Ciudades en bancarrota: ¿La "vía al Tercer Mundo" de los países (antes) avanzados? (página 2)
Enviado por Ricardo Lomoro
"El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, advirtió el viernes que su estado necesita recortar programas sociales para poder cerrar una brecha presupuestaria de más de US$ 19.000 millones"… Ultimátum presupuestario en California (BBCMundo – 15/5/10)
El actor de cine y político que encabeza la octava economía más grande del mundo comparó los niveles de endeudamiento del estado más poblado de Estados Unidos con la situación que se vive en algunos de los países de la zona del euro.
"Ven lo que está pasando en Grecia, ven lo que está pasando en Irlanda, ven lo que está pasando en España ahora", dijo Schwarzenegger en alusión a los abultados déficits fiscales y las medidas de austeridad que los gobiernos de esos países se han visto obligados a adoptar.
Schwarzenegger dijo en rueda de prensa en Sacramento que California no tendrá más remedio que eliminar US$ 12.400 millones en gastos en lo que queda del actual año fiscal y en el siguiente.
"Algunos programas sociales ya han sido recortados. Ahora el gobernador Arnold Schwarzenegger quiere eliminar un programa que ayuda a más de un millón de personas a buscar trabajo y a recapacitarse", señaló el corresponsal de la BBC en California, Rajesh Mirchandani.
En California el desempleo todavía ronda por encima del promedio estadounidense y las recaudaciones tributarias del mes pasado estuvieron US$ 3.000 millones por debajo de lo que se esperaba.
"California necesita dinero desesperadamente, pero el gobernador y sus colegas republicanos se niegan a elevar los impuestos. Ellos sostienen que eso sofocaría la generación de empleos en el sector privado y ralentizaría cualquier recuperación económica", agregó Mirchandani.
Los demócratas que controlan la legislatura estatal sostienen que no están dispuestos a aceptar un presupuesto que proteja las desgravaciones para los negocios a expensas de las subvenciones para las guarderías infantiles. "Estos recortes son absolutamente inaceptables", señaló a la agencia Reuters el presidente del Senado de California, Darrell Steinberg.
La constitución de California exige que el presupuesto sea aprobado por una mayoría de dos terceras partes. En la práctica eso ha dificultado el consenso presupuestario.
Las agencias calificadoras actualmente cotizan la deuda pública de California ligeramente por encima del nivel "basura".
El proyecto de presupuesto presentado por el gobernador incluye la eliminación del programa de asistencia pública CalWORKS y de muchos programas de atención a los niños, además de un recorte de 60% en los servicios de salud mental.
"Una nueva encuesta sobre las "ciudades más miserables" en Estados Unidos sugiere que cinco de las 10 peores se encuentran en California"… ¿Es California uno de los peores lugares para vivir en EEUU? (BBCMundo – 12/2/11)
Peter Bowes, de la BBC, evalúa si la vida en el estado realmente ha empeorado:
Mientras corro a lo largo de la playa, bajo un cielo azul, con los rayos del sol invernal cayendo, recuerdo con frecuencia que "la vida no puede ser mejor". Ha sido una gloriosa semana en Los Ángeles y la mayor parte de California. El clima templado de febrero está demostrando que la vida aquí puede ser muy buena. Para muchos el sol representa el "sueño de California", aunque la riqueza y la propiedad privada usualmente también juegan un papel en la imagen romántica del estado más poblado de EEUU.
Y ahí es donde mi argumento comienza a caer.
Para mucha gente la vida podría ser mejor de lo que es, y una nueva encuesta de la revista Forbes concluye que el "estado dorado nunca se había visto tan poco dorado". La región está en el epicentro de la crisis de las ejecuciones hipotecarias -o liquidaciones-, el desempleo está muy por encima del promedio nacional y los elevados impuestos están afectando los negocios.
Como resultado, ocho de los 20 lugares en la lista anual de "Ciudades más miserables en EEUU" recaen en California. La clasificación toma en consideración una serie de factores como la economía, las tasas de delitos, factores sociales y climáticos, incluyendo qué tan bien le va a los equipos deportivos.
"La ciudad más miserable"
La ciudad de Stockton, en el norte de California, ocupa el primer lugar de la lista por segunda ocasión en tres años. En los últimos años, la comunidad ha sido golpeada fuertemente por la crisis hipotecaria, y el precio de la vivienda ha caído 67% en promedio desde 2005. La ciudad sufre una alta tasa de crímenes y se estima que el desempleo alcanzará 18% este año.
"La economía ha sufrido más que en otras ciudades", dice el alcalde de Stockton, Bob Deis, quien muestra su desacuerdo con la metodología del estudio. "Usar datos y llegar a conclusiones generales sobre la ciudad es engañoso y no ayuda a nadie", asegura.
El alcalde, quien se mudó recientemente a Stockton desde los idílicos viñedos del estado, asegura que el ánimo en la ciudad está lejos de mostrarse decaído. "La ciudad tiene muchas cosas positivas y es cualquier cosa menos miserable", afirma llamando la atención sobre el fuerte sentido de comunidad y un escenario artístico en auge.
"Escoger un lugar para vivir es como escoger un restaurante de comida china, obtienes 10 opciones diferentes", añade. "Desde mi perspectiva vivimos en el Delta de California, que tiene su propia belleza. Cruzar el delta del río en una embarcación en un soleado día primaveral u otoñal es fantástico".
Stockton se encuentra en el Río San Joaquín, en el borde este del delta que se extiende por buena parte del norte de California.
Deis también dice que el clima en el norte del estado es lo "opuesto a lo que te hace sentir miserable". "Viví en Oregon y Washington por cerca de 17 años y la falta de sol durante el otoño y el invierno definitivamente nos impactaba. Tener sol tiene un gran impacto en tu calidad de vida", dice.
El estado ha sufrido una grave crisis inmobiliaria: una casa en liquidación
Recortes de empleo en el estado
La capital del estado de California, Sacramento, se ubica en la quinta posición en la lista de ciudades miserables del país, y es fácil identificar la miseria en una ciudad donde los empleados del gobierno están siendo despedidos en masa.
Mientras el estado lucha para controlar un déficit presupuestal de US$ 28.000 millones, muchos empleados públicos han sufrido una reducción salarial y han tenido que trabajar menos horas. Los viernes de licencia, cuando muchos trabajadores estatales están obligados a tomarse el día, y cierran bibliotecas y edificios públicos, se han convertido en un lugar común.
"Trabajo en el centro en una tienda de productos de arte", afirma Joe Gallegos quien ha vivido en Sacramento toda su vida. "En un día de licencia, el centro de Sacramento está vacío al 75% y eso realmente afecta los negocios que dependen de los trabajadores públicos", agrega. "Junto con el mercado inmobiliario que colapsó hace unos cuantos años, nos ha golpeado mucho".
Pero Gallegos, quien está tratando de lanzar un negocio casero junto con su esposa fabricando edredones, también se burla de la noción de que vive en una ciudad miserable. "Me río de eso", asegura y afirma que él y su esposa viven en un "lugar lindo" y pagan poca renta.
"No somos consumidores en el mismo nivel que muchas otras personas. Ahorramos mucho, hacemos jardinería, no comemos fuera, ni comemos comida rápida. Ajustamos los costos a nuestro estilo de vida", dice. "No soy una persona materialista y eso me hace menos miserable".
Y también cita al clima californiano como una razón para mantenerse positivo. "Los rayos de sol son constantes. Estamos a un par de horas de la bahía y la Sierra Nevada", afirma. "Hay muchas personas en Sacramento que les gusta el surf y el esquí en la nieve y tenemos muchas rutas ciclistas. La gente pasa mucho tiempo afuera y creo que eso los hace un poco más felices", añade.
Las aflicciones de California están lejos de acabarse. Su nuevo gobernador, Jerry Brown, comenzó a implementar medidas de austeridad que resultará en privaciones para millones de personas mientras busca controlar el déficit.
(Septiembre 2013) Donde van los que tiene perdida la FE(D)
Los objetivos de la Reserva Federal (FED) en la aplicación de su política monetaria son: lograr el máximo empleo, la estabilidad de precios y tipos de interés moderados a largo plazo.
Hasta la quiebra de Lehman la decisión más relevante de cada reunión de la FED se centraba en la subida, mantenimiento o bajada de los tipos de interés. El "tsunami" provocado por la quiebra del banco de inversión estadounidense hizo que no fuera suficiente situar los tipos de interés a cero para estimular la economía y evitar una profunda recesión. La FED tuvo que empezar a adoptar una serie de medidas heterodoxas imprimiendo dinero para comprar bonos del Tesoro y bonos respaldados por hipotecas (MBS: mortgage-backed securities). (Bancos centrales: las medidas extraordinarias no son eternas – El Confidencial – 17/9/13)
La actuación de la FED ha sido contundente, multiplicando su balance por más de 3,5 veces. Inicialmente adquirió activos por valor de un billón de dólares (trillón americano) a través de lo que se conoció como QE1 (quantitative easing, o política cuantitativa). A finales de 2010 anunció el QE2, consistente en la compra de 600.000 millones de dólares adicionales en bonos del Tesoro, además de reinvertir 250.000-300.000 millones de dólares procedentes de vencimientos de MBS. Posteriormente, en septiembre de 2011, la Reserva Federal aprobó un nuevo programa denominado Operación Twist, que evita el incremento del balance de la FED. El programa consistía en cambiar activos de corto plazo por activos de largo plazo. Hasta ese momento todas las medidas heterodoxas anunciadas por la FED tenían un horizonte temporal definido de inicio y final.
