Con el aporte, una vez más, de la inmigración, entre 1913 y 1930, la población aumentó en casi cuatro millones. La producción interna de petróleo tuvo un espectacular crecimiento: de menos de 21.000 metros cúbicos de combustible derivado del petróleo en 1913, a 1,4 millones de metros cúbicos en 1929.
En la década de 1920-1930, el aumento en la producción agrícola se logró principalmente por la mecanización. Argentina era entonces un gran mercado para la maquinaria agrícola importada. Las máquinas, representaban el cuarenta por ciento del capital del sector social en 1929.
Entre 1913 y 1927 sólo añadieron mil doscientos kilómetros nuevos de vías férreas.
Entre 1917 y 1921 los sindicatos en Argentina florecieron, las huelgas aumentaron en número, intensidad y en violencia, por la caída del nivel de vida y la reducción del mercado de trabajo, además el salario había caído a la mitad.
La depresión de postguerra que empezó en 1921, llevó cada vez más al paro, el colapso del movimiento sindical, la caída de las importaciones y de las rentas del Estado. Aumentó la producción de azúcar en el noroeste, también de la producción de frutas en el valle del Río Negro, en la de algodón, arroz, cacahuates y mandioca en el Chaco y fruta en Misiones.
1929: Los grupos norteamericanos se convirtieron en prestamistas activos del gobierno e inversores en la industria local.
1930: Las granjas se concentraron en la periferia, en La Pampa, con rasgos precapitalistas, particularmente la dependencia de la mano de obra contratada. En estas trabajaban gran número de Chilenos, Paraguayos, Chaqueños y Correntinos.
En los años 20 también se produjo una aceleración de la diversificación en la industria de artículos de consumo no perecederos, productos químicos, electricidad y metales.
Política durante la guerra y postguerra, 1916-1930
El primer mandato de Hipólito Yrigoyen como presidente, terminó en octubre de 1922. Después de 1916, la batalla entre conservadores y radicales continuaba desde 1890.
Los miembros del senado estaban protegidos por mandatos de nueve años. La administración de Yrigoyen elaboró pocas leyes.
En 1918, el gobierno radical trató de fortalecer sus vínculos con las clases medias, apoyando La Reforma Universitaria; que comenzó en Córdoba como culminación de la creciente agitación para expandir la educación superior. Argentina tenía tres universidades: la de Córdoba, fundada por los jesuitas en 1617; la de Buenos Aires, fundada por Rivadavia en 1821; y la de La Plata, fundada en 1890.
La administración de la universidad estaba dominada por los conservadores, pero el cuerpo estudiantil estaba dominado por grupos de clase media de origen inmigrante.
El movimiento de la Reforma comenzó con una serie de huelgas militantes a cargo de la Federación Universitaria Argentina. El gobierno radical apoyó a los estudiantes y las universidades recibieron nuevos estatutos que supuestamente reforzaban su autonomía, pero que en realidad las ponía más directamente bajo el control presupuestario del gobierno central.
En 1919 y 1921 se crearon nuevas universidades e Santa Fe y Tucumán, bajo el mismo sistema. El apoyo del gobierno radical a la Reforma fue una de sus realizaciones más positivas y duraderas, ya que en este ámbito Yrigoyen logró hacer frente a los intereses privilegiados y asociarse a la democratización, sin ser frenado por la oposición conservadora.
A principios de enero de 1919, el descontento de la clase obrera se intensificó aún más, y los sucesos subsiguientes, conocidos como "La semana trágica", se recuerdan como uno de los principales hitos en la historia del movimiento obrero argentino.
El resultado de los tratos de Yrigoyen con los sindicatos fue la cristalización de una nueva derecha de tendencias autoritarias y protofascistas. Detrás de ella estaba el ejército, ambos dispuestos a atacar al gobierno, y así dar un rápido fin al experimento del gobierno representativo.
Parecía ahora que la verdadera intención de la Ley Sáenz Peña era menos promover el cambio que refrenarlo cooptando a los grupos nativos, inclusive las nuevas clases medias, en la política formal como un amortiguador contra los inmigrantes y obreros.
La persistente politización del Ejército se debió en parte a Yrigoyen y a los radicales.
H. Yrigoyen tomó el camino del populismo (para contrarrestar la amenaza de la derecha). A mediados de 1919, las importaciones y las rentas se recuperaron y los gastos del Estado fueron en ascenso. Así creció la burocracia. Los radicales derrotaron a los conservadores. El sucesor de Yrigoyen en 1922 fue Marcelo T. de Alvear (terrateniente).
En las elecciones de 1928 los Yrigoyenistas barrieron a todos sus oponentes. Pero en septiembre de 1930, fue derrocado por un golpe militar.
De la oligarquía al populismo (1930-1946)
El cambio de gobierno de 1930 fue una restauración conservadora (dominación radical), y para algunos "oligárquica". Conducidos por el ejército, los revolucionarios se adueñaron del poder cuando el apoyo popular de los radicales se derrumbó después de la depresión. Durante toda la década de 1930-1940, llamada "la década infame", los conservadores amañaron las elecciones para mantenerse en el poder.
La restauración conservadora entre la Ley Sáenz Peña de 1912 y el golpe militar de 1930, el mejor modo de describir la política argentina, es como un ejercicio del poder informal compartido entre las élites tradicionales y las clases medias urbanas. Funcionó gracias a la expansión de la economía y la falta de disposición o la incapacidad del gobierno para intentar realizar reformas importantes.
Las élites querían reducir el sector público, principalmente para disponer de fondos que las ayudase a protegerse contra la depresión. Las clases medias exigían su expansión aún mayor para defender el empleo y contener la caída de los ingresos personales. El gobierno no satisfizo a ninguna de las partes y se convirtió en el blanco de ambas.
La deposición del gobierno radical fue el 6 de septiembre de 1930. Fue el primero de los golpes efectuados por el ejército en el siglo XX. Asume Uriburu.
