El legado vital de la globalización: del malestar económico al populismo emocional e irreflexivo (Parte I) (página 2)
Enviado por Ricardo Lomoro
El último intento serio fue el de la Tercera Vía de Anthony Giddens, y hoy, dos décadas después de que la lanzara, el Partido Laborista es un hervidero sin esperanzas de volver al Gobierno a corto plazo. Por eso, y solo por eso, están hundidos los partidos socialdemócratas, porque se han quedado al margen de las nuevas inquietudes de las clases medias, que antes les votaban en la medida en que el centro izquierda era capaz de garantizar la construcción de un Estado de bienestar con sistemas fiscales equitativos.
Hay evidencias científicas, sin embargo, de que la respuesta proteccionista que se dio en los años treinta fue un inmenso error del que han aprendido los gobiernos. De hecho, no ha habido guerras comerciales significativas desde 2008, pero también es un fracaso dramático permitir que después de los sacrificios derivados de la Gran Recesión de 2009 -y en medio del auge de la globalización-, no haya réditos para millones de ciudadanos que se sienten desprotegidos por un proceso cruel con los viejos derechos: el derecho a tener un trabajo digno o a procrear. Hoy, las relaciones laborales son una jungla que arrincona incluso valores tan tradicionales como la familia.
Como ha recordado la profesora Ngaire Woods, de la Universidad de Oxford, tras 1945 los gobiernos aprendieron la lección de 1929 e invirtieron en educación, atención médica y sistemas de asistencia social de buena calidad que beneficiaron a la mayoría. Pero en 2016, como sostiene Woods, lo relevante es ser conscientes de que, desde un punto de vista político, la globalización tiene que estar controlada, ordenada, no solo para permitir que los ganadores ganen, sino también para asegurar que los gobiernos no hagan trampa o ignoren sus responsabilidades ante la sociedad. No hay lugar para políticos ideológicamente corruptos que consientan todo a empresarios corruptos con la ayuda de anarco-liberales que, en realidad, son una rémora para el libre comercio.
Gordon Brown, el "expremier" británico, lo expresó con lucidez hace algún tiempo: "Debemos comenzar por reconocer que en un mundo cada vez más integrado e interdependiente, cada país debe encontrar el equilibrio adecuado entre la autonomía nacional que desea y la cooperación internacional que necesita". Las manifestaciones de Seattle en 1999, en este sentido, fueron la primera advertencia de que algo se estaba haciendo mal con un alocado proceso de globalización carente de gobernanza y de instituciones capaces de ordenar un fenómeno que supone una ingente transferencia de rentas de unas regiones a otras.
Donald Trump, en realidad, ya ha ganado. Aunque es muy probable que un majadero como él nunca sea presidente (los padres fundadores de EEUU fueron sabios cuando diseñaron el sistema de colegios electorales para elegir presidente), lo cierto es que, tras el triunfo del Brexit, las fuerzas contra la globalización emergen. Pero ahora no son los antisistema de Seattle o de Praga, durante la asamblea anual del FMI, quienes hostigan el comercio mundial, sino las clases medias burguesas que recelan de la inmigración y de la apertura del comercio mundial mediante tratados multilaterales que dejan desarmados a los pequeños negocios y a las pymes.
Hoy, las calles del centro de las grandes ciudades se han llenado de marcas planetarias que han homogeneizado la cultura y desplazado al extrarradio a los viejos tenderos y al pequeño comercio que antes garantizaban un sistema homogéneo de clases medias. También los asalariados son hoy extremadamente vulnerables a los ciclos económicos y a la competencia exterior, lo que explica el éxito electoral de Le Pen en regiones que antes votaban al PCF. El caldo de cultivo está asegurado.
Y son esos sectores más vulnerables a la globalización los que abrazan, con serias razones, los cantos de sirena populistas o del nacionalismo. Máxime cuando el Estado–nación sucumbe ante el empuje de enormes corporaciones que hoy disponen de una capitalización bursátil superior al PIB de muchos países medianos.
Paradójicamente, aprovechándose de las líneas de liquidez de los bancos centrales, lo que contribuye a ensanchar las desigualdades, algo que ha abierto un vivo debate en Alemania, donde se acusa al BCE de apoyar a los ricos frente a esas clases medias ahorradores que viven, por ejemplo, de un seguro. El mundo al revés. Y la derecha ha entendido el mensaje. Por eso gana elecciones.
(Se adjunta copia del informe mencionado por Carlos Sánchez)
– Combatiendo la pobreza en Estados Unidos (Project Syndicate – 27/7/16)
Berkeley De 2005 a 2014, el ingreso real de dos tercios de los hogares en 25 economías desarrolladas se mantuvo sin cambios, o incluso decayó. Sólo después de una intervención gubernamental muy agresiva en impuestos y transferencias algunos países lograron, por lo menos, que las familias no se vieran perjudicadas.
Esta experiencia conlleva lecciones para países como Estados Unidos, donde la desigualdad y la distribución de ingresos causan preocupación en vísperas de las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre. ¿Qué puede aprender Estados Unidos de lo que funciona en otras partes?
Estados Unidos es un caso aparte a nivel global en lo que concierne a asociar gran parte de su red de seguridad social con el empleo. El gasto en previsión social promedia el 23% del PIB en Europa, pero apenas el 16% en Estados Unidos. Y Estados Unidos también está especialmente lejos del resto en lo que concierne a las familias: solamente otros tres países -Tonga, Surinam y Papúa Nueva Guinea- carecen de una política nacional para la licencia familiar paga.
Sin embargo, existen muchas iniciativas políticas exitosas en Estados Unidos. Por ejemplo, Pete Weber, un empresario retirado de Fresno y miembro del comité ejecutivo del Partido Republicano de California, está al frente de un movimiento nacional destinado a pensar de manera audaz en cómo sacar a las familias de la pobreza y lograr que sean autosuficientes.
La Fresno Bridge Academy, fundada por Weber en 2010, ha recibido elogios a nivel estatal y nacional por sus resultados -no sólo su éxito con individuos carenciados, sino también su rentabilidad-. El programa consiste en una capacitación laboral de 18 meses que también ofrece servicios de apoyo para las familias -como clases de computación, asistencia para redactar un currículum vitae, clases de apoyo para la crianza de los hijos y clases particulares para niños– a través de Reading and Beyond, su organización paraguas sin fines de lucro.
Emplazado en el código postal más pobre de California, el programa ha ayudado a 1.200 familias que se inscribieron voluntariamente y cuenta con fondos para brindar servicio a otras 2.300 familias en los próximos dos años. Hasta la fecha, el 80% de las familias inscriptas ha obtenido un empleo o un crecimiento significativo de su salario, y el 80% de ellas conserva estos progresos un año más tarde. El 30% han logrado ser totalmente autosuficiente en el lapso de apenas 18 meses.
El esquema de Fresno, financiado por una subvención a la innovación del programa SNAP (anteriormente conocido como cupones para alimentos), es evaluado cuantitativamente y en base a los resultados de manera rigurosa. El programa ha generado 22 dólares de beneficio por cada dólar invertido -16 dólares van a las familias y 5 dólares, a los contribuyentes (principalmente en concepto de mayores ingresos y menores desembolsos para cupones para alimentos).
Si bien las circunstancias en Fresno están asociadas especialmente a la economía agrícola local, Weber cree que el programa es escalable y ya lo está extendiendo a otros dos condados de California (San Joaquín y Napa). A través de una colaboración más amplia con la Cumbre Económica de California Forward, Weber está incorporando las lecciones aprendidas en Fresno en un esfuerzo para sacar a un millón de familias de la pobreza en el estado para 2025.
Las nuevas estrategias como la adoptada por la Fresno Bridge Academy llegan en un momento en el que tanto la izquierda como la derecha cuestionan los programas actuales para combatir la pobreza. Según algunas estimaciones, desde que el presidente Lyndon B. Johnson lanzó su "Guerra contra la pobreza" en 1964, el gasto total en esta materia superó los 22 billones de dólares. Sin embargo, no se registró mucho progreso. La tasa de pobreza oficial en Estados Unidos parece atascada en alrededor del 15%.
En la derecha, la iniciativa Expanding Opportunity in America del presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Paul Ryan, tiene la visión de que Estados Unidos ya gasta lo suficiente y sólo necesita gastar mejor. El plan de Ryan se centra en integrar programas en un "subsidio de oportunidad", expandiendo el crédito por ingreso del trabajo (EITC, por su sigla en inglés), y una reforma de la justicia penal -a la vez que se estimula el crecimiento económico, de manera que el trabajo pesado recaiga en la creación de empleo.
En la izquierda, organizaciones como Opportunity Institute (aclaración: ambos integramos la junta de directores) defienden el gasto focalizado, particularmente en educación temprana, en asociar la universidad con las carreras, y en reducir la reincidencia criminal. La plataforma política de la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton propone nuevos programas para abordar estas cuestiones, con un énfasis especial en la licencia familiar y en la educación de la infancia temprana y universitaria.
