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Comentario de Gálatas (página 3)

Enviado por jaimemontoya


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(2:7)

"Antes por el contrario," quiere decir que en vez de que los líderes de la iglesia de Jerusalén se opusieran a lo que Pablo estaba predicando a los gentiles, lo que hicieron fue apoyar y aceptaron que era el verdadero evangelio. Los judaizantes no lograron lo que querían, pues el deseo de los judaizantes era que los líderes de la iglesia de Jerusalén o los apóstoles se opusieran a lo que predicaba Pablo y que así se hubiese comenzado a predicar que obedeciendo la Ley de Moisés el hombre obtiene la salvación. Pero no fue así, pues tanto el apóstol Pablo como los otros apóstoles y líderes de la iglesia en Jerusalén predicaban el mismo evangelio de la salvación por la gracia de Jesucristo.

Los líderes de la iglesia de Jerusalén reconocieron que Dios mismo había llamado a Pablo a ser apóstol y siervo de Jesucristo y le había encomendado el ministerio de predicar a los gentiles. Tal como Pedro fue llamado a predicar en Jerusalén a los judíos, el llamado fue igualmente para Pablo para que predicase el mismo evangelio pero a los gentiles. El evangelio no era diferente según la raza, pues Jesucristo ofrece la salvación a todos sin acepción de personas. Algunos pasajes que mencionan el llamado de Pablo para ministrar a los gentiles son: Hechos 9:15; 13:2; Efesios 3:8). Es muy claro que Pedro fue ministro para los de la circuncisión, pues se quedó predicando a los judíos en Jerusalén. Según Hechos 8:1, cuando hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, todos (los cristianos) fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, "salvo los apóstoles", y esto incluía a Pedro, de manera que Pedro se quedó predicando en Jerusalén, ya que su llamado era a predicar a los de la circuncisión (judíos), mientras Pablo a los de la incircuncisión (gentiles). El Nuevo Testamento Ediciones Paulinas traduce Gálatas 2:7 de una manera muy sencilla de comprender: "Reconocieron que a mí me había sido encargada la evangelización de los pueblos paganos, como a Pedro le fue encargada la de los judíos." Este versículo no se refiere a dos evangelios diferentes, sino al mismo evangelio dirigido a dos destinatarios: judíos y gentiles). Dios sólo tiene un evangelio, el cual es predicado en diferentes esferas y culturas alrededor del mundo.

(2:8)

Pablo se compara con Pedro no porque él mismo se sienta inferior a Pedro en cuanto al llamado para ser apóstol, pues en el capítulo 1 de Gálatas Pablo argumenta que su llamado le fue hecho directamente por Jesucristo. Pero Pablo estaba conciente que era más fácil para los cristianos reconocer como apóstol de Jesucristo a Pedro que a él, ya que la imagen que se tuvo de Pablo antes de que se convirtiera era de un cruel perseguidor de la iglesia, mientras que la imagen de Pedro estaba claramente asociada con Jesucristo, puesto que Pedro fue discípulo del Señor durante todo Su ministerio terrenal y además de eso se había identificado perfectamente como fiel cristiano también luego que Jesús resucitó y ascendió a los cielos. Por tanto Pablo argumenta que así como Dios actuó en Pedro llamándole a trabajar con los judíos, de la misma manera Dios le había llamado a él (a Pablo) para ministrar y predicar a los gentiles. Pablo estaba completamente seguro de la autoridad como apóstol que Jesús le había dado y quería que todos los cristianos lo supieran y estuvieran también seguros de ello no para vanagloriarse, sino para que los cristianos recibieran el mensaje del evangelio que Pablo predicaba no como un invento de hombre, sino como la Palabra de Dios revelada.

(2:9)

Antes de explicar otros detalles de este versículo, es importante hacer una breve referencia sobre quiénes eran Jacobo, Cefas y Juan.

Este Jacobo mencionado en Gálatas 2:9 no debe confundirse con el hijo de Zebedeo (Mateo 4:21; 10:2; Marcos 1:19; 3:17) y hermano de Juan (Mateo 17:1; Marcos 3:17; 5:37; Hechos 12:2). Pablo escribe en este versículo refiriéndose a Jacobo el hermano de Jesús mencionado en Gálatas 1:19 y de quien ya se hizo un análisis en el comentario al versículo recién mencionado. Jacobo el hermano del Jesús es quien escribe la epístola de Santiago (Jacobo es también llamado Santiago).

Cefas es el mismo apóstol Pedro, siendo Cefas el nombre en arameo y Pedro en griego (nombre cuyo significado es "roca o piedra").

Juan es uno de los doce apóstoles del Señor y se menciona en muchísimas ocasiones en el Nuevo Testamento. Juan es también el escritor del cuarto Evangelio, tres epístolas y el Apocalipsis.

Jacobo y Cefas, junto con Juan, eran considerados como columnas, esto es, como los dirigentes más importantes de la iglesia de Jerusalén.

Al decir "nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo," significa que Jacobo, Cefas y Juan reconocían a Pablo y a Bernabé como colaboradores y servidores de Cristo en la proclamación del mismo evangelio. Pedro y Pablo predicaban el mismo mensaje, por lo cual los judaizantes no lograron su objetivo de hacer caer el mensaje y la autoridad de Pablo y de confundir a las iglesias haciéndoles creer que la salvación se "ganaba" por el cumplimiento de la Ley de Moisés. El acuerdo de Jacobo, Cefas y Juan con Pablo y Bernabé fue, como era de esperarse, que Jacobo, Cefas y Juan se quedarían en Jerusalén y continuarían (como lo habían venido haciendo) trabajando en la evangelización y predicación a los judíos, mientras que Pablo y Bernabé irían a los gentiles.

(2:10)

Debido a que Pablo y Bernabé irían fuera de Jerusalén a los gentiles, no estarían físicamente con los hermanos de Jerusalén. Sin embargo debían recordar las necesidades de los hermanos de la iglesia de Jerusalén y enviar ofrendas y contribuciones que fueran un alivio para ellos.

La palabra "diligencia" se traduce del griego spoudavzw, que significa "apresurarse, poner empeño, tener diligencia". El Enhanced Strong’s Lexicon (que no incluye definiciones de palabras sino que simplemente lista las diferentes maneras en que una palabra ha sido traducida en la versión inglesa King James Version) menciona esta palabra "spoudazo" con el sentido de "empeñarse, hacer cualquier esfuerzo, poner diligencia, darse prisa, ser celoso, poner los nervios en tensión y hacer adelantar la causa asiduamente (Strong #4704). Spoudazo combina el pensar con el actuar, hacer planes y producir. Ve una necesidad y con prontitud hace algo al respecto. La palabra en su significado, abarca comienzo, acción y realización completa.

Efectivamente Pablo cumplió ayudando a los pobres de la iglesia de Jerusalén. Varios pasajes en el Nuevo Testamento presentan a Pablo dedicándose a recoger y llevar ayuda para solidarizarse y aliviar las necesidades de los cristianos pobres de Jerusalén (Hechos 11:29-30; Romanos 15:25-26; 1 Corintios 16:1-4; 2 Corintios 8:1-4). Así como la Ley de Moisés mandaba a no desamparar a los hermanos que empobrecieren (Levítico 25:25,35), con mucha mayor razón los cristianos (que ya no estaban bajo la Ley de Moisés sino bajo la gracia de Cristo) debían demostrar su amor hacia los hermanos pobres, lo cual hacían llevándoles ofrendas.

Pablo reprende a Pedro en Antioquía (Gálatas 2:11-21)

(2:11)

En los mapas de los viajes misioneros de Pablo (presentados en la explicación de Gálatas 1:2) se aprecia tanto Antioquía de Pisidia como también Antioquía de Siria. Gálatas 2:11 se refiere a Antioquía de Siria. Aparte de Jerusalén misma, ninguna otra ciudad estuvo tan íntimamente relacionada con los comienzos del cristianismo. Fue en Antioquía donde los discípulos (cristianos o creyentes) fueron llamados "cristianos" por primera vez (Hechos 11:26). Está ubicada a unos 450 kilómetros al norte de Jerusalén. La universidad de Princeton y el museo nacional de Francia comenzaron excavaciones en Antioquía en el año de 1932. Durante los seis años siguientes, ellos desenterraron más de veinte iglesias en ruinas, numerosos baños, dos cementerios, un estadio, y muchos magníficos pisos de mosaico.

El primer viaje misionero de Pablo parte de Antioquía de Siria (Hechos 13:1-3) y culmina nuevamente en el mismo lugar (Hechos 14:26-38). Posterior a ese primer viaje misionero es que se da el Concilio de Jerusalén. Luego comienza el segundo viaje misionero de Pablo que al igual que el primer viaje, parte de Antioquía (Hechos 15:35-40) y termina igualmente en Antioquía (Hechos 18:22). El tercer viaje misionero de Pablo vuelve a tener como punto de partida Antioquía (Hechos 18:22-23) sólo que esta vez finaliza en Jerusalén y no vuelve a culminar en Antioquía como sucedió en el primer y segundo viaje, sino que ahora culmina en Jerusalén (Hechos 21:15), donde es arrestado. Es muy notoria la importancia que tuvo Antioquía como ciudad principal para la iglesia primitiva.