Los nacionalistas (que se habían vuelto más antidemocráticos y antiliberales), estaban dispuestos a suspender o hacer radicales revisiones a la Constitución de 1853, a suprimir las elecciones y los partidos políticos y a crear un sistema autoritario basado en la representación corporativa o fascista. Los nacionalistas eran minoría, la voz dominante la tenían los conservadores liberales dirigidos por Agustín P. Justo; que querían restaurar la Constitución, no destruirla.
A principios de 1932, asume Justo. Los seguidores de este, falsificaron listas de votantes y los muertos fueros resucitados para que emitieran votos ese día. El fraude electoral se convirtió en una práctica normal en los años 30. Lo común era sobornar a votantes para que aceptasen sobres cerrados con papeletas ya marcadas.
En Avellaneda, los caudillos políticos manejaban el juego y la prostitución. Para mantener el control electoral, cambiaban las urnas electorales, ponían un policía de guardia en las cabinas de votación y hacían arrestar a miembros de la oposición el día de las elecciones con falsas acusaciones.
En esta época, se encontraban los conservadores (Partido demócrata nacional); el Partido socialista independiente (retoño derechista de Justo); y los Radicales antipersonalistas (Justo-Ortíz).
Agustín P. Justo, al ocupar el cargo, levantó el estado de sitio que había sido impuesto desde el golpe. Liberó y amnistió a presos políticos, entre ellos H. Yrigoyen.
Uriburu y Justo enterraron la idea de un monopolio estatal del petróleo, pero evitaron agitar el problema manteniendo el status quo, tratando en general de igual modo a la Junta directiva del petróleo estatal (YPF), y sus competidores extranjeros. Este arreglo permitió triplicar la producción de petróleo entre 1930 y 1946.
Entre las consecuencias a largo plazo de la depresión, se contó una sustancial caída en el crecimiento de la población, el índice de natalidad disminuyó. Además de la deuda externa, el gobierno conservador tuvo que hacer frente a una deuda interna que había aumentado después del retorno de Yrigoyen en 1928. Uriburu redujo gastos públicos, despidiendo doscientos empleados del gobierno. El peso fue devaluado en 1933 y los beneficios de esta transacción fueron usados para financiar la conversión de la deuda.
En octubre de 1931 Argentina introdujo el control de divisas. En 1933 Pinedo reformó este sistema creando el Banco Central de la República Argentina (BCRA), como una alternativa al patrón oro que mantendría el peso a una paridad fija.
La crisis de la época de la guerra
A mediados de 1940 las condiciones internacionales pronto barrerían con la persistente cautela de la Argentina hacia la industria y en apenas tres años la industrialización se convirtió en una meta nacional de elevada prioridad. Cayeron las importaciones. Cuando los ferrocarriles ya no pudieron obtener carbón, volvieron una vez más a quemar quebracho y pronto maíz; en lo más recio de la guerra, los cereales fueron la fuente de un tercio del consumo total de energía. Aunque la YPF hizo denominados esfuerzos para aumentar la producción, llegando a duplicar la producción de los yacimientos de Comodoro Rivadavia, la linaza en parte reemplazó al petróleo como combustible y lubricante. Mientras tanto, los industriales activaron la sustitución de importaciones. En la medida en que la seria escasez de electricidad lo permitía, trabajar durante veinticuatro horas se hizo común en las fábricas de Buenos Aires.
A fin de 1940 el gobierno respondió a la crisis del comercio con el Plan de Reactivación Económica, más conocido como el Plan Pinedo, por el ministro de finanzas, su principal autor. Se le consideraba como una medida contracíclica para reavivar la demanda, reducir al mínimo la inflación, proteger el empleo e impedir las "repercusiones sociales de imprevisibles resultados", una velada referencia a la agitación laboral durante la Primera Guerra Mundial. Pinedo propuso ayudar a la agricultura extendiendo el plan de financiación de cultivos que había establecido siete años antes. Además esperaba estimular la sustitución de importaciones e iniciar la exportación de artículos manufacturados, y por ello propició un nuevo fondo de crédito respaldado por el Estado, destinado a la industria y los "reintegros", reembolsos a los exportadores por los costos arancelarios pagados para adquirir máquinas y materias primas importadas. El Plan Pinedo también contenía ideas de librecambio entre vecinos latinoamericanos que abriría mercados adyacentes a los industriales argentinos. Un componente final del plan era el apoyo del gobierno a la industria de la construcción y un programa de viviendas baratas; medidas que crearían alrededor de doscientos mil nuevos puestos de trabajo. Pinedo consideraba que la industria tenía un papel secundario o suplementario en el conjunto de la economía.
Cuando Pinedo presentó sus propuestas, el país cayó víctima de una crisis política. Ortíz, un diabético crónico, sufría ataques de ceguera que lo obligaban a dejar su cargo en manos de Castillo, el archiconservador vicepresidente. Durante casi un año, hasta que Ortíz finalmente renunció. Castillo sólo fue presidente en funciones, pese a lo cual intentó inmediatamente anular la política liberal de su predecesor. En el posterior conflicto partidista, una de las primeras víctimas fue el Plan Pinedo. La legislación fue aprobada por el senado, pero la mayoría radical electa en la cámara de diputados se negó, desechando la apelación del gobierno a un "acuerdo patriótico" sobre el plan y exigiendo reparaciones por casos recientes de fraude electoral presuntamente efectuados con la indiferencia de Castillo.
Así, el Plan Pinedo cayó víctima de a pugna que ya duraba cincuenta años entre conservadores y radicales.
Después de 1940, Argentina, pues, se encontró encerrada en su relación bilateral de preguerra con Gran Bretaña, pero de un modo que hacía del comercio algo prácticamente inútil para el esfuerzo dirigido a promover la recuperación económica.
Las comunicaciones entre Buenos Aires y la costa oriental norteamericana estaban completamente abiertas, y sólo los norteamericanos tenían el excedente de Bienes y capital que la Argentina necesitaba. Creció el entusiasmo por los Estados Unidos y se enfriaron las relaciones con los británicos. Los industriales argentinos y algunos líderes sindicales, interesados en importaciones norteamericanas o en las perspectivas de nuevos trabajos, también empezaron a estrechar lazos con los norteamericanos.
