es que Platón, en su afán filosófico, sus aprehensiones críticas, devienen síntesis filosóficas desplegadas en forma de hipótesis dialógicas y críticas que ascienden y superan su propio objeto.

Respecto a la esperanza de una vida más allá de la muerte. Según Pérez Ruiz "Platón ve íntimamente ligadas la existencia después de la muerte y la vida filosófica antes de ella. Para él una vida así es inconcebible sin un horizonte que supere el límite de la muerte (…) la necesidad de tomar en serio la vida filosófica no es una mera consecuencia de la existencia de la otra vida. Esa necesidad es algo que se le impone directamente, pero al mismo tiempo es algo que sólo se puede explicar verdaderamente con ese horizonte trascendente. Así pasa tanto respecto del conocimiento de la verdad como de la práctica de la virtud, aunque de formas distintas. Un ser que se siente llamado a buscar la verdad con una plenitud imposible en esta vida es un ser que tiene un horizonte que supera los límites de esta vida y en su búsqueda sincera de la verdad afirma existencialmente la realidad del horizonte que hace posible esa búsqueda. Respecto de la virtud ha insistido Platón con toda fuerza en el desinterés completo al practicarla, pero al mismo tiempo ha visto la imposibilidad de un divorcio definitivo entre virtud y felicidad. No ha afirmado la retribución inmediata en esta vida. Esta afirmación con experiencias concretas que él conocía y además pondría fácilmente en peligro el desinterés de la virtud. Contra la retribución trascendente de que él nos habla no valen esas objeciones…..Platón sabe que esa realización tiene que ser fruto de la vida que se lleva en este mundo y por eso lo que aconseja no es simplemente huir de él, sino adornar al alma con los verdaderas virtudes viviendo como se debe ".

El filosofar de Platón y su concepción de la filosofía no es tan abstracto como a veces se entiende. Vio con profundidad su tiempo histórico y expuso conclusiones metafísicas profundas que hicieron de su obra fuente imprescindible del decursar filosófico subsiguiente, incluyendo la modernidad.

En su filosofía se percibe la decepción y el desencanto. El programa ético de Sócrates no se había realizado, la corrupción desintegra la polis. Funda la academia y se refugia con sus discípulos a hacer filosofía para salvar al individuo. Tres doctrinas fundamentales revela su filosofar: la trasmigración de las almas, la teoría que ve en el cuerpo una cárcel del alma, y la teoría de la reminiscencia.

En su concepción, el amor (Eros) por la belleza conduce al hombre al mundo de las ideas, a la belleza misma. "La filosofía es esto, un amor, un afán siempre creciente de saber. El amor es una fuerza intermedia entre el mundo terrestre y el mundo de las ideas, una especie de dominio entre lo humano y lo divino. Debido a que en el hombre habita el Eros, este puede ascender hasta el mundo de los dioses. El amor es el camino que conduce hacia el mundo ideal.

Las decepciones políticas no logran matar la razón utópica de Platón. En la academia su filosofar sigue cultivando la espiritualidad, como único medio de salvación del hombre. "Habiendo abandonado las solicitudes humanas,- dirá en el Fedro- atento a las cosas divinas, el vulgo se mofa de él como de un loco, sin advertir que se halla poseído por Dios".

Concibe la sabiduría y el bien como las cosas más bellas del mundo, y al filósofo como al más afanoso en su búsqueda, por haber dominado el mundo de los apetitos y dirigirse al de las ideas para su salvación. El fin de la República será un proyecto educativo de salvación individual.

La filosofía, como la más alta ascensión de la personalidad y la sociedad humana por medio de la sabiduría, será su capital instrumento. Y su principal principio de búsqueda: el sumo bien, idea suprema de su jerarquía piramidal, coincidente con la verdad y la belleza, en tanto ser.

Erróneamente, a veces se ha intentado reducir al extremo, la concepción platónica del ejercicio del filosofar. No se debe olvidar que el amor por la sabiduría -en el sentido socrático que asume Platón- encierra un extenso universo con inusitada hondura. Según Abbagnano- gran autoridad en el tema – "el concepto platónico del filosofar es el más alto y más amplio que se haya nunca afirmado en la historia de la filosofía. Fuera de él no hay ninguna actividad humana. Platón quiere que la búsqueda se extienda "a las figuras rectas o circulares y a los colores, al bien, a lo bello y a lo justo, a todo cuerpo artificial o natural, al fuego, al agua y a todas las cosas del mismo género, a cualquier especie del ser viviente, a la conducta del alma, a las acciones y a las pasiones de cualquier suerte" (342b). Y de toda cosa precisará conocer lo verdadero y lo falso, porque únicamente de su confrontación podrá sacarse la verdad del ser (344b). La indagación en que el filosofar se realiza no consiste en la formulación de una doctrina: Cualquier tarea humana ofrece al hombre la posibilidad de alcanzar la verdad y juntarse con el ser".

