- La centralidad de lo periférico o la emancipación artística
- La furiosa eternidad
- Ciudad de la nostalgia
- El pecho del amor muy lastimado
- Noche de Walpurgis
- Atormentado de sentido; Para una hermenéutica de la metadécima
- Diatriba contra la décima; ensayo de reinterpretación
- Consideraciones finales
- Bibliografía
- El Lébano
-décimas selectas-
(1987-2011)
He trabajado con palabras toda mi vida, y no me pesa
ni avergüenza, porque las palabras qué son sino una materia como la madera
o el hierro y con palabra, madera o hierro
es posible servir al hombre y enriquecer la belleza del mundo.
Eliseo Diego
El arte tiene que revelarnos ideas, esencias espirituales sin forma. La cuestión suprema sobre una obra de arte es desde qué profundidad de vida emerge.
James Joyce
La centralidad de lo periférico o la emancipación artística
La obra poético-decimística de Ronel González ha incorporado ganancias temáticas y estilísticas que han de ser referidas por su indudable contribución. La primera de ellas, entre otras, es la deformación topológica del poema-décima para que penetre en zonas desconocidas, actitud de búsqueda que contribuye a probar las posibilidades de los bordes, área especial donde los sistemas se definen. Al ser la décima juzgada como artefacto periférico desde los espacios de poesía que se consideran ellos mismos canónicos, la rebeldía intrínseca de Ronel González acentúa su enriquecimiento con experiencias disímiles, algunas de ellas con frutos que ya resultan evidentes. Junto a otros creadores de energía, emancipadores de la escritura en décimas —por consiguiente, de todo el campo escritural, que entonces resulta más extenso—, ha cumplido su faena instrumental desde una gran marginalidad axiológica. Los resultados se encuentran a la vista de quien desee contemplarlos en la rica secuencia de sus libros. Dada la balcanización del campo, el escaso metabolismo entre las áreas de militancia y la ausencia de críticos que tengan horizontes anchos, lo que ha sucedido en sus libros se ha quedado sin visualizar y discernir. En Cuba parece ser una regularidad que quienes transforman algún terreno han de generar sus propios teóricos y publicistas.
Lo segundo es una incorporación léxico-sintáctica que parecía serle definitivamente ajena a la escritura en décimas, pero que Ronel González ha insistido en naturalizar a través de intentos sucesivos. Ha visto la décima no sólo como pieza desmontable y recombinable, tanto por sus puntas octosilábicas como en su diseño interior, sino más bien como corriente de discurso: una fluencia ideológica (en cuanto producción de ideas, en el sentido general del término) que sature la composición de juego reflexivo y hermenéutico. El poeta parece creer más en el proceso poético como si fuese una representación imaginativa del discurso que como una introspección para capturar imágenes del mundo afectivo o revelaciones de la relación del sujeto con la experiencia trascendente del universo. Así que en sus composiciones la intertextualidad, sobre todo a partir de las doctrinas metropolitanas de la cultura que conoció el siglo xx y ya ahonda el xxi, es continua, ingeniosa, y produce ante los ojos de la mente la apariencia de un decir que se muestra por el envés o se aplica a una realidad cuya complejidad y primitivismo rebasan sus ecuaciones iniciáticas. De pronto, leyéndole, se siente que aquella décima semiguajira de ayer ha irrumpido, burlándose desde adentro, en las logias internacionales donde medran los espejeos conceptuales de las academias y los focos de poder simbólico. Sin pedir permiso, y sin moverse del Holguín de mágica intemperie, entra de este modo apropiador y crítico, simultáneamente, en los ideologemas de París y Nueva York.
Ronel González tiende a priorizar la palabra antes que la imagen: ahora, en el presente libro, el gusto por la palabra alcanza un verdadero festejo. La esdrújula, el neologismo, el epíteto conceptual, el vocablo acarreado de zonas élites, la enfática enunciación se incrementan y realzan. El lenguaje oculta reminiscencias estilísticas de cierta estirpe cubana y latinoamericana, y cruzan por el fondo los espectros de Boti, Herrera y Reissig, Lugones, León de Greiff… Escapa al galope de la décima ortodoxa, torna aceleradamente a sus ocho decenas silábicas, calienta sus contornos con fuelles polimétricos, los sincopa con duras pinzas: el lector entrenado capta que lo compositivo palpita con sístoles y diástoles dinámicos. A pesar de las violencias, no hay brincos en la velocidad de consumo. Son naturales ya en sus piezas los rozamientos entre lo métrico y lo oracional que se inauguraron en los finales de los ochenta y principios de los noventa. Las atenuaciones o escamoteos de rimas, los desarrollos de silvas gráficas, las trizaduras de líneas líricas abundan, así como las mixturas de recursos, las contaminaciones de métodos, las expansiones atajadas por restricciones periódicas. A veces la matriz pautada se enmascara tanto que parece desaparecer bajo la pronta lectura, y sólo queda de ella como una aérea sensación de mera protoforma. La estrofa actúa como larva, como fermento que enmudece en cuanto adquiere persistencia el tono. Esfuma entonces su pitagorismo visual, sus distancias áureas, su rectángulo musical, y se torna filamento blando, cuajo invisible, prosa mural, enjambre aleatorio de abejas fugitivas.
Un permanente juego con la patria, la insularidad, el exilio, la transdisciplinareidad, la posmodernidad, tiñe temáticamente el conjunto. Nostalgias de viaje, de forastero eventualmente descentrado cruzan por determinados tópicos. El asombro de lo nuevo, la reiteración de la cepa oscura, se conjugan drásticamente. Siempre hay emocionalidad, incluso en los momentos de mayor gelidez analítica. Lo metapoético es recurrente. Aunque hay mucha imaginación libresca, tiende a administrarse bien. Hay un diálogo continuo con la vida literaria, de la que se posee inconformidad grande, por la presencia en ella de la manipulación y la injusticia. La denuncia implacable del medio y sus hipocresías no falta en ciertas áreas. Se parodia el estilo impersonal de modo que implique una caracterización en proporcionalidad con la distancia asumida. La ironía es uno de los recursos básicos de expresión. La avalancha informativa —culturológica, científica, tecnológica, publicística— sufre una apropiación crítica desde el punto de vista de la subjetividad rebelde. En la refracción del mundo complejo y extraviado de hoy se va desde la frase henchida de ternura a la enunciación puramente procesual. La densidad de contenidos presentes atraviesa con fuerza plasmadora su paisaje interior.
Hay, extrañamente, como una actitud antilírica, que es paradójica. Se ponen en solfa algunos dioses poéticos. Se revierte el lenguaje de la contracultura metropolitana. Hay rupturas, superposiciones, simultaneísmos, promiscuidades de lenguajes. Siempre se huye del sentido de la belleza, y triunfa la cultura escrita sobre la oral. Las palabras ya han perdido su brevedad originaria —como en pan, sol, luz, mar—: son parasintéticas, de múltiples raíces, fuertes articulatoriamente, largos conceptos comprimidos. La relatividad, en todos los sentidos, alcanza una apoteosis. Hay una estética implícita contra la estética del cuerpo, el realismo visceral de hoy. La fragmentariedad se suma, y es totalidad discursiva: por ello, es frecuente la seriación. En el fondo es un lenguaje de burlas, pero dicho con seriedad trágica. Andrew Warhola y Dayamí Pupo Ávila chocan en un fragmento, y simbolizan dos antípodas correlacionadas, lo supuestamente central y la tangibilidad de lo periférico. El poeta recuerda el instante precreador, cuando proyectó ser personal, dibujador, trascendente: la realidad lo ha sujetado a la máscara de delirio que es hoy la comunicación humana. Su creación denuncia con vigor la potestad de la afasia ya generalizada. El culmen de nuestra época es la conciencia del extravío y la pérdida de lo real. Como verá el lector, conjunto de tanta refracción individual y epocal, sustentado sobre las células anteístas de la décima, confirma la validez de una obra que ya exhibe una indudable madurez creativa. El hecho estético de que se alcancen estas cotas desde el poema-décima es una transformación expresiva de singular y auténtico valor.
Roberto Manzano
El Canal, julio de 2012
Nota del autor:
Las décimas que integran este libro pertenecen a diversos cuadernos escritos entre 1987 y el 2011. La furiosa eternidad, selección de mis décimas iniciales, prologada por Virgilio López Lemus y con palabras de contracubierta de Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), apareció en el 2000 por Ediciones Unión; Atormentado de sentido; para una hermenéutica de la metadécima, libro que recibió el Premio Iberoamericano Cucalambé 2006, fue publicado por la Editorial Sanlope al año siguiente, con prólogo de Roberto Manzano. El Lébano es totalmente inédito.
La selección de textos no es totalmente fiel al orden en que aparecieron. Se excluyen algunas décimas del primer volumen mencionado y se incluye "Ciudad de la nostalgia", poema escrito en 1993 en Santiago de Cuba, que en su momento formó parte del cuaderno Rehén del Polvo, Premio de la Ciudad de Holguín, publicado en 1994. Respecto al libro del 2007 he incorporado la sección "En El Alto cae nieve", por contener décimas escritas en el mismo período, que conservé inéditas durante varios años debido a la considerable extensión de Atormentado que no me permitía añadirlas. "Otras crónicas del sur", nacido en Venezuela en 2010, integra este volumen por conservar el mismo tono de un poema anterior. Finalmente integré al cuerpo poemático el texto "La respuesta resistente de la piedra", que sirvió como prólogo a la antología de décimas hispanoamericanas Árbol de la esperanza (Ed. Arte y Literatura, 2010), por su emparentamiento con "Diatriba contra la décima; ensayo de reinterpretación".
(1987-1995)
MUCHACHO, TÚ NO ERES YO
Muchacho, tú no eres yo.
A mí nadie me conoce.
Yo soy de la luz un roce
confundido que invadió
tu mirada, pero no
pudo salvarte.
Yo era
tu sombra gritando fuera
de espacio y tiempo.
Yo vine,
pero la vida es un cine
cerrado ¡y de qué manera!
INVENTARIO DE CARENCIAS
AMARGA HISTORIA DE MI INFANCIA
Para A.P.
Calles poco frecuentadas:
¡cuántas heridas han hecho
en este niño maltrecho
que evade las carcajadas
de los portales! ¡Qué odiadas
caminatas matutinas,
entre burlonas esquinas
de adolescentes con sorna
ante el niño que se adorna
con lluvia las mortecinas
pestañas y jura en vano
que se escapará de Dios
porque no escucha su voz,
porque Dios no va temprano
a la escuela ni es enano
de holgada testa que, a veces
quisiera trocar por nueces,
como las del libro roto
donde ha guardado una foto
suya, con muchos dobleces.
DOY UN PASO
He recorrido
el portal de mi niñez.
Me ladra un perro otra vez.
No está la ceiba, la olvido.
Doy un paso,
confundido
me vuelvo un ánima.
El mar
se acaba de transformar
en muchacha,
en lluvia,
en foto,
y yo, que lo siento, noto
que todo vuelve a empezar.
EL PATIO NO FUE UN RECODO
triste, ni un turbio remanso.
(Cuando lo miro no alcanzo
a ver que le falta todo.)
Mi patio libre fue un modo
de enajenarme, de ser
otro niño sin tener
que abandonar mi paisaje.
Mi patio fue un largo viaje.
Ya no me atrevo a volver.
AMANECE
La neblina
me recorre, se desgrana
y siento que la mañana
que empieza no se termina.
Va mi madre a la cocina.
Humo azul. Amodorrado
miro a mi padre, callado,
y yo, que soy niño aún,
siento que le falta un
duende a mi sueño olvidado.
CIUDAD
Entro en el sueño, me pierdo
como un animal que pasa
por la calle. Vuelvo a casa
y me asesina el recuerdo.
Entro en el sueño, me acuerdo
de tus espejos remotos
en la transparencia – votos
de complicidad – y luego
salgo del sueño y me entrego
al mundo de sueños rotos.
INVENTARIO DE CARENCIAS
Para A.D.P. y D. M. A., en La Habana, con la misma rabia,
el mismo cariño,el mismo extrañamiento
y etcétera etcétera etcétera.
Yo no tuve una ciudad
con caballos de madera
ni un hada que me dijera
qué hacer con la soledad.
Tuve sólo una ansiedad
incólume, por la escasa
luz, una triste mordaza
de tablas de palma, un grillo
ronco en el pecho y un trillo
para escapar de la casa.
II
Yo no tuve a Peter Pan
y Wendy en la cabecera.
Huck Finn en mis sueños era
una casa sin desván,
sin ouija ni talismán
ni amigos diciendo adiós.
No tuve un lobo feroz
ni abuela ni caperuza.
Tuve una infancia inconclusa
sin el auxilio de Dios.
III
Yo tuve un barco y la ausencia
de mi madre en el jardín,
un perro, un trompo, un violín
con dos cuerdas y la urgencia
de devolver la impaciencia
prestada. No tuve potros
ni hermanos ni libros de otros:
(Gulliver, Pillastre) yo
no vi a Robinson Crusoe.
¡Qué pobres fuimos nosotros!
FOTOGRAFIA
Mi madre muere a deshora,
confabulada, en sí, ajena
como una estatua de arena
imposible, bienhechora.
Y en su muerte se avizora
el derrumbe del invierno.
Se abre en dos el mudo infierno
de la vida y caigo en él
como un avión de papel
de un niño frágil y eterno.
EL ASESINO
Después de todo no aguardo
al niño que entró una vez
y vio a su madre en la tez
del crimen. Yo me acobardo
cuando me sorprende el tardo
presentimiento. Su cara
resplandece en la mampara
de nuevo, de nuevo.
Estoy
apuñalándola. Soy
espía, verdugo, rara
ensoñación que dejara
huellas en mí. La asesino.
Ella cae. Yo adivino
su perfil. Ella se aclara
en la memoria, dispara
dardos al sueño. Delira.
-Yo no la maté. Mentira.
-¿Madre, por favor qué hora
es?
–No lo digas. ¡Traidora!
Mi madre ha muerto y me mira.
1978
Madre, tus muslos, la antigua
pared de tablas, tus pasos
hacia la cama, mis brazos
abiertos. Madre, la exigua
habitación que averigua
el porqué de tanto miedo
a desvestirnos, al dedo
infantil entre tus piernas
y al "¿qué hago?" en las eternas
angustias del "yo no puedo".
MI CASA SE HALLA ENTRE EL DIA Y EL SUEÑO
Para R.G.
Casa en mí que apenas alzo
semidudoso de copas
vacías, mudo de ropas
hacia ti me voy descalzo
mientras levanto un cadalso
en la ansiedad que me embriaga.
Zurzo mi voz donde haga
menos viento y pongo un dios
a catequizar mi voz
que la demencia empalaga.
II
Casa de muertos por fuera
para serenar la audacia
de esgrimir cuánta desgracia
como un cuchillo que hundiera
su lento brillo en la espera
orgásmica del horror.
Reza por mí, casa, y por
un tiempo sin manecillas
que pusiste de rodillas
para extirparme el amor.
INFIDELIDADES
Uno empieza siendo infiel
a la casa donde vive.
A los cuartos, al aljibe,
a los barcos de papel.
Uno olvida el carrusel
que de niño conoció,
dice que ya terminó
pero cambia de juguete.
Uno es un torpe grumete
a veces y a veces no.
SUEÑO CON UN PEZ
Un pez soy y me parezco
a un hombre con sólo un pez
entre los ojos (mi envés
es la muerte que padezco).
Como un pez me juzgo y crezco
ante otro pez que me mira.
La eternidad, una lira
soy (pez en su larga espera).
¡Qué terrible! Sólo era
el sueño una gran mentira.
ALGO PERMANECE CERCA
Algo permanece cerca
de las aguas que se van.
(Nadie sabe donde están
los impávidos) ¡Qué terca
esperanza que me acerca
a la marea tan brusca!
Algo pide que conduzca
mis pasos y me distraiga,
pero puede que me caiga.
Nadie sabe lo que busca.
EL HOMBRE SIN DIOS
El hombre sin Dios esconde
un mortal sueño de barro
y su pecho es un guijarro
absurdo de no sé dónde.
(Para que su cuerpo ronde
en la luz deberá ir
cien lunas a concebir
quizás una misma historia).
Pasar no es tener memoria.
Hay que aprender a vivir.
EL TIEMPO SE PARTE EN DOS
El tiempo se parte en dos
mitades desconocidas
y lleva, entre sus heridas,
un espejismo feroz.
El tiempo niega la voz
de lo pasado que espanta.
(Un animal se levanta
y huye a través del Vacío).
El tiempo es un desafío
detenido en la garganta.
RUGIDO
Ruge el tiempo, casi huella
de los golpes recibidos.
Fantasma de los sentidos
convirtiéndose en estrella.
Ruge y su piel hace mella
en las manos de la vida.
Ese tiempo, esa mordida
en el corazón naciendo.
¡Y tanta muerte creciendo!
¡Y tanta ala caída!
CASTA DE ENLUTADOS
Casta de enlutados, fija
bufonada ineludible.
¿Mi otredad es imposible?
¿No encuentro al doble que exija
ser el doble?
"Quien elija
la búsqueda y no levante
los ojos al disonante
universo no hallará
la puerta".
El Otro no está.
El Otro no es importante.
OTRO MILAGRO DE LA PRIMAVERA
Aún espero el milagro
de la primavera. Nadie
deja que tu sombra irradie
algo de paz. Me consagro
a rumiar un viento magro
que registra la lejana
hoja verde. El agua mana
del hacha que la estulticia
libera, mientras enjuicia
mi melena de campana.
II
Ya no basta la colina
donde una vez supe el colmo
del amor. No soy un olmo
pero en mi pecho se inclina
la rama seca. Ilumina
la podredumbre mi vientre
y, antes de que la luz entre,
quiero pedir cuando juzgo
mi tiempo, ser como el musgo
para que nadie me encuentre.
DOSTOIEVSKIANA
Raskólnikov: el camino
es más trunco cada vez.
Toda suerte es un doblez
en la piel del asesino
que a veces soy. Dejo un vino
sin probar. Siento que nieva
en mí. La locura abreva
despaciosa y deja manchas
donde abre el odio sus anchas
puertas que el viento se lleva.
MEDITACIONES DEL SUICIDA
Para I.B.
Abrirás la puerta en vano
porque él estará dormido
en un rincón del olvido
donde lo puso tu mano
inquisidora. Temprano
será en la pared escrita
de la obsesión. Un lapita
y un centauro de lo inerte
en él se habrán dado muerte,
después de una feroz cita
con el odio. Pero tus
ojos no verán sus dedos
crispados, sus largos miedos
a ser reprimida luz
en los años de la cruz
proscrita ni tus oídos
escucharán sus gemidos
por el poema inocente
censurado. Simplemente
entrarás a los dormidos
pueblos donde amó a cierta
joven hasta que el naufragio
se convirtió en un presagio
de la locura. Su puerta
te parecerá entreabierta
y pensarás, en efecto,
que la puerta es un perfecto
resumen, un texto más
donde predijo "abrirás
la puerta en vano". El trayecto
acaso rompa tus dudas.
El no quería la gloria
del traidor ni la memoria
que repite un mal de judas
por encargo. Sus desnudas
palabras serán la prueba
de que no mintió, la prueba
de que lo obligaron. Todo
te dará miedo. "Fue el lodo
humano –te dirás- llueva
ahora sobre el país
y ojalá se purifique,
ojalá el temor claudique,
ojalá…" "No hay cicatriz
peor que la de un feliz
retorno a Itaca". Luego
buscarás su carta, un ruego
final, una despedida,
un concepto de la vida
presidido por el fuego
como en Heráclito. Un doble
rostro y unos manuscritos.
Buscarás los infinitos
apuntes, y quizás doble
una página tu noble
índice como quien busca
un verso que lo conduzca
al grito menos cobarde.
Pero ya será muy tarde,
mamá, y tu entrada muy brusca.
CIUDAD DE LA NOSTALGIA
Ciudad: anclado bostezo
del mar, grito en la Alameda.
Está llorando en su rueda
la noria infiel del regreso.
Ciudad: inconstancia, exceso
de rostros, violencia, paz.
Huésped infiel de un jamás
y un siempre que se deshoja.
Negra ciudad, ciudad roja
de la sangre, contumaz
patio para la arrogancia.
II
Enramadas: todo el viento
del siglo pasa en tu lento
kylix de la tolerancia.
Aguilera: la abundancia
está rasgando tu piel.
Rey Pelayo de papel.
La magia: Santa Lucía.
Calvario, pasa un tranvía
y el tiempo se va con él.
III
co
Pi
dre
Pa en brazos
bir
Su
de la costumbre.
Mis pies
se los va comiendo el pez
del asombro.
Los balazos,
detenidos en los trazos
del miedo en la piedra, ceden,
se multiplican y agreden
Ba
jo
Pa
dre
Pi
co
y rezo
por los que van de regreso
al dolor, pero no pueden.
IV
Calle Heredia: cañonazo
astral, canto de sirenas.
Arcano pregón, cadenas
despedazadas, almenas
retorizantes, sablazo
que parte en dos el abrazo
vegetal de los jardines
ausentes. Hondos quitrines
solares cierran el paso.
Calle Heredia: cañonazo.
Pétrea luz sin adoquines.
V
Parque Céspedes: barrancos
de concupiscente augurio.
Bajo un cielo de mercurio,
ebrios, reposan tus bancos.
Mueve la noche sus flancos
lascivos.
Tras un cristal
se desahoga pluvial
ínfula corpórea.
y un ángel despavorido
huye de la catedral.
VI
do
cien
Plaza de armas: as
burlado por lo imprevisto.
Los fieros clavos de Cristo
Están, de golpe, ca
yen
do.
La noche inhala su estruendo
de tejas rotas, de nada.
Su piel, astuta pedrada
de azogue, abate, importuna
que destile la fortuna
su brillantez estancada.
VII
S.O.S.
¡Está el cielo
en llamas!
S
e
p
r
e
c
i
p
i
t
a
una nostalgia infinita.
V
e
r
t
i
c
a
l
inicia el vuelo,
l
a
c
a
í
d
a,
un arroyuelo
de nubes.
En calma
l
l
u
e
v
e.
Lírico océano mueve
el amanecer.
D
i
l
u
v
i
a.
Sigue
c
a
y
e
n
d
o
l
a
l
l
u
v
i
a
y la ciudad se la bebe.
VIII
Se cierne la eternidad.
Debajo del tamarindo
está el fantasma de Sindo
en su horrísona ebriedad.
Guitarras. La oscuridad
hiende la carpa turquí.
Grillos. Roza un colibrí
la hilera de barracones
y un canto de cimarrones
desciende del Tivolí.
IX
El puerto
duerme su plata
de antaño, y en los corales
dibuja sus fantasmales
fueros de nave pirata.
Pero la tarde, fragata
hermética, lo desvía
del azul. Al mar envía
sus espasmos de aire tibio,
y reo azul del alivio
se desangra en la bahía.
X
Humo, niebla, eternizado
el aire es un canto acerbo.
La amarga sombra de un cuervo
vuela bajo el empedrado
cielo.
En la penumbra, el hado
abre sus fauces de oro.
Santo Tomás rige un coro
épico contra el pasado
y advierte El Adelantado
que Bacardí, conturbado,
deambula por el sonoro
río del adoquinado.
XI
Pasan Heredia y Emilia
disonantes. Se desborda
el Niágara y una horda
de versos queda en vigilia.
Mudanza cruel. La familia
del desterrado se abraza
en torno al fuego.
(La casa
260 llora).
En su candidez traidora
de luto una imagen pasa.
XII
Y la ciudad queda sola
como un caracol rotundo.
Súbita fruición. Fecundo
albor. Tamiz. Batahola.
Insubordinante ola
la multitud se enajena.
Pleamar. Zoom in. Se llena
de hojas secas el vacío
y cae el último y frío
grano en el reloj de arena.
El pecho del amor muy lastimado
CREDO
Creo en noviembre y su alero
desangrándose lluvioso.
Creo en su aleve reposo
destrozando el aguacero
de la memoria, lo espero.
Noviembre tiembla sin gotas
(le faltan peces, gaviotas,
un piélago que le diga
sobre cuál mano enemiga
yace el mar, le faltan notas
en do sostenido)
Creo
en noviembre, su inclemencia
me trae un hilo de ausencia.
Noviembre es un niño feo.
Pobre noviembre que oteo
casi por lástima ¿duda
tal vez? Noviembre saluda
irreverente, obsesivo
y creo en él, pensativo,
como una monja desnuda. TANGOS
Para M.L.
Siempre la noche sorprende
su paz de bestia tan sola.
Siempre tangos y Piazzola
quema la noche que ofende.
Cuesta abajo el aire enciende
las nieves del tiempo. Pido
Mi Buenos Aires querido.
Me anostalgio, digo Adiós
muchachos, con una voz
que sólo entiende el olvido.
II
En vano me precipito
sobre los discos. El día
que me quieras todavía
gime lento. Caminito
prosigue hasta el infinito
y hace que el tiempo no cuente.
Gardel, te escucho, que veinte
años no es nada. Allá afuera
la noche arroja a la hoguera
su madreselva silente.
ELOGIO DE LA MUJER SENTADA DE VICTOR MANUEL
Para L.A.
La mirada, en su reposo
de perfil, la mano ausente
en el costado inocente.
Al fondo el parsimonioso
paisaje con velas.
Grosso
modo la paz cristaliza.
Una mujer agoniza
y el mar gotea en su pelo
mientras se destiñe el cielo
como una cruz de ceniza.
ATRÁS
siempre atrás me vence
tu silueta y otro nombre
que pasó y otro. Este hombre
se equivoca, que no piense
en ti si no lo convence
ir de derrota en derrota.
Soñar es una remota
posibilidad que suplo.
Atrás nadie. Yo, y el duplo
del dolor, la misma gota.
ST
Echo fuera de mí un leño
cercenado. Sé que he roto
un seto frágil y agoto
mis esperanzas. Me empeño
en decirme que no sueño,
que el bosque estaba sin ramas
antes de arder las retamas
y los sauces. Ya no queda
remedio, sin la arboleda
nadie impedirá las llamas.
COMO PETRARCA
L"aura mia sacra al mio estanco riposo
Qué te has hecho, Laura, urdo
cuerpos vacíos y aflige
la desolación que rige
mis actos. Todo es absurdo.
Recomenzar es el burdo
pretexto. Nadie me espera
después del comienzo. Opera
en mí un azar enemigo.
Como Petrarca prosigo
detrás de vana quimera.
ERES YA UN CLARO ESPANTO EN LA MEMORIA
Eres las ruinas quién sabe
de qué amurallado invento
descrito a distancia. Siento
por ti una dulzura grave
y te pido que se acabe
esta opalina zozobra.
Magníficamente cobra
sin ti la miseria un alto
vuelo para el sobresalto
y la amargura que sobra.
LLEVO DEL AMOR EL PECHO MUY LASTIMADO
Me instalo
en la balanza y resbalo
sobre el costado derecho
de la elección. ¿Qué provecho
extraigo de ser la duda
entre tu voz y la aguda
voz del amigo? Sucede,
amor, la trampa y me puede
doler si nadie me ayuda.
ANOTACIONES MIRANDO APOLO Y DAFNE DE BERNINI
Amantes no toquéis si queréis vida
Corred. Bien adentro el lodo
os contempla inoportuno.
El regreso tuerce el bruno
rostro. No temáis. Su modo
de morir copia un recodo
bostezado de imprudencia.
Corred, amantes, la ausencia
ciñe su cadena, el ruido
del sueño afrenta, el sonido
los matará, de inocencia.
TRENO
Para M. y W.
La dolorida selva que dejamos
(INF. XIV, 10).
Cerró el teatro mórbido. Las ruinas
me delatan. ¿Soy otro o el que encaja
en el reverso hostil de la baraja?
¿Estaré reduciendo las cortinas
del embeleso? ¿Copiaré neblinas
como palabras en la piedra firme?
Cerró el teatro, ya lo sé, vestirme
no me hará nuevo. Si bajo el pescante
vuelve a pasar el hombre del turbante
podré decir que no y arrepentirme.
II
Segundo círculo. ¿Puedo
regresar? ¿Sentir que el hado
sórdido en mí me ha salvado?
¿Qué hacer? ¿Asesino el miedo
o tapo el sol con un dedo
para que ya no parezca
extraño? ¿Dejo que crezca
un árbol donde más duele?
¿Suelto las riendas? ¿Qué vuele
mi tempestad sin Francesca?
III
¿Si me vuelvo a la ceniza
a qué obsesiva pagoda
irá tu pie, la luz, toda
inocencia? ¿Si tu risa
a solas esteriliza
el recuerdo y sólo abrumo
al que soy? ¿Y si no asumo
esta orfandad de tu vino,
podré seguir el camino
acosado por el humo?
IV
Voy a pedir que no vuelva
octubre incierto, insepulto
con su apagado tumulto
de nostalgias. (Que resuelva
cómo escapar de la selva
abstrusa en que se hunde el techo
de mi edad) Pido un deshecho
amanecer de suicidas
y unas velas encendidas.
Quiero incinerar el pecho
de la crueldad. Ser el Norte,
el centro de lo nefasto
vuelto hacia mí, ser el pasto
de las fieras, lo que aborte
el odio. Pido una corte
de asesinos (algo infame).
No permitan que reclame
el infierno donde apuro
sorbos de un silencio oscuro
para que Francesca llame.
LA QUE SOÑÓ, LA QUE FUE SOÑADA*
Yo amé a Alejandra en secreto
y Buenos Aires caía
de lado sobre mí, hundía
su filo en mi rostro inquieto.
Juro que la amé, indiscreto
como soy, no cuerdo, raro.
Ella inventó el desamparo,
el infierno musical
y yo la amé hasta el final
violento de su disparo.
II
Yo amé a Alejandra, los dos
del brazo, los dos helados
bajo los bosques pasados
de la infancia, bajo los
espejismos del adiós.
Ella tuvo el pelo gris
y una dulce cicatriz
en el alma. Yo la invoco,
sola, incauta, bajo el loco
cielo huraño de París.
III
Yo amé a Alejandra. Ella estaba
desviviendo en su orfandad
la furiosa eternidad
de su piel. Ella soñaba
y yo la soñé. La amaba
hasta la sangre. ¡Qué hastío
quedar con este vacío
a cuestas! La amé. Dios sabe
que no hay olvido que acabe
con su fantasma tan mío.
LA OSCURIDAD ES UN JARDIN REDONDO
DISCURSO DE MOISÉS ANTE ISRAEL ACOBARDADO
A V.L.L
¿Adónde voy libérrimo cual mago
expulsado por Dios bajo el diluvio
de mi silencio, como cruel efluvio
impenitente que no sufre estrago?
Llegaré al Sinaí, pero no hago
mas que mirar atrás y el desconcierto
blande su cimitarra sobre el yerto
cuerpo de clamorosa muchedumbre,
que en vano mellará la mansedumbre
instándome a vagar por el desierto.
II
Yo sé que todo es un orgullo muerto
y escribir un decálogo no halaga
al universo que en inútil plaga
se consume (la negación del Huerto
del Edén) Dios, yo sé que de lo incierto
Moab irá surgiendo, pese a todo.
"Yo estoy para morir" pero en el lodo
no hallarán mi razón tras una frase
equivocada, como si encontrase
un licor infernal algún beodo.
III
¿Adónde voy perdido en mí, de un modo
desconocido, adónde que rehúso
a cruzar el Jordán y en sueños cruzo
otro río demente? Me acomodo
en la mediocridad de agraz recodo,
en una antigua puerta derruída,
y soy como un idólatra que olvida
el símbolo adorado, la imprudencia
de creer con magnífica inocencia
en la imposible tierra prometida.
DIÁLOGO DE UN DESESPERADO CON SU ALMA
Página siguiente |