En 1930, la Ley Hawley-Smoot reforzó las barreras a las importaciones de Argentina elevando los aranceles sobre la carne, la linaza, el maíz, la lana, y por primera vez se establecieron impuestos sobre las pieles. Además, la Ley de ajuste agrícola de 1933 elevó los precios de los productos agrícolas norteamericanos por encima de los niveles internacionales; poco después se prohibieron todos los productos de granja extranjeros que se vendiesen a precios inferiores a los internos. La Federación Patriótica Argentina, fundada en 1942, por ejemplo, quería sindicatos controlados por el Estado como barrera contra el comunismo, y la expropiación de servicios públicos de propiedad extranjera.
La noticia de la candidatura de Patrón Costas, desencadenó una intervención del ejército el 4 de junio de 1943, una revuelta que derrocó a Castillo. El derrocamiento del gobierno fue apoyado por los radicales y por los Estados Unidos.
El Ejército estaba cansado del fraude electoral y de la atmósfera de escándalo y deshonestidad que rodeaba a ese gobierno.
En 1943, el Ejército parecía convencido de a necesidad de una revolución, pero una vez más estaba dividido sobre qué hacer después. Una facción se inclinaba a la moderación: un gobierno de colisión de tendencia liberal como el de Ortíz, que tuviese el apoyo de los partidos y grupos de intereses principales, y una política internacional de conciliación con los norteamericanos que aceptase finalmente su principal exigencia: la ruptura diplomática con el eje. La segunda facción estaba compuesta de nacionalistas determinados a resistir a la presión norteamericana, conservar la neutralidad, armar la nación, y promover la independencia militar alentando la industria.
En octubre de 1943 los nacionalistas dominaban la situación en el gobierno de Ramírez, que entonces abandonó las negociaciones con los Estados Unidos, reiteró la neutralidad y empezó a buscar aliados en América Latina.
Se firmaron tratados comerciales con Chile, Paraguay y Bolivia.
El Ejército se unió a los nacionalistas. El gobierno pronto se vio abrumado exigiendo la restauración de las libertades civiles, el fin del Estado de Sitio, que había estado casi continuadamente en vigor desde diciembre de 1941, y el anuncio de una fecha para celebrar elecciones.
El gobierno lanzó una ofensiva contra la corrupción, haciendo una purga en la administración pública. En octubre de 1943 Martínez Zuviría ordenó a la policía sofocar una huelga de estudiantes universitarios. Luego impuso planes de estudio que exaltaban la educación "patriótica" y restableció la instrucción religiosa, que había estado ausente de las escuelas desde las medidas de Roca a principios de la década de 1880-1890.
Los cambios en los programas de estudio sólo fueron un ejemplo de los extravagantes esfuerzos que él y otros miembros del gobierno hicieron para atraerse a la Iglesia.
La represión bajo los nacionalistas consistió principalmente en una gran cantidad de medidas conocidas y establecidas desde hacía largo tiempo: las provincias sucumbieron a una oleada de intervenciones federales: los partidos políticos fueron prohibidos por decreto; las restricciones sobre la prensa aumentaron; y los adversarios del régimen fueron amenazados y acosados. Una huelga de trabajadores de las industrias cárnicas en Buenos Aires y La Plata (1943), fue contestada con arrestos en masa.
En abril de 1944 Farrell presidió grandes procesiones con antorchas por el centro de Buenos Aires, buscando apoyo rural, promulgó el Estatuto del Peón que establecía un salario mínimo para los trabajadores rurales.
Ayudante de Farrell, era el Coronel Juan Domingo Perón; que aunque seguía siendo una figura un poco oscura, estaba emergiendo como el más enérgico, imaginativo y políticamente hábil de los líderes revolucionarios.
Perón provenía de una familia inmigrante de clase media. Siendo un joven capitán, en el año 1930, que había actuado como correo e intermediario entre las facciones de Uriburu y Justo.
En la reorganización del gobierno de octubre de 1943, Perón asumió el control del Departamento Nacional del Trabajo en Buenos Aires, una entidad que reunía información y estadísticas sobre asuntos laborales y huelgas arbitrarias.
El gobierno de Farrell tembló durante semanas en el otoño de 1944, cuando los trabajadores de las industrias cárnicas, los refinadores de azúcar, los panaderos, las fábricas metalúrgicas, los textiles y algunas de las compañías de ferrocarriles y tranvías, desencadenaron una repentina ola de huelgas.
Perón ahora se dedicó a los trabajadores, los sindicatos, las huelgas, y a su papel de defensor y protector de la clase obrera.
El cambio de política rápidamente produjo resultados. En febrero de 1945 Argentina se convirtió en signataria del Acta de Chapultepec, que comprometía a las naciones americanas a la cooperación en defensa mutua y comercio.
A fines de marzo, Argentina declaró la guerra a Alemania y Japón. Cuando lo hizo, los Estados Unidos otorgaron pleno reconocimiento diplomático al gobierno de Farrell.
El apogeo de Perón (1946-1955)
Al final de la segunda guerra mundial, Argentina se encontró en un rumbo enteramente nuevo: Perón ganó las elecciones de 1946 con el cincuenta y cuatro por ciento de los votos; y prometía una "Nueva Argentina" fundada en la "justicia social, la soberanía política y la independencia económica". Su particular amalgama de reforma social y
emancipación nacional marcó una brusca ruptura con el pasado, pero la suya fue una revolución que nunca se consumaría.
En septiembre de 1955, Perón fue desplazado por un golpe militar y su país estaba consumido por divisiones políticas tan profundas como las de toda su historia. Peronistas y antiperonistas se enfrentaban unos con otros con visiones diametralmente opuestas de lo que Perón había realizado.