Para Platón, el ejercicio del filosofar se despliega en todos las vertientes del Universo y del cosmos humano. Lleva implícito la razón utópica, el carácter crítico, la solidaridad, la tolerancia, el sacrificio desinteresado, la libertad, y la sinceridad (…) La indagación no puede desenvolverse en el mundo cerrado de la individualidad. Es obra de hombres que "viven juntos" y "discuten con benevolencia", sin permitir que la envidia les sugiera las preguntas y las respuestas. Supone, en consecuencia, el abandono de la pretensión de creerse en posesión de la verdad y de no creer aprender nada de los demás, la sinceridad consigo mismo y con los demás y el esfuerzo solidario. El filosofar no es una actividad que encierre al individuo en sí mismo, antes bien, es la vida que le abre a los demás y le armoniza con los demás. Por eso el filosofar no es sólo inteligencia, sino también, saber de vida, saber vital. (…) El ser, objeto último de la indagación, haciendo converger hacia sí como a un centro único de los esfuerzos individuales, determina la solidaridad libre y laborante de los individuos".

En Platón el ejercicio del filosofar no excluye ninguna arista del universo y el hombre. No se trata de una ciencia objetiva, sino, (…) del problema mismo que la ciencia es para el hombre (…), vuelve así, hacia el fin de su vida, al problema de Sócrates: el problema de hallar para el hombre el camino de acceso a la ciencia, y, a través de la ciencia, al ser en sí ‘.

Hoy, cuando tantas voces exigen a la filosofía ser autoconciencia teórica de la realidad epocal, histórico-cultural, cuyo filosofar sea síntesis concreta de conocimiento, valor, praxis y comunicación, la obra de Platón sigue alumbrando como símbolo de obligatoria referencia. Su filosofar que no separó conocimiento y valor e hizo de la bondad, la verdad y la belleza una indisoluble unidad para la ascensión humana, dijo mucho y continúa diciendo.

14.- El ensayo como literatura de ideas, en Marinello.

La gran obra no se cualifica por la dimensión cuantitativa de conocimientos e información, sino ante todo por lo que dice y suscita para el presente y la posteridad. Precisamente el ensayismo Marinelliano hizo mucho y dijo más…

Se trata de un ensayismo ansioso de humanidad, que no da la espalda al drama humano, porque está consciente que la cultura es por antonomasia sensibilidad humana y rica espiritualidad para bien del hombre.

La concepción de la cultura como ser esencial del hombre y medida de su ascensión humana, acompaña como "duende"inquieto los ensayos de Marinello. Son en sí mismos vuelos cogitativos en perenne búsqueda de bondad, verdad y belleza, Relámpagos iluminadores desplegados con fuerza en el espacio para captar horizontes que esperan, desesperan y guían lo porvenir que queremos y preludiamos.

El ensayo, como literatura de ideas, es en Marinello, su oficio vital como escritor, coloreado por una misión redentora que lo convierte en letra con filo. Un ejercicio meditador que fluye sin cesar por cauces insospechados y tortuosos en pos de alumbrar, más que cerrar.

Es un discurso buscador, abierto, que con infinita fidelidad al género, no dispone, no impone, sino propone para poner, agregar, añadir y decir, siendo. Por eso, más que el tratamiento sistemático del tema, el contenido se impregna de subjetividad y sello personal.

Pensar la subjetividad, dando riendas sueltas al espíritu, es constante vocación del ensayismo de Marinello. Por eso pensó bien a Martí y con hondura accedió a su "selva" de ideas y premoniciones.

La ensayística marinelliana es amplia, vasta y exuberante, pero donde más frutos aporta, en mi criterio, es en la revelación de Martí como totalidad trascendente. Es aquí donde se hará énfasis especial.

En correspondencia con lo anterior, este ensayo dirige su atención particular a dos momentos esenciales, a saber:

*La especificidad de la ensayística marinelliana.

*Y su rica concreción en "Martí, escritor americano".

Este ensayo no pretende agotar un tema tan rico en aprehensiones, pues su intento mismo, ipso facto, lo descalificaría como tal. Es sólo una búsqueda que propone (…) para acercarnos a la "selva" ensayística del grande martiano.

I. El ejercicio ensayístico como misión y oficio.

El ejercicio ensayístico de Marinello abre camino, porque es camino mismo, no término. Alumbra, porque es luz en sí mismo. Penetra con hondura, porque va a la raíz del hombre con ímpetu cultural.

En su obra no concibe el oficio y la misión del hombre separados. Eso explica por qué asume el ensayo como literatura de ideas. Si bien sobresale como poeta de alto vuelo, el ensayo le brinda más posibilidades para unir en un solo haz la política y la literatura. Por eso ante la afirmación de Luis Báez: "Posteriormente usted deriva hacia el ensayo", Marinello responde: "El introducirme más profundamente en las luchas políticas, lógicamente, me tiene que inclinar o me tiene que acercar al conocimiento de problemas sociales, políticos, de otro tipo. Es decir, problemas que tienen una mayor magnitud de meditación que de inspiración.

Entonces ya parece natural que vaya derivando, como muchos de los escritores de mi tiempo, hacia el ensayo. El ensayo ha sido, después, la forma permanente de expresarme; porque encontré en él, debo decirlo, algo así como la unión de la preocupación por los problemas de nuestro tiempo con la inclinación por el trabajo literario.

