(5:12)
La circuncisión había sido dada a Abraham como señal de la alianza por Dios otorgada al patriarca. Por esta señal hecha en la carne quedaba la persona incorporado al pueblo de Abraham y a las promesas divinas. Los profetas comienzan a explicarlo al hablar de la circuncisión del corazón y de los oídos, que es la obediencia a Dios y a Su Palabra. Los judíos hacían extremado aprecio de este rito, que implicaba la obligación de todos los preceptos de la Ley. Pablo, cansado ya de tanto oír hablar de circuncisión y quizá recordando las costumbres de los sacerdotes de Cibeles, que se mutilaban, pronuncia estas palabras de desahogo: ¡Que se castren! Obviamente castrar significa extirpar o inutilizar los testículos y el pene de un hombre o de un animal macho.
El verbo "mutilar" se encuentra dos veces en la Biblia: Gálatas 5:12 y Filipenses 3:2. En ambas ocasiones se utiliza refiriéndose a los legalistas que insistían en situar a los cristianos procedentes de la gentilidad sobre el terreno de la Ley, sin la cual, según ellos, no era posible la salvación. Pablo se dirige duramente contra aquellos que añadían a la obra consumada de Cristo, que se recibía por la sola fe, sin nada más como condición adicional. Por ello lanza los duros ataques contenidos, por cuanto la pretensión de la necesidad de la circuncisión para salvación desvirtuaba la obra salvadora de Cristo y abría el camino para tendencias terriblemente perjudiciales y obviamente contrarias a la sana doctrina.
El fundamento de todo es el amor (Gálatas 5:13-15)
(5:13)
El llamamiento de Dios fue para que el creyente saliera de la esclavitud de la Ley y recibiera la libertad en Cristo Jesús. Ahora bien, Pablo exhorta y advierte que esa libertad en Jesucristo no es licencia para pecar. El llamado de Dios para Sus hijos es siempre a la santidad (2 Corintios 7:1; Efesios 4:24; 1 Tesalonicenses 3:13; Hebreos 12:10,14). Hay un detalle muy importante que debe comprenderse bien. El hecho de haber sido liberados de la esclavitud de la Ley no significa que se deba hacer todo lo contrario a los Mandamientos y actuar en oposición literal a los principios expuestos en el Pentateuco o los escritos de Moisés. Hay verdades espirituales que representan el carácter de Dios y el deseo que Él tiene para sus seguidores, y eso nunca va a cambiar. Por ejemplo, el mandamiento "No tendrás dioses ajenos delante de mí.", que aparece en Éxodo 20:3, es algo que debe obedecerse en la actualidad tanto como debía hacerse en el Antiguo Testamento, pues el deseo de Dios es que toda Su creación le entregue la adoración exclusivamente a Él. De la misma manera, no matar, no adulterar, no hurtar, no hablar contra el prójimo falso testimonio, etc.; son mandatos que deben obedecerse. La diferencia está en que no se obedece PARA salvarse, SINO COMO FRUTO de esa salvación ya recibida por gracia. Ahora bien, hay muchas cosas del Antiguo Testamento que los cristianos no tienen que seguir practicando. Tal es el caso de la circuncisión. Tampoco Dios quiere que se sigan ofreciendo animales en sacrificio (porque Jesucristo es el sacrificio perfecto y es suficiente). Pero si alguien se circuncida, está obligado a cumplir la Ley completa, incluyendo cada detalle, y eso es sencillamente imposible para los seres humanos, como se ha demostrado durante las generaciones de israelitas desde tiempos de Moisés hasta la venida de Cristo.
La advertencia queda muy clara. Si un cristiano comienza a cometer pecados poniendo como excusa que ya no se debe estar sujetos a la Ley, eso sería pura hipocresía y a la vez sería engañarse a sí mismo, pues a Dios no se puede engañar. Más terrible aun, el que tal hiciere, debería mejor examinar si es un cristiano nacido de nuevo, o si simplemente tiene el título de "cristiano", pero que Cristo no habita verdaderamente el su interior. Este es un tema delicado, y lo mejor es que todo cristiano asuma su responsabilidad y llamado a la santidad, sabiendo que Dios aborrece el pecado, y que aunque ama al pecador, Dios no permitirá que un cristiano juegue con el pecado sin que nada suceda. En el mejor de los casos, Dios disciplina al que ama y al que toma por hijo (Hebreos 12:5), pero en el peor de los casos, el que tal hace, quizá nunca nació de nuevo y nunca fue hijo de Dios, a pesar de haberse hecho llamar "cristiano" (Mateo 7:21-23). Si alguien comienza a pecar repetidamente con la excusa que ya no es esclavo de la Ley de Moisés, resulta que aunque no fuera esclavo de la Ley, sería entonces esclavo del pecado. Dios ofrece libertad plena y quiere liberar a la humanidad de cualquier tipo de esclavitud, ya sea de ser esclavos de la Ley o de ser esclavos del pecado.
Pablo habla también del servicio mutuo en amor. La comunión de los cristianos debía basarse en el aspecto más importante y fundamental del cristianismo: EL AMOR.
(5:14)
Pablo no está inventando una nueva doctrina. Jesucristo, en Mateo 22:36-40 enseñó que el fundamento de la Ley y lo más importante para Dios es y ha sido siempre EL AMOR. Moisés había escrito que se debía amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas (Deuteronomio 6:5), y que también se debía amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18). El evangelio cambia la opresiva sumisión al legalismo por la más alta sumisión al amor.
(5:15)
Pablo advierte que si no demuestran el amor de Dios en sus relaciones mutuas como hermanos en Cristo, terminarán destruyéndose completamente. La comunidad cristiana tenía que ser ejemplo de verdadero amor. Esta es una exhortación que Pablo les hace. Si no vivían basados en el amor, terminarían en enemistades, divisiones y destruyendo la obra que Dios estaba levantando entre ellos.
Las obras de la carne y el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:16-26)
(5:16)
Es una realidad que los cristianos pueden ser de dos clases: cristianos carnales o cristianos espirituales. Un ejemplo de cristianos carnales era la iglesia de Corinto. Al leer las cartas de Pablo a los corintios se muestra que los creyentes de esta región no habían alcanzado la madurez y firmeza espiritual que Dios quería ver en ellos. A pesar de haber tenido suficiente tiempo para haber crecido en su vida cristiana, continuaban siendo carnales e inmaduros. Esto se muestra en lo que el apóstol les escribe en 1 Corintios 3:1-3: "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" Cuando una persona se arrepiente de sus pecados y le entrega sinceramente su corazón y su vida a Jesucristo, se da un nuevo nacimiento, tal como Jesús se lo enseñó a Nicodemo en el capítulo 3 de Juan, y es en ese momento que se inaugura o comienza la vida cristiana.
(5:17)
Los cristianos tienen dos naturalezas: la vieja naturaleza (viejo hombre) y la nueva naturaleza (nuevo hombre). Los cristianos carnales se encuentran actuando bajo la influencia de su vieja naturaleza o su viejo hombre. Los cristianos espirituales son aquellos que permiten que sus vidas sean dirigidas plenamente por el Espíritu Santo. Esto lo explica Pablo en Colosenses 3:9-10. Andar conforme a la carne es seguir los deseos de la vida vieja. Andar conforme al Espíritu es dejarse guiar por el Espíritu Santa, para vivir de una forma que sea agradable a Dios. La exhortación de Pablo es directa y clara, presentando la vida en el Espíritu como una responsabilidad de todo cristiano y no como una simple opción. La oposición entre estas dos naturalezas puede compararse con la oposición entre la luz y las tinieblas. Nunca puede mezclarse la una con la otra. Diariamente y a cada segundo se libra una batalla en cada creyente entre su nueva naturaleza y la vieja naturaleza. Es responsabilidad de cada cristiano alimentar la vida espiritual mediante la oración, lectura bíblica y obediencia a Dios, para estar firmes ante las tentaciones de Satanás, quien pretende hacer reinar la vieja naturaleza en la vida de los cristianos.
Es interesante ver cómo el pecado (lo que disfruta hacer la vieja naturaleza) no es algo aborrecible para el cristiano, sino que es algo que por naturaleza a los humanos les gusta. Esto significa que los cristianos no son inmunes al pecado y que al igual que los no cristianos, un creyente disfruta de las pasiones pecaminosas. No es sorpresa que muchos cristianos hayan caído en las más bajas pasiones y pecados. Esto es el resultado de descuidar la vida espiritual y de contristar al Espíritu Santo (Efesios 4:30). El cristiano debe estar conciente que las tentaciones siempre están ahí porque la vieja naturaleza sigue ahí, aunque depende de cada cristiano el alimentar la nueva naturaleza, o alimentar la vieja naturaleza. El deseo de Dios es evidente. El corazón contaminado del hombre se muestra desde los primeros tiempos de la humanidad, aun antes del diluvio, como aparece en Génesis 6:5: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal." Si los cristianos hicieran lo que desean hacer, cometerían pecados a cada segundo. Sin embargo, gracias a la vida espiritual, Dios da la fortaleza para que el cristiano resista a las tentaciones y no haga su propia voluntad o lo que su carne desea, sino que en logar de eso, que cada creyente haga la voluntad de Dios.
(5:18)
Estar bajo la libertad del Espíritu Santo es sinónimo de no estar bajo la esclavitud de la Ley. Nunca debe pensarse que estar bajo la libertad de la Ley es tener libertad para pecar, como ya se explicó anteriormente. Los que son guiados por el Espíritu Santo son libres y al mismo tiempo hijos de Dios (Romanos 8:14). Al ser dirigidos por el Espíritu Santo, los cristianos hacen muchas de las cosas que demanda la Ley (amar a Dios, amar al prójimo, no matar, no adulterar, no hurtar, etc.) pero ya no lo hacen con el afán de someterse a la Ley, sino que lo hacen como fruto de una vida nueva y renovada dispuesta a obedecer a Dios con sinceridad. Los que son guiados por el Espíritu Santo son plenamente libres en Jesucristo.
(5:19)
Las obras de la carne o los frutos que produce la naturaleza carnal y pecaminosa de los seres humanos son evidentes, manifiestos y reconocibles con claridad. Pablo presenta un listado de frutos de la carne, en contraste u oposición a los frutos del Espíritu. Se hará un análisis de cada uno de los frutos mencionados por Pablo (tanto los de la carne como los del Espíritu).
El adulterio y la fornicación mencionados acá son traducidos en algunas versiones como una sola cosa al decir "inmoralidad sexual" o "impureza sexual". La palabra griega usada en este versículo es porneiva, cuyo significado es "prostitución, fornicación, inmoralidad sexual, unión carnal ilegítima o incesto". Esta palabra bien puede traducirse como fornicación o como adulterio, pues el adulterio puede entenderse como unión carnal ilegítima (además del adulterio que se puede cometer con el pensamiento, como Jesús lo explicó en Mateo 5:28). Algunas traducciones sólo mencionan la fornicación, y omiten adulterio en la traducción de este versículo de Gálatas 5:19. Otros, como se dijo anteriormente, traducen porneiva como inmoralidad o impureza sexual, con lo cual incluyen tanto la fornicación como el adulterio. Si se traduce literalmente, sólo debiera aparecer la palabra fornicación ahí, pero obviamente Pablo hace ver que las inmoralidades sexuales son frutos de la carne, y eso incluye el adulterio. Fue el Textus Receptus, siguiendo manuscritos más tardíos, el que añade la palabra "adulterio" en este versículo.
Para tener una mejor ubicación cronológica de cuándo aproximadamente sucedió esto en la historia, es necesario tener presente que el Textus Receptus (frase de origen latín que se traduce al español como "Texto Recibido") es el nombre dado al primer texto en lenguaje griego del Nuevo Testamento que fue impreso por máquinas de imprenta (cuando se inventó la imprenta, alrededor del año 1517). Actualmente se diferencia claramente la fornicación del adulterio, y ya no se tiene que hacer referencia a estos pecados en una forma tan general como lo es decir simplemente "inmoralidad sexual". Se entiende por "adulterio" la unión ilícita entre una persona casada y otra que no sea su cónyuge legal, y de este modo resulta incluso más grave que la fornicación, que es una unión entre personas sin compromiso matrimonial, aunque claro está que siempre es ilícito ante Dios tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Por supuesto que esto de decir más grave o menos grave, se dice en términos humanos, por lo que representa un compromiso matrimonial. Sin embargo ante Dios pecado es pecado, y no conviene estar clasificando los pecados en pequeños y grandes. En verdad, todos los pecados son grandes, malos y terribles. Cualquier pecado es capaz de mandar a una persona al infierno, por lo que no se puede decir que hayan pecados pequeños o "pecados blancos", como algunos quisieran verlo. Cualquier ofensa a Dios es grave por haber sido el motivo de que Jesucristo muriera y padeciera tanto. Muchas veces en la Biblia se usa la palabra "fornicación" para designar la idolatría, que es una ofensa que Dios aborrece y por la cual Jehová envió muchos castigos, según se lee con frecuencia en muchos pasajes del Antiguo Testamento.
La inmundicia es sinónimo de impureza o contaminación. Igualmente la inmundicia se relaciona con la suciedad, el desaseo o la falta de limpieza. La corrupción y contaminación o inmundicia son fruto de la carne. Por ejemplo, puede deducirse que los endemoniados gadarenos mencionados en Mateo 8:28, vivían en la inmundicia, llenos de suciedad, malolientes, etc. La podredumbre, contaminación, suciedad, etc. son el fruto de un mundo corrompido y contaminado por el pecado (Génesis 3:17). Así toda contaminación e inmundicia son producto o fruto de la carne y no del Espíritu.
La lascivia es la traducción de la palabra griega ajsevlgeia, que significa desenfreno o libertinaje. Jesucristo denunció la lascivia como un pecado que nace dentro del corazón de los hombres (Marcos 7:22). Un ejemplo claro de lascivia son los homosexuales o los que tienen relaciones sexuales con otro hombre. Ellos han caído en un perverso desenfreno y libertinaje que es fruto directo del pecado y de la naturaleza caída y corrompida del corazón del hombre (Romanos 1:26-28; Efesios 4:19).
(5:20)
Es lamentable que la presencia de la idolatría aparezca a lo largo de toda la Biblia, desde el Génesis hasta Apocalipsis. Aunque es necesario comprender que la idolatría puede incluir amar más a las personas o cosas que a Dios, el sentido de la palabra idolatría se relaciona de forma directa con tener dioses falsos y adorarlos, como lo hicieron tantas civilizaciones y pueblos paganos que existieron antes de Jesucristo, y como se ha hecho después de Cristo, hasta llegar al tiempo presente. No cabe duda que la idolatría es un pecado que Dios aborrece, condena y reprueba completamente.
"hechicerías" es la traducción del griego farmakeiva, cuya traducción es magia o hechizos. Primeramente debe reconocerse que los poderes satánicos, magia, hechicerías, brujería y ocultismo no son fantasías para asustar a los niños. Todo esto ha existido desde la antigüedad y sigue existiendo en la actualidad. Mucho tiempo antes de Cristo, se muestra la presencia de magos y hechiceros a los cuales acudían los faraones egipcios (Génesis 41:8; Éxodo 7:11). Otro ejemplo evidente de hechicería descrito en la Biblia se da en tiempos del apóstol Pablo, donde se narra el caso de una muchacha que tenía espíritu de adivinación (Hechos 16:16). Actualmente también hay muchos que se dedican a consultar demonios, invocar muertos, hacer pactos con Satanás, etc. Todas esas son realidades que no se pueden ignorar, y son al mismo tiempo cosas que Dios aborrece profundamente.
"enemistades" proviene del griego e[cqrae[cqra. El deseo de Dios es que la humanidad viva llena de amor y en unidad, pero debido a los frutos de la naturaleza pecaminosa de los seres humanos, existen las enemistades y divisiones, que muchas veces no tienen como consecuencia únicamente el distanciamiento y separación entre las personas, sino también las guerras y muchos pecados que se derivan de esto.
e[ri" es la palabra griega que se traduce como "pleitos", y que también podría traducirse como "discordia". Dios está en contra del divisionismo entre las personas, y no es el deseo divino que el mundo esté lleno de guerras y discordias. Los pleitos pueden ser solamente verbales o pueden incluir agresiones físicas. En general Dios quiere la unidad y no las discordias entre las personas, que son Su creación.
