Preparación de la comunidad para el uso adecuado y efectivo de los mecanismos legales de participación (página 2)
Enviado por Aquiles Fuentes
Es un hecho comprobado por muchos estudios, que la práctica del conuco tradicional es uno de los factores que ha contribuido al deterioro y erosión del ambiente de montaña, porque su desarrollo ha significado la deforestación a través de la tala y la quema como técnicas para preparación de los suelos de cultivo. Esto hace evidente que los gobiernos, en lugar de fomentar su crecimiento, deberían erradicar de una vez la práctica del conuco y preparar a los agricultores en la aplicación de técnicas y métodos de cultivo que sean respetuosos de los ecosistemas, a la vez que les dan la oportunidad de producir los ingresos necesarios para mantener el nivel de vida de su preferencia.
El acto de entregar a una familia el título de propiedad de un conuco, además de constituir una medida populista, puede ser visto como la aceptación por parte del gobierno de su incapacidad para fomentar un desarrollo agrícola con sólidas bases técnicas y financieras, que permita el mejoramiento de la calidad de vida de los campesinos y habitantes del medio rural, en función de sus preferencias e intereses y dentro de un esquema de desarrollo integral del país, especialmente en lo referido a la soberanía alimentaria.
La propiedad de una parcela es un elemento que puede dar al productor del campo una sensación de seguridad; pero también se convierte en una especie de ancla que pudiera disminuir un posible impulso por buscar oportunidades de crecimiento en cualquier otra área del conocimiento y la economía que no sea la agricultura y la vida en el campo.
Antecedentes de la investigación
A principios de la década de los "90 se comienza a gestar en el ámbito académico de Latinoamérica una corriente internacional orientada hacia la conformación de una "Nueva Ruralidad" que tiene como objetivo la producción, discusión y negociación de propuestas para superar los desequilibrios del desarrollo que ocurren en el marco de la globalización, con atención especial a los cambios sociales, económicos, políticos y ecológicos que afectan a la agricultura y al medio rural y que definen también, nuevas demandas de la sociedad y el surgimiento de una nueva estructura de oportunidades, la cual es percibida de manera distinta por cada uno de los países, en especial, atendiendo a las diferencias que marcan los distintos niveles de desarrollo.
Dentro de esta tendencia, se pueden mencionar las contribuciones como las siguientes:
En marzo de 2000, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), elaboró un documento titulado "Nueva Ruralidad, El Desarrollo Rural Sostenible en el Marco de una Nueva Lectura de la Ruralidad", dentro del Proyecto Género y Desarrollo Rural IICA/ASDI. Este trabajo, entre otros contenidos, señala los fundamentos básicos de la nueva ruralidad y su pertinencia de abordar el tema. Recoge una reseña histórica reciente del desarrollo rural en las Américas hasta llegar a una concepción del Desarrollo Rural Sostenible, considerando los aspectos relativos a la institucionalidad.
En el Capítulo 3, referido a los Fundamentos Básicos de la "Nueva Ruralidad", el estudio expone que la organización social, el conocimiento y la tecnología dentro de un marco de Desarrollo Sostenible, facilitarán el tránsito al desarrollo rural centrado en el ser humano. Eso implica el proceso de preparación de los actores sociales y económicos del medio rural para acceder a los espacios y mecanismos de formulación de políticas de desarrollo para las regiones rurales, que persigan un mejoramiento en la distribución del ingreso nacional y la superación de la pobreza (p. 10).
De igual modo, se refiere a la Declaración de Río, suscrita por los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo en la Cumbre de la Tierra, según la cual los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible y tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. Además, señalaron que el derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras, de modo que el objetivo final del desarrollo es mejorar la satisfacción de las necesidades de la población (p. 11).
El documento plantea que es necesario rescatar y fortalecer la cultura rural para sustentar las estrategias de desarrollo local. Esta cultura es producto de las raíces étnicas, de los procesos colonizadores y de las comunidades campesinas; representa valores, formas de organización, y de solidaridad, expresiones democráticas, éticas, sistemas productivos y tecnológicos, creencias, expresiones estéticas y artísticas, que confieren identidad y diversidad cultural a las comunidades locales (p. 13).
Durante el año 2001, David Barkin desarrolló un trabajo titulado "Superando el paradigma neoliberal: desarrollo popular sustentable", en el cual plantea la necesidad de mantener una estratificación consciente y voluntaria de la sociedad, como una forma de reconocer sus elementos integrantes y atender a cada uno. Según Barkin, reconociendo la permanencia de una sociedad drásticamente estratificada, el país estará en una mejor posición para diseñar políticas que reconozcan y tomen ventaja de estas diferencias a fin de mejorar el bienestar de los grupos de ambos sectores. Una estrategia que refuerce a las comunidades rurales, un medio para hacer posible la diversificación, hará que el manejo del crecimiento sea fácil en aquellas áreas que desarrollan encadenamientos con la economía internacional; pero más importante es que tal estrategia ofrecerá una oportunidad para que la sociedad confronte los cambios del manejo del ambiente y la conservación, activa y significativamente, con un grupo de gente calificado de manera única para tales actividades.
A diferencia del modelo actual que permea todas nuestras sociedades confrontando a ricos y pobres, la propuesta pide la creación de estructuras, de modo que un segmento de la sociedad que elige vivir en las áreas rurales encuentre apoyo en el resto de la nación para instrumentar un programa alternativo de desarrollo regional. Este modelo de autonomía comienza con la base heredada de la producción rural, mejorando la productividad mediante el uso de la agroecología. También implica la incorporación de nuevas actividades que se construyan sobre la base cultural y de recursos de la comunidad y de la región para su desarrollo posterior. Requiere respuestas muy específicas al problema general y, en consecuencia, depende fuertemente de la participación local para su diseño e instrumentación.
Es dentro de estos lineamientos donde se inscribe con mayor fuerza el presente trabajo, pues para dar forma a este modelo es preciso, por una parte, conocer "la base cultural y de recursos de la comunidad y de la región"; pero también preparar a los ciudadanos para la participación local en el diseño e instrumentación del modelo.
En abril de 2005, Juan Moreno Crossley presentó como Tesis de Grado para optar al Título de Sociólogo en la Universidad de Chile, el trabajo "Vulnerabilidad Sociodemográfica. Desarrollo humano y ruralidad". Según este estudio, las mayores comodidades a las que hoy tienen acceso las comunidades rurales han conseguido eliminar o reducir la percepción de que vivir en el campo constituye, por sí misma, una forma de desventaja social.
De igual manera, en las comunidades estudiadas el autor observó que la competencia por los proyectos y fondos gubernamentales se vivencia como un problema que motoriza la participación de todas las personas en los procesos de proponer soluciones y tomar decisiones.
También pudo apreciar que la experiencia de la emigración es valorada positivamente como un modo legítimo de ampliar las oportunidades de vida. Incluso en la situación de los migrantes de retorno, haber vivido lejos de la tierra natal resulta una circunstancia altamente valorada, por cuanto les sirvió para aprender ciertas habilidades que de otro modo no habrían desarrollado y porque les permite apreciar de mejor manera el modo de vida que hoy tienen.
Hubo situaciones que tuvieron efectos especialmente negativos sobre el bienestar de las personas residentes en las comunidades rurales estudiadas, como los cambios introducidos en el patrón de desarrollo productivo. Esta transformación – de largo alcance – ha significado en el nivel local, una disminución de las fuentes de trabajo, progresiva degradación de los suelos y de los recursos naturales, la irrupción de nuevas fuentes contaminantes y un notable deterioro de la agricultura tradicional.
A principios del año 2008, Luis Llambí y Edelmira Pérez, representantes del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJB), respectivamente, publicaron en la Revista "Cuadernos de Desarrollo Rural", del Instituto de Estudios Rurales de la PUJB, un trabajo titulado "Nuevas ruralidades y viejos campesinismos. Agenda para una nueva sociología rural latinoamericana".
El planteamiento central del trabajo se refiere a la necesidad de repensar la sociología rural latinoamericana, partiendo de la atención a la complejidad del concepto de ruralidad a través del establecimiento de vínculos en sus tres componentes principales que son: La contextualización histórica de los procesos territoriales, el análisis del papel de los diferentes agentes en los cambios sociales y la contextualización territorial de los procesos de cambio estructurales.
Entre las conclusiones del estudio se encuentra que
El objeto de estudio de la Sociología rural debe ser el análisis de los territorios rural-urbanos realmente existentes, no una ruralidad en abstracto.
Como en todos los demás estratos poblacionales, en la población rural existen activos emprendedores y pasivos buscadores de renta. Los emprendedores generan dos tipos de proyectos: individuales y colectivos. Son los proyectos colectivos de los emprendedores rurales los que están en capacidad para generar procesos de desarrollo rural territorial, si cuentan con el capital humano y el apoyo externo suficiente.