Es una cosa muy explicable. Esos ensayos- continúa Marinello-han sido biografías, recuerdos de hombres notables, sobre problemas sociales, políticos, y, claro, más que todo, sobre problemas de la actividad de creación literaria, de crítica literaria. Porque en ello se combina la necesidad de expresar criterios sobre problemas vitales de la literatura de nuestro tiempo, en la que coinciden la preocupación política con la inclinación hacia la expresión artística"

Se trata de un ensayismo comprometido, cuyo autor no desdeña su oficio como literato, sino que lo une a la política, en tanto misión humana redentora. En esto hay mucho de Martí, pues el tema de la unidad misión- oficio, es recurrente en la revelación martiana de Marinello. Es difícil encontrar un trabajo suyo sobre Martí, donde no haga énfasis en esta arista del pensamiento del Apóstol.

Es que la propia condición de hombre en la concepción de Marinello se funda en el "mirar" el entorno con ojos humanos, en no hacer de su oficio sólo un medio de vida, al margen de la sociedad y sus problemas. Para Marinello, evadir la realidad dramática del hombre, en provecho propio, es traicionarse a sí mismo como hombre. Es negar su propia naturaleza cultural y humana.

Su ensayística, independientemente del tema que trate, no olvida al hombre. Su método sociocultural antropológico, nacido en agónicas batallas, determina un color especial a su discurso, y Martí y la realidad nacional son sus fuentes nutrientes principales. Su referencia a Martí da cuenta de ello: "¿Se sobrepone el Apóstol al genio?"¿Hubiera sido genial Martí sin vaciar su fuerza inigualada en un empeño apostólico? Lo que en último término maravilla en él no es su obra de escritor, de orador, de poeta, sino la capacidad egregia para adecuar esa obra a la obtención, a la realización práctica, de un ideal (…) Por un momento parece que vive en Martí el postulado gordiano, la conciencia de la imposible exteriorización del momento poético. Pero coloca bien pronto frente al secreto impenetrable e ilimitado del grande artista, el secreto también oculto, también inmensurable, de los pueblos."Ellos leen lo que no se escribe-dice-,. Ellos oyen lo que no se habla". Y si para él no tiene significado la vida que no se vierte en la de los demás y había dicho "que el deber de un hombre está allí donde es más útil", el poeta queda forzado, fatalmente, a proyectar su obra en bien del mundo".

Este modo de concebir en el hombre, la misión y el oficio en estrecha unidad, imprime un numen especial al ensayismo de Marinello. El discurso se torna humanista por excelencia y los valores, insertados en la cultura, encauzan sus aprehensiones y discernimientos por nobles propósitos. Sencillamente, es el hombre, pensando al hombre a través de la axiología de la acción, que a veces con ribete agónico y dramático, hace del deber, su consagración humana, y al hombre mismo, eterna vocación de servicio. Así, dirá de Mariátegui "Mariátegui fue un hombre dramático en un coro de hombres trágicos. Afirmó mientras todos dudaban. De ahí su fuerza. Hundió las manos con dolor de creación en carne angustiosa. De las palpitaciones de esa carne hizo su ritmo. De ahí la validez permanente de su mensaje (…) La virtud dramática de Mariátegui lo cambia de artista en político (…) Para Mariátegui no habrá arte nuevo sino arte actual, es decir, revolucionario. Arte en que se traduzca adecuadamente la inquietud política y el anhelo social".

Lo que dijo con su prosa poética sobre Mariátegui, le es aplicable a él. Su mensaje también es y será de validez permanente. Su discurso abierto, el relieve de las ideas, el tono conceptual y metafórico de su decir, la búsqueda constante del alma humana, el estilo subjetivo- no subjetivista – con que discurren sus discernimientos, para atrapar la trama humana y buscar salida al drama del hombre, hacen del ensayismo de Marinello un cosmos inagotable de riqueza aprehensiva. Un discurso complejo, en pos de la subjetividad humana.

II. "Martí, escritor americano", como ensayo de ensayos.

"Martí, escritor americano"", la obra cumbre de Marinello, según José A. Portuondo, consagra a su autor como el martiano mayor. Al ensayista de profundo pensamiento y sensibilidad, que con miraje de hondura y alto vuelo revelador, descubre en la "selva" del Maestro una trinchera de ideas para todos los tiempos. "Frente a las magnas tareas presentes cobra suprema actualidad aquella estampa en que Martí dibuja al escritor cabal que ha de nacerle a sus pueblos: "Así digno y libre, independiente y sabio, conocedor de los demás y de sí mismo, a la par instruido de inspirado, así ha de ser el que en nuestros días quiera robar una estrella más al cielo para dejarla en la tierra perpetuamente unida a su nombre". Admitamos la sentencia, de lindo romanticismo martiense, y fijemos los ojos en los fundamentos de su mandato. Sigámoslo en su advertencia dialéctica que ordenaba seguir los rumores del tiempo, superando los rumores vencidos".

Un discurso proteico, expresado en imágenes conceptuales o en conceptos ansiosos de vuelo, presente en la totalidad de la ensayística de Marinello, cobra relieve destacado en "Martí, escritor americano". Ensayo de ensayos, capaz de pensar la subjetividad del Maestro en su profunda intimidad, y revelar en ella, todo un universo pletórico de bondad, verdad y belleza, y al mismo tiempo, al hombre de pensamiento y acción.

En "Martí, escritor americano", la crítica literaria y el ensayo, a veces marchan unidos- no olvidar que los límites genéricos son relativos-, pero se impone con soberana autonomía el segundo.

