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de donde no volvió, jamás, el hijo.

DIATRIBA CONTRA LA DÉCIMA

¿Quién comprenderá que fuimos autorreferencias grávidas,

urdiendo estrofas impávidas para probar que existimos?

¿Quién negará que accedimos a una yoidad discursiva,

que a la ínsula intuitiva y errática del comienzo

le opusimos, in extenso, una era intelectiva?

LO PEOR PARA UN POETA ES METERSE EN CASA

DE LA PUREZA, LA PERFECCIÓN, LA ETERNIDAD

Y EL INFINITO. TAMBIEN EL ARTE SE AHOGA

ENTRE SUPERLATIVOS

Vivir atormentado de sentido…

Fito Páez: "Al lado del camino"

¿Estoy en el universo

de paso? ¿Soy lo que ignoro?

¿Qué me empuja a este desdoro

ideológico? Converso

o heresiarca voy, disperso,

hacia el Vacío (¿Pascal?)

¿A quién le robo este mal

razonamiento, esta facha

de filósofo que tacha

cualquier verbo emocional?

II

Desconozco las fronteras

de la contención, me ufano

por revelar, de antemano,

intelectivas esferas

y me quedo en la rivera

de un monólogo imperfecto.

No vislumbro el idiolecto

que quiero fundar. Tal vez

no lo halle nunca, y después

perdure un virtual efecto.

III

Dominante dominado

por una trama de citas

sin notas, retomo escritas

frases por mí, en el pasado.

Soy todos los que han quedado

vivos en páginas muertas.

Soy sus odios, sus inciertas

interrogaciones mudas

y abandonaré esas dudas

clavadas en otras puertas.

EL ABUSO DE LA LITERATURA

Para poder vislumbrar lo esencial

no debe ejercerse ningún oficio.

Hay que permanecer tumbado todo el día,

y gemir…

Cioran

Reo de la incompletez,

busca el poeta una esencia

que anule la insuficiencia

peculiar de su avidez.

Subsumido en la embriaguez

hipertélica, redacta

a tenor de la inexacta

realidad, el argumento

que produzca un nacimiento

sobre la cuartilla intacta.

II

Virtual y perecedero

el intertexto infinito

desnaturaliza el rito

de intentar lo verdadero.

Toda escritura es un mero

acto de fagocitosis.

Incorporar una dosis

de subversión al poema

es como elidir de un tema

literario, la psicosis.

III

El inquietante diseño

del río que se disuelve,

la palabra que no vuelve,

la desmateria del sueño.

El eidos de lo pequeño

extrabarroco, el precario

y alucinado inventario

de olvidadas escrituras,

¿resistirán las futuras

aguas de lo fragmentario?

IV

Fundar una resistencia

sobre las ruinas del orbe,

desalentar lo que absorbe

el azar, como conciencia,

y escindir de su inmanencia

cognitiva lo imposible,

para que el inmarcesible

paraninfo escritural

más que exceso de lo Real

sea carne de lo invisible.

Diatriba contra la décima; ensayo de reinterpretación

INTRODUCCIÓN

En medio del aquelarre amorfo y asinartético, legitimar lo poético desde la métrica, barre toda lógica a quien narre el discurrir de una estanza. Lo clásico se remansa y, en la abulia aristotélica, medra una apetencia bélica, según lo estólido avanza.

Fracasan las catedrales octosilábicas. Dura bien poco la arquitectura milimétrica. Fatales, los aedas inmortales, atraídos por la sima del metro que los anima, persisten en el ludibrio de buscar el equilibrio en el tedio de la rima. [3]

DESARROLLO

Salvo trópicos[4]ubérrimos y hechizadas cantidades[5]argucias y velei-dades pueblan los cauces misérrimos de la estrofa. Los acérrimos juglares y los escribas, de ascendencias emotivas y de linaje sonoro, multiplicaron el coro ahogado de preceptivas.

La sublimación del estro emancipatorio, el sacro devenir del simulacro fundacional, un siniestro replanteo de lo nuestro como discurso hegemónico. Un plañir decimonónico entronizó el indianismo, y el seudonacionalismo derivó hacia un ismo crónico.

Neovanguardias reprimidas por telurismos endémicos, subvirtieron los polémicos esteticismos suicidas. Y paradojas vencidas, por sediciosas tendencias, diagnosticaron urgencias contra una época fatua que deses-tima a la estatua y sacraliza apariencias.[6]

A pesar de intelectivos diálogos con la neblina, hay una estirpe que arruina los deslindes radioactivos de la poiesis. Altivos coristas de burdo apego a la emoción, desde el ciego ejercicio de la inopia, alientan la vul-gar copia gregaria de su alter ego.

Consideraciones finales

Se impone olvidar el pánico absurdo del hermetismo y borrar el aticismo de los clásicos. Satánico, comienza un lapso inorgánico de ne-gación. Preterida, la estrofa comprometida con el destino insular, de una vez debe integrar la sucesión sumergida.[7]

La realidad debe ser tornada espíritu. El dolmen ha de sentir que lo colmen nuestros responsos. Volver a lo cerrado, acceder enardecidos, no obstante.

Enfrentar el verso errante a la incertidumbre tétrica, y devolver a la métrica su plenitud irradiante.

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LA RESPUESTA RESISTENTE DE LA PIEDRA

Éntrase al mar por un arroyo breve.

Góngora

He aquí la décima.

Fruto de la Península Ibérica hipostasiado en América. Calificado instituto intelectivo. Atributo métrico de los juglares, transferido en los cantares de emigrantes y altruistas. He aquí múltiples aristas de prácticas similares.

Saben los autores métricos, que en tema de consonancias dicta el soneto distancias con rigores milimétricos. Pero los cauces simétricos de la décima, desvisten plurales tramas que insisten en su armónico redoble, que la hace la más noble de las estrofas que existen.

Décima, en su más moderna acepción, no es "la malara", con su semántica rara, ni "la naharra"…Gobierna el imperio de la eterna estructura, la maleable forma a Espinel imputable –pero ya espinela no es fiel-. El tiempo volvió, a la décima, innombrable.[8]

Ordenar un florilegio estrófico es un dislate[9]porque la idea del "rescate" linda con el sacrilegio. [10]Pero entraña un privilegio la antítesis aparente. Discriminar lo excedente, en aras de asir lo básico de un artesonado clásico, es una empresa inmanente al acto de la escritura.

Ser el atalayador que señala. El cribador severo. La tachadura que exige Literatura al tumulto octosilábico. Poner un dedo en lo atávico que reverencia la fronda. Dar con la estructura monda. Juzgar el erial silábico.

Redescubrir a Espinel y prescindir de sus rimas diversas. [11]Nombrar las cimas. Desestimar el "vergel", lo "sinsontesco", el tropel naciona-lista. Al sofoco académico dar poco crédito y ardua batalla. Distinguir que el verso estalla en el umbral del barroco.

La dictadura fastuosa del soneto, el individuo pedestaliado y asiduo de la burla. La sinuosa geografía verbosa como sostén del poema res-tringieron el "problema" de la estrofa a la ocasión, al álbum, la exaltación o la diatriba blasfema.

Cervantes se desveló, creyendo no ser artífice poético, y fue pontífice en cuanto decomisó al idio- .[12] Barroquizó, Góngora, culto y violento, la anchura de su instrumento, y Quevedo, conceptista acérrimo y aticista, avivó el rebuscamiento.

Aunque no fue Calderón de la Barca, un decimero como Lope[13]su asidero a la escena, en comunión magistral con la emoción y un fervor filosofante, logró apresar un instante del esplendor más rotundo, cuando cifró en Segismundo la incertidumbre incesante. [14]

En la alquería San Miguel de Nepantla, la profusa Sor Juana, Décima Musa, entró al reino de Espinel. Inclasificable en el universo escriturario, su barroquismo estatuario de culterano decoro condujo al Siglo de Oro a un tempo monumentario.