Muchos académicos -si no la mayoría- que han explorado el tema, como un esfuerzo conjunto de la Brookings Institution y el American Enterprise Institute, incluyen elementos de la izquierda y de la derecha, particularmente estrategias destinadas a fortalecer a las familias, mejorar la calidad y volumen del trabajo disponible y romper el ciclo de reincidencia. El EITC también cuenta con un amplio respaldo (más de las tres cuartas partes de los economistas encuestados por la American Economic Association apoyan su expansión). También existe un amplio consenso sobre la necesidad de una mejor evaluación cuantitativa de lo que da buenos resultados.
A otros, especialmente muchos en el mundo tecnológico de Silicon Valley y algunos en el movimiento laboral, les preocupa que la tecnología supere la creación de empleo y deje a muchos fuera de la fuerza laboral. Preferirían un ingreso básico universal (IBU, por su sigla en inglés), que rompería el vínculo entre empleo e ingreso. Los ciudadanos suizos rechazaron rotundamente esa estrategia en un referendo reciente, pero la energía dedicada a estrategias más radicales para ayudar a quienes lo necesitan es bienvenida, aún si las especificidades del IBU y su costo todavía no han sido comprobadas.
Ejemplos como Bridge Academy -y otros, como el Federal Home Visiting Program- demuestran que las iniciativas profundamente arraigadas y adaptadas a las necesidades de las comunidades en las que se aplican, y que están impulsadas por la evidencia de resultados efectivos, pueden funcionar. Desafortunadamente, muchas veces adoptamos la estrategia opuesta: programas nacionales generalistas sin ningún énfasis en los resultados.
Consideremos el Servicio de Alimentos y Nutrición del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Aproximadamente el 88% de su gasto anual de 82.000 millones de dólares está destinado a ayuda directa (SNAP, o "cupones para alimentos"), mientras que apenas el 0,33% está destinado a brindarle a la gente las capacidades que necesita para evitar una asistencia del gobierno. Peor aún, ninguno de los programas focalizados en las capacidades tiene datos que permita evaluarlos.
Un programa "federalista y progresista" aumentaría sustancialmente este tipo de gasto y lo evaluaría rigurosamente. Un programa de estas características fijaría normas federales altas, pero les permitiría a las ciudades y a los estados innovar, y así financiar lo que funcione. Es hora de pensar de manera diferente y alinear nuestro pensamiento -y nuestro gasto- con lo que realmente da resultados.
(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley, a senior adviser at the Rock Creek Group, and a member of the World Economic Forum Global Agenda Council on Gender Parity. Lenny Mendonca, Senior Fellow at the Presidio Institute, is a former director of McKinsey & Company)
"Las autoridades económicas están nerviosas por que los acontecimientos políticos reduzcan el crecimiento al desatar una reacción contra el libre comercio, reprimir la inversión y provocar la volatilidad de los mercados" La incertidumbre política alimenta temores sobre el crecimiento global (The Wall Street Journal – 9/10/16)
Si se le pregunta a cualquier ministro de Hacienda o presidente de un banco central sobre los principales riesgos que afronta la economía global, la respuesta es una sola: la política.
Desde las elecciones en Estados Unidos hasta la salida británica de la Unión Europea, un proceso conocido como brexit, pasando por la lentitud de las reformas en China, las autoridades económicas se han vuelto cada vez más nerviosas por que los acontecimientos políticos reduzcan el crecimiento global al desatar una reacción contra el libre comercio, reprimir la inversión y provocar la volatilidad de los mercados.
Algunos líderes populistas están aprovechando el descontento del electorado para resucitar medidas proteccionistas que no se habían visto desde los años 30. Además, el incierto desenlace de una serie de elecciones, plebiscitos y cambios de liderazgo parece deprimir la actividad de negocios alrededor del mundo.
La incertidumbre en torno a la dirección de la política económica en los próximos años dominó las preocupaciones de los ministros de Hacienda y banqueros centrales congregados en Washington durante el fin de semana para asistir a los encuentros semestrales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. "Las incertidumbres y riesgos que enfrenta la economía mundial han aumentado conforme algunas de las principales economías han entrado en temporada de elecciones generales", dijo el ministro de Finanzas chino, Lou Jiwei, quien preside este año el Grupo de los 20, que reúne a las principales economías del mundo.
Los retos políticos podrían descarrilar la economía global en un entorno donde la deuda asciende a máximos históricos, los bancos son vulnerables y el crecimiento es anémico. Las autoridades advierten que la débil economía global, que ya es señalada como responsable de crear las condiciones políticas conducentes a un renacimiento del proteccionismo, podría sufrir un retroceso de medio siglo de integración comercial.
"Demasiados políticos apoyan barreras comerciales en un esfuerzo miope para aumentar el crecimiento nacional a corto plazo", dijo Roberto Azevedo, director general de la Organización Mundial del Comercio. "La medicina que a menudo se receta es el proteccionismo y es exactamente el tipo de medicina que va a perjudicar al paciente, en vez de ayudarlo".
El FMI advierte que se puede gestar un ciclo peligroso: un crecimiento más débil engendrado por el proteccionismo podría producir una reacción populista más fuerte contra el libre comercio, lo que deprimiría aún más la actividad económica.
Al estimar el potencial impacto, el FMI calcula que un alza brusca de los aranceles y otras barreras comerciales elevaría los precios de las importaciones en 10% a nivel global. Eso se traduciría en una caída de 15% de las exportaciones durante los próximos cinco años. El consumo retrocedería 2% y la economía global crecería dos puntos porcentuales menos, según la entidad. Un golpe de esta naturaleza dejaría la economía global por debajo de lo que algunos economistas consideran una recesión técnica.
El peor escenario previsto por el FMI es desalentador. Los mercados financieros tendrían una reacción negativa al aumento del proteccionismo. Esta combinación podría provocar un derrumbe de 18% de la inversión en algunos países, mientras que el Producto Interno Bruto mundial caería entre 3 puntos porcentuales y 6 puntos porcentuales. Muchos países entrarían en deflación, vaticina el organismo.
La volatilidad de los mercados aumenta de la mano de la incertidumbre, según indicadores que miden ambos fenómenos. La incertidumbre en torno a la dirección de la política económica alcanza niveles no vistos desde la crisis financiera global y la crisis de la deuda soberana europea. El alza de la volatilidad de los mercados sigue un rumbo a casi idéntico.
Uno de los temas que preocupa a los inversionistas es el brexit. Un divorcio conflictivo entre el Reino Unido y la UE en los próximos tres años es considerado una de las principales amenazas a la región.
Las elecciones en Francia y Alemania también han generado interrogantes sobre el futuro de la política económica en dos de las mayores economías del mundo ante el avance de los partidos de extrema derecha. Italia enfrenta un referendo constitucional en diciembre que, en opinión de numerosos economistas, es fundamental para la reforma de la economía.
Señales de que la inversión está siendo impactada por la ansiedad han surgido en los índices de gerentes de compras, un indicador de actividad económica, de muchos países europeos. El índice alcanzó en septiembre niveles que no se veían desde 2014 a medida que muchas empresas postergan sus gastos.
Las elecciones estadounidenses, en tanto, golpean a la economía mexicana. El peso se ha movido violentamente en la dirección opuesta al desempeño en las encuestas del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump. Cerca de 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU, lo que equivale a un tercio del PIB, por lo que el deterioro de la confianza de los consumidores mexicanos es atribuido a las amenazas de Trump de imponer aranceles punitivos.
Los inversionistas también siguen con cautela lo que pasa en China, donde el gobierno está demorando la liberalización de la economía hasta después de un cambio de liderazgo que comienza en 2017. El retraso está provocando una peligrosa acumulación del crédito y exceso de capacidad industrial que ha afectado los precios globales de las materias primas. El FMI advirtió que si las autoridades no aceleran el ritmo de las reformas, se podría producir un colapso financiero y una drástica caída del crecimiento de la segunda economía del mundo.
Aunque las preocupaciones políticas se centran en las principales economías, también se extienden a otros países. Los colombianos acaban de rechazar un acuerdo de paz entre el gobierno y el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que podría poner en riesgo la salud de largo plazo de la economía. El gobierno de Nigeria, en su intento por abordar la pérdida de ingresos generada por el derrumbe de los precios del petróleo, ha demandado a varias empresas a las que acusa de exportar ilegalmente crudo por cerca de US$ 13.000 millones.
"Hay muchas compañías sentadas en una montaña de efectivo", dijo Stanley Fischer, vicepresidente de la Reserva Federal de EEUU. "Hay una especie de aire de incertidumbre acerca de la situación y creo que no estimula la inversión".
– Qué hay detrás de la nueva ola de ataques contra la globalización y el libre comercio (BBCMundo – 9/10/16) Lectura recomendada
Muchos ciudadanos de EEUU, Europa o Japón, no han visto aumentar la renta de sus hogares en los últimos 10 años.
El cambio tecnológico y económico ha afectado a zonas geográficas específicas que tuvieron problemas para desarrollar nuevas industrias y crear nuevos empleos.
El sentimiento de agravio es evidente: el sector perdió seis millones de puestos de trabajo entre 1999 y 2011, según la Oficina de Estadísticas de Empleo de EEUU.
Los estudios han demostrado que el declive del país se ha visto acompañado de ganancias en China.
