Permítaseme señalar (como hacen iSchaikAssociates) que cualquier abordaje integral debe ser llevado a cabo con sumo cuidado, respeto y compasión. Con ello quiero decir que no hay que abordar ninguno de los niveles, líneas o cuadrantes de un modo rígido y predeterminado. La investigación acerca del desarrollo no pretende etiquetar a las personas ni juzgarlas inferiores o superiores, sino que sólo aspira a señalar las potencialidades infrautilizadas. La directriz primordial nos obliga a valorar la necesaria y única contribución proporcionada por cada una de las olas del desarrollo de la conciencia con la intención de proteger y promover la salud de toda la espiral y no sólo de uno cualquiera de sus dominios. Al mismo tiempo, nos invita a sugerir amablemente una visión más global del espectro de la conciencia, de la espiral completa del desarrollo, para que los individuos y las culturas (incluida la nuestra) -que no son conscientes de algunas de las dimensiones más profundas o más elevadas del ser humano- puedan decidir actualizar esos extraordinarios recursos, lo cual, a su vez, podría contribuir a desactivar algunos de los problemas más recalcitrantes que no han sido resueltos por enfoques menos integrales.
El terror del mañana
Uno de los problemas más insidiosos que han acosado desde siempre a la humanidad es que los cuadrantes de la Mano Derecha son materiales y que, una vez producida una entidad material, puede ser utilizada por individuos que se hallen en casi cualquiera de los niveles del desarrollo interior. La bomba atómica, por ejemplo, es un producto claro del pensamiento operacionalformal (naranja), pero, una vez que existe, puede ser utilizada por individuos que se hallen en niveles inferiores del desarrollo que nunca hubieran, por otra parte, podido llegar a crearla. Además, aunque nadie que se halle en el estadio moral mundicéntrico lanzaría alegremente la bomba atómica, no podríamos decir lo mismo de quien se encuentre en el meme rojo, preconvencional y egocéntrico.
Hablando, pues, en términos muy generales, podríamos decir que la humanidad se ha visto continuamente aquejada por la pesadilla de que el desarrollo tecnológico de los cuadrantes de la Mano Derecha siempre ha ido por delante del desarrollo de la sabiduría, del respeto y del uso compasivo de esa tecnología o, dicho en otros términos, que el desarrollo externo ha ido más rápido que el desarrollo interno. Reiterémoslo de nuevo: una vez que se ha producido un determinado artefacto material, puede ser utilizado por cualquier ser humano que se halle en cualquier nivel interior. Sólo un genio cognitivo -como James Watt, por ejemplo- pudo concebir y producir un avance tecnológico del calibre de la máquina de vapor, que a partir de entonces pudo ser utilizada por individuos que se hallaban en cualquiera de los niveles de desarrollo, la inmensa mayoría de los cuales jamás podría haber llegado a inventarla.
Debo decir también que hasta el advenimiento de la era moderna éste era un problema relativamente pequeño, porque las tecnologías disponibles también eran bastante limitadas. Poco daño puede infligirse a la biosfera y al resto de los seres humanos con el mero concurso de un arco y una flecha. Pero con la emergencia de la modernidad, del meme naranja y de sus aplastantes avances científicos, la humanidad comenzó a producir tecnología del nivel naranja cuando la inmensa mayoría todavía no había trascendido la conciencia moral azul y roja. Fue entonces cuando el desarrollo exterior emprendió un sprint que le llevó a ir muy por delante del desarrollo interior, ocasionando un defase entre la tecnología de la Mano Derecha y la sabiduría de la Mano Izquierda que tomó posible -y hasta probable-, por vez primera en la historia, una catástrofe de dimensiones globales. Entonces fue cuando la humanidad comenzó a afrontar a gran escala su problema fundamental: la falta de desarrollo integral, un problema que podría terminar abocando al holocausto atómico o al suicidio ecológico.
La aparición de las poderosas tecnologías actuales propias del pensamiento de segundo grado -desde la producción a escala global de energía cuántica hasta la inteligencia artificial (robótica), la ingeniería genética y la nanotecnología– enfrenta de nuevo a la humanidad a su principal pesadilla: un desarrollo explosivo de las tecnologías de la Mano Derecha que no se ha visto equiparado con un desarrollo equivalente en los ámbitos de la conciencia y la sabiduría interior que podría suponer el final de la humanidad.
En un artículo titulado «Why the Future Doesn't Need Us» y presentado en el número de abril del 2000 de la revista Wired, Bill Joy, cofundador de Sun Microsystems, ha dicho que dentro de unos cincuenta años los avances tecnológicos realizados en los campos de la genética, la robótica y la nanotecnología podrían suponer el final de la especie. De un modo deliberado o accidental, la genética podría terminar creando una especie de "plaga blanca"; la robótica, por su parte, podría permitimos transferir la conciencia humana a las máquinas y acabar con el ser humano, tal y como lo conocemos;'' y la nanotecnología podría convertir a la biosfera en polvo en cuestión de días. Además, en opinión de los científicos a los que cita, entre el 30 y el 50% de la población de la humanidad no sobrevivirá a este siglo.
Se trata, obviamente, de un asunto sumamente complejo, pero podríamos decir alguna que otra cosa al respecto. En primer lugar -y hablando en términos generales-, sólo existen dos modos de "controlar" esta tecnología, una imposición legal externa (que prohiba, por ejemplo, cierto tipo de investigaciones) o las restricciones morales internas (mediante un desarrollo de la sabiduría colectiva que promueva el uso adecuado de la tecnología). Y, aunque creo que finalmente se llegará a algún tipo de solución de compromiso que integre ambas perspectivas, me parece evidente que no podemos comenzar siquiera a discutir el desarrollo de la sabiduría y de la conciencia interior si seguimos ignorando todo tipo de interioridades, de modo que o bien encontramos soluciones integrales a estas pesadillas globales, o muy probablemente perezcamos en el intento.
Bill Joy recomienda una adecuada combinación entre el control externo y el control interno. En este sentido, está a favor de la prohibición o la renuncia a ciertos tipos de investigaciones, pero también comprende que, aun cuando tal cosa fuera posible (aunque, por otra parte, bastante improbable, puesto que el conocimiento carece de fronteras), no resolvería el problema fundamental, que gira en tomo a la necesidad de desarrollar la sabiduría colectiva. «¿Dónde podemos encontrar un nuevo fundamento ético en el que asentar nuestra actividad? -se pregunta Bill Joy-. En este sentido, las ideas expuestas por el Dala¡ Lama en El arte de vivir en el nuevo milenio me parecen muy adecuadas. Como es bien conocido -aunque tal vez no se le haya prestado la debida atención-, el Dala¡ Lama considera que lo más importante es desarrollar el amor y la compasión hacia los demás, y que, en este sentido, nuestras sociedades necesitan desarrollar una noción más clara de nuestra responsabilidad e interdependencia.» Se trata de una propuesta de la que, sin la menor duda, se haría eco cualquier otro líder espiritual, tanto cristiano como judío o hinduista.
Pero hay que advertir que no podemos sencillamente recomendar el amor y la compasión per se, porque el amor se despliega desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico, y no creo que nadie deseara más amor etnocéntrico. ¿No les parece que ésa es, precisamente, la causa de muchos de estos problemas? ¿O es que acaso cree alguien que los nazis no amaban a sus familias, a su raza y a su tribu? Yo creo que ése es el motivo por el cual la mayor parte de las religiones, centradas en el meme azul, no sólo no han obstaculizado el surgimiento de las guerras, sino que en muchos casos las han ocasionado. Y no sólo quiero decir con ello que las religiones han causado más guerras que cualquier otra fuerza de la historia, sino que lo hicieron en nombre del amor a Dios y a la patria, porque ese amor y esa compasión sólo era etnocéntrico y se orientaba exclusivamente hacia los creyentes y ciertas personas elegidas, al tiempo que se ocasionaba la muerte de todos los demás.
Es muy probable, por otra parte, que cuando el Dala¡ Lama y otros líderes mundiales apelan al "amor y la compasión" estén refiriéndose al amor y compasión universales, postconvencionales y mundicéntricos… pero ése es un estadio del desarrollo que sólo han alcanzado menos del 30% de la población mundial, mientras que casi el 100% puede acceder a tecnologías globalmente destructivas.
Debemos aprestamos, pues, a poner al día los cuadrantes interiores. ¿De qué sirve seguir centrando nuestra atención en las maravillas tecnológicas externas que se despliegan ante nosotros -desde la prolongación indefinida de la vida hasta la interrelación mente/ordenador, la energía ilimitada y el viaje interestelar por agujeros de gusano intergalácticos- si nuestra conciencia sigue circunscrita al estadio egocéntrico o etnocéntrico? ¿Queremos colonizar el espacio galáctico de nazis y miembros del KKK que se hallen en el meme rojo? ¿Pretendemos realmente que Jack el Destripador viva cuatrocientos años yendo de un lado al otro en su hipercoche creando nanorrobots misóginos? Porque, mientras las cosas sigan tal y como están, es decir, mientras el desarrollo exterior prosiga su veloz carrera -o, lo que es lo mismo, mientras persista la falta de desarrollo interior- seguiremos hallándonos en un aprieto.
Edwin Firmage, una reconocida autoridad en los ámbitos del derecho constitucional y del derecho internacional que ha trabajado durante varias décadas en el mundo del control de las armas nucleares, ha escrito: «La ley [el control legal exterior] puede ayudar pero, lamentablemente, resulta muy limitada. Aun en el caso de que la ley pudiera eliminar por decreto todas las armas nucleares de la tierra, no es posible lobotomizar a toda una generación de físicos, y por ese camino volveríamos a encontramos implicados, más pronto o más tarde, en la carrera armamentística. ¿Cómo podemos cambiar el alma de los seres humanos? Tenemos que ir más allá del ámbito de aplicación de las leyes…».'-' Y con ello quiere decir que debemos alentar el desarrollo de los cuadrantes interiores, el desarrollo del alma, el desarrollo de la sabiduría, el desarrollo de la conciencia, el desarrollo interior de los cuadrantes de la Mano Izquierda de modo tal que marchen al mismo paso que el desarrollo tecnológico de la Mano Derecha. 2 Poco importa que se trate de una tarea muy compleja, porque la alternativa resulta demasiado dolorosa.
Sean cuales fueren las soluciones a todos estos problemas, la discusión debe orientarse hacia cuestiones más integrales, porque cualquier solución menos que integral omitirá dimensiones fundamentales de la crisis que, en tal caso, seguirá acelerándose y descontrolándose en su desenfrenada carrera hacia la muerte.
Integral Institute
Todos los abordajes que hemos mencionado en este capítulo -desde el más prosaico hasta el más apocalíptico- son algunas de las áreas de aplicación inmediata de un enfoque más integral, de un enfoque "omninivel y omnicuadrante". Existen otras que no he mencionado en este sumario, como el feminismo integral, el derecho integral, el arte y la teoría literaria integral e, incluso, la reforma penitenciaria integral. Algunos de estos abordajes han sido presentados en un libro que próximamente publicará Shambhala, editado por Jack Crittenden, que tentativamente lleva por título Kindred Visions. Ken Wilber and Other Leading Integral Thinkers, y que incluye contribuciones de Alex Grey, Jim Garrison, Joyce Nielsen, Ed Kowalczyk, T. George Harris, Marilyn Schlitz, Georg Feuerstein, Larry Dossey, Jenny Wade, Juan Pascual-Leone, Michael Lerner, James Fadiman, Roger Walsh, Leland van den Daele, Francisco Varela, Robert Shear, George Leonard, Michael Zimmerman, Stan Grof, el padre Thomas Keating, Ervin Laszlo, Thomas McCarthy (Jürgen Habermas), Eduardo Mendieta (Karl-Otto Apel), Hameed Ali, Robert Frager, Drexel Sprecher, Lawrence Chickering, Gus diZegera, Elizabeth Debold, Lama Surya Das, el rabino Zalman Schachter-Shalomi, Mitchell Kapor, Don Beck, Frances Vaughan, Robert Forman, Michael Murphy, Max Velmans, Tony Schwartz, David Chalmers, Susanne Cook-Greuter, Howard Gardner, Robert Kegan, John Searle y Charles Taylor, entre muchos otros. Todos ellos han contribuido, a su modo, a una visión más integral y amable del Kosmos.
Muchos de los teóricos que han participado en Kindred Visions y de los presentados en este libro se han unido para fundar el Integral Institute, que en este momento tiene ramas dedicadas a la medicina integral, la psicología integral, la espiritualidad integral, los negocios integrales, la ecología integral, la educación integral, el arte integral y la política integral. También existen varias ramas que no tardarán en desarrollarse (como las que afectan a los medios de comunicación, la diplomacia o el derecho). El objetivo del Integral Institute es convertirse en una organización en la que quepan todos los estudios auténticamente integrales y encontrar el modo de canalizar recursos que permitan la puesta en marcha de proyectos integrales. Pensamos abrir un centro integral que sirva de oficina principal del instituto (en Nueva York y/o San Francisco), y ya hemos comenzado IntegralMedia con Shambhala. Si usted está interesado en unirse al Integral Institute o en apoyarlo, consulte el website de Shambhala en: www.shambhala.com
Mapas del kosmos
En un debate intelectual, ambas partes tienden a estar en lo cierto en lo que afirman y equivocadas en lo que niegan.
JOHN STUART MILL
Un sistema de clasificación holístico
Cualquier modelo holónico que fuera realmente comprehensivo y holístico -cualquier auténtica TOE- debería tener en consideración todas las olas, corrientes, estados, reinos y cuadrantes y en consecuencia nos proporcionaría también un sistema muy útil para clasificar las distintas visiones del mundo, filosofías, religiones y ciencias que han aparecido a lo largo de la historia. Debo insistir en que no se trata de que alguna de esas visiones del mundo (incluyendo la mía propia) acabe brindándonos una imagen completa, sino que cuantas más visiones puedan incluirse, más exacta será la visión resultante del Kosmos. En tal caso, esta visión más abarcadora no sólo actuará como un catalizador de la transformación individual -a la que, por cierto, nos referiremos en el próximo capítulo-, sino como sistema de clasificación holístico de las numerosas visiones del mundo, evidenciando la relación que mantienen y la importancia irreemplazable de cada una de ellas.'
En este capítulo centraremos nuestra atención en las distintas visiones del mundo y señalaremos el modo de articularlas en una visión más integral. También echaremos un vistazo a la situación política internacional y trataremos de sugerir el modo en que tal sistema de clasificación holístico puede clarificar nuestros análisis políticos y sugerir cursos prácticos de acción política en los ámbitos nacional e internacional.
Todas las teorías presentadas en este capítulo no son más que eso, simples teorías o mapas del mundo y, en ese sentido, pueden servirnos para componer una visión más integral, pero debo señalar que la competencia básica del pensamiento integral de segundo grado no exige el dominio de todos esos mapas y sistemas. Así pues, el lector no tiene que preocuparse por memorizar los distintos niveles, conocer todos los bloques de civilización que mencionaremos ni esforzarse en llegar a comprenderlos en detalle. Para ejercitar el pensamiento de segundo nivel basta con tratar de entender estos mapas integrales -mapas "omnicuadrante, omninivel y omnilínea"- y abrir nuestras mentes y nuestros corazones a un abrazo más abierto y compasivo hacia el Kosmos y todos sus habitantes.
Así pues, aunque no tengamos que memorizar ni conocer al dedillo los siguientes mapas, comprometámonos a abrir nuestras mentes y nuestros corazones. En el próximo capítulo prestaremos atención a una práctica integral que apunta más concretamente a despertar nuestras capacidades integrales.
Visiones del mundo
Son muchos los intentos realizados a lo largo de los años para clasificar las distintas visiones del mundo de que disponen los hombres y las mujeres. Platón nos ofreció un brillante relato de las alternativas filosóficas presentes en la antigua Grecia, Fa-hsiang categorizó los sistemas religiosos de la China T' ang y santo Tomás de Aquino nos proporcionó una representación exhaustiva de las filosofías más acreditadas de su tiempo, por nombrar sólo a unos pocos.
Con el advenimiento de la era moderna y de la idea de evolución, fueron muchos los teóricos que comenzaron a clasificar las diversas visiones del mundo en función de su nivel de desarrollo. Una de las primeras -y todavía más influyente- clasificación fue la llevada a cabo por Auguste Comte, fundador del positivismo, cuya famosa Ley del Tres afirmaba que, en su búsqueda del conocimiento, la humanidad ha atravesado tres grandes estadios -la religión, la metafísica y la ciencia– y que cada uno de ellos es menos primitivo y más exacto que los anteriores (un proceso que, curiosamente, termina abocando al estadio en que se hallaba el mismo Comte. Y es que ése es, precisamente, el problema del que suelen adolecer las teorías evolutivas, una pretensión de la que, por mi parte, me apresuro a desmarcarme). En cualquier caso, hay que decir que la más sofisticada de todas las clasificaciones evolutivas del conocimiento fue la elaborada por Georg Hegel, cuyo brillante sistema filosófico dejaba lugar, en su opinión, a todas las grandes visiones de la historia, tanto orientales como occidentales. (Lamentablemente, sin embargo -como bien señaló Bertrand Russell-, todo lo que Hegel sabía de China, por ejemplo, era que existía. Y fue este tipo de desconocimiento el que, junto a otros problemas bastante más sutiles, terminó socavando, con el tiempo, el sistema hegeliano. Pero no, por ello, debemos soslayar la extraordinaria riqueza desplegada por el idealismo.)'- Otros bien conocidos modelos histórico-evolutivos (que implican tanto progreso como decadencia) son los elaborados por Adam Smith, Karl Marx, Herbert Spencer, Oswald Spengler, Arnold Toynbee, Pitirim Sorokin, Antonio Gramsci, Teilhard de Chardin, Carroll Quigley, Jürgen Habermas, Gerhard Lenski, Jean Gebser y Sri Aurobindo.
Más recientemente, ciertos filósofos han esbozado modelos "globales" que se centran en tipos de visiones del mundo que pueden articular los seres humanos. Uno de los primeros modelos de esta categoría fue World Hypotheses, de Stephen C. Pepper (1942), que subraya la existencia de cuatro grandes tipos: el formal (según el cual el mundo existe en tanto que categorías), el mecanicista (el mundo depende de relaciones causa-efecto), el contextual (el mundo es relacional) y organísmico (el mundo es interactivo y relacional). Posteriormente, Schwartz y Russek (véase la sección dedicada a la medicina integral en el capítulo 5) agregaron cuatro tipos más a la tipología de Pepper: procesos implícitos (el mundo posee energías y conciencia más sutiles), causalidad circular (cibernética), desarrollo creativo (adaptación emergente) y diversidad integradora (que intenta integrarlos a todos).'
