También, deberíamos asumir que el mayor crecimiento de la población se da en áreas urbanas, que proporcionan un mejor nivel de vida. Como resultado, la masa continental del planeta no estará más poblada de lo que está hoy en día; en las próximas tres décadas podemos esperar que no se produzcan cambios en la población rural, y en el año 2025, el 97% de Europa estará menos poblada de lo que lo está en la actualidad [8]. Y deberíamos alegrarnos de que incluso en las zonas urbanas, los pobres prosperen más que en el campo. Las causas son la mejora en los suministros de agua, de los tratamientos de las aguas residuales, de los servicios sanitarios, de la educación y de la alimentación [9]. Por extraño que parezca, las enfermedades infecciosas graves como la malaria suponen una menor amenaza, allá donde los edificios están muy cerca unos de otros, siendo las zonas pantanosas las preferidas de moscas y mosquitos [10].
LA SOSTENIBILIDAD Y LA GRAN RESTAURACIÓN
El futuro podría ser más brillante de lo que nos han descrito los ecologistas. Como dice Ronald Bailey [11]:
Jesee Ausubel, director del Program for the Human Environment de la Rockefeller University, cree que en el siglo XXI veremos el comienzo de una "Gran Restauración" como resultado del aumento de las actividades productivas de la humanidad que nada tienen que ver con el mundo natural.
Si los granjeros del mundo llegan a alcanzar el rendimiento tipo de los sembradores de maíz de Estados Unidos, podrían comer 10.000 millones de personas con la mitad de la cosecha de maíz. Este es sólo uno de los métodos, en que los avances tecnológicos en horticultura permitirán, que gran parte de la tierra dedicada a siembra, vuelva a ser terreno natural sin cultivar. Los cultivos transgénicos también podrían multiplicar los niveles de producción, a la vez que resolverían algunos problemas importantes en cuanto al medio ambiente [12].
Las visiones que enfatizan el ingenio humano y la oportunidad, poseen un registro histórico más impresionante que aquellas que enfatizan la pasividad y la impotencia. Paul Ehrlich es el típico caso representativo de estos últimos y sólo hay que echar un vistazo a uno de sus libros oscuros y alarmistas para darse cuenta del mal que han hecho sus predicciones. En un artículo de 1969, Ehrlich predijo que la vida marina moriría por contaminación de DDT en 1979 y eso nos dejaría sin pescado; que en 1973 morirían 200.000 personas en Nueva York y Los Ángeles a causa de una nube tóxica; que la esperanza de vida en Estados Unidos se reduciría hasta los 42 años en 1980 por la avalancha de enfermos de cáncer debido al uso de pesticidas, y que en 1999 la población de Estados Unidos se quedaría en 22,6 millones [13]. Ehrlich perdió estrepitosamente una apuesta de diez años contra el economista Julian Simon (y se negó a apostar de nuevo) [14]. En 1974 Ehrlich recomendó que se almacenaran latas de atún en conserva porque Estados Unidos haría recortes en los suministros de proteínas… y mucho más.
Bailey [13], al contrario que Ehrlich, explica:
En su lugar, y según Naciones Unidas, la producción agrícola en el mundo desarrollado ha aumentado un 52% por persona desde 1961. El consumo diario de alimentos en los países pobres ha aumentado de 1.932 calorías, apenas lo justo para sobrevivir, en 1961 a 2.650 calorías en el año 1998, y se espera que llegue a las 3.020 calorías en el año 2030. Del mismo modo, la proporción de gente que muere de hambre en los países en vías de desarrollo ha caído del 45% en 1949 al 18% actual, y se espera que baje aun más hasta el 12% en 2010, para que se estabilice en tan sólo un 6% en 2030. En otras palabras, el alimento no escasea, sino que es cada vez más abundante, y eso se refleja en su precio: desde 1800 los precios en alimentación han descendido en más de un 90%, y según el Banco Mundial, en el año 2000 los precios fueron "más bajos que nunca".
Un vistazo rápido a la historia económica y social, nos deja una cosa muy clara: a lo largo de toda la historia, la gente ya ha conceptualizado la superpoblación. Incluso el gran científico social del siglo XIX, W. Stanley Jevons, afirmó en 1865 que la expansión industrial de Inglaterra cesaría pronto debido al agotamiento de las reservas de carbón del país [15]. Sin embargo, a mayor escasez, mayor precio. El beneficio motivaba a los empresarios para buscar nuevos recursos, desarrollar mejor tecnología para encontrar y extraer carbón y transportarlo a donde fuera preciso. La crisis nunca se produjo. Hoy, Estados Unidos ha comprobado que las reservas son suficientes para los próximos cientos o incluso miles de años [16]. Si un recurso empieza a agotarse, subir su precio forzará un cambio en busca de alternativas. Ni siquiera una población muy amplia puede esperar agotar las reservas de energía (la energía solar, la energía nuclear procedente de la fisión, y pronto de la fusión, son prácticamente inagotables). Mientras que contemos con energía abundante, podremos producir recursos que los sustituyan, e incluso generar más de los existentes, incluyendo alimentos. Aún cuando se diera el caso de que la población creciera mucho más de lo que muestran las previsiones más elevadas, es seguro que la inteligencia humana y la tecnología serían totalmente capaces de cuadrar las cuentas.
La inteligencia humana, la nueva tecnología y la economía de mercado permitirán al planeta soportar varias veces la población actual de 6.200 millones de personas; podría soportar muchas más vidas humanas de las que probablemente veremos dado la tendencia a la baja de la tasa de natalidad. Muchos países, incluido Estados Unidos, presentan baja densidad de población. Si la población de Estados Unidos fuera tan densa como en Japón (seguramente el lugar más poblado), sería de 3.500 millones, en lugar de los 265 millones que tiene. Si Estados Unidos tuviera una densidad de población igual a la de Singapur, serían casi 35.000 millones de personas, casi siete veces el número total de la población mundial. Las nuevas tecnologías, desde las simples mejoras en irrigación y administración hasta los avances actuales en ingeniería genética, deberían seguir mejorando la producción mundial de alimentos. Muere menos gente de hambre, a pesar de existir una mayor población. Esto no significa que se sientan satisfechos; millones de ellos aún pasan hambre o son susceptibles de sufrir interrupciones en el suministro de alimentos. Necesitamos eliminar las barreras del mercado, abolir la política de control de precios en agricultura (que no anima ni a seguir produciendo ni a invertir), y presionar a los gobiernos que estén inmersos en guerras y colectivización para que modifiquen su forma de actuar.
LA POLUCIÓN
Tampoco debemos esperar que la polución empeore si la población aumenta. Al contrario de la creencia popular, la polución en los países más desarrollados ha ido descendiendo durante décadas. Los niveles de plomo en Estados Unidos han descendido radicalmente. Desde 1960, los niveles de dióxido de azufre, monóxido de carbono, ozono y compuestos orgánicos han bajado a pesar del aumento de la población. La calidad del aire en las áreas urbanas sigue mejorando, y los Grandes Lagos están recuperando sus niveles de pureza [17]. Esto no es casual. A medida que nos enriquecemos, tenemos más dinero para invertir en un entorno más limpio. Si uno necesita alimento, refugio y otros bienes básicos, no se detiene a pensar en el medio ambiente. Desde que existen mecanismos que permiten limpiar y purificar el aire y el agua y espacio para recrearnos, podemos esperar que siga sucediendo así.
Lo más eficaz para estimular cambios positivos son los mercados, es decir, que los indicadores de precios sean un incentivo para moverse en la dirección adecuada. Si todos los que contaminan tienen que pagar por lo que producen, ya que su actividad se inmiscuye en los derechos de los demás, buscarán formas de hacer las cosas reduciendo los niveles de contaminación. Los problemas de contaminación existen, y muchos de ellos pueden deberse a un error en el cumplimiento de los derechos de la propiedad privada, por lo que esos recursos se tratan como bienes gratuitos que no necesitan administración. La pesca en aguas sin dueño conocido es un ejemplo de ello. Otro es la desertificación de terrenos cuya propiedad ostentan varias personas o el gobierno en África. Podemos estar relativamente seguros de que la tendencia a la baja de la contaminación seguirá siendo igual, aún con una población mayor. De todos modos, la autocomplacencia está fuera de lugar. Deberíamos presionar para que la administración de los recursos se hiciera de forma responsable, privatizando los recursos comunes para crear incentivos que aseguraran su gestión y renovación.
Mientras que se permita la libertad en la generación de riquezas y tecnología, podemos esperar que la polución siga disminuyendo. El reciclaje más eficaz, los procesos de producción que generen menos residuos y una mejora en la monitorización y detección de agentes contaminantes, junto con incentivos económicos para garantizar que cada productor se responsabilice de sus emisiones, nos permitirían seguir mejorando el medio ambiente, a pesar de que la población siguiera creciendo. Suponiendo que lográramos el control absoluto al nivel molecular, como esperan los nanotecnólogos, obtendríamos las claves para producir sin contaminar. Otro efecto de la manufactura molecular será la desaparición de gran parte de la maquinaria a gran escala. Cada vez se necesitará menos espacio para la maquinaria de fabricación, lo que dejará más espacio para las personas. Es más, alguna de esa maquinaria se enviará al Espacio. El resultado de estos y otros cambios (algunos de los cuales ya están en proyecto) liberarán a la Tierra de objetos y maquinaria prescindible, aunque anteriormente necesaria.