Las innovaciones instituidas en beneficio de la clase obrera urbana incluían: planes de pensiones y protección contra el paro, una jornada de trabajo de duración legalmente definida, vacaciones pagadas y una nueva ley de descanso dominical rigurosamente aplicada, mejores condiciones de trabajo para los obreros fabriles, indemnización por accidente, aprendizajes regulados, controles sobre el trabajo de mujeres y niños, procedimientos de conciliación y arbitraje obligatorios, vivienda y servicios legales subvencionados, centros de vacaciones, pleno rango legal para los sindicatos, organismos de empleo y pagas adicionales anuales (aguinaldos). Los derechos básicos de los obreros estaban garantizados por la Constitución, cuyas estipulaciones incluían el "derecho al trabajo", lo cual implicaba un compromiso del Estado a mantener el pleno ejercicio, y los derechos a una "retribución justa", al retiro, a la educación y acceso a la "cultura". Durante el gobierno de Perón se construyeron quinientas mil nuevas viviendas, la mayoría de ellas apartamentos de bajo costo para obreros, cien mil de ellos en 1954 solamente.
El índice per cápita de nuevas construcciones a principios de los años cincuenta estaba entre los más altos del mundo. Las obras incluían también gran número de nuevas escuelas, hospitales, clínicas e instalaciones recreativas.
Para los pobres y desvalidos, a los que Perón llamaba las "masas descamisadas", el peronismo también les dio un sentido de dignidad, una elevación de status y l menos un rol indirecto en el sistema de poder.
En 1955, la Confederación General del Trabajo (CGT), se había convertido en una de las más poderosas organizaciones del país.
Los peronistas se atribuían realizaciones similares en la lucha por la soberanía y la independencia económica. Se afirmaba que Perón casi había eliminado la deuda externa.
En 1946 y 1955 el gobierno creó treinta y siete centrales hidroeléctricas y un oleoducto desde Comodoro Rivadavia para abastecer a las refinerías de petróleo de La Plata y Buenos Aires. También creó una línea aérea nacional y una flota mercante, que en 1950 transportaba el dieciséis por ciento del comercio ultramarino de la Argentina.
El peronismo, afirmaban sus votantes, también hizo una importante contribución al desarrollo "espiritual" de la nación. En un mundo dividido por el telón de acero, las doctrinas del justicialismo ofrecían una alternativa diferente del capitalismo y del comunismo. Era una filosofía socialcristiana fundada en preceptos católicos y aristotélicos de justicia y armonía.
La otra cara del peronismo
A comienzos de loa años cincuenta, Venezuela superó a Argentina como la nación latinoamericana con mayores ingresos per cápita, y Brasil sobrepasó a Argentina en el valor del comercio exterior. Bajo el mandato de Perón se produjo la peor inflación que había habido durante generaciones. La producción aumentó de forma insignificante, pero el dinero en circulación aumentó ocho veces. Para ocultar el creciente desempleo, Perón había inflado el sector público: el número de empleados del gobierno aumentó. La población trabajadora total era empleada por organismos del Estado. Los elevados gastos de Perón, incluyendo el alabado programa de viviendas, fueron un factor importante en el estancamiento de la agricultura y la industria, y también habían avivado el horno de la inflación.
Perón inició su mandato de seis años en junio de 1952, pero duró escasamente tres años más, hasta el golpe de septiembre de 1955. Su decadencia y caída tuvieron lugar contra el telón de fondo de una economía estancada y una caldera de inquietud social.
Durante todo 1952, el año de mayor declive económico, prevaleció la atmósfera represiva general, con una implacable censura y la prohibición de viajar a Uruguay. En febrero, el descubrimiento de un nuevo complot de asesinato a Perón desencadenó una nueva oleada de arrestos policiales. Pero 1952 fue ensombrecido por la muerte de Eva Perón a la edad de treinta y tres años, de cáncer. Durante dos semanas el cuerpo de Eva Perón estuvo expuesto y miles de personas desfilaron para rendirle homenaje. El país se detuvo: un año de desastrosas cosechas, la decadencia de la industria, el vertiginoso aumento de la inflación, y el descenso del nivel de vida se olvidaron por un tiempo en medio del sensiblero ritual.
Perón explotó la muerte de su mujer para montar un espectáculo artificial de unidad y respaldo a su gobierno. Hizo embalsamar su cuerpo en forma permanente y anunció planes para instalarla en un gran mausoleo nacional…
Eva Perón, la "Dama de la esperanza" y la "Jefa espiritual", en la muerte se convirtió en "Mártir de los descamisados".
Per durante todo 1952, el presidente y sus consejeros estudiaron una nueva estrategia económica y publicaron su segundo plan quinquenal. La nueva meta era conseguir el máximo crecimiento de la industria compatible con "el equilibrio económico y social". El primer objetivo era la supresión de la inflación. Para esto, el plan trataba redifundir la idea de un "pacto social", por el cual los beneficios y sacrificios serían compartidos por mayores sectores de la comunidad: hacendados, industriales y sindicatos.
La mayoría de los aspectos del nuevo plan mostraba un giro completo respecto a las anteriores políticas de Perón: favorecía el desarrollo agrícola sobre el urbano, el capital y los beneficios sobre el trabajo y los salarios, la industria pesada sobre la ligera y las exportaciones sobre el consumo interno.
Para tener éxito, el plan tenía que mejorar la capacidad de importar, aumentar la producción y las exportaciones agrícolas, restablecer el crecimiento industrial y frenar la inflación.
El Plan Quinquenal de 1952, en suma tuvo sólo un éxito parcial y de corta vida. Durante un breve período frenó la inflación, restauró la balanza de pagos y estimuló un moderado índice de crecimiento. Pero no logró resucitar la agricultura.
A medida que el empleo industrial y la demanda total crecían, mientras la agricultura se estancaba y el superávit de las exportaciones caía, se producía rápidamente un nuevo déficit en la balanza de pagos que obligaba a imponer nuevas restricciones a las importaciones: mientras tanto, el aumento de los salarios y el progresivo déficit del sector público estimulaban la inflación. Los comienzos de los años cincuenta también demostraron que la economía sólo podía crecer desde el punto de partida de la recesión, lo cual significaba que a lo largo de todo el ciclo en gran medida se estancaba.