En Cuba, José Jacinto Milanés, vate romántico en el devaneo y el cántico al paisaje, fue distinto. La pureza de su instinto, el numen de su floresta, la prelación manifiesta del tema indígena. El gusto costumbrista por lo adusto, el despego de la apuesta neoclásica, y anterior al roman-ticismo, fueron rasgos que lo convirtieron, no en un versificador, sino en ilustre hacedor, aunque reo de extrañas voces…

Más adelante, las coces de los potros y las flechas rústicas, hendieron brechas, pero entre "nativas" poses.

Los Cantos del Siboney y los quejosos Rumores del Hórmigo, pese a errores, son libros en que la grey reconoció el agnusdéi de la adhesión popular. Virtud de cubanizar una estructura foránea, en la región subcutánea del relato secular.

Criollismo, siboneyismo: del romántico fermento, variantes. Impulso exento de eficacia. Exteriorismo. Fornaris ante el abismo, trampeado en la burda copia de un alma edénica impropia. El Cucalambé, silvestre, fijando en arte rupestre su devoción, y su inopia.

La sublimación del estro emancipatorio, el sacro devenir del simulacro fundacional, un siniestro replanteo de lo nuestro como discurso hegemónico. Un plañir decimonónico entro-nizó el indianismo, y el seudonacionalismo derivó hacia un ismo crónico.[15]

Dios y la naturaleza, lo efímero y lo inmortal, en el Salmo Carvajal[16]transparentan la grandeza de un poeta que regresa, desesperado y au-sente, de su angustia al reticente ámbito en que Pombo escribe, como un augur que recibe el hálito trascendente.

Lola Rodríguez de Tió, borinqueña transterrada, en Cuba vivió apegada a la tierra en que nació. En las décimas que urdió a veces salta un desliz, pero a través del tamiz del ímpetu de su obra, su poética recobra un original matiz.

A orillas del Paraná vio, Rafael Obligado, al héroe desheredado que en su obra exaltará: el payador, ser que hará que el espíritu gauchesco abandone el arabesco exótico de la pampa, y exprese la audaz estampa del nervio martinfierresco.[17]

Princesas y pedrerías, elfos, musas, silfos, parcas, grecolatinos pa-triarcas, religiones, cofradías. Las camorras, las orgías de los medos y los tracios, las ágatas, los topacios, la evasión, el preciosismo, la bohemia, el ostracismo de monótonos palacios…

Entrar al «bosque ideal que lo real complica». Guste o no, hacer un reajuste temático y lexical. Darío fue artificial, pero edificó regímenes expresivos. Dio a especímenes neoclásicos la visión para enfilar la razón contra poéticos crímenes.

Las décimas inmaduras que escribió en su adolescencia, no avalan su permanencia entre autores de molduras espinelianas. [18]Futuras pes-quisas dirán que el reto mayor que asumió fue el veto de la forma anquilosada, y subvertir la mirada al envite del soneto.

Amado Nervo, devoto de un modernismo agonístico, descubrió un ámbito místico, inabordable e ignoto.

Herrera y Reissig: remoto, salomónico, inconexo, se escabulló de un anexo rubendariano, en un rapto, para declararse apto en el hallazgo de un nexo, con la futura gramática decimística.

Agustín Acosta, fue paladín de una maniobra dramática en Cuba: la sintomática derogación posmoderna. Mudar la impostura externa de la tradición, zanjar un tiempo, y recuperar la isla interior y la alterna.

Fue Baldomero Fernández en su vital Argentina, Darío de la neblina, Garcilaso de los Andes. Sonetista entre los grandes, pocas décimas rumió, pero en sus versos captó lo abierto de lo cerrado, como se asiste a un callado templo que se derrumbó.

Reyes, el gran erudito mexicano, llevó el metro a su obra, pero el cetro lo recibió su infinito ensayo.

Poeta inaudito, Jorge Guillén puso a prueba la distribución longeva de rimas.

Navarro Luna cantó a la aflicción con una voz íntegramente nueva.

Andrés Eloy, vanguardista, neorromántico, moderno, palabreó en cada cuaderno su genealogía intimista. Y Nicolás, esa arista favoreció en una glosa -sin dudas su más dichosa obra en décimas- también fue circunstancial Guillén en su poesía sonorosa, cosmopolita y candeal.

Luis Cernuda, espineliano, no difiere del cercano autor de un Ocnos raigal. Su poética inusual, en el hispánico estilo, le dio al simbolismo asilo -Rimbaud y Verlaine mediadores- entre fruitivos dolores y qui-meras. Siempre en vilo.

Villaurrutia: archicitado, mutilado en un compendio[19]no le ofrendó al vilipendio poético su tramado[20]"Décima muerte" ha turbado la com-prensión de la estanza. Su arquitectura descansa sobre una industria seglar, que tiende a resquebrajar lo antediluviano, a ultranza.

En el cubano folclor realzar la naturaleza, ha sido siempre una empresa innata, un regulador. El afán refundador, es un tanteo radios-cópico del mustio paisaje utópico, que Zequeira y Rubalcava intuyeron que empezaba a ser la agonía del trópico.

Eugenio Florit[21]al borde del barroco, parteaguas, en las celtíberas fraguas líricas nació, discorde. En Cuba entrañó el desborde de todos los ríos lingüísticos, y a los vahos paisajísticos libró eleáticas flechas, contra autóctonas sospechas y aspavientos estilísticos.

Conciliador e inconforme, popular y vanguardista, desde la poesía negrista hasta el purismo ensiforme. Como sonetista: enorme, como decimista: eufórico, metafísico, alegórico, voluptuoso y cernudiano. Emilio Ballagas: Jano del tejido metafórico.

Miguel Hernández, Machado, Cernuda y Lorca: entidades poemáticas, oquedades que otras voces no han llenado. Del tetraedro ilustrado, Mi-guel, hondo, y sustancial en el despliegue formal, aprehendió el hispano aliento y testimonió el violento desasosiego epocal.

Descriptivista, folclórica, «buena para quejas», lírica, filosófica, satírica, circunstancial y retórica. Poco de columna dórica y mucho de endeble rama pampesca. Piel de anagrama telúrico. Sobria y pésima andaba en jaca la décima antes de José Lezama. [22]

Las estrofas lezamianas no se valoran aún con justicia, pues, según los decimistas, son vanas rusticidades profanas, incorrecciones de asceta, escribanías de gaveta, pero le añaden al templo eternidad. Ver ejemplo a imitación del poeta:

Hondo alfiler en la nieve

invoca el tokonoma de la Gran Armada

octosilábica. Cestillo de la Nada

pitagoriza el nocturno y breve

túnel dialogado. Ya no mueve

su carbunclo el linternero

y en el mascarón voluptuoso del palafrenero,

exorcisado por la cochinilla,

se ensancha y penetra en su esterilla

el gordo de Trocadero.

Para no desentonar con el orden exegético y, para hacer más cinético el proemio, sin nombrar las cosas, voy a citar lo que sugiere la hechura de Eliseo, en la arboladura autotélica y orgánica origenista, a la his-pánica estirpe de la cultura:

Intuir una sustancia absoluta en lo fugaz. Ver, en la parte, un disfraz del Todo, nombrar la errancia de las cosas, como instancia intima de lo diverso, y fijar en el reverso lúdico de la pobreza la travestida belleza díscola del universo.

La décima en su variante folclórica, de ascendencia oral, tiene una apariencia agreste, ingenua, distante del pulimento incesante, y fiel al corpus que narra. Elemental y bizarra, en el relato palmario del estrófico inventario, emerge Violeta Parra.

Ana Enriqueta Terán y Luis Pastori, artesanos juglarescos, cis-montanos frente al óleo de un Adán ecuménico, guardián del primer paisaje andino, recobran el sibilino aliento de los primeros orfebres, y entre senderos trillados, ven el Camino.

Desde la osadía de Bello, Gallegos y Andrés Eloy hasta lo que ostenta hoy el venezolano sello, nadie equipara el destello de Aquiles Nazoa, el icástico sonetista, el noble y drástico transeúnte sonreído, que en su tiempo fue investido como exquisito y sarcástico, humorista prominente de América.

En otro plano Jesús Orta Ruiz resana la impronta cucalambeana del XIX cubano. Elegíaco, temprano adicto a la batahola neopopularista, inmola su expresión culta, y combina la seducción campesina con la lírica española.

El coloquialismo en boga a fines de los sesenta en Cuba, fue la placenta para una reacción que abroga sus códigos. Se homologa esta actitud en el acto de decimar, y el impacto estrófico fue plausible, pese a la duda irascible que provocó, en el compacto grupo espineliano adjunto al fenómeno poético, fiel a un confuso y patético epigonismo difunto. Pero, Alrededor del punto, libro de Adolfo Martí, desestimó el baladí lapso, sin que una milésima fracción, dañara a la décima que lustraba Naborí.

Nicomedes Santa Cruz, en sus discos decimados fijó los cauces ri-mados de los incas, y entre sus décimas plantó, al trasluz, una mixtura africana-aborigen, culterana y habitual en el hermético ambiente estricto y sincrético de la sociedad peruana.

La expresión sobreabundante y traviesa de Severo Sarduy, eminente heredero del Lezama exuberante y del Carpentier flagrante en el boom, y en la novísima narrativa, dan su altísima y neobarroca estatura que en la décima fulgura como una llama antiquísima.

Doblemente distinguido en el certamen mayor de la décima, hacedor tenaz de un orden bruñido en el curso trascendido por su voz originaria de ámbitos, como un paria que interroga el universo, Péglez transforma un inverso odre, en mónada unitaria.

Raúl Luis, en su elegía a Pastor Urrutia, alcanza un tono que se re-mansa, una admirable armonía. Se advierte la primacía de los enca-balgamientos, y en la fusión de elementos "nuevos" y tradicionales, brotan décimas marciales de los moldes opulentos.

Hay poetas que perciben el mundo desde una errancia demoníaca (o sin ansia, según el fluido reciben). Otros, lo frugal describen, pero no entran en contacto con la materia del pacto, que tensa garra y sonido. Otros alientan el ruido, y hasta el ruido es inexacto.

Sin embargo, hay silenciosos amanuenses que equilibran yunques, y las cosas vibran sin tocarlas. Venturosos elegidos hay, dichosos sólo porque han descubierto, que no basta el ojo abierto para esa añeja impostura, que es concebir la escritura como el humo en el desierto.

Cuba ha destilado escribas que en verso libre o rimado la Sustancia han apresado en páginas emotivas. Criaturas unitivas como Lezama, el tenaz Ángel Escobar, quizás. Luisa Pérez o Gastón Baquero, y la seducción de Raúl Hernández Novás.

Raúl, vallejiano, intenso, huérfano de plenitud vital, como en un alud expresivo, rozó el denso instante, y volvió al comienzo óntico y refun-dador. Frente al mar anulador fue estatua, pero Caronte lo nombró, en el horizonte, su único embajador. [23]

La «poesía de la tierra» y una espiritual fusión del hombre y la dimensión astral. Manzano se aferra con intensidad y cierra un ciclo en su derivar febril y, al desconyuntar la estrofa, o tornarla informe, le toma el pulso, inconforme, a la sinergia insular.

Eduardo Langagne glosa transitorios intersticios y reintegra a los inicios la décima licenciosa. Su palabra memoriosa impetualiza renglones, que emergen de las regiones recónditas del ingenio, y franquean el proscenio febril de las emociones.

Un decimista de clase: Alexis Díaz Pimienta, de espontánea ves-timenta popular, logra un enlace con el turbador trasvase al ambiente clasicista, y vierte en su «repentista performance»[24] un gongorino- quevedesco y bizantino afán deconstrucccionista.

Jesús David retoriza, se retuerce, filosofa y descoloca la estrofa en la nación perdidiza del purismo. Poematiza y migra hacia el Uno indual, como quien hace un moral inventario, y del chinesco simulacro, una-munesco se difumina en lo real.

La isla. La historia. El relumbre obsesivo de la guerra. El sitio que nos destierra. La circunstancia. La herrumbre de lo inmóvil. La costumbre cainita de suprimir al prójimo. Reescribir el azoro de Babel, son, en Carlos Esquivel, pretextos para agredir la escritura, contrapuesta al es-cenario asfixiante de su superabundante itinerario. Su apuesta creacional presupuesta un impetuoso linaje. Poética-reportaje, in situ, de una batalla superior: la que se explaya en el tractus del lenguaje.

Ronel González propone una inmersión ensayística en la obra decimística, sin que en esencia traicione a la estrofa, o abandone sus resortes expresivos primigenios. Obsesivos temas, como la noción de ente y su anulación, en él son reiterativos; y José Luis, el poeta que cierra esta antología insiste, con maestría, en que el hombre no es la meta[25]nietzscheano axioma que inquieta, si la ironía y el humor (parafraseo a Nicanor Parra; ausente complemento en otros) son el fermento de su élan transgresor…

Sé que el árbol no es perfecto, que hay lianas en el trayecto hacia la rama más gruesa. Pero la aventura empieza en esta piedra de sol. Cubierto «de ígneo arrebol» cucalambeano, y de fáustico vigor, incesante y cáustico, «¡vuela, Ícaro español!». *

materia cognoscente

Para J.L.S.

Los paradigmas han muerto.

Ardieron los incunables.

Ya no hay templos profanables.

Edipo es un nombre incierto.

Los ladrones del desierto

van tras el mismo fantasma

que los exaspera. Pasma

la ontológica presencia

del que vislumbra en la ciencia

un canon que no entusiasma.

II

Eclécticos y agotados

como lo informe, asistimos

a una época que vimos

mantenernos alejados

de las esencias. Aliados

eternos de la retórica,

sobre la columna dórica

de la tradición ustible,

supimos que era posible

quebrar la visión histórica.

III

Alguien se proclama hereje

desde un consciente hibridismo

que acentúa el espejismo

de los demás. Alguien teje

sus miserias, y refleje

o no el horror de la turba

triunfará, porque una curva

excita más que una recta,

y ante "lo nuevo" una secta

de mediocres se masturba.

IV

Novedad: yo te conmino

a que te resemantices.

Connotados aprendices

estereotipan lo indino.

Postmodernos de anodino

rostro, mezclan ilusorias

existencias aleatorias

en aras de que la gnosis,

preserve de la psicosis

sus torpes combinatorias.

V

Incertidumbre teórica.

Disolución del lenguaje.

Estafa = homenaje.

Melopea metafórica.

Neofilósofos de eufórica

vanilocuencia sin ismo,

pecan de irracionalismo

y se atrincheran en Job,

para disfrazar lo snob

de anticonvencionalismo.

VI

Nobles o cínicos, góticos

émulos del alambique

conceptual, contra el que indique

otra ley, somos despóticos.

Hermeneutas y semióticos

propician que el mundo sea

una proverbial marea

de materia cognoscente

que cambia, al cruzar el puente

entre la forma y la idea.

VII

Esporádico y fortuito,

traza el hombre en las paredes

de su caverna, las redes

gnoseológicas del mito:

un animal infinito

que prolonga el aislamiento

del cazador, un momento

de agonía interminable,

en la burda y reciclable

memoria del desaliento.

VIII

El hombre es el correlato

del mundo tardomoderno:

quiere negar el infierno,

pero su infierno es innato.

Su existencia es sólo un dato

legitimable, una fecha

aproximada, en la estrecha

rueda civilizatoria,

algo que siembra en la historia

el germen de la sospecha.