El tema de la población tiene implicancias objetivas, económicas y éticas. Animo al lector interesado a examinar las fuentes citadas en el apartado de referencias, en especial los ensayos de Jesee Ausubel [18] y los libros de Bailey, Lomborg y Simon [3; 19; 20-25]. Tan sólo he esbozado unas líneas de pensamiento que muestran que estamos terriblemente equivocados al no apoyar la extensión de la vida por temor a la superpoblación. Avancemos hacia ello; una vez que hayamos vencido al envejecimiento esperaremos otras amenazas para nuestras vidas, como la guerra o la violencia, que serían cada vez menos aceptables. Podemos apreciar que en las sociedades donde la población presenta índices de edad elevados, se vive mejor que en las generaciones anteriores, y no sólo por el bienestar económico, sino también por la seguridad y la salud.
Referencias
1) Ehrlich, Paul R; The Population Bomb (1968); Sierra Club-Ballantine
2)World Population Prospects: The 2000 Revision (2001a); United Nations Publications
3) Lomborg, Bjorn; The Skeptical Environmentalist: Measuring the Real State of the World (2001); Cambridge University Press
4) Olshansky, SJ; "Duration of Life: Is There a Biological Warranty Period?" en: The President"s Council on Bioethics (2002) Washington, DC http://www.bioethics.gov/transcripts/dec02/session2.html
5) World Population Prospects: The 2000 Revision, Additional Data (2001c); United Nations Publications
6) Eberstadt, Nicholas; "Population, Food, and Income: Global Trends in the Twentieth Century" en: Bailey (1995)
7) World Population Prospects: The 2000 Revision, Annex Tables (2001b); United Nations Publications
8) World Urbanization Prospects: The 1996 Revision (1998); United Nations Publications
9) The Progress of Nations (1997) UNICEF http://www.unicef.org/pon97/
10) Miller, Jr. Tyler G; Living in the Environment: Principles, Connections, and Solutions (1998); Wadsworth Publishing Company
11) Bailey, Ronald; "The End Is Nigh, Again" en: Reason (2002); 26 de junio
12) Rauch, Jonathan; "Will Frankenfood Save the Planet?" en: The Atlantic Monthly (2003); Octubre
13) Bailey, Ronald; Eco-Scam (1993); St. Martin"s Press
14) http://www.overpopulation.com/faq/People/julian_simon.html
15) Jevons S; The Coal Question: An inquiry concerning the progress of the nation and the probable exhaustion of our coal mines (1865); Kelley Publishers
16) http://www.eia.doe.gov/
17) Taylor, B et al. "Water Quality and the Great Lakes" en: Michigan"s Opportunities and Challenges: Msu Faculty Perspectives, Michigan in Brief: 2002–03. Public Sector
Consultants, Inc.
18) Ausubel, Jesse; "The Great Restoration of Nature: Why and How" en: Challenges of a Changing Earth (2002); pág.175–182 // Proceedings of the Global Change Open Science Conference, Amsterdam, Netherlands (2001, 10–13 July) editado por
Steffen, W & Jaeger, J & Carson, DJ & Bradshaw C; Springer http://phe.rockefeller.edu/sthubert/hubert.pdf // Ausubel, Jesse; "Where is Energy Going?" en: The Industrial Physicist (2000);
http://phe.rockefeller.edu/IndustrialPhysicistWhere/where.pdf
19) The True State of the Planet (1995); editado por Bailey, Ronald; The Free Press
20) Simon, Julian L; "Resources, Population, Environment: An Over-Supply of False Bad News" en: Science (1980, Vol. 280); pág.1431–1437
21) Simon, Julian L; The Ultimate Resource (1981); Princeton University Press
22) Simon, Julian L; "Forecasting the Long-Term Trend of Raw Material Availability," en: International Journal of Forecasting (1985, Vol. 1); pág.85–109
23) Simon, Julian L; Population Matters (1990); N.J.: Transaction
24) Simon, Julian L; "Bunkrapt: The Abstractions that lead to scares about resources and population growth," en: Extropy (1993, Vol. 11); Verano/otoño 1993, pág.34–41
25) The Resourceful Earth (1984); editado por Simon, Julian L & Kahn, Herman; Basil Blackwell, Inc.
Mike Treder
En el tiempo que a usted le lleva leer esta frase morirán al menos 10 personas, algunas de ellas niños que carecen de ayuda, y otros en medio de unos dolores terribles. Cada día mueren 24.000 personas a causa del hambre, 6.000 niños por diarrea, 2.700 a consecuencia del sarampión y 1.400 mujeres durante el parto [1].
Esto es, hoy morirán más de 150.000 personas; algunos serán ancianos, desde luego, pero, ¿por qué debería eso ser una sentencia de muerte? O lo que es peor, decenas de miles de adultos jóvenes y niños morirán mañana (y pasado, y al otro) de enfermedades para las que existen tratamientos pero que simplemente no están a su alcance. ¿Hemos de aceptar este horror diario? ¿Es realmente necesario? Creo que ya va siendo hora de empezar a luchar contra ello, sin embargo, la buena noticia es que ya lo estamos haciendo.
Cada día se dan pasos importantes para derrotar a la enfermedad y reducir el sufrimiento. Es más, se trabaja duro para entender el proceso del envejecimiento y así poder eliminarlo. Tal y como dice Robert Ettinger, "nacer no es un crimen, así que, ¿por qué cargar con una sentencia de muerte?" [2]. En los tribunales de apelación de la ciencia y la tecnología, la ejecución sumaria de todos los seres humanos pronto será revocada, y con suerte antes de que muramos.
ALTERAR EL ORDEN "NATURAL"
Algunos dirían que "eso es ser demasiado arrogante, porque la muerte es algo natural y no debemos jugar a ser Dios" [3]. Ya desde que el primer ser humano se vistió con una piel de animal, hemos hecho uso de los recursos naturales y de nuestra creatividad para mejorar las condiciones de seguridad, comodidad y eficacia; desde el taparrabos hasta los trajes modernos, pasando por la toga; desde las bifocales de Benjamin Franklin a las lentes de contacto y la cirugía láser ocular.
El marketing moderno nos vende productos como "naturales", pero ¿qué es natural y qué no lo es? Según la definición más exacta, todo lo que sucede en el mundo, ya sea artificial o no, es natural, ya que el hombre es parte de la naturaleza y todo lo que sale de sus manos o de su maquinaria es, por tanto, una parte de la naturaleza. Sin embargo, este no es el significado de "natural" que la mayoría esperaba. Más bien se refiere a productos, hechos y acontecimientos que no han sido creados o provocados por humanos. Así, la leche sería clasificada como un producto natural y no lo sería una bebida a base de leche y zumo de frutas (ni que decir tiene que la leche que compramos envasada en los supermercados ha sido sometida a procesos de pasteurización, homogeneización, y además enriquecida con vitaminas). Surgen debates menos triviales sobre el término "natural" cuando hablamos de las mejoras que podrían hacerse en los seres humanos, en especial cuando nos referimos a derrotar a la muerte. Resulta interesante ver que muchas otras medidas científicas para mejorar la condición humana fueron inicialmente rechazadas por muchos, por ser consideradas no naturales e intolerables, para ser aceptadas universalmente más tarde. Podríamos citar como ejemplos, la anestesia, las transfusiones de sangre, las vacunas, las píldoras anticonceptivas o los trasplantes de órganos. Si tenemos en cuenta cómo sería el mundo sin estas y otros cientos de mejoras, no podríamos decir que se ajustara realmente a la definición popular de "natural".
La caída de los dientes es natural, ¿se debería ilegalizar la odontología? La polio es natural, ¿prohibimos la vacuna Sabin? El cólera es natural, ¿dejamos que las epidemias nos ataquen sin combatirlas? La muerte es natural, ¿dejamos que siga causando estragos? Está claro que esto es una estupidez. Desde luego, debemos usar todos los recursos disponibles para mejorar la vida humana. Lo hemos estado haciendo durante años con el fuego, los cultivos, el vapor, la electricidad, los antibióticos, las vacunas, las prótesis dentales, los trasplantes de órganos, etc. Y no deberíamos detenernos ahora. Si la ciencia moderna y la tecnología pueden mejorar la condición humana, sobrepasando los límites naturales (incluyendo el envejecimiento y la muerte), deberían usarse para tal fin. Determinar que algo es bueno o malo, simplemente preguntando si es natural o no, es algo que se sale de los límites del sentido común.
Todo esto no significa que debamos ignorar los retos morales y éticos que se nos presentan. Las cuestiones de seguridad, propiedad, elección individual y responsabilidad social, no deberían descartarse, sino que tendríamos que hablar seriamente de ellas. En cuanto a la superpoblación, los derechos a la reproducción, la distribución de los recursos y el impacto ambiental, deberíamos enfrentarnos a estos problemas inmediatamente. De todos modos, esto sólo puede llevarse a cabo en un clima de pensamiento abierto y progresista.
EMANCIPARSE DE LA MUERTE
Para todos aquellos que aún creen que enfrentarse a la muerte es algo erróneo o no natural, les ruego que recuerden que la oposición a la esclavitud también se consideró una propuesta descabellada y peligrosa.
Arthur C. Clarke escribe:
Toda idea revolucionaria provoca tres estados de reacción: en primer lugar la gente dice "eso es completamente imposible". Luego dicen "tal vez sea posible, pero va a costar mucho". Por último, afirman que "siempre me pareció una buena idea" [4].
