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Una teoría de todo, de Ken Wilber (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

También debemos distinguir entre una acepción estricta y una acepción amplia de la ciencia. La ciencia estricta se ocupa, fundamentalmente, del mundo exterior, físico y sensoriomotor, lo que habitualmente tenemos en mente cuando pensamos en las "ciencias duras" como la física, la química y la biología, por ejemplo. Pero ¿acaso significa eso que la ciencia no puede decirnos absolutamente nada acerca de los dominios interiores?, ¿acaso no puede existir una ciencia más amplia que no se contente con comprender las piedras y los árboles, sino que también aspire comprender las mentes y los seres humanos?

Todos conocemos este tipo de ciencias amplias, ciencias que no están exclusivamente atadas al mundo exterior, físico y sensoriomotor, sino que también se interesan por los estados interiores y por las metodologías de la investigación cualitativa. Me refiero, claro está, a las llamadas ciencias "ciencias humanas", a lo que los alemanes denominan "ciencias geist" (de geist que, en alemán, significa mente o espíritu). Así pues, la psicología, la sociología, la antropología, la lingüística, la semiótica y las ciencias cognitivas son "ciencias amplias" que se ocupan del estudio de la conciencia humana utilizando un enfoque generalmente "científico". Debemos ser sumamente cuidadosos para que estos enfoques no se limiten simplemente a emular la simplicidad positivista de las ciencias estrictas. No obstante, creo que la diferencia existente entre la ciencia estricta y la ciencia amplia es algo que ya reconoce mucha gente. (En breve volveremos a este punto, pero si echamos un vistazo a la figura 4.6 no tardaremos en advertir que las ciencias estrictas se ocupan del estudio de los cuadrantes de la Mano Derecha o materiales, mientras que las ciencias amplias, por su parte, dedican al estudio de algunos aspectos de los cuadrantes de la Mano Izquierda.)

El matrimonio entre el alma y los sentidos procede luego a discutir lo que específicamente se considera religión amplia y ciencia amplia. Comencemos con esta última.

Como ya hemos visto, no podemos definir la ciencia -ya sea amplia o estrecha- diciendo que basa todo su conocimiento en el mundo sensoriomotor, porque hasta la más estricta de las ciencias (la física) recurre al uso de herramientas que no son empíricas ni sensoriomotoras, como la lógica y las matemáticas, por ejemplo, sino que se refieren a realidades interiores (nadie ha visto nunca en el mundo empírico la raíz cuadrada de un número negativo).

No, la "ciencia" tiene más que ver con una cierta actitud de experimentación, honestidad e investigación en equipo, que, en la medida en que puede, asienta su conocimiento en la evidencia (ya sea en la evidencia externa, como ocurre con las ciencias estrechas, o en la evidencia interior, como sucede con las ciencias amplias). Hablando en términos generales, éstas son, en mi opinión, las tres vertientes que caracterizan la investigación científica, ya sea en un sentido estricto o en uno amplio:

1. Una prescripción práctica o modelo. Si usted quiere saber si está lloviendo o no, deberá abrir la ventana y ver lo que ocurre. Porque la cuestión es que los "hechos" no están aguardando en tomo nuestro dispuestos, por así decirlo, a que todo el mundo pueda verlos. Si usted quiere saber esto, deberá hacer aquello otro, deberá llevar a cabo algún tipo de experimento, seguir alguna instrucción o emprender algún tipo de práctica, una práctica social. Ésta es, en última instancia, una de las facetas distintivas de las principales formas de buena ciencia y también, en el fondo, el significado de la noción kuhniana de "paradigma", que no se refiere tanto a una superteoría como a un modelo o práctica real.

2. Una aprehensión, iluminación o experiencia. Una vez que ha realizado el experimento, una vez que se ha llevado a cabo la instrucción -una vez que se ha comprometido pragmáticamente con el mundo-, se hallará en condiciones de acceder directamente a las experiencias o aprehensiones proporcionadas por la instrucción que técnicamente son conocidas con el nombre de datos. Como señaló William James, el significado real del término dato es, precisamente, el de experiencia inmediata." Y debo decir que, en este sentido, uno puede tener experiencias físicas (o datos físicos), experiencias mentales (o datos mentales) y experiencias espirituales (o datos espirituales). Toda buena ciencia -ya seaestrecha o amplia- se halla, hasta cierto punto, anclada en datos o evidencias experienciales.

3. Verificación o refutación colectiva. Una vez hemos llevado a cabo el paradigma (o la práctica social) y hemos generado una serie de experiencias y evidencias (o datos), resulta de mucha utilidad cotejar esas experiencias con otros que también hayan llevado a cabo la instrucción y hayan registrado las evidencias. Y el mejor modo de verificar los datos recopilados -uno de los rasgos distintivos de toda buena ciencia- reside en el cotejo con la comunidad de pares -de personas que hayan completado adecuadamente las primeras dos vertientes (prescripción y datos)- que pueda confirmar o refutar la bondad de los datos. Ahí es donde resulta de mucha utilidad el principio de falsabilidad que, como creía sir Karl Popper, representa un ingrediente importante de la buena ciencia. Porque la idea, resumida en dos palabras, es que la comunidad de pares adecuadamente entrenados puede ayudar a rechazar los malos datos. Si no hay ningún modo deponer en cuestión el propio sistema de creencias, tampoco hay forma alguna de despojarse de él, aunque sea manifiestamente incorrecto y, en consecuencia, tales creencias, sean cuales fueren, no serán científicas sino lo que habitualmente se denomina "dogma" (es decir, una verdad exclusivamente basada en el criterio de autoridad). Obviamente, hay muchas realidades que no pueden someterse al criterio de falsabilidad (ya que, como bien sabía Descartes, uno no puede, por ejemplo, rechazar ni dudar de su propia conciencia). Pero este tercer criterio simplemente afirma que la buena ciencia aspira de continuo a confirmar (o refutar) su conocimiento y el criterio de falsabilidad se usa con mucha frecuencia como una parte de esta tercera vertiente que debe presentar toda buena ciencia.

La religión profunda

Éstos son los tres criterios generales característicos de la buena ciencia, tanto en su acepción estricta como amplia o, dicho de otro modo, éstas son las tres vertientes a las que se atiene la buena ciencia, en cualquiera de los dominios (ya sea físico, mental o espiritual) para recopilar sus datos y corroborar su validez. Casi todas las modalidades de la ciencia esbozan hipótesis para explicar los datos y posteriormente se ven verificadas por una aplicación posterior de las tres vertientes de la buena ciencia (más experimentos, más datos y comprobación posterior para confirmar o refutar la hipótesis). Resumiendo, tanto la ciencia estrecha (cuyos datos proceden fundamentalmente de los reinos exteriores o de los cuadrantes de la Mano Derecha) como la ciencia amplia (cuyos datos proceden fundamentalmente de los reinos interiores o de los cuadrantes de la Mano Izquierda) tratan de ser una buena ciencia (una ciencia que tiene en cuenta las tres vertientes de acumulación, evidencia y verificación).

Permítasenos ahora echar un breve vistazo a la religión. Ya hemos dicho que, al igual que ocurre con el caso de la ciencia, existe una religión estrecha (que sólo busca consolidar el yo separado) y una religión amplia o profunda (que aspira a trascenderlo). Pero ¿qué es exactamente una religión o una espiritualidad profunda y cómo puede ser verificada? Porque el hecho es que, después de todo, la espiritualidad profunda no se refiere a estados emocionales subjetivos, sino que despliega auténticas verdades sobre el Kosmos. Y aquí es donde Ciencia y religión formula su afirmación más radical: La espiritualidad profunda es la ciencia amplia de los niveles más elevados del desarrollo del ser humano.

La revelación integral

Como luego veremos, aunque ésta no sea la historia completa de la espiritualidad profunda, constituye una parte esencial que todavía no ha recibido la atención suficiente. Si echamos un vistazo a la figura 4.3 -que representa la Gran Cadena tradicional del Ser-, advertiremos la existencia de un despliegue que va desde la materia hasta el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu. Desde una perspectiva tradicional -en Plotino, por ejemplo-, éstos eran tanto los niveles ontológicos del ser como los niveles cronológicos del desarrollo individual (aunque debemos señalar de nuevo que no se.trata tanto de un desarrollo rígido y lineal como de un proceso que sedespliega a modo de olas fluidas). Si echamos un vistazo a la figura 4.4, advertiremos que los niveles individuales del desarrollo se detienen en la visión-lógica y el centauro (amarillo/turquesa). El motivo por el cual la figura 4.4 no incluye las olas transpersonales y supramentales más elevadas del desarrollo de la conciencia (como el alma y el espíritu) es porque esta figura representa simplemente la evolución promedio hasta el momento presente y, en consecuencia, no incluye las olas más elevadas del desarrollo supraconsciente (aunque los individuos pueden desarrollarse hasta ellas). Pero la afirmación de las grandes tradiciones de sabiduría es que existen olas o estadios del desarrollo de la conciencia más elevados, de modo que no sólo disponemos de la materia, el cuerpo y la mente, sino también del alma y el espíritu, que he incluido, por otra parte, en las figura 4.5 y 4.6 (como también en el cuadrante superior-izquierdo de la figura 3.2, aunque el hecho es que todos esos niveles tienen correlatos en los cuatro cuadrantes).