El tema central es Martí, y el Modernismo, una mediación esencial que le sirve de base para revelar las esencias martianas. Un discernimiento de aprehensiones varias, cuya primera parte descubre la relación de Martí con las literaturas europeas, particularmente la española y la francesa, incluyendo las influencias francesas en los escritores de América. También su agudo análisis se detiene en la búsqueda de un camino propio americano, la especificidad de la poesía lírica del Apóstol y con acento especial, lo que diferencia a Martí del Modernismo.

En la segunda parte, la personalidad de Martí, en sus dimensiones varias, es objeto central de la ensayística marinelliana. Énfasis especial adquiere la dilucidación de las causas principales que distinguen a Martí del esteticismo abstracto del Modernismo o de algunos modernistas, porque Marinello también establece diferencias. Aborda a Martí como un creador de inusitada genialidad literaria, comprometido con el destino del hombre, y las consecuencias que se derivan de dicho proceder revolucionario para su magna obra con ansia de altura.

Sin embargo, mi propósito no es adentrarme en la polémica Martí- Modernismo, pues aunque no acabada, mucho se ha dicho y hecho después de escribirse "Martí, escritor americano", incluyendo al propio autor. El objetivo es otro: revelar la grandeza ensayística en esta obra, haciendo hincapié en las especificidades que lo cualifican como un ensayo de ensayos, donde el género literario brilla con propia luz, tanto por la forma como por el contenido.

Es un discurso, como en la gran mayoría de sus ensayos, de entraña martiana. Tanto penetró en sus exégesis martianas, que a veces las similitudes estilísticas son empíricamente registrables, sin menoscabar lo propio suyo y su consagrada autonomía como escritor.

"Martí, escritor americano", es una joya ensayística literaria, con excepcional vuelo filosófico- cultural. En él están presentes las características más pronunciadas del ensayo como género de búsqueda y creación:

*Acento propio del escritor. Su discurso inquieto, que espera, desespera y alza el vuelo, movido por convicciones humanistas que aspira convencer y concretar, deviene mensaje penetrante de su yo interno. Algo así como una hermenéutica del sujeto que se afana en realizar, sin supuestos preconcebidos, las necesidades, los intereses y los fines que dicta su subjetividad. Por eso a veces semeja "aguaceros de ideas" con potentes alas y en perenne asechanza, expresadas en letras con filo: "Para encontrar la otra poesía, la de más ancha lealtad americana, no importan el tema y el estilo, tenemos que saltar de los poetas de la Independencia, que tan genuinamente vibran con la voluntad de su tiempo, a los poetas postmodernistas, pasando, desde luego, por la abundancia fiel de José Martí. El enfrentamiento de la realidad como problema y conflicto, como dilema trágico, – enfatiza Marinello con acento crítico- no es virtud modernista y con esto queda dicho que el movimiento no apunta a lo más alto. Que a veces se rompe la consigna, se quebranta la limitación, es exacto: son las ocasiones excepcionales que confirman la ley. Escritores de tantas dotes y curiosidades no podían quedar inmunes a las cuestiones capitales de su día. Los vientos de la calle los inquietan alguna vez y suenan en sus cantos; pero le son vientos ingratos, y pronto vuelven a guarecerse tras los vitrales historiados".

La simple lectura del fragmento identifica al autor, en cuanto a modo subjetivo de expresión se refiere. La naturaleza ideológica de sus ideas da cuenta de sello personal: el modo propio y a veces directo, sin rodeos, con que asume la crítica, los criterios y las ideas están envueltos en su aura personal y comunicativa, porque quieren persuadir al otro, proponiendo. El estilo se torna libre de convenciones, porque su fin es develar raíces para bien del hombre. Defiende su verdad con fuerza, pero soslayando los autoritarismos y las intolerancias, por eso la crítica es a veces dramática y ríspida, pero sin dejar de reconocer los valores del otro. Al referirse a Rodó su discurso obra con mesura. "Cede, en parte a los hierros que lo oprimen, pero le sobran fuerzas y honestidad para denunciar la opresión. Rodó es víctima de sus rectores ideológicos (…). Pero el noble maestro uruguayo vive en su medio latinoamericano, al que ama y quiere servir. Son muy conocidos sus ensayos en busca de una literatura consustanciada con las necesidades y apetencias de la que él llamó magna patria. Por otro lado, no puede librarse de la "Torsión ética" que Alfonso Reyes adjudica como virtud permanente al pensamiento americano, ni menos de una activa tradición que empuja a hacer de la literatura una tarea de fecundidad social".

El acento propio de Marinello como ensayista de alta estirpe, lo hace inconfundible, tanto por la subjetividad de su escritura, como por el relieve de las ideas, la gracia expresiva y su tono coloreado y vibrante, en fin, por la gracia estética que imprime a sus ensayos, y por estar insertos en la cultura. Es que discurre, como "(…) una crítica poemática, individual e intuitiva, a la que no podemos pedir el dato cierto, la dialéctica rigurosa, la expresión precisa, ni las conclusiones categóricas, sino la agudeza y originalidad del juicio personal y la belleza de la forma creadora"

Es que Marinello, como escritor se vierte todo en su obra. Su personalidad, hecha al mismo tiempo oficio y misión, encuentra en el ensayo ricos cauces aprehensivos para que su pensamiento y sensibilidad traduzcan con eficacia las necesidades del hombre.