Esta divertida observación de Clarke es la pura realidad. Siguiendo con la analogía de la esclavitud, pensemos que a lo largo de toda la historia (y sin duda de la prehistoria) ha sido algo normal que algunos humanos poseyeran a otros [5]. El cambio hacia el reconocimiento de la libertad como un derecho humano fundamental es relativamente reciente. Mientras se estaba redactando el borrador de la Constitución de Estados Unidos, sus artífices discutían cómo tratar el llamado "tema de la esclavitud". Recordemos que en esos momentos casi todos los países, sobre todo en la Europa Occidental, ya habían abolido esta práctica. Pese a que un amplio número de líderes norteamericanos estaban totalmente en contra de la esclavitud, se creía que eliminarla por completo era "totalmente imposible" [6]. A medida que la historia de Estados Unidos avanzaba y la oposición a la esclavitud crecía, el debate pasó a ser más práctico. Se decía "tal vez sea posible hacerlo pero va a costar mucho". Unas pocas generaciones después de una guerra civil sangrienta, destructiva y dolorosa, los descendientes de aquellos que una vez tuvieron esclavos dirían que "siempre creímos que era una buena idea". Con el paso del tiempo no nos veremos esclavizados por la muerte y reconoceremos que es algo valiente, honesto y humano.
Tanto la biotecnología como la nanomedicina prometen liberarnos de por vida de enfermedades, males y discapacidades físicas, siempre jóvenes y vigorosos; sin ataduras para poder hacer lo que queramos con nuestras vidas, libres de enfermedades y de la precariedad física.
Además de la obvia aspiración de una vida sin muerte, podemos imaginar muchos otros modos de extender nuestra vida. Por ejemplo, transfiriendo nuestra personalidad a un robot virtualmente indestructible. Esto sería posible trasladando el cerebro de nuestro débil y vulnerable cuerpo al de un robot o, más probablemente, creando copias digitales de nuestro cerebro y descargando toda la información en el robot. Este método tiene la ventaja de que puede conservar una copia de seguridad de nuestra personalidad en caso de que se diera la remota posibilidad de que alguna catástrofe destruyera nuestro cuerpo robotizado. Realmente esto nos haría inmortales ya que nos permitiría guardar copias de nosotros mismos en cualquier lugar del sistema solar, en la galaxia o incluso más lejos.
SIMULAR LA INMORTALIDAD
Parece una broma cruel y abominable que la naturaleza encarcele una creación tan exquisitamente maravillosa como el cerebro en una estructura tan débil, ineficiente, frágil y fugaz como es el cuerpo humano. El cuerpo humano puede ser muy bello pero es inaceptablemente efímero.
El cuerpo que habitamos ahora, por sorprendente que pueda ser, no es producto del diseño inteligente. No se creó con ningún otro propósito que la supervivencia y la reproducción. Estamos condicionados por fuerzas sociales y biológicas que favorecen la apariencia de la forma humana, y estamos condicionados también a sentirnos atraídos por su contorno y perfil. Hay una reacción natural, aunque no sea necesariamente racional, que nos empuja a rechazar cualquier desviación sustancial del modelo estándar, y es por eso que la mayoría de nosotros nos sentimos incómodos (al menos interiormente) cuando vemos a una persona con el rostro desfigurado o a quien le falta alguno de sus miembros. Esto también explica porqué muchas personas rechazan el mero pensamiento de reemplazar el cuerpo humano natural por otro creado y diseñado artificialmente.
Así que, ¿por qué no? El cuerpo que nos dio la naturaleza es el resultado de millones de años de cambios sin rumbo ni dirección; es el producto de un proceso tortuoso, molesto, lento y estúpido llamado evolución. No fue diseñado para obtener de él un beneficio y disfrute óptimos; en realidad, es tal como es, básicamente, por accidente. La naturaleza, dentro de unos límites, seguiría experimentando a ciegas con nosotros, y siguiendo las pautas aleatorias de la mutación genética, nuestros cuerpos evolucionarían lentamente, convirtiéndose gradualmente en algo distinto.
En contraposición, los humanos somos criaturas altamente inteligentes y hemos alcanzado un punto en que podemos tener el futuro del desarrollo del cuerpo al alcance de la mano. Con nuestras propias mentes y con las maravillosas herramientas con las que disponemos, podemos dar una (o varias) nueva forma al cuerpo, y podemos diseñarlo para ajustarse a nuestros propósitos y preferencias.
En el pasado, los ingenieros que desarrollaban nuevos prototipos de aviones, automóviles o transatlánticos, tenían que crear modelos a escala, para luego poder evaluar la representación de los prototipos en túneles de viento u otros métodos de comprobación. Los ingenieros actuales encuentran más fácil, barato y eficaz realizar las mismas pruebas en entornos simulados. Por medio de potentes ordenadores y programas informáticos muy sofisticados, pueden saber con precisión cómo funcionarán sus creaciones bajo una gran variedad de circunstancias.
Con el objeto de experimentar los nuevos diseños posibles para nuestro cuerpo "posthumano", probablemente podremos hacer lo mismo. En lugar de enfrentarnos al problema de crear un nuevo cuerpo, molécula a molécula, y luego determinar si es satisfactorio, podríamos crear una simulación en un entorno de realidad virtual y probarlo. La excitante diferencia será que no estaremos limitados a observar la simulación como hacen hoy en día los ingenieros, sino que podremos habitar ese cuerpo virtual y saber de primera mano cómo reacciona, actúa y siente.
El siguiente paso es obvio; si la simulación es suficientemente potente, la experiencia de ocupar el cuerpo simulado será indistinguible de la realidad física convencional; será virtualmente lo mismo (de ahí el nombre de "realidad virtual"). Y entonces, ¿por qué no vivir ahí? Suponiendo que se puedan tener todas las experiencias del mundo "real", además de otras muchas que serían imposibles en él, y que aún así, seríamos capaces de ver, tocar e interactuar con aquellos a quienes estimamos, ¿por qué no quedarnos así?
Muchos humanos deberían abandonar la idea de vivir sólo en terreno virtual, pero desde una perspectiva filosófica, no hay ninguna diferencia entre la experiencia de habitar en una simulación suficientemente avanzada y la vida diaria que experimentamos. Tengamos en cuenta lo siguiente: nuestros cuerpos actuales pueden ser vistos como robots orgánicos; están en el mundo físico y llevan un cerebro/mente/personalidad/identidad en el interior. El robot orgánico de mi cuerpo puede ver, oír, tocar, oler, y saborear por mí; transmite a mi cerebro todas esas experiencias por medio de impulsos eléctricos; los procesos paralelos que se producen entre mis neuronas y sinapsis, son el resultado de un patrón de pensamiento tan complejo y elegante que genera metacognición o autoconciencia. Me parece que soy "yo" quien está ahí fuera, disfrutando directamente de las experiencias sensoriales, ¡pero, no lo soy!
La parte de mí que es realmente yo, es decir mi conciencia y mi personalidad, nunca podrán disfrutar de esas experiencias directas. La materia gris no tiene ni manos, ni ojos, ni oídos, ni boca, ni nariz. Mi cerebro ha de confiar en una interfaz indirecta para aprehender la "realidad". Esa interfaz, puede ser el cuerpo físico que habito, puede ser un robot que explore la superficie de Marte o puede ser un sustrato informático que me proporcione experiencias ambientales simuladas.
El caso es que todo lo que experimentamos es simulado, nada es inmediato. En las próximas décadas, a medida que empleemos cada vez más tiempo en entornos virtuales, nuestra definición de realidad irá cambiando. Se prevé que en el plazo de cien años, o quizás menos, muchos humanos vivirán en el espacio toda su vida bajo miles de circunstancias diferentes a las actuales. Sin duda alguna, estos humanos descubrirán nuevas sensaciones y emociones que no podemos comprender. ¿Y serán menos reales sus vidas que las nuestras de hoy?
Parece probable que millones de personas, miles de millones, elegirán esa opción. ¿Suena a ciencia-ficción? Tal vez, pero la tendencia actual de la tecnología de computación sugiere que podría empezar a ser realidad en tan solo 20 ó 30 años [7].
UN FUTURO INIMAGINABLE
Otra pregunta fascinante: si vivir en un cuerpo es bueno, ¿por qué no tener dos? Y si dos son buenos, ¿por qué no tres, cuatro o cinco? ¿Por qué no quinientos o cinco millones?
La siguiente cita corresponde a Edward Cornish, presidente de la World Future Society:
Ni en nuestras fantasías más imaginativas podemos anticiparnos a todas las extraordinarias posibilidades que nos esperan a los humanos y a las criaturas que vengan tras nosotros. Las especulaciones más atrevidas del hoy serán los hechos del mañana, y nuestro potencial humano no sólo será mayor de lo que pensamos, sino mayor de lo que podríamos llegar a imaginar [8].
Imaginemos por un momento que habitamos varios cuerpos; no sólo tener varios cuerpos para poder elegir, como un traje esperándonos en el armario, sino habitar varios cuerpos diferentes al mismo tiempo. Uno de esos cuerpos podría ser aquel con el que nacimos; otros podrían ser copias o clones; otros serían bastante diferentes, tal vez diseñados para adaptarse a un entorno específico; otros muchos serían seguramente robots o cuerpos virtuales.
¿Cuál será nuestra experiencia de identidad personal cuando nuestra conciencia esté diseminada en varios sustratos? ¿Seguiremos siendo nosotros? ¿Decidiremos conservar, dentro de lo posible, conciencias simultáneas en todos los cuerpos, o será preferible dejar que cada uno de ellos funcione de forma autónoma con una sincronización ocasional, tal vez diaria, de experiencias y reestructuraciones de la identidad?