En septiembre de 2012 la FED dio un paso más y anunció la inyección mensual de 85.000 millones de dólares mediante la adquisición de bonos del Tesoro y de MBS sin señalar fecha de finalización de dicho programa. Mientras esté vigente, el balance de la FED se seguirá incrementando. Dicha política ha de tener un límite, no puede ser permanente sin perniciosos efectos colaterales.
Tras lo anunciado en junio pasado, la institución monetaria pretende dejar de comprar bonos del Tesoro, es decir, "dejar de incrementar su balance", cuando la tasa de paro se encuentre en el 7%. Actualmente se sitúa en el 7,3%. Parece razonable que poco a poco la FED aumente su balance a menor ritmo, minorando el volumen de compras mensuales. No supone en absoluto un endurecimiento de su política monetaria, sino una "laxitud" menos intensa. Previsiblemente no se alcanzará el nivel de tasa de paro del 7% hasta bien entrado el 2014. Hasta entonces, el balance de la Reserva Federal seguirá incrementándose y la política monetaria seguirá siendo expansiva.
De acuerdo con las propias indicaciones de la FED, los tipos de interés, actualmente en cero, no se incrementarán hasta que la tasa de paro baje del 6,5%, o incluso más tarde si la inflación sigue por niveles inferiores a los establecidos como objetivo de la FED (2%). En cualquier caso, no parece realista contemplar una subida de tipos de interés en EEUU por lo menos hasta 2015.
"Sombras… nada más" (armas financieras de destrucción masiva)
El problema de la aplicación de medidas extraordinarias y excepcionales es la rápida adaptación de los agentes económicos a las medidas, considerándolas rápidamente como normales y permanentes.
Nada parece importar en la dinámica actual de cuanto peor, mejor en la medida que implica una prolongación en el tiempo de las políticas expansivas de los bancos centrales. Ni siquiera el susto dado por los países en desarrollo a finales del mes de agosto ha servido como piedra de toque para la cautela inversora. Más madera, es la guerra. (El monstruo que causó la crisis resurge de sus cenizas – El Confidencial – 17/9/13)
Una vez más ha sido alguien relacionado con el Banco Internacional de Pagos de Basilea -que se ha convertido en el Pepito Grillo de la complacencia general, poniendo los puntos sobre las íes incluso a sus propios miembros, los bancos centrales, el que ha lanzado la voz de alarma (The Telegraph-AEP, "BIS veteran says global credit excess worse than pre-Lehman", 15-09-2013).
"Miren ustedes", ha afirmado William White, execonomista jefe de esa casa y ahora en la OCDE, "esto es como 2007… pero peor. Todos los desequilibrios que condujeron al desastre siguen ahí. No sólo eso, en el mundo desarrollado hay un 30% más de deuda que entonces y las burbujas en peligro de estallar abruptamente, como la de las naciones emergentes, se multiplican". Eso por no hablar de cómo eran las expectativas futuras entonces y cómo son ahora en términos de crecimiento y bienestar colectivo.
Se estima que el PIB mundial en el año 2012 rondó los 70 billones de dólares en nomenclatura española, en concreto unos 71,62 billones. Por su parte los derivados OTC suponían según el BIS 632 billones de dólares a finales de 2012. Con un sencillo cálculo vemos que dichos derivados OTC ¡equivalen a 9 veces la economía mundial! Motivo por el cual muchas personas, inclusive en el mundo financiero, creen que de producirse una crisis que afecte a estos instrumentos sería el "acabose". ¿Hasta qué punto son fundados estos miedos? ¿Equivalen los derivados realmente a 9 veces la economía mundial? (¿Pueden los derivados equivaler a 9 veces la economía mundial? – El Confidencial – 16/9/13)
La respuesta rápida es sí, aun tratándose de estimaciones, el montante hipotético de derivados determinado por el BIS y su comparación con el PIB mundial no dejan lugar a dudas.
Si bien, aquí, lo importante no es lo afortunado o desafortunado de la comparación, lo importante es… ¡632 billones de dólares! La cifra es realmente imponente y da igual que lo comparemos con el PIB o con los 212 billones de activos financieros que McKinsey estima existen en el mundo, da igual si hacemos la comparación de forma agregada o la hacemos en un país particular como EEUU donde se calcula que se originan más de 1/3 de los derivados mundiales con un PIB que no llegó a los 17 billones en 2012. Hagamos la comparación que hagamos, la cifra asusta. Una simple pérdida del 11% sobre el valor hipotético del total de derivados OTC y el PIB mundial se volatilizaría.
Concluye White que el mundo financiero ha perdido en estos cinco años una oportunidad única para sentar las bases que impidan situaciones como las vividas en 2008. La adicción al dinero fácil, que se refuerza con tipos más bajos y mayor expansión monetaria con cada crisis, se antoja para el economista casi irresoluble. Y, mirando la divergencia entre actividad real y burbuja de liquidez, entre bolsillo ciudadano y comportamiento, por ejemplo, bursátil, se puede confirmar lo dicho.
Cinco años después que el colapso de Lehman Brothers desató la mayor crisis financiera global desde la Gran Depresión, sectores bancarios sobredimensionados han hecho añicos las economías de Irlanda, Islandia y Chipre. Los bancos en Italia, España y otras partes no están prestando lo suficiente. El auge del crédito en China se está convirtiendo en un fiasco. En resumen, el sistema financiero mundial sigue siendo peligroso y disfuncional. Cinco años de no reforma financiera (Anat Admati – Project Syndicate – 13/9/13)
Peor aún, a pesar de años de debate, no se ha alcanzado un consenso sobre la naturaleza de los problemas del sistema financiero -mucho menos sobre cómo solucionarlos-. Y eso parece reflejar el poder político de los bancos.
En otras palabras, el crecimiento económico y del préstamo ha sufrido desde 2007 porque las instituciones financieras altamente endeudadas no pudieron absorber sus pérdidas, no por regulaciones que intentaban reducir su nivel de endeudamiento. Las regulaciones vigentes cuando estalló la crisis eran inadecuadas y se las había implementado de manera igualmente inadecuada, mientras que las reformas propuestas desde entonces no fueron mucho mejores. Las reformas propuestas en Basilea III, por ejemplo, les permitirían a los bancos financiar hasta el 97% de sus activos con dinero prestado; algunas inversiones se podían hacer enteramente con fondos prestados.
Algunos dicen que los bancos son por naturaleza especiales, porque distribuyen los ahorros de la sociedad y crean liquidez. De hecho, los bancos se han vuelto especiales principalmente por su capacidad para realizar tantas apuestas a expensas de los demás. Nada sobre la intermediación financiera justifica permitirles a los bancos distorsionar la economía y poner en peligro a la población como lo hacen.
"Desafortunadamente, a pesar del enorme daño causado por la crisis financiera, es poco lo que ha cambiado en la política de los bancos. Son demasiados los políticos y los reguladores que ponen sus propios intereses y los de "sus" bancos por delante de su obligación de proteger a los contribuyentes y a los ciudadanos. Debemos exigirles que cumplan mejor su trabajo", dice Anat Admati (Professor of Finance and Economics at the Stanford Graduate School of Business, is co-author (with Martin Hellwig) of The Bankers" New Clothes: What"s Wrong with Banking and What to Do about It).
Antecedentes (decíamos ayer…: el "contar de los contares")
Del Paper – Las "externalidades" de la globalización: ¿Cuán peligrosa es la economía global?, publicado el 15/9/11
La vulnerabilidad a los impactos externos (con la perspectiva que dan los años transcurridos… y algunas crisis padecidas)
– La generación perdida (¿and then?)
En la foto anterior podría estar usted, o yo mismo (la generación empobrecida), sus hijos, o los míos (la generación perdida), y probablemente, los hijos de sus hijos, o mis nietos (que tendrán que buscar en los libros de historia la explicación de tanta estolidez). ¿Es éste el futuro que queremos dejarles? ¿Cómo lo ve?
Difícil tendrán entender (y no digamos perdonar), cómo y por qué existió una generación de dirigentes políticos y empresarios (también burocráticos organismos internacionales, ilustres académicos, distinguidos publicistas, y mediáticos líderes de opinión, todo hay que decirlo), que se dedicó con tanto ahínco a condenar a muerte su futuro.
Tan o más complicado tendrán comprender (y no digamos perdonar), cómo y por qué hubo una generación de contribuyentes (como usted o yo mismo) que lo toleró, sin iniciar una "rebelión cívica". ¿Tendrán derecho a pensar (digo yo), que todo ha sido consecuencia del "voto de los tontos"? Pues eso.
Memorias de la involución: una "pequeña historia", para padres (acomplejados), hijos (anestesiados) y nietos (¿revisionistas?)
El mal no muere de muerte natural
Primero intoxicaron con aquello del "fin de la historia" (que no me olvido, Mr. Fukuyama), luego vino el FMI (también la OMC, la OCDE, el BM, y otras "sopas de letras") a contarnos que el librecambio produciría el "mayor incremento de riqueza mundial jamás visto", después se descubrió que la "tierra era plana" (¿verdad Mr. Friedman?). Lo demás fue "coser y cantar"… ¿o no?
