El sector energético en América Latina y el Caribe: retos y perspectivas integracionistas tipo ALBA (página 2)
Enviado por Elizabeth Castillo
Durante los años posteriores continúa la tendencia alcista en los precios del petróleo. A diferencia de los elevados incrementos de los años setenta y de inicios y fines de los noventa, que se debieron a alteraciones de la oferta, el crecimiento de los precios en 2004 por ejemplo, se debió básicamente al incremento de la demanda y de los riesgos geopolíticos. Los problemas de inestabilidad política en importantes países productores como Irak, el recorte de la producción de la OPEP y los temores de eventuales desajustes entre la oferta y la demanda, así como los movimientos especulativos, continuaron presionando los precios durante años posteriores.
En las últimas décadas el cambio continuo en los precios de petróleo se ha colocado en el primer plano de los asuntos financieros. Puede observarse, por ejemplo en base a las medias, máximos y mínimos anuales, que el ascenso de los precios en dólares del petróleo en los últimos años es acompañado por un crecimiento en la volatilidad, medida a través de la desviación estándar, lo que alimenta la incertidumbre en la toma de decisiones económicas.
Dicho gráfico da un panorama sobre el crecimiento y las oscilaciones de los precios del petróleo en dólares corrientes. Se puede observar que el precio medio toma un importante ascenso en los últimos dos años y que el 2004 registró notorias oscilaciones. Esta volatilidad mantuvo tensos los nervios de los especuladores en los mercados de otros productos básicos y de activos financieros. De allí que resulte interesante observar las fluctuaciones que experimenta la cotización del crudo frente a otros patrones de referencia.
En el período 2005-2008 uno de los motivos con que se ha identificado los altos precios ha sido con la falta de inversiones en países productores así como en las refinerías, que combinado con la creciente demanda de los países industrializados y algunos países con rápido crecimiento como China e India genera un déficit de oferta. En el 2007 el petróleo arribó a 100 dólares el barril con pronósticos desconcertantes para el 2008, el comportamiento de las cotizaciones internacionales de petróleo durante este período fue una de las tendencias en la evolución de la economía mundial; entre otras causas del movimiento alcista se ubican, la creciente inestabilidad socio-política en el Medio Oriente, la persistente especulación de los mercados financieros internacionales, reforzada por los temores de una crisis crediticia y la debilidad de dólar norteamericano, moneda en la que se cotiza el crudo. En julio de 2008 el precio del petróleo alcanzó la cifra récord de 147 dólares el barril.
1.1.1.1.4. Conflictos bélicos por el petróleo
Debido a la escasez del petróleo como principal fuente de energía en el mundo actual, se han producido a lo largo de la historia numerosos conflictos bélicos los cuales se han desarrollado con el fin de dominar las reservas de este recurso energético.
El petróleo fue el motivante de la guerra del Golfo en 1991, que sirvió a los países occidentales, especialmente a Estados Unidos para desestabilizar a la OPEP, ejercer control sobre los precios del petróleo, y para crear una nueva correlación de fuerzas en favor de Estados Unidos en la zona, donde se encuentran las reservas petroleras más importantes del mundo. El propio Irak ha desencadenado una guerra contra el pueblo Kurdo, en cuyo territorio se encuentran importantes yacimientos petroleros.
En el caso de Timor Oriental, las importantes reservas hidrocarburíferas en el Mar de Timor prolongó la ocupación de Indonesia en este país, que recientemente obtuvo su independencia, así como a la interferencia australiana en el conflicto, país que quería también participar en la repartición de estas reservas. En las Islas Spratley, unos islotes con reservas petroleras, reclaman derechos China, Vietnam, Las Filipinas, Indonesia, Malasia y Brunei y se han producido algunos enfrentamientos entre ellos.
África es otro ejemplo de regiones donde se han desarrollado conflictos bélicos por el dominio del petróleo. Los países colonialistas europeos ocuparon el continente africano para saquearlo, cuando los nuevos países alcanzaron su independencia, muchos conflictos quedaron sin resolver y se crearon nuevos. Uno de ellos es el caso de la guerra en Angola, uno de los principales productores de petróleo de África. En ese país, el control de los recursos hidrocarburíferos han estado siempre en manos del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), en tanto que los diamantes en manos de UNITAS, organización guerrillera financiada por Estados Unidos. La perpetuación de la guerra en este país, ha estado muy relacionada con la necesidad de controlar el petróleo, y a la vez, los dos ejércitos han utilizado los recursos financiados por el petróleo y los diamantes para mantener sus gastos de guerra.
Ya desde las épocas coloniales, Portugal mantuvo un ejército fuerte en Angola para controlar los recursos hidrocarburíferos y los diamantes. Eso condujo a 13 años de una guerra sangrienta de liberación nacional, en la que Portugal se alineó al Gobierno racista de África del Sur, donde se sentaron las bases para la creación de UNITAS. La guerra en Angola, es el resultado de la política de guerra fría llevada a cabo por Estados Unidos.
Las ex colonias francesas han sido también víctimas de empresas petroleras de ese país, a quienes se les puede atribuir un alto grado de responsabilidad en la falta de estabilidad política de la región. La guerra de liberación de Argelia, una de las más sangrientas del África, y que duró casi una década, tenía como causa subyacente, los ricos yacimientos petroleros argelinos, que hasta 1968, en que fueron nacionalizadas, fueron explotados por empresas petroleras francesas.
La presencia de recursos naturales, incluyendo petróleo y gas, en territorios indígenas, de minorías étnicas o en zonas donde se asientan grupos humanos que han sido tradicionalmente marginados del poder, han generado conflictos internos que desencadenan en guerras civiles. En muchos casos, las empresas petroleras han alentado estos conflictos, este es el caso de la lucha del pueblo Ijaw en Nigeria. Este pueblo de 12 millones de personas, ha vivido atroces violaciones a los derechos humanos por enfrentamientos entre las empresas petroleras y la sociedad civil donde esta última ha sido la principal perjudicada.
Otro caso paradigmático es el de Aceh, en Indonesia, donde la empresa Mobil apoyó al Gobierno militarmente para frenar al grupo secesionista Free Aceh Movement (GAM) que en gran parte se organizó, como un resultado de la baja calidad de vida que vivió la población una vez que ingresó Mobil a la zona, por la contaminación ambiental y por el abuso de los derechos humanos.
Menos conocido es el caso de Sudán, el cual ha estado sumergido en una guerra civil durante la mayor parte de sus años de independencia manchada de petróleo. Se estima que durante ésta, han muerto unos dos millones de personas y que existen medio millón de refugiados y 4 millones han sido desplazados de sus tierras ancestrales.
British Petroleum, una de las compañías petroleras que han operado en Irán propició varios enfrentamientos con Irak por los recursos petroleros en el Sur, y con Rusia por los recursos petroleros en el Norte. El Gobierno de Estados Unidos libró su propia batalla para beneficiar a sus petroleras, y asegurarles un puesto en el crudo iraní, usando su presión diplomática. Sólo cuando el poderío económico británico cayó luego de la II Guerra Mundial, pudo Estados Unidos romper el monopolio de British Petroleum.
El conflicto en el centro de Asia (Afganistán), está relacionado con el acceso y control de los abundantes recursos petroleros de la región, tanto del Caspio como del Golfo Arábigo. Existe también un interés por el control militar y económico de la región Euroasiática (incluyendo el Oriente Medio y las ex-repúblicas soviéticas de Asia Central), especialmente por el control sobre los recursos hidrocarburíferos, y por las rutas de su transporte. Esta fue una de las razones por las que se dio la intervención militar estadounidense en la década de 1990, en los Balcanes, el Cáucaso y el Mar Caspio. Chechenia es otro lugar donde se ha batallado una guerra, pues para mantener la hegemonía rusa en el transporte de crudo, Rusia debe mantener el control sobre Chechenia.