También se puede pensar que en el futuro seremos capaces de simular la personalidad de gente del pasado, como famosos, personajes históricos o aquellos a quienes amamos, y relacionarnos directamente con ellos. Es también posible que pudiéramos integrar una o más de esas identidades en la propia (con su permiso, claro).
Tal vez, algún día podamos aceptar también la invitación a ser parte de un meta-ser, incorporando nuestra propia identidad, o una copia de ella, en la de otros. Muchos han especulado con la posibilidad de que la evolución de los posthumanos seguiría estas vías, a largo plazo, para integrarse en superseres inmortales [9].
Sea lo que fuere lo que ocurra, está claro que el futuro será mucho más raro, y desde luego más asombroso, de lo que nunca hemos imaginado.
Referencias
1) United Nations Demographic Yearbook, 2000 //
http://www.disasterrelief.org/Disasters/001023hungerreport/
2) http://www.wordiq.com/definition/Immortality
3) McKibben, Bill; Enough: Staying Human in an Engineered Age (2003); Times Books ; // Kass, Leon; Beyond Therapy: Biotechnology and the Pursuit of Happiness (2003); Regan Books
4) Bova, Ben; Immortality: How Science Is Extending Your Life Span and Changing the World (1998); William Morrow & Company; pág.183
5) Meltzer; Milton; Slavery: A World History (1993); Da Capo Press
6) Hummel, JR; Emancipating Slaves, Enslaving Free Men: A History of the American Civil War (1996); Open Court Publishing Company
7) Kurzweil, Ray; The Age of Spiritual Machines: When Computers Exceed Human Intelligence (1999); Viking / Penguin Books
8) Cornish, Edward; Futuring: The Exploration of the Future (2004); World Future Society; pág.121
9) Tipler, Frank J; The Physics of Immortality: Modern Cosmology, God and the Resurrection of the Dead (1994); The New York Times Company
Dr. Eric S. Rabkin
En el antiguo Poema de Gilgamesh, escrito en el tercer milenio AC, el héroe aprende
"un secreto (un misterio de los dioses). Hay una planta que crece bajo el agua, tiene espinas como púas, igual que una rosa; te dañará las manos, pero si logras cogerla, tendrás lo que devuelve la juventud a un hombre" (pág. 116) [1].
Para recuperar la inmortalidad, Gilgamesh, empleando como lastre las piedras de la orilla, se sumerge en el agua, portadora de vida y mortal a un tiempo, pero
"en lo más profundo del torrente yacía una serpiente, y la serpiente sintió la fragancia de la flor. Emergió de las profundidades y se la arrebató, e inmediatamente mudó su piel y regresó al fondo. Entonces Gilgamesh se sentó y lloró amargamente. Encontré la señal y la he perdido" (pág. 117) [1].
Italo Calvino escribió que
"el significado último al que se refieren todas las fábulas, tiene dos caras: la continuidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte" (pág. 259) [2].
Podemos ver en esta tragedia, por un lado, la naturaleza en forma de serpiente que regresa al fondo del agua, que es capaz de escapar de su corporeidad y renovarla, y por otro lado, la humanidad representada por Gilgamesh que sólo puede regresar a la ciudad de Uruk, íntegro, pero sin defensas contra la muerte. No obstante, aún hay muchos que desean la inmortalidad, sintiendo como Dostoievsky, que
"si fueras a destruir la creencia humana de la inmortalidad, no sólo se secaría el amor, sino cada elemento que conservara algo de vida en el mundo" (581:19) [3].
La ficción nos cuenta muchas veces que la inmortalidad es mejor como esperanza y no como hecho ya que, a pesar de su venerable, obvia e íntima llamada, la fantasía de la inmortalidad oculta una terrible realidad.
Las más claras advertencias contra la inmortalidad, dirían algunos, son en realidad advertencias contra el orgullo, la estupidez y la desobediencia. La Sibila Cumana, a quien Apolo adoraba, recibe de manos del dios el regalo de miles de años de vida, pero tras rechazar el amor que le ofrece Apolo, éste le priva de la eterna juventud condenándola a una vejez de interminable sufrimiento. A la Titánide amada por Eos, y diosa del amanecer, se le concede la inmortalidad, pero olvida pedir eterna juventud y envejece permanentemente en lo que Tennyson denomina una "inmortalidad cruel". Prometeo es inmortal por naturaleza, pero tras robar la llama sagrada para los hombres, su inmortalidad se convierte en una eternidad de sufrimiento y padecimiento. Se podría decir que la inmortalidad en estos casos no es peor en sí misma que el oro del Rey Midas: algo preciado en su lugar adecuado, pero irónico y trágico cuando se corrompe. La apoteosis de los héroes griegos y de los profetas hebreos parecería corroborar esta visión positiva de la inmortalidad, igual de irónica que la fina línea que separa este estado para conducirnos, no a la felicidad sino al horror. Sea como sea, ¿podemos lograr una inmortalidad sin sufrir sus fatales efectos?
A menudo se dice que la promesa principal del Cristianismo es la inmortalidad: "Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás" (Juan 11, 25-26). La historia muestra que esta promesa tiene gancho, pero curiosamente, tenemos muy poca idea de lo que significaría vivir esa inmortalidad perfecta. En Man and Superman, George Bernard Shaw dice que prefiere el infierno, "hogar de lo irreal y de los buscadores de la felicidad" al cielo "hogar de los maestros de la realidad, y (el mundo) (…) hogar de los esclavos de la realidad" (pág. 139) [4].
Este asunto de maestros y esclavos nos devuelve al tema de la desobediencia. Milton, en las primeras líneas de su Paradise Lost, escribe:
"De la primera desobediencia del hombre, y del fruto / De aquel árbol prohibido, cuyo bocado mortal / Trajo al mundo la muerte, y todas nuestras penas" [5].
Si Jesucristo es el nuevo Adán, su redención por nosotros es un regreso a la obediencia del Edén, donde como dice Milton, la muerte y la desobediencia pugnan con la vida y es de suponer con la obediencia. En un cielo de perfecta obediencia, parece difícil encontrar algo de felicidad, pues nuestra felicidad depende mucho de las nociones de libertad individual y de deseo. Adán, al igual que Gilgamesh, perdió su inmortalidad por la intervención de una serpiente. Uno puede suponer que en el cielo no hay, por tanto, serpientes ni peligros, ni tan siquiera la sexualidad que dichas serpientes representan. El cielo que muestra Shaw, igual que el de San José, padece lo que Arthur C. Clarke llama "el enemigo supremo de toda utopía: el aburrimiento" (pág. 75) [6].
La paradigmática benevolencia del Cristianismo, la compensación, por así decirlo, por el Pecado Original y el Diluvio Universal, es Dios Padre proyectándose a sí mismo en la realidad mortal de Jesucristo. Para los cristianos creyentes, desde luego, este es un hecho único y fundamental en la historia de la humanidad. Yo no voy a entrar en estas creencias, pero en la ficción, la disposición para aceptar la mortalidad no es ni mucho menos algo raro, ni siquiera cuando no existe promesa de vida eterna, como no la hay según Sydney Carton, cuando se hace pasar por Charles Darnay para ser guillotinado al final de la novela de Dickens A Tale of Two Cities [7]. Esta mortalidad es la medida del heroísmo humano, no del divino. Jesucristo puede prometer a los ladrones que estarán con él en el paraíso (Lucas 23, 43), pero Sydney Carton sólo puede alcanzar la inmortalidad por medio del arte. En cualquier caso, la mayoría de nosotros según creo, estaríamos de acuerdo con Woody Allen cuando dijo que
"No quiero conseguir la inmortalidad por mi trabajo. Quiero conseguirla simplemente no muriéndome" (pág. 260) [8].
Por desgracia, las imágenes disponibles de "no-muerte" son típicamente o bien muy superficiales, como las cristianas, o bien grotescas. En The Facts in the Case of M. Valdemar, Edgar Allan Poe presenta a un hombre hipnotizado "in articulo mortis" (pág. 269) [9]. El narrador e hipnotizador puede calcular el momento en que va a morir su víctima ya que Valdemar padece una enfermedad degenerativa; pero en cierto modo, Valdemar es como todos nosotros en su inevitable muerte porque como dicen los habitantes de Erewhon de Samuel Butler
Nacer… es una falta grave, un crimen de primer grado cuya sentencia puede ser ejecutada en cualquier momento tras cometer la infracción (pág. 145) [10].
La historia de Poe, que se puede leer en principio como una ciencia-ficción extravagante y luego como una sátira flagrante, narra el período de tiempo que transcurre desde que el narrador emprende el objetivo hipnótico hasta su final, nueve meses después, los siete últimos con Valdemar en un estado de suspensión hipnótica. En un momento clave del éxtasis de Valdemar, el narrador dice "Actué sin dudas, intercambiando, sin embargo, los pases laterales por los descendientes y dirigiendo la mirada a los ojos de la víctima" (pág. 273). Esta retórica científica ostentosa, de un segundo vistazo, oculta una sátira de la extremaunción. De hecho, en una visita posterior, el narrador provoca unas vibraciones en la lengua del frío e inconsciente Valdemar, y dice "estoy muerto" (pág. 277). Por último, el narrador decide intentar despertar a su paciente. La historia termina con estas palabras:
Cuando yo estaba dando los pases hipnóticos, entre eyaculaciones de "¡muerto! ¡muerto!", agitando la lengua y no los labios, todo el cuerpo del paciente, de pronto, en el espacio de un minuto o incluso menos, se contrajo, se desmenuzó, se pudrió completamente en mis manos. En el lecho, ante todos los presentes, había una masa líquida de repugnante y detestable putrefacción (pág. 280).