Con el respaldo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan como "médicos de cabecera" (hasta donde se tendrán que remontar nuestros nietos para estudiar los orígenes de la globalización económica) comenzó el proceso de desregulación, privatización y financierización, que ha terminado en la mayor crisis económica desde el año 1929 (que se dice fácil). De aquellos polvos (en el sentido que quieran darle), estos lodos.
Las corporaciones multinacionales se volvieron salvajes… el dinero se volvió loco… se montó una economía de casino… la turbo economía… la economía de Madonna…
Cada trimestre las empresas cotizadas debían (deben) examinarse ante el altar laico de Wall Street… Había (hay) que ofrecer resultados por encima de las expectativas del mercado… más, siempre más (de cualquier manera)… el "profit warning" era (es) una palabra maldita… los inversores podían (pueden) castigar la cotización de la compañía, los analistas podían (pueden) modificar su opinión de sobreponderar (o mantener) a infraponderar (o vender), con lo que estaba (está) todo perdido. Llegada esa situación, "the game is over"… Fin de los bonus, fin del Porsche, fin del loft en TriBeCa…
Así, "poquito a poco" (como se inician casi todas las tragedias, de las que luego nadie recuerda su origen), las empresas comenzaron un intenso proceso de deslocalización o tercerización (para disminuir costos y aumentar utilidades) que llevó a la pérdida de empleos en los países desarrollados (de mayores salarios), y al aumento de empleos en los países en desarrollo (de menores salarios). La relación de costos de la mano de obra pasó (fácilmente) de 10 a 1. Los márgenes de utilidad crecieron. Wall Street premió el esfuerzo. Cada vez que una empresa anunciaba recortes de personal, su cotización en bolsa subía. Todos felices: analistas, agentes bursátiles, accionistas, directivos… menos los trabajadores, que perdían sus empleos o debían aceptar contratos basura. Nadie parecía advertir que esos mismos trabajadores eran, finalmente, los "consumidores" que mantenían el circo en funcionamiento. La avaricia y la corrupción, podían con todo.
A los "desocupados" de los países desarrollados les prometieron empleos en el sector servicios (por obra y gracia de las nuevas tecnologías), que nunca llegaron o que, cuando llegaron, fueron insuficientes. ¿Acaso todos pueden trabajar el Silicon Valley?
Cuando la "sopa boba" de las nuevas tecnologías no alcanzó para todos, al enorme "ejército en la reserva", a los trabajadores de usar y tirar, a los atenazados por el salario del miedo, a los "reponedores" de Wal-Mart, a los "utileros" de McDonald"s, a los temporales, a los precarios… se les ofreció crédito ilimitado para que continuaran "tirando del consumo". El dinero fácil sustituyó al empleo estable y la tarjeta de crédito, se transformó en la eucaristía de la misa atea celebrada en el altar de Wall Street. La fiesta debía (debe) continuar. El becerro de oro presidía la función… Ora pro Nobis.
Para que los subempleados y los desocupados, pudieran seguir practicando el "consumismo feliz" o alcanzaran el sueño de la casa propia, la banca inventó los "créditos subprime" (ingeniería financiera). Y dónde no llegó el dinero plástico (crédito fácil), pudo hacerlo la "titulización" (hipoteca fácil). La titulización dispersa el riesgo. El gran invento de los bancos para repartir la mierda crediticia por el mundo mundial.
La ingeniería financiera, apoyada en las infinitas combinaciones construidas con sus derivados, había (ha) permitido la proliferación de activos que se habían (han) considerado, tal vez demasiado fácilmente, como una panacea de seguridad y estable rentabilidad para el mundo financiero. Una proyección al límite sobre la cresta de la ola.
La financierización (libre movimiento de capitales), la avaricia (de los bancos), los bonus (de los banqueros) y la estupidez de los bancos europeos (con la más que presumible complicidad de las autoridades de control), hicieron el resto. Así "poquito a poco" (como dije antes), se fue "globalizando" la mayor crisis financiera desde 1929.
A la deslocalización de la producción (antes), le siguió la deslocalización de la deuda (entonces). Del boom de la burbuja, se pasó al colapso de la burbuja. Un final previsible del espiral de avaricia y enriquecimiento rápido.
"Buscar chivos expiatorios es demasiado fácil. Los que se encargan de controlar el riesgo especulativo en la Comisión del Mercado de Valores estadounidense (SEC) se quedaron dormidos al volante, al igual que los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos y Reino Unido, y el nuevo Banco Central Europeo. ¿Y dónde estaban las grandes, probadas y fidedignas empresas contables? Liderando y apoyando la embestida hacia abismos desconocidos de endeudamiento y riesgo, en lugar de tratar de controlarlos. Y la lista no se acaba nunca"… (No lo digo yo, que lo suscribo, sino que lo decía el Nobel de economía, Paul A. Samuelson – El País – 8/6/08).
En las próximas páginas podrán ustedes leer dramáticas historias sobre las "ciudades malditas"… donde habitan los "trabajadores abandonados"… por "empresarios cegados por la avaricia"… y "gobiernos ahogados en la cleptocracia". Ciudades en bancarrota: ¿apocalipsis laboral y social? ¿destrucción creativa? ¿casualidad o causalidad?
– Apocalypse Now: de la Big Economy, a la Mac Economy
Vacas gordas, y flacas
"La ciudad de Stockton, en el estado de California, está a punto de convertirse en la localidad estadounidense más grande en declararse en bancarrota"… La mayor ciudad de EEUU que enfrenta la bancarrota (BBCMundo – 27/6/12)
"Es la decisión más difícil y tortuosa que he enfrentado", le dijo la alcaldesa Ann Johnson al cabildo municipal, que respaldó la medida. Sin embargo, añadió, es necesaria para dar comienzo al proceso de recuperación.
La ciudad portuaria de 290.000 habitantes, ubicada a 144 kilómetros al este de San Francisco, sufrió considerablemente durante la crisis del mercado inmobiliario en Estados Unidos.
Acogerse al llamado "capítulo 9" de la ley estadounidense, que contempla la situación de bancarrota, le permitirá a la ciudad mantener a sus acreedores a raya mientras sigue pagando por servicios básicos como los departamentos de policía y bomberos.
El boom inmobiliario fue bueno para Stockton. Inundada de dinero proveniente de impuestos sobre la propiedad, la ciudad desarrolló su ribera, con un puerto deportivo y un complejo de instalaciones recreativas y negoció generosos beneficios de salud y pensiones para los empleados municipales.
Pero en los últimos tres años, las autoridades han tenido que manejar un agujero fiscal de US$ 90 millones, a través de una serie de recortes drásticos. En concreto, se deshicieron de un cuarto de la fuerza policial, un tercio de los bomberos y cerca del 40% de los demás empleados. También redujeron salarios y beneficios.
La tasa de desempleo y crímenes violentos figura entre las más altas de la nación. Una de cada 195 casas fueron objeto de ejecución hipotecaria el mes de mayo (2012), de acuerdo con RealtyTrac, un sitio que mantiene una base de datos sobre inmuebles reposicionados y en subasta.
Cerca del 15% de la población no tiene trabajo, lo cual equivale al doble del promedio nacional. Edificios públicos han sido retomados por los bancos. El ayuntamiento iba a mudarse a una nueva sede, pero desde que Stockton se quedó sin dinero, la edificación también fue objeto de ejecución hipotecaria.
Abandonar el barco
Mike Brooking, un nativo de Stockton de 50 años dueño de una cafetería, les echa la culpa a las autoridades municipales. Dice que empezaron a pagar pensiones y beneficios mucho más allá de lo aconsejable. "Le dieron a los empleados, y su familia, servicios de salud aún después de dejar sus trabajos", señala Brooking. "¡Aún a personas que estuvieron empleadas por un solo mes. La municipalidad no podía pagarlo entonces y no puede pagarlo ahora. Nadie goza de tales garantías", añade. Como consecuencia de los recortes, se queja, los delincuentes andan de su cuenta y no hay empleo.
George Estrada, de 35 años, quien solía trabajar en una tienda de regalos en la misma calle de la cafetería de Brooking, apunta que es muy difícil encontrar trabajo. "Todos quieren irse de la ciudad", asegura.
Stockton está situada en el corazón de una de las regiones agrícolas más productivas de Estados Unidos. La ciudad fue construida cerca del río San Joaquín, adonde los productos de los campos californianos son llevados para transporte. Stockton siempre vivió de la agricultura, pero Estrada, como otros jóvenes con altos niveles de educación, no están interesados en trabajar los ardientes campos de California recogiendo cerezas o almendras. Estrada es uno de quienes quieren irse. Está buscando trabajo en la zona de San Francisco. Dice que lo más duro de vivir en Stockton es el alto índice de criminalidad.
"Efectivamente, se han incrementado los casos de crímenes violentos", ratifica Joe Silva, un veterano con 16 años de experiencia en la fuerza policial. Según Silva, el año 2011 se produjo una cifra récord de 58 homicidios. Pero se espera que 2012 la supere ampliamente. Pasado solo medio año ya se han registrado 31 asesinatos, frente a 17 en la misma época el año anterior.
En 2008, la ciudad tenía presupuesto para 441 oficiales de policía. Hoy tiene 317. Silva dice que esta semana se espera el ingreso de más uniformados, así como la implementación de una estrategia para patrullar los vecindarios más peligrosos de Stockton. Se espera que los cambios saquen a la ciudad de la lista de "Ciudades más miserables de Estados Unidos", compilada por la revista Forbes. La situación parece haber mejorado, aunque no lo suficiente: en 2011 ocupó el número 11 en la lista. En 2010 había sido la número 1.
Motor City se declara en bancarrota
"La ciudad de Detroit, que acaba de declarar la mayor bancarrota municipal de la historia estadounidense, eleva a ocho el número de ciudades o condados que se han acogido a este procedimiento desde 2011"… Detroit, la octava ciudad de EEUU en declararse en bancarrota desde el 2012 (El Comercio.pe – 19/7/13)
Detroit, en el norte del país y conocida como Motor City por su pujante industria automovilística, ha acumulado una deuda de unos 18.000 millones de dólares.
El declive industrial de la ciudad se ha materializado en la pérdida del 60% de sus habitantes desde los años cincuenta, aunque solo entre 2000 y 2010 experimentó la salida de un cuarto de su población por la crisis económica, dejando partes de la ciudad convertidas en auténticos barrios fantasma.
Otras ciudades que se declararon en quiebra
En el año 2012, tres ciudades de California -, San Bernardino y Stockton, próximas a Los Ángeles, y la turística Mamonth Lakes– se declararon en quiebra.
San Bernardino, una ciudad con un 60% de población hispana, cayó en julio de 2012 en la bancarrota por la crisis económica y la paralización del mercado de la vivienda.
Los ayuntamientos de Mammonth Lake, el 3 de julio, y Stockton, el 28 de junio, determinaron seguir el mismo camino de Detroit por problemas derivados de la gestión municipal.
En mayo de 2012, la ciudad de Central Falls, en el estado de Rhode Island (este del país), anunció su bancarrota después de acumular una deuda de más de 4.800 millones de dólares. La medida fue aprobada por los tribunales en septiembre de 2012.
La industrial Harrisburg, en el estado de Pensilvania (este del país), se declaró también en quiebra en octubre de 2011 después de años de luchar contra la pesada carga que suponía una deuda superior a los 300 millones de dólares por la construcción de una incineradora. La bancarrota fue rechazada porque las leyes del estado prohíben esta medida a los municipios.
También en 2011, Jefferson County, el mayor condado de Alabama (sur del país), entró en suspensión de pagos después de acumular deudas por un montante de 4.000 millones de dólares, la cifra más alta hasta la declarada por Detroit.
Boise County, en Idaho (centro del país), se acogió en marzo de 2011 a la bancarrota ante los tribunales al no poder hacer frente al pago de 5,4 millones de dólares al que había sido condenado su ayuntamiento por un tribunal. Finalmente, su petición fue rechazada en noviembre tras alcanzar un acuerdo con sus acreedores.
Así es la quiebra en EEUU
La quiebra en Estados Unidos es un proceso legal que permite que una persona (física o jurídica) que no pueda afrontar sus obligaciones de pago se descargue de la responsabilidad de afrontar alguna de ellas. Las leyes federales permiten a los gobiernos locales declararse en bancarrota siempre que la misma esté permitida por las leyes del estado.
Cada estado impone sus limitaciones y cuantifica el criterio por el que los municipios pueden acogerse. En Montana, por ejemplo, la mayoría de los municipios puede hacerlo aunque no los condados. En cambio, en Georgia se prohíbe explícitamente la medida.
La "ciudad del motor" sepultada por las deudas: casas por un dólar
"Sepultada por una crisis interminable, la ciudad de Detroit, en la que llegaron a venderse casas por un dólar (75 céntimos de euro) en 2008, acaba de suspender pagos en lo que constituye la mayor reestructuración de la deuda de una ciudad estadounidense de la Historia"… La ciudad de Detroit suspende pagos con una deuda de 15.000 millones de euros (elmundo.es – 19/7/13)
En total, la "ciudad del motor" cancela el pago de intereses y principal de una deuda estimada en 20.000 millones de dólares (15.200 millones), después de que el Gobierno de Barack Obama haya rechazado rescatarla. Los pasivos de Detroit son casi siete veces los del condado de Jefferson, en Alabama, que suspendió el pago de sus 3.100 millones de euros (3.900 millones de dólares) en 2007, en lo que hasta ahora era la mayor crisis municipal de EEUU.
La suspensión de pagos se ha producido después de que el administrador especial de la ciudad, Kevyn Orr, no haya logrado un acuerdo con los acreedores. En Estados Unidos, sin embargo, las suspensiones de pagos son mucho menos dramáticas que en Europa. Simplemente se trata de procesos en los que el deudor se reestructura y los acreedores se resignan a ver cómo pierden una parte de su inversión. La petrolera Texaco (en la actualidad, parte de Chevron) o el condado de Orange (uno de los más ricos del país, en California) están entre las entidades que han suspendido pagos en el pasado sin mayores problemas.
Aun así, la situación financiera de Detroit es un ejemplo de la crisis de muchos centros urbanos estadounidenses, cuyos ingresos fiscales fueron pulverizados por la recesión de 2007 a 2009, combinada con el cambio estructural de su economía. Detroit fue en los años 40 "el Arsenal de la Democracia", por los vehículos blindados y armas que se hacían en sus fábricas. Después pasó a transformarse en 'la ciudad del motor', en la que la gente era 'fan' de un fabricante de coches u otro como en otros sitios se puede serlo de un equipo deportivo.
El declive de la industria del motor estadounidense, que lleva, con altibajos, desde los 70, ha sido lo que ha tumbado a Detroit. Hoy, el municipio tiene 700.000 habitantes, apenas el 35% de su máximo en los años 50. La población de clase media y media-alta se ha trasladado a los suburbios, donde vive en las clásicas viviendas unifamiliares estadounidenses, huyendo del centro, que ha sido tomado por vagabundos y tres casinos en los que ancianos funden sus pensiones en máquinas tragaperras a la sombra de las monumentales torres del cuartel general de General Motors.
El 36% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y Detroit es la ciudad de más de 200.000 habitantes con una tasa de delincuencia más alta de todo EEUU. Más de 40.000 solares y viviendas vacíos han hecho que el Ayuntamiento haya lanzado un plan para derruir edificios abandonados. Todo ello en la ciudad en la que está la sede de tres empresas que han construido la tercera parte de los coches que circulan en todo el mundo.
A eso se ha sumado la corrupción, que llegó al extremo con el ex alcalde de la ciudad, Kwame Kilpatrick, que está en la cárcel por una lista considerable de delitos entre los que figura haber tratado de pegar una paliza al policía que fue a arrestarle a su casa.
La situación, así, se ha agravado. Al irse a los suburbios (que en EEUU no tienen el sentido derogatorio de España, sino al contrario), los residentes más ricos han dejado de pagar impuestos a Detroit, que es donde se concentran los pobres. Ahora, la suspensión de pagos obligará a la ciudad a recortar todavía más los programas de asistencia social.
Es la mayor bancarrota en la historia de Estados Unidos: fue la capital mundial de la industria del automóvil pero perdió el 60% de su población desde 1950
"Detroit, la legendaria Motortown, la Ciudad del Motor, es insolvente. Así de tajante fue el gobernador Rick Snyder al anunciar la tarde del jueves que había autorizado la mayor suspensión de pagos municipal en la historia de EEUU, para así solucionar un problema fiscal que empezó a gestarse hace seis décadas y que se hizo insostenible durante la última crisis que azotó a la industria del automóvil"… Las horas más bajas de Motortown (El País – 19/7/13)
"Necesitamos que la ciudad más grande de Michigan esté sana y sea fuerte", comentó al exponer los motivos que le llevaron a dar este paso. "Arreglar las finanzas de la ciudad ayudará a invertir en áreas claves para mejorar la calidad de vida de los vecinos e incentivar el crecimiento, crear un ambiente para atraer familias, jóvenes profesionales y empleos", remachó.
La ciudad lleva viviendo de prestado desde hace casi una década. Su deuda es de 18.500 millones de dólares y su déficit de 330 millones. En la actualidad, 38 centavos de cada dólar que ingresa van destinados a pagar intereses, beneficios sociales y otras obligaciones. En cuatro años serán 65 centavos. Dicho sin cifras, el municipio no es capaz de generar los ingresos necesarios para hacer frente a sus obligaciones y funcionar.
Las cuentas públicas son un reflejo de lo que pasa en la calle. Detroit es una ciudad deprimida. Hace seis décadas era la cuarta metrópoli de EEUU. Ahora tiene la mitad de la población, unos 700.000 habitantes. La policía tarda casi una hora en responder, frente a los 11 minutos de media nacional. El 47% de las propiedades no pagan a tiempo los impuestos municipales. El paro es el triple que en 2000, del 18,3%.
La declaración de la suspensión de pagos tiene como objetivo protege al municipio de los cerca de 100.000 acreedores. Un juez supervisará la negociación y el cumplimiento de los términos de la reestructuración de la deuda. Así que lo que está por ver ahora es qué y cuánto se paga, a la vez que se garantizan los servicios básicos al ciudadano, como policía, bomberos y sanitación.