IX

Ya el hombre no es la medida

de todas las cosas. Drástica

es su manía sarcástica

de resistir, pero olvida

su alienación contenida

en el devenir despótico

de la sociedad. Caótico,

quisiera huir de sí mismo,

pero su antropocentrismo

lo volvió necio, y exótico.

X

Es volitivo y simpático

no padecer la belleza.

Si un filántropo progresa,

será mendaz y tanático.

Un siglo melodramático

queda atrás. Otra centuria

exige una nueva furia

a base de nuevos códigos,

¿pero cuáles hijos pródigos

cambiarán la noche espuria?

XI

Fastos de eterno retorno

tras la epistemología

de la sociedad (Cabría

preguntarse si el trastorno

es sólo un pan que en el horno

se quema, o es un patético

vanguardismo) ¿Es tan herético

comprender que no resulta

disparar la catapulta

desde un porvenir hermético?

XII

Hay que desnudar la saga

occidental, es preciso

desterrar el enfermizo

discurso, y la tenaz plaga

mimética que nos traga.

Hay que entrar en el posludio

de una era en que el repudio

a orfismos identitarios

nos convierte en adversarios

del teleológico estudio.

XIII

Modernólatras de feria,

urden un abracadabra

que convierte a la palabra

en ardid de la miseria,

sistematizan la histeria

performática: atributo

de un epos irresoluto,

que funda su propia mística

en la conciencia agonística

temporal, que acrece el luto.

XIV

Una edad se autoproclama

ulterior y adscribe axiomas

leotrópicos, que son bromas

del astroso panorama.

Todo reposa en la trama

epocal donde, inseguro,

viaja el hombre hacia lo oscuro,

y, émulo de Nostradamus,

persiste en el gaudeamus

autófago del futuro.

SOBRE CASA DE MUERTOS

Frente a la absoluta unidad, la absolutez: condición cínica del texto. Agua en tensión. Verticalidad vs horizontalidad, en el emplazamiento pitagórico, borra lo autobiográfico. Duelo demiúrgico: el escriba y su ofrenda comparten el descenso. Raíz mito-poética que (re) mitologiza un tiempo ahistórico. Ámbito del origen: neotransmutacionismo del escriba. Descenso: interacción de la palabra con el reino anulante de la imagen. Lo simbólico como provocación. Lo mitológico como alegoría. Dionisíaco / apolíneo. Frente a la absoluta unidad, lo (des) armónico. La negación de lo inmutable.

GÉNESIS

En el principio fue el ente velado,

lo incognoscible:

onticidad invisible que autoniega lo aparente.

Lo poético inmanente por desocultar,

la forma traslaticia

como norma profanable.

En el comienzo fue el Lenguaje,

y el intenso devenir,

que lo transforma.

CONCEPTOS POR TRANSCODIFICAR

La creación. Lo disperso

desnudo. Símbolos. Letras.

En el vórtice penetras.

Nómada del universo.

Tu discurso es el reverso

embozado de un paisaje

indescifrable. Andamiaje

sensitivo que traducen

los signos, que te conducen

a un recóndito lenguaje.

TAUMATURGIA

Erguido como el adánico

mártir de un reino perdido,

busca el demiurgo un sentido

perdurable a lo satánico.

Extraer del hondo pánico

al Misterio, un epistema

novedoso, es el problema

de su angustia cognitiva,

por nombrar una exclusiva

realidad en el poema.

ANAGNÓRISIS

Noche dual: extrañeza

del solitario. Distancia

que el hombre y su circunstancia

ontologizan. No cesa

la creación, pero en esa

dicotomía hilarante,

se reconoce mediante

ecos de una ausencia oscura,

y un ritmo interior que abjura

de la sombra dialogante.

II

La noche de lo absoluto

se alimenta de sí misma,

se babeliza, se abisma

en el cuerpo irresoluto

del poema: pleura y fruto

de una materia fugaz.

Lo absoluto es un disfraz

de conceptos incapaces

para contener las frases

que nadie ha escrito jamás.

HERMETISMO SUPRASENSORIAL

En la sombría dinámica

que la razón prostituye

la palabra se diluye

como una empresa mecánica.

Lo real que se destruye

es un fragmento impreciso

del lago, donde Narciso

reta a Heráclito. En las sombras

yace el paisaje que nombras,

y el fragmento escurridizo.

CONFINAMIENTOS

Poeta gran dios semantiza lo híbrido. Según Pasternak, la literatura… ir en busca del grial a toda costa. Existir no amputa mascaradas / dómine. En el subterráneo accionar del intelecto, escarban frases muertas: acecinar proyecto de transgresión. Creación = pantomima. En realidad dónde radica inicio creacional? Lo dispersivo que precede al big ban de la metaescritura? La mustia operación de confinar. Contrasospecha. Amputar la vehemencia como garantía. Lo autoparódico grotesco, ser-vido en catacumbas? La aberración paradigmática?

DECONSTRUCCIÓN

Deconstruir un paisaje

literario, hacer el juego

a la intolerancia, y luego

incorporar un lenguaje

hostil, presupone el viaje

que la razón estructura.

PLACER-HORROR-DESMESURA

se unifican, y contagian

a los entes que presagian

la muerte de la escritura.

DEMIURGO

Sensorialmente incapaz

para detener el curso

de la historia en su discurso,

el poeta es un jamás

corporeizado, mordaz

ser dialógico, en perenne

profanación de lo indemne

vertido en un orbe incierto.

Voz que clama en el desierto

la traición de lo solemne.

TODA PERFECCIÓN ES SOLITARIA

¿Y la sustancia poética

qué límites del desprecio

retórico hiende? Un gesto

del demiurgo es la extrañeza

ante un oficio que resta

claridades. Frente al cosmos

lo perecedero es sólo

tautología. La imagen

escindida borra el hambre

fugaz, de quien busca el Todo.

II

¿Qué sucesión de intemperies

atravesar, qué palabras

de reciedumbre inasible

conjuran la delirante

resistencia inmaterial?

¿Qué enceguecidos desórdenes

denostan el aire efímero,

donde lo perfecto anuncia

sus imposibles mansiones

de luz discreta y audible?

III

¿Tornar al barro, al instante

de la arcilla inteligible,

para disolver preguntas

en extremo incomprendidas;

superar las antinomias

que la conciencia del fatum,

por desnuda cercanía

con el árbol primigenio,

fundó en la noche del ímpetu,

afirma lo intrascendente?

UN PROMONTORIO OSCURO

Ante la página, una línea: X. El término. Un promontorio oscuro. La esquizofrenia del hablante. Textos de ascendencia impersonal. Las fieles paranoias. Muertas? Deslizamientos. (De) construir historias por lo pron-to sólo merece un fin: burlar la línea ante la página. Tumefacción. Tumefacción. El cuarto círculo. Aproximarse a los contornos. El erial. En los bordes alguien redacta epítomes. Reafirma el comienzo como paro-dia de estilo sin estilo. Una línea: X? Negado el Eros, corte transversal a la invención.

LÁPIDA

(Décima boomerang)

POR UNA SUERTE DE BENEVOLENCIA APARENCIAL, ALGUNOS LEGI-TIMAN VOLUMEN TRAS VOLUMEN, OTROS RIMAN O ANARQUIZAN PA-LABRAS, SIN URGENCIA. ENTRE AMBOS GESTOS MEDIA LA OBEDIEN-CIA AL ORDEN, DESPUÉS JUZGUE LA BORRASCA DE LA TEXTO-LOGÍA, LO QUE NAZCA: INÚTILES PARODIAS O INCONSCIENTES ESCOLIOS, QUE AL FINAL, SÓLO INSURGENTES VERSOS, ABDICARÁN DE LA HOJA-RASCA.

FUNDAR SOBRE LA ARENA MOVEDIZA

Superar la ingravidez discursiva y las esencias que soportan existencias vacuas, negar la aridez escindida en el doblez de lo fértil, en la poda consustancial a una moda letal del insularismo, que devuelve al arcadismo la libertad del rapsoda. Vencida por los apólogos de la futurología, siempre falla la teoría ambigua de los astrólogos. Proliferan escatólogos, en aberraciones diestros, y predominan siniestros persona-jillos con prótesis mentales, que urden hipótesis burdas, sobre los ancestros. Atribulados sofistas, de un presente nada heroico, en su limbo paranoico tergiversan las conquistas teleológicas, y autistas, devotos del egotismo, niegan el antagonismo: ente versus sociedad, como si la realidad encubriese el fatalismo. Zahoríes de renombre, profetas del espejismo sociológico, ante el mismo dilema: entender al hombre. Una sociedad sin nombre medra, umbrátil y abisal, y grafólogos del mal, de naturaleza ecléctica, sostienen que la dialéctica no es un dolo existencial.

LA INGRÁVIDA ESTRUCTURA

Libre de las estructuras (Lévi-Strauss) irreverente, alguien busca un referente detrás de las ataduras del poema y sus molduras. Alguien ignora mediante qué código desafiante, nace el Otro de Rimbaud; si al fin se desvaneció un yo de aspecto inquietante, un nosotros obsoleto, legitimado en la forma que lo histórico deforma. Libre del ente incompleto, hipostasiado en el reto de escribir, niega la décima esa ucronía tan pésima que es la muerte del sujeto.

DELIGTH

El placer que lo imperfecto

causa, es un dictum innato

de los sentidos, un grato

antidualismo, un trayecto

desde el dolor como efecto

de la "terribilidad

poética", hilaridad

que un yo de estirpe inefable

vuelve desretorizable,

amén de su "yoicidad".

SOBRE CASA DE MUERTOS

Justo a orillas del Gran Viaje

abolidas entelequias

asisten a las exequias

horrísonas del lenguaje.

Todo no es dolor ni oleaje

ontogénico. Hay un cisma,

mirado a través del prisma

de la realidad poemática,

y una soledad traumática

que empieza por un sofisma.

Los viejos mitos

Los viejos mitos se hunden.

Enunciados por la lírica

entran en la zona empírica

del metatexto (confunden

los epistemas). Redunden

o no en contra de una era

que disuelve la barrera

entre el azar y la historia,

ya no puede la memoria

salvarlos de la frontera.

LA ANGUSTIA DE LAS INTERTEXTUALIDADES

Para A.F.

Ante la página escrita

el arquitecto celebra

haber rozado una hebra

de la sustancia infinita.

Pero el goce que suscita

el fragmento, es aparente.

Una cámara inconsciente

de ecos (Barthes) destruye

la ilusión de algo que fluye

sin tiempo reminiscente.

II

¿Cómo opera la verdad

que subyace en la penumbra

precreativa? ¿Cómo alumbra

los cotos de realidad

poemática? ¿Qué ansiedad

simbólica transubstancia?

Si presupone una errancia

y un reflejo de lo abstracto,

en la intelección del acto

misterioso ¿quién la escancia?

III

¿Ser una imagen, la punta

gnoseológica del juicio

original? ¿Ser un vicio

lingüístico, una pregunta?

¿Ser la reducción presunta

del arquetipo, un desvelo

fluctuante? ¿Ser el modelo

de una epistemología

inconfirmable y sombría?

¿Ser el cálculo y el vuelo

subitáneo del idioma,

o asumir como una broma

el arcádico desvelo

renovador? ¿Qué consuelo,

al lírico padecer,

puede el aeda ofrecer ,

si una época estrambótica

enuncia como semiótica

la monstruosidad del ser.

IV

Ceñido a la perspectiva

del corpus metatextual,

lo invisible irracional

adquiere una forma viva.[26]

La sustancia intelectiva

cristaliza en el proceso

inquietante del regreso

en metafísicas naos,

a la subversión del caos

entendido como exceso.

V

El caos, un referente

incómodo, en la precaria

realidad originaria

que transcodifica el ente.

Lo autotélico insurgente,

anula la inconsistencia

de una platónica herencia

sustentada en lo emotivo,

y funda un orbe nocivo

del ser como resistencia.

VI

El texto: erial, obituario,

efecto, duda, sospecha,

error sensorial, estrecha

catacresis, cinerario

recipiente imaginario

donde Tántalo agoniza,

desorden que corporiza

el orden, metamorfosis,

aberración de la gnosis,

elogio de la ceniza.

VII

Detrás de la arquitectura

del poema, un visionario

sujeto, trama el rosario

simbólico: la impostura.

¿Se opone la noche oscura

de San Juan, a la moderna

estética sempiterna

de Machado? A quién le importa,

si el texto sólo reporta

una frustración eterna.

VIII

Basta ya de simbolismo.

Decir es una falacia

travestida, una desgracia,

un claro filoneísmo

epocal, un atomismo

en tensión. Ni permanece

lo fugitivo, ni ofrece

la emoción otro trayecto.

Sometido a su intelecto

el poietés desfallece.

IX

Condenado a la blancura

del cartapacio, a la frase

artesanal, lo que nace

integra la desmesura.

Lo intraducible conjura

lo traducido. La fuente

origina el recipiente

entronizado en la praxis

de una intrépida sintaxis

que lo invisible desmiente.

X

Harto de filosofemas,

el poeta manipula

su inconsciente, y disimula

para que parezcan temas

novedosos, los sistemas

tautológicos que invoca;

mientras empuja la roca

de la tradición nefasta,

que casi siempre lo aplasta

sin trascender lo que toca.

ATORMENTADO DE SENTIDO

descender / discurrir

en lo solar / en el desierto / entre las sombras

transitivas que acedan las palabras / el ámbito

de y contra lo brumoso

perceptible en legiones de espejismos / para sostener

el candelabro/ la rosa de wells/ el graal.

hacia la encina de cibeles

hacia el anillo gnóstico

hacia la vastedad del nacimiento

desciendes / antípoda /

alma – halcón de la noche

porque es hora de arriesgar el laberinto

y bajar

quijano

a las fraguas de la contradicción

y de la duda

a la imposible gruta de montesinos

como un demente alabardero de dios.

DISCURSO PERIFÉRICO

Contra la mímesis,

contra la aparente audacia periférica,

el centro desligado de viles estructuras.

Lyotard: lo postmoderno es ilusorio.

¿Problema? ¿Transgresión?

A-B-U-R-R-I-M-I-E-N-T-O

edu.red

¿Es necesario hallar, en lo profundo,

los nuevos paradigmas del relato?

ESPACIO INTERIOR

Vivo un espacio interior

y un tiempo que apenas fluye.

¿Seré esa conciencia que huye

hacia un mundo superior?

Alberto Figueiras.

Toda pregunta es un mito

que rebasa la memoria,

su encarnación en la historia,

su noción del infinito.

De preguntar está ahíto

el hombre y, sin dudas, halla

respuestas,; pero que vaya

a comprenderlas es falso,

porque siempre hay un cadalso

al final de la batalla.

II

Su batalla: el desconcierto

de imprimir sobre la roca

la anulación que le toca

por herencia. Estar despierto

como el mar ante lo abierto

y desmesuradamente

contradictorio, es urgente;

pero lo abierto refuta

que no hay verdad absoluta

más allá de lo existente.

III

La realidad no es frugal

porque esté en la superficie,

ni porque con ella inicie

el cerco de lo fatal.

La irrealidad de lo Real

nos impone el desafío

del heraclitano río

larval como el Alma Mater,

para no entrar en el cráter

que nos conduce al Vacío.

IV

No hay pasado ni futuro,

y saber de dónde viene

la humanidad, ya no tiene

importancia. Es inseguro

formular otro conjuro

como deshacerlo. El reto

está en violar el decreto

absurdo del porvenir,

no en el acto de asumir

la vida como un secreto.

V

No hay secretos. Todo ha sido

reinvencionado. Por obra

de lo Innombrable, recobra

lo no nombrado sentido.

Renombrar lo que ha perdido

vocación de permanencia

no es humano, en apariencia,

sino un destino diverso

y único del universo

para proteger su esencia.

VI

Pero renombrar lo escrito

por la tradición vehemente

significativamente

implica anular el mito,

elidir el monolito

verbal y fosilizado.

Lo que puede ser nombrado

con palabras y abolir

la sospecha de existir

deberá ser renombrado.

VII

¿Cuál es la esencia del Todo?

¿Acaso es otra pregunta

hundida en alguna punta

de la realidad? ¿No hay modo

para evadir el recodo

intelectivo? ¿Escapar

de tal hábito es errar,

por temor a que un naufragio

se convierta en el presagio

de que no existe el Azar?

VIII

¿Qué es lo profundo? ¿La audacia

aparente o el dominio

ulterior del raciocinio?

¿Qué es lo profundo? ¿La Gracia

concedida o la falacia

del hombre contemporáneo?

¿El asombro momentáneo

que nos produce un requiebro?

¿El corazón? ¿El cerebro?

¿La eternidad? ¿Lo instantáneo?

ATORMENTADO DE SENTIDO

Para D.P.A.

A pesar de sí mismo y los fracasos

que corrompen su espíritu nihilista,

con la paciencia de un miniaturista,

alguien busca el sentido de sus pasos.

Los símbolos que ha visto son escasos

y no lo asiste su clarividencia

para diseccionar la resistencia

de los significantes ontológicos,

ni puede comprender los paradójicos

axiomas que proscriben su existencia.

II

Traducir, entender, fijar la esencia.

Reinvencionar un universo exhausto.

Venderle el alma al diablo como Fausto.

Transgredir lealtades con violencia.

El hombre se resiste a la inocencia

porque su vanidad lo ha vuelto crítico.

Azorado ante un reino tan mefítico

que lo reduce a un pálido argumento,

ni las falacias del conocimiento

le pueden aliviar su dolor mítico.

III

La luz suprasensible que bordea

el alma de las obras del vidente,

la santa indiferencia del creyente,

el icono contrito que gotea.

La conexión superflua de la oblea

con textos donde exigen que desuelles

al prójimo, la ciencia de los reyes

para ordenar quién muere en el combate,

el parafernalismo del orate

que, al suplicar monedas, dicta leyes.

IV

La predisposición de la creatura

a integrar las heréticas legiones

de la contemplación, le otorga dones

administrados por la dictadura

de un ser incognoscible. La fisura

entre el Uno y su copia, es un exceso.

¿Quién es el heresiarca: el más poseso,

el sibarita o el bifronte abad?

Esclavizado por la inmensidad

de Dios, el hombre es un monarca…preso.

V

¿Para qué desgastarse en palimpsestos

que no devolverán una milésima

fracción de plenitud? ¿Por qué esta pésima

manía de volver sobre los restos

de la felicidad? ¿Pueden los gestos

desempañar la imagen promisoria

que anebló la tristeza? Perentoria

respuesta busca el hombre a lo capcioso,

a pesar de sí mismo y del astroso

dislate incomprensible que es su historia.

VI

Desconocerse en una larga fila

de imágenes: angustia del ignaro.

Morir, sin entender el desamparo

que es la posteridad, nos aniquila.

¿Y es que hay algo anterior, que no asimila

un ámbito del post, de lo no ha sido,

aunque ya fue sin dudas? Desprendido

de un suceder que no sucede, el ente

no aspira a ser del iceberg la demente

visión, sino el cristal que yace hundido.

VII

Señores: no es que arrecie lo inconexo

de la modernidad, ni que las rosas

ya no tengan sentido, es que las cosas,

por inactividad, pierden el sexo,

y entenderlas requiere hallar un nexo

con su origen oscuro. De algún modo

las cosas retroceden, van del lodo

genésico al Aliento que edifica,

y se destruyen frente al mar que abdica

para anular lo idéntico. Eso es todo.

VIII

Como el pretexto que en la alquimia el sabio

arguye, convencido del misterio

que lo perpetuará, prudente y serio,

un fantasma consulta su astrolabio.

Honda es la noche que desvela al sabio

y al necio aturde con visiones mudas.

Serio y sobresaltado como Judas,

que nunca probará su aperitivo,

en algún aposento intelectivo

alguien siempre es vencido por las dudas.

IX

Por todos los aedas libre Homero

hexámetros de díscola sintaxis,

y alguien le rectifique que la praxis

en soledad no es rito valedero.

¿A quién preposterarle el desafuero

semántico? ¿A quién mostrar un hilo

para que Egeo duerma más tranquilo,

cuando a la embarcación la empuje el austro?

¿A quién llevar, con devoción, al claustro

las aniquilaciones del estilo?

X

Agotados discursos sin idioma

– los ineptos definen y reducen –.

Sólo hondos espíritus traducen

el cansancio aparente que retoma

su verbal mármol de una edad en coma.

Sólo entelequias ven lo pitagórico

como una plenitud de lo teórico

y no como cancela del lenguaje.

Hay un sentido oculto, hasta en el viaje

interior, del instante metafórico.

XI

Si ya todo está escrito, si se abstrae

la página al cifrar "lo novedoso",

¿para qué insistes, hacedor morboso,

en tu grafomanía que no extrae

la aguja del pajar? ¿Para qué atrae

tu adúltero lenguaje el panegírico

de los contemporáneos? Ente empírico

que lo imaginarás todo de nuevo,

si tu horror al Vacío es tan longevo,

¿por qué persisten en llamarte lírico?

XII

En las postrimerías del lenguaje,

discurrir en estrofas es patético

porque aireado el oficio cinegético

de la creación poética, el trucaje

que fantasmagoriza el andamiaje

versal, por tremendismos se deforma.

La métrica aventura no es la norma

para enjuiciar escribas con justeza.

Sustentar un efluvio en la destreza

del artesano, no es vencer la forma.

XIII

Hilar tiempo es posible desde ruecas

interiores, que fijan el discurso

a la extrañeza, aislado del transcurso

escarnecido por palabras huecas.

Para el gremio asentado en bibliotecas

lo eternizable es un delirio crónico.

Sólo por espejismos lo canónico

es exterior, pero las estructuras

sinuosas, laberínticas, oscuras,

confunden al intérprete daltónico.

XIV

Las teogonías de Egipto, las doctrinas

de la esoteria, el peripatetismo

filtrado por Eleusis, van al mismo

tronco del árbol de Megara, en ruinas.

Los dogmas, las herejes disciplinas,

el panteísmo de la emanación,

¿a quién van a curar de la razón,

esa metempsicosis de la fe?

¿Para qué tanta histeria y para qué

atarse al banco de la erudición?

XV

La perfección, el óntico dominio,

crea su proverbial imaginario,

y el celador escoge del bestiario

un ser dual e induce su exterminio.

Escoger, encarnar el patrocinio

de una especie, una cifra, un inmanente

acto de traspolar lo resistente

a la nomenclatura de unas frases:

hoy sabemos que sólo son disfraces

de un corrosivo arúspice impotente.

XVI

En La estructura ausente, Umberto Eco

describe el esqueleto de la obra

como signos en íntima zozobra:

una estructura es, por su eclipse, un hueco;

y añade, a pies juntillas, que el enteco

universo es un corpus excesivo.

¿Lo ausente contradice el sensitivo

fragmento de raíz sobreabundante?

¿Hay algo cierto que no sea flagrante

summa, derivación, logos, motivo?

XVII

Por una posesión irrealizable

los signos tergiversan las ganancias

de alguna dimensión que nuestras ansias

alcanzar no han podido. Lo inmutable

hace tiempo dejó de ser confiable.

Pergeñar signos ya no nos preocupa.

Saber cómo el demiurgo los agrupa

o les da nombre no es asunto nuestro.

La creación es algo más siniestro

que leer el Zohar con una lupa.

XVIII

Los textos revelados, la palabra

del Profeta, los folios alcoránicos,

las tablas de Qumrán y los satánicos

versos: todo responde a una macabra

genealogía que se descalabra

cuando lo subyacente, la estructura

profunda –según Chomski- se fractura.

Toda esa dispersiva concurrencia

mental, ¿podrá inducir a la obediencia

sin renegar de la Literatura?

XIX

¿Abjuramos de qué? ¿De quiénes? ¿Cuáles

renunciamientos nos harán ubicuos?

¿Renunciar y no huir de los perspicuos

senderos que los tristes inmortales

descaminaron antes? Sustanciales

peligros sólo un verbo los evoca.

Entre lo desandado y lo que toca

la intelección, una delgada hebra.

Renunciar no es ceder, pero celebra

si a veces te confunden con la roca.

XX

Retórica, estilística, hermenéutica:

esdrújulas semánticas oscuras.

Idiotizada por las escrituras,

engendra la creación su terapéutica.

Subsume el esplendor de la mayéutica,

al hierógrafo, en vanos tecnicismos.

El texto es un desborde de guarismos

y el intérprete un reo de la alquimia.

¿Para qué pretender una obra eximia

si la saludarán con eufemismos?

XXI

El poeta de hoy siembra fronteras

que transmutan la hybris en pastiche

y el crítico en la rima ve un fetiche

donde ya no susurran las esferas.

¡Nuevas estrofas para nuevas eras!

– proclaman adversarios de lo retro -.

La estanza, ciertamente, no es un cetro

que el poema total a erigir vaya,

pero, aunque inventen otra ciencia gaya,

a nadie extrañará que vuelva el metro.

XXII

Preguntas. Apotegmas. Signos. Temas.

Escritura. Traición. Poder. Psicosis.

Fértil, por obra y gracia de la gnosis,

el hombre colecciona epifonemas.

No resuelven sus íntimos problemas

las palabras, desastres fugitivos.

De tránsito en el bodrio de los vivos,

la realidad le dicta que proteste,

y morirá por ella, aunque le cueste

abjurar de sus hábitos gnosivos.

Más allá de las arenas reminiscentes

que emergen como símbolos para el ojo dispuesto,

son decretados los márgenes de una aventura insólita:

el perturbador deseo de acceder a los límites.

Todo poema nombra la realidad evanescente

que se aproxima a la resemantización de las fronteras,

un ideal transmutativo del todo irracional

o suerte de genealogía del error

que se apropia febrilmente de nuestras obsesiones.

Pero más allá de los espacios alegóricos,

donde el ente se reafirma como potenciador del hibridismo,

el Poema se asocia a la entidad desde el submundo;

no por razones tanáticas o goce de la destrucción

sino por semejarse al ocio placentario

que lo remite al irrecuperable esplendor de los comienzos.

El Lébano

(2011-2012)

Ya es hora de deshacer las formas…

desde lo formal intelectivo.

Marcel Duchamp

Graffiti bocetado en la arena por un gladiador

—Pre canción de trabajo

La megamodernidad, en esencia, justificó el fraude aludiendo a su antigüedad. Algo así como el método de hornear un pre-texto hasta conseguir la dureza del original. El delito radica en legitimar la postcopia, haciendo creer que es creación primigenia, y percibir glorificaciones por el escamoteo. Las técnicas para autenticar o descubrir procedencias, diseccionan la composición del esperpento. Al margen de que durante algún tiempo se hayan ultracopiado obras que parecen idénticas, a través de componentes "traza", partículas que subyacen en concentración baja, algo así como las "impurezas" que exceptúan o integran el neobjeto, ya es posible anular cualquier doctrina de la perfecta falsificación.

OBJETOS DESJERARQUIZADOS

Testifican paisajes opulentos

Las series. Los determinismos. Las fuentes egolátricas

egorreductoras. Los comandos que pueden ser disueltos

(o evitables). Los no vínculos con lo que se degrada por

adherencia al canon. Los referentes no reencarnables (serializados) en eco a expensas del intérprete. La desmetaforización de

lo real. Lo enrarecido irremediable. Los constructos

postlegitimados para (auto)ensamblaje. El descubrimiento (erosionante) del panóptico. La inter-transculturalidad rayana en cripticismo. Los arrítmicos, asemánticos e inútiles

accesorios de la derrota humana. (¿Escatología again?).

Estalactita en el centro del valle

El animal totémico. Los negritos pinatubo.

La protocultura cinegética de Escandinavia.

El agudo sentido de orientación de los pigmeos.

Los engranajes (in)fecundos del despojo contra los seminolas

de Oklahoma. Las estrategias cavernícolas

puestas en práctica por los aterradores murciélagos vampiro.

La minuciosa (y pertinente) estrangulación del inca Atahualpa.

El tráfico sangriento del jengibre, la nuez moscada y la canela.

Los suicidios en masa de los indígenas.

Son absolutamente estupefactivos.

Estrategia predictiva

Las criaturas bentónicas, del engorroso fondo ultramarino, a veces per-ciben residuos comestibles que proceden de arriba.

Los reptiles realizan un proceso llamado brumación a fines del otoño. Despiertan sólo para beber y retornan al sueño.

Bajo presión extrema, en minas y plantas de desechos industriales, los extremófilos reciben su energía del hierro y el azufre.

Los pentastómidos arruinan los pulmones de aves y mamíferos, y aún así quedan libres para infectar a otros.

Hoy resulta un engaño, muy elaborado, el aserto del político Lubbock de que toda especie es un eslabón entre otras formas interrelacionadas.

Futurist asylum

Bela Kiss, conserva en alcohol perfectos cuerpos femeninos, luego muere en combate.

Andrei Chikatilo, el Carnicero de Rostov, obsequia caramelos a más de cincuenta niños y después los degüella meticulosamente.

Dennis Rader se ensaña con sus víctimas y se mofa de sus crímenes.

Dorángel Vargas, dice: "Claro, como gente. Cualquiera puede hacerlo, pero hay que condimentarla para evitar enfermedades".

Ted Bundy asesina a más de cien mujeres y es su propio abogado.

Ante el escándalo de la pantalla táctil ya no consiguen impresionar

a nadie.

Oda a José Ángel Buesa

Aunque, a decir verdad, ya son pocas las cosas que nos sorprenden, Nokia presentó su teléfono Kinetic, listo para lanzarse al mercado y Samsung anunció el lanzamiento de celulares con pantalla flexible. Kinetic es una alternativa a la gestión del interfaz con funciones táctiles, que permite plegar la pantalla para abrir aplicaciones o hacer zoom sobre una foto con una gran resistencia a los golpes. Samsung, por su parte, no dio más noticia sobre su supuestamente superior móvil flexible, y adelantó que saldrá en unos meses. Los problemas de estos avances no están relacionados con la pantalla, sino con el hecho de ajustar el resto de los componentes, entre ellos el sistema operativo. No está mal preguntarse si Android podrá ofrecer alguna solución.

Febrero, 2012

Lucky Strike: fronteras de ceniza

Muhamad Rashid Shah, narrador autista de Mazar-i-Sharif, triunfa en concursos de cuentos y novelas cortas, pese a la resistencia talibán y la Academia Afgana que no encuentra en sus textos más que "seudología de un nomenclador hiperrealista que insiste en calcar el arte mínimal del confuso Occidente ". – El problema de no sentir emoción ni evacuarla en la obra- expresó el paciente-escritor en la última entrevista-consulta de Neuropatía Sensorial Autónoma-. Es la reacción extrema de alguien que no fue diseñado para lidiar con eufemismos, digamos que algo así como un dispositivo incorporado que puede repetir, métricamente hablando, las abrasiones taxidérmicas de su medio social.

Mundos paralelos. Decárrafo gnosivo

En el performance, Joseph Beuys, alias Rubén Hechavarría, que en los últimos meses lleva vendajes debajo de los puños para disimular sus ensayos suicidas, fuma y bebe cerveza junto a un mar de columnas mientras los paseantes observan con desgano. Cortar los nexos con lo inesencial y extirpar el tejido escrofuloso, piensa, no es pura ironía ni ebriedad, sino la representación de lo que, al dispersarse, se amplifica. A escasos metros, un hombrecito de muñón y harapos, hace postpop con útiles basura: armónica atada al cuello y latones vacíos. Si tuviera micrófono, dice, mirando satisfecho a los paseantes entre número y número, ya me hubiera ganado un premio Grammy o quién sabe si un Oscar.

Convivir con un coyote u otras alimañas: antiestática de la (con)fusión

Un buen (o mal) día los pseudólogos (o epígonos) intuyen que la ultratautológica otredad existe y, de todos modos, cortan los nexos con la aventura cuántica. Un mal día se trucidan el pene como Rudolf Schwarzkogler, a favor y en contra de lo que parece y no es, lo que es

y no marcha, y lo especializado en parecer. Un buen día ordenan establecer perspectivas, parapetarse en alguna noción, sin embargo, al tratarse

de una realidad cuántica, el objeto (gato paradigmático de Sröedinger)

se encuentra en estado potencial. Vivo y muerto, en dos estados probables, solapados e interpuestos. Sólo la mirada del observador puede determinar

el desenlace.

Insurrecciones contra la mirada

En oposición a la instancia del bulto, el perpetuum movile del ojo aspira a desrealizar el cóncavo, intuir las transferencias o variaciones del espectro en la proximidad- a- lo- caotizante -sucesivo: oquedad que reasume la supuesta infinitud del hueco negro, impúdica circularidad en rotación.

Descartado el fetichismo que desvaloriza la metáfora de la zona de riesgo, la cual no excluye, necesariamente, configuraciones de hornacina, falla o acantilado, por inducción comienza a visibilizarse la falacia, en el instante (otro) de percibir la efluxión odorífera, equivalente a extrañamiento ante lo que simula, no lo que necesariamente representa o significa, dominio de comprometimiento, sórdida desmesura.

Aberración de la teoría de cuerdas

edu.red

En el cuadro, el concepto poeta se ahorca con una serie de construcciones lexicales que simulan objetos de diez líneas, antes de que la luz se filtre entre los altos balaustres de hierro, proyecte un semicírculo sobre el piso de la galería, luego en la pared inferior donde se adhiere un poema acerca de un ahorcado y, finalmente, en la acuarela misma, que defiende la idea del arte como aturdimiento y extirpación de exterioridades, embriaguez en lugar de tramoya. El final es totalmente previsible. El texto culmina cuando el bostezante curador desprende, con firmeza, los cordeles de nylon del soporte, y coloca la pieza dentro de su embalaje, hasta que la obra se exhiba una vez más, sin que nadie repare –como ahora – en su intencionalidad casi patética.

Desprendimientos de la retina, los ventrículos y el hemisferio cerebral

derecho

1. Hurgar en la inmundicia remueve culpas que se alistan en la periferia del lenguaje. En las antípodas, interpretar alegorías fuera de los dominios del escarnio, sanea la maledicencia de los símbolos, pero sacrifica intensidades y añade ambigüedad a la paráfrasis del concepto «deposición intelectiva».

El ser que atraviesa la estepa, con la mirada adherida al residuo, intuyendo en cada cosa un síntoma, una avidez inaplacada y cómplice, se extravía en la exégesis antitética de lo real, entendido como sedimentación de incertidumbres y no encubierta derivación de enigmas. La conmutación, apolínea, de lo perverso y estrictamente sensorial impide la metástasis (en el calado de la obra).

2. La transferencia sígnica propugna una visión de la objetuaria como desarmonía, travestimiento y paranoia, escinde la infrabundancia en fracciones de serenidad, y resucita travesías de aprensión en el majestuoso trazado del suburbio que bordea los límites erigidos por la pragmática y la agonística del apocamiento.

Intuir lo risible (aunque verificable) como aseidad suprema, atrae descarríos en la contemporánea fidelidad a las cosas inmundas, ahuyenta la emancipación de lo admitido anómalo, y ubica el punto de mira más allá de la córnea del sujeto profundizante, víctima de un errático vaciado, de una cera perdida en el tránsito al légamo.

La distorsión: ideas para un documental

Absurdamente real

Plano general de oficina de correos. Sonido: Francesca de Rímini, Sinphonic Fantasy after Dante, opus 32 de Chaikovski. Paneo a las vidrieras y los rostros de las empleadas. En la segunda ventanilla de la derecha un niño acuña documentos mientras, frente a su cubículo, crece la fila. Murmullos de desaprobación. Sube la música hasta volverse ensordecedora, luego se va en fade. Plano en detalle a las manos de un vagabundo que lee en voz alta carta que enviará a un amigo: Parece que la televisión no está gobernada por los rusos. Están sucediendo cosas extrañas. No puedo contártelo todo pero, por ejemplo, a la mata de mangos, que está detrás del Hospital Lenin, le han nacido dos racimos de tamaño mediano. Zoom back.

Derecha con luz roja: deconstrucción (tardía) del proyecto de Tatlin

El desmontaje del armatoste enmohecido se realiza en sentido contrario a la erección: extrayendo los engranajes unitivos de la subestructura de manera aleatoria (o arbitraria) debido a que, el conjunto de reacciones base (estruendo sostenido), será el mismo si se tiene en cuenta la ley de gravedad (suponiendo que se trate de objeto en caída libre). La armazón resultante, al concluir la maniobra de desmantelamiento, preestablece la lógica de cómo ha de desequilibrarse el constructo para que la herrumbre ceda, paulatinamente, antes de evacuar la escoria resultante del proceso, método que puede suplirse por un moderno empleo de explosivos (sin turbar el tejido yuxtapuesto) emplazados sobre la autonomía virtual del cuerpo abstracto.

Ventajas de vivir en un rascacielos

Según Aelred de Rievaulx, el orden cistersiense es similar a un emporio blindado, circunscrito por muros y torres que amparan de las conmociones enemigas. Según Aelred de Rievaulx, el silencio crea torres para elevar el alma y, la indigencia, diques. Las altas torres encarnan la escala y poseen jerarquía ascensional, estrechan el contacto con lo divino y no contienen el creciente empuje de lo exterior, sino que representan su búsqueda suprema.

Al margen de tan demoledora simbología, edificar torres permite obtener abundante superficie útil en espacios de suelo reducidos. Además de ahorrar en viajes y en servicios de mensajería, legitima, con ímpetu, los medios verticales al alcance, por encima de defraudantes ahogos cotidianos.

Erupciones de la iconoclasia

Muchos años después que Andrew Warhola, estrambótico man de Pennsylvania, se puso a restar patetismo y a sumar perspectivas, ecuación igual a cacharros vacíos + fortuitas imágenes, Dayamí Pupo Ávila, acuarelista de La Aduana, obliga a su marido a madrugar para embutir ceniceros en la cajuela de un chevrolet alquilado que la lleva al hotel donde vende, a precios irrisorios, sus artefactos con batracios verdísimos y una palabra enrarecida puesta de refilón.

Si el alma se regenera en la penumbra, como creían los teósofos, cualquier mañana, de improviso, sale volando el ave Roc, o quién sabe si un ibis, hacia el espacio extremadamente simplificado del arte más reciente.

El bárbaro fue Duchamp

Partes: 1, 2, 3, 4
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