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Un referéndum para retirarse de la Unión Europea (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

"Este encuentro nos ofrece una oportunidad de aprovechar sus conocimientos y espero que también les dé a los países nórdicos y bálticos una oportunidad para aprender los unos de los otros y de nosotros", recogió la BBC de las palabras del mandatario conservador.

Éste no ha dudado en definirse como un "vendedor de las empresas británicas" y ha mostrado su confianza en que la cita de Londres sirva para avanzar en las relaciones comerciales.

El martes, Cameron y su par noruego, Jens Stoltenberg, decidieron trabajar juntos en la exploración de yacimientos de gas y petróleo, así como en el desarrollo de plataformas de energía eólica y de la red eléctrica en el mar del Norte.

– Anatole Kaletsky: ¿Por qué tanta sonrisa mientras se acerca una Europa federal? (El Economista – 16/2/11)

Hasta donde se conoce, David Cameron no mostró malestar alguno en la pasada cumbre europea cuando le fue presentado el plan francoalemán para crear una Europa federal.

Conocido de forma oficial como el pacto por la competitividad, las propuestas fueron descritas con orgullo por el presidente Sarkozy y por la canciller Merkel como el tardío diseño de un gobierno económico europeo. Su objetivo es armonizar seis grandes y controvertidas áreas referentes a la política nacional económica y social de los países de la zona euro.

Estas áreas son: impuestos corporativos, sistema de pensiones, negociación salarial, cualificaciones educativas, límites de la deuda pública y gestión de regímenes para bancos con dificultades.

Teniendo en cuenta el pasado euroescéptico de Cameron, la ausencia de cualquier tipo de oposición podría parecer una sorpresa. ¿Por qué está aparentemente tan relajado el Gobierno británico ante este enorme paso de la Unión Europea hacia la creación de un estado federal, cuando esta propuesta podría haber llevado al paroxismo a Margaret Thatcher o incluso a John Major?

En estos momentos, parecen existir cinco razones para la falta de interés del Gobierno británico hacia los asuntos europeos. En primer lugar, la influencia del eurofederalismo de los liberaldemócratas en la coalición. En segundo lugar, la estabilidad del euro y del sistema bancario de la UE son importantes para la recuperación de Gran Bretaña.

En tercer lugar, el Gobierno se consuela con el hecho de que los recientes planes de gestión económica conjunta se hayan presentado fundamentalmente como acuerdos intergubernamentales entre líderes nacionales más que como transferencias de autoridad a la Comisión Europea. En cuarto lugar, los intransigentes euroescépticos que todavía quedan en el Gobierno creen que Gran Bretaña se puede aislar de esos proyectos europeos no deseados, manteniéndose fuera de la eurozona.

Finalmente, el proyecto de ley de la Unión Europea, ahora ante el Parlamento, incluirá un referéndum de bloqueo para cualquier nueva transferencia de soberanía de Westminster a Bruselas.

No habrá retorno

El primer punto habla por sí mismo, pero los otros se apoyan en un concepto erróneo de proporciones históricas: que el avance del federalismo económico de este momento es, simplemente, una respuesta inevitable a las crisis financieras de Grecia, Irlanda y España, desencadenadas por la contracción del crédito en 2008.

La esperanza en Whitehall es que este programa de centralización se abandone paulatinamente o que incluso se cambie cuando la crisis termine, pero lo más probable es que ocurra lo contrario.

Las nuevas instituciones y acuerdos inspirados por la crisis del euro serán rasgos permanentes en el panorama político europeo que evoluciona de forma continua hacia un Ejecutivo federal a gran escala. Gobierno que Jacques Delors, Helmut Kohl y la señora Thatcher vieron como la consecuencia inevitable de la decisión de Europa de crear una unión monetaria única.

El plan de la última cumbre ilustra perfectamente este proceso. La armonización propuesta sobre las políticas fiscal, laboral y de pensiones no incide directamente en la crisis del euro y no conseguirá que Grecia o Irlanda sean más dignas de crédito. Por el contrario, Irlanda podría sufrir una salida de capital y pérdida de empleo si se viera obligada a armonizar sus tasas de impuestos con las de Alemania o Francia.

Centralizar la negociación salarial en toda Europa, lejos de permitir a los países pobres que fueran más competitivos aprovechando su mano de obra más barata, crearía un mecanismo para proteger los altos salarios y cargas sociales de Alemania y Francia.

Mientras tanto, la única parte de la propuesta francoalemana que podría ayudar a mejorar la estabilidad del sistema financiero europeo, la creación de un mecanismo paneuropeo para garantizar y recapitalizar los bancos con problemas, apenas se mencionó en la cumbre y probablemente no se tendrá en cuenta. Al menos, por el momento.

Avance del eurofederalismo

En resumen, las propuestas de la semana pasada no fueron tanto un intento de resolver la crisis del euro como un esfuerzo por utilizarla en el avance de la agenda eurofederalista que lleva años paralizada.

Alemania, en particular, ha visto la crisis como una excelente oportunidad para promover su visión de una Europa federal, en la que todos los países miembros se verán forzados a cumplir con unas normas presupuestarias muy estrictas, con una negociación salarial centralizada, ofreciendo una generosa red de Seguridad Social y recaudando los relativamente elevados impuestos que se requieren para pagarla.

En muchos sentidos, éste es un modelo atractivo, pero es poco probable que funcione en los países más pobres y menos ordenados del sur y centro de Europa.

Aunque Alemania posee el dominio en la actualidad, las relaciones de poder cambiarán rápidamente en caso de que se contenga la crisis del euro. Una vez que Alemania suscriba las garantías financieras irrevocables para las deudas de otros países de la zona euro, las condiciones políticas que ha impuesto quid pro quo seguramente se suavizarán.

Es casi seguro que, por ejemplo, las sanciones presuntamente "automáticas" por el incumplimiento de las normas presupuestarias, que es probable que Alemania se gane a cambio de sus garantías financieras, sean rápidamente ignoradas al igual que lo fue la "cláusula de no rescate" que establecía que los miembros de la eurozona nunca garantizarían las deudas de los demás.

Lo mismo puede suceder respecto a la insistencia de Alemania en que la armonización de la UE debería ser más controlada por los líderes nacionales en las cumbres, en lugar de por los comisarios de la UE en Bruselas.

La Comisión posee el único mecanismo para la implantación de las decisiones intergubernamentales y la historia de la UE sugiere la pronta adquisición del control total. Además, los demás miembros de la eurozona están decididos a no ser gobernados por Alemania, ni tampoco por una junta directiva franco-alemana.

Ellos garantizarán el rápido traslado de las principales responsabilidades para el gobierno económico a la Comisión una vez que Alemania suscriba las garantías irrevocables para la estabilidad financiera del euro y, por consiguiente, pierda su poder de veto.

Si hablamos de vetos, debemos remontarnos a la posición de Reino Unido. El Gobierno británico considera que la preferencia alemana por los mecanismos intergubernamentales es muy tranquilizadora y por tanto se muestra impasible ante la evolución de la UE respecto a la eurozona.

Pero es ilusorio pensar que Gran Bretaña pueda evitar una posterior integración de la Unión Europea. Dado que los 17 países miembros de la eurozona se inclinan inexorablemente hacia una unión económica y política, los intereses de este bloque unido adquirirán un mayor dominio en todas las instituciones de la UE.

Los países ajenos a la zona euro, concretamente Gran Bretaña, deberán, pues, afrontar la realidad de una Europa con distintas velocidades, con un núcleo federal completamente integrado y una coalición mucho más holgada de socios comerciales en el exterior.

Esta visión de una Europa más holgada es digna de elogio, pero es justo aquello que los sucesivos gobiernos británicos han intentado durante décadas evitar. Ahora es una realidad incuestionable.

(Anatole Kaletsky. Director adjunto y jefe de Economía del diario The Times. ©)

– Leon Brittan: "Londres no dejará que la eurozona le ponga barreras" (Expansión – 19/2/11)

(Roberto Casado – Londres)

A simple vista, el Gobierno británico parece estar totalmente alejado del debate entre los países de la eurozona para dotar de más estabilidad económica y fiscal a la Unión Monetaria. El actual primer ministro, David Cameron, defiende con ardor la independencia de la libra esterlina frente al euro y rechaza cualquier posibilidad de reforzar la integración política o económica de Reino Unido con el resto de la Unión Europea.

Pero poco después de que la crisis de Grecia provocara el inicio de la tormenta fiscal en la periferia europea, Cameron rescató para la vida pública británica a un experto en la situación del continente. En septiembre de 2010, el primer ministro nombró como su asesor económico internacional a Leon Brittan, un veterano político de 71 años que fue vicepresidente de la Comisión Europea entre 1989 y 1999.

En una entrevista con "Expansión", Brittan revela que desde Londres se sigue con más interés del que parece la discusión en la eurozona para alcanzar un nuevo "pacto por la competitividad", por el que los países que comparten la moneda única podrían incrementar su coordinación en política económica y presupuestaria.

"Dentro de los diversos tratados de la Unión Europea, en algunos de los cuales participé de forma activa en las negociaciones, hay espacio para una mayor cooperación para aquellos países que quieran ir más intensamente y más rápido en su integración. Y no podemos tener ninguna objeción contra ello.

Si los países quieren hacerlo, siempre dentro de los tratados, pueden hacerlo. Pero no dejaremos que se cambien las reglas ni los tratados, ni permitiremos que la eurozona construya barreras económicas o comerciales con el resto de países de la Unión Europa o con el resto del mundo", afirma Brittan.

Por el momento, según lo que va trascendiendo de las negociaciones lideradas por Francia y Alemania, "no parece haber riesgos para la posición de Reino Unido. Creo que los miembros de la eurozona son conscientes de que no pueden pasar ciertas líneas", indica el ex comisario europeo.

Pero el principal problema para Reino Unido por el proceso de transformación de la eurozona puede llegar, más que por la aparición de nuevas barreras comerciales en la Unión Europea, por el mantenimiento de las que ya existen. Según Brittan, "el nivel de exportaciones entre Reino Unido y el resto de países de la Unión Europea está un 45% por debajo de su potencial, como consecuencia de barreras no tarifarias que las empresas británicas encuentran para vender en el continente".

Eso supone, según un estudio encargado por el Gobierno británico, que las compañías de Reino Unido dejan cada año de exportar unos 80.000 millones de libras (96.000 millones de euros) al resto de Europa. Las empresas británicas achacan esa situación a los obstáculos regulatorios y legales que encuentran para expandirse dentro del denominado mercado único.

En el caso de España, las rémoras proteccionistas de este país reducen cada año en unos 12.000 millones de euros las exportaciones de Reino Unido, según las cifras que manejan Brittan y el Ministerio de Comercio e Industria británico. Esta cifra más que duplica los alrededor de 10.000 millones de euros que las compañías británicas vendieron en España en 2010.

Esta cifra es muy inferior a los 14.000 millones de 2007, antes de la crisis. Brittan admite que "el recrudecimiento de la crisis fiscal y la incertidumbre económica afectó a las relaciones comerciales entre España y Reino Unido, pero ahora están mejorando".

Al margen de la coyuntura, Brittan explica que la prioridad para impulsar Europa es "avanzar en el desarrollo del mercado único para acabar con las barreras existentes y facilitar así que el continente vuelva a tener una etapa de crecimiento".

Para empezar, Londres se conformaría con "una aplicación real de la directiva de servicios, que tendría unos beneficios de entre 4.000 y 6.000 millones de libras anuales", indica Brittan. Según el Gobierno británico, todavía existen en los países europeos unos tres mil requerimientos distintos para desarrollar negocios "en áreas como la contabilidad, la arquitectura y otros servicios profesionales, donde las firmas de Reino Unido tienen una gran experiencia".

Para empujar esos planes, Brittan dice que "el Gobierno español puede ser un buen amigo, pero igual que lo son el resto de países de la Unión Europea".

Leon Brittan también quiere convencer a la Unión Europea de un aumento de sus acuerdos comerciales con otros países del mundo. "Creo que no hace falta exigir reciprocidad a otros países para abrir nuestras fronteras", dice el ex comisario.

De Thatcher a Cameron…y Clegg

Leon Brittan nació en Londres en 1939. Licenciado en Derecho por la Universidad de Cambridge, inició su carrera política en el Partido Conservador en los años sesenta. Cuando en 1979 Margaret Thatcher llega al poder, Leon Brittan es nombrado ministro de Interior, y luego pasa por las carteras de Economía y Comercio.

Pero un escándalo por un contrato de compra de helicópteros provocó la dimisión de Brittan en 1986, por lo que dos años después saltó a Bruselas como representante británico en la Comisión Europea. Allí se mantuvo diez años como vicepresidente con varias funciones. Nick Clegg, el actual vice primer ministro británico, fue uno de sus ayudantes en Bruselas.

Tras volver a Londres en 1999, Brittan se desligó de la vida política activa, aunque fue nombrado miembro de la Cámara de los Lores. También es consejero del banco suizo UBS, puesto que ha dejado mientras asesora a David Cameron.

– Anatole Kaletsky: Europeos Creativos 4, Anglosajones recortadores del gasto público 0 (El Economista – 4/7/11)

(Por Anatole Kaletsky)

Qué justicia poética. Barack Obama y David Cameron reafirmaron recientemente la "relación esencial", una conexión de mentes a través del Atlántico que ha dado forma al pensamiento geopolítico y económico del mundo desde aquella relación especial mantenida por Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Y justo cuando los líderes estadounidense y británico hacen esto, la principal alternativa para la visión anglosajona del mundo -el federalismo europeo de Jacques Delors y Helmut Kohl- cae en una angustia mortal con la inminente quiebra de Grecia, que podría ser seguida de cerca por Irlanda, Portugal y España.

Justicia poética, sin duda, pero quizá de un tipo inesperado. ¿Podría ser que la confianza en el modelo anglosajón de gobierno, que ha disfrutado de una reactivación inesperada tras la crisis de 2008, esté alcanzando el punto en el que el orgullo desmedido acarrea su justo castigo? ¿Será posible que las actuales tribulaciones de Europa no sean sólo la angustia mortal del viejo euro, sino las contracciones del parto de una nueva federación europea que podría ser un ejemplo para el mundo? Hace poco presidí una sesión de la Cumbre Económica de Múnich, organizada por el Ifo, el prestigioso instituto alemán de investigación económica. El título de la conferencia, El papel del Estado en un mundo globalizado, llamó la atención sobre el expansivo abismo entre el razonamiento europeo y el anglosajón.

Para los europeos de todas las persuasiones políticas, está claro que redefinir una relación nueva y más creativa entre el Estado y el sector privado es el principal desafío del período posterior a la crisis. La creencia en la intervención constructiva del Estado es, en su caso, todavía mayor entre los partidos conservadores a favor de la empresa que actualmente gobiernan en Alemania, Suecia y otras triunfantes economías del norte de Europa que entre su oposición socialdemócrata, influida aún por una visión marxista del mundo.

Intromisión estatal

En Múnich, por ejemplo, Anders Borg, el brillante ministro sueco de Economía, apuntó con precisión de láser a los cruciales papeles del Gobierno en la gestión activa de la demanda económica, subvencionando el pleno empleo, financiando la inversión e investigación en infraestructuras, mejorando la educación y diseñando redes inteligentes de seguridad para el bienestar.

Los hombres de negocios alemanes hablaron con entusiasmo de las oportunidades creadas por una inversión patrocinada por el Estado en energía solar y las inteligentemente diseñadas subvenciones laborales que previnieron una crisis de desempleo posterior a Lehman como la de EEUU. En contraste, los portavoces de Estados Unidos y Gran Bretaña repitieron el mantra de los recortes fiscales, las reducciones del déficit y la desregulación laboral, citando la interferencia del Ejecutivo como la raíz de todos los males económicos.

Mientras escuchaba al Sr. Borg y a Hans-Werner Sinn, el famoso defensor del libre mercado del Ifo, deshacerse en elogios sobre los cuatro papeles indispensables del Gobierno -estabilización, regulación, distribución y provisión de bienes públicos- me di cuenta de que la reinvención del capitalismo que la crisis ha hecho necesaria puede acontecer principalmente en la Europa continental, más que en Gran Bretaña o EEUU.

Cuatro grandes motivos

Hay cuatro grandes motivos por los que el período venidero podría pasar sorprendentemente a la historia como la década de Europa, si no, incluso, como el siglo europeo. El primero es que la actual crisis financiera sólo puede resolverse dando otro gran paso hacia la integración económica y política entre los miembros de la zona euro. Casi sin duda se creará una federación europea a escala completa si la única alternativa es la quiebra del euro. ¿Pero triunfará económicamente esa federación? Esto nos lleva al segundo motivo.

Europa lo ha hecho mucho mejor que EEUU a la hora de producir los bienes y servicios demandados por China, India y las demás naciones emergentes, que alimentarán el crecimiento en las décadas futuras. Las exportaciones de la UE a China, por ejemplo, son el doble de las estadounidenses y crecen más rápido, a pesar de la ventaja competitiva disfrutada por los exportadores estadounidenses gracias a un dólar débil. Parece que las herramientas de maquinaria alemanas son sencillamente mejores, mientras que a la creciente clase media los productos de lujo franceses, e italianos les resultan mucho más atractivos que los estadounidenses.

Cuando estuve en Hong Kong, las boutiques de Hermès y Armani tenían sistemas de cola para impedir que las masas de turistas chinos estuvieran esperando pacientemente en el exterior. Por su parte, el establecimiento de Tiffany's parecía bastante vacío. ¿Y hay alguien fuera de EEUU que verdaderamente prefiera un Cadillac o un Hummer a un Mercedes o un BMW?

El tercer motivo de optimismo es que Europa se ha hecho clarísimamente competitiva en costes, no sólo por el crecimiento de la productividad y la restricción salarial en Alemania, Suecia y los demás países nórdicos actualmente en auge, sino también por la integración de trabajadores de Europa del Este de bajo coste en el sistema industrial dirigido por Alemania. Los trabajadores polacos, húngaros y eslovacos han recortado los costes de las empresas alemanas, de la misma forma que México ha recortado los costes para las empresas estadounidenses, pero los niveles educativos y la infraestructura de Europa del Este son muy superiores. Otra gran ventaja es que Europa es geográficamente compacta. La distancia de la sede de VW de Wolfsburg a Poznan, donde se fabrica el Passat, es sólo un sexto de la que hay de Detroit a Monterrey.

Finalmente, y lo que es más importante, Europa se encuentra perfectamente preparada para desarrollar un nuevo modelo de capitalismo gracias a la cooperación, más que la confrontación, entre empresas y acuerdos gubernamentales con tradiciones políticas europeas de economía mixta. En Estados Unidos, el ascenso del Tea Party y el atasco político de Washington sugieren que para superar el dogmatismo del libre mercado se precisará otra crisis todavía mayor que en 2008. Por su parte, en Europa ya hay señales de éxito para los nuevos modelos de capitalismo de economía mixta.

Dependencia capitalista

Como señaló el Sr. Borg, Suecia estabilizó su economía rápidamente después de la crisis mediante el uso de fuertes estímulos fiscales y monetarios, junto con políticas muy activas en el mercado laboral. Y lo que resulta más impresionante, ha contenido los costes a largo plazo de un Estado del Bienestar muy generoso y ha estabilizado el gasto sanitario a sólo la mitad del nivel estadounidense, logrando, al mismo tiempo, mejores resultados médicos.

Suecia ha conseguido estos milagros tan aparentes combinando el acceso universal garantizado por el Estado con elementos de la provisión de la empresa privada, no sólo en asistencia sanitaria, sino también en educación y otras funciones tradicionales del Estado.

Unos compromisos tan creativos entre el mercado y el Estado serían imposibles en la tradición anglosajona. Sin embargo, probablemente el futuro del capitalismo dependa de este tipo de colaboración.

(Anatole Kaletsky. Director adjunto y jefe de Economía del diario The Times)

– Matthew Lynn: Las economías anglosajonas se las arreglan solas (El Economista – 26/9/11)

(Por Matthew Lynn)

Lo que se debe saber sobre la economía global actual es muy sencillo. No es el salvaje oeste ni hay gente paseándose por la ciudad con un revólver de seis cartuchos.

Sin embargo, cada vez que uno abre el periódico, ojea una web nueva o lee un informe de investigación de algún gran banco, un economista de aspecto grave se queja de que "nos estamos quedando sin munición".

Es el nuevo lema del momento: no quedan herramientas capaces de levantar una economía global que claramente se está ralentizando, dicen. Los bancos centrales no pueden recortar más los tipos. Los Gobiernos no pueden aumentar más los déficits. Hasta el colosal lanzacohetes de la escuela económica del proyectil -la facilitación cuantitativa- está descartado por ahora.

¿Y qué más da? Esto no es una guerra de pistoleros ni hay nadie en los búnkeres. En realidad, es bueno que nos hayamos quedado sin balas porque las medidas de estímulo artificial de los bancos centrales y los políticos han sido parte del problema, no de la solución.

Bajo la superficie, las dos grandes economías anglosajonas -Estados Unidos y Gran Bretaña- progresan hacia la reducción de unos niveles excesivos de deuda que eran la raíz del problema. En cuanto pierdan el gusto por las soluciones rápidas, podrán añadir un par de políticas más (bajar los impuestos y menos burocracia, por ejemplo) y sus economías volverán a estar en forma.

No puede seguir inflando

El esquema de la munición ha sido inevitable. Antes del discurso del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en Jackson Hole, los expertos mercadólogos buscaban a la desesperada cualquier señal de un nuevo jadeo capaz de reavivar la economía. ¿Imprimir más dinero? ¿Comprar bonos con mayor caducidad? ¿Títulos o propiedad inmobiliaria directa? ¿O incluso bonos españoles o italianos? Todo se barajaba como posibles opciones para el Fed. Al final, lo único que obtuvimos entonces fue una declaración bastante sobria de dónde está la economía y adónde va. Por lo general, se describió en un tono negativo, pero no es verdad.

La buena noticia es que ya no se puede seguir inflando la economía. Las dos grandes economías anglosajonas se han pasado una década entera haciendo exactamente eso. En 2001, cuando George W. Bush accedió a la presidencia, EEUU tenía una deuda de 5,9 billones de dólares. Ahora supera los 14. La deuda de Reino Unido alcanzaba los 290.000 millones de libras en 2000. Ahora es de 1,033 billones. ¿Y qué hemos conseguido con eso? ¿Se ha reducido el paro, aumentado la productividad o estrechado los déficits comerciales? No.

En realidad, los interminables programas de estímulo han empeorado las cosas. El mundo atravesaba una crisis de deuda y la solución, como cualquier persona podría haberle dicho, premios Nobel de Economía aparte, no era más deuda, sino menos.

Cuál es la solución

Pongamos el caso de Reino Unido. En 2008, según los cálculos del McKinsey Global Institute, si sumamos las deudas de los consumidores, corporativas y personales, los británicos debían, en total, de una forma u otra, nada menos que el 489 por ciento del Producto Interior Bruto. El caso de Japón no era mucho mejor, con una deuda total del 459 por ciento del PIB. Estados Unidos era algo más comedido, con una deuda total justo por debajo del 300 por ciento del PIB. Las cifras eran pasmosas en todo el mundo desarrollado.

El mal que sufrimos es el de los balances averiados. Consumidores, Gobiernos y ciertas ramas del sector corporativo -principalmente los bancos- se tambalean bajo una montaña excesiva de deuda que les aplasta. Las empresas no invierten, los ciudadanos no gastan e incluso los Gobiernos se muestran reacios a la expansión. ¿La solución? Reducir gradualmente la deuda y mejorar el balance. Y eso precisamente es lo que está ocurriendo. "Los hogares también han hecho progresos en la reparación de sus balances: ahorran más, piden menos prestado y están reduciendo la carga de los pagos de deudas e intereses", comentó Bernanke recientemente.

Bien. Según las cifras de la Reserva Federal de Nueva York, la deuda total de los consumidores en EEUU se sitúa en 11,4 billones de dólares, con una reducción de 1,08 billones (el 8,6 por ciento) frente a su máximo en el tercer trimestre de 2008. Algo parecido está ocurriendo en Reino Unido. De acuerdo con los últimos datos del Banco de Inglaterra, los hogares británicos arrojan un excedente financiero del 2 por ciento del PIB, frente al -6 por ciento en la cima de la burbuja crediticia. Allí y en EEUU se sanean poco a poco los balances.

La deuda se reduce en términos absolutos, y eso no es todo. En términos nominales, la caída es más rápida aún. La inflación en EEUU se sitúa actualmente en el 2,8 por ciento; en Reino Unido es del 4,4 por ciento. Y ésas sólo son las cifras oficiales, las reales pueden ser más altas. Puede ser negativo en muchos sentidos, pero también erosiona la deuda muy deprisa. Añadamos las dos cosas -la reducción absoluta y la evolución de los IPC- y la deuda volverá a ser controlable bastante pronto. No este año ni el que viene (recuperarse de una burbuja de deuda no es fácil en ningún caso), pero en 2013 y 2014 la salud de ambas economías podría tener mucho mejor aspecto.

Los mercados se pondrán al día

A pesar de tanto pesimismo frente a la economía global, a un nivel básico, las economías anglosajonas se están arreglando. Mientras sigan evitando la opción fácil de más medidas de estímulo, resurgirán a su debido tiempo en condiciones mucho mejores. Si esto se une a varias reformas estructurales (impuestos más bajos y menos restricciones a los empresarios), incluso podrían acabar definitivamente sanas a mediados de esta década incluso. Teniendo en cuenta lo mal que estaban en 2008, sería un resultado impresionante.

Los mercados bursátiles seguirán subiendo y bajando como tienen por costumbre, pero lo que cuenta a medio plazo es la fortaleza económica fundamental, y ésa mejora lentamente. Al final, hasta los mercados se pondrán al día. Eso sí, siempre que dejen de apelar a la munición para resolver los problemas económicos.

(Matthew Lynn. Director ejecutivo de Strategy Economics. Esta tribuna también aparece en Market Watch.com)

edu.red

La cosa viene de lejos (el ardiente y pasional antieuropeísmo)

Opinión personal (todo lo que quepa en un simple blog)

En 1973 ingresa el Reino Unido ingresa a la Comunidad Económica Europea (CEE).

A partir de 1975 queda institucionalizado el denominado Consejo Europeo, reunión periódica de los Jefes de Estado y de Gobierno, donde se toman las grandes decisiones estratégicas de la Comunidad.

En 1984 Margaret Thatcher negocia un descuento en la contribución del Reino Unido al presupuesto de la Unión Europea, como mecanismo de compensación por el hecho de que la mayor parte del presupuesto de la UE se destina a financiar la Política Agrícola Común (PAC), de la que el Reino Unido se beneficia muy poco debido a que su sector agrícola es muy pequeño (en términos de porcentaje sobre el PIB). El "cheque verde".

El descuento se calcula aproximadamente como 2/3 del déficit fiscal del Reino Unido con la Unión Europea (UE), es decir 2/3 de la diferencia positiva entre las aportaciones del Reino Unido al presupuesto de la Unión más el que ésta le devuelve en forma de prestaciones y transferencias.

En 1985, los tres países del Benelux, Francia y Alemania firmaron el denominado Acuerdo de Schengen, al que posteriormente se han ido adhiriendo la mayoría de los países comunitarios. Se iniciaba así una ambiciosa iniciativa para garantizar la libre circulación de las personas y la gradual supresión de fronteras entre los estados comunitarios. En Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido, no incluidos en el "espacio Schengen", se aplicarían regímenes especiales de cooperación.

En 1985 son detectados en Gran Bretaña los primeros casos de una enfermedad desconocida entre los animales. Recién a fines de 1986 se la identifica como un raro tipo de encefalopatía espongiforme bovina.

(Recién en 1996 Gran Bretaña admite la posibilidad cierta de que los casos de decesos de personas por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob tengan origen en el consumo de carnes de animales enfermos del mal que se conoce como de la vaca loca.)

Al celebrarse el Tratado de Maastricht, en 1992, el Reino Unido obtuvo una cláusula de exención, denominada "opt-out", que significa que el Reino Unido no está obligado a entrar en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM) e implantar, por lo tanto, el euro.

Con el protocolo social anexo al Tratado, las competencias comunitarias se amplían al ámbito social. El Reino Unido no participa en este Protocolo.

(El Acuerdo Social fue firmado en diciembre de 1991 por once Estados miembros, ya que el Reino Unido no deseó adherirse al mismo. En dicho Acuerdo se precisan, por una parte, los objetivos de la política social en el camino trazado por la Carta Social de 1989: fomento del empleo, mejora de las condiciones de vida y de trabajo, lucha contra la exclusión, desarrollo de los recursos humanos, etc.)

La exigencia de Margaret Thatcher "I want my money back", es decir, "Que me devuelvan mi dinero", que tantos quebraderos de cabeza trajo a los líderes europeos en 1984, sigue siendo un motivo de controversia cada vez que los europarlamentarios se reúnen para debatir sobre los presupuestos de la Unión Europea.

Mientras tanto, los ingleses siguen presumiendo de eurofobia y sintiendo nulo interés por el debate europeo y por las medidas de convergencia económica que adoptaron mayoritariamente los Estados miembros. Un doble juego que no les impide mantener su peso preponderante en las grandes decisiones.

¿Todo vale? (delicatessen de Richistán: el "King" del ladrillo británico)

Estos "mercaderes" no respetan ni a sus propios muertos (la traición de Lockerbie)

"El coronel Muamar al Gadafi, que resultó muerto el mes pasado durante el conflicto civil en Libia, tenía un imperio inmobiliario por valor de 1.000 millones de libras (unos 1.160 millones de euros) en el Reino Unido, revela hoy el Sunday Times"… El imperio inmobiliario de Gadafi en Reino Unido suma 1.160 millones de euros (El Economista – Efe – 6/11/11)

El ex líder libio compró pisos en zonas residenciales exclusivas de la capital británica, así como varios edificios de oficinas y otro utilizado por un hospital privado, afirma el dominical.

Estas propiedades forman parte de la red de inversión global ideada por Gadafi, quien murió el pasado 20 de octubre a manos de los rebeldes libios en la ciudad libia de Sirte.

Durante el conflicto civil en Libia, las Naciones Unidas congelaron activos de Gadafi por un valor que superó los 100.000 millones de libras (unos 116.000 millones de euros).

El Consejo Nacional de Transición (CNT) ha pedido a expertos financieros y agentes inmobiliarios en Londres que ayuden a identificar las inversiones que tenía en el Reino Unido el antiguo régimen del coronel Gadafi, señala "The Sunday Times".

Entre las propiedades identificadas por el dominical figuran un complejo de oficinas en la City, denominado Beaufort House, por valor de 150 millones de libras (unos 174 millones de euros), y otros dos bloques de oficinas -Jardine House y 14 Cornhill-, valorados en 145 millones de libras (unos 168 millones de euros).

Además, Gadafi tenía pisos en el exclusivo barrio londinense de South Kensington, un edificio de oficinas en Holborn (Londres) y otro bloque de oficinas -Portman House- en Oxford Street (Londres).

Entre otras cosas, el líder libio compró una propiedad en el barrio londinense de St John's Wood, en el que funciona un centro de atención médica del hospital privado Wellington.

Este lugar -del que figura como propietaria la empresa Jawaby Property Investment Limited, una subsidiaria de la Corporación Nacional de Petróleo de Libia- es alquilado al hospital por 1,4 millones de libras (unos 1,6 millones de euros) al año.

Un portavoz del hospital ha admitido que la dirección del centro no sabía que el edificio estaba vinculado al ex dictador cuando empezó a alquilarla en el año 2008.

En Londres vivió unos años uno de los hijos de Gadafi, Saif al-Islam, que estudió en la London School of Economics (LSE) y que actualmente está en paradero desconocido.

Hipocresía imperecedera (los dilemas inherentes)

Los mafiosos rusos multimillonarios ("residentes"), también son, "unos de los nuestros"

"El juicio que enfrenta en Londres a Borís Berezovski y Román Abramóvich, magnates rusos del petróleo, destapa un mundo oculto de chantajes, favores y muertes sospechosas"… Secretos de oligarcas (El País – 6/11/11)

Se conocieron en un yate en el Caribe en 1994. Durante años hicieron negocios juntos, pero todo cambió con la llegada del nuevo siglo. Sus caminos se separaron y con el tiempo creció entre ellos el odio y el desprecio mutuo. El divorcio definitivo se está dirimiendo estos días en el Tribunal Comercial de Londres, con los mejores espadachines de la plaza defendiéndoles con la más eficaz de las defensas: el ataque. No es una historia de amores contrariados, es la historia de dos oligarcas, gente que se hizo millonaria de la nada con el cambio de régimen en la extinta Unión Soviética. Es la historia de la extraña relación que unió y separó a Borís Berezovski y Román Abramóvich.

No era esta una relación de pareja, sino de padre e hijo. O más bien de padrino y ahijado. Borís Abramóvich Berezovski ya era un oligarca y cada vez cortaba más bacalao en el Kremlin cuando se cruzó en su vida Román Arkadievich Abramóvich. Empezó a cimentar su fortuna en los años de la perestroika de Mijaíl Gorbachov. En 1989 fundó una empresa de automóviles junto a Badri Patarkatsishvili, un georgiano de aspecto algo extravagante al que a partir de entonces quedaría asociado y cuya sospechosa muerte en su mansión inglesa en 2008 no deja de planear estos días como un fantasma por el Tribunal Comercial de Londres.

Berezovski empezó con los coches -con la fórmula infalible en aquella época de comprar a precio ruso y vender a precio occidental- y consolidó dinero e influencia política con los medios, sobre todo la televisión, antes de dar el triple salto mortal de entrar en el negocio que de verdad ha hecho hipermillonarios a tantos oligarcas rusos, y desde luego también a Abramóvich: el petróleo y el aluminio.

Todo el embrollo legal de estos días gira en torno a la reclamación de Berezovski de que Abramóvich le forzó a vender a bajo precio su participación en Sibneft, la sexta petrolera rusa, de la que ellos dos y Patarkatsishvili -o "Roma, Borya y Badri", como les llamaban entonces a los tres- tomaron el control entre 1995 y 1997 gracias las privatizaciones impulsadas por el entonces presidente Borís Yeltsin. Se aprovechó, dice Berezovski, de que su caída en desgracia en el Kremlin le obligó a abandonar Rusia. Berezovski sostiene que Abramóvich le obligó a vender por 1.300 millones de dólares (940 millones de euros) unas acciones que valían muchísimo más, con la amenaza de conseguir que el entonces presidente Putin se las expropiara.

Desde que se conocieron en 1994, Borís y Román han cambiado los papeles. Borís ha pasado de poderoso oligarca, componedor de conglomerados industriales, intermediario con los caudillos chechenos y hombre de confianza del Kremlin a un exiliado en Londres, con la cabeza casi siempre en Moscú y aparentemente no muy lejos de agotar su fabulosa fortuna. Y Román ya no es aquel muchacho de aspecto extrañamente tímido y mofletes regordetes, sino un multimillonario perfectamente integrado en la jet-set global que cura sus ansias narcisistas como propietario del Chelsea Football Club y dejando que el mundo se muera de envidia admirando a su hermosa pareja y haciendo cuentas sobre cuántos yates y cuántas mansiones tiene desparramados por el mundo.

Pero la gloria puede ser efímera en el mundo global del siglo XXI y a veces parece que para Borís Berezovski el juicio de Londres no tiene solo el objetivo del dinero, sino la destrucción de esa imagen glamorosa que Abramóvich ha ido construyendo paso a paso, tan lejana a la del joven anodino, aunque probablemente ya millonario, al que un político ruso confundió con un camarero en una recepción de la hija de Borís Yeltsin.

Las dos partes han elegido el ataque como arma defensiva, pero han de hacerlo con cuidado para no incriminarse a sí mismos. La tesis de Borís es que Román es un discípulo que se convirtió en amigo y al que ayudó en la vida como se ayuda a un hijo. La de Román es que Borís era un cacique de la época al que se acercó para obtener su protección política y física, y que en la relación entre ambos nunca hubo amistad: solo intereses compartidos. Y que si le pagó lo que le pagó no fue para comprar sus acciones, sino para pagar la protección que le había dado. Y, aunque no lo ha dicho así, si le dejó de pagar es porque pensó que Berezovski ya no era ni útil ni peligroso.

Para el resto del planeta, el juicio significa una inesperada ventana abierta a un mundo que solo se ve en las películas, lleno de reuniones mafiosas en lugares paradisíacos o en lugares apartados y alejados de la chusma en los que los ricos se citan para verse sin perder el tiempo, como un helipuerto o ese aeropuerto parisiense para nuevos y viejos ricos en que se han convertido las instalaciones de Le Bourget, donde solo aterrizan aviones privados de la jet-set.

En su primer día de declaración en el juicio, el 31 de octubre, Abramóvich intentó presentarse como una persona modesta que se ha ganado lo que tiene "trabajando duro". Los orígenes de su inmensa fortuna siguen siendo oscuros. Aprovechó el dinero que les regaló su suegro cuando se casó con su primera mujer para invertirlo en el mercado negro. Con esas ganancias fundó un negocio de juguetes de plástico. Y de ahí saltó sin red al mundo de las privatizaciones, el petróleo y el aluminio, en operaciones de cientos de millones de dólares.

Hay ahí un inquietante vacío que el abogado de Berezovski, Laurence Rabinowitz, intentó llenar con puro veneno al mostrarle a Abramóvich un papel con unas notas manuscritas de Stephen Curtis, el brillante abogado que ideó el entramado fiscal de otro oligarca caído en desgracia, Mijaíl Jodorkovski, y que murió en un sospechosísimo accidente en su propio helicóptero en marzo de 2004, apenas unos días después de que alertara a unos amigos de que temía por su vida. La nota se tomó en 1995 durante una reunión de Curtis con Abramóvich y uno de sus socios de la época, Eugene Shvidler, y contenía palabras como "UAE" (Emiratos Árabes Unidos), "Angola", "tanques", "recambios MIG" (el célebre avión de caza soviético).

"¿Estaba usted metido en el comercio de armas en 1995?", le preguntó Rabinowitz a Abramóvich. "Nunca estuve en el comercio de armas. En la Federación Rusa, el comercio de armas es una prerrogativa del Estado y solo del Estado", respondió el oligarca.

En otro momento, Rabinowitz recordó que Abramóvich había sido investigado en 1992 por fraude en torno a un cargamento de combustible diesel, a lo que este respondió que se trató de un malentendido y que el caso se retiró sin que llegara a ser acusado. El abogado aludió en otro momento a la sospechosa muerte, "en circunstancias difíciles… ahogado", del gerente de una refinería de petróleo que se oponía a la entrada de Abramóvich en la compañía.

También Abramóvich ha intentado hurgar en el armario del pasado de Berezovski para insinuar que tiene las manos manchadas de sangre. Aunque sin citar a su antiguo padrino, dio pábulo a los rumores de que el tercer oligarca del grupo, Patarkatsishvili, fue asesinado. En la larga declaración escrita que ha presentado al juez, Abramóvich asegura que el georgiano le llamó un día muy agitado y le pidió cita para contarle personalmente algo muy importante. Al día siguiente se desplomó, muerto, en su mansión cerca de Leatherhead (Surrey), en febrero de 2008.

Abramóvich ha acusado directamente a su rival de tener conexiones con gánsteres chechenos e incluso ha asegurado que fue él, y no Berezovski como todo el mundo cree, quien ayudó a liberar a dos británicos secuestrados en Chechenia en 1997 pagando su rescate. También ha intentado echar mierda sobre su rival al asegurar que era muy "reacio" a entrar en el negocio del aluminio porque en esa industria se asesinaba a alguien cada tres días, como dando a entender que Berezovski nunca tuvo esos escrúpulos.

Román Abramóvich ha hecho gala de una sorprendente tendencia a la modestia en un hombre al que Forbes atribuía en marzo pasado una fortuna de 13.400 millones de dólares. En su declaración en el Tribunal Comercial de Londres, Abramóvich se ha declarado sorprendido por el "estilo de vida" que llevaba Berezovski cuando le conoció.

Un comentario chocante para un hombre que en ese mismo juicio ha dicho entre risas que no sabría decir si uno de sus socios en los negocios es rico porque "es para mí muy difícil decir cuándo una persona es rica y cuándo no es rica". Un hombre que tiene un yate tan grande que no le permiten atracarlo en el puerto de Mónaco; que dispone de un ejército privado para protegerle; que entre otros aviones privados tiene un Boeing 767 y un Airbus A-340; que tiene docenas de coches y casas por medio mundo; que no solo le ha montado una inmensa galería de arte en Moscú a su compañera del momento, Dasha Zukova, sino que en 24 horas se gastó 86 millones de dólares (62 millones en euros) en un cuadro de Francis Bacon y 34 millones (unos 24 al cambio en euros) en uno de Lucien Freud; y que después de asistir a un partido en un palco del Manchester United decidió que quería comprarse un equipo de fútbol y se compró el Chelsea.

El abogado Rabinowitz le recordó algunas de sus propiedades inmobiliarias, desde su inmensa casa de Knightsbridge, en el centro de Londres, a su finca de West Sussex o su castillo francés que en su día perteneció a los duques de Windsor, antes de preguntarle cuándo adoptó ese estilo de vida. "Creo que cuando compré el Chelsea eso tuvo un impacto significativo en mi modo de vida", admitió Román Abramóvich.

Nubes de humo (insert coin)

Todo vale para intentar retardar la "cuesta abajo" ("la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser"): fingir ser miembros de la Unión Europea (sacando todas las ventajas posibles al mínimo costo y compromiso); actuar como agentes encubiertos de los Estados Unidos en Europa (para lastrar su progreso u orientarlo en beneficio de la alianza atlántica); liberalizar, desregular, privatizar y privilegiar al sector financiero (transformando el Reino Unido en un paraíso fiscal -zona offshore- en la sombra); conceder la residencia a supermillonarios extranjeros (200.000 multimillonarios evasores, muchas veces con fortunas de dudoso origen, dictadores, mafiosos, personajes de la farándula…), cuyos ingresos originados en el extranjero no pagan impuestos en Inglaterra; transformarse en la meca de los juegos de azar (por Internet), legalizando las casas de apuestas online (existían 1,2 millones de jugadores activos por la Red que movían más de 24.000 millones de euros, según datos de marzo de 2008)…

La lista de patrañas, traiciones, falacias, hipocresías, simulaciones, corrupciones, concupiscencias, y connivencias, podría continuar: la "tercera vía" de Blair (¿alguien se acuerda?) las "armas de destrucción masiva" de Irak (¿alguien las encontró?); la batalla de la triple A (aliarse con EEUU, en perjuicio de otros países europeos para mantener -de cualquier manera- la máxima calificación de su deuda pública -podría haber escrito "soberana", pero sería un eufemismo) Brown (el primer ministro hereditario);… y así hasta llegar a hoy, al ciclo Cameron (¿la era del referéndum?).

Una lucha desesperada por evitar que el (obsoleto) transatlántico británico, a la deriva, se hunda, definitivamente, en las profundidades abisales del Mar del Norte.

Incoherencia lógica (referéndum para retirarse de la Unión Europea)

¿Serán los ingleses capaces de votar su propia ruina y la de sus hijos?

No será mejor (para ellos, al menos) seguir "mamando" de la teta europea (aunque se esté quedando seca, de momento) mientras puedan (y los ilusos socios continentales les dejen la mejor "tetada"). Que por intentarlo, no sea…

… Y si de intentar se trata, por qué no continuar actuando como buque de asalto anfibio de las fuerzas financieras de los Estados Unidos en las costas europeas. Como en Normandía… ¡Qué épocas!… ¡Qué gloria!… Aunque ahora habría que llamarlo Día "B" (de bancos), de la operación Wall Street. El éxito del desembarco ha permitido (y permitiría) mantener con vida (y singular éxito) al distrito financiero de Londres (que es de lo que se trata). Lo demás… es puro cuento.

¿Llegará a ser cierto que las economías anglosajonas se las arreglan solas?

Alma, corazón y vida: ¿y por casa como andamos? (economía y sociedad)

"Este lunes estaba prevista una reunión entre el Gobierno de David Cameron y algunas de las compañías con más empleados del país para anunciarles varias de las claves de la nueva reforma laboral. Aún no se conoce con detalle en qué consistirá ésta, pero The Telegraph ha adelantado algunos de sus aspectos más polémicos. La nueva legislación será más flexible y permitirá a las empresas despedir con más facilidad a sus trabajadores. Como en anteriores ocasiones, los empresarios esperan que esto provoque un aumento en las contrataciones, puesto que se elimina el miedo a fichar a la persona equivocada"… Cameron facilitará el despido de los malos trabajadores (Libertad Digital – 10/1/11)

El Telegraph titula su artículo "Las empresas tendrán más fácil despedir a los vagos". En su subtítulo detalla que las compañías tendrán más sencillo echar a los trabajadores menos productivos, como parte de un cambio completo en las leyes de empleo para "impulsar la recuperación económica".