Existe necesidad de mayor investigación sobre las políticas públicas más conducentes a disminuir la diferenciación social y territorial.
En cuanto a las propuestas relacionadas con la participación ciudadana en comunidades del Municipio Caripe, Morales (2002), presentó ante la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho una Tesis de Grado para optar al Título de Magíster Scientiarum en Educación Preescolar. El trabajo se titula "Diseño de una propuesta de integración familia-escuela-comunidad, fundamentada en la conformación de un Preescolar Integral de Calidad en el Jardín de Infancia "Abraham Lincoln", Municipio Caripe, Estado Monagas".
La autora plantea que la escuela como institución, por ser una de las pocas formas de organización de las comunidades, tiene la obligación de convertirse en coordinadora de los procesos de crecimiento comunitario, y contribuir con las instituciones y organismos competentes prestadores de servicios de educación, salud, alimentación, infraestructura y seguridad social, para que estos servicios realmente lleguen al niño y a la familia.
Entre sus conclusiones, dice que: "Una iniciativa de integración recibirá un gran apoyo de parte de los representantes, quienes estarán dispuestos a participar en ella en función de sus intereses y necesidades, porque reconocen el valor que tiene esa iniciativa para la formación integral de sus hijos".
De igual manera expone que: "Padres y docentes sienten la necesidad de crear en el entorno una actitud positiva hacia la integración; preparar a los docentes, padres y representantes para la participación; contar con el adiestramiento y supervisión constantes por parte de las autoridades; así como un proceso de planificación donde concurran todos los actores: especialistas, autoridades, maestros, padres y vecinos a exponer sus ideas" (p. 112).
En el medio rural de Caripe, Morocoima (2003) realizó un Trabajo de Grado de Especialización titulado "Propuesta dirigida a incorporar a los padres y/o representantes a participar en el proceso enseñanza y aprendizaje de los alumnos de la II Etapa. Caso de estudio: Escuela Básica Bolivariana "Santa Inés", Municipio Caripe, Estado Monagas.
A través del estudio, presentado ante la UPEL – Instituto Pedagógico de Maturín, la autora se propone incrementar el nivel de integración de los padres y representantes en el proceso de enseñanza y aprendizaje a través de una participación organizada y sistemática que tome en cuenta sus propias necesidades y posibilidades, y las haga girar en torno a las aspiraciones y requerimientos de sus representados, tal como lo exigen las nuevas tendencias que identifican al Currículo Básico Nacional.
Entre los aspectos mas relevantes que observó en su investigación, expone que la participación supone la incorporación de los sujetos a los procesos de toma de decisiones desde una perspectiva crítica, responsable y autónoma mediante mecanismos de organización y agregación que los lleve al control de aquello que colectivamente se produce y a su evaluación; a través de un proceso de preparación para ese proceso, el padre puede aprehender su condición de miembro de la familia, la escuela y la comunidad al mismo tiempo
Del mismo modo, dice que los adultos focales de este proceso, por diferentes causas, no tienen la sensación de haber logrado el nivel adecuado de preparación para la participación; y su falta de interés obedece a una escasa motivación, causada a su vez por su incorporación a un proceso que ha sido planificado sin tomar en cuenta sus inquietudes o necesidades; sin embargo, están interesados en convertir a la escuela en el centro donde se comparten ideas y se discuten soluciones a los problemas comunes; un lugar que propicia el crecimiento personal de cada uno de ellos y por consiguiente, el crecimiento comunitario.
Bases Teóricas
En este segmento se describen los fundamentos teóricos de los nuevos procesos que rigen las relaciones del Estado venezolano con las comunidades; el modelo de las Escuelas Bolivarianas y los procesos de participación y de la toma de decisiones.
La Democracia Participativa y Protagónica
Como fundamento del proceso que tiene como objetivo la refundación de la República, en Venezuela el Estado ha tratado de introducir una serie de cambios en sus relaciones con las comunidades, dentro del concepto de una "democracia participativa y protagónica", la cual, según la versión oficial ofrecida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (2001) en el Portal Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, debe entenderse como:
Sistema de gobierno en el que los ciudadanos son sujetos activos y protagonistas de su propio destino, lo que garantiza que la acción de los Poderes Públicos esté a su servicio. Es igualmente una nueva forma de relación entre el Estado y los ciudadanos, en la que la democracia de los partidos es sustituida por la participación protagónica de la ciudadanía (p. 1).
Esta postura tiene un amplio soporte dentro de la misma Constitución; en el modelo de las Escuelas Bolivarianas como parte del Proyecto Educativo Nacional y en la normativa especial dedicada a los mecanismos de participación, como la Ley de los Consejos Locales de Planificación y la Ley de los Consejos Comunales, mediante las cuales se promueve la acción personal, consciente y voluntaria de cada individuo en el contexto de su grupo social, y se la orienta a la producción de ideas, gestiones y labores que contribuyan a la solución de los problemas comunes, como una forma de fomentar el protagonismo de los vecinos en la conducción de su propio futuro, y desplazar del medio político a la llamada "democracia representativa" instaurada en el país durante 40 años continuos, luego de breves períodos de ensayo.
De acuerdo con la opinión de Pérez (2007):
Dicha democracia desmontaría el abismo existente entre "gobernados" y "gobernantes", y el natural resultado de este fenómeno que hace de los primeros meros entes "pasivos", dejando a los gobernantes el privilegio de la "acción" … ya no se hablará más de los "gobernados" pues la terminología misma incita a pensar en el pueblo como pasividad pura. Pero tampoco se conservará la infeliz figura de "gobernantes". Ello obliga a una re-configuración del poder instituido a partir de la idea de pueblo concebido como ente activo ". (pp. 1-2).
Una consecuencia de esta afirmación sería que también dejaría de existir el "gobierno", en la forma tradicional como se ha mantenido hasta la fecha en Venezuela; lo cual, a su vez, determina que sea necesario acabar con los exclusivos atributos y privilegios de la clase gobernante y preparar al pueblo para que se convierta en un ente activo y efectivo en términos de su contribución al desarrollo de esta nueva forma de relación con el Estado.
En otras palabras, es preciso transitar de un Estado "ineficiente, burocrático, corrupto y piramidal" (Pérez, 2007, p. 2), que "… le quita al pueblo la posibilidad de actuar para dárselo a los representantes del pueblo …" (ídem), hacia otro en el cual los pobladores ejerzan su rol protagónico y su soberanía, identificada con su capacidad para actuar y decidir sobre su propio futuro; con la disposición a plantear y defender sus ideas y propuestas en función del beneficio personal y del colectivo.
Sobre el mismo tema, Barrientos y otros (2004), argumentan: "el auge que han cobrado muchos de los mecanismos participativos en nuestros días no se entendería cabalmente sin asumir la crítica paralela que se ha formulado al concepto de "democracia representativa"" (p. 3).
Según esa crítica, los ciudadanos se ven impulsados a participar porque sus representantes formales – electos – no siempre cumplen su papel de enlace entre el gobierno y los problemas puntuales de una porción de la sociedad; porque es necesario cuidar los intereses y derechos particulares de grupos y de personas que se diluyen en el conjunto mucho más amplio de la nación; porque es preciso corregir los defectos de la representación política que supone la democracia; pero también para influir en las decisiones de quienes los representan y para asegurar que esas decisiones realmente obedezcan a las demandas, las carencias y las expectativas de los distintos grupos que integran una nación. En consecuencia, la representación es un término insuficiente para darle vida a la democracia.
Sin embargo, cuando la crítica a las formas tradicionales de representación democrática planteó la necesidad de una democracia participativa capaz de sustituirla, al parecer no tomó en cuenta que la participación no existe de manera perfecta, para todos los individuos y para todos los casos posibles; y que, tal como lo expresa Rodríguez (2000) "… no existe forma alguna de participación colectiva en la que no haya, al menos de manera embrionaria, un cierto criterio representativo" (p. 6).
Esta expresión es avalada por la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su Artículo 62º, según el cual "Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas"; de donde se desprende que la condición de representatividad tiene un soporte constitucional y por lo tanto los ciudadanos pueden adoptarla como una forma válida de intervenir en las decisiones de carácter público.
Esto plantea una situación de derecho según la cual el pueblo tiene la potestad de participar en la selección de sus representantes políticos, a los cuales se les atribuirá en su momento la facultad de tomar decisiones en nombre de los electores y/o con su autorización; pero a la vez hace imprescindible contar con una población preparada para ejercer su derecho a la participación, entendida como una forma de producir ideas y acciones destinadas a buscar el bien personal y comunitario; y también para controlar y moderar el poder otorgado a los representantes políticos, de modo que sea posible evitar los excesos y desviaciones que ellos puedan cometer amparados en su investidura representativa. Igualmente, cada ciudadano tiene el derecho y debe contar con la oportunidad de prepararse como un líder consciente de sus obligaciones y dispuesto a cumplir con su responsabilidad de entregar resultados y rendir cuentas ante sus electores.