*Tratamiento no sistemático del tema. Es un rasgo definitorio del ensayismo en general, y en Marinello cobra relieve destacado. El fluir de las ideas aladas se resiste al rigorismo sistemático. Busca cauces y se despliega con libre autonomía. La exposición, su forma elocutiva por antonomasia, si bien se auxilia de la narración, la descripción, la argumentación, etc., siempre mayorea, predomina y se impone, en correspondencia con la razón de ser del género. Como no existen barreras infranqueables entre los géneros literarios, en la ensayística marinelliana, de modo episódico aparecen otros, pero para darle color, fuerza y vitalidad al devenir de su discurso libre, ondulante, atrevido y buscador. Más le interesa el sentido de las cosas que su apariencia misma, pues como bien él afirma, siguiendo a Martí, "(…) el sentido de las cosas arranca siempre de sus relaciones comprobables y de su realidad más profunda".

El tratamiento libre, no sistemático del tema asumido, brilla por su presencia en "Martí, escritor americano". Basta sólo mirar el índice de los ensayos que lo estructuran para notar la ausencia de sistema. Los epígrafes más que dirigirse a informar,- y por supuesto, la información no está reñida con el ensayo- le interesa suscitar. Esto se puede ilustrar con el primer capítulo o ensayo: "El Modernismo". Su contenido, con mano maestra y cincelante, Marinello lo despliega en siete epígrafes, a saber.

1. Lo nuevo.

2. Actitud.

3. Testimonio.

4. La cárcel de la sensualidad. Realidad y apariencia.

5. Absentismo, apoliticismo.

6. La coincidencia concluyente.

7. Un juicio decisivo.

Hay una voluntad expresa que no puede resolver el tratado, sino el ensayo, que propone y abre con toda libertad. Por supuesto, el mismo tema puede ser abordado por un tratado didáctico, pero en función de enseñar, organizar los contenidos, etc. El ensayo de Marinello se mueve por otros cauces y con otros propósitos: exponer un movimiento literario y suscitar nuevas aprehensiones, a partir de su propia meditación del problema y con vivas reflexiones, en torno a las varias aristas del tema. Por eso el tratado enseña, informa, organiza, sistematiza y con ello, al mismo tiempo, impone, inmoviliza. El ensayo, suscita, dialoga y cultiva con el sesgo espiritual que le imprime el escritor al discurso. Es que el torrente discursivo de ideas no puede encerrarse, porque pierde su sentido de búsqueda y creación.

Al mismo tiempo, el tratamiento no sistemático del problema asumido, no guarda relación de antítesis con la coherencia lógica. Hay en "Martí, escritor americano" una lógica impecable, pero no rigorismo sistemático. La lógica deriva y se construye del objeto especial trabajado, y del contexto real que se analiza. Una lógica abierta, flexible y tolerante que establece diferencias, porque se funda en la historia y la cultura. Por eso del Modernismo dirá: "Captar la vida y el ambiente de los pueblos de América, traducir sus inquietudes, sus ideas y sus esperanzas, a eso tendió el Modernismo en su etapa final, sin abdicar por ello de su rasgo característico y principal: trabajar el lenguaje con arte".

En Marinello, como grande ensayista, la asunción no sistemática de los temas tratados, más que empobrecer su intelección de los problemas que convierte en objeto de estudio, se enriquece. En "Martí, escritor americano", además de mostrar su genialidad literaria y gran oficio como ensayista, sus discernimientos dan cuenta de su maestría para alumbrar caminos con las implicaciones estéticas, filosóficas y políticas que deriva de sus análisis críticos.

* Vocación de atisbos y gérmenes. "Martí, escritor americano"es una fuente inagotable de atisbos y gérmenes. Marinello piensa el ser americano, si quedarse en él. Dirige su pensamiento con sentido utópico, a veces "romántico", y también realista, tras las huellas martianas, con impulso de inquietud. Con miraje profundo, contempla el horizonte para asirse a él, preludiar lo por venir y acercarlo a nosotros. Es un hombre de alma política, comido de humanidad, que sabe muy bien el papel que le corresponde a la intelectualidad, en la revelación del ser esencial de nuestra América. Por eso exige mirar nuestro mundo con ojos humanos, es decir, ser sensible a sus problemas y a la obra por hacer..

La luz martiana lo alumbra y encauza, para penetra en su "selva"y ver más lejos. "Cuando Martí compone una de sus grandes oraciones políticas o literarias no tiene en su mente realizar una obra de novedad alquitarada, y menos amoldar sus potencias a determinadas corrientes. La creación queda dominada todo el tiempo por la intención generosa. Es el impulso cordial el que manda la resonancia varia y el hallazgo propio"

Es que los atisbos y gérmenes, propios del discurso de los grandes ensayistas, encauzan la creación y dinamizan la actividad en pos de ella, y Marinello fue un creador.

La razón utópica, que todo lo mueve, es inmanente al ensayismo de Marinello, por eso su obra hizo mucho y dijo más. Y por lo mismo, seguirá diciendo.