Mi tesis es simplemente ésta: la espiritualidad profunda implica la investigación directa de la evidencia experiencial que se revela en los estadios más elevados de la evolución de la conciencia (estadios a los que he denominado psíquico, sutil, causal y no-dual y que, en las distintas figuras, se presentan de forma resumida como "alma" y "espíritu"). Y esa investigación espiritual profunda se atiene a las tres vertientes de toda buena ciencia (no de la ciencia estrecha, sino de la buena ciencia). En este sentido, pues, descansan en prácticas sociales concretas o instrucciones (como la meditación), apoyan sus afirmaciones en datos y evidencias experienciales y perfeccionan y verifican de continuo sus datos con la comunidad de personas adecuadamente entrenadas. Y es precisamente por ello que pueden denominarse -y se autodenominan- ciencias contemplativas.

Así pues, con respecto a la figura 4.3, la espiritualidad profunda es, en parte, la ciencia amplia de los fenómenos, datos y experiencias etiquetados como D y E. (En la figura 4.6, D es el alma y E el espíritu.) Pero también hay que advertir -y esto forma parte de la nueva formulación de este abordaje- que los datos y experiencias interiores del alma y del espíritu (en el cuadrante superior-izquierdo) poseen correlatos en las evidencias sensoriomotoras del cuadrante superior-derecho (véase figura 4.6). Dicho en otros términos, la espiritualidad profunda del cuadrante superior-izquierdo investigada por la ciencia amplia tiene correlatos en el cuadrante superior-derecho investigado por la ciencia estrecha. Las ciencias contemplativas y fenomenológicas (las ciencias amplias de las interioridades) pueden aliarse con la buena ciencia para lograr datos experienciales directos del cuadrante superior-izquierdo y con la ciencia estrecha para obtener los correlatos propios del cuadrante superior-derecho. (Debo reiterar que los aspectos científicos -tanto amplios como estrechos- de los reinos superiores, si bien no representan la totalidad de la historia, sí constituyen una parte fundamental que habitualmente se ha visto soslayada; y ciertamente también constituyen un ingrediente esencial de cualquier abordaje realmente integral. )15

Así pues, cualquier abordaje omninivel y omnicuadrante integrará la ciencia y la religión en muchos frentes diferentes. Por una parte, integrará la religión profunda con la ciencia amplia, mostrando que la espiritualidad profunda es una ciencia amplia de las cúspides más elevadas del potencial humano. También integrará la religión profunda con la ciencia estrecha, porque hasta los datos y experiencias espirituales profundas (como las experiencias místicas), por ejemplo, poseen correlatos reales en el cerebro material que pueden investigarse con la ayuda de la ciencia estrecha (como ocurre con la meditadora conectada a un EEG con que comenzábamos este capítulo). Por último -y como veremos en breve-, este abordaje también deja suficiente espacio para la religión estrecha. En todos estos casos, el enfoque omninivel y omnicuadrante nos brinda la posibilidad de interrelacionar de un modo inconsútil lo que anteriormente se consideraba como "dominios no solapados".

Vive la différence!

Este enfoque integral también respeta las grandes diferencias existentes entre los distintos tipos de ciencia y religión. Decir que una investigación se atiene a los criterios de la buena ciencia no supone decir que su contenido o metodología real también lo sea, sino tan sólo que esa investigación compromete al mundo (prescripción), que proporciona experiencias sobre él (datos) y que, finalmente, será corroborado tan minuciosamente como sea posible (confirmación). Pero la forma real que asuma la investigación -sus métodos y contenidos- variarán notablemente de un nivel a otro y de un cuadrante a otro. A diferencia del positivismo, que sólo admite el uso de un método (empírico) en un único reino (sensoriomotor), este abordaje abre las puertas a tantos métodos e investigaciones como niveles y cuadrantes existen.

Por dar un ejemplo muy sencillo, los fenómenos llamados B, C, D y E son entidades muy diferentes y se han desarrollado metodologías para abordar cada una de ellas en sus propios términos. En Los tres ojos del conocimiento he expuesto muchas razones por las cuales ninguno de estos tipos de investigación pueden reducirse a los demás (diferenciando entre la experiencia sensoriomotora, la experiencia empírico-analítica, la experiencia hermenéutico-fenomenológica, la experiencia mandálica y la experiencia gnóstica). En la medida en que todas esas investigaciones intentan atenerse a ciertas prescripciones (o compromisos pragmáticos), apoyan sus afirmaciones en la evidencia experiencial y tratan de verificar, en la medida de lo posible, la veracidad de susconclusiones, pueden ser calificadas como "buena ciencia". Pero, más allá de todo eso, son fundamentalmente diferentes y sus diferencias son respetadas -e incluso abanderadas- por este abordaje integral.

La religión estrecha

Hablando en términos generales, la crítica recibió muy positivamente la publicación de Ciencia y religión. También hubo quienes me reprocharon haber desdeñado -hasta el punto de ignorar- la religión estrecha, con lo cual estaba cuestionando excesivamente la faceta religiosa del pretendido matrimonio entre la ciencia y la religión. En opinión de los críticos, el creyente promedio jamás renunciaría a los mitos y relatos que constituyen el 95% de la mayor parte de las formas de espiritualidad. Y no sólo fueron los profesionales quienes me hicieron esta advertencia, sino también muchos de mis amigos que, después de mostrarles el libro a sus padres, pongamos por caso, vieron cómo movían de un lado a otro la cabeza diciendo: «¿Así que Cristo no resucitó?», «¿de modo que Dios no estableció ninguna alianza con Moisés?», «¿nada de rezar a diario orientado hacia La Meca?» «¡ésa no es mi religión! », etc.

Muy bien, acepto mi culpabilidad. No cabe la menor duda de que en ese libro me centré casi exclusivamente en las experiencias espirituales profundas (de los dominios psíquico, sutil, causal y no-dual), ignorando la mucho más frecuente dimensión religiosa de la espiritualidad traslativa (o religión estrecha). También debo decir en mi favor que en ningún momento llegué a negar -ni a sugerir siquiera- que hubiera que rechazar esa dimensión. Reiteremos aquí lo dicho en Ciencia y religión: «Hay que decir también, al mismo tiempo, que esto no significa que debamos diluir toda diferencia religiosa, todo matiz local, y caer en una suerte de espiritualidad… homogeneizada. La Gran Cadena es simplemente el esqueleto de cualquier abordaje individual a lo Divino, un esqueleto que cada individuo y cada religión deberá investir con su propia carne y sus propias vísceras. La mayor parte de las religiones seguirán ofreciendo sacramentos, distracción y mitos (y otros consuelos horizontales que cumplen con funciones meramente traslativas), amén de las prácticas auténticamente contemplativas que cumplen con la función de alentar una transformación vertical. No es preciso, pues, que las religiones experimenten un cambio espectacular…». `

Pero sí que hice, no obstante, dos acusaciones que sigo considerando necesarias. La primera de ellas es que, si la religión estrecha realiza afirmaciones empíricas (es decir, afirmaciones acerca de entidades propias de los cuadrantes de la Mano Derecha), esas afirmaciones deberán atenerse al criterio de la ciencia empírica (estrecha). Si la religión, por ejemplo, dice que la Tierra fue creada en seis días, deberá contrastar esa afirmación con la ciencia empírica, una prueba en la que, por cierto, naufragan estrepitosamente; uno es libre de creer o no creer en ellas, pero no puede reclamar el respaldo de la buena ciencia ni de la espiritualidad profunda. En segundo lugar, el núcleo fundamental de la religión es la religión profunda o la espiritualidad profunda que tiende a relajar y debilitar el celo de la religión estrecha, y así, en la medida en que uno despierte a sus potencialidades más elevadas, se hallará cada vez menos atraído por la religión estricta."

Obviamente, los críticos tienen razón en que la mayor parte de las personas abrazan una religión estrecha o traslativa -sea la creencia en la Biblia, la creencia en Gaia o la creencia en la teoría holística de sistemas– y no desean transformar al sujeto de esas creencias. Desde la perspectiva proporcionada por mi modelo, esas creencias mentales se refieren a los niveles del desarrollo mágico, mítico, racional o visión-lógico (es decir, desde púrpura hasta turquesa). Pero yo también quisiera dirigirme a los dominios transpersonales más elevados (psíquico, sutil y causal) que se encuentran más allá de las meras creencias, los reinos supraconscientes y supramentales que constituyen el núcleo de la espiritualidad profunda y de las ciencias contemplativas. Un modelo realmente omninivel y omnicuadrante debe hacer suficiente espacio para todas esas alternativas, desde la premental hasta la mental y la supramental.

Espiritualidad y liberalismo

El último punto que me gustaría discutir brevemente en este capítulo es muy sencillo: la religión y la ciencia nunca se llevarán bien hasta que la religión y el liberalismo se reconcilien.

