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El impacto del nuevo escenario sobre la educación

Enviado por di1950


    1. La crisis del Estado – Nación.
    2. El impacto de la Revolución Científico – Técnica.
    3. Medios masivos, informática y mercado en el nuevo escenario.
    4. Conclusiones.
    5. Bibliografía.

    Primera Parte.

    "En la medida en las actuales estructuras y culturas de la enseñanza se dejan tal cual están, la tarea de responder a estos cambios complejos y acelerados desde el aislamiento sólo creará mayores sobrecargas, intensificación, culpabilidad, incertidumbre, cinismo y abandono pasivo(…) A medida que las escuela ingresan a la era postmoderna, algo habrá que hacer"

    A. Hargreaves (1994)

    "Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"

    Proverbio africano rescatado por Eduardo Galeano

    Introducción.

    Funes, el memorioso, cuenta Jorge Luís Borges, tenía el enorme problema de su incapacidad para generalizar. Para él un perro, visto de perfil, no era el mismo, que viera de frente un instante antes. Así, estaba condenado a vivir en un mundo desconectado, donde cada cosa, cada hecho, carecía de historia, un mundo de espacios únicos e incomunicados. Era incapaz de construir una imagen de la realidad dado que esta se le componía de múltiples sensaciones inconexas.

    En el campo de la educación todos aparecemos, en este final de siglo, contagiados un poco del problema de Funes, el memorioso.

    Golpeados por una realidad que cambia a un ritmo de vértigo, rotos o exiliados los paradigmas en los que nos formáramos, nos encontramos desconcertados, casi huérfanos de referentes.

    El optimismo y la seguridad han dejado paso al desconcierto, la inseguridad y una buena dosis de fatalismo. Estamos insertos en una cultura de aluvión donde los diferentes componentes han revolucionado nuestra cotidianidad. Muchos de esos elementos aún no se han conformado plenamente y están luchando por consolidar un espacio dentro del conjunto. Los grandes inclusores construidos a partir del discurso propio de la modernidad, se muestran insuficientes para cumplir su tarea frente a esta nueva realidad. Estamos obligados a construir un nuevo referente en un proceso de incesante, construcción, reconstrucción que demanda un esfuerzo no menor. ¿Cómo rescatar lo valioso de la modernidad, sobre todo, su apuesta a la racionalidad como eje del comportamiento, e integrarlo con aquellos elementos del discurso posmoderno? ¿Cómo "leer el mundo" y proceder a transformarlo a partir de determinados valores esenciales, en medio de un canto al "todo vale?". Estas son algunas de las interrogantes que habremos de enfrentar.

    Hoy más que nunca todos los educadores debemos plantearnos, como lo hiciera Reina Reyes (1969) "¿Para qué futuro educamos?". En tanto seamos capaces de construir respuestas colectivas a esa pregunta, estaremos construyendo un nuevo sendero. No tendrá la aparatosidad de las grandes autopistas pero nos permitirá avanzar hacia el crecimiento personal y hacia la construcción de una nueva realidad interna y externa. Nos posibilitará crear el norte de una nueva educación capaz de dar respuesta a los diferentes problemas que hoy debemos enfrentar.

    Dentro del marasmo de eslóganes que pueblan hoy el universo ideológico, hemos de retornar a las preguntas claves, a las primarias, aquellas que nos permiten el rastrear un sentido a nuestra vida y acción. Definir lo esencial y dejar de lado aquellos aspectos coyunturales, a partir de una adecuada valoración del escenario donde hemos de movernos. Tal como en una obra de teatro, cada elemento tiene un sentido que enriquece, le confiere significatividad y profundidad al texto, en nuestro caso concreto el discurso educativo y la acción que a él se asocian.

    En ese andar-construir, es necesario tener muy presente las palabras de Gabriel García Márquez, pronunciadas al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982. "…La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos, sólo contribuye a hacernos cada vez mas desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios" La advertencia de García Márquez es sencilla pero muy difícil de llevarla a la práctica. Resulta un esfuerzo permanente el crear nuestra propia visión escapando a las redes del poder que procuran "vendernos" una determinada imagen de nosotros mismos y de nuestro entorno. En todos los campos debemos procurar vernos con nuestros propios ojos, comunicarnos en nuestros propios códigos culturales, usar los canales de nuestra identidad.

    Sigamos entonces el consejo que Tolstoi diera a un joven escritor: "describe bien tu aldea y estarás describiendo el mundo." Por eso siguiendo la indicación del viejo maestro, procuraremos dar una visión desde esta aldea, situada en este "sur" genérico, que hace referencia a las naciones periféricas.

    Un primer paso a dar consiste en superar la indigencia de teoría de que nos habla McLaren (1994) a que nos quieren a acostumbrar determinados grupos hegemónicos. Hemos de ser capaces de leer adecuadamente nuestra realidad de manera de ubicar las coordenadas que rigen el presente, definir el escenario y las fuerzas que lo cruzan de manera de podernos plantear la construcción de un nuevo discurso educativo. Un nuevo discurso capaz de sustentar una práctica nueva, una re institucionalización de la misma. En esa lectura hemos de prestar atención a los silencios. Como lo sostiene Barrán (1996) hemos de aguzar mucho el oído para escuchar las voces de aquellos que sistemáticamente han sido acallados por la historia y el discurso oficial, para levantar la voz de los sin voz.

    El presente artículo no se propone sino marcar algunos referentes a tomar en cuenta a la hora de construir el camino. Una pequeña contribución para una reflexión que ineludiblemente deberá ser colectiva y abarcar a la sociedad toda. El objetivo no puede ser otro que el trazar las grandes líneas que definen el nuevo escenario. Consiste en el esfuerzo por superar la tentación por refugiarnos en una visión mítica del pasado y llorarlo como el edén perdido. "La primera línea de defensa ante el vendaval de los cambios sociales es considerarlos expresión de ideas reformadoras ajenas al mundo educativo y aferrarse a las posiciones inmovilistas. Es la opción del derrotismo y de la amargura. Frente a ella está la alternativa de salir al encuentro de las transformaciones sociales e incorporarse al proceso de cambio" La segunda alternativa es sin dudas la más dura, la que guarda mayor dosis de sinsabores y enfrentamientos. Es enfrentarse a los burócratas que medran con el presente, a los grupos de presión interesados en el status quo; es ser capaces de abandonar mitos y ritos de que está poblado el mundo educativo. Sin dudas, pese a los costos señalados, es el camino que nos lleva a ser protagonistas de la historia y no sólo víctimas de aquella.

    Los primeros pasos a dar, en la dirección propuesta, consisten en analizar algunos elementos trascendentes que redefinen el espacio social en que se desenvolverá todo lo referente a la enseñanza. Necesariamente hemos de sintetizar y seleccionar aspectos, priorizando en todo momento, aquellas dimensiones que adquieren en nuestro país y en la región. Sin renunciar a aportes conceptuales y de experiencias que provengan de otras sociedades, procuraremos hacer una lectura desde nuestras particulares coordenadas. Intentaremos construir una genealogía propia que nos acerque a la realidad de este país, que en muchos aspectos es atípico.

    1. La crisis del EstadoNación.

    Conjuntamente con la crisis del modelo de estado de bienestar, asistimos hoy a una definición nueva del rol a cumplir por el Estado Nacional, tanto en el orden externo como en el interno. Esto tiene una trascendencia enorme para la educación, dado que los sistemas educativos surgieron históricamente de forma paralela a la consolidación del aparato estatal. Cuando en medio de una sociedad fragmentada, como era la uruguaya a mediados del siglo XIX, surge el intento de consolidar el Estado, se recurrió a la educación como uno de los instrumentos esenciales. No en vano el proyecto inicial de José Pedro Varela, contó con el apoyo de aquellos sectores económicos partidarios de la modernización de la sociedad. El antagonismo entre civilización y barbarie, es planteado como el nudo fundamental que había que resolver a favor del primero como condición para introducir al país en los nuevos circuitos internacionales. Este proceso fue similar en rasgos generales en toda la región, pero hemos de destacar que en Uruguay es donde se alcanzaron éxitos más permanentes. Respecto a este proceso J. Gimeno Sacristán (1998), nos expresa: "El desarrollo de los sistemas escolares va ligado a la formación del Estado moderno, amalgamando en este esfuerzo motivaciones diversas: preparación de mano de obra para la maquinaria productiva, disciplinamiento a través de procedimientos simbólicos no coercitivos, divulgación de una cultura acorde con una idea de nación, ideales ilustrados de liberación de los individuos a través de la cultura, cuidado de la infancia y logro de una cierta igualdad"

    A pesar de las contradicciones que llevó en sí este proceso "fundacional" de los sistemas educativos, el impulso, con el viento de la historia general a su favor, le permite expandirse y alcanzar un grado de penetración significativa. Una penetración que no ha de medirse tanto por el crecimiento de la matrícula, con todo lo que ello importa, sino por la imagen altamente positiva que reúne la escuela frente al conjunto social. Se crea una expectativa positiva del mensaje escolar que propicia así mismo, un campo fértil para la reproducción de aquel. A pesar de las carencias materiales, a los errores de métodos, a formas organizativas inadecuadas, la escuela avanza constantemente. Sólo tomando en cuenta lo que expresáramos es posible explicar dicho proceso.