El caso más reciente de un conflicto bélico que tenga como eje central el dominio del petróleo es la guerra en Irak. De todas las razones para explicar la ocupación de Irak asociadas al petróleo, la más inmediata es la que puso en marcha el mecanismo de la guerra: los efectos no deseados del denominado programa Petróleo por Alimentos. Gracias a este programa mal llamado humanitario, Irak podía exportar petróleo en cantidades limitadas y comprar productos a los países que Bagdad eligiera. Así, en apenas dos años y pese al férreo control internacional, Irak recuperó su papel de importante socio comercial de sus vecinos árabes y de países como Francia, Alemania, Rusia o China. De este modo, Irak, al aliviar las presiones de los organismos financieros internacionales sobre los Gobiernos árabes, entorpecía el proyecto estadounidense de insertar a Oriente Próximo en la economía globalizada con Israel como eje. La Constitución aprobada en agosto de 2005 rompía el marco jurídico del Estado iraquí tanto en relación con el concepto de ciudadanía, derechos civiles y sociales como en relación con la gestión pública de los recursos, anticipando el contenido de la Ley de Hidrocarburos. El reparto del petróleo, así como la ley de Hidrocarburos que posteriormente se aprobó sanciona la gestión local de los recursos aún no explotados, que pueden alcanzar hasta el 78% de las reservas totales de Irak. Tras todo ello, más que una gestión descentralizada y más equitativa de estos recursos, está el propósito de favorecer que nuevas oligarquías locales asociadas a los ocupantes o a países vecinos (Irán e Israel) abran la puerta a la privatización del sector. Se calcula que Irak necesitará hasta 30.000 millones de dólares para volver a poner en funcionamiento el sector petrolero. Setenta empresas extranjeras, entre ellas la española Repsol, compiten ya por los Acuerdos de Participación en la Producción (APP), los cuales garantizan la explotación de las reservas petroleras. Nadie sabe adónde van a parar los ingresos por los poco más de los dos millones de barriles diarios que exporta Irak. El país ha de importar combustible para el transporte y el uso doméstico, al mismo tiempo que buena parte de su petróleo sale como contrabando. Para el pueblo iraquí, su riqueza se ha convertido en una maldición.
En América Latina han habido por lo menos dos guerras que en la década de los 40 estuvieron relacionadas con el petróleo: la guerra del Chaco, donde Paraguay perdió una porción del país con importantes yacimientos petroleros, y la guerra Ecuador –Perú. Otro caso es el de Las Malvinas, en tiempo de guerra, se creía que el motivo real era el petróleo. Hoy, luego de varios años después, Argentina y Gran Bretaña han trabajado en licencias de exploración conjunta de las Islas Malvinas, en un "Área Específica de Cooperación".
Todas las guerras del presente y el futuro tienen un estado mayor conjunto, más o menos en la sombra, constituido por Gobiernos y transnacionales. Esta "alianza público-privada", diseña estrategias en las que cada acción militar es un negocio, y cada negocio cuenta con protección militar. Así ocurre especialmente en el negocio del petróleo. Se necesita oponer a estas guerras movimientos que comprendan que las guerras no son solamente responsabilidad de Gobiernos con ambiciones imperialistas y sus agentes directos no son solamente militares y fabricantes de armas.
1.1.1.2. El Carbón
El carbón es el más abundante de los combustibles fósiles, representa alrededor del 24% del consumo de energía comercial utilizado sobre todo en la generación de electricidad y procesos industriales y sólo se comercializa internacionalmente más del 15% del total producido. Se estima que su producción crecerá a un promedio anual de 1,8% entre 2004 y 2030 y las proyecciones con respecto a la demanda se han incrementado debido que se prevé que los precios se mantendrán por debajo de los del gas y los del petróleo durante dicho período.[2]
La demanda de carbón seguirá siendo sensible al desarrollo de tecnologías limpias en la producción y a políticas públicas tendientes a diversificar las fuentes energéticas, el cambio climático y la polución local, así como a los precios relativos de otros combustibles. Parte del crecimiento de la demanda provendría de Asia, especialmente de China e India, países en donde abunda el recurso. En los países de la OCDE, el uso del carbón crecerá más lentamente y en la Unión Europea la instrumentación del Mecanismo de Comercio de Emisiones podría determinar una disminución de la demanda en esta región. En este período, según las proyecciones, Estados Unidos ocupará el tercer lugar en la demanda mundial de carbón con un crecimiento estimado del 0.9%. (Anexo 7).
Las reservas probadas de carbón permiten una producción a los niveles actuales, por un plazo de ciento cincuenta y cinco años. Más de la mitad de las reservas probadas están ubicadas en sólo tres países: Estados Unidos (27%), Rusia (17%) y China (13%). Otros países con importantes reservas son India, Australia, Sudáfrica, Ucrania y Kazajastán. Asia presenta una preponderancia en la producción mundial de carbón. Durante los últimos treinta años, la parte asiática en la oferta de carbón pasó de 24% en 1973 a 57% en 2005, donde predomina la contribución de China que pasó de 19% a 45% en ese período.
Como dijimos, Estados Unidos será el país que más incrementará su demanda, pero a pesar de que tiene grandes reservas, éstas tienen costos de explotación muy altos. Australia, Indonesia, Sudáfrica y Colombia, en cambio, incrementarán su producción, pero destinarán parte importante de ella a la exportación. El dinamismo del carbón en el mundo subdesarrollado se explica fundamentalmente por la contribución de Asia, región que experimenta el más rápido crecimiento del consumo energético del mundo.
1.1.1.3. El Gas Natural
De los tres combustibles fósiles mencionados, el gas natural es el menos contaminante en cuanto a emisiones de carbono. El gas natural puede suministrar los mismos servicios energéticos que el carbón, con un 40% menos de emisiones de CO2, convirtiéndolo en un componente clave de las políticas de mitigación del cambio climático. Se estima que el consumo primario de gas a nivel global se incrementará entre 2004 y 2030 a una tasa promedio anual de 2%, menor a la de 2,6% promedio anual registrada entre 1980 y 2004. La demanda crecerá a mayor ritmo en África, Medio Oriente y algunos países de Asia, fundamentalmente China, sin embargo, los países industrializados continuarán siendo los mercados más importantes hacia el 2030, como es el caso de Estados Unidos, el cual continuará en el primer lugar en la demanda de gas natural a nivel mundial con un crecimiento de 0.6% en este período. (Anexo 8).
A nivel global, el sector eléctrico, contribuirá en más de 50% al incremento de la demanda. La participación del gas en la matriz energética se incrementará de un nivel de 21% a 23% en este mismo período. En muchas regiones del mundo, el gas continuará siendo el combustible más utilizado debido a sus costos de competencia y las ventajas ambientales con respecto a otros combustibles fósiles, sin embargo el consumo final de gas crecerá a un ritmo menor que el de su uso primario, lo que se explica en los países desarrollados por efectos de saturación, bajo rendimiento en los sectores de manufacturas pesadas y reducidos incrementos en la población.
La demanda crecerá más intensivamente en los países subdesarrollados debido a su creciente producción industrial y actividades comerciales, sin embargo, el consumo residencial permanecerá en bajos niveles, en comparación con los países avanzados debido a los bajos ingresos de la población.
En cuanto a lo que se refiere a la oferta de gas, se considera que estas son suficientes para satisfacer la demanda proyectada en el escenario que abarca hasta el 2030. Las reservas probadas que totalizaron 180 trillones de pies cúbicos en 2005, pueden abastecer la demanda a los niveles actuales, por un plazo de 64 años.
Al igual que en el caso del petróleo las reservas probadas de gas natural se encuentran muy concentradas, el 56% se encuentran en Rusia, Irán y Qatar; otros países con importantes reservas son Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Nigeria. Con relación a la producción, ésta crecerá más en el Medio Oriente y en Asia, pero gran parte de dicho crecimiento será exportado a Europa y Estados Unidos. La producción de gas también registrará un incremento significativo en América Latina, donde Venezuela emerge también como un importante proveedor. En Rusia, se espera que la producción crezca más lentamente debido a las dificultades técnicas para su extracción principalmente y a las de transporte al mercado.
De manera similar al petróleo, hay un desbalance geográfico entre las regiones donde tiene lugar la producción y donde se encuentran las reservas de gas con los mercados más importantes de consumo, lo que explica claramente las necesidades de los países industrializados por apropiarse y explotar estos recursos a través no sólo del comercio internacional y la inversión (cuyos rasgos característicos aumentan la dependencia y el subdesarrollo de los países menos avanzados) sino también de otras estrategias como las guerras.
La mayor parte del comercio internacional de gas natural se lleva a cabo regionalmente, sobre todo en Norteamérica y Europa, el resto del comercio se lleva a cabo mediante la transportación de gas natural licuado con buques tanqueros en áreas como Asia-Pacifico y el Medio Oriente donde esta infraestructura está más desarrollada.
En América Latina y el Caribe los principales países exportadores de gas natural a través de gaseoductos son Bolivia y Argentina. El único país de esta región que se incluye entre los grandes exportadores de gas natural licuado es Trinidad y Tobago.
1.1.1.4. Fuentes alternativas renovables de energía
La política energética mundial se impregna actualmente de la perspectiva del desarrollo sustentable, definido tradicionalmente por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, como "la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades". En el ámbito energético, el desarrollo sustentable invita a los Estados a disociar el desarrollo económico del consumo de la energía, en un contexto en el que la toma en cuenta de los intereses ambientales y sociales se realiza en una óptica de largo plazo. En este escenario, el fomento de las energías renovables y en especial de las no convencionales (ERNC), aparece como una vía capaz de equilibrar el desarrollo energético con las necesidades sociales, ambientales y de crecimiento económico.