Además, los empleadores podrán despedir a sus trabajadores durante los dos primeros años de contrato sin poder ser acusados de "despido injusto". Hasta ahora, ese límite estaba fijado en un año. Y aquellos que quieran acudir a la justicia tendrán que pagar una pequeña tasa para evitar que se aneguen los tribunales con falsas reclamaciones.

Las pymes británicas serán las más favorecidas con la nueva legislación, porque se les permitirá descolgarse de algunas disposiciones laborales. Entre otras cosas, por ejemplo, pagarán menos tiempo por las bajas por enfermedad de sus trabajadores.

En la cumbre entre el Gobierno y las empresas, a la que acudirán hasta 19 compañías como Jaguar, Land Rover, Tesco o McDonald"s, se presentarán nuevos contratos de aprendizaje para recién graduados y personas que hayan dejado la escuela de forma anticipada.

Aunque los sindicatos ya han anunciado movilizaciones si las reformas marchan en la dirección que se prevé, no es la primera vez que en el Reino Unido se presentan iniciativas similares. En los años 80, ya se introdujo una disposición similar, aumentando el tiempo durante el que se podía despedir a un trabajador sin temor a ir a juicio. En aquel entonces, la tasa de paro cayó de forma abrupta.

En opinión del Gobierno, es necesario aprobar normas más proclives a las empresas, el crecimiento y empleo. Las barreras al despido son también barreras a la contratación. En este sentido, una fuente del Ejecutivo señaló al Telegraph que "para persuadir a las empresas de que tienen que contratar empleados, necesitamos hacer más fácil que puedan despedir a esos mismos empleados si no están listos para el trabajo, puesto que así reduciremos el riesgo de contratar más, especialmente en lo que hace referencia a los jóvenes".

"Los rescates de los bancos por parte de los contribuyentes fueron el resultado de un fracaso del capitalismo que necesita repararse, dijo el martes el vicegobernador del Banco de Inglaterra, Paul Tucker, en una entrevista"… Los rescates a la banca fueron un fracaso del capitalismo, dice vicegobernador del Banco de Inglaterra (The Wall Street Journal – 18/1/11)

En declaraciones a la BBC, Tucker dijo que va a haber "cambios a nivel internacional" en el caso de que los reguladores aseguren de verdad que no vuelve a ocurrir.

"Si tenemos un sistema donde los bancos se aprovechan de los buenos momentos y los contribuyentes pagan por los malos tiempos, algo ha ido mal con el capitalismo y tenemos que arreglar esto", dijo. "Queremos que los accionistas y los gestores se aprovechen de la bonanza. Pero los malos tiempos también deben pagarse".

"El Gobierno británico planea introducir cambios en las leyes de inmigración para reducir significativamente las trabas a las peticiones de residencia en el país por parte de grandes fortunas extranjeras que expresen su propósito de invertir en territorio británico, según informa el diario "Financial Times""… Reino Unido facilitará la residencia a los multimillonarios para atraer inversiones (Negocios.com – 7/2/11)

Estos cambios, que modificarán los criterios exigidos para la concesión de los conocidos como "visados de inversor", coinciden con los planes del Ejecutivo de David Cameron para reducir el número de permisos concedidos a estudiantes extranjeros, lo que ha motivado quejas por parte de las universidades británicas, que obtienen suculentos ingresos por la admisión de estudiantes internacionales.

Asimismo, el Gobierno ha recortado también la cifra de permisos de residencia destinados a trabajadores cualificados que pueden ser contratados por las empresas británicas.

Bajo la propuesta planteada, que aún debe ser ratificada por el Parlamento, los inmigrantes ricos sólo tendrán que pasar medio año en el país, frente a los nueve meses anteriormente exigidos, para poder optar a un permiso de residencia, mientras que se reducirán significativamente los plazos para poder recibir un permiso permanente.

En concreto, los inversores extranjeros cuya fortuna ascienda al menos a 10 millones de libras podrán recibir el permiso de residencia permanente en sólo dos años, mientras que aquellos que posean 5 millones de libras deberán esperar tres años y los que cuenten con un millón de libras podrán recibir el permiso de residencia permanente tras cinco años.

Actualmente, todos los inmigrantes con visado inversor deben esperar al menos cinco años para optar a un permiso de residencia permanente.

Por otro lado, el Gobierno británico también planea relajar las exigencias para conceder los "visados de emprendedores", ya que se espera que se permita incluir a un empleado extranjero por cada 50.000 libras extras de inversión.

El Ejecutivo británico pretende así estimular el establecimiento en el país de extranjeros acaudalados, ya que cada año apenas atrae a unos cientos de éstos, frente a los alrededor de 3.000 que eligen Canadá.

Asimismo, el diario apunta que estas mayores facilidades a la llegada de inmigrantes acaudalados, puede atraer hacia Reino Unido a familias ricas procedentes de países inestables políticamente como Egipto.

"El gobernador del Banco de Inglaterra afirma que no es todopoderoso y el poder adquisitivo de los británicos regresará a niveles de 2005"… Mervyn King alerta: "La renta de los británicos regresará a niveles de 2005" (Libertad Digital – 9/2/11)

Los banqueros centrales no suelen caracterizarse por su sinceridad y mensajes claros y contundentes. Más bien, como altos cargos de la burocracia financiera, sus discursos suelen estar llenos de ambigüedades, cuando no de mentiras piadosas para no generar alarma y desconfianza en la población. Su trabajo consiste en hacer creer a los agentes económicos que ellos pueden manejar la situación, que las cosas están bajo control.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se salió de este previsible guión en un reciente discurso. Fue contundente en sus advertencias a los británicos, y dejó claro que el organismo que dirige no es omnipotente, teniendo unas competencias limitadas.

La economía del Reino Unido no está para muchas celebraciones. La conferencia de King tuvo lugar después de la publicación de las cifras oficiales del PIB, que muestran una contracción del 0,5% en el último trimestre del pasado año, la primera caída desde el tercer trimestre de 2009. Se teme que el PIB británico continúe contrayéndose, entrando así de nuevo oficialmente en recesión (definida como dos trimestres consecutivos con una contracción del PIB). También se han conocido datos malos e inesperados en relación a los préstamos bancarios a individuos.

Esto es lo que los analistas han estado esperando desde hace meses en las economías desarrolladas: una recesión en forma de W (double-dip recession), o lo que es lo mismo, una recuperación en falso, previa a una nueva contracción.

El banquero central se dirigió a las familias británicas y no escondió la dura situación a la que éstas enfrentan, sino todo lo contrario. Advirtió que en 2011 las familias continuarán viendo recortada su renta disponible, "un precio inevitable que hay que pagar" por la crisis financiera. Con la inflación en tasas preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en el país anglosajón para ver algo similar, añadió.

Así, se pone de manifiesto que el crecimiento económico de los últimos años (basado en parte en la burbuja inmobiliaria y financiera) y su consecuencia inevitable en forma de recesión, no han beneficiado apenas al poder adquisitivo de los trabajadores.

En Reino Unido, a la restricción salarial y el aumento en el coste de los alimentos, la gasolina y otros bienes de primera necesidad, se unen las subidas recientes de impuestos, en especial, la del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA).

King no ofreció ninguna esperanza ni solución sencilla a esta cruda realidad de las familias británicas. "El Banco (de Inglaterra) no puede ni debería intentar evitar la caída en los niveles de vida", afirmó, sosteniendo que esto es una consecuencia inevitable de la crisis financiera, y algo necesario para reequilibrar la economía británica.

Preocupado por la inflación, advirtió de que ésta podría subir hasta el 4% ó 5% en los siguientes meses, debido principalmente a las subidas en el precio petróleo y otras materias primas, y del aumento del IVA.

Además, como buen banquero central, defendió su política monetaria expansiva, diciendo que si se hubieran subido los tipos de interés, aunque la inflación podría haberse moderado, ello hubiera sido a costa de una mayor ralentización en la recuperación, un mayor desempleo, y menores salarios, con lo que la erosión en el nivel de vida hubiera sido mayor. Desechó así la idea de subir los tipos de interés próximamente.

De esta manera, respondía a los críticos con su gestión de la política monetaria y el quantitative easing llevado a cabo por la autoridad monetaria. "La idea de que el Banco de Inglaterra podría haber mantenido el nivel de vida, evitando el aumento en la inflación sin empujar hacia abajo el crecimiento de los ingresos es, simplemente, una expresión de deseos".

King se apoya en la teoría keynesiana, que establece que la salida de la recesión requiere de una política monetaria ultra-expansiva que mantenga unos tipos de interés extremadamente bajos. En este sentido, habría una relación negativa entre la inflación y la actividad económica, es decir, las políticas contra la inflación tendrían resultados perjudiciales para la actividad económica.