    En nuestros días, sociedades como la uruguaya han alcanzado prácticamente el 100% de acceso a la escuela. Ello contribuye a profundizar aquella imagen a que nos referíamos anteriormente, es más, podemos afirmar que ese indudable éxito es fruto en buena parte de aquella. Por tanto cualquier modificación en los roles desempeñados por el Estado, debe repercutir necesariamente en el funcionamiento escolar en su conjunto. Veamos brevemente algunas de las modificaciones que se están procesando en nuestros días. Para ello plantearemos dos planos complementarios: el primero, a escala internacional y que hace referencia a una nueva distribución del trabajo y del poder a escala de todo el planeta y un segundo, referido a las funciones asumidas por el estado en lo interno de cada sociedad.

    Es mucho lo que se ha escrito y dicho sobre la globalización a que estamos sometidos todos en la actualidad. Tanto se ha dicho que el término se encuentra rodeado de una inmensa nube de indefinición. El concepto es usado mas como un recurso casi emotivo que como una categoría capaz de definir un momento específico de nuestra historia. A ello contribuye especialmente la fuerte red ideológica que procura proponer una sola forma de globalización y su aceptación. Aceptación que debe ser encarada con resignación por ser inevitable. Ante esto preferimos usar la expresión manejada por Giddens (1993) el cual nos habla de "mundialización". Esta expresión es definida del siguiente modo por el autor: "…proceso de alargamiento en lo concerniente a los métodos de conexión entre diferentes contextos sociales o regiones que se convierten en una red a lo largo de toda la superficie de la tierra". La mundialización hemos de concebirla como un proceso de estrechamiento de los lazos de dependencia que actúan en forma de red sobre todas las sociedades. En el pasado existían lazos de unión, pero en nuestros días estos se han multiplicado y han ganado en su capacidad de incidencia. Por las redes actuales, donde se insertan los estados nacionales, circulan fuerzas importantes que marcan rumbos específicos a seguir.

    Estas redes tienen su centro en la actual disposición de las fuerzas económicas. Encontramos acá una clara hegemonía de las empresas transnacionales las cuales imponen estrategias a escala mundial, modificando profundamente el cuadro general de la economía mundial. Por una parte hay una dispersión de la producción por diferentes regiones, implantándose un proceso de complementación general. Ello lleva a que casi el 80% del comercio internacional que se registra en nuestros días, corresponda a intercambios entre las grandes empresas. Las mismas se sirven de canales propios y hegemonizan los grandes circuitos financieros. Hay entonces un proceso de acumulación de activos financieros que fortalece a este sector y crea la necesidad de su movilización y colocación en condiciones ventajosas. La denominada crisis del petróleo, produjo el impulso inicial a este proceso de acumulación de activos financieros y desencadena un movimiento que se retroalimenta de modo permanente. Esa circulación de capitales hace necesario la presencia de medidas comunes a escala de todas las naciones de manera de facilitar la materialización de las ganancias. Hemos alcanzado en el presente un punto crucial, en opinión de J. Soros (1999). Resulta imposible el sostenimiento del funcionamiento capitalista en su forma actual sin que la "mundialización" de la economía sea acompañada de una mundialización del poder político. En la misma obra de Soros, también no advierte que el actual funcionamiento de la economía a escala mundial, es insostenible, dada la falta de una autoridad política a igual escala, capaz de introducir una regulación mínima. Ya estamos en camino a su construcción. Ensayos como la Comunidad Europea y acuerdos regionales que se intentan consolidar en otras partes, son el comienzo del camino. Recientemente España se ve obligada a privatizar la empresa "Iberia", por imposición de la Comunidad que no admite la presencia de empresas estatales. Estuviera de acuerdo o no el estado Español, debió acatar la decisión a riesgo de ser excluida o limitada en su participación en el conjunto. Hay otro antecedente ilustrativo y es referido también a España. Hacia la finalización del gobierno de Felipe González, la peseta fue devaluada desde el exterior, pese a la oposición del gobierno ibero. Estos no son sino ejemplos puntuales de cómo la capacidad de decisión del Estado – Nación, se ve limitada en el marco de este funcionamiento global.

    Encontramos en el campo ideológico dos bloques básicos, antagónicos, que se disputan la hegemonía, de manera de definir el camino a recorrer por las diferentes naciones, los de aquellos al decir de George Soros (1999) "fundamentalistas del mercado" y aquellos que, sin demasiada coherencia aún, proponen lo que se ha denominado pedagogía de la resistencia. La adhesión a uno u otro polo o el acercamiento a uno u otro, pauta la discusión pedagógica de este fin de siglo. Lo que nos debe quedar claro es que dicha polémica es claramente ideológico – política y apunta redefinir el conjunto de la educación sobre nuevos ejes.

    Queda tejida así una red de poder de enorme peso capaz de proyectarse a distintos planos de la realidad de las naciones. Basta, como lo ha demostrado la historia reciente, determinados movimientos financieros para que el esfuerzo de toda una nación o región, caiga en un pozo. Las crisis sucesivas de Méjico, el sudeste asiático o Rusia, que han hecho temblar la economía mundial son un claro ejemplo de lo expresado.

    El único camino aparente que se puede recorrer es acatar las directivas globales de los grandes centros las cuales se vehiculizan a través de grandes organismos crediticios internacionales.

    Este componente mas allá de que nos agrade o no, es una realidad en el mundo contemporáneo, que hemos de tomar en cuenta.

    No puede extrañarnos entonces que en este escenario, apreciemos la presencia de los grandes organismos crediticios internacionales, interviniendo de manera decisiva en la adopción de políticas sociales a escala de las diferentes naciones. A falta de una forma política eficiente, estos organismos buscan, mediante la presión financiera y una generación ideológico – discursiva, constituirse en el ejecutivo del nuevo poder. Han conseguido sustituir o subordinar a toda organización. La principal desplazada son las Naciones Unidas, las cuales han quedado reducidas a un simple foro o brazo armado de intervención en los conflictos regionales. La Conferencia de Jontiem, celebrada a comienzos de la década de los noventa, con el nombre de Educación para Todos, oficializó el giro en el terreno educativo. Paralelamente se comenzaron a instrumentar los planes de reformas educativas a partir del modelo ideado y monitoriado por el Banco Mundial. Nuevo elemento que hemos de tomar en cuenta a la hora de trazar caminos. La implantación de dicho modelo de reforma, conlleva la creación de organismos de dirección paralelos, ubicados fuera de los controles constitucionales de las diferentes naciones. Esto es de enorme trascendencia ya que cambia el relacionamiento de poderes en el propio seno de la sociedad nacional. Las posibilidades de incidir por los actores nacionales, padres, estudiantes y docentes, se ven cercenadas. No encuentran interlocutores en esa nueva organización. Los interlocutores tradicionales, han visto cercenadas sus atribuciones y permanecen cada vez más en una función de complemento. Esos nuevos centros directivos se mantienen fuera del marco institucional, pero marcando los pasos a dar por aquel, lo que las coloca en un espacio de vacío legal. Las autoridades tradicionales, ofician en estos casos como instrumentos de legitimación de las decisiones que no contribuyeron a crear.

    No es necesario abundar en ejemplos, ya hemos mencionado algunos, sobre esta tendencia que se registra en nuestros días. Si remarcar el hecho de que los Estados – Nación, aun cuando cuenten con un funcionamiento formalmente democrático se ven sometidos a formas de poderes que tienen su origen fuera de sus fronteras. Ahora el Estado – Nación ya no se define como el resultado de una determinada combinación de fuerzas sociales internas, sino que las mismas se integran con líneas de fuerzas de origen externo.

    En el plano interno, fronteras adentro, también encontramos cambios significativos. El modelo de "estado de bienestar" gestado a partir de la crisis de 1929 entra en crisis. Habiéndose basado continentalmente en el proceso de "sustitución de importaciones", ya muestra claros síntomas de agotamiento hacia la década de los sesenta. Todo el equilibrio que se gestara y que determinara una "lógica operativa" se tambalea dando como resultados profundos enfrentamientos sociales que desembocaron en una catarata de regímenes de fuerza que buscaron un objetivo claro: consolidar una nueva forma de funcionamiento. Dicho "nuevo orden" se basó en una redistribución de la renta en beneficio de los sectores hegemónicos, limitando los mecanismos de protesta de las fuerzas populares. Pasadas las dictaduras y cumplida la tarea represiva, las sociedades como las nuestras se enfrentan a un Estado que busca legitimar por mecanismos democráticos, muchos de los cambios introducidos por la dictadura.

