Las drogas: un problema personal, familiar y social (página 2)
Enviado por Dr. Luis Alberto Navarrete Obando
Narcóticos.La palabra narcótico es un vocablo griego que significa "cosa capaz de adormecer y sedar". A pesar de que esta palabra se usa con frecuencia para referirse a todo tipo de drogas psicoactivas, es decir, aquellas que actúan sobre el psiquismo del individuo, el campo de los narcóticos se pueden dividir en la actualidad en varios grupos, que son los siguientes:
? Opio, opiáceos y sucedáneos sintéticos.
? Neurolépticos o tranquilizantes mayores.
? Ansiolíticos o tranquilizantes menores.
? Somníferos o barbitúricos.
? Grandes narcóticos o anestésicos generales.
Se trata de drogas con composiciones y orígenes distintos, que tienen en común su efecto en el organismo, aunque éste se manifieste en manera y en grado diferentes. Pero el elemento fundamental que las une consiste en que todos los narcóticos causan adicción física. Es adictivo aquel fármaco que, administrado en dosis suficientes durante un período de tiempo relativamente largo, induce un cambio metabólico. Cuando deja de administrarse desencadena una serie de reacciones conocidas como "síndrome de abstinencia".
Neurolépticos o tranquilizantes mayores.
Se trata de sustancias utilizadas para tratar la depresión, las manías y las psicosis, y muchas de ellas se venden sin prescripción médica en la mayoría de farmacias. Entre éstas se encuentran las fenotiazinas, el haloperidol y la reserpina.
Conocidos como neurolépticos (del griego "neuro", "nervio", y "lepto", "atar"; producen un estado de indiferencia emocional, sin alterar la percepción ni las funciones intelectuales.
Sumamente tóxicos, poseen efectos secundarios tales como parkinsonismo, destrucción de células de la sangre, arritmia cardíaca, anemia, obstrucción hepática, vértigos, retención urinaria, estreñimiento, irregularidad menstrual, atrofia testicular, congestión nasal, bruscos ataques de parálisis muscular, síndromes malignos como hipertermia y muerte inesperada.
Ansiolíticos o tranquilizantes menores.
Habitualmente usados para tratar las neurosis, la etimología de su nombre, ansiolíticos, significa "liquidador de la ansiedad". En el mercado se comercializan con distintos nombres.
Según estadísticas farmacológicas actuales, estas drogas constituyen la mitad de todos los psicofármacos consumidos en el mundo, a pesar de que producen un síndrome de abstinencia muy grave. En dosis mayores funcionan como hipnóticos o inductores del sueño; también algunos se usan como relajantes musculares. Producen letargia, estupor y coma, con relativa facilidad. En caso de adicción pueden inducir a la aparición de alteraciones hemáticas. Al abandonar su consumo pueden aparecer episodios depresivos, desasosiego o insomnio, que suelen ser muy duraderos.
Somníferos o barbitúricos.
Estas sustancias se popularizaron cuando en Estados Unidos aparecieron las primeras leyes que prohibían el alcohol, el opio y la morfina. Su uso puede provocar lesiones en el hígado o en los riñones, producir erupciones cutáneas, dolores articulares, neuralgias, hipotensión, estreñimiento y tendencia al colapso circulatorio. La intoxicación aguda puede llegar a provocar la muerte, que sobreviene por lesión del cerebro debida a la falta de oxígeno y a otras complicaciones derivadas de la depresión respiratoria. La dependencia física se genera entre las cuatro y las seis semanas. Con frecuencia, el síndrome de abstinencia suscita cuadros de delirium tremens.
Grandes narcóticos.
Existen varias sustancias usadas en anestesia general que merecen estar incluidas en este grupo por su capacidad de producir sopor o estupefacción, mayor que la de cualquier estupefaciente en sentido estricto. En dosis leves produce una primera fase de excitación cordial, como el alcohol, y luego sedación y sopor. También generan tolerancia y, en consecuencia, adicción, pudiendo ocasionar intoxicaciones agudas, e incluso la muerte. El fentanil, dentro del grupo de los grandes narcóticos, posee cuarenta veces más potencia que la heroína y es el más usado actualmente en las intervenciones quirúrgicas, debido a su bajo índice de toxicidad para el corazón y para el sistema nervioso.
Alucinógenas.
Las drogas conocidas como alucinógenos son fármacos que provocan alteraciones psíquicas que afectan a la percepción. La palabra "alucinógeno" hace referencia a una distorsión en la percepción de visiones, audiciones y una generación de sensaciones irreales. La alucinación es un síntoma grave de la psicosis de la mente y su aparición distorsiona el conocimiento y la voluntad.
Los Alucinógenos se consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos de defensa del yo, y facilitan la distribución de la sensibilidad así como la aparición de imágenes desconcertantes.
LSD.
El LSD, cuyo nombre es "Lysergsäure?Diethylamid", y en español es "Dietilamida de Ácido Lisérgico"; de origen alemán. El químico suizo Albert Hofmann sintetizó por primera vez la sustancia en 1938 y en 1943 descubrió sus efectos por accidente durante la recristalización de una muestra de tartrato de LSD.
El LSD es una sustancia semisintética, derivado del ergot, extracto éste del cornezuelo del centeno, usado en medicina al final de la Edad Media. También fue muy utilizado en obstetricia para evitar hemorragias puerperales y promover la contracción del útero. En un principio fue utilizado con fines terapéuticos en alcohólicos, cancerosos y otros enfermos terminales para ayudarles a superar el trance. Posteriormente fue abandonada la práctica al comprobarse los resultados adversos, tales como suicidios a causa de las engañosas imágenes y terroríficas visualizaciones. También se comprobó que podía desencadenar esquizofrenia y deterioros mentales variados. Descubierto en 1938, se considera al ácido lisérgico como el alucinógeno más poderoso, aunque no el más nocivo. Como fenómenos físicos hay que citar la midriasis, temblores, e hiperreflexia, también pueden aparecer náuseas, palidez, sudoración, taquicardia y lipotimia. Los fenómenos psíquicos se caracterizan en lo referente al estado de ánimo por fluctuaciones del humor, variando entre distintas displacenteras, euforia expansiva tales como verborrea y risa irrefrenable. La exaltación mística es tal que algunos autores denominan esta drogas como místicomiméticos. A la experiencia con esta droga le llaman "un viaje", el cual puede tener una duración hasta de 12 horas. Pero muchas veces éste resulta ser una pesadilla. Algunos usuarios experimentan pensamientos y visiones aterradoras que crean en ellos tal pánico que muchos han saltado al vacío provocando su propia muerte para huir de estas sensaciones que identifican como un peligro real.
Éxtasis o MDMA.
La metilendioximetanfetamina (MDMA), normalmente conocida como "éxtasis", "ectasi" o "X-TC", es una droga sintética psicoactiva con propiedades alucinógenas de gran potencial emotivo y perturbador psicológico, con propiedades similares a las anfetaminas. Su estructura química es: 3-4 metilendioximetanfetamina, se asemeja a la estructura de la metilendioxianfetamina (MDA) y de la metanfetamina, otros tipos de drogas sintéticas causantes de daños cerebrales. Durante los años sesenta se utilizó con fines terapéuticos dado que según determinados sectores de la psiquiatría ayudaba a la comunicación y al tratamiento de neurosis fóbicas. Surgió entonces la polémica médico-legal, atribuyendo a su consumo repercusiones en la delincuencia, por lo que finalmente fue ilegalizado. El éxtasis produce efectos síquicos de gran potencial perturbador. Inicialmente el sujeto experimenta sensaciones de confianza y excitación, a las que sigue un estado de hiperactividad e incremento en los pensamientos morbosos. Los efectos del estimulante se diluyen provocando trastornos sicólogos, como confusión, problemas con el sueño (pesadillas, insomnio), deseo incontenible de consumir nuevamente drogas, depresión, ansiedad grave y paranoia. Estos efectos han sido reportados incluso luego de varias semanas del consumo. También se han informado casos graves de psicosis. Entre los síntomas físicos pueden citarse: anorexia, tensión y trastornos musculares similares a los presentes en la enfermedad de Parkinson, bruxismo, náuseas, visión borrosa, desmayos, escalofríos y sudoración excesiva (este último signo es característico durante la intoxicación).
El aumento de la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, crea riesgos de trastornos circulatorios o cardíacos. Informes forenses indican que en personas con deficiencias cardiorrespiratorias puede producir muerte súbita. Esta droga drena el cerebro de una importante substancia química conocida como serotonin[12]lo cual ocasiona cambios en el estado de ánimo, en las funciones sexuales y la sensibilidad al dolor.
Metanfetamina.
La metanfetamina, conocida también en inglés como "speed", "meth" o "chalk" (y en su forma fumable, como "ice", "cristal" o "glass" puede fumarse, inhalarse, inyectarse o tomarse. La droga, elaborada a menudo en laboratorios clandestinos, es ampliamente consumida por varios grupos, entre ellos adultos jóvenes que asisten a fiestas desordenadas (clubes privados, trabajadores sexuales masculinos y femeninos y varones bisexuales y homosexuales.
La persona que usa la metanfetamina, piensa que la droga le proporciona energía instantánea. La realidad es que la droga acelera el sistema nervioso, haciendo que el cuerpo utilice la energía acumulada. Al no descansar lo suficiente y dejar de alimentarse ?por la pérdida del apetito?, causa daño permanente a la salud. Los efectos que causa al cuerpo varían de acuerdo a la cantidad de droga utilizada. Entre los síntomas observados se encuentran los siguientes: lesión nasal cuando la droga es inhalada; sequedad y picor en la piel; acné; irritación o inflamación; aceleración de la respiración y la presión arterial; lesiones del hígado, pulmones y riñones; extenuación cuando se acaban los efectos de la droga (necesidad de dormir por varios días); movimientos bruscos e incontrolados de la cara, cuello, brazos y manos; pérdida del apetito; depresión aguda cuando desaparecen los efectos de la droga.
MDA.La MDA (metilendioxianfetamina), el fármaco de origen de la MDMA (metilendioximetanfetamina), es una droga similar a la anfetamina que también ha sido objeto de abuso, presentando efectos psico-físicos similares a los de la MDMA. Las investigaciones han mostrado que la MDA destruye las neuronas productoras de serotonina, que regulan directamente la agresión, el estado de ánimo, la actividad sexual, el sueño y la sensibilidad al dolor. Es probable que esta acción sobre el sistema productor de serotonina sea el origen de las propiedades síquicas. La MDMA también guarda relación en su estructura y sus efectos con la metanfetamina, la cual ha demostrado ser causante de la degeneración de las neuronas que contienen la sustancia neurotransmisora dopamina. Recientes descubrimientos hechos mediante varios sistemas de diagnóstico por imágenes indican una relación directa de medios-causa-consecuencia entre MDA y MDMA-dopamina-esquizofrenia.
En experimentos de laboratorio, una sola exposición a la MDA en dosis elevadas o el uso prolongado en dosis bajas destruye una gran cantidad de las células cerebrales. Aunque este daño tal vez no sea aparente de inmediato, con el envejecimiento o la exposición a otros agentes tóxicos pueden aparecer síntomas de la enfermedad de Parkinson con el tiempo. Estos comienzan con falta de coordinación y temblores, y a la larga pueden causar una forma de parálisis.
Cannabis sativa, Hachís o Marihuana[13]
El "cannabis sativa" es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas y tropicales, pudiendo llegar una altura de seis metros, extrayéndose de su resina el hachís.
"Marihuana" es un término genérico empleado para denominar a los cogollos de esta planta, que son sus flores femeninas; y al hachís (su resina), extraído del procesamiento de los tricomas glandulares, mayoritariamente asociados a las flores femeninas, que sintetizan y acumulan altos contenidos de cannabinoides.
Su componente psicoactivo más relevante es el delta–9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones, con efectos distintos. Un cigarrillo de marihuana puede llegar a contener 150 mg. de THC (tetrahidrocarbocannabinol), y llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís, lo cual según algunos autores puede llevar al síndrome de abstinencia si se consume entre 10 y 20 días. La tolerancia está acreditada, siendo cruzada cuando se consume conjuntamente con opiáceos y alcohol. Respecto a la dependencia, se considera primordialmente psíquica.
Los síntomas característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas. Puede presentarse en distintas modalidades de consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en resina del arbusto o en aceite desprendido de éste último. El color de la hoja va del verde amarillento al marrón oscuro según el lugar de procedencia.
De la modalidad en que se presente la droga dependerá su denominación: "marihuana" es el nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas pueden fumarse (también es conocida como "hierba", "marijuana", "mariguana", "mota", "mafú", "pasto", "maría", "monte", "moy", "café", "chocolate", etc.; en inglés se la conoce como: "pot", "herb", "grass", "weed", "Mary Jane", "reefer", "skunk", "boom", "gangster", "kif", "ganja", etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís. El nombre "hachis", también conocido como "hashis") deriva de los terribles asesinos ("hashiscins") árabes, que combatieran en las cruzadas entre los años 1090 y 1256.
El "hachís" se obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra, sustancia resinosa que se presenta en forma de láminas compactas con un característico olor. La "marihuana" es la forma más frecuente, conteniendo de 0,3 a 3 % de delta THC; la concentración de THC llega al 10 % en el "hachís", siendo su efecto diverso según factores como la velocidad con la que se fuma, la duración de la inhalación, cantidad inhalada, tiempo que el consumidor retiene la respiración después de inhalar y el estado anímico del sujeto.
El consumo oral, tanto de "marihuana" como de "hachís", implica efectos psicológicos similares a los expresados en la forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos nocivos potenciados. Terapéuticamente se aconsejó para tratamientos de insomnio y como sedante para el dolor. También se prescribió para terapias de patologías nerviosas, así como para el tratamiento de la tos, temblores en parálisis compulsivas, espasmos de vejiga e impotencia sexual que no provenga de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como afrodisiaco, antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivo, antihistérico, tónico cerebral, remedio para el vómito nervioso, epilepsia y enfermedades nerviosas. Estas recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas unánimemente por la medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un fármaco derivado de esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas polémicas.
En la actualidad, existe acuerdo científico en que la "marihuana" no puede considerarse medicamento en ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al tratar su posible uso como medicamento, se distingue entre la marihuana y el THC puro y otros químicos específicos derivados del cánnabis. La marihuana pura contiene cientos de químicos, algunos de ellos sumamente dañinos a la salud. El THC en forma de píldora para consumo oral (no se fuma) podría utilizarse en el tratamiento de los efectos colaterales (náuseas y el vómito) en algunos tratamientos contra el cáncer.
Otro químico relacionado con el THC (nabilone) ha sido autorizado por la "Food and Drug Administration" (Traducido al Español: "Administración del alimento y de la droga" de Estados Unidos para el tratamiento de los enfermos de cáncer que sufren náuseas. En su forma oral, el THC también se usa en enfermos de SIDA, porque les ayuda a comer mejor y mantener su peso. Los científicos estudian la posibilidad de que el THC y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos valores medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el tratamiento del dolor severo, pero es necesario tener más evidencia antes de usarlos para el tratamiento de problemas médicos. Durante los años sesenta comienza el consumo casi masivo de esta sustancia así como de otras alucinógenas como el LSD, peyote, etc. En el mundo de la música y luego entre la burguesía intelectual norteamericana cundió la moda de fumar marihuana y hachís, extendiéndose a Europa Occidental. El cánnabis fue un signo más del movimiento contracultural pretendiendo una nueva ideología, dentro de la burguesía, basada en el pacifismo, el orientalismo, el amor libre y la vida en la naturaleza. Al principio el consumo afectó a estudiantes y clases altas y medias, para después extenderse por todos los estratos sociales, consumiéndose junto con alcohol y comenzando a crear problemas sanitarios. A pesar de ser una sustancia ilegal, su consumo continúa en aumento. Está probada la relación entre el consumo de esta droga y otras como alcohol, LSD, cocaína, anfetaminas y opiáceos, habiéndose probado su función en la escalada a drogas más peligrosas.
Las modalidades de "marihuana" disponibles a los jóvenes son más potentes que las que existían en la década del '60. Ello se debe a que los laboratorios clandestinos de los traficantes han conseguido realizar cambios a nivel genético en el cánnabis mediante sofisticados métodos de biotecnología, resultando en una mayor concentración de THC. La potencia de la droga se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en las muestras de marihuana que confiscan las agencias policíacas.
El "hachís" (resina gomosa de las flores de las plantas hembras) tiene un promedio de 3.6 %, pero puede llegar a tener hasta 28 %. El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene un promedio de 16 % de THC, pero puede llegar a tener hasta 43 %. El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en recordar eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y hace difícil que pueda aprender mientras se encuentra bajo la influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la marihuana crea disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un grupo de fumadores crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las personas en el estudio también tuvieron gran dificultad en prestar atención a las pruebas que se les presentaron.
Es posible que la "marihuana" destruya las células de ciertas regiones especializadas del cerebro. Los científicos han observado que cuando se dieron altas dosis de THC a las ratas de laboratorio, presentaron pérdida de células cerebrales similares a las que se encuentran entre los animales ancianos. Los cerebros de ratas de entre 11 y 12 meses de edad (aproximadamente la mitad de sus vidas) tenían las características los de animales ya viejos. Existen serias preocupaciones por sus efectos a largo plazo sobre la salud. Por ejemplo, un grupo de científicos de California examinó el estado de salud de 450 fumadores cotidianos (diarios) de marihuana (que no fumaban tabaco). En comparación con otras personas no fumadoras, estas personas tenían más ausencias de trabajo por enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras enfermedades. Los resultados indican que el uso regular de la marihuana o del THC son factores que provocan cáncer y problemas en los sistemas respiratorio, inmunológico y reproductivo.
Estimulantes menores.
Los estimulantes menores estimulan la actividad cerebral. Los efectos secundarios más negativos son:
La nicotina: es un compuesto orgánico, un alcaloide encontrado principalmente en la planta del tabaco ("Nicotiana tabacum"), con alta concentración en sus hojas (constituye cerca del 5% del peso de la planta y del 3% del peso del tabaco seco) estando también presente en otras plantas de la familia Solanácea aunque de forma marginal (en el rango de 2–7 &µg/kg), como en el caso del tomate, la berenjena, el pimiento y la patata. En cantidades aún más marginales, ha sido encontrado en otras plantas como la coliflor, la pimienta verde o el té negro. La "nicotina" debe su nombre a "Jean Nicot", quien introdujo el tabaco en Francia en 1560. Se sintetiza en las zonas de mayor actividad de las raíces de las plantas del tabaco y es trasportada por la savia a las hojas verdes. El depósito se realiza en forma de sales de ácidos orgánicos. Es un potente veneno e incluso se usa en múltiples insecticidas (fumigantes para invernaderos). En bajas concentraciones, la sustancia es un estimulante y es uno de los principales factores de adicción al tabaco. Es soluble en agua y polar.
La teofilina: tiene un uso restringido y la podemos encontrar en los jarabes para el resfriado.
La teobromina: es un componente del cacao. Uno de los efectos prioritarios es el dolor de cabeza. A mayor concentración de cacao en el chocolate, mayor cantidad de teobromina. Si se toma cacao puro, es probable que se produzca dolor de cabeza. El colacao también lleva teobromina, mientras que los sucedáneos del chocolate no. Ambas sustancias, teofilina y teobromina, son xantinas[14]
La cafeína: una taza de café contiene entre 100 y 150 mg de cafeína, si la cafeína se encuentra en forma de té, resulta la mitad de estimulante (también tiene teína). Las colas también tienen cafeína (una tercera parte), al igual que las bebidas energéticas y también podemos encontrar esta sustancia en pastillas.
La cafeína puede producir adicción e intoxicación (cafeísmo). Se piensa que el 10% de los consumidores de café tienen cafeísmo. Las intoxicaciones con cafeína las consideramos como parte cotidiana. Ocurren cuando se toman más de 250 mg de cafeína (3 tazas), llegando incluso a una cantidad de 1000 mg (unas 10 tazas) diarias.
La intoxicación por cafeína produce efectos tales como contracciones musculares serias, incremento del nivel de activación con agitación psicomotriz, trastornos en el habla y pensamientos confusos. Dosis más elevadas a una cantidad de 10 tazas de café lo que producen son perturbaciones en la sensibilidad (destellos de luz, silbidos en los oídos). Más de 10.000 mg de cafeína producen crisis epilépticas e incluso la muerte por fallo respiratorio.
La cafeína y las xantinas, tienen como efectos consecuentes la ansiedad y el pánico.
Clasificación según sus efectos:
? Depresivas: Son aquellas sustancias que nos tranquilizan y relajan, y que tienen un efecto sedante y analgésico. Ejemplo: alcohol, morfina, heroína, sedantes.
? Alucinógenos: Son aquellas sustancias que pueden alterar las sensaciones de colores y sonidos. Se presentan como su nombre lo indica, alucinaciones (ver cosas que no existen), hacer perder el sentido de la realidad. Ejemplo: la Marihuana, el tabaco, ciertos tipos de hongos (mescalina, atropina o muscarina); LSD y PCP (fenilciclina), llamada también "polvo de ángel".
? Estimulantes: Son aquellas sustancias que nos excitan, hay un aumento del impulso de moverse, de hablar y reduce el hambre y la sed. Ejemplo: Anfetamina, cocaína, el café, él te, basoko, éxtasis, mandrax.
Clasificación de acuerdo su composición:
? Naturales: Por su composición botánica; p.e. la "marihuana".
? Sintéticas: Origen del desarrollo de productos químicos; p.e. Extasis, LSD.
? Semi?Sintéticas: Mezcla entre sustancias químicas y productos naturales; p.e. la cocaína, la heroína.
Qué consecuencias causan el consumo de drogas:
? El Síndrome de Abstinencia o Supresión: Se presenta cuando la persona consumidora suspende el consumo de la droga o consume menos cantidad de la misma.
? Intoxicación por Drogas: En la intoxicación la persona muestra una serie de síntomas debido a su reciente consumo, y puede presentar alteraciones en su comportamiento como agresividad, alteración de su capacidad de juicio, cambios del estado de ánimo como lo es el llanto fácil o la irritabilidad.
? Etapa de Dependencia: Una persona está en una etapa de dependencia a una droga cuando presenta una necesidad compulsiva por consumirla y un patrón repetitivo de auto administración de la misma. La dependencia a las drogas puede ser leve moderada o severa de acuerdo a la intensidad de los síntomas y a las alteraciones que presenta la persona en su persona, en sus relaciones familiares, sociales y laborales.
Cuando una persona se inicia en el consumo de cualquier droga se afectan todas sus áreas: Biológica, psicológica, social y espiritual.
Los problemas que se asocian al consumo de drogas traen consecuencias en la salud física y mental del individuo, así como en los diferentes componentes del ámbito social, a saber: la familia, el trabajo, las finanzas, las relaciones interpersonales, entre otros.
Las personas dependientes a las drogas sean legales o ilegales, con frecuencia se ven involucradas en agresiones, desorden público, conflictos con la ley por tenencia o consumo de drogas, por accidentes y conductas de riesgo bajo los efectos de las drogas.
Cuando las personas dependen de las drogas, prefieren consumir que estar con su familia o sus amigos y se presentan situaciones de malas relaciones familiares distanciamientos y ruptura con las amistades.
La persona deja de participar en las actividades sociales que antes la motivaban, abandonan sus metas y planes, pierden el interés de crecer como personas, no intentan resolver en forma constructiva sus problemas y buscan la solución en la droga.
La persona que consume drogas afecta todo el equilibrio familiar pues las relaciones son conflictivas hay mentiras, manipulación, pleitos y violencia doméstica. El dinero destinado para satisfacer las necesidades básicas de la familia se utiliza para comprar drogas.
Los problemas económicos que tienen las personas dependientes agravan su situación porque si no trabajan, empiezan a vender los enseres de la casa para comprar la droga, gastan todo el dinero en la compra de droga, y los que tienen trabajo lo pierden por los incumplimientos y bajo rendimiento laboral afectando su economía.
Cuando el consumidor está bajo los efectos de la droga, puede presentar reacciones violentas e incapacidad de controlar sus impulsos lo cual lo involucra en situaciones problemáticas y conflictos legales con arrestos por conductas transgresoras. Además muestran conductas peligrosas de alto.
¿Cómo reconocer a un farmacodependiente?
? Alteración de la Voluntad: Es una de las alteraciones más serias y frecuentes en el farmacodependiente y está relacionada particularmente al consumo de la droga. La persona afectada generalmente ha intentado infinidad de veces dejar el consumo sin poder lograr este propósito.
? Falta, escasa o ambivalente conciencia de enfermedad: Con frecuencia en los primeros estadios de la enfermedad el farmacodependiente minimiza, justifica o niega tener problemas con drogas.
Consecuencias Negativas por el uso de las drogas.
Las alteraciones más frecuentes son a nivel de carácter, estudio, trabajo, así como a nivel familiar y social, evidenciándose deterioro en estas áreas que varían según el tipo de droga, de la forma de ser de la persona y del estrato socioeconómico de donde proviene. Con frecuencia la familia se preocupa de estos cambios, sin percatarse que el consumo de drogas ya se ha iniciado.
Manifestaciones producidas por la supresión de la droga y/o el consumo continuo.
En el primer caso se presentan los síntomas de abstinencia, estos aparecen cuando la persona intenta dejar la droga, los más frecuentes son angustia, desesperación, temblores, etc.
En el segundo caso, un consumo prolongado lleva a la persona a desarrollar tolerancia es decir cada vez se necesita más droga para conseguir el mismo efecto. Ambas manifestaciones: la abstinencia y la tolerancia se vinculan con la dependencia física.
Grados variables de conductas antisociales.
Aquí se incluyen todas aquellas conductas que van contra las normas sociales establecidas. La persona para conseguir droga miente, se torna agresiva, manipula, asalta. Los valores se pierden, se vuelve irresponsable, irrespetuoso, llegando incluso a perder el cuidado de su higiene personal.
Modelos de consumo.
El consumo de sustancias puede responder a los siguientes patrones:
? Uso: Consumo que no produce consecuencias negativas en el individuo porque no las utiliza habitualmente o las cantidades ingeridas son mínimas.
? Hábito: Consumo repetido que, aunque no implica el incremento de la dosis, sí puede conducir a la dependencia.
? Abuso: Uso excesivo o inapropiado de una sustancia.
Los adolescentes, por lo general, que consumen drogas se mueven entre el uso y el hábito, y no tienen por qué estar relacionados con el mundo de la marginalidad y la delincuencia, como ocurría en los años ochenta. En la actualidad, el consumidor adolescente de drogas consume las sustancias, más estrechamente relacionada con entornos de marginalidad social.
El consumo de las drogas es tan antiguo como la humanidad y siempre han existido drogas asociadas a la cultura en cada contexto histórico y social. Hoy en día, el incremento del consumo se relaciona con el actual modelo social, que promueve el individualismo, el consumismo, la competitividad, el énfasis en el placer y la desigualdad socioeconómica, entre otras. Hogares CREA de Venezuela, (2001) en su investigación "Etiología y percepción del problema del consumo de drogas", establece lo siguiente:
"Las drogas como el tabaco y el alcohol se han integrado a la cotidianidad y forma parte de la vida de muchos jóvenes, están ligadas al tiempo de ocio, al baile, la música, los temas de conversación y los hábitos.
De acuerdo a lo anteriormente expuesto, se puede decir que cada vez que un joven recurre a las drogas para disfrutar de la vida o enfrentarse a sus exigencias, está limitando la oportunidad de desarrollar sus propios recursos. El consumo de drogas induce, por otra parte, a comportamientos descontrolados en los que no se miden los riesgos, ni las consecuencias de lo que se está haciendo, muchas veces dejándose llevar por los amigos, vecinos, o por los problemas personales que lo agobian. El ambiente en que se mueve la persona también es decisivo a la hora de consumir drogas. Existen ambientes en los que estas sustancias gozan de prestigio social, está bien visto tomarlas, se asocian al ocio y a la diversión, están de moda y, todo ello, facilita su consumo. La información que circula en estos ambientes suele estar sesgada de forma que se minimizan los riesgos y se exageran sus ventajas. Se conoce además, que determinados ambientes conflictivos o marginales repercuten directamente en el inicio del consumo de drogas"[15].
Según Alianza para una Venezuela sin Drogas (2000): "Nuestros niños, niñas y jóvenes de los sectores populares vienen a la escuela cargados de experiencias frustrantes. Vivir en familias desintegradas, donde se presentan innumerables casos de atropello; la descarga continua de la televisión aunada a la imposibilidad de cumplir con las expectativas de consumo que ella ofrece, (…)"[16].
Visto de esta forma, lo anterior permite deducir que, cada vez más, el mundo de las drogas está al alcance de los jóvenes y muchos son los factores de riesgo que los tornan vulnerables, como la falta de educación y de información adecuada sobre los efectos de los estupefacientes. También influyen negativamente la desunión de la familia y la falta de diálogo entre padres e hijos, así como los entornos sociales, los mensajes distorsivos emitidos por los medios de comunicación (sobre todo, la televisión), la deserción escolar y la falta de trabajo, entre muchos otros.
Por lo tanto, es fundamental que los jóvenes reciban orientación no sólo sobre el daño que causan las drogas, sino también sobre su capacidad y su derecho para rehusarse a consumirlas. Será necesario, entonces, fortalecer su autoestima, el sentido del bien común, el valor del cuerpo y el espíritu sanos para poder enfrentar con éxito los retos, problemas y riesgos que se les pueden presentar a lo largo de sus vidas.
Siendo las cosas así, resulta claro que, las consecuencias de las adicciones a las drogas y a otras sustancias legales e ilegales deben hacer recapacitar sobre la necesidad de emprender un esfuerzo conjunto para poner de relieve su gravedad. Todos los actores de la sociedad deben asumir esta responsabilidad con absoluta claridad y firmeza y el compromiso de estimular los valores que engrandecen al ser humano, no los vicios que lo degradan y dañan.
Es de hacer notar que, estas son las causas que se manejan a través de la historia, que tienen relación con el consumo de drogas y que para la humanidad ha generado innumerables consecuencias, según estas investigaciones de no tratarse de manera preventiva seguirá aumentando el número de consumidores.
Modelo Evolutivo del Consumo de Drogas.
Basada en la hipótesis de la escalada y planteada por primera vez en los años 50, fue desarrollada por Kandel (2002), desde una aproximación psicosocial, este autor considera que la implicación en el uso de sustancias pasa necesariamente por diferentes etapas o fases. Los adolescentes progresan generalmente de forma secuencial desde la cerveza o el vino a licores más fuertes y a los cigarrillos y, de ahí, a la marihuana y al cannabis, hasta llegar a otras drogas ilegales de mayor poder adictivo. No obstante, es importante señalar que un consumo temprano no conduce necesariamente al consumo en etapas posteriores, aunque sí parece que el uso de sustancias en una etapa es muy improbable sin el consumo en una etapa anterior. El autor además propone que existen predictores específicos para según qué tipo de sustancias, lo que puede facilitar la adecuación de los programas preventivos[17]
Así pues, en el consumo de alcohol es necesario atender a la participación precoz en conductas desviadas y al uso de tabaco, cerveza y vino; en el consumo de marihuana, al conjunto de creencias y valores favorables hacia su uso y la asociación con grupos de iguales consumidores y, finalmente, en el caso del consumo de drogas como la heroína o la cocaína, es preciso tener en cuenta aspectos antecedentes como la existencia de relaciones insatisfactorias con los padres, sentimientos de depresión, consumo severo de marihuana, presencia de actitudes no convencionales y la exposición al consumo de drogas por parte de los iguales.
De acuerdo con la teoría presentada, parece concluyente que las drogas legales son la puerta de entrada hacia el consumo de drogas ilegales. Aunque no se produzca esta secuencia en todos los sujetos por igual, en términos probabilístico el consumo de una sustancia en una fase, incrementa la posibilidad de pasar a la siguiente fase de consumo. Asimismo, en este modelo también se relaciona el consumo o no de drogas ilegales con dos elementos básicos: la familia y el grupo de iguales, sin olvidar otros factores como las características personales. Al parecer este modelo ha sido de gran utilidad en varios estudios de seguimiento y el patrón de evolución propuesto presenta un gran nivel de generalización, por lo tanto se considera pertinente para el estudio presentado, además que enfoca la influencia de la familia y del grupo que rodea a la persona afectada.
Enfoques Psicosociales.
Las aproximaciones psicosociales son más complejas que los enfoques tradicionales y dirigen sus actuaciones a los factores psicológicos y sociales que median en el uso de drogas. Concretamente, sus estrategias van encaminadas al entrenamiento de las habilidades de afrontamiento de los jóvenes, con el fin de que puedan resistir las influencias y las presiones sociales hacia el uso de drogas. Dentro de este enfoque Baldivieso y Perotto, (2003), distinguen dos grandes tipos de programas: aquellos que tienen como objetivo el fomento de habilidades de afrontamiento específicas para el consumo y aquellos que llevan a cabo un entrenamiento en habilidades generales de manejo cotidiano[18]
Los enfoques psicosociales tienen una serie de diferencias con respecto a los planteamientos tradicionales mencionados: primero, se basan en una comprensión más amplia y completa de las causas del abuso de sustancias entre los adolescentes; segundo, se sustentan en teorías reconocidas sobre la conducta humana (ej. teoría del aprendizaje social); tercero, utilizan técnicas cuya eficacia ha sido probada empíricamente; cuarto, los estudios de evaluación muestran un mayor rigor metodológico y se utilizan diseños de investigación más útiles. Por todo ello, este tipo de enfoques supone un gran avance hacia una prevención eficaz al superar muchos de los condicionantes de los planteamientos anteriores.
Revisando la literatura existente sobre prevención psicosocial, se observa que la mayoría de los programas se encuentran orientados al consumo de tabaco. Ello es debido a que en la sociedad es la droga más comúnmente extendida, además de suponer uno de los primeros pasos en el fenómeno de escalada que explica la posterior implicación en otro tipo de sustancias adictivas. No obstante, investigaciones más recientes se han centrado, también, en analizar el impacto de este tipo de intervenciones en la prevención del consumo de alcohol y otras drogas.
Posibles causas de consumo de drogas.
? Curiosidad.
? Afirmar su independencia
? Atracción de hacer algo prohibido
? Graves problemas familiares
? Estar a la moda
? Información insuficiente o mal concebida.
Cuáles son las consecuencias del consumo de drogas?.
? De tipo fisiológico: Aceleración del ritmo cardíaco, alta tensión sanguínea, temblores, dilatación de pupilas, contracción de los músculos, potenciación muscular, pérdida del apetito, agresividad, convulsiones, falta de apetito.
? De tipo psicológicos: Elevación del humor, euforia, puede presentar manías persecutorias lo que unido a la agresividad, que desarrolla su potencia muscular, lo hace muy peligroso, produciendo a grandes dosis alucinaciones y delirios paranoicos.
USO DEL ALCOHOL.
Según la Organización Mundial de la Salud: Definiciones.-
? Alcohólico: Bebedor de alcohol en tal grado de dependencia que manifiesta alteraciones notables de su salud, física y psíquica, con interferencias en sus relaciones interpersonales.
? Alcoholismo: Enfermedad crónica y progresiva caracterizada por la dependencia del alcohol, con pérdida del control sobre el beber.
La sociedad no sólo permite sino que muchas veces estimula el uso del alcohol. Con excepción de las comunidades que lo prohíben por motivos religiosos, el alcohol circula libremente, y su venta y consumo están sólo prohibidos a los menores de edad; ningún adulto necesita un permiso especial para beber.
Desde luego que hay una diferencia obvia entre beber normalmente y emborracharse. Para llegar a la intoxicación se necesita ingerir una determinada cantidad en un determinado lapso, que dependerá de factores personales (edad, sexo, metabolismo), clase de bebida, mezclas, y hasta circunstancias de tiempo y lugar. De todas formas, es fácil detectar la diferencia entre un bebedor social y aquél que bebe excesivamente.
El alcohol es un excelente comunicador social. Tomado con moderación, distiende y desinhibe a la gente. Nos resulta difícil, por ejemplo, imaginar un casamiento o una divertida fiesta de cumpleaños tomando jugo de naranja. Reunirse con amigos requiere unas copas, sobre todo en el festejo; el brindis rubrica viejas amistades, es un buen augurio para las nuevas, cierra un buen negocio y es un símbolo de prosperidad y salud, al punto que se lo celebra habitualmente con esta última palabra.
Sin embargo, el alcohol puede resultar un arma de doble filo, tanto individual como socialmente. Es común enterarse por los medios que algunas fiestas terminan en tragedia a causa de la "mala bebida", una eufemística expresión para aludir a la borrachera. Ocurre que la misma clase de bebida, tomada en idéntica cantidad, produce efectos diferentes según las características personales que señalamos más arriba. Y este simple hecho nos lleva directamente a la pregunta crucial:
¿Cómo saber quién es alcohólico?
La respuesta no es fácil debido a la existencia de algunos conceptos erróneos, muchos prejuicios y bastante falta de conocimiento. Por otra parte, alrededor del tema se mueven intereses familiares e incluso sociales, y la negación del hecho no existe sólo por parte de su protagonista: a veces los parientes se niegan a reconocer que tienen en la familia a un "vicioso".
La actitud general ante el problema oscila entre una crítica despiadada y una comprensión benevolente: o bien los borrachos son degenerados que deberían estar en la cárcel o el manicomio, o bien son cómicos que en realidad no le hacen daño a nadie y lo mejor es no darles tanta importancia. Ambas actitudes soslayan el núcleo del problema.
En primer lugar, es indispensable definir y enfocar el tema en forma apropiada. No todos los que beben en exceso son alcohólicos, e incluso hay diversas formas y tipos de alcoholismo y alcohólicos. Lo que los hechos parecen confirmar es que los alcohólicos son aquellos que beben con culpa, generalmente inconsciente. Suelen dar explicaciones, como que beben para mitigar el excesivo calor o el frío, o para calmarse luego de un supuesto disgusto que acaban de tener, o para aplacar su sed. Difícilmente admiten que beben porque les gusta, y explican cuando nadie les pide que expliquen nada.
Hay que referirse primero a las personas abstemias, aquellas que por razones de preferencia, religión, cultura o principios personales no beben alcohol. Luego están quienes beben moderadamente, y aunque se emborrachen en alguna ocasión especial deben ser considerados como bebedores sociales. Quienes beben con mucha frecuencia y en cantidades inmoderadas pueden ser llamados bebedores excesivos, y en sucesivas etapas bebedores problema. Muchos de ellos tendrían que reconocer que se encuentran al borde del abismo: de allí al alcoholismo hay apenas un paso.
Un alcohólico, entonces, podría definirse como la persona que padece el ansia irrefrenable de beber y no tiene la posibilidad de abstenerse, es decir, que una vez que inicia la ingesta no puede detenerse aunque se lo proponga. Esto puede llegar a estar vinculado a una posible predisposición genética. Pero lo peor está señalado por la imposibilidad de abstenerse: si la persona pasa un período de abstinencia, llega un momento en que no puede mantenerse por más tiempo sin beber; ineludiblemente reincide en la bebida, y una vez que la prueba sólo se detendrá cuando rompa el nivel de tolerancia física.
También hay personas que, sin llegar a esos extremos, tienen una dependencia psicológica con el alcohol: los denominados adictos al alcohol. En este caso, la terminología es equivalente, dependientes o adictos no pueden dejar el alcohol en forma espontánea, carecen de fuerza de voluntad para hacerlo. Otro caso es el de aquellos que llegan a una etapa en la cual su mente y su físico han acusado severos daños, y los efectos del alcohol subsisten aun cuando no continúen bebiendo. Se los denomina alcohólicos crónicos.
En Estados Unidos, el Consejo Nacional de Alcoholismo define esta adicción como "una enfermedad crónica, progresiva y potencialmente fatal". Se caracteriza por la tolerancia y dependencia física, o cambios orgánicos patológicos, o ambos, consecuencia directa o indirecta del alcohol ingerido."
Los límites entre un bebedor social, un bebedor excesivo y un alcohólico no resultan delineados con demasiada precisión. Es importante señalar que la imagen popular hace del alcohólico un vagabundo que vive abajo de un puente, y de hecho, sólo un ínfimo porcentaje de alcohólicos llega a estos extremos. Es necesario saber que hay alcohólicos que viven en medio de nosotros, trabajan ?hasta donde pueden y con un rendimiento cada vez menos eficaz? y a veces hasta forman parte de nuestras amistades o incluso de nuestras familias.
Causas.
El alcoholismo, como casi todas las adicciones, reconoce tres causas básicas: personales, sociales y familiares. A su vez, las primeras pueden subdividirse en psicológicas y físicas. Desde luego, esta división es esquemática y sirve para encuadrar el problema, sin perjuicio de que pueda haber una influencia recíproca entre dos o más causas.
¿Existe una personalidad alcohólica?
Ante todo, es necesario aclarar que el alcoholismo es siempre un síntoma de diversos trastornos de la personalidad. Sin perjuicio de esto, y bajo determinadas condiciones, constituye en sí una grave enfermedad física y mental, lo que no impide que sea siempre un síntoma. El tema merece algunas reflexiones porque ha sido motivo de controversia.
Una úlcera gástrica, por ejemplo, será siempre un trastorno físico del aparato digestivo. Pero bajo ciertas condiciones puede ser además el síntoma de problemas psicológicos. En definitiva se trata de dos puntos de vista que no se excluyen: el gastroenterólogo y el psicólogo enfocan el asunto desde puntos de vista diversos, y no se contradicen sino que se complementan.
En los grupos de Alcohólicos Anónimos es usual la confluencia de extremas personalidades y las más variadas profesiones. Este simple hecho estaría indicando que el alcoholismo no hace diferencias sociales, económicas o intelectuales. Pero, igualmente es posible encontrar algunos denominadores comunes, haciendo dos salvedades: muchos alcohólicos no encajan con exactitud en los tipos que pasamos a describir y muchas personas que no responden a estas características pueden volverse alcohólicas.
El tipo de personalidad inmadura.
La inmadurez de la personalidad se produce cuando alguno de sus aspectos es interrumpido en su desarrollo. Hay personas que no son capaces de iniciar una vida adulta independiente, y con el paso del tiempo siguen viviendo en la casa paterna. Otra gente logra "despegar", pero no está en condiciones de tomar decisiones propias y recurre constantemente al consejo del padre/ madre, sigue dependiendo económicamente de ellos y si forma una pareja encuentra dificultades para llevarla adelante. Aun cuando sean intrínsecamente valiosas, estas personas no desarrollan una vida productiva y se refugian en melancólicos recuerdos, añorando aquello que esperaban ser y nunca fueron.
Por lo general fueron niños que no tuvieron sus necesidades afectivas satisfechas, y se han detenido en el tiempo a la espera de una especie de indemnización. Por algún motivo "descubren" el alcohol y se van introduciendo en la botella como una manera eficaz de paralizar su crecimiento, aunque desde luego no puedan tomar conciencia del hecho. Es común que desarrollen una relación edípica con la madre. No es casual que el lenguaje popular y cotidiano se refiera a los borrachos como "mamados" y a la borrachera como "mamúa". Y esta peculiaridad no es exclusiva de los varones. Muchas mujeres alcohólicas casadas no pueden prescindir del prestigio y la reverencia que confieren en su vida a la figura materna, que a veces llega a interferir pesadamente en su relación matrimonial.
Para esta clase de personas el presente no es más que una prolongación del pasado, y las circunstancias actuales son vividas como en una nebulosa. Lo que importa es mantener vivo ese pasado, y nada ni nadie tendrá el poder de desplazarlo. Pero, como la realidad cotidiana las abruma, se refugian en el alcohol para ocultarla y poder así regodearse en sus recuerdos, o más precisamente en lo que creen recordar; suele haber en su memoria una considerable dosis de fantasía. Si la realidad les impide o dificulta rescatarla, allí está la botella para ayudarles a evocar.
Los desajustes sexuales.
Muchos alcohólicos experimentan diversos tipos de trastornos sexuales. El más común es la impotencia masculina. Desde luego que una prolongada ingesta alcohólica la provoca directamente, pero aquí se trata de la impotencia previa al alcoholismo. Es más frecuente de lo que se supone, porque casi nadie está dispuesto a ventilar este problema.
Otros alcohólicos no pueden satisfacer su impulso sexual porque se encuentran inhibidos frente al sexo opuesto, y se desinhiben recurriendo al alcohol. La mayoría de ellos tiene una imagen distorsionada de la relación sexual, considerándola impura o bien idealizándola a un grado de solemne irrealidad. Estas racionalizaciones sirven para disfrazar el temor a no poder realizar el acto sexual con normalidad.
Por otro lado están los alcohólicos que tienen una sexualidad desviada de uno de sus fines, la reproducción, o aquellos que no disfrutan con el acto sexual en sí sino con un conjunto de acciones y objetos que lo rodean, y sin los cuales no pueden llevarlo a cabo. En estas categorías se encuentran los homosexuales de ambos sexos, los sadomasoquistas y los llamados voyeurs o mirones. Muchos de ellos recurren al alcohol para aliviarse de la vergüenza, o bien suponen que la bebida les ayudará a cambiar su conducta sexual. Pero también es común que muchos alcohólicos caigan en la adicción como consecuencia de haber reprimido fuertemente sus tendencias sexuales, y al desinhibirse con la bebida se atrevan a desahogarlas.
El tipo de personalidad auto?tolerante.
Cuando un niño es sobreprotegido pierde la posibilidad de tomar iniciativas, y a la larga puede convertirse en un pusilánime. Al llegar a la edad adulta seguirá esperando que los demás decidan por él, tendrá temor a cualquier persona o situación que pueda traerle problemas, y en general no sabrá manejarse socialmente. Como consecuencia de la educación recibida tendrá hacia su persona una excesiva indulgencia, y será escasa su capacidad para aceptar frustraciones. Estos alcohólicos manifiestan una constante ansiedad oral, y su necesidad de succionar es permanente. Suelen requerir atención continua, y recurren al alcohol porque es algo que los gratifica y no se les niega, está siempre a mano. Su necesidad de buscar y encontrar placer se aplaca temporalmente con la bebida, y experimentan un gran gusto al consumirla. No beben para buscar un efecto, como otros alcohólicos que incluso sienten rechazo físico hacia el alcohol, sino que disfrutan cada trago. Terminan pareciéndose a niños embelesados con su juguete, y mientras no les prohíban beber no suelen entrometerse con nadie.
El tipo de personalidad auto?agresiva.
A muchos niños se los obliga a reprimir sus sentimientos, y cuando son agredidos deben cuidarse de reaccionar. Se los fuerza a contenerse a toda costa, lo que sin duda fomenta que los normales impulsos agresivos se vuelvan contra ellos mismos. En su vida adulta tienen temor de expresar su ira, y generalmente son personas que se dejan dominar por un jefe o por su propia pareja. Aunque a veces se atrevan a manifestar su disconformidad, tarde o temprano se auto inculparán por haberlo hecho. Al dominar su agresividad, se produce un malestar que se alivia con la bebida; y además obtienen un beneficio secundario, ya que el alcohol les permite exteriorizar lo que reprimen. Tienen borracheras agresivas, lo que les llenará luego de culpa; y volverán al alcohol para aliviarse de ella.
La personalidad auto?suficiente.
Muchos niños "malcriados", excesivamente consentidos, tienden a desarrollar fantasías de omnipotencia. Al ir creciendo reciben de la sociedad los frenos que no supieron ponerles en el hogar. Comprueban con dolor y ensañamiento que no son omnipotentes, y es común que ya en la adolescencia descubran en el alcohol la grandiosidad y la arrogancia que la sociedad se niega a reconocerles. Muchos intelectuales recurren al alcohol para dar curso libre a su fantasía creativa, y si al cabo del tiempo quedan atrapados en la adicción es muy difícil que lo admitan porque al final ya no tienen capacidad para imaginar nada, pero el alcohol les sigue procurando esa mágica sensación de ser superiores a todos los demás.
Estos "tipos" o "contornos" son los más notorios entre los alcohólicos, pero es necesario reiterar que existen individuos que no se ajustan a ellos a pesar de ser alcohólicos. Otros, en cambio, pertenecen a esta tipología pero no tienen problemas con la bebida. También es importante señalar que estos perfiles no se excluyen entre sí. Hay alcohólicos, por ejemplo, que a su notoria inmadurez agregan trastornos sexuales y una gran tolerancia y conmiseración hacia su persona. Otros no tienen problemas sexuales pero se manifiestan ostensiblemente autosuficientes, y de la inmadurez no escapa prácticamente ningún alcohólico.
Desde luego que estos "tipos" son observables en alcohólicos que aún conservan su mente y su físico medianamente en condiciones, pues el deterioro mental distorsiona por completo la personalidad y hace imposible cualquier estudio serio al respecto. En las últimas etapas del alcoholismo, previas a la muerte, ya ninguna disquisición es válida.
¿El alcoholismo es hereditario?
Alrededor de 1935, algunos médicos comenzaron a investigar una posible herencia genética en alcohólicos crónicos, basándose en que sus conductas parecían exceder la hipótesis de un mero síntoma. El doctor William D. Silkworth, uno de los médicos que más colaboró en la fundación de Alcohólicos Anónimos, escribió al respecto: "Hay muchas situaciones que surgen de este fenómeno de la desesperación alcohólica, que hace que los hombres hagan el sacrificio supremo de sus vidas antes que continuar en la lucha"[19].
La clasificación de los alcohólicos resulta muy difícil. Desde luego, existen los psicópatas que son seres emocionalmente inestables. Son los que siempre nos dicen que no volverán a tomarse un trago y encubren su arrepentimiento haciendo infinidad de resoluciones, pero nunca toman una determinación. Tenemos el tipo de hombre que no está dispuesto a admitir que no puede tomar ni una copa, y que planea distintos modos de beber: cambia de marca y muda de ambiente. Existe el que cree que después de permanecer sin beber licor por cierto período de tiempo, puede tomarse algunas copas sin peligro. Y existe el tipo maníaco-depresivo, que es tal vez al que menos comprendan los amigos. Pero, también existen tipos enteramente normales en todos los órdenes, excepto en cuanto al efecto que el alcohol produce en ellos. Muchas veces se trata de personas aptas, inteligentes y amigables.
Todos estos tipos, y muchos otros, tienen un síntoma en común: no pueden comenzar a beber sin que se desarrolle en ellos el fenómeno de la desesperación por el ansia desenfrenada de más alcohol. De acuerdo a esta concepción, los alcohólicos serían individuos cuyo organismo les impide metabolizar correctamente el alcohol. Con el paso del tiempo irían adquiriendo una anormal tolerancia y no podrían detenerse hasta rebasarla.
Se han postulado factores endocrinos y de nutrición. Se supone que ciertos alcohólicos carecen de un factor necesario para el metabolismo, pero aún no se ha probado que esto sea así. Otra teoría sostiene que los alcohólicos poseen una anormalidad enzimática que deteriora el metabolismo de algunas sustancias, creando un aumento de su necesidad y estableciendo así un modelo metabólico que predispone al alcoholismo. Si bien esto se ha comprobado en muchos bebedores, se parte de la teoría de una posible causa, cuando bien puede tratarse de una consecuencia de la prolongada ingesta alcohólica.
De todas maneras, el alcoholismo puede heredarse de una manera bastante complicada. Los hijos de alcohólicos están mucho más predispuestos que otros a esta adicción. Todavía no se sabe si la tendencia al alcohol puede heredarse genéticamente o si se transmite por el medio social y cultural en el que el niño se desarrolla. Hay estudios que han comprobado que los hijos de alcohólicos, adoptados enseguida de nacer por padres no alcohólicos, están más predispuestos al alcoholismo que los hijos de no alcohólicos adoptados en las mismas circunstancias. Recíprocamente, hijos de no alcohólicos adoptados por alcohólicos, corren un riesgo cinco veces menor que los primeros. Es por eso que, se supone que los factores del ámbito familiar, cultural y social no son los únicos que inciden en el alcoholismo.
El ámbito familiar.
El mayor factor de riesgo reside quizá en los hogares donde el alcohol circula libremente y donde uno o más adultos suele excederse a menudo, aun cuando no sea alcohólico. Hijos varones de padres alcohólicos han manifestado que comenzaron a beber como una forma de comunicarse con un padre ausente; era su manera de tratar de entenderlo, identificarse con su hábito. En una familia donde el alcohol está presente en cualquier circunstancia el riesgo de alcoholismo es obviamente mayor. Pero también puede resultar peligrosa la actitud contraria. Hay familias en las que el alcohol es equivalente a una mala palabra, sea por motivos religiosos o por prejuicios sociales. Un adolescente rebelde puede sentirse paradójicamente incitado a la bebida, uniendo su rebelión al placer de lo prohibido. En cualquier caso, lo más apropiado será un justo límite, sin convertir al alcohol en un tabú, dos extremos desaconsejables. Más allá de posibles causas genéticas, el alcoholismo de un progenitor pone a los hijos en alto riesgo.
¿Una sociedad alcohólica?
La incitación a beber no es sólo explícita. De hecho, las oportunidades para hacerlo son múltiples. El precio cada vez más accesible fomenta el consumo masivo. Muchos adolescentes se inician en el alcohol para no ser menos que algunos miembros de su grupo, o porque sus "ídolos" de la música o el deporte, lejos de desdeñarlo lo aprueban con ostentación.
La actitud cultural hacia el alcohol es una muy importante causa, que actúa por debajo y en apoyo de la publicidad. En sociedades machistas como la nuestra, "beber es cosa de hombres", lo que no impide que cada vez más mujeres se vuelvan adictas, acaso por algún resabio de competencia.
Las causas y las consecuencias del alcoholismo terminan entrelazándose y formando un entramado difícil de desarmar. Si se comienza a beber todos los días, se adquiere una dependencia, y esta dependencia lleva inexorablemente al abuso cotidiano. Si se producen daños físicos, el bebedor se siente cada vez más vulnerable y reincide con mayor frecuencia y empeño. Si como consecuencia de beber en exceso se experimenta un rechazo social, se insiste en la bebida como una forma de desahogo.
Factores de Riesgo.
Antecedentes familiares de alcoholismo o uso inmoderado del alcohol.
? Presión social
? Hábitos de esparcimientos asociados al consumo de alcohol
? Sentimientos de inseguridad o baja autoestima
? Problemas familiares
? Problemas de bajo rendimiento escolar
? Inmadurez para la solución de problemas
? Falta de ideales y propósito en la vida.
Etapas.
Como todas las enfermedades, el alcoholismo es progresivo. En la mayoría de los casos esta progresión es lenta y puede demorar años antes de desencadenarse. El doctor E. M. Jellinek, del Consejo Argentino de Alcoholismo (CADA) distingue cuatro fases en su desarrollo[20]
? Fase pre?alcohólica: Se comienza por recurrir al alcohol como un medio de obtener el alivio y la desinhibición frente a ciertas tensiones internas. El aficionado comienza a beber regularmente, sin caer en el exceso. Con su conducta no interfiere en la vida de nadie, simplemente ha descubierto un tranquilizante que lo ayuda a sobrellevar sus dificultades. Ocurre que, sin darse cuenta, aumentan las enzimas que produce el hígado para metabolizar el alcohol, de manera que la misma cantidad es metabolizada más rápidamente y por lo tanto produce un menor efecto; se vuelve necesario aumentar la dosis para obtener el mismo efecto, creciendo así la tolerancia a la bebida.
? Fase prodrómica[21]Esta fase es exclusivamente sintomática y señala el comienzo de lo que podría llamarse "carrera alcohólica". Es entonces cuando las borracheras se vuelven frecuentes y aparecen las "lagunas"; el alcohólico puede cometer una serie de actos de los que al día siguiente no tiene el menor recuerdo. El bebedor suele tomar a escondidas, en su afán por disimular ante los demás su creciente necesidad de alcohol. Se preocupa por la posible falta de alcohol en ocasión de cualquier festejo. Empieza a rondarlo el ansia irrefrenable de beber, y aparece una sensación de culpa por su forma de hacerlo; entonces bebe más para evitar la culpa. Evita las conversaciones que se refieren al alcohol, y se siente aludido en ellas. Se siente obligado a justificarse por su manera de beber, dando explicaciones que habitualmente no le piden; y si se las piden se siente profundamente ofendido. Al final de esta etapa aumentan las "lagunas" debido al creciente deterioro del sistema nervioso. El alcohólico alcanza todavía a controlar la compulsión, y es entonces cuando las medidas preventivas pueden aún encauzarlo. La fase puede durar entre seis meses y cinco años aproximadamente, dependiendo de la constitución física, el nivel cultural y los principios éticos de cada uno. Hay que señalar que algunos alcohólicos se "saltan" esta etapa, pasando directamente de la fase pre-alcohólica a la fase crítica.
? Fase crítica: En esta etapa se desarrolla la enfermedad propiamente dicha, comenzando por una efectiva pérdida de control con respecto a la bebida. Por más que se lo proponga, el alcohólico está incapacitado para medir lo que bebe. El ansia irrefrenable de beber se instala en el centro de su vida y bebe sobre todo para escapar de una realidad que se vuelve cada vez más complicada e insufrible. Suele ser una época de pruebas (no tomar determinados días, no mezclar bebidas) que pueden durar un breve lapso pero que a la larga resultan infructuosas. Se comienza a sospechar con verdadero terror que la fuerza de voluntad no sirve. Como le cuesta razonar prefiere racionalizar; es decir, convertir las excusas en "razones". Estas resultan indispensables para justificar sus borracheras y librarse de la consiguiente culpa. Se miente a sí mismo y a veces logra que le crean o que finjan creerle, lo que lo estimula a seguir haciéndolo. Pelea desesperadamente por defender sus pretextos y una posición que se desmorona frente a la familia o en el ámbito de su trabajo. Ante el fracaso de las pruebas para controlarse comienza a prometer que no beberá nunca más, ni una sola gota. Esta promesa puede durar un tiempo, pero si no hace un tratamiento la existencia se le vuelve todavía más insoportable, y termina reincidiendo de la misma o aún peor manera compulsiva y autodestructiva. Para escapar de su baja autoestima y hasta del desprecio ajeno elabora fantasías de grandiosa arrogancia, jugando a sentirse alguien muy superior al común de los mortales. Suele volverse agresivo, proyectando sus sentimientos de culpa en los demás, pero el remordimiento no lo abandona tan fácilmente y puede caer en la auto conmiseración y el llanto persistente. Pierde el interés por las actividades que antes lo entusiasmaban o distraían, y el alcohol parece monopolizarlo todo. Hay un evidente deterioro de las amistades, la salud física y mental está seriamente comprometida, y muchos alcohólicos han tenido en esta etapa su primera internación clínica o psiquiátrica. También es común que se experimente una disminución del impulso sexual, y suelen aparecer los celos irracionales. Se requiere alcohol al despertarse, para calmar los temblores. Ya no hay horarios o lugares, y se bebe a cualquier hora y en cualquier parte.
? Fase crónica: El alcohol se convierte en una necesidad imperiosa y constante y, al disminuir la cantidad de enzimas para metabolizarlo, baja la curva de tolerancia y con cantidades menores se sufre el mismo efecto, cayendo en un estado de embotamiento continuo, sin perjuicio de momentos de embriaguez. Las defensas orgánicas se reducen a su mínima expresión y se acusa un pronunciado deterioro ético, incurriendo en conductas ostensiblemente antisociales. Son frecuentes los trastornos mentales y, por último, se llega en muchos casos a la cárcel o a la hospitalización definitiva. La muerte es casi siempre prematura, y ocurre por diversas enfermedades concomitantes o por suicidio.
Efectos y consecuencias.
Los efectos dañinos del alcoholismo son mucho más variados y graves de lo que a primera vista pueda suponerse. Las consecuencias no son sólo padecidas por los alcohólicos; también las familias y la sociedad suelen pagar un alto precio por una adicción que directa o indirectamente fomentaron y las involucra.
Daños sobre el físico y la mente.
La primera consecuencia perjudicial que se experimenta es la desnutrición. Ya sea por motivos económicos u otras circunstancias, los alcohólicos se alimentan deficientemente. Sienten un particular rechazo por los dulces y atienden prioritariamente a tener cubierta su cuota diaria de alcohol. Comen en forma cada vez más esporádica, y a la falta de proteínas hay que agregar la escasez de vitaminas (especialmente la B), lo que les acarrea fragilidad vascular y neuritis periférica El hambre se disimula por el constante incremento de calorías alcohólicas, el estómago se inflama y dilata y es común que se produzcan graves desarreglos en el metabolismo. El hígado altera su funcionamiento y puede llegarse a la cirrosis, un endurecimiento de los tejidos que produce la muerte. También son comunes la gastritis, la menos grave de todas las afecciones alcohólicas, y la inflamación del páncreas.
La neuritis periférica se produce como consecuencia de la desnutrición, y el sistema nervioso se deteriora, en particular aquellos nervios que parten de la columna vertebral hasta las extremidades. Se comienza con una sensación de hormigueo en pies y manos, y puede llegarse al entumecimiento total. También son afectados los nervios que van a la piel, de modo que la persona pierde el sentido del tacto. En etapas avanzadas se llega a caminar con extrema dificultad, y puede ser necesario un prolongado tratamiento en cama, ya que la recuperación es particularmente lenta.
La deficiente dosis de vitamina B en el organismo puede producir también graves trastornos de la memoria, que se conocen como el "síndrome de Korsakov"[22]. Se trata de un fenómeno que se manifiesta en forma de amnesia, donde los sucesos más o menos remotos se recuerdan con toda claridad pero en cambio se olvida todo lo ocurrido recientemente. Luego de una agitación con señales de confusión que puede durar varios días, el paciente se calma y parece volver a la normalidad. Es capaz de razonar con claridad, pero si se profundiza en la conversación se descubre que el paciente no puede recordar nada de lo que ocurre a su alrededor. Su memoria, en cambio, tendrá almacenado en perfecto orden todo lo que sucedió antes de la enfermedad. Quizá como consecuencia de la pérdida de la memoria inmediata la inteligencia sufre un progresivo deterioro, y el paciente tratará de llenar esa falla confabulando historias para disimularla. Si bien es imposible revertir por completo este síndrome, con una adecuada medicación puede recuperarse parcialmente la memoria. Otra enfermedad concomitante es la llamada encefalopatía de "Wernicke"[23]. El paciente manifiesta una tendencia a la dispersión, y aunque conserva plena conciencia responde a las preguntas con mucha lentitud. A veces también tiene pérdida de memoria, y pierde con facilidad el equilibrio, resultándole difícil caminar.
La demencia alcohólica consiste en una progresiva pérdida de inteligencia causada por el exceso de bebida que provoca la destrucción de células cerebrales. La actividad intelectual disminuye y hay dificultad para hacerse entender. Basándose en recientes investigaciones, la pérdida de tejido cerebral comienza en la carrera alcohólica. Si esa pérdida es considerable, el paciente puede ser internado en forma permanente; pero hay que señalar que muchos alcohólicos no han padecido esta patología, que una vez instalada es irreversible.
Los accidentes de abstención o síntomas de abstinencia aparecen en los días siguientes a la interrupción o reducción considerable del consumo acostumbrado, y se deben a la abrupta caída de la concentración de alcohol en la sangre. Su gravedad varía y pueden presentarse en forma aislada o bien asociados entre sí. A veces ofrecen una secuencia: temblores, convulsiones, alucinosis y delirium tremens. Los temblores matinales suelen ir acompañados de insomnio, sudores y ansiedad extrema, y se calman bebiendo de nuevo para resurgir al día siguiente con igual o mayor intensidad. Las convulsiones (epilepsia alcohólica) se producen una o varias veces en un corto lapso. La abstinencia de alcohol estimula descargas eléctricas cerebrales, que pueden ser aisladas o bien intensificarse hasta llevar a la pérdida de la conciencia. El remedio para esta clase de epilepsia consiste en la definitiva supresión de la intoxicación alcohólica. La alucinosis de los bebedores puede ser acústico-verbal y/o visual, y va acompañada de incontenible ansiedad. El delirium-tremens se produce en personas cuyo alcoholismo activo lleva no menos de diez años, y se anuncia habitualmente por medio de temblores, anorexia, sed o insomnio con agitación nocturna. En estado de obnubilación, el enfermo cae en un vehemente onirismo. Muy rara vez puede tener visiones agradables, comúnmente tiene verdaderas pesadillas en estado de vigilia, con imágenes terroríficas que van acompañadas de ruidos amenazantes, extrañas voces que anuncian la muerte y espeluznantes sensaciones táctiles: insectos y reptiles pugnan por asediar el cuerpo del enfermo, que se desespera en el intento de apartarlos. No reconoce el lugar donde se encuentra, y puede desconocer a las personas que lo atienden, saludando a otras que no conoce. Se siente constantemente amenazado y hasta puede ponerse a luchar para detener o vencer a sus supuestos agresores. Los signos generales muestran la gravedad del ataque: fiebre, deshidratación, taquicardia, sudoración excesiva. Con un tratamiento adecuado, en entre dos y cuatro días llega la curación. Vuelve el sueño, y con él la calma y la lucidez perdida. En muy pocos casos se produce un desenlace fatal, si las defensas del organismo son muy débiles y el delirium tremens precipita una enfermedad latente.
El alcohol también puede afectar al sistema nervioso central. La intoxicación alcohólica aguda (embriaguez) presenta diversas características.
La embriaguez simple modifica el humor, que puede volverse extrovertido o depresivo. La atención cae, se produce una desinhibición y una notoria falta de coordinación motriz, con pérdida del equilibrio, dificultad para pronunciar correctamente y visión duplicada. La embriaguez patológica adquiere una forma anormal, pudiendo llegarse a extremos de agresividad incontrolable, junto con alucinaciones y delirios que ponen en peligro la vida del alcohólico o de terceros. Por último, el coma alcohólico puede ocurrir en alcoholemias que exceden los niveles habituales, y llega a producir la muerte por paro respiratorio, con un descenso abrupto de la temperatura corporal y tendencia al colapso. Son factores predisponentes la exposición al frío (vagabundos en noches de invierno) o un prolongado ayuno previo a la inmoderada ingesta alcohólica.
Aparte de todas estas afecciones de origen orgánico, muchos alcohólicos presentan desórdenes de conducta a los que se denomina "funcionales", y que son de orden psicológico. Entre ellos pueden mencionarse los celos patológicos, más comunes en los hombres que en las mujeres, que al ir aumentando pueden convertirse en delirio alucinatorio.
Costo familiar.
El costo del alcoholismo es muy grave a nivel familiar y social. Los alcohólicos no sólo deterioran su mente y su organismo, ya que la decadencia se manifiesta también en un abrupto descenso del nivel profesional o laboral, incidiendo directamente en las relaciones familiares. El índice de abuso sexual de menores es más alto que el común en hogares donde alguno de los padres es alcohólico. La familia padece una serie de trastornos que terminan por desintegrarla, y por lo general el divorcio impide que sucedan males mayores. La peligrosidad no se circunscribe sólo a casos de alcoholismo crónico, ya que muchos bebedores en etapas previas pueden manifestar un alto grado de agresividad. Los golpes pueden terminar en homicidio preterintencional, culposo o doloso. Los cónyuges e hijos de alcohólicos pagan un alto costo y tienen grandes dificultades para insertarse en la sociedad.
Síntomas.
? Taquicardia, mareo o náuseas en las personas con mayor capacidad de metabolizar el alcohol.
? Pérdida de conciencia de la realidad.
? Pobres reflejos. Consecuencias para la salud.
? A largo plazo el alcoholismo puede llevar a:
? Daño hepático. Las células del hígado pierden su capacidad de regeneración hasta conducir a la cirrosis.
? Destrucción progresiva de las neuronas hasta afectar la capacidad mental.
? Complicación renal.
Consecuencias clínicas:
Cardiopatías.
Aunque el consumo moderado de alcohol parece reducir el riesgo de ataques cardíacos mejorando los niveles de colesterol, las dosis más grandes de alcohol pueden desencadenar ritmos cardíacos anormales y aumentar la presión arterial inclusive entre las personas que no tienen un historial de cardiopatía. Un estudio reciente encontró que las personas que bebían hasta embriagarse (nueve o más bebidas una vez o dos veces a la semana) tenían un riesgo de correr una emergencia cardíaca dos veces y medio mayor a la de los no bebedores. Un estimado 11% de todos los casos de hipertensión son causados por la ingestión excesiva de alcohol. El abuso crónico de alcohol también puede lesionar el músculo del corazón lo cual conduce a la insuficiencia cardíaca; las mujeres son particularmente vulnerables a este trastorno.
Cáncer.
El alcohol quizás no cause cáncer, pero probablemente puede aumentar los efectos carcinogénicos de otras sustancias, como el humo del cigarrillo. El beber a diario aumenta el riesgo de contraer cánceres del pulmón, esófago, estómago, páncreas, colon y recto, cánceres de las vías urinarias, tumores cerebrales, linfomas y leucemias. El mayor porcentaje de cánceres al esófago y un porcentaje menor de los cánceres de la boca, la garganta y la laringe se atribuyen al alcoholismo. El tabaquismo combinado con la bebida alcohólica aumenta de manera extraordinaria los riesgos de contraer la mayoría de estos cánceres. El riesgo de contraer cáncer del hígado aumenta en los alcohólicos, y aún en la persona que toma de manera moderada ?tres a nueve bebidas a la semana? puede aumentar la probabilidad de desarrollar cáncer de la mama en las mujeres.
Problemas gastrointestinales y hepáticos.
El alcohol pone en particular peligro al hígado. Aquí, el alcohol se convierte en una sustancia aún más tóxica, acetaldehído, que puede causar un daño sustancial, incluyendo cirrosis en personas que sufren de alcoholismo. El daño hepático es más común y se desarrolla más rápidamente en las mujeres que en los hombres con historias similares de abuso de alcohol. Dentro del tracto gastrointestinal, el alcohol puede contribuir a la causa de úlceras y pancreatitis, una infección grave del páncreas. En una escala menor, puede causar diarrea y hemorroides.
Neumonía y otras infecciones.
El alcohol suprime el sistema inmunitario y las personas que sufren de alcoholismo están propensas a las infecciones. El alcoholismo agudo en particular se asocia con una forma grave de neumonía, la cual puede deberse a factores diferentes al deterioro del sistema inmunitario. Un estudio en animales indica que el alcohol daña específicamente la capacidad que tienen las células del pulmón de combatir bacterias.
Efectos hormonales.
El alcoholismo aumenta los niveles de la hormona femenina conocida como estrógeno y reduce los niveles de la hormona masculina conocida como testosterona, factores que contribuyen a la impotencia en los hombres.
Diabetes.
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