La Ilustración clásica occidental -y su vástago, el liberalismo- nacieron como un movimiento fundamentalmente antirreligioso. Los filósofos liberales y los teóricos políticos de la Ilustración buscaban, entre otras muchas cosas, liberar a los individuos de los dictados de la religión del Estado y de la mentalidad del rebaño, ya que, hasta ese momento, si alguien se atrevía a discrepar en voz alta de lo que decía el Papa, tenía que vérselas con la Inquisición. El liberalismo, por el contrario, sostenía

que el estado no debe alentar ninguna versión particular de la buena vida, sino que debe permitir que los individuos decidan por sí mismos (separación entre la Iglesia y el Estado). En la actualidad, el liberalismo tiende a contemplar con mucha suspicacia a la religión, por el simple hecho de que muchos creyentes son muy proclives a tratar de imponer su sistema de valores sobre los demás. Además, el liberalismo también se alió estrechamente con las ciencias naturales recién emergentes -como la física, la biología y la química-, que no encontraron evidencia experimental alguna de las creencias sustentadas por la religión mítica (como que el mundo fuera creado en seis días, por ejemplo). Por su parte, la religión mítica acabó concluyendo que el liberalismo no era mucho más que un "horrible ateísmo" que acabaría arruinando a la sociedad. Resumiendo, el liberalismo y la religión se hallan enfrentadas casi desde el mismo momento de partida.

Pero ahora que hemos visto que al menos existen dos tipos diferentes de religión (estrecha y profunda), permítasenos revisar esa antigua animosidad. La religión tradicional cuestionada por la Ilustración era la religión azul, con sus mitos y absolutismos etnocéntricos (crea en su Dios mítico y será salvado, no lo haga y se condenará eternamente). En este sentido, la Ilustración representaba la nueva ola emergente naranja de la existencia, con su fuerte creencia en el materialismo científico, el progreso lineal, el comercio y el empirismo. El resultado de todo ello fue un conflicto titánico de memes que acabó originando, al menos, dos grandes revoluciones (la americana y la francesa).

Como ya hemos visto, la ola naranja es, de hecho, la primera de las olas de la conciencia postconvencional y mundicéntrica. Por ello los filósofos fueron los primeros abanderados de esa extraordinaria ola que enfatizaba los derechos universales del hombre (derechos que, siguiendo su misma lógica, no tardaron en extenderse a las mujeres, los esclavos, los niños y hasta los animales). Se trataba del gran avance que va desde lo etnocéntrico hasta lo mundicéntrico, desde las jerarquías de dominio social hasta las meritocracias, desde el deber hasta la dignidad. Y los filósofos también estaban en lo cierto al afirmar que la mayor parte de los dogmas de las religiones propias del estadio mítico-pertenencia no eran más que supersticiones despojadas de toda evidencia, pero también estaban profundamente errados al extrapolar que la religión tradicional no era otra cosa más que un mito como el de Santa Claus. Porque lo cierto es que la esencia de cada una de las grandes tradiciones de sabiduría también nos proporciona una serie de prácticas contemplativas que, en el mejor de los casos, permiten acceder de un modo estable a las olas transracionales y transpersonales de la conciencia.` Estas ciencias contemplativas no nos revelan los mitos pre-racionales, sino las realidades trans-racionales y la Ilustración racional, al reaccionar en contra de todo tipo de afirmaciones no-racionales, arrojó también descuidadamente por la ventana lo transracional con lo prerracional, y el hermoso bebé del espíritu se fue por el mismo desagüe que el agua de la bañera.

Así pues, con la Ilustración, el materialismo científico estrecho (naranja) asumió una postura abiertamente hostil hacia casi todas las formas de religión (tanto pre como trans)." Hasta el momento, la religión tiende a identificarse con las creencias azules mítico-pertenencia (la creencia en la verdad literal de la Biblia, la Torah, el Corán, etc.), y la ciencia, por su parte, tiende a identificarse con una posición francamente antirreligiosa. En mi opinión, ambas precisan liberarse de su fanatismo estrecho y poco profundo y abrirse a la buena ciencia y a la espiritualidad profunda propias de las olas más elevadas de la existencia, donde pueden acabar reconciliándose.

Esta sería una espiritualidad postconservadora y postliberal que tendría en cuenta los logros de la Ilustración mundicéntrica sin atrincherarse en las afirmaciones de la religión mítico-pertenencia y de la moral prescriptiva, una espiritualidad que no fuera preliberal y reaccionaria, sino progresiva y evolutiva,20 una espiritualidad que no aspiraría a imponer sus dogmas sobre los demás, sino que alentaría a todo el mundo a desarrollar sus potencialidades y, de ese modo, a descubrir su propia espiritualidad profunda, infinitamente radiante, resplandeciente en medio de la oscuridad, eternamente feliz, el asombroso descubrimiento de su propio Rostro Original, su alma y su espíritu divino, que nunca ha dejado de resplandecer.

El mundo real

O pendemos unos de otros o terminaremos colgando cada cual por su cuenta.

BENJAMIN FRANKLIN

A menudo me pregunto cuáles son las aplicaciones prácticas de mi trabajo, es decir, cuáles son las aplicaciones del modelo holónico o integral en el "mundo real". Veamos ahora una breve muestra de lo que está ocurriendo en este sentido.

La política integral

He colaborado con Drexel Sprecher, Lawrence Chickering, Don Beck, Michael Lerner, Jack Crittenden y algunos otros en la elaboración de un enfoque político omninivel y omnicuadrante (que tiene en cuenta la obra de tantos teóricos políticos que resulta imposible enumerarlos a todos). También he colaborado con consejeros de Bill Clinton, Al Gore, Bill Bradley, Tony Blair, George W Bush y Jeb Bush, entre otros. Porque lo cierto es que todo el mundo parece estar buscando una "tercera vía" que integre lo mejor de las visiones liberal y conservadora -el vital center del presidente Clinton, el compassionate conservatism de George W Bush, el neue mitte de Alemania, la third way de Tony Blair y el African renaissance de Thabo Mbeki, por nombrar sólo unos pocos- y son muchos los teóricos que tratan de establecer los cimientos sólidos de una nueva visión omninivel y omnicuadrante.

Veremos ahora mi propia visión teórica concreta, una visión que he desarrollado fundamentalmente por mi propia cuenta y que se ha convertido en un fértil marco de referencia para el debate con las ideas aportadas por otros teóricos. Para ello, comenzaré esbozando mis propias ideas al respecto y luego señalaré las áreas en las que las ideas de otros teóricos me han resultado de suma utilidad.

En el último capítulo de Después del Edén («Republicanos, demócratas y místicos») dije que, en lo que respecta al sufrimiento humano, los liberales tienden a creer en la causación objetiva, mientras que los conservadores creen en la causación subjetiva. Con ello quiero decir que, desde la perspectiva liberal, la responsabilidad del sufrimiento individual recae en las instituciones sociales objetivas (si usted es pobre es porque la sociedad le oprime), mientras que la perspectiva conservadora culpa a los factores subjetivos (si usted es pobre es porque es perezoso). Consecuentemente, el liberal aborda ese problema recomendando algún tipo de intervención social objetiva, como una reforma de las instituciones sociales y una redistribución de la riqueza que aliente la igualdad entre todos los seres humanos. El abordaje conservador, por su parte, recomienda inculcar los valores de la familia, exige que los individuos asuman la responsabilidad de sus acciones, propone el endurecimiento de las normas morales (lo cual supone, en muchos casos, la aceptación de los valores religiosos tradicionales), alienta la ética del trabajo, el uso de incentivos que recompensen el logro, etc.

Dicho en otras palabras, el liberal suele creer en la causación de la Mano Derecha, mientras que el conservador cree en la causación de la Mano Izquierda (aunque hay que advertir en este punto que cuando elaboré los cuatro cuadrantes no tuve en cuenta la posible confusión terminológica que podría ocasionar. Reiteremos, pues, que la llamada izquierda política cree en la causación de la Mano Derecha, mientras que la derecha política, por su parte, cree en la causación de la Mano Izquierda).

El hecho, en cualquier caso, es que el primer paso hacia una "tercera vía" -que integre lo mejor de la visión liberal y de la visión conservadora y que subraye en consecuencia, tanto el desarrollo interior como el desarrollo exterior- consiste en reconocer la realidad e importancia tanto de los cuadrantes interiores como de los cuadrantes exteriores y en orientar nuestros esfuerzos tanto hacia los factores internos (los valores, los significados, la moral y el desarrollo de la conciencia) como hacia los factores externos (las condiciones económicas, el bienestar material, los avances tecnológicos, la seguridad social, el medio ambiente).

Centremos ahora nuestra atención en el área del desarrollo de conciencia, ya que ésta es, después de todo, la parte más difícil para los liberales, que suelen oponerse a todo tipo de "estadios" o de "niveles" (incluyendo los niveles de conciencia), convencidos de que tales "juicios" son racistas, sexistas, marginadores, etc. Recordemos que, en este sentido, el liberal no suele creer en la causalidad interior y que incluso llega, en ocasiones, a cuestionar la existencia misma de cualquier tipo de interioridad. La epistemología liberal típica (como la sostenida, por ejemplo, por John Locke) considera que la mente es como una tabula rasa, una pizarra en blanco que va llenándose con imágenes procedentes del mundo externo. Así pues, si existe algún problema interior (si usted está sufriendo, en suma), es porque algo funciona mal en el exterior (en las instituciones sociales), ya que, desde esa perspectiva, toda interioridad constituye, de un modo u otro, un reflejo del exterior.