Otra influyente clasificación de las visiones del mundo según los tipos disponibles fue la presentada por el teórico de los sistemas sociales Talcott Parsons, que organizó las visiones del mundo a lo largo de un continuo de cinco grandes posturas: sistemista derecho, marginalista derecho, marginalista medio, marginalista izquierdo y sistemista izquierdo, una clasificación que, aunque posea ciertas ventajas, abarca, no obstante -como luego veremos-, un rango muy limitado de posibles visiones del mundo. Robert Bellah ha enfocado su análisis desde otro ángulo, descubriendo la existencia de cuatro grandes visiones del mundo en Estados Unidos: republicana, bíblica, utilitaria y romántica. Mark Gerzon, por su parte, habla de seis: religiosa, capitalista, descontenta, medios de comunicación, nueva era y política. Samuel Huntington, por último, considera que el mundo se halla sometido al choque de ocho o nueve grandes visiones culturales del mundo (o civilizaciones): occidental, latinoamericana, africana, islámica, sínica, hindú, ortodoxa, budista y japonesa. Todos éstos son buenos ejemplos de "metaanálisis" de tipos de visiones del mundo que muchos eruditos modernos han encontrado útiles y que ciertamente pueden serlo, siempre y cuando encontremos un contexto más abarcador que los integre a todos. (Y ahí es, precisamente, donde radica el problema.)
La noción de niveles de realidad (u olas de la existencia) nos proporciona otro sistema de clasificación. Ya sea que utilicemos la Spiral Dynamics, la Gran Cadena del Ser, o los niveles del yo de Jane Loevinger, lo cierto es que podemos clasificar fácilmente diferentes tipos de visiones del mundo según el nivel de la mis nia visión del mundo, y eso es, precisamente, lo que han hecho numerosos teóricos. Señalemos, en este sentido, por dar unos pocos ejemplos, que las visiones del mundo sexuales y vitales (como las de Freud y Bergson, por ejemplo) provienen fundamentalmente del nivel de la vida biológica, del meme beige; que las visiones del mundo centradas, de un modo u otro, en el poder (como la de Nietzsche) se asientan en el meme rojo; que las visiones racionales del mundo (como la de Descartes) se asientan en el meme naranja; que el postmodernismo (de Derrida y Lyotard, por ejemplo) se asienta en el meme verde; que el misticismo natural (como el de Thoreau) se sustenta en el meme coral/psíquico; que el misticismo teísta (como el de santa Teresa de Ávila) se apoya en el meme sutil, y que el misticismo sin forma (como el de Meister Eckhart) lo hace en el meme causal.;
Parece razonable suponer que los niveles del ser y del conocimiento contribuyen a la existencia de las diversas visiones del mundo, de ahí que sea interesante incluir este hecho en cualquier TOE.
Conviene señalar, por último -aunque no por ello es menos importante-, que cualquier síntesis que aspire a ser realmente integral debe reconocer la verdad (ciertamente parcial) de todas las grandes visiones del mundo. Porque no se trata de que los niveles más elevados nos proporcionen visiones más exactas y que los niveles más bajos sólo hablen de falsedades, supersticiones o absurdos primitivos. Existe un sentido en el que hasta la "magia" infantil y el mito de Santa Claus son verdaderos. Por ello hay que señalar que las distintas visiones del mundo son simplemente el modo en que se nos presenta el mundo desde ese nivel u ola y que todas las olas son ingredientes fundamentales del Kosmos. En el nivel mítico, Santa Claus (o Zeus, Apolo o la astrología, pongamos por caso) constituye una auténtica realidad fenomenológica. No es adecuado, pues, concluir: «Muy bien. Ahora que hemos evolucionado sabemos que Santa Claus no es real», porque sí que lo es. A la luz de la evolución, todos los estadios anteriores parecen primitivos y falsos, y también ocurrirá lo mismo con nuestra visión actual del mundo (porque la evolución futura acabará llevándonos más allá de ella). No se trata, pues, de que sólo exista un nivel de realidad y que las demás visiones sean versiones primitivas e incorrectas de ese único nivel, sino que cada una de las visiones del mundo es una visión correcta de un nivel inferior, aunque ciertamente fundamental de la realidad, no una visión incorrecta del único nivel real. Desde esta perspectiva, la noción de desarrollo nos permite descubrir verdades anidadas, no supersticiones primitivas.'
A menudo me preguntan ¿por qué hemos de integrar las distintas visiones del mundo? ¿Acaso no nos basta con celebrar simplemente la rica diversidad de las distintas visiones sin necesidad de integrarlas? Obviamente, el reconocimiento de la diversidad constituye un noble esfuerzo, y debo decir que apoyo sinceramente el pluralismo. Pero si nos quedamos en la mera celebración de la diversidad, estaremos promoviendo, en última instancia, la fragmentación, la alienación, la separación y la desesperación, en cuyo caso, usted seguirá su camino, yo seguiré el mío y cada vez nos separaremos más, que es precisamente lo que tan a menudo ha ocurrido en el reino postmoderno del relativismo pluralista, que en tantos frentes nos ha abocado a una Torre de Babel. No basta, pues, con reconocer las muchas diferencias que nos separan, sino que también necesitamos ir más allá y comenzar a reconocer las muchas similitudes que nos unen. De otro modo, no contribuiremos al holismo sino al "montonismo". Debemos asentarnos en la rica diversidad que nos brinda el relativismo pluralista y, desde ahí, dar el siguiente paso que nos permita entretejer la diversidad en una espiral holónica de conexiones unificadas hasta advertir las múltiples relaciones del Kosmos; necesitamos pasar del relativismo pluralista al integralismo universal, necesitamos encontrar, en suma, el Uno-en-los-muchos que pone de relieve el entramado mismo del Kosmos.
Ése es el motivo por el cual creo que debemos esforzarnos en alcanzar una visión integral a sabiendas de que nunca llegaremos a conseguirla plenamente, y también creo que el intento merece la pena, porque en ese intento de encontrar el Uno-en-los-muchos sintonizaremos nuestros corazones y nuestras mentes con el Espíritu tal y como resplandece en este mundo.
Creo que el enfoque integral es el esfuerzo más valioso para representar la Unidad-en-la-multiplicidad, porque incluye de un modo explícito todas las visiones del mundo mencionadas en este capítulo. Esta visión integral -esta TOE- nos servirá, como luego veremos, como un sistema de clasificación de todas las visiones del mundo, permitiéndonos así apreciar y valorar adecuadamente la contribución especial y profunda realizada por cada una de ellas. Es innecesario decir que mi propia versión de esta TOE -aun cuando sea completamente cierta- está destinada a pasar a mejor vida y a dejar paso a visiones posteriores todavía mejores.
Este sistema de clasificación integral ya está usándose en aplicaciones muy diversas, desde los llamados "websites transformacionales" hasta las "bibliotecas mundiales". El World Economic Forum celebrado recientemente en Davos (Suiza) invitó a varios expertos del abordaje omnicuadrante y omninivel, lo cual tal vez evidencie su utilidad práctica.
Robert Bellah y Mark Gerzon
Si tenemos en cuenta los distintos cuadrantes, niveles, líneas, tipos y estados, abriremos suficiente espacio para todas las visiones del mundo mencionadas en este capítulo. Se trata de algo mucho más sencillo de lo que parece. Veamos algunos ejemplos concretos.
Muchos de los teóricos de las visiones del mundo se centran en un solo cuadrante y subrayan sus principales estadios y/o tipos (la figura 3.6 nos ofrece varios ejemplos de este fenómeno "monocuadrante"). Robert Bellah, por ejemplo, se centra en dos niveles del cuadrante inferior-izquierdo: el mítico-pertenencia (azul), con dos principales tipos (el republicano y el bíblico), y el racional-egoico (naranja), con dos principales tipos (el utilitario y el terapéutico, uno de cuyos subconjuntos es el meme verde). Su análisis, en mi opinión, constituye una adecuada descripción sociológica de estos cuatro niveles-tipos en el cuadrante inferiorizquierdo, aunque sus prescripciones parecen demasiado sesgadas hacia el meme azul.'
El análisis de Gerzon descubre la existencia de seis grandes "naciones" o "sistemas de creencias" en Estados Unidos hoy en día: religioso, capitalista, descontento, medios de comunicación, nueva era y político (que significan exactamente lo que sugieren los nombres). Su análisis, realizado fundamentalmente a través del meme verde (que expresa su exquisita sensibilidad pluralista), es otra descripción fenomenológica útil de alguna de las principales visiones del mundo presentes en nuestro país (cuyas correlaciones esbozaré en una nota final).' Adviértase que todas estas "naciones" corresponden al pensamiento de primer grado y que no hay "naciones" correspondientes al pensamiento de segundo grado ni tampoco grandes masas de población en torno a las cuales puedan articularse provechosamente organizaciones propias del segundo grado (la "nación" Gaia o "transformacional" es fuertemente verde/púrpura/roja, como sólo una pequeñísima minoría -tal vez inferior al 2%- activamente comprometida en actividades propias del pensamiento de segundo grado y superiores). Pero sin el fundamento del pensamiento de segundo grado, el "nuevo patriotismo" que sabiamente recomienda Gerzon probablemente no deje de ser meramente fortuito.