    Hay dos fenómenos que importa señalar los cuales han transformado el desempeño estatal en el marco de sociedades como la uruguaya. Por una parte una elitización y consecuente concentración de las decisiones políticas, tanto a nivel del Estado como de los agrupamientos políticos. Ya los Parlamentos no son el eje de la negociación entre representantes de intereses diferentes sino que han visto reducido su papel al de simples legitimadores de acuerdos logrados fuera de su ámbito y sin su participación. Esto retira la presencia de un interlocutor del debate. En la resistencia a las propuestas hegemónicas en la educación esto tiene trascendencia y explica la presencia de prolongados conflictos que como en Argentina o Bolivia, se han prolongado en el tiempo, sin que surgiera un instrumento mediador de origen político que negociara una salida satisfactoria para las partes.

    El segundo elemento es el retiro de la participación del Estado en actividades claves del hacer nacional. Con el discurso de hacer más eficientes y por ende más baratos los servicios se "mercantilizaron" amplias sectores productivos. El Estado en esta nueva situación se retrae sobre sí mismo y deja aparentemente al mercado la solución de los problemas que su ineficiencia, impide solucionar.

    Hoy asistimos a un debate que tiene como centro genérico la definición de los ámbitos de intervención del Estado al interior de cada una de las sociedades. Ante la crisis de los modelos de "estados de bienestar", se levanta una ofensiva de los fundamentalistas de mercado que pretenden reducir la participación del Estado a su mínima expresión, dejando al mercado la resolución de todos los problemas referidos a la asignación de recursos. Esta contrarrevolución neoconservadora ha alcanzado una dimensión planetaria a partir de los planteos iniciales efectuados por el Comité de Santa Fe y la labor desplegada por los gobiernos de Reagan y Tacher.

    La educación pasa en este marco de considerarse un derecho fundamental del individuo, por el solo hecho de serlo, a ser una responsabilidad familiar – individual. Esto supone un cambio radical de la concepción predominante hasta nuestros días y en la que fuimos formados todos nosotros. De ahí que se rompa con una línea que caracterizara a la modernidad. Mientras en esta se verificaba un retroceso de lo privado ante la expansión de la acción estatal, ahora asistimos a un movimiento de corte inverso.

    Los elementos hasta acá señalados se han conjugado para proponer una redefinición del relacionamiento Educación – Estado. El centro de la discusión se plantea en estos momentos en el plano estrictamente ideológico, en medio de dos visiones macro de la realidad que intentan brindar diferentes "lecturas del mundo".

    Una redefinición de la educación que pasa ineludiblemente por una redefinición de la propia sociedad en su conjunto.

    Es necesario detenernos un momento en las consecuencias que puede acarrear el hecho de que se produzca el triunfo de la postura que sustentan los "fundamentalistas de mercado". El Estado al contraer su participación en el hacer cotidiano, ha cedido espacios a la sociedad civil y a formas más o menos perversa del mercado. Este hecho es de enorme significación cuando lo evaluamos desde el ángulo de la educación. Los sistemas educativos han surgido a partir de una participación decidida del Estado en su conformación, funcionamiento y control.

    La escuela, como representante genérica del sistema educativo formal, en países como Uruguay como ya dijéramos, ha sido fruto de la acción directa del Estado que buscaba afirmar la modernidad por esa vía. Ese impulso de modernidad se basaba en la imposición de un modelo cultural único, el cual se complementaba con una obligatoriedad y la consecuente "invasión" del área privada por parte del Estado. Para ello se procedió a la creación de una red institucional que comprendiera todo el territorio y se desplegaron políticas destinadas a materializar el pasaje de todas las personas por la misma. El objetivo fundamental de estas políticas era la formación del ciudadano, adecuándolo para su inserción dentro de un determinado funcionamiento social. Todo ello se pretende cambiar en la actualidad.

    Ese retiro del Estado, con matices significativos según los diferentes países, plantea una serie de interrogantes esenciales a los educadores. Gimeno Sacristán (1998) afirma: "Los supuestos del economicismo neoliberal insolidario, contrario a la distribución de riqueza en forma de pago de servicios a los que menos tienen, parecen apoyarse en la idea paretiana de que no cabe favorecer a los desfavorecidos, si con ello se perjudica a los más beneficiados (Ballesteros, 1989,pág 70), lo que supone una renuncia del liberalismo y un regreso a Hobbies.

    En la opción neoliberal, el Estado se retira de las políticas sociales activas e intervencionistas para pasar a ser árbitro de un juego donde él parece no-tomar partido, convertido en garante de la competencia entre actores, abandonando las responsabilidades de garantizar él directamente los servicios esenciales de educación, sanidad, protección, transportes, etc. Se pide que no sea un Estado benefactor, sino que como mucho, se comporte como protector de los más débiles. Deja de ser un instrumento de la solidaridad organizada que se pide asuman los ciudadanos en organizaciones de autoayuda, a través del voluntariado y de organizaciones intermedias." El contenido, la riqueza de la cita efectuada nos excusa de la extensión de la misma. En ella encontramos una magnífica síntesis del centro mismo del debate que debe ocuparnos. ¿Hemos de aceptar como válido la propuesta hegemónica? ¿Es este, como se nos pretende mostrar, el único camino que podemos recorrer? ¿Hasta dónde los matices nacionales introducen fisuras en el modelo general que posibilitan la creación de espacios alternativos? Estas y otras interrogantes deberán ser encaradas en el presente y futuro inmediato. Mas en ese intento de buscar respuestas hemos de evitar la adopción del mismo ángulo manejado por los ideólogos neoliberales, hay que escapar al economicismo de corte mecánico que se propone y buscar las respuestas desde la ética, desde los valores mismos de la democracia plena. Ello nos conduce directamente a la consideración de la dimensión política del problema, aspecto que es escamoteado hábilmente en determinadas interpretaciones.

    Como veremos más adelante, la adopción de la óptica neoliberal conduce directamente a la mercantilización de la educación y a la consideración de la escuela como una empresa. Se introduce así una óptica, una lógica ajena a su naturaleza pero que tiene la facultad de torcer sus objetivos, provocando un reduccionismo peligroso por sus consecuencias. En primer lugar encontramos que la lógica empresarial obliga a definir un determinado producto el cual será evaluado en función de una simple ecuación de inversión – resultado. Para ello el enfoque educativo, el propio mensaje debe ser reducido a aquellos elementos capaces de ser medidos. La adquisición de determinados conocimientos pasa a ser el centro del problema. Ya no se trata de la formación del ciudadano, como lo establecen los diferentes currículos aún vigentes, sino el aprendizaje de determinado caudal de conocimientos. No cuestionamos que este aspecto es un componente del proceso, pero no estamos dispuestos a absolutizarlo. La educación es bastante más que el dominio de los conocimientos. Debe ser el ámbito natural donde se construya un determinado funcionamiento del entramado social.

    El dejar librado a la esfera privada la atención de esos aspectos, que se procuran eliminar del problema, contribuye a acentuar las particularidades e introduce elementos de disociación social en el seno de las diferentes sociedades.

    Diferentes "lecturas" del mundo sin puntos de contacto y sin la posibilidad de compartir determinado "capital sígnico" común favorecen la guetización de amplios sectores. Variadas formas de marginalización se comienzan a manifestar. Los mecanismos de poder, que hacen que algunas voces tengan mayor eco que otras. La capacidad de legitimar a través de diferentes canales, mensajes particulares, lleva al surgimiento de fundamentalismos, formas de pensamiento mágico y en definitiva a enfrentamientos con diversos grados de violencia. La fragmentación de la cultura, repercute en el relacionamiento social entre los individuos y ello necesariamente desemboca en situaciones de violencia manifiesta. Es además un callejón sin salida, generándose una espiral de enfrentamientos crecientes.

    Como síntesis de este punto es posible afirmar que estamos asistiendo a la materialización de un nuevo ordenamiento del bloque hegemónico, en el sentido gransciano. Ello implica la modificación del funcionamiento político de la sociedad, impulsado desde la máxima estructura del poder, el propio Estado. No podemos esperar entonces que ello transcurra sin influir en un sistema educativo que formalmente se propuso históricamente la conformación del ciudadano y la determinación de un determinado ámbito de legitimidad de comportamientos.

