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Comentario de Gálatas (página 5)

Enviado por jaimemontoya


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Someterse a la Ley sería volver a la esclavitud (Gálatas 4:8-11)

(4:8)

"en otro tiempo" significa "antes de conocer a Dios" o "antes de hacerse cristianos". "servías a los que por naturaleza no son dioses" revela la procedencia de idolatría de las iglesias de Galacia, teniendo que cuenta que antes de convertirse al cristianismo eran gentiles y por lo tanto no practicaban el judaísmo ni obedecían a la Ley de Moisés, sino que eran idólatras (politeístas) o paganos. La idolatría es un engaño, ya que se trata de "dioses" que no tienen ningún poder para ayudar o perjudicar las acciones de los hombres, sino que son simples concepciones e ideas erróneas de los idólatras. Con esto Pablo les dice: "Ustedes eran esclavos de dioses tan falsos que ni siquiera existen". En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías habló fuertemente en contra de la idolatría, considerándola como una terrible insensatez (Isaías 44:9-20).

(4:9)

Más que haber llegado a conocer a Dios por decisión propia de la cual una persona pueda llegar a vanagloriarse, el creyente debe reconocer que fue la gracia y la misericordia de Dios la que hizo posible la salvación del cristiano. Fue Dios quien puso Su mirada en el pecador incluso antes que éste hubiera nacido, por lo que Él fue quien tuvo misericordia y no puede el pecador vanagloriarse por haber elegido seguir a Cristo, ya que todo ha sido a favor únicamente por la gracia y por la misericordia de Dios, quien llamó a los pecadores de las tinieblas a la luz de Cristo (1 Pedro 2:9). Claramente Jesús habló de esa elección divina de la cual el hombre no se pude vanagloriar, y aunque en los versículos que se citarán a continuación Jesús habla específicamente a Sus discípulos (y de la elección de ellos), igualmente se aplica para todo creyente el hecho que es Dios quien por Su gracia y misericordia rescató o redimió al pecador para darle la justificación y por tanto la vida eterna. Los pasajes bíblicos que relatan esta elección de Jesús son Juan 15:16,19. También en el Antiguo Testamento se puede ver la manera en la que Dios llamó al profeta Isaías incluso antes que éste naciera (Isaías 49:1). "Ser conocidos por Dios" es pertenecerle a Él o ser Sus hijos.

Cuando en Mateo 7:23 Jesús dice: "Nunca os conocí", significa "nunca me pertenecieron" o "nunca fueron míos", revelando que no existía ningún tipo de relación ni amistad entre Jesús y ellos, y que por lo tanto se encontraban fuera de la misericordia de Dios y condenados. Dios ya tenía el plan de salvación para Sus hijos y también ya sabía quiénes se salvarían (pues Dios todo lo sabe, incluyendo el futuro). Romanos 8:29 habla de los que Dios "antes conoció", utilizando en este caso la palabra griega proginwvskw, cuyo significado es "conocer de antemano" o "elegir desde antes". En Romanos 8:29 aparecen precisamente dos palabras importantes: "conoció" y "predestinó". Se debe tener cuidado al interpretar la palabra griega prorivzw, que significa "predeterminar" o "predestinar", pues nunca se debe considerar que Dios es injusto por el hecho de "predestinar" a las personas. La palabra prorivzw ("predestinar") aparece seis veces en el Nuevo Testamento: Hechos 4:28; Romanos 8:29,30; 1 Corintios 2:7; Efesios 1:5,11. En Hechos 4:28, la versión Reina-Valera 1960 traduce "determinado" en lugar de "predestinado" o "predeterminado"; sin embargo la palabra siempre tiene el mismo sentido. Lo que realmente quiere decir la palabra "predestinar" (predeterminar) en la Biblia es que Dios determina lo que sucederá, antes de que ocurra. La predeterminación y predestinación de Dios preceden a la historia entera.

Aunque la mente humana no lo logre comprender, debe reconocerse que la Biblia afirma repetidas veces que Dios determinó previamente todo lo que había de suceder. Esto es lo que se conoce como la doctrina del decreto divino. Nunca debe cometerse el error de considerar que Dios es injusto, porque al mismo tiempo que Dios determinó cada cosa que había de suceder (incluso la manifestación del pecado), igualmente la Biblia declara que Dios no es culpable por el pecado. Al mismo tiempo se debe tener en mente que el Creador en ningún momento es indiferente al pecado ni al sufrimiento, ya que Jesucristo mismo sufrió a causa de las consecuencias de la caída o de la llegada del pecado. Cualquier persona podría con razón pensar que Dios pudo haber evitado que el pecado llegara a manifestarse y a existir. Pero todo era parte de un propósito perfecto que desde la eternidad Dios ya había diseñado, y no es responsabilidad ni tarea del hombre dar respuesta a cuestiones que sólo Dios conoce a plenitud. La aparente contradicción se basa en que si Dios determinó todo lo que ha de suceder, incluyendo el pecado, la elección de los salvos y la destitución de los condenados, daría la impresión de un Dios injusto, poniendo al hombre en una posición como la de una máquina. Sin embargo, al mismo tiempo la Biblia revela que el hombre es culpable de sus acciones y que tiene libertad de elegir obedecer a Dios, o no hacerlo, siendo así el hombre culpable de su destino final. Evidentemente parecen dos posiciones opuestas y contradictorias, no entendibles por la razón humana. Debe reconocerse en todo tiempo que Dios no pierde Su atributo de justicia, a pesar de las aparentes contradicciones encontradas en este análisis.

En el capítulo 9 de Romanos, el apóstol Pablo explica este tema con argumentos contundentes, donde se exalta la justicia de Dios y Su soberanía. La responsabilidad del hombre en ningún momento se omite, siendo el pecador no redimido culpable y condenado con justicia. Ante este difícil tema, muchos han tratado de dar explicaciones que resulten lógicas o convenientes a la comprensión humana. Sin embargo, la prioridad no es satisfacer la lógica del hombre o el deseo de comprender las cosas satisfactoriamente. El propósito del estudio de este tema es aceptar y reconocer lo que Dios ha revelado al respecto. Como respuesta a quienes buscan encontrar respuestas que satisfagan su propia lógica, el Dr. John Dick afirma: "Aunque probáramos a nuestra absoluta satisfacción, como muchos lo han hecho, que los decretos de Dios no son absolutos, o que el hombre no es libre, todo lo que hemos ganado es, confirmar nuestras mentes en la creencia de una falsedad." El mismo Dr. John Dick concluye categóricamente sobre la doctrina del decreto divino, la predestinación y la culpabilidad del hombre, de esta manera:

"Aquí venimos a una cuestión que ha comprometido la atención y ejercitado la inventiva, y confundido la sabiduría de los hombres en todos los siglos. Si Dios ha preordenado todo cuanto ha de suceder, es necesaria toda la serie de eventos, y la libertad humana es quitada. Los hombres son instrumentos pasivos en las manos de su Hacedor; ellos no pueden hacer nada sino lo que secreta e irresistiblemente son influenciados a hacer; por tanto, ellos no son responsables de sus acciones; y Dios es el Autor del pecado. A esta objeción se replica, que el decreto divino es extrínseco a la mente humana; que no ejerce fuerza o influencia sobre nuestras facultades; y que, mientras asegura el futuro de los eventos, los deja para que sean ejecutados en el ejercicio de nuestra libertad. Mientras determina que algunas cosas habrían de suceder necesariamente, determina que otras cosas han de suceder libremente. Dios ha decretado, no sólo que los hombres actúen, pero que ellos lo hagan libremente, y en consonancia con su racional naturaleza. Él determina el acto, pero los hombres siendo agentes libres, era posible, con respecto a su libertad abstractamente considerada, que ellos pueden actuar de modo diferente. No obstante, cuando Ud. Ha reflexionado sobre esta respuesta, y la ha despojado de su forma técnica, Ud. Hallará que no vale nada. Únicamente dice, que, a despecho del decreto de Dios, el hombre retiene su libertad de acción, y por consiguiente, nos evade con una aseveración bajo el pretexto de darnos una explicación. Creyendo que todas las cosas están inmutablemente fijadas en los consejos divinos, queremos saber cómo la predestinación es consistente con la libertad. ¿Con qué propósito se nos dice que Dios ha decretado que algunas cosas sucederán necesariamente, y que otras, libremente? ¿Qué información nos da esta respuesta? ¿Cuál duda resuelve? La pregunta queda en pie, ¿Cómo pueden ser libres tales acciones que fueron fijadas de modo que no se puedan evadir?