El endeudamiento de los municipios y estados es un problema que lleva preocupando desde hace años en EEUU. El caso de Detroit, en todo caso, es extremo y no es representativo de lo que está pasando en este momento en el país. Pero si pone en evidencia una serie de problemas comunes, como la contracción del mercado inmobiliario y el efecto de la alta tasa de paro.
El colapso fiscal de la ciudad de Michigan podría generar nuevas dudas entre los inversores de bonos municipales, un mercado valorado en casi cuatro billones de dólares y que es clave para financiar proyectos públicos como obras en infraestructuras. Aunque como insisten desde Standard & Poor´s, las condiciones de Detroit son conocidos. "No son una sorpresa", insiste.
Las bancarrotas municipales son raras en EE UU. Hubo nueve declaradas este año y una docena el pasado. Desde 1954 se cuentan un total de 61 en total. Antes de Detroit destacaron las de San Bernardino (California) y la de Stockton (California) hace un año. También fue llamativa la del condado de Jefferson (Alabama), en noviembre de 2011. Ese año lo intentó Harrisburg (Pensilvania).
En paralelo, durante la última crisis surgió un debate sobre el papel que debía adoptar el Gobierno federal ante casos como este o la delicada situación financiera que llevó a California a bordear la bancarrota. ¿Si se ayudó a Wall Street y al sector del automóvil, por qué no a un municipio? Pero los rescates son un asunto polémico en un Washington dividido.
La cuarta ciudad en importancia de la nación en la década de los cincuenta ha certificado que sus arcas están vacías de dinero
"La de Detroit ha sido una lenta agonía que acabó emitiendo un latido plano el pasado jueves cuando el administrador de la ciudad anunció que se acogía al Capítulo 9 de la ley de bancarrota de Estados Unidos. Considerada por su arquitectura como el París del medio oeste americano y la cuarta ciudad en importancia de la nación en la década de los cincuenta, la cuna de la industria del automóvil norteamericana ha certificado por escrito que sus arcas están vacías de dinero y llenas de pagarés y sus barrios deshabitados pero con tasas de crimen desorbitadas"… Detroit toca fondo tras una larga agonía (El País – 20/7/13)
Los dos millones de habitantes con los que llegó a contar la ciudad situada en el Estado de Michigan en los años cincuenta -cuando acosada por el racismo y la falta de trabajo los afroamericanos del sur decidieron emigrar al norte atraídos por una boyante industria del automóvil que empleaba a uno de cada seis estadounidenses-, Detroit fue viendo como su población descendía en caída libre debido al crimen y unos servicios públicos que remitían al subdesarrollo propio de países tercermundistas.
En la actualidad el censo lo componen poco más de 700.000 almas, cifra a la que se ha llegado desde el lento declive iniciado en 1967 tras unos disturbios raciales que se encuentran entre los más violentos de la historia del país. En la última década, el deterioro se aceleró con brutales cifras que lo prueban: el paro se sitúa en el 18% (más del doble de la media nacional); cerca de 80.000 edificios están abandonados o seriamente dañados; la policía tarda 58 minutos en responder a una llamada frente a los 11 de media nacional; y el 40% del alumbrado eléctrico, sencillamente, brilla por su ausencia y no funciona.
Detroit es la mayor ciudad de la historia de EEUU que suspende pagos y lo hace como última alternativa para poder reestructurar sus cuentas públicas ahogadas por una deuda estimada en 20.000 millones de dólares. "Sé que muchos de ustedes verán lo que está sucediendo como un momento bajo en la historia de la ciudad", ha declarado el Gobernador Rick Snyder en una carta en la que autoriza la solicitud de bancarrota. "Siendo esto correcto también creo que serán los cimientos para el futuro de la ciudad, lo que no ocurriría si no le diéramos la oportunidad de empezar libre de la carga de una deuda que no puede pagar", finaliza el Gobernador.
Pocos o ningún político ha contestado la decisión o ha solicitado un rescate de la ciudad, como se hizo con la industria del automóvil, que hoy se encuentra recuperada y creciendo, nada más iniciarse la Administración de Barack Obama. Ayer, la Casa Blanca anunciaba que seguía de cerca lo que sucedía en la ciudad y que se comprometía a "seguir apoyando su fuerte alianza" con Detroit. Quienes quisieron ver en el renacer de Chrysler y General Motors esperanzas para sus vidas en la ciudad ven ahora esas expectativas frustradas, ya que según los expertos las bancarrotas de las corporaciones nada tienen que ver con las municipales y sus desarrollos y resultados son muy distintos.
Los jueces resuelven una suspensión de pagos de una empresa liquidando bienes y reorganizando capital. En la bancarrota de una ciudad, los acreedores deben resignarse a perder una parte o toda su inversión mientras que se trata de que los empleados públicos y los jubilados sufran lo menos posible -aunque lo harán-. El trámite sobre si acepta o no la bancarrota puede durar de uno a tres meses. Pero pueden pasar años antes de que la ciudad renazca de nuevo, si algún día lo hace.
Considerada "el arsenal de la democracia" por todos los vehículos y armas que se hacían en sus fábricas durante la guerra fría, la Ciudad del Motor -y cuna de la música del mismo nombre, cuyas sede cambio de domicilio social hace ya tiempo- ha sufrido lo que muchos otros centros urbanos del país, que han visto cómo sus ingresos fiscales fueron consumidos en la recesión de 2008. En Detroit, cada día era menor la base a la que imponer impuestos mientras que había que seguir manteniendo una ciudad inmensa, repleta de pensionistas necesitados de un sistema de salud a la altura de sus necesidades.
Desde mediados de los años cincuenta, unas sesenta ciudades, pueblos, condados y municipios se han acogido al Capítulo 9 de la Ley de Bancarrota de EEUU. Pero la deuda de Detroit es astronómica comparada con, por ejemplo, los casi 4.000 millones de dólares que el Condado de Jefferson (Alabama) declaró en 2011. Nueva York o Cleveland en los setenta o Filadelfia hace dos décadas estuvieron también al borde de la ruina pero finalmente salieron a flote sin necesidad del Capítulo 9.
Un círculo vicioso de pobreza -el 36% vive por debajo de ese umbral-, desesperación, violencia e implicaciones raciales se rompió el 25/7, aunque incluso la decisión de nombrar un administrador para que ejecute la bancarrota, Kevyn Orr, ha sido visto como un intento del congreso estatal en manos de blancos republicanos por intentar quedarse con el control de la ciudad, de base demócrata y con más de un 80% de la población de raza negra.
Una ciudad donde ya nadie quiere vivir
"Detroit fue un próspero foco de industria y cultura. Años de decadencia la han convertido en la primera gran urbe de EEUU que quiebra. Así es la vida en las calles donde nadie quiere vivir"… La ciudad del motor se gripa (El País – 27/7/13)
En los años cincuenta, Detroit, conocida como Ciudad del Motor, llegó a contar con dos millones de habitantes. En la actualidad, el censo lo componen poco más de 700.000 personas, cifra a la que se ha llegado desde el lento declive iniciado en 1967 tras unos disturbios raciales que se encuentran entre los más violentos de la historia de Estados Unidos. En la última década, el deterioro se ha acelerado de forma brutal: el paro se sitúa en el 18% (más del doble de la media nacional); cerca de 80.000 edificios están abandonados o seriamente dañados; más de la mitad de los parques han cerrado desde 2008, y el 40% del alumbrado eléctrico, sencillamente, brilla por su ausencia.
Detroit es la mayor urbe de la historia de EEUU que suspende pagos, y lo hace ahogada por una deuda estimada en 20.000 millones de dólares. El paulatino deterioro de la ciudad y el fracaso de todos los intentos de reactivarla han llevado a esta situación. La despoblación de la ciudad, especialmente de las clases media y alta, ha reducido muy significativamente los ingresos por impuestos -solo el 53% de los propietarios de viviendas pagan sus tributos-. En Detroit, más de un tercio de las personas viven bajo el umbral de pobreza.
Esta situación ha desencadenado un altísimo nivel de delincuencia. Expertos en seguridad sostienen que es la ciudad más peligrosa de Estados Unidos. La policía tarda 58 minutos en responder a una llamada, frente a los 11 de media nacional. Algo parecido sucede con los servicios médicos. Solo un tercio de las ambulancias municipales funcionan. Las basuras se acumulan en las calles: el Ayuntamiento no tiene dinero para reparar los camiones de la basura.
El paro duplica la media nacional, la mitad de los parques ha cerrado y la población es tres veces menor que en los cincuenta
Hubo un tiempo en el que en Detroit todo era lujo y grandeza. Ahora nadie quiere vivir aquí. La gente acude a trabajar, pero su hogar no es este. Los rascacielos de los gigantes del automóvil, como General Motors o Chrysler, siguen dominando sus extensas avenidas. En algunos de ellos, situados junto al río, se han hecho intentos de rehabilitación. Se construyeron grandes centros comerciales y cines, pero con escaso éxito. La gente va en coche a su trabajo y, cuando termina, escapa de la ciudad. No gasta un minuto de su ocio aquí. Tampoco han triunfado los intentos municipales por captar nuevos habitantes.