Las importaciones chinas explican el 44% de la pérdida de empleo en manufacturas en Estados Unidos entre 1990 y 2007, según un informe del Instituto de Estudios del Trabajo en Bonn, Alemania.
Parte del descenso se debe al traslado de puestos de trabajo a otros países, pero también han jugado un papel la automatización y la puesta en marcha de procesos más eficientes.
"En todos los países hay quien ha perdido por el desarrollo tecnológico, sea operadores telefónicos o empleados bancarios", dice Gary Hufbauer, experto en comercio del Instituto Peterson de Economía Internacional. "El problema en EEUU es que no hacemos demasiado para ayudar a aquellos que han perdido, a través de apoyo del sistema de seguridad social o de formación laboral", dice Hufbauer.
El aumento de la oposición política a la globalización ha coincidido y contribuido también a un periodo de reducción del comercio mundial desde la crisis financiera de 2008.
Entre 1986 y 2008, el comercio global aumentó a un ritmo del 6,5%, según la Organización Mundial de Comercio.
Entre 2012 y 2015, esa tasa se ha ralentizado hasta situarse en un promedio del 3,2%, y se espera que crezca solo un 1,7% este año.
La ralentización, si continuara, convertiría este periodo de relativo estancamiento comercial en el mayor desde la Segunda Guerra Mundial.
Desde la crisis financiera, la ralentización de la economía china y el estancamiento político y económico en la Eurozona han contribuido a este estancamiento del comercio mundial. Al mismo tiempo se ha producido un aumento constante en la aplicación de medidas proteccionistas en todo el mundo.
En un intento de proteger a las empresas y los sectores domésticos, los políticos han acudido a los aranceles y las restricciones a las importaciones de otros países.
"Los gobiernos de todo el mundo han casi doblado su utilización de distorsiones comerciales en los últimos dos años", dice el profesor Simon Evenett, experto comercial de la Universidad de San Gallen. "El aumento reciente de la actividad de buscar tu beneficio propio a costa de empobrecer al vecino es anterior a Trump y al Brexit, lo que sugiere que las presiones populistas pueden exacerbar el proteccionismo", añade.
Los economistas alertan de que aunque el proteccionismo pueda resultar atractivo para los políticos presionados por enfadados trabajadores, en realidad su efecto es aumentar los precios para los consumidores.
En 2012 hubo una oleada de indignación cuando neumáticos baratos producidos en China inundaron el mercado estadounidense, poniendo en peligro la viabilidad de los productores domésticos. El presidente Barack Obama respondió con aranceles correctivos, para hacer que China "cumpla las reglas".
Las medidas proteccionistas fueron bien recibidas en Estados Unidos, pero un estudio del Instituto Peterson estableció que los aranceles implicaron que los consumidores estadounidenses pagaron US$ 1.100 millones más por sus neumáticos en 2011. Cada puesto de trabajo salvado costó en la práctica US$ 900.000 y muy poco de eso alcanzó los bolsillos de los trabajadores.
Batalla por el libre comercio
Con los beneficios económicos y sociales del libre comercio siendo cada vez más atacados, los defensores de la globalización han intentado lanzar un contraataque.
"Durante seis décadas tras la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento sin precedentes del comercio de bienes y servicios y la expansión espectacular de la inversión extranjera directa fueron impulsores poderosos del mejor medio siglo de la historia humana", dice Gary Hufbauer.
El Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional han convertido este tema en una parte central de sus reuniones en Washington durante esta semana. Para enfatizar este argumento, el Banco Mundial ha publicado un estudio en países desarrollados que muestra que los ingresos promedio del 40% más pobre de la sociedad aumentaron entre 2006 y 2013, a pesar del impacto de la crisis financiera.
También parece que los políticos se están dando cuenta de que la desigualdad y el estancamiento económico, sean cuales sean sus causas, deben remediarse.
"Creo que hay una toma de conciencia en países ricos y entre las élites de que la globalización tiene problemas", dice Branko Milanovic, un economista cuyo trabajo sobre la desigualdad de ingresos ha potenciado gran parte del debate. "Se dan cuenta de que para su propia supervivencia tienen que ocuparse de ellos".
Puede ser que los problemas que surgen de este descontento hayan sido diagnosticados, pero las soluciones no son obvias ni fáciles de aplicar.
"Muchos de los beneficios de la globalización los ha disfrutado un grupo relativamente pequeño dentro de cada país", afirma Andrew Lang, de la London School of Economics. "La pregunta no es si hay beneficios en la globalización, porque es evidente que sí. La pregunta es sobre quién se está beneficiando de esos beneficios", dice Lang.
Parte del enfado puede disiparse si el crecimiento económico deja de situarse de manera obcecada en esa trayectoria plana, aumentado los ingresos en todo el mundo.
"Para ayudar a solventar esos problemas, hay que activar la economía mundial. Los gobiernos tienen que comprometerse a aprobar paquetes de estímulo fiscal para hacer que sus economías marchen de nuevo", afirma Gary Hufbauer.
Branko Milanovic apunta al éxito de políticos en el pasado cuando intentaron dar la vuelta a economías débiles que parecían intratables. "No es imposible hacerlo", opina. "Thatcher y Reagan consiguieron cambios en periodos de tiempo relativamente pequeños: un periodo presidencial de cuatro años debería ser suficiente para empezar a marcar la diferencia".
Críticas de la izquierda y la derecha
Los oponentes de la globalización y el comercio mundial creen que sus movimientos están provocando avances.
Las negociaciones del TTIP parecen estar detenidas, las elecciones en Estados Unidos cuestionan el futuro del Acuerdo Transpacífico y el número de acuerdos de libre comercio ha caído.
Hay un amplio coro de desasosiego que insiste en oponerse al libre comercio.
Con voces en la derecha y en la izquierda políticas que cuestionan los beneficios de la globalización, hay una amplia base para el descontento.
Puede ser que la globalización esté bajo asalto en todos los frentes, pero sus defensores insisten que su resurgimiento es la única forma de aliviar el descontento que ahora está potenciando su falta de popularidad.
Reduciendo la desigualdad
1,1billones de personas salieron de la pobreza extrema desde 1990
100 millones salieron de la pobreza extrema entre 2012 y 2013. Esto es equivalente a:
250.000 personas al día
200 personas por minuto
Banco Mundial
"La década perdida ya está aquí. Eurostat ha certificado que el PIB avanzó un 0,4% en los últimos 10 años. Incluso por debajo de Japón. El peso de la industria sigue cayendo" España aprende (lo malo) de Japón: la década perdida ya está aquí (Carlos Sánchez – El Confidencial – 12/10/16)
Cuando México suspendió pagos en 1982, no solo arrastró a la economía del país hacia el abismo. Aquella bancarrota puso en circulación la expresión "década perdida". No solo en México, también en el conjunto de Latinoamérica.
Desde entonces, este concepto se aplica a todas aquellas regiones o países que sufren un periodo largo de su historia económica en términos de crecimiento o de PIB per cápita.
Este es el caso de Japón, aunque también de la mayoría de los países de la Unión Europea (UE). Y de España. Los datos que acaba de hacer públicos Eurostat -la agencia estadística de la UE- revelan que la economía española creció entre 2005 y 2015 en media anual apena un 0,4%. Ese periodo, como se sabe, incluye periodos de alto crecimiento (en cuatro años, el PIB avanzó por encima del 3%: 2005, 2006, 2007 y 2015) y de intensa recesión derivada del estallido de la burbuja de crédito.
Eso significa que el producto interior bruto creció en España menos que en la eurozona (0,8%) e, incluso, por debajo de un país como Japón, al que habitualmente se le compara con el "estancamiento secular" del que hablaba Larry Summers, y que tanto éxito ha tenido en el mundo académico tras rescatar el exsecretario del Tesoro de EEUU una expresión de los años treinta. Pues bien, Japón ha crecido en los últimos 10 años un 0,5%, una décima más que España.
Los economistas suelen decir que trabajar con series largas permite un análisis más ajustado a la realidad. Y en este sentido, los datos de Eurostat reflejan con precisión quiénes han sido los ganadores y los perdedores de los intensos cambios económicos (globalización) y tecnológicos registrados en los últimos años entre los países avanzados.
Los perdedores han sido, claramente, Grecia, Italia y Portugal, cuyo PIB es hoy inferior al que tenían en 2005. Pero también media docena de países europeos cuya riqueza nacional apenas ha avanzado menos del 0,5% en el último decenio. Entre ellos España.
Los ganadores, por el contrario, han sido países como Irlanda, Polonia o Eslovaquia, con crecimientos superiores al 3% durante la última década. Pero, sobre todo, China, con un avance medio anual del PIB del 9,8% entre las grandes naciones emergentes.
¿Y qué ha pasado con las naciones ricas europeas? Pues ni más ni menos que el crecimiento ha sido moderado. O, incluso, muy moderado en algunos casos. Alemania, el paradigma de la productividad y de la sostenibilidad de su modelo económico, apenas creció un 1,4% en los últimos 10 años. Exactamente lo mismo que EEUU. Mientras que Francia solo ha crecido un 0,9%. En todo caso, el doble que España y en línea con la media de la eurozona.