Es un método más inteligible explicar el asunto por la doctrina, que hace consistir la libertad en el poder de acción de acuerdo con la inclinación predominante, o los motivos que aparecen más fuertes a la mente. Las acciones que son el efecto de la volición son libres. De cualquier manera que se produjera el estado de mente que hizo que la volición surgiera, la libertad del agente no es mayor ni menor. Es su voluntad sola la que ha de ser considerada, y no los medios por los que ha sido determinada. Si Dios preordenó ciertas acciones, y colocó a los hombres en tales circunstancias que las acciones se efectuaran de acuerdo con las leyes de lamente, no obstante los hombres son agentes morales, porque ellos actúan voluntariamente, y son responsables de los actos que ellos mismos han consentido hacer. La libertad no consiste en la libertad de acción, sino en la opción de actuar. La opción es determinada por algo en la mente misma, o por algo que desde afuera influencia a la mente; pero cualquiera que sea la causa, la opción hace la acción libre, y al agente responsable. Si se admite esta definición de libertad, Ud. verá que es posible reconciliar la libertad la libertad de la voluntad con los decretos absolutos; pero no tenemos que librarnos de cada dificultad. Esta teoría hace aparecer las acciones humanas tan necesarias como las mociones de la materia de acuerdo a las leyes de la gravitación y de la atracción; y el hombre aparece como una máquina, consciente de sus movimientos, y consintiéndolos, pero impelido por algo diferente de sí mismo.

Sobre un tema de tal naturaleza nadie debiera avergonzarse de reconocer su ignorancia. No se nos pide que reconciliemos los decretos divinos y la libertad humana. Es suficiente saber que Dios ha decretado todo lo que ha de suceder, y que los hombres son responsables por sus acciones. De estas dos verdades se nos afirma en las Escrituras, y la última es confirmada por el testimonio de la conciencia. Sentimos que somos libres, aunque no independientes de Dios; de modo que podemos excusarnos a nosotros mismos cuando hemos hecho nuestro deber, y acusarnos cuando lo hemos descuidado. No debiera existir en nuestras mentes sentimientos de aprobación y de reprobación referente a nuestra propia conducta o la de otros hombres, si creemos que los hombres son necesariamente agentes. Pero el lazo que conecta los decretos divinos y la libertad humana es invisible. "Tal conocimiento es demasiado maravilloso para nosotros; es sublime, no lo podemos alcanzar." Si todas las cosas en la religión fueran niveladas a la comprensión de la razón, no habría lugar para la fe. Es mejor creer humildemente, que razonar con presunción. Y todos estos razonamientos pueden llamarse presuntuosos, cuando conducen a negar la inmutabilidad de los consejos divinos, o de la libertad de la voluntad humana; que al hombre lo hace una máquina, y a Dios, el autor del pecado." –Lectures on Theology, p. 186.

El creyente ha llegado a conocer a Dios, y de forma sublime, ha llegado antes de eso a ser conocido por Dios.

Los débiles y pobres rudimentos que esclavizan son el sometimiento a la Ley como medio de salvación o de agradar a Dios, y el respeto de una serie de normas humanas con las cuales se pretende ser aceptos a Dios. Todo esto no era más que vana religiosidad, la cual únicamente produce esclavitud, y de ninguna forma conduce a Dios ni libera al hombre de sus culpas.

(4:10)

Todo esto es parte de los rudimentos del mundo mencionados en Gálatas 4:3. Existían doctrinas que incluían la prohibición de comer ciertos alimentos y la consideración de que algunos días del calendario tenían valor especial. Las prohibiciones alimentarias tenían orígenes judíos, basados en lo escrito por Moisés de los animales que debían comerse. Asimismo existían festivales religiosos en determinados días y periodos del calendario, los cuales se fueron aceptando, aun cuando no tenían ninguna base en el Antiguo Testamento.

(4:11)

El trabajo, esfuerzo y padecimientos del apóstol en la predicación del evangelio fue de grandes magnitudes. Esto incluyó muchos sufrimientos, tal como Pablo mismo lo relata en sus cartas. Pese a todo, la actitud de los gálatas no reflejaba que el trabajo de Pablo estuviera dando frutos. Muy por el contrario, ellos parecían haber olvidado todas las enseñanzas cristianas y se estaban comportando como si no hubieran recibido el evangelio de Jesucristo. Por supuesto que Pablo lamentaría que todo su esfuerzo no haya valido nada y que no se haya cumplido el objetivo. Pero más lamentable aun y la pérdida mayor sería que los gálatas terminaran lejos y apartados de Dios, buscando justificarse en cosas que son solamente un engaño.

Recuerdos y preocupaciones de Pablo (Gálatas 4:12-20)

(4:12)

En el momento en el que Pablo se encontraba escribiendo esta carta, es obvio que sus convicciones respecto a la Ley de Moisés eran completamente diferentes que como lo fueron antes de que el apóstol tuviera su encuentro con el Señor. Al pedir "que os hagáis como yo", se refiere a no seguir esclavos inútilmente de las leyes judías, pues Pablo gozaba de la liberad que Cristo le dio, no dependiendo más de una infructífera religiosidad que no hace nada por acercar al pecador a Dios. La expresión "porque yo también me hice como vosotros", se refiere a la condición en la que se encontraban inicialmente los gálatas antes de recibir el evangelio (como gentiles o paganos que ningún respeto tenían por la Ley de Moisés ni por ninguna tradición judía). Pablo se hizo como eran ellos antes en su condición de gentiles paganos, en el sentido de no guardar las leyes judías, pero ahora que los gálatas estaban cediendo ante el engaño y esclavitud de pensar que la Ley podría salvarles, Pablo les ruega con gran énfasis que vuelvan a ser como antes, cuando no consideraban las leyes judías como medio de salvación. Esta petición de Pablo puede reescribirse de esta manera: "Estoy tan libre de amarras a la ley judía como antes lo estaban ustedes, por tanto, háganse como yo."

Los cristianos de Galacia amaban a Pablo y Pablo los amaba a ellos. El recibimiento y trato que había recibido Pablo por parte de los gálatas había sido tan buena que el apóstol no tenía quejas en contra de ellos.

(4:13)

La primera vez que Pablo les predica el evangelio a los gálatas, se encontraba sufriendo de una enfermedad corporal. De acuerdo a la expresión de Pablo, se deduce que el apóstol enfermó y fue esa la razón por la cual estuvo y permaneció un tiempo prolongado en Galacia, aprovechando para predicarles la Palabra de Dios a los habitantes de aquella región, debido a la circunstancia de su enfermedad que le habría obligado a permanecer ahí por un tiempo. Obviamente esa enfermedad y cada cosa que le ocurría a Pablo ya estaba dentro de la voluntad y propósitos de Dios para que la Palabra fuera predicada, aun cuando la estancia de Pablo en Galacia aquella primera vez fue visto como algo casual. Cronológicamente la primera vez que Pablo les predica a los gálatas coincide con su primer viaje misionero, que fue cuando predicó la Palabra en varias ciudades del sur de Galacia, estableciendo iglesias ahí.