"celos" se traduce del griego zh`lo", que significa también "envidia". Normalmente los celos y envidias dan lugar a contiendas y divisiones, lo cual desagrada a Dios y es señal de vidas carnales (1 Corintios 3:3). Aunque en este caso se están presentando los celos como algo negativo y fruto de la carne, debe saberse que en algunas ocasiones los celos son enfocados como una virtud, cuando se aplica a celo por obedecer a Dios y por agradarle. No ser celosos en ese sentido, sería sinónimo de ser adúlteros, no cuidando de rendirle completamente la vida y la obediencia exclusivamente a Dios. Algunos versículos en los que el celo es presentado como virtud son: Juan 2:17; 2 Corintios 7:11; 9:2; 11:2. Muchísimos otros pasajes del Nuevo Testamento presentan los celos como algo malo y fruto de la carnalidad de los hombres. Es muy evidente el sentido que se le dan a los celos en cada pasaje de la Biblia, de acuerdo al contexto con el que se utiliza. Precisamente el décimo mandamientos que Moisés entregó al pueblo tenía relación con la envidia o los celos pecaminosos (que son vistos como codiciar lo que pertenece a otros): "No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo." (Éxodo 20:17). La persona espiritual se despoja de los celos y de la envidia pecaminosa, y en lugar de eso, siente alegría al ver la bendición que Dios da a los demás, pues al amar al prójimo como a uno mismo, se agradece por las bendiciones de los semejantes, en vez de codiciarlas y quererlas arrebatar para uno mismo.
La palabra griega qumov" es la que origina la traducción "iras" en este pasaje. El significado es "ira, furia o rabia". Dios es soberano y Él sí puede tener ira. De hecho, la tiene y la mostrará contra Satanás, los demonios (ángeles caídos) y contra todos los condenados que durante sus vidas no aceptaron el regalo de salvación ofrecido por Dios, sino que decididamente lo rechazaron (Romanos 2:8; Apocalipsis 14:10,19; 15:1,7; 16:1,19; 19:15). Al ser Dios santo y justo, la manifestación de Su ira es asimismo propia y justa. Sin embargo, las Escrituras también afirman que Dios es Dios es "tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad" (Éxodo 34:6; Números 14:18; Nehemías 9:17; Salmos 86:15; 103:8; 145:8). En cuanto a la ira en los seres humanos, debe saberse que cuando ésta se adueña del hombre, es una manifestación de la naturaleza pecaminosa y queda patente la desaprobación de Dios hacia ella y sus efectos. Santiago 1:19-20 dice: "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios." La ira, en el hombre, es pecaminosa en cuanto es fruto de su naturaleza caída, de su egoísmo. Por la ira, el hombre puede llegar a perder el dominio propio, cosa que Dios detesta. Muchos han llegado incluso a asesinar por impulsos de ira, y a decir muchas cosas ofensivas y dañinas de las que después se tienen que arrepentir. El creyente es exhortado a ser sobrio (1 Tesalonicenses 5:6; Tito 1:8; 2:2,12; 1 Pedro 1:13; 4:7; 5:8), lo cual implica evidentemente sobriedad en su manera de actuar, el dominio de sus emociones, para gloria de Dios. Debe tenerse cuidado con la interpretación de Efesios 4:26, que dice lo siguiente: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,". Con ello Dios no está promoviendo la ira en los cristianos, sino que está diciendo que aunque el enojo puede asaltar al cristiano por un momento, no debe dominarle. Hay situaciones que pueden provocar desagrado o enojo en los creyentes, pero jamás debe esto ser motivo de pecado, porque Dios no quiere que sus hijos pequen en ningún momento.
"contiendas" proviene de la palabra griega ejriqeiva, cuyo significado es "rivalidad o rebeldía". Santiago 3:16 utiliza esta misma palabra, mostrando las contiendas como un fruto de la carne o de la naturaleza pecaminosa del hombre: "Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa."
dicostasiva es la palabra griega traducida como "disensiones", y cuyo significado es "divisiones", siendo como se en la Versión Popular por ejemplo. Hay un dicho común que dice: "Divide y vencerás". Satanás quiere causar división y enemistad, produciendo con eso muchos otros pecados como la violencia, insultos, agresiones, homicidios, etc. En Juan 17, Jesucristo da a conocer Su deseo de unidad, lo cual lamentablemente no se da muchas veces a causa de la naturaleza pecaminosa que el hombre alimenta.
La palabra "herejías" se traduce del griego ai{resi", que significa "secta, partido, división o movimiento". La carnalidad en el hombre da lugar a doctrinas falsas, que se levantan como movimientos promotores de ideas contrarias a lo que las Escrituras enseñan. Así es como se han formado todas las religiones del mundo, como sectas o movimientos religiosos que predican mentiras y cosas totalmente opuestas al verdadero mensaje revelado por Dios en la Biblia, que es Su Palabra.
(5:21)
fqonevw significa "envidia", y es la palabra de la que se deriva "envidias" en este pasaje. El significado es muy parecido al de la palabra "celos" que aparece en el versículo anterior. Aparece siempre como un fruto de la naturaleza carnal del hombre.
No cabe duda que los "homicidios" son fruto del corazón pecaminoso del hombre. El primer homicidio de la historia lo cometió Caín (Génesis 4:8), quien ya llevaba la contaminación del pecado en su sangre luego de la caída de Adán y Eva. Los altos índices de homicidios de las sociedades actuales dan testimonio del corazón corrompido de los hombres.
Las "borracheras" son vistas en la Biblia como pecado y como fruto de la naturaleza caída del hombre. La locura de este vicio es mostrada en las Escrituras en varias ocasiones (Salmos 107:27; Isaías 19:14; 24:20; 28:7-8). En Isaías 5:22 se condena la borrachera. La Biblia resalta los males que de este pecado resultan (1 Samuel 25:36; 1 Reyes 16:9-10; 1 Reyes 20:16) y se muestra la ruina que de la borrachera debe esperarse (1 Corintios 6:9-10). Dios advierte de los peligros de este pecado y de sus consecuencias (Proverbios 20:1; 23:29-35).
"orgías" se traduce del griego kw`mo". El significado es muy similar al de la palabra "lascivia", llevando consigo depravación e inmoralidad. Una orgía, por definición es un festín en que se come y bebe inmoderadamente, y se cometen otros excesos. Esta palabra es entendida también como una satisfacción viciosa de apetitos o pasiones desenfrenados.
En la expresión "cosas semejantes a estas" caben todos los pecados que no se mencionaron en el listado anteriormente presentado por Pablo.
La última parte de este versículo ha generado muchísimas polémicas doctrinales respecto a la seguridad de la salvación. Esta parte dice: "acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios." Algunos utilizan este versículo, junto con 1 Corintios 6:9-10, para afirmar que un cristiano pierde la salvación si cae en estos pecados. Sin embargo no se debe concluir apresuradamente haciendo esa afirmación, porque de ser así se estaría basando la salvación en las obras, y se decretaría condenación sobre cada cristiano que en determinado momento cae en algún pecado. Nadie puede negar que a lo largo de los años, muchos cristianos han llegado a caer en pecados tales como el adulterio, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, etc. Esos pecados son algunos de los que aparecen en el listado de frutos de la carne de Gálatas 5:19-21. Si se dijera que cuando un cristiano comete uno de esos pecados pierde su salvación, y que luego la recupera al portarse bien, la salvación llegaría a ser algo intermitente, que llega y se va repetidamente, dependiendo de la conducta de la persona. Con eso se estaría afirmando que la salvación es por obras humanas, quitando el mérito de Jesucristo, que compró por precio a los Suyos. Por lo tanto, debe interpretarse con más cuidado la frase "los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios." Debe analizarse con cuidado la palabra "practican", que en otras versiones se traduce con el verbo "hacen". Esa palabra implica que Pablo está previniendo a aquellos que se involucran persistentemente en tales pecados y rehúsan arrepentirse. Es peligroso ponerse a juzgar quiénes son salvos y quiénes no lo son. Sólo Dios conoce las profundidades del corazón del hombre y Él es el único que puede conocer plenamente si una persona es salva o no lo es.