    2. El impacto de la Revolución Científico – Técnica.

    El crecimiento exponencial de los conocimientos científicos en las diferentes áreas, así como su aplicación técnica a diferentes ámbitos, ha tenido un impacto tremendo en la cotidianidad de nuestras vidas. Pensemos, aquellos que ya sobrepasamos largamente las cuatro décadas, en las diferencias que podemos apreciar desde el entorno que caracterizara a nuestra niñez y nuestro presente. El universo científico se ha transformado en una suerte de "mundo mágico" ante el cual ya no queda capacidad de asombro.

    Corresponde que nos detengamos a analizar algunas repercusiones que tienen consecuencias inocultables sobre la educación. Comencemos por ver el impacto derivado del crecimiento exponencial de los conocimientos.

    A fin de dar una idea cuantitativa de la dimensión de este aspecto que manejamos, citaremos un informe que con más de una década de antigüedad, proporciona una visión mínima. "Entre el amanecer y el crepúsculo del día de hoy, igual que en todos los días del año, académicos y otros expertos habrán dado los últimos toques a unos 7.000 artículos científicos. Pero el año próximo esta cifra ya habrá quedado superada. El número de monografías aumenta actualmente a razón de cerca de un 13 % anual, lo que significa que la información nueva se multiplica por dos cada cinco años y medio."

    El funcionamiento tradicional de los diferentes currículos ha estado basado de manera explícita o implícita en una suerte e enciclopedismo universalista. Esto ya no es posible mantenerlo. La racionalidad buscada no puede basarse en la acumulación de información sino en el procesamiento de la misma. Esto supone redimensionar totalmente los mensajes que proporciona la institución. La escuela, representante genérica de la educación formal, ya no es el centro difusor de conocimientos como lo fuera hasta la primera mitad del siglo XX. Lo que un adulto medio conoce en la actualidad, lo ha adquirido casi en un 80% fuera de los marcos escolares. Esto no desmerece la función de proporcionar los instrumentos básicos que posibilitan el aprendizaje extraescolar, sino que los revaloriza. Pero obliga a modificar la estrategia a desplegar por las escuelas a lo largo y ancho del mundo. Con respecto a esto cabe hacer una puntualización a nuestro juicio fundamental. Dado que resulta imposible para un solo individuo dominar los complejos mundos de las diferentes disciplinas que se despliegan en el campo de la ciencia, esto obliga a cambiar. El ejemplo de un Leonardo Da Vinci, capaz de destacar simultáneamente en áreas tan disímiles como la anatomía, la ingeniería y las artes, ya no es posible. Hoy aceptando la imposibilidad de proporcionar todo el conocimiento hemos de proceder a definir lo que podemos definir como conocimientos socialmente necesarios. La esencia de estos está en aquellas categorías y conceptos que son fundamentales para una participación creativa en el universo de la cultura, tomada la expresión en su máxima expresión. En el inicio mismo se plantea un problema crucial: ¿quién define ese conjunto de conocimientos socialmente necesarios? ¿Son los mismos para todas las personas? La primera interrogante pasa por el grado de funcionamiento democrático de la sociedad. ¿Cuáles serán las voces a escuchar distinguiendo muy claramente la participación real de la meramente simbólica? Eh ahí un primer punto que habremos de definir. A su vez ello nos aparta significativamente de las orientaciones establecidas por la Conferencia de Jontiem, donde se estableció el criterio de educación básica. El universo científico, con todas las implicancias que ello conlleva debe ser democratizado, debe ser realmente patrimonio de la humanidad y no un instrumento de dominación. No concebido como un mundo cerrado sino como fruto del ser humano sujeto a la controversia, a la construcción y reconstrucción permanente.

    Este crecimiento exponencial de los conocimientos nos obliga replantear el criterio de verdad, aspecto este en el que aportó de modo importante Foucault en dos de sus obras: "Las palabras y las cosas" y en "La arqueología del saber"

    El poder y el conocimiento se encuentran indisolublemente ligados. Foucault emplea dos conceptos fundamentales para explicar esta unidad, no exenta de vacíos y conflictos: procedencia y contingencia. El primero apunta a"… encontrar bajo el aspecto único de un carácter, o de un concepto, la proliferación de sucesos a través de los cuales (gracias a los que, contra los que) se ha formado"

    "El segundo concepto, la emergencia, podría definirse como el punto de surgimiento del concepto o de la "cosa". Constituye un escenario cruzado por fuerzas que se combinan y oponen y dan como resultado la "posibilidad" de que emerjan determinados conceptos y hechos. Estas no surgen en cualquier unidad espacio temporal, sino en aquella que la constelación de fuerzas en juego lo permiten."

    Combinando ambos elementos tenemos nuevas coordenadas a partir de los cuales construir nuestra imagen de la ciencia. Esta no debe ser concebida como construcción surgida dentro de coordenadas de poder determinadas.

    De modo coincidente con lo que expresáramos se manifiesta Jean Piaget en uno de sus últimos trabajos publicado conjuntamente con el investigador argentino, Rolando García en donde se relativiza la experiencia.

    "La significación asignada a un objeto en un momento dado, dentro del contexto de sus relaciones con otros objetos, puede depender, en gran medida, de cómo la sociedad establece o modifica la relación entre el sujeto y el objeto" El cómo la sociedad establece el relacionamiento es resultado de líneas de poder que entrecruzan el universo social. Para comprender esto hay que entender no solo lo expresado sino sus silencios. Al respecto Foucault afirma: "El discurso manifiesto no seria a fin de cuentas mas que la presencia represiva de lo que no dice, y ese 'no-dicho', sería un vaciado que mina desde el interior todo lo que se dice"

    De lo dicho hasta acá se desprende que uno de los ejes para afrontar ese mundo dominado por la ciencia y la tecnología consiste en ser capaces de analizar y de sistematizar información. Ya no se trata de aprender a leer y escribir, sino de leer y escribir para reconstruir la imagen del mundo. Nunca como ahora cobran vigencia las palabras de Paulo Freire: "Una de las grandes, sino la mayor, tragedia del hombre moderno, es que hoy dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada, ideológica o no, renuncia cada vez más, sin saberlo, a su capacidad de decidir." Es necesaria una "… democratización fundamental que implica una creciente participación del pueblo en su proceso histórico"

    La mundialización de la cultura, con un traslado masivo de "capital sígnico" desde las naciones centrales hacia las periféricas, propone la necesidad de tomar muy en cuenta las palabras citadas de Gabriel García Márquez.

    Hemos de rescatar la capacidad de construir nuestra propia historicidad, escapando a una "historia global" que no hace sino llenarnos de silencios, extrañarnos ante nuestra propia imagen. Si como señalara K. Jaspers que uno de los rasgos definitorios del ser humano es el de ser un animal histórico, al rescatar nuestra capacidad de construir nuestra propia genealogía, es rescatar nuestra humanidad plena. Se levanta ante nuestros ojos uno de los mayores desafíos que ha de resolver la educación en el entrante siglo de modo de ponerse de cara a la nueva realidad.

    El viejo esquema planteado por Durkheim respecto a que la educación era el esfuerzo de una generación madura, sobre otra que no lo era a efectos de conservar un determinado capital cultural, se ha roto. Ya no es posible admitir la vieja definición según la cual la educación es una cuestión de autoridad. Ahora la autoridad derivada de la certeza, de la experiencia, se ha esfumado. Ahora todas las generaciones se enfrentan simultáneamente a los diferentes problemas y no pocas veces encontramos que la experiencia de vida es un elemento que resta plasticidad para adecuarse a las nuevas situaciones. La ciencia y su transformación en tecnología aplicada a todos los ámbitos han producido un mundo en el que lo único permanente es el cambio. Aquella cultura producida y compartida por el grupo que la gestaba ya es cosa del pasado. En nuestros días se produce un fenómeno de peligrosa partición del universo cultural. Ejemplo de ello es el rebrote de pensamiento mágico y de expresiones fundamentalistas que han desembocado en verdaderos baños de sangre. Eso en momentos en que la ciencia se eleva a su altura máxima. Mientras esto sucede, la elite que toma las decisiones se maneja en un plano simbólico inaccesible para la masa de ciudadanos. Son los que Robert Reich denomina "manipuladores de símbolos". " Se trata de un mundo que vive gracias a la cibernética, las tecnologías de punta, el vértigo de lo inmediato; un mundo en el cual la velocidad se confunde con lo inmediato en espacios sin intersticios. Allí reinan la ubicuidad y la simultaneidad. Los que operan en él no comparten con nosotros el espacio, la velocidad, ni el tiempo. Sus proyectos, su idioma y sus pensamientos; sus cifras y números; sus necesidades y su moneda; todos ellos nos son ajenos." El trazar puentes entre ambos mundos sígnicos es un desafío esencial para alcanzar un funcionamiento adecuado de la sociedad. La arquitectura de dichos puentes necesariamente pasan por los sistemas educativos. Ello propone un desafío trascendente. Nos encontramos acá ante uno de los elementos claves del escenario en donde deberá desplegarse la educación en los años venideros.

    Si lo hasta acá planteado sobre la Revolución Científico Técnica, parece alejado de nuestra cotidianidad, nadie podrá discutir el impacto que ha tenido sobre el mundo del empleo. Viviane Forrester (1997), se ha encargado de señalar algunos de los aspectos más negativos de la nueva situación. La supresión de puestos de trabajo, la descalificación de los saberes adquiridos, proponen problemas cruciales para todos los agrupamientos humanos. Desde la óptica de una lógica de mercado y la ganancia, hay una masa de individuos de tendencia creciente que se han tornado "inútiles", no necesarios para el mundo del trabajo. "Una mayoría de seres humanos ha dejado de ser necesaria para el pequeño número que, por regir la economía, detenta el poder. Según la lógica dominante, multitudes de seres humanos carecen de motivo racional para vivir en este mundo donde, sin embargo, llegaron a la vida." El desempleo, con sus efectos desestabilizadores, es un fantasma que recorre todas las naciones del planeta. Un desempleo que a diferencia de lo que aconteciera antes no se debe a una circunstancia coyuntural, de la que se podría salir en un determinado plazo, ahora tiende a convertirse en permanente. La desocupación estructural, propia de las formas de producción capitalista, tiende a incrementarse de modo sostenido. Ello a pesar de incrementos significativos en los indicadores de producción como el PBI, de donde es válido deducir que el modelo de crecimiento se desliga del trabajo. Las máquinas con control numérico o las directamente computarizadas sustituyen con ventaja a los operarios y estos ven desvalorizados conocimientos parcializados que incorporaron a través del estudio y su práctica. "De lo que se trata no es sólo de reemplazar el trabajo directo por la máquina, como en el caso de la automatización tradicional; la tecnología informática permite automatizar las plantas industriales, desde el diseño del producto hasta su fabricación, distribución y servicio posventa" Tal como surge de la cita, escrita originalmente en 1987, el mundo del trabajo se ve y verá dominado por un proceso de automatización que aventaja al mejor operario y con el consecuente aumento de la productividad. La máquina no genera reclamos, no sufre de cansancio, no se organiza en sindicatos, no conlleva pago de impuestos y cuando ya desgastada no rinde se la elimina directamente, sin generar más gastos. Esta situación no es nueva, ya fue anticipada por Carlos Marx en El Capital, cuando analizó la incorporación de tecnología y la extensión de la jornada laboral. Ahora las barreras biológicas y sociales que se levantaran, se pueden eliminar, la máquina puede estar produciendo 24 horas sin cesar día tras día. El problema es ¿qué hacemos con los operarios no necesarios? ¿Podemos simplemente dejarlos reducidos al paro? Se plantea un problema que también fuera anticipado desde hace mucho, en esta oportunidad por Rosa Luxemburgo (1912)Las ganancias deben materializarse, para ello es necesario que se produzca el consumo del producto. Se ha montado toda una industria destinada a incentivar el consumo de los individuos, en una alocada carrera de dilapidación de recursos, totalmente irracional. Pero de nada vale todo ese esfuerzo por crear necesidades y gustos determinados, si porciones crecientes del mercado potencial quedan fuera del circuito de demanda efectiva. ¿Cómo se busca solucionar esa contradicción? La gran válvula que se ha encontrado lo constituye lo que algunos autores denominan "economía subterránea". Aquellas actividades que no se encuentran comprendidas por las normativas establecidas. Es el denominado trabajo informal, desprotegido, es el campo de la movilización de recursos originados en las actividades delictivas. J. Delors decía en 1979 existen dos grandes mercados laborales: "un mercado de trabajo central, en el cual gracias a la ley y a las convenciones colectivas, la seguridad de los trabajadores está realmente garantizada, y un mercado periférico en el que se desarrollan tendencias a la marginalización, a la desintegración de las normas que rigen la conducta humana y el orden social, y que introduce factores desestabilizadores en nuestra sociedad."

    Para el capitalismo es esencial contar con la existencia de esa economía subterránea para mantener los niveles de ganancia en las grandes empresas. Pero eso a su vez desestabiliza la vida dado que crea situaciones de violencia, de fragmentación de la sociedad que derivan en enfrentamientos, más o menos directos, y la generación de un clima general de inestabilidad. En medio de esa situación encontramos que los diferentes grupos se aíslan del conjunto, reducen su participación en el hacer comunitario y se profundizan las distancias que separan a unos de otros. La educación queda presa de ese antagonismo y pierde capacidad de legitimar un determinado mensaje con contenidos y reglas aceptadas por todos. La violencia externa, ha penetrado en las aulas y adopta diferentes manifestaciones. No se trata sólo de la violencia de tipo física que es posible apreciar en las instituciones, el desinterés, el ausentismo, "la ley del mínimo esfuerzo", la falta de interés, también son respuestas a la falta de significatividad de la tarea. Ello es válido para todos los actores, tanto docentes como estudiantes. Lo formal sustituye a lo esencial y todo se convierte en un juego de apariencias de ritos, vacíos y sin significado.

    La alienación de que hablara C. Marx alcanza en nuestros días su máxima expresión. El trabajo deja de ser un elemento definitorio de la humanidad del ser para adquirir la imagen de una tarea sin significación que se debe cumplir a efectos de lograr un determinado caudal de recursos con los que satisfacer necesidades de consumo que buscan gratificar la existencia de cada uno. El criterio pragmático sustituye a los valores en el desempeño social. La vieja máxima de que el fin justifica los medios es llevada a la categoría de valor. Todo vale mientras me dé satisfacción. Pero esto lleva a la atomización de la sociedad desde el momento que no existe el "nosotros" y el otro es visto como cosa, como un factor a utilizar para mi placer. Esto que parece estar tan alejado de la economía, originada en aquella se proyecta a múltiples ámbitos de la existencia. Desde los más íntimos hasta los de mayor carácter público y esto nos obliga a replantear la presencia de los valores dentro del mensaje proporcionado por las escuelas.

    La educación por sí sola, como está demostrado históricamente, no es capaz de solucionar esta problemática, pero si debe integrarse a una apuesta general por cambiar esta situación. Un esfuerzo por reconstruir el entramado social que permita intervincular a los diferentes miembros entre sí. Para lo cual deberá capacitar para moverse en un mundo laboral de cambio permanente, fortaleciendo la capacidad de adaptarse de modo creativo a nuevas situaciones, a aprender a aprender a partir de conocimientos básicos, socialmente necesarios, que deberán democratizarse y brindarse con la mejor calidad posible. La escuela debe afrontar el desafío de robustecer la racionalidad, la capacidad de pensar de los individuos y de participar en la toma de decisiones en situaciones de incertidumbre.

    Segunda Parte.

    Medios masivos, informática y mercado

    en el nuevo escenario.

    La construcción del escenario general donde ha de moverse la educación, no puede dejar fuera a los medios masivos de comunicación y la informática. Necesariamente hemos de realizar una breve mención a la expansión y significación de aquellos en el relacionamiento social. Ambos elementos se han constituido en auténticos emblemas de una nueva forma de cultura que repercute profundamente en la vida de los grupos humanos. El colocar ambos elementos integrados dentro de un mismo capítulo es consecuencia de la propia tendencia a la integración que se verifica entre ambos campos. No lejano está el día en que computadora, televisor y radio se integren materialmente en un solo aparato que estará presente en todos los hogares.

    Los primeros, denominados medios masivos de comunicación, han revolucionado la cultura, dominando no sólo la palabra, oral o escrita, sino la imagen y diferentes tipos de sonidos. Eso les ha conferido una fuerza de impacto tremenda en cada uno de nosotros, al punto que ya hay autores que sostienen que han cambiado nuestra forma de pensar y modificado aspectos tales como la atención.

    Desde hace mucho tiempo se han acumulado críticas, por lo general por parte de aquellos no están insertos en los diferentes medios, que procuran levantar una barrera contra su difusión. Pese a ello, los medios han seguido penetrando en cada uno de un modo cada vez más eficiente. Recurriendo a una de las obras clásicas de Umberto Eco, diremos que el tema no se sitúa en la antinomia: apocalípticos o integrados. Hemos de penetrar en esas nuevas formas lingüísticas, alfabetizarnos y alfabetizar en ellas a la población, para que se haga realidad la premisa planteada por el sociólogo Gerónimo de la Sierra de politizar la democracia social y socializar la democracia política. Se impone trazar una unidad indisoluble de ambos planos de la democracia de manera de perfeccionarla y profundizarla.

    Tanto los medios masivos, como la informática, han sido decisivos para lo que denomina, quizás un poco peyorativamente, cultura de masas. Esta es una realidad que debemos aceptar. Pero dicha cultura de masas no es sino el aspecto exterior de un fenómeno más profundo que se relaciona con el funcionamiento del capitalismo y las redes de poder que se proyectan hacia el individuo.

    Dos son las dimensiones que nos importa destacar en este trabajo: uno referido a la función político – social que desempeñan y su capacidad para encaminar la forma de pensar de los individuos. Los medios masivos de comunicación, que sería más acertado mencionarlos como centros de transmisión, forman parte de una red que difunde básicamente ideología y publicidad. Estos elementos no están separados en la práctica cotidiana sino que se implican mutuamente. Algunas cifras aportadas en diferentes trabajos de investigación nos permitirán comprender la red de poder de la que forman parte. El 80 % de la información exterior que se recibe en Latinoamérica tiene como origen dos agencias estadounidenses. " EEUU domina el 50% o más de la distribución cinematográfica mundial; el 75 de la circulación de programas de televisión; el 80 % del vídeo; más del 85 % de los noticieros internacionales de TV y el 89 % de los contenidos de bancos y bases de datos, así como las más importantes redes integradas de sistemas digitales…"

    El eje de nuestro razonamiento, ante la información anterior, se sitúa de este modo en los siguientes términos: "…el desarrollo vertiginoso de las comunicaciones dentro de la industria cultural contemporánea, las ha convertido en agentes principales en el proceso de formación y socialización de las personas y como instancia fundamental para la construcción de consensos, la reproducción o modificación del sistema de organización social, y la participación democrática de los ciudadanos en los procesos de toma de decisión." En la cita encontramos algunas de las claves que creemos necesario explorar de modo de definir el desafío que se le plantea a la educación y la definición de una política de alfabetización en estas particulares formas de lenguaje. La pregunta fundamental que hemos de plantearnos es: ¿cómo intervienen en el proceso de formación y socialización y cómo actúan como agentes reproductivistas de las condiciones sociales hegemónicas? De la respuesta que demos a esa interrogante surgirá el papel que asignemos a la educación en ese plano.

    Esa hegemonía oligopólica que ejercen los Estados Unidos sobre la generación de mensajes y legitimación de contenidos tiene un impacto que lo podemos apreciar en nuestro entorno inmediato. Han transferido su particular modo de ver el mundo a todos nosotros, sus hábitos y costumbres, su cultura se ha proyectado a escala internacional. Esto no es malo en sí mismo. No resulta lógico excluir las experiencias de otras naciones. Pero la realidad marca una profunda asimetría en cuanto a la capacidad de difusión. Su identidad así se impone como única, haciendo tambalear las identidades nacionales. Hoy, la hamburguesa Mc Donald está presente en múltiples países, el whisky se ha impuesto, junto con los refrescos cola en nuestro gusto, todos nos vestimos igual, todos escuchamos la misma música, vemos las mismas seriales, las mismas películas, etc. Pero esto que puede servirnos de indicador, no es lo mas importante. A través de esos materiales que ingresan a nuestro hogar a diario nos llegan múltiples estereotipos, de claro contenido ideológico más allá de la intención consciente o no de los autores. Todo ello nos lleva a leer la realidad con ojos ajenos, lo que como dijera García Márquez, nos condena a la soledad y el desconocimiento de nosotros mismos.

    Cada uno de esos mensajes transita por múltiples filtros antes de llegar a nosotros, eliminando todo aquello que pueda llegar a desencadenar un pensamiento crítico para la actual organización capitalista. El modo de vida americano, norteamericano, es el único válido y ambienta toda una industria paralela. En todo el mundo podemos apreciar la presencia de gorros de los Bulls, de los Lakers, etc. Pero insisto que ello no es sino la punta del iceberg. Países como Uruguay, usufructúan un lamentable récord, está ubicado entre aquellos países que menos producción nacional emplean en su televisión. La televisión nacional se ha transformado en una repetidora de programaciones creadas en otros marcos, respondiendo a otras coordenadas culturales. Eso hace que desplacemos los ejes de nuestra identidad nacional y con ello hipotecamos nuestro futuro como nación.

    Todos esos mensajes se vuelcan de maneras muy particulares en nosotros. En primer lugar, encontramos que una característica es la fugacidad de sus creaciones. Sujetas a "modas" que se suceden unas a otras constantemente no muestran contexto ni tampoco historia. Son presentados como elementos dotados de una "eternidad fugaz", fruto en el mejor de los casos de una genialidad individual y no frutos de un determinado desenvolvimiento social. El mundo de la música quizás sea el mejor ejemplo que podemos presentar. Mediante el dominio de los medios de difusión, una determinada voz o un tema, se impone al punto de que aquellos que no nos gusta, nos sorprendemos más de una vez tarareándolos. Esa "ola" agotada su posibilidad de generación de ganancias es abandonada, siendo sustituida por otra. Toda la cultura es transformada en un espectáculo destinado a llenar el tiempo y creando falsas identificaciones que no son sino otra rama de esta "industria". Los programas informativos tampoco escapan a esta lógica, la información y las noticias, también son una mercancía y son preparadas de modo de abarcar la franja mayor del mercado posible. La presentación de los temas se efectúan adecuadas a una edad mental de unos doce años de manera de captar audiencia lo que se traduce en anunciantes y consecuentemente ganancias. La realidad es atomizada por el ojo de la cámara y los mensajes están dominados por grandes cadenas que son las "creadoras" de realidad. Los conflictos son presentados con lujo de detalles en aquellos aspectos anecdóticos pero jamás encontraremos pistas que nos permitan comprender las razones que llevaron a dicho enfrentamiento. Hemos llegado al extremo de presenciar una guerra en "vivo y en directo" transmitida a escala mundial. Una guerra donde curiosamente no se vertió sangre, no apareció ninguna víctima, fue una sucesión de enfrentamientos "blancos". Las cámaras actúan como un ojo selectivo que nunca hace explícito el ángulo desde el que enfoca, ni el propósito que guía la mirada. Pero la imagen recibida, pese a esas limitaciones no es directa sino fruto de una sucesión de filtros que nos llevan al centro del problema. Es imprescindible penetrar en la dimensión ideológica que manejan los medios masivos, acción que no es carente de contradicciones y que como señaláramos se integra al proceso de acumulación de capital, propio del funcionamiento capitalista.

    Frente a ello nos encontramos con que la TV, como buque insignia de los medios masivos de comunicación, avanzan día a día. Estudios realizados a escala nacional marcan un promedio de más de tres horas diarias frente al televisor. Una investigación que hiciéramos en una escuela a la que concurrían niños carenciados, señalaba promedios por encima de las cinco horas diarias, eso antes de que penetrara la televisión. Cable que asegura programación las 24 hs. " Preguntar por qué el pueblo ve televisión, aunque mala, es igual que preguntar por qué como, aunque deficientemente. La conciencia en deprivación sensorial se desintegra aun con mayor rapidez que el organismo desnutrido. La mente tiene hambre de estímulos, como el estómago de calorías. Y la existencia cotidiana del hombre alienado es tan carente de estímulos que debe proporcionárselos artificialmente, a través de una caja electrónica"

    ¿Cabe ante la magnitud del problema resignarnos? ¿ Hemos de aceptar que la potencia de estos medios hace inútil el enfrentarlos? Considero que no. Sin dejar de reconocer la fuerza con que cuentan, hemos de partir de la base de que su poder no es absoluto, no podemos concebir un comportamiento mecánico a partir de las líneas de fuerza emanadas de los grandes medios. La distancia que separa el sentido encerrado en el mensaje emitido y la decodificación que efectúa el receptor, ha sido suficientemente estudiada por las ciencias de la comunicación. El contexto socio histórico del receptor hace que un mismo mensaje repercuta de diferente modo por individuos con coordenadas diferentes. Eso abre una brecha importante en la acción de los medios y los mediatiza en sus efectos. Esto que es válido tanto para la información como para la propia publicidad debe ser muy tenido en cuenta. Dotar al individuo de herramientas que le permitan "leer" desde su particular ángulo los mensajes, le proporciona autonomía. En la medida en que el discurso implícito, se transforma en explícito, en esa manera puede ser racionalizado, reconstruido críticamente. Esa es la gran apuesta que deben efectuar los sistemas educativos. Para ello lo primero es robustecer la cultura de los docentes, preparándolos a ellos mismos para el análisis, no como una suerte de moda sino como algo introyectado, fijado de manera firme, en su propia personalidad. La semiótica y, en particular, el estudio de los lenguajes de los medios masivos, no se encuentran presente en ninguno de los programas de formación y ello es un peligroso déficit en nuestros días. En la medida en que difundamos el hábito del análisis racional de los diferentes mensajes, en que estimulemos la conquista de la lógica, no como un mero ejercicio sino como una actitud permanente, estaremos construyendo una respuesta. Esto se debe complementar con un reforzamiento de los componentes éticos de la sociedad y de nuestra forma de ser. Etica y racionalidad que se deben construir a partir de la identidad cultural. Debemos reconquistar la capacidad de generar nuestro propio discurso sobre la realidad, escapando a los enunciados que buscan hegemonizar nuestra mente. Recordemos lo que estableciera Umberto Eco (1988) "No es que los enunciados reproduzcan la forma de los hechos, es que nos acostumbramos a pensar los hechos del modo como los han configurado los enunciados"