En 1955, los principales rasgos de la economía argentina eran la inercia y un agudo desequilibrio.
El crecimiento en el interior siguió a la expansión de la demanda en ciudades, que estimuló la creciente producción de géneros como el azúcar, vinos, yerba mate, algodón y frutas. Pero este avance tuvo sus efectos negativos, al promover en muchas zonas la expansión de las grandes propiedades territoriales a expensas de los pequeños agricultores. Las parcelas de los campesinos y pequeños granjeros se subdividieron en partes cada vez más pequeñas (minifundios); la masa de la población del interior se empobreció aún más; y la emigración aumentó rápidamente.
El plan de 1952 fue una severa prueba de control político para Perón. Incapaz de apuntalar las fuerzas que lo apoyaban con verdaderas mejoras en el nivel de vida, se vio obligado a recurrir cada vez más a beneficios sustitutivos, la exhortación y la manipulación. Las actividades de la Fundación Eva Perón fueron aceleradas y publicitadas, y los propagandistas del gobierno explotaron los sucesos públicos, los festivales populares y las competiciones deportivas en busca de beneficios políticos.
Para muchos Perón ya era un estorbo. Este trató de romper la oposición de los partidos políticos y las clases medias; y abandonó sus recientes amenazas de efectuar la reforma agraria.
A mediados de 1954 Perón chocó de frente con la Iglesia Católica Romana. La iglesia había sido semialiada y lo había apoyado en las elecciones de 1946, por lo que fue recompensada en marzo de 1947 con una legislación que establecía la instrucción religiosa en las escuelas. Pero una vez que el régimen empezó a invadir esferas y actividades tradicionalmente dominadas por la Iglesia, las relaciones se enfriaron. La Iglesia se sintió insultada por la explotación política que hacía el gobierno de la caridad organizada y por la designación del justicialismo como una "doctrina", de sus adeptos como "creyentes" y a veces del mismo Perón como su "apóstol".
En 1952 la Iglesia se negó a apoyar una campaña para la canonización de Eva Perón y durante los dos años siguientes se sintió escandalizada por los informes sobre las relaciones amorosas de Perón con muchas adolescentes. Finalmente, la Iglesia se opuso a la invasión peronista de las escuelas.
A medida que la grieta se agrandaba, la influencia política de la Iglesia se extendía. En 1954, entre todas las asociaciones e instituciones civiles importantes, sólo la Iglesia eludió las purgas y la "peronización". Se había convertido casi en el último refugio de los oponentes a Perón. Pronto también se convirtió en el centro de conspiraciones para derrocarlo.
En este escenario de oposición, Perón replicó anulando la legislación concerniente a la instrucción religiosa obligatoria en las escuelas. También suprimió las subvenciones del Estado a las escuelas religiosas privadas y anunció medidas inminentes para legalizar el divorcio y la prostitución.
El prolongado conflicto fue una dura prueba de los límites de la autoridad de Perón. Aunque el gobierno controlaba la prensa, era incapaz de detener una marea de octavillas y manifiestos callejeros acusándolo de corrupción, de abuso tiránica del poder y después del acuerdo con la Standard Oil en marzo de 1955, de traicionar la soberanía nacional. En mayo el gobierno anunció un plan para introducir una enmienda constitucional por la cual se establecía la separación formal de la Iglesia y el Estado; poco después, Perón empezó a encarcelar a sacerdotes. El 16 de junio, bandas de peronistas recorrieron las calles de la capital incendiando iglesias.
Perón seguía siendo presidente, pero estaba dejando de ser el amo, sobrevivió en el cargo gracias solamente al ejército, que ahora le dictaba condiciones.
A principios de Julio Perón lanzó un llamamiento a la unidad nacional, declarando una tregua política y el fin de la censura y el recientemente impuesto estado de sitio; proclamó el fin de la "Revolución Peronista": en adelante sería el presidente de "todos los argentinos".
Semanas después Perón fracasó, y Frondizi (radical candidato a la vicepresidencia en 1951), hizo un apasionado ataque al gobierno en un discurso radiado; aludiendo a las numerosas violaciones de las libertades personales y atacó la corrupción y la política del régimen.
Así, la clase media exigía que sus asociaciones tradicionales quedasen libres de la sujeción peronista.
El Estado de Sitio fue restablecido, y se difundieron rumores de que Perón estaba armando a los obreros a fin de repararlos para una guerra civil. Estas actividades lanzaron al Ejército al campo de la oposición.
Luego de las revueltas estalladas en Córdoba y Bahía Blanca, Perón renunció, cediendo el poder a una Junta encabezada por Lucero. Lonardi era el nuevo Presidente.
Pero la economía se estaba encaminando hacia otra depresión trienal. El golpe había sido llevado a cabo por una colisión de fuerzas divergentes: entre los antiperonistas había demócratas liberales, nacionalistas católicos, grandes y pequeños granjeros e industriales, y facciones de la derecha, al centro y la izquierda: todos se habían unido detrás de la iglesia.
Los principales errores de Perón fueron dejar que el sector agrario decayera, mientras la industria crecía con demasiada rapidez.
Una nación en punto muerto (1955-1976)
Después de la caída de Perón, Argentina empezó una larga e infructuosa lucha para salir del estancamiento económico aparecido en los años cuarenta. Per el país no logró recuperar la prosperidad y el crecimiento; la inflación crónica y los repetidos ciclos de recesión y recuperación detuvieron su progreso hacia la industrialización. Al mismo tiempo, las divisiones sociales y políticas se hicieron cada vez más tensas y violentas; los sucesivos gobiernos fueron incapaces de impedir la progresiva decadencia institucional. Argentina parecía incapaz de hallar una posición internacional estable y quedó en gran medida aislada en la comunidad mundial.
Los problemas sociales de la Argentina se hicieron más agudos y parecían inextirpables. El desempleo y el subempleo afectaban a todos los sectores sociales. Durante los años sesenta y setenta, sólo el cincuenta por ciento de la población en edad escolar terminaba la escuela primaria, y sólo el veintidós por ciento terminaba la escuela secundaria. En 1970 un quinto o más de la población vivía en viviendas provisionales: la población de las villas-miseria había aumentado.
Una vez más Argentina no pudo lograr un orden político consensual e iba dando traspiés en un inestable punto muerto.
El progreso económico se reveló repetidamente incompatible con el gobierno representativo. La intervención militar se producía con frecuencia, y a fines de los años setenta Argentina se había hecho famosa por la violencia y la represión políticas. A principios de los años ochenta, los conflictos internos llevaron al país a una desastrosa guerra con Gran Bretaña por la posesión de las Islas Malvinas.
El estancamiento agrícola argentino contrastaba con la rápida expansión de la agricultura de la postguerra en América del Norte, Australia y Europa Occidental.
Las diferencias más sorprendentes entre Argentina y otros países residía en la tenencia de la tierra, que en el diferente acceso a subvenciones estatales, el mantenimiento de los precios y la nueva tecnología.
La industria y la agricultura nacionales compartían los problemas del escaso crecimiento, bajas inversiones y retraso tecnológico. Fuera del sector de bienes de consumo, gran parte de la industria interna también podía ser descrita como mercantilista. El beneficio se basaba, no en la producción masiva y el descenso de los precios, sino en precios altos, monopolios o contratos en un mercado limitado.
Los esfuerzos para restablecer y mantener el crecimiento fueron de cuatro tipos: planes de estabilización, devaluaciones, inversiones extranjeras por las multinacionales y empréstitos extranjeros.
El programa de estabilización de Perón en 1952 fue seguido por otros cinco similares en: 1959, 1962-1963, 1967-1969, 1973-1974 y 1976-1980. Cada programa logró desacelerar la inflación sólo temporalmente, y ninguno logró éxito en restablecer el crecimiento.
Las multinacionales se lanzaron sobre Argentina en: 1959-1961, 1967-1969, 1977-1979, , en respuesta a generosos incentivos de gobierno que trataban de diversificar la base industrial, aumentar la eficiencia en la industria y obtener acceso a la nueva tecnología.
Estas multinacionales eran: Ford, Renault, Fiat, Peugeot, Citroen, Firestone, IBM, Duperial, Olivetti, Coca Cola. Per estas, socavaban el crecimiento del empleo industrial, provocando así presiones a la baja de los salarios.
Argentina se convertía en un país altamente urbanizado, una proporción igualada por pocos países del mundo. Esta creciente urbanización y centralización agravó disparidades interregionales históricas.
Otros síntomas de tensión eran un bajo índice de natalidad, un crecimiento lento de la población y el desempleo estructural.
Social y políticamente, Argentina representaba un caso de transición detenida. El legado de los años cuarenta perduró en la nueva población migrante urbana, en el movimiento obrero, que era el mayor y más fuerte de América Latina, y en la supervivencia del populismo peronista. Pero las élites aún dominaban en gran medida el país, que entraron en la industria.
El período entre la caída de Perón y la Guerra de las Malvinas se divide en tres fases que abarcan dieciséis cambios de gobierno. Desde 1955 hasta 1966 hubo una serie de esfuerzos fracasados para destruir al peronismo y crear una alternativa civil que pudiese lograr un apoyo mayoritario. Gobiernos militares y civiles no peronistas se adueñaban del poder pero no podían mantenerlo; los peronistas podían derribar gobiernos pero no podían tomar el poder. Entre 1966 y 1976 la lucha entre los militares y los peronistas se intensificó. En 1966 el ejército estableció una dominación autoritaria, inició un programa de estabilización para suprimir la inflación y restablecer el crecimiento económico. La violencia y la revuelta dieron por tierra el programa de 1969, y una seria inquietud política persistió en los siete años siguientes, pese al retorno de los peronistas en 1973. La tercera fase empezó en 1976, bajo un segundo grupo de militares autoritarios cuyo régimen fue más duro y resistente al compromiso que cualquiera de sus predecesores. El régimen sobrevivió primero a una rebelión armada, luego a una profunda y prolongada recesión, y siempre resistiendo presiones para el retorno a un gobierno civil. Pero al no lograr resolver los problemas crónicos del estancamiento y la mala distribución, también él sufrió una espectacular e ignominiosa caída.
Una democracia naciente (1983-1987)
Alfonsín gana las elecciones en 1983. De las cenizas del Proceso surgió una nueva perspectiva nacional, una nueva conciencia colectiva favorable a la democracia y hostil a la dictadura.
Una sensación de alivio y liberación invadió el país, arrojando a un lado los grilletes de la censura y la represión.
Nadie deseaba arriesgarse al retorno de los militares y su "culto de la muerte".
El destino de la democracia reposaba ahora en la capacidad de Alfonsín para mantener viva la conciencia cívica revitalizada de la nación y su voluntad colectiva de forjar un nuevo futuro.
Alfonsín heredó un país cuyo estado económico, era "deplorable" y en algunos aspectos "catastrófico": la recesión del aparato productivo, la desocupación laboral y la caída de los ingresos de los trabajadores, la caída de las reservas externas, la quiebra generalizada de la empresa privada, el gigantesco endeudamiento y la crisis de todo el sistema financiero.
Por el momento, la nueva democracia se basaba en el repudio del pasado, el entusiasmo por el presente y una actitud de optimismo cauteloso y pragmático hacia el futuro. Las tareas inmediatas del nuevo gobierno fueron aclarar el destino de los "desaparecidos" y tratar con la junta depuesta, el ejército y los sindicatos. Pero a un plazo más largo las políticas constructivas económicas y sociales eran igualmente decisivas para el futuro de la democracia. Además de abordar los problemas de la inflación y la deuda externa, Alfonsín se había comprometido a llevar a cabo un extenso programa de reformas estructurales: mayor diversidad y competitividad en la industria y la agricultura, traspaso de mano de obra de corporaciones estatales y privadas en bancarrota a nuevas empresas eficientes y productivas; y nuevos planes de estudio técnicos y administración para programas de enseñanza y el sistema escolar.