La pregunta inmediata que nace es: ¿qué tipo de enfermedad tenía Pablo? La respuesta a esta interrogante se analiza en el comentario que se hace de Gálatas 4:14.

(4:14)

"la prueba que tenía en mi cuerpo" se refiere claramente a una enfermedad física que estaba padeciendo el apóstol. Esta enfermedad pudo haber sido motivo de rechazo hacia Pablo; sin embargo, los gálatas no vieron en él una carga ni lo despreciaron por su padecimiento. Este problema representó una prueba tanto para Pablo como para los gálatas. Para el primero por tener que estar sufriendo una enfermedad, y para los segundos porque se requiere mucho amor para recibir y acoger a un visitante enfermo y de mal aspecto, que puede llegar a representar una carga para quienes le hospedan. Se percibe que la apariencia física de Pablo era muy mala y hasta despreciable o repugnante, debido a esta enfermedad.

La palabra "desechasteis" proviene del griego ekptuo (ejkptuvw), que significa literalmente "escupir", lo que algunos comentaristas toman como una referencia a la costumbre de escupir en dirección a un epiléptico, a fin de evadir la influencia del espíritu maligno que supuestamente le poseía. Sobre esta base sugieren que la enfermedad que Pablo padecía era la epilepsia. Pero esta palabra griega también tiene el significado de rechazar, rechazar con desprecio y aborrecer. Así, si se interpreta la expresión en un sentido de metáfora e ironía, no existe evidencia concluyente para afirmar que la enfermedad de Pablo era de epilepsia. Algunos afirman que la enfermedad de Pablo era visual, tomando como base Gálatas 4:15; 6:11). Sin embargo, puede decirse que no existe suficiente información para poder determinar la enfermedad de la que padecía Pablo, por lo cual lo dicho anteriormente son sólo dos posibilidades.

Pablo enfatiza no haber recibido ningún tipo de rechazo por parte de los gálatas en el momento de su enfermedad, sino muy por el contrario, el recibimiento, la hospitalidad y las atenciones fueron tan grandes que el apóstol llega a decir que el trato que le dieron fue como si un ángel de Dios o el mismo Jesús hubiera sido al que estaban atendiendo. Eso revela el amor profundo y sincero que el apóstol recibió por parte de los gálatas, aun en el momento de su enfermedad y a pesar de la incomodidad que hubiera podido representar para los gálatas recibir a un visitante enfermo.

(4:15)

Obviamente los cristianos de Galacia tenían una actitud completamente diferente hacia Pablo que la que habían mostrado la primera vez que éste los visitó, cuando lo habían recibido con un amor profundo, mucho gozo y sin ningún tipo de rechazo. Lamentablemente esa pasión había desaparecido, y Pablo reclama esta actitud completamente diferente hacia él, especialmente porque la raíz de esta disposición diferente era que los gálatas estaban siendo influenciados por los judaizantes, quienes además de predicarles una doctrina errónea, hablaban cosas malas (incluyendo muchas mentiras) en contra de Pablo, todo con el objetivo de hacer que los cristianos de Galacia llegaran a cambiar la sana doctrina por el engaño de regresar a la esclavitud a leyes y costumbres que no pueden salvar.

"os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos" puede ser sólo una ilustración para describir el amor tan grande de los gálatas hacia Pablo, cuando éstos le recibieron por primera vez. Sin embargo algunos toman esta declaración como argumento para suponer que la enfermedad de Pablo era de algún problema en sus ojos o de tipo visual. No hay suficiente evidencia para una declaración concluyente, aunque es una posibilidad respecto al tipo de enfermedad padecida por el apóstol.

(4:16)

Esta declaración es una clara desaprobación a la actitud tomada por los gálatas. Es a la vez un reclamo por el gran contraste entre la actitud de los gálatas la primera vez que Pablo los visita, y la actitud del momento presente en el que se les escribe esta carta.

Para los judaizantes, está claro que Pablo era completamente un enemigo, pues lo odiaban por predicar lo contrario a ellos y porque muchísimas personas habían dejado y seguían desertando del judaísmo por seguir el evangelio de Jesucristo, que era el que el apóstol predicaba. Si los cristianos de Galacia se ponían del lado de los judaizantes, terminarían considerando a Pablo como a un enemigo. Por ello el apóstol les dirige esta pregunta en forma de reclamo, y a la vez en forma irónica, al insinuarles que no había razón justificable para dicha actitud, pues por hacerles un bien al predicarles la verdad, lo estaban llegando a ver con una actitud de enemistad.

(4:17)

Pablo denuncia hipocresía en los judaizantes, quienes mostraban celo, amabilidad y gran interés en las convicciones y creencias de los cristianos de Galacia, pero era algo engañoso, pues lo que querían en realidad era apartarlos de Pablo generando enemistad, y que así se convirtieran también en judaizantes y lucharan juntamente para combatir a Pablo y a sus doctrinas. El objetivo primordial que estos engañadores era generar enemistad entre los gálatas y Pablo, mediante diversas y falsas acusaciones, para que de esa forma los gálatas se desligaran completamente de las doctrinas predicadas por el apóstol y que se arraigaran a las doctrinas del judaísmo. Esa era la estrategia engañosa utilizada por los judaizantes, separar a los gálatas de Pablo para que luego les escucharan a ellos con toda atención. Por ello las atenciones y celo mostrados por los judaizantes eran engañosos y tenían intenciones ocultas e incalculablemente perjudiciales.

(4:18)

Con estas palabras Pablo dirige una exhortación a los cristianos de Galacia, y lo hace en un tono de reclamo por el cambio de actitud que ahora tenían los gálatas, que contrasta completamente con la actitud que tenían hacia el apóstol en la primera visita que les hizo, precisamente en el primer viaje misionero de Pablo.

Aunque puede parecer que Pablo está criticando a los judaizantes e insinuando que ellos no han mostrado celo e interés por los gálatas en todo tiempo, en realidad lo que el apóstol hace es traer a la memoria de los cristianos de Galacia el celo, interés y amor que mostraron por él y por el evangelio durante el primer viaje misionero de Pablo. Ahora que éste estaba ausente, la actitud de los gálatas había cambiado por completo, y por ello el apóstol les escribe en este tono y con estas palabras.

(4:19)

La preocupación de Pablo por la situación y convicciones de los gálatas era tan grande, que hasta la llega a comparar con los dolores de parto de una mujer. Era así como se sentía Pablo y como se seguiría sintiendo hasta que viera a los gálatas firmes como cristianos fuertes y bien establecidos en sus convicciones. Esto muestra el profundo amor, interés y verdadero celo del apóstol Pablo por los cristianos de Galacia, que eran como sus hijos espirituales, pues él les había llevado el mensaje del evangelio por primera vez, durante su primer viaje misionero.

Pablo hace ver que Cristo no había sido todavía formado en los cristianos de Galacia. Esto muestra que los gálatas no habían alcanzado madurez espiritual y que sus convicciones cristianas necesitaban ser afirmadas. Todavía eran presa fácil de las corrientes doctrinales erróneas, y es esa la razón por la que Pablo les escribe esta carta.