Hasta el Instituto de Artes de la ciudad (DIA, por sus siglas en inglés), que rivaliza con el Metropolitano, el Guggenheim o el MOMA de Nueva York, ha visto como Kevin Orr, el encargado de gestionar la quiebra de la ciudad, ha pedido una auditoría de todas sus obras. "Las obras recolectadas durante estos años son el resultado del esfuerzo y dinero de grandes coleccionistas y filántropos que querían devolver a la comunidad, por medio del arte, todo ese trabajo y esfuerzo que hizo de Detroit una gran ciudad", asegura Salvador Salort-Pons, doctor en Historia del Arte y jefe del departamento de arte europeo del DIA, junto al mural que Diego Rivera realizó para Henry Ford y que narra el trabajo cotidiano en una planta de coches. "El museo adquirió el autorretrato de Van Gogh en 1922 y, como esta, contamos con miles de obras de gran relevancia. La colección pertenece a los ciudadanos y es algo que se debe conservar porque cuenta la historia, nuestra historia".
En la oficina del alcalde los nervios son evidentes. "Dave Bing está muy ocupado, lo que dicen los periódicos es verdad, estamos arruinados", explica el portavoz del Ayuntamiento, Anthony Neely. La corrupción política también ha contribuido al desastre. El pasado 11 de marzo, el exalcalde Kwame Kilpatrick fue condenado por corrupción. Un jurado le declaró culpable de una serie de delitos; entre ellos, asociación ilícita. Durante el juicio, que duró cinco meses, Kilpatrick fue presentado como un político sin escrúpulos que recibió sobornos y amañó contratos mientras estuvo en el cargo hasta 2008. La fiscalía dijo que Kilpatrick operaba una "maquinaria privada de hacer dinero" desde la alcaldía de Detroit.
Esta semana se ha celebrado la primera audiencia sobre la bancarrota. La jueza Rosemary Aquilina tenía, entre otras cosas, que determinar si la solicitud de quiebra era constitucional. Finalmente recomendó al gobernador de Michigan, Rick Snyder, que "reconsiderase sus acciones" porque este ya había autorizado la bancarrota. Tras la decisión de la magistrada, el fiscal general de Michigan, Bill Schuette, presentó una apelación y solicitó que el proceso se acelerase.
"La declaración de bancarrota realmente no ha cogido por sorpresa a los habitantes de Detroit", explica Steve Palackdharry, de Southwest Solutions, organización que trabaja para mejorar el bienestar y salud en la ciudad. "Entiendo el alcance mediático que está teniendo esta situación de bancarrota, el problema ahora es quién va a conseguir equilibrar la balanza para que salgamos del agujero. Lo importante no es solo desarrollar determinadas zonas, como Downtown, sino hacer de los barrios más perjudicados sitios más seguros y saludables".
Steve Stanek, investigador del Instituto Heartland y editor de la revista Finance, Insurance & Real Estate News, habla de las consecuencias: "No creo que la quiebra de Detroit vaya a tener un gran impacto económico a nivel nacional, pero lo tendrá a nivel local, y será bueno si los juzgados acaban con los contratos fastuosos que los funcionarios de Detroit han estado recibiendo. Los sindicatos del Gobierno han sido los dueños de la ciudad durante muchos años, lo que obligó a la gente más pobre a pagar altos impuestos. La bancarrota da a la ciudad una oportunidad de volver a empezar".
¿Cincuenta Grecias?
– Detroit, la nueva Grecia (El País – 27/7/13) Lectura recomendada
(Por Paul Krugman)
Cuando Detroit se declaró en quiebra, o al menos lo intentó (la situación legal se ha complicado), sé que no fui el único economista que tuvo un mal presentimiento sobre el probable impacto que tendría en nuestra retórica política. ¿Iba a ser lo de Grecia otra vez?
Está claro que a algunos les gustaría que eso ocurriera. Así que dirijamos esta conversación por buen camino antes de que sea demasiado tarde.
Vale, ¿de qué estoy hablando? Como posiblemente recordarán, hace unos años Grecia se hundió en una crisis fiscal. Esto era malo, pero las consecuencias para el resto del mundo deberían haber sido limitadas; al fin y al cabo, la economía griega es bastante pequeña (de hecho, representa alrededor de 1,5 veces la economía del Detroit metropolitano). Por desgracia, muchos políticos aprovecharon la crisis griega para adueñarse del debate y cambiaron el tema de la creación de empleo por el de la rectitud fiscal.
Pero lo cierto es que Grecia era un caso muy especial del que se podían extraer pocas o ninguna lección para la política económica más en general, e incluso en Grecia los déficits presupuestarios eran solo una parte del problema. No obstante, durante un tiempo, el discurso político en todo el mundo occidental estuvo totalmente "helenizado": todo el mundo era Grecia o estaba a punto de convertirse en ella. Y este mal giro intelectual socavó enormemente las posibilidades de recuperación económica.
Así que ahora los cascarrabias del déficit tienen un nuevo caso que malinterpretar. Da igual que la pronosticada crisis fiscal de Estados Unidos no se materialice, o la fuerte caída en las previsiones sobre los niveles de deuda estadounidenses, o que muchos de los estudios que utilizaban los cascarrabias para justificar sus sermones hayan sido refutados; ¡obsesionémonos con los presupuestos municipales y las obligaciones de las pensiones públicas!
Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas del mercado
O mejor no.
¿Constituyen las desdichas de Detroit los primeros estadios de una crisis nacional de las pensiones públicas? No. Desde luego, las pensiones estatales y locales están insuficientemente financiadas y expertos del Boston College cifran el déficit total en un billón de dólares. Pero muchos Gobiernos están adoptando medidas para solucionar ese déficit. Estas medidas siguen sin ser suficientes; los cálculos del Boston College indican que las aportaciones totales a las pensiones este año serán unos 25.000 millones de dólares menos de lo que deberían. Pero en una economía de 16 billones de dólares, eso no es gran cosa, y aunque nos pongamos en el peor de los supuestos, en las suposiciones más pesimistas, como nos dicen que deberíamos hacer algunos, aunque no todos, los contables, sigue sin ser gran cosa.
Entonces, ¿ha sido Detroit particularmente irresponsable? Una vez más, no. Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima inocente de las fuerzas del mercado.
¿Qué? ¿Las fuerzas del mercado se cobran víctimas? Por supuesto que sí. A fin de cuentas, a los entusiastas del mercado libre les encanta citar a Joseph Schumpeter, que hablaba de la inevitabilidad de la "destrucción creativa", pero ellos y su público invariablemente se describen siempre como destructores creativos, no como los creativamente destruidos. Pues adivinen: alguien siempre acaba siendo el equivalente moderno de un productor de látigos de carruaje, y ese podría ser usted.
A veces, los perdedores del cambio económico son individuos cuyas aptitudes se han vuelto superfluas; a veces son empresas que prestan servicio a un sector del mercado que ya no existe, y a veces son ciudades enteras que pierden su lugar en el ecosistema económico. El declive es una realidad.
Es verdad que en el caso de Detroit, la disfunción política y social parece haber empeorado las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un caso grave de "dispersión laboral" en la zona metropolitana; los empleos abandonaron el núcleo urbano aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban viviendo una especie de renacer de los centros urbanos. Menos de una cuarta parte de los trabajos que se ofertan en la zona metropolitana de Detroit se encuentran a menos de 20 kilómetros del céntrico barrio tradicional de negocios; en el centro de Pittsburgh, otro ex gigante industrial cuyos días de gloria son cosa del pasado, la cifra supera el 50%. Y la relativa vitalidad del centro de Pittsburgh podría explicar por qué la que fuera capital del acero da muestras de un renacer, mientras que Detroit no para de hundirse.
Por tanto, mantengamos desde ya un debate serio sobre la mejor manera en que las ciudades pueden gestionar la transición cuando sus fuentes tradicionales de ventaja competitiva desaparecen. Y mantengamos también un debate serio sobre nuestras obligaciones como país con aquellos conciudadanos que han tenido la mala suerte de encontrarse viviendo y trabajando en el lugar equivocado en el momento equivocado, porque, como decía, el declive es una realidad, y algunas economías regionales acabarán contrayéndose, tal vez de manera drástica, hagamos lo que hagamos.
Lo importante es no permitir que el debate sea secuestrado, como ocurrió con Grecia. Hay gente influyente a la que le gustaría que creyeran que la defunción de Detroit es básicamente una historia de irresponsabilidad fiscal o de empleados públicos avariciosos. No lo es. En buena parte es solo una de esas cosas que suceden de vez en cuando en una economía siempre cambiante.
(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008. © 2013 New York Times Service)
Un viaje a la "ciudad fantasma" de Detroit
Una pintada en un edificio abandonado del centro financiero de Detroit
"El centro de Detroit, al borde del río que hace de frontera con Canadá en esta zona de los Grandes Lagos, está dominado por las torres de acero y cristal de la «sede global» de General Motors. Dice la leyenda urbana que los despachos de los principales directivos miran hacia el otro país, para no tener que ver abajo la decadencia de una ciudad que ha acabado declarándose en bancarrota -la mayor de un ente público en la historia de EEUU- , con una deuda de 18.000 millones de dólares"… Viaje a Detroit, el "templo fantasma" de la industria del automóvil de EEUU (ABC.es – 28/7/13)
Allí abajo, en uno de los barrios del este de Detroit, la parte menos favorecida de la urbe, este domingo sonaban palmas. Seguían el ritmo del gospel. Momentos antes habían sido las cabezas las que seguían, en gestos de asentimiento, los comentarios del pastor al alabar el discurso dado dos días antes por el presidente Obama sobre la discriminación racial que en sus vidas han experimentado muchos afroamericanos. Nos dimos las manos para rezar. "Nací y me crie aquí, y nunca me iré", dijo después, a la salida del templo, Alfonso Piars, de 70 años, como remachando lo que quizás había sido su oración al Todopoderoso. Amen. Así sea.