Nueve días después de la asunción de Alfonsín al poder, fue inaugurado el Programa de Alimentación Nacional (PAN), para proporcionar alimentos básicos subvencionados a una cantidad de personas estimada en un millón. Se propuso disminuir los gastos militares y aumentar los gastos en educación pública.
También se creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de personas (CONADEP), que se encargaba de reunir pruebas sobre el destino de los mismos, secuestros y prisiones secretas ilegales, la tortura y los asesinatos.
En abril de 1984, la inflación se convirtió en una difícil prueba de la capacidad de gobernar del gobierno. Entonces Alfonsín proclamó una "economía de guerra" y anunció el Plan Austral, que señaló una audaz inversión de las anteriores políticas y fue más allá de lo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) había pedido. El plan incluía la congelación de precios y salarios, la promesa del gobierno de dejar de imprimir dinero y eliminar el déficit del Estado, y la introducción de una nueva moneda: el austral (símbolo de un nuevo compromiso de suprimir la hiperinflación).
El plan recibió un fuerte apoyo público, frenó la inflación instantáneamente. El nuevo gobierno no había logrado hacer progresos respecto a las Islas Malvinas, pero parecía haber resuelto finalmente la controversia del canal de Beagle y arreglado cuantas con Chile.
Pero después de un período de celebración de victorias fáciles, la nueva democracia tuvo que abordar finalmente las inflexibles realidades de la política Argentina, y enfrentarse a los fuertes grupos de poder encabezados por los sindicatos y los militares.
Aunque este gobierno gozaba de gran apoyo popular, fue repetidamente obstaculizado por el ejército. A comienzos de 1987, la valentía personal de Alfonsín, su capacidad política y su fe democrática habían llevado la libertad a un país casi destruido por la represión. Pero aún no había conducido a su pueblo un nuevo futuro. Argentina seguía desafiando los esfuerzos para cambiarla, y la democracia liberal tenía más el aspecto de un paréntesis que el de la permanencia.
Trabajo práctico de ciencias sociales y su enseñanza II
CONSIGNAS DEL TRABAJO:
A partir del análisis del capítulo II, del libro de AISENBERG, B y ALDEROQUI, S. "Didáctica de las ciencias sociales". Aportes y reflexiones. Editorial Paidós Educador. 1997: "La historia: una reflexión sobre el pasado. Un compromiso con el presente". De Silvia Gojman, realizar las siguientes actividades:
Primera parte: Características del conocimiento histórico:
a)Analizar como mínimo tres libros de texto de ciencias sociales para nivel primario/medio y comprobar si están presentes algunos de los conceptos que se desarrollan en este capítulo, tales como sujeto histórico, tiempo histórico, héroes, causas, conflictos, clases sociales, etc.
b)Verificar y dar ejemplos (transcribirlos o fotocopiarlos)
sobre:
-Las concepciones desde las que se trabajan los sujetos históricos (individuo, grupos, héroes).
-El objeto de conocimiento de la historia.
-Si se trabaja la multicausalidad y multiperspectividad.
-Si aparecen los aportes de la Escuela de los Annales al conocimiento histórico.
Segunda parte: Niveles de análisis para comprender la realidad histórica.
Historia Argentina: Democracias y dictaduras. Cambios y continuidades.
La propuesta es trabajar las tres dimensiones básicas para la comprensión de la realidad social: política, económica y socio-cultural, con el objetivo de explicar desde distintos ejes la historia Argentina del siglo XX.
El otro aspecto a considerar es que se sugiere trabajar desde el enfoque explicativo, superando lo meramente descriptivo, que pasa a segundo plano. De ahí que lo que interese de los períodos tratados es la posibilidad de señalar qué cambios y continuidades se han producido en los mismos en una de las tres dimensiones elegidas.
La periodización sugerida puede ser:
–La República Radical (1916-1930).
-El golpe militar del 30 y la restauración conservadora (1930-1943).
-El golpe militar de 1943.
-La república de masas (1946-1955).
-La revolución libertadora (1955-1958).
-El proyecto desarrollista y la democracia restringida 1958-1966).
-La revolución Argentina (1966-1976).
-La última dictadura (1976-1983).
-La recuperación de la democracia (1983…).
Bibliografía utilizada
-"Didáctica de las ciencias sociales. Aportes y reflexiones"; Aisenberg, B y Alderoqui, S.; Editorial Paidós Educador; 1997.
-"Argentina entre 1916 y 1987. Desde la colonización española hasta Raúl Alfonsín"; Rock, David; Editorial Alianza Singular; Segunda Edición; Bs As; 1991.-
-"Nuevo Manual Estrada-III Grado"; Editorial Ángel Estrada y Cía S.S; 1º Edición; Bs As; 1965.
-"Manual Estrada-VI Grado. Desarrollo del Programa de desenvolvimiento"; Editorial Ángel Estrada y Cía S.A; Décimo octava edición, Bs As; 1960.
-"Estudios sociales 7"; Ediciones Santillana S.A; Bs As; Marzo de 1987.
-"Manual Plus 6"; Editorial Plus Ultra-Plan Social Educativo; Bs As; 1997.
PRIMERA PARTE: CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.
ANÁLISIS DE LIBROS DE TEXTO:
Libro: "Nuevo Manual Estrada- III Grado, Editorial Ángel Estrada y Cía S.A; 1º Edición; Bs As; 1965".
El libro no está dividido por áreas, sino por temas, de la siguiente manera:
Tema 8: La Patria en marcha.
"La obra de nuestros próceres"
En este apartado se trata sobre la vida y obra del General San Martín.
Podemos encuadrarlo en el siglo XIX; con la influencia de la corriente del Positivismo. El objeto, serían los hechos políticos, sistematizados y organizados. El sujeto es en este caso el héroe: San Martín; mencionando desde su nacimiento hasta las actividades desarrolladas como el Combate de San Lorenzo, el Cruce por Los Andes, etc. El objetivo era enaltecer la figura del prócer, contando los hechos y sacrificios realizados por su patria. Mostraban una vida gloriosa.
