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Deuda Externa y Liberación Nacional


     

    Todo lo que nos rodea es falso e irreal.

    Es falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos imbuyeron.

    Falsa las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran.

    Todo lo material, todo lo venal, transmisible o reproductivo, es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera.

    Raúl Scalabrini Ortiz.

     

    EL NUEVO REPARTO DEL MUNDO

    No cabe ninguna duda que entramos en una época nueva. La caída del bloque socialista, encabezado por la Unión Soviética, la superioridad militar yanqui, la unidad europea y el fracaso o retroceso de muchos movimientos nacionales del Tercer Mundo, ha permitido que los portavoces del Nuevo Orden Mundial proclamaran la muerte definitiva del EstadoNación, la globalización capitalista, los beneficios del mercado y la democracia libeal a todo el mundo, y la muerte del socialismo.

    Las consecuencias de esta nueva situación mundial no tardaron en hacerse sentir en la Argentina.

    En 1989, Menem llega al poder amparado por las tradicionales banderas del peronismo, para cambiar al otro día, adaptándose a los nuevos aires que corren por el planeta. La Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, motores del movimiento creado por el General Perón, fueron tirados al tacho de los desperdicios y reemplazados por los arquetipos del capital financiero imperialista: apertura económica, desrregulación y libertad de mercado y privatizaciones. Justamente lo contrario de la doctrina y práctica peronistas.

    El peronismo, que con Perón había realizado la Revolución Nacional, con Menem se convierte en le verdugo de la Revolución, en el brazo ejecutor de la contrarrevolución.

    "Como hongos después de la lluvia brotaron los conversos, los revolucionarios quebrados, los nacionalistas que abdicaban, los peronistas y nacionales que clausuraban en algún rincón del tibio poder, un ciclo de lucha.

    "Las nuevas condiciones mundiales llegaban a justificar lo injustificable. Fueron legión los intelectuales y políticos que en su afán de mimetizarse, arrojaron "el agua de la bañera junto con el bebé". Todo el sistema de viejos partidos de la Argentina dependiente, incluidos los que aborrecían a Menem por su procedencia peronista, se plegaron al nuevo curso y aplaudieron, con entusiasmo o resignación, el servilismo menemista al Amo Imperial.

    "En nombre de los nuevos tiempos, el país en su conjunto pegaba un gigantesco salto atrás, como guiado por un misterioso poder, que evocaba a aquel de la obra de Lope de Vega: "¿Qué capitán es este; qué soldado de la guerra del tiempo?".

    "Pero no había tal misterio. Detrás de los actores de superficie se movían las fuerzas desplegadas del capitalismo mundial." (Alberto Guerberof, "Cambio de Mano").

    Terminada la guerra fría, que para muchos fue la Tercera Guerra Mundial, varios centros de poder, en lucha entre sí, vinieron a suplantar a los dos bloques anteriores: EE.UU., cuya hegemonía nuclear es indiscutible; Rusia, que a pesar de sus crisis y el desprendimiento de varias de las naciones sojuzgadas, sigue manteniendo su estatus de potencia nuclear; Europa y Japón.

    Los EE.UU., Europa y Japón, enfrentados a una terrible guerra comercial, emplean por ahora, las armas de los subsidios y el proteccionismo, obligados por la crisis mundial del sistema capitalista.

    Es que nos encontramos ante una nueva crisis de superproducción, pero ahora superalimentada por las nuevas tecnologías. La robótica, la informática y la automatización en la producción de los países capitalistas centrales, por no haberse creado las necesarias condiciones sociales para absorberlas, no solamente han creado un masivo y nunca visto desempleo en los países del Primer Mundo, sino que ha volcado al mercado mundial una verdadera catarata de excedentes comerciales y financieros, cuya colocación en los mercados periféricos del Tercer Mundo, es el motivo principal del enfrentamiento entre las corporaciones transnacionales y los países imperialistas que las sustentan.

    Lo que caracteriza la nueva situación política y económica internacional es, sin embargo, la definitiva declinación económica norteamericana.

    "La inversión norteamericana, sencillamente no tiene jerarquía mundial. La inversión en fábricas y equipos, por miembro de la fuerza de trabajo, es la mitad de la que hay en Alemania, un tercio de la japonesa. El gasto civil en investigación y desarrollo es de un 40 a un 50 % que el de Alemania y Japón. Las inversiones en infraestructura física son la mitad de las que estaban realizando a fines de 1960". (Lester Thurow, "La guerra del siglo XXI").

    El Déficit comercial de Estados Unidos con Japón, fue en 1993 de 60.000 millones de dólares, y ha seguido aumentando de manera variable. De allí las presiones para que Japón abra su economía a las importaciones yanquis.

    Estas presiones, agregadas a la amenaza de una abierta guerra comercial, no pueden esconder la pérdida de competitividad del capitalismo estadounidense.

    La búsqueda de competitividad obliga a los monopolios, sean estos yanquis, europeos o nipones, a bajar costos a cualquier precio, sobre todo dirigiendo sus inversiones hacia países de bajos salarios y sin leyes ni cargas sociales.

    Como muestra basta un botón: a principios del año 2000, cobró estado público la denuncia hecha en el propio Senado norteamericano contra la empresa Topper, que posee manufacturas en varios estados del sudeste asiático. Particularmente sobre el estado de reducción a la esclavitud y la servidumbre que padecen los obreros de esta empresa en Malasia. Esto, en mayor o menor medida, sucede en todos los países del Tercer Mundo.

    Para más abundamiento, reproducimos un artículo de Juan José Balatti del 2 de febrero de 2001:

    "La empresa más grande del mundo por beneficios y capitalización bursátil, estudia el despido de 75.000 trabajadores. Estamos hablando de General Electric, y es una noticia aparecida el 2 de febrero de 2001 y no en octubre de 1929. Pero no es la única, la Daimler Chrysler se anota con 26.000 despidos, Lucent Technologies con 16.000, General Motors con 14.400, Worl Com con 10.000, JC Penney con 5.500, Ford con 4.100, Xerox con 4.000 y Textron 3.600, todos estos solamente dan 169.650 sin olvidar las punto.com y otras.

    Desde hace algún tiempo la crisis de energía eléctrica que afecta a California, la sexta economía mundial, hace repensar el modelo de la privatización del sector, que fuera junto al inglés y al argentino modelos exportados al mundo. Hoy se piensa que fue un error separar la generación de la distribución y que la ganancia no debe ser el único objeto de estas empresas, al ver la no-inversión en nuevas fuentes de producción y la imposibilidad de enfrentar el aumento de consumo.

    A partir de 1989 las políticas de Reagan y Thatcher sembraron las semillas de las privatizaciones y desrregulaciones para crear un moderno Imperio Romano, donde lo sacro es la especulación a la cual bautizaron globalización. El árbol hoy ya crecido muestra sus frutos.

    Como es romano, también el imperio de la especulación globalizada comienza a desintegrarse dentro de sus territorios originales.