* Dignidad de las ideas. En "Martí, escritor americano", como en toda la ensayística de Marinello, la dignidad de las ideas matiza con fuerza la expresión discursiva. A la facundia desbordante y a la elocuencia robusta le acompaña el don de la palabra grande, noble, con ímpetu de altura para comunicar mejor. Es como si la bondad, la verdad y la belleza se unieran en estrecho haz para construir un discurso sincero y leal. La sinceridad y la lealtad imprimen dignidad a las ideas. Con plena propiedad del que sabe decir y decir bien con grandeza de ideas, asume a Martí como paradigma. "En la gran encrucijada debe ser Martí una fuerza definidora. Tiene para nuestros escritores, la autoridad de la obra, el poder del ejemplo letrado. Martí (…) es el caso del artista que logra las mayores alturas en obediencia a sus criterios primordiales, con lo que deja confirmada la autenticidad de su magisterio (…). Su verso- síntesis de su escritura siempre poética- crecerá en la obra americana. Y, como quiso y esperó, la huella de su vida, su integrada lección, crecerá también bajo la hierba. En una germinación libertadora, digna de sus pueblos, digna de su genio atormentado y generoso".

Es una ensayística sustanciada y "adornada" por el porte elegante de las ideas y la nobleza de la palabra sincera, amorosa y humana, con evidente resonancia martiana. Un bello decir y hacer, comprometido con los destinos del hombre.

* El encanto de la comunicación. Con sorprendente espontaneidad, el discurso de Marinello comunica al grado de la conversión, por su encanto inusual. Su ensayismo como literatura de ideas, deviene espacio comunicativo. Como siempre parte del hombre, y su subjetividad, concretada en la cultura, su expresión discursiva llega al hombre, hasta identificarse con el mensaje que piensa y siente suyo. Su discurso es comunicativo, porque está hecho de entrañas nobles y porque en sí mismo, es leal, no traiciona. Hay acción comunicativa, además, porque las ideas están cargadas de humanidad, traducidas, tanto en la teoría como en la praxis. La fuerza de la palabra se agiganta, cuando está pivoteada por el ejemplo. Sin ello, el decir, aunque sea muy bello, resulta huérfano de ideas.

Por eso cuando su exégesis martiana se despliega sin fronteras, muchas similitudes encontramos. Sería herir su extremada modestia, pero es así. "De esa circunstancia, de esa doble condición de inventor de un estilo y regidor de un mundo literario, arranca su riqueza de vaticinio y su precisión asombradora. El hombre vigilante de la libertad, de la riqueza y justicia de la América Hispánica, pudo penetrar como nadie en los dominios sutiles de la creación artística, sin olvidar un punto su deber político, pero sin poner de lado una sola vez los caminos palpitantes de la encarnación personal. Los que miraron hacia él pidiéndole fidelidad a su tarea orientadora encontraron que cumplía con su deber, predicando con el ejemplo de su prosa. A los que, gentes de su cuerda imaginativa, le admiraron la rica originalidad, le mostró con ella, el rumbo inexcusable".

"Martí, escritor americano", resume un ensayismo fecundo, y el encanto de la comunicación que lo impregna, consagra a su autor como ensayista mayor de nuestra América. En él se reúnen muchos valores estéticos y sobre todo, humanos. La acción comunicativa es eficaz porque está afincada en hondas raíces: sentido cultural (humano) del discurso, subjetividad desbordante, gracia, tono, aire aprehensivo suscitador y relieve de las ideas.

* Mentalidad concentrada del ensayista. Los grandes ensayistas poseen el don de la concentración mental, y Marinello en "Martí, escritor americano", hace gala de ello. Su concentración es tal que inconscientemente se mete y bucea en cuerpo y alma en el asunto que trata. Absorto, y sin necesidad de un plan prefijado como haría el tratadista, se vierte todo su discurso para "ver" con las palabras y "hablar" con los colores, con un discurso incluyente que emplea las varias formas aprehensivas de que dispone el hombre, ya sea el concepto, el símil, la metáfora, etc. Lenguaje directo y tropológico "juegan"y se concilian, sin mengua de la verdad que busca. Sólo interesa la meditación profunda para captar la realidad en su complejidad real y en sus mediaciones dialécticas. Su ejercicio literario es meditativo, por antomasia, y con ello, esencialmente filosófico. El elan filosófico- cultural, es inmanente al ensayismo Marinelliano. Hace filosofía en la literatura y en ésta filosofía.

Su discurso es de vuelo cósmico en su base. Su cosmovisión unitaria del ser, como en Martí, encauza sus análisis. Sencillamente, como su intelección parte del hombre inserto en la cultura, los eternos problemas y preguntas filosóficas emergen sin ir tras ellos. Son parte consustancial de su "mirar" al hombre en relación con el mundo, particularmente el suyo, nuestra América. "Para Martí – y para él también, pues su concentración mental lo hace cómplice- aparecía indispensable ofrecer su América como un todo profundo, dinámico y victorioso. Urgía dar "vida a la América", hacer "resucitar la antigua, fortalecer y revelar la nueva"…Mídase el tamaño del empeño. Para nuestro héroe, dar vida a la América significaba entenderla y exponerla como un gran proceso unitario en que lo antiguo se prolongase orgánicamente en el presente y hacia el futuro. "Resucitar el pasado" suponía usufructuar un caudal de grandezas impresionante y útiles; como fortalecer y revelar lo nuevo aludía a una obra de esclarecimiento y presencia en el escenario universal. Esta concepción martiana- donde hay tanto de enjuiciamiento histórico como de previsión política- expresa cómo se desarrolla en nuestro escritor la idea de integración americana que está en los libertadores de todo el Continente".