La expresión "Pero cuando Pedro vino a Antioquía," afirma que Pedro fue a Antioquía pero se necesita saber también cuándo exactamente se da ese evento y cómo se ubica cronológicamente dentro de todos los sucesos narrados en el libro de los Hechos. Debido a que no hay una referencia exacta para Gálatas 2:11 en el libro de los Hechos donde se diga explícitamente que Pedro fue a Antioquía y que fue reprendido por Pablo, ubicar cronológicamente el momento en que se da este suceso es algo que presenta dificultad. La pregunta que se debe contestar respecto a la visita de Pedro a Antioquía de la que habla Gálatas 2:11 es: ¿Esta visita de Pedro a Antioquía se da antes o después del Concilio de Jerusalén? Para contestar a esta pregunta se presentan a continuación argumentos a favor y en contra de cada una de las posiciones.

Argumento uno a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da después del Concilio de Jerusalén

El relato del Concilio de Jerusalén se describe en Gálatas 2:1-10. Si Pablo mantiene un orden cronológico en su carta, lo que escribe inmediatamente después de Gálatas 2:1-10 (en este caso en Gálatas 2:11) correspondería a un evento posterior al concilio de Jerusalén.

Argumento dos a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da después del Concilio de Jerusalén

Justo después del acuerdo que se tuvo en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15:7-21), Pablo y Bernabé van a Antioquía a comunicar a la iglesia sobre el acuerdo tenido en el Concilio (Hechos 15:22-35). Pablo y Bernabé permanecieron en Antioquía "enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos." (Hechos 15:35). Eso fue después del Concilio de Jerusalén. Cabe entonces pensar que fue precisamente en ese tiempo cuando se da la visita de Pedro a Antioquía de la cual se habla en Gálatas 2:11, o sea después del Concilio de Jerusalén pero antes del comienzo del segundo viaje misionero de Pablo (antes del desacuerdo y separación entre Pablo y Bernabé).

Argumento uno a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes del Concilio de Jerusalén

Hechos 11:25-26 ubica a Bernabé y a Pablo en Antioquía por un año. Al leer Hechos 11:19-26 se describen los comienzos de la predicación en Antioquía. En el versículo 22 se afirma que Bernabé fue enviado a Antioquía por "la iglesia que estaba en Jerusalén", la cual tenía a Pedro como su líder principal. Según el verso 25, Bernabé fue a Tarso a buscar a Pablo y le encontró. Si Pablo estaba en Tarso era porque ya habían pasado más de tres años desde su conversión y ya había visto a Pedro por primera vez (Gálatas 1:18). Después que Pablo estuvo quince días con Pedro en Jerusalén (Gálatas 1:18), tuvo que huir porque lo querían matar, según Hechos 9:23, donde la expresión "pasados varios días" debe corresponder a los tres años que se mencionan en Gálatas 1:18, de manera que Pablo tuvo que huir de Jerusalén porque lo querían matar luego de haber estado predicando abiertamente durante los quince días que visita a Pedro en Jerusalén (Hechos 9:26-30), a tal grado que los hermanos le llevaron hasta Cesarea y luego le enviaron a Tarso, que son ciudades que pertenecen a las regiones de Siria y Cilicia(mencionadas en Gálatas 1:21). Cesarea pertenece a Siria y Tarso a Cilicia, tal como se puede observar en cualquiera de los mapas de los viajes misioneros de Pablo.

Entonces tomando como base Hechos 11:19-26 se puede suponer que el viaje de Pedro a Antioquía al que se refiere Gálatas 2:11 se da precisamente en el año que Bernabé y Pablo estuvieron en Antioquía antes del primer viaje misionero de Pablo y por tanto antes del Concilio de Jerusalén. Sabiendo que la iglesia de Jerusalén (liberada por Pedro) fue la que envió a Bernabé a Antioquía, resulta razonable que luego Pedro haya ido personalmente a Antioquía, y que Pablo estaba primero con Bernabé en Antioquía antes de la llegada de Pedro porque Bernabé fue a Tarso a buscar a Pablo y al hallarle le trajo con él a Antioquía (Hechos 11:25). Pablo estaba en Tarso porque cuando después de transcurridos tres años desde su conversión fue a conocer personalmente a Pedro a Jerusalén (Gálatas 1:18), resulta que lo quisieron matar (Hechos 9:23,29), de modo que luego de haber estado quince días predicando abiertamente en Jerusalén y por la amenaza o el peligro de muerte que corría el apóstol Pablo, los hermanos le llevaron a Cesarea y luego le enviaron mucho más lejos hasta Tarso (su ciudad natal según Hechos 21:39) para que estuviera seguro ahí de manera que no lo mataran. Eso explica la razón por la cual Bernabé va a buscar a Pablo a Tarso, donde lo encuentra y lo lleva con él a Antioquía (Hechos 11:25).

La otra posibilidad es que la visita de Pedro a Antioquía referida en Gálatas 2:11 no se haya dado antes del primer viaje misionero de Pablo sino después de dicho viaje, pero antes del Concilio de Jerusalén (pues el Concilio de Jerusalén aparece entre el primer y segundo viaje misionero de Pablo). Esta posición tiene su base en que cuando termina el primer viaje misionero, Pablo y Bernabé llegan nuevamente a Antioquía y "se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos" (Hechos 14:25-28), tiempo en el cual pudo haber llegado Pedro a Antioquía y de manera que Pablo le reprendiera en esa visita por su actitud hipócrita.

Por todo lo expuesto anteriormente, resulta razonable y prudente pensar que la visita de Pedro a Antioquía se da antes del Concilio de Jerusalén, ya sea antes o después del primer viaje misionero de Pablo, en cualquiera de los casos sería antes del Concilio de Jerusalén (el cual tiene lugar entre el primer y segundo viaje misionero de Pablo).

Argumento dos a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes del Concilio de Jerusalén

Después del Concilio de Jerusalén, Pablo y Bernabé se separan debido al desacuerdo que tuvieron respecto a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Hechos 15:36-41). Esa es la última vez que se menciona a Bernabé en el libro de los Hechos, y es obvio que Pablo realizó su segundo y tercer viaje misionero sin Bernabé. Cuando en Gálatas 2:11 se habla de la llegada de Pedro a Antioquía, más adelante en el versículo 13 se menciona a Bernabé, el cual ya no estuvo con Pablo en el segundo ni tercer viaje misionero, lo cual hace imposible que la visita de Pedro a Antioquía a la que se refiere Gálatas 2:11 haya sido durante el segundo o tercer viaje misionero de Pablo (que se dan después del Concilio de Jerusalén).

Argumento tres a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes del Concilio de Jerusalén

La reprensión de Pablo a Pedro tuvo que darse antes del Concilio de Jerusalén, cuando todavía no se había llegado al acuerdo que se tuvo en dicho Concilio respecto a que no debía imponerse a los cristianos la circuncisión ni el cumplimiento de la Ley de Moisés. Así, Pablo utiliza el evento de cuando reprende a Pedro en Antioquía como referencia de algo que se dio antes que se realizara la reunión formal para tratar y concluir sobre el asunto los judaizantes (la doctrina errónea que querían introducir) en el Concilio de Jerusalén.

Argumento cuatro a favor que la visita de Pedro a Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes del Concilio de Jerusalén

La palabra "Pero" que aparece al inicio de Gálatas 2:11 proviene del griego dev, que puede traducirse como "ahora bien, por otra parte", lo cual muestra que Gálatas 2:11 está haciendo un cambio o giro en la secuencia de lo que viene hablando en Gálatas 2:1-10 y que por ello no tiene un orden cronológico con respecto a la narración que hace en los primeros 10 versículos en los que habla sobre el Concilio de Jerusalén. Por lo tanto el versículo 11 habla de un evento distinto al Concilio de Jerusalén y no tiene que haberse dado después de dicho Concilio, sino antes.

Luego de estudiar todos los argumentos, lo que parece más acertado y que evita forzar los acontecimientos a una interpretación arbitraria es que la visita de Pedro a Antioquía de la cual habla Gálatas 2:11 se da antes del Concilio de Jerusalén. Sin embargo el libro de los Hechos no dice explícitamente cuándo sucedió.

Primeramente debe entenderse que Pablo no ataca la doctrina de Pedro, sino la actitud hipócrita que éste estaba teniendo. Pedro erró en que no conformaba sus obras con su doctrina. Tertuliano (150-230 d.C.), apologeta del segundo siglo, lo dijo de esta manera: "conversationis fuit vitium, non praedicationis" ("fue un error en su comportamiento, no en su predicación").

Pablo definitivamente desaprobó la actitud de Pablo y sin importar la posición de liderazgo de Pedro en la iglesia de Jerusalén, le dijo de forma clara y sincera el error que estaba cometiendo, y se lo dijo cara a cara y no a sus espaldas ni a manera de crítica destructiva para hacerle daño a su imagen o ministerio. Pablo solamente se molestó por la actitud hipócrita que había presentado Pedro y buscaba que se corrigiera inmediatamente ese error para que no fuera un tropiezo en el ministerio o dentro de la iglesia. "le resistí" significa "me opuse". "era de condenar" muestra que la actitud de Pedro merecía rotunda desaprobación y debía ser corregida inmediatamente.

(2:12)

La actitud de Pedro no se debió a ninguna consideración teológica, sino a la cobardía. En este versículo se menciona a Jacobo (hermano de Jesús según Marcos 6:3) y es el mismo que aparece en Gálatas 2:9. Jacobo era junto a Pedro uno de los pilares o líderes más importantes de la iglesia de Jerusalén.

Cuando Pablo dice "algunos de parte de Jacobo", nótese que no dice que Jacobo les había enviado desde Jerusalén hasta Antioquía a ciertas personas para condenar la acción de comer con los gentiles (porque en ese caso la doctrina de Jacobo hubiese sido totalmente diferente a la doctrina de Pedro, de Pablo y de todos los apóstoles), sino que solamente dice: "antes que viniesen algunos de parte de Jacobo". A lo mejor, Pedro sintió que ellos no iban a aprobar su acción. Por pena (o más específicamente por cobardía e hipocresía, pues Gálatas 2:12 dice: "porque tenía miedo de los de la circuncisión"), Pedro se separó y no siguió comiendo con los gentiles. Pedro supuso que estos judíos enviados por Jacobo no aprobarían una libertad tal y por tanto se apartó de los gentiles. Esa simulación o hipocresía que manifestó Pedro no sólo era mala en sí misma sino que confundiría y desviaría a los cristianos. Pedro estuvo en aquella ocasión controlado por el temor, y no por la fe. Sin lugar a dudas, esa acción de apartarse causó mucho dolor y desánimo para los cristianos gentiles. El versículo 13 describe ese comportamiento como una "simulación". Significa que Pedro no estuvo portándose honestamente en esto, porque en realidad había creído que los gentiles fueron aceptados y eran ante Dios iguales que cualquier judío. Pero ahora, para impresionar o causar una buena impresión a los que vinieron de Jacobo desde Jerusalén y por temor a ellos e hipocresía, simula que no está de acuerdo con la plena aceptación de los gentiles, y eso fue un mal ejemplo que era a la vez muy perjudicial y grave, con lo que se ponía en peligro el desarrollo de la iglesia y predicación del verdadero evangelio.

Aunque no es muy clara la relación que había entre el grupo identificado como "algunos de parte de Jacobo" y el mismo Jacobo, de cualquier forma, eran cristianos que no tenían que convivir con una fuerte presencia gentil día tras día, y por eso no comprenderían la situación en Antioquía. Naturalmente, habrían interpretado la actitud de Pedro como una negación de la identidad judía, y quizá hasta como una forma de apostasía. Temeroso de ser juzgado por ellos y de las consecuencias que esto traería, Pedro comenzó a distanciarse de los gentiles y luego hacen lo mismo los otros judíos que con él estaban, incluyendo a Bernabé, siendo hipocresía y cobardía de parte de Pedro y luego de todos los que le imitaron en su actitud negativa.

En este versículo "los gentiles" se refiere a los cristianos de origen no judío, y no debe pensarse que se trata de los gentiles en su sentido de paganos no convertidos. Para los judíos comer con los gentiles iba en contra de las leyes y costumbres judías (Hechos 10:1-48; 11:1-3,17-18; Gálatas 2:15). Al negarse a comer con los creyentes no judíos, Pedro en la práctica no los reconocía como miembros, con plenos derechos, de la iglesia cristiana.

Los "de la circuncisión" se refiere a aquellos cristianos de origen judío que insistían en que los creyentes que procedían del paganismo debían circuncidarse (Hechos 11:2-3). Al parecer, Pedro se había dejado intimidar por algunos de ellos y mostró cobardía al no actuar de acuerdo a sus convicciones cuando por temor a estos "de la circuncisión" se llegó a retirar y apartar de los gentiles convertidos, actuando de forma hipócrita.

(2:13)

"Los otros judíos" se refiere a judíos cristianos, como Bernabé (que aunque nació en Chipre, era judío por su ascendencia levita según Hechos 4:36), de la iglesia de Antioquía, que no estaban asociados con los legalistas que querían que los gentiles convertidos se circuncidaran para aceptarlos como miembros de la iglesia. A la hipocresía de Pedro se unieron los demás cristianos judíos incluyendo a Bernabé, siendo esta una muestra de la influencia positiva o negativa que la actitud de un líder (en este caso Pedro) puede llegar a tener en los miembros de un grupo.

La palabra "hipocresía" denotaba en griego un actor de teatro, y de ahí, por su sentido de actuar, de dar una representación ajena a la realidad propia de la persona, vino a denotar un engañador, uno que pretende lo que no es, o que oculta sus verdaderos pensamientos, actitudes e intenciones bajo una máscara de falsas apariencias. La palabra griega uJpovkrisi" de Gálatas 2:13 puede traducirse como "hipocresía o simulación".

(2:14)

Ya no era únicamente Pedro el que había caído en la simulación o hipocresía sino que siguiendo su ejemplo, otros judíos cristianos (incluyendo a Bernabé) también estaban haciendo lo mismo. Es por eso que la frase "vi que no andaban rectamente" es plural y no se refiere únicamente a Pedro. Ellos no estaban actuando de acuerdo a sus propias creencias ni tampoco de acuerdo a la verdad del evangelio de Jesucristo.

Las convicciones de Pablo se muestran siempre claras y firmes respecto a que el cumplimiento de la Ley de Moisés no puede salvar a nadie sino sólo la gracia de Jesucristo, que es "la verdad del evangelio" que Pablo pone siempre por encima de la esclavitud de la Ley de Moisés.

Pablo no reprendió a Pedro en privado sino "delante de todos". De esta forma no solamente Pedro sino también los que con él habían caído en la hipocresía de apartarse de los gentiles cristianos por temor a la reacción o a lo que pensarían "los de la circuncisión", fueron confrontados por Pablo y tuvieron que reconocer que estaban obrando mal y afectando el buen desarrollo de la iglesia cristiana.

Las palabras que Pablo le dirige a Pedro confirman que el error de Pedro no era doctrinal sino que era más bien su actitud que no concordaba con su doctrina. Nuevamente se hace alusión a las palabras de Tertuliano: "conversationis fuit vitium, non praedicationis" ("fue un error en su comportamiento, no en su predicación").

Pablo le dice a Pedro: "vives como los gentiles", pero eso no significa que Pedro vivía la vida pecaminosa de los gentiles, sino que se está refiriendo a que Pedro ya no vivía bajo la estricta observación de la Ley de Moisés de la manera que lo hacían los judíos que todavía no habían llegado al conocimiento del evangelio de Jesucristo. Era por esa razón que Pedro ya no vivía como judío, pues Dios le reveló que no hay diferencia entre judío y gentil porque para todos es ofrecido el evangelio de Cristo de la misma manera y que no estaba obligado a guardar las leyes judías, ni debía menospreciar a los gentiles (Hechos 11:4-10).

La palabra "judaizar" es el verbo que denota la acción que realizaban los judaizantes. Este grupo de personas tan popular en la carta a los Gálatas se trataba de aquellos que querían imponer la observancia de la Ley de Moisés a los cristianos convertidos de entre los gentiles, con el argumento que era necesaria para la salvación. El sustantivo "judaizante" no aparece en la Biblia; sin embargo, lo que sí aparece es el verbo "judaizar" (Gálatas 2:14). Los judaizantes querían esclavizar a los cristianos bajo el yugo de la Ley de Moisés, de la que habían quedado libertados, al estar bajo la gracia por la obra redentora de Cristo. Los judaizantes supuestamente habían aceptado a Jesús como su Mesías nacional pero no aceptaban el mensaje de la revelación que Dios le dio a Pedro sobre la salvación sin diferencias entre gentiles y judíos (Hechos 11:4-10) ni tampoco aceptaban el apostolado de Pablo.

El distanciamiento de Pedro de los gentiles (que tuvo como origen su hipocresía y temor a los judíos de la iglesia que querían que los gentiles se circuncidaran para ser admitidos en la iglesia como cristianos) sugería que éstos no podían ser recibidos plenamente como pueblo de Dios. En cierto sentido, los estaba obligando a volverse como los judíos en sus prácticas (judaizar), por lo cual Pablo en Gálatas 2:14 le dice a Pedro: "Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?"

(2:15)

Los judíos tenían el concepto o la imagen que los gentiles eran simplemente pecadores apartados totalmente de Dios y que no había para ellos esperanza de salvación a menos que reconocieran al Dios de Israel y para ello tenían que someterse a todos los lineamientos y religión judía. Los judíos sabían que eran el pueblo escogido de Dios y su elevada religión contrastaba totalmente con los falsos cultos de los gentiles. Había rigurosas leyes que los judíos debían cumplir para impedir la corrupción, penando la promiscuidad con los idólatras o con los gentiles (no se unían con ellos). Ello indujo a los judíos a menospreciar a los gentiles, y a ser injustos con ellos.