    Lo anterior nos lleva a la otra dimensión que nos interesa poner sobre la mesa. La influencia de los medios masivos en nuestra forma de pensar la realidad. Recurriremos para ello nuevamente al semiótico Umberto Eco, el cual hace un resumen de las diferentes hipótesis que se han propuesto a lo largo del tiempo. De las mismas nos interesa destacar algunas afirmaciones que recoge el autor y que hemos de tomar en cuenta. En primer lugar Eco recoge el pensamiento de Leibniz al afirmar "… cada lengua no sólo refleja la historia de un pueblo sino que condiciona su mentalidad y sus costumbres" Si admitimos esto la generación de mensajes fuera de nuestro marco cultural por partes de centros de poder que manejan un castellano promedio, produce efectos negativos en nuestro modo de ser, contribuye a un extrañamiento con uno de los instrumentos esenciales que posibilita la vinculación con los demás seres humanos con los que compartimos un espacio y un tiempo concreto, vivencial. Dicho razonamiento se complementa con lo siguiente: "Nuestro modo de ver, de subdividir en unidades, de comprender la realidad física como sistema de relaciones, está determinado por las leyes (desde luego no universales) de la lengua con la que hemos aprendido a pensar – y en este caso la lengua no es aquello por medio de lo cual se piensa, sino aquello con lo que se piensa, e incluso aquello que se piensa o por lo que somos pensados"

    Si las fuentes de los mensajes se ubica fuera de nuestras "fronteras culturales", si se manejan estructuras sígnicas que no responden de modo directo a nuestras construcciones, estamos hipotecando nuestra capacidad de pensar. Estamos cayendo en un ser para otro, profundizando nuestra alienación. La educación en tanto es capaz de hacer explícito este proceso, aporta la clave para cortar el circuito reproductivo que lo rige. Tal como lo afirmaba Foucault (1970), el preso desde el momento que es capaz de pensar la prisión, de elaborar un discurso sobre la misma, comienza a evadirse de los marcos de aquella. Hemos de evitar esos mecanismos que nos llevan a ver como naturales hechos que no lo son.

    Lo afirmado hasta acá se fortalece con el desarrollo de la informática la cual a través de distintos canales crean una cyber realidad que si bien cuenta con múltiples aspectos positivos, contribuye también al aislamiento del individuo. Favorece el debilitamiento de los vínculos sociales directos aún aquellos situados en los planos más íntimos. Piénsese en la multiplicidad de áreas que ofertan un sexo virtual, donde la persona se conecta con la máquina, sin una relación directa con el otro.

    El culto al individualismo pragmático, el temor frente a las organizaciones colectivas, presentadas como entidades coactivas y bloqueadoras de la realización del ser, forman parte sustancial tanto de la publicidad como de los miles de programas y films que se difunden a diario. Hace un tiempo un anuncio televisivo de un refresco sostenía: "hacé la tuya". Mas allá de la referencia puntual, traduce todo una forma de concebir la vida que se fija en el individuo.

    ¿Podemos ignorar este conjunto de factores a la hora de trazar las líneas de un discurso educativo? ¿Hemos de admitir la consideración de la cultura como una mercancía más, fuente de ganancia? Evidentemente no. Nuevamente volvamos al acápite: "algo habrá que hacer".

    ¿La implantación de un mercado educativo es solución a los problemas acá planteados?

    Frente a este cúmulo de problemas que se acumulan dentro de la esfera educativa, hay una fuerte tendencia a plantear, desde posiciones hegemónicas, la solución de una política de mercado. De modo más o menos directo, de acuerdo al costo político que ello conlleva en cada país, se camina en esa dirección. Se crea una línea de continuidad artificial entre el mundo de la economía, la política y la educación, reforzando y legitimándose mutuamente los diferentes discursos que se difunden en el seno social. Esta visión neoconservadora, negadora de la historia, se basa en una serie de premisas falsas, pero cuenta con una apoyatura ideológica – publicitaria, muy fuerte que le ha permitido ganar espacios en la opinión general. La negación de la historia mencionada es doble, por una parte por no tomar en cuenta el proceso evolutivo que ha llevado a la construcción de las presentes estructuras educativas. Por otra parte, no es posible mostrar que un sistema de mercado posibilitara el nacimiento y desarrollo de un sistema educativo abierto a todos los individuos, como un derecho universal. Ese desconocimiento, o no consideración de la historia lleva a cambiar radicalmente los ejes de funcionamiento, abriendo las puertas para el ingreso de propuestas que nada tienen que ver con nuestro modo de ser y de concebir la sociedad.

    Para comenzar a responder a la interrogante propuesta analicemos brevemente cuáles son las condiciones que rigen el funcionamiento de un mercado de competencia perfecta. Más allá de que el mismo constituye un modelo ideal, nos permitirá ver como se desenvuelve su lógica. Hemos de poner en evidencia la validez de la misma en cada uno de los casos. Procuraremos demostrar como dicha lógica presente en la concepción de mercado, no es aplicable al ámbito educativo a riesgo de deformarlo significativamente.

    En todos los casos el principio que rige el funcionamiento de mercado es el de maximizar la ganancia. Tanto los oferentes como los demandantes procuran obtener la mayor ganancia posible de los recursos de que disponen. Esta es la premisa central de todo el razonamiento. Se podría definir el modelo del siguiente modo: " La competencia perfecta es el modelo económico de un mercado que posee las características siguientes: cada agente económico actúa como si los precios estuvieran dados, es decir, cada uno de ellos actúa como un tomador de precios; el producto es homogéneo; hay libre movilidad de recursos, incluida la libre entrada y salida de las empresas productoras; y todos los agentes económicos que intervienen en el mercado poseen un conocimiento completo y perfecto" Llevemos la definición anterior a términos educativos. Todos los miembros de la sociedad concurren libremente, no existen situaciones de privilegio y todos pueden ingresar como productores o consumidores de un bien, en forma de servicio, llamado educación. Esta es homogénea dentro de la sociedad. Todos pueden ingresar o salir en el momento en que lo deseen del sistema educativo. Todos disponen de un conocimiento completo y perfecto de la propuesta educativa que se plantea. ¿Se cumplen estas condiciones, de modo de garantizar un funcionamiento de mercado? ¿Qué nos dice la realidad? La condición de igualdad en la concurrencia no es tal, existen diferencias sociales que este sistema no haría sino congelar para siempre. No vale el argumento de que por esta vía se estaría garantizando la capacidad de elección del individuo, potenciando su libertad. Las razones de la no validez son evidentes. En primer lugar la elección en el inicio del proceso no la hace el demandante directo sino sus familiares. Estos son los que determinan que servicio contratarán. Que pasa si mañana este individuo se da cuenta que lo que le fuera brindado no se adecua a las necesidades que planteaba. ¿Ante quien y qué reclama? ¿ Cómo hace para despojarse de todas esas prácticas que se le han incorporado? Por otra parte en una gran ciudad, es posible esperar la existencia de una oferta numerosa, pero allí donde la población se encuentre dispersa o no sea numerosa, se dará un panorama diferente, ¿será igualmente libre el individuo en este caso? La opción se plantearía entre escuela o no escuela, así directamente.

    La segunda condición, un producto homogéneo, ¿podemos plantearla en el campo educativo? ¿Bajo qué términos determinaremos la homogeneidad? ¿Hasta dónde esa homogeneidad que habrá que determinar y vigilar por parte del Estado, no coarta el derecho de elegir, propuesto en el punto anterior? La complejidad de la educación implica aspectos muy difíciles de ser incluidos en estándares, como queda demostrado por la presencia de lo que denomina "currículo oculto". En un producto cualquiera, pensemos en un automóvil, por ejemplo, podemos hacer un listado lo más completo posible de características a reunir, la suma de los cuales darán un determinado perfil de calidad del mismo. Podemos detallar la chapa, la forma, condiciones del motor, consumo de combustible, etc. ¿Ello es posible en el terreno educativo? Consideramos que no.

    Si la presentación de un producto homogéneo es una de las condiciones de la igualdad de oportunidades, según la óptica neoconservadora, de la libertad del individuo, es evidente que no se podrá alcanzar mediante un simple mecanismo de mercado. Sólo la acción de un Estado que actúe como intermediador de los intereses particulares, podrá desempeñar ese papel. La presunta homogeneidad que se busca, nunca será tal. Se favorecerán mecanismos de exclusión – selección que transformarían la sociedad en una serie de espacios estancos, incomunicados entre sí.

