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A pesar de los extraordinarios logros alcanzados por esta notable civilización, que asombran aún más al pensar que comenzaron su evolución dos mil años antes de Cristo, los fenicios no dejaron demasiados datos que permitieran a las futuras generaciones conocer mayores detalles sobre ellos. Quizá en parte por su afán de mantener ocultos todos los secretos de sus actividades, o por su temprano sometimiento por otras civilizaciones y su definitiva desaparición en manos del conquistador macedonio Alejandro Magno, es que no nos ha llegado suficiente información como para conocer los secretos de este notable pueblo.
Sin embargo, lo poco que ha podido descubrirse, principalmente gracias al estudio de otras civilizaciones con las cuales ellos mantuvieron relaciones comerciales, y al excepcional legado cultural que dejaron al mundo con el alfabeto, es que no quedaron en el olvido, como tantos otros pueblos de los cuales jamás sabremos lo suficiente como para desentrañar sus enigmas, y de algunos sobre los cuales ni siquiera nos enteraremos jamás de su paso por nuestro pasado.
Dentro de un estrecho terreno de unos 1000 km2 –200 kilómetros de longitud por cerca de 50 kilómetros de ancho-, encerrado entre la cordillera del Líbano y el Mar Mediterráneo, en el medio oriente, aproximadamente dentro del actual territorio del Líbano, se desarrolló esta sorprendente civilización. Frente a sus costas, emergen islotes que alternan con estrechas bahías y pequeñas playas. En su otro extremo, contra la ladera de las cordillera, se extendían en la época, extensos bosques desde donde descendían poderosos torrentes de agua de lluvia durante el invierno, hasta precipitarse al mar. Durante el verano el clima se hacía cálido y muy seco perjudicando las posibilidades agrícolas del territorio.
Los fenicios eran un pueblo semita cananeo procedente originalmente del mar Eritreo, actual Mar de Omán, desde donde emigraron en el año 2900 a. C., hacia su definitiva radicación a orillas del mar Mediterráneo.
Desde este territorio, encerrado entre el mar y los montes de Siria, las circunstancias de encontrarse casi empujados contra las costas ("botados al mar por su geografía", según el historiador griego Herodoto) y el decidido temperamento de esta civilización, los llevó a concentrarse en desarrollar una economía basada casi totalmente en la actividad marina, dejando de lado la agricultura. Con el paso del tiempo fueron especializándose en la construcción de barcos, el desarrollo de importantes instalaciones portuarias, y el fortalecimiento de una actividad comercial que los llevó a surcar la aguas de casi todo el mudo conocido y a desarrollar una importante industria manufacturera.
Su carácter los alejó completamente de una actitud conquistadora, convirtiéndose en comerciantes y exploradores, lo que los impulsó, a través del intenso intercambio a vincularse con todas las civilizaciones mediterráneas de la época, contribuyendo además, por este medio, a difundir la cultura oriental por el mundo occidental conocido. Esta actividad comercial logró forjar en esta civilización un carácter decididamente enfocado hacia el lucro que, ante la perspectiva de enriquecerse, los llevó a no dudar en traficar con esclavos y alternar el comercio con el pillaje y el saqueo.
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