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La misión del hombre actual (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

1. El hombre se olvidó de sí mismo y se volcó a conquistar el mundo exterior.

El tiempo se ha detenido. La humanidad en su conjunto quiere dejar el egoísmo milenario que la ha caracterizado y, sin apasionamiento alguno, desea reflexionar sobre todo aquello que más le convenga al hombre como especie y como ser. El proceso para llegar a este punto crucial ha sido tortuoso y difícil, millones de seres humanos han perecido víctimas de su propia intolerancia o de la de otros. Cuando el hombre por fin parece que ha madurado, y ha constatado que con la violencia y la guerra no logra nada, decide detenerse a reflexionar; hoy está dispuesto a repensar la historia de la humanidad que en su diario transcurrir ha dejado sembrado de cadáveres los campos y ciudades del mundo. Los males que la humanidad ha padecido, han sido más fruto de su loco proceder que de la fatalidad histórica. Concierne al hombre de hoy ubicarse existencialmente, con sus fortalezas y carencias, asumir el destino histórico que le corresponde, como es empezar a construir una nueva familia, una nueva sociedad, un nuevo hombre que responda a su genuina autenticidad y se le valore por lo que de verdad es y no por lo que alguien se imaginó que podría o debería ser o llegar a ser.

La compleja y confusa historia de la humanidad, sólo ha dejado perdedores, ha dejado oprimidos y opresores, explotados y explotadores, ricos y pobres, satisfechos y hambrientos, poseedores y desposeídos, alienadores y alienados, hombres con "dignidad" humana y hombres sin dignidad, pero al fin y al cabo solo existen perdedores, perdedores porque el otro, el hermano, el que está al lado carece de todo, y con su presencia silente cuestiona la encumbrada humanidad de las élites políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas. La historia de la cultura de la humanidad está plagada de errores y de egoísmo. Los sistemas económicos, sociales, políticos y religiosos han obedecido más a intereses oscuros que a servir de faros para esta humanidad confundida y extraviada. Si fuera lo contrario, seguro que yo no estuviera escribiendo estas letras. Los críticos de diferentes disciplinas, no han llegado al consenso de qué tiene más validez, si los escritos que agradan a muchos o aquellos que a no pocos molestan. No me atrevo a atribuirme ninguno de los dos méritos, porque si intentara hacerlo caería en el limbo del dilema. No han sido pocas las disyuntivas existenciales que el hombre ha tenido que afrontar. Siempre una porción de la humanidad se embarca en tal o cual proyecto, de manera errónea o equivocada. La gloria de unos pocos países se ve opacada por la miseria de la gran mayoría. La ciencia y la técnica se han desarrollado hasta niveles fantásticos y no por eso la humanidad más vulnerable ha dejado de sufrir. Este hombre carece de buena memoria, olvida fácilmente la experiencia de tiempos pasados y vuelve a caer en los mismos errores. Donde se construyeron grandes imperios, con el sudor y la miseria de los pobres, las ruinas imponentes son testigos del absurdo de dicho proceder. Los grandes países que hoy se ven florecientes, lo son a costa de los más pobres y miserables del planeta. El sistema económico capitalista es un monstruo insatisfecho que devora a sus más fieles súbditos y terminará por devorarse a sí mismo. La motivación que guía, impulsa y mueve al mundo pareciera ser el deseo de poder, el poder para aplastar al otro; en fin, los grandes pensadores no se han puesto de acuerdo al respecto.

Las desigualdades de todo orden, que reinan en el mundo, hacen que la humanidad no haya progresado, los efímeros logros que ha alcanzado no compensan los grandes esfuerzos y sacrificios que se han hecho, especialmente, en vidas humanas. Para nadie es un secreto que, hoy por hoy, la humanidad se encuentra desorientada, que quienes se hacen llamar líderes no están en capacidad de lograr un consenso en como dirigir los destinos del planeta. Los sistemas políticos, como por ejemplo la democracia, se quedan cortos en la solución de los problemas elementales, como es, lograr una vida digna para todos, pues dicho sistema está de parapeto de algo que en principio es injusto por naturaleza, como es el sistema económico capitalista y sus variantes.

Las estructuras escatológicas que han guiado a la humanidad, lo que han hecho entre otras cosas es confundir más al hombre, porque, de una u otra forma, asumen una concepción parcial o desfigurada del hombre, que ha justificado injusticias irremediables y perdurables. La humanidad, durante mucho tiempo, ha aparecido como resignada ante tantas visiones inapropiadas de ver el mundo, la sociedad y el hombre. Por épocas muy largas, el hombre se ha sumido en un sopor, un dopaje que le hace olvidar lo grande que es. Por épocas parece que los fatalistas tuvieran razón sobre el destino de la raza humana, en el sentido de que es una especie condenada irremediablemente a la extinción.

Cuando un pueblo dedica gran parte de sus esfuerzos a la producción de armas, en lugar de saciar el hambre de millones de seres humanos en el mundo, no sabemos como catalogarlo, si como demente o como irracional. La superproducción de armas, ciencia y tecnología, la explotación irracional de los recursos renovables ha puesto al planeta al borde del colapso. La desaparición progresiva de innumerables especies de flora y fauna, el deterioro sistemático de ecosistemas, la tala indiscriminada de millones de hectáreas de bosques, hace que la vida y la especie humana en este planeta esté en peligro. A lo anterior, se suma el exceso de contaminación en todos los niveles, pues crea situaciones de máximo riesgo y consecuencias incontrolables.

El sistema capitalista, en su loca carrera contra el tiempo, ha hecho que se saqueen los recursos naturales y en su afán de lucro, usura y opulencia ha arrasado continentes enteros junto con todo lo que contienen. La avaricia, la ambición y el deseo de acumulación de bienes, más de los que realmente necesita en su diario vivir, ha hecho del hombre un ser insatisfecho consigo mismo, con más ansias de poder y dominio que en todas las épocas anteriores, pero su vida sigue siendo aún más miserable, porque este hombre en su loco frenesí hace rato que confundió el ser con el tener, y se ha dedicado a acumular y arrebatarle a los demás mucho más de lo que humanamente necesita para vivir. En los últimos siglos, lo que más ha empeorado la situación del hombre en el mundo es su inhumanidad creciente y permanente. El sistema económico ha venido primando sobre las instituciones sociales y políticas, hasta tal punto que ningún cambio se da si no está en función de la marcha de la economía. Los ideales más sublimes de la humanidad se dejan de lado si riñen con la acumulación de riquezas o va en contra de los dogmas del post-capitalismo. La filosofía del goce, del disfrute, del libertinaje y en pocas palabras el hedonismo reinante, ha corrompido hasta los tuétanos absolutamente todo. El hombre de hoy es un simple títere de una sociedad de consumo acéfala, ciega y que todo lo infecta, lo inunda y lo devora. A comienzos de este siglo XXI, podemos afirmar, que lo que más se ha desfigurado y no se ha perfeccionado ni evolucionado son los grandes sistemas religiosos, pues para nadie es un secreto que dichos credos o dogmas religiosos, perduran en el inconsciente colectivo y han determinado todo cuanto nos atañe en el día de hoy. La influencia que han ejercido los grandes sistemas religiosos nadie la puede negar. Históricamente, está comprobado que hubo épocas que no se caía la hoja de un árbol sin el visto bueno de los líderes religiosos. Es cierto que la caótica situación por la que atraviesa el mundo ameritaría un diagnóstico exhaustivo, pero este diagnóstico es casi imposible de realizar por lo complejo de la situación, no obstante, alguien se atrevería a hacerlo, pero de antemano dicho proceso estaría viciado, pues se efectuaría desde un enfoque específico y por ende, recortado o parcializado. Me atrevo a decir, que existe un consenso y es este: la compleja problemática que padece la humanidad de hoy es un hecho. Las soluciones propuestas son tan numerosas e incompletas como pensadores se ocupan de ello.

Humanamente, está demostrado que la virtud de la humildad es más invocada que practicada, y la ley de la imposición ronda inexorable por todas las latitudes. El hombre actual, con sus respectivas edades, no promete cambio alguno: por ejemplo, las personas maduras están preocupadas por mantener su status quo, los niños y los adultos mayores no cuentan, y la promesa que debiera ser la juventud, no aporta nada porque está inmersa en la vanidad, la diversión y la absoluta indiferencia. Pareciera ser que algo tan importante y crucial como es buscarle salida a esta caótica situación no fuera responsabilidad o competencia de todos. Para nadie es un misterio que las grandes decisiones sobre el destino del mundo siempre las han tomado unos pocos "iluminados". En el régimen político de la democracia con sus virtudes y defectos promete mucho a los pueblos de la tierra pero, a la hora de la verdad, todo se queda en el papel, concretamente en las sociedades catalogadas como subdesarrolladas. Dicho régimen es defendido sin vacilación por la inmensa mayoría. Hay que tener en cuenta que este sistema ha sido superpuesto sobre estructuras sociales y económicas, que en un momento dado de la historia se quisieron cambiar pero que a la fecha siguen intactas con otros nombres y los mismos modus operandi. Es así, que la injusticia institucionalizada y, especialmente, la injusticia social reina campante y sonante en todas partes. La ciencia y la tecnología que han avanzado hasta niveles nunca vistos no benefician a la gran mayoría de la humanidad, concretamente la medicina, ya que enfermedades y epidemias de siglos pasados, y que ya se les ha encontrado cura, siguen haciendo estragos en la humanidad, sobre todo entre las naciones más pobres. El abismo que separa los países ricos de los países pobres es infranqueable y la ventaja que en todo aspecto tienen los países desarrollados sobre los subdesarrollados es inalcanzable. El crimen de la deuda externa contraída por los países subdesarrollados es impagable y está estrangulando las débiles economías tercermundistas. Complementando las ideas anteriores, podemos afirmar que, hoy existe más que nunca un neocolonialismo en todos los órdenes, presente y actuante en los países del orbe, especialmente, en el tercer mundo. La filantropía ha sido prácticamente extirpada del corazón del hombre, en cambio, hoy reina la famosa, triste y célebre sentencia hobbiana " el hombre es un lobo para el hombre".

El hombre, en su insaciable búsqueda de la felicidad, lo que a veces ha logrado es ser víctima o victimario. La felicidad para el hombre y su búsqueda es un proyecto existencial y vigente. Pero ese hombre, desde la época de los griegos, se olvidó de sí mismo y se volcó a conquistar el mundo exterior, creyendo que poseyéndolo todo iba a ser más feliz. Es así, que la humanidad ha tratado de avanzar hacia su perfección, perfección o ideales que en términos reales no lo son. Los paradigmas que existieron y aún perduran, responden a una concepción distorsionada del hombre y que querámoslo o no, ha embarcado a la humanidad en catástrofes impresionantes, como la opresión de unos pueblos contra otros, el hambre, la ignorancia, las enfermedades, el tráfico de esclavos, y, hoy los modernos esclavos llamados obreros o asalariados.

Los totalitarismos de toda índole, ya sea económicos, políticos, sociales y religiosos han estado al orden del día, y no han hecho sino confundir más al hombre y dejarle a la humanidad heridas incurables. Pareciera, que el último totalitarismo que está de moda es la democracia, cuando al servicio del gran capital se impone sin misericordia y con todo el poder que da la superioridad armamentista sobre pueblos cuya tradición no ha sido propiamente el sistema democrático.

El deambular de la humanidad, de un lado para otro, está determinado por las modas o tendencias. La sociedad de consumo tan presente y tan actuante en el mundo de hoy, como simbiosis de presupuestos capitalistas, ha hecho de la vida del hombre un mercado que se vende al mejor postor y cambia como se modifica el clima o el ambiente en las latitudes donde existen las estaciones. La verdad y la mentira se han confundido en una sola realidad que el relativismo ético-moral campea orondo por todos los lados. Los medios masivos de comunicación social condicionan la manera de pensar, sentir y vivir, con modelos huecos y extraños, que en nada favorecen el crecimiento personal y el perfeccionamiento del hombre.

Cuando los griegos trataron de conocer el hombre, algunos conceptuaron que el fin del hombre era la felicidad, pero ese hombre, en un momento de la historia, empieza a identificarla con algo o a buscar la felicidad de manera errónea. Ya que la naturaleza no ha puesto ningún límite al perfeccionamiento de las facultades humanas, la perfectibilidad del hombre es infinita. Pero esa evolución del hombre hacia la perfección no ha sido proporcional en todos los campos o dimensiones relativos al hombre. El hombre, hace mucho tiempo, se volcó a conquistar el mundo exterior mediante la ciencia y la técnica, y se olvidó de sí mismo. Se fijó fines extraños y deshumanizantes. Hace mucho tiempo confundió el ser con el tener y el parecer, es decir, el ser con las apariencias; avance cultural y progreso con acumular, conquistar y destruir. En ese proceso de la humanidad llamado historia, la humanidad no ha avanzado, al contrario: marcha hacia el caos, marcha hacia la autodestrucción. Los líderes del mundo de las naciones poderosas piensan y creen que los grandes conflictos que existen en la actualidad se les ha de dar el mismo tratamiento de siempre, de la misma manera que históricamente se ha enfrentado dicha situación. Probado está, que tales soluciones no han sido las más adecuadas, pues si eso fuera verdad dichos problemas ya se hubieran erradicado definitivamente desde hace mucho tiempo.

A comienzos de este siglo XXI, ir en contra de la democracia es un suicidio, pues la democracia está de moda. No pretendo impugnar la democracia, sino enunciar algunos de sus defectos más escandalosos. Comencemos por decir que la democracia es incompleta hasta que el 80% del pueblo no participe en los procesos democráticos. La democracia no significa nada para quien no posee nada, está desempleado, sufre de enfermedades y de hambre, es analfabeta, alienado, excluido en una sociedad excluyente. Un sistema económico, cuyo dios es el dinero, es partidario de la democracia mientras que ésta trabaje para él. La verdadera democracia es directamente proporcional al nivel de vida de un pueblo. La verdadera democracia es directamente proporcional al nivel cultural y progreso de un pueblo. Decíamos anteriormente, que para un hombre desposeído, ignorado, excluido en toda su vida, la democracia o los valores democráticos no pasan de ser una falacia, una vil mentira, un cuento para engañar incautos, una estrategia diseñada y llevada a cabo por las élites económico-políticas, sociales, culturales y religiosas para mantener un status quo, que beneficia a unos pocos y mantiene en toda clase de miseria a la inmensa mayoría. Miseria que no la podemos reducir a la simple ausencia de pertenencias o propiedad privada, miseria en todo el sentido de la palabra y, especialmente, una de las más crueles: la ausencia de sueños. Muchedumbres hambrientas de valoración, de reconocimiento, de educación, de cultura, de un buen nombre, de ser tenidos en cuenta no sólo a la hora de votar. Las vicisitudes por las que atraviesa la gran masa de la población a nivel mundial son tan escalofriantes como los relatos más descarnados que hace Dante de su legendario infierno. La pobreza, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades son los crímenes más viles que esta "humanidad" desalmada se ha acostumbrado a observar y cometer. Los pobres de la tierra no tienen dolientes y los medios de comunicación social hacen excelentemente bien su trabajo, como: vender ideas extrañas, modelos foráneos, decirle a la inmensa población que todo está bien, para que sus amos sigan viviendo como reyes, como emperadores.

La profesión de periodista, tan sublime y noble en sus principios, la encarnan casi sin excepción seres que olvidan su genuina misión, y está integrada por mercenarios que se venden por una cucharada de lentejas, se conforman con co-existir en la opulencia, en la abundancia de las migajas que le botan los epulones poderosos de los gremios políticos y económicos que, tras bambalinas detentan el auténtico poder. Dichos comunicadores sociales, profetas y apologistas del statu quo, serviles por naturaleza, informadores por oficio, moldeadores y manipuladores de la conciencia ciudadana, según el decálogo del sistema capitalista y de la "todopoderosa sociedad de consumo" Las anteriores afirmaciones pueden parecer falsas o fuera de la realidad, pero amigo lector, Ud. que no come entero, hágase esta pregunta y se la responde honestamente: ¿a quiénes pertenecen los grandes medios de comunicación social como la televisión, la radio y la gran prensa?

Para terminar este aparte introduzco la siguiente apreciación: el oficio y función de los periodistas de ahora, y por ende, de la prensa es igual o más completa que lo que hacían los grandes pensadores u hombres de ciencia en y a finales de la edad media, es decir, lo que llegó a llamarse el "despotismo ilustrado". Enunciado de otra manera. La función que cumplen los medios masivos de alienación mental es al poder económico-político-social-cultural y religioso de hoy como el que cumplía lo que en aquella época llegó a denominarse despotismo ilustrado, es decir, personas de gran prestigio que ensalzaban el dominio económico-político-social-cultural y religioso, de sacerdotes, obispos, papas, nobles, reyes y emperadores. Cuando no es así, en Colombia por ejemplo, los periodistas son silenciados o asesinados.

Es al pueblo, y a nadie más que al pueblo, a quien le corresponde reaccionar, pero los domesticadores se han percatado muy bien de que las águilas domesticadas, no se den cuenta, jamás que son águilas.

El proceso de descubrimiento, conquista y periodo colonial, que sufrieron gran parte de los continentes, a excepción de Europa, dejó secuelas y heridas incurables de las cuales no se han recuperado estas latitudes. El proceso y movimiento emancipador posterior para alcanzar la independencia política de los pueblos que dependían de las metrópolis Europeas no llenó las expectativas creadas y su situación siguió prácticamente igual, y en muchos casos peor, que después de alcanzado dicho objetivo. Las democracias burguesas que instalaron los libertadores o la clase política criolla sigue siendo un remedo de la democracia. Razón, y de sobra, tenía el libertador Simón Bolívar cuando en el ocaso de su gloria terrenal exclamó "he arado en el mar", cuando vio que su magna obra libertaria se eclipsaba bajo el peso de la dura realidad, como era en aquella época la lucha de los partidos por el poder, olvidándose del pueblo, para y por el cual se había luchado. La historia, en el caso de Latinoamérica, durante los siglos XIX y XX, fue de revoluciones y contrarrevoluciones, y de fenómenos de neocolonialismo que han estrangulado su economía y sumido en la miseria a la gran masa de la población, países asfixiados por una deuda externa monstruosa y una corrupción incontrolable. Las demandas sociales de millones de seres no han sido satisfechas y su nivel de vida es tan bajo como en la edad media europea.

En Latinoamérica, después del proceso libertador, lo único que cambió fue la élite gobernante: en época de la colonia los reyes mandaban desde Europa con sus representantes en estas tierras, después de la independencia mandaron los criollos o élite criolla, gobernantes que, de una u otra forma, hacen lo que le indique la potencia de turno, luego, para el pueblo no cambió absolutamente nada. La libertad no significó, en el contexto real, un mejoramiento en el sistema de vida, es decir, el colonialismo se prolongó en el tiempo, incluso hasta nuestros días, situación que ha ido empeorando, pues lo que se pretende hacer desde el punto de vista socio-político, es condicionado y determinado por las connotaciones de carácter económico o de recursos.

Los países del tercer mundo siguen sufriendo el peso de una historia de privaciones y atropellos de toda índole, lo que antes era el fenómeno del esclavismo, a manera de ejemplo, ahora es el de los asalariados u obreros, con salarios de miseria o lo que es más cruel, sufriendo la epidemia del desempleo. Las reformas sociales y económicas no se han dado, la concentración del 90% de los recursos disponibles en menos de un 10% de la población, la pobreza absoluta alrededor del 60% de la población, hace que el llamado tercer mundo pareciera condenado por siempre a vivir en una eterna frustración. El atraso de los países del tercer mundo respecto de los países del llamado primer mundo, puede ser desde el punto de vista cronológico entre 80 y 120 años. El saqueo de toda clase de recursos naturales renovables y no renovables de que han sido objeto los países del tercer mundo, especialmente Latinoamérica, no ha parado desde 1492. Fue con los minerales preciosos robados a Latinoamérica que se financió el desarrollo del capitalismo moderno naciente en Europa, situación ésta que no ha sido reconocida ni por los victimarios ni por las víctimas. Es tanta la obnubilación a que nos ha sometido el primer mundo, que nos ufanamos y somos felices con nuestra miseria, atraso cultural y realidad en general. La humanidad y, especialmente, el primer mundo, que impávido ve sufrir al resto, no se percata que entre más hombres hayan insatisfechos en el planeta, más inhumanos son ellos, y en ese orden de ideas, al final no habrá ganadores y perdedores, solamente perdedores.

El sistema capitalista, como opción única y excluyente, amplía a diario la brecha entre ricos y pobres. Los sistemas sociales y políticos están al servicio del gran capital o sistema económico. Las relaciones de los medios de producción condicionan los procesos sociales, las normas y el funcionamiento de las instituciones. No se da ningún cambio a nivel social o político si no le conviene al sistema económico, si dicho cambio no garantiza la expansión del gran capital está condenado al fracaso. Pues la actividad económica ha influido y determinado tanto la vida del hombre que ni siquiera la dimensión religiosa ha escapado a su corrupta influencia. Los sistemas religiosos actuales están condicionados por el aspecto económico y, paralelo a su misión trascendente de iluminar la vida del hombre a través de la historia, se han convertido en un negocio más, en un gran negocio, mucho más ahora que en otros tiempos. Concretamente, el caso del cristianismo en cualquiera de sus vertientes, se comporta como un lucrativo negocio, casi sin excepción; de pronto con más énfasis, en las iglesias que surgen a partir de la reforma protestante.

Anteriormente mencionaba, que la humanidad de ahora está inmersa en el sistema capitalista, o lo que es lo mismo: el sistema capitalista ha influenciado todos los aspectos de la vida del hombre, especialmente, al hombre de hoy, ya que su estrategia metodológica o punta de lanza es la sociedad de consumo, que hace que todo gire alrededor de sus principios y postulados. La sociedad de consumo influye en todo, cosa que no lograría, si no existiera la actual filosofía de la vida que está de moda como es el hedonismo: es decir, "la búsqueda del placer por el placer" que es lo que se respira en cualquier parte del mundo. Es así que, la sociedad de consumo, auspiciada por el gran capitalismo, adopta el hedonismo como su estrategia de penetración y acción, seduciendo, especialmente, a niños y jóvenes, no con lo que a ellos les conviene, sino para hacerlos consumidores autómatas, condicionados, que no piensen y para quienes sus ideales están determinados por dicha sociedad de consumo; a partir de ahí, respaldada por un materialismo científico presente en la ciencia y la técnica, que ha convertido al hedonismo en filosofía de la vida para todos los hombres, especialmente, para los jóvenes que sedientos de placer, distracción y entretenimiento son sus víctimas predilectas a través de las modas, la música, el sexo, las drogas y el alcohol, sumiéndolos en el fenómeno del consumismo, pensando y decidiendo por ellos. Es así, que los jóvenes se convierten para la sociedad de consumo en la población más vulnerable y más fácil de manipular a partir de sus propios sentidos. Lo anterior, no sería grave, si no fuera porque es la niñez y la juventud la esperanza del futuro, un futuro que es ahora, porque en el mundo de hoy sucede así, pareciera que el tiempo y el espacio en su relatividad se contrajeran, es decir, el tiempo transcurre sicológicamente muy rápido; luego, es la juventud la predestinada, la elegida, por la fuerza de las circunstancias, en el mundo de hoy, aunque sea un pequeño segmento de esa juventud que piense, reaccione y se decida a actuar para colocar coto a la compleja situación que padece el mundo actual, pues es en ella donde radica el potencial cambio que la humanidad necesita. Teniendo en cuenta que, el sistema capitalista y el constitucionalismo demoliberal se han convertido en totalitarismos, a estos sistemas no les interesa en lo más mínimo que alguien piense y menos que sea capaz de cuestionar sus principios y postulados; ya en lo que va de historia, desde que tales modelos existen, han sumido a la humanidad en la miseria, en función de la opulencia de unos pocos.

No podemos reducir la función y la influencia de la sociedad de consumo a través de los medios masivos de alienación mental sólo a los jóvenes, también, esta sociedad de consumo manipula la manera de pensar y actuar de la población en general, de los niños y amas de casa, que valiéndose de los medios de comunicación, especialmente, de la televisión, se mete con violencia en todos los hogares y cambia costumbres, valores, hábitos, sueños.

La educación, que debiera ser un medio para que el desarrollo y progreso llegara a todos los hombres, se ha convertido en un privilegio y en un lucrativo negocio. La educación de hoy es la mejor manera de reproducir un sistema que beneficia a unos pocos con el sacrificio de las inmensas mayorías, pues es auspiciada por el sistema capitalista, que se preocupa por reproducirse él mismo, y todo ha de estar en función de él. La educación actual, como la conocemos, que debiera ser la oportunidad de generar y afianzar un potencial cambio a favor de la mayoría de los hombres, no es posible. Lo que logra la educación actual es, en términos generales, crear mano de obra barata. Si lo anterior no se cumple, el sistema económico se encarga de que los medios masivos de alienación mental desestimulen aquellos deseos de cambio y que se refuerce el status quo del sistema dominante. Según lo anterior, no se vislumbra un cambio, un nuevo derrotero, porque es demasiado arriesgado ir en contra de la corriente, y a pesar de la inconformidad reinante, nadie se atreve a cuestionar el sistema en mención, y aunque existen muchas personas inquietas y preparadas para hacerlo, prefieren adaptarse y "disfrutar" la vida.

La despersonalización, que facilita la masificación, ha caracterizado el trasegar de la humanidad a través de la historia, y han existido evoluciones e involuciones en tal sentido. El hombre, querámoslo o no, no ha dejado de ser victima o victimario, de toda clase de injusticia, en el transcurrir de su existencia sobre este planeta. Cuando existen los caudillos, también existen los acaudillados. La despersonalización ha reinado por siempre sobre la tierra. ¿O será que no ha existido? Entonces: ¿de donde salen los ejércitos que marchan estoicamente hacia la muerte? ¿Cuál es la razón que los hace masas "disciplinadas", que obedecen ciegamente a un jefe para atentar contra la humanidad? El obrero, el empleado, el desempleado, la secretaria, la prostituta, por mencionar algunos estamentos ¿Será que son lo que quieren ser, o han llegado hasta ahí expulsados por una dinámica histórica, producto de un sistema económico injusto, que por naturaleza no valora al hombre y es completamente despersonalizante?

En el siglo XXI, surgen nuevos paradigmas. La tecnología de punta aparece todos los días y la actualización en este aspecto es indispensable. El atraso educativo-cultural, el progreso-desarrollo, tiene nuevos ingredientes. Al clásico analfabeta, que hasta la fecha no sabía leer ni escribir, ahora se le ha de sumar aquellos que escribiendo no escriben, leyendo no leen, y los que no manejan tecnología como el computador e internet; situación que agranda el abismo entre los países ricos y pobres y, por ende, el subdesarrollo será más marcado y la superación del mismo será casi un imposible metafísico. El avance científico-tecnológico ha transformado la vida de millones de seres, lo que antes era, ya no es, la robótica aún en experimentación parece que será una de las técnicas que cambiará mucho más la forma de vida de las personas, especialmente, cuando a ciencia cierta no hay alternativa actitudinal frente a la ciencia y la técnica. El avance científico es inexorable y los relegados serán los mismos, la brecha entre países ricos y pobres, desarrollados y subdesarrollados, será, valga la comparación, más amplia que la era de la máquina y la edad de piedra. Sin embargo, no podemos ser tan pesimistas al respecto, ya que si las partes involucradas quieren reducir esta brecha, se puede llevar a cabo, haciendo uso de la tecnología y los recursos que en este momento están en pocas manos, pero para esto se requiere eso sí, una nueva actitud, una nueva filosofía, una férrea voluntad política para hacerlo basándose en estudios y proyectos viables que existen alrededor del mundo y son ejemplos a seguir por parte de quienes manejan los hilos del poder y capacitando científica-tecnológicamente a las sociedades objeto de estos beneficios. Una razón de peso para la conveniencia del proceso anterior es que, a mayor cantidad de personas satisfechas, más justas y más estables serán las sociedades respectivas, teniendo presente de antemano, que la situación tal como está ahora, se caracteriza por una inestabilidad institucional que prácticamente amenaza todo el orden existente, especialmente, por el fenómeno de la distribución de recursos, ya que unos pocos tienen más que suficiente y la gran mayoría vive con el estómago vacío, y en la miseria que los ha acompañado históricamente.

La sociedad de mercado tendrá que mostrar con hechos sus supuestas bondades. La sociedad de mercado, como última tendencia del post-capitalismo, no puede ser diferente a las situaciones o realidades anteriores; sistema que ha tenido éxito en términos globales, es decir, que por su misma naturaleza, favoreciendo a unos pocos privilegiados en función de millones de seres en el mundo, que directa o indirectamente trabajan para que un reducido número de habitantes del planeta vivan en la abundancia. Sin ser negativos, tendremos que esperar a que la sociedad de mercado muestre un cambio en sus resultados definitivos, como es la vida con dignidad para todos. El neo-capitalismo actual, no se diferencia tanto del capitalismo del pasado inmediato. El deseo de poder, de lucro permanente, los medios y fines que han orientado su actividad económica, siguen teniendo validez como principios y estrategias, en cuanto han dado resultado para los dueños y manipuladores del capital. El capitalismo siempre ha existido, a veces pareciera que fuera de origen moderno, pero la verdad es que algo tan perfecto en su dinámica de acción, no puede haber tenido un origen tan reciente. Se le ha criticado al capitalismo su naturaleza y los fines que lo guían, sin embargo, es una realidad que no podemos ignorar, no lo podemos reemplazar de un momento para otro, pues su dinámica expansionista lo abarca todo. Lo que la humanidad tiene que replantearse en este momento, es si sigue permitiendo que el hombre y su vida estén al servicio del capitalismo o que sea lo contrario. El hombre de hoy, siguiendo el orden de ideas que hemos venido exponiendo, puede hacer que dicho capitalismo se vuelva más humano, que se haga más solidario, que no sea tan excluyente, que se comparta la riqueza, que se socialicen los recursos, que los márgenes de utilidad y ganancia sean más justos y, humanamente hablando, se beneficien más personas, para que exista más consumo, más comodidad, mayor nivel de vida, y el hombre sienta que la vida bien vale la pena vivirla.

En el mundo actual, para simplificar las cosas, se ha llevado a la praxis aquella sentencia de Protágoras que dice:

"El hombre es la medida de todas las cosas". Para unas cosas sí, el hombre es la medida de todas las cosas, pero para otras no. La humanidad ha sido hipócrita al respecto. Siempre ha empleado diversos modos de ver al hombre. Especialmente, para las élites políticas, económicas y religiosas, cada vez que de una u otra manera necesitan justificar su proceder, toman de las corrientes filosóficas sobre el hombre, sólo aquello que en ese momento necesitan. Si el hombre fuera realmente la medida de todas las cosas, y el concepto o visión sobre el hombre fuera adecuado, y a partir de allí se hubiera construido la "civilización", la humanidad sabría a qué atenerse. Pero ese hombre menciona dicha filosofía, unas veces para justificar o para defender puntos de vista según las circunstancias y, otras, para atacar aquellas ideas o concepciones que le son contrarias y, lo anterior, depende en gran parte de quién detenta el poder en ese momento. Al hombre le ha faltado humildad para reconocer que se ignora a sí mismo y que, históricamente, ha evadido dicha responsabilidad, muchas de las veces, matriculándose en totalitarismos, que nada bueno le han dejado a la humanidad, y en otras, no pensando en ello. Este hombre, a través de la historia, ha sido condicionado para que no piense, ha preferido seguir incondicionalmente a caudillos y líderes que, a veces, con bondades en sus teorías (los grandes conquistadores de la historia y la existencia efímera de sus respectivos reinos e imperios), pero que cuando llegan al poder y si las llevan a la práctica dejan mucho que desear, pues en la mayoría de los casos, la injusticia que querían corregir se hace más insoportable; la pobreza, la miseria, las enfermedades y la ignorancia que se querían erradicar se hacen más inhumanas; el remedio es peor que la enfermedad.

2. La tierra es un ser vivo que garantiza nuestra supervivencia.

En este intento de lanzar hipótesis sobre la misión del hombre actual, he de enunciar unas cuantas ideas en cuanto al planeta tierra se refiere. El planeta tierra es la vida, es sinónimo de vida, es el hogar del hombre y es aquí donde la humanidad encuentra la garantía de su supervivencia. En forma irracional, el hombre no ha procedido consecuentemente con esta realidad, al contrario, se ha empeñado en explotar y sacar provecho egoísta de los limitados recursos existentes, auspiciado por un sistema económico que en la práctica no acepta límites ni leyes de ninguna especie.

Es por eso que se necesita una nueva visión de la tierra, para lograr el rescate ecológico de ella. Cuando se propagó la visión sobre el hombre, que era el rey de la naturaleza, de la creación, se le dio, al mismo tiempo, carta blanca para que dispusiera de los limitados recursos de la tierra a su antojo; en ese momento, ese hombre sentenció a muerte nuestro planeta, con la expansión del capitalismo y, por lo tanto, con la industrialización y todos los procesos afines, en el tiempo y el espacio, a través de la historia. Actuando según lo anterior, en este momento, para nadie es un secreto, que hemos acabado con los bosques y por ende, con las fuentes de agua, hemos contaminado todo, se ha abierto un inmenso hueco en la capa de ozono, se ha generado lluvia ácida; la ONU avala el informe de más de cuatrocientos científicos de talla mundial, según el cual, el calentamiento de la tierra va en aumento y en diez años puede ocurrir una catástrofe de consecuencias inconmensurables, para la agricultura, la flora y la fauna; el clima se ha enloquecido, los polos se están descongelando y elevando nivel medio del mar, la anterior situación ha de preocupar a la humanidad. Por todo lo anterior y por fuerza de las circunstancias la conciencia del hombre se está despertando frente a esta situación y su sensibilidad al respecto va en aumento, es por eso que ahora se abre paso la necesidad de rescatar ecológicamente a la tierra, como el hogar que garantiza nuestra supervivencia.

La visión sobre el hombre como rey de la naturaleza y la visión que el hombre ha manejado sobre la tierra como despensa inagotable, ya no pueden ser las mismas en los dos casos. Si las anteriores visiones o concepciones, nos tienen al borde del colapso o la extinción, las nuevas visiones que aprehende el hombre, le han de permitir replantear su papel en el mundo, re-interpretarse a sí mismo, interpretar todo lo que le rodea desde una nueva óptica; fijar nuevos derroteros, replantear sus metas y objetivos a corto, a mediano y largo plazo; dejar su egoísmo y ambición sin límites que hasta ahora lo han caracterizado, y tomar el rumbo que le permita sanear su propio ser, curar la tierra, y avanzar confiado y sereno en la búsqueda de su destino, pero con la conciencia tranquila de que la fuente de todo recurso (la tierra) recibe un tratamiento digno de su importancia, ya que es un propósito unánime de toda la humanidad.

Entre los correctivos que el hombre necesita hacer, es de primordial importancia una nueva visión del hombre sobre la tierra, ésta ha de ser vista como un ser biológico. Sí, durante siglos, la tierra fue vista como una despensa inagotable, como botín, como tierra de nadie, en este momento, ese cambio de visión es imperativo. Es cierto que, a inicios del siglo XXI, la humanidad ha tomado conciencia del inmenso daño que el hombre le ha causado al globo. Y, pesar de los golpes de pecho, el deterioro del ambiente sigue. La contaminación continúa, la deforestación no se detiene, la desaparición permanente de especies de flora y fauna es el pan de cada día, pues la antigua visión del hombre sobre la tierra no ha cambiado, es decir, casi no se le ve como es, como un ser biológico, como el único recurso que tiene el hombre, que si desaparece este recurso, el hombre desaparecerá con él, ya que la supervivencia del hombre depende exclusivamente de la conservación de los recursos renovables y no renovables.

Por eso, es inaplazable un rescate para el medio biológico y la biosfera. Si el hombre no se conoce a sí mismo, mucho menos va a conocer el medio que lo rodea y tampoco lo va a valorar y cuidar como tal. Las concepciones que ha manejado el hombre y lo han guiado en su quehacer histórico destructor, lo han llevado a donde está en este momento: en peligro de extinción. Ignorando, siempre, que su supervivencia ha estado amenazada, pero nunca como en este momento. Existía la concepción, que los recursos que había en este planeta eran inagotables, pero un poco tarde el hombre comprobó que no es así. Por ejemplo, el agua potable es limitada, el clima se ha descarrilado, la capa de ozono que protege de la radiación solar tiene inmensos huecos. Luego, es imperiosa la necesidad que los 6.000 millones de seres humanos o más de este planeta, piensen de otra manera respecto de todo, no solo en lo relacionado con la tierra, sino en todas las dimensiones y concepciones, so pena de extinguirse. Pues la superpoblación del planeta, hace que los recursos naturales renovables y no renovables se agoten, no tanto por la cantidad de bocas que hay que alimentar, sino porque los recursos está mal distribuidos y, además, la forma de explotación no es la más adecuada, "cayendo en la irracionalidad".

Es por eso que el hombre necesita aprender más de la naturaleza y de los demás animales. Concepciones sobre el hombre como aquella de que es el rey de la creación le han hecho demasiado mal a la humanidad. Consciente o inconscientemente, justificándose en ella, el hombre ha exterminado la fauna y destruido la capa vegetal de la tierra. El hombre, (¿único ser racional?), requiere aprender más de otros animales como el castor, las abejas, las termitas, los peces, los primates; necesita aprender más de su milimétrica organización, solidaridad, laboriosidad, tenacidad, manual de funciones, del trabajo por objetivos y en equipo, de cumplir con el deber sin esperar recompensa, de hacer lo que se tenga que hacer sin preguntar demasiado, de servir a los demás sin querer con ello ser superior. Necesita aprender más de la inutilidad de la violencia con sus congéneres, de la manera de solucionar conflictos como lo hacen algunos primates. Requiere aprender, que no es conveniente acumular más de lo que necesita para subsistir, que los demás también requieren satisfacer sus necesidades y que cuando cada uno muere no se lleva nada de este mundo. Es probable, que ese hombre necesite recapacitar que esta vida es para vivirla y no para desvelarse por cosas que no tienen demasiada importancia como los lujos, las modas, las apariencias y la vanidad. Valdría la pena, que se preocupara más por imitar a los animales y no por imitar a un dios hecho a su imagen y semejanza, fruto del egoísmo, la envidia, el odio y, en sí, de las pasiones que tanto caracterizan al hombre de hoy como de épocas pasadas.

3. La religión da sentido a la vida del hombre.

La vigencia de la religión. ¿Una sola religión a nivel mundial?. Es probable la existencia de una sola religión, pero… ¿Cuál? ¿Acaso los sistemas religiosos han cumplido con su cometido a través de la historia? La religión por perfecta que sea no puede hacer nada si el hombre como individuo no cambia. De nada sirve que exista una sola religión si la mente y el corazón del hombre siguen siendo los mismos. Si partimos del hecho que hoy la adhesión religiosa es un fenómeno protocolario, es un componente más del entresijo social, es una liana más de la selva de requisitos que debe reunir una persona para estar al día en una sociedad para la que es muy importante el qué dirán y la apariencia es una de sus características fundamentales; donde la esencia de la religión o su vivencia genuina no tiene la más mínima importancia y al contrario, lo que existe es un ateísmo práctico rampante. Cuando se dan diversas situaciones y una de las más comunes es aquella de que pertenecer a un credo religioso es cosa del pasado y algo inaudito en una sociedad post-capitalista; sin embargo el sistema capitalista y sus variantes, se han cuidado muy bien de convertir cualquier aspecto o dimensión del hombre a su incondicional servicio. La economía de mercado ha invadido todo, ha contaminado todo, absolutamente todo. Tanto es así, que ha creado su propia religión: la del hedonismo reinante, que va más allá del simple ateismo práctico. En otras palabras, son nuevas religiones y nuevos cultos, especialmente lo último: modas, sexo, música, drogas, alcohol, vanidad y apariencia sin límites. Los anteriores cultos son propios de la juventud; juventud que es la víctima antes que seres conscientes y responsables de su propia vida. Dicha juventud ha heredado la mediocridad, la despersonalización y todo lo que la caracteriza de sus mayores. Sus adorados padres, en un genuino deseo de hacerlos felices, les han permitido rienda suelta a todos sus caprichos y lo que han obtenido en la realidad es hacerlos desgraciados, que persigan modas fatuas, ideales vacíos, espejismos deslumbrantes, que se crean autosuficientes, les han agigantado el ego, los han sobreprotegido, les han colocado una venda en los ojos para que no se apersonen de su propia vida y se ignoren totalmente en su auto-conocimiento para que no sufran, y han hecho de ellos unos pobres seres vacíos, los han convertido en zombis que deambulan de un lugar a otro persiguiendo modas; viviendo de apariencias, de ideales extraños, con una vida rara que no les pertenece; son seres que en el fondo son niños, así se crean muy grandes, pero incapaces de ver el abismo que se abre ante sus pies el eterno infierno en el cual vive la humanidad. Esta juventud de hoy, lejos está de haberse levantado en medio de las dificultades y trabajos, con esfuerzos y sacrificios como lo hicieron sus mayores, y esto ha hecho que su personalidad y carácter sea como la cera, pues no son capaces de tener sus propias ideas, mucho menos enfocarse en una causa y luchar por ella o defendiéndola para llevarla hasta el final. La sociedad de consumo nos tiene muy bien domesticados y el gran capitalismo (la gran bestia de que habla la Biblia), está orondo por el trabajo y misión que han cumplido los grandes medios de alienación masiva o medios de comunicación social. Es por eso que en este momento no se puede hablar de una nueva o una sola religión, sencillamente, porque la niñez y la juventud que son la esperanza, que son el futuro, están perdidos y primero es necesario sacarlos del sueño o letargo en que se encuentran, para que enrumben sus vidas hacia la identidad y personalización, en la búsqueda de la perfección y realización personal que ha de redundar en beneficio de toda la humanidad.

¿Se llegará a dar en un futuro cercano una fusión de religiones? Apriorísticamente podemos decir que la religión hoy por hoy existe entre otras cosas porque es un negocio; todo en este mundo es negocio, es decir, el capitalismo está presente en ellas, pues existen variantes del cristianismo que son auténticas empresas multinacionales, que tienen gran cantidad de bienes o posesiones, algunas son dueñas del alma y los bienes de todos sus fieles. Dicho sea de paso, que el fanatismo está presente en estas religiones y por ende, la intolerancia reina alimentada y aceitada en forma sistemática por sus respectivos jerarcas o líderes (que son los únicos ilustrados, poseedores de la verdad, con servicio de teléfono privado y directo con el Espíritu Santo), y seguida por una inmensa masa despersonalizada de borregos que raya en la más atávica ignorancia; que a su vez justifica toda alienación y explotación humana en nombre de la Divinidad.

El Ecumenismo, proclamado a mediados de la segunda mitad del siglo XX, se ha quedado como todo en este mundo en meras intenciones. A lo anterior se suma que desde el punto de vista religioso, la humanidad no ha avanzado, es decir la dimensión religiosa del hombre actual es igual a la del hombre de hace 2000 años; este fenómeno es explicable desde el punto de vista estratégico de los grandes líderes religiosos, que al igual que los líderes sociales y políticos piensan y actúan en función de lo que desean, pues piensan que a más ignorancia en el pueblo más fácil es manejarlo y manipularlo para sus intereses personales y egoístas; traicionando de esta manera el ideal y la misión para la cual se han comprometido. De paso, el testimonio que dan dichos líderes representantes de estos credos especialmente en lo que tiene que ver con la vivencia de los ideales religiosos deja mucho que desear, concretamente en lo que se refiere a la humildad y a la santidad de vida.

A corto plazo no se ve una fusión de religiones por muchos factores y no es mi objetivo enunciarlos. Lo que si se aprecia es un despertar del sentimiento religioso, independientemente de los credos tradicionales o en la mayor parte de las veces, no matriculados en ninguno; situación ésta que puede favorecer un cambio positivo para la humanidad.

Decíamos, que en la dimensión religiosa es donde el hombre menos ha avanzado sin importar la educación y el progreso que en los diferentes pueblos y sus respectivas culturas, se hayan dado. A lo anterior se agrega una ausencia total de pedagogía religiosa acorde con los tiempos actuales.

Da la impresión, que la situación anterior hace que a más cultura y a más estabilidad económica, en un alto porcentaje, los hombres se hacen indiferentes desde el punto de vista religioso, cuando no caen en el ateísmo o se transforman en críticos acérrimos de los credos religiosos y de todo lo que con ello concierne.

En esta época, como en todos los tiempos, la dimensión de la problemática religiosa es inmensa, podríamos decir que ahora es más grave que hace 2000 años, pues a pesar de los avances culturales y tecnológico-científicos, la gran mayoría de la humanidad se deja tratar desde el punto de vista religioso como menores de edad; se necesitaría en este momento no una renovación religiosa propiamente dicha, sino una especie de ilustración, o movimiento semejante al que se llevó a cabo al final de la edad media, pero esta vez, su objetivo sería eliminar las telarañas en las conciencias de las gentes, para habilitarlas de tal manera que tomen en sus propias manos sus vidas y abandonen la epidemia de la resignación que tanta infra-humanidad le ha causado al hombre en toda la historia. Existen muchos seres humanos que encuentran en la religión una salida facilista para las angustias generadas por la propia dinámica de las circunstancias personales y sociales, por la ansiedad e insatisfacción creada por una sociedad de consumo materialista; circunstancias en las que intervienen los esquemas y paradigmas alienantes de siempre como el concepto de pecado, culpa, expiación y salvación; o como dijera mi recordado maestro Fernando González Ochoa, refiriéndose a la iglesia, "que ésta estaba edificada sobre el pecado", o lo que es lo mismo, "que si no existiera el pecado original, dicha Iglesia no existiría". Como lo digo en otro aparte de este trabajo, las religiones no han avanzado; en el caso del cristianismo q tuvo que paganizarse para "triunfar", pues su espíritu revolucionario y transformacional del hombre, llegó hasta el siglo I, con las comunidades de los primeros cristianos; según lo relatan los hechos de los apóstoles; de ahí en adelante lo que ha hecho el cristianismo es institucionalizarse, y a más institucionalización menos mensaje original y verdadero. Las "grandes" religiones que conocemos hoy en día nacieron para dar narcóticamente tranquilidad, estabilidad emocional y sicológica a sus rebaños, de tal manera que estas huestes humanas no piensen, no cuestionen, no exijan, y sean practicantes acérrimos de una serie de ritos externos que rayan en el fanatismo y la intolerancia religiosa, pero que espiritualmente deja y convierte al hombre en un primitivo clásico.

Es así, que en el caso de las grandes religiones básicamente están como nacieron sin que se haya dado una evolución; pero lo que si se ha dado a manera de ejemplo en el cristianismo es la institucionalización creciente y apabullante que progresivamente ha acabado con la esencia del mismo, pasando por la paganización e inquisición. Los altos jerarcas de la Iglesia viven como reyes y emperadores, y como a ellos les gusta que se les trate. A las religiones de una u otra forma los respectivos líderes les han opacado o desfigurado su misión, no queda otra explicación o salida que el ateísmo práctico, bienvenido a buena hora y explotado por el capitalismo, ya que este ateísmo es una característica de estos tiempos donde existen grandes masas y dentro de esas masas amplios sectores que creen en un Dios "pero no se matriculan de hecho en un determinado credo, o lo que es casi lo mismo, que perteneciendo a determinado credo religioso, creen en un "Dios" pero su existencia transcurre como si no existiera ni Dios ni ley". Este ateísmo práctico es auspiciado y alimentado por una sociedad de consumo (hija predilecta y primogénita del ateísmo capitalista), que ve especialmente en la niñez y en la juventud, a sus más preciadas futuras víctimas para alienarlas permanente y sistemáticamente con una publicidad cargada de hedonismo en todo el sentido de la expresión, y lo logra a través de los medios masivos de alienación mental, tales como: la prensa, la radio, la televisión y la internet. El ateísmo práctico ha hecho que en todas las culturas o pueblos y en sus respectivas sociedades se divorcie la vida del hombre, haciendo que una cosa sea la vida práctica diaria y otra muy distinta sea la vida espiritual de las personas. Es así, que no es extraño observar en oficios religiosos de cualquier credo a un empresario muy devoto y muy majo el día de culto, y en el transcurso de la semana constatar que dicho ciudadano "ejemplar" explota y abusa de sus empleados trabajadores.

Pareciera por momentos, que el postulado socialista o comunista fuera verdad, cuando dicha afirmación dice: "la religión sólo puede ser vencida por una transformación revolucionaria del régimen económico-social de la sociedad", sólo que hoy por hoy, no se ha dado ninguna transformación revolucionaria. Lo que se ha venido observando en términos muy generales es el paso de una sociedad económicamente agraria a una sociedad industrial urbana; asediada ésta, por una publicidad que ataca por todos los lados el carácter y la personalidad individual para masificar a la población de tal manera que no piense y, por lo tanto, le quede fácil cambiar sus hábitos y creencias para luego de ese proceso alienante imponer la moda, la vanidad, la apariencia, la comodidad, el espejismo de la vida placentera y hedonista; vida, que actualmente caracteriza a las sociedades actuales, donde la inversión de valores, que ha llevado a la descomposición familiar y social en todos los aspectos, hace aparecer a la compleja problemática que padece la humanidad de hoy, como si no tuviera solución, o dicho de otra manera, no se sabe por donde empezar a buscarle una salida adecuada. En ese proceso de transformación de una realidad, la dimensión religiosa juega un papel importante, porque como lo afirmábamos anteriormente, el hombre de hoy requiere hacer un replanteamiento en ese aspecto, porque para nadie es un secreto que el papel que han desempeñado los sistemas religiosos a través de la historia, ha ayudado más a perpetuar los sistemas políticos y económicos injustos que a liberar al hombre. Por eso es esencial que el hombre se transforme desde dentro, desde su manera de pensar; para que ese hombre cambie progresivamente, ya que si no cambia, la realidad no cambiará nada, entonces repetiremos nuevamente la historia: es decir, otra oportunidad histórica frustrada, porque no hicimos las cosas al derecho. Pero acá vale la pena hacernos la pregunta: ¿Y el hombre de hoy quiere cambiar? Pienso que sí. Porque no creo que quiera seguir llevando esa vida superficial y miserable como ha sido hasta ahora. El hombre a medida que se hace más auto-consciente, avanza desde el punto de vista humano y espiritual y, por ende, se perfecciona en la relación con un ser superior, siempre y cuando su dimensión religiosa, creencia y vivencia sea genuina, correcta y auténtica.

Los seudodioses actuales son el oro, el dinero, el dólar y el euro. El dinero es la sangre del capitalismo, es el espíritu del capitalismo, es el alma del gran sistema capitalista. La humanidad en su larga historia, historia que ha dejado mucho que desear, ha buscado a Dios, y no encontrándolo fácilmente (porque quiere un dios a su manera), en forma progresiva ha ido fabricando un ídolo (dios) para adorarlo, y ese ídolo sagrado es el dios dinero; este dios satisface suficientemente todas las expectativas del hombre, pues le permite saciar todas las pasiones e instintos primigenios que él ha auscultado en razón de una supuesta humanidad. En el camino de esa búsqueda de dios (dinero), en esa historia, han sucedido muchas cosas; es probable que la más grave sea que el hombre se haya alejado de su auténtica humanidad, de lo que realmente es él; se olvidó que es un animal racional y por eso constatamos que existe injusticia, hambre, pobreza, y toda clase de vicios…, así, el hombre no tiene nada de racional, pues actúa como si realmente no lo fuera.

Es en la tierna infancia cuando el niño no tiene total conciencia de sí mismo, en donde para él es lo mismo la fantasía que la realidad. Al irse haciendo hombre va adquiriendo su autoconciencia pero prolonga esta etapa y no quiere renunciar a la magia del tener y el hacer; para eso la humanidad (el hombre), inconsciente o conscientemente, inventó el dinero, pero al fin y al cabo, el dinero como un medio; sólo que con el transcurso del tiempo el hombre que entre sus pasiones instintivas lo caracteriza el ansia de poder, le gusta el poder, quiere dominar a los demás, se dio cuenta de la potencialidad del dinero como medio para todo, y entonces, no se sabe en que momento, este dinero dejó de ser un medio para convertirse en un fin y, por lo tanto, el hombre supeditó todo al dinero; es ahí, cuando convierte al dinero en un ídolo (dios), porque el Dios del Éxodo , que le dijo a Moisés: " Yo soy el que soy"; el Dios del monte Sinaí, el que dio el Decálogo, es reemplazado por el becerro de oro (dinero de hoy), adorado por millones de almas en el mundo y en última instancia alrededor del cual giran todas las cosas en este universo material, incluido el hombre. Fue así como el dinero, que es el dios (ídolo) que el hombre tiene a mano, que puede tenerlo cerca, poseerlo, objetivarlo, manipularlo, que le da tranquilidad material y sicológica (no existen más dimensiones en el hombre de hoy), progresivamente, reemplaza al verdadero Dios cuyos preceptos son muy exigentes y en cambio, este seudo dios es permisivo, complaciente, no prohíbe nada, no juzga eternamente, está hecho a imagen y semejanza del hombre, adaptable a todos los gustos, las reglas de juego se dan en el aquí y en el ahora, y el máximo mandato es "conseguirlo todo a cualquier precio" sin importar los medios, porque lo medios son justificados por el fin.

En el proceso descrito anteriormente, el hombre llega a la concepción materialista de todo, y ese materialismo cambia al hombre en su interior, en su conciencia, sin darse cuenta del rumbo y de la verdadera dimensión que va adquiriendo su vida, de lo que está haciendo y de lo que está llegando a ser. Es así que hoy en forma permanente, a la juventud le han propuesto bajo apariencias seductoras (hedonismo), el ideal de una humanidad sin Dios, es decir, una concepción netamente materialista, propuesta que se objetiva en forma explícita e implícita por todos los medios de que dispone un sistema capitalista con su sociedad de consumo y las demás estrategias de alienación mental. Concepción materialista que se lleva a cabo en forma consciente por quienes la proclaman, y en forma inconsciente por quienes son su objeto, es decir, los jóvenes, los niños y en sí todos los alienados.

Dicha caterva de alienadores se han propuesto, consciente o inconscientemente, enseñar a los hombres el laberinto de prescindir de Dios y reemplazarlo por algo más llamativo, emotivo y concreto, como es el ídolo del dinero, dinero que lo puede todo, fundamentados en el materialismo de la ciencia y la técnica, que consideran válido, exclusivamente lo que puede ser demostrado y lo que no se ajusta a este dogma o paradigma carece de interés y de credibilidad; por lo tanto es falso, está out, sin más ni más, en una concepción materialista, una cultura materialista, una religión atea materialista, un ateísmo práctico galopante donde se vive de lo momentáneo, de lo inmediato. Lo anterior nos da pie para afirmar que la ciencia es otro de los dioses actuales y los científicos con viseras son sus omnipotentes sacerdotes, que marchan en un lujoso coche fúnebre, por la autopista de la información y para quienes la única verdad es lo que tienen frente.

El hombre que como hombre no puede renunciar a la trascendencia pero siendo materialista, se sobrentiende que en dicha concepción la trascendencia no existe; este hombre que no puede existencialmente renunciar a lo que es. Objetiviza dicha trascendencia, acumulando cosas y de paso agigantando su ego; es decir, se complace y goza viendo a los demás hombres pelearse por las migajas que caen de su opulenta mesa, luego, la miseria que existe en el mundo que la sufren millones de seres humanos es motivo de satisfacción para este hombre idolatrado. Aquí aprovecho para decir, que en ese proceso de endiosamiento del hombre a través del dinero, y donde el dinero es un dios y, por ende, el hombre que lo posee es un dios; le gusta enormemente que se le rinda profano culto e infinita adulación, que se le adore, se le venere, sea quien sea, posea la clase de poder que sea, ya de índole político, económico o religioso.

Si ha de existir una nueva religión, esta será la religión del servicio. La persona más importante será aquella que sirve a los demás. No existirán más religiones como las que conocemos en el día de hoy. La religión que pretende la unión con lo sagrado, lo seguirá siendo, como tal pero su concepción desde el punto de vista existencial será determinante. Lo Divino ha existido, existe y seguirá existiendo, y el hombre que angustiosamente lo ha venido buscando sin éxito, a él se le revelará: él se dará cuenta que es parte integral de Dios. Dios ha sido como concepción, núcleo de su propia existencia, que Dios es él mismo , que Dios está ahí, que el hombre no lo tiene que buscar fuera de sí mismo, que Dios está en su ser, en su interior, en su mente, en su corazón y que lo único que está llamado a hacer es reconocerlo en su propia vida y en los seres que están a su alrededor; probablemente olvidándose un poco de los lenguajes absurdos y abstractos de los diversos credos religiosos, que en la gran mayoría de los casos lo que han hecho es alejar al hombre de Dios y hacerlo sentir más solo, más huérfano, más pobre, más miserable (pecador), más absurda su existencia, más esclavo, más alienado, más culpable (de qué?), más ciego (que no quiere ver), a años luz de la presencia de Dios, inmerso en una infinitud de rituales externos y sin sentido como si eso lo acercara a Dios, lo han hecho sentir en la soledad infinita, impotente, para luego venderle la idea de una redención a cambio de una incondicional fe o creencia, que a su vez es la carta blanca para manipularlo, explotarlo, engañarlo en esta vida y en la "otra", mientras su propia vida ( la de ese hombre) se sume más en el abismo del sin sentido y el absurdo. La verdadera religión, que no se puede hablar de nueva propiamente, le permitirá al hombre reconocerse como ser divino que es y como tal, reconocer a los demás, como seres humanos y divinos, y a la naturaleza como el único espacio que hace posible la existencia del hombre en esta dimensión y por lo tanto, esta naturaleza es sagrada y si es sagrada, debe cuidarla como a sí mismo. En esta religión, si es que se puede llamar religión, no existen jerarcas, ni dogmas rebuscados; el único dogma será el servicio, y de pronto el otro dogma será el cambio permanente para servir mejor. Con la nueva concepción de Dios, es decir, Dios es parte de mí, Dios está en mí, necesito entrar en comunicación con El, vivirlo, darme cuenta que no lo puedo encontrar fuera de mí; esta concepción iluminará toda la vida del hombre y por ende, modificará la manera de relacionarse con los demás hombres y con la naturaleza, transformando de esta manera su caótica existencia.

La vida de este hombre adquirirá sentido en cuanto sea menos egoísta, vanidoso, envidioso y ambicioso. Cuando su existencia la ponga al servicio de los demás, se dará cuenta que su vida vale la pena y entre más agradable y digna contribuya a hacer la vida de los demás, más valiosa será su propia existencia y en esta existencia vivirá valores que no tiene que esperar hasta que se muera para realizar sus ideales con una praxis religiosa-humana sin tantos lenguajes teológicos rebuscados y sin sentido. Esta nueva concepción religiosa, en ningún momento, estará exenta de problemas y dificultades, empezando por el fanatismo que existe en todos los credos y en todas las culturas, ya que la dimensión religiosa en el hombre es lo que menos ha cambiado a través de la historia, debido a múltiples razones, empezando por las jerarquías específicas en cada cultura y religión, que no desean que la gran masa de fieles adquiera una cultura religiosa aterrizada y madura y por otra, el analfabetismo y los bajos niveles educativos de la inmensa mayoría de la población mundial que impiden que le llegue la luz a estas gentes abandonadas sin Dios y sin suerte. No pretendo en ningún momento llevar a cabo una transformación religiosa, porque ese no es mi objetivo, pero pienso que unos cambios al respecto serían muy saludables para la humanidad, pues la verdad es que esta dimensión religiosa no se puede ignorar en el hombre y menos cuando existe la necesidad existencial de un despertar, de una oxigenación en este aspecto que determina muchas cosas en la vida del hombre, como se ha probado históricamente; la otra razón, a nivel de estrategia, es que si un cambio que se pretenda llevar a cabo en lo económico, lo político o lo social, choca con la religión, casi está condenado al fracaso, eso nos lo dice la historia.

4. El hombre cambia si cambia su manera de pensar.

¿Se pueden esperar transformaciones sin cambiar al hombre? Erróneamente el hombre ha creído que los cambios exteriores de por sí cambian la humanidad, y eso es falso. La humanidad cree y espera ansiosamente cambios transformaciones. Históricamente han existido hombres que de una u otra forma han querido cambios y transformaciones pero que a la hora de la verdad se quedan en sólo planes o proyectos. Pretender un cambio está bien, pero para que ese cambio sea real lo primero que hay que cambiar es la manera de pensar de cada individuo, cambiar sus hábitos y virtudes. Es la manera de pensar lo que puede cambiar al hombre, si ese hombre no se conoce y no cambia la manera de pensar, no se dará un cambio real. El hombre requiere cambiar las concepciones de todo, absolutamente de todo. En forma urgente se necesita el cambio del llegar a tener para hacer y llegar a ser, por el de llegar a ser para hacer y después tener. Este cambio es imperativo, si no es así, todo seguirá igual. Cuando se ha querido identificar el tener con el ser en la búsqueda de la perfección del hombre, lo que ha hecho es llenarse de cosas y seguir siendo el mismo miserable; ya en esta época no tiene otra opción que buscar el ser, crecer mental y espiritualmente, para que su existencia adquiera sentido, y por fin logre darle un norte seguro a su vida y no se sienta tan vacío, y su existencia tan efímera.

Dentro de los cambios que el hombre requiere, necesita desarrollar una adecuada conciencia ética. En el sincretismo cultural que ha existido y fundamentándose en la democracia, la humanidad ha tolerado en términos generales la manera de actuar del hombre, justificándolo porque el hombre es libre; auspiciado por un sistema económico capitalista, que no le interesan los límites, salvo aquellos que benefician o entorpecen la acción del gran capital, pues el actuar del hombre se ha enfocado en el lucro permanente y a partir de allí, el hombre ha establecido sus prioridades, cuando no es que se las han impuesto.

La nueva visión del hombre arroja luz sobre todas las dimensiones o aspectos a tener en cuenta en el desarrollo de él. El hombre asume una nueva ética, la ética de la alteridad, dicha concepción de la ética está en función del otro; que el hombre reconozca al otro como un ser igual, sujeto con derechos y deberes, y al que no se le puede ignorar desde ningún punto de vista. Dicha concepción ética del hombre tendrá que superar a las demás y, especialmente, aquellas que han hecho carrera en el mundo actual, una de las más discutible, pero que al mismo tiempo es la más aceptada tácitamente, y dice, que la ética y la moral no deben existir, que no se les ha de tener en cuenta, o que se ha de vivir como si no existieran, que todo es ético y que lo que impera es aquel dicho que "el fin justifica los medios". Y como si fuera poco lo anterior, a veces se argumenta erróneamente que la ética y la moral, es algo pasado de moda, que puede coartar la libertad individual.

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