Hubo un tiempo en que la feligresía de esta parroquia del Sagrado Corazón era blanca. La iglesia fue construida por inmigrantes alemanes. Pero la ciudad mutó. En la década de 1950, cuando Detroit alcanzó su mayor gloria, con 1,8 millones de habitantes, contaba con un 83% de blancos. Hoy, con menos de 700.000 residentes, ese mismo porcentaje corresponde a la población negra. La cuestión racial no es la razón de los problemas de Detroit, pero los acompaña.
"La ciudad comenzó a desmoronarse en el mismo minuto en que Henry Ford comenzó a construirla. El coche hizo Detroit y el coche deshizo Detroit", escribe Charlie LeDuff, reportero del "Detroit News", en su libro-elegía "Detroit: An American Autopsy", recientemente publicado. Detroit llevaba la autodestrucción en sus genes: la misma industria del automóvil que supuso el ascenso de la ciudad, facilitó la salida de sus habitantes hacia los condados vecinos, despoblándola.
Por razones socioeconómicas, primero fueron los blancos los que comenzaron la fuga hacia los alrededores -aspiración de mejores casas y mejores colegios-; les siguieron las propias fábricas -mayores espacios para sus cadenas de montaje automatizadas-; luego también se han marchado los afroamericanos que han podido -más seguridad, menos gueto-, e incluso los muertos, desenterrados en algunos casos para seguir su descanso eterno en los suburbios (término que en EEUU tiene acepción geográfica, de connotaciones positivas).
El resultado es una ciudad con 78.000 edificios vacíos (38.000 de los cuales están en condiciones peligrosas) y 66.000 solares sin ocupar. Manhattan y San Francisco podrían caber en ellos, aseguran los expertos. Las cifras oficiales hablan también de un 40% de farolas estropeadas y de una media de 58 minutos de demora en la llegada de la Policía tras una llamada considerada prioritaria. Dos tercios del parque de ambulancias está estropeado en un día cualquiera, y los bomberos no deben usar las escaleras hidráulicas de sus camiones salvo "inmediato riesgo para su vida", pues no han sido inspeccionadas en años.
Las "Tres Grandes"
"Las cosas van a ir mejor", responde a esa lista de objeciones Alfonso Piars, tras los cantos de gospel. Trabajó durante treinta años en Chrysler, y ahora dos hijos suyos trabajan en Ford. Los cuarteles generales de Chrysler estuvieron en su día en Detroit y luego se movieron fuera; los de Ford siempre estuvieron en Dearborn, municipio vecino de Detroit y donde Henry Ford había nacido. Esas dos marcas, junto General Motors, son conocidas como las "Tres Grandes" de la industria del automóvil estadounidense. Las tres compañías son fruto de la absorción de muchas de las 125 compañías automovilísticas que ya en 1915 había en la zona y que fueron el gran reclamo inmigratorio (algunos de sus nombres perviven: Cadillac, Chevrolet, Dodge, Buick…).
Los Piars -padre e hijos, con sus familias- residen en Detroit. "Nadie debería marcharse, hace falta gente que esté aquí y pague aquí sus impuestos, si no, ¿cómo se van a cubrir los gastos de los servicios municipales?", dice Alfonso, que no sabe por qué su madre le puso un nombre latino, en lugar de la versión en inglés, si sus inmediatos ancestros provenían de la Alabama negra.
"La culpa la tienen los políticos", interrumpe un hombre, sin presentarse, llegado del estado de Misisipi para visitar la rama de su familia que una o dos generaciones atrás vino a Detroit. "Ha sido la codicia del Ayuntamiento, tanto pedir a General Motors que retenga aquí sus oficinas, y luego la exprimieron a impuestos, así que la compañía envió los puestos de trabajo fuera de aquí", asegura.
La noticia de la bancarrota de la ciudad de Detroit ha llenado estos días titulares más épicos que ciertos. Se ha hablado del hundimiento de "Motortown" y dado la impresión de que toda el área metropolitana de Detroit se ha despoblado. Pero desde hace tiempo en el término municipal de la capital ya no se producen coches "todas las plantas se trasladaron fuera" y además el área de Detroit no solo no ha perdido población, sino que ha pasado de los tres millones de la década de 1950 a los cuatro millones de la actualidad. Asimismo, la zona ha salido de la crisis en la que se encontraba todo el país, gracias al rescate federal otorgado en 2009 a General Motors y Chrysler tras declararse en suspensión de pagos. Hoy la industria del automóvil y la región "han vuelto", como dicen los anuncios.
El problema es la gestión del gobierno de la ciudad de Detroit. La acelerada pérdida de residentes en su término municipal -un punto desencadenante fueron las tensiones raciales en los disturbios de 1967- ha ido reduciendo los ingresos por impuestos del Ayuntamiento, al tiempo que este se ha visto obligado a mantener la extensión de ciertos servicios, porque sus 360 kilómetros cuadrados de superficie siguen siendo los mismos que cuando tenía casi el triple de población. Así, aunque haya hileras de casas abandonadas, la limpieza de las calles y su iluminado o la recogida de basuras debe preservarse igualmente, en atención a quienes aún quedan en ellas.
La tijera
Cincuenta años de alcaldes demócratas también han supuesto continuos pactos con los sindicatos: ausencia de grandes conflictos a cambio de escasos recortes de plantillas. El recurso que quedaba era el endeudamiento, disparado además por el nivel de corrupción municipal que han protagonizado algunos ediles. El anterior alcalde, Kwame Kilpatrick, fue condenado por extorsión y sobornos. Dada la situación, a comienzos de año el estado de Michigan nombró un administrador especial para Detroit. Kevyon Orr, un abogado de Washington especialista precisamente en bancarrotas, debe decidir dónde meter la tijera. De los 18.000 millones de dólares de deuda, la mitad corresponde a salarios y pensiones de empleados municipales.
Alfonso Piars confía en que las pensiones apenas se toquen. "Quizás los trabajadores municipales tengan que pagar un poco más para seguro sanitario, pero espero que no se vean mucho más afectados", dice. Sus buenos deseos están acordes con los mensajes que suponen las abundantes chapas que lleva en la solapa, con imágenes, entre otros, de Nelson Mandela y del capuchino padre Solanus, quien fundó un comedor social para pobres en Detroit durante la Gran Depresión.
Finalizada en el año 1922, esta iglesia católica de Detroit estuvo abierta durante casi 70 años. La última misa se celebró el 4 de agosto de 2006 y desde entonces está abandonada.
El Lee Plaza Hotel, construido en 1929 en pleno auge del movimiento art déco y situado en el West Grand Boulevard, es uno de los edificios históricos de la ciudad de Detroit. Cuando los problemas económicos empezaron a azotar la dirección del inmueble, éste se reconvirtió en una residencia de ancianos hasta que cerró a principios de los 90.
Uno de las características más impactantes de la ciudad declarada en bancarrota es que, a pesar de su grandeza perdida, los edificios que representaban su época dorada siguen en pie. El antiguo teatro de Michigan fue construido en 1926 y, hoy en día, es uno de los mayores exponentes de la decadencia de Detroit, según varios historiadores.
Irónicamente, el emblemático edificio reconvertido en parking con techos de lujo decadente, fue construido encima del pequeño garaje donde Henry Ford fabricó su primer coche. La fuerza económica e industrial que levantó y cimentó la ciudad se ha convertido poco a poco en su perdición, convirtiéndose en la metáfora de su futuro.
Imagen de una librería abandonada en un lugar no detallado de Detroit.
Concurso de ideas… "desesperadas" (o cómo continuar empujando la soga)
"En Detroit, una ciudad en bancarrota económica, política y social, las esperanzas de recuperación están en manos de organizaciones comunitarias con proyectos como los de agricultura urbana, que proporcionan alimentos y trabajo a sus habitantes"… La recuperación de Detroit pasa por reinventar la ciudad (lavanguadia.com – 21/7/13)
Las estadísticas de Detroit ofrecen una clara visión del estado de la ciudad estadounidense. Según el Censo de 2012, la población de la ciudad es 701.475 personas, 1,1 millones menos que en 1950.
Un 10,6 % de la población es blanca. El 82,7 % son afroamericanos y el 6,8 % hispanos. Los ingresos "per cápita" en la ciudad son 15.261 dólares, 10.000 dólares menos que en el resto del estado de Michigan.
El porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza: el 36,2 %, más del doble que en Michigan.
Pero quizás más que las estadísticas, una anécdota que refleja la descomposición que vive desde hace años Detroit lo proporciona Rebbeca Salminen Witt, presidenta de la organización The Greening of Detroit.
Según dijo Salminen Witt a Efe, en muchos vecindarios de Detroit, el lugar donde las familias realizan la compra de alimentos es la tienda de la gasolinera de la esquina. "Esa es la triste realidad", señala Salminen Witt.
Su organización tiene el objetivo de transformar Detroit en una urbe más sana, segura y verde a través de proyectos de agricultura urbana y recuperación de espacios industriales.