Pero ¿qué ocurriría si lo interior no dependiera exclusivamente del mundo externo y tuviera sus propios estadios de crecimiento y desarrollo? Si el logro de una auténtica "tercera vía" exigiera tener en cuenta tanto el desarrollo interior como el desarrollo exterior, deberíamos prestar también una atención cuidadosa a los estadios interiores del desarrollo de la conciencia. En libros tales como Una visión integral de la psicología he establecido las correlaciones existentes entre unos cien modelos diferentes del desarrollo de la conciencia, tanto orientales como occidentales, tanto antiguos como modernos, que pueden proporcionarnos una imagen muy clara de los estadios del desarrollo del reino subjetivo, pero no a modo de una secuencia fija e inalterable de niveles, sino como una guía general de las posibles olas del desarrollo de la conciencia.

Así pues, el primer paso hacia una "tercera vía" auténticamente integral nos obliga a combinar adecuadamente lo interior y el exterior (la Mano Izquierda y la Mano Derecha, lo subjetivo y lo objetivo), mientras que el segundo consiste en reconocer que lo subjetivo -es decir, la conciencia- se despliega a través de una serie de estadios. Quien quiera dilucidar más detalladamente estos estadios puede recurrir a cualquiera de los mapas de los investigadores más reputados del desarrollo interior, como Jane Loevinger, Robert Kegan, Clare Graves, William Torbert, Susanne Cook-Greuter o la Spiral Dynamics de Beck y Cowan. Bastará, para ilustrar esta visión global y simplificada, con utilizar una versión de tres grandes estadios: el preconvencional (o egocéntrico), el convencional (o sociocéntrico) y el postconvencional (o mundicéntrico).

La ideología tradicional conservadora se halla asentada en una ola convencional y sociocéntrica del desarrollo propia del estadio mítico-pertenencia cuyos valores hunden sus raíces en la orientación mítico-religiosa (como la Biblia, por ejemplo), suele subrayar la importancia de los valores de la familia y de la patria, es fuertemente sociocéntrica (y, en consecuencia, también suele ser muy etnocéntrica), afirma los valores sociales aristocráticos y jerárquicos (meme azul) y tiende hacia el patriarcado y el militarismo. Ésta fue la modalidad mítico-pertenencia que subrayó las virtudes cívicas y que dominó la conciencia cultural desde aproximadamente el año -1000 hasta la Ilustración occidental, después de la cual apareció una modalidad de conciencia radicalmente nueva -la conciencia racional-egoica (el meme naranja postconvencional)- que trajo consigo la nueva ideología política liberal.

La Ilustración liberal nace, pues, como una reacción en contra del fundamentalismo propio de la estructura mítico-pertenencia.

Estoy hablando, claro está, de la opresión social generada por los mitos y sus prejuicios etnocéntricos (que afirma que los cristianos se salvarán, mientras que los paganos irán al infierno, por ejemplo) y de la naturaleza no científica del conocimiento proporcionado por los mitos (como que el universo fue creado en seis días, pongamos por caso). Así pues, uno de los principales objetivos de la Ilustración fue aliviar el sufrimiento impuesto por la opresión de la religión mítico/etnocéntrica y su carácter no científico. No olvidemos que el grito de batalla de Voltaire -el verdadero lema de la Ilustración- fue el de « ¡Recordad las crueldades! », recordad el sufrimiento infligido por la Iglesia sobre millones de seres humanos en nombre de su Dios mítico.

Así pues, en lugar del etnocentrismo mítico-pertenencia basado en una identidad de rol inserta en una jerarquía de identidades de rol, la Ilustración anhelaba una identidad egoica libre de los prejuicios etnocéntricos (los derechos universales del hombre) y basada en la investigación racional y científica. Desde la perspectiva de la Ilustración -una perspectiva, por otra parte, muy acertada-, los derechos universales acabarían con la esclavitud, la democracia nos libraría de la monarquía, el ego autónomo vencería a la mentalidad del rebaño y la ciencia se impondría sobre el mito. Dicho en otros términos, en el mejor de los casos, la Ilustración liberal representó -a la vez que fue un producto– la evolución de la conciencia desde la ola convencional y sociocéntrica hasta la postconvencional y mundicéntrica.

Ahora bien, si el liberalismo se hubiera limitado a ser el producto de un avance evolutivo desde lo etnocéntrico hasta lo mundicéntrico, hubiera terminado, pura y simplemente, ganando la batalla. Pero lo cierto es que el liberalismo emergió en un clima al que he denominado mundo chato -o materialismo científico-, según el cual lo único real es la materia (o, en el mejor de los casos, la materia/energía) y, en consecuencia, la posesión de la verdad sólo pertenece a la ciencia más estricta.' (Recordemos que la ciencia estrecha -ya se trate de la ciencia atomística propia del cuadrante superior-derecho como de la ciencia sistémica, característica del cuadrante inferior-derecho- es la ciencia de los dominios de la Mano Derecha.) El mundo chato, dicho en otras palabras, es la creencia de que lo único real son los cuadrantes de la Mano Derecha.

Y el liberalismo, al emerger en el seno del materialismo científico, no sólo se tragó el cebo, sino también el anzuelo, el sedal y hasta el pescador ideológico y acabó convirtiéndose en el adalid político de mundo chato, abanderando la realidad exclusiva del mundo material y sensoriomotor propio de la Mano Derecha. Desde esa perspectiva, la mente no es más que una tabula rasa, una pizarra vacía que va llenándose con representaciones del mundo de la Mano Derecha. En consecuencia, si el reino subjetivo está enfermo es porque también lo están las instituciones sociales objetivas y, por tanto, el mejor modo de liberar al ser humano y de acabar con el sufrimiento consiste en proporcionarle la libertad material y económica, para lo cual hay que apelar al materialismo científico y a la igualdad económica. Pero, de ese modo, acaban soslayándose -o, en el peor de los casos, hasta negándose de un plumazo- los dominios interiores de la Mano Izquierda. Así es como se zanja toda posible discusión con la conclusión de que todas las interioridades son iguales.' No existen, pues, olas, estadios ni niveles de conciencia, porque eso sería establecer un juicio de valor y los juicios de valor son malos, muy malos… un sentimiento muy noble, ciertamente, pero que acaba jurando fidelidad al mundo chato y negando al Kosmos toda interioridad.

Así pues, el deseo liberal de aliviar el sufrimiento humano de forma universal -ya que todas las personas son merecedoras de la misma justicia, con independencia de raza, color, sexo o credo– evidenció un cambio de actitud (de lo etnocéntrico a lo mundicéntrico), que terminó, no obstante, atrapado en la visión patológica del mundo chato o, dicho en dos palabras, convirtiéndose en una versión enferma de un nivel superior.

Ésta es la gran paradoja del liberalismo. Hace mucho que los teóricos están de acuerdo en que el liberalismo es intrínsecamente contradictorio, porque abandera la igualdad y la libertad… y sólo es posible tener una o la otra, pero no ambas al mismo tiempo. Yo formularía esta contradicción del siguiente modo: el liberalismo es el resultado de una secuencia de estadios interiores del desarrollo de la conciencia -que va desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y, finalmente, a lo mundicéntrico-, después de lo cual da media vuelta y niega el valor -y, en ocasiones, hasta la misma existencia- de los niveles interiores del desarrollo que le dieron origen. Es como si el liberalismo, al creer exclusivamente en la causación objetiva (es decir, en el mundo chato), acabase también negando el camino interno recorrido hasta llegar ahí.; La

postura liberal es el producto de una serie de estadios que terminan siendo negados, ésa es la contradicción intrínseca del liberalismo.

Así fue como el liberalismo se negó a emitir cualquier tipo de "juicio' en torno a las interioridades y los individuos -¡ninguna posición es mejor que otra!- y centró exclusivamente su atención en la reforma de las instituciones exteriores, económicas y sociales, abandonando, de ese modo, toda interioridad (los valores, los significados y el desarrollo interno, por ejemplo) a los conservadores.

Los conservadores, por su parte, abrazaron el desarrollo interior, pero únicamente hasta el estadio mítico-pertenencia, un estadio sano en su propio nivel, una versión saludable de un nivel inferior que defendía el estadio mítico-pertenencia, la ola convencional/conformista, la virtud cívica, el meme azul, un estadio, por otra parte, completamente sano, natural y necesario del desarrollo humano.

Ésta es la curiosa encrucijada política en la que hoy en día nos encontramos y que nos obliga a elegir entre una versión enferma de un nivel superior (liberalismo) o una versión sana de un nivel inferior (conservadurismo).

Cualquier auténtica "tercera vía" integral debería abrazar una versión sana del nivel superior -es decir, un nivel arraigado en las olas postconvencionales y mundicéntricas del desarrollo- que alentase por igual el desarrollo interior (el crecimiento y el desarrollo de la conciencia y del bienestar subjetivo) y el desarrollo exterior (el crecimiento y el desarrollo del bienestar económico y material). Se trataría, dicho en otros términos, de bosquejar una teoría y una práctica política omninivel y omnicuadrante.5

Además, desde este ventajoso punto de vista, la directriz primordial de una auténtica "tercera vía" no debería centrarse tanto en que todo el mundo alcanzara un determinado estadio de desarrollo de la conciencia (ya fuera integral, pluralista o liberal), como en asegurar la salud de la espiral completa del desarrollo

en cada uno de sus niveles y olas. Así pues, los dos pasos que deben conducirnos a una "tercera vía" realmente integral serían los siguientes: 1) incluir tanto lo subjetivo como lo objetivo y 2) discernir los diferentes estadios del desarrollo de lo subjetivo y respetar la directriz primordial.'