Los escasos avances del PIB suelen relacionarse con la ralentización en el aumento de la productividad. Y esta está determinada de forma relevante por el patrón de crecimiento. En particular, por la industria. Y lo que dice Eurostat es que el peso de la industria, en el caso español, ha continuado descendiendo en los últimos 10 años. Desde luego, en mayor medida que en la eurozona.
En concreto, el peso de la industria se situaba el año pasado en el 17% del PIB, casi tres puntos menos que hace una década. Por el contrario, en los países del euro apenas ha bajado en siete décimas, mientras que en Alemania, incluso, ha crecido. Hasta el 25,9% (25,5% en 2005), en un contexto de fuerte crecimiento de los países emergentes.
El lento declive de la industria tiene su contrapartida en los servicios. Y según Eurostat, este sector representa ahora nada menos que el 73,9% del valor añadido bruto total de la Unión Europea a Veintiocho, por encima del 71,9% de 2005. Como sostiene la agencia estadística de la UE, la importancia relativa de los servicios es particularmente elevada en Luxemburgo, Chipre, Malta, Grecia, Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica, Portugal, Dinamarca y España, donde se contabilizan al menos tres cuartas partes del valor añadido total.
Como recuerda Eurostat, el cambio estructural es, al menos en parte, resultado de fenómenos como las transferencias tecnológicas, la evolución de los precios relativos, la externalización y la globalización, que ha significado la deslocalización industrial hacia otras regiones del planeta con menores costes laborales. Algo que se ha traducido en una transferencia de rentas de los países 'ricos' a los emergentes, lo cual ha afectado de forma negativa a los avances del PIB europeos. La UE, de hecho, ha crecido solo un poco más que Japón en la última década, aunque con gran disparidad en función de los territorios.
"La revolución tecnológica ha dado lugar a las búsquedas en Google, los amigos en Facebook, las aplicaciones para el iPhone, las diatribas en Twitter y las compras de cualquier cosa en Amazon, todo esto en los últimos 15 años. Sin embargo, eso no ha creado muchos empleos. Alphabet Inc., matriz de Google, y Facebook Inc. tenían a fin del año pasado un total de 74.505 trabajadores, cerca de un tercio menos que Microsoft Corp. pese a que su valor de mercado combinado duplica el del gigante del software. Instagram, el servicio para compartir fotos, tenía 13 empleados cuando fue adquirida por Facebook en 2012 por cerca de US$ 1.000 millones"… La otra cara del auge tecnológico es la baja creación de empleos en EEUU (The Wall Street Journal – 12/10/16)
La contratación en los sectores de computadoras y semiconductores se derrumbó después de que la producción de hardware se mudó de Estados Unidos y los nuevos gigantes tecnológicos necesitaban relativamente pocos trabajadores. La cantidad de startups de tecnología cayó, el crecimiento de la productividad y de los salarios se desaceleró y la desigualdad de los ingresos se amplió conforme las máquinas sustituyeron el trabajo repetitivo de baja y mediana remuneración que hacían los humanos.
El resultado dista mucho de lo que muchos líderes políticos, emprendedores de tecnología y economistas vaticinaron hace una generación. En 2000, el presidente Bill Clinton pregonó "el fermento del rápido cambio tecnológico" como uno de los "principales motores" de la expansión de la economía estadounidense.
La brecha entre lo que prometió el auge tecnológico y lo que produjo realmente es otra fuente de descontento en EEUU que alimentó el ascenso este año de candidatos que atacan a la clase dirigente, como Donald Trump y Bernie Sanders.
El desencanto provocado por la tecnología es más sutil que el enojo causado por el aplastante impacto de la invasión de las importaciones de China y por el supuesto fracaso de instituciones gubernamentales, como la Reserva Federal, a la hora de dirigir la economía. En cambio, surge de la idea de que los estadounidenses esperaban mayores ganancias económicas de estas maravillosas nuevas máquinas y las compañías que las crearon, y no un aumento de la desigualdad.
"Hay una creciente sensación de frustración de que la gente no ha visto el progreso que sus padres y abuelos vieron", señala Erik Brynjolfsson, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts cuyo trabajo ha descrito cómo la tecnología amplía la brecha de ingresos entre los ricos y los pobres. "Esa frustración se propaga al ámbito político".
En 1997, la revista Time nombró a Andrew S. Grove, entonces presidente ejecutivo de Intel Corp., como el "Personaje del Año". Dos años después el galardonado fue Jeff Bezos, presidente ejecutivo de Amazon.com Inc. El estallido de la burbuja puntocom a comienzos de 2000, la recesión de 2001 y la profundización de la globalización resultaron ser puntos de inflexión para la economía de tecnología y su impacto sobre la prosperidad estadounidense.
Las tecnológicas de EEUU aceleraron el traslado de sus cadenas de suministro a China y otras partes de Asia, una región con mucho potencial de crecimiento y mano de obra barata. Las empresas de hardware concentraron la producción en el extranjero para abastecer a fabricantes de computadoras estadounidenses y de otros países.
Después de crecer durante toda la década de los 90, el empleo total en empresas de computadoras y electrónicos en EEUU se redujo de 1,87 millones en 2001 a 1,03 millones en agosto de 2016, según datos del Departamento de Trabajo. El empleo en fabricantes de chips cayó a la mitad, a 359.000 puestos, durante el mismo lapso.
Micron Technology Inc. cuadruplicó su fuerza de trabajo entre 1994 y 2000, a 18.800 empleados en EEUU. Hoy, la empresa es un caso de estudio sobre cómo las tecnológicas han exportado empleos. En 2013, el año más reciente con datos disponibles, Micron tenía 11.300 trabajadores en EEUU, frente a 14.000 en 2000. En el exterior, su personal se disparó de 4.800 a 19.600, principalmente en China y otros países asiáticos. Un vocero dijo que gran parte del aumento fuera de EEUU provino de adquisiciones.
La Asociación de la Industria de Semiconductores afirma que los chips son la tercera mayor exportación de EEUU, después de los autos y los aviones.
Apple Inc. siguió un trayecto similar. Su cofundador, Steve Jobs, asumió como misión la revitalización de la manufactura estadounidense en sus primeros años al frente de la empresa y después de crear NeXT Inc., otro fabricante de computadoras. Sin embargo, cuando Jobs murió en 2011, Apple fabricaba casi todos sus productos fuera de EEUU, la mayor parte en Asia. La empresa abandonó la producción en EEUU en 2004 y la reanudó recién en 2013, cuando comenzó a producir la Mac Pro en Austin, Texas. Apple dice que emplea unas 80.000 personas en EEUU, o dos tercios de su fuerza laboral. Cerca de la mitad de su plantilla en ese país está en ventas minoristas.
Una vocera de Apple dijo que la empresa está "creando trabajos en nuevas industrias" como las aplicaciones desarrolladas para el iPhone y que es "una importante contribuidora a la manufactura estadounidense" al comprar componentes y materiales fabricados en el país.
Los trabajadores de tecnología de EEUU se están quedando con una porción más pequeña de la economía creada a partir de lo que producen. En 2014, la remuneración de los empleados de fabricación de computadoras y electrónicos equivalió a 49% del valor de la producción del sector, comparado con 79% en 1999, según el Departamento de Comercio.
Si bien otros empleos se han creado en sectores como el desarrollo de software, esa expansión es menor que las pérdidas en la manufactura tecnológica.
Desde 2002, la creación de startups de tecnología se desaceleró, lo que ha afectado la generación de empleo. En un estudio de 2014, los economistas Javier Miranda, John Haltiwanger y Ian Hathaway señalaron que el número startups de tecnología trepó de 64.000 en 1992 a 113.000 en 2001. La cifra cayó a 79.000 en 2011 y no se ha recuperado. Entre las causas figuran la competencia global y el aumento de las regulaciones internas, dice Haltiwanger, profesor de Economía de la Universidad de Maryland.
Otro problema es que pocas firmas de tecnología han salido a bolsa, algo que puede enriquecer a los primeros trabajadores y estimular la creación de empleos a medida que las compañías se expanden. Jay Ritter, profesor de la Facultad de Negocios Warrington de la Universidad de Florida, indica que entre 2001 y 2015 hubo 548 ofertas públicas iniciales de compañías relacionadas con la tecnología, frente a 1.853 entre 1990 y 2000.
La generación más reciente de startups ha captado una montaña de capital de riesgo y valuaciones gigantescas, encabezadas por Uber Technologies Inc., que valía US$ 68.000 millones a junio.
El flujo de riqueza ha generado más prosperidad en Silicon Valley pero ilustra la polarización económica de EEUU.
WhatsApp tenía más de 450 millones de usuarios en todo el mundo cuando fue comprada por Facebook en 2014 por US$ 19.000 millones, lo que convirtió a su fundador, Jan Koum, en un multimillonario. Al momento de la adquisición, el servicio de mensajería tenía 55 empleados.
Los frutos del crecimiento van a parar a las pocas personas con aptitudes y suerte y que están mejor posicionadas para aprovechar la nueva tecnología.