    A partir de Nixon que eliminó el respaldo oro al dólar y luego Cartes con su "destrucción controlada de la economía", ambos apuntalados por padrinos de la Reserva Federal como Volker y Greenspan, se desmanteló la infraestructura y la economía de los Estados Unidos y su "éxito" sólo fue la especulación financiera con Wall Street a la vanguardia, sumado al manejo de los usureros intereses de los préstamos, al lavado proveniente de la droga, venta de armas u otras actividades non sanctas. En esto consistió el ejemplo de la potencia dominante de los últimos años. Sin olvidar la otra gran estafa cometida por Wall Street y el gobierno por medio del famoso efecto Y2K, cuando se anunció que el 1º de enero del 2000 el sistema informático mundial entraría en crisis.

    Nada pasó. Salvo la fabulosa venta de equipos, servicios y la creación de un fondo de reservas que catapultaron los valores tecnológicos a una especulación desenfrenada que duró hasta hoy, donde asistimos al derrumbe de las acciones de la nueva economía.

    ¿Se acuerdan cuando el profeta nos decía que el pez muere por la boca y se pudre por la cabeza?.

    Algo de esto les pasa a los nuevos emperadores y comienzan a balbucear en el Banco Mundial, en Davos y en otros foros que algo se hizo mal, que algo falta hacer. Los seres humanos pueden comer pescado muerto pero no podrido, saben que les hace mal.

    En los últimos 12 años del llamado "boom" ininterrumpido, los Estados Unidos han importado enormes volúmenes de mercaderías y bienes del resto del mundo. Así funcionó la locomotora de la economía mundial, comprando en el exterior sus insaciables productos de consumo.

    ¿Pero cómo los pagó?.

    Los pagó con los dólares de los extranjeros, ya sean europeos, japoneses u otros, que afluyeron a Estados Unidos atraídos por la euforia de la bolsa americana, y porque en ese país las inversiones de capital rinden más. Con estos dineros, no suyos, han comprado los bienes para su consumo a crédito. Por esto hoy tienen el más gigantesco déficit comercial de toda su historia y son el país más endeudado del mundo.

    La fiebre del consumo configuraba una explotación extrema, los Estados Unidos pagaban con dólares sobrevaluados la fuerza de trabajo de los países emergentes que a su vez pagaban salarios de esclavitud. Ahora con la recesión pueden aparecer otros problemas internos y externos.

    El modelo fue importador de última instancia y especulador de primera y única instancia. La burbuja especulativa se desinfla y el consumidor yankee debe ajustarse el cinturón.

    La crisis se manifiesta a toda orquesta.

    La solución a la crisis: como en toda orquesta que desafina: afinar los instrumentos, cambiar la partitura y sobre todo echar al director por incapaz." (Juan José Balatti, "La crisis global se manifiesta a toda orquesta").

     

    AMÉRICA LATINA FINANCIA AL PRIMER MUNDO

    En la década del 80 al 90, Latinoamérica fue vaciada sistemáticamente. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en este lapso nuestros países perdieron un promedio de 80.000 millones de dólares anuales. Las formas en que se operó este hecho fueron muchas, pero principalmente esta evasión se realizó a traves del pago de intereses de la deuda externa, deterioro de los términos del intercambio y fuga de capitales.

    "Latinoamérica debía, en 1979, 191.000 millones. Desde ese año ha pagado intereses por 1.165.000 millones.

    A pesar de lo cual, en 1999 debía aún 750.000 millones". (Juan Gabriel Labaké, "¿Qué es la deuda externa?")

    Los logros económicos, sociales y científicos, conquistados por las luchas de los movimientos sociales del continente, fueron aniquilados. Creció en su lugar, la desindustrialización, el desempleo, el analfabetismo, el déficit habitacional y la enfermedad. A confesión de partes, relevo de pruebas:

    Mientras entre 1969 y 1979, la tasa de crecimiento para América Latina y el Caribe tuvo un ritmo anual del 5,8 %, entre 1980 y 1987 cayó al 1,3 %. El producto bruto por habitante fue en 1986 el mismo que en 1977. A su vez, la tasa de inversión pasó del 25,2 % en 1969/70 a sólo el 20,8 % en la década del 80. (CEPAL, Balance preliminar de la Economía Latinoamericana, 1987".)

    El mismo informe evalúa en 145.000 millones de dólares la transferencia de recursos de Latinoamérica al exterior sólo entre 1982 y 1987. Sin embargo, la deuda externa latinoamericana siguió creciendo…

    SEgún el F.M.I., la deuda que en 1989 era de 410.000 millones de dólares, creció a 443.000 milones en 1993, a pesar de las supuestas reducciones del Plan Brady y la liquidación de las empresas públicas de los países de América Latina. Latinoamérica pagó todo lo que debía al principio del período, pero aún sigue debiendo a la banca imperialista mucho más.

    Pero esto no es todo. Según un informe del GATT, en 1991 y 1992 las exportaciones de Latinoamérica se incrementaron un 10 %, pero en dólares sólo subieron un 4 %.

    Las importaciones, en cambio, tuvieron un aumento en precio y volumen del 35 %.

    Esto ayudó, según el mismo informe del GATT, a consolidar las exportaciones de la naciones industrializadas, "contrarrestándose los efectos de la recesión que atraviesan". Esto ha generado "una situación contra natura, en la cual los países necesitados de capital están exportándolo a los países ricos…el mundo al revés" (Gregorio Iriarte, "La realidad Latinoamericana"), "la deuda dejó de ser un proceso de intermediación para transformarse en una entidad autónoma, autorreproducible, desligada del financiamiento del desarrollo y por el contrario, obstaculizándolo. El monstruo adquirió vida propia". (Eric Calcagno, "La perversa deuda externa".)

    La política neoliberal aplicada por Menem y sus socios latinoamericanos, y su exacta continuación por parte del gobierno de Fernando De la Rua, se contrapone con la estrategia económica de los países centrales, que multiplican sus medidas de protección y defienden encarnizadamente sus mercados, mediante medidas de protección impositiva y los subsidios a los productores. Los EE.UU. necesitan compensar con los recursos de la Nación Latinoamericana los niveles de vida de sus 300 millones de habitantes. Compensar, mediante nuestra miseria, el alto costo de su mano de obra y su gigantesca burocracia (sólo en la ciudad de Nueva York hay 1.000.000 de empleados públicos). los sueldos principescos de sus ejecutivos, su industria militar, su sociedad opulenta y consumista. Todo a costas de la miseria de América Latina, con obreros a 3 dólares por día, sin jubilaciones o con jubilaciones de hambre, sin subsidios familiares, sin salud y sin asistencia social. Asimismo, la plena ocupación lograda bajo el gobierno de Clinton, se complementa con los formidables ejércitos de desocupados de toda la América Hispana, con jóvenes que nunca consiguen su primer empleo, que salen de los colegios con su título bajo el brazo que no sirve para nada, sus nubes de vendedores ambulantes, que no venden nada, sus chicos que mueren de hambre, su miseria económica y biológica, su decadencia cultural.

    Ésta es la verdadera razón de las políticas de ajuste.

    "En lugar de solicitar créditos al exterior es nuestra producción la que debe otorgarlos. Avellaneda dijo: la Argentina pagará ahorrando sobre el hambre y la sed del pueblo. Pues debemos hacer todo lo contrario: 1) porque las cuentas que nos presentan son falsas, 2) porque las necesidades del pueblo están por encima de los derechos de los acreedores. Y sobre esta moratoria, reinvertir en el país lo que hasta ahora son giros al exterior… Cuando los argentinos vivan como tienen derecho a vivir, no necesitaremos depender de los mercados, que se llevan a vil precio nuestra producción. Esto no es un programa, sino la enunciación de unas cuantas soluciones inmediatas… Hay que reconquistar la economía, la cultura y la política para el pueblo argentino". (Arturo Jauretche, periódico Forjando de Rojas (PBA) 9/4/1941)

     

    MENEM

    Anatomía de una contrarrevolución

    La Argentina no estuvo al margen de los grandes cambios mundiales. Es más, sus grupos oligárquicos fueron pioneros en las transformaciones que institucionalizara el llamado "Consenso de Washington" en la década del 80: desrregulación, apertura importadora y privatizaciones.

    Desde la contrarevolución de 1955 empezó la aplicación de las recetas del liberalismo económico, que se prolongaría hasta el breve período del retorno de Perón al poder en 1973. Los constantes ataques contra el "Estado mal administrador", la "mala calidad y el alto costo de la industria nacional", la falta de "libre empresa" y el poder sindical que encarecía la mano de obra, fueron frases constantemente repetidas en este período en que se fue desmontando lentamente el edificio levantado por el peronismo, de un capitalismo nacional con justicia social y alto grado de independencia,

    "La obsesión del régimen (de 1955) era borrar de la faz de la tierra todo vestigio de peronismo con una artillería de proyectos económicos, políticos y sociales que apuntaban a recomponer la vieja alianza de clases y recortar el ímpetu social del Estado. A los militares esto no les parecía una misión imposible. Lo primero que hicieron Aramburu y Rojas fue bendecir el plan económico de Raúl Prebisch, un integrante del equipo consultor de las Naciones Unidas, aunque sin cargo oficial en el gobierno. El 12 de enero (1956) Prebisch había dado a conocer su plan económico: devaluación del peso, desnacionalización de los depósitos bancarios y fin de los controles sobre el comercio, con la esperanza de estimular las exportaciones, especialmente agrícolas.

    Sin embargo, la caída de los precios internacionales redujo las ganancias previstas, mientras aumentaban las importaciones de bienes de consumo, con la consiguiente disminución de las reservas monetarias." (María Seoane, "El burgués maldito")

    "Es que el reaccionarismo libeal, producto del gobierno de la burguesía que dominó al mundo durante más de un siglo, imagina haber alcanzado fórmulas invariables que sirven a la convivencia humana en todos los lugares y para todos los tiempos, Según ellos, lo que fue buenopara el siglo XIX debe serlo para el actual y para los venideros. Para ellos no son fórmulas temporales sometidas a las circunstancias, sino principios invariables y permanentes". (Juan Domingo Perón, "Latinoamérica, ahora o nunca")

    Los principios son invariables, pero los instrumentos no. El Proceso Militar, con la dupla Videla-Martínez de Hoz, dio paso a la democracia controlada y colonial de Alfonsín-Sourrielle, sin quebrar el continuismo económico y financiero. Así el Proceso endeudó al país sin que se capitalizara la economía nacional, creando una deuda externa ilegítima y fraudulenta que Alfonsín y luego Menem y De la Rua, pagaron y seguirán pagando sin ni siquiera chistar. Sólo como ejemplo a recordar, apuntamos que al 24 de marzo de 1976, la deuda externa argentina sumaba unos escasos 7.100 millones de dólares. Afines de 1981, nuestra deuda externa era de 31.794 millones de dólares.

    Para más datos sobre este tema, aconsejamos remitirse al dictámen que sobre la deuda externa argentina dictó el juez Jorge Ballestero, luego de un juicio iniciado y mantenido por el patriota Alejandro Olmos durante 18 años (1982-2000). No podemos, sin embargo dejar de señalar unos párrafos de este fallo que, a nuestro juicio, marca no sólo la complicidad manifiesta de los sucesivos gobiernos desde 1976 a la fecha con este drama argentino, sino también la responsabilidad concreta de los acreedores:

    "Llama poderosamente la atención la permisividad de los organismos financieros internacionales, y la actitud concordante de la misma banca extranjera que hoy reclama a la República Argentina el pago de sus créditos.

    El FMI es en la actualidad el principal control del funcionamiento del sistema financiero internacional.

    Por ello, se debe determinar la co-responsabilidad y eventual culpa de los organismos financieros internacionales (FMI y Banco Mundial, especialmente) y de la banca acreedora, porque durante el período examinado (1976 a 1982) concurrieron a nuestro país muchas misiones técnicas del FMI para analizar la marcha de la economía.

    Además, concurrieron a nuestro país misiones técnicas del Banco Mundial con el mismo fin y para tratar el financiamiento de proyectos.

    ¿Qué recomendaciones realizaron el FMI y el Banco Mundial sobre la economía argentina y su grado de endeudamiento externo?

    Los bancos tenían en aquel entonces gran interés en colocar sus fondos en los países en desarrollo, sin interesarles ni el destino que se les daría ni la capacidad de pago de los deudores.

    Se concluye que los bancos acreedores, el FMI y el Banco Mundial también actuaron con imprudencia, y dieron créditos movidos por el afan desmedido de colocar los fondos provenientes del auge de la explotación petrolera". (Juez Jorge Ballestero, "Dictámen del juicio Alejandro Olmos s/denuncia")

    El fallo deja también en claro que la deuda es ilegítima y fraudulenta porque:

    1) La contrajo un gobierno militar sin control del Parlamento.

    2) No existen registros contables de la deuda externa, sus intereses y de los avales del Estado.

    3) La existencia de una contabilidad paralela en el Banco Central.

    4) Los créditos tomados en bancos extranjeros eran depositados en plazos fijos en esos mismos bancos, a una tasa de interés inferior a la que se pagaba para conseguir el dinero.

    5) Las empresas públicas ean forzadas a endeudarse paa obtener divisas con las que sostener la apertura económica.

    6) Las divisas obtenidas ean volcadas al mercado de cambios para favorecer la apertura económica.

    7) No había control sobre la deuda contraída por empresas privadas con avales del Estado.

    8) La administración de la deuda se transfirió a un comité de siete bancos lideados por el Citibank. Dicho comité determina cuánto debe el país, a quien y cuánto debe pagar.

    9) El Estado se hizo cargo de la deuda privada.

    Sin embargo, lo que brilla con luz propia en este período, es el violento viraje del menemismo al campo de la reacción neoliberal y pro imperialista.

    ¿Qué pasó?