La expresión "vuelvo a sufrir" revela que Pablo ya había sufrido esto antes. Eso se dio justamente cuando por primera vez les llevó el mensaje del evangelio a los gálatas. En aquel tiempo, sufrió espiritualmente esos dolores de parto al desear profundamente que los gálatas recibieran el mensaje de Jesucristo y que se convirtieran en cristianos fuertes y fructíferos para Dios. Los gálatas no habían logrado el crecimiento en la fe que ya deberían haber adquirido, y por ello Pablo sigue sufriendo, hasta que ellos realmente llegaran a mostrar una fe y creencias firmes y de acuerdo a la sana doctrina. Pablo anhelaba ver en los gálatas el reflejo y los frutos de Jesucristo viviendo en el interior de ellos, es decir que se reflejara su verdadera conversión mediante sus vidas y fe en el evangelio de Jesucristo; mientras esto no sucediera, Pablo "seguiría sufriendo los dolores de parto".

(4:20)

Se percibe una especie de frustración y hasta da la impresión de ansiedad o desesperación en Pablo, porque ante esta situación que le hacía estar perplejo, él deseaba estar frente a frente con los gálatas, para no tenerles que hablar tan duramente por medio de una carta, sino amorosamente hacerles entrar en razón con argumentos poderosos de lo que realmente enseña el evangelio de Jesucristo.

Alegoría de Sara y Agar (Gálatas 4:21-31)

(4:21)

Pablo continúa a partir de este versículo con la argumentación en contra del engaño de la doctrina de los judaizantes. Mediante las Escrituras, el apóstol prueba que la esclavitud de la Ley no lleva a ningún lado, sino que la libertad de la gracia es la que verdaderamente puede justificar al pecador ante Dios.

"los que queréis estar bajo la ley" se refiere a los judaizantes y a todos aquellos que cifran en la obediencia a la Ley de Moisés, sus esperanzas de salvación y de justificación delante de Dios.

El método de argumentación de Pablo es contundente y ridiculiza a aquellos que pretendían obedecer la Ley, porque Pablo toma como base de su argumento precisamente la Ley. Así, hace ver que ellos que supuestamente se sometían a la Ley, ni siquiera habían leído o no habían entendido lo que en ella misma se afirma. Obviamente esto fue porque había un velo que no les permitía comprender las verdades espirituales, y por la misma dureza de su corazón no arrepentido. Lo que no parecía más que un relato de eventos históricos literales, tenían en realidad un mensaje espiritual, que es lo que Pablo explica con estas palabras que incluye en su carta a los gálatas.

(4:22)

La esclava era Agar, quien dio a luz un hijo a Abraham, cuyo nombre fue Ismael (Génesis 16:15). La libre era Sara, quien también dio a luz un hijo a Abraham, y éste se llamó Isaac (Génesis 21:2-3).

Es necesario comprender de manera general sobre cómo funcionaba la esclavitud y por qué era permitida y vista como algo normal, cuando en la actualidad es inaceptable por las sociedades civilizadas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reprueba y combate la esclavitud, pronunciándose en contra de la misma. Es por esta razón que la ONU proclamó el 2004 como el "Año Internacional de Conmemoración de la Lucha Contra la Esclavitud y de su Abolición". En vista del contraste ideológico entre las sociedades actuales y las sociedades de la antigüedad, se hace necesario comprender cómo funcionaba y por qué razón se permitía que la esclavitud existiera en el pasado. Históricamente, se sabe que la esclavitud data de la más remota antigüedad. Había diversas maneras de adquirir esclavos:

  1. Haciéndolos prisioneros durante las guerras (Números 31:9).
  2. Por compra a un vendedor de esclavos (Génesis 17:27).
  3. Por nacimiento en la casa del dueño (Génesis 17:27).
  4. En virtud del sistema de compensación: el ladrón, incapaz de restituir lo que había robado, era vendido como esclavo; también, y en contra del espíritu de la ley mosaica, el deudor insolvente, o sus hijos (Éxodo 22:3; 2 Reyes 4:1; Nehemías 5:5,8; Amós 2:6; Mateo 18:25)
  5. Los israelitas indigentes podían venderse voluntariamente, o vender a sus hijos (Levítico 25:39,47).

Con respecto a la posición de Dios en cuanto a la esclavitud, y lo que dice la Biblia, es útil recordar hasta qué punto la esclavitud era el mismo fundamento, a la vez que el oprobio, de las sociedades antiguas. Sin hablar de los miles de esclavos empleados en Egipto y Babilonia, se puede mencionar el hecho de que en las civilizadas sociedades de Grecia y de Roma, los esclavos eran mucho más numerosos que los hombres libres. Los más grandes filósofos de aquel entonces justificaban la esclavitud como una institución natural y necesaria. Aristóteles afirmaba que todos los bárbaros eran esclavos de nacimiento, solamente buenos para obedecer. En el año 309 a.C. había en la Ática 400,000 esclavos, 10,000 extranjeros, y solamente 21,000 ciudadanos. En Roma, en época de Claudio, había en la capital 2 o 3 esclavos por cada persona libre. Había familias ricas que tenían hasta 10,000 y 20,000 esclavos. No se les reconocía a estos desventurados ningún derecho civil ni matrimonial. Sus dueños podían, a voluntad, venderlos, separarlos, darlos, torturarlos, e incluso matarlos. En el Evangelio, con el reconocimiento de la dignidad del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, que aunque caído es hecho objeto de la gracia salvadora de Dios liberándolo de la esclavitud del pecado, se halla también la base que ha hecho posible en la cristiandad la eliminación progresiva de la esclavitud.

(4:23)

"nació según la carne" significa que nada de extraordinario hubo en ese nacimiento, que fue completamente normal, sin nada sobrenatural. A diferencia de eso, el nacimiento de Isaac no fue ordinario, pues fue producto de una promesa de Dios, además de haber sido un hecho milagroso por las circunstancias de vejez en las que se encontraban Abraham y Sara, así como por la esterilidad que había tenido Sara durante toda su vida.

(4:24)

La palabra "alegoría" proviene del griego "allegorein", que significa "hablar figuradamente". Todos estos eventos del nacimiento de Ismael y de Isaac, aunque fueron eventos literales e históricos, tienen al mismo tiempo un significado figurado o alegórico. Este último significado es el que Pablo explica en esta porción de su carta a los gálatas.

Existen dos pactos: el primero de ellos es el Antiguo Pacto, representado por Agar; el segundo es el Nuevo Pacto, representado por Sara. Es así como la Biblia se divide en Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. El Antiguo Pacto "proviene del monte Sinaí" porque fue en ese lugar donde Dios se reveló a Moisés, entregándole la Ley divina que el pueblo debía obedecer (Deuteronomio 33:2). Ismael, como hijo de Agar, fue un hijo para esclavitud. De la misma manera, los hijos del pacto que proviene del monte Sinaí, son hijos para esclavitud (los que basan sus esperanzas de salvación en obedecer a la Ley de Moisés o que están sometidos a la Ley mosaica, que vienen a ser básicamente los israelitas).

(4:25)

La última vez que se menciona el monte Sinaí en la Biblia es justo en este pasaje de Gálatas. En la actualidad es una controversia determinar el lugar exacto en el que se encuentra ubicado el monte Sinaí; mucho menos se puede conocer el lugar preciso en el que Moisés recibió las tablas de la Ley. Durante siglos, estudiosos de la Biblia y peregrinos religiosos han estado buscando la ubicación real del monte Sinaí. Actualmente, la mayoría de la gente no se da cuenta que ninguna pieza de evidencia sólida ha sido producida para verificar que lo que es tradicionalmente designado como "monte Sinaí", al sur del centro de la península Sinaí, sea en realidad la famosa montaña de Moisés y del Éxodo. De hecho, la única razón comprobable para que el sitio tradicional sea designado "monte Sinaí" es por un místico romano que lo designó y por Helena, madre de Constantino I, pues ella lo ungió como el verdadero monte Sinaí a principios del siglo IV d.C. (Helena también proclamó haber descubierto el verdadero "santo sepulcro" en Jerusalén y la verdadera cruz de Cristo.)