Lo que sí debe tenerse mucho cuidado, es en juzgar a un cristiano que ha caído en un pecado, catalogándolo como condenado y con destino al infierno, porque Dios se encargará de juzgar a cada cual y Dios sabe cuando una persona es nacida de nuevo o no lo es. Los cristianos pueden descuidar su vida espiritual, contristar al Espíritu Santo (Efesios 4:30) y por lo tanto, caer en las garras del pecado; pero Dios se encarga de castigar y restaurar a los que son verdaderamente Sus hijos (Hebreos 12:6). Aunque no es posible determinar a ciencia cierta quiénes son salvos y quiénes no, sí debe tenerse en cuenta que los frutos que un individuo da, las palabras que salen de su boca, sus obras y todos estos parámetros dan una idea que permite de alguna manera identificar o hacerse una idea de quiénes tienen a Dios viviendo en sus corazones y quiénes no. Sin embargo Dios es el único en conocer las profundidades de los corazones y sólo Él tiene la potestad de juzgar a cada uno y determinar quienes se han de salvar y quienes se han de condenar. La responsabilidad de cada uno es individual, y antes de querer ministrar a otros o de opinar sobre la situación espiritual de los demás, cada cual debe examinarse a sí mismo. Si una persona permanece en el pecado, debe examinar bien su corazón y sus caminos, arrepentirse y asegurarse de haber entregado realmente el corazón a Cristo, pues se puede dar el caso que una persona piense que Dios vive en su corazón (de forma teórica o porque le han dicho que así es), pero que en realidad esta persona no haya nacido de nuevo. Cada uno debe examinarse a sí mismo y asegurarse de tener una entrega verdadera a Jesucristo. Uno de los parámetros que Jesús dio, son los frutos.
El que tiene al Espíritu Santo morando en su interior y permite que sea Dios quien le guíe, su vida y los frutos que produzca esta persona darán testimonio de su conversión (Mateo 7:20). El inconverso y la persona separada de Dios, que ni siquiera goza de la nueva naturaleza que Dios les da a quienes nacen de nuevo, ha de producir frutos de pecado, como es lógico. Uno de estos pecados es el mismo rechazo a Dios, al no quererle entregar la vida a Jesucristo. La exhortación es a que cada uno se examine a sí mismo, y a no juzgar a los demás, pues Dios es el único que conoce profundamente cada corazón (Juan 2:25). "los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios." es una expresión que, al igual que 1 Corintios 6:9, se debe interpretar conjuntamente con toda la Biblia, y no tomar aisladamente el versículo para sacar una doctrina de un pasaje aislado de el contexto global que se revela en todas las Escrituras. El Antiguo Testamento enseña una y otra vez que el reino de Dios es un reino de justicia (Salmos 45:6-7), y Jesús lo confirmó (Mateo 6:33). Pablo declara que los injustos, de los cuales procede a citar ejemplos, no heredarán el reino de Dios, pensando en su futura consumación. Su objetivo es advertir a los creyentes (para que no fueran engañados al suponer que el estilo de vida era algo relativo en el caso de los cristianos) que, si persistían conscientemente en los males de los perversos, debían examinarse a si mismos y si su conversión había sido verdadera, o de lo contrario enfrentarían el mismo destino de los perversos irredentos. Como su intención era atraer la atención de los gálatas y ponerle fin a cualquier engaño, Pablo no plantea la cuestión de hasta qué punto esas prácticas pueden conducir a los santos a transgredir el límite que los convertiría en "desheredados" a los ojos de Dios, ni saca conclusiones sobre el tema de los cristianos ya atrapados por esos hábitos pecaminosos, pero que sinceramente quieren librarse de ellos (Romanos 7:7-25). Las expresiones "el reino de Dios" o "el reino de los cielos" son usadas con gran frecuencia en las Escrituras con el significado de paraíso, teocracia en Israel, el reino o gobierno de Dios anunciado por los profetas, el reino ofrecido y rechazado en la primera venida de Cristo, el reino de Dios escondido en los corazones, el reino glorioso de Dios o el reino eterno. En este pasaje se refiere a la vida eterna con el Dios Todopoderoso, que lleva juntamente el regalo de la gracia y de la justificación adquirida única y exclusivamente mediante la gracia y el amor de Dios.
(5:22)
Aunque se utiliza una palabra singular ("fruto"), se sabe que el Espíritu Santo produce más que un solo fruto, pero se menciona uno por uno de forma individual. Es en realidad un fruto solo e indivisible que proviene de Dios, derivado en varios frutos (nueve que aparecen en el listado). Un creyente espiritual se identifica por la presencia de todos estos frutos en su vida. Esto es algo integral, es decir que no se trata de tener algunos frutos y dejar de lado otros, o de seleccionar los que más nos gustan o los que más fácilmente somos capaces de practicar. El Espíritu Santo produce TODOS estos frutos en el cristiano que se deja dirigir por la obediencia a la Palabra de Dios. Estos no son simples esfuerzos humanos para "hacer lo bueno". No son únicamente buenas obras ni simples cualidades. Se trata literalmente de frutos que son producto de la presencia del Espíritu Santo habitando en el interior de un cristiano, de un nacido de nuevo.
El amor, gozo y paz conciernen a la actitud hacia Dios; la paciencia, benignidad y bondad tienen que ver con las relaciones sociales; finalmente, la fe, mansedumbre y templanza describen los principios que guían la conducta cristiana.
"amor" es la traducción del griego "ágape" (ajgavph), y es una palabra que aparece muchísimas veces en el Nuevo Testamento. Se puede traducir también como "caridad", que es como aparece en algunas versiones de la Biblia. Los primeros cristianos emplearon este término para referirse al amor especial por Dios y al amor de Dios para con el hombre, al igual que el amor auto-sacrificante que ellos creían todos debían sentir hacia los demás. Como se mencionó, este amor es también conocido como "caridad". En los primeros tiempos del cristianismo también significaba una comida común, de lo que ha derivado el significado actual: comida, banquete (aunque este no es el significado que se le está dando al amor como fruto del Espíritu Santo en este pasaje de la Biblia). También significa el amor que devora, que es la mejor forma de describir a "ágape", como el amor que devora por ser universal, incondicional, capaz de entregar todo sin recibir nada a cambio. Al hablar de los tipos de amor, se ha llegado a hacer una diferencia entre el amor eros y el amor ágape. El eros es un tipo de amor que busca a Dios. Ese es el fundamento de la mayoría de las religiones. Es la razón para la existencia de templos y santuarios.
Es una búsqueda noble en apariencia. Pero el ágape es diferente: no es el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien busca al hombre. De forma general, ágape es el término griego para describir un tipo de amor incondicional y reflexivo, en el que el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado y no el propio. Filósofos griegos del tiempo de Platón emplearon el término para designar el amor universal, opuesto al amor personal, sea amor a la verdad o a la humanidad. La vida de todo cristiano debe fundamentarse en el amor porque Dios es amor (1 Juan 4:8,16). 1 Corintios 13 revela que el amor es la base y el fundamento de todo en la vida cristiana. El amor lo más importante que debe reflejarse en cada cristiano. De este fruto de derivan muchos otros que siempre van en busca del beneficio del prójimo y de obedecer y agradar a Dios en todo.
"gozo" proviene de la palabra griega carav, cuyo significado es también "alegría". Siendo un sentimiento proveniente directamente del Espíritu Santo, el gozo es mucho más que una satisfacción, contentamiento o alegría temporal por haber alcanzado algo o por tener lo que se desea. La alegría del mundo es pasajera y engañosa, mas el gozo de Dios es edificante y llena de plenitud al corazón. El gozo es lo que el hombre anhela y lo que únicamente lo encuentra en Dios, quien es el Autor del gozo en el corazón de Sus hijos. Este don tiene estrecha y perfecta relación con el amor.
eijrhvnh es la palabra griega que significa "paz". Es el deseo de Dios que exista el amor y la unidad, y es así como la paz, siendo el antónimo de los pleitos, disensiones, divisiones y guerras; es uno de los frutos poderosos del Espíritu Santo en el corazón del creyente. La paz es lo que el hombre anhela en lo profundo de su corazón, y que sólo se puede encontrar en Jesucristo. El pecado produce tormento y turbación, pero Dios da la paz y la libertad al hombre, tanto en su relación personal con el Creador como también es un reflejo que se manifiesta en las relaciones interpersonales. Por ello todos los cristianos están llamados a ser pacificadores.
"paciencia" es la traducción del griego makroqumiva, que significa también "tolerancia". La paciencia es una virtud de temperamento y es el resultado de tener fe y confianza en que Dios tiene el control de todas las cosas y que ha Su debido tiempo, dará respuesta a cada situación y problema que pueda estar atravesando una persona. Esto implica sufrir circunstancias adversas esperando, pero de una manera voluntaria, y no por mera necesidad. Hay muchas exhortaciones al cristiano para el ejercicio de esta virtud, a fin de que el creyente pueda soportar sin murmuraciones aquellas pruebas ordenadas por e Señor, así como oposiciones, injusticias y provocaciones que puedan caer sobre él por causa del nombre de Cristo (Romanos 5:3-4; 8:25; 15:4; Gálatas 5:22; Colosenses 1:11; 3:12; Tito 2:2; Hebreos 6:12; 10:36; Santiago 1:3-4; 5:7-8,10-11; 2 Pedro 1:6). La paciencia no es pasividad, sino confianza en que Dios tiene el control de todo y que a su debido tiempo traerá solución y respuesta a cada situación y circunstancia que se presente.
"benignidad" se traduce de la palabra griega "chrestotes" (crhstovth"), que también significa "bondad, afabilidad, bien, bondad moral, integridad y bondad". Todo esto se refiere a benevolencia en la acción, dulzura de disposición, gentileza en el trato con otros, afabilidad. La palabra describe la habilidad de actuar para el bienestar de quienes abusan de su paciencia. El Espíritu Santo borra la agresividad de carácter de quien está bajo su control.
"agathosune" (Ajgaqwsuvnh) es la palabra griega que en este pasaje se traduce como "bondad". El significado es "rectitud de corazón y de vida, bondad". Esto se refiere a beneficencia, benevolencia, virtud dispuesta para la acción, una propensión abundante tanto para desear como para hacer lo que es bueno, bondad intrínseca que produce una generosidad y un estado de ánimo semejante a la disposición de Dios. Agathosune es una palabra rara que combina el ser bueno y el hacer lo bueno. Básicamente es muy parecida a la palabra "benignidad" que aparece anteriormente, siendo "bondad" y "benignidad" palabras sinónimas.
"fe" se traduce del griego pivsti", que significa también puede significar y traducirse como "acción de creer, confianza, fidelidad, prueba, buena conciencia y doctrina". Esta palabra aparece muchísimas veces en las Escrituras. La fe es un fruto del Espíritu Santo y siempre tiene como base y fundamento lo que Dios ha revelado o prometido. No se trata de un misterioso poder de concentración que hace que las cosas sucedan, sino de creer en que Dios ha de hacer lo que ha prometido de antemano. La fe significa creer en que Dios cumplirá Su Palabra y cada una de Sus promesas. No se debe confundir tampoco con la esperanza o deseo de que algo suceda, porque en la fe hay completa seguridad y no queda lugar para la duda. La fe no es una opción para el cristiano, sino una necesidad y algo que no puede faltar. Hebreos 11:6 dice: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan." La misma salvación y justificación de cada creyente ha sido gracias a la intervención de la fe, tal como también sucedió inicialmente con Abraham (Génesis 15:6). La salvación es claramente recibida mediante la fe: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9). El Espíritu Santo produce este precioso fruto en el creyente para que éste se mantenga siempre firme y confiado en Dios. La mejor definición de fe es encontrada en Hebreos 11:1: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."
(5:23)
"praotes" (prau>vth") es la palabra griega traducida aquí como "mansedumbre". El significado de esta palabra es también "humildad, suavidad, apacibilidad y suavidad". Este fruto puede considerarse como antónimo de la ira. La mansedumbre es aquella serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas o el enojo de los demás (Proverbios 16:32; Santiago 3:13). Dios mora con un espíritu de ese linaje y le concede bendiciones especiales (Isaías 57:15; 66:2; Mateo 5:5). La mansedumbre es una gracia cristiana (1 Timoteo 6:11), adquirida aun por muchos espíritus naturalmente fogosos, como Moisés (Éxodo 2:12; Números 12:3) y Pablo (Hechos 26:10,11; 1 Corintios 9:19), y debe adquirirse por todos los que quieran ser como Cristo. Es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:23; 6:1), del amor (1 Corintios 4:21) y de la bondad divina (Colosenses 3:12). Puede decirse entonces que la mansedumbre es una disposición pareja, tranquila, equilibrada en espíritu, no pretenciosa, y que mantiene las pasiones bajo control. La palabra se la traduce mejor al español como "mansedumbre", pero no con el sentido de debilidad, sino de poder y de fuerza contenida. La persona que posee esta cualidad perdona las injurias, corrige las faltas y gobierna muy bien su propio espíritu.
"templanza" se traduce de la palabra griega ejgkravteia, que significa "dominio de sí mismo y continencia". La templanza consiste en el dominio propio, que es un dominio de la mente o un pensar seguro. Esto indica buen juicio, modelos de pensamiento disciplinado, y la habilidad de entender y hacer decisiones correctas. Incluye las cualidades de autocontrol y autodisciplina. El Espíritu Santo produce este poderoso fruto que es una herramienta poderosa para que el cristiano diga no al pecado y no acepte ceder ante ningún tipo de presión que le trate de hacer caer en la maldad y desobedecer a Dios.
"contra tales cosas no hay ley" es traducido por la Biblia Al Día como "Y en nada de esto entramos en conflicto con la ley judía." Si se toman los 10 Mandamientos y a la par de ellos se pone el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza; no se encuentra ninguna infracción por parte de los frutos del Espíritu hacia la Ley. Lo que el Espíritu Santo produce en el creyente no hace daño a nadie, sino que es todo lo contrario, edifica y hace bien a uno mismo y a los demás, al tiempo que llena de agrado a Dios. Es importante también decir que estos frutos no se originan en la Ley ni se basan en ella, sino que son directamente producidos por el Espíritu Santo y se originan y fundamentan en Dios. La Ley de Moisés ni ninguna otra ley humana tendría razones para condenar acciones y frutos tan hermosos y beneficiosos como los que produce el Espíritu Santo en el creyente nacido de nuevo.
(5:24)
Pablo habla del arrepentimiento en forma metafórica como una crucifixión de la vieja vida de pecado, dejándola atrás de manera completa y definitiva para vivir de acuerdo al deseo y a la voluntad de Dios. El tiempo verbal indica un acto definitivo que se realiza al momento de la conversión. Esto significa dejar atrás la vida pecaminosa y estar decididos a seguir a Jesucristo con todo el corazón y con voluntad sincera. La vida de pecado era algo "normal" antes de la conversión, y era un estilo de vida pecaminoso. Pero luego de la conversión, lo normal y lo que Dios espera y demanda es un corazón recto y sincero, decidido a obedecer a Dios y a Su Palabra.
(5:25)
La nueva vida del creyente es gracias al Espíritu Santo. Esa es la razón por la que los cristianos tienen el llamado a vivir en base y en armonía a todos los frutos del Espíritu, siendo guiados por Él en todo tiempo. La nueva vida debe reflejarse con claridad en todos los creyentes, y no ser únicamente un título de "cristianos". Los frutos son el reflejo y testimonio de la verdadera conversión. En muchas ocasiones los hechos pueden llegar a ser más convincentes que las palabras. Pablo escribió en 1 Corintios 4:20 las siguientes palabras: "Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder." Todo cristiano debe tener una vida fructífera, llena de amor y santidad. Todo cristiano tiene la responsabilidad de vivir conforme al Espíritu y no conforme a la carne (Romanos 8:4).
(5:26)
Dios manda al cristiano a eliminar de su vida toda ambición egoísta o actitud arrogante. El orgullo tiene que estar lejos de los hijos de Dios, y éstos deben evitar cualquier tipo de envidia y de rivalidades que son capaces de generar divisiones y pleitos. Jesucristo siempre enseñó el valor e importancia de la humildad y las consecuencias y pecado que representa un corazón orgulloso (Mateo 23:12; Lucas 14:11; 18:14). Todo el capítulo 4 de Daniel muestra cómo Dios aborrece la soberbia y ama la humildad. Esto se deja ver explícitamente en el último versículo del capítulo mencionado (Daniel 4:37). Cualquier tipo de vanagloria, presunción, jactancia, arrogancia, soberbia, altivez o envidia; son frutos de la carne, y por lo tanto pecados. El amor es contrario a todos estos pecados y los vence, siempre y cuando el cristiano esté dispuesto a ser guiado plenamente por el Espíritu Santo.