Esa es, precisamente, la orientación general que he seguido en las discusiones políticas que he mantenido con los teóricos anteriormente mencionados. De Chickering (Beyond Left and Right) y Sprecher he adoptado la importante distinción que realizan entre las vertientes "ordenada" (que subraya la importancia de la colectividad) y "libre" (que subraya la importancia del individuo) tanto del conservadurismo como del liberalismo .7 Además, ellos también consideran que la izquierda y la derecha creen, respectivamente, en la causación objetiva y en la causación subjetiva. Desde esta perspectiva, las vertientes "ordenada" y "libre" -tanto de la derecha como de la izquierda- se caracterizan por tratar de imponer sus creencias sobre los demás (habitualmente a través del gobierno) o por colocar en primer lugar los derechos del individuo, respectivamente. En este sentido, la vertiente "ordenada" de la derecha recurre a la autoridad del Estado para fortalecer los roles y valores convencionales, mientras que la vertiente "ordenada" de la izquierda está ejemplificada por el movimiento políticamente correcto y el feminismo ortodoxo, que pretenden apelar al Estado para imponer su propia versión de la igualdad. Por su parte, la vertiente "libre" de la derecha está constituida por los defensores del libre mercado, mientras que la vertiente "libre" de la izquierda se ejemplifica con los libertarios civiles.

Esta visión de la política se ajusta perfectamente a mis cuatro cuadrantes, porque los cuadrantes superiores son individuales o "libres" y los inferiores son colectivos u "ordenados", mientras que los interiores son derecha/conservadores y los exteriores son izquierda/liberales.' De este modo disponemos de un marco de referencia que nos sirve para determinar el cuadrante que un determinado teórico considera más importante (y, por consiguiente, que debe ser manipulado, dirigido o protegido para tratar de obtener los resultados deseados). Desde mi punto de vista, los cuatro cuadrantes son igualmente importantes y, en consecuencia, un abordaje auténticamente omninivel y omnicuadrante puede servir de base teórica para una orientación política realmente integral.

En Beyond Individualism, Jack Crittenden ha aplicado la noción de individualidad compuesta desarrollada en Después del Edén a los ámbitos de la teoría política y de la educación y la ha complementado con sus propias conclusiones al respecto. Por mi parte, también me he beneficiado mucho de las aportaciones proporcionadas por la Spiral Dynamics de Don Beck (desarrollada conjuntamente con Christopher Cowan), heredera de la obra pionera de Clare Graves. Se trata de un enfoque que ha tenido muchas aplicaciones en el "mundo real", desde el ámbito de la política y la educación hasta el mundo empresarial. He de resaltar, en este sentido, que Beck tiene una idea muy clara de la necesidad de respetar la directriz primordial. Jim Garrison, presidente del State of the World Forum, tiene muy claro el papel que puede desempeñar una visión integral en el mundo actual. La politics of meaning, de Michael Lerner, aunque muy ligada a la vertiente "ordenada" de la izquierda -y, en consecuencia, muy poco integral- insiste en que los liberales tengan también en cuenta los cuadrantes interiores (significados, valores y espiritualidad) que hasta el momento han eludido como si se tratara de una plaga, una actitud que ha tenido consecuencias muy lamentables (por-que ha dejado en manos de los conservadores y de su actitud frecuentemente reaccionaria los valores mítico-pertenencia tan necesarios para fundamentar la sociedad y tan desastrosos cuando se les deja abandonados a su cuenta y riesgo).

El gobierno integral

Esta investigación sólo aspira a atisbar los efectos que podría tener una visión integral -una visión propia del pensamiento de segundo grado- sobre el mundo del gobierno.

Hablando en términos generales, la Constitución de Estados Unidos es un documento característico del estadio moral 5 (postconvencional y mundicéntrico), un estadio en el que, en el momento en que fue redactada, sólo se hallaba, aproximadamente, el 10% de la población del país. Se trata de un documento extraordinariamente brillante -que reflejaba fielmente el talento de sus redactores- que encontró el modo de institucionalizar la postura mundicéntrica y postconvencional (estadio moral 5) y lo convirtió en un sistema de gobierno para personas que, en su mayor parte, no se hallaban en ese nivel. Así fue como la misma Constitución se convirtió en una especie de marcador de la transformación que estimulaba amablemente el desarrollo hacia un clima moral no-etnocéntrico sino postconvencional y mundicéntrico.

La Constitución de Estados Unidos representa la culminación de las filosofías de gobierno características del pensamiento de primer grado. Porque, aunque sus artífices utilizaran a menudo el pensamiento de segundo grado, las realidades de las que se ocupaban todavía pertenecían al pensamiento de primer grado, especialmente en lo que respecta a la formación y relación de las agrupaciones de estados que evolucionaron de los imperios feudales y de las antiguas naciones.

Pero, hoy en día, las agrupaciones de estados y comunidades de valor están dando lugar a los sistemas globales y las redes integrales (véase figura 3.1), sistemas interdependientes que requieren de un gobierno capaz de integrar (imponer) los grupos y comunidades de la espiral completa del desarrollo interior y exterior. Lo que el mundo actual necesita, pues, es la primera filosofía política y la primera forma de gobierno propia del pensamiento de segundo grado, que en mi opinión será una teoría y una práctica política omninivel y omnicuadrante que se atenga a pautas profundamente integrales. Y ello no supone, en modo alguno, modificar la Constitución de Estados Unidos (ni de ningún otro país), sino simplemente ubicarla en el lugar que le corresponda, en el seno de una red global que fomente el mutuo desarrollo y mejora, una política realmente integral y holónica.

Pero para ello todavía debemos responder a las siguientes preguntas: ¿cómo podemos llegar a concebir, abrazar y aplicar esa visión?, ¿qué detalles precisos, qué contenidos reales, dónde, cómo y cuándo se aplicará? Estas son las grandes preguntas a las que debe responder la política global de este nuevo milenio.` Estamos aguardando la visita de los nuevos padres y madres fundadores de un sistema de gobierno integral, un sistema de gobierno que nos empuje hacia un futuro mejor y que opere a modo de marcador de la transformación de la espiral completa del desarrollo humano, al tiempo que honre el desarrollo de cada una de sus olas y nos invite amablemente a alcanzar profundidades todavía mayores.

La medicina integral

En ningún ámbito resultan más inmediatamente aplicables los cuatro cuadrantes que en el caso de la medicina, y tal vez sea por ello que este modelo está siendo adaptado cada vez con más frecuencia por las instituciones de salud mental de todo el mundo. Basta con echar un rápido vistazo a los cuadrantes para cobrar conciencia de la utilidad de un modelo integral. (Recordemos que, en este caso, estamos hablando de enfermedades físicas –la rotura de un hueso, cáncer, una enfermedad cardíaca, etc.- y del mejor modo de tratarla, puesto que ése es el enfoque de la medicina ortodoxa.)

La medicina ortodoxa o convencional constituye un abordaje típico del cuadrante superior-derecho al organismo físico mediante intervenciones exclusivamente físicas, como la cirugía, los fármacos, la medicación y la modificación de conducta. La medicina ortodoxa cree esencialmente en las causas físicas de la enfermedad física y, en consecuencia, prescribe intervenciones fundamentalmente físicas. Pero el modelo holónico afirma que cada evento físico (cuadrante superior-derecho) tiene, al menos, cuatro dimensiones (o cuadrantes), y que hasta la enfermedad física debe contemplarse desde los cuatro cuadrantes (por no mencionar los niveles de los que luego hablaremos). De este modo, el modelo integral no afirma que el cuadrante superior-derecho carezca de importancia, sino tan sólo que, considerado de forma aislada, únicamente representa, en el mejor de los casos, una cuarta parte de la historia.

La reciente explosión del interés despertado por las prácticas alternativas -por no mencionar disciplinas como la psiconeuroinmunología- evidencia que los estados internos de la persona (sus emociones, su actitud psicológica, su imaginería e incluso sus intenciones) desempeñan un papel fundamental tanto en la génesis como en el tratamiento de toda enfermedad, hasta de la enfermedad física. Dicho en otros términos, el cuadrante superior-izquierdo constituye un ingrediente clave de cualquier abordaje médico realmente global. En este sentido, se ha demostrado fehacientemente que la visualización, y el uso consciente de las afirmaciones y de la imaginería desempeñan un papel importante en la etiología de la mayor parte de las enfermedades, y también está más allá de toda duda que el tratamiento depende de los estados emocionales y de la actitud mental."

