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América latina: entre sombras y luces (análisis) (página 2)


Partes: 1, 2, 3

En el documento resumía argumentos que, en nuestro personal criterio, respaldaban la idea de unificar las gestiones de los países deudores para lograr negociar en un nivel de igualdad frente al unificado Sindicato de Acreedores. El primer argumento puntualizaba la eficiencia que podría obtenerse al concentrar las negociaciones en una sola entidad administrativa.

El segundo argumento también se inspiró en el accionar de los propios bancos, se prohíbe a los deudores dar preferencia de pago a ningún acreedor en particular. Esta prohibición se oculta bajo la denominada cláusula del pari passu, Así, en nuestro segundo argumento aceptábamos como un hecho consumado la decisión de los acreedores de no negociar individualmente con nosotros los deudores; pero concluíamos que los deudores tampoco debíamos negociar individualmente con los acreedores. En el tercer argumento rebatíamos la tesis expuesta por los acreedores, para quienes el unificar las gestiones del Club de Paris, del Club de Londres y del Grupo Multilateral bajo un solo cartel o sindicato, tenía como único propósito el de posibilitar una negociación de suma positiva. Es decir, una negociación en la cual todos los participantes ganan o, en un caso límite, el participante que no gana tampoco pierde. El cuarto argumento –el más trascendente- recalcaba el hecho de que si los acreedores negociaban en bloque y los deudores lo hacíamos individualmente, quedaríamos excluidos de participar en él -hasta ese entonces- mercado libre de capitales.

Para explicar este cuarto argumento, destacábamos que el mercado internacional de capitales está constituido por dos segmentos: el mercado primario y el mercado secundario.

El mercado primario corresponde a aquella instancia en la que el prestamista le entrega dinero al prestatario quien, en garantía, suscribe los pagarés en los cuales se especifica el monto, el plazo y los intereses del préstamo. El mercado secundario, por otro lado, se genera cuando los pagarés recibidos por el prestamista son puestos a la venta y adquiridos por un tercero que pasa a ser el nuevo acreedor. Desde luego, en un mercado libre los pagarés también pueden ser comprados por el propio deudor que desee rescatar parte de su deuda. Así, la principal diferencia entre el mercado primario y el secundario, es que en el primero la transacción se realiza entre el acreedor y el deudor; mientras que en el secundario la transacción puede realizarse entre dos acreedores o también entre acreedor y deudor. Era esta última alternativa la que se eliminaba con la cláusula del pari passu, que en definitiva prohibía a los deudores intervenir en el mercado secundario. Nuestra preocupación, desde luego, no se limitaba a tratar de preservar el buen funcionamiento del mercado libre, sino que la crisis financiera nos hacía prever una drástica caída en el precio de los pagarés. Desde esa perspectiva, si es que los deudores quedábamos excluidos de negociar en el mercado secundario, la caída en los precios beneficiaría exclusivamente a los nuevos acreedores.

En virtud de que esos cuatro precedentes –el Grupo Ditchley, el pacto del pari passu, la alianza suma cero y el cierre del mercado secundario- concentraban el poder de negociación en manos de los acreedores al impedir que el mercado funcione; presumía que en la reunión una mayoría de asistentes apoyaría nuestra propuesta a favor de que los países deudores también nos unamos.

La reunión.

El jueves temprano obtuve 24 fotocopias del documento para distribuirlas en la pretendida sesión de esa tarde. Además, en la recepción del hotel deposité una lista que contenía los nombres de las personas que constituían el principal contacto con cada delegación, a fin de que se les indique la ubicación de la sala y les recuerden que la reunión se iniciaría a las tres de la tarde. A media mañana busqué al Ministro de Finanzas del Ecuador para invitarlo a la reunión y exponerle las ventajas que una acción conjunta tendría para nuestro país. Fue cuando recibí la primera sorpresa del día: el ministro ya no estaba en el hotel.

Esa mañana había salido intempestivamente. La sorpresa logró debilitar nuestra estrategia original al no poder obtener el apoyo ecuatoriano. Desde luego, la imprevista partida del Ministro no podía estar relacionada con nuestros planes por la sencilla razón de que él no los conocía. Al menos así yo creía. La segunda sorpresa la recibí en la sala donde debía efectuarse la reunión cuando -a las tres y diez de la tarde- entró el amigo uruguayo que me informó que „nadie vendrá? mientras me entregaba el periódico The Wall Street Journal. Allí en el periódico, muy visible, se observaba la noticia que explicaba la deserción de las delegaciones y el fracaso de la reunión. La noticia tenía un encabezado que, es de suponer, habrá causado alferecía en más de un funcionario del gobierno ecuatoriano. El encabezamiento de la noticia deformaba la verdad debido a dos hechos: en primer lugar, era imposible que el Gobierno hubiese tenido tiempo para propiciar la formación de un club cuya necesidad recién se había evidenciado tres días antes. En segundo lugar, cualquier "patrocinio -de ser el caso- habría sido canalizado a través de algún funcionario del gobierno y no por intermedio de un profesional independiente. Por otro lado, la utilización de la palabra "Club"en la edición de los periódicos en idioma español, no concordaba ni con la noticia en idioma inglés originalmente publicada por The Wall Street Journal, ni con los argumentos que habíamos expuesto en Panamá. En efecto, los editores de The Wall Street Journal habían utilizado la expresión "Cartel de Deudores (Debtors`Cartel) y no la de „Club de Deudores. La principal diferencia entre esas dos expresiones radica en el hecho de que la palabra „club define a un grupo cuyos miembros poseen alguna característica exclusiva que excluye a quienes no la poseen, mientras que la palabra „cartel define a un grupo cuyos miembros se unen para impulsar algún objetivo común. Desde esa perspectiva, resultan adecuados los nombres de "Club de París y "Club de Londres, en cuanto a que en ambos casos se excluye a los acreedores que no alcancen un determinado nivel de acreencias. Pero la propuesta de organizar un consorcio de países deudores con el propósito común de renegociar juntos la deuda, encaja mejor en el concepto de "cartel. En todo caso, la confusión de conceptos fue inmediatamente utilizada por los acreedores para equiparar nuestra propuesta con la de un "club de países que no querían pagar la deuda; "club" del cual tendrían que excluirse por voluntad propia todos los gobiernos responsables que sí estaban dispuestos a honrar sus compromisos financieros.

Esa era la conclusión que explícitamente respaldaban los bancos de Nueva York y el presidente del BID, Antonio Ortiz Mena, al declarar que „no se daría curso a ningún Club de Deudores; advertencia que –debemos puntualizar- se había emitido incluso antes de que los países deudores hubiésemos podido reunirnos una primera vez. Al inmenso poder de los acreedores solo podía hacer sombra la claridad de sus objetivos. Hubiera sido inútil tratar de averiguar a través de quien se filtró la noticia hasta The Wall Street Journal. Había conversado con demasiadas personas. En todo caso debo admitir que actué sin la más mínima y elemental prudencia, sin ninguna estrategia y subestimando la capacidad de maniobra de la banca acreedora y de sus poderosos aliados. La única excusa para explicar mi imprudencia quizá pueda basarse en el hecho de que, en ese momento, era imprescindible y urgente enfrentar la maniobra que los acreedores se encontraban tramando para impedir que los deudores podamos participar libremente en el mercado de capitales. Los hechos, como averiguamos después, habían seguido una cronología lógica y directa: The Wall Street Journal había publicado la noticia en su temprana edición del miércoles. Con el periódico en una mano y el teléfono en la otra –y quizá antes de haber desayunado- los ejecutivos de los bancos acreedores habían lanzado una colérica cascada de advertencias, amenazas y exhortaciones que emergían desde Nueva York y Washington y fluían hacia las capitales de América Latina. Las amonestaciones, aunque informales, tuvieron un efecto inmediato. Entre la tarde del miércoles y la mañana del jueves, todas las delegaciones que hubieran podido estar en nuestra frustrada reunión, habían receptado desde sus correspondientes países algún tipo de notificación que les prohibía asistir.

A las tres y cuarto de la tarde de ese jueves, luego de que el amigo uruguayo tuvo la amabilidad de avisarme que nadie vendría y mientras recogía las copias que minutos antes yo mismo había inútilmente distribuido sobre la mesa, no podía definir si la pesadumbre que sentía afloraba por la evidencia del fracaso o por el tufillo a soledad. Sin embargo, al observar la mesa, los sillones, los vasos, las jarras con agua y los ceniceros que quedaban inmaculadamente limpios, intuí que mi pesadumbre se originaba al constatar que, a pesar de tenerla lista y servida, una oportuna propuesta de unidad latinoamericana había sido sumisamente desechada.

Corolario.

Transcurrió más de un año antes de que los gobiernos de América Latina se percataran que el mercado de capitales había sido confiscado por el bloque acreedor. Cuando intentaron reaccionar ya era demasiado tarde. El 19 de mayo de 1984 –es decir, transcurridos más de 14 meses desde nuestra abortada reunión- los presidentes de Argentina, Brasil, Colombia y México, resolvieron enviar una carta a la cumbre del "Grupo de los Siete? que se encontraban reunidos en Londres; carta en la cual proponían establecer un "diálogo constructivo para buscar acuerdos conjuntos sobre el tema de la deuda externa".

A pesar de que los mandatarios de los siete países acreedores más ricos estaban ocupados, fueron lo suficientemente amables para dedicar algunos minutos para leer la carta. La respuesta fue emitida por intermedio del presidente Ronald Reagan, quien aconsejaba a los presidentes latinoamericanos dirigirse a las oficinas del FMI en Washington, debido a que esa era la institución que estaba coordinando los asuntos referentes a la deuda del tercer mundo.

Un mes después, el 21 y 22 de junio de 1984, se citaron en Cartagena los cancilleres y ministros de finanzas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, República Dominicana, Perú, Uruguay y Venezuela, para firmar un documento bautizado como el „Consenso de Cartagena, en el cual se proponía crear una oficina de consulta e información estadística que pudiese ser usada en conjunto por los países deudores. La oficina –que quizás pretendía ser la contraparte de la creada por el Grupo Ditchley- jamás llegó a funcionar. Finalmente, en el mes de septiembre de 1984, los integrantes del „Consenso de Cartagena volvieron a reunirse, esta vez en la bella ciudad de Mar del Plata. En el documento oficial de la reunión –el „Comunicado de Mar del Plata- se formulaba un taciturno llamamiento a los países acreedores para sostener un diálogo político en torno a los problemas de la deuda. Esa fue la última vez que nuestros gobiernos oficialmente mencionaron, aunque sea de manera indirecta, la posibilidad de establecer un tratamiento global a la deuda externa. Después de la reunión de Mar del Plata, la iniciativa en el tratamiento de la deuda fue retomada por los acreedores con el Plan Baker formalizado a fines de 1985, con el Plan Brady anunciado en marzo de 1989 y con la serie de diferentes esquemas „al margen del mercado y caso por caso que, desde principios de la década de los 90 y hasta la actualidad, han sido propuestos y manejados por el bloque acreedor. Las consecuencias posteriores son bastante conocidas. La deuda de América Latina que al iniciarse la crisis en 1982 era de alrededor de 300 mil millones de dólares, a principios del tercer milenio ya supera los 850 mil millones; entre 1982 y el año 2000 hemos pagado a los acreedores un total de 960 mil millones: 576 mil millones por intereses y 384 mil millones por amortización. Por lo tanto, América Latina ha transferido un total de 1510 mil millones de dólares, contabilizando los 550 mil millones de incremento de la deuda más los 960 mil millones de transferencias. En consecuencia -adquiriendo nueva deuda para cubrir deuda antigua- hemos cubierto 5 veces el valor de la deuda original, sin que ésta haya disminuido. Por último, si contabilizamos el total pagado desde 1982 sobre los 300 mil millones de dólares iniciales, los réditos alcanzan una tasa de rentabilidad bruta del 28 por ciento; rentabilidad que triplica el promedio de la renta obtenida en el mercado internacional de capitales. En definitiva, la deuda de América

Latina ha constituido un negocio tres veces más rentable que los otros negocios de la banca acreedora. Esa rentabilidad, desde luego, ha sido generada porque la acción conjunta de los acreedores –especialmente a través del pari passu- ha impedido que el libre juego de oferta y demanda distribuya el riesgo financiero entre todos los participantes y reduzca el precio de nuestros pagarés en el mercado secundario. En el actual horizonte nos atrevemos nuevamente a pregonar que -en un mundo ya globalizado- lo que impide que América

Latina pueda dejar atrás el dogal de la deuda es la existencia del cartel de acreedores formado por el Club de Paris, el Club de Londres y el Grupo Multilateral; cartel que impide que el mercado pueda funcionar libremente y sin pari passu, para que podamos negociar y cancelar en su verdadera cotización los devaluados pagarés de nuestra deuda.