Al nivel más obvio, este final sugiere que hay cosas "que el hombre no puede entender". Como búsqueda de la inmortalidad, la desobediencia primordial puede funcionar durante algún tiempo, pero en última instancia, la disolución humana seguirá su propio camino por orden divino.
Pero a un nivel más profundo, es una broma grotesca y de mal gusto. Las eyaculaciones de la lengua parodian las eyaculaciones de un pene, y los rápidos y espasmódicos movimientos "en mis manos" son una buena imagen de la masturbación. En lugar de describir una semilla fértil, la historia revela las ansiedades del narrador con el final "masa líquida de repugnante […] putrefacción". En el Génesis, en el mismo momento en que Adán y Eva prueban la manzana, "se dieron cuenta de que estaban desnudos" (Génesis 3, 7). Con la mortalidad llega la sexualidad; los que buscan la inmortalidad, el poder de los dioses, buscan, tal vez inconscientemente, cambiar la procreación por creación. En Frankenstein [11], Mary Shelley es capaz de devolver a la carne muerta lo que podría parecer una vida permanente, pero el monstruo, más humano que su creador, sólo busca una novia, mientras que Víctor, al igual que el narrador masturbador de Poe, se resiste a la muerte sólo con sus manos. En Interview With the Vampire, el joven oyente de Anne Rice, cuando oye por primera vez la descripción del vampiro bebiéndose la vida de alguien dice "–Parece igual que estar enamorado-. Los ojos del vampiro brillaron. –Eso es, es como estar enamorado-, sonrió" (pág. 31) [12]. Pero desde luego, es un amor sin procreación. La inmortalidad, para los ángeles, para los demonios, y para las criaturas de la ciencia moderna, es un estado sin descendencia, y significa una negación del potencial y la felicidad humana.
Freud, en Beyond the Pleasure Principle [13], sugería que "hemos adoptado […] la hipótesis de que toda sustancia viva está ligada a la muerte por causas internas […] ya que encontramos cierto placer en ello", con lo que quería decir que todos nuestros errores y nuestro fallecimiento parecen menos terribles si lo vemos como algo menos importante o inevitable. Continúa diciendo que "la noción de muerte natural es algo desconocido para etnias primitivas, ya que atribuyen cada muerte a la influencia de un enemigo o de un espíritu maligno". Parece que Freud no reconoce que nuestra búsqueda de causas fatales, como ataques al corazón, cáncer o asesinatos, refleja motivos diferentes. En cambio, en el espíritu de Víctor Frankenstein, Freud expresa su admiración por la literatura de August Weismann,
quien introdujo la división de la sustancia viva en partes mortales e inmortales. La parte mortal es el cuerpo en su sentido más concreto, el "soma", que está sujeto a una muerte natural. Las células reproductoras, por otro lado, son potencialmente inmortales, en tanto que son capaces, bajo determinadas circunstancias, de desarrollarse para dar lugar a nuevos individuos, o, en otras palabras, de su capacidad para alojarse en un nuevo soma [13, pág. 616-617].
Esto es algo sorprendente. Primero, el absoluto silencio de Freud sobre las primeras divisiones de la sustancia viva en cuerpo y alma, revela una ceguera intelectual que podría estar motivada, se supone, por una desesperada necesidad de creer que se está progresando en la eterna confrontación del hombre con la muerte. En segundo lugar, centrarse en las células reproductoras, "por otro lado", es tan lejano y masturbante a su manera como la obsesión de Poe por el hipnotismo, otro truco mental, como el deseo mortal de Freud para retrasar el terror final. Y en tercer lugar, esta noción de inmortalidad de las células reproductoras reduce al ser humano tal y como lo veríamos habitualmente en una mera conveniencia. Puede que ésta sea la visión de la sociobiología moderna si nos fijamos en lo que Richard Dawkins ha denominado el "gen egoísta" [14], pero en tal caso no tenemos nada que hacer con las aspiraciones de individuales.
Pero seguramente no somos meros cuerpos. Si alguien pierde un dedo, el ser no cambia. Pero ¿y si alguien pierde un brazo? ¿O su capacidad para procrear? Está claro que no somos como éramos con, digamos tres años, cuando todos éramos prepúberos, totalmente dependientes e inmensamente ignorantes. De hecho, puede que ya sólo queden en el cuerpo unos pocos átomos sin reemplazar con el paso de los años. Nos gusta pensar que tenemos continuidad. Es casi como el famoso acertijo filosófico del hacha del granjero: "¿Tiene esta hacha desde hace mucho? Oh, sí, 20 años. He cambiado el mango tres veces y la hoja dos".
La persistencia del individuo es una fantasía, claramente, una fantasía sin la cual no tendríamos sentido del yo, y sin embargo sin la cual, la noción de inmortalidad se vería reducida a una mera persistencia, a un estado no muy diferente al de una roca.
La ciencia-ficción moderna, desde luego, ha imaginado seres materializados no en piedra sino en silicio. En The City and the Stars de Clarke, los ciudadanos de Diaspor viven tantos años que acaban por regresar voluntariamente a la "Sala de Creación", donde las máquinas "analizan y almacenan la información que define a cualquier ser humano" [15, pág. 15] y ser devuelto a la nada (no podríamos llamarlo muerte) hasta que son llamados de nuevo por el Ordenador Central en un tiempo futuro aleatorio para vivir en una mezcla, también aleatoria, de 10 millones de habitantes potenciales de la ciudad de Diaspor. En esa utopía inmortal, donde el mero hecho de pronunciar un deseo lo hace realidad, nuestro héroe Alvin no es sólo un aparecido sino "por no faltar a la verdad […] el primer niño que nació en la Tierra en diez millones de años" [15, pág. 17]. Es él quien devuelve la fertilidad y el progreso a un mundo estancado. No hay vida humana real sin mortalidad, sin el riesgo de la muerte. De entre todas las características que nos definen, decidimos llamarnos a nosotros mismos "mortales". Es la cordura de Pinocho.
En el libro de William Gibson, Neuromancer, uno de los personajes es un "constructo", un chip informático que contiene el conocimiento y la personalidad de un famoso habitante del ciberespacio, la realidad virtual de la infosfera. Se activa con otros personajes de "carne" que necesitan su ayuda, y él acepta ayudarles con una cláusula: al final de la aventura "quiero que se me borre" [16, pág. 206]. La inmortalidad incorpórea es aparentemente tan engañosa para Dixie Flatline como el envejecimiento y la mortalidad corpórea lo son para la Titánide. Entendemos entonces porqué cuando Case el protagonista, le dice a Dixie que "Algunas veces te repites, tío", Dixie le responde con un juego de palabras diciendo "Es mi naturaleza" [16, pág. 132]. Si contamos con el tiempo suficiente y no tenemos un cuerpo que sufra las condiciones cambiantes del entorno, todos nos repetiríamos, viviendo bajo nuestros propios patrones, sin importar cuales fueran, que nos llevarían en última instancia a la mera repetición y, por tanto, a la destrucción de cualquier sentido de la individualidad.
De esta manera es como el sensible ordenador HAL de la novela de Clarke 2001, A Space Odyssey deja de ser un personaje –un individuo– pero sigue funcionando como ordenador cuando sus tarjetas de "función principal" son extraídas y se ve reducido a repetir los cálculos y números de identificación con que fue programado al principio [18, pág. 156-157]. Por esta misma razón Olaf Stapledon, en Star Maker hace un elogio, no de las "mentes colmena" en enjambres que anulan al individuo, sino de la "simbiosis intrincada" [19, pág. 255] que se representa como perfecta unión por el "valioso átomo de la comunidad" [19, pág. 257], en el cual, dos pueden depender el uno del otro –y pueden procrear– pero donde cada uno conserva su individualidad esencial y los riesgos de la muerte individual.
Por contraposición a este punto de vista, en Blood Music de Greg Bear, una plaga de "leucocitos inteligentes" campa libremente y el mundo se transforma, incluidos nosotros en última instancia, como parte de una mente planetaria. El protagonista dice que "si muriera aquí, habría otros cientos que se integrarían, listos para convertirse en mí, y yo no moriría del todo. Simplemente perdería mi yo particular […] es imposible morir" [20, pág. 197]. El protagonista de Bear puede creer esto, pero los gemelos idénticos no: no importa la duplicación de información en otra copia, la muerte del individuo contemplada por ese mismo individuo es de hecho la muerte. Y la capacidad para morir es una gran libertad autodefinida, la libertad existencial última según Sartre y Camus, y el punto clave del conflicto entre el individuo y el Estado, visto por los enfermos hospitalizados, las víctimas mutiladas en combate de Johnny Got His Gun de Dalton Trumbo [21], el parapléjico alimentado por sonda de Whose Life Is It Anyway? de Brian Clark [22] y D-503, el protagonista de We de Eugene Zamiatin, después de que "le hayan arrancado de la cabeza la astilla [de la imaginación]" y se ve reducido a un idiota con una permanente sonrisa dibujada en su rostro, ya que "la razón debe prevalecer" [23, pág. 217-218]. Este feliz estado de obediencia inevitable es el último Edén, y la astilla arrancada de D-503 es la "espina" de la planta que busca Gilgamesh, la que nos recuerda que vivimos como individuos cuando estamos sujetos a la muerte.