Exhortaciones varias para los cristianos (Gálatas 6:1-10)
(6:1)
"sorprendido en alguna falta" se refiere a un cristiano que haya sido descubierto en algún pecado, producto de su vieja naturaleza. Pablo exhorta a que no se tome la actitud de jueces ni críticos de los hermanos que han caído en pecados. La actitud no debe ser la de un jefe o juez que dictamina sentencia contra el pecados, sino que lo que los cristianos están llamados a hacer es a actuar como buenos hermanos y como soldados solidarios, que cuando hay un compañero de milicia herido, corren a ayudarlo y a sacarlo del lugar de peligro para sanar sus heridas y restaurarle con amor. Esto nunca debe interpretarse como tolerar ni consentir el pecado dentro de la iglesia, sino como el amor que debe reflejarse hacia los que caen en tentaciones, pues en más de un momento, todos hemos caído y cometido errores aun después de la conversión. Los hermanos deben estar para exhortar y restaurar con amor al soldado caído, y no para terminar de hundirlo y de destruirle en el momento de la debilidad. Lo que se siembra, se llega a cosechar. Si un cristiano tiene actitud de juez, no está permitiendo que el amor de Cristo gobierne su vida, y cuando éste cristiano llegue a cometer algún error o pecado, recibirá el mismo trato que dio a los demás hermanos (Mateo 7:2). En Santiago 2:13 aparece la siguiente exhortación: "Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio." Restaurar al cristiano que ha caído en algún pecado es una cualidad de los creyentes espirituales. Esto debe hacerse con "espíritu de mansedumbre", siendo este un fruto del Espíritu Santo y por lo tanto una característica de todo cristiano espiritual.
(6:2)
El cristiano está llamado a ser solidario con los problemas de sus hermanos. La "ley de Cristo" es la ley del amor, tal como lo revela Juan 13:34: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros." Gálatas 5:14 se refiere a esta misma ley: "Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Ese es el mandamiento del Señor Jesús (Juan 15:12). Un cristiano espiritual debe interesarse y mostrar su apoyo ante los problemas y necesidades de los demás cristianos, tanto respecto a las necesidades materiales como las espirituales. Pablo escribió al respecto cuando les escribió a los cristianos de Roma, con las siguientes palabras: "Así que, los que somos fuertes debemos soportas las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos." Los cristianos espirituales debe encargarse de trabajar para fortalecer y levantar a los cristianos carnales, para que estos también se afirmen bien en su vida espiritual y que sean fieles seguidores de Jesucristo. Cualquier tipo de problema que se presente, ya sea espiritual o necesidades materiales, los cristianos deben estar siempre dispuestos a ayudarse unos a otros como verdaderos hermanos, sabiendo que todos los cristianos componen una sola familia y entre ellos no debe haber indiferencia, pues esto sería desinterés por los demás, egoísmo, y con esa actitud no se estaría reflejando el amor de Cristo. Siempre debe haber comprensión y ayuda mutua frente a las pruebas y faltas de otros.
(6:3)
Este versículo debe examinarse en conexión al verso anterior. Si un creyente no está dispuesto a sobrellevar las cargas de sus hermanos cristianos, es una muestra de orgullo y de creerse más que las otras personas, al ser indiferente a los demás o no relacionarse por orgullo o por creerse superior. Eso no es más que engañarse a sí mismo. La humildad consiste en apreciar y valorar a los demás y no tener actitudes egoístas. Filipenses 2:3 dice: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;". Esto no se trata de un complejo de inferioridad, sino de ausencia de egoísmo y presencia de amor y de humildad. El llamado de Dios es a solidarizarse ante las necesidades de los hermanos, y quien no lo hace, tiene una actitud carnal, sin permitir que los frutos del Espíritu Santo y en especial el amor, se manifiesten. Este versículo es traducido de una manera muy clara en la Biblia Al Día: "El que se crea demasiado grande para rebajarse a esto, está engañándose, porque su misma actitud demuestra su bajeza." Si alguien adopta un espíritu de superioridad al no ayudar a los demás y creyendo tener menos problemas y afirmando ser más espiritual, esta persona se engaña a sí misma y toma una actitud desagradable ante Dios. El orgullo es un pecado que no debe existir en los cristianos, y por ello Pablo dirige esta exhortación.
(6:4)
Debido a que cada uno entregará cuentas a Dios por sus actos de manera individual, es responsabilidad de cada cristiano examinar sus acciones en base a la Palabra de Dios, y no comparándose a los demás ni considerándose buen cristiano "por ser mejor que el otro cristiano que no se anda comportando bien". Considerarse buenos cristianos tomando como referencia la conducta de otros cristianos puede llegar a convertirse en un terrible engaño. El parámetro debe ser siempre la Palabra de Dios, y la obediencia a la misma determinará el buen estado espiritual de cada creyente. Las obras deben someterse a prueba a la luz de la Biblia, y no en base a lo que hacen o lo que no hacen los demás, porque Dios evalúa a cada persona individualmente, sin importar lo que hacen o dejan de hacer las otras personas. La Biblia Latinoamericana deja muy claro el mensaje de este versículo, al traducirlo de esta manera: "Que cada uno examine sus propias obras y, si siente algún orgullo por ellas, que lo guarde para sí y no lo haga pesar sobre los demás." Todo cristiano debe desarrollar la humildad. Si algún creyente cree estar demasiado maduro espiritualmente para caer en pecado, ¡debe tener cuidado! La Biblia presenta los pecados de antiguos líderes espirituales como una advertencia para recordar a los cristianos que deben permanecer humildes y dispuestos a ser corregidos. Cada uno necesita reafirmarse en su andar junto a Dios con toda sinceridad en su presencia. Cada uno tendrá que responder de sus acciones y actitudes. Los hijos de Dios deben ser sobrios en la forma de manifestarse, empleando solamente la vida y las enseñanzas de Jesús como la norma para sus juicios, y no la actuación de otros.
(6:5)
Cada uno dará cuenta delante de Dios por sus propias obras, y no podrá poner como pretexto lo que los demás hicieron, tratando de opacar los pecados propios con la afirmación de que los demás hicieron han hecho o están haciendo cosas peores, o tratando de enaltecerse y vanagloriarse a sí mismo por el contraste que podría existir con respecto a con los otros hermanos que se encuentran cometiendo muchos pecados. El parámetro para cada uno no son las demás personas, sino que es la Palabra de Dios. No es necesario estarse comparando con otras personas para concluir respecto a la vida espiritual que se tiene. La vida de cada cristiano debe ponerse a la luz de la Palabra de Dios, y será la Biblia la que revele el buen o el mal comportamiento de cada uno (Hebreos 4:12). Dios pedirá cuentas de sus obras a cada persona de manera individual, y no colectiva. En vez de menospreciar a los demás y considerarlos como inferiores por sus cargas, problemas o pecados; cada uno debe encargarse de encaminar su propia vida hacia Dios, reconociendo sus propios pecados y trabajando para vivir siempre en santidad y de acuerdo a la voluntad de Dios. "su propia carga" parece referirse a la pesada lucha de la vida y a la debilidad humana que expone a las personas a la tentación. Se advierte que cada uno es responsable de su propia conducta (Romanos 14:12).
(6:6)
"toda cosa buena" incluye muchas cosas pero de manera especial, significa que los que son instruidos en la Palabra tenían la responsabilidad moral y espiritual de ayudar económicamente a sus maestros. Por supuesto también debían compartir de sus progresos espirituales y compartirlos con sus maestros, orar por ellos, etc. Pero de manera especial, los que eran enseñados en la Palabra, tenían que cuidar de que sus maestros no estuvieran padeciendo necesidades. Algunos predicadores y maestros de la Palabra de Dios se dedicaban completamente a la obra del Señor, no teniendo un trabajo fijo con el cual sostenerse. Por esa razón, los creyentes debían cuidar del bienestar de sus maestros, lo cual era lo menos que podían hacer en agradecimiento a la bendición espiritual que de ellos recibían gracias a la misericordia de Dios primeramente, y luego al trabajo y dedicación que los predicadores y maestros hacían día a día para el beneficio espiritual de los cristianos. Desde este versículo hasta el verso 10, Pablo está aplicando los principios de la siembra y la cosecha. En este versículo lo aplica al sostenimiento de los maestros cristianos, que sembraron lo espiritual, y lo menos que podían cosechar era lo material, que no era nada comparado a la bendición espiritual que ellos habían dado y estaban dando al enseñar la Palabra, que es el alimento espiritual. Esto es lo mismo que Pablo les dice a los corintios, que según la traducción de la Biblia Al Día del pasaje de 1 Corintios 6:9, dice así: "Nosotros hemos plantado la buena semilla espiritual en ustedes. ¿Será demasiado pedir que, en cambio, recibamos de ustedes el sustento?" Sería una ingratitud dejar padecer hambre y descuidar u olvidarse de la situación de los maestros espirituales. Es por ello que Pablo hace esa exhortación a los gálatas, dando a conocer que el que siembra, tiene derecho a cosechar, y si los maestros espirituales sembraron algo tan grande (el evangelio), no era gran cosa como parte de su cosecha recibieran una cosa relativamente insignificante (el sustento físico y no estar sufriendo ni padeciendo necesidades económicas). Por supuesto que no todo debe enfocarse a recibir lo material, pues las bendiciones espirituales también deben ser compartidas, y todo lo bueno que pueda mencionarse. Los cristianos deben mostrar gratitud y amar sincera y profundamente a sus maestros espirituales por la bendición que recibieron de ellos (por supuesto la bendición proviene de Dios, pero Él utilizó a sus siervos para llevar el evangelio a las personas).
(6:7)
Este versículo presenta clara y perfectamente el principio de la siembra y la cosecha. Si esto no se aplicara, Dios estaría siendo burlado, y debido a que Dios no puede ser burlado, la conclusión evidente es que este principio siempre se cumple y jamás puede fallar; por lo tanto, "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará."
(6:8)
El principio de la siembra y la cosecha también se aplica al comportamiento moral. El que se entrega a la carne y al pecado, cosechará muerte eterna. El que se entrega a Jesucristo, cosechará vida eterna. Sembrar para la carne es muerte mientras que sembrar para el Espíritu es vida. El mensaje es muy claro, mas es decisión de cada persona el vivir según Dios lo deseo y ser bendecido, o vivir de acuerdo a los deseos carnales y estar bajo maldición. A la vez este versículo es sin duda un llamado a la santidad y a vivir rectamente conforme a los frutos del Espíritu Santo, resistiendo a los deseos de la carne.
(6:9)
Al creer firmemente en que Dios nunca se equivoca ni miente (Números 23:19; 1 Samuel 15:29), todo cristiano debe saber que la impunidad no existe ante Dios, pues Él es el Juez perfecto y nada se le escapa de las manos. Por esa razón, el creyente debe mantenerse haciendo el bien en todo tiempo, aun cuando vea las cosas adversas. El principio de la siembra y la cosecha no puede ser quebrantado porque ha sido establecido por Dios y lleva el sello de autenticidad del Omnipotente. Es por ello que los cristianos deben perseverar en hacer el bien aun cuando parezca haber impunidad, pues al final Dios siempre traerá la justicia, que puede manifestarse en esta vida o en la eternidad, cuando se lleve a cabo el perfecto juicio de Dios a cada persona de acuerdo a lo que hizo y a las decisiones tomadas en vida (Hebreos 9:27). El cristiano nunca debe cansarse de hacer el bien ni pensar que los malos no recibirán el resultado de lo que sembraron. No desmayar y seguir haciendo el bien en todo tiempo es una manifestación de fe en que Dios es justo y que cumplirá todas Sus promesas, recompensando a los obedientes y aplicando el correspondiente juicio a los desobedientes (Romanos 2:6-8).
(6:10)
Siguiendo con la argumentación del principio de la siembra y la cosecha, Pablo exhorta e insta a los cristianos a ser buenos servidores de los demás y que no dejen de sembrar en hacer el bien a todas las personas, y de una manera muy especial a los hermanos cristianos, que son "los de la familia de la fe." Esto no significa discriminar a los no creyentes, dándoles un mejor trato a los cristianos que a los inconversos. Lo que significa es que con los creyentes se tiene una responsabilidad especial por el mismo hecho de la hermandad espiritual existente. Así como en las relaciones cotidianas, primero debe cuidarse de tener en orden la familia y luego ir hacia las otras entidades sociales a ser productivos también para la sociedad, de la misma forma en el ámbito espiritual, primero debe asegurarse el bienestar y buen caminar integran en la comunidad cristiana, y luego impactar a los inconversos de una manera positiva, haciéndoles bien y ayudando en todo lo posible. Como en la sociedad existen relaciones y obligaciones filiales, lo mismo ocurre en el ambiente espiritual, y por ello debe haber prioridad hacia la familia, y luego hacia todos en general. En el Nuevo Testamento esta verdad se refleja en 1 Timoteo 5:8: "porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo." Si un cristiano muestra la actitud expuesta en el versículo recién citado, no solamente falla en mantenerse a la altura de los principios de la fe que profesa, sino también en vivir conforme al código que rige las obligaciones filiales entre los incrédulos.
Pablo se gloría únicamente en la cruz de Cristo (Gálatas 6:11-17)
(6:11)
Algunos teólogos afirman que la enfermedad que Pablo padecía era de tipo visual y que esa era la enfermedad referida en Gálatas 4:13-15, que se convirtió en la circunstancia por la que Pablo les predica el evangelio a los gálatas por primera vez. Sin embargo esas son sólo especulaciones y hay suficiente información como para poder afirmar con toda seguridad que esta es la explicación o interpretación correcta de este versículo y de este tema sobre la enfermedad de Pablo, que ha llamado la atención de tantos teólogos pero que no hay suficientes evidencias como para dar una explicación concluyente. El Dr. Cyrus Ingerson Scofield explica este versículo de la siguiente manera:
"Según varias indicaciones, el apóstol se hallaba padeciendo de oftalmía, una enfermedad muy común en el oriente, al grado de estar casi completamente ciego (por ejemplo Gálatas 4:13-15). Ordinariamente, por lo tanto, él dictaba sus cartas. Pero en esta ocasión, no teniendo cerca un amanuense, y sintiéndose constreñido por el peligro espiritual en que se encuentran sus amados gálatas, él mismo escribe, no sabemos con cuánta pena y dificultad, por medio de las "grandes letras" que su visión ya obscurecida le obliga a emplear."
Sin embargo, existe otra interpretación a este versículo, la cual afirma que Pablo habría dictado la carta hasta aquí, pero luego la termina con una súplica personal escrita de su propia mano. Las grandes letras podrían ser entonces para subrayar su importancia (a manera de énfasis) o, tal vez, eran simplemente una característica de la escritura de Pablo. Muchos sostienen que era costumbre de Pablo agregar una nota de su puño y letra (2 Tesalonicenses 3:17; posiblemente esto fuera hecho como una garantía contra las falsificaciones, 2:2). No obstante, al hablar del gran tamaño de sus letras –un comentario que no se repite en ninguna otra carta– agrega considerable intensidad al pasaje.
Es difícil especular sobre si este comentario dice algo sobre el estado de la vista del apóstol, debido a que no hay suficientes argumentos para concluir con una respuesta que tenga solidez. Sin embargo resulta útil analizar todas las posibilidades con el objetivo de plantear las respuestas que serían más probables y poder darle el mejor sentido posible a este versículo, aunque parece no haber manera de saber definitivamente cuál de todas las interpretaciones o proposiciones es la correcta, ya que en las otras cartas no se menciona ninguna enfermedad específica que fuera padecida el apóstol. De igual forma, quedan dudas en cuanto al por qué Pablo escribe con grandes letras, aunque lo dicho anteriormente manifiesta posibilidades lógicas y en gran medida concordantes con el contexto y las circunstancias del momento.
(6:12)
Esta crítica está obviamente dirigida en contra de los judaizantes, pues los motivos que ellos tenían eran insinceros y egoístas. A ellos les interesaba más su reputación y beneficio que el bienestar y salvación de las almas. Obviamente los judaizantes no estarían dispuestos a sufrir persecución, y por ello preferían siempre mantenerse aferrados al judaísmo aun conscientes que no cumplían cabalmente los mandamientos, siendo hipócritas y queriendo que los demás fueran como ellos para sentirse seguros. Este versículo debe compararse con Gálatas 5:11. Si los judaizantes reconocían la verdad del evangelio, quedarían expuestos a persecución (tal como la sufría el apóstol Pablo), y ese era el temor de ellos. Preferían mantenerse tranquilos sin persecución y queriendo recibir la alabanza de las personas, en lugar de aceptar la verdadera doctrina y quedar expuestos a persecución por la causa del evangelio. Pablo hace ver la hipocresía de los judaizantes. Entre más seguidores de su doctrina habían, más seguros y tranquilos se sentían estos engañadores. No buscaban realmente agradar a Dios, sino agradarse a sí mismos.