Pero, por más importantes que sean estos factores subjetivos, la conciencia individual no existe en el vacío, sino que está indisolublemente unida a valores culturales, creencias y visiones compartidas del mundo. El modo en que una cultura (cuadrante inferiorizquierdo) considere una determinada enfermedad -de un modo respetuoso y compasivo o, por el contrario, con desprecio o ironíatiene un profundo impacto en el modo en que los individuos la abordan (cuadrante superior-izquierdo), lo cual puede llegar a influir directamente en el curso de la misma enfermedad física (cuadrante inferior-derecho). De hecho, existen muchas enfermedades que no pueden siquiera definirse sin hacer referencia al trasfondo cultural compartido (del mismo modo que lo que se considera "cizaña" depende de lo que se espera cultivar). Recordemos que el cuadrante inferior-izquierdo incluye todo el extraordinario abanico de factores intersubjetivos que tan cruciales resultan para cualquier interacción humana, como el intercambio de comunicación entre doctor y paciente, las actitudes de la familia y los amigos y del modo en que se relacionan con el paciente; la aceptación (o rechazo) cultural de la enfermedad (como ocurre, por ejemplo, en el caso del sida) y hasta los mismos valores culturales que se ven amenazados por esa enfermedad. En cierta medida, todos esos factores inciden tanto en la génesis como en la curación de la enfermedad física (por el simple hecho de que cada holón presenta cuatro vertientes o cuadrantes diferentes).

En la práctica, obviamente, este punto debe centrarse sólo en aquellos factores que puedan abordarse de un modo eficaz como, por ejemplo, la comunicación (entre el paciente y el médico, la familia, los amigos, los grupos de apoyo) y una comprensión general de los juicios culturales al respecto y de sus efectos sobre la enfermedad. Digamos, a modo de ejemplo, que la investigación ha demostrado de forma consistente que los pacientes de cáncer que se hallan integrados en un grupo de apoyo tienen una mayor esperanza de vida que aquellos otros que carecen de él. Así pues, los factores más relevantes del cuadrante inferior-izquierdo también resultan esenciales para cualquier abordaje médico realmente global.

El cuadrante inferior-derecho tiene que ver con todos aquellos aspectos materiales, económicos y sociales que, si bien no forman parte directa de la entidad mórbida desempeñan, no obstante -como ocurre con cualquier otro cuadrante-, un papel esencial tanto en su génesis como en su curación. En este sentido, por ejemplo, un sistema social incapaz de distribuir alimentos a sus ciudadanos acabará matándoles (como lamentablemente ocurre a diario en los países asediados por el hambre), y lo mismo sucederá si vive en un país desarrollado cuya seguridad social no cubre cierta enfermedad letal de la que usted se halla aquejado, aunque habitualmente no lo consideremos así y concluyamos que "el virus acabó con él". Así pues, aunque una persona se halle aquejada de una enfermedad vírica, no debemos olvidar que los cuatro cuadrantes desempeñan un papel importante en su etiología. Recuerdo que, cuando la burocracia del FDA retiró el apoyo a la investigación farmacológica sobre el sida, un hombre aquejado de la enfermedad se puso de pie ante el Congreso y dijo: «No permitan que mi epitafio rece: "Murió de papeleo"», una afirmación muy cierta porque todas las entidades del mundo real presentan cuatro cuadrantes y, en consecuencia, aunque el problema focal se centre en un virus ubicado en el cuadrante superior-derecho, en ausencia de un adecuado sistema social (cuadrante inferior-derecho), uno puede terminar muriendo. Y no se trata de dos problemas diferentes, sino del mismo problema, porque todos los holones presentan cuatro cuadrantes. Así, el cuadrante inferior-derecho incluye factores tales como la economía, la cobertura sanitaria, los sistemas de distribución social, e incluso cosas tan sencillas como la estructura misma de las habitaciones de los hospitales (en el modo en que favorezcan o dificulten la libertad de movimientos, el acceso de los visitantes, etc.), por no mencionar cuestiones tan evidentes como la polución medioambiental.

El aspecto omnicuadrante, pues, se refiere tanto a la causa como a la curación (o gestión) de la enfermedad, mientras que la faceta omninivel, por su parte, se refiere a la existencia de niveles físicos, emocionales, mentales y espirituales en cada uno de esos cuadrantes (véase figuras 4.5 y 4.6). Existen muchas enfermedades que tienen causas y tratamientos fundamentalmente físicos (cuando uno es atropellado por un autobús y se rompe la pierna, por ejemplo, se la ubica de nuevo en su sitio y se la enyesa), pero la mayor parte de las enfermedades tienen causas y tratamientos que incluyen las dimensiones emocionales, mentales y espirituales. En Gracia y coraje he hablado de este punto y no reiteraré ahora lo dicho allí, baste sólo con apuntar que existen literalmente cientos de investigadores de todo el mundo que han contribuido enormemente a aumentar nuestra comprensión de la naturaleza "multiestratificada" de la enfermedad y de la curación (incluyendo las inestimables contribuciones realizadas por las grandes tradiciones de la sabiduría, desde la chamánica hasta la tibetana). El hecho, en suma, es que si tenemos en cuenta la existencia de muchos niveles dentro de esos cuatro cuadrantes dispondremos de un modelo médico mucho más comprehensivo y, en consecuencia, mucho más eficaz.

Una visión omninivel y omnicuadrante, pues, nos permitirá elaborar un abordaje médico mucho más global y eficaz, porque cada cuadrante o dimensión -"yo", "nosotros" y "ello"- posee niveles u olas físicas, emocionales, mentales y espirituales (figura 4.6), y un tratamiento auténticamente integral debería tener en cuenta todas esas realidades. Y ese tipo de tratamiento no sólo sería más eficaz-, sino también más económico, uno de los criterios fundamentales, a fin de cuentas, de la administración médica. De los muchos teóricos que están trabajando en esta línea conviene destacar a John Astin, que ha escrito varios artículos sobre la aplicación de la teoría holónica en la medicina complementaria y alternativa,''- Pat Odgen y Kekuni Minton,'' Gary Schwartz y Linda Russek," Wanda Jones y James Ensign (del New Century Healthcare Institute) y Barbara Dossey y Larry Dossey, que han utilizado la teoría holónica para complementar su abordaje original de lo que denominan "la gran cadena de la curación"."

Varios de nosotros hemos constituido recientemente el Integral Institute, una organización cuyas ramificaciones se extienden, por el momento, como veremos, a los campos de la medicina integral, la psicología integral, la política integral, etc. Entre los integrantes del Institute of Integral Medicine se cuentan, además de los teóricos enumerados en el párrafo anterior, Ken Pelletier, Mike Murphy, George Leonard, Marilyn Schlitz, Joan Borysenko, Jeanne Achterberg y Jon Kabat-Zinn. Debo también decir que, si bien no todos los miembros del Integral Institute están necesariamente de acuerdo con los pormenores de mi versión integralista, todos ellos comparten el mismo interés profundo por un abordaje más integral, equilibrado y comprehensivo que abarque la totalidad del espectro que va desde la materia hasta la mente y el espíritu en los dominios del yo, de la cultura y de la naturaleza.

Una visión integral del mundo de los negocios

Recientemente han aparecido multitud de aplicaciones del modelo holónico al campo de los negocios, lo cual tal vez también se deba a la evidencia e inmediatez de sus aplicaciones porque, en este ámbito, los cuatro cuadrantes nos proporcionan los cuatro "entornos" o dimensiones en que debe sobrevivir un determinado producto, y los niveles, por su parte, se refieren tanto al tipo de valores que lo producen como a los que determinan su compra. Las investigaciones realizadas en el campo de la jerarquía de valores, como las de Maslow y Graves (es decir, la Spiral Dynamics), por ejemplo, ya han tenido una extraordinaria influencia en el mundo de los negocios, por ello los "VALS" pueden combinarse con los cuadrantes (que muestran la apariencia de esos niveles de valores en los cuatro entornos diferentes), proporcionándonos así una visión más global del mercado (que abarca tanto el mercado tradicional como el cibermercado). Y aunque es evidente que esta visión también puede manipularse en propio beneficio -después de todo, los negocios son los negocios-, no lo es menos que también puede utilizarse para hacer llegar más eficazmente a los seres humanos aquellos productos y servicios que más necesiten (promoviendo, en tal caso, la salud de la espiral global).

En este sentido, debo decir que los programas deformación en gestión y liderazgo empresarial basados en un modelo integral también han empezado a florecer por doquier. Daryl Paulson, en «Management: A Multidimensional/Multilevel Perspective», señala que existen cuatro grandes teorías de la gestión empresarial: la teoría X (que se centra en la conducta individual), la teoría Y (que lo hace en la visión psicológica), la gestión cultural (que enfatiza la cultura de la organización) y la gestión de sistemas (que se ocupa fundamentalmente de la gestión de los sistemas sociales). Estas cuatro teorías, según el mismo Paulson, ejemplifican los cuatro cuadrantes que debería incluir cualquier modelo realmente integral. Luego Paulson se ocupa de la parte "omninivel" y sugiere la existencia de cuatro estadios muy simples pero también muy útiles por los que atraviesan los cuadrantes, con sugerencias concretas para implementar una gestión realmente omninivel y omnicuadrante.1ó