Se habla de sujetos individuales, del individuo.
Esta libro relata también la vida de Manuel Belgrano, y lo hace de la misma manera; con una concepción enciclopedista y academicista.
El objeto y el sujeto de la historia era el héroe que era también de gran importancia antes del siglo XVIII.
Luego de desarrollar cada tema, se hace mucho hincapié en ejercicios de lenguaje, para profundizar sobre el mismo a través de oraciones, lectura, ortografía, etc.
Existe un orden en la presentación de los hechos, pero no estoy segura de que haya una integración diacrónica. También se relatan hechos como las Invasiones Inglesas, el Descubrimiento de América, etc; y tampoco puedo afirmar que exista una integración sincrónica, ya que este libro no explica sino que describe y enumera los acontecimientos, poniendo énfasis en hechos políticos: campañas militares, vida de próceres, etc.
No trabaja la multicausalidad ni la multiperspectividad, y no existen indicios de los aportes de la Escuela Francesa de los Annales, cuya influencia legó a América Latina en los años 60.
Por supuesto que tampoco se tiene en cuenta la etapa evolutiva en que se encuentran los niños, para así poder lograr que estos comprendan la realidad histórica y social.
Libro: "Manual Estrada-VI Grado-Desarrollo del Programa de Desenvolviminto"; Editorial Ángel Estrada y Cía S.A; Décimo octava Edición; Bs As; 1960.
El índice se encuentra al final del libro, no está dividido por áreas y su estructura es la siguiente:
A diferencia del otro libro en donde la historia es relatada desde el nacimiento de la patria; en este libro se encuentran hechos desde la era precristiana, con la creación del hombre, las civilizaciones como los Egipcios, Fenicios, Hebreos, los imperios de la antigüedad, la evolución humana, etc. Luego en otro apartado podemos encontrar los hechos referidos a nuestra patria, a la historia argentina, la evolución política, cultural y económica de manera separada, la organización de la sociedad argentina.
Capítulo 8: Desarrollo histórico de la Argentina
I- Evolución Política:
Se comienza este apartado, afirmando que "hasta 1810 nuestro territorio integró la nación hispánica, de gobierno monárquico y absolutista, que consideraban que su autonomía era de origen divino".
Marca la importancia de conocer esta evolución del gobierno para poder entender cómo se organiza hoy. Habla de los derechos del pueblo, consagrados en Europa por la Revolución Francesa en 1789.
La vida de los próceres ya no es lo más importante, sólo se menciona el nombre y el cargo, pero siempre haciendo referencia a los hechos y a los derechos de los ciudadanos.
Creo que el libro se puede encuadrar en el siglo XIX, con la influencia de la Corriente del Romanticismo, donde el objeto alude a la importancia de las causas de los hechos. El sujeto es el pueblo, nación, alma colectiva.
No sólo se trata de aspectos políticos, sino también económicos y culturales.
En este libro aún no hay resabios de los aportes de la Escuela de los Annales.
Luego de exponer un cuadro de la historia constitucional; marcan la importancia de los factores que determinan nuestra forma de gobierno. Es decir que es "explicativo" porque se remite a las causas que produjeron determinados hechos.
Libro: "Estudios sociales 7"; Ediciones Santillana S.A; Bs As; Marzo de 1987.
El índice se encuentra al principio del libro, no está dividido por áreas sino por temas.
Se trabaja con la integración sincrónica (hechos que se dan simultáneamente) y diacrónica (hechos que se dan a través del tiempo). Esto permite comprender la realidad histórica y social (aspectos económicos, religiosos, culturales, sociales y políticos simultáneamente).
Se remite a las causas, es decir que por ejemplo: explica la vida en las ciudades, pero antes muestra cómo era la vida en la Campaña, las causas y creación del virreinato, etc.
Se relatan los hechos aludiendo siempre a causas y consecuencias en todos los aspectos considerados. También hace referencia a la población, a la sociedad, a la convivencia y a la democracia, a los derechos y deberes de los ciudadanos, etc.
Este libro, podemos decir que tiene la influencia de la Escuela de los Annales (corriente histórica), donde el objeto incorpora clases sociales, hablamos de una historia social, la vida de los hombres en sociedad. Existe una colaboración de otras ciencias para comprender la realidad, tales como la economía, el civismo (convivencia, deberes y derechos de los ciudadanos). Hace un análisis de las sociedades a través del tiempo y los cambios producidos en él. Aquí hablamos de sujetos colectivos, comunidades, grupos, sociedades. Pertenece al siglo XX.
Libro: "Manual Plus 6"; Editorial Plus Ultra-Plan Social Educativo; Bs As; 1997.
El libro tiene un índice general por áreas: Ciencias Naturales, Tecnología, Ciencias Sociales, Lengua y Matemática. Cada área, está dividida por unidades, que se encuentra en el caso de Ciencias Sociales, de la siguiente manera:
Podemos observar la influencia de la Escuela de los Annales.
Unidad 4: La época de la Revolución de Mayo. De la Argentina Colonial a la criolla.
Alude en primer lugar a los hechos ocurridos en otros países, a las revoluciones (Francesa-Industrial), remarcando las causas de las mismas, también en las invasiones inglesas, los sucesos ocurridos en España, etc: hasta llegar a Buenos Aires, con la Revolución de Mayo, la Asamblea de 1813, las guerras por la independencia, las campañas militares, etc. Se remite a las causas de hechos políticos, económicos, sociales (inmigrantes), cívicos (Ley 1420 de educación común); que influyeron notablemente en el desarrollo de los hechos.
Utilizan líneas de tiempo para ubicar hechos importantes como los políticos (diferentes gobiernos).
Este libro fue editado en el año 1997. En él no existe la mera descripción de hechos políticos, de la vida de los grandes hombres o del héroe; sino que se refiere a sujetos colectivos, viviendo en sociedad, teniendo en cuenta los aspectos económicos, sociales, culturales, políticos, ideológicos que produjeron cambios a través del tiempo (objeto). Lo ubicamos en el siglo XX.
Autor:
Lorena Páez
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