"Desde 2008, cuando Reino Unido nacionalizó total o parcialmente bancos como The Royal Bank of Scotland (RBS), Lloyds y Northern Rock, el Gobierno británico ha buscado fórmulas para limitar los pagos de bonus a los empleados de esas entidades"… La pelea por los bonus en Reino Unido (Expansión – 15/2/11)

Casi siempre, las restricciones impuestas por Downing Street han sido mínimas, y en algunos casos el Ejecutivo ha sufrido una total impotencia para cortar la remuneración de los banqueros, bien por cuestiones legales o por la propia dinámica del mercado.

El caso más polémico fue el de Fred Goodwin, quien como consejero delegado de RBS realizó varias operaciones arriesgadas (como la compra de una parte de ABN Amro) que al llegar la crisis provocaron fuertes pérdidas y el colapso del banco.

El Gobierno tuvo que hacerse con el 80% del capital de RBS para salvarlo y despidió a Goodwin, pero no pudo evitar que éste se retirara con una indemnización y pagos por pensiones futuras valorados en 17 millones de libras (más de 20 millones de euros). Tras no encontrar vías legales para suspender esos pagos, el Gobierno solo consiguió que Goodwin devolviera una pequeña parte de su finiquito, casi por cortesía del ex banquero.

Cuando RBS fue nacionalizado, el Gobierno aceptó en un contrato con el banco que la entidad podría seguir pagando bonus "en línea con el mercado". El debate sigue todavía muy vivo. En la primera semana de febrero (2011), el Gobierno británico llegó a un acuerdo con los grandes bancos por el que éstos se comprometen a pagar en el año 2011 menos bonus que en 2010.

En el caso de entidades con participación pública, como RBS y Lloyds, sus consejeros delegados recibirán todo su bonus en acciones (en ambos casos ronda los dos millones de libras). Y los empleados de estas dos entidades no podrán cobrar en metálico más de 2.000 libras de su salario variable.

"El Gobierno de coalición pretende poner fin al abuso de las subvenciones que se produce en el Reino Unido desde hace años. La reforma del sistema de ayudas presentada el pasado jueves por el ministro de Trabajo, Iain Duncan Smith, está dirigida precisamente a fomentar la cultura del empleo y dificultar la vida regalada del sistema de bienestar británico"… Cameron fulmina la cultura de las subvenciones en Reino Unido (Gaceta.es – 21/2/11)

Así lo demuestran algunos datos. La cifra total de personas que sobreviven sin trabajo gracias a las subvenciones asciende a los cinco millones. De ellas, 1,4 millones llevan así desde hace una década. En cuanto a los menores, se estima que 330.000 (uno de cada 30) crecen en un hogar en el que uno de los padres recibe algún tipo de subvención.

Hasta 155.000 inmigrantes ilegales se benefician de ayudas por enfermedad o maternidad. El coste para los contribuyentes podría alcanzar decenas de millones de libras, según informaba el Daily Mail días atrás. Los receptores aprovechan tanto el vacío legal existente como la falta de investigación por parte del Ministerio de Trabajo.

A la hora de gestionar las subvenciones, los centros encargados no exigen los permisos de trabajo, ni a los empleados ni a los empresarios que solicitan las ayudas para las bajas de sus propios trabajadores. Por otra parte, la condición de inmigrante ilegal no impide obtener un número de la Seguridad Social.

Los problemas no se quedan ahí. Unos estudios realizados por el propio ministerio de Trabajo en las localidades de Burnley y Aberdeen mostraron que hasta un 68,8% de los ciudadanos que recibían ayudas por enfermedad, en realidad sí estaban capacitados para trabajar. La investigación, que continuará por otras ciudades, se realizó entre aquellas personas que habían estado recibiendo las ayudas por un periodo largo. En total, 2,6 millones de ciudadanos reciben ayudas por enfermedad.

El Ejecutivo de coalición pretende acabar con los fallos del sistema y fomentar la vuelta al trabajo. Para ello se establecerá un pago único que simplifique el sistema de subvenciones (existen más de 50 tipos de ayudas) que entrará en funcionamiento en 2013; sanciones para aquellos que rechacen ofertas de trabajo (podrían perder las ayudas por un periodo de hasta tres años) y un tope de ayudas de 26.000 libras anuales (más de 31.000 euros) para una familia.

Además, habrá cambios impositivos que permitirán a los ciudadanos tener más dinero disponible y aquellos que empiecen a trabajar podrán mantener una cantidad mayor de las ayudas con respecto a lo que sucede en la actualidad (el 34% de los beneficios frente a menos del 10% actual). El problema, advierten los críticos, será conseguir un puesto de trabajo cuando el paro supera el 8% en la crisis actual.

"El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner, declaró a la BBC que la regulación mínima del sector bancario en el Reino Unido contribuyó a las últimas turbulencias de las finanzas mundiales"… EEUU critica regulación bancaria "mínima" en el Reino Unido (BBCMundo – 22/2/11)

En opinión de Geithner, la forma en que el anterior gobierno británico, encabezado por el Partido Laborista, manejó la regulación bancaria representó "una estrategia costosa" que repercutió negativamente en el estado financiero internacional.

El funcionario criticó particularmente la llamada política de supervisión "con mano ligera" de los mercados financieros, la cual ha sido reemplazada en Estados Unidos por una mayor regulación, pieza clave de la reforma emprendida por el presidente Barack Obama, y de la cual su secretario de Tesoro ha sido figura decisiva, como manifiesta el analista económico de la BBC Andrew Walker.

Como promotor de controles financieros más estrictos, Geithner argumentó que la desregulación británica previa a la crisis fue demasiada laxa, lo cual permitió a las entidades bancarias tomar riesgos excesivos.

Según Geithner, la estrategia británica "fue diseñada conscientemente para atraer la actividad financiera de Nueva York, Fráncfort y París a Londres", uno de los focos financieros más importantes de Europa.

"Esa fue una estrategia muy costosa en la regulación financiera", aseveró y dijo que hay un marcado interés en asegurar que exista una igualdad de condiciones en cuanto a la regulación con mayores controles del riesgo financiero" en todos los países.

Geithner reconoció errores similares cometidos en la actividad financiera en su país y manifestó esperanzas en la reforma emprendida por Washington, la cual -aseguró- representa "un reto muy complicado que tomará tiempo" y que del cual "nos encontramos en las primeras fases".

De acuerdo con él, las reformas en el sistema bancario de Estados Unidos significan que ahora es mucho más fuerte y más estable de lo que era antes de la crisis.

Y, como explica Walker, aunque el funcionario reconoció que "la mano ligera" atizó las llamas de la crisis, "un ejemplo llamativo no mencionado por Geithner fue la decisión de la aseguradora estadounidense American Internacional Group (AIG) de establecer parte de su operación de derivados en Londres".

El periodista manifiesta que "en última instancia esas operaciones pusieron a la empresa de rodillas y fue una de las fallas más graves de la crisis financiera".

"La City de Londres, de poco más de 3 kilómetros cuadrados, es el centro financiero de la capital y al mismo tiempo núcleo de una vasta telaraña de paraísos fiscales que son o fueron hasta hace poco parte de la Corona británica"… La mayor red de paraísos fiscales se concentra en la City de Londres (Gaceta.es – 28/2/11)

Como una araña atrapa los insectos en su red, la sigilosa pero altamente eficiente red de la City capta capitales de dictadores como Gadafi, Mubarak o Ben Alí.

Tal es el símil que utiliza un experto en paraísos fiscales, el periodista financiero Nicholas Shaxson, en su revelador libro "Treasure Islands" (Islas del Tesoro: Paraísos fiscales y los hombres que robaron al mundo), publicado por Bodley Head.

Justamente criticada por su secreto bancario, una de las principales fuentes de su riqueza, Suiza se defiende señalando a su vez con el dedo a sus acusadores como Gran Bretaña, con sus paraísos de las islas del Canal, como la de Man, o EEUU, con estados como Delaware y Nevada, y este libro pone de relieve esos ocultamientos e hipocresías.

Es un libro de meridiana claridad que destripa los trucos contables, muchas veces perfectamente legales, que permiten mediante transferencias internas a bancos y compañías multinacionales evadir impuestos hasta extremos escandalosos.

Aproximadamente un 60% del comercio mundial se desarrolla actualmente a través de multinacionales que, para no pagar impuestos, hacen aflorar sus beneficios en paraísos fiscales y cargan en cambio sus costos en países de elevada fiscalidad.

Los gobiernos del G-20 hablan continuamente de la necesidad de combatir la fuga de capitales, pero, como denuncia Shaxson, no mencionan algo obvio: a la fuga de capital de un país corresponde siempre el refugio de ese dinero en otro, algo de lo que se benefician lo mismo las multinacionales que las elites de los esquilmados países en desarrollo.

En el libro se documentan históricamente los esfuerzos llevados a cabo tanto por el Banco de Inglaterra como por el conjunto de la City de Londres para desregular el sector financiero, algo que comenzó mucho antes del famoso Big-Bang de 1986, bajo la conservadora Margaret Thatcher

El gran cambio se produjo treinta años antes, en plena guerra fría, con la introducción del llamado "eurodólar".

Los soviéticos, entre otros, no querían tener muchos dólares en EEUU por temor a una eventual confiscación, pero tampoco deseaban invertir en libras esterlinas, moneda en la que hasta poco tiempo antes se había financiado el 40% del comercio mundial.

El Banco de Inglaterra presionó entonces a favor de la desregulación financiera, lo que propiciaría la llegada masiva de dólares de todo el mundo a la City.

Si en 1959 había 200 millones de dólares en depósitos en Londres, a finales de 1960 eran 1.000 millones; en 1970, el "euromercado" tenía ya un valor de 46.000 millones, y en 1997 casi el 90% de los préstamos internacionales se hacían a través de ese mercado.

El "euromercado", que en ningún caso hay que confundir con la eurozona, se extendió rápidamente a partir de la City a las islas del canal (Jersey y Guernsey) o la de Man, en el mar de Irlanda, a Gibraltar, a las plazas financieras del Caribe inglés (Bermudas, Caimán), a Asia (Hong Kong, Singapur) y hasta a algunos atolones de Pacífico.

En 1981, ya con Ronald Reagan en la Casa Blanca, EEUU resolvió que, ya que no podía luchar contra esos centros de baja fiscalidad, lo mejor era subirse al carro, para lo cual creó la International Banking Facility, que permitía a sus bancos hacer lo que no habían hecho antes: ofrecer créditos y otros servicios financieros a extranjeros libres de requerimientos en materia de reservas o de impuestos.

Shaxson analiza el papel que ha desempeñado históricamente la City de Londres en esos esfuerzos desreguladores y documenta el fracaso de los políticos laboristas que trataron en su día de abolir la Corporación de la City por su anacronismo antidemocrático.

Es ése, en efecto, un extraño enclave que tiene su propio alcalde, distinto del de Londres y en el que votan no sólo los ciudadanos, siempre a título independiente porque en él no hay partidos, sino también las empresas, como los bancos allí radicados.

El papel de su alcalde, el llamado Lord Mayor, es cabildear por todo el mundo a favor de la desregulación financiera, la bajada de impuestos y la persistencia de los centros de baja fiscalidad aunque todo ello se disfrace oficialmente, explica el autor, de "apoyo a la innovación, a una fiscalidad proporcionada y regulación".

"El Reino Unido podría sufrir otra crisis financiera como la de 2008 si no lleva a cabo una reforma de los bancos, advierte el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, quien acusa a las entidades de "explotar de forma rutinaria a sus millones de clientes""… El Banco Inglaterra alerta de otra crisis financiera si no se reforma los bancos (El Economista – 5/3/11)

En una entrevista que publica el diario británico The Daily Telegraph (5/3/11), King considera que la reforma de ese sector es un asunto "urgente", opina que el sistema bancario continúa teniendo "desequilibrios" y alerta de que estos "están comenzando a crecer de nuevo".

La cultura de los beneficios a corto plazo y las primas que asignan esas entidades podrían ser, de acuerdo con el gobernador, los "responsables" de los problemas en ese sector.

"¿Por qué los bancos en general quieren pagar primas? Porque viven en un mundo 'demasiado importante como para fracasar' en el que el Estado les rescatará si fallan", dice.

En esta línea, King insta a las sucursales bancarias a dejar de centrarse en la necesidad de "simplemente obtener beneficios para la próxima semana" y acusa a los bancos de "explotar de forma rutinaria a sus millones de clientes".

En las últimas dos décadas, afirma King, demasiadas personas de los servicios financieros han pensado que "si es posible hacer dinero a costa de los clientes crédulos, esto es algo perfectamente aceptable".

El gobernador indica que empresas con buena reputación habían quedado "destruidas" por centrarse en la búsqueda de esos beneficios a corto plazo, algo que "no tiene sentido".

En la entrevista, King destaca que la crisis del Northern Rock, el primer banco hipotecario británico que tuvo que ser intervenido por el Gobierno de Reino Unido en 2008, podría haberse evitado si este país hubiera tenido un "proceso de resolución establecido por la ley".

Los comentarios de King pueden ser interpretados, según los medios, como un mensaje para el ministro británico de Finanzas, el conservador George Osborne, quien parece contrario a los planes que propone el gobernador del Banco de Inglaterra.

– Los fijadores de metas, en la mira (Project Syndicate – 7/3/11) Lectura recomendada

(Por Brigitte Granville)

Londres.- Cuando hablaba en los tiempos económicos más felices de 2005, Mervyn King -entonces y ahora gobernador del Banco de Inglaterra- acentuaba la importancia de afianzar las expectativas públicas de una inflación baja y estable. Advertía que "si uno deja que las expectativas inflacionarias se alejen demasiado del objetivo, se puede terminar en serias dificultades y con un proceso costoso para retrotraerlas". King ahora debe ser un hombre preocupado.

Las propias encuestas trimestrales encargadas por el Banco de Inglaterra sobre las actitudes públicas revelan que la credibilidad de su Comité de Política Monetaria (MPC, por su sigla en inglés) hoy está debilitada. Durante los últimos 15 meses, el objetivo de inflación del 2%, que fija el gobierno y que supuestamente debe hacer cumplir el Banco de Inglaterra, se ha excedido en más de un punto porcentual. Durante gran parte de este período, el público británico esperó que la inflación en el próximo año fuera menor que en el año anterior, gracias a los sólidos antecedentes del MPC en materia de estabilidad de precios. Esa confianza hoy se disipó: las expectativas inflacionarias alcanzaron la tasa de inflación real del 4%.

No existe ningún misterio respecto de lo que está pasando. El mandato de estabilidad de precios se vio sobrepasado por las preocupaciones sobre el crecimiento. El miedo es que un ajuste de la política monetaria para abalanzarse sobre la inflación podría apagar la vacilante recuperación económica.

De manera que el MPC no sólo mantuvo las tasas de interés en un bajísimo 0,5% desde 2009, sino que la política se relajó aún más debido al llamado "alivio cuantitativo" del Banco de Inglaterra -es decir, expandir la base monetaria de un plumazo con la esperanza de vigorizar los mercados de crédito domésticos-. Pero el Reino Unido hoy se enfrenta al peor de los panoramas: la estanflación. La economía está sufriendo los costos inflacionarios de la política del Banco al tiempo que pierde el deseado beneficio del crecimiento.

En Estados Unidos, donde la Reserva Federal está implementando una política monetaria similarmente holgada, la situación parece más halagüeña -al menos a primera vista-. La economía estadounidense está teniendo una recuperación más convincente que el Reino Unido y, a diferencia del Banco de Inglaterra y del Banco Central Europeo, la Fed no está explícitamente obligada por el Congreso a lograr una meta de inflación específica.

En consecuencia, comparada con el Banco de Inglaterra, la importantísima credibilidad de la autoridad monetaria parece menos vulnerable en el caso de la Fed. Pero, inclusive en Estados Unidos, las autoridades responsables de las políticas, como Thomas Hoenig, presidente del Banco de la Reserva Federal de Kansas City, expresan temor a que las expectativas inflacionarias puedan dispararse, debido a la masiva expansión de la deuda gubernamental y al balance de la Fed desde el colapso financiero en 2008.

Todos los principales bancos centrales de Occidente -inclusive el tradicionalmente "agresivo" BCE- parecen estar escondiendo la cabeza como el avestruz. Pero hay algo que pueden hacer para garantizar los beneficios de las reglas de metas de inflación (credibilidad y expectativas inflacionarias bien ancladas) al mismo tiempo que sustentan la recuperación: elevar la meta establecida.

El ejemplo para hacerlo puede darlo Gran Bretaña, donde la situación es particularmente delicada. Las autoridades del Reino Unido decidieron priorizar la consolidación fiscal al mismo tiempo que implementan una política monetaria holgada para contener los riesgos que impuestos más elevados y un menor gasto del gobierno implican para la recuperación. El razonamiento es claro (aunque rara vez los políticos lo expresen claramente): mientras que una pérdida de confianza del mercado en la solvencia del estado británico muy probablemente generaría una depresión, una inflación por sobre la meta se puede rectificar a un costo relativamente tolerable para los estándares de vida (aunque más alto de lo que debería haber sido).

Pongamos por caso que damos por sentada la fuerza de esta lógica (ni siquiera sus críticos podrían negar su coherencia), sería tonto subestimar el riesgo de una inflación desbocada y minimizar el daño económico y social que causaría. En la medida que la tolerancia de la inflación por sobre la meta también refleja un deseo de erosionar el valor real de las deudas públicas y privadas, las tasas de interés del mercado podrían dispararse, agravando los problemas de los gobiernos y los hogares endeudados.

Muchos analistas creen que las enormes limitaciones presupuestarias de los gobiernos los obligarán a depender de la inflación. De ser así, mejor hacerlo de manera transparente, a diferencia del Banco de Inglaterra. En resumen, para anclar las expectativas inflacionarias de manera efectiva, las metas de inflación deben ser realistas.

El actual acertijo de alto riesgo que enfrentan los responsables de las políticas sugiere que deberían aplicar los principios de metas de inflación de manera más flexible en el contexto de un importante shock económico. Esto implicaría elevar la meta a un nivel que esté en línea con la tasa de inflación real observada en el período post-crisis –un nivel que el público percibiría como realista, honesto y creíble.

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