La concentración mental de Marinello, con su discurso ondulante, complejo, no sistemático, a veces apotégmico, pero siempre meditador, "hizo camino al andar" y no permitió que los "árboles impidieran ver el bosque".Por eso su "Martí, escritor americano", además de presentarnos a Martí y su revelación americana como totalidad trascendente, califica como ensayo americano de alta estirpe.

En fin, El discurso ensayístico de Marinello, muy a lo martiano en su esencia, sigue alumbrando y continuará abriendo caminos.

Conclusiones inconclusas:

En síntesis, los rasgos que cualifican al ensayo como género literario son los siguientes:

  • Sello personal del autor.
  • Tratamiento no sistemático del tema.
  • La exposición como modo elocutivo por excelencia, sin que esto inhabilite otras formas (narración, descripción, etc.), pero subordinadas, como casos pasajeros o episódicos.

Estos tres rasgos son centrales, pero no agotan la riqueza compleja y expresiva del ensayo, pues el concepto es abundante en implicaciones estéticas y filosóficas, a saber:

  • Impulso de inquietud. El discurso remueve y aviva con vocación de atisbo y gérmenes, según M. Vitier.
  • Gracia, tono, en fin, gracia estética. Gracia estética que, sin proponérselo el escritor, subyuga al lector, por la elocuencia, el tono, el color, el calor y el relieve y vitalidad de las idas. Unido a la coherencia del discurso, la armonía, la sinceridad y nobleza expresivas. El ensayo Cecilio Acosta, de Martí, subyuga, paraliza, nos hace cómplice y concentra la atención: "Ya está hueca, y sin lumbre, aquella cabeza altiva, que fue cuna de tanta idea grandiosa; y mudos aquellos labios que hablaron lengua tan varonil y tan gallarda; y yerta, junto a la pared del ataúd, aquella mano que fue siempre sostén de pluma honrada, sierva de amor y al mal, rebelde. Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres; se le dará gozo con serlo. ¡Qué desconsuelo ver morir, en lo más recio de la faena, a tan grande trabajador!

Sus manos, hechas a manejar los tiempos, eran capaces de crearlos. Para él el Universo fue casa; su Patria, aposento; la Historia, madre; y los hombres, hermanos; y sus dolores, cosas de familia que le piden llanto. El lo dio a mares (…) Cuando tenía que dar, lo daba todo; y cuando nada ya tenía, daba amor y libros (…) Él, que pensaba como profeta, amaba como mujer."

Estamos en presencia -por supuesto, ante un ensayo literario-, pero la belleza ensayística expresiva no está reñida con el tema de objeto discursivo. La sensibilidad del escritor, su creciente humanidad y el devenir en sus cauces culturales, imprime razón estética. La coherencia armónica y su consecuente gusto estético como están insertos a una cultura de la razón y de sentimiento, despierta esa bondad, verdad y belleza que el hombre lleva dentro, que sólo espera por cauces humanos para revelarse. ¿Quién puede negar la bondad, la verdad y la belleza de un ensayo científico, cuando un escritor con profesionalidad y oficio es capaz de insertar el discurso a la cultura, pues la cultura, más que acumulación de conocimiento, es sensibilidad humana para captar lo pequeño, lo grande y lo absoluto con sentido histórico, acorde con el presente y lo por venir, sin olvidar la buena tradición del pasado que sirve de raíz?

  • Relieve de las ideas
  • Es un género elocuente, por eso encuentra y despierta empatía.
  • Dignidad de las ideas.
  • Encanto de la comunicación.
  • Despierta semillas dormidas con el polvo inasible del misterio humano.
  • Como medio literario de la subjetividad, la acentúa y revela.
  • El autor, en criterio de M. Vitier, se vierte todo él con su desasosiego personal. No es cosa de erudición, sino de sugestión.
  • Abre cauces dóciles a la subjetividad, y las ideas, sin mengua de sus perfiles, viven envueltas en el aura personal, comunicativa, que nos torna propenso a la conversión, enfatiza M. Vitier.
  • No hay objetividad pura, limpia de vetas personales.
  • No renuncia a la misión didáctica, pero su estilo posee mayor riqueza de movimiento que el tratado o la monografía, recalca M. Vitier.
  • Enseña, mas no trasmite un cuerpo de nociones aceptadas. No supone la seguridad de su docencia, es un poco aventurero, enfatiza M. Vitier, de ahí el modo ondulatorio de su prosa.
  • M. Vitier, recomienda el empleo del ensayo en el aprendizaje escolar, pues la enseñanza necesita matizarse con la lectura de no rigurosa didáctica. El ensayo responde a ese menester espiritual, porque saca el juicio del plano de seguridad a que lo conduce el tratado; lo sacude y lo planta solo, en medio de una tesis, donde puede ser más de uno el camino de la verdad", es decir, educa porque invita e incita al pensamiento propio, creador.
  • El ensayo en sí mismo, es complejo y opera con complejidades.
  • Posee sentido cultural en su esencia y propósitos.
  • Es literatura de ideas, y por lo mismo, comunicativo y tolerante.
  • Se resiste a las convenciones de normas absolutas, porque busca la verdad. . "Bueno es dirigir, pero no es bueno -enfatiza Martí- que llegue el dirigir a ahogar (…) Garantizar la libertad humana -dejar a los espíritus su frescura genuina, no desfigurar con el resultado de ajenos prejuicios las naturalezas (puras y vírgenes)- ponerlos en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía marcada, he ahí el único modo de poblar la tierra de una generación vigorosa y creadora que le falta. Las redenciones han venido siendo formales; es necesario que sean esenciales. La libertad política no estará asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual. Urge libertar a los hombres de la tiranía, de la convención, que tuerce sus sentimientos, precipita sus sentidos y sobrecarga su inteligencia con un caudal pernicioso, ajeno, frío y falso. Este es uno de esos problemas misteriosos que ha de resolver la ciencia humana (…)" Y el ensayo tiene mucho que decir y hacer ante esta convocatoria martiana.