Otros pioneros de este campo son Geoffrey Giaja y JMJ Associates, cuyo seminario Integral Leadership (que utiliza tres niveles en los cuatro cuadrantes) ha sido presentado a decenas de empresas de Fortune («El enfoque transformativo ha sido, hasta muy recientemente, el líder indiscutible del cambio en el mundo empresarial, tanto en el campo de lo subjetivo como en el de lo objetivo. Pero hoy en día, sin embargo, estamos asistiendo a la emergencia de un abordaje integral que está eclipsándolo progresivamente»); John Forman, de R.W. Beck Associates, que recurre a un abordaje omninivel y omnicuadrante para. complementar y corregir las reducciones y distorsiones generadas por las teorías sistémicas y la teoría de la complejidad; On Purpose Associates (John Cleveland, Joann Neuroth, Pete Plastrik y Deb Plastrik); Bob Anderson, Jim Stuart y Eric Klein (coautores de Awakening Corporate Soul), cuyo Leadership Circle representa un enfoque omninivel y omnicuadrante del campo de la transformación y el liderazgo integral («El asunto es que la evolución de todas las corrientes del desarrollo de todos los cuadrantes se hallan íntimamente relacionadas. La inteligencia espiritual constituye una especie de alfabetización en la práctica de la transformación. La inteligencia espiritual está convirtiéndose rápidamente en uno de los imperativos del liderazgo»); Leo Burke, director y decano del College of Leadership and Transcultural Studies de la Motorola University, que se ocupa de la formación de cerca de veinte mil ejecutivos de todo el mundo; Ian Mitroff (A Spiritual Audit of Corporate America); Ron Cacioppe y Simon Albrecht («Developing Leadership and Management Skills Using the Holonic Model and 360 Degree Feedback Process»); Don Beck, de Spiral Dynamics, cuyo modelo ya ha sido implementado en situaciones que incluyen a cientos de miles de personas, y Jim Loehr y Tony Schwartz, que están trabajando en un enfoque omninivel y omnicuadrante ligado a tecnologías de cambio muy concretas que giran en torno al manejo óptimo de la energía, tanto física, como emocional y mental. En la actualidad, Tony se ocupa de la columna mensual Life/Work de Fast Company, y quien esté interesado puede contactar con él a través de Internet en esa dirección. Otros miembros, además de los mencionados, del Institute of Integral Business son Deepak Chopra, Joe Firmage (Project Voyager), Bob Richards (Clarus), Sam Bercholz (Shambhala), Fred Kofman, Bill Torbert y Warren Bennis.

La educación integral

Hay mucha gente que considera que, como soy un pensador "integral" u "holístico", debo apoyar todos los abordajes que se autodenominan "holísticos", ya sean convencionales o alternativos, pero ése no es, en modo alguno, el caso porque existen multitud de abordajes que se autocalifican de "holísticos" que, en mi opinión, son sumamente chatos (es decir, que están basados en la teoría sistémica convencional y sólo tienen en cuenta el cuadrante inferior-derecho) o que se hallan exclusivamente centrados en el meme verde (un abordaje plural que trata noblemente de no marginar otras visiones, pero que de hecho desdeña, demasiado a menudo, el desarrollo jerárquico, con lo cual acaba entorpeciendo el desarrollo y la evolución). Debo decir, en este sentido, que la mayor parte de los abordajes supuestamente holísticos soslayan la directriz primordial, el imperativo ético central según el cual no hay que centrarse en ningún nivel concreto sino apuntar a la salud de la espiral global. Por ello cualquier educación auténticamente integral no debería centrarse exclusivamente en imponer el meme verde a todos los alumnos, sino en comprender que el desarrollo se despliega a través de una serie de olas concretas de inclusividad cada vez mayor (o, por usar la versión de Gebser, que la conciencia atraviesa una serie de olas que van desde la arcaica, hasta la mágica, la mítica, la racional y la integral), y que, por tanto, una educación realmente integral no debería subrayar tan sólo la última ola, sino el adecuado desarrollo de todas ellas.

Son muchos los teóricos integrales que han tratado de aplicar un enfoque verdaderamente omninivel y omnicuadrante al campo de la educación y existen ya muchos casos en los que las estructura organizativa (administrativa y docente) de las escuelas y el currículum ofrecido a los alumnos se ha organizado en torno a un formato omninivel y omnicuadrante. Y no me estoy refiriendo tan sólo a las escuelas convencionales, sino también a las de educación especial. Espero tener pronto más cosas que decir en torno a este punto, que constituye uno de los objetivos fundamentales del Institute of Integral Education.

Los estudios sobre la conciencia

El enfoque predominante de los estudios sobre la conciencia en nuestro país sigue siendo estrictamente científico (es decir, la ciencia cognitiva exclusivamente centrada en el cuadrante superior-derecho). Como ya he señalado en Una visión integral de la psicología, cualquier abordaje global de la conciencia debería implicar los cuatro cuadrantes o simplemente el Gran Tres del "yo", el "nosotros" y el "ello" (los relatos fenomenológicos de la conciencia realizados en primera-persona, las estructuras intersubjetivas consideradas desde la perspectiva de la segunda-persona y la investigación acerca de los mecanismos y sistemas científicos realizada en tercera-persona). Como evidencian libros como The View fironi Within, editado por Francisco Varela y Jonathan Shear, y muchos de los artículos incluidos regularmente en el Journal of Consciousness Studies, se trata de un abordaje "1-2-3" de la conciencia que ya ha sido emprendido. El siguiente estadio que deberá acometer un enfoque más comprehensivo -un paso que esbozo en Una visión integral de la psicología- no podrá ser sólo omnicuadrante, sino que también deberá ser omninivel.

Ya son varios los teóricos interesados en una visión más global y equilibrada de la psicología y los estudios sobre la conciencia que se han integrado en el Institute of Integral Psychology. De todos ellos cabe destacar a Roger Walsh, Frances Vaughan, Robert Kegan, Susanne Cook-Greuter, Jenny Wade, Kaisa Puhakka, Don Beck, Robert Forman, Richard Mann, Brian van der Horst, Allan Combs, Raz Ingrasci, Anthony Arcari, T. George Harris, Francisco Varela, Connie Hilliard y Michael Murphy.

Una espiritualidad relacional y socialmente comprometida

Cualquier abordaje omninivel y omnicuadrante de la espiritualidad debe subrayar la necesidad de ejercitar simultáneamente las olas físicas, emocionales, mentales y espirituales del ser en los ámbitos del yo, la cultura y la naturaleza (es decir, en los dominios del "yo", del "nosotros" y del "ello"). Existen muchas posibles variaciones sobre este tema, que van desde la práctica transformadora integral hasta la espiritualidad socialmente comprometida, y el mundo de las relaciones en tanto que camino espiritual, ámbitos en los que el número de grupos y organizaciones que están abriéndose paso es demasiado grande como para poder mencionarlos a todos. Convendría señalar, en cualquier caso, en este sentido, la obra de Thich Nhat Hanh, Diana Winston, Donald Rothberg, la revista Tikkun y Robert Forman y el Forge Institute (del que soy miembro); todos ellos están tratando de aportar nuevas ideas a este noble quehacer.

La ecología integral

Tanto si están de acuerdo como si no, los críticos parecen coincidir en que la visión de la ecología presentada en Sexo, ecología, espiritualidad es única en el sentido de que combina la unidad ecológica, la teoría sistémica y la espiritualidad no-dual sin privilegiar, no obstante, la biosfera y sin usar la noción de red-de-la-vida, un concepto, en mi opinión, chato y reduccionista. El hecho es que cualquier abordaje realmente omninivel y omnicuadrante de la ecología debería permitimos ubicar la biosfera, la noosfera y la teosfera en el lugar que ocupan en el Kosmos y, de este modo, subrayar la importancia de la biosfera sin caer en la necesidad de reducirlo todo a ella.

La figura 4.6 evidencia la clave de las relaciones existentes entre los ámbitos mencionados en el párrafo anterior y también explica el motivo por el cual suelen ser tan mal comprendidas. Adviértase que la figura incluye el cuerpo (la biosfera), la mente (la noosfera) y el alma/espíritu (la teosfera), y que cada ola mayor trasciende, a la vez que incluye, a sus predecesoras, a modo de nidos envolventes. En ese sentido, es correcto decir que la mente trasciende e incluye al cuerpo o que la noosfera trasciende e incluye a la biosfera. Qué duda cabe de que la biosfera es un componente fundamental de la noosfera, pero no viceversa, como erróneamente concluyen la mayor parte de los ecólogos. Con ello quiero decir que uno puede destruir la noosfera -o la mente humana- y la biosfera, no obstante, seguirá sobreviviendo, pero que la destrucción de la biosfera acarrea necesariamente la destrucción de todas las mentes humanas. Y ello es así porque la biosfera forma parte de la noosfera, pero no viceversa. A fin de cuentas, el átomo forma parte de una molécula, de modo que si usted destruye la molécula el átomo todavía puede seguir existiendo, pero la destrucción del átomo necesariamente conlleva la destrucción de la molécula. Y lo mismo podríamos decir con respecto a la biosfera y la noosfera, destruya ésta y aquélla todavía podrá existir, pero no viceversa, lo cual evidencia que, en los dominios interiores, la biosfera forma parte de la noosfera, pero no viceversa (como evidencian claramente las figuras 4.3 y 4.6). No es cierto, pues, que la mente humana (la noosfera) forme parte de la naturaleza (o biosfera), sino más bien todo lo contrario.

