Los componentes ético-políticos en la ideología de la Revolución Cubana (Sexta parte) (página 4)
Enviado por Raul Quintana Suarez
Tema recurrente en su discurso público al reiterar en encuentro con los militantes del PURS de las provincias de Pinar del Río, La Habana y Matanzas, como…"…¿Por qué miramos con admiración a los jóvenes?, ¿Por qué miramos con cariño a los jóvenes? Miramos con admiración y con cariño a los jóvenes porque los jóvenes han hecho mucho por esta Revolución nuestra, porque los jóvenes han escrito páginas de heroísmo muy grande en esta Revolución nuestra; porque los jóvenes nos han dado sobradas razones en todos los órdenes para tener fe en los jóvenes. Por todo lo que han hecho los jóvenes, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra patria, por todo lo que han hecho en la historia de nuestra Revolución, es por lo que nosotros creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes —y lo repito— porque creer en los jóvenes significa una actitud, creer en los jóvenes significa un pensamiento. Creer en los jóvenes determina una conducta, y la conducta de nosotros, dirigentes revolucionarios, no sería la misma; si no tuviésemos fe en los jóvenes, si no creyésemos en los jóvenes, nuestra conducta y nuestra actitud sería distinta; nuestro trabajo con los jóvenes sería distinto y los resultados, de no creer o de creer, serían también muy distintos. Es necesario que creamos en los jóvenes. Creer en los jóvenes no es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta; no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva; llena de energía, pero incapaz, sin experiencia. Creer en los jóvenes no es ver a los jóvenes simplemente con ese desdén con que muchas veces las personas adultas miran hacia la juventud. Creer en los jóvenes es ver en ellos además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la patria, fe en la patria!, ¡amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos!, convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas. Creer en la juventud es ver en la juventud la mejor materia prima de la patria, la mejor materia prima de la juventud, de la Revolución; creer en la juventud es mirar todo lo que nuestra juventud puede hacer; es ver en esa juventud los dignos continuadores de la obra revolucionaria; es ver en la juventud a mejores continuadores o constructores de la obra revolucionaria mejores todavía que nosotros mismos. Creer en la juventud es ver en ellos la generación del mañana, una generación mejor que nuestra propia generación, una generación con muchas más virtudes y muchos menos defectos que las virtudes y los defectos de nuestra propia generación. Porque creemos en los jóvenes, es porque tenemos una determinada actitud ante los jóvenes. Pero es que los jóvenes de nuestro país se han ganado esa fe; los jóvenes de nuestro país se han ganado ese derecho a nuestra admiración… La Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo una gran confianza, la Revolución necesita que cada joven tenga en sí mismo un alto sentido de la responsabilidad, la Revolución necesita que cada joven tenga un alto nivel de preparación política, que cada joven encierre un gran entusiasmo, que cada joven trate de forjarse un carácter, que cada joven trate de hacer de sí mismo un gran revolucionario. Con todas esas virtudes, con todas esas características de nuestra juventud, debemos trabajar. ¿Todo lo que hemos dicho significa acaso que cada joven deba sentirse ya un revolucionario?, ¿que cada joven se considere ya un gran revolucionario?, ¿que cada joven se considere ya un revolucionario formado, un revolucionario completo? ¿Sí o no? ¿Se considera cada joven ya un revolucionario completo? ¡No! ¿Por qué, compañeros, por qué todavía no se puede considerar ningún joven un revolucionario completo? Porque el revolucionario tiene que hacerse, el revolucionario tiene que forjarse. Lo que es muy importante que tengamos una visión clara de lo que debe ser un joven revolucionario. ¿Y quiénes tendrán derecho a llamarse Jóvenes Comunistas? ¿Es acaso un extremismo bautizar la organización juvenil con el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas? ¡No! ¡No! Porque, precisamente, la función de esa organización es formar jóvenes que tengan una actitud comunista ante la sociedad y ante la vida; de formar jóvenes que han de vivir en una sociedad nueva, en una sociedad distinta, en una sociedad muy diferente de la sociedad en que hemos vivido. La misión de esa organización es formar jóvenes capaces de construir esa sociedad y de vivir en esa sociedad….El pueblo debe tener sus administradores, y buenos administradores, administradores responsables. Tiene que saberlos escoger de entre la masa de los trabajadores, por sus cualidades. El Partido no suplanta a la administración pública, sino que la ayuda, la apoya; facilita el desarrollo de sus cuadros. El Partido no debe sustituir la función ni de la administración ni de las organizaciones de masas. Y eso es muy importante, que tengamos estas ideas claras, porque si no se produce la suplantación y la consiguiente anemización de esas organizaciones. Y el Partido no administra directamente. Es la vanguardia, la organización que reúne a los obreros más avanzados, más revolucionarios; la espina dorsal de la Revolución. Si un secretario de una seccional se dedica a administrar, a realizar funciones que corresponden a la administración, abandona el Partido, las tareas que tiene que realizar dentro del Partido incesantemente. Y la más importante tarea es la política, no se olviden de eso. La experiencia nos lo enseña en todas partes. A veces en una zona se ha hecho un gran esfuerzo de trabajo, de desarrollo económico; no hay un buen aparato político, y la zona es débil. Y dondequiera vemos incesantemente que hace falta el revolucionario, que hace falta la organización política. Y donde hay una buena organización política todo marcha. Ahora, nosotros no podemos permitirnos el lujo de no tener una buena organización política en cualquier rincón del país. Y el cuadro político está siempre alerta, estudiando, analizando, explicando. ¿Que hay un problema que no se puede resolver? Se explica, se le explica a la masa, porque el pueblo entiende. ¿Qué les va a pedir el pueblo a los revolucionarios? ¿Que hagan lo que no pueden? ¡No! Les pedirá que hagan lo que sí pueden. Y cuando al pueblo se le explica una dificultad razonada, justa, lo entienden las masas inmediatamente. Y el cuadro político debe estar para resolver lo que se pueda resolver, para explicar lo que no se pueda resolver, para gestionar, para hablar, para alertar. Si en un rincón del país hay una mala distribución, o una mala producción, o cualquier problema, la dirección política no tiene que enterarse porque venga un vecino de allí y lo diga. Para eso está el Partido, ojo atento a todos los problemas, trabajando con las masas, impulsando todo lo que pueda impulsar, explicando, resolviendo, gestionando, advirtiendo a los organismos superiores". (77)
En esa compleja labor de esclarecimiento ideológico, particularmente con los niños, adolescentes y jóvenes, que requiere en primer lugar, la ejemplaridad de sus ejecutores, tiene en los maestros y profesores un importante e insustituible baluarte. Al respecto el Comandante en Jefe plantea como…"…los maestros tienen en sus manos una tarea importantísima porque son los que empiezan por formar la mentalidad de los niños, enseñarles las primeras letras y, al mismo tiempo, inculcarles hábitos de vida social, e ir fraguando en cada niño el futuro ciudadano de la República. El maestro tiene también, al mismo tiempo, que comenzar a dar las primeras lecciones de historia, las primeras lecciones acerca del medio social y de la realidad social en que vive el hombre. En este caso, los maestros de vanguardia desempeñan, además, una misión doblemente meritoria por cuanto la realizan en los lugares más distantes y menos comunicados de nuestro país. Y allí también ellos, en cierto sentido, son también formadores de la conciencia revolucionaria, y constituyen una fuerza que ayuda a orientar a nuestros campesinos. De no haber sido por el esfuerzo de esos compañeros y compañeras, no habría sido posible resolver el problema de la enseñanza a la población infantil de las montañas…. Una de las características de la sociedad burguesa es el caos mental, la falta de una explicación de los problemas, la falta de una interpretación de las realidades; y donde existen mil explicaciones porque, en definitiva, no existe ninguna explicación. Es decir, no existe ninguna explicación verdadera porque de lo que se trata es de justificar un sistema de explotación y tratar de presentar como eterno un modo de producción que es sencillamente un producto de la historia, transitorio y condenado a desaparecer en un momento determinado…. Y caracteriza al socialismo científico y al régimen social inspirado en él precisamente por todo lo contrario. Por la posibilidad de tener una explicación verdadera, real, de los problemas, de cada problema, y del proceso de los problemas, y del desarrollo de la sociedad. Quizás una de las cosas, sin embargo, más difíciles de comprender es que ninguna de esas interpretaciones son interpretaciones mecánicas, que ninguna de esas interpretaciones tienen que ser interpretaciones de cliché, y que el marxismo no es un conjunto de "formulitas" para tratar de aplicar a la fuerza la explicación de cada problema concreto, sino una visión dialéctica de los problemas, una aplicación viva de esos principios, una guía, un método. Y por eso el revolucionario tiene que estar incesantemente pensando, analizando. No creer que va a encontrar nada simple, nada sencillo, nada fácil, nada mecánico, sino que tiene necesariamente que analizar. Y que los problemas son múltiples, que los problemas implican infinidad de facetas y que, además, los problemas se suceden unos tras otros; y que, superadas una serie de cuestiones y una serie de problemas, inmediatamente hay una serie de problemas nuevos". (78)
