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La accidentada ruta hacia el Congreso Universitario de 1990

Partes: 1, 2, 3

    1. 1986: fortalezas y debilidades de una "Universidad gigantesca y mal organizada"
    2. Rechazo estudiantil, diálogo público y Congreso luego de 20 días de huelga
    3. 1987: diez meses para instalar la COCU y el regateo por la proporcionalidad
    4. Disputa entre los organizadores; "Congreso político, no" dice Carpizo
    5. 1988: seminarios de diagnóstico y "una COCU trabada en el enfrentamiento"
    6. Legado y enfado del rector Carpizo; "academización", propone Sarukhán
    7. 1989: consensos y reglas; "el Congreso es un medio, no un fin", opina el Rector
    8. 1990: variadas conferencias temáticas, quisquillosas normas parlamentarias
    9. Un foro local en cada dependencia
    10. Elección de delegados. La abstención de los universitarios crece del 43%, al 64%
    11. Menos polarización pero mayor cansancio, aminoraron el interés por el Congreso
    12. Límite de tiempo en el Frontón Cerrado; largo proceso de deliberaciones previas

    Una lectura de la disputa que paralizó la reforma académica entre 1986 y 1990 en la UNAM (México)

    Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

    Noviembre de 1999

    El Frontón Cerrado de Ciudad Universitaria había sido acondicionado para un evento con tanta o más algarabía y espíritu de competencia que los partidos de pelota que suelen jugarse allí. Habría contendientes, expectación y público. Sin embargo, el motivo de la disputa no sería deportivo. Estaba en litigio la reforma de la Universidad Nacional Autónoma de México.

       El lunes 14 de mayo de 1990, en el Frontón remozado y acondicionado para tan insólito acontecimiento, se instaló el Congreso Universitario. 846 delegados electos en toda la Universidad, tendrían la responsabilidad de debatir y decidir acerca de los problemas sustantivos de esa institución.

       Llegar a la realización del Congreso no había sido fácil, ni rápido. Tuvieron que pasar tres años, tres meses y cuatro días para que, después de haber sido acordado en medio de una huelga estudiantil, el Congreso fuera realidad.

       Ese proceso de negociaciones, tensiones y estancamientos en la UNAM, fue tan o quizá más importante que el Congreso mismo. Durante más de tres años, las principales fuerzas políticas en esa institución se enfrascaron en un dilatado regateo, especialmente acerca de las reglas para el Congreso. Las discusiones sobre procedimientos, duraron más tiempo que la reflexión sobre las reformas que se pretendían para la Universidad.

       En este ensayo, nos ocupamos de ese prolongado y en varios sentidos incierto periodo para la Universidad. A partir de la iniciativa de reformas del rector Jorge Carpizo en la primavera de 1986 y hasta más de cuatro años después, ya con otro Rector y en una circunstancia nacional muy distinta, la UNAM permaneció sin resolver las medidas mínimas que requería para evitar su estancamiento académico y organizativo.

     

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