Pero hay que señalar que cada evento interior tiene su correlato en el mundo sensorial exterior al que solemos llamar "naturaleza". Así pues, la mayor parte de los ecoteóricos observa el mundo externo, empírico, sensorial y concluye que "todo forma parte de naturaleza", porque (como evidencian las figuras 4.4 y 4.6) todo posee un correlato en el mundo de la Mano Derecha. Así es como llegan a la conclusión de que la "naturaleza" (o la "biosfera") es la realidad última, se preguntan si actuamos de acuerdo con la "naturaleza" y acaban reduciéndolo todo a alguna versión de la ecología, de la biosfera o de la gran-red-de-la-vida. Pero debo decir que ésa es sólo la mitad de la historia, la mitad derecha, por cierto. En las dimensiones interiores de la Mano Izquierda, vemos que la naturaleza -las dimensiones sensoriales, sentidas o empíricas- sólo constituye una pequeña parte de una historia mucho mayor, una pequeña porción del Gran Pastel, un pastel que incluye la biosfera, la noosfera y la teosfera. Y aunque todas esas olas interiores tengan sus correlatos externos en el mundo de la naturaleza, no pueden reducirse a ellos, no pueden reducirse a la naturaleza. Hacer eso es simplemente incurrir en una versión del mundo chato, el mundo monocromo de la realidad propia de la Mano Derecha, la red empírica y sensorial de la vida. Ese es el peor de los reduccionismos ecológicos -reducir la totalidad del Kosmos al cuadrante inferior-derecho-, un reduccionismo en el que caen la mayor parte de las ecofilosofías.

Una visión ecológica realmente omninivel y omnicuadrante -que presentamos de manera resumida en la figura 4.6- nos permitiría honrar la fisiosfera, la biosfera, la noosfera y la teosfera, sin tratar de reducir una a las otras, sino reconociendo y respetando el papel crucial que desempeña cada una de ellas en este extraordinario Kosmos.'8

Llegar a las minorías

Los modelos realmente integrales no deberían aspirar a tomar un solo nivel o dimensión del desarrollo (como el pluralista, el transpersonal o incluso el integral) e imponerlo a la fuerza, sino atenerse a la directriz primordial de preocuparse por la salud de toda la espiral del desarrollo y, en consecuencia, acercarse a las minorías de un modo distinto al propio de los enfoques típicos liberales, conservadores y contraculturales/holísticos. Porque no se trata tanto de imponer el pluralismo liberal, los valores conservadores, el multiculturalismo verde o las ideas holísticas, como de cuidar las condiciones -tanto internas como externasque promueven el desarrollo armónico de los individuos y de las culturas a través de toda la espiral.` Y lo mismo podríamos decir con respecto a un enfoque más integral a los países en vías de desarrollo. Ilustremos todo esto con el ejemplo que nos proporciona el caso de la UNICEF.

Omnicuadrante, omninivel y omnilínea: una visión global de la UNICEF

El «Process of Integral Development» y el «Integrative Approach: All-Quadrants, All-Levels, All-Lines» son dos estudios realizados por iSchaik Development Associates, asesores de la UNICEF. En esos artículos, esbozan los cuatro cuadrantes y los ejemplifican; luego resumen los principales niveles u olas de

Figura 5.1. UNICEF (iSchaikDevelopmnentAssociates).

cada cuadrante y, por último, señalan la importancia de las muchas líneas o corrientes del desarrollo que discurren de un modo relativamente independiente a través de las distintas olas. (Véase figura 5.1, realizada por el iSchaik Development Associates.) Según afirman, «ésta es la gran imagen dentro de la que deben contemplarse todas las ideas y proyectos en los que se halla implicada la UNICEF».

Luego pasan a los contenidos concretos: «Para profundizar nuestra comprensión acerca de la naturaleza compleja e interrelacionada del mundo en que vivimos resulta absolutamente necesario disponer de algún mapa del desarrollo de la conciencia en los campos de la evolución social y cultural, lo cual también debería incluir un abordaje integral que nos asegurase que la evolución -y, en consecuencia, el estado de los niños, de la humanidad, de la cultura y de la sociedad, en general- recuperase un nivel de desarrollo sostenible». Y esto requiere, según ellos, «un marco de referencia que nos permita ir más allá de la mera comprensión del sistema o red objetivo/superficial y abarcase también una comprensión cultural de la diversidad». Dicho en otras palabras, debemos ir más allá de la red-de-la-vida y del análisis habitual de la teoría sistémica (que sólo abarca el cuadrante inferior-derecho) y más allá también del mero abrazo del pluralismo y la diversidad (que se halla confinado al meme verde). Lo que se requiere, en su opinión, es un abordaje "omninivel, omnicuadrante y omnilínea", después de lo cual emprenden una revisión crítica de las actividades pasadas de la UNICEF y de la ONU.

Es evidente que, si queremos alentar un proceso de desarrollo sostenible, el análisis debe apuntar a la integración de los cuatro cuadrantes. Pero esto también resulta igualmente evidente cuando contemplamos la evolución de la implicación de la UNICEF en este proceso, junto al proceso global del desarrollo humano y al modo en que ambos se interrelacionan, porque el progreso realizado hasta el momento no ha provocado ningún cambio sostenible. Cualquier esfuerzo por entender los procesos de cambio, transformación o desarrollo sin una comprensión adecuada de la naturaleza de la evolución o del desarrollo de la conciencia (del ser humano) no parecen tener mucho éxito."

Luego tratan de analizar las principales razones que, a su juicio, explican algunos de los fracasos pasados de la UNICEF y la ONU. «Las actividades de la UNICEF se han centrado fundamentalmente en los cuadrantes superior e inferior de la Mano Derecha, es decir, en los cuadrantes objetivos y exteriores (individual y social), ignorando, al mismo tiempo, en gran medida, los cuadrantes interiores y culturales», un abordaje al que, por cierto, yo también he calificado de "monológuico" (otro modo de hablar del mundo chato). Luego el análisis prosigue diciendo: «Es muy probable que su visión excesivamente monológuica no les haya permitido tener en cuenta la imagen global en la que estaban moviéndose y haya lastrado los esfuerzos realizados hasta el momento por la UNICEF y la ONU. Tal vez esta visión monológuica haya sido necesaria durante el período en que la conciencia atraviesa -y sigue atravesando- los estadios arcaico, mágico, mítico y racional del desarrollo (y hay que decir que hoy en día gira en torno a la visión-lógica o red-lógica [es decir, el pensamiento de segundo grado]). Pero en la actualidad, no obstante, resulta indispensable que esas organizaciones adopten un enfoque postracional o transracional que incorpore las ideas positivas procedentes del nivel racional [y, en mi opinión, todas las contribuciones positivas de todas las olas anteriores], pero también las trascienda a un nivel postracional más alto o profundo de la conciencia, en todos los cuadrantes».

Luego esbozan la historia de los distintos programas emprendidos por la UNICEF, señalando que, por más importantes que hayan sido, todos ellos se centraron en iniciativas de la Mano Derecha:

  • Los años cincuenta fueron la época de las campañas en contra de la enfermedad, «firmemente ancladas en el cuadrante superior-derecho, mensurable, observable y objetivo».

  • Los años sesenta constituyeron la década del desarrollo «que subrayaba el cuadrante inferior-derecho, es decir, el "ajuste funcional"».

  • Los años setenta fueron la época de las alternativas que, no obstante, «se centraron fundamentalmente en los cuadrantes de la Mano Derecha».

  • Los años ochenta fueron la época de la supervivencia del niño, pero sin mencionar siquiera el desarrollo interior.

  • Los noventa fueron la década de los derechos del niño (todo ello contemplado desde una perspectiva abiertamente conductista), unos años que rápidamente dieron paso a la época de la fatiga del donante, en la que «los donantes y los gobiernos volvieron ["regresaron"] a un estadio preglobal y nacionalista que sólo se preocupa de los problemas locales, cuya falta de comprensión acabó originando la noción equivocada de que todas las perspectivas son iguales [la "locura aperspectivista" propia del relativismo pluralista]». A menudo he señalado que todo holón, para sobrevivir, necesita del adecuado equilibrio entre justicia y derechos (individualidad) y respeto y responsabilidades (relación), y esto, precisamente, es lo que refleja el comentario del estudio realizado por iSchialk Associates sobre los esfuerzos realizados por la UNICEF y la ONU «no yuxtaponían claramente los "derechos" (justicia) con la jurisprudencia (respeto y responsabilidad) a un nivel global».

A la vista de todo lo anterior, su conclusión es que la primera década del 2000 será la época del enfoque integral, «en la que el proceso de desarrollo sostenible será contemplado desde una perspectiva integradora que explore más profundamente los dos cuadrantes de la Mano Izquierda (intencional y cultural), algo que, en el caso de la UNICEF, se centrará más en los niños, los jóvenes y las mujeres». Hasta el momento, pues, el problema es que «todas las ideas de las últimas cinco décadas eran tan monológuicas que excluían la necesidad del desarrollo interior/subjetivo de los individuos y de las sociedades para que el proceso del cambio y, sobre todo, de la transformación, pudiera ser sostenible».

Finalmente, los autores señalan la necesidad de acometer un enfoque "omnicuadrante, omninivel y omnilínea" adaptado a cada situación concreta para «asegurarnos de que las acciones que emprendemos o los programas/ideas/metáforas que proponemos tengan alguna posibilidad de alentar un proceso de cambio sostenible, orientado y transformador».

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