Las cinco mayores empresas tecnológicas de EEUU por capitalización bursátil -Apple, Alphabet, Microsoft, Facebook y Oracle Corp.- valen en conjunto US$ 1,8 billones, 80% más que las cinco primeras de 2000. Hoy, esos cinco gigantes emplean 22% de personas menos que sus predecesoras, un total de 434.505 el año pasado, comparado con 556.523 en Cisco Systems Inc., Intel, IBM, Oracle y Microsoft en 2000.
"La crisis se solventará en España con una montaña de nueva deuda que habrá que pagar antes o después. Eso sí, no ha sido culpa de los españoles. No de todos, al menos. Han sido sus políticos los que han endeudado a los contribuyentes, mientras familias y empresas se apretaban el cinturón. El desequilibrio no puede ser más acentuado. En términos de deuda pública, somos uno de los países que más ha disparado sus números rojos. A cambio, la deuda privada es la segunda que más ha bajado en términos de PIB, sólo por detrás de la británica"… España, segundo país que más reduce su deuda privada durante la crisis (Libertad Digital – 13/10/16)
En la primera semana de octubre (2016) se publicaba el informe del FMI Fiscal Monitor de octubre de 2016: Debt Use It Wisely. Como vemos, el organismo dedicaba el número de otoño de este año a la evolución de la deuda en todo el mundo. Y sus conclusiones no son nada tranquilizadoras. No hay más que ver la frase con la que comenzaba el resumen ejecutivo:
La deuda global del sector no financiero -que abarca el gobierno general, los hogares y las empresas no financieras- se sitúan en la actualidad en un máximo histórico equivalente a 225% del PIB mundial. Dos tercios de esa deuda, es decir USD 100 billones, consta de pasivos del sector privado que, como lo documentan numerosos estudios, pueden entrañar enormes riesgos cuando alcancen niveles excesivos.
No es nada nuevo, pero cada año que pasa se hace más evidente que el mundo está dentro en una peligrosísima espiral, sobre todo en los países ricos. Las economías avanzadas han entrado en un círculo vicioso de bajo crecimiento, pocas reformas e incremento de la montaña de deuda sobre la que nos encontramos.
El siguiente gráfico es de otro informe, el que publicó McKinsey en febrero del pasado año: Debt and (not much) deleveraging. Como vemos, a nivel global, se ha disparado la deuda en todos los sectores. Hogares, gobiernos, sector financiero y empresas han incrementado sus números rojos desde el año 2000 y han seguido haciéndolo a partir de 2007. Eso sí, con una particularidad: tras el "bofetón" que supuso la Gran Recesión, el sector privado redujo el ritmo de crecimiento de la deuda. A cambio, los gobiernos disparaban la carga que soportan sus ciudadanos.
McKinsey Global Institute
Pero esta es la foto general. Si miramos país a país, llegan los matices. Y en el caso de España, esos matices apuntan en una doble dirección. Como vemos en el siguiente gráfico, sacado del informe del FMI, en lo que hace referencia a la deuda del sector privado, somos los segundos que mejor lo hemos hecho. Sólo los británicos han reducido más su deuda respecto al PIB desde 2008. Esto habla de un esfuerzo muy importante de hogares y empresas, que han salido de la crisis ajustando gasto y desapalancándose.
FMI Fiscal Monitor Octubre 2016
Y mientras tanto, ¿qué han hecho nuestros políticos? Pues exactamente lo contrario: endeudarnos más de que ningún otro Gobierno del mundo. Según los datos del FMI, la deuda pública española ha pasado del 35% del PIB en 2007 al 100,1% con el que acabaremos este año. Son 65 puntos del PIB (lo que, en el caso español equivale a unos 700.000 millones de euros extra).
Entre las economías avanzadas, sólo en Grecia, la diferencia entre el nivel de deuda pública sobre el PIB entre 2007-16 es mayor. En el país heleno, han pasado del 103,1% al 183,4% del PIB en estos nueve años. Ni siquiera Portugal (del 68% al 128% del PIB), Italia (100% a 133%) o Irlanda (23,9% a 74,6%), los otros países rescatados de la Eurozona, han sufrido un incremento en la deuda pública similar.
McKinsey Global Institute
Por último, tenemos la anterior tabla, también del informe de McKinsey. Los datos cambian un poco porque son a cierre de 2014 (los del FMI llegan a 2016), pero las conclusiones se mantienen.
"El comercio global crecerá este año a su menor ritmo desde 2007, según las previsiones de la Organización Mundial del Comercio" El repliegue de la globalización afecta los precios de las acciones (The Wall Street Journal – 16/10/16)
Los principales ejecutivos de Barings se reúnen todos años en sus oficinas centrales de Londres para ultimar los detalles de sus proyecciones de inversión para los próximos diez años. En la próxima, el gestor de fondos británico que administra US$ 275.000 millones considerará un nuevo descuento en lo que denomina "la prima de la globalización" en los precios de las acciones, o incluso su desaparición.
Una aceleración del comercio global y el flujo más libre del capital han impulsado los precios de la renta variable en Estados Unidos durante casi tres décadas, en parte al estimular el crecimiento económico y permitir que las empresas aprovechen el ingreso a nuevos mercados y las economías de escala, dicen los gestores de fondos.
Ahora, no obstante, la amplia desaceleración del comercio junto a la incertidumbre política provocada por acontecimientos como la salida del Reino Unido de la Unión Europea, un proceso conocido como brexit, o las elecciones presidenciales en Estados Unidos, han sembrado dudas entre los gestores de fondos de que un menor crecimiento de la globalización será el próximo gran lastre sobre las bolsas globales. "Creemos que probablemente la globalización ya alcanzó su apogeo", dice Marino Valensise, director del equipo de activos múltiples de Barings. "No le va a gustar al mercado", vaticinó.
El comercio global crecerá este año a su menor ritmo desde 2007, según las previsiones de la Organización Mundial del Comercio, lo que coincide con un aumento del proteccionismo y el estancamiento de las iniciativas para liberalizarlo. El Fondo Monetario Internacional acaba de advertir que las tendencias anticomercio como alzas de los aranceles pueden causar un daño de largo plazo a la economía mundial.
A algunos les preocupa que esto se traspase a los resultados empresariales.
El proveedor global de indicadores bursátiles MSCI estima que si hay un aumento importante de políticas como el proteccionismo comercial y el gasto fiscal deficitario en el mundo en desarrollo en los próximos dos años, las acciones estadounidenses bajarán más de 17%, mientras que la caída de las bolsas europeas se aproximará a 20%. En una prueba de resistencia realizada por MSCI, la empresa asume que tales medidas conducen a la estanflación, una combinación tóxica de inflación alta y crecimiento bajo.
Los inversionistas enfrentan un entorno "post-globalización" sostiene Michael O"Sullivan, director de inversión en Europa de Credit Suisse. "Para los mercados, la desaceleración de la globalización se traduce en una incertidumbre incluso mayor", agregó.
Las empresas de todo el mundo, desde las navieras a los fabricantes, ya han reconocido que el proteccionismo y la menor fuerza del comercio han disminuido sus ganancias.
La estadounidense Deere & Co., el mayor vendedor mundial de tractores y cosechadoras, advirtió hace unos meses que el proteccionismo y las restricciones comerciales puede mermar sus resultados.
En Australia, Ansell Ltd., uno de los mayores fabricantes mundiales de condones, estima que el incremento del riesgo político nubla sus perspectivas a largo plazo. Brexit "insertó un elemento de incertidumbre en todo Europa", manifestó el presidente ejecutivo, Magnus Nicolin, en una conferencia telefónica para anunciar sus resultados.
Se suponía que esto no ocurriría.
Las valuaciones de las acciones subieron a inicios de los 90 luego de que la caída del Muro de Berlín pusiera fin a la Guerra Fría. El comercio global se disparó, McDonald"s Corp. empezó a servir hamburguesas en China y Ford Motor Co. podía abaratar sus costos al fabricar sus camionetas en Tailandia.
Las valuaciones de las acciones estadounidenses superaron su promedio de 120 años ante el supuesto de que un aumento incesante del comercio global y un movimiento más expedito de bienes, servicios y capital entre los países, dice Christopher Mahon, director de estudios de asignación de activos de Barings.
La prima de la globalización significó, en la práctica, que las acciones de empresas estadounidenses se transaban, colectivamente, a una relación precio-ganancia alrededor de un número entero más alta, según los cálculos de Barings, que analizó las valuaciones históricas y eliminó el impacto de otras variables, como la inflación y la política monetaria. La estimación de la prima de la globalización es el resultado de un extenso debate entre los estrategas de la firma, quienes todos los años analizan a fondo los datos de la economía, proyecciones e informes de investigación antes de llegar a un número.
La ecuación, sin embargo, está cambiando.
Durante la última década, Barings ha reducido la prima a la mitad, con la consiguiente caída de sus previsiones para los precios de las acciones. Otros gestores de fondos señalan que se han vuelto más selectivos y se han apartado de los sectores y países que tienen una mayor probabilidad de sufrir el impacto de la desaceleración.
"La globalización está cada vez más bajo acecho", comenta Stefan Scheurer, estratega sénior de mercado de Allianz Global Investors.