(6:13)
Pablo había expuesto anteriormente que si alguien se circuncida, está obligado a guardar TODA la Ley (Gálatas 5:3). Es claro que nadie ha sido ni será nunca capaz de obedecer de manera íntegra toda la Ley (sólo Jesucristo pudo permanecer sin pecado y sometiéndose a todos los estatutos de la Ley de Moisés), por lo tanto los judaizantes estaban siendo totalmente hipócritas porque en vez de reconocer que ellos mismos no cumplían cabalmente la Ley y humillarse buscando la salvación en Jesucristo, preferían permanecer en el error buscando popularidad y aceptación, en lugar de buscar la verdad y de buscar a Dios con corazones sinceros. La circuncisión llegaría a tener algún provecho únicamente si la persona circuncidada cumpliera toda la Ley: "Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión." Si los cristianos de Galacia se llegaban a circuncidar, la vanagloria de los judaizantes sería alimentada porque los gálatas estarían dando una manifestación de ser discípulos y seguidores del judaísmo.
(6:14)
Pablo no pretendía ser popular ni era su objetivo que los cristianos de Galacia permanecieran en el cristianismo sólo para vanagloriarse de tener seguidores. Lejos estaba de Pablo el pensar de esa manera. Los judaizantes pretendían imponer la circuncisión y la Ley, primero para incorporar a su nación a los nuevos convertidos y gloriarse así en ellos; luego, para no aparecer ante los judíos incrédulos como traidores a su nación y desertores de ella. Mas a Pablo nada le importaba el título de hijo de Israel; su gloria estaba toda en la cruz de Cristo. Al haberse entregado plenamente al Señor, Pablo hace ver que su pasión y objetivo ya no es agradar al mundo ni ganar popularidad, dinero, ni ninguna otra cosa que el mundo le pudiera dar. Pablo había renunciado al pecado y estaba dispuesto a servirle completamente a Dios a pesar de las persecuciones o sufrimientos que esto le trajera. Pero no sólo el mundo había sido crucificado para Pablo, sino que también Pablo había sido crucificado para el mundo. Esta última parte significa que el apóstol ya no era visto como una persona apetecible para los mundanos ni para ninguno que estuviera lejos del cristianismo. Anteriormente, cuando Pablo aún no era cristiano, la posición social, económica y la reputación de la que gozaba el apóstol (antes de ser apóstol por supuesto) era grande y el mundo se interesaba en su posición y en todo lo que tenía y había alcanzado. Ahora como cristiano, Pablo era despreciado y no valía nada ahora para el mundo, pero esto era mucho mejor, porque a los ojos de Dios, era un siervo y un firme seguidor de Jesucristo y predicador del evangelio. Pablo ya no vivía para satisfacer a los demás, sino para agradar a Dios y honrarle en todo tiempo. La Biblia Al Día presenta este versículo así: "En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! En esa cruz mi interés por las cosas de este mundo murió hace ya tiempo, y en ella murió también el interés que el mundo pudiera tener en mí." Pablo vivía para Jesucristo y su único interés era serle fiel a Él, independientemente de las consecuencias que esto le trajera o de lo que pensaran los demás acerca de él.
(6:15)
Cuando una persona se entrega a Jesucristo, no importa en lo absoluto si dicha persona está circuncidada o no. Obviamente en el caso de no haberse circuncidado, no tendría que hacerlo como norma porque no se hace necesario. Si la persona ya había sido circuncidada en el pasado antes de convertirse a Cristo, tampoco le perjudica en nada. Estar circuncidados o no estarlo ya no resulta importante para los cristianos, sino que lo único que vale es el nuevo nacimiento (Juan 3:3-7), que es la "nueva creación". Ya existe la distinción entre pueblo de la circuncisión y pueblo pagano, como sucedía antes de la venida de Jesucristo. Ahora la distinción ha pasado a ser entre cristianos (nacidos de nuevo) e inconversos (incrédulos que no han nacido de nuevo). El punto central no es lo que el hombre hace (circuncidarse o no circuncidarse) sino lo que Dios ha hecho (entregar a Jesucristo para dar la vida eterna a todo aquel que cree, según Juan 3:16). Esta "nueva creación" es precisamente a la que se refiere Pablo en 2 Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
(6:16)
Todos aquellos que no depositen sus expectativas de salvación en la circuncisión ni en la Ley, sino en Jesucristo, y que hayan nacido de nuevo, son el Israel de Dios, es decir, los herederos de las promesas o la descendencia espiritual de Abraham. No se debe pensar que en este versículo Pablo está mencionando dos grupos de cristianos: 1. Los que anden conforme a esa regla. 2. El Israel de Dios. Se trata de un solo cuerpo de creyentes: los que anden conforme a esa regla son hijos de Dios o el Israel de Dios (Gálatas 3:29). "esta regla" es la nueva creación o el nuevo nacimiento que da libertad en Cristo Jesús, en contraposición a vivir esclavizados a la Ley que es incapaz de proporcionar salvación. Literalmente debe traducirse "caminarán" o "andarán", en vez de "caminen". Pero debe tenerse en cuenta que esta bendición de Pablo incluye en general a todos los creyentes, por lo cual no puede limitarse exclusivamente al tiempo futuro, sino que involucra a los cristianos de todo el mundo en general, tanto a los que en el momento en el que Pablo escribe se encontraban caminando en la verdad del evangelio, como también a los que al leer su carta o en el futuro cambiarían su caminar para andar de acuerdo al evangelio. En general esta bendición es para los cristianos, que son integrantes del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27). Pablo les desea a los cristianos la paz y la misericordia o compasión de Dios. La paz como fruto del Espíritu Santo y producto de la libertad encontrada en Jesucristo, y la misericordia o compasión como producto de la gracia derramada por Dios sobre sus hijos, luego que estos se arrepintieran de sus pecados. Estas palabras tienen ya un tono de despedida, puesto que la carta estaba a punto de llegar a su finalización.
(6:17)
Los devotos de Cibeles solían marcarse en las carnes como siervos de la diosa; igual hacían los esclavos, que llevaban la marca de su señor, y los soldados, la del ejército. Pablo no tiene otra marca que la de Cristo, de quien se declara siervo. Lo más probable es que Pablo se encuentre aludiendo una vez más a las acusaciones falsas que le habrían hecho los judaizantes afirmando que predicaba todavía la circuncisión cuando estaba con los judíos (Gálatas 1:10; 5:11). El apóstol les recuerda a sus lectores y a sus opositores que su afirmación no es vana. Las heridas que ha sufrido por su fidelidad a Cristo son las pruebas más claras de que los gálatas no tienen por qué dudar de sus motivos. Como lo han señalado algunos comentaristas, la batalla contra los judaizantes continúa hasta el mismo final de la carta. Es notorio que Pablo habla con hechos, y no con puras palabras (1 Corintios 4:20). El argumento que utiliza es mucho más poderoso y convincente que cualquier explicación que él pudiera estar queriendo dar para justificar su posición: los padecimientos por causa de la fidelidad al evangelio daban testimonio de su fe y de sus convicciones. La Biblia Al Día presenta este pasaje de una manera muy clara e impactante: "De ahora en adelante no quiero tener que hacer frente a más discusiones sobre los asuntos que les he expuesto, porque llevo en el cuerpo marcas de los latigazos y heridas causados por los enemigos de Cristo, y ellos demuestran que soy siervo del Señor." Esto era tanto en el sentido de persecuciones y padecimientos en general, como también azotes literales que sufrió Pablo a causa de predicar el evangelio (Hechos 16:37; 22:25; 2 Corintios 11:25).
Bendición final (Gálatas 6:18)
(6:18)
Esta es una manera tradicional de Pablo al despedirse en sus cartas, deseando a los cristianos la gracia, amor o benevolencia de Dios sobre sus vidas. El cierre de su carta es con el poderoso "Amén" (ajmhvn), cuyo significado es "en verdad" o "así sea". Esta palabra "Amén" es una de las más notables que existen. Fue traducida directamente del hebreo al griego del Nuevo Testamento, y luego al latín y al inglés, español y muchos otros lenguajes, de manera que es prácticamente una palabra universal. Ha sido llamada la palabra mejor conocida del habla humana. Esta palabra está directamente relacionada – de hecho, casi idéntica- a la palabra hebrea usada para el verbo "creer" (amam), o verdadero. Así, viene a significar "seguro" o "cierto", una expresión de absoluta confianza y fe. Esta palabra es el perfecto final para una perfecta carta que desde el inicio hasta el final fue inspirada por Dios y conservada por el Espíritu Santo hasta la actualidad, para que siga siendo de bendición e ilumine a todos aquellos que deseen comprender el fundamento del evangelio y conocer al Autor de la Salvación: Jesucristo.
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Jaime Montoya
Santa Ana, 5 de septiembre de 2007
El Salvador
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