CAPITULO 3

En la resaca

La asamblea del BID en Panamá concluyó el viernes 25 de marzo de 1983. Los acreedores habían logrado aglutinarse alrededor de una sola tesis: aquella que sostenía que los gobiernos de América Latina, además de pagar la deuda pública, también debían cubrir o solventar el pago de la deuda del sector privado. La tesis obtuvo un entusiasta y poderoso apoyo en el ámbito continental. Sin embargo resultaba difícil armar un mecanismo que –sin "nacionalizar- posibilite al Estado absorber las deudas privadas y que pueda ser aplicado de manera uniforme en los diversos y divididos países de América Latina. Para obviar ese obstáculo se decidió que cada gobierno ensamblaría su propio mecanismo de absorción de deudas, conforme a las condiciones sociales y políticas propias de cada país. Así, a partir del mes de abril de 1983, tanto los funcionarios de los países deudores como los de la banca acreedora y de las instituciones multilaterales -especialmente del FMI y del Banco Mundial– emprendieron una frenética cadena de viajes de ida y vuelta entre las capitales de América Latina y Washington, ya sea para recibir instrucciones o ya sea para impartirlas.

Esas correrías pronto dieron sus frutos. Antes de que el año de 1983 haya finalizado, prácticamente en todos los países de América Latina se había logrado ensamblar algún mecanismo a través del cual el Estado solventaba o garantizaba el pago de las deudas contraídas en dólares por individuos, sociedades o por las empresas del sector privado.

Para armar esos mecanismos se requería acoplar sofisticados laberintos de ingeniería financiera. Felizmente todos pudieron ser ensamblados con éxito al combinar trozos de los siguientes modelos: la "capitalización chilena; la "chucuta venezolana; la "sucretización ecuatoriana; y, la "desdolarización argentina.

Comparémoslos.

La "capitalización" chilena.

En Chile la mayor parte de la deuda externa había sido contratada por el sector privado; y, por otro lado, el equipo económico del gobierno ( de Pinochet)estaba firme y genuinamente cohesionado alrededor de la tesis de que tanto las ganancias como las pérdidas de los negocios privados, debían pertenecer exclusivamente a quien los conciba y los ejecute.

No obstante y a pesar del poder interno que tenía Pinochet -así como del respaldo internacional que abiertamente le habían otorgado por más de una década los gobiernos de los Estados Unidos y de otros países del primer mundo- su reticencia a nacionalizar la deuda tuvo que sucumbir en el instante mismo en que los bancos acreedores amenazaron con suspender el financiamiento al comercio chileno, si es que Pinochet no aceptaba absorber y garantizar el pago de la deuda privada. El gobierno tuvo que ensamblar un complejo mecanismo de subsidios, ayuda y rescate financiero, en cuya confección sobresalió la capacidad creativa de todos, el mecanismo consistió en fusionar tres grupos de deudores clasificados con base a las siguientes características: un primer grupo conformado por aquellos cuya deuda estaba contabilizada en dólares; un segundo grupo conformado por aquellos cuya deuda estaba registrada en pesos chilenos; y, un tercer grupo, conformado por aquellos bancos domésticos que mantenían deudas pendientes con los acreedores externos

Una vez establecidas esas tres clases de deudores, se decretó que el Banco Central financie un fondo destinado a subsidiar las tres siguientes operaciones: la primera, la venta de dólares a los individuos del primer grupo, aplicando un tipo de cambio preferencial y en montos suficientes para cubrir todas sus deudas externas; la segunda, la concesión de préstamos en condiciones blandas y a un interés altamente subsidiado a los miembros del segundo grupo; y, la tercera, la compra por parte del Banco Central de toda la cartera que los bancos del tercer grupo voluntariamente quisiesen vender al Estado. Como es obvio suponer, los bancos privados prefirieron vender al Banco Central de Chile toda aquella cartera originada en los préstamos que habían sido otorgados a sus propios accionistas sin garantía real y, por lo tanto, altamente irrecuperable. El sentido del humor también se hizo presente en los informes oficiales del gobierno. En esos documentos el proceso mediante el cual el gobierno utilizó los recursos pertenecientes a todos los chilenos para pagar las deudas de una selecta parte de la población, se denominó: "Capitalización y Fomento del Sector Privado.

La "chucuta" venezolana.

En Venezuela, el gobierno también decidió repartir a precios bajos los dólares del Banco Central, el precio más bajo se fijó para el primer segmento, destinado para aquellos que necesitaban dólares para pagar deudas o para importar bienes y servicios calificados como esenciales; el segundo segmento estaba destinado a cubrir la demanda de aquellos que deseaban importar bienes y servicios calificados como no esenciales; el tercer segmento estaba limitado a varios rubros que obligatoriamente debía cubrir el Banco Central; y, el cuarto segmento –denominado el "segmento del mercado libre- en el cual debían efectuarse, a precios de mercado, las operaciones no contempladas en los tres segmentos anteriores. El mecanismo terminó de perfeccionarse el 15 de septiembre de 1983. Para esa fecha, en el primer segmento los dólares del banco central se vendían en 4 Bolívares con 30 centavos, mientras que en el cuarto segmento los dólares se negociaban a un precio que oscilaba en alrededor de 10 Bolívares. Varios empresarios expresaron que el subsidio otorgado por el gobierno no les había satisfecho, que sus ganancias no habían sido suficientes, que en otros países se podían obtener mayores utilidades y que solo habían recibido una ayuda "chucuta.

La "sucretización" ecuatoriana.

En Ecuador, la ayuda fue entregada directamente a cada uno de los 410 influyentes deudores. El gobierno bonachonamente se auto-impuso la obligación de pagar a los bancos extranjeros la totalidad de la deuda externa de los deudores privados y, en tímida contraparte, los 410 deudores se comprometían a entregar al Banco Central una cierta cantidad de sucres –la moneda oficial del Ecuador- la misma que eventualmente alcanzó un máximo de 100 sucres por cada dólar adeudado.

La "desdolarización" argentina.

En Argentina son las empresas privadas las que controlan los dólares necesarios para pagar la deuda externa. Esa diferencia impidió al gobierno argentino utilizar alguno de los artificios de subsidio, venta barata o entrega directa de dólares que se aplicaron en los otros tres países. Para esquivar ese obstáculo, se legalizó un mecanismo llamado "Seguros de Cambio, con el cual el Estado se comprometía a cubrir con pesos argentinos, cualquier incremento en el precio del dólar que se produzca entre 1982 y el momento en que las empresas e individuos del sector privado debían pagar su deuda externa. Pero en Argentina las consecuencias de la estatización de la deuda privada, tuvieron un efecto mucho más profundo que en el Ecuador, Chile o Venezuela, por cuanto la falta de una fuente propia de divisas, obligó al gobierno a incrementar de manera permanente la emisión e impresión de pesos argentinos. Este incremento, a su vez, generó un aumento también permanente en el déficit fiscal y en la inflación.

CAPITULO 5:

Un continente sin brújula

"El subdesarrollo latinoamericano tal vez provenga del hecho que, de los libros que han moldeado la conducta del ser humano, ninguno ha logrado penetrar en nuestro continente."

Estos libros se clasifican de la siguiente manera:

  • 1er Lugar "Los Vedas": Libros escritos por varias generaciones que vivieron hace más de 4.000 años en la región geográfica que hoy se denomina India y en cuyos preceptos se fundan el hinduismo, el budismo que actualmente influyen sobre el modo de vida de más de la cuarta parte de la población mundial.

  • 2do Lugar "las Analectas de Confucio": Libro escrito hace 2.500 años por los alumnos del maestro Kong Fuzi (su nombre original) cuyos proverbios han sido utilizados para justificar los frecuentes cambios inculcados en la sociedad china desde los tiempos milenarios del sistema esclavista y de su reemplazo con el sistema feudal sostenido por los sucesivos emperadores que gobernaron hasta mitad del Siglo XX.

  • 3er Lugar "La Biblia": Fue escrita durante un período de aproximadamente dos mil años por alrededor de 40 personas pertenecientes a diversas clases sociales y diferentes generaciones. La Biblia se divide en dos partes: el Antiguo Testamento, en cual describe la evolución del mundo desde su creación mítica hasta la sumisión del Pueblo Elegido ante el poder del Imperio Romano; y el Nuevo Testamento, el cual empezó a ser escrito en el año 50 después de Cristo y culminó 70 años más tarde con la narración del Apocalipsis, que hasta hoy constituye el último texto bíblico.

  • 4to Lugar "El Corán": Contiene los edictos de índole religiosa, filosófica y jurídica instituidos por Alá o Él, los cuales fueron recitados por el arcángel Gabriel al profeta Mahoma quien, entre los años 612 y 632, los agrupó en un solo libro dividido en 114 episodios. El Corán tiene que ser recitado mirando hacia la ciudad de La Meca que se encuentra en territorio de lo que hoy se conoce como Arabia Saudita, ya que está escrito en rima.

  • 5to Lugar "La Riqueza de las Naciones": libro meditado y escrito entre 1766 y 1775 por el filósofo escocés Adam Smith.

  • 6to Lugar "El Capital": Escrito por Carlos Marx, un monumental libro escrito en 4 partes, de las cuales solo la primera fue editada completamente por su autor antes de su muerte en 1883. La segunda y la tercera parte fueron publicadas en 1885 y 1894 respectivamente, sobre la base de los manuscritos dejados por Marx en manos de una de sus hijas. Y Finalmente, la cuarta parte fue aprobada y publicada por el „Instituto Marxista de Berlín?, después de varias discrepancias sobre el verdadero significado de la última porción de los manuscritos.

El libro de Smith fue la más eficiente herramienta revolucionaria de su tiempo, porque sus tesis sepultaron a las dos principales doctrinas de organización económica que hasta ese entonces imperaban en el mundo: el feudalismo respaldado por los fisiócratas y el colonialismo defendido por los mercantilistas. Adam Smith demostró que la riqueza de las naciones no dependía de la explotación del campo y de los campesinos, ni tampoco del apropiamiento de los metales preciosos extraídos de tierras extrañas sino de la organización social y productiva del ser humano.

Sin embargo, entre los seis libros mencionados, es el de Marx él que logro captar el mayor número de adeptos, pero solo de manera temporal. Ya que más de la tercera parte de la población mundial vivía bajo regímenes marxistas. Hay quienes aseguran que, aunque el nivel de vida de la mayoría de los pueblos siga en deterioro, el marxismo permanecerá sepultado para siempre. Es por ello que en el escenario económico y desde nuestra perspectiva, el libro más relevante entre esos seis es La Riqueza de las Naciones.

Adam Smith comenzó a escribir La riqueza de las Naciones una vez de haber regresado al pueblo de Kirkcaldy en Escocia (pueblo donde nació), luego de haber permanecido ausente por casi tres años debido a un viaje realizado a Paris, Toulouse y Ginebra, escoltando al joven Duque de Buccleugh en calidad de tutor particular. Smith aprovechó esa oportunidad para conocer e intercambiar ideas con varios de los más connotados filósofos y escritores, la mayoría de los cuales se encontraban inmersos en el convulsionado proceso político e intelectual que se vivía en los tiempos previos a la revolución francesa.

Fue necesario que transcurra la mitad del Siglo XX, para que la obra de Adam Smith finalmente alcance suelo latinoamericano. Recién en 1958, en la ciudad de México se publica una edición de La riqueza de las Naciones, el libro que había logrado conferir al pensamiento económico su categoría de ciencia. Pero para 1958, el pensamiento económico latinoamericano ya se había tornado inmune a cualquier semilla doctrinaria. Todos los espacios de reflexión económica se encontraban inundados con la controversia que intentaba calcular la raíz y la razón de la dependencia de nuestros países, así como su mayor o menor situación periférica.

Cuando en 1958 por fin atracó en nuestro continente el libro de Adam Smith, su arribo pasó inadvertido entre el ruido y la gran efervescencia que entonces generaba el recientemente ensamblado „modelo cepalino?, nombre que adoptó en honor a la entidad que lo había inventado.

El modelo cepalino fue exhibido a lo largo de América Latina bajo la premisa de que se había descubierto el sendero para salir del subdesarrollo. Su objetivo era el de sustituir o suprimir algunos de los productos industrializados importados desde el Centro. Pero sustituir o suprimir las importaciones de un producto, solo es posible si es que se lo puede industrializar domésticamente.

Así, antes de ensamblar el Modelo se debían resolver tres aspectos: el primero, precisar que productos podían sustituirse; el segundo, construir un escenario que permita industrializar esos productos; y, el tercero, asignar a cada país las industrias que le correspondía instalar.

La defunción del Modelo Cepalino colocó a los funcionarios de la CEPAL ante una drástica disyuntiva: cambiar o morir. Ante ese dilema y resueltos a que su institución sobreviva, eligieron la alternativa de supervivencia más sabia: cambiar para no morir. Tras el sepelio del tradicional Modelo Cepalino, es obvio, también tenía que ser enterrado su principal mano ejecutora: la respetable ALALC. Este hecho y el nacimiento del Mercosur, abrieron camino a una nutrida cadena de acuerdos y alianzas comerciales bilaterales, trilaterales y multilaterales, a lo largo y a lo ancho de las tres Américas.

A comienzos del Siglo XXI Latinoamérica afronta una visible paradoja. Por un lado, el ruido y oleaje provocados desde 1956 por el fracasado afán de crear una zona de libre comercio, han impedido que Adam Smith pueda atracar en nuestras costas e impulsar nuestro desarrollo. Pero, por otro lado, la ausencia de Smith ha restringido las oportunidades de Latinoamérica para alcanzar ese nivel básico de riqueza y de consumo necesarios para competir en un mundo irreversiblemente globalizado.

CAPITULO 6:

Subdesarrollo de los trópicos

El objetivo principal de las entidades regionales y nacionales de nuestro continente es apoyar el desarrollo de América Latina. Sin embargo ninguna de ellas tiene claro el significado de la palabra desarrollo.

En 1966, la UNCTAD, la cual fue creada dos años antes como brazo ejecutor de las políticas de desarrollo de la ONU, encargó a dos renombradas cofradías (la American Economic Association y la Royal Economic Society) de profesionales en ciencias económicas, para que realicen un estudio encaminado a investigar las fuentes que generan el desarrollo de los países.

Confiados en el prestigio y experiencia de esas instituciones, así como en el visible hecho de que entre los 188 países miembros que tiene la UNCTAD, más de las cuatro quintas partes pertenecen al mundo "no desarrollado", se creyó que en el estudio por fin se lograría definir qué significado tiene el desarrollo para los países subdesarrollados. En consecuencia, el buscar una salida al subdesarrollo de América Latina es una tarea obligatoria solo para los latinoamericanos.

Sin embargo, en la búsqueda sí se han cosechado frutos. En los tres principales rincones de la izquierda, del medio y de la derecha, se ha descubierto por lo menos una teoría:

  • 1. La Teoría de la Dependencia en la izquierda: se asienta en el combativo y combatido dogma que asegura que el desarrollo del primer mundo nace, crece y vive gracias al subdesarrollo del tercer mundo.

A los países situados en Europa Occidental y Norteamérica, además de Japón, Nueva Zelanda y Australia, se los denominaron bajo el nombre genérico de Primer Mundo; a los países de Europa Oriental y a sus aliados, se los ubicó en el Segundo Mundo; y, por exclusión, se designó como Tercer Mundo al conformado por los demás países.

Desde luego, a raíz de la desaparición del Segundo Mundo debido al colapso del bloque comunista, vuelve a tener vigencia la intención original de Alfredo Sauvy. Así, el Tercer Mundo vuelve a representar a los países que permanecen marginados de los designios y negociaciones internacionales.

El Modelo Cepalino sugería reducir la dependencia de América Latina creciendo hacia adentro. Es decir, produciendo para el consumo interno. Pero los oponentes de la CEPAL más bien sugerían seguir la dirección inversa: que América Latina crezca hacia afuera. Es decir, que produzca para exportar.

  • 2. La Teoría de la Evolución en la mitad: Esta teoría intenta equiparar el desarrollo económico de las naciones con el desarrollo y evolución de las especies. Bajo esa óptica, los países subdesarrollados necesariamente tendrán que recorrer el mismo proceso de evolución histórica que ya han recorrido los países desarrollados.

Por ende, quienes conducen las políticas económicas deben actuar exclusivamente en dos circunstancias: la primera circunstancia se produce cuando, por alguna anomalía externa o interna, el país se ha desviado del sendero natural que lo conduce a su evolución; y, en segundo lugar, sí el país se encuentra atrasado en relación a la distancia ya recorrida por otros países que, desde un punto histórico y geopolítico son sus contemporáneos.

La Teoría de la Evolución cuenta con el respaldo implícito de las organizaciones regionales que oficialmente están obligadas a impulsar el desarrollo de Latinoamérica, incluyendo el Banco Interamericano de Desarrollo, el Instituto de Investigaciones del Desarrollo de Latinoamérica, el Consejo Interamericano de Desarrollo Integral, la Agencia de Cooperación y Desarrollo, la Conferencia Permanente sobre el Desarrollo, el Centro de Administración del Desarrollo, el Centro de Competitividad y Desarrollo, etc. En el nombre de todas esos entes se encuentra escrita la palabra desarrollo, pero ninguno intenta definirla.

Así, la Teoría de la Evolución esboza una pincelada optimista en el horizonte del mundo subdesarrollado: todos nuestros países, tarde o temprano, alcanzarán el nivel de desarrollo que actualmente ya han alcanzado los países del Primer Mundo.

  • 3. La Teoría de los Trópicos en la derecha: se fundamenta en la sorprendente afirmación de que los países latinoamericanos son subdesarrollados debido a que se encuentran ubicados en las zonas tropicales.

Un nuevo diagnóstico, desde luego, requería respaldarse en nuevas hipótesis, para lo cual oportunamente se seleccionaron las tres siguientes:

  • Hipótesis 1: Las condiciones tropicales reducen la eficiencia de los trabajadores y sus salarios.

  • Hipótesis 2: En el trópico los recursos naturales constituyen tragaderos de capital.

  • Hipótesis 3: En los trópicos la volatilidad económica lidera el bajo crecimiento y la disparidad de ingresos.

Otra variante de la Teoría de los Trópicos, afirma que el subdesarrollo no se origina en el clima, ni en la geografía, sino en la cultura de la gente que vive en los trópicos. Esta variante es apoyada por varios profesores de la Universidad de Harvard, siendo Lawrence Harrison el portavoz más visible.

CAPITULO 7:

El libro del desarrollo

El avance económico que pueden tener las naciones, según el autor del libro "las riquezas de las naciones" Adam Smith, no se basa en su localización geográfica, ni en los procesos evolutivos, ni tampoco en las características tropicales, sino en el esfuerzo que realicen todos y cada uno de sus habitantes. El pensamiento de Adam Smith para el desarrollo de las naciones se basa en la siguiente frase:

"El trabajo anual de cada nación es el fondo que la surte originalmente de todas aquellas cosas necesarias y útiles para la vida que se consumen anualmente en ella, y que consisten siempre o en el producto inmediato de aquel trabajo, o en lo que con aquel producto se adquiere de las demás naciones. Según, pues, aquella proporción que este producto, o lo que con él se adquiere, guarde con el número de los que han de consumirlo, así la nación estará más o menos abastecida de las cosas necesarias y útiles que más conduzcan para su uso o su necesidad."

Lo que no dijo:

Existen tres grandes mitos que suelen ser falsamente atribuidos a Smith, los cuales son los siguientes:

  • 1. "Dejar hacer, dejar pasar".

Jean Claude Marie Vincent de Gournay nació en una sociedad de familia rica en Paris y llegó a ser uno de los comerciantes más adinerados en la etapa previa a la revolución francesa. En 1751 fue nombrado Intendente de Comercio por el penúltimo rey de Francia, Luis XV, cargo con el que intentó derogar todas las normas que en ese entonces limitaban las actividades comerciales. Ante la reticencia de la monarquía a "dejar pasar" por la aduana francesa libremente y sin impuestos los bienes comprados en otros países, Gournay buscó apoyo en la naciente clase industrial cuyas actividades también estaban subordinadas al criterio monárquico sobre las industrias que se podían "dejar hacer? dentro de territorio francés. Así, la consigna se amplió al "dejar hacer, dejar pasar" que perdura hasta nuestros días.

En Latinoamérica esta consigna ha sido atribuida a Smith, tanto por algunos de los que se consideran sus partidarios como por los que se consideran sus adversarios. Ambos grupos aseguran que la frase "dejar hacer, dejar pasar" demuestra que él era radicalmente contrario a cualquier regulación por parte del Estado. Pero en ese punto termina la coincidencia entre esos dos grupos que allí toman distintos caminos para arribar a dos conclusiones frontalmente opuestas: mientras sus partidarios afirman que el "dejar hacer" de Smith conduce a una sociedad autorregulada; sus adversarios concluyen que el "dejar pasar" de Smith genera un Estado caótico y un terrorismo económico.

  • 2. "La Mano Invisible".

En la primera sección del Capítulo II del Libro IV de su obra, refiriéndose a la acción individual de las personas, Adam Smith escribe la siguiente frase:

"Ninguno por lo general se propone originariamente promover el interés público…. Cuando prefiere la industria doméstica a la extranjera, sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto sea el mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en este y en muchos otros casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención."

Seguro la "mano invisible" quizás es la metáfora más usada en la argumentación económica, tal vez superada solo por aquella otra famosa metáfora del "libre juego? entre oferta y demanda. La "mano invisible" puede lograr transformar parte de las ganancias del comerciante y del productor en ganancias para el resto de la población.

Pero el mito levantado alrededor de esa metáfora consiste en convertir esa posibilidad en la creencia de que la "mano invisible? siempre conducirá al bien común; creencia que es negada una y otra vez por el propio Adam Smith, por ejemplo cuando explícitamente intercede por la necesidad de legislar:

"Dos objetos son los que presenta la economía política, considerada como uno de los ramos de la ciencia de un legislador y que debe cultivar un estadista: el primero… habilitar a sus individuos y ponerles en estado de poder surtirse por sí mismos de todo lo necesario; y el segundo, proveer al Estado o República de rentas suficientes para los servicios públicos y las expensas o gastos comunes, dirigiéndose en ambos objetos a enriquecer al Soberano y al pueblo como tales."

  • 3. La Defensa Del Capitalismo. El otro gran mito alimentado por algunos de sus "partidarios" y por varios de sus adversarios, gira alrededor de la cruzada que supuestamente emprendió Smith en defensa del capitalismo. Adam Smith murió en 1790 a la edad de 67 años. Medio siglo después, en 1840, Carlos Marx declaraba que "el capitalismo vino al mundo chorreando lodo y sangre por todos sus poros", frase que contiene lo que quizá constituye la primera referencia histórica en contra del "capitalismo". Por otra parte el Diccionario de la Lengua Española define el Capitalismo como "el régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza". El capitalismo en el pensamiento de Smith, es el sistema económico que gira alrededor de varios factores, entre los que se incluye al capital como un factor más, que deben compartir los ingresos y las ganancias, las cuales pasan a convertirse en las rentas, los fondos, los sueldos y los salarios del resto de los factores. Así lo expresa en el siguiente párrafo:

"Un jardinero, que cultiva su propio huerto con sus mismas manos, reúne en su persona los tres distintos caracteres de propietario, colono y jornalero, y sus productos le pagan la renta del primero, las ganancias del segundo y los salarios del tercero.?

Lo que dijo:

El autor del libro "la riqueza de las naciones" Adam Smith era un reconocido pacifista que, desde luego, no luchó personalmente en la revolución francesa y probablemente jamás disparó un arma. Pero desde sus escritos si peleó por los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que inspiraron la toma de la Bastilla y del Palacio de Versalles.

El último párrafo de su libro concluye afirmando lo siguiente:

"Más de un siglo hace que están los que gobiernan el Imperio Británico deslumbrando al público con la vana idea de que poseen unos dominios vastos en la parte occidental del Atlántico. Pero este Imperio… habrá de costar siempre un inmenso dispendio sin esperanza de provecho alguno. Si el proyecto no puede llegar a logro debe enteramente abandonarse; si cualquiera de las provincias del Imperio Británico rehúsa a contribuir a la conservación del Imperio, excúselas… procurando el Gobierno acomodar sus futuras miras y designios a la mediocridad real y verdadera de sus circunstancias nacionales.?

Sus argumentos se centran exclusivamente en un objetivo: el beneficio económico de los habitantes de su propio país, Inglaterra.

CAPITULO 8

En un mundo globalizado

Los problemas que Adam Smith enfoca en "La riqueza de las naciones" se relacionan, desde luego, con las circunstancias prevalecientes en la época en que vivió, en vista de que con su obra transforma al pensamiento económico en una ciencia social, su doctrina abarca un horizonte universal que transciende tiempo y espacio

Adam Smith afirma que las políticas del desarrollo económico en cualquier país deben tratar de alcanzar tres objetivos: una tasa de crecimiento del producto superior al crecimiento de la población; un adecuado índice de rentabilidad y estabilidad financiera; y, un reparto eficiente y equitativo del ingreso entre los diversos sectores de la población.

Transitando al Siglo XXI:

Con el fin de la segunda guerra mundial empezó el fin de la era colonial. En el transcurso de apenas cinco años, casi todas las colonias lograron liberarse del control político de sus imperios.

Los recursos que el Estado podía ofrecer para incentivar la inversión e instalación de esas nuevas fábricas, provenían de dos fuentes: por un lado, el gobierno podía exonerar impuestos;  y, por otro lado, podía conceder abundantes y subsidiadas líneas de crédito. Desde luego, las dos fuentes generaban un visible déficit fiscal que los gobiernos tenían la obligación de financiar. No existían los abundantes petrodólares depositados en las bodegas de la banca internacional, el financiamiento no podía surgir de la deuda externa sino que tenía que buscarse en el ahorro interno.

El profesor Phillips:

Entre sus alumnos de la Escuela de Economía de Londres, el profesor Phillips tenía la reputación de ser un investigador serio y riguroso; criterio que era compartido por la mayoría de sus colegas. Por eso, cuando en 1958 publicó un trabajo estadístico en el cual demostraba que, durante casi un siglo, el nivel de desempleo en Inglaterra se había movido en dirección inversa al nivel de los precios, inmediatamente quedó sembrada la idea de que desempleo e inflación son como los dos platos de una misma balanza y que, en consecuencia, si el uno baja el otro tiene que subir.

En América del Norte:

La exitosa campaña del candidato Richard Nixon por captar la presidencia de los Estados Unidos en 1968, se había basado en la clásica promesa de lograr una aceptable tasa de crecimiento controlando al mismo tiempo la tasa de inflación. Sin embargo, una vez electo, descubrió que un muy antiguo déficit comercial conspiraba contra su promesa.

Ese déficit se había generado por el hecho de que algunos países de Europa y Asia en especial Alemania, Italia y Japón que, prohibidos de producir armamentos, se concentraron en la manufactura civil, habían ensamblado industrias más eficientes y con menores costos que las norteamericanas. Un déficit comercial puede ser fácilmente curado devaluando la moneda. Pero Estados Unidos estaba moralmente prohibido de devaluar desde fines de la II Guerra Mundial, cuando los países victoriosos declararon que el dólar era "la divisa internacional".

Si es que un país no puede o no quiere devaluar para curar el déficit comercial, la alternativa es reducir la capacidad de gasto de la población, para lo cual se pueden elevar los impuestos, las tarifas y los intereses. Así, los mayores precios reducirán en la gente su capacidad de consumo y, por tanto, el déficit. Pero esta alternativa chocaba frontalmente con la publicitada promesa electoral de Nixon de crecer sin inflación.

En América del Sur:

Hasta fines de los 60 entre estructuralistas y monetaristassobre el origen de la inflación. Adicionalmente, ya en la década de los 70, la Curva ofreció un  buen argumento para justificar el vertical incremento en la tasa de inflación que comenzó a trepar en paralelo y al mismo ritmo que el endeudamiento externo.

A lo largo del Siglo XX y hasta antes de la Batalla del YomKipur, las tasas de inflación en América Latina rara vez habían llegado a superar el primer dígito. Es decir, habían permanecido por debajo del 10 por ciento. Pero en 1974 la tasa de inflación promedio superó el 40 por ciento anual y, a partir de esa cifra, fue creciendo hasta 1990, año en que la inflación superó el mil por ciento.

 la inflación y el desempleo dejaban de ser dos indeseables imperfecciones del mercado para, a través del mecanismo de laCurva, transmutarse en dos fenómenos mutuamente excluyentes pero ambos necesarios.No obstante, la Curva no pudo sobrevivir hasta el Siglo XXI. La crisis de la deuda y la urgente necesidad de pagar intereses, puso al descubierto que en los países de América Latina, el desempleo y la inflación no son dos engendros que combaten entre sí, sino que con el crecimiento del uno se alimenta al otro. 

CAPITULO 9

Desempleo y crecimiento

Cuando Carlos IV ordena traducir al castellano La riqueza de las naciones, se encarga de la traducción al licenciado Josef Alonso Ortiz, quien escribe un prólogo en el cual resume el mensaje central de Adam Smith que afirma que la riqueza de un país se alimenta desde tres fuentes: la primera fuente consiste en la suma del producto rudo del campo, más la producción manufacturada, más las utilidades del comercio y de las negociaciones del hombre; la segunda fuente se obtiene de las rentas y ganancias de los fondos con relación a la estabilidad del signo monetario o a su decadencia; y, la tercera fuente, de la distribución de los fondos entre los gastos del Soberano, la obra pública y el trabajo del hombre. La misma síntesis podría expresarse en hoy en día, diciendo que el desarrollo surge por la unión de tres condiciones económicas: el crecimiento, la estabilidad y la equidad.

Crecimiento:

Se define el crecimiento de un país como un valor aritmético que se calcula al dividir la producción total de un año el famoso PIB (PRODUCTO INTERNO BRUTO), para el PIB del año anterior, donde la fracción que exceda a uno representa la tasa de crecimiento. Entre los años 1956-1960 gracias al presidente de Brasil para ese entoncesJuscelinoKubitschek, se aplicó una teoría económica llamada el desarrollismo que tuvo mucho éxito en Latinoamérica durante esos años, esta teoría se tomaba como ejemplo un pastel, donde se decía "primero se debe lograr que el pastel crezca, para después repartirlo". Siendo el pastel la economía y tomando como factor de crecimiento en PIB, pero esto también traía como consecuencia saber hasta que punto tenía que llegar la economía para poder repartirla. El desarrollismo simplemente asumía que si los países de América Latina lograban crecer a una tasa superior a la del primer mundo, eventualmente alcanzarían un nivel y calidad de vida

Comparando las cifras a las que llegaron los países de américa latina se visualizaron cinco hechos. En primer lugar, la tasa de crecimiento no tiene una relación directa con el tamaño de la economía.

En segundo lugar, las tasas altas no corresponden exclusivamente a los países ricos, aunque parezca lógico que los países ricos tuvieron una tasa más grande que los países más pobre.

En tercer lugar, si se observan las tasas de crecimiento de un mismo país a lo largo de un mismo periodo, se debe concluir que el PIB logra mantener la misma dirección solo por un par de años.

En cuarto, lugar la composición de las exportaciones básicas de América Latina materia prima o minerales, determina que el crecimiento del PIB dependa más bien de las fuerzas de la naturaleza y de acontecimientos externos, que de la prudencia de las políticas internas.