Muchos otros sitios propuestos para el verdadero monte Sinaí han sido sugeridos por estudiosos bíblicos, pero han estado lejos de producir evidencia arqueológica que soporte sus propuestas. Si algún día se logrará discernir la ubicación correcta para los eventos históricos registrados en el libro bíblico de Éxodo, es importante usar las Escrituras como una guía, tal como podría usarse cualquier documento antiguo que ha probado su confiabilidad en el pasado. En este pasaje del Nuevo Testamento (Gálatas 4:25), Pablo escribió que "Agar es el monte Sinaí en Arabia". Aunque algunos argumentan que aquí la designación romana de Arabia incluye la Península del Sinaí, Arabia en los tiempos de Pablo abarcaba una región más grande que designaba primeramente las regiones pobladas del antiguo Madián, o Arabia Saudita en tiempos modernos. Como un "hebreo de hebreos", el entendimiento de Pablo respecto a Arabia habría sido consistente con los pasajes del Antiguo Testamento: 1 Reyes 10:15; 2 Crónicas 9:14; Isaías 21:13; Jeremías 25:24 y Ezequiel 27:21.

En estos pasajes, Arabia es claramente identificada con la región al este del Golfo de Acaba, donde los "reyes" reinaban y los "decanitas" cohabitaban con otras gentes nómadas. Agregando más a esto, Éxodo 3:1 simplemente identifica el monte Horeb (Sinaí) como si estuviera en Madián: "Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios." Aquí, hay dos asuntos importantes. Primero, la región de "Madián" a la que se refiere aquí es innegablemente la misma Arabia Saudita de los días presentes. Segundo, en el sitio tradicional del monte Sinaí en la Península del Sinaí, no hay nada que podría ser identificado geográficamente con "a través del desierto", a menos que se tratara de los alrededores. Sin embargo no se sabe cuánto se alejó Moisés de Madián cuando llevó a las ovejas "a través del desierto", y si llegó a otra región alejada de Madián. Pese a todas las incertidumbres, el Bible Archaeology Search and Exploration Institute (B.A.S.E. Institute), propone que el monte Sinaí se ubica en un lugar lejano o márgen del vasto antiguo desierto de Madián. Sin embargo, ¿podría el antiguo Madián ser identificado con la Península del Sinaí, que en tiempos de Moisés, era considerada parte de Egipto (aunque designada como "desierto" de Egipto)? Está claro en base a Éxodo 2:15 que las dos eran entidades o regiones separadas. Después de matar a un egipcio, Moisés huyó de Egipto hacia una tierra segura: "Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián." Egipto y sus tendencias no habrían sido un lugar seguro para Moisés bajo tales circunstancias. Él no habría huido a la Península del Sinaí, donde arqueológicamente se muestra que Faraón tenía múltiples intereses minando y fuerzas militares. La Biblia es clara en afirmar que Moisés se fue a un lugar fuera de Egipto, a la tierra de Madián al este del Golfo de Acaba.

La Biblia hace muchas referencias de Moisés retornando hacia Egipto desde Madián, incluyendo Éxodo 4:19 donde se lee, "Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte." Todos los pasajes asociados con la estancia de Moisés en Madián apuntan hacia Arabia Saudita de los días presentes como el área a la que Moisés huyó. Seguidamente se encontró a Dios en la zarza ardiente, y entonces retornó con los hijos de Israel. Debido a que hay tantas referencias bíblicas así como evidencias arqueológicas (o la falta de ellas) que apuntan lejos del tradicional monte Sinaí y hacia Arabia Saudita como la ubicación de la histórica montaña de Moisés, una inspección del sitio fue necesaria para determinar si otra evidencia podría ser encontrada para apoyar esta teoría. Los bordes cerrados de Arabia Saudita hacen imposible para los estudiosos y arqueólogos entrar al país. Sin embargo algunos ya lo han hecho clandestinamente. Tradicionalmente se cree que el monte Sinaí está en la Península del Sinaí, pero muchos estudiosos lo consideran imposible en base a las evidencias bíblicas, considerando que es justo Madián (actualmente Arabia Saudita), en un desierto, donde debería estar localizado verdaderamente el monte Sinaí, tal como lo sostiene el B.A.S.E. Institute. Con esta última conclusión, se encuentra una perfecta explicación a las palabras del apóstol Pablo: "Agar es el monte Sinaí en Arabia", refiriéndose a la ubicación geográfica del monte Sinaí. Sin embargo hay otros estudiosos que presentan importantes argumentos para comprobar que no hay ningún argumento bíblico que diga que el monte Sinaí se encontraba en Madián (actualmente Arabia Saudita), sino que afirman que la Biblia enseña completamente lo contrario. Uno de estos argumentos está basado en el capítulo 18 de Éxodo, pues en el versículo 5 aparece que Jetro "vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios". Más adelante, el versículo 27 dice: "Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra." Claramente puede comprenderse que cuando Jetro visitó a Moisés en el desierto (en el lugar en el que se encontraba el monte Sinaí), no estaban en Madián, porque finalmente Jetro se fue a su tierra Madián de regreso. Con ello se sobreentiende que esa parte del desierto en la que se encontraban (y donde estaba el monte Sinaí), no era un territorio que perteneciera a Madián (noroeste de la Arabia Saudita actual), sino que se trataba de dos localidades diferentes.

Se deduce al leer el Éxodo 18:27 que no era un evento trivial o una jornada insignificante para Jetro el regresar a Madián desde el monte Sinaí. Jetro es mencionado en la Biblia también con el nombre de Hobab (Éxodo 10:29; Jueces 4:11). En Éxodo 10:30, Jetro hablaba de irse desde el monte Sinaí hasta Madián, y al igual que se puede notar en Éxodo 18:27, no parecía un viaje corto y por lo tanto no se puede concluir fácilmente diciendo que el monte Sinaí estaba en Madián (Arabia Saudita). Claramente Madián no era la misma tierra en la que estaba ubicado el monte Sinaí, y tampoco era la tierra de Canaán (hacia la que se dirigía Moisés y hacia la que quería que lo acompañara Jetro como guía, pues este conocía bien el desierto y los recorridos convenientes que debían tomar desde el monte Sinaí, hasta Canaán). La única respuesta a estos difíciles argumentos de la Biblia ha sido sugerir que todo estaba realmente sucediendo en Arabia Saudita y que ahí estaba el monte Sinaí, de manera que lo que realmente trataba de decir Jetro era que regresaba a su propia tienda y a su gente en el centro de la ciudad de Madián (pues el monte Sinaí estaba en el desierto, alejado de todo poblado o ciudad). Por su parte, el historiador judío Flavio Josefo (que vivió en el primer siglo después de Cristo), sostenía que la ubicación del monte Sinaí era en la Península del Sinaí y no en Arabia Saudita.

Si el monte Sinaí estuviera en la Península del Sinaí (como tradicionalmente se ha creído), y no en Arabia, la explicación que algunos comentaristas dan a Gálatas 4:25 es que en tiempos de Pablo, Arabia cubría una gran área que incluía la Península del Sinaí, así como también lo que ahora es Arabia Saudita. Esto es lo que sostiene Graham Davies, profesor de la Facultad de Divinidad de la Universidad de Cambridge.

Las palabras "y corresponde a la Jerusalén actual", no significan que la ubicación geográfica del monte Sinaí en Arabia corresponde a la Jerusalén actual, pues cuando dice eso ya ha dejado de hablar en términos geográficos y se está enfocando en la espiritualización o significado alegórico de su enseñanza, que significa que de acuerdo a la tipología, tanto el monte Sinaí como Agar están representando lo mismo: Israel como pueblo esclavo de la Ley de Moisés. No cabe duda que Agar y el monte Sinaí fueron tipos de Israel, representando el hecho de estar fuera del pacto de la promesa, y de la esclavitud a la ley de Moisés. Juntos se coman como representación de "la Jerusalén actual", es decir el judaísmo, que es esclavitud (a la Ley y su intolerable carga de agregados farisaicos como también romanos). Recuérdese que los tipos no son simples ilustraciones, sino que Dios ya había planeado cada detalle con un propósito y mensaje específico para las futuras generaciones. Para comprender mejor el tema de los tipos y antitipos, leer el comentario que se hace de Gálatas 3:21.

(4:26)

"la Jerusalén de arriba" hace referencia a los que no son hijos de esclavitud o a los hijos de la promesa. Estos son todos aquellos que reciben el regalo de la salvación por la fe en el Hijo de Dios, y no confiando en obedecer la Ley de Moisés para alcanzar la justificación. Pablo dice que esa Jerusalén espiritual "es madre de todos nosotros" en el sentido que los que no se apegan a la Ley sino que creen por fe en el regalo ofrecido por Jesucristo, son hijos de la promesa, siendo la Jerusalén espiritual madre de todos los creyentes, de los que siguen el ejemplo de Abraham de tener fe, y que así esa fe sea contada como justicia (Génesis 15:6).

(4:27)

Pablo está citando la profecía de Isaías 54:1, tomando a Sara en la posición de la estéril que debía sentirse bienaventurada porque llegaría a tener más hijos que Agar, que no era estéril. Si se aplica la matemática en este análisis, resulta interesante que aunque sobre la faz de la Tierra han pasado muchos millones de israelitas apegados a la Ley (incluyendo los que todavía viven en la actualidad), igualmente han sido millones los que han creído en el sacrificio de Jesucristo y que han nacido de nuevo, recibiendo el regalo de la salvación y la vida eterna mediante la fe. Éstos últimos son de diversos países del mundo, y no sólo israelitas de nacimiento. Aunque es imposible hacer una comparación numérica entre los hijos de esclavitud (israelitas apegados a la Ley que esperan justificarse haciendo eso) y los hijos de la promesa (creyentes de todo el mundo y de cualquier generación que pusieron su fe en Cristo y en esa maravillosa promesa de Dios como medio de salvación), puede saberse que han sido mucho más dichosos los hijos de la promesa, porque han recibido la justificación, el perdón y la comunión perfecta con Dios mediante el Espíritu Santo, tanto en esta vida como durante la eternidad con Cristo. La promesa de Isaías 54:1 ha sido notablemente verdadera, y Pablo la utiliza como argumento de su exposición en contra del engaño doctrinal que predicaban los judaizantes.

(4:28)

Con esto Pablo les dice que no son esclavos sino libres, y que por lo tanto no deben creer a lo que les dicen los judaizantes, quienes insistían en enseñar que obedecer la Ley era el fundamento para agradar a Dios y salvarse. Pablo les presenta este fuerte argumento de la tipología bíblica de Sara y Agar, para que los cristianos de Galacia se identifiquen con Isaac y no con Ismael, es decir como hijos de la promesa y por ello no esclavos de una Ley que de ninguna manera es capaz de salvar al pecador.

(4:29)

La referencia histórica de este pasaje aparece en Génesis 21:9, donde se revela que Ismael se burlaba de Isaac. Seguramente Ismael hacía muchas cosas malas en contra de Isaac, aunque Génesis no da ningún detalle al respecto. La expresión "así también ahora" muestra que los cristianos sufrían persecución por parte de los judíos. Los hijos de la promesa tenían que soportar las acusaciones de los hijos de esclavitud. En muchas partes del Nuevo Testamento se deja ver cómo los cristianos no eran bien vistos y sufrían mucho a causa de su fe. Es por ello que Pablo tuvo tantos obstáculos al predicar y llevar el evangelio de Jesucristo.

(4:30)

Esta aseveración profética da a conocer que los que no confían en Jesucristo sino que únicamente depositan su confianza en la obediencia a la Ley como medio de salvación o justificación, serán condenados. Sólo los hijos de la promesa alcanzarán el perdón y la herencia de la vida eterna. Los judíos y toda persona tiene que reconocer que el único Camino de salvación es Jesucristo (Juan 14:6), y que la Ley simplemente no puede salvar a nadie. No puede pensarse que "todas las religiones son buenas", pues eso no es lo que la Biblia enseña. Ninguna religión puede salvar a nadie, pues sólo los hijos de la promesa recibirán vida eterna y justificación ante el Padre. La bendición es para los hijos de la promesa, y los que todavía eran esclavos de la Ley (incluyendo a los judaizantes), debían dejar de lado su orgullo religioso y reconocer que Jesucristo amorosamente les ofrecía el perdón de sus pecados y la salvación eterna.

(4:31)

La conclusión de Pablo de su argumento es categórica y clara, dando a conocer que como hijos de la promesa, no tienen que continuar esclavos de la Ley de Moisés, sino gozar de la libertad que Jesucristo les había dado. Esta argumentación debía ser suficiente para que los cristianos de Galacia se dieran cuenta que lo que les decían los judaizantes no era cierto y que debían reafirmar su fe y seguir adelante como verdaderos cristianos.

CAPÍTULO III

EXHORTACIONES PARA VIVIR EN SANTIDAD Y EN VERDADERA LIBERTAD (GÁLATAS 5-6)

Esclavos de la Ley o libres en Jesucristo (Gálatas 5:1-12)

(5:1)

Acá se presenta una exhortación a que los gálatas afirmaran su fe y que ésta no fuera tan fácil de mover como lo había estado siendo. Jesucristo dio libertad a los creyentes. Rechazar a Cristo para continuar confiando en la Ley sería querer permanecer en esclavitud. Jesús murió en la cruz para dar libertad a todo aquel que cree (Juan 3:16). Permanecer en guardando la Ley sería como decir que el sacrificio de Cristo fue en vano, pues no hay diferencia entre lo que se hacía en el Antiguo Testamento (antes de Cristo) con lo que querían continuar haciendo los que querían permanecer sometidos a la Ley en tiempos del Nuevo Testamento (después de Cristo). Jesús padeció tanto en vista que nadie cumplía la Ley y que por lo tanto ésta no salvaría a nadie. Pero neciamente muchos seguían empecinados en continuar esclavos y sujetos a la Ley.

(5:2)

Se trata de tomar una decisión: o Cristo lo es todo y no hace falta la Ley para salvarse; o la Ley lo es todo y no hace falta Cristo para salvarse. Algunos querían hacer una combinación de ambas cosas, y eso no es posible de acuerdo al evangelio y a lo que se revela en las Escrituras. El que depositaba su confianza en Jesucristo debía reconocer que ya no estaba sometido a la Ley. Los judaizantes pretendían engañar a los cristianos de Galacia haciéndoles creer que aparte de Jesús, tenían que regresar a la Ley. Éstos engañadores parecían decir: "La fe en Cristo, ¡qué cosa tan bonita! Pero más cuenta ante Dios el que uno cumpla todas las leyes y costumbres religiosas. Y, además, sabiendo que Jesús era de raza judía, les conviene adoptar las maneras de vivir, de pensar y de orar de los judíos." Los judaizantes eran verdaderamente engañadores, y eso hace que Pablo en más de un momento tenga que escribir muy fuertemente, y sus palabras podrían casi escucharse de resonar con este mensaje: "Si ustedes conocen a Jesús crucificado y se dejan guiar por su Espíritu, ¿qué más les falta?". Al seguir guardando los preceptos religiosos de la Ley judía, automáticamente se estaría declarando que Cristo no es suficiente. Por lo tanto, no es posible querer ser esclavos de la Ley y libres en Jesucristo al mismo tiempo. Pablo pide firmeza en los cristianos de Galacia, y definición en sus convicciones.

(5:3)

Un gran error que se ha cometido a lo largo de generaciones pasadas y que persiste en la actualidad es dividir la Ley en muchas partes, obedeciendo algunas de ellas pero irrespetando deliberadamente otras. La Ley debe ser vista como un conjunto y como un todo, sabiendo que no puede mutilarse tomando las partes que nos convienen y rechazando las partes que no nos convienen. Si se va a obedecer la Ley para salvarse, tiene que ser obedecer sin ninguna falta TODA la Ley, sin cometer ni siquiera una infracción a la misma. Dios sabía de antemano que nadie lograría hacer eso, y por eso desde la eternidad el plan de enviar a Jesucristo ya estaba preparado, porque la Ley no sería capaz de salvar a nadie por cuanto todos pecaron (Romanos 3:23). De hecho, nadie se ha salvado ni nadie se salvará por obedecer la Ley (Efesios 2:8). La Ley debe ser vista como conjunto y no tomando aisladamente partes de ésta. La Ley hubiera podido salvar únicamente si alguien hubiera sido capaz de cumplirla perfectamente sin fallar absolutamente en nada. Jesucristo fue el único ser humano que no cometió pecado. Por lo tanto la Ley no es capaz de salvar a nadie y Jesucristo la cumplió, ofreciéndose Él en sacrificio y poniéndose en lugar de los pecadores, para llevar sobre sí el castigo y el pago para que de esa manera los pecadores llegaran a ser salvos. La Ley debe ser vista como un todo, en conjunto, y no fraccionarla. Esto queda perfectamente explicado en Santiago 2:10: "porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos." Es por esa razón que el título "pecador" no es exclusividad de unos cuantos, sino que la humanidad entera y cada individuo en particular es merecedor de dicho título. Un solo pecado es suficiente para convertir a un ser humano en pecador. De esta manera, nadie puede gloriarse delante de Dios, pues aunque en algunas áreas alguien pueda ser irreprensible, siempre existirán otras áreas en las que un individuo se encuentre fallando, y es así como no hay justo ni aun uno (Romanos 3:10).

Pablo hace ver que si se seguían circuncidando era porque estaban dispuestos a obedecer toda la Ley, y por lo tanto debían someterse al pie de la letra a cada ordenanza, y no sólo seleccionar algunas leyes que les convenían e ignorar otras. Obviamente, los judaizantes y todos los que proclamaban someterse a la Ley y guardarla, lo único que hacían era seguir fomentando su hipocresía y su dureza de corazón, ya que nadie fue capaz de cumplir verdaderamente todas las ordenanzas que Dios reveló a Moisés.

(5:4)

El argumento de Pablo sigue enfocado que los cristianos de Galacia necesitaban tomar una decisión: o Cristo, o la esclavitud a la Ley. Dios no aceptaría ambas cosas a la vez. El carácter de Dios no permite indecisiones de este tipo, mucho menos en un tema doctrinal de tanta trascendencia. Los gálatas tenían que reconocer y tener convicción en que Jesucristo es el Camino hacia Dios y que por lo tanto no debían seguir esclavos a la Ley. La tibieza espiritual es reprobada por Dios, como se puede percibir en Apocalipsis 3:15-16: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca." Otro pasaje bíblico en el que Jesucristo mismo hace ver que Dios no permite la tibieza es Mateo 6:24: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." De la misma manera, los cristianos de Galacia no podían hacerse llamar creyentes libres en Jesucristo si a la vez querían permanecer sujetos y esclavos a la Ley.

Obedecer las enseñanzas de los judaizantes era sinónimo de rechazar a Jesucristo o desligarse de Él. En este sentido, haber caído de la gracia significa que el poder efectivo de la gracia de Dios, se hace inoperante en la vida de cualquiera que confíe en sus propios esfuerzos para recibir la salvación. Si alguien deposita su confianza en la Ley como instrumento de salvación, y no en Jesucristo, seguramente esta persona será condenada, como lo declaran las Escrituras. Si en algún tiempo algunos habían escuchado el evangelio y lo habían aceptado como cierto, pero más tarde se dejaban engañar y llegaban a aceptar el engaño de los judaizantes que enseñaban que Jesucristo no es suficiente para salvarlos, estos individuos habían caído de la gracia, habían preferido creer a la mentira, y por lo tanto si morían sin arrepentirse y sin confiar con sinceridad en Jesucristo, no les esperaría sino la condenación por toda la eternidad. Caer de la gracia no significa que Dios en un momento adopta como hijos a los que creen, pero luego los rechaza, y así de manera intermitente. Lo que significa es que algunos inicialmente creyeron, pero la Palabra no había tomado raíces ni profundidad en sus corazones, y luego cuando vinieron las doctrinas engañosas, estaban poniendo atención a doctrinas que rechazaban a Jesucristo y a Su Palabra al hacer énfasis en la Ley y no en la gracia de Dios. Esto sucede como en la Parábola del Sembrador (Marcos 4:1-9). Debe tenerse mucho cuidado con el concepto "caer de la gracia", pues no debe caerse en el error de pensar que los hijos de Dios lo son solamente por un tiempo, y luego dejan de serlo por otro tiempo, y así sucesivamente. La Biblia enseña que Dios escogió a los suyos (Tito 1:1) y por lo tanto los verdaderos cristianos tienen asegurada su morada eterna con Jesucristo por la eternidad, y no puede aplicarse la idea de "caer de la gracia" como argumento para afirmar que un verdadero cristiano puede convertirse en un condenado con destino al infierno de un momento a otro.

(5:5)

Contrario a lo que los judaizantes enseñaban, en este versículo Pablo da a conocer el fundamento de su fe y de la doctrina que predicaba. Un elemento notable e importantísimo que se puede destacar es que el apóstol no presenta la doctrina que predicaba como una inventiva propia o como el autor de lo que hablaba, sino que siempre se declara como siervo y pone al Espíritu Santo como Aquel que impulsa e inspira este evangelio de la gracia, el cual se basa en la fe y no en ninguna obra humana. Todo es presentado como un don del Espíritu Santo y por ello el hombre no tiene nada de qué vanagloriarse. El Santo Espíritu de Dios da la convicción que por la fe en Jesucristo, se alcanza la justicia delante de Dios. "la esperanza de la justicia" es esa esperanza de salvación y de justificación que no era exclusividad de la generación de Pablo, sino de todas las generaciones que antecedieron a aquella.

(5:6)

Los argumentos de Pablo han venido diciendo que la Ley no puede salvar a ningún hombre y que es inútil por ello seguir en esa esclavitud. Ahora bien, tampoco debía pensarse que aquellos que no guardaban ni respetaban las leyes judías (los gentiles paganos) estaban más cerca de Dios o tenían mayores oportunidades de ser salvos. De ninguna manera y nunca Pablo enseñó eso. Lo que está afirmando el apóstol es que la única manera de salvarse es a través de Jesucristo, mediante esa fe que obra por el amor y que reconoce a Dios y a Su Palabra, amándole y aceptándole como Dueño y Señor de la vida del creyente y de todo el universo. Esta fe que obra para salvación nunca puede aislarse o separarse del amor, pues de ser así la salvación se estaría basando sólo en creer conceptualmente en Dios aun cuando se estuviera odiando al Creador. La Biblia enseña que incluso los demonios creen en Dios, aunque es muy obvio que no le aman: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan." (Santiago 2:19). La fe en Cristo nace del amor a Dios. Es así como se establece una verdadera comunión íntima. En realidad, todo el evangelio de Jesucristo se fundamenta en el amor, porque Dios es amor (1 Juan 4:16).