Retomando sus concepciones acerca del papel de las ideas en un proceso revolucionario recalca en el acto efectuado en la escalinata de la Universidad de La Habana, en conmemoración de un nuevo aniversario del fusilamiento de los estudiantes de medicina, un 27 de noviembre de 1871, como… "…alguno llegó a pensar que ser revolucionario era conocer simplemente la teoría, conocer los problemas de la dialéctica de la historia, entender las teorías marxistas, los principios marxistas. Y puede ser que se acostara a dormir henchido de satisfacción, pensando que era un gran marxista, en el mismo instante en que quizás al frente de una empresa agrícola, comercial o industrial que la Revolución había puesto en sus manos, acababa de derrochar tranquilamente 10 000, 20 000 ó 30 000 pesos sin saber, además, qué hacía. Los pesos no le importaban. Que la producción costara mucho más que lo producido, no le importaba. Es que ni siquiera sabía, no lo hacía por malo, lo hacía por no saber, lo hacía porque creía que la Revolución era solo una actitud mental, una convicción intelectual. Y la Revolución era eso con otras muchas cosas más. Era también una acción, era también un trabajo práctico, era la necesidad de resolver los problemas vitales de la sociedad y del pueblo". ¿Para qué queríamos el poder revolucionario, si el poder revolucionario en manos del pueblo no significaba la oportunidad, simplemente, de proclamar el triunfo de las ideas, sino también de proclamar el triunfo de las realidades? ¿Para qué queríamos el poder revolucionario?" (79)
Argumentación que amplía en su intervención en el acto que tiene lugar en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, al conmemorarse el VI aniversario del triunfo de la Revolución, cuando valora acerca de…"…la importancia que tiene el aplicar la teoría a las realidades, el saber aplicar la teoría a las realidades, el saber aplicar de una manera revolucionaria y dialéctica el marxismo-leninismo a las condiciones concretas de cada lugar y de cada época. Eso no significa ser chovinista, eso no significa ser nacionalista, que son dos cosas muy distintas. Chovinismo y nacionalismo entrañan la idea ambiciosa y egoísta de sobreponer los intereses nacionales a los intereses universales, a traicionar los intereses universales en aras de mezquinos intereses nacionales. Pero es que esos intereses, los intereses nacionales, es decir, los intereses de los trabajadores de un país, no chocan ni han de chocar ni tienen por qué chocar con los intereses de los trabajadores de los demás países. Porque los intereses de los trabajadores, dentro y fuera de las fronteras, solo tienen un enemigo con que chocar: los explotadores, los enemigos de la clase obrera bien en el orden nacional o en el orden internacional. Pero sí es claro que cada país tiene condiciones concretas, que cada revolución se desarrolla en un país en concreto, en circunstancias internacionales concretamente distintas, con un grado de desarrollo concretamente distinto, en climas que muchas veces son concretamente distintos; y también no solo estos factores objetivos, sino también factores subjetivos: países con tradiciones distintas, pueblos con idiosincrasias distintas, que le señalan a los dirigentes de la revolución en cada caso concreto y en cada país concreto y en cada circunstancia concreta no copiar de nadie, sino sencillamente interpretar la doctrina, interpretar la teoría, y aplicarla a las circunstancias y condiciones concretas de ese país. Cada pueblo hace su aporte a la revolución, cada pueblo hace su aporte a la historia, cada pueblo hace su aporte a las ideas y a la cultura universal en la medida de sus fuerzas. Y cada uno aporta grandes enseñanzas y grandes experiencias. Debemos saber que cada uno aporta aciertos y aporta errores. Pero los errores que cada país en su propia experiencia aporte, si son imitados, si son repetidos, la culpa no será nunca de los que los cometan, sino de los que los copien. Porque un error puede ser también una enseñanza positiva, ya que los errores cometidos o que podamos cometer nosotros, han de ser útiles también a otros pueblos para que otros pueblos no cometan esos errores. Es decir que debemos copiar todas las experiencias, las positivas; y aquellas que no dieron un resultado positivo, tenerlas también en cuenta, y sacar también de ellas una utilidad para no repetirlas. Y esa es otra de las cosas que aparecen cada vez más claras ante nuestros ojos al cumplirse el VI aniversario de la Revolución. Vivimos en un mundo complejo, vivimos en un mundo cambiante. Y es necesario que cada país en este caso —en el caso de una revolución marxista-leninista—, cada partido dirigente, sepa interpretar de manera cabal y correcta la doctrina, y sepa aplicarla de manera cabal y correcta en cada caso concreto. Y hay que decir algo muy importante: ¡Que lo que cada partido deba hacer en cada circunstancia concreta no se lo ha de decir nadie desde ninguna parte!; que lo que cada partido revolucionario deba hacer en cada circunstancia concreta, ha de ser elaborado por cada partido y ha de ser elaborado por cada pueblo. Hay que decir, desde luego, que a nosotros nunca nadie nos ha tratado de insinuar lo que debemos hacer. Porque, en primer lugar, no es esa una práctica de ningún partido y, en segundo lugar, si cualquier partido tratara de hacerlo con nosotros, se encontraría un rechazo decidido y terminante. Por si hay algunos que dudan por la cabeza de quién debemos estar nosotros pensando, debemos responder sin vacilaciones, ¡que nosotros no tenemos necesidad de andar pidiendo cerebro prestado a nadie!, ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo cabeza prestada a nadie!, ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo valor prestado a nadie!, ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo espíritu revolucionario prestado a nadie!, ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo prestado heroísmo a nadie!, ¡ni tenemos necesidad de andar pidiendo prestada inteligencia a nadie! ". (80)
En el acto de presentación del CC del PCC, en el entonces Teatro Chaplin, el 3 de octubre de 1965, del que funge como Secretario General, Fidel Castro explica como existe…"… otro acuerdo aún más importante, en lo que se refiere al nombre de nuestro Partido. Primero fuimos ORI, en los primeros pasos de la unión de las fuerzas revolucionarias, con sus aspectos positivos y sus aspectos negativos; después fuimos Partido Unido de la Revolución Socialista, que significó un progreso extraordinario, un extraordinario avance en la creación de nuestro aparato político. Esfuerzo de tres años en que, de la cantera inagotable del pueblo, se extrajeron incontables valores surgidos de entre las filas de nuestros trabajadores, para llegar a ser hoy lo que somos en cantidad, pero sobre todo lo que somos en calidad. Pero Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba dice mucho, pero no dice todo; y Partido Unido da todavía la idea de algo que fue necesario unir, que recuerda todavía un poco los orígenes de cada cual. Y como entendemos que ya hemos llegado al grado tal en que de una vez por todas y para siempre ha de desaparecer todo tipo de matiz y todo tipo de origen que distinga a unos revolucionarios de otros, y hemos llegado ya al punto afortunado de la historia de nuestro proceso revolucionario en que podamos decir que solo hay un tipo de revolucionario, y puesto que es necesario que el nombre de nuestro Partido diga no lo que fuimos ayer, sino lo que somos hoy y lo que seremos mañana, ¿cuál es, a juicio de ustedes, el nombre que debe tener nuestro Partido? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: ¡Comunista!) Pues ese es el nombre que, interpretando el desarrollo de nuestro Partido, de la conciencia revolucionaria de sus miembros y de los objetivos de nuestra Revolución, adoptó en el día de ayer nuestro primer Comité Central. Y es muy correcto, como explicábamos ayer a los compañeros del Comité; la palabra comunista ha sido muy calumniada y muy detractada a lo largo de los siglos. Comunistas hubo a lo largo de la historia, hombres de ideas comunistas, hombres que concebían un modo de vivir distinto a la sociedad en que habían nacido, y los que pensaron de una manera comunista en otros tiempos fueron considerados, por ejemplo, comunistas utópicos, quienes hace 500 años, porque de una manera idealista aspiraban a un tipo de sociedad que no era posible en aquel entonces dado el ínfimo desarrollo de las fuerzas productivas con que contaba el hombre; dado que al comunismo de donde partió el hombre primitivo, para vivir en una forma de comunismo primitiva, no podrá volver el hombre sino mediante tal grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y tal modo de utilización de esas fuerzas, modo social de utilización de esas fuerzas, que se puedan crear los bienes materiales y los servicios en cantidades más que suficientes para satisfacer las necesidades del hombre….Y en fin, el espectáculo moral de nuestros adversarios es verdaderamente lamentable. Y así los agoreros, los intérpretes, los especialistas en las cuestiones de Cuba y las máquinas electrónicas, han estado trabajando incesantemente para desentrañar este misterio. Que si Ernesto Guevara había sido purgado, que si Ernesto Guevara estaba enfermo, que si Ernesto Guevara había tenido discrepancias y cosas por el estilo…. Naturalmente que el pueblo tiene confianza, el pueblo tiene fe. Pero los enemigos se valen de estas cosas, sobre todo en el exterior, para calumniar: he ahí al régimen comunista tenebroso, terrible, los hombres se desaparecen, no dejan rastro, no dejan huellas, no hay una explicación; y nosotros dijimos en su oportunidad al pueblo, cuando el pueblo comenzó a notar esa ausencia, que oportunamente hablaríamos, algunas razones tendríamos para esperar. .. Y para explicar esto vamos a leer una carta aquí de puño y letra, transcripta a máquina, del compañero Ernesto Guevara, que por sí misma se explica. Pensaba yo si debía hacer la historia de nuestra amistad y de nuestro compañerismo, cómo comenzó y bajo qué condiciones comenzó y cómo se desarrolló. Más no es necesario. Me voy a limitar a leer la carta. Dice así: Habana… (No fue puesta la fecha, puesto que esta carta era para ser leída en el momento en que lo considerásemos más conveniente, pero ajustándonos a la estricta realidad, fue entregado el 1ro de abril de este año, hace exactamente seis meses y dos días). Y dice así:
> (APLAUSOS PROLONGADOS) Los que hablan de los revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta carta el ejemplo de todo el sentimiento, de toda la sensibilidad, de toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario. Y nosotros podríamos contestar, todos nosotros: Compañero Guevara: ¡No es la responsabilidad lo que nos preocupa, nosotros estamos responsabilizados con la Revolución, y nosotros estamos responsabilizados con la ayuda al movimiento revolucionario en la medida de nuestras fuerzas!, y asumimos la responsabilidad y las consecuencias, y los riesgos. Durante siete años casi ha venido siendo así, y sabemos que mientras el imperialismo exista, y mientras haya pueblos explotados y colonizados, seguiremos corriendo esos riesgos y seguiremos asumiendo serenamente esa responsabilidad. Y nosotros teníamos el deber de conformarnos, teníamos el deber de respetar ese sentimiento de ese compañero, esa libertad y ese derecho. ¡Y esa sí es libertad, no la de los que van a ponerse un grillete, sino la de los que van a empuñar un fusil contra los grilletes de la esclavitud!". (81)
Su visión latinoamericanista constituye parte del legado más valioso del pensamiento progresista cubano a la Generación del Centenario, desde Céspedes, Martí, Mella hasta Guiteras. E el acto por el acto por el XII aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, en Santa Clara, el 26 de julio de 1965, Fidel Castro expresa como…"…por mucho que se apuren, por mucho que se agiten, por mucho que entrenen tropas mercenarias, por mucho que amenacen, los imperialistas yankis no podrán impedir —más tarde o más temprano— la liberación de América Latina. Por mucho que se agiten, por mucho que corran, los imperialistas yankis no podrán impedir la liberación del África. Por mucho que se agiten no podrán impedir la liberación de Viet Nam ni la liberación de los demás pueblos oprimidos por ellos en Asia. Eso es inevitable. Eso lo proclamamos aquí, no tenemos el temor de proclamarlo. No nos hacemos ilusiones, no nos creemos exentos de riesgos y de peligros; no nos creemos exentos del peligro de zarpazos, del zarpazo que los imperialistas en su impotencia, en su odio y en su desesperación, puedan lanzar cualquier día sobre nuestra patria. No nos hacemos ilusiones. Corremos esos riesgos, los corremos conscientemente. Y sencillamente nos preparamos para esos riesgos. Y es nuestro deber estar cada vez más preparados frente a esos riesgos. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en la América Latina, el odio de los imperialistas se acrecentará contra nosotros. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, los imperialistas nos culparán más y más a nosotros; a medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, las amenazas y los peligros serán mayores; mas, nosotros no por eso les decimos a los pueblos de América Latina: "esperen, no hagan la revolución porque nosotros vamos a correr peligro", ¡no!, ¡nosotros exhortamos a los revolucionarios de América Latina a luchar!, exhortamos a los revolucionarios de América Latina a seguir nuestro ejemplo, y corremos gustosos los riesgos. Mostramos a los pueblos de América Latina la posibilidad de la revolución, y las amenazas y los peligros y los riesgos, no nos importan. Naturalmente que nosotros no queremos ver destruido el fruto de nuestro esfuerzo, naturalmente que nosotros trabajamos arduamente por el bienestar de nuestro país, por la seguridad de nuestro país, por el porvenir de nuestro país, pero no por eso temeremos a los peligros, no por eso rehuimos a los peligros. Nosotros, aunque Cuba corra riesgos, aunque los imperialistas amenacen, deseamos la revolución, deseamos la liberación de los pueblos de América Latina, no nos detenemos a contemplar con criterio egoísta nuestros triunfos, no nos detenemos a disfrutar con criterio egoísta nuestros triunfos; deseamos para los pueblos de América Latina los mismos triunfos que nosotros, deseamos que los pueblos de América Latina sigan nuestro ejemplo, porque sabemos, además, que cuando los pueblos se levanten nada ni nadie podrá detenerlos Por mucho que se apuren, por mucho que se agiten, por mucho que entrenen tropas mercenarias, por mucho que amenacen, los imperialistas yankis no podrán impedir —más tarde o más temprano— la liberación de América Latina. Por mucho que se agiten, por mucho que corran, los imperialistas yankis no podrán impedir la liberación del África. Por mucho que se agiten no podrán impedir la liberación de Viet Nam ni la liberación de los demás pueblos oprimidos por ellos en Asia. Eso es inevitable. Eso lo proclamamos aquí, no tenemos el temor de proclamarlo. No nos hacemos ilusiones, no nos creemos exentos de riesgos y de peligros; no nos creemos exentos del peligro de zarpazos, del zarpazo que los imperialistas en su impotencia, en su odio y en su desesperación, puedan lanzar cualquier día sobre nuestra patria. No nos hacemos ilusiones. Corremos esos riesgos, los corremos conscientemente. Y sencillamente nos preparamos para esos riesgos. Y es nuestro deber estar cada vez más preparados frente a esos riesgos. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en la América Latina, el odio de los imperialistas se acrecentará contra nosotros. A medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, los imperialistas nos culparán más y más a nosotros; a medida que el movimiento revolucionario se desarrolle en América Latina, las amenazas y los peligros serán mayores; mas, nosotros no por eso les decimos a los pueblos de América Latina: "esperen, no hagan la revolución porque nosotros vamos a correr peligro", ¡no!, ¡nosotros exhortamos a los revolucionarios de América Latina a luchar!, exhortamos a los revolucionarios de América Latina a seguir nuestro ejemplo, y corremos gustosos los riesgos. Mostramos a los pueblos de América Latina la posibilidad de la revolución, y las amenazas y los peligros y los riesgos, no nos importan. Naturalmente que nosotros no queremos ver destruido el fruto de nuestro esfuerzo, naturalmente que nosotros trabajamos arduamente por el bienestar de nuestro país, por la seguridad de nuestro país, por el porvenir de nuestro país, pero no por eso temeremos a los peligros, no por eso rehuimos a los peligros. Nosotros, aunque Cuba corra riesgos, aunque los imperialistas amenacen, deseamos la revolución, deseamos la liberación de los pueblos de América Latina, no nos detenemos a contemplar con criterio egoísta nuestros triunfos, no nos detenemos a disfrutar con criterio egoísta nuestros triunfos; deseamos para los pueblos de América Latina los mismos triunfos que nosotros, deseamos que los pueblos de América Latina sigan nuestro ejemplo, porque sabemos, además, que cuando los pueblos se levanten nada ni nadie podrá detenerlos". (82)
En las conclusiones del XII Congreso de la CTC-R, el 29 de agosto de 1966. este recalca como…"… este Congreso se ha caracterizado precisamente por esa fuerza que da la unión, y este Congreso ha podido dedicarse por eso a combatir no los problemas que afectaban a la clase obrera hace varios años, sino a lanzar consignas acordes con los tiempos que vivimos, consignas acordes con los problemas de hoy, las realidades de hoy, las necesidades de hoy; se ha caracterizado este Congreso por la extraordinaria preocupación de los trabajadores por los problemas de la producción, por la extraordinaria preocupación de los trabajadores por el cumplimiento de nuestras obligaciones de hoy. Fue el Congreso la expresión de la voluntad de nuestros trabajadores, expresada de la manera más democrática que haya ocurrido nunca en nuestro país, porque fue especial interés de nuestro Partido, con relación a este Congreso, que el Partido no propusiera candidatos en ninguna Sección Sindical; que, incluso, los militantes de nuestro Partido no fueran los primeros en proponer, de manera que de los propios trabajadores, de la propia masa de los trabajadores, de la manera más espontánea y siguiendo el mismo método de masas que tantos frutos ha dado en la formación de la vanguardia revolucionaria, se propusiesen, se discutiesen y se eligiesen aquellos trabajadores que a juicio de sus compañeros debían representarlos en este Congreso. Y ese método de masas ha dado espléndidos frutos: ha comprobado una vez más las ventajas que aporta, ha comprobado cómo las normas y los principios se vuelven cada vez más normas y principios defendidos y aplicados por las masas; cómo resulta extraordinariamente difícil, prácticamente imposible, que un mal compañero, que un holgazán, que un vago, que un lumpen, o que un politiquero pueda ser elegido por los trabajadores, y cómo se va formando una conciencia social del deber; cómo se va formando entre las masas un poderoso sentido moral, una infranqueable barrera que le cierra el paso a los elementos antisociales y abre el camino de los mejores hacia las responsabilidades públicas. Y esos efectos se han podido apreciar en la selección de los hombres y mujeres que han participado en el Congreso, en el espíritu de todas las discusiones, en la profundidad de los análisis, en el vigor de las críticas y en la firmeza de las resoluciones… Hay algo muy curioso en los procesos revolucionarios. Los procesos revolucionarios tienen dos aspectos: uno es el aspecto teórico y otro es el aspecto práctico; uno es la teoría revolucionaria que inspira y orienta la lucha de los oprimidos y otra cosa es la práctica de los revolucionarios, la tarea de hacer la revolución desde el poder. Cuando se agita en una barricada, cuando se lanza una proclama revolucionaria, todo luce desde lejos fácil, todo luce desde lejos sencillo y, sin embargo, la tarea más difícil es la tarea de crear una sociedad nueva; la tarea más difícil es llevar a la realidad las ideas, porque las ideas tienen un sinnúmero de interpretaciones posibles, una serie de matices. Y calculen ustedes lo que es una Revolución en los primeros tiempos: una colmena luchando, trabajando, pero de hombres que, llenos de buenas intenciones, carecen de experiencia, carecen de conocimientos, carecen de preparación. Y de repente sobre los hombros de esos hombres cae la tarea de hacer marchar al país hacia adelante, cae la tarea de impulsarlo todo, de administrarlo todo. Y desde luego que nuestra Revolución ha conocido distintos tipos de hombres: hombres que son conscientes de sus limitaciones, hombres que son conscientes de su ignorancia y, en consecuencia, son cuidadosos, son cautelosos con las cosas que hacen; pero también hombres que no son conscientes de sus limitaciones, hombres que no son conscientes de su ignorancia. Y lo más peligroso que puede haber en el campo social no es un ignorante, sino un ignorante que ignora su ignorancia…. Porque, señores, hay algo que debe estar bien claro, ¡la Revolución es la abolición de la explotación del trabajo humano, pero no la abolición del trabajo humano! Liberar al trabajador de los explotadores no significa liberar al trabajador del trabajo. Y claro, señores, puede llegar la época en que con cuatro horas y hasta con tres horas de trabajo por persona activa, mediante una elevadísima productividad, se puedan satisfacer todas las necesidades de una sociedad humana, pero es una utopía, es un sueño, es estar en Babilonia el creer que con tres horas de trabajo, cuatro horas de trabajo, con todavía la escasa productividad que un país subdesarrollado como el nuestro poseía, vamos a satisfacer las necesidades, que son el doble; vamos a alimentar, vestir, calzar a toda la población, ¡no! ". (83)
Acerca de las cualidades, que en su criterio debe reunir un revolucionario, el líder histórico de la Revolución Cubana expresa, en el acto por el VI Aniversario de los CDR. 28 de septiembre de 1966 en Plaza de la Revolución José Martí como…"…les decía que la actitud del hombre frente a los obstáculos, la actitud del hombre frente a las dificultades, la actitud del hombre frente al esfuerzo, es algo que sirve para medir el temple del revolucionario. A las ideas optimistas, revolucionarias, que defendemos no les faltarán críticos, calculadores, esa gente que tienen una posición absolutamente metafísica ante la vida; suman, restan, pero les falta una suma: es la suma de la voluntad, es la suma del valor, es la suma de la decisión, es la suma de los factores morales con los cuales los pueblos siempre han emprendido y han realizado las más grandes tareas en la historia de la humanidad. Quienes se resignan a un esfuerzo mínimo, quienes se conforman con el mínimo, siempre se asustarán, siempre se amedrentarán. Cuando se habla de grandes obras, de grandes proyectos, de grandes metas; cuando se habla de darle algo al pueblo, esos hombres de corazón raquítico jamás podrán darle a los pueblos más que raquíticas ventajas, raquíticos éxitos. Y se asustan, sencillamente, porque no son capaces de creer, de comprender lo que un pueblo puede hacer; sencillamente porque se asustan del gran esfuerzo de organización, del gran impulso que hay que darle a la obra de la Revolución. Esos tipos de hombres sietemesinos nos recuerdan a aquellos que, frente a la lucha en el pasado, frente a aquella dificilísima meta de derrocar aquel sistema de explotación y de tiranía, decían que aquello era imposible, decían que aquello era cosa de aventureros y de locos. Muchas veces frente a las grandes tareas hay los que vacilan, pero siempre entre los vacilantes se encontrarán los primeros oportunistas! ". (84)
Como expresión concreta de ese hombre revolucionario a que se refería Fidel Castro, unas semanas antes, se muestra como ejemplo imperecedero, Ernesto Che Guevara. En la Velada Solemne en memoria del Guerrillero Heroico, frente a una multitudinaria concentración y un sobrecogedor silencio respetuoso y adolorido, el pueblo cubano escucha sobrecogido, lo que bien conoce, en la palabra del máximo líder de la Revolución Cubana, en la Plaza de la Revolución el 18 de octubre de 1967, tras la noticia de su captura y vil asesinato en tierras bolivianas:
"Fue un día del mes de julio o agosto de 1955 cuando conocimos al Che. Y en una noche —como él cuenta en sus narraciones— se convirtió en un futuro expedicionario del "Granma". Pero en aquel entonces aquella expedición no tenla ni barco, ni armas, ni tropas. Y fue así corno, junto con Raúl, el Che integró el grupo de los dos primeros de la lista del "Granma". Han pasado desde entonces 12 años; han sido 12 años cargados de lucha y de historia. A lo largo de esos años la muerte segó muchas vidas valiosas e irreparables; pero, a la vez, a lo largo de esos años, surgieron personas extraordinarias en estos años de nuestra Revolución y se forjaron entre los hombres de la Revolución, y entre los hombres y el pueblo, lazos de afecto y lazos de amistad que van más allá de toda expresión posible. Y en esta noche nos reunimos, ustedes y nosotros, para tratar de expresar de algún modo esos sentimientos con relación a quien fue uno de los más familiares, uno de los más admirados, uno de los más queridos y, sin duda alguna, el más extraordinario de nuestros compañeros de revolución; expresar esos sentimientos a él y a los héroes que con él han combatido y a los héroes que con él han caído de ese, su ejército internacionalista, que ha estado escribiendo una página gloriosa e imborrable de la historia. Che era una de esas personas a quien todos le tomaban afecto inmediatamente, por su sencillez, por su carácter, por su naturalidad, por su compañerismo, por su personalidad, por su originalidad, aun cuando todavía no se le conocían las demás singulares virtudes que lo caracterizaron. En aquellos primeros momentos era el médico de nuestra tropa. Y así fueron surgiendo los lazos y así fueron surgiendo los sentimientos. Se le veía impregnado de un profundo espíritu de odio y desprecio al imperialismo, no solo porque ya su formación política había adquirido un considerable grado de desarrollo, sino porque hacía muy poco tiempo había tenido la oportunidad de presenciar en Guatemala la criminal intervención imperialista a través de los soldados mercenarios que dieron al traste con la revolución de aquel país. Para un hombre como él no eran necesarios muchos argumentos. Le bastaba saber que Cuba vivía en una situación similar, le bastaba saber que había hombres decididos a combatir con las armas en la mano esa situación, le bastaba saber que aquellos hombres estaban inspirados en sentimientos genuinamente revolucionarios y patrióticos. Y eso era más que suficiente. De este modo, un día, a fines de noviembre de 1956, con nosotros emprendió la marcha hacia Cuba. Recuerdo que aquella travesía fue muy dura para él puesto que, dadas las circunstancias en que fue necesario organizar la partida, no pudo siquiera proveerse de las medicinas que necesitaba y toda la travesía la pasó bajo un fuerte ataque de asma sin un solo alivio, pero también sin una sola queja…. Los enemigos pretenden sacar conclusiones de su muerte. ¡Che era un maestro de la guerra, Che era un artista de la lucha guerrillera! Y lo demostró infinidad de veces pero lo demostró sobre todo en dos extraordinarias proezas, como fue una de ellas la invasión al frente de una columna, perseguida esa columna por miles de soldados por territorio absolutamente llano y desconocido, realizando —junto con Camilo— una formidable hazaña militar. Pero, además, lo demostró en su fulminante campaña en Las Villas; y lo demostró, sobre todo, en su audaz ataque a la ciudad de Santa Clara, penetrando con una columna de apenas 300 hombres en una ciudad defendida por tanques, artillería y varios miles de soldados de infantería. Esas dos hazañas lo consagran como un jefe extraordinariamente capaz, como un maestro, como un artista de la guerra revolucionaria. Sin embargo, de su muerte heroica y gloriosa pretenden negar la veracidad o el valor de sus concepciones y sus ideas guerrilleras. Podrá morir el artista, sobre todo cuando se es artista de un arte tan peligroso como es la lucha revolucionaria, pero lo que no morirá de ninguna forma es el arte al que consagró su vida y al que consagró su inteligencia. ¿Qué tiene de extraño que ese artista muera en un combate? Todavía tiene mucho más de extraordinario el hecho de que en las innumerables ocasiones en que arriesgó esa vida durante nuestra lucha revolucionaria no hubiese muerto en algún combate. Y muchas fueron las veces en que fue necesario actuar para impedir que en acciones de menor trascendencia perdiera la vida….. Los enemigos creen haber derrotado sus ideas, haber derrotado su concepción guerrillera, haber derrotado sus puntos de vista sobre la lucha revolucionaria armada. Y lo que lograron fue, con un golpe de suerte, eliminar su vida física; lo que pudieron fue lograr las ventajas accidentales que en la guerra puede alcanzar un enemigo. Y ese golpe de suerte, ese golpe de fortuna no sabemos hasta qué grado ayudado por esa característica a que nos referíamos antes de agresividad excesiva, de desprecio absoluto por el peligro, en un combate como tantos combates. Como ocurrió también en nuestra Guerra de Independencia. En un combate en Dos Ríos mataron al Apóstol de nuestra independencia. En un combate en Punta Brava mataron a Antonio Maceo, veterano de cientos de combates. En similares combates murieron infinidad de jefes, infinidad de patriotas de nuestra guerra independentista. Y, sin embargo, eso no fue la derrota de la causa cubana. La muerte del Che —como decíamos hace unos días— es un golpe duro, es un golpe tremendo para el movimiento revolucionario, en cuanto le priva sin duda de ninguna clase de su jefe más experimentado y capaz. Pero se equivocan los que cantan victoria. Se equivocan los que creen que su muerte es la derrota de sus ideas, la derrota de sus tácticas, la derrota de sus concepciones guerrilleras, la derrota de sus tesis. Porque aquel hombre que cayó como hombre mortal, como hombre que se exponía muchas veces a las balas, como militar, como jefe, es mil veces más capaz que aquellos que con un golpe de suerte lo mataron…. Porque Che reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. El descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción. Pero no es que reuniera esa doble característica de ser hombre de ideas, y de ideas profundas, la de ser hombre de acción, sino que Che reunía como revolucionario las virtudes que pueden definirse como la más cabal expresión de las virtudes de un revolucionario: hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha. Constituyó por sus virtudes lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario. Suele, a la hora de la muerte de los hombres, hacerse discursos, suele destacarse virtudes, pero pocas veces como en esta ocasión se puede decir con más justicia, con más exactitud de un hombre lo que decimos del Che: ¡Que constituyó un verdadero ejemplo de virtudes revolucionarias! Pero además añadía otra cualidad, que no es una cualidad del intelecto, que no es una cualidad de la voluntad, que no es una cualidad derivada de la experiencia, de la lucha, sino una cualidad del corazón, ¡porque era un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible! Por eso decimos, cuando pensamos en su vida, cuando pensamos en su conducta, que constituyó el caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue capaz de conjugar en su personalidad no solo las características de hombre de acción, sino también de hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad indomable. Y por eso le ha legado a las generaciones futuras no solo su experiencia, sus conocimientos como soldado destacado, sino que a la vez las obras de su inteligencia. Escribía con la virtuosidad de un clásico de la lengua. Sus narraciones de la guerra son insuperables. La profundidad de su pensamiento es impresionante. Nunca escribió sobre nada absolutamente que no lo hiciese con extraordinaria seriedad, con extraordinaria profundidad; y algunos de sus escritos no dudamos de que pasarán a la posteridad como documentos clásicos del pensamiento revolucionario". (85)
Ernesto Che Guevara: adalid de la ética revolucionaria
¿Qué rasgos excepcionales son intrínsecos al pensamiento ético-político de Ernesto Che Guevara que le permiten, en nuestro criterio, reconocerle como uno de los grandes aportadores a la Ideología de la Revolución, en su última etapa? No repetiremos las incuestionables valoraciones personales de Fidel Castro al respecto, anteriormente reproducidas y que muchos años después, reiteraría al periodista Ignacio Ramonet en 2006. (86)-
Lo que más admira en el Guerrillero Heroico son sus sólidos principios éticos por los que regía su vida pública y privada, con una sistematicidad casi raya en la más severa austeridad. Y tal como relatan los que le conocieron y trataron de cerca, con una gran naturalidad y modestia. Ello lo sitúa, en ese aspecto a un nivel prácticamente inalcanzable para aquellos que compartieron su actividad revolucionaria.
Su admirable eticidad, capacidad organizativa, nivel de autoexigencia personal y labor formativa con los más cercanos compañeros de trabajo, la ejerció en cada uno de los actos de su vida tanto en funciones de jefe militar como de dirigente político en elevadas responsabilidades en el seno del Gobierno Revolucionario, en el PCC y en sus misiones internacionalistas en el Congo y Bolivia.
Su invariable lealtad a la Revolución cubana y a su líder histórico Fidel Castro, lejos de limitar su pensamiento creativo y cuestionador, le motivó a incursionar en esferas del conocimiento de elevado grado de complejidad, como sus peculiares y audaces criterios sobre los hitos a seguir en el proceso de construcción del socialismo, particularmente en Cuba, renuente al acatamiento de recetas políticas y económicas, ajenas a nuestras peculiaridades identitarias como nación.
Analista profundo, de prosa fluida y concisa, enemigo irreconciliable de la vacua retórica y del mimetismo escapista, tan común en el discurso político, como ente obstaculizador del pensamiento propio, Ernesto Guevara supo arremeter, con el respaldo de su ejemplo personal, como Quijote moderno, contra toda manifestación de oportunismo, demagogía, nepotismo y corrupción.
2,1.- En la fase insurreccional.
No es de extrañar entonces las afinidades, mutuamente descubiertas, desde un primer momento, entre Fidel Castro y el Che. Estos se conocen en julio de 1956, en el apartamento de María Antonia González, en Emparán 49-C, en Ciudad de México. Como rememora el propio Che…."…lo conocí en una de esas frías noches de México y recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche-en la madrugada-era uno de los futuros expedicionarios". (87)
En la entrevista concedida al periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, en abril de 1958, en plena Sierra Maestra, se revelan las profundas motivaciones ético patrióticas que lo motivaron a participar en tamaña empresa liberadora.
Como se narra en la misma:
"Mi primera pregunta concreta a Guevara, el joven médico argentino metido a comandante héroe y hacedor de una revolución que no tenía nada que ver con su patria, fue:
-¿Por qué estás aquí?
– Estoy aquí sencillamente porque considero que la única forma de liberar a América Latina de dictadores es derribándolos. Ayudando a su caída de cualquier forma. Y cuanto más directa mejor.
-¿Y no temés que se pueda calificar tu intervención en los asuntos internos de una patria que no es la tuya como una intromisión?
-En primer lugar yo considero mi patria o solamente a la Argentina, sino a toda América. Tengo antecedentes tan gloriosos como el e Martí y es precisamente en su tierra donde yo me atengo a su doctrina. Además, no puedo concebir que se llame intromisión al darme personalmente, al darme entero, a ofrecer mi sangre por una causa que considero justa y popular, al ayudar a un pueblo a liberarse de una tiranía, que si admite la intromisión de una potencia extranjera que le ayuda con armas, con aviones, con dinero y con oficiales instructores. Ningún país hasta ahora ha denunciado la intromisión norteamericana en los asuntos cubanos, ni ningún diario acusa a los yanquis de ayudar a Batista a masacrar a su pueblo. Pero muchos se ocupan de mí. Yo soy el extranjero entremetido que ayuda a los rebeldes con su carne y su sangre. Los que proporcionan las armas para una guerra interna no son entremetidos. ¿Yo sí?
A otra pregunta de Masetti este afirma como…"…charlé con Fidel toda la noche. Y al amanecer ya era el médico de su futura expedición. En realidad, después de la experiencia vivida a través de mis caminatas por toda Latinoamérica y del remate de Guatemala no hacía falta mucho para inclinarme a entrar en cualquier revolución contra un tirano, pero Fidel me impresionó como un hombre extraordinario. Las cosas más imposibles eran las que encaraba y resolvía Tenía una fe excepcional en una vez que saliese hacia Cuba, iba a llegar. Que una vez llegado iba a pelear, Y que peleando iba a ganar. Compartí su optimismo. Había que hacer, que luchar, que concretar. Que dejar de llorar y pelear….2 (88)
Resultan igualmente interesantes las valoraciones de un periodista cubano que visitó el campamento del Che en La Mesa, en marzo de 1958. VER ANEXO 7.-
"…El 25 de noviembre de 1956, a las dos de la madrugada, empezaban a hacerse realidad las frases de Fidel, que habían servido de protesta de mofa a la prensa oficialista 1956 seremos libres o mártires >>…Salimos con las luces apagadas del puerto de Tuxpan en medio de un hacinamiento infernal de materiales de toda clase y de hombres. Teníamos muy mal tiempo y, aunque la navegación estaba prohibida, el estuario del río se mantenía tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, y a poco más se encendieron las luces. Empezamos la búsqueda frenética de los antihistamínicos contra el mareo que no aparecían; se cantaron los himnos nacional cubano y del 26 de Julio, quizás durante cinco minutos en total, y después el barco entero presentaba un aspecto ridículamente trágico; hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito. Salvo dos o tres marinos y cuatro o cinco personas más, el resto de los ochenta y dos tripulantes se marearon. Pero al cuarto o quinto día el panorama se alivió un poco….La ruta elegida comprendía una vuelta grande por el sur de Cuba, bordeando Jamaica, las islas del Gran Caimán, hasta el desembarco en algún lugar cercano… Al día siguiente primero de diciembre, en la noche, poníamos la proa en línea recta hacia Cuba, buscando desesperadamente el faro de Cabo Cruz, carentes de agua, petróleo y comida,,,Ya de día arribamos a Cuba…Apenas bajamos, con toda premura, y llevando lo imprescindible, nos introducimos en la ciénaga llevando, cuando fuimos atacados por la aviación enemiga. Naturalmente caminando por los pantanos cubiertos de mangares no éramos vistos ni hostilizados por la aviación, pero ya el ejército de Batista andaba sobre nuestros pasos…Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún oscuro mecanismo psíquico. Habían sido siete días de hambre y de mareo continuos durante la travesía, sumados a tres días aún más terribles en tierra. A los diez días exactos de la salida de México, el 5 de diciembre de madrugada, después de una marcha nocturna interrumpida por los desmayos y las fatigas y los descansos de la tropa, alcanzamos un punto conocido paradójicamente con el nombre de Alegrías de Pío". (89)
Al rememorar el acontecimiento, este narra como… "Montané y yo estábamos recostados contra un tronco, hablando de nuestros respectivos hijos; comíamos la agra ración-medio chorizo y dos galletas- cuando sonó un disparó; una diferencia de segundos solamente y un huracán de balas-al menos pareció a nuestro angustiado espíritu durante aquella prueba de fuego-se cernía sobre el grupo de 82 hombres. Mi fusil no era de los mejores Deliberadamente lo había pedido así porque mis condiciones físicas eran deplorables después de un largo ataque de asma soportado durante toda la travesía marítima y no quería que se fuera a perder un arma buena en mis manos. No sé en qué momento ni cómo sucedieron las cosas; los recuerdos son ya borrosos. Me acuerdo que, en medio del tiroteo-en ese entonces ya capitán, vino a mi lado para pregunta las órdenes que había, pero ya no había allí nadie para darlas. Según me enteré después, Fidel trató en vano de agrupar a la gente en el cañaveral cercano, al que había que llegar cruzando la guardarraya solamente .La sorpresa había sido demasiado grande., las balas demasiado nutridas. Almeida volvió a hacerse cargo de su grupo, en ese momento un compañero dejó una caja de balas casi a mis pies, se lo indiqué y el hombre me contestó con cara que recuerdo perfectamente, por la angustia que reflejaba, algo así como > e inmediatamente siguió el camino del cañaveral (después murió asesinado por uno de los esbirros de Batista). Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante el dilema de mi dedicación a la medicina o mi deber de solado revolucionario. Tenía delante una mochila llena de medicamentos y una caja de balas; las dos eran mucho pesos para transportarlas juntas. Tomé la caja de balas, dejando la mochila para cruzar el claro que me separaba de las cañas. Recuerdo perfectamente a Faustino Pérez, de rodillas en la guardarraya, disparando su pistola ametralladora. Cerca de mí un compañero llamado Arbentosa (Jorge Emilio Albentosa Chacón. N. del A,) caminaba hacia el cañaveral. Una ráfaga que no se distinguió de las demás, nos alcanzó a los dos. Sentí un fuerte golpe en el pecho y una herida; me di a mi mismo por muerto. Arbentosa, vomitando sangre por la nariz, la boca y la enorme herida de una bala cuarenta y cinco, grito algo así como > y empezó a disparar alocadamente pues no se veía a nadie en aquel momento. Le dije a Faustino desde el suelo, >. Faustino me echó una mirada en medio de su tarea y me dijo que no era nada, pero en sus ojos se leía la condena que significaba mi herida. Quedé tenido, disparé un tiro hacia el monte el mismo oscuro impulso el otro herido. Inmediatamente, me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto en que parecía todo perdido…". (90)
2,2.- Algunos de sus aportes más trascendentes.
El Che tenía sus personales concepciones acerca de las vías mas adecuadas para la construcción del socialismo en nuestra patria, como país latinoamericano e integrante el llamado Tercer Mundo, en momentos en que el modelo soviético es asumido como paradigma para la mayoría de los partidos y organizaciones marxistas en nuestra región. Incluso por la dirección política en Cuba se tomaron decisiones conducentes a asumir no pocos aspectos del mismo, particularmente en la esfera económica, como se evidencia a partir de la llamada >. Tales criterios solo son conocidos, al menos públicamente, hasta años después, no obstante que agudas polémicas se suscitan en los marcos del mundo académico sobre la validez de los famosos manuales soviéticos, que al menos, en la enseñanza del marxismo les permiten establecerse durante muchos años, inclusive hasta la década de los 80, en función de libros de consulta priorizados. Para el Che, hombre de sólidos criterios propios…"…se sabe desde viejo que es el ser social el que determina la conciencia y se conoce el papel de la superestructura; ahora asistimos a un fenómeno interesante, que no pretendemos haber descubierto pero sobre cuya importancia tratamos de profundizar: la interrelación de la estructura y de la superestructura. Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura; se está regresando al capitalismo. Pero no queremos anticipar en estas notas prológales sino la medida de nuestra herejía; tomémonos el tiempo y el espacio necesario para tratar de argumentarla en extenso. Otra característica tiene esta obra: es un grito dado desde el subdesarrollo. Hasta el momento actual, las revoluciones de tendencia socialista se habían producido en países sumamente atrasados (asolados por la guerra, además) o en países de relativo desarrollo industrial (Checoslovaquia, parte oriental de Alemania) o en países continentes. Y todos formando una unidad geográfica. Hasta ahora, no había iniciado la aventura socialista ningún pequeño país aislado, sin posibilidad de grandes mercados ni de un rápido aprovechamiento de la división internacional del trabajo, pero, al mismo tiempo, con un estándar de vida relativamente elevado. Los errores, las embestidas ciegas, también tendrán lugar, como historia útil, en estas páginas; pero lo más importante son nuestras razones, las razones que identificamos con las de los países de escaso desarrollo, en su conjunto, motivo por el cual pretendemos darle valor de cierta universalidad a nuestros planteamientos. Muchos sentirán sincera extrañeza ante este cúmulo de razones nuevas y diferentes, otros se sentirán heridos y habrá quienes vean en todo el libro sólo una rabiosa posición anticomunista disfrazada de argumentación teórica. Pero muchos (lo esperamos sinceramente) sentirán el hálito de nuevas ideas y verán expresadas sus razones, hasta ahora inconexas, inorgánicas, en un todo más o menos vertebrado. A ese grupo de hombres va dirigido fundamentalmente el libro y también a la multitud de estudiantes cubanos que tienen que pasar por el doloroso proceso de aprender "verdades eternas" en las publicaciones que vienen, sobre todo, de la URSS y observar cómo nuestra actitud y los repetidos planteamientos de nuestros dirigentes se dan de patadas con lo que leen en los textos. A los que nos miren con desconfianza basados en la estimación y lealtad que experimentan respecto a los países socialistas, les hacemos una sola advertencia: la afirmación de Marx, asentada en las primeras páginas de El Capital, sobre la incapacidad de la ciencia burguesa para criticarse a sí misma, utilizando en su lugar la apologética, puede aplicarse hoy, desgraciadamente, a la ciencia económica marxista. Este libro constituye un intento de retomar la buena senda e, independientemente de su valor científico, nos cabe el orgullo de haberlo intentado desde este pequeño país en desarrollo. Muchos sobresaltos esperan a la humanidad antes de su liberación definitiva pero — nos guía el absoluto convencimiento de ello— ésta no podrá llegar sino a través de un radical cambio de estrategia de las principales potencias socialistas". (91)
El Che era un marxista convencido, que aplicaba la dialéctica con un sentido realmente revolucionario, negado a actuar como otros propagandistas revolucionarios, que predicaban como > soluciones mágicas, repitiéndose domingo tras domingo, desde el púlpito eclesial. En una época, en que simplemente cuestionarse la más simple afirmación contenida en alguna de las obras de los Clásicos, era algo inimaginable, este osó hacerlo con audacia política e intelectual características. Para el Che siempre estuvo presente lo señalado por el propio Marx, referente a su obra, de que este debía ser aplicada como guía para la acción, acorde a las especificidades de cada país y contexto histórico, sin renunciar a sus postulados esenciales. A riesgo de recibir el consabido anatema de >, como si los hubo y siempre habrá respecto a cualquier ideología en cualquier época, este valora críticamente el siguiente fragmento del Estado y la Revolución:
"El capitalismo de Estado significaría un gigantesco paso adelante incluso si pagáramos más que ahora (he tomado adrede el ejemplo con cifras para mostrar esto claramente), pues merece la pena pagar "por aprender", pues eso es útil para los obreros, pues vencer el desorden, el desbarajuste y el relajamiento tiene más importancia que nada, pues continuar la anarquía de la pequeña propiedad representa el peligro mayor y más temible, que nos hundirá indudablemente (si no lo vencemos), en tanto que pagar un mayor tributo al capitalismo de Estado, lejos de hundirnos nos llevará por el camino más seguro hacia el socialismo. La clase obrera, después de aprender a proteger el orden estatal frente a la anarquía de la pequeña propiedad, después de aprender a organizar la producción en gran escala, en escala de todo el país sobre la base del capitalismo de Estado, tendrá entonces en las manos —disculpadme la expresión— todos los triunfos, y el afianzamiento del socialismo estará asegurado".
Acerca del mismo el Che emite su personal criterio de que…"…no se toma en cuenta el hecho de que cada sistema económico conlleva una moral propia. Navegar en las difíciles aguas del capitalismo de estado para crear el socialismo exige una escrupulosa vigilancia moral sobre los cuadros. Por el contrario, el resultado ha sido que los cuadros se aliaron al sistema, constituyeron una casta privilegiada y los problemas sociales que se plantearon tienen (o tendrán) parecido con las de las democracias socialdemócratas del norte de Europa (Suecia sobre todo)". (92)
Desde que Martí, fiel discípulo del ideario integracionista bolivariano, reconociese a nuestra comunidad de naciones, como Nuestra América, la esencia latinoamericanista, siempre presente en el pensamiento progresista cubano, a lo largo de dos centurias, no se había reavivado ese profundo sentimiento de identidad con fuerza tal, hasta el triunfo de la Revolución Cubana, quien tuvo al Che, entre sus principales adalides. Para este, a partir de las experiencias recogidas tras un largo periplo internacional…"…para los asiáticos hablar de América (la nuestra, la irredenta) es hablar de un continente impreciso, tan desconocido para ellos como lo es para nosotros esa inmensa parte del mundo cuyas ansias libertarias encontraron el vehículo de expresión apropiado en Bandung. Nada se conocía de América, salvo quizás que era un gigantesco sector el mundo donde vivían nativos de piel oscura, taparrabos y lanzas y donde una vez había arribado un tal Cristóbal Colón, más o menos en la misma época que un tal Vasco de Gama cruzara el Cabo de las Tormentas e inaugurará un terrible paréntesis de siglos en la vida cultural, económica y política de esos pueblos. Nada concreto se agrega a este conocimiento, excepto un hecho para ellos, casi abstracto, que se llama >. Efectivamente, Cuba es para ese mundo lejano una abstracción que significa solo despertar, apenas la base necesaria para que surgiera el ser mitológico llamado Fidel Castro, barbas, cabello largo, uniforme verde olivo y unos montes sin localización precisa del que apenas saben su nombre-y no todos saben que es isla- es la Revolución cubana, es Fidel Castro; y esos hombres barbados son los > y esos hombres indiferenciables en el mapa, movidos por el resorte mitológico, es América, la nueva América, la que despereza sus miembros entumidos de tanto estar de rodillas. Hoy va desvaneciéndose la otra América la que tiene hombres desconocidos que trabajan el estaño, por cuya causa, y en cuyo nombre, se explota hasta el martirio a los trabajadores del estaño indonesios; la América de los grandes cauchales amazónicos donde hombres palúdicos producen la goma que hace más ínfimo el salario de los caucheros de Indonesia, Ceilán o Malaya; la América de los fabulosos yacimientos petrolíferos por los cuales no se puede pagar más al obrero de Irak, la Arabia Saudita o el Irán; la del azúcar barato que hace que el trabajador de la India no pueda recibir mayor renumeración por el mismo trabajo bestial bajo el mismo sol inclemente de los trópicos. . Distintas y sorprendidas, aún de su osadía de desear ser libres, el África y el Asia empiezan a mirar más allá de los mares….Los pueblos liberados empiezan a darse cuenta del enorme fraude que se cometiera con ellos, convenciéndolos de una pretendida inferioridad racial, y saben ya que podían estar equivocados también en la valorización de pueblos de otro continente. A la nueva conferencia de los pueblos afroasiáticos ha sido invitada Cuba. Un país americano expondrá las verdades y el dolor de América ante el augusto cónclave de los hermanos afroasiáticos. No irá por casualidad; va como resultado de la convergencia de todos los pueblos oprimidos en esta hora de liberación. Irá a decir que es cierto, que Cuba existe y que Fidel Castro es un hombre, un héroe popular, y no una abstracción mitológica; pero además explicará que Cuba no es un hecho aislado sino signo primero del despertar de América". (93)
Para este líder temprano de la solidaridad…"….no hay que maravillarse de ninguna manera que un extranjero venga a luchar en Cuba, porque precisamente en Cuba vivió Martí y habló y enseñó Martí, cuya aspiración máxima era hacer de toda América una sola. Yo les confieso que nunca me sentí ni en Cuba ni en cualquiera de todos los países que he recorrido…Me he sentido guatemalteco en Guatemala, mexicano en México, peruano en Perú, como me siento hoy cubano en Cuba y naturalmente como me siento argentino aquí y en todos los lados, ese es el estrato de mi personalidad, no puedo olvidar el mate y el asado". (94)
Copartícipe del ideario internacionalista de Fidel Castro, este expresa como…"…pocos gobernantes han podido ir a los Estados Unidos y volver con la conciencia tranquila, como lo hizo nuestro Primer Ministro Fidel Castro…Si esta condición se lograra en la América Latina, se conseguiría una cohesión política para defender su posición en el campo internacional similar a la que se ha adoptado por los países de la zona afrosiática, los llamados del Pacto de Bandung, que a pesar de las enormes diferencias en sus sistemas sociales, que van desde sistemas prácticamente socialistas hasta sultanes internacionales, mantienen una cohesión envidiable para nuestros países de América". (95)
La farsa de las democracia representativas, incondicionales a los afanes hegemónicos de Estados Unidos, representativas de los gobiernos imperantes en América Latina, durante décadas, construidas, promovidas y paradigmatizadas desde los centros de poder imperialistas, se pone al descubierto por Ernesto Guevara, dado que…"…hay pueblos de América Latina muy >, tan institucinalizados que casi se olvidaron de la palabra revolución y a veces soportan durante cierto tiempo un fraude más o menos organizado o una burla más o menos descarada a las ambiciones populares; en general tienen gobernantes muy serios, muy ponderados, que respetan profundamente la doctrina panamericana (aquella que empezó con Monroe, el presidente aquel que se quería coger todo el continente para los norteamericanos). Estos señores de América, ponderados, respetuosos de la libertad de imprenta y de expresión y de todos los compromisos internacionales, firmados siempre para defender a nuestra América de la agresión de terribles poderes extranjeros, han encontrado que ya no hace falta pelear en América. Ya aquí está todo conseguido, vivimos en una paz paradisíaca, los campesinos tienen sus tierras, los obreros tienen jornadas magníficas de trabajo y retribuciones extraordinariamente buenas, los capitalistas ganan moderadamente y no hay garroteros ni existen los monopolio; y ¿para qué en un paraíso de estos vamos a tener armas? Existe sí un demonio incubado en otros continentes llamado >, que a veces prende entre las masas incultas y groseras y los incita a declarar que tienen hambre, hacer exigencias ridículas de aumento de Salarios, o a pedir la tierra tratando de despojar de ella, a sus legítimos dueños, los latifundistas". (96)
Uno de los principales instrumentos más recurrentes utilizados por los gobiernos norteamericanos, en sus afanes de edificar una concepción panamericanista, expresión de un imposible maridaje entre locos y ovejas, lo constituye sin lugar a dudas la creación de la denominada Organización de Estados Americanos, que se prestó a ofrecer una pantalla legalista, a las continuas intervenciones yanquis en nuestros países o a sus impúdicas y más sofisticadas violaciones a nuestra soberanía mediante diversas vías y procedimientos. Al respecto el Che valora como… "…la Corte de los Milagros es un nombre de leyenda y también el símbolo de algo donde todas las cosas se transforman, es decir, donde se confunden los conceptos. Y el extraordinario engendro llamado OEA, es precisamente una Corte de los Milagros. Esta Corte de los Milagros, hace valgan igual > y > (se refiere a los entonces dictadores Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominica y Anastasio Somoza, en Nicaragua. N. del A.) que los gobernantes de los países democráticos; esa Corte de los Milagros hace que los traidores a sus pueblos valgan mucho más que los defensores de la libertad de los suyos. La Corte de los Milagros que nunca deja sin transformar en buena gente a la mala, y en mala a la buena; para ella vale igual el voto de una minúscula isla o el de un representante de un país de 60 millones de habitantes. No se confundan, no es democracia; para ella vale igual, porque todo está dominado por ese padre generoso y espiritual que es señor de la América: Los Estados Unidos. Papá Estados Unidos mueve sus dedos ágiles y, abajo las marionetas Frondizi, las marionetas Beltrán, se mueven graciosamente con unos movimientos muy bonitos, muy armónicos, que hacen creer que caminaron y hablaron solas. Por eso a la OEA se le llama también >. Pero a veces el artista principal, el Señor monopolio, se enoja y entonces las marionetas adquieren una apariencia temblorosa como incoordinadas y se les nota que no son nada más que marionetas. No pueden romper con Cuba, por ejemplo, con el mismo desplante y el donaire con que rompen con Santo Domingo, pero esa reunión de preclaros ciudadanos, de las preclaras cuasinaciones de nuestra América, se reúnen solícitamente y votan veintitantos contra ero cada vez que el pastorcito palmotea sus manos, a todos los corderos a seguir su paso. Por eso también se suele llamar nuestra institución >. Pero naturalmente, que este rebaño inocente, cuando se reúne para disponer de vidas y haciendas de un puñado de hombres convertidos en pueblo libre por su voluntad soberana, se vuelve a veces prepotente y absurdo, a veces profundamente preocupado por la penetración soviética…". (97)
Uno de los argumentos más manidos utilizados en su campaña laceradora de nuestra necesaria unidad continental, lo constituyó históricamente, el esgrimir el fantasma del comunismo >. Tal prédica no dejó de surtir efecto, en amplias capas de la población, en nuestros países, sometidos de forma sistemática a campañas propagandísticas bien diseñadas y con amplio apoyo de recursos, particularmente en sectores de la población de bajo nivel cultural y prisioneros de ancestrales prejuicios.
En su discurso en el I Congreso Latinoamericano de Juventudes, efectuado en La Habana el 28 de julio de 1960, Ernesto Guevara reflexiona que… "…aún cuando todos ustedes vengan a deliberar, en nombre de sus respectivos países, en este Congreso de la Juventud Latinoamericana, cada uno de ustedes-y de eso estoy seguro- vino acicateado por la curiosidad de conocer exactamente que cosa era este fenómeno, nacido en una isla del Caribe, que se llama hoy Revolución Cubana. Y muchos de ustedes -de eso estoy seguro-vino acicateado por la curiosidad de conocer exaatamente que cosa ese este fenómeno, nacido en una isla del Caribe, que se llama hoy Revolución Cubana. Y muchos de ustedes, de diversas tendencias políticas se preguntarán hoy, como se han preguntado ayer, y como quizás se pregunten mañana también ¿Qué es la Revolución cubana? ¿cuál es su ideología? Y enseguida surgirá la pregunta, que en adeptos o en contrarios siempre se hace en estos casos: ¿Es la Revolución cubana comunista? Y unos contestarán esperanzados que sí, o que va en camino de ello, y otros quizás, decepcionados, piensen que no, y quienes esperanzados, piensen también que no. Y si a mi me preguntaran, si está Revolución que está ante los ojos de ustedes es una revolución comunista, después de las consabidas explicaciones, para averiguar qué es comunismo y dejando de lado las acusaciones manidas del imperialismo, de los poderes coloniales, que lo confunden todo, vendríamos a caer que esta revolución, en caso de ser marxista-y escúchese bien que digo marxista- sería porque descubrió también, por sus métodos, los caminos que señalara Marx. Recientemente, una de las altas personalidades de la Unión Soviética, el viceprimer ministro Mikoyán, al brindar por la felicidad de la Revolución Cubana, reconocía él-marxista de siempre-que esto era un fenómeno que Marx no había previsto. Y acotaba entonces que la vida enseña más que el más sabio de los libros y el más profundo de los pensadores. Y eta Revolución cubana, que sin preocuparse por sus motes, sin averiguar que se decía de ella, pero oteando constantemente que quería el pueblo de Cuba de ella, fue hacia adelante, y de pronto se encontró, con que no solamente había hecho, o estaba en vías de hacer la felicidad de su pueblo, si no que había sobre esta isla las miradas curiosas de amigos y enemigos, las miradas esperanzadas de todo un continente y las miradas furiosas del rey de los monopolios…Si nosotros hacemos hoy eso que se llama marxismo, es que lo descubrimos aquí". (98)
En lo referente al papel catalizador desempeñado por la Revolución Cubana, como fuerza desencadenante, ante el secular cúmulo de frustraciones y utopías de nuestros pueblos, este valora como… "…se habla del excepcionalismo de la Revolución cubana al compararla con las líneas de otros partidos progresistas de América y se establece, en consecuencia, que la forma y camino de la Revolución cubana son el producto único de la revolución y que en los demás países de América Latina será diferente el tránsito histórico de los pueblos. Aceptamos que hubo excepciones que le dan características peculiares a la Revolución cubana. Es un hecho claramente establecido que cada país cuenta con ese tipo de factores específicos, pero no está menos establecido que todas ellas seguirán leyes cuya violación no está al alcance de las posibilidades de la sociedad. Analicemos pues los factores de este pretendido excepcionalismo. El primero, quizás el más importante, el más original, es esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz, nombre que en pocos años ha alcanzado proyecciones históricas. El futuro colocará en su lugar exacto los méritos de nuestro primer ministro, pero a nosotros se nos antojan comparables con los de las más altas figuras históricas de toda Latinoamérica. Y ¿cuáles son las circunstancias excepcionales que rodean la personalidad de Fidel Castro? Hay varias características en su vida y en su carácter que lo hacen sobresalir ampliamente por sobre todos sus compañeros y seguidores; Fidel es un hombre de tan enorme personalidad que, en cualquier movimiento donde participe, debe llevar la conducción, y así lo ha hecho en el curso de su carrera desde la vida estudiantil hasta el premierato de nuestra patria y de los pueblos oprimidos de América Latina. Tiene las características de gran conductor, que sumadas a sus dotes personales de audacia, fuerza y valor, y a su extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo, lo han llevado al lugar de honor y de sacrificio que hoy ocupa. Pero tiene otras cualidades importantes, como son su capacidad para asimilar los conocimientos y las experiencias, para comprender todo el conjunto de una situación dada sin perder de vista los detalles, su inmensa fe en el futuro, y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos, viendo siempre más lejos y mejor que sus compañeros. Con estas grandes cualidades cardinales, con su capacidad para aglutinar, de unir, oponiéndose a la división que debilita; su capacidad de dirigir a la cabeza de todos la acción del pueblo; su amor infinito por él, su fe en el futuro y su capacidad de preverlo, Fidel Castro hizo más que nadie para construir de la nada el aparato hoy formidable de la Revolución cubana…". (99)
El fecundo legado ético-político legado a las generaciones contemporáneas, por nuestros próceres más preclaros, liderados por Simón Bolívar y José Martí, encuentra suelo fértil en el ideario guevarista. Para el Che…"…Martí fue el mentor directo de nuestra Revolución, el hombre a cuya palabra había que recurrir siempre para dar la interpretación justa de los fenómenos históricos que estamos viviendo y el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo había que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta Patria, porque osé Martí es mucho más que cuba: es americano, pertenece a todos los veinte países de nuestro continente y su voz se escucha y repite no solo aquí en Cuba, sino en toda América" Cúmplenos a nosotros el deber de hacer vivas las palabras de José Martí en su Patria, el lugar donde nació. Pero hay muchas formas de honrar a Martí. Se puede honrarlo cumpliendo religiosamente con las festividades que indican cada año la fecha de su nacimiento, o con el recordatorio del nefasto 19 de mayo de 1895. Se puede honrar a Martí citando sus frases bonitas, freses perfectas y además, y sobre todo, frases justas. Pero se puede y se debe honrar a Martí en la forma en que él quería que se le hiciera, cuando a decía a pleno pulmón: >." (100)
Para el Che, aún la conceptualización de contrarrevolucionario, rebasa los límites formales impuestos por la estéril rutina del discurso político, insuflándole a tal connotación, un sentido esencialmente ético-político. Para este asimismo es…"…contrarrevolucionario todo aquel que contraviene la moral revolucionaria, no se olviden de eso. Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la Revolución, pero también es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue dos carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no, pero lo tiene. Ese es un contrarrevolucionario, a ese sí hay que denunciarlo enseguida y al que utiliza sus influencias buenas o malas para su provecho personal o de sus amistades, ese es contrarrevolucionario y hay que perseguirlo pero con saña, perseguirlo y aniquilarlo. El oportunismo es un enemigo de la Revolución y florece en todos los lugares donde no hay control popular, por eso es que es tan importante controlarlo en los cuerpos de seguridad. En los cuerpos donde el control se ejerce desde muy arriba, donde no puede haber por el mismo trabajo del cuerpo, un control de cada uno de los pasos, de cada uno de los miembros allí si hay que ser inflexibles por las mismas dos razones: porque es de justicia y nosotros hemos hecho contra la injusticia y porque es de política el hacerlo, porque todos aquellos, que hablando de revolucionan, violan la moral revolucionaria, no solamente son traidores potenciales de la Revolución, sino que además son los peores detractores de la Revolución, porque la gente los ve y conoce lo que se hace, aún cuando nosotros mismos no conociéramos las cosas o no quisiéramos conocerlas… ". (101)
El Che poseía una visión armónicamente integral sobre el hombre nuevo que pensaba se debía aspirar a formar en el socialismo, paradigma que se conoció en su momento como >. Ya arribados a este, se nos revela cuanto nos falta aún por lograrlo, si nos atenemos al elevado nivel de exigencia moral que el Guerrillero Heroico concebía a tal atributo, quizás sin proponérselo, a partir de su propio ejemplo personal, dado que…"…el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas son que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita…". (102) VER ANEXO 8
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |