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Algunas consideraciones histórico-filosóficas y sociales de los valores

Enviado por hpupo


    1. A manera de introducción
    2. Félix Varela y Morales: el que nos enseñó en pensar
    3. Pensamiento social del ilustre cubano José de La Luz y Caballero en torno al valor
    4. Tecnología y valor
    5. Educación de la responsabilidad como cualidad sistémica del valor en la práctica educativa de la adolescencia
    6. El Che y la formación del hombre nuevo

    A MANERA DE INTRODUCCION

    El tratamiento de los valores es de vital importancia para la construcción de forma consciente y con conocimiento de causa de la nueva sociedad. El problema radica en que, en primer lugar, no existe un consenso general en las ideas que se tienen acerca de los valores y su formación, y en segundo lugar, hay que tener en cuenta que cada pueblo, centro de estudios, institución, etc. posee características peculiares que impiden la aplicación de una ética racionalista del "deber ser" desde afuera.

    La monografía va dirigida a sustentar criterios de docentes– investigadores sobre el valor, que rompe con la concepción estandarizada y atomizada que hasta el momento ha primado en la literatura. Se trata de abrir nuevas inquietudes y reflexiones para su análisis.

    Contiene una fundamentación socio-filosófica inicial del estudio de los valores que deja en pie la necesidad de una labor multidisciplinaria donde se vinculen las ciencias sociales y humanísticas, acentuándose la función integradora que juega la Filosofía como núcleo de la concepción del mundo, la cual, entre otras cosas investiga el papel que juegan los valores en el sujeto activo que a la vez los recrea simultáneamente.

    La monografía hace hincapié en el pensamiento ilustrado cubano, incursiona en las nuevas características o connotaciones que adquiere el valor ante el desarrollo de la tecnología, así como en su concreción en la educación de la responsabilidad de adolescentes de Secundaria Básica. Los contenidos expresados se utilizan como material didáctico en la enseñanza de la asignatura Filosofía y Sociedad así como en Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Es importante la aplicación que se realiza de la concepción del valor al proceso de educación de la responsabilidad sexual de la adolescencia en la actualidad, así como a la investigación de su concreción en el pensamiento del Che en la formación del hombre nuevo.

    CAPITULO I. FELIX VARELA Y MORALES: EL QUE NOS ENSEÑO EN PENSAR.

    El Presbítero Félix Varela, llena la primera mitad del siglo XIX. Su pensamiento independentista y su afán renovador en todos los campos del saber y el hacer cultural, social y político, lo convierten en una personalidad histórica.

    Varela, con el independentismo que le caracterizó fue capaz de exigir ante las cortes españolas la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba. Este hecho le costó el destierro por el resto de su vida.

    Durante la República mediatizada, se tenía una visión incompleta de la obra de Varela. En 1911 sus restos, que descansaban en San Agustín de la Florida, fueron traídos a La Habana. Con tal motivo se hicieron homenajes a su memoria y fueron publicados numerosos artículos.

    Pero no fue hasta 1935 en que el pensamiento independentista de Varela comienza a ser divulgado ampliamente con base documental. Esta meritoria labor se debe en gran parte a Emilio Roig de Leuchsenring, quien en 1942 se da a la tarea de divulgar los trabajos escritos por Varela, fundamentalmente los que se encontraban en el periódico "El Habanero". En 1943, el Segundo Congreso Nacional de Historia acordó rendir tributo a la figura de Varela proclamándolo:

    el primer revolucionario de Cuba, por haber sido quien expresó por primera vez en nuestra historia la necesidad de absoluta independencia…. (1).

    Después de transcurridos casi cuarenta años del cese del coloniaje español, hay un redescubrimiento de la figura de Varela y es cuando comienza a explorarse la fase más importante de su pensamiento político: el independentismo.

    Hay que decir que realmente el pensamiento y la figura de Varela alcanzan su verdadero valor y logran su justo lugar en la historia de nuestra patria con el triunfo de la Revolución, que no sólo publica la encomiable obra de Varela sino que lo mejor de su pensamiento lo difunde y aplica a las nuevas circunstancias históricas, y cobran cada vez mayor vigencia sus ideas independentistas en la actual batalla de ideas que libra nuestro pueblo.

    Es de trascendental importancia para las nuevas generaciones el conocimiento no sólo de sus trabajos escritos, sino de toda su labor como educador, de sus métodos e ideas acerca de la enseñanza, y sobre todas las cosas del deber como cubano y como patriota en la defensa de la soberanía nacional; teniendo presente que es Varela el revolucionario quien luchara contra la Escolástica como método de enseñanza que primaba en la época; fue el iniciador de la revolución en el pensamiento filosófico, en los métodos de enseñanza, en el sentimiento patrio sobre la independencia que para él: debíamos conquistarla con nuestros propios esfuerzos sin comprometer la paz futura.

    En una casa de la calle Obispo, entre Villegas y Aguacate, nació el 20 de Noviembre de 1787 (ó 1788), Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales. El padre era español, teniente de un regimiento de infantería en La Habana, y se nombraba Francisco Varela. La madre era cubana, Josefa Morales.

    A los seis años parte para San Agustín de la Florida, y muerto el padre, se hace cargo de él su abuelo materno Bartolomé Morales, coronel de infantería y gobernador de ese lugar.

    Regresa a la Habana con catorce años, y la tradición familiar procura inclinarlo hacia la carrera de las armas, pero el jovencito prefiere la carrera eclesiástica, y hace su ingreso en el Seminario de San Carlos.

    Allí tiene entre otros profesores a Juan Bernardo O´Gavan y a José Agustín Caballero. A la vez estudia en la Universidad y se gradúa de Bachiller en Artes. En su período de estudiante, Varela se destaca por su brillante talento, espíritu abnegado, laboriosidad, integridad de carácter y nobleza de sentimientos, cualidades éstas que marcarían toda su vida.

    En 1806 recibe la primera investidura clerical. Antes de cumplir la edad reglamentada obtiene, tras lúcidas oposiciones, la Cátedra de Filosofía en el propio Seminario (1811). Se ordena sacerdote en ese año, recibiendo en ambos casos la licencia especial del obispo Espada que ya, lo admiraba. A partir de aquí comienza el período de vida de Varela, en que desarrollaría una labor intelectual docente y renovadora de extraordinaria trascendencia.

    A pesar de que ya se observan signos renovadores en las clases impartidas en algunos conventos, corresponde a Varela haber sido:

    …el regenerador de la Filosofía en la Isla de Cuba y en gran parte de la América… (2)

    El sentido pedagógico que usó para sus clases de Filosofía se basaba en enseñar primero a en pensar y en esto radicó su separación radical con los métodos escolásticos. Preparaba sus clases tomando de diversas bibliografías lo que a su juicio le parecía lo más correcto e ideal para que sus estudiantes llegaran no solo a comprenderlo sino a meditar y reflexionar sobre el tema que se trataba, que les motivara y creara en ellos interrogantes que propiciaran el debate en sus clases. Además evitaba que sus clases se convirtieran en algo aburrido para sus discípulos, dándoles temas en los que ellos debían prepararse y debatirlos frente a los demás lo que contribuía también en su futuro desempeño como eclesiásticos.

    Basándose en el método de Descartes, postulaba que:

    …la experiencia y la razón son las únicas fuentes o reglas de los conocimientos (3)

    Desarrolla su magisterio en un marco de liberal independencia de criterio que le causó no pocos enemigos. Sostenía que debía haber una separación entre la Teología y la Filosofía. Adquiere especial relieve el hecho de que haciendo caso omiso de las ordenanzas que imponían el latín como lengua docente, Varela, daba sus clases en español y para cubrir las formalidades así como para que sus alumnos practicaran el latín, dedicaba un día a la semana a conversar en ese lenguaje, esto sería un punto esencial en la formación del cubano, de nuestra nacionalidad, pues nuestro idioma será a partir de ese momento usado en la enseñanza y también en la publicación de libros.

    En su tercer curso como profesor (1813-1814), Varela adopta abierta y diplomáticamente el idioma español para sus clases de Filosofía. En ese período comienza a publicar sus libros de textos también en español. A la vez que incorpora actividades experimentales en las clases de Física y Química.

    …anticipándose a su época… hace traer aparatos, o los construye él mismo o indica la manera de construirlos y descubre ante los ojos de la juventud atónita que le rodeaba con tanta veneración como cariño, un nuevo campo, inmenso y hermosísimo de investigación y estudios serios (4)

    Pero no es solamente su cátedra lo que ocupa a Varela, sino que despliega además una constante actividad en el seno de la Sociedad Patriótica de la que es socio de número desde 1817. Aboga por la aplicación de nuevos métodos de enseñanza, dirigidos a abolir la rutina memorística y a desarrollar la capacidad pensante de los alumnos. Por encargo de la propia institución escribe "Máximas Morales y Sociales", libro que sería destinado a las escuelas y al pueblo en general. Igualmente, en cooperación con Justo Vélez, pública un "Cuaderno de Orientaciones Morales y Sociales" para la juventud.

    Para Varela uno de los factores del atraso de la educación en Cuba se debía al uso de los métodos escolásticos que preponderaba la memoria como la fuente del conocimiento, de ahí que se dio a la tarea de revolucionar e implantar novedosos aspectos en la enseñanza de la época usando la razón y el entendimiento unidas al análisis, enseñar a pensar a partir de la naturaleza de las cosas, de su realidad inmediata sobre el principio de la realidad cubana y de las necesidades del país.

    Al año siguiente es aclamado socio de mérito de dicha institución, en reconocimiento a su labor en la Sección de Educación y al celo, actividad y acierto con que desempeñaba todas las comisiones que se le asignaban. A un prestigio sólidamente cimentado, se sumaba en Varela una popularidad creciente, que lo convierte en centro de la mayor estimación y solicitud.

    …. no podía quedar tranquilo en el humilde rincón de su colegio, cuando cosa grande acontecía en la Habana, o cuando se quería conmemorar en ella, de una manera realmente satisfactoria, cualquier suceso de importancia. Para todo se apelaba al padre Varela y nada se creía completo sin su cooperación y auxilio..(5)

    Así Varela, fue el escogido para que dirigiera la misa (y el consiguiente sermón) en vísperas de ciertas elecciones que habían de tener lugar en la Habana en octubre de 1812. El acto religioso – político se efectuó en la iglesia del Santo Cristo, ocasión que aprovechó Varela para decirle al pueblo:

    … no consideréis otra cosa que el bien de la patria… meditad y reflexionad vuestra elección; no procedáis por un ciego instinto y mera costumbre que es otro de los principios que inducen a error al entendimiento. Ciudadanos virtuosos y sabios deben ser el objeto de vuestras miras, sean del estado y condición que fueren… sacrificad vuestros intereses privados en obsequio de la sociedad… (6)

    La verdad, la patria, la sociedad, eran palabras que Varela revestía de un sentido nuevo para aplicarlos a la política, la cual suponía un lenguaje nuevo en aquellos años de inicio del siglo XIX. Eran sólo algunas anticipaciones de quien habría de radicalizar todavía más sus ideas y su lenguaje años después.

    En 1818 publica Apuntes Filosóficos y Lecciones de Filosofía, siendo ésta última con la que da cima a la renovación de las ideas filosóficas. Gracias a esta obra se enseñó Filosofía Moderna en castellano. Además en esta obra se fundamenta un sentimiento nacional aparece un concepto de patria y la defensa de éste, del amor de un hombre por su tierra. Es un texto de fácil comprensión y asimilación por parte del estudiantado que al recibir su contenido estará preparado para nuevas materias que enriquezcan lo recibido sin que medie el uso de lo memorístico, solo la comprensión y reflexión de lo estudiado.

    En vida de Varela se hicieron varias ediciones de este libro en Estados Unidos y fue usado como texto para la enseñanza en México.

    A 1819 corresponde su "Miscelánea Filosófica", que se edita por segunda vez en Madrid en 1821. De esta obra hizo Varela una tercera edición en New York, en 1827. Miscelánea Filosófica que él llamaba entretenimientos, es una reunión de diversos temas: desde cuestiones de lógica hasta reflexiones acerca de la música, con la que llenaba sus momentos libres pues tocaba el violín a la perfección. A él se debe la fundación de la primera Sociedad Filarmónica que hubo en La Habana.

    El establecimiento en España de la Constitución de 1812, determina la creación de una Cátedra sobre Materia Constitucional en el Seminario. El obispo Espada comunica su deseo de que sea Varela quien asuma esa tarea.

    En las oposiciones para cubrir la cátedra se presentan tres jóvenes talentosos que han sido sus discípulos: José Antonio Saco, Nicolás Escobedo y Prudencio Hechavarría. La Cátedra de Constitución recae, desde luego, en Varela, el cual da comienzo a su nueva función en enero de 1821. En ese mismo año publica su libro "Observaciones Sobre la Constitución de la Monarquía Española", que sería su última obra escrita en Cuba.

    Para Varela fue esta una nueva y magnífica oportunidad de derribar viejos troncos podridos y esparcir un semillero de ideas modernas. Su cátedra alcanzó una resonancia de tribuna. Las palabras SOBERANIA Y LIBERTAD, en la voz de Varela se vistieron de gala. Nunca antes se había hablado un lenguaje semejante en Cuba.

    …Es preciso no perder de vista que una cosa es soberanía y otra gobierno. Aquella resulta de la voluntad general, que forma el primer poder inseparable de la nación, mas el gobierno es mero ejecutor de la voluntad general, y sólo consiste en una o muchas personas que merecen la confianza pública autorizadas para juzgar según las leyes, y dictar otras nuevas cuando la necesidad lo exija, pero siempre conformándose a la justicia. El gobierno ejerce funciones de soberanía; no la posee ni puede decirse dueño de ella. El hombre libre que vive en una sociedad justa, no obedece sino a la ley. Mandarle invocando otro nombre, es valerse de uno de los muchos prestigios de la tiranía, que sólo producen efecto en las almas débiles. El hombre no manda a otro; la ley los manda a todos… (7)

    El mito del origen divino de los reyes y sus poderes omnímodos, se desmoronaba a la vista de todos. Esta cátedra tendrá una significación especial en la juventud de la época que se adhiere a ella e inicia la búsqueda de los nuevos conceptos e ideas que revolucionan el mundo. Allí se enseñó los fundamentos de un patriotismo nuevo, surgió la expresión de un fuerte sentimiento de nacionalidad desligado de las limitaciones cada vez mayores de la burguesía esclavista cubana Se abordará la necesidad de crear la nación cubana uniendo para ello todos los componentes del pueblo sobre la base de la colaboración de clases. Por tanto sirvió esta cátedra para desarrollar el pensamiento político hacia la patria y mirar hacia nuestros propios problemas desde una óptica nueva en aras de la conquista de un destino propio.

    En medio de un clima extremadamente tenso entre criollos y peninsulares (constitucionalistas y absolutistas), en diciembre de 1822 se celebraron las elecciones de diputados a las Cortes de Madrid, en que salió electo Félix Varela, así como Leonardo Santos Suárez y Tomás Gener.

    Una ojeada a la situación nacional en que Varela es electo diputado a las cortes, nos brinda el siguiente cuadro: un patriciado criollo (terratenientes, dueños de esclavos, magnates del azúcar, del café, del tabaco de la ganadería con títulos nobiliarios algunos de ellos) que mantenía una posición política reformista, y al que cualquier situación política en el país (liberal o absolutista) le venía bien, con tal que no alterara el orden público y no peligraran sus vidas, haciendas y perspectivas económicas. Estos enriquecidos criollos preferían que continuara el régimen español antes que estallara un movimiento revolucionario que pusiera en peligro sus intereses económicos, además veían en el gobierno cierta garantía a su estabilidad. A lo que más aspiraban era a un régimen autónomo para Cuba en el que pudieran ser factores aún más determinantes. Pero expliquemos esto más detalladamente: Para fines del siglo XVIII e inicios del XIX, y a raíz de numerosos factores internos y externos, se produce en Cuba el desarrollo del sistema plantacionario. Con la plantación, Cuba entra en la modernidad y se orienta hacia patrones de producción capitalistas.

    En España a este proceso de modernidad se le conoce como DESPOTISMO ILUSTRADO (período de Carlos III); y es el espacio que deja libre la monarquía española para los intereses de orientación capitalista evitando por supuesto, que una negativa a ello pueda provocar una revolución burguesa.

    El Despotismo Ilustrado en América, a veces funciona con más fuerza que en la metrópoli, rompe con el monopolio comercial, la política de puerto único y abre las puertas a otras regiones comerciales, tiene en cuenta y hace espacio a los intereses de los criollos que ahora se consolidarán como clase. El Despotismo Ilustrado origina, por tanto, una nueva dimensión teórica y cultural.

    Es oportuno señalar que a los EE.UU también les convenía que la situación en Cuba se mantuviera inalterable pues de ocurrir un estallido revolucionario sus intereses podían peligrar.

    ¿No había entonces separatistas en Cuba?. Sí los había ya, e incluso anexionistas, pero estarán ubicados en otros estratos sociales.

    En medio de esta atmósfera parte Varela para España el 28 de Abril de1821. Estando allí estallan ciertas conspiraciones separatistas creándose un estado de agitación en toda la Isla.

    El centro de movimiento era la Logia Soles y Rayos de Bolívar. En esta conspiración no participaba el patriciado criollo, eran fundamentalmente jóvenes, campesinos, profesionales, alcaldes, jueces, oficiales de la milicia, gente modesta, labradores y otros.

    Esta actitud de la oligarquía criolla puede explicarse en razón de la época. La nacionalidad cubana estaba aún en formación. Al condicionar sus aspiraciones a obtener ventajas económicas y de predominio, el patriciado criollo se convertía, como clase en una fuerza que, a su vez, agudizaría las contradicciones en el régimen colonial. Los campos, por consiguiente, irían así deslizándose cada vez más. Surgirían nuevas aspiraciones, una nueva situación: las económicas desarrollarían pugnas políticas, y nuevas formas de lucha conducirían al vuelo histórico. En otras palabras a través de un largo período de sublevaciones de esclavos, de conspiraciones armadas separatistas, de luchas políticas por reformas, de una intensa propaganda contra los males del régimen imperante, éste se fue modificando profundamente, hasta que finalmente fue sustituido uno por otro.

    Al partir para España, Varela representaba prácticamente el interés y las aspiraciones del patriciado criollo de reavivar la demanda de un régimen autónomo para Cuba. Todavía en aquel momento confiaba en España, en los liberales españoles. Pronto, sin embargo, el conocimiento directo de la realidad le permitiría ver las cosas de otra manera. Y esto es lo que levanta la personalidad de Varela en un plano de excepción, y permite calificarlo como el primer intelectual revolucionario de nuestra historia, el primer intelectual que rompe los moldes ideológicos de la oligarquía terrateniente y enarbola la bandera de la emancipación, anticipándose 45 años a La Demajagua. No era Varela, como sabemos, de clase opulenta, y se ha señalado que esto influyó en su capacidad para remontarse en dicha clase. Pero lo mismo pudiera decirse de otros intelectuales de aquel tiempo, que sin embargo amoldaron sus ideas a las del patriciado.

    Abogó Varela en las cortes españolas por la abolición de la esclavitud y vio como su proyecto se estrellaba contra los intereses de los negreros bien respaldados en las mismas; presentó un proyecto de autonomía colonial y pasó por el dolor de ver titulados liberales, como Agustín Argüelles, combatiéndolo en un hombre de colonialismo reaccionario, defendió, en fin, con gran visión de estadista, la necesidad de que España reconociera la independencia de América, y vio triunfar la ceguera política de la Metrópoli con un "no ha lugar a votar sobre el dictamen". Esta fue la experiencia del padre Varela en las cortes de España. Por sí solo hubiera bastado para determinar un cambio radical en sus ideas…(8)

    Luego sobrevino la catástrofe: la invasión francesa en apoyo de Fernando VII y su restauración con poderes absolutos; la feroz persecución desatada contra los liberales constitucionalistas; la pena de muerte dictada contra Varela y contra todos los que habían votado contra un Consejo de Regencia y declararon incapacitado al rey. Varela, así como Gener y Santos Suárez, pudieron salvar la vida huyendo de Marruecos en un barquichuelo, a través del estrecho de Gibraltar y de las balas francesas.

    De Marruecos Varela se trasladó a Estados Unidos. En Filadelfia para decir sus verdades, funda el periódico El Habanero. En dicha ciudad publica los tres primeros números y los restantes, hasta el séptimo, que fue el último, en Nueva York, en el período comprendido entre 1823 y 1826. Doblados convenientemente los ejemplares, podía hacerlos llegar a la Habana como si fueran cartas. Las autoridades coloniales se agitaron; los enriquecidos criollos reformistas se hicieron los desentendidos.

    Corre el año 1825. Las prédicas revolucionarias de El Habanero llevaron al paroxismo a los que mantenían esclavizada a Cuba. Se planeó asesinar a Varela, el cual lo denunció públicamente:

    … Se ha hecho una suscripción para pagar asesinos, que ya han encontrado, y que deben venir de la isla de Cuba a este país, sin otro objeto que matarme. La noticia es dada por personas de quien no puede dudarse, y además tiene otros antecedentes que lo confirman (9)

    Varela permaneció en Estados Unidos hasta su muerte, o sea, treinta años. Nunca pasó por su mente adoptar la ciudadanía norteamericana, pues tenía la firme resolución de no serlo de país alguno de la tierra, desde que circunstancias que no eran ignoradas lo separaron de su patria.

    Cartas a Elpidio sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad fue su última obra de carácter filosófico escrita en español. El primer tomo se publicó en Nueva York en 1835, y se reeditó en Madrid al año siguiente. En esta obra Varela señala normas de moral práctica vinculadas a la vida ciudadana, e inculca el amor a las ciencias; aconseja mostrarse liberal en las opiniones y censura los colegios que aplican métodos a base de castigos y de premios, que solo sirven para formar hipócritas especuladores, su afán por revolucionar la enseñanza es constante y su lucha contra las formas escolásticas de la época no cesan, aún estando lejos de su patria.

    ¿Quién era Elpidio?. La pregunta ha motivado distintas suposiciones, pero es lo más probable que con tal nombre Varela simbolizara a la juventud cubana, ya que Elpidio deriva del griego, elpís, que significa esperanza. Para Varela en la juventud estará precisamente la esperanza del futuro a ella le corresponderá el principal papel en la transformación de la sociedad y en la eliminación de las viejas formas caducas de la escolástica.

    Varela llegó a dominar a la perfección el idioma inglés, por lo que tradujo y publicó varias obras; son las principales el Manual de Práctica Parlamentaria, de Thomas Jefferson, y Elementos de Química aplicada a la Agricultura, de Humphrey Davy. Bajo su cuidado personal publicó también en Nueva York las Poesías, de Manuel Zequeira.

    Colaboró con varios trabajos, uno de ellos de singular interés sobre gramática en la Revista Bimestre Cubana, cuando ésta comenzó a editarse en la Habana, en 1831. Asimismo, publicó algunos materiales en El Mensajero Semanal, periódico que José Antonio Saco editó en Filadelfia, primero, y después en Nueva York.

    Varela desarrolló una intensa actividad religiosa hasta el fin de sus días. Fundó varias iglesias y un periódico literario-religioso, así como un asilo para niños huérfanos. Fue muy amado, admirado, y temido por quienes alguna vez polemizaron con él sobre temas eclesiásticos. Fue Vicario General de Nueva York, y recibió el título de Doctor de la Facultad de Teología del Seminario de Santa María de Baltimore. En dos concilios de Obispos y Teólogos representó al obispado newyorkino.

    Sintiéndose enfermo realizó dos viajes a San Agustín de La Florida para reponerse. Estando allí recibió la visita del ex discípulo suyo Lorenzo de Allo, quien comunicó inmediatamente a La Habana la situación de abandono y miseria en la que se encontraba un hombre de la talla de Varela. Al conocerse estas cosas en Cuba, un grupo de amigos y alumnos decidieron enviarle ayuda necesaria para lo cual viajaría a Estados Unidos,

    José María Casal. Cuando éste llega a San Agustín Varela había muerto.

    Hombre de dos siglos, el XVIII y XIX, Félix Varela es un punto de incidencia de las influencias de uno y otro, en lo político y en lo literario.

    En lo político se aprecian en él dos etapas bien definidas: Una reformista-autonomista, de una cubanía provinciana sujeta a España. Se era habanero como se podía ser, madrileño o sevillano y se tenía del orden y la paz un concepto colonial.

    Se opera después en Varela una toma de conciencia nacional de cubanía, y adopta una actitud independentista y revolucionaria, es su segunda etapa donde entiende que la revolución en Cuba es inevitable.

    En lo literario (como prosista y orador), se observan rasgos del siglo XVIII neoclásico y criticista y del XIX romántico. Es el iniciador de una prosa reflexiva que surge de una actitud crítica, indagadora de los problemas cubanos. Su prosa clara, enérgica, sobria, didáctica, emotiva, muy rica en imágenes, está permeada de aforismos integrados al contexto a la manera de Martí. Cartas a Elpidio constituyen sus páginas de mayor interés literario.

    En lo filosófico podemos considerar a Varela como el filósofo del optimismo, para él la razón y el conocimiento son los dos mayores bienes morales que poseen los hombres.

    Las ideas pedagógicas de Varela, se encuentran íntimamente relacionadas con su pensamiento filosófico. Fue el primero que enseñó en Cuba el estudio de las ciencias naturales utilizando la observación y la experiencia. Combate el silogismo, sin negar sus valores, dando preferencia al método analítico. Para él la educación debía ser variada, interesante y práctica donde; se utilizaría el método explicativo y se combinarían materias complicadas con otras más fáciles para propiciar la comprensión y la higiene escolar. Recomendó moderación en la lectura pues para él la verdadera ciencia es fruto de la meditación y del buen enlace de las ideas. Recomendó la mañana como el mejor horario para el estudio. Refiriéndose al lenguaje puntualizó que se aprende mejor lo que se escribe ve y oye. Debían usarse la inducción y la deducción cuando fueran necesarios.

    Por todo lo señalado en este trabajo consideramos de gran importancia conocer y estudiar la obra de Varela, teniendo en cuenta la época que le tocó vivir y cómo a pesar de eso fue capaz de entender la necesidad de renovar la enseñanza, la vida misma de toda la sociedad, llevar a cabo una revolución contra el dominio colonial que impedía el desarrollo de la sociedad cubana y frenaba el pensamiento de la época imponiendo viejos moldes que dejaban fuera toda posibilidad de entendimiento con la estructura colonial y por tanto el camino de la independencia era cada vez más imprescindible.

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

    1. Martínez Dalmau, Eduardo Discurso pronunciado en el Segundo Congreso Nacional de Historia. Cienfuegos, 1943.
    2. Bachiller y Morales, Antonio: Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba. Biblioteca de Autores Cubanos, t.1. Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, 1965.
    3. Rodríguez, José Ignacio: Vida del presbítero don Félix Varela. 2da. ed; Arellano y Cía. Editores, La Habana, 1944.
    4. Idem.
    5. Idem.
    6. Bisbé, Manuel: Ideario y conducta cívicos del Padre Varela.
    7. Idem.
    8. Idem.
    9. Roig de Leuchsenring, Emilio: Varela en El Habanero, precursor de la revolución cubana, La Habana, 1945.

    CAPITULO II: PENSAMIENTO SOCIAL DEL ILUSTRE CUBANO DON JOSE DE LA LUZ Y CABALLERO EN TORNO AL VALOR.

    La historia de las diversas concepciones sobre el valor, en general, han seguido varias direcciones, que explican su riqueza vinculada a la espiritualidad del cubano. En el siglo XIX, la ilustración cubana que significó como dijera Varona "El verdadero crepúsculo de nuestra historia cultural nacional" tiene como insigne a José de la Luz y Caballero, quien, considerado por Armando Hart, como el más grande filósofo del hemisferio occidental y por Medardo Vitier, como el filósofo del valor, educó y preparó a la juventud desde las aulas para sacar el país del atraso y elevarlo hasta el nivel alcanzado por Europa. Supo utilizar los Discursos Académicos de inicio de los exámenes como estandarte, para criticar la inmoralidad que le es característico al estado colonial que vivía la Isla. Luz combatió durante varios años el eclecticismo del francés Víctor Cousin, cuya doctrina iba a ser utilizada por el régimen colonial para sofocar el librepensamiento que la ilustración demandaba. Luz logró desterrar con sus ideas de avanzada toda la pretendida filosofía de la conciliación.

    Al transmitir los valores a la juventud, hacía hincapié en la unidad que debe prevalecer entre la ciencia y el patriotismo, que traería el progreso para el país. De ahí que veía en la moral la fuerza propulsora de la sociedad.

    Es precisamente en Luz, donde la necesidad de establecer una ciencia para la patria, toma grandes vuelos. Por su contribución a la sociedad cubana, él fue denominado "el maestro de todas las ciencias, "el sabio cubano", "el Sócrates cubano".

    Después de la Revolución de Haití ocurrida hasta 1808, la situación económica de Cuba prosperó, convirtiéndose en el principal exportador de azúcar. Para mantener este comercio, los terratenientes criollos, necesitaban de la introducción de la ciencia y la técnica a gran escala en la agricultura cañera.

    Por otra parte, la vida espiritual de la sociedad cubana expresaba una crisis profunda en la Educación, que generaba un tipo de hombre erudito, pero con un pensamiento escolástico y acrítico, de espalda a las necesidades de una sociedad cubana esclavizada, enferma y explotada por la Metrópoli Española.

    La obra de Luz, como él mismo expresara, fue una lucha tenaz de la luz contra las tinieblas, de la ciencia contra la ignorancia. Muy significativo es que una parte de su obra que más ha trascendido andando el tiempo es la correspondiente a su pensamiento ético, que podemos denominar moral- patriótico.

    Nos corresponde desentrañar cuales son aquellos elementos valorativos que median entre ciencia y patriotismo.

    Luz se pronuncia, ante todo contra una ética racionalista, que tiene como característica imponerse desde afuera del hombre sin atender al tiempo, las costumbres, su suelo, normas de connivencia, que en definitiva forma el núcleo de la cultura popular o ethos.

    Esta ética la trataron de introducir a través del eclecticismo francés de Víctor Cousin, filosofía de corte idealista subjetiva cuyo método introspectivo psicologista iba dirigido a crear un hombre pasivo totalmente, mirándose hacia adentro, para el cual los acontecimientos sociales no significaban nada en absoluto.

    Luz consideraba que aplicar con férrea voluntad la educación de la juventud a una idea más o menos exacta, tras de ser casi imposible, es terriblemente peligroso, corriéndose el riesgo de arruinar cosa tan respetable como una inteligencia; para sumirlo en la inercia y en el marasmo, creando resultados funestos.

    Luz se pronuncia por una educación para la vida donde no exista la ciega obediencia, que será oportuna en otros casos, pero que nada podría servirle a él como educador, que trataba de encender, no de apagar, de crear hombres, no máquinas.

    Por esta razón, educar al niño con cuantas menos pretensiones sean posible es la gran obra de la educación, es decir, que para educar en valores hay que partir del orden en las cosas y no ordenándolas desde afuera.

    Quien abra la historia, reflexionaba Luz, verá que ha sido siempre el recurso de aquellos pocos de ánimo mezquino, que no comprenden el progreso de la humanidad y que la civilización en una marcha triunfal ha dejado siempre detrás de sí

    Luz recomienda que aunque estuviésemos condenados a vivir en una sociedad destituida de toda grandeza y formada de vicios y de crímenes seamos entonces los únicos árboles en pie en medio de tal yerme de virtudes.

    El pensador cubano se sentía orgulloso de expresar que para que Cuba sea libre para eso era él, maestro. Este compromiso con la Patria lo lleva a establecer un método propio enaltecedor de la verdad, que de categoría gnoseológica tratada solamente en materias filosóficas, deviene en la mente del pedagogo, en gnoseológico-moral; o sea el conocimiento de la verdad, su interiorización por parte del individuo crea una actitud consciente ante la vida y la patria. Por eso solía decir: sólo la verdad me pondrá la toga viril.

    Considera que la verdad es el alimento que la Providencia divina ha señalado al espíritu durante su peregrinación sobre la tierra; es la luz de la inteligencia; en su atmósfera es donde único puede respirar el alma feliz. El espíritu humano necesita conocer, la conciencia del desarrollo intelectual le produce una satisfacción viva y profunda; los obstáculos le disgustan, la duda lo quebranta.

    En la edad de la inocencia y de candor este sentimiento noble y precioso de la verdad aparece en toda su pureza, el espíritu quiere entonces que vida en su atmósfera, e instintivamente busca la verdad, sin darse cuenta de que la busca.

    La obra de la enseñanza es lo más importante, que según Luz, no es la mera transmisión de los conocimientos sino que para el educador que tenga profundamente arraigado en su corazón el sentimiento religioso, el objeto de la enseñanza es un alma hecha a imagen y semejanza de Dios, un alma que viene al mundo con gérmenes que han de ser desarrollados para volver mejoradas al seno del Creador. Para él, pues, no se trata sólo

    de disipar en el niño las tinieblas de la ignorancia; se trata, ante todo del desarrollo armónico y completo de sus facultades inmortales y del cultivo de sus sentimientos, de la recta dirección de las ideas, se trata de moralizarlo, de indicarle amor a la virtud, de hacerle bueno, en una palabra.

    José de la Luz, era partidario que cuando se cultiva, moraliza e instruye a la vez, es cuando el maestro cumple con los fines de su ministerio, porque cultivar las facultades todas, moralizar al individuo y trasmitirle conocimientos: tales son los fines de la enseñanza, de la verdadera enseñanza.

    Para Luz el mundo no levanta al educador arcos de triunfos como a los conquistadores de la tierra, la pública admiración no le erige estatua, ni la fama se encarga de grabar su nombre con letras inmortales; pero en el fondo de su pecho le levanta un altar de gratitud; a la vez, la voz de la conciencia diciéndole a cada instante: "cumpliste con tu deber", es más grata que la fama que pregona los altos hechos en todas las regiones, y el monumento de ciencia y virtud que dedica a la patria es más digno y apreciable que todas las conquistas. No son sin duda tan deslumbrante los trofeos de la victoria; su triunfo es más modesto, pero los más hermosos laureles no son comparables a los de ganar almas para el cielo y sectarios para la verdad.

    Despertar el hombre a la virtud y a la verdad, comunicarle buenos principios, grabar en su corazón las más sanas máximas de la moralidad, tal debe ser el fin primordial de todo educador. El que no tiene el verdadero sentimiento moral y consiente que en sus alumnos se arraiguen malos hábitos, permitiéndoles que mientan, no sólo labra la infelicidad de estos, sino que falta gravemente a los padres, a la patria y a la humanidad.

    Luz y Caballero, en la madurez de su pensamiento se encuentra con un cuadro científico del mundo, donde a pesar de los golpes aceptados por Varela, aún el pensamiento escolástico se asentaba en la enseñanza y en el pensamiento social. Las artes, la jurisprudencia, la lógica aristotélica ocupan la mente de los hombres eruditos de la época desde hacía muchos años.

    La llegada de algunos frailes españoles en el siglo XVII abrió la expectativa de cierto humanismo y preocupación por el problema del indio en extinción.

    A fines de ese siglo, el Padre José A. Caballero hablaba de introducir las ciencias experimentales en la enseñanza; planteamiento que se fue radicalizando pasando por Varela hasta Luz.

    Prácticamente la misión de la vida de Luz fue introducir las ciencias naturales no como entes aislados, sino situarlas en la enseñanza, en tal posición de primacía que su aprendizaje determinara el robustecimiento del espíritu y de la moral del hombre, que lo pusiera en condiciones de curar los males del organismo social.

    El consideraba que el hombre es alma, sentimiento y físico, todo unido en una pieza.

    En este pensamiento basó toda su concepción del mundo. Un pensamiento de corte naturalista al estilo de Feuerbach, muy utilizado por Marx en sus primeros trabajos, pero que posee gran valor metodológico para la concepción unitaria del hombre contraria a la concepción religiosa de la contradicción espíritu – cuerpo y la separación de ambos con la consiguiente corrupción del segundo. A pesar de ser una concepción vertida en el pensamiento filosófico en Cuba, significó, además, romper con el paralelismo psico-físico; problema al cual se había enfrentado la filosofía durante mucho tiempo y que tuvo una solución importante en Benito de Spinoza en Holanda.

    Por tanto, el hombre tenía que ser estudiado por una sola ciencia. Aquí en Cuba la concepción unitaria de la ciencia desmantela las ideas pedagógicas escolásticas de la primacía de la lógica con relación a la física, y enfrenta toda una polémica que sacudió a América Latina durante varios años contra el pernicioso eclecticismo de Víctor Cousin. La filosofía idealista subjetiva de Cousin que había obtenido glorias en la época de la "restauración" francesa al servicio de la reacción, era acogida por el régimen colonial y sus adeptos como la necesaria para conciliar las contradicciones en Cuba. O sea que detrás de ella se escondían fines ideopolíticos que de establecerse ahogaría los avances de la ilustración y el libre pensamiento en Cuba.

    Sin embargo Luz consideraba que el hombre fue primero físico que ideólogo. Por lo tanto la enseñanza de las ciencias naturales debía preceder a las morales o espirituales que era lo necesario a la tierra de caña, guarapo y café.

    Luz fue capaz de derivar que esta única ciencia tenía que tener un sólo método para adquirir el conocimiento, en el cual se vinculen orgánicamente la experiencia como punto de partida, con el raciocinio que analiza y que tuvo como centro el proceder de la inducción baconiana que va desde los hechos aislados a la síntesis en conclusiones generales.

    El método empirio-racionalista, como le llaman varios autores (1), se acerca a una concepción avanzada de la práctica que rebasa el sentido simplista, como el conocimiento profundo del hombre y la sociedad.

    La presencia de un sólo método es muy importante para la unidad de los puntos de vista del paradigma científico en formación en la época que Luz mismo pregonaba como la de la gran síntesis.

    Lógicamente, toda la concepción del hombre , la ciencia y el método desemboca en la verdad, que al ser resultado de la identidad del concepto y el objeto, que conduce se comporta como una verdad única. Esta verdad es la configuración ecléctica de la síntesis escogedora de lo mejor de todos los sistemas. Una verdad única en la concepción del mundo de un hombre significa solidez de los conocimientos, inquietud y acción práctica con conocimiento de causa. El concepto de verdad como conclusión se convierte en la célula de la unidad entre ciencia y patriotismo.

    Es interesante que se esté presentando entre los intereses cognoscitivos lucistas la aparición no ya de una visión de conjunto del universo, sino la búsqueda de la dialéctica de los vínculos y relaciones que la aplica consecuentemente al considerar que en el mundo no existen tangentes y secantes, sino todo se abraza y se toca como una fuerza única. Según Luz, el espíritu del hombre es el punto de aplicación de muchas fuerzas contrarias, necesario es que entre ellas haya una que no sólo la contrapese a todas, sino que las arrastre y las domine, y esta debe ser la fuerza de la verdad.(2)

    Para Luz el que siente la fuerza de la verdad y el impulso de propagarla no hay ningún miramiento que lo detenga, la verdad es por naturaleza expansiva: una vez dado el impulso nada puede contenerla como la salida de un proyectil una vez desarrollada la fuerza de la pólvora

    Luz y Caballero encuentra en la Educación la palanca impulsora de los cambios que debían operarse en la juventud proponiéndose de una forma suí generis la vinculación de tres sujetos, que laboran al unísono en el proceso de su realización.

    Él consideraba que la educación debe tener por lo menos tres obreros: padre, alumno y maestro, formando una "trinidad" que conduciría a la educación del sentimiento de la verdad.

    El binomio ciencia – patriotismo, en el pensamiento social de Luz, encuentra como elemento mediador el proceso que pasa por el método empirio-racionalista hasta el logro de una verdad unitaria que funcione como premisa para la actuación moral del sujeto como una sola pieza en la solución de problemas que acarrean al organismo social. Por eso, la Educación debe incidir en el hombre, que se convertirá en sujeto cuando se arraiguen al unísono los conocimientos científicos y sentimientos patrióticos, que redunden en una formación valorativa integral del mismo.

    El hecho de que el individuo se desentienda de su patria en los momentos en que ella lo necesita, por ser "buen científico", no llega a ser un hombre pleno porque le falta a esos conocimientos, la verdad que los moraliza que ese esencialmente patriótica, donde adquiere su verdadero valor social. Por esta razón, los autores coinciden con Medardo Vitier al definir el valor:

    "Valor en filosofía, para valerme de una fórmula, implica criterio más vivencia (…) Dicho de otra forma cuando nuestras creencias se convierten en conducta" (3)

    Por eso estas ideas contribuyeron a la formación del ethos del pueblo cubano entendido como es la organización inconsciente de un grupo o de una sociedad que es el elemento básico de la cultura. Es el punto de donde proceden las normas, los valores. Es todo lo que observa inconscientemente, el conjunto de modos de actuar que no se discute y se trasmite espontáneamente Se expresa en dichos provechos, símbolos mitos sentencias de sabiduría popular.

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    1. En este sentido coinciden autores como Carlos Rafael Rodríguez (José de la Luz y Caballero), Zaira Rodrigues Ugidos (El sensualismo racionalista de José de la Luz y Caballero en Ciencias Sociales Cubana; José Antonio Bustamante y Montoro (La polémica contra el eclecticismo. Obras).
    2. Luz y Caballero, José: Elencos y Discursos Académicos.

    Editorial Universidad de la Habana de 1944.

    3. Vitier, Medardo: Valoraciones. Conferencias editadas por la Editorial Universidad de las Villas

    CAPITULO III: TECNOLOGIA Y VALOR

    Los tiempos actuales se caracterizan por el incremento explosivo de las investigaciones científicas y la creciente disminución en el tiempo de aplicación práctica de sus resultados. Estas profundas y generalizadas transformaciones tienen, entre otras causas, la imbricación cada vez más estrecha entre desarrollo científico y tecnológico y su aplicación en la esfera productiva, de distribución y consumo de bienes y servicios.

    Por otra parte, ocurre a nivel mundial una globalización de los mercados cuyo signo característico es la lucha cada vez más aguda por la introducción de tecnologías basadas en el conocimiento, la cual está conduciendo a la sustitución de materias primas, cuestión que unida a la creciente dominación de la especulación financiera por sobre el capital productivo ha estado conduciendo a una suerte de desmaterialización del capitalismo.

    Estas radicales transformaciones han acrecentado la ya difícil situación de los países subdesarrollados, productores de materias primas tradicionales y productos con muy poco valor agregado, es decir, los países tercermundistas, que obligados a la inserción en la economía mundial, se ven con menos posibilidades de competir con los países desarrollados y, por consiguiente, mínimas perspectivas de crecimiento económico.

    Salta a la vista una profunda contradicción del régimen capitalista: mientras por un lado los adelantos de la ciencia y la tecnología ofrecen como nunca antes enormes posibilidades en la creación de bienes para la sociedad, por el otro el disfrute de esos resultados está más distante del alcance de las grandes mayorías del orbe, pues

    "…el patrimonio de las quince personas más afortunadas del planeta, sobrepasa el PIB del conjunto del África subsahariana" (1)

    Este modelo de relaciones entre los hombres ha llevado al mundo a una crisis generalizada que se manifiesta tanto en el ámbito económico como en el social, político y espiritual de la sociedad; pero ha tenido su correlato en las relaciones del hombre con la naturaleza, y también aquí puede hablarse ya de una gran crisis ecológica.

    De todo lo arriba expresado se sigue que el modelo impuesto por el capitalismo al mundo, donde coincide en estos tiempos esas dos grandes crisis: la económico-social y la ecológica, es insostenible, por lo que es de extrema urgencia cambiarlo, pues está en juego la supervivencia ya no de un grupo, una clase, un país o una región, sino de toda la humanidad, y en segundo lugar la estrecha relación existente entre la ciencia y la tecnología y su influencia en la sociedad toda; por lo que hoy no sería posible explicar los procesos sociales sin tener en cuenta este elemento.

    Así las implicaciones éticas del desarrollo científico-tecnológico han sido objeto de reflexión en los últimos tiempos con mayor fuerza y en tal sentido es preciso resaltar lo planteado por el director de la UNESCO, Koichiro Matsuura quien condenó categóricamente toda investigación o intento de clonación humana reproductiva, y abogó por la urgente prohibición universal de estas prácticas criminales; y más adelante señala que

    Debemos hacer todo lo posible, a nivel nacional e internacional, para prohibir experimentos no sólo arriesgados en el plano ético porque atentan de forma intolerable contra la dignidad humana" y a renglón seguido subrayó que no puede haber progreso para la Humanidad "en un mundo en el que la ciencia y la tecnología se desarrollen independientemente de toda exigencia ética (2)

    Con esta sentencia el director de la UNESCO, está interpretando el sentir creciente de filósofos, sociólogos de la ciencia y la tecnología que está teniendo lugar, fundamentalmente a partir de mediado del siglo pasado.

    Todo análisis que pretenda hacerse sobre la tecnología deberá tener como presupuesto el concepto racionalidad, en tal sentido Jacques Ellul (1960), mantiene que por tecnología hemos de entender la totalidad de métodos que racionalmente alcanzan la eficacia absoluta (o apuntan a ella) (3)

    Teniendo en cuenta esta perspectiva es importante entonces elucidar la esencia de la racionalidad. Para la ilustración la ciencia ha constituido el modelo de la verdadera emancipación del hombre, el paradigma de la racionalidad que encuentra su basamento teórico en el positivismo.

    Según Max Wëber, la racionalidad moderna se había especializado en detectar los medios oportunos para conseguir metas -medios, fines-, cuya culminación debe ser la dominación del mundo puesta al servicio de los intereses humanos. Esta racionalidad concebida también como teológica, es la aplicación sistemática de la razón para determinar los medios más idóneos en la consecución de los fines perseguidos por la acción humana.

    G. Lukács, utilizando el término weberiano del cálculo racional, destaca:

    La esencia del cálculo racional se basa en fin cuentas en que el curso forzado conforme a leyes e independientemente de lo arbitrario individual, de los fenómenos determinados es conocido o calculado. El comportamiento del hombre se agota, pues, en el cálculo correcto de las salidas posibles de ese curso (cuyas "leyes" encuentran su forma "acabada"), en la habilidad para evitar los "azares" que pueden ser obstáculos mediante la aplicación de dispositivos de protección y medidas de defensa (que se basan también en el conocimiento y la aplicación de "leyes" "semejantes" (4)

    El gran pensador húngaro, que se cita, utilizando a Marx, se apoya en el cálculo para demostrar las modificaciones que se operan en el sujeto y el objeto del proceso económico; es decir, señala el carácter enajenante del cálculo racional. Para él la racionalización presupone la descomposición extremadamente precisa de cada conjunto complejo de sus elementos, reduciéndolo en un conglomerado de partes sueltas; con respecto al sujeto se produce la dislocación de su naturaleza física y social, degradándose su personalidad al insertarse dentro de los sistemas mecanizados y funge como un ser pasivo donde cada vez más se reducen sus vínculos con la comunidad. Es decir, el hombre "…se encuentra con que él no es más que una rueda de la inmensa máquina capitalista. El hombre es, pues, esclavo de la máquina, lo mismo que lo es del trabajo, de ese trabajo dividido, de la propiedad, del dinero. Trabajo maquinal simplificado, en el que el hombre no puede expresar su personalidad al hacer algo. Es tan simplificado, tan inmensamente repetido, que infantiliza al trabajador." (5)

    Al referirse a la esencia de la técnica Marx señalaba que la misma sirve al hombre para levantarse sobre la tierra; aunque a su vez se vuelve contra él, lo aliena. Pero esta enajenación se hace aún mayor cuando unos hombres son explotados por otros. Ante esta situación Marx propone una solución: la sustitución revolucionaria del régimen capitalista, acto histórico mediante el cual se dejaría atrás la prehistoria de la humanidad, y con ello tendrá lugar el proceso paulatino de emancipación del hombre. La sociedad estaría en condiciones de controlar los efectos nocivos de la técnica.

    Con el desarrollo del capitalismo y la utilización creciente de las nuevas tecnologías, el proceso de positivización de la razón, ha conducido al predominio de la racionalidad burocrática instrumental; con ello asistimos a un proceso de auto legitimación de la técnica.

    El hombre ha convertido la realidad en objeto que hay que dominar a toda costa. La técnica es determinante en nuestras vidas (dependemos de la radio, la televisión, el cine, la comunicación por el ciberespacio). Cada vez se reducen más y más las relaciones entre los hombres.

    La situación anterior ha sido reflejada por el pensamiento al generarse el estilo calculador, el cual tiene como objetivo el dominio de la naturaleza a como de lugar, tiene

    "…una mirada objetivante, sistematizante, manipuladora, calculadora, técnica, utilitaria, pragmática y de acuerdo con fines de dominación…" (6)

    Este estilo que es expresión utilitaria del valor ha deslumbrado al hombre quien vive de la exterioridad y se enajena de sí mismo y de su existencia. Heidegger denomina a este fenómeno desarraigo. (7) En medio de aparatos se ha hecho más práctico, y calculador lo que entraña un peligro pues no hay espacio para la reflexión y el estilo calculador se convierte en el único modelo de actuación.

    Hasta aquí hemos visto una dimensión de la tecnología donde se hace hincapié principalmente en el análisis de su estructura y naturaleza interna. Mitcham denomina a esta forma de reflexión filosófica "Filosofía ingenieril de la tecnología". (8) Opuesta a esta concepción es la que considera la dimensión externa, es decir los factores sociales, políticos y espirituales como la de mayor importancia y la enmarca dentro de la Filosofía de la tecnología humanista.

    Si la filosofía ingenieril de la tecnología coincide con el estilo calculador que privilegia los valores utilitarios, la filosofía humanista coincide con el estilo de pensamiento reflexivo que prioriza los valores de sentido, trascendentes.

    Clásicos de la llamada tradición humanista han sido los existencialistas José Ortega y Gasset y Martín Heidegger quienes advirtieron del peligro de la existencia humana ante el influjo de la tecnología. Al decir de Gasset

    "…la técnica, al aparecer por un lado como capacidad, en principio ilimitada, hace que el hombre, puesto a vivir de fe en la técnica, se le vacíe la vida. Porque ser técnico y sólo técnico es poder serlo todo, y consecuentemente, no ser nada determinado. (…) Por eso estos años en que vivimos, los más intensamente técnicos que ha habido en la historia humana, son de los más vacíos" (9)

    Por su parte Heidegger señala que la esencia de la tecnología está en el "desocultar", "desvelar", es desafiar la naturaleza y ahí está el mayor riesgo. Por eso enfatiza: "La esencia de la técnica, encaminar el desocultar, es el peligro." (10)

    Las reflexiones del existencialismo que en su esencia más profunda considera las relaciones sociales hostiles al hombre y por tanto no las tiene en cuenta, no está en condiciones de explicar el por qué del desarraigo. Si por un lado trata importantes cuestiones de las relaciones hombre-técnica-tecnología, por el otro no propone, ni puede hacerlo, una solución que contribuya a la desalineación del hombre.

    El protagonismo que a partir de la segunda guerra mundial y fundamentalmente con su terrible colofón, comienza a tener la tecnología, constituyó un jalón importante, dentro de las reflexiones ético-morales.

    Muchos son los hechos, de la segunda mitad del siglo pasado y el inicio del presente, que han potenciado esa actitud ya no sólo entre filósofos y sociólogos de la ciencia y la tecnología, sino también de políticos, ingenieros, tecnólogos y demás profesionales, así como de la población. Refirámonos a los que consideramos más importantes:

    • Uso de determinados fertilizantes y pesticidas.
    • Aumento de los niveles de radiación.
    • Explosiones en Bophal y Chernobil.
    • Ensayos nucleares.
    • Aumento en flecha de la carrera de armamentos.
    • Tala indiscriminada de bosques.
    • Experimentos con animales.
    • Incertidumbre en relación con los residuos radiactivos.
    • Utilización de organismos genéticamente modificados.
    • Clonación.
    • Consumo irracional, derrochador de los recursos.
    • Polarización del conocimiento científico-tecnológico y su aplicación
    • Crecimiento desmedido de la población del planeta.
    • Crisis ecológica.
    • Endeudamiento creciente de los países pobres.
    • Dudas sobre los riesgos de las tecnologías de la información para la privacidad de las personas.
    • Las guerras y sus consecuencias, principalmente las más recientes.

    Todos estos hechos han ido generando, fundamentalmente en un pequeño sector de la intelectualidad, un estado de escepticismo hacia la ciencia y la tecnología como factores de progreso humano. El pensamiento posmoderno tiene aquí una de sus bases.

    Los elementos arriba señalados de las tradiciones filosóficas sobre el análisis del problema de la naturaleza de la tecnología y su relación con el hombre, nos permiten comprender su insuficiencia pues tratan el problema unilateralmente, por lo que consideramos interesante lo apuntado por Javier Echeverría:

    "Una de las tareas a llevar a cabo en filosofía de los valores es ampliar la noción de valor de modo que no sólo se tengan en cuenta los valores religiosos, éticos, estéticos, económicos o políticos, sino que también puedan ser considerados los valores epistémicos que caracterizan la actividad científica (verosimilitud, simplicidad, generalidad, fecundidad, etc.) y los valores internos a la actividad técnica (eficiencia, eficacia, facilidad, utilidad, etc.)…" (11)

    Todos estos valores se convierten en variables a tener en cuenta en la evaluación de tecnología. Así han surgido conceptos tales como los de tecnología adecuada, alternativa, sustentable, apropiada, etc.

    Según Gottard Bechmann (12) existen tres diseños básicos de evaluación de tecnología: el instrumental, el elitista y el participativo, donde los dos primeros corresponden a la evaluación clásica y su diferencia esencial con el último es que éste es un modelo que previene de los impactos negativos para la sociedad; es decir este modelo incluye dentro de la evaluación, la valoración de la tecnología. Muy de acuerdo con esto está lo expresado por Fidel Castro Díaz-Balart, cuando plantea: "…Así, de no analizarse (13) el impacto de las tecnologías antes de aplicarlas, será imposible usarlas de manera reflexiva, fructífera y respetuosa." (14)

    Todo lo hasta aquí expresado y principalmente lo referido al creciente proceso de toma de conciencia de distintos sectores de la sociedad sobre los efectos de la ciencia y la tecnología, así como los indiscutibles avances en la implementación de estrategias para contrarrestarlos, no nos debe llevar a la idea de que éste es un problema resuelto, pues, hoy por hoy, lo que impera en este mundo globalizado y neoliberal es el estilo positivista, pragmático, cuyo objetivo final es la obtención de ganancias a como de lugar. El sistema capitalista, a pesar de sus mutaciones, sigue respondiendo a su ley fundamental que es la obtención de plusvalía; los intereses económicos son en última instancia los que condicionan los demás intereses, porque "la implementación violenta del paradigma antropológico dominado por la ley del valor y el homoeconomicus como productor y realizador de plusvalía, determina su comportamiento práctico como fundamentalmente utilitarista y en contraposición abierta a cualquier proyecto humanista sobre la socialización y el devenir de la arquitectura humana…" (17)

    A nuestro modo de ver el capitalismo, como sistema que para sobrevivir tiene que crecer y crecer no puede resolver completamente, para bien de la humanidad, el problema de la relación entre la tecnología y el hombre. Es sólo en el socialismo, donde se produce un proceso de cada vez más coincidencia entre los intereses individuales, de grupos, clases y toda la sociedad, tiene lugar una real participación en el proceso de evaluación y valoración de la tecnología. Esto no quiere decir que aquí – y ahora me refiero al caso nuestro: Cuba – todo sea una panacea; al contrario, pensamos que hay mucho que avanzar en este terreno, por lo que creemos oportuna las recomendaciones siguientes:

    -Incluir en los distintos niveles de enseñanza los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS)

    -A pesar de lo que se ha avanzado en la concepción y aplicación de los programas para la formación humanista de los estudiantes universitarios, aún pervive el paradigma gnoseológico de la modernidad que establece "…un divorcio entre ciencias naturales y ciencias sociales que olvida el principio de la unidad e integración de los conocimientos contemporáneos" (17) De ahí que consideremos necesaria la extensión de los estudios CTS a las ciencias sociales y humanísticas.

    -Mayor divulgación de los logros de la ciencia y la tecnología y sus impactos en nuestro medio, tanto los positivos como los negativos.

    -A partir del proceso de elevación creciente de la cultura del pueblo, desarrollar una política de evaluación y valoración de la tecnología que contemple una participación cada vez más crítica y activa, fundamentalmente de la población que reside en el lugar donde deba aplicarse la tecnología.

    Y para concluir nada mejor que las siguientes ideas expresadas en el código sobre la Ética Profesional de los Trabajadores de la Ciencia en Cuba, referidas a la ciencia, pero que muy bien pueden ser para la tecnología:

    "La ciencia carecerá de sentido si no se fundamenta en el principio del humanismo, puesto que toda actividad científica deberá orientarse por el reconocimiento del hombre como valor supremo. Es precisamente el hombre, su vida, bienestar, salud, cultura, libertad y progreso, quien le confiere sentido a la ciencia"(18).

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    1. Fidel Castro Díaz-Balart: Ciencia, innovación y futuro. Ediciones Especiales. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 2 001. P. 480-481.

    2- Seminario internacional editado por Prensa Latina: Orbe, Año IV, Número 32 de 2 003, sección "A ciencia cierta", P. 13.

    3- Citado por Amparo Gómez Rodríguez: Termas de Iberoamérica,

    2 001 001, p.169 (nota al pie).

    4- G. Lukács: Historia y conciencia de clase. Editorial. Grijalbo,

    Barcelona, 1975, P. 175.

    5- Antonio Aguilar Fajardo. Fenómeno técnico y existencia humana. Editado e impreso por el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Granada. 1979, P. 60.

    6- Colectivo de autores. Filosofía en América Latina. Editorial Félix Varela. La Habana, 1998. P. 431.

    7- Heidegger comprende como Marx los efectos nocivos de la técnica y por ello llamaba a tomar distancia de la misma, decir sí y no a su uso. Como existencialista el temor y la angustia lo lleva a una posición pesimista (ALRR).

    8- Colectivo de autores. Ciencia, Tecnología y Sociedad: una aproximación conceptual. Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura. 2 001, P. 47.

    9- Antonio Aguilar. Obra citada, P. 47.

    10- Antonio Aguilar. Obra citada. P. 47.

    11- Colectivo de Autores. Filosofía de la tecnología, Madrid. 2 001. P. 26.

    12- Colectivo de autores. Obra citada. P. 65.

    13- El subrayado es del autor.

    14- Fidel Castro Diaz-Balart. Obra citada. P. 483.

    15- Neam Chomsky y Heins, Dieterich. . La Aldea Global. Editorial Txalaparta. Año 1998. España. P. 106.

    16- Zaira Rodríguez Ugidos. OBRAS T. 2. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989, P. 214.

    17- Colectivo de autores. Tecnología y Sociedad. Editorial Félix Varela, La Habana, 1 999, P. 270.