El ensayo como literatura de ideas, es un género complejo rico en cauces estéticos y filosóficos, al mismo tiempo de relativa brevedad, carácter sintético, libertad meditativa y expresiva, de desbordante subjetividad, de variedad temática y de belleza literaria sin límites.

Los límites entre los géneros no son absolutos. Hay relatividad, como en la vida misma, sin embargo, de las propias características esbozadas anteriormente, se comprende sus diferencias, respecto a otros géneros literarios.

* El tratado: Prosa didáctica, estudia a fondo toda una materia, hasta agotarla. Su finalidad es de carácter instructivo El tratado o manual refiere a un estudio sistemático, con rigurosa lógica expositiva. Enseña, organiza la mente, en sí misma, instruye, pero no educa el pensamiento, no cultiva la razón crítica, porque no enseña a pensar con sentido cultural y complejo. El objetivismo, no le permite pensar la subjetividad en sus mediaciones plurales. El tratado dispone., impone. El ensayo propone, suscita, comunica; por eso, pone, agrega, cultiva. El ensayo no intenta "agotar" su objeto y se desarrolla libremente el discurso subjetivo, para descubrir nuevas orientaciones y aprehensiones.

* El artículo: Es una escritura breve, con tema de actualidad, predomina el estilo de nivel periodístico. Su función principal es informar. Hay trabajos, considerados artículos que son verdaderos ensayos, y viceversa.

* Crítica: Hay rasgos similares, pero en su esencia, se trata de análisis fríos, de indispensables erudición y de método severo, que sopesan lo positivo y lo negativo, con determinada impersonalidad o distanciamiento. En fin, la crítica aprecia y valoriza haciendo constar méritos y defectos. El ensayo también valora, pero sin tener en cuenta tanto las técnicas, como las normas aceptadas por el criterio general, Si la crítica informa, depura el gusto, orienta la cultura, divulga las buenas obras y fomenta ideales estéticos, el ensayo fortifica el gusto del espíritu por la especulación intelectual y por la percepción de la belleza. Por eso cultiva.

* Monografía: Sea histórica, científica, jurídica, artística, etc. agota un tópico dentro de una materia. Profundiza con finalidad informativa y sirve para la amplificación de los conocimientos. El ensayo profundiza, pero no agota el tópico ni lo explica orgánicamente, sino que gira en torno a él, sin finalidad informativa, ni amplifica conocimientos, sino para comunicarle al tópico nuevos cauces o enfoques.

* La poesía: Su discurso, rimado o no, es poético por antonomasia. Predomina el lirismo y posee un carácter muy sintético- integrador. Existe la poesía ensayística. Hay poemas filosóficos y de otros perfiles que son verdaderos ensayos poéticos. También existen poemas que se aferran tanto a las normas hasta cerrar el discurso. Son poemas huérfanos de vuelo, de ideas, y por tanto, estériles.

* La narrativa, novela. Obra literaria en que se narra un hecho o acción y se describen lances interesantes, caracteres y costumbres. Episódicamente pueden estar presentes momentos ensayísticos. Esto es propio de muchas novelas.

En síntesis, "(…)en el ensayo hay la hondura de la monografía, la valoración de la crítica, la divulgación del tratado, la brevedad y la síntesis del periodismo, la variedad de la oratoria, la emotividad de los géneros subjetivos y la elegancia de cualquier estilo literario. Tiene como sugiere Vitier, "función de enseñanza y función de cultura", "remueve y aviva", porque al saborearlo, se remueven o avivan los conocimientos que ya teníamos sobre el tema enfocado". Para Andrenio Gómez de Vaquero, el ensayo "es la didáctica hecha literatura", porque reemplaza "la sistematización científica por una ordenación estética, acaso sentimental, que en muchos casos puede parecer desorden artístico."

Todo lo anterior se deriva, principalmente, de una característica cualificadora del buen ensayo: su razón compleja. Es un discurso abierto, sugestivo, que propone. Una manera de buscar la verdad, sin a priori, ni absolutos. Por eso el siglo XXI se augura como el siglo del ensayo. "Luego de las experiencias realizadas por las ciencias y la filosofía en el siglo XX, -señala Edgar Morin, destacando el lugar del ensayo como método-nadie puede fundar un proyecto de aprendizaje y conocimiento en un saber definitivamente verificado y edificado sobre la certidumbre. Tampoco se puede tener la pretensión de crear un sistema absoluto de proposiciones posibles o el sueño de escribir el último libro que contenga la totalidad de la experiencia humana"

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Dr. Rigoberto Pupo

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