Se dice que cuando Miguel Ángel terminó las tumbas Médici, encargadas por el Papa Clemente VII, alguien observó la ausencia de realismo. "¿A quién va a importarle dentro de mil años si estas son realmente sus caras?", dijo el gran escultor [24, pág. 399]. Así es. El día que el gran Duke Ellington, músico de jazz, murió, John Chancelor empezó su informativo nocturno diciendo: "Edward Kennedy Duke Ellington murió esta mañana a consecuencia de un cáncer de pulmón y una neumonía. Más tarde le escucharemos tocando para nosotros" (pág. 76) [25]. En piedra o en vinilo, los grandes alcanzan la inmortalidad no por sí mismos, sino en su legado, una inmortalidad que suplanta, y por tanto supera, al original.
San Pablo nos promete que aquí en la Tierra
Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces (después del día del Juicio) veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido (I Corintios, 13, 12).
Esta noción de conocimiento ideal en la eternidad no es válida sólo en el mundo occidental. La voz de Brihadaranyaka Upanishad dice:
¡Llévame de lo irreal a lo real! / ¡Llévame de la oscuridad a la luz! / ¡Llévame de la muerte a la inmortalidad! (Bartlett 56, 20) [3].
Pero ¿quién es este yo? Cuando Moisés pide en el Monte Sinaí ver a Dios cara a cara, Dios, que tiene a Moisés en gracia, le niega la petición, "ya que ningún hombre que me vea vive" (Génesis 34, 20). San Pablo también lo entiende así. Hablando de la resurrección después del Día del Juicio afirma lo siguiente:
Mirad, voy a desvelaros un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de la trompeta –pues tocará la trompeta- los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros seremos transformados. Porque es preciso que lo corruptible se revista de incorrupción y que este ser mortal se revista de inmortalidad (I Corintios 15, 51-53).
Cuando seamos incorruptos, seremos transformados: transformados en ideales, en repeticiones infinitas, en vampiros estériles, en ángeles sin descendencia, piezas de arte, chips informáticos. Seremos transformados en objetos para la contemplación de otros pero en ese proceso perderemos nuestra identidad. La inmortalidad es una fantasía contraproducente, una defensa desesperada contra la muerte. Y por último, ¿quién elegiría una eternidad tan castrada? Desde luego, no lo haría la Titánide de Tennyson:
Déjame ir, llévate tu don / ¿Por qué debería un hombre desear en cualquier forma / cambiar la agradable raza humana, / o llegar más allá de las metas del ordenamiento donde todo se detiene, como por todos es sabido? Libérame, y devuélveme a la tierra… [17].
Referencias
1) Anónimo; The Epic of Gilgamesh; traducción de Sandars, NK; Penguin, 1960
2) Calvino, Italo; If on a winter"s night a traveler; traducción de William Weaver; Harcourt, 1979
3) Bartlett, John; Familiar Quotations; (1980, 15th ed.); Little, Brown
4) Shaw, George B; Man and Superman (1903); Penguin, 1969
5) Milton, John; Paradise Lost (1667); Editor Merritt Y. Hughes; Odyssey, 1962
6) Clarke, Arthur C; Childhood"s End (1953); Ballantine, 1972
7) Dickens, Charles; A Tale of Two Cities (1859) T. B. Peterson
8) Peter, Laurence ; J. Peter"s Quotations: Ideas For Our Time (1977); Bantam
9) Poe, Edgar Allan; "The Facts in the Case of M. Valdemar." 1845. Ed. Philip Van Doren Stern. The Portable Poe. New York: Viking, 1973
10) Butler, Samuel; Erewhon (1872), New York: NAL, 1960
11) Shelley, Mary; Frankenstein (1818), Editor: Joseph, M.K. Oxford University Press, 1969
12) Rice, Anne; Interview With the Vampire (1976); Ballantine
13) Freud, Sigmund; Beyond the Pleasure Principle (1920) en The Freud Reader (Editor: Gay, Peter); Norton, 1989
14) Dawkins, Richard; The Selfish Gene (1976); Oxford University Press
15) Clarke, Arthur C; The City and the Stars (1956) Harbrace; pág.15
16) Gibson, William; Neuromancer (1984) Ace; pág. 18
17) Tennyson, Alfred; "Tithonus" (1860) en: Selected Poetry (1956); Editor: McLuhan H.; Holt
18) Clarke, Arthur C; 2001: A Space Odyssey (1968) New York: NAL
19) Stapledon, Olaf; Star Maker (1937); Dover Puplications Inc.
20) Bear, Greg; Blood Music; New York, Ace, 1985
21) Trumbo, Dalton; Johnny Got His Gun (1939) Bantam, 1970
22) Clark, Brian; Whose Life Is It Anyway? New York; Dodd, Mead, 1978
23) Zamiatin, Eugene; We (1920). Trans: Zilboorg G; Dutton, 1952
24) Fadiman, Clifton, ed. The Little, Brown Book of Anecdotes (1985) Little, Brown
25) Rabkin, Eric S; The Fantastic in Literature (1976) Princeton, New Jersey; Princeton U Pr, 1976
Conciencia del tiempo en una vida muy larga
Dr. Manfred Clynes
Contar no es tiempo – No hay tiempo que contar.
En el siguiente ensayo, dejaré a Dios el tema de la inmortalidad y trataré de que se me disculpe cierta arrogancia por traficar con la vida individual de sólo unos pocos millones de años. Espero no decepcionar a los lectores con esto, al menos en su primer millón de años de vida.
¿Qué es el tiempo? Estamos muy influenciados por los físicos que han descrito el tiempo como una dimensión: una línea recta, o curva si hacemos caso a Einstein, infinitamente estrecha a lo largo de la cual se suceden los acontecimientos. Lo que sucede es que t se mueve desde t1 a t2, dos puntos en esa línea que representan el principio y el final del evento. El tiempo, entendido como un punto infinitamente pequeño, se mueve de t1 a t2, y además se nos ha lavado el cerebro para que consideremos que se mueve de izquierda a derecha. En el nivel cuántico, en la escala de la constante de Planck, el tiempo puede incluso invertirse durante unos instantes muy breves. Preguntar "¿con qué velocidad se mueve a lo largo de esa línea?", es una cuestión sin sentido para los físicos. Pero la tasa relativa a la que se mueve el tiempo depende del sistema de coordenadas o marco de referencia adoptado.
Lo que se pierde en este enfoque es el presente. En física, y en la vida humana, el tiempo convierte la potencialidad en realidad. A Einstein tampoco le gustaba mucho la idea de desterrar el presente de su teoría (o de no abarcarlo). Pero aún me falta encontrar un físico actual que, como físico, eche en falta el presente. Simplemente parece que no es algo en que preocuparse. Pero, sorprendentemente, el presente es todo lo que tenemos los humanos. El pasado se ha ido y el futuro aún no ha llegado. Lo que experimentamos parece ser un presente continuo, al menos mientras tenemos conciencia, y también los recuerdos del pasado y las anticipaciones del futuro se experimentan en el presente. El presente está siempre con nosotros, incluso podemos decir que el presente en sí mismo es inalterable y lo único que cambia es su contenido. En ese sentido, el presente es eterno, mientras vivimos. Entonces, ¿qué es lo que crea el presente en nosotros?
Lo llamamos la conciencia del tiempo. En lugar de un punto infinitesimal desplazándose a lo largo de la línea del tiempo, tenemos un indicador de tiempo limitado en el que nos sentamos, por así decirlo, y que se desliza llevándonos a cuestas. Ese indicador es el presente omnipresente. En mis primeros trabajos allá por los 70, demostré que una buena medida de la duración del presente es de unos 180 milisegundos. Es la duración de una sílaba, del tiempo mínimo durante el cual no se puede revertir una decisión, el tiempo de reacción de un motor, y el tiempo necesario para ver el movimiento lento de un objeto. Y hace poco hemos descubierto que es el tiempo preferido por un compositor para acompasar los componentes independientes de sus creaciones, al menos así ocurre con los Allegros de Mozart y Beethoven.
Pero una palabra no sustituye al entendimiento, o no debería hacerlo. Sabemos poco acerca de la conciencia del tiempo. Gracias a nuestro trabajo en música, hemos encontrado pruebas de cuatro relojes y procesos diferentes, involucrados en distintos aspectos de la conciencia del tiempo en nuestro cerebro. Estos relojes involucrados en la música, operan en nuestra conciencia del tiempo. Y ya que es posible pensar en la música durante el sueño, estos relojes se transfieren también a nuestra conciencia cambiada del tiempo mientras soñamos, al menos algunos de ellos. De alguna forma, nuestra conciencia del tiempo se modifica mientras soñamos. ¿Cómo? No lo sabemos.
Como podemos suponer fácilmente hoy día, distintos animales (máquinas conscientes) tienen distinta conciencia del tiempo. No hay nada absoluto en nuestra conciencia del tiempo. En otra galaxia, por ejemplo, podrían existir seres vivos para los que la noche y el día serían un suspiro, pero nuestra conciencia del tiempo está directamente relacionada con nuestra condición de seres humanos.
LA ESCALA DE LA CONCIENCIA DEL TIEMPO.
Esto invita a reflexionar sobre la escala de la conciencia del tiempo. Lo aprenderemos por cómo lo hace el ADN, y rediseñándonos a nosotros mismos para una vida de larga duración, podremos tener alguna ventaja respecto de una escala variable de conciencia del tiempo.
¿Cuál es la escala de conciencia del tiempo de un ordenador? O, ¿cuál es la escala del tiempo de un ordenador? La idea que tiene un ordenador del tiempo es que no tiene ninguna idea. Todo lo que sabe es una serie de números, las marcas de tiempo. El tiempo que hay entre esos números es totalmente arbitrario, podemos aumentar la duración del ciclo de computación de un ordenador y no se daría cuenta: todas sus respuestas serían las mismas. Cualquier cálculo que pueda hacer en su ciclo de computación dentro de su capacidad tecnológica, proporcionará la misma respuesta. Una serie de ceros y unos, no pueden darle a un ordenador, ni a nosotros, la experiencia del tiempo. La falla del test de Turing, es que se olvida del tiempo. Y siempre y cuando nos modelemos a nosotros mismos sobre las líneas del tiempo de un ordenador, no obtendremos conciencia del tiempo en absoluto. Y esto significa por tanto, que no seremos conscientes.
Los ceros y los unos, números al fin y al cabo, no pueden sustituir la singularidad del tiempo, aunque sí podrían hacerlo en una matriz de cuatro dimensiones (en la representación Minkowski), aunque para Einstein precise de un eje imaginario que lo diferencie de las dimensiones espaciales.
Pero los números no pueden contarnos nada sobre la experiencia del tiempo, ni sobre cuestiones de espacio. Tanto nuestro cerebro como nuestro sistema nervioso están diseñados para diferenciar tiempo y espacio, y esto supone muchos aditivos temporales que no pueden ser representados en una simple operación imaginaria. El pulso neuronal de nuestro cerebro tampoco diferencia tiempo y espacio. Por otra parte, la música representa un laboratorio para analizar nuestra relación con el tiempo.
LA CONCIENCIA DEL TIEMPO Y LA EXTENSIÓN DE LA VIDA
A la hora de considerar la extensión de la vida, necesitamos hacer hincapié en los siguientes puntos (algunos sólo cubren ciertos aspectos de lo relacionado con el tiempo, y debemos dejar aparte los problemas sociales):
Hasta que la conciencia del tiempo sea lo suficientemente comprendida como para que los ordenadores o los robots la tengan, y hasta que se vuelvan conscientes, hoy por hoy no es posible prolongar la vida más allá de los límites impuestos por los materiales con que estamos hechos. Sólo será posible reemplazar material biológico, homeostasis, metabolismo, reproducción humana y por supuesto los recuerdos y el pensamiento (tal como lo conocemos y en la medida en que lo conocemos) por materiales no biológicos más estables, nanotecnología y diseños bioestructurales, cuando sepamos como obtener conciencia. Estoy seguro de que la conciencia no es en sí misma una función compleja, y también de que un nivel muy alto de complejidad no es condición sine qua non para lograrla, sino que es algo más.
Una vez que sepamos como crear conciencia, estaremos en un mundo completamente diferente, en el cual la clonación será un juego de niños. Y puede que solo tengan que pasar un par de cientos de años hasta que esto ocurra, o tal vez sean miles, nadie lo sabe a ciencia cierta aún. Con respecto a la conciencia, lo que a mí me llama la atención es que cuanto más cambia su contenido, más se va acercando uno a la "pura conciencia", esto es, la conciencia sin contenido. Helen Keller no era menos consciente que nosotros, sino que probablemente lo fuera más. En la conciencia, las distintas entradas sensoriales interfieren relativamente poco entre ellas, y podemos oler, oír, ver, tocar simultáneamente y realizar más tareas. Si creamos máquinas conscientes (que es lo que tendemos a creer que somos) pero de estructuras diferentes a las que conocemos, existirá una posibilidad real de disolver los lazos de tiempo que estamos acostumbrados a experimentar.
ELEGIR NUESTRA PROPIA CONCIENCIA DEL TIEMPO
A la hora de crear máquinas conscientes, tendríamos la libertad de diseñarnos a nosotros mismos para tener diferentes índices de conciencia del tiempo, y también diferentes conciencias del tiempo que se ajustaran a nuestras necesidades. ¿Cuáles serán nuestras necesidades? Si hablamos de viajar, podemos imaginar mucho: con los viajes espaciales, ralentizaremos nuestra conciencia del tiempo en digamos un factor de 10.000 años. ¿Qué son 10.000 años si se pasan como si fuera sólo uno, o incluso como si fuera sólo un mes? Si combinamos esto con la relatividad de Einstein en cuanto a la ralentización del tiempo, nos encontraríamos ante condiciones de viaje en el espacio muy favorables. Si tuviéramos millones de años de vida, la contracción de la conciencia del tiempo no tendría mayor importancia pues tendríamos mucha experiencia. Sería también útil para entrar en contacto con otras formas de vida, al menos en nuestra galaxia, y ajustar nuestra conciencia del tiempo a la de otros seres.
Es más probable que para otros asuntos diferentes a los viajes en el espacio hagamos lo contrario, es decir, ampliar la conciencia del tiempo, hacer un ajuste de velocidad aplicando nanotecnología o picotecnología; y el pensamiento sería unas 10.000 veces más rápido también. ¿Qué ocurriría entonces? Pues que un año duraría 10.000 años; las estaciones no cambiarían en 2.500 años. El factor 10.000 es tal vez un factor un tanto extremo para aplicar aquí; podríamos ajustar la conciencia del tiempo a nuestro gusto, tal vez solo duplicándola o triplicándola según la situación en que nos encontrásemos.
El envejecimiento, tal y como lo conocemos, será eliminado y en todo caso se convertirá en un grave problema de acumulación de memoria. Toda la materia del universo es memoria insuficiente para almacenar el estado de toda la materia que hay en él. A medida que la edad de los individuos vaya sumando millones de años, el universo necesitará cada vez más materia para almacenar recuerdos. Finalmente, y a pesar de Freud, precisaremos de un borrado selectivo de recuerdos (algo que será tema político candente en un futuro lejano).
Mucho más serios serían los problemas planteados por las emociones y su manifestación. Como ya he dicho, la expresión y generación de emociones y su manifestación por medio de gestos, bailes y música, depende, en gran medida, del tiempo. Las formas del tiempo, lo que llamamos formas sénticas, conforman el vocabulario de nuestro lenguaje inherente de comunicación y generación de emociones. La forma (en el tiempo) es cualidad. ¿Qué les ocurriría a aquellos que se sometieran a la transformación de su conciencia del tiempo?
Tomemos como ejemplo la risa. ¿Podemos reír en sueños, en una escala diferente de tiempo, y experimentar la risa? Una persona de pensamiento rápido (incluso como Marvin Minsky) ríe a escalas muy similares de "ja", que una persona que piensa en forma más lenta. La dificultad está en la misteriosa y a la vez inexplicable conexión inherente entre la forma del tiempo y la cualidad de sentimientos que conlleva. Acelerar la conciencia del tiempo por un factor de 10.000, implica que tendremos que acelerar también la risa en la misma proporción. Es tan simple como un problema de control motor; incluso si redujéramos nuestro tamaño en forma considerable, resultaría imposible, ya que los átomos de nuestro cerebro ahora no se mueven miles de veces más rápido que los de los brazos. La inercia de la materia, la que no podemos eliminar, entrará en conflicto con la velocidad del pensamiento, la que, esencialmente es libre de los condicionamientos materiales de la inercia, es decir: velocidad de la computación contra velocidad del movimiento: la velocidad de electrones y fotones contra la de los protones y neutrones; leptones contra hadrones. La duración de un orgasmo parece más estable que la duración del pensamiento. Bajo las condiciones de transformación de la conciencia del tiempo, la conexión inherente al tiempo de una mirada, una caricia, o de un salto de alegría, desde nuestro punto de vista, parece ser parte de la naturaleza que querríamos conservar inalterable, o mejorarla si es posible.
Obviamente, la comunicación y generación de emociones, las caricias, las miradas, tendrían que liberarse de las limitaciones (actuales) del cuerpo. ¿Será posible sin modificar su cualidad? ¿O podría alguien esperar de esta cualidad una transformación en algo desconocido pero deseado? Parece poco probable que la investigación sobre el cambio de cualidad del rango de experiencia bajo condiciones de transformación de la conciencia del tiempo, ofreciera nuevas cualidades preferibles a aquellas de que gozamos ya. Pero no lo sabemos. Ya sabemos que las cualidades de la experiencia de los sueños son muy similares a las del estado de vigilia, incluso en el período de tiempo de esta limitada transformación. ¿Hasta dónde podemos ampliar esto? ¿Qué nuevas cualidades pueden crearse por medio de transformaciones más sistemáticas y extensas de la conciencia del tiempo?
Ya nos damos cuenta de que la música es muy lenta para contagiarnos su sentimiento y contenido: el sentido visual, el vídeo, la está superando en nuestra cultura, a pesar de su transferencia de significado más concentrada, con su input paralelo en lugar de en serie. Una sinfonía representa mucho tiempo para nuestro mundo que avanza a paso relativamente ligero; la música se usa de fondo para lo visual. ¿Qué pasará con la música bajo la transformación de la conciencia del tiempo? Su arte también se transformará. A continuación hablaremos de algunos problemas y aspectos relacionados con esto; la llamada logogénesis.
LOGOGÉNESIS
La logogénesis es la "invención de la naturaleza" que aparece en la evolución sustituyendo una calidad de sentimiento, de experiencia, por pensamiento intrincado y por actividad refleja. La logogénesis es lo que crea el qualia, el sabor de la vida. Al igual que la morfogénesis, está genéticamente controlada. La cualidad y sus sustratos cognitivos llegan a nuestro cerebro a través de un programa genético cuyos detalles aún no conocemos. Por ejemplo, el sentimiento de la risa, su gracia, está ligado de forma indisoluble a su vía de expresión. La rojez o la dulzura están indisolublemente ligadas a una pauta determinada de actividad neuronal y sináptica que se parece mucho a otras actividades neuronales, y que no revela de ninguna manera la cualidad de rojez o dulzura. Y esas cualidades de experiencia (olvidadas) se mantienen inalterables a lo largo de toda la vida y en ocasiones hasta el último instante. No sabemos qué es lo que controla la logogénesis. El invento más ingenioso sea tal vez la sustitución de la sensación de hambre por otras formas de regular la entrada de alimento. Esta sensación nos dice cuándo, qué y cuánto comer, y nos obliga a encontrar comida. ¡Qué maravilla! ¿Cómo podríamos inventar algo así?
Pero tal vez sea más ingenioso el sentimiento sexual, que permite que las probabilidades de reproducción (en un mamífero) aumenten de un número infinitesimal a uno viable, e incluso posible. Este sentimiento en sus manifestaciones, hace posible la continuidad de la especie, y hace posible también la propia evolución.
¿Qué fue lo que inventó ese sentimiento y lo colocó en su entorno de tal forma que pudiera funcionar en la mayoría de los casos? ¿Evoluciona? Claramente está programado genéticamente. Si los órganos sexuales se originan por morfogénesis, la sensación, consciente y subconsciente, se origina por logogénesis. Por eso, la intensa sensación del orgasmo, es diferente a todas las demás. Todo qualia se origina por logogénesis. Aún no sabemos cómo funciona, ni cómo se transformará con el cambio de la conciencia del tiempo, pero un ordenador o un robot necesitarán de él para experimentar sensaciones y sentimientos. Y no parece que los ceros y unos sean una forma de lograrlo, pero entonces, ¿cómo? Tenemos una facilidad increíble para esconder bajo la alfombra todo aquello que no entendemos y por tanto simular que no existe. Ya es hora de que veamos que el rey va desnudo. Ni la conciencia en sí, ni la conciencia del tiempo, podrán aplicarse a una máquina hasta que entendamos la logogénesis. No está bien decir que somos software y que podemos ser cargados y descargados. Las experiencias y los procesos cerebrales son tanto analógicos como digitales, continuos y discretos. Podemos hacer que una máquina ría, pero no disfrutará, incluso aunque diga que disfruta. Va siendo hora de dejar de engañarnos a nosotros mismos; Turing se merece algo mejor que eso.
En mi ordenador se escucha a Beethoven estupendamente, y me alegro de ello, pero el ordenador no lo disfruta. Ni lo hará hasta que sea capaz de entender a Beethoven. Y sin la conciencia del tiempo, esto es imposible; sin logogénesis es imposible. Pero demos tiempo al tiempo y tal vez pronto suceda; entonces se convertirá en uno de nosotros y nosotros seremos uno de ellos. Dios sabe, probable (o improbablemente), cuándo y cómo, esto sucederá. Pero me aseguraré, mientras tanto, de agotar todas las posibilidades para tratar de descubrirlo. Seguramente en nuestra logogénesis, hay programada un poco de fe.
Referencias
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Minsky, M; The Society of Mind, Simon and Schuster, New York, 1985
Confesiones de una inmortalista proselitista
Shannon Vyff
¿Por qué hablar de inmortalidad? ¿No significa egoísmo? ¿No nos dice Dios, el destino y la evolución cuando hemos de morir? Es lo que oigo siempre poco después de haber conocido a gente en la iglesia, de vacaciones, en el autobús, en la cola de la tienda de comestibles, en fiestas y en reuniones familiares. Todo comienza con una conversación totalmente normal con preguntas sobre el tiempo, o sobre lo que has hecho durante el día. A menudo menciono mi trabajo escolar explicando que empecé a estudiar nutrición después de haber perdido algo más de 38 Kg de peso (lo que siempre resulta una historia de motivación e intriga para los demás). Son todo oídos para saber cómo lo logré, y les cuento cómo empecé la dieta de Restricción Calórica (CR) gracias a una lista de correo electrónico llamada Optimal Nutrition [1].
Y por medio de la CR Society, me lo he pasado en grande en el Programa de televisión de Oprah, en Marie Claire, en la revista 20/20, viajando a las conferencias de la CR para descubrir las últimas novedades en investigación sobre dietas antienvejecimiento, y conociendo gente muy interesante que se tratan a sí mismos como cobayos. Yo misma he enviado análisis de sangre y otras pruebas para que mis marcadores bioquímicos del envejecimiento ayuden en las investigaciones con humanos. La gente me dice que estoy estupenda, sobre todo los que no me han visto en años, y por supuesto quieren saber cómo empecé con la dieta.
Empiezo diciendo que gracias a mi fascinación por la ciencia-ficción, ya en el instituto me ocupé de seguir el Proyecto Biósfera y al Dr. Walford [2]. Mientras crecía siempre tuve el sueño de viajar a las estrellas. Supongo que esperaba que al cumplir los 20 años ya habría naves espaciales que nos permitirían colonizar Marte, y que yo podría alistarme. Cuando el Proyecto Biósfera apareció en los medios de comunicación, se mencionaba también la dieta de restricción calórica (CR), así que siempre estuvo en mi subconsciente como una dieta de adelgazamiento y antienvejecimiento.
Con poco más de 20 años decidí formar una familia, y "La Leche League" [3] me enseñó la manera más sana de hacerlo. Cuando llegó la hora de destetar a mis hijos y retirarles la leche materna que les proporcionaba las conexiones neuronales más importantes, los reflejos más rápidos y un sistema inmunitario más fuerte de lo que podría ofrecerles la tecnología actual, tuve que preocuparme por el tipo de comida más adecuada para sus organismos en crecimiento. Vivía en Eugene, Oregon, donde hay tanto apoyo a estas corrientes (con restaurantes de comida orgánica, publicaciones gratuitas sobre salud y un alto porcentaje de población preocupada por su salud) que me introduje en un nuevo mundo y en una nueva forma de ver la comida. Me di cuenta de que algunas de nuestras células se regeneran cada 6 meses y la mayoría de ellas cada 7 años, así que realmente nos convertimos en lo que comemos.
También empecé a interesarme por los fungicidas, germicidas, pesticidas, raticidas, herbicidas, antimicrobianos y de cómo se acumulan en los tejidos corporales. Leí estudios como el financiado por el National Institute for Environmental and Health Sciences [4], basado en trabajos con niños en edad preescolar de Seattle; este estudio mostraba que los niños alimentados orgánicamente presentaban en orina seis veces menos de organofósforo que los niños alimentados de forma no orgánica (debido a la exposición a pesticidas).
Así que me impuse una alimentación más sana y en base de alimentos orgánicos, pero aún así seguía pesando 93 Kg tres meses después de dar a luz a mi tercer hijo, ¡y empecé a pensar que realmente necesitaba una dieta! Después de leer todas las dietas existentes, recordé la dieta de extensión de la vida de la que había oído hablar en el Instituto. Así fue como llegué al libro Beyond the 120 Year Diet, del Dr. Roy Walford, cuando mi tercer hijo tenía cuatro meses. Como aún estaba dando el pecho y tenía las hormonas de adelgazamiento del posparto, perdí peso más rápido de lo que recomienda la CR. Perdí casi 39 Kg en seis meses, no obstante se recomienda que la pérdida de peso sea mucho más gradual. Uno se puede plantear perder alrededor de 18 Kg en un plazo de 2 a 4 años, o bien perder medio Kg al mes. Si no se hiciera a este ritmo, la liberación de toxinas almacenadas en los tejidos más grasos del organismo y el estrés por la pérdida de peso podrían frustrar la expectativa de vida en los últimos años [5]. Cuando comencé la dieta, utilicé software para equilibrar los nutrientes que necesitaba; empecé haciendo panecillos para mi familia (como comida de laboratorio y salpicada de chips de chocolate para hacerla atractiva para mis hijos) [6], y me di cuenta de que a medida que perdía peso tenía más energías y mi piel estaba más limpia.
A menudo, aún hoy, la gente quiere saber porqué continúo una dieta que les parece extrema; y suelo decirles que es la única dieta científicamente probada para extender la vida [7], ya que las hormonas, antioxidantes, ejercicio o una dieta alta/baja en carbohidratos no suele ser suficiente. Frecuentemente piensan que tengo carencias de hierro y que pasar hambre es algo que ellos nunca harían. Les aseguro que me resulta fácil pues la CR Society es un gran apoyo, y lo hace de diferentes maneras. Recomiendo The Anti-Aging Plan de Roy & Lisa Walford a modo de introducción para los principiantes, aunque en Beyond the 120 Year Diet [5] se pueden encontrar más detalles y referencias científicas actuales.
Y conforme me iba enamorando de la ciencia y del modo de vida de la CR, cada vez veía más referencias en la cultura popular [8]. Los experimentos en curso con primates y los estudios en humanos lo convirtieron en algo real para mí. El National Institute on Aging (NIA) ha venido realizando un estudio sobre la CR desde 1987 en macacos rhesus, y en 1999 hizo pública la siguiente declaración:
Los resultados obtenidos en los estudios sobre la CR en macacos rhesus muestran que el modelo funciona de forma muy similar a la ya apreciada en roedores, reforzando por tanto la posibilidad de que los conocidos efectos de la CR sobre la expectativa de vida, las enfermedades y los procesos de envejecimiento puedan generalizarse a todas las especies [10].
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