La profundidad vertical
Aunque útil, el esquema clasificatorio de Talcott Parsons ilustra claramente las limitaciones de un enfoque que no tenga en cuenta los fenómenos omninivel. El continuo de Parsons (sistemista derecho, marginalista derecho, marginalista medio, marginalista izquierdo y sistemista izquierdo) ejemplifica algunos de los tipos de visiones del mundo que pueden percibirse desde los niveles racionales, ya que todos ellos son visiones racionales del mundo. Porque ese espectro de visiones no es tanto una escala vertical que se extienda por encima y por debajo de los niveles racionales, sino una escala horizontal que va desde la creencia sistémica en la causación subjetiva (sistemista derecho) hasta la creencia sistémica en la causación objetiva (sistemista izquierdo). Como ya hemos visto en el capítulo 3, cada uno de los niveles de conciencia dispone de varios tipos horizontales. La orientación política es un tipo que se halla disponible en distintos niveles (usted puede ser de la izquierda o de la derecha del meme rojo, de la izquierda o de la derecha del meme azul, de la izquierda o de la derecha del meme verde, etc.).' En cualquier caso, ésas son escalas independientes: niveles horizontales versus las distintas tipologías de que disponemos dentro de los distintos niveles.
Así pues, el esquema de Parsons constituye una tipología fundamentalmente horizontal dentro de las olas racional-egoicas. Y ése es, precisamente, el motivo por el cual su esquema no cubre (de hecho, ni siquiera reconoce) las importantes visiones del mundo que pueden contemplarse desde las olas arcaica (beige), mágica (púrpura) y mítica (rojo/azul) en las que se halla, aproximadamente, el 70% de la población mundial, algo que Parsons parece soslayar (por no mencionar las olas superiores, transmentales y transpersonales de lo psíquico, lo sutil y lo causal, a las que volveremos en breve).
El esquema de Parsons adolece de una falta de la dimensión vertical de profundidad que, como veremos, aqueja también a la mayor parte de los teóricos presentados en este capítulo.' De hecho, todos los teóricos mencionados aquí (exceptuando a Evelyn Underhill) operan desde nivel(es) exclusivamente racional(es) y, desde esa perspectiva, nos brindan una serie de visiones muy útiles del mundo. Pero, como luego veremos, necesitamos complementar esas importantes aunque limitadas visiones con un enfoque más omninivel y omnicuadrante, especialmente en lo que respecta a los estadios superiores y, lo que todavía es más importante, en lo que respecta a los estadios tempranos del desarrollo (púrpura, rojo y azul), en los que se halla la mayor parte de la población mundial.
Francis Fukuyama: "El fin de la historia y el último hombre"
Tres de los más influyentes analistas de las cuestiones internacionales de hoy en día son Francis Fukuyama, Samuel Huntington y, a un nivel más popular, Thomas Friedman. Sus visiones ilustran el diferente énfasis que dan a los distintos cuadrantes, niveles y líneas. Fukuyama (El fin de la historia y el último hombre) se centra en el nivel egoico-racional (naranja) y su necesidad de reconocimiento (la necesidad de autoestima de la holoarquía de necesidades de Maslow), un reconocimiento que, según Fukuyama, el estado liberal-económico ha logrado transmitir de un modo mucho más eficaz que cualquier otro sistema de la historia. Por ello en este sentido, concluye que no podrá ocurrir ningún cambio histórico más y que, en consecuencia, el Occidente liberal ha vencido a la historia y le ha puesto "fin".
Pero por más importantes que sean las verdades señaladas por Fukuyama, su análisis sólo es válido para los niveles egoico-racionales, postconvencionales y mundicéntricos (naranja y verde), que, como ya hemos visto, sólo afectan, en el mejor de los casos, al 30% de la población mundial. Pero hay que decir que cualquier persona -incluso las nacidos en un país egoico-racional, liberal y postconvencional- debe comenzar su existencia en el estadio 1 (arcaico y beige) y, a partir de ahí, debe acometer el proceso que le llevará a emigrar a través de toda la espiral del desarrollo que, al cabo de cinco o seis grandes estadios, termina abocando a la conciencia postconvencional (naranja). Pero tal cosa sólo ocurre con menos de una tercera parte de la población mundial -debido a factores procedentes de los cuatro cuadran
tes-, de modo que el resto del mundo (un 70% aproximado de la población mundial) no comparte el amor ni el reconocimiento de Fukuyama por la ola egoico-racional (el meme naranja), sino que se decanta por diversas versiones de la ola arcaica, la mágica y la mítica (púrpura, rojo y azul). Así pues, el análisis de Fukuyama se halla circunscrito al meme naranja de los cuadrantes de la Mano Izquierda y a los factores económicos liberal-capitalistas del cuadrante inferior-derecho, pero deja fuera los estadios prenaranja del desarrollo, en los que se halla la mayor parte de la población mundial.
Samuel P. Huntington: "El choque de las civilizaciones"
Aquí es donde el análisis de Samuel Huntington resulta sumamente útil porque, "por debajo" de los memes mundicéntricos y postconvencionales de naranja y verde, se asientan las raíces y los cimientos de las distintas civilizaciones etnocéntricas (incluyendo la nuestra). Y aunque muchas de esas civilizaciones etnocéntricas alienten ideales mundicéntricos, la gran mayoría de los integrantes de cada civilización siguen fuertemente asentados en las olas púrpura, roja y azul (y, más raramente, naranja) del desarrollo de la conciencia. El análisis de Huntington nos habla de nueve grandes bloques de civilización: occidental, latinoamericano, africano, islámico, sínico, hindú, ortodoxo, budista y japonés (véase figura 6.1). Éstas son las placas tectónicas horizontales, por así decirlo, de la cultura humana y resulta absolutamente esencial tenerlas en cuenta porque, como persuasivamente señala Huntington, en ellas se asientan algunos de los principales factores motivadores de la política, el comercio, la guerra y la diplomacia internacional. lo
Como luego veremos, aunque Huntington da una definición bastante amplia del término civilización, se centra fundamentalmente en el cuadrante inferior-izquierdo, es decir, en la cultura," y sus recomendaciones se localizan fuertemente en el meme azul, la postura conservador-republicana (que no es necesariamente tan mala como muchos liberales quieren hacernos creer. Recordemos, a fin de cuentas, que el 70% de la población mundial está en el meme azul o en algún meme inferior. Además, como ya hemos visto, los conservadores, reconocen la causación subjetiva y la existencia de los estadios internos hasta el azul, de modo que suelen ser jueces muchos más fiables y realistas de esos dominios interiores a los que los liberales suelen ser ciegos y, en consecuencia, se ven obligados a exigir cambios exclusivamente externos).
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, los cuadrantes de la Mano Izquierda y de la Mano Derecha se desarrollaron al mismo ritmo. Así, la evolución que condujo, en el cuadrante inferior-izquierdo, desde el nivel arcaico (beige) hasta el mágico (púrpura), el mítico (rojo/azul) y el racional (naranja) se vio jalonada, en el cuadrante inferior-derecho, por un desarrollo tecnológico que pasó de la visión del mundo característica de los pueblos recolectores a la propia de los pueblos hortícola, agrario e industrial, respectivamente (véase figura 4.4). Así fue como la visión mágica del mundo tenía un fundamento recolector, la visión mítica del mundo un fundamento agrario, la visión racional del mundo un fundamento industrial, etc.
Con el advenimiento de la modernidad (racional-industrial), no obstante, la globalización creciente de la economía posibilitó la emergencia de un tipo muy intenso de fenómenos inter-nivel que permitieron, por ejemplo, que las culturas tribales pudieran acceder a la tecnología racional-industrial, con resultados frecuentemente catastróficos. Es más, este mismo tipo de fenómenos inter-nivel podía también tener lugar dentro de una determinada cultura, como ocurrió en el caso de Auschwitz el resultado de la capacidad tecnológica de la visión racional (naranja) del mundo puesta en manos de una agresividad etnocéntrica intensamente prerracional (rojo/azul). Por ello hoy en día, casi cualquier tribu étnica u orden feudal puede acceder a las armas nucleares, biológicas y químicas -que jamás hubieran podido producir por sí solos- con resultados más que lamentables. Como comenzábamos a advertir en los capítulos anteriores, el hecho de que todos los cuadrantes de la Mano Derecha sean materiales posibilita que esos artefactos materiales (desde las modalidades tecnológicas hasta las armas nucleares) puedan ser utilizados por individuos que se hallen en casi cualquier estadio del desarrollo interior de la Mano Izquierda, aun cuando nunca hubieran podido llegar a producirlos. Y son precisamente estos fenómenos los que tornan imperativo el análisis inter-nivel de cuadrantes, niveles y líneas en la política mundial de hoy en día y condenan todo análisis que haga menos que eso (más adelante volveremos sobre este importante tópico).
Las civilizaciones evidencian una pirámide del desarrollo en la que, cuanto más alto es el nivel de desarrollo, menos individuos lo alcanzan, lo cual significa, como ya hemos dicho, que el grueso de la población mundial se halla en las olas más bajas del desarrollo, fundamentalmente púrpura, rojo y azul (y, más rara vez, naranja). Y éste no es un juicio moral, porque todos los estadios desempeñan funciones cruciales y constituyen el fundamento necesario para el desarrollo superior. Pero cada recién nacido debe comenzar su proceso de desarrollo en el primer nivel, sin importar cuán "elevada" o "avanzada" sea la cultura en que se encuentre. La directriz primordial, pues, nos obliga a proteger y promover la salud de toda la espiral del desarrollo sin privilegiar ninguna ola determinada.
Esto significa que una nueva realpolitik deberá tener en cuenta la espiral completa, sin olvidar que el grueso de la población se halla en púrpura/rojo (preconvencional) y azul (convencional). Así pues, el centro de gravedad de la población mundial se encuentra en los estadios egocéntrico y etnocéntrico y, como dice Huntington, esos bloques etnocéntricos tendrán una extraordinaria importancia en la formación de las corrientes mundiales, aunque no sean lo único que importe. Como ya hemos señalado en el capítulo 1, Beck y Cowan estiman que el 10% de la población mundial se halla en el meme púrpura, el 20% en el rojo y el 40% tienen un centro de gravedad azul, de modo que cerca del 70% de la población mundial tiene un centro de gravedad etnocéntrico o inferior, una masa extraordinaria, en suma, de la humanidad.
Y eso también significa que cerca del 70% de la población mundial se halla bastante lejos del nivel en que se centra el análisis de Fukuyama. (Tal vez cuando el porcentaje de población mundial que se halle en el meme naranja sea de cerca del 100%, ése sea realmente el "fin de la historia" que preconiza Fukuyama, pero para ello todavía quedan, en el mejor de los casos, varios siglos. Pero, además, después del meme naranja se halla el verde, el amarillo, el coral/psíquico… No parece, pues, advertirse signo alguno del fin de la historia…
Vertical y horizontal
Pero por más inteligente y útil que pueda ser, el análisis de Huntington resulta fundamentalmente horizontal porque, si bien reconoce la existencia y la profunda importancia de los grandes bloques de la civilización, no parece advertir siquiera los niveles verticales del desarrollo (es decir, púrpura, rojo, azul, naranja, verde y amarillo) que constituyen algunos de los estratos arqueológicos cruciales de esos bloques. Huntington nos brinda una lectura superficial de los territorios reales actualmente presentes, pero no dice absolutamente nada en tomo al análisis evolutivo de las infraestructuras de esos bloques. Si su análisis de la dimensión horizontal se hubiera complementado con una revisión de la dimensión vertical -es decir, si no sólo hubiera reconocido las distintas placas tectónicas presentes, sino también los distintos estratos arqueológicos que yacen bajo esas placas-, dispondríamos de una visión mucho más integral desde la que emitir juicios políticos más asentados.
Permítaseme dar unos pocos ejemplos de lo que supondría este enfoque omninivel y omnicuadrante. La figura 6.2 es un diagrama sacado del libro The Crucible: Forging South Africa's Future, de Don Beck y Graham Linscott que ilustra la mezcla memética de la población adulta de Estados Unidos, Europa, África subsahariana y Sudáfrica. De este modo, la complementación del análisis horizontal de Huntington con la dimensión vertical nos proporcionaría una visión mucho más completa e integral de lo que realmente está ocurriendo en las distintas poblaciones (política, militar, culturalmente, etc.).
Figura 6.2. Mosaico de los sistemas de valor adaptado, con permiso. de Don Beck y Graham Linscott. The Crucible: Forging South Africa's Future (Johan nesburg. South Africa: The New Paradigm Press, 1991, págs. 80-81).
(Beck viajó unas sesenta veces a Sudáfrica para trabajar con quienes estaban tratando de desmantelar el apartheid. Los liberales, obviamente, sostenían que las nociones de "estadios" o "niveles" son marginadoras y opresivas, pero lo cierto es que tal cosa sólo ocurre cuando son utilizadas de un modo inadecuado por quienes tratan de oprimir a los demás, ya sea que utilicen estadios jerárquicos o concepciones antijerárquicas políticamente correctas. Beck no se ha cansado de señalar que el uso adecuado de la noción de estadios sirve para liberar a las personas de los estereotipos raciales. Desde esta perspectiva, «no hay personas blancas o personas negras, sino personas púrpura, personas amarillas, personas naranja, personas verde, etcétera». No debe, pues, extrañarnos que su innovador trabajo en esta área haya sido tan elogiado tanto por Nelson Mandela como por el líder zulú Mongosuthu Buthelezi.)
Son varios los ítems de esta figura que inmediatamente llaman nuestra atención. Europa y América tienen un centro de gravedad fundamentalmente naranja, con grandes bolsas de población azul y verde (como trato de señalar en Boomeritis, la mayor parte de las "guerras culturales", de hecho, tienen que ver con la lucha que mantienen los conservadores azules con los liberales verdes). El África subsahariana todavía se halla dominada por la conciencia tribal que va de púrpura a rojo. El norte de África y gran parte del Oriente Medio se hallan sometidos al orden patriarcal y feudal azul (fundamentalmente basados en una visión religiosa literal y estrecha del Corán). Habría, pues, que complementar la visión horizontal de las civilizaciones de Huntington con el concepto de memes para disponer de una visión realmente integral.
El caso de Sudáfrica era especialmente complejo porque constituía una complicada mezcla de diferentes civilizaciones horizontales (europea y África subsahariana) y de distintas estructuras meméticas verticales (púrpura/rojo versus azul/naranja). El mismo apartheid era una organización típicamente azul, puesto que las jerarquías de dominio social -tanto orientales como occidentales (desde el apartheid hasta el sistema de castas)- se asientan casi exclusivamente en las estructuras azules propias del nivel mítico-pertenencia. Y sobre ese fundamento azul, los blancos de Sudáfrica habían erigido un estado naranja fuertemente capitalista. Cuando el apartheid se vio desmantelado -de un modo muy rápido y sin haber pensado, por cierto, gran cosa en lo que lo reemplazaría-, Sudáfrica quedó sumida en la confusión. Es evidente que el apartheid debía ser desmantelado, pero los sudafricanos necesitaban más tiempo para desarrollar una estructura azul propia que pudiera reemplazar la versión europea. Esto es, según Beck -que ha permanecido muy cerca de los líderes sudafricanos-, lo que ahora está ocurriendo con todo tipo de altibajos (un proceso en el que los liberales verdes no han ayudado gran cosa, puesto que, con su habitual falta de reconocimiento de los estadios interiores, insistían pura y simplemente en el desmantelamiento de toda la estructura azul).
Al igual que ocurrió en el caso de Sudáfrica, son muchos los conflictos internacionales que aquejan a nuestro mundo que se derivan de la colisión entre distintos bloques de civilización (en la escala horizontal) y de la lucha entre distintos memes (en la escala vertical). El caso de Vietnam, por ejemplo, se debió a un conflicto interminable provocado por el choque de dos civilizaciones (la sínica y la occidental) que se hallaban en diferentes niveles del desarrollo (rojo/azul y naranja/verde, respectivamente), con el resultado de que un estado corporativo como Estados Unidos acabó atrapado en el lodazal de las naciones antiguas y de los imperios feudales.
El conflicto serbio, por su parte, ha sido una auténtica pesadilla porque representa el violento choque de no menos de tres bloques de civilización (ortodoxa, islámica y occidental) que incluía, al menos, cuatro niveles diferentes del desarrollo (las tribus étnicas púrpuras, los imperios feudales rojos, las naciones antiguas azules y los estados naranja/verdes). Slobodan Milosevic, el presidente de la antigua nación azul de Serbia, desencadenó la limpieza étnica, la violación y la tortura rojo-tribal. La intervención de los liberales sensibles verdes Bill Clinton y Tony Blair han provocado multitud de alegatos en pro de los derechos humanos verdes que han sido desoídos por las naciones antiguas azules de Rusia, China e Irán, que les consideran (al igual que a todo el meme verde) como auténticos criminales de guerra. Nada sustancial ha cambiado en esta área, ya que las placas tectónicas y los memes todavía siguen yuxtaponiéndose de un modo muy inestable, prestos al próximo terremoto.
El importante papel desempeñado por las olas o memes verticales puede verse en situaciones tales como la reunificación de Alemania. Porque, aunque todos los alemanes comparten el mismo bloque de civilización, la misma dotación genética y casi la misma historia, los eventos ocurridos durante la guerra fría permitieron que Alemania Oriental cayera bajo el influjo de un estado fundamentalista y marxista basado en el poder, una antigua nación azul que se regía por las normas dictadas por un partido único y la obediencia al Estado, mientras que Alemania Occidental seguía su camino de desarrollo hacia una agrupación de estados naranja muy teñida del meme verde. Los problemas de la reunificación, pues, tienen que ver con el modo de entrelazar estas dos diferentes olas del desarrollo cultural (azul versus naranja/verde). Obviamente, en el fondo de ambas Alemanias acecha la locura provisional de la regresión a la limpieza étnica y el holocausto de la Segunda Guerra Mundial llevados a cabo con una tecnología naranja sumamente poderosa, la peculiar pesadilla de mezcla de niveles posibilitada por la modernidad. Así pues, las dificultades que conlleva la reunificación de Alemania no se deben tanto a un choque horizontal de civilizaciones como a un choque vertical de memes.
Y lo mismo ocurre con la Unión Soviética, un estado manifiestamente moderno, pero cuya infraestructura sigue firmemente anclada en una antigua nación azul, totalitaria, unipartidista y centrada en una economía dirigida por el estado y por ideales colectivistas. Y puesto que el meme naranja, la iniciativa individual y el mercado capitalista no pueden desarrollarse en esas circunstancias, cuando trató de adoptarse -de un modo, ciertamente, un tanto abrupto- algo semejante a una economía del mercado, la nación antigua no evolucionó hacia un estado moderno naranja, sino que, en muchos sentidos, retrocedió a un imperio feudal rojo, a las guerras de bandas y a mafias en lucha por el control del mercado. Y en la medida en que la nación antigua continuó su difícil proceso de desarrollo hacia un estado moderno, se ha visto acompañado de déficit estructurales correlativos en el cuadrante inferior-derecho, hasta el punto de que es innecesario decir que, en este momento, los derechos humanos verdes ocupan el último lugar de su escala de intereses.
Algo semejante está ocurriendo también en el continente chino, donde una antigua nación azul está tratando de avanzar a trompicones hacia un estado moderno naranja, un desarrollo que, hablando en términos generales, no se cataliza convirtiendo los derechos humanos verdes en el principal problema. Y es que las naciones azules comprenden de un modo intuitivo (y correcto, por otro lado) que los derechos humanos verdes disolverán la estructura azul, lo cual supondría un verdadero desastre para China. Sólo en la medida en que se asiente una infraestructura naranja -con una clase media emergente, una tecnología en vías de desarrollo, un respeto por los derechos humanos objetivos y una iniciativa individual verdaderamente libre-, comienzan a tener sentido los derechos humanos verdes. Así pues, aun cuando una nación azul quisiera avanzar hacia al pluralismo verde, se hallaría estructuralmente imposibilitada para hacerlo, de modo que el simple hecho de pretenderlo no hace más que generar todo tipo de respuestas paranoicas.
Todo esto nos revela un hecho fundamental de las civilizaciones y de sus problemas, y es que el desarrollo exterior sólo puede implementarse y sostenerse sobre la base del correspondiente desarrollo interior. Y como evidencia un análisis omninivel y omnicuadrante, no es que uno sea más importante que el otro, sino que ambos aparecen y desaparecen juntos.
El mal meme verde
Aunque el análisis de Huntington carece de profundidad vertical, nos proporciona una visión adecuada del papel que desempeñan los bloques horizontales de la civilización en los ámbitos de la política, el comercio, las relaciones culturales y los conflictos internacionales. Su análisis -altamente recomendable- testimonia el hecho de que, en la gran espiral del desarrollo que va desde lo egocéntrico a lo etnocéntrico y mundicéntrico, el grueso de la población mundial todavía se halla en el estadio etnocéntrico y probablemente permanezca ahí durante un futuro indefinido (como ha ocurrido desde hace milenios). Esto no supone, en modo alguno, negar la posibilidad de que emerjan culturas mundicéntricas -puesto que Huntington aporta alguna evidencia a este respecto-, sino tan sólo que el centro de gravedad de los distintos bloques de civilización es sumamente etnocéntrico y que, debido a la pirámide del desarrollo, los clusters etnocéntricos serán siempre factores muy poderosos (y a menudo dominantes) de la conciencia individual y cultural.
No cabe la menor duda de que las recomendaciones políticas de Huntington se asientan fuertemente en el meme azul (y en una visión del mundo republicano-conservadora), lo cual ha despertado con frecuencia las iras de los liberales (y del meme verde, en general), porque transgrede sus objetivos declarados de diversidad, multiculturalismo y sensibilidad. Además -y al igual que decíamos con respecto al análisis de Fukuyama-, el análisis liberal-verde sólo se aplica a un porcentaje muy pequeño de la población mundial. De hecho, Beck y Cowan han descubierto que menos del 10% de la población mundial se halla en el meme verde (y casi completamente circunscrito al bloque de la civilización occidental, lo cual desconcierta a los multiculturalistas verdes que parecen dispuestos a abanderar cualquier cosa menos la civilización occidental).
Además, para que el resto del mundo alcance el meme verde, los individuos tienen que desarrollarse desde púrpura hasta rojo, azul, naranja y verde. Como subrayan de continuo Beck y Cowan (y casi todos los investigadores del desarrollo), el meme azul (llamémosle como le llamemos) constituye un estadio absolutamente necesario, crucial e inevitable para la emergencia de los estadios más elevados (incluyendo el verde) y, en consecuencia, resulta lamentable que el meme verde haga todo lo posible por destruir el meme azul dondequiera tropiece con él. Como afirma la Spiral Dynamics, "verde disuelve azul" y por ello, como concluye el mismo Beck: «Verde ha generado más daño en los últimos treinta años que cualquier otro "meme"».
Insisto en que no se trata de que lo que diga el meme verde sea falso, sino tan sólo de que lo hace a destiempo, porque el mundo en general -incluida la mayor parte de la población de Estados Unidos- todavía no se halla en condiciones de dar el salto al pluralismo verde. Además, como adecuadamente dice Huntington, ninguna civilización que haya sostenido una agenda pluralista ha sobrevivido, pero no porque, como él opina, ninguna civilización pueda sobrevivir en esas condiciones, sino porque, hasta que más del 10% de la población se encuentre realmente en la ola verde y el centro de gravedad cultural sea fuertemente pre-verde, toda cultura que trate de imponer a la fuerza el pluralismo y multiculturalismo se rasgará por sus costuras más rápidamente de lo que tardamos en pronunciar el término "deconstrucción". Eso, precisamente, es lo que Beck quiere decir cuando afirma que el daño provocado por el meme verde ha solido pesar más que sus evidentes bondades, y hacia ahí apunta también la crítica de Huntington.
La diferencia, sin embargo -y se trata de una gran diferencia-, es que Beck nos brinda un análisis post-verde que tiene en cuenta la directriz primordial. Según dicho análisis, cuando el meme verde disuelve el meme azul, mutila la espiral del desarrollo e imposibilita, de ese modo, el avance hacia púrpura y rojo, porque no hay ninguna base azul para aceptar el desarrollo. Es así como el meme verde lesiona la espiral completa del desarrollo humano, aquí y en todas partes, desdibujando, de ese modo, sus innegables bondades. La directriz primordial nos obliga a reconocer que todos los memes, incluidos el azul y el verde, constituyen aspectos necesarios de la espiral global y que todos desempeñan un papel fundamental en la salud de toda la espiral del desarrollo.
A Huntington, por su parte, no parece gustarle el meme verde y está abanderando una especie de ataque pre-verde a verde. (Con ello no quiero decir que Huntington ataque la noción de "pluralismo internacional", puesto que él reconoce la importancia y legitimidad de los principales bloques de la civilización y es un abierto defensor del pluralismo internacional. Lo único que Huntington está atacando es la versión multiculturalista de Estados Unidos, que en su opinión está disolviendo ciertas facetas absolutamente fundamentales.) Por ello muchos liberales ignoran el análisis de Huntington, pero en mi opinión -y aun cuando sus sugerencias se hallen muy teñidas del meme azul- por ahí es, precisamente, por donde debemos empezar. De forma deliberada o inconsciente, el meme verde ha dañado las infraestructuras azules y convendría emprender, en este sentido, una restauración estructural (invirtiendo así lo que George W. Bush ha denominado «un fanatismo blando de expectativas limitadas»).
Los ideales del meme verde sólo pueden erigirse sobre los sólidos cimientos proporcionados por los memes azul y naranja. Sin azul y naranja, no hay verde. Así pues, el ataque del meme verde a los memes azul y naranja es profundamente suicida. Pero la cosa no termina ahí porque, cuando la muy desarrollada ola verde postformal alienta todos y cada uno de los movimientos "multiculturales", está alentándoles también a no alcanzar el meme verde. De este modo se llega a la paradójica situación de que cuando más éxito tiene el meme verde, más autodestructivo resulta. Sería, pues, muy interesante que el meme verde tuviera en cuenta la directriz primordial y buscara el modo de alentar la espiral completa del desarrollo, sin asumir la actitud típica de la izquierda "ordenada", según la cual todo el mundo debería desarrollarse hasta alcanzar el meme sensible.
El meme verde -que representa cerca del 20% de la población adulta norteamericana y constituye el núcleo de lo que Paul Ray denomina inadecuadamente "cultura integral"- se halla hoy en día en condiciones de avanzar hasta el pensamiento de segundo grado y las construcciones auténticamente integrales. El meme verde, que durante las últimas tres décadas, ha estado a cargo del mundo académico, de la élite cultural y de gran parte de la política liberal, está siendo desafiado en todos los frentes (a causa de sus propias contradicciones internas, su fracasada agenda política, la intolerancia puesta de relieve por el pensamiento políticamente correcto, su afirmación de ser superior en un mundo en el que se supone que nada es superior, el nihilismo y narcisismo característicos del postmodernismo radical, su marginamiento agresivo de las holoarquías y su falta de visión integral). Como ocurre cada vez que un meme empieza a perder su hegemonía, sus inquisidores comienzan con mucha frecuencia una beligerante y reaccionaria defensa que, en este caso, podría llamarse el "mal meme verde" (el hogar de boomeritis). Actualmente, boomeritis y el mal meme verde son los impedimentos principales para la emergencia de un abordaje auténticamente integral e inclusivo. Queda por ver si durante las próximas décadas el mal meme verde renuncia a su hegemonía -dejándonos las muchas funciones positivas, importantes y necesarias del meme verde sano-, o si habrá que aguardar a la muerte de sus adherentes (la alternativa más probable si escuchamos a la historia).
Por consiguiente, cuantas más personas cabalguen la ola verde, más se hallarán en condiciones de dar el salto al hiperespacio de la conciencia de segundo grado, donde pueden concebirse e implementarse abordajes realmente integrales de los problemas del mundo.
La Civilización Mundial
Huntington acaba su discusión azul con el reconocimiento de la lenta emergencia actual de una Civilización Mundial (las mayúsculas son suyas) postconvencional y mundicéntrica que no sólo incluye las olas naranja y verde, sino que también empieza a intuir las olas integrales propias del pensamiento de segundo grado, una especie de Civilización Mundial integral y global. Y aunque sus recomendaciones no provengan de ese nivel, Huntington lo reconoce, con lo cual también reconoce que el mundo está moviéndose lentamente en una dirección integral.
Huntington señala que lo que habitualmente se denomina "universalismo" es, en realidad, una forma de imperialismo, es decir, el intento de un bloque de civilización (como el occidental, por ejemplo) de imponer sus valores sobre todos los demás, un universalismo que, por mi parte, también me parece categóricamente reprobable. En su lugar, Huntington propone un universalismo alternativo de "comunidades" que, además de reconocer y honrar las muchas y muy importantes diferencias existentes entre las culturas, también reconozca las cosas que tenemos en común en tanto que seres humanos que viven en un pequeño planeta, un universalismo sano que comparto (y al que también denomino unidad-en-la-diversidad, pluralismo universal, unitas multiplex, integralismo universal, etc.). Estoy completamente de acuerdo cuando Huntington afirma que: «en un mundo multicivilizacional, el avance constructivo debe llevarnos a renunciar al universalismo [el imperialismo], aceptar la diversidad [el pluralismo internacional] y buscar las cosas que nos unen [el universalismo sano]».
En lo que respecta a un universalismo sano y a una Civilización Mundial, una auténtica civilización integral, Huntington concluye -muy adecuadamente en mi opinión- que «si los seres humanos acaban desarrollando una civilización universal, ésta surgirá gradualmente a través de la búsqueda y ampliación de los elementos compartidos. Por ello… las gentes de todas las civilizaciones deben buscar y tratar de ampliar los valores, instituciones y prácticas que comparten con los integrantes de otras civilizaciones».
Luego, Huntington se centra en el núcleo de la cuestión: la transformación de lo etnocéntrico (azul) a lo mundicéntrico (e integral): «Este esfuerzo no sólo contribuiría a reducir el choque de civilizaciones, sino que fortalecería la Civilización Mundial [no el imperialismo, sino el universalismo sano]. Esta Civilización Mundial probablemente implique una compleja mezcla de los niveles más elevados de la moral, la religión, el aprendizaje, el arte, la filosofía, la tecnología, el bienestar material y probablemente otras cosas» (las cursivas son mías). Dicho en mis propios términos, las distintas líneas o corrientes del desarrollo (desde la moral hasta la religión, el aprendizaje, el arte, etc.) discurren a través de los distintos niveles u olas evolutivas (desde púrpura, hasta rojo, azul, naranja, verde, etc. o, dicho de otro modo, desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico), y cuanto más elevado sea el nivel del desarrollo de las distintas líneas, más probable será que asistamos a la emergencia de una Civilización Mundial, precisamente porque las placas tectónicas van desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico. El análisis de Huntington nos recuerda que la inmensa mayoría de la población mundial todavía se halla en la ola etnocéntrica y que cualquier realpolitik que quiera fomentar el desarrollo mundicéntrico debe tomar buena cuenta de ello.
Pero una civilización mundicéntrica no es un conglomerado imperialista uniforme y homogéneo que abandere exclusivamente la diversidad etnocéntrica y aboque a los horrores señalados por Huntington -fragmentación, alineación y guerras-, sino un rico entramado de unidad-en-la-diversidad que subraya tanto la unidad como la diversidad.
Finalmente, Huntington concluye su análisis con la pregunta crucial a la que apunta todo su libro: «¿Cómo podemos llegar a comprender el complejo proceso que conduce al desarrollo de una auténtica Civilización Mundial?».
En mi opinión, obviamente, uno de los mejores modos de cartografiar el extraordinario viaje que conduce desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico y todos los peligrosos recodos que jalonan el camino a la tierra prometida de la Civilización mundicéntrica y de unitas multiplex, reside en un enfoque omnicuadrante, omninivel y omnilínea. Y debo decir que ése no es tanto un punto final, como un nuevo comienzo.
Thomas L. Friedman:
"The Lexus and the Olive Tree"
Aunque haya quienes consideren a Thomas Friedman como un mero divulgador, lo cierto es que subraya varios ítems que el resto de los analistas soslayan o no aciertan a señalar. Desafortunadamente, sin embargo, su visión global también es muy superficial u horizontal, ya que sólo tiene en cuenta seis grandes dominios o corrientes, pero carece de niveles y de olas. (Recordemos que este enfoque chato, que ignora la importancia de los niveles del desarrollo, no es exclusivo de Friedman sino que, como hemos ido viendo a lo largo de este capítulo, constituye el abordaje más frecuente de la mayor parte de los analistas políticos y socioculturales de hoy en día, entre los que cabe destacar a Samuel Huntington, Zbigniew Brzezinski, Paul Kennedy, Robert Kaplan, etc., aunque su obra sea, en otros sentidos, admirable y cualquier análisis realmente integral debería asumir sus verdades parciales).
Los seis dominios o corrientes señalados por Friedman son la política, la cultura, la seguridad nacional, las finanzas, la tecnología y el medio ambiente, seis dominios que, en su opinión, sólo pueden comprenderse individualmente comprendiéndolos a todos. Luego felicita a Paul Kennedy y John Lewis Gaddis por tratar de ser más "integrales" y "globales" aunque, desde mi punto de vista, sólo son "medio integrales", puesto que su visión se centra en la chata red-de-la-vida que, si bien está interconectada en un determinado nivel, carece de toda profundidad vertical. «En un ensayo escrito por ambos -dice Friedman-, Gaddis y Kennedy se lamentan de que la política internacional se halle, tan a menudo y en tantos países, en manos de particularistas. Según los dos historiadores de Yale: "Son personas sumamente competentes a la hora de considerar aspectos parciales, pero que tienen dificultades en ver la imagen global. Ordenan las prioridades y tratan de cumplirlas separada y simultáneamente, sin pensar en el modo en que se interfieren mutuamente. Se mueven perfectamente de árbol en árbol, pero parecen hallarse completamente perdidos en medio del bosque. Los grandes estrategas del pasado eran generalistas que veían tanto los bosques como los árboles y operaban desde una perspectiva ecológica, comprendiendo que el mundo es una red en la que todo está interconectado y que los cambios realizados aquí repercuten allí. ¿Dónde, sin embargo, podemos encontrar hoy a un generalista?… La tendencia dominante en las universidades y en el mundo del pensamiento experimenta una especialización cada vez mayor que premia más la comprensión profunda de un solo campo que la diversificación en varios. Pero sin comprensión de la totalidad… no puede haber estrategia alguna y, sin estrategia, no hay más que movimiento a la deriva".»
Y sin profundidad, la deriva es todavía mayor. Todos esos teóricos -entre los que cabe destacar a Kennedy, Gaddis y al mismo Friedman- se centran casi exclusivamente en los cuadrantes de la Mano Derecha (que incluye la teoría sistémica, las teorías del caos y de la complejidad, la red de la vida, el holismo chato, la globalización tecnoeconómica, etc.). O bien ignoran los cuadrantes de la Mano Izquierda o sólo los admiten de pasada, pero sin reconocer los distintos niveles verticales de profundidad del desarrollo de esos cuadrantes. Y por ello incurren con tanta frecuencia en el reduccionismo sutil -que consiste en reducir todos los eventos de la Mano Izquierda a ajustes funcionales de la Mano Derecha- y no nos presentan tanto un holismo integral (que atienda a las realidades de la Mano Izquierda y a las realidades de la Mano Derecha) como un holismo chato (exclusivo de la Mano Derecha).`
Así pues, el holismo chato y la red ecológica de la vida deben verse complementados con la dimensión vertical y la pirámide de la vida, dos dimensiones esencialmente importantes. Cualquier análisis que no preste la debida atención a la dimensión vertical de las olas del desarrollo de la conciencia está moviéndose en un espacio bidimensional, no en un espacio tridimensional (que es, por cierto, el espacio en que se mueve el mundo real), con lo cual las dimensiones de altura y profundidad se escapan del análisis que, en consecuencia -y por defecto-, tiene lugar desde el nivel de desarrollo subjetivo alcanzado por el analista, lo cual suele significar que el meme azul, naranja o verde trata de comprender la espiral completa del desarrollo a través de la lente que le proporciona su propio nivel, con resultados más que lamentables.
Así, aunque yo aplauda las interconexiones de la "red de la vida" (que tiene en cuenta dos cuadrantes y ningún nivel) subrayadas por estos analistas, sugiero que una visión más global (omnicuadrante y omninivel) serviría a la estrategia con una deriva mucho menor."
Pero volvamos a Friedman. El título de su último libro, The Lexus and the Olive Tree, refleja uno de los conflictos fundamentales del mundo actual, la tensión entre las culturas concretas (una noción semejante a las "civilizaciones" de Huntington), que son locales, y la globalización creciente, que no lo es. El mundo actual se halla sometido a una lucha por la globalización tecnoeconómica (representada por el Lexus) que tiende a fracturar -e incluso, en ocasiones, a destruir- las tradiciones y culturas locales (representadas por el olivo). El análisis realizado por Friedman nos habla de la existencia de seis dominios y del papel que desempeñan en ese conflicto, pero el protagonismo gira en tomo a la tecnología global -desde el Lexus hasta el ciberespacio- y a su implacable lógica de homogeneizar el mundo. Pero, nos guste o no, la globalización está aquí para quedarse: «Si queremos comprender el mundo de la postguerra fría, tendremos que comenzar a reconocer la aparición de un nuevo sistema mundial: la globalización, y en ella deberemos centrar nuestra atención. Evidentemente, no se trata del único factor que influye en los eventos del mundo actual, pero ésa es, por así decirlo, la Estrella Polar y una de las fuerzas conformadoras del mundo actual. Lo nuevo es el sistema, lo viejo es la política del poder, el caos, el choque de civilizaciones y el liberalismo. Y el drama en que se halla inmerso el mundo posterior a la guerra fría radica en la relación existente entre el nuevo sistema y las viejas pasiones».
El análisis de Friedman de la globalización, si bien reconoce la existencia de muchas corrientes, se centra casi exclusivamente en el cuadrante inferior-derecho, el sistema social de globalización tecnoeconómica, la locomotora que está tirando del resto de tren. Pero por más cierto que sea esto desde la perspectiva del cuadrante inferior-derecho, su análisis adolece de profundidad vertical en los cuadrantes interiores. Por otra parte, sus conclusiones (en lo que respecta, al menos, al cuadrante inferior-derecho) se hallan también en línea con el polémico -aunque hoy en día prevalenteanálisis realizado por Peter Schwartz y Peter Leyden y expuesto en «The Long Boom», Wired, julio de 1997, donde los autores señalan las cinco corrientes tecnológicas actuales que, a su juicio, se hallan presentes en el impulso hacia la integración global (el ordenador personal, las telecomunicaciones, la biotecnología, la nanotecnología y la energía alternativa).
Pero aunque ése sea un análisis completamente correcto, hay que matizarlo con los resultados de los análisis realizados desde una perspectiva omninivel y omnicuadrante que tenga en cuenta los otros cuadrantes y los estratos arqueológicos de la conciencia en los cuadrantes interiores que afectan a todo evento, aun a aquellos que se encuentren en la tecno-red global (no debemos olvidar que, por más que lo hagamos en el seno de una cultura integral, todos nacemos en el primer nivel y que, a partir de ahí, debemos comenzar nuestro proceso de desarrollo a través de toda la espiral, un proceso en el que se hallan inmersos miles de millones de personas y abarca todos los colores del espectro global de la conciencia).
Si nos centramos exclusivamente en la red tecnológica global soslayaremos un rasgo absolutamente esencial, los niveles de conciencia que se mueven a través de esa red ¿Acaso nos interesa que el globo entero se halle en el estadio moral 1? Porque, en tal caso, lo más global que podríamos tener es la pesadilla de la guerra. Existe un bien global y también hay un mal global y si no se da un desarrollo correlativo de la conciencia, tendremos más de éste que de aquél. Si no centremos nuestra atención en el desarrollo de la Mano Izquierda y el desarrollo simultáneo de la Mano Derecha -es decir, si no ponemos la misma atención en el desarrollo de la conciencia y en el desarrollo de la tecnología material-, lo único que haremos será ahondar nuestra locura colectiva." Recordemos que ésta fue también la conclusión a la que arribaron los asesores de UNICEF, según la cual -como ya hemos visto en el último capítulo-, el desarrollo exterior no puede sostenerse sin el correspondiente correlato de un adecuado desarrollo interior.
Pero el análisis del cuadrante inferior-derecho de Friedman nos ayuda a equilibrar la igualmente desproporcionada imagen que nos han brindado analistas como Kaplan y Huntington, que casi ignoran por completo el cuadrante inferior-derecho (especialmente la emergencia de las redes sistémicas, el impacto del ciberespacio, el poder de los mercados globales y la difusión de la tecnología, que están transformando por completo los ámbitos financieros, medioambientales y comerciales). Existe un Eros en el Kosmos, una tendencia evolutiva sutil, lenta e implacable, una especie de corriente migratoria que nos lleva a establecer conexiones cada vez más elevadas y profundas, en un viaje que va desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico. Es cierto que la tecnología mundicéntrica y globalizadora tiene a Eros de su lado, pero ello no significa que la globalización deba limitarse a transmitir los valores superficiales de Occidente (ya que son muchas las razones por las que no debe hacerlo, aunque eso sería objeto de otro análisis). En cualquier caso, Friedman tiene razón cuando afirma que la tecnología está impulsando una ola integral-global.
Y esa ola tecnológica global afecta básicamente al cuadrante inferior-derecho, el correlato de la Civilización Mundial (cuadrante inferior-izquierdo) de la que nos habla Huntington. Así pues, Huntington y Friedman nos proporcionan algunas de las piezas del puzzle que alienta la lenta emergencia de una Civilización Mundial. Y como suele ocurrir, el fundamento tecnoeconómico -el cuadrante inferior-derecho- es el que toma la delantera y da forma a las sociedades en las que se desarrollan los individuos. La tecnología suele expandirse muy rápidamente y esa tecnología va modelando lentamente, a lo largo de muchas generaciones, las culturas que brotan en su seno. Esto fue lo que sucedió con las olas recolectora, hortícola, agraria e industrial, y eso es también lo que ahora está ocurriendo con la revolución informática.
Pero más allá de las estructuras tecnoeconómicas (agraria, industrial, informática, etc.) propias de la Mano Derecha también hay que tener en cuenta -en la Mano Izquierda- las placas tectónicas horizontales y las capas verticales del desarrollo en las que tiene -y siempre tendrá lugar- la mayor parte de la acción." Porque debo insistir, una vez más, en que todo el mundo (incluso en una Civilización Mundial) nace en el primer nivel y que, desde él, debe emprender el proceso espiral del desarrollo, de modo que cualquier civilización siempre tendrá bolsas de subculturas. En el seno de cualquier civilización -occidental, pongamos por casohay -y siempre habrá- bandas callejeras púrpuras, tribus atléticas rojas, órdenes feudales azules y comunidades verdes. Y ése es precisamente el motivo por el cual ninguna tecnología mundicéntrica podrá llegar a imponer una cultura homogénea. Y todo eso, precisamente, es lo que soslayan los análisis del cuadrante inferior-derecho que se centran exclusivamente en la tecno-globalización superficial.
El enfoque omnicuadrante y omninivel, por su parte, nos permite seleccionar lo mejor de cada análisis y ubicarlo en el lugar que le corresponde dentro de una visión mayor que nos permita apreciar sus importantes contribuciones (y limitaciones). Creo que los tiempos están hoy en día ya lo suficientemente maduros como para que el análisis de la política mundial dé un paso hacia delante en el camino que le conduce a una ola más integral.
Las olas de la experiencia espiritual
Permítaseme redondear esta visión global -que gira en tomo a la integración de las distintas visiones del mundo (o mapas del Kosmos) de que disponemos- con algunos ejemplos de los logros
superiores del desarrollo de la conciencia y de las experiencias espirituales. Son varios los libros en los que he presentado una considerable evidencia acerca de la existencia de cuatro tipos diferentes de experiencias místicas -el misticismo natural (psíquico), el misticismo teísta (sutil), el misticismo sin forma (causal) y el misticismo no-dual (no-dual)-, cuatro olas transpersonales y transracionales de profundidad creciente' que no tienen nada que ver con las olas prerracionales púrpura (magia) y roja (mito)."
La evidencia intercultural de que disponemos acerca de la existencia de esas olas superiores se halla hoy en día fuera de toda cuestión. Digamos, en este sentido, por poner un solo ejemplo, que Evelyn Underhill -cuyo Mysticism sigue siendo un clásico de las tradiciones místicas occidentales- concluye que la experiencia espiritual discurre a través de un continuo evolutivo que va desde el misticismo natural (que constituye una especie de unión con la-red-de-la-vida) hasta el misticismo metafísico (que incluye la iluminación sutil y la absorción sin forma) y el misticismo divino (y los estados de unión no-dual), un modelo, por otra parte, muy semejante al mío.
El espectro global -que va desde la materia hasta el cuerpo, la mente, el alma (lo psíquico y sutil) y el espíritu (causal y nodual)- no es más que la Gran Cadena del Ser. En las figuras 4.1, 4.2 y 4.3 presentamos varias versiones de este Gran Nido cuya evidencia intercultural es, como Huston Smith y tantos otros han señalado, incuestionable.` Mi propuesta, recordémoslo, consiste en llegar a integrar las importantes comprensiones proporcionadas por el Gran Nido del Ser con las verdades del mundo moderno de un modo que sintetice lo mejor de la sabiduría antigua con lo mejor del conocimiento moderno y abra así el camino hacia una auténtica TOE.
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