    Analizando otro de las condiciones incluidas en la definición, surge como resultado del más elemental razonamiento que no es posible la entrada y salida del mercado por parte de los "demandantes" de la educación. Si recibo en una compra un producto que no me satisface, puedo reclamar me sea devuelto el dinero abonado y desecho aquello que adquirí. ¿Puedo hacer eso con la educación? ¿Cómo se compensa el tiempo perdido por el alumno? ¿Cómo desecha toda esa practica educativa a que fuera sometido, como borra de su ser lo aprendido? ¿Cómo afectaría a un alumno el estar cambiando continuamente de centro educativo? La experiencia demuestra que ello no es beneficioso. Como puede apreciarse, más allá de las bondades supuestas por el discurso, la práctica demuestra lo no viable de la propuesta. En una situación ya no de competencia perfecta, sino en una forma de competencia oligopólica tal como predomina hoy, la capacidad de opción y libre movilidad de los demandantes, es más que limitada.

    Por último el mercado educativo, estaría dominado por el mundo de la publicidad, lo que, más que un conocimiento acabado de las bondades y defectos de cada una de las ofertas, crearía un comercio de imágenes. ¿Están todos los miembros de la sociedad en condiciones de comprender profundamente la naturaleza de los productos educativos ofertados? Consideramos que los estratos medios y superiores están en clara ventaja en este aspecto, con lo que la distancia que los separa de los sectores menos favorecidos se incrementará día tras día.

    Como podemos apreciar, ninguna de las condiciones necesarias para el funcionamiento de un sistema de mercado, pueden encontrarse en el terreno educativo. Por tanto la propuesta neoconservadora no constituye sino una apuesta a ampliar la base hegemónica de los grupos sociales dominantes.

    La pregunta clave que debe pautar toda la discusión es si la educación debe ser considerada como un derecho o como un producto, un servicio. En uno y otro caso la lógica que se desarrolla es particular y determina caminos diferentes a seguir.

    Hemos de estar en guardia no tanto de esta posición extrema, tal como la presenta Milton Friedman (1980) en "Libertad de elegir", sino en sus propuestas colaterales. Las discusiones sobre eficiencia, eficacia, rentabilidad, calidad, etc, están cruzadas de esta lógica mercantilista que se busca promover.

    Conclusiones.

    De modo insistente a lo largo de estas páginas hemos reiterado una y otra vez la palabra desafío y quizás sea hora de dar una explicación al paciente lector que nos ha seguido hasta este punto. La reiteración nace de que allí donde dirijamos la mirada encontramos necesidad de introducir cambios. Como incluíamos en el acápite inicial "algo hay que hacer" y ese algo debe comenzar por una adecuada valoración del escenario donde debemos desenvolvernos.

    La educación formal ha quedado anclada en el tiempo y necesita de modo imperioso recuperar el terreno perdido. En esto existe un amplio acuerdo. Ejemplo de ello es la masa de críticas que se vuelcan contra la institución educativa, pero mucho más profunda es la insatisfacción que encontramos en todos los actores y ámbitos de aquella. Hoy con las diferentes reformas planteadas desde los organismos internacionales y nacionales, se pretende revitalizar el sistema. En este plano, personalmente, considero que se han cometido errores mayúsculos, si bien todos podemos estar de acuerdo en la necesidad de cambiar la educación. En primer lugar se ha partido de una lectura parcial del problema, dejando afuera aspectos tales como la formación de los docentes de cara a los problemas que afronta la sociedad, asignaciones presupuestales insuficientes y la adopción de estrategias verticalistas a la hora de instrumentar medidas. En segundo lugar el énfasis puesto en la función reproductora y controladora de la educación, lleva a insistir en una forma paradigmática que ya ha sido superada por la historia de la sociedad.

    Estamos profundamente convencidos de que es necesaria una elaboración colectiva de nuevos caminos a recorrer. Elaboración que ha de ser flexible, capaz de permitir el ingreso de correcciones y cambios de rumbos sobre la marcha. Elaboración que debe pasar necesariamente por una profundización de la democracia en todos los planos. Democratización que ha de contemplar los mecanismos de legitimación en el área de a comunicación humana de manera de que sea posible construir consensos duraderos y firmes que garanticen la reconstrucción del entramado social. Democratización donde no existan silencios o voces acalladas, sino que todas tengan las mismas posibilidades de luchar por su espacio.

    Como es posible apreciar enfrentamos una gran complejidad que no es recomendable simplificar artificialmente, ni pretender tampoco solucionar exclusivamente a partir de la acción de los canales formales de educación. Se impone una política educativa, enmarcada en una política educativa global, que apueste a responder tres ejes fundamentales. En primer lugar el ya mencionado de profundización de la democracia, la defensa de la identidad cultural y la estimulación de la autonomía del individuo frente a las redes de poder en que debe moverse el individuo.

    Paralelamente se impone el trazado de puentes sólidos que vinculen la enseñanza formal con la no – formal de manera que todos apunten a un objetivo que reúna un amplio consenso. No desde la óptica de la modernidad, que buscaba imponer un orden pre-establecido sino un consenso construido democráticamente de manera permanente, sin exclusiones. Ello implica abrir las puertas a las diferentes formas culturales existentes en la sociedad. Donde la discriminación de género, social. étnica o política no esté presente. Un consenso que busque el crecimiento de cada individuo con independencia de su origen. Quizás pueda tacharse de utópico lo expuesto pero recordemos lo que Eduardo Galeano (1990) decía sobre la función de la utopía. Ella sirve para caminar, es un norte que ha de guiar cada uno de los pasos a dar, en un camino infinito.

    No considero que lo que hemos planteado agote la lectura del escenario, es simplemente un boceto trazado desde el "sur" abierto a su profundización. Pero sí estamos seguros que los temas tocados acá deben estar presentes en toda "lectura" de la realidad sobre la que se pretenda basar una transformación educativa. Como dijera Jesualdo Sosa, las transformaciones en la educación no deben comenzar nunca por los métodos sino por una definición del futuro que pretendemos crear. La educación es un área que su acción se vuelve sobre sí. Cuando pretendemos enfrentar el futuro vistos desde el hoy, lo estamos construyendo y transformándolo en presente. De una especulación rápidamente pasamos a una realidad.

    La metodología a emplear consiste en la construcción de una auténtica praxis

    El camino no es fácil pero nuevamente repito "algo habrá que hacer"

    BIBLIOGRAFÍA.

    A los textos que aparecen citados a lo largo del trabajo podemos agregar los siguientes que han sido tomados en cuenta.

    • Hugo Achugar. La Balsa de la medusa. (Ensayos sobre identidad, cultura y fin de siglo en Uruguay. Ediciones Trilce. Montevideo. 1992.
    • Michael W. Apple. Educación y poder. Temas de Educación. Paidós. MEC. Barcelona. España. 1987
    • Michael Apple- El conocimiento oficial. ( La educación democrática en una era conservadora) Temas de Educación. Paidós. Barcelona. España. 1996.
    • Antoni J. Colom y Joan_Charles Mèlich. Después de la modernidad. Papeles de Pedagogía. Paidós. Barcelona España. 1995
    • Paulo Freire. La naturaleza política de la educación. ( Cultura poder y liberación) Temas de Educación. Paidós. Barcelona. España. 1990.
    • Paulo Freire. Pedagogía de la esperanza. Editorial Siglo XXI. Méjico 1993.
    • Milton y Rose Friedman. Libertad de elegir. Editorial Grijalbo. Barcelona España. 1980.
    • Henry Giroux. Teoría y resistencia en educación. Editorial Siglo XXI. Méjico 1993
    • Henry Giroux. Los profesores como intelectuales (Hacia una teoría crítica del aprendizaje) Temas de Educación. Paidós. MEC. Barcelona. España 1990.
    • Peter McLaren. Pedagogía crítica, resistencia cultural y la producción del deseo. Aique Grupo Editor. Buenos Aires. Argentina. 1994
    • Peter McLaren. Pedagogía, identidad y poder. (Los educadores frente al multiculturalismo) Homo Sapiens Ediciones. Rosario. Argentina. 1998
    • Adriana Puiggrós. Imaginación y crisis en la educación latinoamericana. Aique Grupo Editos. Buenos Aires. Argentina. 1994
    • Adriana Puigros. Volver a Educar.
    • Daniel Ulanovsky Sack. Los desafíos del nuevo milenio. (Entrevistas a las grandes pensadores contemporáneos). Aguilar. Altea. Taurus. Alfaguara S.A. Buenos aires. Argentina. 1999.

     

     

     Mtro Insp. Mag. Douglas Ifrán