La ciudad padece graves problemas económicos, políticos, medioambientales, sanitarios y sociales. Prácticamente abandonada a su suerte en las tres últimas décadas, son organizaciones como The Greening of Detroit las que intentan salvar la ciudad literalmente, hogar por hogar.
Recorrer algunos de los vecindarios de Detroit es una experiencia similar a visitar la ciudad de Nueva Orleans tras el paso del huracán "Katrina".
Casa tras casa está abandonada, sus ventanas cubiertas con maderas, algunas calcinadas por fuegos, otras con los tejados derrumbados, pintadas cubriendo muchas de sus paredes. Y de vez en cuando, en medio de la destrucción, un hogar habitado por alguna familia que resiste en medio de la nada.
En ocasiones, las viviendas y factorías han sido demolidas y han dejado enormes espacios vacíos de tierra que salpican toda la ciudad. Es lo que algunos llaman "praderas urbanas".
El parque Romanowski, situado en Southwest Detroit, una de las zonas industriales más castigadas de la ciudad, empezó de esa forma, como un espacio vacío de 29 hectáreas.
Su suerte parecía decidida cuando a principios de año el ayuntamiento de Detroit, desesperado por ahorrar dinero, decidió cerrar el parque Romanowski junto con otros 49 parques de la ciudad.
The Greening of Detroit, con la ayuda de voluntarios y las donaciones de algunas de las principales empresas que todavía operan en la ciudad, intervino para evitar que el parque se convirtiese de nuevo en una pradera urbana.
"Hoy en día tenemos una granja funcionando aquí, un huerto con 120 árboles que producen seis diferentes variedades de frutas, cinco campos de fútbol, pistas de baloncesto y tenis, columpios y proyectos de demostración de plantado de árboles", dice Salminen Witt.
Los beneficios que el proyecto proporciona a la comunidad de Southwest Detroit son económicos, laborales y nutricionales.
"Proyectos como este elevan el valor de los hogares que están cerca del parque. Los proyectos de jardinería permiten añadir valor a la mesa. Si eres capaz de cultivar comida no tienes que pagar tanto dinero en el mercado por verduras de mala calidad", explica Salminen Witt.
En todo Detroit, los proyectos de agricultura urbana puestos en marcha por The Greening of Detroit y otras organizaciones similares producen 200 toneladas de alimentos al año.
"La otra forma en que tiene un beneficio económico directo es que empleamos a gente para que trabaje en este parque. Nos ayudan a mantener los jardines, el huerto y a cortar la hierba. Todos ellos aprenden oficios que tienen mucha demanda así que los ayudamos a que puedan ser empleados de nuevo", continúa.
La recuperación de espacios con proyectos de agricultura urbana o reforestación también tiene unas consecuencias positivas para la salud de las comunidades.
"En este área hay un gran tráfico de camiones, mucha industria pesada y paso de trenes. Las tasas de asma en esta comunidad son astronómicas. Hemos concentrado nuestros esfuerzos de reforestación aquí para reducir los niveles de asma al mejorar la calidad del aire de forma regular", dice la presidenta de The Greening of Detroit.
"Durante años hemos plantado miles de árboles aquí". "Con el replantado de árboles también recuperamos suelos contaminados, lo que nos permite ahorrar fondos municipales que quizás pueden ser utilizados más directamente para ayudar a la comunidad" termina.
"Los problemas que llevaron a Detroit a declararse en bancarrota la semana pasada son múltiples: el declive industrial, las enormes facturas de pensiones, el endeudamiento excesivo y la mala gestión. Pero la quiebra de Detroit también puede atribuirse a la pérdida de más de 1,2 millones residentes desde 1950. A medida que los ciudadanos y los puestos de trabajo se fueron a otra parte, a la localidad sólo le quedó el desplome de los ingresos fiscales, la proliferación de la delincuencia, y las calles abandonadas"… Seis ideas para no terminar como Detroit (BBCMundo – 23/7/13)
Otras ciudades del cinturón industrial estadounidense también han perdido enormes proporciones de su gente. ¿Cómo han enfrentado la crisis? ¿Qué han hecho al respecto?
1. Demoler edificios abandonados…
Conscientes de que las casas abandonadas atraen el vandalismo, deterioran los barrios y espantan a los recién llegados, algunas ciudades han desarrollado toda una industria de la demolición.
Youngstown, Ohio, ha perdido 120.000 habitantes desde 1950. Su población se ha reducido a 66.000 personas. Por ello, la concejal Janet Tarpley explica que se han demolido unas 4.000 casas en los últimos seis años.
Demolición
"Algunos de ellas estaban siendo utilizadas para lavar dinero o como sedes de grupos de prostitución o carteles de drogas. Ocupantes ilegales se apoderaban de las propiedades. Ahora la calidad de vida ha mejorado para muchos residentes".
El área se ve mucho mejor que en 2008 cuando asumió el cargo, dice Tarpley, quien llama a las puertas y les dice a los residentes que corten el césped cuando luce descuidado. Los que no cumplan recibirán una visita de una empresa de jardinería que trabaja para el distrito y deberán pagar los costos.
Pero la demolición a gran escala tiene sus críticos. Para empezar, es costosa: demoler una casa cuesta unos US$ 10.000. Y algunos residentes aseguran que ha acaba con barrios completos y ello evita que los promotores inmobiliarios inviertan en el área.
"Los árboles no pagan impuestos" es el mantra de algunos opositores a la demolición.
2. …y vender terrenos por US$ 25
Imagínese que tocan a su puerta para ofrecerle el terreno de al lado por sólo $ 25. Eso es lo que ha ocurrido en Flint, Michigan, en donde la población es ahora la mitad de lo que era hace 50 años.
En 2002, Dan Kildee, quien nació en Flint y actualmente es un congresista, estableció un sistema llamado bancos de tierras, que se apropia de todos aquellos terrenos privados que han sido abandonados.
"Digamos que hay una casa abandonada en una calle", explica. "Recibimos la propiedad a través de una ejecución fiscal, cuando el dueño deja de pagar los impuestos. En lugar de subastarla en internet, la ponemos en el banco de tierras".
"Y como tenemos demasiadas casas en una ciudad que ha perdido mucha población, aceptamos lo que está pasando y demolemos la estructura que ha sido abandonada y ya es obsoleta. Llamamos a la puerta del vecino de al lado, que ha estado pagando un alto precio por vivir al lado a esta casa abandonada, y por sólo $ 25 le vendemos el terreno después de que haya sido limpiado".
Así que en lugar de tener al lado un terreno enorme y vacío, la casa pasa a tener un terreno extra de 24 metros, en los que la familia puede construir un garaje o un patio de juegos. "Se convierte en una parte productiva del paisaje".
3. Aceptar que lo más pequeño puede ser mejor
"Eso es algo muy difícil para los estadounidenses", dice Kildee, quien en 2010 fundó el Centro para el Progreso de la Comunidad, que ayuda a reconstruir barrios urbanos.
"La psique del pueblo estadounidense está basada en la expansión. El crecimiento y la prosperidad eran la misma cosa". "Pero eso significa muy poco para una persona que vive en una ciudad que ha perdido población, cuando no es probable que se recupere. Tenemos que repensar la forma en que definimos la prosperidad".
4. Construir instituciones
Pittsburgh es ampliamente presentada como un caso de éxito de reinvención, tras haber sido anfitriona de la cumbre del G-20 en 2009, gracias a que -según explica el profesor Michael Madison de la Universidad de Pittsburgh- está cobrando cheques que se emitieron hace 50 años. Prohibieron los hornos de carbón de leña en los hogares, por ejemplo, para limpiar el aire de humo, y crearon la Autoridad Portuaria.
"Había un espíritu de colaboración en los años 50. Se sabía que Pittsburgh tendría que reinventarse. Ellos no sabían cómo, pero pusieron en marcha algo de lo que todavía nos estamos beneficiando", afirma Madison.
Las dos universidades de renombre de la ciudad y su centro médico de US$ 10.000 millones también recibieron importantes sumas de dinero en los años 50 y 60.
Otras ciudades deberían identificar las instituciones heredadas de la era industrial que puedan proporcionar alguna base para la prosperidad futura, añade el académico.
5. No dejarse atrapar por la historia
Pittsburgh era conocida como la Ciudad del Acero, de modo que la fuerte caída del sector siderúrgico representó un duro golpe para su identidad.
Una comunidad necesita tener una relación dinámica con su historia y aprovechar los puntos fuertes de esa memoria, dice Madison.
"Pittsburgh necesitaba poner una distancia saludable y respetuosa entre su actualidad y su esencia de acero del siglo XX. Todos aman la historia del acero, pero aceptan que no va a volver".
La idea generalizada es que la ciudad ha superado su crisis, pero aún barrios no muy visibles que siguen sufriendo una pobreza terrible, dice Madison. Las viejas fábricas de acero se encuentran en localidades ubicadas en el perímetro de la ciudad, que han quedado al margen de la reinvención económica de los últimos 10 años. "Las comunidades de la clase trabajadora siguen colgando de un hilo".
6. Atraer puestos de trabajo adecuados
Cuando la industria del acero se derrumbó, el instinto de los líderes económicos de Pittsburgh fue buscar otros sectores que pudieran sustituir este tipo de trabajos a gran escala, dice Madison. El objetivo era crear más fábricas de televisores o carros, se creía que ese era el santo remedio.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |