El hombre si quiere abandonar su percepción tradicional de todo, requiere optar por un cambio de actitud. La humanidad, concretamente el hombre, se ve abocado a una disyuntiva: o sigue como venía u opta por un cambio, especialmente, un cambio de actitud que redunde en beneficio de sí mismo y de la humanidad; cambio de actitud en todas las dimensiones y aspectos. Un cambio de actitud, incluso en aquellos que no creen que absolutamente nada deba cambiar, porque están satisfechos desde el punto de vista del tener pero que existencialmente su vida raya en el sin sentido y en la miseria. Este cambio de actitud se dará cuando el hombre se haga consciente de su necesidad y conveniencia, que no es posible ni prudente postergar por más tiempo. Algo que está socavando inexorablemente la estabilidad de las viejas instituciones y hace que se cierna una amenaza apocalíptica sobre la frágil supervivencia de la humanidad. Dicho cambio traerá consigo una actitud de renovación permanente, en forma positiva, para bien del hombre y de las futuras generaciones.
En esa transformación que alcanza el hombre, lo lleva a una estabilidad emocional y desarrollo humano, para ser la especie que gobierne sobre las demás criaturas en medio de la armonía y la paz interior, que significaría la felicidad perfecta del hombre. La humanidad desde que se conoce como tal, en el afán de búsqueda de su destino, ha deambulado de un lado para otro, ha buscado nortes por todas partes, se le ha guiado ciegamente, ha pagado altos precios en vidas humanas por seguir a determinados líderes en busca de ideales equivocados o fundamentados en el egoísmo. Tal vez en busca de nada, o lo que es peor, buscando un algo en el exterior que el hombre de pronto sólo lo va a encontrar en su interior. Es así que el hombre no ha querido por nada del mundo conocerse a sí mismo, prefiere ignorarse y para llenar ese vacío, en compensación conquistar el mundo, conquistar el exterior, a ver si su vida adquiere sentido pero no, seguro que no. Las escatologías ya sean políticas, económicas o religiosas, no le han dejado al hombre sino amargas experiencias, frustraciones, desengaños y heridas que no sanan. La estabilidad emocional del hombre no la va a lograr de la noche a la mañana, porque a través de la historia ha sido desgarrado, dividido y mutilado por inspiración de sistemas de diversa índole. Pero a estas alturas de la vida y de la historia es justo que el hombre se re-encuentre emocionalmente consigo mismo, y trace derroteros para que no viva nunca más a la deriva y que ese eterno deambular por el desierto termine. La proliferación de sistemas religiosos opuestos o causas de otra índole, han hecho del hombre una colcha de retazos, que en este preciso momento no sabe quién es, y menos hacia donde se dirige. Es así que el hombre ha venido dando palos de ciego, es ciego, sigue ciego, y lo peor es que existen individuos intensamente interesados en que el hombre siga así, siendo un hombre masa, manipulable, vulnerable, sugestionable, con edad sicológica de niño, para que los dueños del poder no corran riesgo alguno pero: ¿cuál sería el norte en cuanto a espiritualidad se refiere para el hombre? Es tarea del hombre actual buscarla y después de encontrarla seguirla como al más preciado don.
El desarrollo del hombre de hoy no es nada diferente al que ha obtenido a través de la historia. Es el hombre el que ha decidido a través de los siglos, qué es lo ideal o el objetivo a perseguir; probablemente a veces de una manera inconsciente. El desarrollo de hoy está determinado por innumerables variables que hacen que el progreso y por ende el desarrollo humano dependan de muchas cosas, incluidos los recursos. Está demostrado que los recursos del planeta están en pocas manos debido al fenómeno del sistema económico capitalista. Esas pocas manos poseen más del noventa por ciento de los recursos del planeta, y el otro diez por ciento se lo reparte el resto de la población mundial.
Eso quiere decir, que mientras no se transforme la situación anterior, en términos globales, el desarrollo humano no pasa de ser una falacia. Desarrollo humano que ha de ser dignidad para todos los hombres en todos los aspectos de su vida. Vida digna para el hombre en todo el sentido de la palabra. Si el hombre no se encuentra consigo mismo, si como especie no puede vivir en paz, no existe posibilidad de que la armonía reine en la tierra. Significa lo anterior, que del hombre depende todo; ya no puede seguir culpando a nadie de su miseria, pues es su vida, y su vida determina la vida del planeta. La vida de ese hombre que no se puede concebir de diferente forma a como ha sido hasta el momento, explica ampliamente lo que a la humanidad le sucede ahora y si este hombre no piensa de forma diferente, la situación seguirá igual; por eso es urgente que el hombre piense de otra manera para que se convierta en un hombre nuevo, y como hombre nuevo, transforme la realidad, y este nuevo hombre supere la estructura mental del hombre "civilizado". El pensamiento moderno, el pensamiento lineal, el pensamiento y la inteligencia moderna, contemporánea, post-moderna o medieval, lo que ha logrado en términos globales es traernos hasta el lugar en donde nos encontramos, en un punto sin regreso; si el hombre no hace un esfuerzo enorme por ser menos acaparador, menos injusto, menos envidioso, menos egoísta, menos conformista y fatalista de lo que ha sido a través de la historia, entonces estaríamos hablando de un destino inexorable y ante lo cual nada podríamos hacer. Pero el hombre merece algo más, merece vivir una vida digna. Si el hombre no quiere seguir complicándose la vida y en lugar de eso ser más feliz, lo puede lograr, porque su destino depende exclusivamente de él.
El hombre que se levanta, que se yergue con dignidad, con la frente en alto, con capacidad de pensar, de creer en sí mismo, de aprender y crear. El hombre actual, común y corriente como lo conocemos en el mundo de hoy no está en capacidad de enfrentar los retos que le plantea la vida actual a comienzos del siglo XXI. El hombre que fue y sigue siendo, hasta fines del siglo XX, está inmerso en una problemática que él con su manera de pensar no alcanza a vislumbrar. A este hombre, da la impresión que sólo le preocupara el precio del dólar, del petróleo, las bolsas de valores, mientras el mundo arde en el patio trasero. Es decir, con esa manera de ver la vida, el mundo, este homínido no va a ninguna parte. Los idealismos existentes, llámense como se llamen, no dejan de ser en el fondo deslumbrantes espejismos en un desierto infinito. El nuevo hombre que se requiere ha de ser capaz de pensar, aprender y crear de otra manera, si es que quiere en el peor de los casos, prolongar su agonía. El nuevo hombre, nuevo por su manera de pensar, será el que sea capaz de imaginarse la solución a los problemas de siempre de otra manera, aquel cuyas motivaciones sean diferentes hasta lo que en este momento han sido. Dicho nuevo hombre capaz de pensar por sí mismo la solución a los problemas dentro de su propio contexto con soluciones propias, no importadas. Este nuevo hombre con una característica muy importante: capaz de aprehender y crear permanentemente. Este nuevo hombre sentirá predilección por pensar libre de ataduras y convencionalismos, libre de antiguos dogmas y paradigmas trasnochados, capaz de vivir su propia vida sin importar el qué dirán, con el suficiente carácter y personalidad para hacer valer sus ideas sin hacer uso de la violencia…
El hombre que ha avanzado en la recuperación de su dignidad con la capacidad de ser libre, de ser creativo, de desarrollar los talentos individuales y los pone al servicio de la humanidad, y no los utilice para dominar a sus congéneres: he ahí el hombre con el que se ha de iniciar el tercer milenio. La educación nos ha de liberar.
En ese proceso de liberación, la teoría y práctica de la no-violencia, ha de ser su modo de vida. Tenemos que hacer inmensos esfuerzos al respecto, porque en este momento, es más fácil disparar un arma que leer un libro. La educación es la llave, algún día construiremos la civilización de los hombres libres, pero esa civilización de hombres libres, la forjaremos sin violencia, porque cuando se mata por un sueño, se mata el sueño también. Luego es el nuevo hombre, nuevo por su manera de pensar, sentir, desear y soñar, que llevará a cabo los profundos anhelos que la humanidad ha tenido en su seno desde que el hombre tuvo conciencia del mundo y de sí mismo.
Este es el hombre que haciendo uso correcto de su libertad, se hace forjador de su propia historia y por tanto, responsable del bien o del mal que hay en el mundo, que tiene un objetivo común y preciso: servir. Un hombre con una nueva escala de valores, que su valer es diferente a lo que fue en la mal llamada era post-moderna. Los nuevos valores estarán determinados por el valor de la vida. Alrededor del gran valor de la vida girarán todos los demás valores. Este hombre en el ejercicio sano de su libertad por la cual es responsable, donde su creatividad permanente le permite desarrollar sus talentos individuales y ponerlos al servicio de su respectiva comunidad. Lo anterior se alcanza, si el hombre logra liberarse a sí mismo de los condicionamientos que por siglos lo han tenido en la situación que lo ha caracterizado hasta el momento. Si el hombre logra liberarse mentalmente, ya tendrá más de medio camino recorrido para alcanzar los objetivos que se ha trazado. Mientras el hombre siga pensando como lo ha hecho siempre, su mundo no va a cambiar, el mundo seguirá siendo el mismo: bueno para unos pocos e injusto para una inmensa mayoría. Los grandes valores que definen a una sociedad civilizada como la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la no-violencia, serán una realidad cuando el hombre decida por sí mismo hacerse más humano y menos egoísta.
Es un hombre con habilidades, competencias y cualidades para crecer como ser humano. La época de los individualismos, de los grandes líderes está pasando a la historia; por lo menos, como conocimos a estos líderes, o mejor, como creíamos que debía ser un líder. El líder de ahora es líder de líderes. El hombre masa ha ido desapareciendo, y se ha venido forjando el nuevo hombre a partir de su manera de entender la libertad y la nueva manera de pensar, que le permite desarrollar habilidades, competencias y cualidades, para crecer y relacionarse más humanamente con los demás, integrándose en un humanismo sin precedentes, donde no existen vencedores ni vencidos para bien de todos. El hombre que al dejar de ser masa conquista nuevas dimensiones y valores y elimina por tanto todo aquello que lo hacía un esclavo, un sub-hombre; es a partir de ahí, que empieza a construir su propia historia, una nueva historia, una historia realmente humana, evitando repetir los horrores y errores del pasado; atrás quedó la época hobbiana de: "el hombre es un lobo para el hombre". Con nuevas perspectivas, nuevas dinámicas, nuevas concepciones pero especialmente con nuevas actitudes, hábitos y motivaciones, la humanidad no seguirá dando vueltas como el juego de niños de la gallina ciega, sino que se proyectará hacia un futuro no lejano, donde por fin sea posible vivir en paz y crecer como seres humanos, avanzar en humanidad y dejar atrás los rasgos que nos caracterizaban como la especie más sanguinaria con sus congéneres. La época de las pesadillas sin fin irá cediendo y dando campo a los sueños que soñadores empedernidos fueron capaces de soñar y esperar contra toda esperanza.
Es el albor de la civilización con el nacimiento de las cualidades y potencialidades del ser humano: el cambio del tener por el ser, más poder para el individuo. El ser humano se desarrolla integralmente en sus cualidades y talentos porque sabe a ciencia cierta cuál es su misión o fin sobre la tierra. Dicha misión o fin, no deja de ser lo que ha sido siempre: la búsqueda de la felicidad y la realización personal e integral. Ya no se identifica al hombre con la insaciable búsqueda del tener o poseer, sino por la búsqueda del ser, ser en todas sus dimensiones y valores.
La sociedad capitalista, que nos caracteriza en este momento, tendrá que dar paso al verdadero hombre, ese hombre que para llegar a donde quiere ha dado tantas vueltas y rodeos, que han terminado por desorientarlo y le han hecho cometer errores de los cuales aún no se ha recuperado. Este hombre que quiso conocer el bosque (su existencia, su ser), se dirigió hacia él, está dentro de él pero no sabe que está en el bosque, no ve el bosque, los árboles no le permiten ver el bosque, no conoce el bosque, no conoce los árboles, no sabe que los árboles forman el bosque; su existencia compleja (no el bosque, sino la jungla) lo tiene embrujado de tal forma, que lo ha alejado esencialmente de su propia vida como tal y las lianas, telarañas, espinas y abrojos, que encuentra a su paso cree que son su vida, cuando en realidad no alcanzan a ser un pálido reflejo de lo que en su infinita potencialidad puede llegar a ser como hombre que es. El hombre perdió el paraíso cuando se olvidó que dicho paraíso está en sí mismo, en su interior (¿Dios?, tal vez), y de ahí para acá, ha querido buscarlo fuera de sí, olvidándose de sí mismo; ha encontrado trivialidades que las ha identificado con el paraíso pero no lo son; se ha llenado de cosas pero no está satisfecho, ha esclavizado a otros seres de su misma especie pero su ambición no tiene límites; ha destruido la naturaleza pero quiere seguir exterminando la vida en un loco frenesí de suicidio o hara quire colectivo. Cree haber llegado a la meta, pero todavía no sabe dar los primeros pasos para encontrarse consigo mismo y reconstruir su vida, casi a partir de cero, sin tener que pisotear a nadie, y donde él mismo se permita el florecimiento de potencialidades y cualidades de un auténtico ser llamado hombre.
Es el proyecto de hombre como un ser desarrollado a su máxima expresión en sus cualidades éticas y morales, con una nueva conciencia: la conciencia del servicio. El nuevo hombre, consciente, responsable de su propia vida y de su historia. ¿Será fácil lograrlo? Claro que no. Este hombre ha de llegar a desarrollar el hábito de pensar por sí mismo y ser capaz de tomar sus propias decisiones. Y este hombre, ¿dónde aprenderá esto?, ¿en la familia, la escuela, el colegio, la universidad? Lógico que no. Por una razón muy sencilla: de allí viene condicionado para repetir en lugar de crear, para hacer lo mismo en vez de innovar, para imitar en lugar de pensar activamente, para ser pasivo en lugar de ser activo. ¿Entonces, como hará? Prácticamente, la única salida que le queda, para no seguir repitiendo la historia, es ser conciente de ello y en forma personal proponerse cambiar el casete que trae grabado en su mente, regrabándolo con lo que quiere lograr, regrabarlo con buenas lecturas; quitarse de la cabeza la idea de fracasado y derrotado; lo mismo que la idea de incapacidad, la idea de que no sirve para nada; intercambiando ideas al respecto, asociándose con personas con los mismos objetivos, dirigiéndose permanentemente hacia donde quiere llegar, soñar con ser lo que quiere, visualizar la situación que en lo más profundo de su ser desea para sí y para la humanidad; recrear esas situaciones de paz y armonía que el hombre de todos los tiempos ha añorado para sí, perseguir sus sueños en forma persistente, acrisolar su voluntad para no abandonar lo que quiere, luchar intensamente para alcanzar sus metas y objetivos, replantear sus ideales egoístas por unos que le convengan a los demás hombres, cambiar la búsqueda del tener por la existencial búsqueda del ser, para que su vida adquiera pleno sentido.
El hombre nuevo se construirá a través de la vivencia de los auténticos valores, de su crecimiento y perfeccionamiento humano, y paralelamente de su crecimiento y desarrollo espiritual. El hombre abandonará los totalitarismos en los que se ha embarcado la humanidad a través de la historia y que esporádicamente aparecen como panacea pero que en realidad lo que dejan son heridas, odios y rencores que difícilmente el tiempo los puede borrar.
La perfección de la humanidad está lejos de ser meramente material. La perfección que la humanidad requiere es en todos los campos y dimensiones del ser humano, en los que conoce como en los que ignora. El hombre requiere adquirir la capacidad de reconocerla y aceptarla, especialmente, porque por su naturaleza: por un lado escapa a la ciencia y por otro lado escapa a la fe. Pero sucede que las lecciones que nos ha dado la historia no las tenemos en cuenta. Y en ese auto-desconocimiento de que es auto-víctima el hombre; como: ¿Cuál es su destino?, ¿Cuáles son sus metas y objetivos? Para ver si desapasionadamente, por fin el hombre se dirige hacia allá dejando de lado esos malos espíritus inquisidores e intolerantes, que le han impedido reconocer que cada civilización, cultura o religión posee algo de verdad y que es urgente reconocerlo de esa manera, porque de lo contrario la humanidad seguirá dando tumbos de loco o ciego de un lado para otro, y repetirá la historia una y otra vez con los mismos errores. Pero este nuevo hombre, como ser más perfecto, puede escribir la historia de una manera diferente de aquí en adelante.
Progresivamente se superará al hombre masa, el que vive en el anonimato de la imitación y la adaptación social, que carece de conciencia libre, que no tiene valores propios, ni motivaciones singulares y menos el hábito de la opción responsable. Cree que es libre, pero no lo es; piensa como los demás y proclama la libertad como los demás. El hombre masa, por el bien de la humanidad, necesita desaparecer. La humanidad entera necesita el concurso de todos los hombres para salir del atolladero en donde se encuentra, y para esa misión el hombre masa no sirve para nada. Hoy en día lo que se ha dado en llamar cultura de masas, yo lo llamo alienación del hombre en todo el sentido de la palabra. Es por eso que el hombre, la civilización global, no se puede dar el lujo de fijar el destino de los pueblos en la búsqueda de la felicidad guiado sólo por unos pocos, sencillamente, porque va a suceder lo de siempre: el hombre se va a equivocar. El hombre consciente, de existencia real, con personalidad y carácter, con identidad propia, será el que marque el derrotero a seguir, en ese anhelo existencial de lograr su realización personal sin amputaciones de ninguna índole.
El nuevo papel del hombre a nivel social, superará al pasivo individuo entre las masas. En renglones anteriores mencionábamos este tema de otra manera. ¿Cuál sería el papel del individuo entre las masas? ¿Cuál el papel de las masas? ¿Existirán las masas como las conocemos ahora? Difícil respuesta. Pero si queremos un cambio cualitativo en la dinámica de la historia, no nos queda otra opción, que proponer un nuevo papel del individuo, si es que queremos que la humanidad cambie. Un nuevo papel de las masas, sí así se les puede llamar, donde exista una participación consciente tanto en planeación como en desarrollo de políticas que les convenga, igualmente desde el punto de vista organizativo, para fiscalizar y hacer control político. Un hombre que deje de ser indiferente frente a los entes donde se toman las grandes decisiones que interesan a todos por igual, y de esa manera participe activamente en la conducción de la sociedad en la cual él forma parte activa.
El nuevo humanismo que propongo, que de por sí no es tan nuevo, pues deshonesto sería de mi parte decir que es creación mía y de nadie más, cuando la verdad es que pensadores de todas las épocas, de una u otra forma ya lo habían enunciado, aunque de manera aislada, razón por la cual tiene validez, ya que sin ese consenso tácito no sería viable y, por lo tanto, se convertiría en una elucubración, una argumentación casi metafísica sin aplicación en la realidad; por el contrario, es una verdad que clama a gritos, es el hombre actual quien lo reclama, y dicho sea de paso, este planteamiento, está abierto a todas las correcciones y aportes que haya que hacerle, que por su naturaleza y principio, está sujeto al análisis y al debate desapasionado, porque en ningún momento se quiere convertir dicho planteamiento en una camisa de fuerza o en la última palabra, o como dicen por ahí, en la última coca cola del desierto, es decir, no pretende ser un dogma o un totalitarismo ideológico más, porque si no estaríamos cayendo en aquello que precisamente queremos cambiar. Quiero insistir tarareando a Marx, Sartre y Maquiavelo: que el hombre es quien labra su propio destino, y lo que se quiere de ahora en adelante es que ese hombre sea más consciente de lo que piensa y hace; de lo que se imagina y crea, de lo que visualiza y sueña, pues, ya es hora que el hombre deje de lamentarse y asuma su libertad y por ende su responsabilidad, que vale la pena hacerlo; que la humanidad no puede seguir permitiendo que su destino lo decreten unos pocos para beneficio de los privilegiados de siempre y para desgracia inconmensurable de unas infinitas mayorías que casi son sombras, porque como seres humanos no cuentan para nada.
El hombre que ha avanzado científico-tecnológicamente, conquista el universo, pero lo lógico es que primero se conquiste a sí mismo, superando la falta de auto-conocimiento que hoy lo caracteriza. En el proceso de progreso y desarrollo de la humanidad, el hombre querrá conquistar el universo, pero de nada le sirve lograr tan alta meta, si el hombre de antemano no se ha conocido a sí mismo, y para conocerse a sí mismo, para conquistarse a sí mismo, tiene que superar una serie de obstáculos, especialmente, los que están en su mente y cantidad de prejuicios inculcados por agentes externos y que han impedido este auto-conocimiento. La gran masa de la humanidad, vive inmersa en una ignorancia total de sí misma, explicable probablemente, por las injusticias de que es objeto por diversas circunstancias pero, cuando no es así, entran en escena las políticas de la sociedad de consumo, que a través de sus infinitas estrategias, no permite que el individuo piense, se cuestione o tome decisiones diferentes a las que le insinúa dicha "iglesia" atea. Es por ello y por otras razones que no expondré, (no es el caso) que los límites que el hombre tiene están en su mente y que mientras ese hombre no decida liberarse mentalmente, así tenga todas las comodidades que pueda imaginar, seguirá siendo un esclavo; así conquiste la galaxia más lejana, si no ha erradicado de su ser el odio, la envidia, el rencor, el deseo de poder y ambición sin límites de que es víctima, de nada le servirá todo aquello que haya logrado, porque, este hombre se sentirá insatisfecho, vacío por dentro y con ansias de seguir conquistando, a ver si al fin le encuentra sentido a su vida, y a ver si su existencia vale la pena, para comprobar epitafiamente, que todo fue en vano, que se ignora totalmente, que está más lejos de su auto-conocimiento que al comienzo.
El nuevo hombre, con nuevos valores, con nuevas concepciones, necesariamente, llegará a transformar la realidad que le circunda. Los países del primer mundo, que tienen gran responsabilidad en la problemática que padece el hombre de hoy, deben hacer su aporte en todos los aspectos: económico, político, social, educativo, científico-tecnológico, y no se pueden dar el lujo de no hacerlo; de tal forma que el sueño de hacer de este planeta un paraíso no sea una idea descabellada de unos pocos soñadores, sino que por el contrario, sea un acuerdo mundial al respecto, planeado, organizado, sistemáticamente ejecutado y evaluado, un propósito universal y que comienza inculcándosele a los niños y jóvenes en los hogares, escuelas, colegios y universidades de todo el mundo. Es el hombre, que como sujeto de su propia historia, es más consciente de sus fortalezas y debilidades, pues, desarrollando a plenitud sus fortalezas no pesan tanto sus debilidades. Siendo el hombre sujeto de su propia historia, es el primer interesado en que su situación cambie positivamente, su realidad se transforme en aras de una vida auténtica y con pleno sentido.
¿Cuál es la visión del hombre y la imagen con la que queremos ser reconocidos en el tercer milenio? Es una pregunta fundamental, que todo ser humano normal se tiene que hacer con suma honestidad. Pero hacérsela y respondérsela a conciencia y al responderla, fijar su acción convertida en objetivos y metas precisas para recortar la distancia espacio-temporal que probablemente lo separa de la auténtica humanidad. La cruda realidad es que en la mayoría de los casos nadie se hace dicha pregunta. No veo la necesidad de extenderme al respecto, porque en otros apartes de este escrito ya he tratado el tema. Solamente, diré que el hombre no quiere hacerse esa y otras preguntas, porque se ha vuelto excesivamente materialista; que el hedonismo reinante le impide cuestionarse y conocerse; que ese mismo hedonismo le coloca un filtro en los ojos para que vea todo distorsionado, se confunda y se desvíe persiguiendo espejismos que en todo momento lo alejan de su auténtica humanidad; llevado a ciegas de la mano por el lazarillo de la sociedad de consumo que no quiere que piense, sino que sea un consumidor compulsivo, sumiéndolo en un estado deplorable de falta de carácter, personalidad e identidad, que a veces explica el porqué no es sujeto de su propia historia, sino objeto de la misma. En esta situación deshumanizante en que se encuentra el hombre de hoy, todos los males son explicables, tanto en las sociedades desarrolladas como en las subdesarrolladas. El vacío existencial que reina en el corazón del hombre, la falta de sentido de la vida, la ausencia de auténticos valores, la inexistencia de nobles y verdaderos ideales, la incapacidad de soñar y no poder construir sagrados sueños; (sin tener un proyecto de vida, porque, en la cultura occidental se da la situación, que la mayoría de las personas han perdido la noción de quiénes son realmente, de donde vienen y para donde van), pero eso es algo que no comenzó ayer, viene desde hace mucho tiempo atrás; yo digo que desde la época de los griegos: somos seres desintegrados, que en el fondo sentimos una sensación de desamparo, de abandono, de orfandad, de sin sentido de nuestra existencia; se siente la impotencia para hacer cambios reales e importantes en nuestra vida o en el mundo. Este fenómeno bastante complejo, donde se mezclan diversas variables y aspectos de la vida del hombre de hoy; este íntimo sentimiento de impotencia, de insatisfacción e inseguridad existencial, hace que tratemos de compensarlo luchando y esforzándonos, para lograr un poco de poder o control sobre nuestro mundo, enfocándonos en el aspecto del tener; tener y acumular cosas para lograr poder sobre los demás, de tal manera que experimentemos la pasión del dominio sobre nuestros congéneres, sin importar ni los medios ni las consecuencias, haciendo que aparezcan los males que aquejan a nuestra humanidad en el día de hoy: como la pobreza, las injusticias y todas las plagas que se derivan de este proceder egoísta del hombre. Nos hemos desviado tanto, de nuestro inicial objetivo de genuino auto conocimiento, que ahora nos enfocamos obsesivamente sobre la obtención de cosas, cosificamos a las personas creyendo, erróneamente, que poseyéndolas vamos a ser más felices. Sentimos que algo nos hace falta por dentro y entra en nuestra vida la tensión, la ansiedad y el nerviosismo; permanentemente queremos llenar ese vacío existencial manipulando el mundo exterior, para poder lograr lo que deseamos, como si en nuestra vida sólo existiera la dimensión material.
En ese proceso, (tal vez de búsqueda equivocada) el hombre le apostó al materialismo y sus variantes como el hedonismo, el ateísmo práctico; así crea el capitalismo como un medio, que luego lo convierte en un fin, fin sobre el cual ha girado la vida del hombre en los últimos siglos, y que en lugar de llenar el vacío que tenía, lo que ha hecho es profundizar las heridas y los sin sentidos de su vida, sumiendo a la humanidad en el estado lamentable en que se encuentra en este momento y sobre lo que hemos venido haciendo referencia permanentemente con nuestras ideas de una manera u otra. Es decir, para volver en forma específica sobre el tema, el hecho de tener y acumular cosas, el ejercer dominio sobre los demás no le proporciona la felicidad al hombre, haciendo nuevamente que se encuentre más confundido que al principio, que recorra caminos que no llevan a ninguna parte y además lo alejan laberínticamente de su auténtico destino o misión en el mundo actual. Pero a ese hombre de hoy, así como es y está, le será imposible corregir el rumbo de su vida si no se da cuenta que el vacío existencial que experimenta sólo se llena desde adentro y en ese proceso intervienen todos los hombres al unísono, y para ello requieren quitarse una serie de máscaras que a través del tiempo se han ido colocando y los han alejado de su verdadero destino. Luego, la humanidad no puede esperar cambio alguno si el hombre no cambia, y el hombre no puede cambiar si no modifica su manera de pensar en todas las dimensiones conocidas y desconocidas.
Todo lo anterior, hace que la sociedad de consumo a través de los medios masivos de alienación y masificación social, produzca y perpetúe dicho modelo arcilloso de hombre, y explique, por lo menos en parte, el inmenso caos en que la humanidad de este momento se desenvuelve; al mismo tiempo, nos da una percepción por lo menos aproximada de un diagnóstico complejo de la situación por la que atraviesa el hombre de hoy, situación que ha sido reiterativa a través de la historia, y por lo tanto no se puede afirmar que por haber sido consuetudinaria no quiere decir que no tenga solución; por el contrario, ha llegado el momento adecuado, adecuado porque esta compleja problemática no da más espera, pues de lo contrario un día no muy lejano nos daremos cuenta que ya es demasiado tarde. Lo anterior y a través de estos escritos, tenemos que tener presente que dicha solución no es mágica ni fácil, que empieza por ese mismo yo, soy yo y sólo yo, quien tiene la inmensa responsabilidad de replantear la vida, que soy yo y sólo yo, el sujeto de mí propia historia, que nadie va a vivir o me va a solucionar los problemas; que a ese ser denominado animal racional le ha llegado su momento histórico en este inicio del milenio tres, para que haga un alto en el camino y se decida de una vez por todas a darle un vuelco a su trágica existencia, empezando con un sentido de genuina humildad, reconociendo sus errores históricos, tomándolos como saludables y apropiadas lecciones que formarán parte de su equipaje, para ese largo viaje que está a punto de iniciar, con una nueva manera de pensar, una nueva manera de ver la vida, una nueva manera de sentir, que es el albor premonitorio de lo que será su inmediato futuro, sin lo cual estará condenado a repetir la historia, historia al fin y al cabo hecha por el hombre, que desde el punto de vista humano deja mucho que desear.
Antes de proseguir en nuestro razonamiento, diremos una palabra sobre alienación y marginación. En primera instancia, la alienación trae como consecuencia la marginalidad. Los individuos, (porque no se les puede llamar propiamente hombres, alienados y por lo tanto marginados) no tienen la capacidad de asociarse para reclamar sus más elementales derechos; carecen de todo, son seres sin auto-estima y valoración. Por su naturaleza infrahumana, no están en capacidad de aportar nada en la búsqueda de alternativas de solución a aquellos problemas que los afectan directamente. El hombre alienado y marginado, no es completamente dueño de sus facultades mentales y por lo tanto es más fácil de explotar. Para el hombre alienado y marginado, no significan absolutamente nada la sociedad, las instituciones, el Estado, la democracia y mucho menos la Constitución; pues ha sido condenado a ser marginado desde antes de nacer, por una avalancha de causas y un laberinto de problemas, cuyas consecuencias son infernales y lo llevan a la imposibilidad de llegar a ser. Es prisionero de su propia mente, las raíces de su esclavitud están tan arraigadas en lo más profundo de su ser, que no se da cuenta de ello, es víctima de una mentalidad que le impide concientizarse de su inhumana situación. El hombre alienado y marginado, no puede superarse, no tiene capacidad de reacción para poder cambiar. Está condenado desde antes de nacer a ser oprimido, desgraciado, abusado, de una forma u otra y tan imperceptible, tan "normal", que casi nadie se da cuenta y, por lo tanto, no se detecta el verdadero problema, que en el fondo son las estructuras mentales que han dado como resultado unos convencionalismos, tradiciones, costumbres, maneras de ver la vida, objetivados en unas instituciones y por ende, en una normatividad, que fácilmente puede recibir la denominación de "injusticia institucionalizada" y de la cual nadie quiere darse por enterado que existe, y que es urgente y necesario cambiar para bien de todos.
Sufriendo siglos de alienación, atropellos e ignominia, que como en el caso de los hombres en la famosa alegoría de la caverna de que habla Platón, este hombre no sabe cual es la realidad, porque se le ha condicionado de tal manera, que incluso a ciencia cierta no sabe quién es él. Igualmente, como en dicha alegoría, donde los hombres luchan para no ser liberados, (en este plano de la realidad que es el mundo) los hombres han sido violentos contra aquellos que en un momento dado de la historia han luchado por su liberación y han querido mostrarles el error en que se encuentran, mostrarles el estado de alienación a que han sido sometidos por siglos. Luego, ahí tiene el hombre el meollo de la cuestión. Primero que todo, concientizarse de la situación y, luego, tomar la decisión irrevocable de salir de este estado de infrahumanidad, y eso sólo lo puede hacer cada uno, pues está demostrado que nadie en el mundo puede vivir la vida en reemplazo de otro.
Replanteando totalmente su vida, el hombre tendrá tiempo para el ocio creador y podrá entregarse al cultivo de la ética, los valores y las artes. Estos serán los objetivos, metas y pasatiempos favoritos que tendrá el nuevo hombre; de tal manera que progresivamente, vaya avanzando en humanidad, para que su perfeccionamiento sea continuo y sistemático. Dentro de los nuevos parámetros o perfiles, para que alguien sea importante, encarnará el valor o cualidad del servicio, es decir, ya no será admirado quien posea más cosas, sino aquel que por su sabiduría es ejemplo de servicio y entrega, hace que su vida gire alrededor de los demás, de tal manera que quienes están cerca se sientan seres humanos con valores y sana autoestima, que en ningún momento evadan la responsabilidad de su propia existencia.
Ese cultivo, no sólo de la ética y los valores, sino de todas aquellas disciplinas que harán del hombre un ser realmente humano en la búsqueda de su perfección y destino.
El nuevo hombre, por su manera de pensar, sentir, desear, amar, traducirá en acción sus objetivos inmediatos, sin lo cual todo se puede quedar en teoría, metas inaplazables como el mejoramiento de la calidad educativa; mejoramiento real cuando hablamos de transformaciones en el individuo, en la conciencia personal; para volver a las personas inteligentes, es decir, humildes para aprender, en donde la habilidad de aprender sea la más desarrollada en cada individuo y la creatividad se convierta en un paradigma social. Seguirá siendo la educación prerrequisito de progreso y desarrollo. Paralelamente a lo que tradicionalmente ha sido educar, vendrá consigo el crecimiento personal y el avance social, que establezca la diferencia entre una sociedad desarrollada y una que no lo es. La educación como mejoramiento en todos los aspectos, a partir de las transformaciones del individuo de que hablábamos antes, especialmente, en la conciencia personal, que se crean capaces de hacer las cosas, con humildad para aprender y donde el crear cosas nuevas sea el pan de cada día.
Dentro del mejoramiento de la calidad educativa, necesariamente, tiene que venir la contextualización, es decir, una educación acorde con las necesidades de cada región del mundo, y de paso se abandone la moda imperante de importar modelos educativos perfectos de otras latitudes, pero que a los nacionales de estos países no les sirve para nada.
Palabras más, palabras menos, ir abandonando paulatinamente el neocolonialismo en todos los aspectos, para que de la diversidad cultural y su respectiva manera de enfrentar los problemas, surjan las estrategias adecuadas para dar solución a las diversas situaciones que aquejan a la humanidad en los respectivos campos y materias. Una educación personalizante, con énfasis en las fortalezas de auto-estima personal, donde el individuo se crea valorado como persona, capaz de hacer aportes sustanciales al proceso de mejoramiento y perfeccionamiento de la humanidad. Pero, la sola educación no será la panacea para todos los males que aquejan a la humanidad. El atraso de que es víctima el tercer mundo, fruto de siglos de ignominia, no va desaparecer por arte de magia. Se requiere planeación y esfuerzo mancomunado de cada uno de los estamentos de una sociedad, cuyo bienestar no dependa de las decisiones de unas pocas personas, sino de la acción de todos en equipo. Los nuevos roles sociales, que se han ido creando progresivamente, cuando el hombre ha tomado la decisión de ser sujeto de su propia historia, han venido arrojando los resultados positivos, como es una sociedad más justa, más humana, donde el máximo valor de la vida y el servicio a los demás en forma desinteresada se aprende por ejemplo desde el hogar, pasando por la escuela y se practica ininterrumpidamente desde la cuna hasta la tumba. El nuevo enfoque educativo, en aras de la personalización, concierne a toda la sociedad en general, pasando, obviamente, por la familia y objetivando su práctica en todos los momentos de la vida del individuo. El mejoramiento de la calidad de la educación, vista en todo su contexto, permite al nuevo hombre apropiarse de su destino, no seguir siendo sujeto pasivo de su historia, viviendo esquemas o modelos que nada tienen que ver realmente con su propia vida, pero que de ahora en adelante su existencia adquirirá sentido pleno.
Aunque con relación al trabajo se han dado últimamente algunos avances, pues hoy por hoy, existe en todas las constituciones como un derecho del hombre, todavía hacen falta algunos cambios como el que la empresa sea un centro de auto-estima y crecimiento personal. Si el hombre ha sido una máquina o una parte de una máquina, en este momento, decíamos, las cosas han cambiado. El lugar de trabajo del hombre, es decir, la empresa, se convierte en el centro de auto-estima y crecimiento personal. Se trata de humanizar el trabajo, el lugar de trabajo, ya que allí el hombre pasa gran parte de su tiempo y por ende, determina el conjunto de sus relaciones sociales. Las nuevas relaciones implementadas desde un tiempo para acá en lo que al trabajo se refiere, hace al hombre más humano y capaz de transformar positivamente cualquier ambiente para beneficio personal, familiar y social; pues el trabajo adquiere el verdadero sentido, como motor de desarrollo en todos los aspectos; tanto es así que se da el cambio del trabajo esclavo por el trabajo creativo. Porque la doctrina cristiana proclamada a partir del génesis y por ende, en toda la Biblia, hizo por mucho tiempo que la concepción del trabajo se interpretara literalmente como aparece en dicho relato, convirtiendo el trabajo en una maldición y al trabajador en un renegado. Efectivamente, el trabajo fue y aún sigue siendo en algunas latitudes como una consecuencia del pecado.
Esta concepción permitió, que la consecuencialidad diera para todo: esclavos para trabajar, hombres reducidos a la condición de bestias de carga, obreros que son los esclavos modernos o contemporáneos; madres cabeza de familia que son explotadas sin misericordia en su fuerza de trabajo y en su sexo; niños menores trabajadores que reciben salarios de hambre y que por estar trabajando no estudian. Lo que se pretende de ahora en adelante es que haya empleo; sea digno y justo el salario ; que sea una actividad agradable al hombre, que realce su dignidad, y le permita desarrollar su creatividad y potencialidad en todos los aspectos.
El hombre que quiere darle un vuelco a su existencia y a la historia, necesita redefinir lo que se ha entendido como desarrollo humano. Preferiblemente con una redefinición de hombre, con un nuevo concepto de hombre e incluso de todo lo demás, de tal manera que se objetive un modelo de desarrollo más justo, más acorde con los anhelos profundos de paz, justicia, tolerancia, equidad, solidaridad, libertad e igualdad. Donde se elimine la brecha entre ricos y pobres, para que la igualdad de oportunidades sean opciones reales para todos y acorde con las necesidades que se dan en determinadas circunstancias espacio-temporales. El nuevo hombre, que parte de su autoconciencia y que ha construido su propia identidad con una jerarquía de valores, donde la vida y el servicio a los demás ocupan los primeros lugares, dejará espacios para ejercer su libertad, decidir su propio destino, y actuará en función de sus más preciados ideales de personalización y realización. Sería una utopía insulsa decir desde estas páginas los pormenores o límites dentro de los cuales se ha de mover en su acción este hombre en la búsqueda de sus objetivos. Es ese mismo hombre, consciente de sus fuerzas y debilidades, que se ha de trazar derroteros que lo alejen de la nada, de la angustia y el absurdo, por donde ha caminado en los últimos tiempos una y otra vez, repitiendo la historia sin cesar, sin darse cuenta.
Hasta el momento los modelos de desarrollo que se han llevado a cabo han sido más fruto de la filosofía y dinámica del sistema económico capitalista, que como resultado, de un diagnóstico y fría planeación, donde se prevenga las injusticias y males que hoy existen; es por eso mismo que de ahora en adelante se requiere un nuevo modelo donde se privilegie por la fuerza de las circunstancias y variables un desarrollo sostenible. Hasta hoy, la única regla que se ha observado en el marco del sistema económico capitalista es el lucro, lucro que se paga en la gran mayoría de los casos a un alto precio en vidas humanas, en recursos naturales renovables y no renovables. Ya por lo menos, a nivel mundial existe la conciencia, en cuanto a teoría se refiere, que la humanidad necesita implementar un nuevo tipo de desarrollo que sea sustentable y no dañe el ambiente, porque de lo contrario, el hombre seguirá destruyendo el único hábitat en que puede vivir. Para que se de este desarrollo sostenible, no sobra anotar, que ese hombre requiere modificar su manera de pensar, cambiar las diferentes concepciones, especialmente, las socio-económicas que lo han guiado hasta el borde del abismo en que se encuentra…
Un capitalismo solidario que se caracterice, entre otras cosas, por la ayuda y asistencia real y efectiva de las economías fuertes o de primer mundo a las economías débiles, a los países pobres o en vías de desarrollo, citando a Jeffrey Sachs "… que aún no han empezado a subir la escalera del desarrollo o que se encuentra en el primer peldaño"; lo anterior es un gran desafío para el mundo rico y desarrollado, eso es cierto, pero los beneficios para la humanidad hace que valga la pena, y Los Proyectos del Milenio y por ende Los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU van encaminados en ese sentido, al menos desde el punto de vista teórico o de buenas intenciones.
5. Replantear la educación es fundamental para el cambio.
Al cambiar el hombre su manera de pensar, necesariamente, cambiará él y estará en capacidad de transformar sistemas jurídicos, políticos, económicos y educacionales. Cambiará el hombre, cambiará su mente y todo se transformará. Se humanizarán los sistemas jurídicos, los sistemas políticos y los sistemas económicos, la educación y la cultura, la religión y las costumbres. Las tradiciones serán vistas con veneración, pero sólo se conservará aquello que favorece al nuevo sistema de valores y cosas. Al imperio de la modernidad o post-modernidad, se le quitará todo aquello, que rebajaba al hombre en su dignidad. El mundo de las apariencias y la vanidad desaparecerán, para dar paso a la saludable autenticidad y al pensamiento original. Los autores y pensadores de la humanidad, que se han mantenido ignorados y olvidados echarán a volar sus ideas a los cuatro vientos, para que cada cual tome de ellas aquello que necesite para su proyecto de vida. Es cierto, que todo cambio genera resistencia, pero la resistencia al cambio irá cediendo terreno a medida que aparecen los resultados, y a más resultados, más entusiasmo y motivación, y así sucesivamente hasta conformar una marcha realmente humana en la búsqueda de su auténtico destino, destino que le ha sido esquivo a través de la historia, porque los "intentos" que se hicieron para lograrlo estaban viciados de antemano, como es querer cambiar el mundo sin cambiar antes al hombre, luego, los intentos se dieron pero los resultados fueron efímeros, por eso ahora se trata de hacer las cosas correctamente.
Cuando el hombre piensa diferente y positivamente, cambia todo lo demás, incluso las instituciones que el hombre en su dimensión social ha creado para llevar a cabo una sana convivencia, entre ellas está el Estado, del cual es preocupante su legitimidad. En la búsqueda de la legitimidad del Estado, la educación juega un papel primordial. No se logra legitimar el Estado, cuando es regido por un contrato social (Constitución), si existe un elevado margen de injusticia, si ese Estado no llega a todas partes, si existen vacíos de poder, si existen sub-estados dentro del Estado. El Estado, el País, la Nación, el gobierno y la democracia son viables, siempre y cuando, beneficien y sirvan a los intereses comunes de la mayoría de la población. La democracia existente en gran cantidad de países, concretamente en los llamados países del tercer mundo, no pasa de ser un remedo de democracia, una falacia; no es democracia porque las grandes decisiones sobre el destino de estos pueblos las toman entes internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y lo que hacen los respectivos gobiernos es implementar y aplicar dichos postulados, que en la gran mayoría de los casos son de tipo económico, sin importar las consecuencias a corto, mediano o largo plazo; acentuando de esta manera el neo-colonialismo, que caracteriza las relaciones internacionales actuales, entre países del primer y tercer mundo.
El Estado, el País, la Nación y el gobierno adquirirán su razón de ser, cuando se ocupen de las diversas problemáticas que existen, pues, son democracias que se caracterizan por ser representativas y, en estas típicas democracias del tercer mundo, se presentan situaciones que en nada favorecen a la verdadera democracia. La primera, es el clientelismo o la compra de votos; la segunda, es que como es representativa en la praxis, después de que el elector sufraga y elige, no queda un vínculo con el elegido, luego, no le puede hacer un seguimiento a su desempeño público, mucho menos, exigirle el cumplimiento de su plataforma programática porque no existen los mecanismos ágiles y eficientes para ello. Superar lo anterior, y que se opte por soluciones reales en el tiempo y el espacio, y la inmensa mayoría de la gente participe así sea sólo con su voto, y cada uno se sienta parte activa de la Nación, dejando de antemano la actitud de masa ignorada que los ha caracterizado en los últimos tiempos.
En otro aparte, relacionaba los problemas que padecen la gran mayoría de las naciones actuales y era difícil establecer las causas de dichos problemas, especialmente, porque un problema se convierte en causa de otros y así sucesivamente. Este es el caso de la legitimidad del Estado y la correspondiente gobernabilidad. Podríamos enunciar varias causas: una, que a dicha sociedad se le ha impuesto un modelo de Estado; en este caso el sistema democrático, que no aviene con su tradición, con sus instituciones básicas, con su credo y por lo tanto no es funcional. La segunda, es que dicha nación, concretamente el pueblo, tiene la clara percepción, que este Estado no cumple sus funciones de regulador de la vida social en general; este Estado funciona amparado en una Constitución, en muchos de los casos bien elaborada pero que no se cumple, y si el Estado no cumple su función por diversas circunstancias, en ese momento, se producen vacíos de poder y por lo tanto no existe plena gobernabilidad, quedando los espacios para que otros entes entren a operar y reemplazar al Estado empeorando la situación existente.
Lo anterior, sucede con más frecuencia, cuando por la compleja problemática social la gente no aprecia la presencia del Estado (ausencia total), y constata que sus problemas no tienen solución, generándose una falta de sentido de pertenencia con el establecimiento y las instituciones en general, junto con la sensación de que a nadie le interesa sus asuntos. Una tercera causa, se deriva de las anteriores y consiste en que como el Estado no hace presencia activa, la gente no valora su función y por lo tanto se auto-margina de los procesos electorales, produciendo una alta abstención, fenómeno que va a generar otros problemas como la corrupción administrativa, falta de control político, porque no existe participación ciudadana a pesar de que la constitución y la ley la contempla, (participación ciudadana que no existe, tal vez, por la falta de cultura política ya que la gente no está acostumbrada a intervenir en procesos democráticos, ni a tomar parte en las decisiones sobre asuntos que les conciernen directamente) pues tienen la mentalidad de que quienes gobiernan son siempre los mismos con las mismas acciones, dejando pasar así una gran oportunidad de apersonarse de la situación, que por antonomasia les corresponde ser los primeros interesados en que las cosas se hagan bien. La solución a esta problemática estructural se logra si se crea organizadamente la sociedad civil, de tal manera que ésta haga un control político directo, erradicando de esta forma la corrupción a nivel público y privado.
Resumiendo, decimos que en los procesos democráticos si no existe la cultura ciudadana y democrática, los procesos son imperfectos, los problemas por lo tanto persisten; el Estado es inoperante, los problemas básicos no encuentran solución, y además se acentúan, y en forma interminable una cosa lleva a la otra, es decir, un problema se convierte en causa de otros. Frente a las amenazas y situaciones de hecho que atentan contra la paz mundial, no existe una opinión pública universal organizada, las voces de protestas que se oyen son ínfimas y aisladas, y la inmensa mayoría de la humanidad permanece en un silencio tétrico y cómplice, no sólo en cuanto a seguridad se refiere, sino en lo relacionado a todos los demás aspectos que le interesan al hombre. Los gobiernos, orientados por la filosofía positiva-capitalista, son sociedades anónimas de capital humano, con la función exclusiva de manifestar aspectos diversos de una fatalidad histórica que raya en la demencia y nos conduce, así como están las cosas, hacia un suicidio colectivo.
El frágil sistema democrático, invocado por aqueos y troyanos, no es garantía de justicia, equidad e igualdad. A este sistema lo han casado con el insaciable capitalismo, pues, pareciera que la democracia fuera una simple consecuencia lógica del capitalismo, y el capitalismo como hace con todo lo que toca, la pone a su servicio. El gran capitalismo, contradice en esencia al sistema democrático, el capitalismo salvaje lo echa abajo. Pareciera que finalmente, el capitalismo cambiara los ideales democráticos y palabras más, palabras menos, quedara así: en lugar de igualdad y justicia para todos, dijera: miseria e injusticia para la gran mayoría. Las tendencias mundiales actuales le permiten al capitalismo influir y controlar la vida de las personas en todas las dimensiones o aspectos, cosa que antes no lo podía hacer. El capitalismo y su economía de libre mercado, fruto de la creación del hombre, lo ha invadido todo; un capitalismo que fácilmente se puede identificar con la gran bestia de que habla el Apocalipsis, pues, no deja nada al azar para seguir teniendo la hegemonía y seguir sumiendo en la miseria a miles de millones de seres humanos alrededor del mundo.
Las opciones propiamente democráticas, concretamente, en los países que el primer mundo no les ha permitido desarrollarse y en lo que concierne a la implementación de políticas que favorezcan a las grandes mayorías, dejan muchas dudas; pues a finales del siglo XX, se ha venido imponiendo la moda de los candidatos independientes en los ambientes políticos, donde existen los sistemas democráticos. Estos candidatos enarbolan banderas, que en ese momento mueven multitudes, pero su plan de acción no deja de ser inmediatista y oportunista, que busca en términos muy generales convencer a un electorado para que vote pero que su propuesta de gobierno no va al fondo de las diversas situaciones que existen, convirtiéndose en un paliativo, que no resuelve agudos problemas de siempre. Dentro de los procesos democráticos, que se dan para escoger gobernantes de turno, la humanidad no se atreve a optar por lo nuevo, le tiene miedo al cambio, la resistencia al cambio es muy marcada; la gran masa de la población no ha evolucionado mentalmente desde hace muchos siglos y eso hace que no se exploren nuevas formas en el gobierno, en la economía, en la cultura, en la educación, en la religión e incluso en la filosofía. Las corrientes de pensamientos o la filosofía actual propiamente dicha, no se ha separado de las formas tradicionales de concebir la conducción de los pueblos. Dentro de la situación de crisis que caracteriza al mundo en este momento, una de dichas crisis y la más preocupante es la ausencia de nuevas formas o propuestas de gobierno, de convivencia entre los pueblos, propuestas o formas que tienen que pasar a convertirse en alternativas integrales que transformen al sistema económico capitalista que nos rige, ya que éste, influye y determina la vida del hombre de hoy.
6. El hombre cambia o perece.
A pesar de lo efímero e inútil, que pueda resultar hacer un intento por establecer una jerarquía de los problemas que más se dan en los países tercer mundistas, lo tengo que hacer, consciente de las limitaciones e imperfecciones en que pueda caer. Vuelvo a lo que dije en otra oportunidad: la causa de determinados problemas son las consecuencias de otros, perdiéndose así la posibilidad de un diagnóstico aterrizado sobre la situación irregular que se presenta en un momento determinado. Para mencionarlos, a manera de ejemplo, y en su respectivo orden: la falta de educación, de ciencia y tecnología, la pobreza, la sobrepoblación, la inflación y el desempleo, la falta de estructura organizativa e infraestructura económica, y la corrupción e inestabilidad política. Difícilmente, puedo tratar de examinar cada uno de los problemas anteriores a satisfacción. Pero empecemos diciendo, que una nueva concepción de la realidad en todas sus dimensiones es el punto de partida para afrontar dicha problemática.
Trataré de comenzar, a sabiendas de los vacíos que puedan quedar en el razonamiento y que de antemano acepto, pero que tiene doble propósito: el de abrir el debate al respecto. Podríamos enunciarlo de la siguiente manera: por falta de recursos no es posible que haya educación; sin recursos y sin educación no existe ciencia y tecnología; sin educación y, por ende, analfabetismo habrá explosión demográfica y sobrepoblación; sin estabilidad económica y redistribución de la riqueza habrá inflación, desempleo y seguirá existiendo como dice Jeffrey Sachs la trampa de la pobreza; también existirá falta de estructura organizativa e infraestructura económica, y la falta de educación y justicia social, generará otros males como la corrupción generalizada y la inestabilidad política. Pareciera, que la compleja problemática fuera un pulpo que atrapa al hombre y que éste entre más esfuerzos hace por liberarse, más prisionero e impotente se vuelve ante dicha situación, y que por cada tentáculo que lograra cortar le nacieran tres más al pulpo del laberinto de la problemática actual.
Sin obviar lo anterior, y, sin preocuparme si repito o no lo que he afirmado en otra parte de este escrito, en la base de todo problema a nivel personal, familiar, institucional y social está el modelo del hombre que queremos, y este modelo está directamente determinado y condicionado por su manera de pensar, y lo vuelvo a afirmar una vez más: si el hombre no cambia su manera de pensar, lo más seguro es que en lo fundamental no cambie nada. Yo pienso, que uno de los problemas que afecta al hombre actual es la falta de sueños, la falta de fe en sí mismo, de decidirse a hacer que las cosas pasen y no a esperar que las cosas pasen. Históricamente, se ha comprobado, que el hombre es tan imprevisible y tan polifacético que se puede adaptar a todo, puede transformar todo aquello que desee, desafortunadamente también es un hecho, que el hombre se acostumbra a todo, incluso a vivir mal, o lo que es peor, se vuelve sordo y ciego, no es capaz de darse cuenta, que sus hermanos sufren elementales necesidades y por lo cual no se inmuta. Podríamos decirlo de otra manera, pareciera que el hombre de hoy sufriera de demencia senil, y en la demencia senil, al paciente le suceden dos cosas: una, no sabe que está enfermo, es decir, loco; dos, cree firmemente que está sano, es decir, cuerdo. El hombre actual, sufre de demencia senil y, por lo tanto, le suceden las dos situaciones anteriores. Es así, que el hombre de hoy, en la etapa terminal de su enfermedad o demencia senil, tiene dos alternativas: la primera, seguir así, hasta su defunción o extinción, y la segunda, reaccionar, tomar conciencia de su situación y decidirse a reorientar su vida pensando de otra manera, para convertirse en otro hombre, en un hombre nuevo, capaz de agarrar las riendas de su vida en sus manos, independientemente de los condicionamientos y alienaciones a que ha sido sometido a través de la historia. En ese replanteamiento de su vida, el hombre aprovecha para transformar todo aquello que de una u otra manera ha hecho de su inhumana existencia, una forma de vida. Lo anterior, porque el hombre de hoy, puede estar convencido que el disfraz de la locura es sabiduría, sin sospechar que lo que cree que es real está siendo pensado de un modo incoherente, es decir, la sofística es el pan de cada día en nuestra cotidianidad; pues vivimos en un régimen inquisitorial y dogmático, donde no hay espacio para la dialéctica ni para la diferencia, y a quién piensa diferente no se le condena ya a la hoguera, sino al desprecio acompañado de risas y si queda un poco de humanidad, este hombre inspirará piedad. Entonces, no queda otro camino sino que nosotros mismos nos transformemos, en el seno de nuestra conciencia, en lo más profundo de nuestro ser, en algo distinto de lo que somos ahora.
Lo que sigue a continuación, es para querer decir con otras palabras lo que he venido expresando a través de este escrito: si el hombre quiere pensar de otra manera, tal vez necesite ampliar su nivel de conciencia, abrir una serie de puertas desde el interior para ayudarse a sí mismo y a los demás. Tal vez requiera ascender un escalón más en su evolución y perfeccionamiento para que su vida adquiera otra dimensión, otro rumbo, otro sentido, y en esa conversión se sienta más a gusto consigo mismo y sea capaz de vivir en función de los demás. Por último, es probable que despierte de ese sueño casi eterno en que ha permanecido, y del cual sólo unos pocos han podido hacerse cuerdos, y dándose cuenta de esa realidad inhumana anterior, decida, de una vez para siempre, superar los siglos y las situaciones de lógica locura que lo caracterizaron por tanto tiempo, y que es la única manera de explicar la realidad que vivimos hoy. Para nadie es un secreto que a través de la historia, el hombre ha constatado que algo le hace falta, y, este siglo XXI es el apropiado para que él encuentre la solución a esta incógnita; por ejemplo: ¿abrir una puerta que está oculta? ¿atravesar una puerta? ¿abrirse a otra dimensión sin necesidad de recurrir a rituales, métodos o prácticas religiosas inalcanzables? En este momento la respuesta a lo anterior es incierta, la única certeza es que ese hombre no puede ignorarse por más tiempo, requiere salir del estado de locura en que se encuentra para que su existencia adquiera un sentido realmente humano, haciendo uso adecuado de su potencial racional de que está implementado, de tal manera que muestre con obras buenas para que está en este universo en el día de hoy. Ese paso, esa decisión, esa proyección la tiene que iniciar antes de que sea demasiado tarde. El hombre de hoy no tiene, prácticamente, otra alternativa. Como dice un amigo mío: necesita lanzarse a la piscina, tenga agua o no tenga, pero lanzarse.
Los derechos consagrados de supervivencia del hombre en la mayoría de las Constituciones no se pueden convertir en letra muerta. No se puede ignorar por más tiempo el silencio de los pobres, de los excluidos, de los desheredados, de los que no tienen voz, el silencio del hombre masa, el silencio del desechable social, el silencio del analfabeta que no sabe hablar, el silencio del enfermo agonizante cuya voz son balbuceos, el silencio del hambriento que no tiene fuerzas para modular palabra alguna. La humanidad actual, no se puede apropiar el derecho de decidir que es bueno y que es malo en lo referente al modelo de tolerancia, de que unos pocos tengan derechos y la gran mayoría no. El silencio de los que no tienen voz es una clara injusticia o crimen que clama al cielo como la sangre de Abel. El hombre de hoy necesita que todos sus hermanos estén sentados a la mesa y que no existan ni Epulones, ni Lazaros.
La existencia y felicidad del hombre no será completa, ni tendrá fundamento, en cuanto no se solucione la problemática social de las grandes distancias económicas y las grandes marginaciones. Un imperativo moral es salir adelante en el desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida integral para todos los hombres del mundo. Decíamos, anteriormente, que hacer un diagnóstico exhaustivo de la situación del hombre actual era casi imposible, por diversos motivos. Existen dos premisas que no las podemos ignorar o pasar por alto. La primera, es que la humanidad se encuentra en una situación problemática muy compleja. La segunda, es que existe la necesidad de enfrentar dicha problemática de otra manera tal como se ha venido tratando a través de la historia. Si los "valores", que existen en este momento, en parte inspirados por la estrategia capitalista, nos presentan un panorama desolador, a excepción de unos pocos privilegiados, eso significa que no son los más adecuados. Necesitamos una nueva filosofía de la vida, que guíe la acción del hombre, que motive la acción del hombre en todos los aspectos, en todas las dimensiones. Si como estrategia y alternativa de solución, no hacemos uso de un nuevo humanismo, que responda a los grandes anhelos del hombre de hoy, estamos condenados a repetir la historia con todas las equivocaciones de que ha sido víctima.
El trasegar del hombre en la historia no ha dejado de ser deshumanizante, pues pareciera por momentos que dicho hombre fuera la criatura más cruel y despiadada que existe sobre la tierra. A veces en su sentir, en sus motivaciones, en sus acciones y en sus omisiones que dejan mucho que desear pareciera confirmar lo anterior…
La brecha que existe entre países ricos y pobres, (además de la injusticia que eso genera) últimamente, está propiciando una migración y fuga de cerebros. La dinámica de la historia es irreversible. La miseria, el hambre, la pobreza, las enfermedades y el desempleo que caracterizan a los países subdesarrollados hace que se presenten fenómenos como la emigración hacia los países del primer mundo. Estos emigrantes en términos muy generales llegan a tales metrópolis a realizar el trabajo desagradable que no quieren hacer los respectivos naturales del país. Paralelo a la problemática anterior, se da lo que se ha llamado la fuga de cerebros, debido a que en los países subdesarrollados, con un alto índice de desempleo, no existen ni los recursos, ni la infraestructura para la alta investigación, luego, las personas mejor preparadas son seducidas por elevados sueldos, que sólo los pueden pagar las multinacionales que están en capacidad de invertir en la base del desarrollo actual, que es la ciencia. Entonces, la gente más preparada se va de sus respectivos países, donde realmente existen las necesidades y donde su aporte sería determinante para el progreso de su nación.
La poca socialización de la medicina por razones de miseria, pobreza y situaciones económicas básicas es otro aspecto que vale la pena mencionar. Las situaciones endémicas a causa de la pobreza, la falta de educación y cultura. La miseria generalizada hace que la bendición de la medicina no llegue a todos los rincones de la tierra. En el siglo XXI, donde la medicina ha alcanzado un alto nivel de desarrollo, sus beneficios no son universales, pues el alto costo de los mismos hace que una gran masa de la población mundial no tenga acceso a la medicina, ni siquiera a la medicina preventiva. Los factores que impiden lo anterior, son numerosos y variables, empezando por el más fuerte, como es la falta de hábitos de higiene en primera instancia y segundo, la poca cultura al respecto, como es la de consultar al médico donde es posible hacerlo. La medicina, como una conquista del hombre no está al servicio de toda la humanidad porque existen impedimentos de todo orden. La poca socialización de la medicina es tan obvia, que sus beneficios se ven opacados hasta por concepciones de carácter religioso. El concepto de pobreza, es tal vez, más amplio de lo que parece a simple vista: aparece como una gran variable que condiciona y determina la vida de los hombres, que según su ausencia o presencia los hace felices o desgraciados. La distribución equitativa de los bienes de salud hace que determinada sociedad vea favorecida su dignidad según el goce de estos beneficios.
El anhelo de la humanidad mil veces aplazado y el cual ha ocasionado no pocos desvelos en la historia humana, no se puede dejar de lado y es sobre la guerra y la paz. Este esfuerzo, este ensayo, aunque sencillo e imperfecto, lo sería mucho más si no hablara de la guerra y la paz. De la guerra ya he hecho mención en el sentido de que han sido las épocas en que la humanidad ha recurrido a ella (irresponsablemente, con una alta dosis de locura colectiva) y que como consecuencia, sólo han quedado huérfanos, viudas, lutos y una serie de heridas y secuelas que no sanan y además con el paso del tiempo crea una insensibilidad social al respecto, olvidando los horrores sufridos por los errores de la humanidad, ya sea por acción o por omisión. El hombre, como un ser complejo y desconocido para sí mismo, frecuentemente ha recurrido al flagelo de la guerra. Guerras que no han traído nada bueno en comparación con el inmenso desastre que ocasionan. En los países y a nivel mundial, donde existe dicho esperpento se da por causas complejas (de todas maneras no justificables), como la injusticia en cualquiera de sus formas y el deseo de poder. El deseo de poder y de dominio sobre los demás hombres, es el más explícito como causa de las conflagraciones que existen y han existido. Las dos guerras mundiales dejaron heridas que aún sangran. Por esta época, es probable que estemos en la tercera, cuyo comienzo se dio con el fin de la guerra fría y el inicio de la guerra del golfo Pérsico. De aquella fecha para acá, ha venido evolucionando y casi imperceptiblemente se han ido alineando los contendores. En este momento, existe una lucha sin cuartel contra el terrorismo, pero a esa escaramuza, si le agregamos unos ingredientes de fanatismo religioso y cultural, junto con un despertar de atávicos odios y le mezclamos una serie de intereses complejos, ambiciones descomunales y deseos de mesianismos, el deseo de poder y hegemonía, la pasión por dominar y aplastar a los demás hombres, todo lo anterior hace, que si no se toma en serio dicha potencial problemática al cabo de unos pocos años estaremos hablando de un enfrentamiento bélico entre occidente y oriente. La difícil situación de la antigua Mesopotamia, Palestina-Israel, Afganistán, es de sumo cuidado, y si no se le pone la debida atención, la humanidad nuevamente se verá abocada a una conflagración mundial sin precedentes en la historia. En India, China, Indonesia, Mongolia, Corea del Norte, las estepas rusas, las nacientes repúblicas de la Ex – Unión soviética, la misma Rusia, por la situación socio-política por la que atraviesa, y por el hambre y la pobreza que sufren, estas grandes masas de población van a salir a buscar el alimento y las posibilidades de supervivencia donde se encuentren, es decir, en Europa; por lo tanto, potencialmente, la situación es preocupante y los líderes del mundo no quieren ver el peligro a que están sometiendo cada uno de sus hemisferios, y el resto del mundo. En el trasegar de la humanidad, en la historia de los pueblos, lo hemos enunciado anteriormente, de una u otra forma, se han turnado la hegemonía de unos sobre otros. En este momento el gran imperio EEUU, pero detrás de los EEUU están haciendo cola varios países para asumir ese papel y por lo tanto repetir la historia. Es cierto que en la época actual, lo decíamos, un pueblo difícilmente somete a otro por las armas. No tiene necesidad de hacerlo, pues, existen otros medios más sutiles y más efectivos, como es por ejemplo el aspecto económico. Ese aspecto económico, llámese sistema capitalista, que encarnado y en perfecta simbiosis con las democracias modernas, domina el mundo en las cabezas visibles de los países de Europa occidental (Unión europea), y especialmente, los EEUU. Los EEUU se comportan como un gran imperio, para bien o para mal? En este momento nada escapa a su influencia. Su bandera de lucha es una filantropía conmovedora, pero detrás de toda esa campaña publicitaria, están los sagrados negocios y en función de proteger el capital de sus nacionales, despliega su descomunal política exterior, gústele a quien le guste, favorezca o no favorezca, total, es el imperio y en este momento el imperio y sus aliados no tiene rival declarado. Lo que es importante en este momento es que el capitalismo se expanda y las ganancias de las empresas multinacionales sean cada día más, sin importar que suma en la miseria al resto de la humanidad. Teniendo en cuenta, lo inmediatamente anterior, podrá haber paz?
La paz es el gran anhelo de todo hombre, de todo hogar y, por ende, de toda sociedad civilizada. El hombre ha guerreado desde que se conoce, pero le llegó la hora de replantear muchas cosas que han sido su vida en la historia. La paz personal, familiar, social, nacional y mundial es uno de los más caros ideales y grandes retos que este hombre nuevo necesita asumir para llevar a cabo, porque es la única manera de asegurar la supervivencia del hombre con vida digna para todos. Anteriormente mencionaba la probabilidad de una nueva confrontación mundial y que posiblemente será la última, porque este planeta no resiste una guerra más y concretamente, en cuanto a la vida se refiere. Muy claro está para la humanidad, que con los arsenales nucleares que existen en este momento se destruye por completo toda forma de vida en este planeta. Está demostrado en cifras, que con el presupuesto que se dedica para la carrera armamentista se erradicaría la pobreza, el hambre y las enfermedades en el mundo entero. Pero el hombre como ser egoísta que es, y que se ha caracterizado por ello, no lo quiere entender, mucho menos lo quiere aceptar, tampoco lo quiere llevar a cabo. Mientras exista alguna huella de injusticia como pobreza, hambre, enfermedades, epidemias, muerte prematura en los niños, ignorancia, desplazados, alienados, excluidos y desposeídos, alrededor del mundo, no podrá haber paz para un hombre normal, porque la paz no es la muerte del otro, sino la vida con dignidad para todos. La solución la tiene el hombre, porque es ese hombre el que, de una manera u otra, ha creado dicha situación denigrante para la especie humana y lo que requiere de forma inmediata es hacer un replanteamiento social, económico y político que conduzca a una transformación de la realidad para bien de todos sin excepción.
En la situación en que se encuentra el mundo, no todo es malo, ni más faltaba, y una de las tantas excepciones es el deporte, que si, el deporte tuviera más difusión, más recursos, su promoción fuera más democrática, existirían muchos más beneficios, es por eso que me atrevo a decir una palabra sobre el deporte. El deporte es y será algo benéfico para la humanidad. El deporte aparece como una de las pruebas más evidentes de que el hombre si puede funcionar honradamente, y su acción, si puede estar guiada, enmarcada, por justos y nobles ideales. Es así, que en el deporte se conjugan una serie de valores que de hecho la sociedad los exige pero no los practica.
A pesar de lo anterior, el deporte no escapa a los tentáculos de la dinámica capitalista, y a través de él se mueven grandes sumas de dinero, convirtiendo a jóvenes en héroes o villanos según su desempeño en la cancha, para hacerlos ídolos de las juventudes o masas, ídolos con pies de barro, porque fuera de sus fortalezas y cualidades deportivas, no están adornados con valores dignos de emular. Pero, para la gran masa de la juventud en su honda despersonalización, le es indiferente que tanto cantantes como deportistas, no sean hombres cabales, con dechado de virtudes; basta que sobresalgan en algo, se destaquen un poco en el gran océano de la mediocridad, para tenerlos como dioses, objetos de adoración. En el fenómeno anterior, cumplen su misión a cabalidad los medios masivos de alienación mental. El deporte, especialmente el fútbol y la música, naturalmente el rock, en cualquiera de sus variantes, se han posicionado en algo así como un culto, una nueva religión para la humanidad y concretamente para la juventud. Una especie de religión, donde pueden converger los seres humanos sin importar las innumerables diferencias que los puedan separar. En un fenómeno sociológico, como el deporte, se prueba una vez más que los hombres si se pueden poner de acuerdo a pesar de todo, cuando así lo desean. Si nos atuviéramos a lo que se dijo alguna vez, que la religión era "el opio del pueblo", hoy por hoy, me atrevo a hacer dicha afirmación, pero refiriéndome al deporte.
El deporte se ha convertido en el opio del pueblo, especialmente, para la juventud, y en sí para todas las edades, y los gobiernos saben muy bien esto, ya que dicha actividad les garantiza un clima de conformismo, despersonalización y fácil manejo de las grandes masas amorfas. Los jóvenes, adictos al espectáculo del deporte, encuentran en él un espacio ideal para desahogar sus pasiones, su adrenalina, sus fobias, sus aberraciones, sus temores, sus angustias, sus impotencias y la falta de identidad que caracteriza su existencia. Sin desmeritar, en ningún momento, lo que representa el deporte para el hombre de hoy, es y seguirá siendo lo que ya dije anteriormente: un espacio que convoca, une, pone de acuerdo a inmensas voluntades en aras de un bien común. Los valores y la disciplina que encarna la actividad deportiva, factiblemente, se pueden hacer realidad en el diario transcurrir de la sociedad actual, y dicha sociedad sería más humana, más justa.
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