Sin embargo, en la actualidad, el auge de las estrategias de producción de fuentes alternativas renovables de energía ciertamente se deben más a la situación apremiante de los países industrializados por obtener cada vez, mayor cantidad de energía que les permita mantener su desproporcionado nivel de consumo tanto en la población como en la industria, sacrificando inclusive la seguridad alimentaria de las regiones más pobres del mundo.
1.1.1.4.1. Energía nuclear
Los problemas vinculados a la seguridad en el suministro energético, los precios altos de los combustibles y las crecientes emisiones de CO2 han dado lugar también a un intenso debate sobre el rol que tiene el desarrollo de la energía nuclear. Esta energía, que apenas representaba el 1% del balance de energía comercial en 1973, llegó a aportar un 5% en 1985 y desde entonces se mantuvo en torno al 6%, debido a la pérdida de dinamismo de este segmento energético en los últimos 30 años por razones económicas, ambientales, entre otras, que eclipsaron el auge registrado hasta comienzos de 1980.
En los últimos 25 años el aporte de la energía nuclear a la generación mundial de electricidad se ha mantenido en torno al 16%. En noviembre de 2006 existían 442 plantas nucleares en operación, de éstas, 103 estaban en Estados Unidos, 59 en Francia, 55 en Japón y 31 en Rusia. Los principales productores de electricidad de origen nuclear son Estados Unidos (30% del total mundial), Francia (16%), Japón (11%), Alemania (6%), Rusia (5%), y Corea del Sur (5%).
Los costos de la energía nuclear son menos vulnerables a las alteraciones de los precios del combustible que la generada mediante carbón o gas. El uranio representa una fracción limitada del costo total de la generación de electricidad nuclear, y además este recurso es abundante y se encuentra ampliamente repartido por todo el mundo. En los años más recientes se percibe un renovado interés en esta fuente energética, sobre todo en Asia. Por ejemplo, la India espera una expansión de la capacidad de generación de núcleo-electricidad en 8 veces para el 2022 y China en 5 veces en los próximos 15 años.
La construcción de plantas de energía nuclear es intensiva en capital y requiere inversiones iniciales entre 2 y 3,5 mil millones de dólares por reactor, es una inversión elevada, además de que los altos niveles de investigación y desarrollo que demanda incrementan aún más los recursos necesarios para su avance, lo que limita a los países subdesarrollados y le abre las posibilidades a los países industrializados, en las condiciones actuales de la economía mundial.
En los debates internacionales sobre la energía nuclear, una de las aristas más polémicas es la relacionada con las implicaciones ambientales. En las últimas décadas, se han dejado de sentir las preocupaciones acerca del impacto negativo de los accidentes nucleares, la disposición de desechos y los peligros de proliferación de armamento nuclear. Sin embargo en años recientes se ha potenciado el aprovechamiento de la energía nuclear como una opción de mitigación ante el cambio climático, aunque este tema ha servido de pretexto a naciones poderosas para intervenir en países que intentan avanzar en esta materia y justificar guerras que realmente buscan apoderarse de los recursos, como es el caso de Irán que frecuentemente es acusado por Estados Unidos de desarrollar tecnología nuclear con fines armamentistas.
1.1.1.4.2. Biocombustibles
Los biocombustibles son una fuente renovable de energía y su utilización racional y equilibrada, en función de prioridades económicas, sociales y ambientales de algunas regiones y países – con condiciones para su producción-, puede contribuir a la mitigación del cambio climático y al desarrollo sostenible. El empleo de biocombustibles no es una práctica reciente. Durante el siglo XX los problemas de abastecimiento de productos petrolíferos, originados como consecuencia de las guerras mundiales, obligaron a emplear aceites vegetales como carburantes. Sin embargo, la producción de biocombustibles, tanto en sus formas de etanol como de biodiesel, ha adquirido una importancia relevante en el mundo de hoy. Los altos precios del petróleo así como la reducción de los costos para su producción, los han hecho más competitivos respecto a los combustibles convencionales basados en el petróleo.
Hay muchos tipos de biocombustibles y muchas maneras de producirlos. Actualmente todos los biocombustibles que se producen en el mundo están conformados por el etanol o los esters, comúnmente conocidos como biodiesel. La producción de etanol se está incrementando en muchas regiones del mundo. Dicho incremento se debe al aumento de la producción en Estados Unidos y Brasil, con un aumento vertiginoso de su comercialización Brasil representa la mitad del comercio global del etanol.
En términos energéticos, la producción mundial de biocombustible que es de unos 643 mil barriles equivale a 1 % del uso total de combustible en el transporte terrestre. Brasil y Estados Unidos, producen conjuntamente 80 % de la oferta global (Anexo 9). La producción de etanol en Estados Unidos se realiza fundamentalmente a partir del maíz y ha sido impulsado en años recientes como resultados de los incentivos fiscales y el incremento de la demanda de etanol como componente de las mezclas de gasolina.
La producción de etanol en Brasil proviene íntegramente de la caña de azúcar. Los menores costos de producción, el alza de los precios del petróleo y la aparición de vehículos que pueden utilizar indistintamente etanol y gasolina convencional, han contribuido en los últimos años a incrementar su producción.
En la Unión Europea, la producción de biocombustibles está aumentando debido a un fuerte apoyo gubernamental, correspondiendo la mayor parte de la producción al biodiesel. China e India son también importantes productores especialmente en la forma de etanol. La producción total de biodiesel continúa siendo reducida, comparada a la del etanol, cerca del 90% es producida y consumida en Europa. Alemania y Francia son los principales consumidores, seguidos de Italia, Austria, Bélgica, la República Checa y Dinamarca. Algunos de los países fuera de la Unión Europea, como Estados Unidos, Brasil y Australia, han empezado recientemente a producir biodiesel.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el desarrollo de los biocombustibles, bajo ciertos parámetros, podrían traer beneficios ambientales a través de la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero. Considera además que los biocombustibles pueden contribuir al desarrollo rural, a la creación de empleos y que las políticas agrarias constituyen un importante impulsor del mercado de biocombustibles. Sin embargo, es evidente que su desarrollo tiene también un impacto ambiental y si no se toman las medidas necesarias, puede afectar el desarrollo sostenible y la producción de alimentos.
A pesar de estas afirmaciones, pudiéramos rebatirlas desde varios puntos de vista. En primer lugar, Estados Unidos, principal promotor de la producción de biocombustibles, busca satisfacer su consumo desproporcionado de energía convirtiendo los alimentos en combustible a costa del sacrificio de los más pobres, es decir, no pretende hacer un uso eficiente de la energía, sino seguir consumiendo lo mismo utilizando otras fuentes. La gran pregunta es: ¿dónde y quiénes van a suministrar los más de 500 millones de toneladas de maíz y otros cereales que Estados Unidos, Europa y los países ricos necesitan para producir la cantidad de etanol que las grandes empresas norteamericanas y de otros países exigen como contrapartida de sus cuantiosas inversiones?. Hoy se conoce con toda precisión que una tonelada de maíz solo puede producir 413 litros de etanol como promedio, lo que equivale a 109 galones, se requieren 320 millones de toneladas de maíz para producir 35 000 millones de galones de etanol (cifra de combustibles alternativos propuesta por el congreso norteamericano para ser usada para el año 2017). Según la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos en 2005 fue de 280 millones de toneladas. Podemos sacar nuestras propias conclusiones.[3]
Los cinco principales productores de maíz, cebada, sorgo, centeno, mijo y avena suministran al mercado mundial, 679 millones de toneladas. A su vez, los cinco principales consumidores, algunos de los cuales son también productores de estos granos, necesitan actualmente 604 millones de toneladas anuales. El excedente disponible se reduce a menos de 80 millones de toneladas. Este derroche de cereales para producir combustibles, sólo serviría para ahorrarles a los países ricos menos del 15% del consumo anual de sus automóviles.[4]
Del mismo modo, el acceso a los alimentos puede verse amenazado por el aumento de los precios de los alimentos básicos a causa de una mayor demanda de materias primas para producir bioenergía, empeorando la situación de la población que sufre de pobreza e inseguridad alimentaria. El alza en los precios de alimentos como el arroz, la leche en polvo, la soja, que duplicaron su valor en el mercado internacional a partir de 2007 lo demuestra. La producción y el uso de biocombustibles pueden tener otros efectos ambientales importantes, en particular, los cambios en el uso del suelo podrían afectar los ecosistemas locales y regionales, con impactos en la flora y la fauna. Estos efectos dependen del tipo de suelo, de los cultivos que son utilizados para producir los biocombustibles y de las técnicas que se utilizan. Algunos estudios sostienen que la materia prima que se usa en la producción de biocombustibles (especialmente en el caso del maíz), se obtiene mediante agricultura intensiva, con un alto uso de fertilizantes, pesticidas y maquinarias, aspectos que reducen sus ventajas medioambientales. Otras de las desventajas señaladas es que se requieren grandes extensiones de tierra para producir caña de azúcar, maíz y otras materias primas del etanol, lo que lleva a la destrucción de bosques y áreas verdes para ganar espacios cultivables.
El auge de los biocombustibles en el contexto más reciente responde, en gran medida, a los intereses de las transnacionales del agronegocio y la energía, así como de los círculos de poder de países desarrollados que buscan atenuar el impacto de los altos precios de la energía, importando desde regiones subdesarrolladas buena parte de los biocombustibles requeridos por los países industrializados, sin promover cambios significativos en los patrones actuales de consumo energético.[5]
Así como los instrumentos fiscales y regulatorios son las herramientas de gestión de una estrategia energética sustentables, las energías renovables y la eficiencia energética deben ser las herramientas tecnológicas. Entre las primeras se destacan las siguientes fuentes: solar (térmica y fotovoltaica), eólica, geotérmica, mareomotriz, mini-hidráulica y biomasas. No necesariamente cualquier ubicación o dimensión de proyectos de generación a partir de estas fuentes será sustentable. Grandes represas o largas extensiones de monocultivos (biomasas), pueden tener impactos ambientales negativos. La eficiencia energética por su parte puede lograrse en la generación, transporte o consumo de la energía. El potencial de ahorro energético es de dimensiones importantes. No existe estrategia posible sin la intervención del Estado y el caso de las energías renovables y la eficiencia energética no son ajenos a la regla. Los mercados energéticos más desregulados del mundo como Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelandia, Australia o Argentina han apelado a subsidios e impuestos para desarrollar este tipo de política.
1.1.1.5. Consumo energético mundial y cambio climático
Otra de las discusiones del tema se centra en el consumo energético mundial y el cambio climático. Las evidencias sobre la incidencia que la emisión de gases de efecto invernadero tiene sobre el cambio climático han determinado que la vinculación entre el consumo energético y el incremento de la temperatura a nivel global ocupen un lugar preponderante en la agenda de organismos y foros internacionales, aunque no en la de las empresas transnacionales y los principales centros de la economía mundial.
En este asunto, las preocupaciones han aumentado en torno a los efectos ecológicos negativos de los actuales patrones de producción y consumo de energía, donde predominan los combustibles fósiles como el petróleo. Entre las consecuencias ambientales más alarmantes del modelo energético vigente se destacan las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero – como el dióxido de carbono (CO2)- derivadas de la producción y consumo de combustibles fósiles.
Existe una estrecha relación entre la participación de los distintos países en el consumo mundial de combustibles fósiles y la contribución de los mismos a las emisiones del CO2 como principal gas de efecto invernadero. Estados Unidos absorbe 25% del consumo mundial de petróleo y aporta 24% de las emisiones globales de CO2 lo que se traduce emisiones de 20 toneladas métricas de CO2 anuales por habitante. En su conjunto, los países desarrollados consumen el 61% del petróleo y emiten el 63% de dióxido de carbono, sin embargo la diferencia entre Estados Unidos y el resto de los países del grupo es significativa, Japón gasta 6.4% del consumo mundial de petróleo y emite 5.2% del CO2 en el mundo, Alemania consume 3.3% y emite 3.4% del CO2. Mientras en el conjunto de países subdesarrollados las proporciones correspondientes son 39% y 37% respectivamente, un consumo per cápita equivalente apenas al 2%. [6]Anexo 10).
El Informe Cambio Climático 2007, elaborado por el Grupo Intergubernamental de expertos aprobado en París, señala que es muy probable que la mayor parte del incremento observado en las temperaturas promedio globales desde mediados del siglo XX se explique por las actividades humanas y su relación con el aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano, ozono troposférico y óxido nitroso debido sobre todo a la utilización creciente e inconsciente de combustibles fósiles como el carbón mineral, el petróleo y el gas natural. Las influencias humanas inapreciables se extienden, además, a otros aspectos del clima como el calentamiento oceánico, las temperaturas promedio continentales, las temperaturas extremas y los patrones de vientos.
Sobre la base de las evidencias aportadas por las observaciones, en todos los continentes y en la mayoría de los océanos, muchos sistemas naturales biológicos y físicos están siendo afectados por los cambios climáticos regionales, particularmente por los incrementos de temperatura. Las razones de preocupación se refieren a los riesgos para sistemas únicos y amenazados, tales como los sistemas polares, las zonas montañosas elevadas y de las pequeñas islas; los riesgos de eventos climáticos extremos, tales como las sequías, olas de calor e inundaciones; la distribución de impactos y vulnerabilidades, donde se destaca que las regiones ubicadas en latitudes bajas y las áreas menos desarrolladas enfrentan los mayores riesgos; y riesgos de las singularidades a gran escala, con especial referencia a la expansión térmica de los océanos a la elevación del nivel del mar con la consecuente pérdida de las zonas costeras y otros impactos asociados.
La AIE, estima que las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) vinculadas a la energía se podrían incrementar en un 1,7% anual en el período 2004-2030. Con ello, registrarían 40,4 mil millones de toneladas, cifra 55% mayor al nivel registrado en 2004 (Anexo 11).
En 2030, el sector eléctrico dará cuenta del 44% del total de las emisiones, por encima del 41% actual. Esto indica que las mejoras continuas en la eficiencia térmica de las estaciones eléctricas, las principales demandantes de energía, serán largamente superadas por un fuerte crecimiento en la demanda por electricidad. El transporte permanecería como el segundo sector de mayores emisiones a nivel mundial, con una participación de alrededor del 20%.
Según la misma organización, los países en desarrollo darían cuenta de más de tres cuartas partes del incremento de las emisiones globales de CO2 entre 2004 y 2030. La participación de estos países en las emisiones globales pasaría a representar el 39% actual, al 52% en 2030. Este incremento de las emisiones es mayor a su participación en la demanda energética, porque su mayor consumo de energía es más intensivo en carbón que aquél que realizan los países desarrollados. Es decir, el aumento de las emisiones de gases contaminantes del grupo de países en desarrollo se deberá principalmente al incremento del consumo de energía en base al uso del carbón de China.
1.1.1.6. Empresas transnacionales en el sector energético
Entre 2006 y 2007 las más grandes empresas transnacionales del sector energético petrolero – British Petroleum Company, Royal Dutch/Shell Group y Exxon Mobil Corporation, con unas ventas que alcanzaron 270.600 millones de dólares, 318.845 millones de dólares y 365.000 millones de USD respectivamente y dedicadas a las actividades de exploración, refinación y distribución – ocuparon el segundo, cuarto y quinto lugar entre las 100 corporaciones de este tipo en el mundo, por encima de empresas de sectores como las telecomunicaciones y la farmacéutica que muestran un elevado dinamismo en la economía internacional. Así mismo, esta clasificación indica la concentración de las compañías petroleras más fuertes en pocos países, principalmente Inglaterra, Estados Unidos, Holanda – los cuales agrupan varias ETN del sector energético- y en menor proporción España. De igual manera, en este grupo se destacan varias empresas dedicadas a actividades de electricidad, gas y agua, como es el caso de Electricite De France, y Suez de Francia y E. On de Alemania. [7]
En el grupo de las 100 más grandes empresas transnacionales de los países en desarrollo, América Latina ubica dos firmas del sector petrolero, Petrobras de Brasil y PDV – SA de Venezuela.
En el sector energético las ETN actúan en virtud de disposiciones contractuales de diversos tipos, como concesiones, empresas conjuntas, acuerdos de reparto de la producción y contratos de servicios. A finales de 2007 los acuerdos de reparto de la producción eran la modalidad contractual más corriente y representaban más del 50% de la totalidad de los contratos con participación de ETN extranjeras en los principales países subdesarrollados productores de petróleo y gas, siendo también la principal forma contractual en países como China, Guinea Ecuatorial; Indonesia, Irak, Qatar, Sudan y Vietnam. Las concesiones y las empresas conjuntas son la modalidad contractual mas utilizada después de los acuerdos de reparto de la producción, y son las formas dominantes en Argelia, Angola, Brasil, Federación de Rusia, Kazajstán y Venezuela. Los contratos de servicios son menos corrientes, pero son importantes en países como Irán y Kuwait.
El efecto de un contrato dado depende de la forma en que se haya negociado su contenido entre el país receptor. Las regalías y las tasas impositivas suelen determinarse contractualmente, al igual que las cuestiones relativas al contenido local, a la formación, al control de las decisiones claves por el gobierno del país receptor y al alcance de la participación de las empresas estatales, cuando proceda – aunque es claro que las negociaciones se realizan en condiciones desventajosas en donde la parte que posee los recursos financieros y tecnológicos termina por recibir la mayor porción de las utilidades del negocio, desconociendo la importancia de quien posee el recurso natural no renovable, el cual, a fin de cuentas, es la esencia de la actividad-. El hecho de depender de las ETN trae como consecuencia la desigualdad de peso en las negociaciones, la propiedad y el control de recursos no renovables, la participación en los ingresos y la fijación de precios de transferencia, así como costos medioambientales y sociales. Recientemente los contratos han empezado a incluir disposiciones sobre los derechos humanos y las cuestiones ambientales.
Los elevados precios de los metales, del petróleo y del gas natural han llevado al aumento de las actividades de las empresas transnacionales en las industrias extractivas. A pesar de esto, en los últimos años han aumentado las restricciones a la propiedad extranjera o medidas para asegurar una mayor participación estatal en los ingresos. Esas medidas fueron las más comunes en las industrias de extracción y en los sectores considerados de importancia estratégica. Por ejemplo, en Argelia las empresas de petróleo y gas propiedad del Estado deben tener actualmente una participación mínima del 51% y en Bolivia, mediante la firma de nuevos contratos, las ETN han restituido la propiedad de las reservas de petróleo al Estado. En otros países como Venezuela se ha ido llevando a cabo la nacionalización del sector energético.
Para la entrada de las empresas trasnacionales cada gobierno adopta una serie de medidas para facilitar la inversión extranjera directa (IED) según la política que se proponga seguir. Durante el 2006 se observaron 147 cambios en las políticas que hicieron más favorables a las ETN los entornos de los países receptores. Se incluyeron medidas destinadas a bajar los impuestos sobre la renta de las sociedades, como en Egipto, Ghana y Singapur, y a intensificar los esfuerzos de promoción, como en Brasil y la India. La intensificación de los procesos de liberalización y privatización de determinados sectores es un factor que influye en la entrada de las ETN en las diferentes economías.
A pesar del aumento de las restricciones las compañías privadas que operan en el sector energético continúan siendo las más grandes desde el punto de vista de sus activos en el exterior. En los últimos años los tres mayores productores de petróleo y gas del mundo han sido empresas estatales con sede en países en desarrollo: Saudí Aramco (Arabia Saudita), Gazprom (Federación de Rusia) y National Iranian Oil Company (República Islámica de Irán), aunque su grado de internacionalización es todavía modesto en comparación con el de las principales ETN de propiedad privada que producen petróleo.
En las inversiones extranjeras directas, llevadas a cabo por las transnacionales predominan las motivaciones consistentes en búsqueda de recursos naturales, teniendo una participación importante en las actividades preliminares – exploración y explotación -, con el objetivo de tratar de encontrar recursos para atender las necesidades de sus propias actividades de refinado o de fabricación en fases posteriores de la producción, para vender los minerales directamente en los mercados del país receptor o del país de origen o en el mercado internacional o para satisfacer las exigencias estratégicas formuladas por el gobierno del país de origen como es el caso de las ETN estatales de Asia que han aumentado su expansión en el extranjero en los últimos años.
A finales de los años noventa del siglo pasado, las transnacionales eléctricas inician un proceso de fusión con empresas de gas y carbón, y a su vez, las petroleras como Texaco, BP, Shell y Repsol compran empresas del ramo en diferentes países del mundo. Los organismos financieros internacionales, los gobiernos y sectores empresariales son sus principales aliados en la tarea de lograr la privatización del sector energético lo mismo en países desarrollados como Inglaterra, Suecia, Finlandia, que en países subdesarrollados como Chile, Corea, Dominicana, Indonesia y Ghana.
En este aspecto hay que resaltar que durante 1999 se formaron dos grandes corporaciones fusionadas:
Exxon y Mobil volvieron a estar fusionadas como en sus orígenes -formaron parte de la antigua Standard Oil, disuelta en el año 1911 como consecuencia de la legislación anti-trust norteamericana- para formar el grupo Exxon –Mobil.
Total y Fina que formaron el grupo TotalFina, que a su vez siguió creciendo durante el año 2000 al fusionar a Elf y conformar el conglomerado TotalFfinaElf.
En lo que respecta a las compañías españolas es necesario destacar la adquisición mediante OPA que desarrolló la compañía Repsol con la compañía argentina YPF. Mediante esta adquisición el grupo Repsol YPF se ha situado por todos los conceptos entre los 10 primeros a escala mundial, multiplicando por casi dos veces su tamaño en cuanto a cifra de negocios y casi por cuatro veces las reservas de crudo y gas del grupo.
Con carácter general, los resultados de las grandes compañías petroleras internacionales se han visto beneficiadas por el alto nivel de precios de crudo, especialmente a partir del segundo semestre de 2006, a pesar de su caída de los últimos meses. En particular, las más favorecidas son aquellas firmas que han fortalecido su control sobre distintas fases del ciclo de producción y comercialización, como resultado de los recientes procesos de fusiones y adquisiciones en este sector. Entre las compañías más favorecidas se encuentran Exxon Mobil, British Petroleum, Royal Dutch Shell, Chevron-Unocal y Total S.A.[8]
En los procesos de privatización del sector energético, las enormes empresas fusionadas implementan estrategias que les permite aumentar las posibilidades de controlar este mercado. Entre otras, las maniobras se centran en lograr modificaciones legales y regulatorias que ofrezcan garantías a los inversionistas y anulen las resistencias nacionales; obtener de manera cada vez más acelerada y visible grandes contratos de obra y servicios para después incursionar directamente en actividades de desarrollo, asesoría, mantenimiento y operación. Conforme el proceso madura, se confirma la verdadera intención de esa apertura – la concentración y manipulación de la riqueza social – e irrumpen sus devastadores efectos económicos y sociales e incluso políticos. Un caso típico de esta situación es lo ocurrido con SEMPRA, empresa que opera en San Diego, California, que reconoció que "manipuló el suministro de electricidad para aumentar tarifas", dirigiendo el fluido eléctrico a otros estados para luego revenderlo a California con precios hasta 300% más elevados. [9]
La principal fuente de energía en el mundo actual es el petróleo con una participación que oscila entre un 33% y un 35.1% del consumo de energía primaria mundial, seguido por el carbón con aproximadamente un 24% de consumo, el gas natural se encuentra representado con consumo aproximado de un 21%, y la energía nuclear entre el 5% y el 6.4% siendo Estados Unidos el principal consumidor a nivel mundial de fuentes no renovables de energía. Los países como China que han alcanzado un desarrollo acelerado también influyen en el incremento de la demanda energética. Las principales reservas de hidrocarburos se encuentran en regiones en desarrollo siendo éstos los principales productores como es el caso de regiones como el Medio Oriente donde se encuentran varios de los principales productores del mundo.
Los principales países consumidores de energía no poseen grandes reservas de hidrocarburos, debido a sus patrones de consumo e industrialización buscan los mecanismos para apoderarse de los recursos energéticos en otras regiones. El consumo desproporcionado, sin control ni medida alguna de energía de las empresas transnacionales y los centros de la economía mundial a base de fuentes no renovables como el petróleo, ha traído consecuencias nefastas para las demás regiones del mundo que ni siquiera alcanzan a satisfacer las necesidades básicas de electricidad de su población más pobre mientras presencian la explotación y saqueo de sus recursos energéticos y padecen de las estrategias guerreristas implementadas por los mismos sin sacrificar el más mínimo de sus lujos.
CAPÍTULO II.
Sector energético en América latina y el Caribe: principales potencialidades y dificultades
A pesar de los cuantiosos recursos energéticos de América Latina, los procesos de apertura económica, privatización y transnacionalización de los recursos naturales, bienes y servicios promovidos desde la década pasada por gobiernos de la región y apoyados por Estados Unidos principalmente, junto a políticas de uso intensivo y exportación de recursos naturales, han incidido negativamente en el desarrollo energético regional. Lejos de resolver los desafíos medioambientales y las necesidades de desarrollo en América Latina, estas políticas intensificaron problemas como la inequidad social, la degradación ambiental, la destrucción de territorios y el detrimento de las economías locales de muchos países.
La matriz energética latinoamericana se basa en fuentes convencionales de energía -petróleo, carbón, gas natural e hidroelectricidad a gran escala-. Existe en forma generalizada una utilización poco sustentable de fuentes renovables, optándose por la construcción de megacentrales hidroeléctricas, además de un gran atraso tecnológico en el uso del carbón, utilizado principalmente por el sector residencial -que no accede a otras fuentes energéticas, por su mayor costo y distancia de las fuentes o redes-, con consecuencias de deforestación y contaminación atmosférica. Más recientemente, ha cobrado fuerza la opción por el desarrollo de agrocombustibles, sin prevenir los impactos sobre el medio ambiente, los recursos hídricos y la soberanía alimentaria. Adicionalmente, la mayor parte de la producción de combustibles fósiles -petróleo y gas natural- se orienta a la exportación hacia mercados europeos, asiáticos y principalmente Estados Unidos y genera graves pasivos ambientales, lo que redunda en conflictos con comunidades locales que ven amenazada su subsistencia, hábitat y medios de vida, como ocurre en las cuencas amazónicas.
La energía, como insumo fundamental de sectores energointensivos y de las economías exportadoras, se ha convertido en un sector especialmente atractivo para la inversión extranjera en la región. Recursos energéticos como el petróleo, el gas natural y los abundantes recursos hídricos despertaron el interés de las empresas transnacionales. Simultáneamente, las políticas sobre propiedad y manejo de los recursos naturales, entre ellos los energéticos, están conformando un área de creciente interés político y movilización en los movimientos sociales y la sociedad civil.
Sin embargo, en la actualidad, gobiernos como el de Venezuela y Bolivia se han rebelado contra la expropiación de sus recursos y han logrado cambiar el rumbo de las políticas económicas, lo cual ha traído como consecuencias grandes tensiones políticas promovidas por los intereses de las transnacionales en esos países.
En los últimos años se evidencia en la región latinoamericana una tendencia creciente a rescatar un papel más activo del Estado en las actividades energéticas. Según el gobierno venezolano, la integración energética puede ser un instrumento que impulse los procesos de integración regional, planteándose que ¨ los acuerdos energéticos tienen una fortaleza intrínseca que van a incidir en la recuperación económica regional¨.
2.1. Escenario energético en América Latina y el Caribe.
En América Latina el papel de los recursos energéticos es estratégico y funciona como objeto de la competencia cada vez más abierta entre grandes empresas y países. La región latinoamericana es responsable del 13,5% del petróleo que se comercializa en el mundo y tiene bajo su subsuelo el 9,7% de las reservas globales de crudo y el 4% de las de gas. Pero más allá de las cifras, la región tiene un papel clave en la geopolítica internacional por dos cuestiones: es un territorio fundamental para el abastecimiento energético de Estados Unidos y, por otro lado, en ella residen la mayor parte de los intereses de las transnacionales energéticas españolas.
Dentro de los países con mayores concentraciones de hidrocarburos resaltan Venezuela tanto en reservas de petróleo como de gas. Luego, Brasil que, tras el reciente descubrimiento de un gran yacimiento en las profundidades marinas, podría llegar a ser la segunda mayor reserva de petróleo de la región. Los países que aparecerían en segunda línea, en cuanto a riqueza de crudo y gas, serían Ecuador, Perú y Trinidad y Tobago. Esto pone en evidencia que los hidrocarburos siguen el camino del pie del monte andino hasta llegar a la región caribeña. Por último, Bolivia es el territorio con las segundas mayores reservas de gas natural.
Gran parte de los países latinoamericanos y caribeños no posee reservas de petróleo, por lo que necesitan importar prácticamente la totalidad de su consumo. En Suramérica, éste es el caso de Chile, Uruguay y Paraguay que ocupan el primero, segundo y tercer lugar respectivamente en el nivel de dependencia de las importaciones de fósiles. Los países de América Central y la mayoría del Caribe son también altamente dependientes de las compras al exterior. Del conjunto regional sobresalen, Chile que como uno de los países más dependientes de la importación de fósiles, compra el 98% de petróleo, 91,6% del carbón y 75% del gas natural disponible en su oferta interna y Guatemala que es el mayor importador de derivados del petróleo -kerosene, gasoil, fuel oil, gasolinas- en la región, importa la totalidad de petróleo crudo y reconstituido desde Venezuela.
Otro aspecto importante de señalar con relación a los países del Caribe es que estos ofrecen facilidades de almacenamiento por aproximadamente 100 millones de barriles de petróleo crudo y productos refinados. Además en esta área se encuentran instaladas importantes refinerías con una capacidad de procesamiento de casi dos millones de barriles diarios.
Considerando los intercambios de energía entre los países latinoamericanos, las ventas más significativas dentro de la región son las exportaciones de petróleo proveniente de Venezuela (46%), de Ecuador (27%) y de México. También el 47% de las ventas de energía de Brasil se destinan a América Latina y El Caribe. En gas natural, los principales exportadores son Bolivia (66% de su producción destinada a Argentina y Brasil), y Argentina (que exporta el 13% de su producción, siendo Chile su principal comprador).
La presencia de América Latina entre las mayores empresas petroleras del mundo de ambos grupos es considerable. Se destacan Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y Petróleos Mexicanos (PEMEX), la brasileña Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras), que posee la mayor cantidad de activos en el exterior, y la argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), adquirida por la empresa española Repsol después de su privatización en los años noventa. También se encuentran las empresas estatales petroleras de Chile, Colombia y Ecuador. La mayoría de estas empresas latinoamericanas ha realizado inversiones considerables fuera de sus fronteras. Como se puede apreciar, muchas de las petroleras latinoamericanas son o fueron empresas estatales.
El mapa energético de América Latina se completa con tres recursos más: el carbón, el agua y los biocombustibles. El primer recurso tiene mayor abundancia en Brasil, si bien el principal productor es Colombia. El agua de los ríos representa casi el 60% del recurso que utiliza esta región para producir electricidad y si se habla de países con mayor potencial hidroeléctrico, en primer lugar estaría Brasil, que genera el 84% de su electricidad.
En cuanto a los biocombustibles, ésta es la alternativa elegida por algunos países de América Latina que cuentan con grandes espacios cultivables. Entre ellos destaca Brasil, que sustenta la política más favorable hacia este recurso. Brasil representa la mitad del comercio global de etanol y produce cerca del 22% de su consumo total de combustibles para transporte en forma de etanol. Debido a su enorme superficie agrícola, pero también al relativamente bajo consumo per cápita de combustible para transporte, solamente necesitaría un 3% del área disponible (el total de los cultivos de cereales, oleaginosas y azúcar) para producir los biocombustibles adicionales (sobre todo biodiesel), que le permita alcanzar la meta de sustituir el 10% de su consumo de combustible para el transporte con biocombustibles.
Brasil no es el único país en el continente que promete avances en la producción de etanol. El marco legal que regula las actividades del sector privado para la producción de biocombustibles se ha venido desarrollando en la región durante las últimas décadas ligado al interés específico que algunos países han puesto en dichos productos como alternativa energética. Los avances más significativos han sido logrados por Brasil, Guatemala, Honduras y más recientemente Perú, Colombia, Costa Rica, Bolivia y Argentina. En la actualidad, algunos países de la región se encuentran en proceso de elaboración de sus normas legales.
El uso de los biocombustibles ha tomado mayor interés por parte de los gobiernos de los países de la región, ante la volatilidad que han sufrido en los últimos años los precios del petróleo y que ha afectado de manera muy heterogénea a las economías de la región, pues no todos los países presentan las mismas condiciones respecto a los recursos energéticos con los que cuentan. Un ejemplo de esto lo constituye México que ha visto en los últimos años declinar sus reservas mientras que Brasil las ha venido incrementando en forma sostenida, estando a punto de lograr el autoabastecimiento. El análisis se torna más complejo si se advierte que países como Chile, Paraguay y Uruguay que no poseen reservas significativas, no solo importan crudo y derivados sino que también exportan estos últimos. Diferente son los casos de Argentina, Colombia y Ecuador que son países exportadores mientras que Bolivia y Perú muestran un saldo negativo y sus cuentas registran una compleja red de transacciones que comprenden tanto importaciones como exportaciones. En el caso particular de Argentina, en la medida en que sus reservas han ido decreciendo se ha hecho más vulnerable a las fluctuaciones de los precios.
A pesar de sus recursos energéticos, paradójicamente América Latina y el Caribe cuentan con una elevada deuda energética; alrededor de un 30% de la población no tiene acceso a los servicios de electricidad y existe una gran dependencia de los combustibles tradicionales -leña, carbón vegetal y otros-, sobre todo en sectores rurales y suburbanos; entre otros problemas. A su vez las desigualdades en la distribución geográfica de los recursos energéticos en la región y las diferencias en los niveles de desarrollo tecnológico y de infraestructura dificultan aun más la situación.
En Latinoamérica existen grandes desequilibrios en el acceso a la energía, que son agudos en Bolivia, Perú y los países centroamericanos, donde la cobertura del servicio de energía eléctrica no alcanza el 50%. Uruguay, Brasil y Chile alcanzan niveles de cobertura iguales o superiores al 90%; en otros países como Colombia, Ecuador o Paraguay, ese nivel fluctúa entre estos dos rangos. Al tiempo, en la región hay países que exportan energía a pesar de que no satisfagan la demanda interna, esos países son Argentina, Colombia, Venezuela, y Paraguay. En Centroamérica se espera un incremento anual de 7,1% en la demanda de electricidad; 24,6% en gas natural; 8% en hidroelectricidad y 0% en la demanda de petróleo. Se prevé un aumento sostenido de la demanda de energía proveniente de fuentes renovables convencionales de alto impacto socioambiental (carbón, hidroelectricidad y biocombustibles).
El común denominador en todos los países de América Latina es que la población no servida con energía eléctrica se concentra en el sector rural y en las áreas pobres y marginales urbanas: en Brasil existen 4,35 millones de domicilios sin electricidad y otros 4,84 millones que sólo tienen acceso a la energía eléctrica mediante conexiones clandestinas. La privatización de la industria eléctrica que ha tenido lugar durante varios años en América Latina y el Caribe ha mantenido el enfoque de lograr un crecimiento económico que les permita la obtención de grandes ganancias a las empresas transnacionales pero dejando de lado la equidad social y el medio ambiente.
El mayor y más significativo consumidor de energía en la región es el sector transporte con 35,3% del total. En el análisis por país y por región, el más alto consumo se encuentra en México -60% del consumo total del país- y en los países centroamericanos – 52% del consumo total de la subregión-. Los consumos más bajos se encuentras en la zona andina y el Cono Sur con el 34% y 28% del consumo regional respectivamente. [10]
El sector industrial es el segundo consumidor con 30,5% de la energía disponible en América Latina, siendo el Cono Sur quien registra el consumo energético más alto de la región -36%- siendo la industria brasileña la más demandante de energía de toda Latinoamérica seguida de la chilena y la argentina, mientras que el más bajo se encuentra en la zona andina con el 11% del consumo regional.[11]
En lo concerniente al sector residencial, éste representa apenas 13,6% del consumo energético latinoamericano, pero a la vez, concentra más del 90% del consumo total de carbón en la región. Finalmente, el uso de energía en el sector comercial y público -6,6% del total- es bajo respecto a otros sectores productivos y relativamente equivalente en todas las subregiones, salvo México que registra un consumo superior en este sector. Otros usos con 10,7% del consumo regional, se refieren principalmente al refinamiento de combustibles -petróleo, gas- y a la generación, distribución, transmisión y centros de transformación de electricidad -4,7% en Centroamérica, 12% en el Cono Sur y 15,6% en la zona Andina-. Esto evidencia el alto consumo de la propia industria de energía, lo que da cuenta de la escasa sustentabilidad de la producción y el mercado energético latinoamericano donde parte importante de la energía consumida es utilizada, paradójicamente, para generar energía.
Los escenarios proyectados de requerimientos energéticos de América Latina al 2020 presentan un significativo incremento en la demanda, para todos los países de la región. Ello implica aumentos en la capacidad de extracción y exportación en los países productores; y la promoción de altos niveles de integración para el intercambio energético por parte de los países dependientes.
En lo relativo a la infraestructura energética con la que cuenta América Latina se destaca la existencia de varios gasoductos de vital importancia para el desarrollo del sector energético de la región, como es el caso del gasoducto Bolivia-Brasil, siendo este uno de los mayores de la región suramericana, el cual cuenta con una capacidad de 30 MM de metros cúbicos y una extensión de 1800 km, este gasoducto se encuentra en operación desde el año 2000. En la región existen además otros gasoductos como el Transierra que tiene sus puntos extremos en Yacuiba y Bolivia, puesta en vigor desde el 2003, tiene una capacidad de 20 MM de metros cúbicos y una extensión de 441 Km y el Gas Andes con una capacidad de 10 MM de metros cúbicos, con un grado de utilización del 69%, este gasoducto comenzó a operar en el año 1997. Estos importantes gasoductos junto a otros que existen en la región forman parte de la infraestructura energética latinoamericana.
De la misma forma en que abordamos el tema del sector energético mundial a partir de las principales fuentes de energía, haremos el análisis del mismo en la región latinoamericana.
2.1.1. El petróleo
América Latina y el Caribe consumen 6.4 millones de barriles diarios de petróleo que equivalen al 8.4% (2006) del consumo mundial, lo que comparado con los 10,2 millones de barriles diarios (2006) que produce, evidencia el importante potencial exportador que posee la región. La particularidad de las exportaciones de los países petroleros de la región es que estas se realizan en su mayoría dentro de la región americana siendo el principal destino Estados Unidos. Sin embargo, el potencial exportador latinoamericano está matizado por la deficiencia en el acceso a la electricidad en la región, es decir, aun sin satisfacer las necesidades energéticas internas América Latina se ha especializado en ser uno de los principales proveedores de petróleo en el mundo.
La participación en el consumo mundial de refinados de la región alcanza un poco más del 8%, proporción que es ligeramente superior a la de los países de Europa del Este y más de tres veces menor que la registrada por los países de Asia Pacífico. (Anexo 12).En la región se expresa, al igual que lo que ocurre en otras áreas geográficas del mundo, que quienes refinan y consumen más petróleo no son necesariamente los que cuentan con las mayores reservas.
A diferencia de otras regiones del mundo como Medio Oriente, África y el Mar Caspio, América Latina tiene en perspectiva un mercado de consumo más importante. Aquellas regiones son significativas productoras de petróleo pero registran consumos inferiores a los de América Latina y el Caribe en su conjunto, cuya tasa de crecimiento promedio anual de consumo hasta el año 2025 registrará un 2.4%. En ese sentido, la región constituye un primordial escenario para el despliegue de las actividades de las empresas transnacionales en un mercado con importante potencial de producción y consumo.
En lo que a la oferta y reservas se refiere, Venezuela ocupa el primer lugar con el 71% del total, seguido por México con el 11% y Brasil con el 8%. En el resto de países se destacan Ecuador y Colombia. Cabe señalar, que en la región del Caribe, solamente tres países poseen reservas de petróleo: Barbados, Cuba y Trinidad y Tobago, el último de los cuales es el único que exporta. (Anexo 13).
A su vez, la región participa del 13% de la producción mundial, pero solo cuatro países concentran más del 86% de la producción de la región (Venezuela, México, Brasil y Argentina). En el Caribe, de los tres países con reservas, Cuba ha incrementado su producción en más del doble desde 1991, en el caso de Barbados, ésta ha declinado levemente desde 2001, en lo que puede influir que el país no tiene capacidad de refinación y por tanto dicho proceso se realiza en Trinidad y Tobago para ser importado posteriormente para su uso doméstico.
Los países de América Latina y el Caribe, se autoabastecen en la propia región, el petróleo consumido en Chile, Uruguay, Paraguay, y el déficit brasileño, proviene fundamentalmente de Argentina. El déficit del consumo del Perú, es cubierto fundamentalmente por Ecuador y Colombia. Asimismo, el petróleo que se consume en América Central y algunos países del Caribe proviene de Venezuela y México. Sin embargo, la mayor parte de los excedentes de la producción de la región es absorbida por Estados Unidos, especialmente de México y Venezuela, países que conjuntamente concentran más del 80% de las exportaciones petroleras del subcontinente. Estos dos países ocupan el tercer y cuarto lugar respectivamente como principales proveedores mundiales de petróleo crudo al mercado norteamericano, de ahí la importancia estratégica que posee la región para el gobierno de Estados Unidos.
A pesar que la mayor parte de los excedentes petroleros de América Latina se canalizan a Estados Unidos y al interior de la región, el potencial de las reservas de Venezuela han adquirido un interés estratégico para países de Asia, principalmente China.
La Zona Andina y México son las regiones con mayor volumen y proporción de exportaciones de combustibles fósiles. En todos los países productores las exportaciones superan las necesidades internas. Esta situación confirma que la producción y exportación de fósiles juega un papel fundamental en la macroeconomía de los países andinos. En el caso particular de México, se presentan problemas en la explotación de los recursos petroleros porque el Estado no posee la capacidad para asumir la magnitud de tales inversiones. La industria petrolera en México es parte fundamental en su historia, desarrollo, y economía actual, las reservas de petróleo de este país se han reducido casi a la mitad en la última década. El horizonte de vida de las reservas probadas de México, teniendo en cuenta la relación temporal entre las reservas y la producción se estima en 10 años, uno de los más bajos de la región. Teniendo en cuenta el comercio petrolero de México con el exterior es preciso señalar que un alto por ciento de este intercambio se realiza con Estados Unidos.
La industria petrolera en México en manos de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y sus Organismos Subsidiarios (PEMEX Exploración y Producción, PEMEX Refinación, PEMEX Gas y Petroquímica Básica y PEMEX Petroquímica), lleva a cabo las políticas en materia energética a partir de un marco normativo que tiene su fundamento en las bases constitucionales en las que se funda la industria petrolera mexicana. Respecto al Sistema de Inversiones de Petróleos Mexicanos, la empresa en estos últimos años no ha podido aprovechar sus utilidades y así financiar sus propios proyectos, lo que ha servido como justificación para recurrir a la utilización del capital externo en el cumplimiento de las inversiones enfocadas a la ampliación y mantenimiento de la planta productiva y de refinación.
Venezuela, que de lejos es el país que presenta las mayores reservas de petróleo en la región, presenta una relación temporal entre reserva y producción de 72 años, superior al promedio latinoamericano de 32.9 [12]y al promedio mundial de 38.5 años. Sin embargo, participa solamente del 7% del consumo total de la región, mientras que representa casi la mitad de las exportaciones. Con las mayores reservas de petróleo en todo el mundo fuera de Medio Oriente, Venezuela seguirá siendo el mayor productor de petróleo en América Latina durante los próximos años.
Estratégicamente es el país latinoamericano que más importancia reviste, no sólo por disponer de una de las mayores reservas de petróleo del mundo, sino por el prolongado horizonte de vida que estas tienen.
Se espera que en los próximos años el desarrollo de petróleo extra pesado no convencional, que es abundante en la región de la Faja del Orinoco, represente una mayor proporción de la inversión petrolera venezolana. Se necesitará una inversión de 52 mil millones de dólares en el período que comenzó en el 2001 y hasta el 2030 para satisfacer el crecimiento de la producción proyectado, la mayor parte del cual se destinará a proyectos basados en un mejoramiento parcial o total del petróleo extra pesado de la región. La principal ventaja de los proyectos de petróleo no convencional en Venezuela radica en que son menos vulnerables a los períodos de bajos precios de petróleo que la mayoría de los otros proyectos de petróleo no convencional porque sus costos de suministro son más bajos.
Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) es la empresa estatal petrolera del país. En la actualidad tiene el monopolio de la comercialización por lo que se requiere su autorización para exportar éste recurso.
Por su parte Brasil -primer consumidor de la región-, dependió históricamente de la importación, habiendo llegado recién en el año 2006 a la autosuficiencia petrolera pero manteniendo la dependencia externa de gas natural. El mercado petrolero brasileño está dominado por su empresa petrolera estatal, Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras), la cual ocupa actualmente uno de los primeros puestos en la lista de las mayores compañías petroleras y de gas en el mundo, liderando la extracción en aguas profundas. Esta empresa logró resistir la ola privatizadora de los noventa, aunque con ciertas modificaciones 'pro-mercado', por lo que al mismo tiempo que mantenía el dominio de su mercado interno, se planteó una fuerte estrategia de extranjerización. En este proceso, si bien continuó manteniendo la mayoría estatal, Petrobras fue expuesta a la desregulación y a la entrada de capitales privados extranjeros. Sin embargo, su participación dentro de los procesos privatizadores de los países de Latinoamérica fue distinta ya que aprovechó las desregulaciones de los mercados energéticos regionales para transnacionalizar sus operaciones. Petróleo Brasileiro S.A. realizó inversiones en mercados energéticos de diversos países de América y del resto del mundo, hecho este similar al sucedido con la petrolera estatal venezolana PDVSA. Sin embargo, ambas empresas llevaron adelante estrategias totalmente distintas en su salida al exterior en cuanto a la focalización geográfica, la relación con los gobiernos receptores y su contacto con sus casas matrices.
El modelo brasileño impulsó el monopolio estatal del mercado hidrocarburífero para que, con las ganancias obtenidas, se desarrollara una industria petrolera propia buscando petróleo y gas en suelo brasilero. Ante el poco éxito de las primeras búsquedas de hidrocarburos efectuadas, Petrobras decide explorar el mar y encuentra petróleo rápidamente. A partir de ese momento se comienza una política agresiva de exploración sobre todo en el litoral de Río de Janeiro, desarrollando tecnología propia y obteniendo grandes avances. Dado su mayor conocimiento de las áreas y por haber desarrollado innovaciones tecnológicas siendo la primera empresa del mundo en perforación en aguas profundas, la estatal ha ganado la mayor parte de las áreas más importantes (sola o en asociación con otras petroleras, aunque siempre manteniendo la mayoría accionaria y la operación del proyecto). Sin ir más lejos, en 2006 Brasil consiguió el autoabastecimiento gracias a las grandes inversiones de Petrobras en aguas profundas. Además, a finales de 2007 se difundió el descubrimiento del megayacimiento de Tupí (con reservas estimadas que cuadruplicarían a las de Argentina) donde Petrobras tiene la mayoría accionaria. El control de ésta organización es tan importante que apenas existe una sola empresa privada -la anglo-holandesa Royal Dutch-Shell- que extrae petróleo en Brasil sin control de la estatal. Sin embargo, existen varios yacimientos en manos de empresas privadas que se encuentran en proceso de desarrollo. Además, se llevó adelante un plan de privatizaciones que incluyó a las generadoras y distribuidoras eléctricas. Si bien Petrobras y los gobiernos estaduales mantuvieron un porcentaje alto luego de las privatizaciones, las empresas privadas -principalmente Enron y Gas Natural- lograron importantes posiciones en las prestadoras de servicios públicos. Es de señalar también que se realizó una apertura del capital de Petrobras al sector privado. La estatal se transformó en una sociedad de economía mixta cotizando en las bolsas de San Pablo, Buenos Aires y Nueva York. El estado federal mantiene el control accionario (según dictamina su estatuto) a pesar de contar con apenas el 32% del capital social. Esto es así ya que el Estado cuenta con el 56% de las acciones con derecho a voto de la empresa. Por esta razón, a pesar de contar con el control empresario, el estado brasilero no recibe la mayor parte de sus cuantiosas ganancias. La participación privada en las decisiones es importante aunque no mayoritaria.
Para realizar un análisis del impacto de las fluctuaciones de los precios del petróleo sobre las economías nacionales de la región es necesario tener en cuenta la significación que tienen sus exportaciones dentro del total de las ventas al exterior. En este sentido, el mayor beneficiario de una tendencia alcista seria Venezuela por la magnitud de sus exportaciones, así como el resto de los países exportadores de la región. Las fluctuaciones de los precios tienen también importantes efectos directos en los costos de transporte y en los procesos de fabricación. Tienen además efectos indirectos que se reflejan en las ramas de la producción y los servicios, en el valor de los productos destinados al consumo interno o a las exportaciones. El nivel de estos efectos está en función de la intensidad en el uso de energía que requiera la generación de bienes y servicios. Las repercusiones sobre el PIB son evidentes: un mayor valor de las importaciones tiene efectos perniciosos sobre el crecimiento promedio de la economía mientras que un mayor valor de las exportaciones redundará en su beneficio.
2.1.2. Gas
Las reservas probadas de gas natural de América Latina ascendían a 7,2 trillones de metros cúbicos en el 2002, es decir 4,5% del total mundial y las reservas probables y posibles podrían sumar otros 6tcm. Según los expertos en el tema, se cree que los yacimientos profundos de Brasil tienen un gran potencial y los recientes grandes descubrimientos en Bolivia y Trinidad y Tobago sugieren que una exploración más intensiva podría llevar a un substancial incremento en las reservas probadas en la región. Venezuela tiene cerca del 60% de las reservas probadas, seguida por Bolivia (11%), Argentina (11%) y Trinidad y Tobago (8%).
El gas es otro de los recursos energéticos estratégicos de la región, cuya producción se estima que se expanda significativamente alcanzando los 516 bcm para el año 2030, impulsada por el crecimiento de la demanda regional e internacional. Precisamente, las proyecciones de estudios especializados indican que la demanda regional crecerá rápidamente, de 101 bcm en 2001 a más de 370 bcm en 2030, debido principalmente a la demanda en el sector de generación energética, la cual representará más de la mitad de dicho aumento, estimulado por la necesidad en muchos países de reducir la dependencia de la energía hidroeléctrica, siendo Brasil el líder del incremento con un crecimiento promedio anual de la demanda de 7% en los próximos 20 años, de tal manera que el país llegará a representar el 20% de la demanda regional de gas en el año 2030 y jugará un papel fundamental en la evolución de la infraestructura gasífera de la región.
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