Las compañías que cotizan en el índice S&P 500 derivan más de 30% de sus ingresos de sus operaciones fuera de EEUU, según el proveedor de datos FactSet.
La cantidad de políticas proteccionistas implementadas en todo el mundo este año ha subido a 338, según Global Trade Alert, un alza frente a las 61 del mismo lapso del año pasado, y la cifra más alta para el mismo período desde que empezó a llevar la cuenta en 2009. Global Trade Alert es un grupo que monitorea los flujos comerciales coordinado por el Centro de Investigación en Economía y Política, un centro de estudios independiente de Londres.
Los esfuerzos por liberalizar el comercio mundial también se han estancado, incluyendo la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, el pacto de libre comercio entre EEUU y la UE.
En EEUU, el Instituto Peterson de Economía Internacional estima que las propuestas de los candidatos a la presidencia Hillary Clinton y Donald Trump causarán un grave daño para la economía del país al desacelerar el crecimiento de la productividad.
"Estamos muy alarmados sobre las posiciones de ambos partidos sobre el comercio", dijo Fred Smith, presidente ejecutivo de FedExCorp. en una conferencia telefónica de la empresa estadounidense de logística.
Algunos inversionistas indican que pese a que la globalización puede estar retrocediendo en Occidente, otras partes del mundo siguen abiertas al libre comercio, lo que genera oportunidades de inversión.
Los gestores de fondos de Barings, en cambio, recomiendan dejar de invertir en acciones y optar valores de renta fija como bonos, que probablemente estén menos expuestos a las turbulencias. "Me atrevería a decir que en marzo volveremos a reducir nuestra prima de la globalización", predijo Mahon. "O tal vez la recortemos a cero".
"España es, después de Grecia y Chipre, el país en donde se ha registrado un mayor aumento de la tasa de riesgo de pobreza o de exclusión social en la Unión Europea, si se comparan los datos de 2008 y 2015, según la última cifra publicada por la Oficina Europea de Estadística (Eurostat)"… España, entre los países de la UE donde más ha crecido el riesgo de pobreza entre 2008 y 2015 (El Economista – 17/10/16)
En total, son 15 Estados miembros en los que la tasa de riesgo ha aumentado en ese periodo, con Grecia en primera posición con un aumento de 7,6 puntos porcentuales (de un 28,1% a un 35,7%).
Chipre, con un incremento de 5,6 puntos, y España, con una subida de 4,8 puntos (de un 23,8% en 2008 a un 28,6% en 2015), le siguen en segunda y tercera posición. Italia (+ 3,2 puntos porcentuales) y Luxemburgo (+3 puntos porcentuales), completan el "top cinco".
Por el contrario, los países que más han reducido el riesgo de pobreza en su población son Polonia, que lo ha rebajado en 7,1 puntos, de un 30,5% a un 23,4%; y Rumanía, que ha bajado su tasa en 6,9 puntos porcentuales.
Tasa del 23,7% en el conjunto de la UE
En el conjunto de la Unión Europea, la tasa de población que se encontró en riesgo de exclusión o pobreza en 2015 fue del 23,7%, un registro que se corresponde con los niveles de 2008, previos al azote de la crisis económica.
Para evaluar el riesgo de pobreza o exclusión, la oficina europea de estadística tiene en cuenta que la persona se vea afectada por al menos uno de estas tres circunstancias: que esté en riesgo de pobreza incluso con ayudas sociales, que esté en situación de privación material grave o que viva en un hogar con muy baja intensidad de empleo.
En el caso de España, en 2015 hubo más personas que cumplieron alguno de los tres requisitos en comparación a 2008. Así, un 22,1% se encontraba en situación de "pobreza monetaria" (19,8% en 2008), un 6,4% sufría una privación material grave (3,6% en 2008) y un 15,4% vivía en un hogar con fuerte desempleo (6,6 en 2008).
Mientras, la media europea fue de un 17,3% de personas que cumplieron el primer criterio en 2015, un 8,1% el segundo y un 10,5% el tercero.
La tasa de riesgo de pobreza viene definido por la parte de personas cuya renta disponible en el hogar (tras calcular ayudas sociales, impuestos y otras deducciones) se sitúa por debajo del riesgo de pobreza monetaria, equivalente al 60% de la renta disponible equivalente de media en el país. En el caso de España, esa cifra se fijó en 2015 en 8.011 euros para un adulto sólo y en 16.823 euros para un hogar de dos adultos con dos menores de 14 años a su cargo.
"La Unión Europea contaba al cierre del segundo trimestre del año con 218,9 millones de ocupados, lo que, según Eurostat, le permite situarse a sólo 175.000 (un 0,08%) de su máximo nivel histórico, que alcanzó en el año 2008. En el caso de la eurozona, la diferencia es algo mayor, del 1,1% respecto al nivel previo a la crisis, lo que significa que le faltan 1,6 millones de ocupados para situarse en los 144 millones de ocupados que tenía en 2008"… Europa roza el nivel de empleo precrisis mientras España tiene 2,3 millones de ocupados menos (El Economista – 17/10/16)
Pero en esta recuperación del empleo, la zona euro tiene dos excepciones, Grecia y España. En el caso de Grecia, el país cuenta ahora con un 20% menos de trabajadores de los que tenía en el año 2008, a pesar de que lleva cuatro años consecutivos de avances. España es el otro punto negro de la eurozona con una caída del empleo del 11% respecto al nivel de 2008, lo que se traduce en 2,3 millones de ocupados menos.
Portugal, con una caída del empleo del 9,31% y 448.000 ocupados menos, es el tercer país de la eurozona con peores datos. Irlanda, otro de los países rescatados, ha perdido un 7,2% del empleo que tenía antes de la crisis.
Alemania tiene 2,3 millones de empleados más que antes de la crisis
Sus cifras contrastan con las de otros países, donde se marcan ahora mejores niveles de empleo que antes de la crisis. Es el caso de Luxemburgo, con un crecimiento de la ocupación de más del 24%, Malta (+19,6%) y Alemania (+6,3%). El país germano, que ha sumado 2,37 millones de ocupados desde 2008, es el que más empleo ha recuperado en términos absolutos.
Los otros dos grandes países de la zona euro, Francia e Italia, presentan datos menos llamativos. Francia logró recuperar el nivel de empleo precrisis en el año 2014 y, aunque desde entonces apenas ha crecido, se sitúa actualmente un 1,8% por encima del récord de 2008. En el caso de Italia, le faltan 431.000 empleados (un 1,89%) para alcanzar el nivel que tenía antes de la crisis.
En el caso de la Unión Europea, hay otros tres países con datos especialmente negativos: Bulgaria, con una caída del empleo del 10% respecto a 2008, Letonia (-15,09%), o Rumanía (-8,4%).
Evolución del gasto público en la Unión Europea (Gráficos período 2007-2015)
En primer lugar, se puede observar cuál ha sido el rumbo que ha seguido el gasto en términos nominales. La siguiente gráfica muestra el resultado, con barras azules para el conjunto de la Unión Europea y rojas para la Eurozona. En ambos casos, el gasto público ha crecido año tras año, con la única salvedad de la Eurozona entre 2010 y 2011. En suma, los presupuestos de la UE en 2015 eran un 19,7% más altos que en 2007 mientras que los de la Eurozona habían crecido un 18,9%.
En segundo lugar, se puede analizar la evolución relativa del gasto, ponderando el peso del gasto público sobre el PIB. De esta forma podemos comprobar en qué medida las Administraciones Públicas siguen consumiendo un nivel de recursos equivalente o si han aumentado o disminuido su peso relativo a la capacidad productiva del país.
El siguiente gráfico muestra que el peso del gasto público en la UE-28 aumentó entre 2007 y 2009, para comenzar después un proceso de lento descenso. Si con el estallido de la Gran Recesión veíamos que las Administraciones Públicas consumían el 45% del PIB, en 2009 se había alcanzado el 50% del PIB. Hoy, se registran niveles comprendidos entre el 47% y el 48%.
En el caso de la Eurozona, el desarrollo ha sido similar. Si en 2007 encontramos que el gasto público rondaba el 45% del PIB, en 2009 y 2010 vemos que superaba el 50% del PIB. Desde entonces, se viene observando una lenta y moderada caída que ha terminado dejando los desembolsos presupuestarios del Estado en un nivel medio cercano al 49% del PIB.
En tercer lugar, se presenta el caso individual de los 28 países de la Unión Europea, comparando el peso del gasto público sobre el PIB en 2015 con los niveles observados en 2007. Haciendo este ejercicio, podemos comprobar que solamente Rumanía, Polonia e Irlanda tienen hoy un gasto público inferior al de 2007.
En cuarto lugar, nos podemos fijar en lo ocurrido en las economías del sur de Europa. En España, el gasto público ha ganado 4,4 puntos sobre el PIB entre 2007 y 2015. En Italia, el aumento ha sido de 3,7. Grecia ha vivido el salto más fuerte: 8,2 puntos más de gasto público sobre PIB. Por último, en Portugal se ha dado una subida de 3,8 puntos.
En la siguiente gráfico se puede comprobar que, lejos de haberse producido un desplome del tamaño del Estado, las estructuras públicas de los países del "Club Med" se han mantenido más o menos intactas. De hecho, en los cuatro países vemos que el peso del gasto sobre el PIB es hoy mayor que en 2007, por lo que el relato de la austeridad salvaje se antoja del todo equivocado.
La pobreza en Europa (Gráficos variación de 2005 a 2015, y umbral de riesgo 2014)
La finalidad de tratar de cambiar el verdadero significado de estos indicadores no es otra que ocultar la verdadera realidad de la pobreza en nuestro país, que se cuantifica a través de la carencia material severa, y que desarma las cifras alarmistas que tan demagógicamente se suelen difundir, ya que este indicador se sitúa en España por debajo de la media de la UE. Además de preocuparnos por la pobreza, también debemos estar alerta para no ser engañados por quienes sacan rédito político de su existencia.
"La situación real de la economía norteamericana, tras el paso de Obama, no se pude decir que sea muy boyante. Los principales problemas se centran en el crecimiento, productividad, participación laboral, empleo, inversión pública y distribución de la renta. Estos problemas empezaron mucho antes de la última crisis, por lo que no es achacable a la gestión de Obama, aunque en ningún caso se puede hablar de un mandato brillante en materia económica"… Obama hunde más a las clases medias y rentas bajas (Vozpópuli – 24/10/16)
En materia de crecimiento, el gráfico 1 muestra la evolución del PIB desde 1950. Se puede observar cómo se ha producido un cambio estructural a partir de los años 2000, con un efecto escalón significativo. Desde un crecimiento medio del 4,5% entre 1950-1970, hemos pasado a un crecimiento medio inferior al 2% entre 2000-2015. Estos problemas revelan que los problemas de la economía americana no son cíclicos, sino estructurales. Ello explica la débil recuperación fruto de la brusca caída de la productividad, y la ausencia de un cambio de rumbo en la política económica que permita cambiar el patrón de crecimiento. Es cierto que el crecimiento actual es relativamente superior a otras economías, pero la comparación con la senda propia a largo plazo es muy inferior en términos de PIB, renta, creación de empleo y salarios.
Gráfico 1
Crecimiento de EEUU 1950-2015
Parte de esta ralentización del crecimiento en EEUU tiene que ver con la productividad, como se puede apreciar en el grafico 2. Si no fuese por el crecimiento de la población, EEUU seguramente estaría estancado. Esta baja productividad también explica los bajos salarios y la mala calidad del empleo y la ralentización de la participación en el mercado laboral.
Es sintomático que el crecimiento medio de la productividad fue del 2,1% entre 1950-2000, lo que unido al avance poblacional permitió crecer a ritmos por encima del 3,5%-4%. En la época dorada de las empresas puntocom, la productividad se elevó sustancialmente, para a partir de este punto fatídico, el pinchazo de la burbuja, comenzar a caer de forma muy brusca, hasta tasas cercanas a 0%. Esto tiene que ver, en parte, con el cambio de paradigma empresarial a favor de la maximización del valor del accionista y la reducción drástica de la inversión y por ende del empleo.
Gráfico 2
Evolución de la productividad en EEUU 1950-2016
La consecuencia clásica de los efectos de una ralentización de la productividad es la atonía en el crecimiento del empleo y salarios y por ende en la participación en el mercado laboral. Esto se dibuja con claridad en el gráfico 3 donde se ve perfectamente esta situación en la que el empleo ha dejado de crecer, a pesar del impulso del crecimiento, y se ha producido un cambio estructural en la serie, con un efecto escalón que nos muestra un estancamiento del crecimiento del empleo en el umbral del 0,5%-1,0%.
Gráfico 3
Evolución del empleo en EEUU. 1975-2016
Una consecuencia de la baja tasa de creación de empleo es la reducción de la tasa de participación laboral, que como se dibuja en el grafico 4 se ha situado en niveles de 1982. Ello presiona a la baja la renta per cápita, ya que hay menos trabajadores ocupados y por ello la masa salarial también es menor.
Las variables que explican la evolución de la participación laboral tienen que ver con la escasa demanda de trabajos de baja cualificación, seguido por la elevada ratio de hombres encarcelados en los últimos años, lo que ha provocado una caída de la participación entre los hombres de 25-54 años de algo más de 3 p.p desde el año 2000. Este efecto se nota particularmente entre la población negra. También la mujer ha sufrido un retroceso en la participación, después de un periodo de crecimiento. Por último, los jóvenes también abandonan el mercado laboral, en parte por el aumento del número de años de estudio.
Gráfico 4
Participación en el mercado laboral en EEUU. 1950-2016
Gráfico 5
Salario mediano en EEUU 1975-2015
Una consecuencia de todo esto es la erosión de los salarios y la riqueza en EEUU. Como se percibe en el gráfico 5, tras el máximo, los salarios han perdido algo más del 8% (en dólares de 2014). Si nos atenemos a la distribución, prácticamente todos los percentiles muestran estabilidad o decrecimiento, siendo los más afectados los situados en los percentiles más bajos. La parte más alta de la distribución ha experimentado incrementos modestos del 0,2%-0,3%.
En resumen, Obama deja el país en una situación realmente delicada, especialmente para las rentas medias y bajas, lo que está siendo aprovechado por Trump para dinamitar el cierto consenso que quedaba en EEUU. Estos problemas de empleo, salarios, productividad y distribución de la renta se han generalizado en la gran parte de economías occidentales, lo que ha dado pábulo a que se pudieran formar mayorías que quieran romper esta dinámica. El problema es que estas mayorías pueden dar como resultado a que personajes como Trump o Le Pen pudieran llegar a los principales gobiernos. Atentos.
O sea: yes, we can
Obama deja el país en una situación realmente delicada, especialmente para las rentas medias y bajas, lo que está siendo aprovechado por Trump para dinamitar el consenso que quedaba en EEUU.
Obama ha ahondado la crisis económica que muestra EEUU en las principales variables macroeconómicas.
El crecimiento en EEUU se ha estancado en niveles muy bajos a partir de la década de los 2000.
La economía americana ha dejado de producir incrementos de productividad que mejoren salarios y empleos.
El crecimiento del empleo y la participación laboral están en mínimos desde hace muchos años.
El mito del pleno empleo y salarios dignos ya es historia en la economía norteamericana.
"El estímulo fiscal gana respaldo ante la impotencia de la flexibilidad monetaria de los bancos centrales" Los mercados buscan que el gasto de los gobiernos reanime la economía (The Wall Street Journal – 24/10/16)
En número creciente, ante la impotencia de los bancos centrales para reactivar la economía global, inversionistas y autoridades están abogando por un aumento del gasto fiscal en los países desarrollados.
Un mayor protagonismo de las herramientas de gastos e impuestos de los gobiernos en desmedro de la política monetaria para reanudar el crecimiento económico pondría fin a una era que duró años, aunque podría provocar trastornos en los mercados financieros.
Inversionistas como el gestor de renta fija Bill Gross temieron en su momento que el derroche de los gobiernos equivaliera a una sentencia de muerte para los bonos soberanos. Gross vendió en 2011 bonos del Tesoro estadounidense y proclamó que los bonos del gobierno británico descansaban "en una cama de nitroglicerina". Hoy, en cambio, Gross quiere que los gobiernos se lleven la mano al bolsillo.
No está nada de claro que la tendencia tenga una acogida más amplia, en especial en Europa y Japón, que están sumergidos en un experimento monetario de tasas de interés negativas sin precedentes. Sin embargo, hay indicios de que se aproxima el cambio.
El Reino Unido afronta las repercusiones de la decisión de abandonar la Unión Europea, un proceso conocido como brexit. La primera ministra, Theresa May, criticó en el mes de octubre (2016) la política monetaria expansiva mientras que su ministro de Hacienda habló de gastos en infraestructura y vivienda. Otros países europeos han moderado las políticas de austeridad que caracterizaron su respuesta a la crisis de la deuda del continente.
Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional, en su momento partidario de los recortes fiscales, ahora exhorta a los gobiernos a gastar más.
Durante varios años, los gobiernos han temido endeudarse para elevar el gasto y han dejado la reactivación de la economía en manos de los bancos centrales, que al reducir el costo del dinero estimulan el gasto de las personas y las empresas.
La política monetaria hiperactiva ha elevado los precios de los activos financieros, incluidos los bonos, y atenuado la volatilidad del mercado. Con una que otra salvedad, la trayectoria de los precios de las acciones y los bonos soberanos ha sido al alza.
No obstante, surge cada vez más evidencia de que el impacto de las medidas de los bancos centrales es limitado. Las familias y las empresas no han gastado a manos llenas. Además, la política monetaria ha perjudicado a los bancos comerciales, cuyas ganancias se han reducido en los precisos momentos en que muchos están débiles.
Las autoridades vuelven a evaluar la vieja idea de que el gobierno abra la billetera. Un cambio de esta naturaleza, si es que se concreta, probablemente no tendrá el mismo efecto beneficioso en los precios de las acciones y los bonos que el estímulo de los bancos centrales, que depende de aumentar el valor de los activos financieros.
"Estamos dejando este entorno de inversión muy seguro, muy cómodo", señala Guy Monson, inversionista jefe durante casi 20 años de la firma londinense Sarasin & Partners LLP. "Nos estamos trasladando a un mundo nuevo".
La primera señal del cambio se puede advertir en los rendimientos de los bonos, que suben cuando los precios caen. En el Reino Unido, los rendimientos han aumentado drásticamente en los días posteriores a los comentarios de May y su ministro de Hacienda, Phillip Hammond.
Los rendimientos de los bonos de otros países también han subido desde sus mínimos históricos. En Alemania, el bono soberano a 10 años ahora rinde 0,024%, una cifra diminuta, pero al menos positiva, después de haber pasado algunos meses en territorio negativo.
En realidad, los bonos han sido los principales beneficiarios del estímulo monetario. Desde el inicio del año, registran un alza de 6,5% a nivel mundial, según los datos de Bank of America Merrill Lynch. Su desempeño ha superado el de las acciones, tradicionalmente una inversión más riesgosa y más rentable, que han subido 4,5%, de acuerdo con MSCI.
La política fiscal expansiva podría traducirse en un incremento de los rendimientos de los bonos puesto que se espera que los bancos centrales contrarresten el efecto inflacionario del gasto gubernamental con un alza de las tasas de interés o, al menos, menores recortes. Los rendimientos de los bonos tienden a seguir la trayectoria de las tasas de interés.
Una mayor demanda global a raíz del estímulo fiscal también beneficiaría a las materias primas, los exportadores y las constructoras. El impacto en las acciones puede variar, ya que son susceptibles al aumento de las tasas de interés.
"Si se produce una gran expansión fiscal, la dinámica del crecimiento puede cambiar de manera bastante drástica", afirma Geoff Kendrick, economista del banco británico Standard Chartered. "Sería un paso atrás hacia una cierta normalización".
Los gestores de fondos de la afirma BlackRock Inc. estiman que un alza del gasto fiscal tendrá un impacto negativo sobre los bonos en todo el mundo en 2017.
El secretario del Tesoro estadounidense, Jacob Lew, dijo en septiembre que las autoridades económicas "ya no debaten crecimiento versus austeridad, sino cómo mejor desplegar la política fiscal para apuntalar nuestras economías". El FMI, por su parte, también dejó atrás la "austeridad expansionista" que postuló en 2010.
Las autoridades europeas decidieron en julio no sancionar a España y Portugal por un exceso de gasto. "La gente ha pasado de creer que el estímulo es malévolo y que se debería equilibrar las cuentas a darse cuenta que nada está funcionando", dice Mike Riddell, gestor de fondos de Allianz Global Investors en Londres.
Aparte del escepticismo sobre su impacto para impulsar la producción y la inflación, la política monetaria ha sido criticada por perjudicar a los bancos. Al llevar las tasas de interés a territorio negativo y mantener bajos los rendimientos de largo plazo, los bancos centrales han obstaculizado la rentabilidad de la banca privada.
"No es una situación en la que todos salen ganando si siguen haciendo esto", afirma James Athey, gestor de portafolio de Aberdeen Asset Management.
En la zona euro y en Japón, las acciones bancarias han caído cerca de 20% y 29%, respectivamente, desde el inicio del año. El estímulo fiscal podría cambiar la situación.
"El primer lugar donde se podrá apreciar será Japón", vaticina Marino Valensise, director de inversiones multiactivos de Barings, que ha empezado a comprar acciones de bancos japoneses.
Los inversionistas también están interesados en compañías que se benefician directamente de la inversión en infraestructura. Las acciones de empresas de construcción e ingeniería que integran el índice S&P 500, por ejemplo, han tenido un desempeño muy inferior al del mercado desde 2014, pero este año acumulan un alza de 18% comparado con el avance de cerca de 5% del indicador de referencia.
Los precios de los commodities, que han tenido un pésimo desempeño durante los últimos años, también se beneficiarían de un repunte de la demanda global. Eso sería positivo para las economías emergentes, que a menudo son exportadoras de materias primas, aunque el fortalecimiento del dólar y salidas de capitales podrían causar dolores de cabeza.
"Si se produjera un cambio brusco en las expectativas de tasas de interés y en las curvas de rendimiento, eso podría causar en el corto plazo algo de volatilidad en los mercados emergentes, pero en general pensaría que esa clase de medida sería positiva para el crecimiento mundial", indica Stephanie Flanders, estratega jefe del mercado europeo de J.P. Morgan Asset Management.
De todos modos, algunos inversionistas advierten que los activos riesgosos pueden verse afectados puesto que las tasas de interés más altas les restan atractivo a sus retornos. "Esto podría presentar problemas para las acciones, el crédito y la deuda de alto rendimiento", dice Joachim Fels, director gerente de Pacific Investment Management Co.
En todo caso, la mayoría de los analistas prevé que los bancos centrales mantengan las tasas de interés bajas durante un largo tiempo ya que todavía hay mucha resistencia a un estímulo fiscal abundante. "En la medida que esto pueda ocurrir será limitado", dice Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversión de Carmignac. Como medida de precaución, la gestora de activos francesa está reduciendo su exposición a los bonos, aunque estima que apostar a una política fiscal muy expansiva es asumir un riesgo excesivo. "Somos renuentes a entusiasmarnos demasiado", asevera.
– La "latinoamericanización" de la política de EEUU y Europa (The Wall Street Journal – 24/10/16) Lectura recomendada
La política en Europa y Estados Unidos está adquiriendo un cariz cada vez más latinoamericano.
(Por Stephen Fidler)
La política en Europa y Estados Unidos está adquiriendo un cariz cada vez más latinoamericano.
En partes de la Unión Europea y Estados Unidos, el debate político se está pareciendo a los que caracterizaron a América Latina en décadas anteriores. Hay un aumento del culto de la personalidad, la idea de que una figura carismática o caudillo puede corregir las falencias económicas y políticas de un país.
Vuelan las acusaciones de que hay que acabar con el viejo orden corrupto y conforme la corrupción se inserta en el discurso político, los opositores son retratados como personas sin ningún otro motivo que su beneficio personal.
Las instituciones se politizan. Algunos líderes europeos, por ejemplo, atacan la independencia del poder judicial que, en su opinión, obstruye el funcionamiento de sus gobiernos. También han surgido más cuestionamientos del proceso electoral, incluyendo en Estados Unidos, donde era inédito.
De ninguna manera, estos atributos "latinoamericanos" son evidentes en todo Occidente: hay una amplia gama de experiencias e historias políticas en Europa, Canadá y EEUU.
Tales caracterizaciones tampoco abarcan a toda América Latina, donde muchos países las han dejado atrás. La mayoría de los políticos latinoamericanos tampoco se pronunció sobre la inmigración, un tema dominante tanto en Europa como en EEUU.
Un lamento común de los perdedores en las elecciones latinoamericanas era que los comicios estaban manipulados en su contra. Pero a diferencia de lo que ocurre en EEUU, a menudo tenían razón.
Sin embargo, el foco de los perdedores en las elecciones amañadas tuvo consecuencias importantes: los políticos opositores jamás pudieron aceptar el resultado. Ellos y sus partidarios quedaron al margen del sistema político, al que condenaron como injusto y, por ende, quedaron excluidos del proceso de formación de políticas.
El ex presidente mexicano Ernesto Zedillo reconoció este problema en su propio país, que en ese entonces era el sistema unipartidista de mayor duración de la historia, a mediados de los años 90. En una entrevista conmigo, Zedillo dijo que "el problema con el sistema político mexicano es que cada vez que tenemos elecciones, un lado declara con antelación la naturaleza ilegítima de las reglas y, por ende, se niega a aceptar los resultados". Después de hacer cambios para abordar el problema, ahora hay una alternancia en el poder entre diferentes partidos políticos.
Aparte de las insinuaciones acerca de la legitimidad de las próximas elecciones, el aspirante republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, también ha cuestionado la imparcialidad o competencia de instituciones que hasta ahora los políticos no habían criticado, como la Reserva Federal, los comandantes de las Fuerzas Armadas o los servicios de inteligencia.
Victor Bulmer-Thomas, historiador económico de América Latina y ex director del centro de estudios británico Chatham House, señala que "hace 30 años hubiésemos hablado sobre el dominio de la ideología en la política latinoamericana, mientras que en EEUU imperaba una voluntad de llegar a acuerdos. Ahora, es al revés".
La reciente campaña de cara al referendo sobre la permanencia británica en la Unión Europea también marcó un cambio en el tono de la retórica política. Los defensores de la salida de la UE, un proceso conocido como brexit, acusaron a las instituciones de gobierno de estar sesgadas. Entre los blancos de las críticas estaban el Banco de Inglaterra y el Ministerio de Finanzas, por sus proyecciones pesimistas en caso de que Reino Unido optara por abandonar la UE, e incluso la Comisión Electoral, encargada de velar por la ecuanimidad de los comicios. Las críticas, por cierto, provenían de quienes dicen querer quitarle poder a Bruselas para devolvérselo a las instituciones británicas.
No es sólo un fenómeno británico. Los gobiernos de Polonia, Hungría y Grecia están atacando al poder judicial, al que acusan de obstaculizar la voluntad democrática del pueblo.
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