Al referirse a los gentiles como "pecadores", Pablo no cuestiona sus cualidades morales, sino habla de su no observancia de la Ley de Moisés. En general, los judíos solían llamar "pecadores" a los gentiles por el hecho de no pertenecer al pueblo elegido por Dios.

No hay duda que Pablo fue un judío con amor a su nación y que desde su nacimiento y niñez estuvo apegado intachablemente a todas las prácticas y a la religión judía (Filipenses 3:4-6).

Pablo tenía una muy buena reputación entre los judíos y era un hombre docto y muy bien instruido en cuanto al judaísmo. El historial de Pablo como judío de nacimiento y conocedor de las Escrituras (el Antiguo Testamento y de manera especial la Ley de Moisés) era envidiable para muchos. Sin embargo Pablo se llegó a dar cuenta gracias a la revelación que Dios le hace del evangelio, que todo eso no le valdría de nada si lo ponía como la esperanza de su salvación.

La frase "y no pecadores de entre los gentiles" muestra el nivel de superioridad espiritual que un judío sentía al compararse con los gentiles, que para ellos eran una clase espiritualmente baja que se encontraba totalmente alejada de Dios y sin esperanzas de salvación. Esta superioridad que los judíos sentían y el desprecio hacia los gentiles aparece reflejado por ejemplo en Mateo 9:10-11: "Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Los gentiles eran "los paganos" y "los pecadores" a los ojos de los judíos. Lamentablemente todo este menosprecio que los judíos manifestaban por los gentiles fue tal que los llevó a caer en un orgullo espiritual que los hizo en muchas ocasiones estar aun más lejos de Dios que los mismos gentiles o "paganos".

Aquí Pablo afirma que él es judío al igual que Pedro, Bernabé y los que se les unieron en la actitud hipócrita a estos últimos. Pero el siguiente versículo completa la idea de lo que Pablo quiere decir, lo cual es que aunque son cien por ciento judíos, han llegado a comprender y tienen el conocimiento que respetar la Ley de Moisés no les dará la salvación, sino únicamente la fe sincera en Jesucristo.

(2:16)

Este versículo puede ser considerado como "el corazón de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas", porque es aquí donde se resume todo el argumento que Pablo presenta a las iglesias de Galacia a lo largo de toda la carta. Así como figuradamente se dice que Juan 3:16 es el corazón de la Biblia, se puede de la misma manera decir que Gálatas 2:16 es el versículo clave o principal de toda la carta de Pablo a las iglesias de Galacia, pues es donde se resume completamente la tesis de Pablo y se presenta el objetivo que persigue Pablo al escribir esta carta: comprobar que los gentiles son igualmente aceptados por Dios y que la Ley de Moisés nunca ha salvado ni podrá salvar a nadie, sino solamente el sacrificio de Jesucristo, que ofrece la salvación mediante Su gracia y amor a la humanidad entera.

"la fe de Jesucristo" significa "la fe EN Jesucristo" o el evangelio de la salvación que tiene su base en el sacrificio que Jesús hizo en la cruz para el perdón de los pecados de todo aquel que cree (Juan 3:16).

"las obras de la ley" es el estricto cumplimiento de la Ley de Moisés. Pablo argumenta que eso no puede justificar a nadie delante de Dios (porque todos somos pecadores y no hay nadie que cumpla verdaderamente toda la Ley de Moisés).

Ahora Pablo dice directamente y con toda claridad que la salvación o justificación se obtiene "por la fe de Jesucristo". Como una simple definición, "justificado" es ser "declarado justo". La palabra dikaiovw que aparece en éste versículo se puede traducir como "justificar, hacer justo, declarar justo, perdonar, poner en paz y salvo, hacer grado (a Dios)". El tema de la justificación es tratado ampliamente el libro de Romanos. La justificación es el acto por el cual Dios declara que el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante Él, por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido "hecho justicia" en su favor (1 Corintios 1:30). La justificación es gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Romanos 3:24); sin embargo, se efectúan sobre una base de total justicia, por cuanto Dios no simplemente pasa el borrador sobre los pecados de una persona con menosprecio de Su santa Ley. Las demandas de Su santidad quedan plenamente satisfechas en Jesucristo que, no habiéndola quebrantado jamás, sino siendo él mismo talmente santo y justo, llevó en lugar de los pecadores toda la ira por la Ley quebrantada y por la iniquidad del hombre. Jesús justifica al hombre por Su sangre (Romanos 5:9) y por Su pura gracia (Tito 3:7). Así, la justificación se recibe por la fe, y nunca en base a las obras (Romanos 3:26-30; 4:5; 5:1; 11:6; Gálatas 2:16; Efesios 2:8-9). Así, el pecador acusado por la Ley (Gálatas 3:10-14), por Satanás (Job 1:6-11; Zacarías 3:1; Apocalipsis 12:10) y por su conciencia (1 Juan 3:20), no queda solamente librado del castigo por el Juez Soberano: es declarado justo, y hecho más blanco que la nieve (Isaías 1:18). Para la persona justificada ya no hay condenación (Romanos 8:1), por cuanto Dios lo ve en Cristo, revestido de la justicia perfecta de Su Divino Hijo (2 Corintios 5:21).

El punto más controvertido en el curso de los siglos con respecto a esta maravillosa doctrina de la justificación es la siguiente: ¿Es la fe realmente la única condición de la justificación, o no son necesarias las buenas obras junto con la fe para llegar a ella? Se encuentran acerca de este tema las opiniones más extremas. Ya entre los primeros cristianos existían personas que pensaban que la justificación por gracia exoneraba a la persona de tener una vida moral santa y del servicio a Dios. Pablo tuvo que refutar constantemente este grave error (Romanos 6:1,11; 7:4,6; Gálatas 2:19). Pablo presenta en Romanos una magistral exposición de la salvación por la fe insistiendo en la realidad de las obras como fruto de la justificación y no como fundamento de la salvación, sino como resultado o consecuencia de la misma. En Santiago, dice exactamente lo mismo al afirmar que "la fe sin obras es muerta" (Santiago 2:20). La fe que justificó a Abraham era viva, por cuanto produjo obras (las cuales fueron el testimonio que confirmaba que su fe era genuina). Se puede resumir de la siguiente manera la argumentación de los dos autores inspirados (Santiago y Pablo): el pecador es justificado gratuita y únicamente por la fe, y no por llevar a cabo obra alguna de ningún tipo que pudiera salvarle (Pablo); desde el momento en que recibe la gracia de Dios, su fe produce obras que constituyen la demostración de la realidad de su justificación (Santiago). Si su fe permaneciera sin obras, ello demostraría que la pretensión de tener tal fe era vacía: «si alguno "dice" que tiene fe» (Santiago 2:14). Un árbol silvestre tiene que ser injertado a fin de que produzca buenos frutos; el creyente recibe una nueva naturaleza que precisamente le capacita y mueve a dar buenos frutos. El hombre nacido de nuevo es transformado con el objeto de que pueda dar buenos frutos, y no porque haya ido produciendo frutos satisfactorios. Pero si no produce buenos frutos, es porque la persona todavía no tiene la nueva naturaleza capaz de producirlos. Lo que expone Santiago es la situación en la que realmente no hay fe, se trata de una "fe" muerta.

Es muy común el error de confundir la justificación con la santificación. Se aduce o argumenta que no es posible aceptar que uno está justificado cuando siguen patentes las imperfecciones e incluso caídas en la vida espiritual. El hecho es que la justificación se da al creyente desde el mismo momento en que éste cree, es decir desde el momento del nuevo nacimiento. Dios, en Su gracia y por causa de la cruz, borra los pecados y produce la regeneración en el individuo. Desde aquel momento empieza el crecimiento del recién nacido en Cristo. Cada día se dan progresos a conseguir y victorias a ganar; el cristiano se halla en la escuela de Dios, donde día a día será corregido por las faltas cometidas, a fin de llegar a ser partícipe de la santidad de Dios gracias a la plenitud y poder del Espíritu Santo. Romanos y Gálatas son los libros que por excelencia presentan con toda claridad la doctrina de la justificación y la salvación, señalando la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Al decir "nosotros también hemos creído" Pablo se refiere a "nosotros los judíos cristianos", tal como lo eran Pedro y Pablo. Significa que ellos a pesar de ser judíos, se habían dado cuenta que la salvación es posible únicamente por medio del sacrificio de Jesucristo y no por méritos propios que el hombre pueda hacer.

Ninguna persona ha podido salvarse por obedecer la Ley de Moisés ni nadie será capaz de hacerlo en el futuro. Esto es debido a que no hay nadie que haya obedecido completamente o a plenitud todo lo que dice la Ley de Moisés sin cometer ningún pecado. La humanidad entera ha sido contaminada por el pecado y no hay ni siquiera una persona que no haya pecado o que no haya quebrantado la Ley de Dios. Romanos 3:10-12 dice: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno." Por la misma imperfección del género humano, no hay ni siquiera una persona justa y que nunca haya cometido pecado ni desagradado a Dios, sino por el contrario, la Biblia declara que todas las personas han pecado, lo cual teológicamente se conoce como "el pecado universal" (Génesis 6:5; 1 Reyes 8:46; Salmos 14:3; 53:3; Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20; Isaías 53:6; 64:6; Miqueas 7:2; Romanos 3:23; 1 Juan 1:8). Es por esa razón que la Ley de Moisés fue ineficiente, porque nadie fue capaz de cumplirla y por lo tanto nadie se pudo salvar mediante dicha Ley. Por eso Gálatas 2:15 dice: "por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." Sólo la fe sincera en Jesucristo puede justificar y salvar al hombre.

(2:17)

Si a los judíos convertidos al cristianismo se les cuenta como pecado el haber abandonado las leyes del judaísmo por seguir a Jesucristo, entonces Jesucristo sería ministro (o siervo) de pecado por ser alguien que induce al pecado (apartarse de la Ley). Pero obviamente que Jesucristo no era ministro de pecado, pues la Ley de Moisés no podía salvar a nadie y por lo tanto no era pecado dejar de confiar en las leyes judías por confiar en Jesucristo.

"Y si buscando ser justificados en Cristo" se refiere a los judíos (como lo eran Pedro y Pablo) que dejaban de lado la obediencia rigurosa a la Ley de Moisés para seguir el evangelio de la salvación por gracia que ofrece Jesucristo por medio de Su sacrificio en la cruz. "también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado?" significa que si por seguir el evangelio de Jesucristo en lugar de la estricta obediencia a Ley de Moisés (lo cual significaba comportarse como un gentil al abandonar la circuncisión y muchas otras leyes ceremoniales judías tales como las normas de alimentación y la comunión a la mesa, etc.,) les hacía inmundos (a los judíos) al mismo nivel que lo eran los paganos o gentiles, entonces pareciera que Jesucristo fuera ministro de pecado o alguien que induce al pecado porque les habría alejado de la Ley de Moisés para llegar a ser iguales a los gentiles (que siempre se consideraron pecadores y malos por menospreciar y no obedecer la Ley de Moisés y no formar parte de ninguna de las leyes ceremoniales judías). Pero Pablo culmina diciendo contundente y categóricamente: "En ninguna manera". Con esto afirma que el haber abandonado las leyes ceremoniales judías y el haber reconocido que la Ley de Moisés no los puede salvar no fue nunca un error y con la expresión "En ninguna manera" Pablo se mantiene firme creyendo y manteniendo que Jesucristo es el verdadero Camino que lleva a la vida eterna, y no el cumplimiento de la Ley de Moisés, en lo cual basaban su esperanza de salvación los judíos. Es cierto que en cuanto a las leyes ceremoniales, los judíos cristianos (como Pedro y Pablo) se estaban comportando tal como lo hacían los gentiles (al no respetar dichas leyes), pero eso no significa que por ello fueran más pecadores que antes, sino por el contrario, habían hallado la verdadera revelación del evangelio y ahora estaban seguros que solamente en Cristo se encuentra la salvación. Es verdad que el evangelio de Jesucristo ya no obligaba a ningún judío a guardar rigurosamente las leyes judías, pero eso no hacía más pecadores a los judíos, sino que simplemente agradar a Dios no se basaba en respetar dichas leyes; ahora para agradar a Dios y estar en paz con Él solamente se tenía aceptar por fe el regalo de la salvación que Dios ofrece por gracia mediante el sacrificio de Jesucristo en la cruz a todo aquel que cree (Juan 3:16), incluyendo sin distinción alguna tanto a judíos como a gentiles.

(2:18)

Pablo afirma que no dará marcha atrás en su doctrina y confirma que está totalmente seguro que predica lo que es verdadero y no cambiará de parecer. Pablo no volvería nunca más a poner su confianza de salvación en la Ley de Moisés, pues se había dado cuenta gracias a la revelación de Jesucristo, que la Ley de Moisés solamente hace ver a la persona sus pecados, pero nunca es capaz de perdonar los pecados de nadie ni de salvar a las personas.

"las cosas que destruí" se trata de la Ley de Moisés y de la confianza en que ésta podría salvar a las personas.

La Biblia al Día traduce este versículo así: "Peco si me pongo a enseñar que uno se salva por guardar la ley judía, después de haber combatido tal doctrina." Pero como ya se dijo, Pablo estaba completamente seguro de lo que predicaba y nunca volvería atrás ni dudaría de la revelación que Jesucristo mismo le hizo del verdadero y único evangelio.

(2:19)

El argumento de Pablo es que "somos muertos para la Ley a través de la misma Ley", lo cual significa que la Ley de Moisés puso al descubierto el pecado y no hubo para el pecador forma alguna de defenderse ante la realidad de su culpa, por lo que la humanidad entera es declarada como pecadora y se sufre como consecuencia la muerte (Romanos 3:23). Pablo expone entonces que la Ley condenó a todas las personas (judíos y gentiles) y que legalmente, toda persona se encuentra muerta ante la Ley por haber infringido a ésta. Ahora bien, ¿ante quién están muertos los pecadores? Sabiendo que fue la Ley la que condenó al pecador, en consecuencia éste se encuentra muerto ante la Ley. A pesar de ello, el pecador tiene la oportunidad de estar vivo ante Dios, pues la parte final del versículo dice: "a fin de vivir para Dios". Esto significa que mediante la Ley se encuentra la condenación (por las transgresiones de todo ser humano a la Ley de Moisés) y mediante Jesucristo se encuentra la salvación (porque Él llevó los pecados de los hombres en la cruz y ofrece la vida eterna por Su gracia).

Pablo tuvo conciencia del pecado por la Ley, pero ésta no le dio poder alguno para vencerlo. De ahí que desistiera de buscar en la Ley un medio para ser aceptado por Dios. Así, Pablo abandona la Ley de Moisés y es librado del poder de esclavitud de ésta a causa de la Ley misma, porque no la pudo cumplir y por ello se declara "muerto para la ley" o vencido por ella al no poder cumplirla. Eso dio origen a que Pablo encontrara en Jesucristo una respuesta y solución poderosa a su necesidad del perdón de los pecados, y eso le hizo capaz de "vivir para con Dios" o ser verdaderamente libre del pecado y salvo por la fe en Jesucristo que le proporciona la gracia y el perdón de todos los pecados. Paradójicamente fue "la Ley la que alejó a Pablo de la Ley", lo que es igual a decir que "la Ley llevó a Pablo a Cristo". A manera de ilustración, es como si un vendedor (La Ley) dijera: "Mi producto (cumplir la Ley de Moisés) no es bueno (demasiados rituales) y es imposible de comprar (nadie puede cumplir perfectamente toda la Ley), mejor busca a aquella persona (Jesucristo) que te da el producto que necesitas (la salvación y el perdón de los pecados), de mejor calidad que el que yo mismo te ofrezco (es una salvación plena y completa que borra los pecados de una vez por todas y no solamente los cubre temporalmente como lo hace la Ley, según Hebreos 10:1-18), y por si fuera poco, te lo da completamente gratis (solamente teniendo fe en Jesucristo, creyendo y aceptando el regalo que Él ofrece)".

(2:20)

El apóstol declara que su vida le pertenece a Dios. Estar juntamente crucificado con Cristo significa morir al pecado, y morir al pecado quiere decir ya no ser esclavos del pecado y vivir por tanto en la libertad de la gracia de Jesucristo. El pecado ya no se enseñorea del que ha aceptado morir al pecado y tener vida nueva en Jesucristo. Estar crucificados con Cristo y muertos al pecado no significa ser insensibles a las tentaciones, pues es algo con lo que día a día se tiene que batallar, pero sí significa que se goza de la plena gracia y perdón de Jesucristo que produce como fruto una vida agradable a Dios ya no por temor al castigo y a la condenación sino por amor al Salvador. La vida del cristiano llega a ser posesión o pertenencia de Jesucristo y por eso dice Pablo: "ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". Por el sacrificio en la cruz, Jesucristo se hace Dueño, Rey, Señor, Salvador y Abogado de los creyentes, lo cual significa que cualquier acusación que haya en contra del cristiano, se convierte automáticamente en una acusación en contra de Jesús; pero en base a que Jesucristo pagó el precio y venció la muerte y el pecado al morir en la cruz y resucitar, el creyente es limpio y libre de cualquier acusación de pecado, lo cual garantiza la salvación y la vida eterna. Cristo a través de Su sacrificio compró a los pecadores que se arrepienten y depositan su fe en Dios, transformándolos en nuevas criaturas y haciéndose Señor y Gobernador de sus vidas. Es entonces que el apóstol dice que ya no es él quien vive independientemente sino que es Jesucristo quien vive en su persona, y aunque en el presente se siga viviendo en la carne o en este cuerpo físico (corruptible, vulnerable a las tentaciones y al pecado así como a cometer errores), se vive en la fe del Hijo de Dios, con la firme convicción que Él ya canceló la totalidad de la deuda que había a causa de los pecados, mediante Su sacrificio en la cruz. Así, aunque el creyente todavía viva en la carne (cuerpo físico) expuesto a las tentaciones, se sabe por la fe que Jesucristo ha pagado ya totalmente la deuda que tenía el pecador que ha pasado a ser creyente e hijo de Dios (Juan 1:12).

La Ley, al condenar a las personas, las declara muertas. Es entonces cuando Jesús llega al rescate y se pone en la posición o en el lugar de los pecadores, lo cual significa que Jesucristo literalmente tomó la posición de hombre pecador de manera que ante la Ley, se presentó como si Él mismo hubiera cometido los pecados que cometió la humanidad (cada pecador). Debido a que la Ley condenó al hombre a muerte y Jesucristo se puso en lugar del hombre, ¡ahora era Jesucristo quien estaba condenado a muerte! De acuerdo a la Ley, Jesucristo estaba ahora sentenciado a muerte.

Respecto a la expresión "Con Cristo estoy juntamente crucificado" primero es necesario recordar que Jesucristo murió en lugar de los pecadores o en representación de éstos ante la Ley, y no lo hizo porque Él hubiera cometido pecado (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15). Jesús se puso en el lugar que le correspondía a cada pecador y pagó la deuda que cada persona debía (los que se arrepienten y tienen fe en Cristo). Eso significa que Jesús murió a nombre de cada pecador. Era el hombre pecador el que merecía sufrir la muerte de cruz, pero Jesús lo hizo en lugar del hombre y por ello, habiendo muerto en representación de los pecadores, Jesús toma posesión de la vida del que le acepta y luego éste puede afirmar como lo hace Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado", siendo por ello muertos para la Ley pero vivos para con Dios. Este versículo presenta la unión plena e íntima que existe entre el creyente y Jesucristo.

(2:21)

Finalmente Pablo reitera su elección: "No desecho la gracia de Dios". La seguridad del apóstol es igualmente firme a lo largo de toda la carta y en ningún momento se muestra duda de su parte. Las convicciones de Pablo eran tan firmes y fuertes que aunque todos pensaran diferente, él nunca cambiaría la forma de ver las cosas porque estaba completamente seguro que la doctrina que predicaba era la que Jesucristo le había revelado directamente.

El argumento final con el que Pablo concluye el relato de cuando reprende a Pedro en Antioquía es: "si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo." Con eso queda claro que la justicia no se puede alcanzar por la Ley, sino a través de Jesucristo. ¿Acaso Cristo vino a morir por placer? ¿Habría sufrido tanto Jesús si los pecadores hubiesen podido haberse salvador sin necesidad de Su muerte? ¿No sería un acto masoquista venir a morir de una forma tan cruel en vano? ¿Fue todo simplemente para dar un ejemplo de amor o de moral, sin que existiera una verdadera necesidad espiritual de parte de la humanidad? ¿Tendría esto sentido? La respuesta es evidente. Jesucristo vino a morir en la cruz porque no había otra forma mediante la cual el hombre se pudiera salvar. La Ley de Moisés siempre fue incapaz de salvar a los pecadores. ¡Jesús no murió en vano!

CAPÍTULO II

SALVACIÓN POR GRACIA Y JUSTIFICACIÓN POR FE (GÁLATAS 3-4)

El Espíritu Santo se recibe por la fe y no por sujetarse a la Ley (Gálatas 3:1-5)

(3:1)

Pablo desaprueba la actitud de los gálatas y la cataloga como una insensatez. El apóstol manifiesta una expresión de sorpresa ante docilidad de los gálatas para creer al engaño. Otras versiones traducen la primera parte del versículo como "Gálatas tontos", "Gálatas torpes" o "Gálatas estúpidos", resaltando la insensatez de los gálatas al dejarse engañar por los judaizantes.

La palabra "fascinó" es traducida en otras versiones como "hechizó" o "hipnotizó". El enfoque es que todo se trataba de una mentira y un engaño para las iglesias de Galacia, pues les estaban presentando un evangelio totalmente diferente y equivocado al decirles que si no se circuncidaban no se podrían salvar. Los judaizantes estaban actuando como hechiceros malvados al distraer la atención de sus víctimas, llevándoles de la cruz a la Ley. Los estaban engañando pero Pablo no solamente culpaba a estos engañadores, sino también estaba impresionado y reprobó a los gálatas al dejarse engañar de esa manera, ya que luego de haber conocido el evangelio de Jesucristo de la forma en la que les fue predicado, ellos tenían que haberse mantenido firmes en la fe. Los gálatas no tenían excusa porque Pablo ya les había explicado claramente el significado de la cruz.

Este engaño no consiste en una simple mentira, sino que lleva la profundidad y raíz de los propósitos oscuros de Satanás, ya que este engaño llevaba consigo consecuencias trascendentales. Se aplica muy bien hablar de esto como un hechizo, hipnosis o embrujamiento de parte de los judaizantes en contra de las iglesias de Galacia, ya que denotan una acción netamente diabólica ocupada para fines ocultos y maléficos.

"a vosotros ante cuyos ojos" se refiere a que a los Gálatas se les expuso con toda claridad en evangelio de Jesucristo. El mensaje les había sido presentado tan claramente que no debía haber lugar a dudas.

"Jesucristo crucificado" se refiere al evangelio de Jesucristo que ofrece la salvación y una vida nueva a través del sacrificio que Él hizo en la cruz y de su victoria con la resurrección. 1 Corintios 1:23 hace referencia al evangelio de "Cristo crucificado": "pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura, mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios."

El problema era grave: habían conocido que la salvación solamente puede ser encontrada en Jesucristo mediante Su muerte y resurrección, y sin embargo habían sido engañados al grado de pensar nuevamente que para alcanzar la vida eterna se requería necesariamente el cumplimiento de la Ley. Este engaño era de dimensiones inimaginables (pues era despreciar el sacrificio de Cristo o tomarlo como algo innecesario) y era al mismo tiempo catastróficamente destructible.

(3:2)

A través de una pregunta Pablo presenta un argumento. "Esto solo quiero saber de vosotros" es una frase con la cual el apóstol les está diciendo a los gálatas: "Les haré una pregunta sencilla para presentar mi argumento, y verán en el grave error y terrible engaño que han caído".

Era muy claro y completamente cierto para las iglesias de Galacia el hecho que ellos no habían recibido el Espíritu Santo por haber obedecido la Ley de Moisés y por haber hecho esfuerzos humanos que fueran capaces de acercarlos a Dios o de hacer que el Espíritu Santo llenara sus vidas, pues ellos bien sabían que el Espíritu Santo se recibe al escuchar la predicación del verdadero evangelio de salvación en Jesucristo, y creer en Jesús a través de la fe. El Espíritu Santo es la promesa de Jesús para todos sus seguidores y se recibe por la gracia y misericordia de Dios y no porque nadie se lo merezca. Es un privilegio exclusivo para aquellos que aman a Jesucristo y le aceptan como Señor, Salvador y Dueño de sus vidas (Efesios 1:13).

(3:3)

"¿Tan necios sois?" es traducido por La Biblia Latinoamericana como "Tan estúpidos son" y la Biblia al Día lo traduce como "¿se han vuelto locos?" Lo que estaban haciendo las iglesias de Galacia al creer a los judaizantes era dejarlo todo por nada. La actitud de estas iglesias parece una locura y es una acción insensata. Era un engaño en contra de los gálatas, que inicialmente habían creído que la salvación solamente podía ser obtenida mediante Cristo Jesús pero luego estaban dudando y en peligro de cambiar totalmente sus convicciones y su fe. Pablo sigue sorprendido de la insensatez de los gálatas al dejarse engañar.

Según el versículo 2, los gálatas recibieron el Espíritu Santo por el oír con fe. Significa que la nueva vida en Cristo, con el Espíritu Santo morando en el interior del creyente (1 Corintios 3:16), comenzó al recibir el Espíritu Santo, luego de entregarle la vida y el corazón a Jesús con fe, gracias a la predicación del evangelio y a haber escuchado con fe (Romanos 10:17). La nueva vida en Cristo no comenzó a través de la Ley ni de su cumplimiento, por tanto era una insensatez el no darse cuenta que comenzaron una nueva vida por la gracia de Cristo y luego de la entrada del Espíritu de Dios a sus vidas; ahora pretendían continuar la obra que el Espíritu Santo había comenzado en sus vidas, por sus propios méritos, medios y esfuerzos (obedeciendo la Ley de Moisés). Si no pudieron comenzar una nueva vida libre del pecado mediante la Ley, no tenía caso pensar que deberían continuar por la carne o esfuerzo propio para vencer el pecado.

La vida nueva comienza cuando con Jesucristo cuando el Espíritu Santo entra a morar en el interior del creyente. Es imposible que la continuación de eso sean los méritos o esfuerzos humanos para cumplir la Ley. Los gálatas tenían que comprender que la nueva vida que Dios da comienza por la gracia de Dios y por ello ha de seguir siempre siendo de la misma manera: por la gracia de Dios, y nunca por cumplir la Ley ni por merecer algo a través de méritos propios.

(3:4)

El verbo pavscw usado en este versículo puede traducirse como "padecer, sufrir o experimentar". Existen dos posiciones respecto al significado de este verbo en el contexto de lo que Pablo quería decir a los gálatas:

La primera posición es que "padecisteis" en este versículo tiene el significado general de "experimentasteis" y de esta forma, es una referencia a las poderosas manifestaciones del Espíritu Santo en los creyentes de las iglesias de Galacia, comenzando por el milagro de la salvación y continuando por cada una de las manifestaciones y la obra realizada por el Espíritu Santo en las vidas de los creyentes de las iglesias de Galacia. Esta posición puede apoyarse también en las "maravillas" de las que habla el versículo 5.

La segunda posición y la que parece ser la más aceptada y que refleja el significado exacto de la palabra "padecer" es que el versículo se refiere en su sentido literal a "padecer o sufrir", o en todo caso "experimentar sufrimientos" o "experimentar padecimientos". Estos padecimientos o sufrimientos serían tales como los que menciona Pablo en Filipenses 1:29, donde se usa precisamente la misma palabra pavscw con el significado de "padecer". Resulta lógico pensar que se trata de sufrimientos o padecimientos si se toma en cuenta que en la época en la que Pablo escribe esta carta los cristianos eran perseguidos y los judíos odiaban por predicar en contra de su religión y porque también muchos judíos habían abandonando su religión para hacerse cristianos. Simplemente al estudiar los viajes misioneros de Pablo es fácil darse cuenta que la persecución y el odio hacia los cristianos era grande, y que ser cristiano y predicar abiertamente el evangelio de la gracia de Jesucristo representaba estar dispuesto a ser menospreciado, perseguido e incluso podía significar la muerte. Los gálatas habían decidido seguir a Jesús, aceptándolo como el único Camino para llegar al Padre o para salvarse, pero como se sabe, luego habían sido influenciados por los judaizantes para regresar a la Ley, lo cual les llevaría a dejar de creer que Cristo es el único que puede realmente darles el perdón de sus pecados. Se deduce entonces por la pregunta formulada por Pablo en este versículo, que los gálatas habían padecido y sufrido por causa del evangelio, y Pablo les dice que si vuelven a creer que obedecer la Ley es el fundamento para salvarse, habrían padecido como cristianos en vano si la salvación fuera por obedecer la Ley, es decir que no hubiesen necesitado padecer y luego cambiar de opinión (puesto que si hubiesen estado siempre en las creencias judías, no hubieran tenido sufrimientos ni persecución). En otras palabras, los gálatas se estaban contradiciendo a sí mismos si regresaban a la Ley, botando todo lo que habían sufrido y dando un retroceso gigante, como si estuvieran diciendo con su actitud que no fue buena idea haber sido cristianos porque fue padecer en vano (suponiendo que la Ley de Moisés fuera el método de Dios para salvar a los hombres, lo cual se sabe que no es cierto). La expresión "si es que realmente fue en vano" da a conocer que Pablo no estaba afirmando terminantemente que todo el padecimiento de los gálatas por causa del evangelio fue realmente en vano; mas bien hace ver que de acuerdo a la actitud que tenían los gálatas (según lo que hacían de escuchar a los judaizantes para volver a la Ley de Moisés), daba la impresión que todo había sido en vano (ser cristianos y haber sufrido por ello algún tipo de persecución o maltrato). Se encuentra la palabra condicional "si", o sea que Pablo no afirma definitivamente que todo fue en vano, sino que la actitud de los gálatas estaba dando esa impresión o hacía pensar eso. Desde luego que Pablo no desea en ningún momento que esto haya sido en vano, y es por ello que está argumentando vigorosamente el error grave en el que habían incurrido los gálatas al poner atención a los judaizantes y pensar que el cumplimiento de la Ley es indispensable para salvarse, cosa que al principio no creían porque habían recibido el pleno conocimiento del evangelio de Jesucristo, pero luego estaban siendo débiles y vulnerables en su doctrina y dejando que se infiltrara el engaño.

(3:5)

"Aquel" se refiere a Dios. La palabra "suministra" proviene del griego ejpicorhgevw que se traduce "suministrar, proveer o conceder". Significa suministrar plenamente o en abundancia, proveer generosamente lo que se necesita, cubrir los costos completamente. Indica una fuerte generosidad, grande y libre. Pablo reprende a los gálatas por retornar a los pobres elementos del legalismo judío, los cuales el apóstol contrasta con los abundantes excedentes de la provisión de Dios mediante Su gracia.

El poder de Dios se manifiesta en las vidas de los creyentes no por las buenas obras o ni por la obediencia a la Ley, sino por la gracia y la misericordia de Dios sobre las vidas de Sus hijos.

El Espíritu Santo no es una promesa para los que cumplen la Ley de Moisés o para los que intentan cumplirla, sino que la promesa del Espíritu Santo es sobre los creyentes, que son la iglesia. Con este argumento Pablo hace ver a los gálatas que la Ley de Moisés no es capaz de darles ningún beneficio en cuanto a su posición respecto a Dios, y que la única manera de obtener el perdón y la paz con Dios es mediante el sacrificio de Jesucristo y el evangelio de la gracia.

"por las obras de la ley" significa someterse nuevamente a la observación rigurosa y respeto a la ley de Moisés como esperanza de salvación.

 

Abraham, justificado por la fe (Gálatas 3:6-12)

(3:6)

Ningún judío ignoraba quién era Abraham, pues en la mente de los judíos este es un personaje no menos popular que Moisés. Es por ello que cuando Pablo trae a memoria a Abraham, cualquier judío sabía de quién estaba hablando y llamaba su atención, siendo por ello un argumento poderoso y contundente el que Pablo trae al explicar cómo funcionó la fe de Abraham y de qué manera obtuvo la salvación y las promesas que Dios le hizo. Citar a Abraham como ejemplo no fue entonces un personaje que Pablo escogió al azar, sino que lo hace tomando en cuenta el significado que tenía Abraham para los judíos.

Loa judíos consideraban a Abraham como su padre y la fuente de todas las bendiciones espirituales que recibían. Creían que el mero hecho de ser descendientes de Abraham los justificaba ante Dios. Pablo expone que Abraham agradaba a Dios por la fe y no por las obras de la Ley, ya que la Ley ni siquiera existía en tiempos de Abraham. Pablo insiste en ello agregando que los herederos de las bendiciones son aquellos que viven de acuerdo al principio de la fe.

El Nuevo Testamento nunca contradice lo ya dicho en el Antiguo Testamento. El evangelio de Jesucristo no significó nunca que Dios se retractaba de Sus pactos del Antiguo Testamento y que cambiaba de opinión para dar otra forma diferente de encontrar la salvación, ¡eso nunca fue así! Dios tenía trazado el plan de lo que haría desde antes de la fundación del mundo. Además, al estudiar bien el Antiguo Testamento y compararlo con el Nuevo Testamento se puede ver que cada una de las promesas se ha cumplido, y que aun faltan más por cumplirse. Un ejemplo de ello es precisamente Abraham, pues Pablo explica muy bien la manera en la que las promesas a Abraham se cumplieron y la forma en la que el patriarca tuvo fe y eso se le contó como justicia. Un error común es pensar que Jesucristo hizo desaparecer la Ley de Moisés de la noche a la mañana y que destruyó la Ley simplemente porque no funcionaba. Eso no fue así de ningún modo. La Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) tiene una armonía perfecta. Jesús no vino a quebrantar la Ley de Moisés, sino que vino a cumplirla (cosa que ningún ser humano pudo hacer, sino solamente Jesucristo). El evangelio de Jesucristo no es una contradicción a la Ley de Moisés, pues fue Dios quien dio tanto la Ley de Moisés como el evangelio de Jesucristo. Debe entenderse que la Ley de Moisés no es mala, sino los seres humanos deben catalogarse como los malos. Al estudiar la Ley de Moisés, cualquiera puede darse cuenta que nunca habla de hacerle mal al prójimo ni de ofender a los demás ni mucho menos a Dios. Sin embargo sí habla duramente en contra del pecado y determina juicio y castigo sobre los pecadores. Pero si una persona realmente obedeciera la Ley de Moisés, ésta nada malo le traería, debido a que en sí misma la Ley no es mala. El problema fue que la Ley fue ineficiente en cuanto a la salvación de las personas porque no era capaz de salvar a nadie por el mismo pecado de la raza humana. Jesús no vino a contradecir lo dicho en el Antiguo Testamento, por ello fue el mismo Jesús el que dijo las siguientes palabras en Mateo 5:17: "No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir." El imperativo negativo indica que alguna gente, perturbada por las enseñanzas de Jesús, lo acusó de estar abrogando la ley y los profetas. Sin embargo, el Señor vino a cumplir el Antiguo Testamento, en el sentido de completar su parcial revelación, al realizar sus predicciones mesiánicas y ofrecer la verdadera interpretación de sus preceptos morales. De la misma forma, cuando Pablo explica que tanto judíos como gentiles se justifican por la fe y no por la Ley del Antiguo Testamento, luego dice en Romanos 3:31: "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley." Lo que Dios dijo en el Antiguo Testamento no fue abolido por el evangelio de Cristo. Por el contrario, todo el plan de salvación, incluyendo a Cristo obedeciendo la Ley por cada persona, y dando Su vida para pagar las transgresiones de los hombres, muestra que todo lo dicho en el Antiguo Testamento es eternamente válido, pero fue cumplido por Jesucristo y es por ello que los hombres ya no son esclavos de la Ley, sino libres en Cristo al creer en Él y recibir el regalo de Su gracia.

Los judíos conocían perfectamente la historia de Abraham, pero todavía tenían una venda que no les permitía comprender el significado de la fe de Abraham y la relación profética del patriarca con Jesucristo.

Pablo basa su argumento en Génesis 15:6, es decir que en Gálatas 2:6 se está citando el pasaje de Génesis 15:6, que dice: "Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia". La palabra "contado", según Strong #2803 es la palabra "chashab", que significa pensar, reconocer, juntar, calcular, imaginar, imputar, tomar cuenta de; juntar los pensamientos propios, hacer juicio, aconsejar, planificar, producir algo en la mente, inventar. Este verbo normalmente equivale al español "pensar", pero también transmite el sentido del verbo "contar". "Chashab" es la relación de una gran cantidad de elementos que permiten obtener una conclusión basada en un amplio panorama. En este versículo de Génesis 15:6, lo que se dice es que Dios evaluó todo lo que significaba la fe de Abraham, y al analizarlo determinó que igualaba a la justicia.

Una explicación completa de Gálatas 3:6 (y por lo tanto de Génesis 15:6 se encuentra en todo el capítulo 4 de Romanos. Específicamente en Romanos 4:3 se cita el versículo que se está analizando: "Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia." La palabra "contado" usada en Romanos 4:3 (escrito por Pablo) tiene que tener el mismo significado que la palabra "contado" usada en Génesis 15:6 (escrito por Moisés) porque Pablo escribe haciendo referencia a lo que escribió Moisés. Sin embargo, según Strong #3049, "le fue contado" proviene de la palabra "logidzomai", que quiere decir numéricamente contar, computar, calcular, sumar. Metafóricamente, considerar, reconocer, razonar, juzgar, evaluar, valorar. "Logidzomai" concluye un pensamiento, juzga los asuntos, saca conclusiones lógicas, decide resultados, y pone cada acción en una posición de débito o crédito.

La mejor forma de entender Gálatas 3:6 y Génesis 15:6 es leyendo y estudiando todo el capítulo 4 de Romanos, pues ahí Pablo explica en detalle el significado de la fe de Abraham que se le contó por justicia. Resumiendo brevemente el argumento de Pablo en Romanos 4, se puede observar que Abraham no fue justificado ante Dios por sus obras. Si Abraham hubiese hecho buenas obras, podría haber impresionado a sus contemporáneos y a las personas que supieran de su buen proceder, pero nunca habría impresionado a Dios o alcanzado el favor de la justificación por sus buenas obras. La justificación de Abraham vino por la fe y se manifestó como gracia o como don inmerecido, ya que Abraham no se justificó por sus obras, por lo tanto todo fue un regalo o un favor que Dios le concedió por Su gracia y misericordia. En esto se observa que Dios no hizo distinción alguna de raza, pues en esa fecha no se hablaba todavía de la distinción entre judíos y gentiles, ni de circuncisos e incircuncisos, ya que Abraham fue el padre de los judíos y en el momento en el que Dios establece su pacto con Abraham, ni siquiera existía Moisés ni mucho menos la Ley escrita por Moisés (quien fue un descendiente de Abraham). Así, se puede ver que la promesa de Dios a Abraham no está limitada por las demandas de la Ley de Moisés, pues la fe de Abraham fue antes que apareciera dicha Ley. Abraham primero tuvo fe y luego recibió la a circuncisión, de modo que la circuncisión fue solamente una señal o sello de la justicia que recibió primeramente a través de la fe. La circuncisión no fue lo que le proporcionó la salvación a Abraham, sino que fue la fe. De esa forma Abraham fue el padre de todos los circuncidados (los judíos) pero debía ser siempre recordado por esa fe en Dios que le trajo la justicia. Luego todos los judíos (hijos de Abraham o descendencia de éste) que nacieran durante el periodo de la Ley y antes que viniera Jesucristo, se habrían de circuncidar como una señal o sello de la justicia recibida por la fe. Nótese que el enfoque de todo esto no es la circuncisión sino la fe. La fe fue la esencia de la justificación, mientras que la circuncisión fue solamente una señal que identificaría a los hijos de Abraham, o sea a aquellos que habrían de tener la misma fe que tuvo su padre Abraham. El problema fue que los judíos llegaron a ver la circuncisión y la Ley de Moisés como un todo, cuando en realidad debían verlo como una parte (algo incompleto) del plan de salvación que Dios tenía para la humanidad. Dios utilizó la Ley como un espejo para que los hombres vieran sus imperfecciones y que así buscaran la salvación en Jesucristo, es decir que Dios de antemano sabía que los humanos eran una raza pecadora y caída y que no habría nadie capaz de obedecer plenamente la Ley, y por eso Dios da la salida, ofreciendo a Jesucristo Su Hijo como el sacrificio perfecto para el perdón de los pecados de toda la humanidad. Cuando Dios le prometió a Abraham que tendría una descendencia tan grande como las estrellas de los cielos y como la arena del mar (Génesis 15:5; 22:17), fue por la fe que Abraham creyó que eso sería cierto (a pesar que su esposa era estéril y ambos eran viejos), y en eso no tuvo ninguna intervención la Ley de Moisés, que ni siquiera existía. Abraham recibió la justificación de parte de Dios por su fe y no por las obras de la Ley ni por ningún mérito propio. La salvación nunca ha sido por obedecer la Ley. En sentido físico, los hijos de Abraham son los de su linaje o sus descendientes y que llevan su sangre. Pero en sentido espiritual, los hijos de Abraham son todos aquellos que siguen su ejemplo de fe, creyendo plenamente en las promesas de Dios. Eso significa que los cristianos (judíos o gentiles), son hijos de Abraham por tener la misma plenitud de fe en Dios que tuvo igualmente Abraham, quien es conocido como "el padre de la fe". En conclusión, Romanos 4 explica perfectamente que la salvación viene por la gracia de Dios y que la justificación siempre ha sido por la fe y nunca por obedecer la Ley ni por ninguna obra humana que el hombre sea capaz de hacer.

(3:7)

Tal como se explicaba en el comentario al versículo anterior, los hijos de Abraham no son solamente aquellos que descienden físicamente de Abraham. En sentido espiritual, los descendientes de Abraham son los que manifiestan la misma fe en Dios que Abraham tuvo. En ese sentido, no tiene ninguna ventaja ser descendiente de Abraham físicamente o ser judío, pues la fe es una posibilidad al alcance de todos (judíos o gentiles) y es algo que cualquier persona puede tener solamente con creer plenamente en Dios y en todas Sus promesas. La justificación y salvación es dada a los que son hijos de Abraham espiritualmente (a los que tienen la fe que tuvo Abraham), y no es otorgada por ser de raza judía ni por obedecer la Ley de Moisés. El orgullo religioso que los judíos llegaron a tener por ser descendientes (físicamente) de Abraham fue desaprobado por Jesucristo, pues tal como lo explica Pablo en sus cartas, los verdaderos hijos de Abraham son los que imitan la fe que el patriarca tuvo. Jesús reprendió la actitud de orgullo religioso en la que habían caído los judíos (que en realidad estaban engañados porque Dios ofrece a través de la fe en Jesucristo la salvación a todos los seres humanos por igual). Jesús dijo las siguientes palabras: "y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras." (Mateo 3:9). Ser descendientes físicos de Abraham no representa ninguna ventaja para los judíos, si no tienen fe en las promesas de Dios (en Jesucristo, en Enviado de Dios). Cualquier persona puede tener fe en Dios y en sus promesas y por tanto ser hijo de Abraham en sentido espiritual. Todo creyente o cristiano es hijo de Abraham por el hecho de haber tenido fe y haber creído a Dios y a cada una de Sus promesas. Los creyentes son hijos de Dios por haber creído en Jesucristo y en Su sacrificio en la cruz para el perdón de la humanidad, que es la promesa que desde el Antiguo Testamento se venía dando repetidamente, ya que Jesucristo aparece profetizado muchísimas veces a lo largo del Antiguo Testamento (Génesis 3:15; 12:3; 17:19; 18:18; 49:10; Éxodo 12:46; Números 24:17; Deuteronomio 18:15; Salmos 16:10; 22:6-8,16-18; 27:12; 34:20; 41:9; 64:9; 68:18; 69:21; 110:4; 109:3-5; Isaías 7:14; 9:1-2,7; 11:2; 50:6; 52:13-53:12; Daniel 9:25; Oseas 11:1; Miqueas 5:2; Zacarías 9:9; 11:12-13; 12:10).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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