    Para el cipayaje antinacional, el proyecto nacional y social de Perón, al que fue fiel toda su vida, no sólo había fracasado sino que estaba enterrado por la historia. Los nacionalismos populares y revolucionarios del Tercer Mundo carecían de vigencia, y continuar en ellos, sólo podía llevar al atraso y al aislamiento.

    Es la hora del "mercado", y lo moderno son las anquilosadas fórmulas del liberalismo, no la autodeterminación de los pueblos y el desarrollo de una técnica y una industria propias, y la meta de una equitativa distribución de la riqueza. El ajuste estructural, las privatizaciones masivas e indiscriminadas, la flexibilización laboral (precarización) y la libertad de mercado, estos son los nuevos dogmas que hace suyos el menemismo con la fe de los apóstatas, en que se decide a abandonar las banderas nacionales y populares, y estrechar filas junto al imperialismo. Como en el juego de un ilusionista, Carlos Saúl Menem, que en 1973 había proclamado con su habitual irresponsabilidad y siendo gobernador, a "La Rioja, primera provincia socialista de la República Argentina", en 1989 cerraba su pacto con Bunge y Born primero, y ya decidido y de la mano de Domingo Cavallo, su total entrega con armas y bagajes a la oligarquía financiera y la globalización imperialista.

    El giro del menemismo no obedece a razones meramente personales o a la traición del personaje (la que, por cierto, existió). En gran medida y desde el principio, Menem aparece vinculado a sectores de la burguesía nacional de provincias. "Se trata de un estrato de origen inmigratorio sirio-libanés, que comenzó invariablemente en el comercio minorista y luego (sobre todo bajo el gobierno proteccionista de Perón) expandió sus actividades al campo de la minería, los cultivos regionales, el comercio mayorista y las industrias de transformación primaria. Ese estrato ha cumplido en las provincias andinas, en las proporciones del caso, el papel motor que la burguesía de origen italiano y español cumplió entre los dos siglos en el litoral agrario y ganadero" (Roberto Ferrero, "Más allá de Menem"). En este sector podrán rastrearse los orígenes de muchos miembros del entorno de Menem. Sin embargo, este sector empezó a desmembrarse por las crisis de las economías regionales, produciendo muchas contradicciones y desprendimientos críticos. "Al asumir el control del Ministerio de Economía, adquirió singular peso la Fundación Mediterránea de Domingo Cavallo, creación del empresariado cordobés (grupo ARCOR, entre otros) de mayor complexión capitalista y mejores vínculos con los organismos financieros internacionales. Este peculiar eje social del menemismo da cuenta, por su debilidad intrínseca, por su temor reverencial ante los monopolios y banqueros extranjeros y por su carencia de una conciencia nacional industrialista, de la vertiginosa capitulación del gobierno menemista, y el afianzamiento – convertibilidad mediante – de un modelo neoliberal dirigido al arrasamiento del capitalismo propio, reforzando el papel desindustrializador e importador de la Argentina dependiente; contribuyendo – dicho sea de paso – a la amortigüación de la crísis del capitalismo central, engrosando sus niveles de acumulación." (Alberto Guerberof, op.cit.).

     

    DE PERÓN A MENEM

    A nadie escapa que el país que hoy vivimos no es el país del 45, que viea el nacimiento del peronismo. Esta realidad, sin embargo, no acostumbra a ser explicada. Por aquellos años no era la misma la situación de los imperialismos que surgían de la Segunda Guerra Mundial, ni la situación de la clase gobernante, la hegemónica oligarquía ganadera. La economía argentina estaba en expansión, existía una gran industrialización, al interrumpirse las importaciones tradicionales, causadas por la guerra, que actuando como una suerte de proteccionismo, abrió el curso a la sustitución de gran parte de dichas importaciones. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la guerra fabrica fabricantes.

    A consecuencia de esto, crece una clase trabajadora fuerte, robusta y nueva, con un peso social inmensamente mayor que el que tiene hoy en día, más de cincuenta años después. Este marco de nuevas fuerzas sociales, que empieza a manifestarse en la Revolución del 4 de Junio de 1943, que pone fin a la Década Infame, hace eclosión el 17 de Octubre de 1945, en el cual tiene inicio el peronismo.

    Entre esta Argentina y la actual, no solamente hay colosales diferencias, según vimos anteriormente, sino puntos de contacto que se niegan a ver los profetas del neoliberalismo y muchos pseudomarxistas.

    Antes de 1943, el imperialismo se había apoderado de todos los resortes de la economía nacional: bancos, moneda, cambios, comercio exterior, marina mercante, puertos, comunicaciones, transportes, seguros, energía.

    Era necesario cortar el nudo gordiano que estrangulaba el sistema de acumulación argentina de riquezas. Por el camino de las nacionalizaciones, el gobierno del general Perón, organizó con dificultades, aciertos y errores, el "monopolio capitalista del Estado", poniendo en manos de la Nación la conducción económica y el comercio exterior.

    El artículo 40 de la Constitución de 1949 estabilizó este rumbo de crecimiento nacional por "Vía del Estado" que controlaba el comercio exterior y las fuentes de energía. "El país retomaba la línea de una Nación soberana, conducida por la voluntad de los argentinos". (Eduardo Astesano, "Historia Social de América".

    La coexistencia de la Argentina industrial con la argentina oligárquica y terrateniente, puso a prueba el programa del peronismo. La contradicción se resolvió como en el caso de Hipólito Yrigoyen.

    "Bueno, esta estructura oligárquica, duró muchos años. Aún hoy subsiste. Deteriorada, pero todavía vigente. Yrigoyen no pudo con ella. La trabó, la enfrentó, pero a la postre, ellos acabaron con él. Hasta la Revolución de 1943, fue todopoderosa. Sólo nosotros logramos herirla de muerte. Por eso nos odian tanto, La herimos, pero no pudimos matarla. Prueba de ello, es que hoy estamos aquí, y ellos allá. Gobernando." (Eugenio P. Rom, "Así hablaba Juan Perón").

    El peronismo, como movimiento nacional de un país semicolonial, fue la más importante revolución popular de nuestra historia. Pero no se puede entender, si no se tiene en cuenta que el contenido principal de toda la política del gral. Perón fue impulsar un capitalismo nacional autónomo enfrentado a la oligarquía nativa y al imperialismo extranjero, apoyados los dos en la superestructura cultural y universitaria de su tiempo, y por todos los partidos políticos, de derecha a izquierda. Y para realizar este objetivo se apoyó en las grandes masas populares, revolucionando su sistema de vida.

    Esto nunca lo entendió el empresariado nacional, que se benefició sin embargo de la política del peronismo.

    Hoy, partes importantes de lo que queda de ese empresariado nacional, tiene los mismos prejuicios y adhieren estúpidamente a la política de estabilización. Como diría Arturo Jauretche: "quieren el capitalismo en la estructura social de la estancia; quieren la tecnificación y al obrero capacitado, pero lo quieren en patas y sin salario digno; quieren un mercado amplio para sus productos, pero no se resignan a retribuir el trabajo de modo que el mercado tenga poder de compra". (Arturo Jauretche, "Política y Economía".)

    La política menemista y su continuación delarruista, son totalmente opuestas a la del gral. Perón. Lo realizado desde 1989, por el Plan de convertibilidad, Impuestazo y Blindaje financiero, es una política antinacional y antipopular y, aunque parezca paradójico, anticapitalista. Volviendo a Jauretche, "los que piden al extranjero el desarrollo capitalista, son anticapitalistas en el país".

    La adhesión de Menem y De la Rua y las dirigencias justicialista y aliancista (y anteriormente alfonsinista) a la política proimperialista, los puso en el camino del Proceso, del cual son una versión corregida y aumentada.

     

    NUESTRA REALIDAD ACTUAL

    Los sucesivos ajustes impuestos por el F:M.I. han tenido efectos letales sobre la sociedad argentina. Al estabilizar la economía profundizando la condición semicolonial, Domingo Cavallo, Roque Fernández y actualmente José Luis Machinea (el del Banco Central en la época del Proceso, que figura en el juicio sobre la deuda externa, junto a Martinez de Hoz y demás compinches), han fracturado la realidad social. En el país se pueden contabilizar aproximadamente 1,3 millones de profesionales de alta calificación, empleados del sector privado, que disfrutan de ocupaciones estables y sueldos tan altos como sus colegas del Primer Mundo, cobertura privada de salud y enseñanza privada para sus hijos. Entre ellos y sus familias son unos 5.000.000, que sumados a los aproximadamente 300.000 empresarios, banqueros, terratenientes y grandes comerciantes con sus familias, son los beneficiarios principales del modelo y del mejoramiento macroeconómico que exhibe (o exhibía hasta hace poco) el gobierno del Partido Unico del Ajuste. Son los protagonistas del boom del consumo.

    En los bordes de esta Argentina viven los 2,1 millones de profesionales y técnicos de media calificación y un núcleo reducido de funcionarios nacionales y provinciales. Fuera del modelo quedan los 3.000.000 de jubilados, los 4.000.000 de desocupados y subocupados, y los aproximadamente 3.5 millones de trabajadores de la industria, el comercio y los servicios.

    Del tercio de incluidos en el modelo, da cuenta el incremento de la venta de autos 0 Km. Allí está el origen de la reactivación de la construcción, con casas y departamentos elegantes en la zona norte de Capital Federal, los countrys, las playas elegantes. Son los ricos y famosos que salen en las tapas de Caras y Gente, apologistas del más degenerado American way of life. Son deportistas, ministros, políticos, periodistas estrella, modelos o estafadores internacionales, o todo al mismo tiempo, en la Argentina globalizada. Son los que despilfarran el ahorro argentino en Miami o Punta del Este, cuando no lo encanutan en las Islas Caimán, mientras estalla la bronca y la protesta en Santiago del Estero, Tierra del Fuego, Jujuy, Cutral-co, Corrientes, Tartagal o La Matanza.

    Compartiendo la misma ciudad, 15 villas miseria exhiben el otro rostro de la Argentina. Otros cientos de miles viven en inquilinatos o casas tomadas. Es la geografía del hambre, del cirujeo, de la desesperación. Los que tienen suerte, hacen changas y sus mujeres son sirvientas "por hora". Son los descalificados por los periodistas de la televisión y los funcionarios gubernamentales, son los colgados de la luz, son los chicos de la calle, de la droga, de la enfermedad, del pequeño delito para sobrevivir. Son los que vemos en los noticieros, ensangrentados, tirados en una vereda o una zanja, muertos al intentar el asalto imposible. O son los un poco más privilegiados policías, que ganan $ 400.- para defender los intereses de quienes los explotan a todos, a ellos y a los desesperados delincuentes, los muertos. ¡Cuatrocientos pesos para matar o hacerse matar! Si no fuera tan dramático, si no estuviéramos hablando de vidas humanas, sería para morirse, pero de risa. ¡Pobres contra pobres, que sarcasmo!.

    Pero son apenas la muestra de un grupo mayor, que suma más del 40% de los habitantes del conurbano bonaerense, y que se extiende por las provincias asoladas por el ajuste neomitrista como una mancha devoradora. Si el Gran Buenos Aires cerró masivamente las fábricas, en el interior la apertura de la importación arruinó las economías regionales y arrojó a sus trabajadores a la más salvaje miseria. Muchos de ellos se lanzan sobre Buenos Aires o Rosario, entreverados con los miles de hermanos bolivianos, paraguayos y uruguayos, corridos por el ajuste y la miseria en sus países de origen.

     

    LAS PROVINCIAS

    Para el actual modelo neoliberal, las provincias han sido condenadas a la extinción. Para los tecnócratas del imperialismo, "son inviables".

    Mientras las construcciones faraónicas de Recoleta, Puerto Madero o Retiro, imitan a las capitales del norte opulento, el neomitrismo convierte en tierra arasada a todas las provincias argentinas, condenándolas a la parálisis, el atraso y el éxodo masivo de sus poblaciones. Los desequilibrios asumen directamente la forma de un saqueo sistemático perpetrado por los grupos dominantes radicados en la Capital Federal. Resulta por demás revelador el comentario hecho por Raúl Dargoltz sobre el santiagazo, que sintetiza la desesperante situación de todo el interior: "El santiagueñazo fue la consecuencia más directa de los planes de ajuste de los gobiernos liberales que destruyeron a la provincia, y que se intensificaron en los últimos años con la política instrumentada por el Fondo Monetario Internacional y llevada a cabo por los economistas de la Fundación Mediterránea". (Raúl Dargoltz, "El Santiagueñazo – crónica de una rebelión popular").

    La integración de las provincias y de las regiones económicas del país, tiende a desaparecer. La apertura importadora y el tipo de cambio artificialmente alto, terminaron con la industria nacional, y dejando sin mercado a las economías regionales, y a sus trabajadores sin otra posibilidad que el empleo estatal por un salario miserable y sin estabilidad.

     

    LOS TRABAJADORES

    El movimiento obrero surgido de las históricas jornadas de Octubre de 1945, hoy languidece. Durante muchos años, en especial desde 1955, la clase trabajadora argentina protagonizó una lucha sin tregua en defensa de sus intereses, encuadrada en el movimiento nacional encabezado por Perón. No pocas veces la lucha sindical o la intervención directa de los trabajadores, como en el Cordobazo, desbarataron los planes de los gobiernos antinacionales y antipopulares. A pesar de los dirigentes "participacionistas" y traidores, enfrentó al Proceso y pagó su gran cuota de sangre (vale la pena recordar a Oscar Smith, Jorge Di Pascuale, Villaflor, y los cientos de delegados y activistas gremiales, que pagaron su militancia consecuente asesinados por el Proceso) organizó huelgas generales y movilizaciones multitudinarias contra Alfonsín primero y contra Menem después, empeñados en acortar, lo mismo que Martinez de Hoz y los militares del Proceso, el espacio social y político de los trabajadores. Y vale la pena recordar, para los desmemoriados, que durante el gobierno de Menem, entre otros paros y movilizaciones importantes, se realizó la Marcha Federal, hecho de lucha verdaderamente multitudinario, si los hubo.

    Sin embargo, 20 años de ajuste y desindustrialización hicieron que el movimiento obrero perdiera peso social. El 20% de desocupación y el mismo porcentaje de subocupación son la prueba más palpable de este hecho.

    Los cambios regresivos en la economía nacional, fueron acompañados por una brutal redistribución del ingreso a costillas de los asalariados. Estos percibían a principios de los 70 un 43 % del ingreso, cifra que se incrementó hasta el 50 % en el año 1974. Pero cayó al 32 % en 1990. Hoy no sabemos cual es el porcentaje exacto que perciben, pero es sensiblemente menos. La creación de un gigantesco ejército de desocupados no es, sin embargo, suficiente para el capital financiero internacional. Los convenios colectivos de trabajo, las obras sociales, los sindicatos por rama de producción, la central obrera única, son obstáculos que se cruzan en el camino al ingreso argentino al capitalismo globalizado. Y son los gobiernos post Proceso (Alfonsín, Menem y De la Rua) los encargados de liquidar las últimas conquistas de los trabajadores, mediante la flexibilización laboral, que busca bajar aún más los insignificantes costos laborales, disminuyendo la protección legal, recortando las indemnizaciones por despido y accidentes de trabajo. Otro medio es reivindicar para el derecho laboral la autonomía del Código Civil.

    En cuanto a la duración de la jornada de trabajo, el proyecto de flexibilización laboral es repugnante, y además, inútil. Trabajar 30 días corridos sin francos o 12 horas diarias conspira contra la salud de los trabajadores, pero también contra la producción, por la ley de la utilidad decreciente. El objetivo es, por supuesto, político.

    Que las vacaciones puedan ser dadas por el patrón, de acuerdo a su conveniencia, como si los trabajadores pudieran ir a practicar deportes de invierno a Villa La Angostura o Las Leñas, nos lleva al año 1933, ya que fue, precisamente en 1945 que se limitó ese derecho laboral…

    Pero esto es una pequeñez, si tenemos en cuenta que en lo que respecta a los días laborables, entramos en el túnel del tiempo, y aterrizamos en 1905, en que por Ley 4461 se prohibió el trabajo los días domingo. ¡Pero si hasta los conservadores eran más progresistas que los modernosos neolibeales de hoy!.

    Como lo expresó desfachatadamente Jeffey Sachs, de la Universidad de Harvard a su paso por Buenos Aires, para las multinacionales el objetivo es "bajar los salarios hasta poder competir con 2.000 millones de seres que ganan 80 dólares". (¿No será mucho?) (Página 12, 14/5/94)

    Frente a esta política antinacional y antiobrera, y la ofensiva imperialista, los trabajadores juegan su suerte y su sobrevivencia. Y su suerte o su desgracia depende de la adopción de una estrategia totalmente distinta a la actual, que se proponga retomar la ruta de la industrialización del país, de Justicia Social, de un crecimiento armónico con soberanía e integración latinoamericana.

     

    LAS FUERZAS ARMADAS

    Las Fuerzas Armadas en nuestro país, lo mismo que en el resto de América Latina, han tenido un papel dual. En muchas oportunidades han sido instrumentadas por los grupos oligárquicos y el imperialismo, y en otras han sido autoras de procesos que encarnaban los intereses de Sobeanía Nacional o proyectos de liberación. En la primea opción, se inscriben en nuestra Patria los golpes de 1930, 1955 y 1976. En la segunda opción, la del Ejército Nacional, heredero de la guerra de la Independencia, de Rosas defensor de la Soberanía Nacional, de los caudillos federales, como el Chacho Peñaloza y Felipe Varela, el ejemplo más claro es, sin nungún género de dudas, el de Perón y la geneación militar del 45. A este campo pertenecen los patriotas que se alzaron en armas contra el gral. Justo en la Década Infame (POmar, Bosch, Atilio Cattaneo) y contra la Fusiladora en 1956 (Valle,Irigoyen, Cortinez, Cogorno, Ibazeta, etc.), y los que lucharon en Malvinas contra el imperialismo, haciendo resurgir las tendencias nacionalistas en las Fuerzas Armadas. También es importante destacar que algunos sectores de estas mismas Fuerzas Armadas fueron pioneros en la creación de industrias estratégicas para el desarrollo del país, como la petrolera y la siderúrgica (Generales Mosconi y Savio), y en las industrias para la defensa (Fabricaciones Militares, Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, fabrica de tanques, etc.)

    Desde 1955, los altos mandos se vieron vaciados de conciencia nacional. Pero pese a la influencia hegemónica del liberalismo oligárquico, un cierto sentido de nacionalismo profesional y territorial ha persistido. Eso explica el esfuerzo patriótico y justo de recuperar las Islas Malvinas. Pero por este acontecimiento, también se demostraba que una cúpula como la del Proceso, comprometida con los intereses antinacionales y antipopulares, conducía la guerra en base a una doctrina y una estrategia inculcadas por el enemigo, de la misma manera que durante décadas se inculcó a los oficiales y suboficiales una instrucción inspirada en doctrinas económicas, sociales y culturales procesadas por el imperialismo. Esta concepción errónea, enfrentó a las fuerzas Armadas con el pueblo, y preparó el terreno de la derrota militar en Malvinas.

    Al calor de la guerra en el Atlántico Sur, librada por oficiales, suboficiales y soldados, nuestro pueblo y los pueblos de América Latina, como no lo hacían desde la época de las guerras de la Independencia, se movilizaron conmovidos por una ola de patriotismo y antiimperialismo.

    Todo cambió con Malvinas. A pesar de la posterior campaña de desmalvinización, que llega hasta hoy, la guerra puso sobre el tapete nuestra condición semicolonial, nuestra pertenencia a América Latina, y puso al descubierto el verdadero rostro de los enemigos del país. Puso sobre la mesa, no sólo la falta de conciencia nacional de las élites dirigentes y su total incompetencia, sino la ausencia de una política militar digna de ese nombre, la traición de la partidocracia, y los efectos letales de la colonización cultural sobre una extensa franja de militares y civiles. Para muchos militares, Malvinas significó retomar el camino de la Emancipación Nacional del siglo XIX.

    Desde Malvinas, el imperialismo varió su estrategia con respecto a las Fuerzas Armadas argentinas y latinoamericanas. Apuntó a una reducción tajante de las mismas, al desmantelamiento de las industrias de defensa, de la autonomía tecnológica.

    El final del proyecto CONDOR II, es el final de una historia de presiones imperialesy claudicaciones vergonzosas de la dirigencia política.

    El paso siguiente fue la eliminación del servicio militar.

    Aprovechando el repugnante crimen del soldado Carrasco en Zapala, en abril de 1994, el gobierno menemista puso fin a un régimen que, si bien necesitaba una apropiada actualización, constituía una vinculación permanente y de gran importancia entre las Fuerzas Armadas y la sociedad. Les proporcionaba una base de ciudadanos renovable anualmente, que integraba en un pié de igualdad a todos los argentinos.

    Este acto, que fue aplaudido por el universo "progresista", tiene consecuencias importantes en lo inmediato. Porque el mal llamado ejército profesional (ya las Fuerzas Armadas ean profesionales y contaban en sus filas con ciudadanos-soldados), dependerá en lo sucesivo de la paga.

    Otro éxito de la "Economía de Mercado"…

    Se olvidaron los pseudo izquierdistas en esta oportunidad (y no será la última) de sus lecciones de historia: el servicio militar obligatorio tuvo su origen en la Revolución Francesa, y tuvo y tiene el sentido democrático de movilizar a todo el pueblo en defensa de la Patria.

    El objetivo propuesto con los planes de reforma militar, es abandonar todo concepto de defensa nacional y convertir a las Fuerzas Armadas en tropas auxiliares de las grandes potencias imperialistas. Algo así como las tropas auxiliares bárbaras del Imperio Romano. Pruebas al canto: Bosnia, Irak, Haití, Chipre, Golán, posiblemente Colombia, a lo mejor Venezuela y Cuba.

    Después del vaciamiento que padecieron con Alfonsín y Menem, las Fuerzas Armadas son un espectro sin peso ni destino. Sólo si retoman decididamente el camino de la tradición nacional, industrialista, liberadora y popular de Ricchieri, Mosconi, Savio, Baldich y Perón, y los héroes de Malvinas, podrán emerger del pozo al que las arrojó el imperialismo y sus propios errores.

     

    EL PROYECTO PATRIÓTICO DE LIBERACIÓN NACIONAL

    No se trata de elaborar un programa en abstracto, sino de retomar un cauce y recuperar la memoria, TODA LA MEMORIA.

    Se trata de reanudar el hilo roto de los movimientos nacionales del pasado, sacando las lecciones necesarias sobre su debilidad y su caída, y de las consecuencias de más de 25 años de ajustes salvajes. Se trata de contemplar la situación mundial y los espacios que se abren al Tercer Mundo a partir de las contradicciones que, viejas y nuevas, se agudizan entre las potencias imperialistas. Retomar el hilo de la liberación significa que, sabiéndonos continuadores del Movimiento Nacional que arranca de las Invasiones Inglesas, se prolonga en las guerras de la Independencia, las montoneras federales, Rosas y la defensa de la Soberanía Nacional, el Yrigoyenismo, el Peronismo, las generaciones del 60 y 70 y la gesta de Malvinas, hoy debe continuar en otras condiciones. Las banderas son las mismas, y deben ser ratificadas: Soberanía, Justicia Social e Independencia Económica, Integración Latinoamericana y Nacionalismo Cultural.Sólo que los protagonistas no son los mismos. ¿Puede recrearse, tal cual, el proyecto nacional del 45? ¿Puede recrearse un capitalismo nacional? La burguesía nacional, casi inexistente, no es la misma. La situación internacional tampoco.

    Por hallarnos en el caso, que han pasado otros pueblos, en que las tareas que debe realizar un sector social, ante la inexistencia o la debilidad del mismo, debe realizarlo otro. Ante la incapacidad del empresariado nacional para realizar la tarea de la Revolución Nacional, mediante la conformación de un frente de liberación, estas tareas deberá realizarlas el Estado. Esto es similar a lo realizado por el peronismo en la década 1945/55. Pero existen también diferencias. Porque ese empresariado, ayer pujante, hoy no lo es; y porque el Estado está devastado y debe ser reconstruido, ¿sobre qué bases?. El último gobierno del gral. Perón dio algunas puntas, al lanzar la experiencia de la autogestión y cogestión en las empresas del Estado.

    No se trata, pues, de reconstruir el estado burocrático, sino de la construcción de un Estadp que recupere para la Nación, los sectores estratégicos de la economía. Un Estado fuerte y democrático, en el cual el sector público reconstituido, deberá basarse en mecanismos de autogestión y cogestión de obreros, empleados y técnicos. Este Estado será el encargado de recobrar el rol orientador y promotor del desarrollo nacional, en la planificación democrática de la economía y en el lanzamiento de una política de reindustrialización.

    Nos adelantamos a las objeciones que se nos harán:

    Desde la derecha se nos dirá que este planteo contiene elementos socializantes.

    Desde la izquierda pseudo marxista se nos dirá que esto no es socialismo. Esto es capitalismo de Estado.

    A los dos les respondemos: Sí, es verdad ¿Y qué?.

    Respondemos con Rodolfo Puiggros:

    "Las nacionalizaciones desarrollaron el capitalismo de Estado.

    …Nos hacemos cargo de la objeción que oponen a todo eso los liberales del tipo de los hermanos Rodolfo y Américo Ghioldi: "El capitalismo de Estado conduce al totalitarismo y las nacionalizaciones nada tienen que ver con el socialismo". Hemos oído este argumento millares de veces en los últimos años y, sin embargo, es un argumento falso, esgrimido de mala fé y destinado a resguardar la economía y la propiedad privadas monopolistas.

    Nacionalizar no equivale a socializar en el plano sentido de la palabra, pero nadie puede dudar que a traves de las nacionalizaciones se pasa de la economía y la propiedad privadas a la economía y la propiedad sociales. Capitalismo de Estado es todavía capitalismo, pero un capitalismo que sale de los límites privados y trae en sus entrañas elementos de socialismo. Los socialistas y comunistas de nuestros días no ven más allá del viejo Proudhon y desearían encarrilar la evolución de tal modo que se pasara directamente al socialismo sin atravesar ninguna etapa y sin que el Estado se inmiscuya en otra función que no sea la de vigilar que el proceso se cumpla espontáneamente". (Rodolfo Puigross, "El proletariado en la revolución democrática").

    La finalidad de una política económico-social planificada, debe ser la satisfacción básica de las necesidades de todos los argentinos, cualquiera sea su situación inicial en la nueva sociedad.

    En el campo político, es clara ya la crisis de representatividad de toda la dirigencia, y crece en la sociedad una demanda de cambios. Estos deben apuntar a una auténtica democracia participativa y social, apoyada en mecanismos directos y semidirectos, como las consultas populares vinculantes y la revocabilidad de los mandatos.

    Con ayuda de estos mecanismos, al igual que los de cogestión y autogestión, se permitirá una gran reducción de la intermediación parlamentaria, cuya impotencia, ineficacia y corrupción son proverbiales.

    Manuel Galvez, en su biografía de Hipólito Yrigoyen, describe el juego de partidos antrior al ascenso del caudillo radical, y los denomina como "los oficialismos".

    Más de ochenta años después, el partido de gobierno y la oposición formal, así como el conjunto de la superestructura política, desde la derecha liberal hasta el progresismo izquierdizante, son tributarios de los centros mundiales de poder, e incapaces, por consiguiente de interpretar, tan siquiera parcialmente, los intereses nacionales.

    Dice Jorge Enea Spilimbergo: "El arte de las clases dominantes consiste en elegir su oposición. Minoría frente al pueblo, ni aún la violencia las mantiene en el poder. Al antagonismo que la explotación promueve hay que canalizarlo de modo tal que nunca el ataque se dirija contra lo esencial del régimen. La oligarquía argentina supo crearse esa oposición mientras fue gobierno. Desde el llano, la utilizó para dividir y hostilizar al partido del Pueblo. Mostró con ello ser una clase avezada en el manejo político" (Jorge Enea Spilimbergo, "Historia crítica del Radicalismo".)

    La columna vertebral del peronismo, el movimiento obrero organizado, disminuido, adelgazado y atomizado, no ha desaparecido.

    Sobre esta columna vertebral deberá montarse el nuevo cuerpo del movimiento nacional. Son los que más han aportado, los que más han opuesto resistencia a las políticas antinacionales, y los que más han sufrido las consecuencias de los sucesivos ajustes, Todos, ocupados y desocupados.

    Son los que deben conducir el movimiento de liberación por su política inclaudicable frente al imperialismo, que no la han tenido otros sectores. Por ello es necesario luchar por una sola C.G.T., conducida por los dirigentes surgidos de las bases y la lucha de estos últimos años, consecuentes con los intereses del pueblo, e inclaudicables en su vocación antiimperialista.

    La finalidad de las propuestas esbozadas en estas líneas es, mediante una etapa de democracia popular y participativa, ir recreando un proyecto de socialismo nacional. ¿Por qué socialismo? Porque, en esta lucha titánica contra la oligarquía y el imperialismo, deberemos derrotarlos o ser derrotados y someternos a su dominio definitivo. Y derrotarlos definitivamente significa expropiarlos, dejarlos sin los medios para reorganizar la contrarrevolución.

    Un socialismo propio, inspirado en la experiencia de las masas latinoamericanas y de los movimientos nacionales que ellas crearon. Un socialismo que nada tiene que ver con el cosmopolitismo de los estériles izquierdistas doctrinarios o los progresistas socialdemócratas.

    "Yo no tengo la menor duda de que en el siglo XXI, el mundo será socialista. ¿Cómo será socialista? Bueno, como fue demócrata liberal capitalista. Porque tampoco la democracia libeal capitalista, fue igual en todos los países. Fueron diferentes, debido a las idiosincracias particulares de cada pueblo y las particularidades y necesidades de cada Nación". (Eugenio P. Rom, "Así hablaba Juan Perón").

     

    EL SER ES PREVIO AL COMO SER

    Decía el general Perón que para hacer guiso de liebre, lo primero es cazar la liebre.

    Mucho se ha discutido en el país, y seguramente se seguirá discutiendo, sobre la forma en que deben ser distribuidos los bienes. Sin embargo en esta discusión simplista se pasa por alto que el problema previo para una justa distribución de los bienes es que seamos dueños de ellos, de manera que la primea pelea no debe ser entre nosotros, sino con quien se los lleva. El ser es previo al "como ser".

    Hemos visto en las páginas precedentes que nuestro país se encuentra en un estado total de dependencia desdetodos los planos: económico, político, social y cultural. ¿Y de quien depende?. Por más vueltas que le demos a la cosa, nuestro país y la casi totalidad del Tercer Mundo depende del imperialismo anglosajón.

    Debemos recuperar nuestro patrimonio nacional: nuestras empresas telefónicas, eléctricas, gasíferas, petoleras, aéreas, ferroviarias. Nuestros caminos y nuestro sistema bancario. Sin ellos es imposible la reindusrialización del país, y sin esto nos veremos condenados a un futuro colonial de productores de materias primas, que no nos permitirá siquiera alimentar a nuestra población, y las únicas posibilidades para nuestro pueblo sin duda, serán o la muerte o Ezeiza. Un futuro cierto de decadencia política, social, cultural, económica y biológica, amenaza a nuestro pueblo, a los que se queden. Los otros, los que puedan irse del país, tendrán un destino de miserables "sudacas", sólo aptos para trabajos serviles, en las capitales del norte desarrollado. Un destino miserable de desarraigados, para colmo perseguidos por el inveterado racismo europeo o anglosajón. Las excepciones representadas por algunos técnicos y profesionales que puedan realmente integrarse a esas sociedades, serán puestas como ejemplos para embaucar a los tontos y sólo servirán para seguir forjando más cadenas de esclavitud para nuestros pueblos.

    Hemos hablado, en páginas anteriores, de socialismo nacional. Pero eso es un punto de llegada, no de partida. Primero debemos liberarnos de las cadenas imperialistas, recuperar nuestras riquezas, sacudirnos el yugo de la deuda externa que es ilegítima y fraudulenta, verdadero tratado de Vesalles que aplasta como una lápida, y luego ver como se distribuyen los bienes con justicia. Como diría Arturo Jauretche:

    "Toda demanda de justicia social se identifica con el nacionalismo y no hay posible concepción nacionalista en un país colonial que no lleve implícita la demanda de justicia social".

    El imperialismo no es tan fuerte como quiere aparecer. Ya vimos anteriormente que pasa por graves problemas internos y externos. Es posible que para aliviar esta presión deba recurrir incluso a la guerra. Y esto no es una expresión caprichosa. La reanudación de los bombardeos a Irak, los sucesos de Medio Oriente, la intervención en Colombia nos están marcando esta tendencia. Para soportar la crísis, debe crear una crísis mayor que reactive su complejo militar industrial. Y lo está haciendo. Tony Blair, George Bush y Ariel Sharon son sus portaestandartes. Como en tiempos de papá Bush y Ronald Reagan se vuelve a hablar de "guerra de las galaxias". ¿Contra quien?-

    Es hora de poner en extrema tensión todas nuestras fuerzas, y en un esfuerzo supremo, romper las cadenas de la dependencia y comenzar a construir nuestras vidas de acuerdo a nuestras propias necesidades e ideas. Sino, lo repetimos: es la muerte o Ezeiza. Y a los que salen por Ezeiza, quizá les toque, sin comerla ni beberla, caer en el caldero ominoso de la guerra imperialista.

    No somos apocalípticos, somos realistas. Las posibilidades que expresamos son reales y concretas. O nos decidimos a ser artífices de nuestro propio destino, o seremos víctimas propiciatorias de la desaforada ambición imperialista. Ni siquiera seremos contabilizados en la columna de las pérdidas.

    Hemos esbozado sólo algunas ideas, lanzado algunas puntas, que creemos correctas. No pretendemos haber agotado el tema, sino haber contribuido a ponerlo sobre el tapete. El resto corresponde a la elaboración y discusión abierta, sincera, leal, sin preconceptos de todos los argentinos, que hoy sufrimos esta catástrofe.

    Los argentinos, sin olvidar nuestros éxitos y fracasos, nuestros momentos vividos a veces a oscuras y otras veces gloriosos, debemos volver la mirada sobre nosotros mismos, para luego ver con ojos propios el cambiante mundo en que debemos ensayar los pasos de un nuevo capítulo de nuestra prodigiosa aventura histórica.

     

    Lic. Rubén Oscar Tamborindeguy