Con respecto a lo anterior, Rodríguez (ídem) agrega que "la participación puede ser un medio para una meta, lo cual incluye la formación de lideres en un proceso participativo más complejo que la propia decisión de participar" (p. 11); pero ello requiere de una cultura de la participación generalizada entre los ciudadanos, que tenga en ella misma los instrumentos necesarios para su difusión e internalización entre todos los integrantes del conglomerado social, lo cual es posible si se toman las medidas pertinentes para contribuir con la preparación sistemática de los ciudadanos para actuar como tales en sus propios entornos.
La Participación como concepto
La Participación es un término demasiado amplio como para tratar de abarcar todas sus connotaciones posibles en una sola definición. Participar, en principio, significa "tomar parte": convertirse uno mismo en parte de una organización que reúne a más de una sola persona. Igualmente, significa "compartir" algo con alguien o, por lo menos, producir información que será útil para algo o alguien. De modo que la participación es siempre un acto social: nadie puede participar de manera exclusiva, privada, para sí mismo.
Hasta hace pocos años la participación comunitaria en el desarrollo económico y social era un tema altamente polémico, objeto de fuertes controversias, fácilmente susceptible de etiquetamientos ideológicos. Una de sus descalificaciones más frecuentes era considerarla integrante del reino de las utopías sin sentido de realidad.
Actualmente el término se ha transformado en el motivo de un nuevo consenso. Gran parte de los organismos internacionales de mayor peso adoptan la participación como una importante estrategia de acción en sus declaraciones y proyectos, e incluso en diversos casos la han institucionalizado como política oficial.
Entre esos organismos se encuentra el Banco Mundial, promotor de la publicación de una obra de Kliksberg, B. (1996), que ha sido tomada como un libro "maestro" sobre participación y que representa "la nueva dirección que el Banco está tomando en apoyo de la participación", donde se resalta que "… la gente afectada por intervenciones para el desarrollo debe ser incluida en los procesos de decisión" (p. 2).
Esta expresión en una forma de establecer que las políticas públicas y los planes generales a menudo formulados por los gobiernos, deben tomar en cuenta la opinión y los intereses de la población, quienes serán los afectados por las consecuencias de esas decisiones.
Desde años anteriores el sistema de las Naciones Unidas había integrado la promoción de la participación como un eje de sus programas de cooperación técnica en el campo económico y social. Los informes sobre Desarrollo Humano que publica desde 1990 y que examinan problemas sociales fundamentales del planeta, indican en todos los casos a la participación como una estrategia imprescindible en su abordaje.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo (PNUD, 2006), una participación social amplia implica los siguientes aspectos:
a.- La incorporación de la población en la discusión, decisión, sostenimiento, realización y control de los proyectos para el desarrollo local, especialmente en aquellos en los que, como segmento específico, se encuentren más directamente implicados.
b.- La incorporación de los pobladores locales en la definición de sus gobiernos locales y en su fiscalización; y
c.- La realización de estos procesos de manera organizada, o crecientemente organizada, sin implicar desgastes organizacionales ni disipación de capital social (p. 8).
De acuerdo con lo anterior, se concibe la participación como un proceso incluyente que no puede estar sometido a una sola línea de pensamiento, sino permear en lo posible a toda la sociedad, de modo que todas las personas tengan la libertad de expresar sus expectativas y sus ideas acerca de la forma como prefieren vivir y actuar. Es decir, debe sujetarse a principios democráticos que incluyan a las minorías; a procedimientos de participación que garanticen que las opiniones mayoritarias no "sometan" a las minorías ni se impongan a la fuerza sobre ellas.
Cárdenas (2000), expone su definición de la siguiente manera:
… participar es un concepto complejo y dinámico que remite más a un proceso que a un estado o a una meta. Por lo que podría hablarse de niveles de participación. Pero también la participación puede ser un medio para una meta, lo cual incluye la formación de lideres en un proceso participativo más complejo que la propia decisión de participar, es decir, se habla en este caso de la autogestión del gobierno, pues la participación puede o es un medio para mejorar y agilizar la eficacia de un proyecto, y es un fin en si mismo en cuanto fortalece la autoestima de la población, al proporcionarles un control sobre los eventos del contexto donde se desenvuelve (p. 11).
De acuerdo con este planteamiento, participar implica en el individuo un proceso de transformación y apropiación voluntaria y autónoma del entorno y la sociedad, que ocurre como resultado de enfrentar y resolver sus contradicciones y conflictos, con la intervención consciente de los líderes y el resto de la población en el proceso de autogestión del gobierno.
Portal (2003), opina que:
"La génesis de los procesos de participación está por lo general en los problemas sociales que afectan directamente a un grupo de personas quienes deciden resolverlos bajo su cuenta y riesgo. Son la expresión de grupos y movimientos surgidos por la inminencia de la necesidad sin el lastre y la inercia de la burocracia (p. 12).
En consecuencia, se puede definir como un proceso activo enfocado a transformar las relaciones de poder, con la intención estratégica de incrementar y redistribuir las oportunidades de los actores sociales de tomar parte en los procesos de toma de decisiones, mediante la exposición de sus ideas y el planteamiento de sus puntos de vista particulares.
De allí que la participación es un ejercicio que brinda los medios de intervenir en el desarrollo y permite ir creando espacios, para influir en las decisiones que afectan la vida. La base para lograrla son los grupos humanos que incluyen formas con diferentes niveles de estructuración, y comparten una necesidad y una voluntad comunes, formalizadas para alcanzar un propósito, conducirse a sí mismas, y sobre todo, relacionarse con los de afuera y lograr los beneficios.
Para eso es necesario desplegar de manera orgánica, tácticas y estrategias que conducen a la solución de los problemas planteados; tomar decisiones, generar planes y actividades; establecer normas y conjugar intereses e inquietudes particulares mientras las personas se conocen y se relacionan.
Con frecuencia se enuncian como sinónimos de "participar" los términos: coadyuvar, compartir, comulgar, aunque al mismo tiempo, en las sociedades modernas la ausencia total de participación es también, inexorablemente, una forma de compartir las decisiones comunes. Quien se dispone a no participar en absoluto, en realidad está dando un voto de confianza a quienes toman las decisiones; un cheque en blanco para que otros actúen en su nombre.
La Utopía del Ciudadano Total
Pocos términos se usan con más frecuencia en el lenguaje político cotidiano que el de participación; y quizá ninguno es mejor aceptado. Se alude constantemente a la participación de la sociedad desde planos muy diversos y para propósitos muy diferentes, pero siempre como una buena forma de incluir nuevas opiniones y perspectivas. Se solicita la participación de los ciudadanos, de las agrupaciones sociales, de la sociedad en su conjunto, para enfrentar problemas específicos, para encontrar soluciones comunes o para juntar voluntades dispersas en una sola acción compartida. Es una invocación democrática tan cargada de valores que resulta difícil imaginar un mal uso de esa palabra.
La participación suele ligarse con propósitos transparentes – públicos en el sentido más amplio del término – y casi siempre favorables para quienes están dispuestos a ofrecer algo de sí mismos en busca de propósitos colectivos. En ese sentido, es un término grato, y no existe en individuos aislados de un entorno social, pues sólo se puede participar con alguien más; sólo se puede ser parte donde hay una organización que abarca por lo menos a dos personas.
Sin embargo, para cualquier individuo resulta imposible participar en todos los acontecimientos que le rodean; no sólo porque hasta la participación más simple requiere ciertas convicciones y normas, sino porque en el mundo actual, el entorno social y comunitario conocido y con el que se establece algún tipo de relación, tiende a ser cada vez más extenso. De allí que no habría tiempo ni recursos suficientes para participar activamente en todos los asuntos que producen un interés personal o requieren atención.
Por eso, la idea del "ciudadano total", ése que toma parte en todos y cada uno de los asuntos que atañen a su existencia, no es más que una utopía; pero igualmente es imposible dejar de participar, porque aun renunciando se participa. De modo que la verdadera participación, la que se produce como un acto de voluntad individual a favor de una acción colectiva, se fundamenta en un proceso previo de selección de oportunidades. Y al mismo tiempo, esa decisión de participar con alguien en busca de algo, implica además una decisión paralela de abandonar la participación en algún otro espacio de la acción colectiva que envuelve al mundo moderno.
La decisión de participar
El término participación está siempre ligado a una circunstancia específica y a un conjunto de voluntades humanas: los dos ingredientes indispensables para que esa palabra adquiera un sentido concreto, más allá de los valores subjetivos que suelen acompañarla. El medio político, social y económico, unido a los rasgos característicos de los seres humanos que deciden formar parte de una organización, son los motores de la participación. De ahí la gran complejidad de ese término, que es influenciado tanto por los innumerables motivos que pueden estimular o inhibir la participación ciudadana en circunstancias distintas, como por las razones estrictamente personales, psicológicas o físicas, que empujan a un individuo a tomar la decisión de participar.
En opinión de Merino (2007) "es imposible saber cuántas combinaciones se pueden hacer entre esos dos elementos; pues ni siquiera conocemos con precisión en dónde está la frontera entre los estímulos sociales y las razones estrictamente genéticas que determinan la verdadera conducta humana" (p. 7); lo cual significa que cada individuo, en función de sus propias circunstancias, tendrá una manera y una motivación personal de integrarse o alejarse de la acción conjunta.
No obstante, la participación es siempre, a la vez, un acto social, colectivo, y el producto de una decisión personal, y no podría entenderse sin tomar en cuenta esos dos elementos que se complementan: la influencia de la sociedad sobre el individuo, pero sobre todo la voluntad personal de influir en la sociedad.
En consecuencia, hay un difícil equilibrio entre las razones que animan a la gente a participar y sus posibilidades reales de hacerlo. Pero también entre el ambiente que les rodea y su voluntad de intervenir de manera activa en ciertos asuntos públicos.
Aunque el entorno político sea el más estimulante posible, y aunque haya un propósito compartido por la gran mayoría de la sociedad en un momento preciso, habrá siempre quienes encuentren razones más poderosas para abstenerse que para participar; y de igual manera, aun en medio de la participación puesta en marcha, algunos aportarán más esfuerzo, más tiempo o más recursos que los demás.
De modo que a pesar de las excelentes connotaciones que se han construido alrededor del término, la participación tampoco está a salvo de los defectos humanos como el egoísmo, el cinismo, o la enajenación de los individuos. Casi como consecuencia y derivación de todo lo anterior, surge aquí un importante dilema que se plantea en relación con el término: no todos quieren participar aunque puedan, y no todos pueden hacerlo aunque quieran.
Al respecto, Merino (op. cit.), expresa que:
La participación no puede darse en condiciones de perfecta igualdad: igual esfuerzo de todos, para obtener beneficios – o afrontar castigos – idénticos. No sólo es imposible que cada individuo participe en todo al mismo tiempo, sino que también lo es que todos los individuos desempeñen exactamente el mismo papel. En cualquier organización, incluso entre las más espontáneas y efímeras, la distribución de papeles es tan inevitable como la tendencia al conflicto. Siempre hay, por lo menos, un liderazgo y algunos que aportan más que otros (p. 9).
Esto puede explicarse si se considera que la congruencia de estímulos externos, surgidos del ambiente en el que existe la organización colectiva, junto con los motivos individuales para participar, hace que surja naturalmente la confrontación de opiniones, de necesidades, de intereses o de expectativas individuales, frente a las que ofrece un conjunto de seres humanos reunidos. No se puede participar para obtener, siempre, todo lo que cada individuo desea; y esto significa que los propósitos de la organización colectiva muy pocas veces coinciden plenamente con los objetivos particulares de los individuos que la conforman; entre las razones que animan a cada persona a participar, y las que mueven a un conjunto organizado de seres humanos, hay necesariamente un conjunto de pequeñas renuncias individuales.
Pero esta postura hace que aflore un segundo dilema acerca del término: la participación no puede darse sin una distribución desigual de aportaciones individuales, ni puede producir, invariablemente, los mismos resultados para quienes deciden "formar parte" de un propósito compartido; lo cual implica, a su vez, que siempre habrá al menos un segmento del conjunto de individuos "participantes", disconformes con los resultados de la acción colectiva en relación con su búsqueda personal.
El comportamiento particular con que un individuo enfrente una situación, dependerá de la realidad y circunstancias propias del momento; de los estímulos internos y externos de quien toma las decisiones; de sus finalidades personales y/o grupales, y de la motivación que lo impulse; por lo tanto, el comportamiento no es espontáneo ni está exento de finalidad: siempre habrá un objetivo implícito o visible que lo explique.
De allí que la decisión de participar o abstenerse dentro de un proceso de tipo social, involucra una serie de aspectos que no siempre son tomados en cuenta por los promotores de cambios sociales.
De acuerdo con Moody (1991), "Quien toma decisiones no sólo debe tomar decisiones correctas sino que también debe hacerlo en forma oportuna y con el menor costo" (p.p. 1-2). Por eso el individuo debe considerar la toma de decisiones como un proceso en el cual no sólo es importante el acierto que se tenga al seleccionar la vía para la solución de una situación, sino que además, esa solución tiene que ser efectiva y eficiente.
Las decisiones adecuadas tomadas en el menor tiempo, hacen una contribución valiosa a la organización; hasta el punto que la existencia misma del grupo social puede depender inclusive de una decisión eficiente y eficaz.
Generalmente, el individuo, ya sea en forma consciente o instintiva, hace algunas evaluaciones o consideraciones que lo ayudarán a estimar la importancia del proceso y a tomar la decisión de participar o abstenerse:
Según Moody (ídem), entre otras cosas, la participación puede implicar el compromiso de un capital o el aporte de un gran esfuerzo; pero también puede tener un impacto a largo plazo sobre la organización. Entonces se considera como una decisión importante.
Igualmente, algunos planes pueden cambiarse fácilmente, mientras que otros conllevan un carácter definitivo. Si la decisión implica seguir un curso de acción que no es reversible fácilmente, entonces esta decisión asume un significado importante.
Muchas organizaciones definen políticas que indican cómo actuar frente a cierta situación, para que sea fácil tomar una decisión consistente con la historia y las experiencias pasadas. Sin embargo, si una organización es muy nueva, inestable, y no ha establecido un patrón histórico, entonces la decisión adquiere una gran importancia, porque implica actuar dentro de un escenario con un alto grado de incertidumbre para el individuo.
Finalmente, cuando el impacto humano de una decisión es grande, su importancia también lo es. Esto es especialmente cierto cuando la decisión involucra a muchas personas. (P.p. 2-4).
Con respecto al mismo tema, Alcibíades, citado por Morales (2002), agrega que:
Para tomar una decisión, el individuo trata de estimar sus efectos y consecuencias, lo cual se refiere a la medida en que el compromiso relacionado con la decisión afectará el futuro; e igualmente valora la posibilidad de revertir la decisión y la dificultad que implica hacer este cambio, en caso de ser necesario.
A lo anterior se puede añadir una evaluación del impacto sobre el entorno, referido a la medida en que la decisión afecta otras áreas o actividades; así como la calidad de la decisión, en términos de valores éticos, aspectos legales, relaciones personales, principios de conducta e imagen de la organización.
Finalmente, un aspecto importante está relacionado con la periodicidad de la decisión, o sea, si debe ser tomada con frecuencia o excepcionalmente (p. 38).
Lo anterior describe un proceso de toma de decisiones que se pudiera calificar como "normal" o tal vez "técnico"; sin embargo, la realidad de las comunidades atendidas por la generalidad de las escuelas venezolanas, refleja situaciones muy distintas en cuanto a la calidad del proceso empleado para decidir.
Si se considera que, por diseño, las Escuelas Básicas Bolivarianas deben ser centros de crecimiento comunitario, donde se discutan las ideas y se evalúen proyectos orientados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, se debe también aceptar que sólo se pueden lograr buenos resultados si los ciudadanos están dispuestos a participar y preparados para tomar buenas decisiones. Por lo tanto, la escuela tiene que ser también el centro donde los padres, representantes y vecinos reciban una educación social que los capacite para la evaluación consciente de las situaciones y la toma de decisiones acertadas en función de sus necesidades, intereses y motivaciones.
Pero, como ya se ha dicho, los individuos solamente participarán, incluso en los procesos formativos, si ellos se identifican con las metas e intereses propios. Por eso, antes de poner en marcha un programa destinado a promover la participación de la comunidad en el proceso educativo, se debe conocer cuáles son los intereses, objetivos y necesidades de sus integrantes.
Estos son elementos muy necesarios que los actores participantes en el desarrollo de un programa para padres, representantes y vecinos en la institución escolar, deben tener muy presente en el momento de iniciar su ejecución, con la finalidad de que se logre una participación efectiva y se evite su fracaso; porque a veces, el sistema educacional asume un modelo clásico de lo que ellos consideran interacción: los docentes convocan a reuniones y entre padres y maestros, con una agenda unidireccional que no toma en cuenta la opinión de los representantes.