(5:7)

En este versículo Pablo hace un reclamo casi idéntico al que les había hecho previamente en Gálatas 3:1. Cuando el apóstol les llevó el mensaje del evangelio por primera a los gálatas durante su primer viaje misionero, recibieron con solicitud la Palabra de Dios y comenzaron bien su vida como cristianos. Sin embargo ahora la actitud de ellos había cambiado completamente y estaban siendo afectados por las enseñanzas de los judaizantes. La firmeza doctrinal y la fe de los gálatas tenía que ser reafirmada y ellos debían comprender de una vez que sólo Jesucristo es el verdadero Camino hacia la vida eterna, y que no debían seguir siendo tan débiles y fáciles de engañar. Los gálatas "corrían bien" cuando recibieron a Pablo y al mensaje que les llevaba durante su primer viaje misionero, tal como se puede notar en el relato de Gálatas 4:12-15. Sin embargo la ausencia de Pablo y la influencia de los judaizantes hicieron que los cristianos de Galacia dudaran en cuanto a su fe. Por eso Pablo les escribe con dureza, aunque con todo su amor que siempre le caracterizaba, por todos aquellos que eran sin lugar a duda sus hijos en la fe. No es la primera vez que Pablo compara el camino del evangelio con una carrera, que era una ilustración muy buena ya que su mensaje se entendería con toda claridad por ser algo bien conocido en tiempos de los romanos (1 Corintios 9:24; 2 Timoteo 4:7; Filipenses 3:14).

(5:8)

La palabra "llama" es la misma que aparece en Gálatas 1:6,15 y más adelante en Gálatas 5:13. Esta palabra griega es kalevw (kaleo), de la raíz kal, fuente de la palabra española "clamor". Se usa el vocablo para invitar o convocar, y especialmente para referirse al llamamiento de Dios a participar en las bendiciones del reino (Romanos 8:30; 9:24,25).

Pablo directamente afirma que la doctrina de los judaizantes no proviene de Dios, sino que es un engaño y por lo tanto un arma que estaba utilizando Satanás para confundir y alejar de la Verdad a los creyentes.

(5:9)

Esta misma ilustración fue utilizada por Pablo en 1 Corintios 5:6. Es obvio que en las Escrituras la levadura aparece como símbolo del pecado y de la maldad, así como también de las doctrinas perniciosas. La única parte de la Biblia en la que no se le da un símbolo negativo a la levadura es en Mateo 13:33, en la parábola de la levadura. Surge la pregunta del por qué la levadura simboliza el pecado, cuando en realidad la levadura tiene propósitos útiles en la fabricación del pan, ablandando la masa y haciéndola bien digerible y aceptable para alimento humano. Tomando en cuenta que la levadura es una diversidad de hongos microscópicos, es muy probable que simbolice el pecado porque la fermentación representaba desintegración y corrupción, y a los hebreos todo lo que se descompusiera les sugería impureza. A menudo los escritores rabínicos emplean la levadura como símbolo del mal y de la corrupción hereditaria del hombre. Plutarco adopta este antiguo punto de vista cuando describe a la levadura como "la criatura misma de la corrupción, que además corrompe la masa con la cual se mezcla". La enseñanza errónea que los judaizantes estaban difundiendo entre los cristianos de Galacia era la levadura capaz de leudar o contaminar a toda la masa. Los creyentes gálatas son representados por la masa, la cual debía permanecer sin levadura o libre de contaminación. Era responsabilidad de los gálatas no permitir que esa levadura les contaminara. Si los judaizantes lograban convencer a los cristianos de Galacia, la culpa de su extravío la tendría estos últimos también por no creer con fe en lo que Dios había enseñado, y no se podría culpar solamente a los judaizantes. Es por eso que Pablo escribe esta carta, para advertir de la situación y hacer entrar en razón.

(5:10)

Pablo tenía fe que los cristianos de Galacia se darían cuenta luego de leer esta carta, que lo que enseñaban los judaizantes era falso. Seguramente el apóstol oraba por los gálatas y estaba confiado en que Dios les iluminaría y les haría darse cuenta que tenían que permanecer firmes en la fe y creyendo en el mensaje que habían recibido al principio, cuando se les enseñó que únicamente Jesucristo les podía dar vida eterna.

Además de confiar en que los gálatas llegarían a afirmar sus convicciones de acuerdo a la Palabra de Dios, Pablo advierte que la persona o personas que estuvieran perturbando y entorpeciendo la verdadera fe, no quedarían sin sentencia divina. En pocas palabras, Dios se encargaría de juzgar el daño que estaban causando los judaizantes al enseñar la mentira y atacar por lo tanto de verdad del evangelio de Cristo. Es evidente el uso singular que aparece en este versículo para referirse a una persona que estaba perturbando con un mensaje erróneo. No por eso debe pensarse que una sola persona era la que estaba pretendiendo hacer cambiar la doctrina de los cristianos de Galacia. Se sabe que los judaizantes eran muchos y no una sola persona (Gálatas 1:7). Sin embargo, este versículo deja ver que había alguien en especial, quizá un destacable líder entre los judaizantes, que estaba siendo el canal o elemento principal para introducirse y engañar a los creyentes de Galacia.

(5:11)

Se había difundido un rumor que decía que Pablo estaba predicando que los creyentes tenían que circuncidarse (mostrando sometimiento y obediencia a la Ley de Moisés). Aunque este versículo no especifica ni dice nada respecto a quién decía eso, es muy probable que eran los judaizantes, con el afán de convencer a los cristianos de Galacia, los que se habían encargado de hacer correr este rumor. Pablo desmiente completamente ese rumor, haciendo ver que si él verdaderamente estuviera predicando la circuncisión, entonces no estaría sufriendo persecución por parte de los judíos (practicantes de la religión judía) y de todos aquellos que se oponían abiertamente a los cristianos, incluyendo muchos romanos que también odiaban a los cristianos. La persecución que seguía sufriendo Pablo (Hechos 18:12-13) daba testimonio que el mensaje que predicaba era el de Jesucristo, y no el de la circuncisión.

La Biblia Al Día presenta este versículo de una manera muy sencilla de comprender: "Algunos hasta se han atrevido a decir que yo predico que la circuncisión y la obediencia a la ley judía son partes imprescindibles del plan de salvación. ¡Si yo predicara eso dejarían de perseguirme, porque tal mensaje no los ofendería! Pero no, todavía me persiguen, y esto prueba que aún predico la salvación exclusivamente por la fe en Cristo." Al final del versículo, Pablo dice: "en tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz". Con esto el apóstol da a entender que si fuera cierto que estuviera predicando la circuncisión, entonces las persecuciones que le hacían debían ser precisamente por predicar la circuncisión, de manera que los que predicaban el verdadero evangelio de Jesucristo ya no estarían padeciendo persecución de ningún tipo y "el tropiezo de la cruz" ya no existiría más (la cruz era tropezadero para los condenados e incrédulos porque rechazaban el evangelio y eso les cerraba las puertas a la vida eterna). La acusación que se hacía en contra de Pablo era totalmente falsa y malintencionada. Es cierto que en algún tiempo Saulo (antes de ser convertido) celosamente enseñaba que la circuncisión era necesaria, pero ya no lo hacía desde que se entregó a Jesucristo. Por lo tanto, las acusaciones en contra del apóstol eran mentiras para afectar el mensaje y predicación de Pablo. Seguramente la acusación hacia Pablo era de ser inconsistente en su doctrina, por su predicación de la circuncisión para los judíos al tiempo que la repudiaba entre los gentiles. Todas eran falsedades por supuesto.

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