Este proceso transforma a los padres en agentes impotentes, mientras las escuelas esperan que ellos acudan y reciban lo que se les ofrece, en un formato técnico, generalmente fuera del alcance de su comprensión.
Si en algún momento, por ejemplo, existe "falta de participación de los padres" de acuerdo con el personal de la escuela, esto no debería ser entendido, automáticamente, como una falta de interés o motivación por parte de ellos en el desarrollo académico de sus niños. Más bien estas acciones deben considerarse como el resultado de una decisión consciente, motivada por la manera cómo es percibido el sistema escolar por parte de los padres; así como de la interpretación que los maestros dan a su rol en la educación de todos sus estudiantes, y de su responsabilidad con los demás elementos de la colectividad.
De allí que, la debida atención y el respeto por los lineamientos contenidos en el diseño de las Escuelas Primarias Bolivarianas, se conjugan con la necesidad de promover la participación de las comunidades en los procesos educativos; por lo cual es preciso tomar en cuenta estas realidades para estimular el compromiso de participación consciente, voluntaria y eficiente de los ciudadanos en la discusión y análisis de los problemas y las oportunidades que tienen los conglomerados sociales que los incluyen.
Necesidad y Motivación para la Participación
Con mucha frecuencia, diversos actores sociales, políticos, académicos y otros, expresan que es "necesaria" la participación de todos los individuos involucrados en el entramado social para llevar adelante las acciones que contribuirán a conseguir una mejor calidad de vida para los ciudadanos.
Según esta postura, sólo la participación de la mayoría garantizará que las gestiones y tareas se realicen en la forma y con la intensidad requerida para el logro de los objetivos comunes. Sin embargo, no siempre los planes y proyectos toman en cuenta los factores que impulsan en los ciudadanos la intención de participar, y en consecuencia sus promotores actúan como si la vinculación de los individuos fuese un estado obligatorio que se logra por una simple orden.
Sobre este particular, Ydrogo (2003), opina que "los individuos participan en un proceso cuando sienten la necesidad de hacerlo o cuando están suficientemente motivados para ello" (p. 8); y fundamenta su planteamiento en una visión de la Jerarquía de Necesidades Humanas, de Abraham Maslow, según la cual, ellas están distribuidas en forma de pirámide en función de la influencia que tienen sobre el comportamiento del ser humano; y van desde la base, donde están las necesidades fisiológicas mas elementales, hasta el vértice, donde se encuentran las necesidades de tipo espiritual y de autorrealización.
GRAFICO 1
PIRÁMIDE DE ABRAHAM MASLOW
JERARQUIZACIÓN DE LAS NECESIDADES HUMANAS
TOMADO DE YDROGO (2003, p. 28)
De acuerdo con Ydrogo (ídem), esta Jerarquía se pudiera explicar de la siguiente forma:
1.- Fisiológicas: Constituyen el nivel más bajo de las necesidades humanas. Son las necesidades innatas, como la de alimentación (hambre y sed), sueño y reposo (cansancio), abrigo (contra el frío o el calor), o el deseo sexual (reproducción de la especie). Están relacionadas con la subsistencia y existencia del individuo; y aunque son comunes a todos los individuos, requieren diferentes grados de satisfacción personal.
2.- Seguridad: Constituyen el segundo nivel, y determinan que la persona se proteja de cualquier peligro real o imaginario, físico o abstracto. La búsqueda de protección frente a la amenaza de la privación, la huida ante el peligro, la búsqueda de un mundo ordenado y previsible, son manifestaciones típicas de estas necesidades.
3.- Sociales: Están relacionadas con la vida del individuo en sociedad, junto a otras personas. Son las necesidades de asociación, participación, aceptación por parte de los colegas, amistad afecto y amor. Cuando las necesidades sociales no están suficientemente satisfechas, la persona se torna reacia, antagónica y hostil con las personas que rodean. La necesidad de dar y recibir afecto es un motivador del comportamiento humano.
4.- Autoestima: Están relacionadas con la manera de cómo se ve y se evalúa la persona, es decir, con la autoevaluación y la autoestima. Incluyen la seguridad y la confianza en sí mismo, la necesidad de aprobación y reconocimiento social, de estatus, prestigio, reputación y consideración.
La satisfacción de estas necesidades refuerza esos sentimientos; pero su frustración puede provocar percepciones de inferioridad, debilidad dependencia y desamparo, los cuales a la vez pueden llevar al desánimo o a ejecutar actividades opuestas a los objetivos grupales.
5.- Autorrealización: Son las necesidades humanas más elevadas; se hayan en la cima de la jerarquía y se expresan mediante el impulso de superarse cada vez más y llegar a realizar todas las potencialidades de la persona. Se relacionan con autonomía, independencia autocontrol, competencia y plena realización del potencial de cada persona, de los talentos individuales (pp. 37-38).
Con base en esta descripción, Morales (op. cit), sugiere que "Sólo cuando el individuo tiene satisfechas sus necesidades primarias y más elementales, fisiológicas o hereditarias, puede tomar la decisión de participar consciente y voluntariamente en la búsqueda de objetivos grupales o comunitarios" (p. 9). Es decir, el individuo nace con un conjunto de necesidades que motivan su comportamiento y lo encaminan hacia el logro de sus objetivos individuales. Cuando logra satisfacer esas necesidades, ya no le sirven como elemento motivador de sus acciones y se enfrenta ahora con nuevos requerimientos, como la seguridad, enfocada hacia la protección contra el peligro, contra las amenazas y contra las privaciones.
De igual modo, a medida que el individuo logra controlar sus carencias fisiológicas y de seguridad, comienza a atender, de manera lenta y gradual, necesidades más elevadas como las sociales, de autoestima y de autorrealización.
Esto no significa, necesariamente, que las necesidades más elevadas aparezcan sólo a medida que las más bajas van siendo satisfechas. Las secundarias pueden estar presentes e influir en el individuo de manera simultánea con las demás, sin embargo, las primarias tienen activación predominante y requieren un ciclo motivacional relativamente rápido en comparación con las más altas.
Todo este contexto describe un escenario dentro del cual los seres humanos están obligados a adaptarse continuamente a una gran variedad de situaciones para satisfacer sus necesidades y mantener un equilibrio emocional. Esto puede definirse como estado de adaptación, el cual se refiere no sólo a la satisfacción fisiológica y de seguridad, sino también a la necesidad de pertenencia a un grupo social, de autoestima y de autorrealización.
Sin embargo, también fundamenta el planteamiento de que la participación voluntaria, intencional y consciente del individuo en las acciones destinadas a lograr objetivos grupales, no son una necesidad básica, porque el ser humano, aún cuando pertenezca a un grupo social, generalmente atenderá primero la satisfacción de sus objetivos e intereses personales, y sobre esa base tomará las decisiones que considere pertinentes en relación con su participación o abstención en los procesos que involucran al colectivo.
Para ello, el individuo toma en cuenta el clima organizacional o ambiente interno que existe entre los miembros de la organización, y compara sus objetivos con las aspiraciones personales. Al mismo tiempo, las propiedades motivacionales del medio social influyen sobre él para tratar de convencerlo y convertirlo en un elemento más del proceso; y así se crean entonces el juego de intereses y el ciclo motivacional dentro del cual se mueve la decisión individual.
Este ciclo comienza cuando surge una necesidad, la cual es una fuerza dinámica y persistente que causa un comportamiento. Cada vez que aparece una necesidad, ella rompe el estado de equilibrio del organismo y produce un estado de tensión, insatisfacción e inconformismo que llevan al individuo a desarrollar un comportamiento o acción capaz de descargar la tensión y liberarlo del desconcierto y el desequilibrio. Si el comportamiento es eficaz, el individuo satisfará la necesidad, y por ende, descargará la tensión provocada por aquella. Una vez satisfecha la necesidad, el organismo recobra su estado de equilibrio anterior, su manera de adaptarse al ambiente.
Los párrafos anteriores pudieran resumirse en una expresión de Robbins (1996), quien señala que: "La motivación es la voluntad de llevar a cabo grandes esfuerzos para alcanzar las metas organizacionales, condicionadas por la capacidad del esfuerzo para satisfacer alguna necesidad individual" (p. 212).
Lo cual significa que sólo cuando el individuo percibe la posibilidad de lograr alguna meta personal, será capaz de manifestar su deseo o intención de participar en los esfuerzos por lograr los fines comunes.
En todo caso, tal como lo plantea Chiavenato (1999), "La satisfacción de algunas necesidades es transitoria y pasajera, lo que equivale a decir que la motivación humana es cíclica; el comportamiento es casi un proceso continuo de solución de problemas y satisfacción de necesidades, a medida que aparecen. (P.p. 70-71). En consecuencia, lo mismo se podrá afirmar en relación con la motivación para la participación.
Bases sociológicas del estudio
La Participación en la Reinvención de la Sociedad
Un apoyo a la promoción de la participación puede encontrarse en una opinión de Freire (1983), quien propone que la educación en el mundo actual debe "reinventar sus caminos de acción en función de la realidad y de las posibilidades históricas de la labor educativa" (p. 32).
Esa reinvención alude a la posibilidad que tienen los sujetos de participar en una práctica educativa dialógica y liberadora que facilita, por una parte, interpretar, significar, decir, expresar; y por la otra de resolver, generar respuestas y poner, en la práctica, acciones alternativas.
El autor (ídem) habla de reinvención de su propuesta, pero también, de la reinvención del texto, de la práctica educativa, de las sociedades y del poder:
La condición de reinvención es la de alcanzar la comprensión crítica de las condiciones históricas en las cuales se generaron las diferentes prácticas. Reflexionar críticamente sobre las diferentes prácticas y la experiencia de los otros, es comprender los factores sociales, políticos históricos y culturales de la práctica o experiencia que se quiere reinventar (p. 41).
Dicho de otra manera, reinventar la sociedad es participar en la historia rehaciéndose a sí mismo, a la vez que esta reinvención se da en diferentes sectores y niveles de la vida de un país, y eso significa que el proceso requiere reflexión crítica acerca de los contextos concretos, de los momentos, de los desafíos y de las dificultades que deben superarse.
El Reconocimiento
Para Freire (ídem), se entiende por reconocimiento esa permanente conciencia crítica que permite al sujeto comparar, relacionar, tomar distancia, explorar, identificar, diferenciar, y conceptualizar. El reconocer a través de la observación crítica es el punto de partida y condición básica de la pedagogía del conocimiento que postula este educador; y no sólo se da con los objetos de conocimiento, sino también, con el otro, con el diferente, con el semejante, con el alumno. Es pensar con él, acerca de él, por esto el reconocimiento es la puerta de entrada al diálogo y al encuentro pedagógico.
El Diálogo o Construcción Dialógica
En opinión de Mariño (1996), una de las ideas centrales de Freire es la del DIALOGO como centro del proceso pedagógico, como la dinámica que, guiada por la razón, permite el encuentro entre las personas y de éstas con el mundo. Por lo tanto, puede considerarse al diálogo como una expresión de la historicidad; como condición para el desarrollo de una cultura humanizante y fundamento societal (p. 19).
A lo anterior, el mismo autor agrega que:
… el diálogo es el encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar, es la fuente de poder desde su carga de criticidad y realidad contenidas en el lenguaje, las palabras y las interacciones… es capacidad de reinvención, de conocimiento y de reconocimiento (p. 22).
De ello se deriva que la construcción dialógica define una actitud y una praxis que se opone al autoritarismo, la arrogancia, la intolerancia, la masificación y la obediencia ciega. Es un medio para el tránsito entre una sociedad dominada y otra integrada por individuos críticos, capaces de tomar decisiones acertadas sin faltar el debido respeto a las opiniones ajenas; de promover y diligenciar el encuentro entre semejantes y diferentes, y superar los fundamentalismos segregacionistas.
Como mecanismo de la construcción dialógica, la pregunta surge como afirmación del sujeto, apto para correr riesgos y resolver la tensión entre la palabra y el silencio. De esta manera la pregunta confronta la modalidad pedagógica de la contestación, de la respuesta única y definitiva, sin que ello signifique la existencia de preguntas definitivas.
Por último, el diálogo y el lenguaje son para Freire y Macedo (1989) "el terreno en el que se otorgan significado a los deseos, a las aspiraciones, a los sueños y a las esperanzas, al posibilitar el intercambio de discursos y de conversaciones críticas cargadas de realidad y de posibilidad "(p. 32).
Tales palabras aluden a una sociedad plural, en la cual todos tienen derecho a pensar de acuerdo a como su realidad y sus circunstancias lo conduzcan y a actuar en consecuencia, sin que ello signifique necesariamente la generación de conflictos por diferencia de ideas, y menos aún la represión de una parte de la sociedad por otra, por la misma causa.
Bases Filosóficas
Las Bases Filosóficas también están representadas por nociones y propuestas expuestas y defendidas por Freire, quien presenta su propia versión del humanismo y una visión muy particular de la acción pedagógica impulsada por su propuesta ética y educativa.
Humanismo crítico, emancipador
El Humanismo clásico es el pensamiento y la valoración que, en vez de concentrarse en el cosmos o en la naturaleza, o de ocuparse sólo de Dios o un principio metafísico absoluto, considerado como excluyente de toda otra realidad, se concentra en el ser humano, considerado en cuanto a su comunidad con otros hombres y en cuanto a su vínculo con el entorno natural y con una posible apertura a la trascendencia. El humanismo puede ser ensimismado e individualista y caracterizarse por un culturalismo antinaturalista tentado a ofrecer el optimismo como promesa de felicidad, lo cual puede hacerle perder su sentido y hacerlo menos humanista.
De allí que la deshumanización es una consecuencia y expresión de la alienación y dominación, que conducen al individuo hacia una pérdida de su condición esencial, a través de una ilusión de felicidad; es la distorsión de la vocación de humanizarnos. La humanización, por el contrario, es un proyecto emancipador que desencadena procesos de transformación, de modificación de la realidad, que se convierten en una forma de experimentar lo que significa ser personas.
Según Freire (1970) "uno de los equívocos propios de una concepción ingenua del humanismo, radica en que en su ansia por presentar un modelo ideal de "buen hombre", se olvida de la situación concreta, existencial, presente de los hombres mismos" (p. 35). O sea, el humanismo, consiste en permitir la toma de conciencia de nuestra plena humanidad, como condición y obligación, como situación y proyecto.
En su opinión, "La existencia humana no tiene el punto determinante de su trayectoria fijado en la especie", y por eso:
… al inventar la existencia, como los materiales que la vida les ofrece, los hombres y las mujeres inventarán o descubrirán la posibilidad que implica necesariamente la libertad, que no recibirán más que luchando por ella (…) Mujeres y hombres se arriesgan, se aventuran, se educan en el juego de la libertad (p. 38).
Lo cual significa una especie de exhortación a la participación en la lucha por alcanzar niveles más elevados de humanidad en libertad, por propia, voluntaria y consciente decisión.
Al hablar de ser más o de la vocación de humanización como vocación ontológica del ser humano, no se asume una posición conservadora o hipócrita, porque esta vocación no es algo separado de la historia; por el contrario, ella se va constituyendo en la historia; en ella se crean los medios para llevarla a cabo; por eso la forma de asumir esta utopía varía en función de tiempos y espacios.
Este sueño humanista, se concreta en procesos que siempre se manifiestan en forma de rupturas con limitaciones reales y concretas del orden económico, político, social, ideológico, y otros, que llevan a la sociedad hacia la deshumanización. El sueño es así una exigencia o una condición que se va haciendo permanentemente en la historia que hacemos, y que nos hace y rehace". "Una utopía, que no sería posible si en ella faltase el deseo de libertad, metida en la vocación de humanización. Si faltase, también, la esperanza sin la cuál no luchamos".
El Realismo Esperanzado
Según Freire (1992): "la verdadera realidad no es la que es sino la que puja por ser" (p. 45). Es realidad que es esperanza de sí misma; a lo cual agrega que: "en estos momentos históricos, como en el que vivimos hoy en el país y fuera de él, es la realidad misma que grita (…) cómo hacer concreto lo inédito viable que nos exige que luchemos por él (ídem).
El realismo esperanzado que postula el autor es un "imperativo existencial e histórico" necesario, pero no suficiente. La esperanza sola no transforma el mundo, pero no es posible prescindir de ella si se quiere cambiarlo. Necesitamos la esperanza crítica, como un pez necesita el agua pura. Sin esperanza no se puede ni siquiera empezar procesos transformadores, pero sin procesos la esperanza se corrompe y se convierte en "trágica desesperación", y desesperanza es lo mismo que quietud, inmovilismo, mantener el statu quo.
El proyecto de la esperanza es para Freire el cambio radical de la historia. Es eso que se quiere que exista y que se percibe cargado de posibilidades de ser, pero tenemos que hacerlo, que "lucharlo", o no vendrá en la forma como lo queremos.
La esperanza necesita de la práctica, de la acción para no quedar en un simple deseo. La esperanza necesita hechos para convertirse en realidad histórica, lo cual, en otras palabras, es otra forma de aconsejar una participación mas decidida en los procesos de transformación social.
Actos de conocimiento
Plantea que no se puede dialogar, y por ende, participar, si se es ignorante de las situaciones, por lo que se necesita que exista un Acto de Conocimiento que sirva como puente que enlaza las partes y facilita la interacción. El verdadero diálogo reúne a los sujetos en torno al conocimiento de un objeto cognoscible que actúa como mediador entre ellos. Todo hecho de conocimiento en un proceso educativo procura, en la perspectiva freiriana, poder entender tanto el objeto como la comprensión que de él se tenga.
De allí que el rol del educador, no consiste en acercarse con teorías que expliquen a priori lo que está sucediendo, sino descubrir los elementos teóricos enraizados en la práctica; hacer surgir la teoría inherente a dichas actividades, para que la gente pueda apropiarse de las teorías que hay en sus propias prácticas.
El acto de conocimiento implica para Freire (ídem) "un movimiento dialéctico que pasa de la acción a la reflexión y de la reflexión de la acción a una nueva acción"(p. 43). Reconoce también la unidad que existe entre la subjetividad y la objetividad, en el sentido de que la realidad jamás consiste únicamente en datos objetivos, el hecho concreto, sino también en esas percepciones que los hombres tienen.
Otra interrelación que establece en las acciones de conocimiento es la de los contextos, y señala la existencia de dos contextos interrelacionados: el del diálogo auténtico entre educador y educando como sujetos de conocimiento y el contexto real de los hechos concretos, la realidad social en la que los sujetos existen. En el contexto del diálogo, se "analizan los hechos que presenta el contexto real o concreto". Esto Implica un desplazamiento desde el contexto concreto, que proporcionan los hechos, hasta el contexto teórico, en el que dichos hechos se analizan en profundidad, para volver al contexto concreto, donde los hombres experimentan nuevas formas de praxis.
Bases institucionales
El Modelo de las Escuelas Bolivarianas
Como una forma de combatir el acelerado deterioro que presenta el sistema educativo venezolano, el gobierno presidido por Hugo Chávez dispone el diseño de un modelo escolar mediante el cual se busca integrar el binomio escuela – entorno social, aspiración permanente que debe ser lograda de manera constante a través de estrategias destinadas a fomentar la participación de la comunidad en distintos programas culturales, deportivos, asistenciales, alimentarios y cursos de capacitación, entre otros.
De esa manera se pretende iniciar un proceso de transformación sustancial de la educación y convertir la escuela en un centro de atracción, en un ambiente social distinto para combatir el fracaso educativo que la ha estigmatizado a lo largo de las últimas décadas, para reducir al mínimo la exclusión escolar, para empezar a resolver el grave problema de los "niños de la calle", de los niños y jóvenes sin escuela.
El modelo propuesto identificado como Escuelas Bolivarianas, además de cambiar radicalmente el método de trabajo escolar formal, impulsaría con el educador, una ética de profundo contenido social, junto a una nueva metodología educativa consustanciada con las distintas formas y recursos de aprendizaje, donde el contenido sea pertinente, atractivo, pedagógicamente adecuado al nivel biopsicosocial del educando, en correspondencia con las exigencias del mundo actual y por venir.
De igual modo, propiciaría una educación para la vida, vinculada a las necesidades y aspiraciones del estudiante, de su entorno, del país que se quiere, del Proyecto de República que persigue la ideología con la cual se identifica el actual régimen; pero también debe ofrecer un ambiente que sea realmente atractivo en todos los sentidos, en lo humano, en lo físico y en las oportunidades escolares en cultura, salud, deporte, recreación, artes, oficios, no solo para los educandos, quienes serían los primeros beneficiarios, sino también para el entorno social.
Lineamientos Pedagógicos generales de la Escuela Bolivariana
El modelo escolar en cuestión toma en consideración una serie de aspectos destinados a lograr una mayor eficiencia en el trabajo docente y en la integración de la institución educativa con la familia y la comunidad. Entre esos factores se tienen:
Es un proceso que produce y promueve conocimientos, a la vez que permite la reflexión por parte del educador. La vida profesional del docente debe transcurrir en un continuo aprendizaje; en una formación permanente, porque a él le corresponde facilitar a sus alumnos una idea real del mundo en el cual viven y para eso es preciso que esté actualizado.
Las capacitaciones que se realizan hoy día deben ser cambios reales tanto en la escuela como en la comunidad, lo cual hace necesario que el docente esté involucrado con todos los instrumentos y herramientas necesarias. La formación no finaliza cuando el educador obtiene un título; sino que es preciso mantener por cualquier medio la preparación, lo cual se convierte en un proceso de educación continua que no termina mientras el maestro se mantenga activo o dispuesto.
Se pueden considerar para ello las discusiones en colectivo con los demás colegas, para hacerlas más ricas, compartir experiencias y buscar en conjunto alternativas acordes con la realidad del plantel y de los participantes.
Alfabetización y Tiempo Pedagógico
En las Escuelas Bolivarianas, la acción pedagógica va más allá del aula; va al ambiente, a la comunidad, a los padres y vecinos, con sus saberes y experiencias. Todo el tiempo en la escuela es pedagógico; es decir, todas las actividades estarán orientadas hacia la enseñanza. La planificación se hará sobre la base del fin educativo que se pretenda lograr.
El analfabetismo todavía afecta a una buena cantidad de venezolanos; es un flagelo social que se debe erradicar; por ello la Escuela Bolivariana, al menos en su diseño, pretende llevar a las comunidades la opción de la alfabetización para la colectividad donde ella funcione. En tal sentido, cada escuela desarrollará un plan específico de alfabetización; de esta manera cumplirá también con esta importante función social.
Enseñanza – Aprendizaje (( Docente – Alumno
Enseñar significa activar los medios para crear ideas propias y facilitar la formación de opiniones donde el alumno sea el protagonista; motivar al niño a construir su propio ambiente natural, mantener su acervo cultural, y a participar en la planificación. Como la acción pedagógica va al ambiente y al entorno social, para ello se tomará en cuenta la experiencia de los padres, niños y comunidad, en una interacción constante y global que atienda a la parte humana de cada persona involucrada. Como consecuencia, el alumno aprenderá del maestro; pero a la vez, el docente se cultivará en función de ese intercambio.
Comunidad
El funcionamiento eficiente de la escuela está ligado a la capacidad que tenga la comunidad para la participación efectiva en la conducción de su propio destino. El contacto permanente de docentes, padres, representantes y vecinos, más las instituciones que los agrupan, es necesario para garantizar la formación y educación de ciudadanos aptos para la vida. El maestro tiene que convertirse en un líder para conocer necesidades, modos de vida y acervos culturales. Tomarán de los representantes y alumnos todas aquellas ideas y conocimientos que crean convenientes para el desarrollo de las actividades dentro del ambiente educativo.
Como se puede observar, el diseño de la escuela la obliga a estar siempre abierta a la comunidad y constituir un espacio de reconstrucción social, donde participen docentes, comunidad y alumnos mediante el aporte de criterios y opiniones para el tratamiento de los problemas comunitarios y la búsqueda de soluciones a las necesidades y carencias.
Dadas las características de la realidad social sobre la cual aspira actuar el modelo, las Escuelas Bolivarianas tienen los siguientes objetivos:
Contribuir a la creación de un espacio de aprendizaje que favorezca la integración de la escuela con la comunidad, estimulando el desarrollo de su poder transformador.
Estimular un proceso de transformación educativa en todos los órdenes del ser, del saber, del hacer y del convivir, como mecanismo eficiente y efectivo para el logro de la refundación de la República.
Proporcionar atención integral a todos los niños y niñas en edad escolar, garantizando los derechos de salud física, mental y crecimiento sano, en un ambiente de paz, libertad, participación e integración.
Impulsar una pedagogía participativa, en la búsqueda del ser, del saber y del hacer, que le brinde al docente y al estudiante la posibilidad de acceder a diferentes fuentes del saber.
Fortalecer los valores de la identidad nacional, a través del análisis de las distintas manifestaciones culturales, políticas, sociales, espaciales y económicas, en el ámbito local, regional, nacional y en el contexto latinoamericano y mundial.
El Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC)
Como una forma de generar alianzas estratégicas con los diferentes actores de la sociedad a través de una cultura de participación, una visión compartida y la formación de ciudadanos que con su acción constituyan las bases de una nueva sociedad multiétnica y pluricultural, el Estado venezolano diseño un modelo de gestión escolar conocido como Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC); fundamentado en la idea de que la escuela debe fortalecerse como espacio que propicie la participación protagónica junto a la familia y la comunidad, a través de una corresponsabilidad bien entendida, en el proceso del desarrollo integral, tanto de la población atendida como de la institución y de la comunidad que la circunda (MECD, 2005).
De acuerdo con este modelo, la escuela es un espacio social donde se construyen procesos caracterizados por actos de comunicación que permiten expresar diferencias y particularidades propias de la comunidad de la cual forma parte, así como de todos los que interactúan en ella. Por esa razón, la gestión escolar debe facilitar el descubrir las contradicciones presentes, a nivel de todos los miembros de la institución y de los grupos que conforman la comunidad circundante; por lo tanto, genera sus propias dinámicas y procesos, formas de comunicación, uso de técnicas, métodos de gestión, que dependen de la dirección y del enfoque para la organización de la vida escolar que le impriman los actores de la comunidad educativa.
Se trata de concebir a todos los integrantes de la escuela como verdaderos autores y actores que construyen el conocimiento a partir de sus relaciones, en los espacios y momentos que propicia la escuela; y en ese sentido, especialmente en los ámbitos rurales, esta concepción coincide con las propuestas de la "Nueva Ruralidad" en el sentido de reconocerle a las comunidades su condición de expertas en el conocimiento sobre sí mismas.
De lo expuesto se deduce que la escuela, a partir de relaciones dialógicas, democráticas y participativas, debe contribuir a la construcción de espacios que permitan el estudio, análisis y reflexión de todos los integrantes de la institución escolar y su entorno.
El modelo se fundamenta en una concepción holística y específica del hecho educativo, donde se analizan las necesidades y aspiraciones sentidas por el colectivo que conforma el plantel y su entorno, para luego generar alternativas que permitan el mejoramiento de la calidad de la educación como un hecho de significación social; es decir, la escuela como eje del desarrollo social y factor para mejorar la calidad de vida de la comunidad a la cual sirve.
A través del intercambio de saberes entre los docentes, alumnos, padres, madres, representantes y comunidad en general, el PEIC persigue diseñar estrategias que surjan del propio medio educativo en el marco de la corresponsabilidad y cooperación, creando espacios de discusión con una visión de equipo, donde todos y todas aportan y reciben información, con la finalidad de lograr consensos para el diseño, ejecución y evaluación de las acciones propuestas.
De esta manera cada escuela de acuerdo con su historia de vida académica, cultural y comunitaria y en función de la Política Educativa debe diseñar un conjunto de actividades planificadas de manera colectiva y dirigida a resolver los principales problemas pedagógicos, organizativos y sociales de la institución en relación con su entorno.
De acuerdo con la realidad de la institución, sus necesidades, recursos, fortalezas, debilidades y características específicas, en el PEIC se formulan acciones pedagógicas, culturales, recreativas, deportivas, artísticas, científicas, tecnológicas, de salud y sociales desde una perspectiva integral, diversificada y en el marco de una acción cooperativa.
De allí que el PEIC, como producto de la construcción colectiva, requiere de la observación e investigación, planificación y coordinación, para la ejecución y evaluación de todas aquellas acciones previstas para lograr los objetivos propuestos a nivel académico, administrativo y comunitario, con el propósito de alcanzar una educación integral, diversificada y de calidad que cumpla con su función social en beneficio de todos y todas. Por todo lo anterior, se puede considerar al PEIC como una herramienta excelente para promover la preparación de los ciudadanos en los mecanismos legales de participación comunitaria y los procedimientos para la toma de decisiones sobre los temas y problemas que afectan tanto a la persona como al grupo social en el cual se desarrolla la labor de la escuela.
Bases Legales
La fundamentación jurídica de este estudio se encuentra en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la Ley Orgánica de Educación, la Ley de los Consejos Locales de Planificación, la Ley de los Consejos Comunales y la Resolución Nº 179 del 15-09-99 del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Capítulo IV
De los Derechos Políticos y del Referendo Popular
Sección Primera: De los Derechos Políticos
Artículo 62. Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas.
La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica.
Este texto expresa con suma claridad la consideración de los procesos de participación ciudadana como un derecho constitucional. Del mismo modo, ese derecho no es restringido o condicionado a una sola forma, sino que puede ser ejercido directamente o por medio de otras personas que se elijan como representantes. Esto configura un afianzamiento constitucional de la democracia representativa, y reafirma la necesidad de la participación ciudadana como vía para lograr el protagonismo y la soberanía como pueblo.
Artículo 112. Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes, por razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés social… (p. 29).
De acuerdo con este texto, las personas tienen el derecho de tomar decisiones por su cuenta en relación con las actividades de su preferencia, mientras se mantengan en el marco constitucional; sin embargo ese mismo marco establece limitaciones asociadas con el "desarrollo humano…" o el "interés social…", en cuyos casos no está claro cómo se define el tipo de "desarrollo humano" que se busca, ni los componentes relacionados con el "interés social". Es decir, el individuo se puede dedicar a las actividades económicas que escoja, mientras el Estado, representado por personas que toman las decisiones, no se vea afectado en sus planes, en relación con su propio concepto de "desarrollo humano" y de "interés social". Evidentemente, aquí no es vinculante la opinión del ciudadano común.
Artículo 184º:
La ley creará mecanismos abiertos y flexibles para que los Estados y Municipios descentralicen y transfieran a las comunidades y grupos vecinales organizados, los servicios que éstos gestionen previa demostración de su capacidad para prestarlos, promoviendo:
1.- La transferencia de servicios en materia de salud, educación, vivienda, deporte, cultura, programas sociales, ambiente,… A tal efecto, podrán establecer convenios cuyos contenidos estarán orientados por los principios de interdependencia, coordinación, cooperación y corresponsabilidad.
2.- La participación de las comunidades y ciudadanos y ciudadanas, a través de las asociaciones vecinales y organizaciones no gubernamentales, en la formulación de propuestas de inversión ante las autoridades estadales y municipales encargadas de la elaboración de los respectivos planes de inversión… (p. 31).
Este artículo indica los sectores y actividades en las cuales pueden tener participación las comunidades y los vecinos; además hace énfasis en cuanto a la necesidad de organizar a los ciudadanos para poder tener acceso a la participación, a través de diversas formas de asociación.
El mandato contenido en este texto, representa una real oportunidad que está a la orden de las asociaciones de vecinos, comunidades educativas Consejos Comunales, Consejos Locales de Planificación y similares, para que propongan acciones con la intención de resolver los problemas que aquejan a sus colectividades e instituciones, y dentro de ese proceso puede la escuela tener una participación protagónica, como centro de debate y de producción de ideas para el crecimiento social.
Ley Orgánica de Educación
Artículo 13º
Se promoverá la participación de la familia, de la comunidad y de todas las instituciones en el proceso educativo (p. 6).
El texto de este artículo significa un reconocimiento de la multiplicidad de factores que ejercen su influencia sobre el proceso de educación de los individuos. El aprendiz está sujeto a la acción simultánea de la escuela, la familia y la comunidad, cada uno de los cuales interviene en los actos de adquisición de los aprendizajes y las actitudes; en consecuencia, es preciso considerar a todas estas entidades al planificar cualquier procedimiento que pretenda cambiar algún aspecto de la realidad escolar, como por ejemplo, el intercambio social, la incorporación de contenidos relacionados con los mecanismos de participación y la toma de decisiones, así como elementos de historia y cultura local, al trabajo del aula.
Ley de los Consejos Comunales
La Ley de los Consejos Comunales es un instrumento jurídico que tiene por objeto regular y desarrollar la conformación, integración, organización y funcionamiento de los Consejos Comunales y su relación con el Estado, para la formulación, ejecución, control y evaluación de las políticas públicas. Su artículo 2 dice lo siguiente:
Artículo 2. Los consejos comunales en el marco constitucional de la democracia participativa y protagónica, son instancias de participación, articulación e integración entre las diversas organizaciones comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas, que permiten al pueblo organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesidades y aspiraciones de las comunidades en la construcción de una sociedad de equidad y justicia social.
El texto remarca la condición participativa y protagónica que se le da al régimen democrático basado en la Constitución; y define a los Consejos Comunales como instancias de participación de las diversas organizaciones comunitarias, grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas organizados, de modo que puedan opinar y tomar decisiones relacionadas con las políticas públicas y proyectos que buscan resolver los problemas comunes, como una forma de acercarse a la construcción de una sociedad de equidad y justicia social. De igual modo, es una herramienta que hace operativo el numeral 2. del artículo 184 constitucional, ya citado, en cuanto a la oferta de oportunidades de participación para los ciudadanos a través de una forma de organización que cuenta con una ley especial.
Artículo 4: A los efectos de esta Ley se entiende:
1. Comunidad: es el conglomerado social de familias, ciudadanos y ciudadanas que habitan en un área geográfica determinada, que comparten una historia e intereses comunes, se conocen y relacionan entre si, usan los mismos servicios públicos y comparten necesidades y potencialidades similares: económicas, sociales, urbanísticas y de otra índole.
…
3. Área geográfica de la comunidad: Territorio que ocupan las y los habitantes de la comunidad, cuyos límites geográficos se establecen en Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas…. El área geográfica será decidida por la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas de acuerdo con las particularidades de cada comunidad.
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