En quinto lugar, después de las copiosas remesas de dólares que Latinoamérica ha transferido al primer mundo desde 1983, la actual diferencia entre los ingresos de los acreedores y de los deudores es tan amplia, que las fluctuaciones en el PIB ya no tienen relevancia.

Esas cinco realidades matemáticas invalidan la utilización de la tasa de variación del PIB como sinónimo del crecimiento de un país. En consecuencia surge una pregunta: ¿Que variable puede sustituir al PIB como termómetro del crecimiento económico de América Latina?. Y la respuesta es: el nivel de empleo. En Latinoamérica los países que han tenido un progreso económico, no son aquellos que alcanzaron una mayor tasa del PIB, si no los que han logrado una menos tasa de desempleo.

Argentina:

Argentina fue el primer país en cumplir a cabalidad todas las recetas de política económica recomendadas por los organismos internacionales, cuya matriz o representación se encuentra en Washington. Ofrece el ejemplo más claro y contundente de la discordancia que puede existir entre el crecimiento del PIB y el desempleo.

En ese año y debido a una publicación del economista John Williamson ex funcionario del Banco Mundial y asesor de otras instituciones afincadas en la capital de Estados Unidos el conjunto de recetas llegó a ser recogido dentro un solo paquete que fue bautizado con el nombre de "Consenso de Washington". El "Consenso", de acuerdo al propio Williamson, se resume en las siguientes 10 propuestas: disciplina fiscal; redistribución del gasto público; reforma impositiva; liberación de intereses; tasas de cambio competitivas; liberación del comercio externo e interno; liberación de los flujos de fondos; privatizaciones; desregulaciones; y derechos de propiedad garantizados.

Las 10 propuestas desencadenó casi de inmediato varias y agradables secuelas: la inflación empezó a bajar y el consumo a subir; las tasas de interés se reducían mientras las inversiones se expandían; la demanda se ampliaba y las importaciones también; el gobierno gastaba más pero también recibía más.

A lo largo de la década de los noventa, la mayoría de los seminarios y conferencias económicas que deseaban alcanzar alguna trascendencia, tenían que contratar como orador central a algún economista o consultor argentino, quienes ya podían rivalizar con los consultores de Washington en la experiencia y el conocimiento necesarios para explicar la correcta aplicación de las recetas del "Consenso de Washington".

La sensación de desarrollo y bienestar duró prácticamente hasta finalizar la década. Las acuciosas y múltiples privatizaciones, la generosidad de la pampa argentina, el fiel acatamiento del gobierno a las recetas del Consenso y los abundantes préstamos externos, habían engendrado un sólido balance en los índices productivos y financieros, logrando una tasa de inflación igual a cero y una de las más altas tasas de crecimiento del PIB.

Por otra parte les angustiaba el recuerdo de una banca privada incapaz de sobrevivir sin los préstamos y sin la guía del Banco Central. Sin embargo, esta angustia desaparecía ante la certeza de que los acreedores acudirían con más préstamos si la Argentina así lo solicitaba.

Y efectivamente así ocurrió, argentina solicito nuevos préstamos al gobierno, y aumentando su deuda externa que para 1991 era de 52 mil millones de dólares, se triplicó en apenas una década. Así, para el 2001, ya alcanzaba los 146 mil millones de dólares.

Desempleo:

Pero en ese vigoroso escenario un índice no encajaba: el nivel de desempleo. A principios de la década, en 1991, la tasa de desempleo en la Argentina era del 6.5 por ciento, una de las tasas más bajas de América Latina. Y también más baja que la registrada en los principales países del primer mundo

Lamentablemente y en el transcurso de los años 90, la capacidad de la economía argentina para crear fuentes de trabajo se había hundido de manera vertical y constante. Para el 2001 la tasa de desempleo ya superaba el 25 por ciento. Ningún país del primero, segundo o tercer mundo, podría mantener desempleados a la cuarta parte de sus trabajadores sin entrar en una profunda crisis económica. Y así lo comprobó Argentina en el último mes del año 2001.

Emigrantes:

La principal diferencia entre el actual movimiento migratorio de América Latina y aquellos que se han originado en otros continentes, es que esta es la primera vez en la historia que la emigración no significa un éxodo, Pero el típico emigrante latinoamericano cuando emprende el viaje lo hace solo por huir del desempleo y consigo lleva el firme deseo de retornar, porque sabe y siente que todos los suyos quedan atrás.Esta característica determina que una importante porción de su recién conquistado salario, sea devuelta mensualmente a su país y a su familia.

En todo caso, incluyendo o no a los emigrantes argentinos, las anteriores cifras ponen al desnudo la existencia de un retorcido sendero: el mayor desempleo genera una mayor migración; la mayor migración genera mayores remesas; las mayores remesas agradan al PIB. Así, en el escenario latinoamericano la contabilidad del PIB se incrementa gracias al desempleo; paradoja que una vez más invalida el uso de la tasa de variación del PIB como sinónimo de crecimiento económico.

Predicción:

Las experiencias latinoamericanas y la crisis argentina causada en el siglo XXI causado por un desempleo del 25% de sus habitantes, son crisis que aunque de manera indirecta fueron advertidas hace muchos años por Adam Smith con las siguientes palabras:

"Sea cual fuere el suelo, el clima o la extensión de territorio de cualquiera nación, la abundancia o la escasez de su surtido o abastecimiento anual, no puede menos de depender… de dos circunstancias: la primera por la pericia, destreza y juicio con que se aplique su trabajo; y la segunda por la proporción que se guarde en el número de los que se emplean…".

Según Smith, el crecimiento económico de un país no depende de sus circunstancias históricas, geográficas o climáticas, sino del número de la gente que trabaja y de su pericia, experiencia y educación.

 El crecimiento de un país no depende del valor contable que alcance el PIB, sino del número de sus trabajadores que se encuentren trabajando. Y no es necesario "primero lograr que el pastel crezca, para después repartirlo", porque todos y cada uno de los latinoamericanos pueden producir su propio pastel. El desarrollo económico de un país es muy fácil de contar, basta con contar el número de habitantes que poseen empleo.

CAPITULO 10

Entre el Fisco y la moneda

No tenemos por qué dudarlo se ha tratado de usar la política fiscal para ganar un poco más y la política monetaria para comer un poco menos. Pero la costumbre de mezclar esas dos políticas no se origina en América Latina, sino que constituye parte de una larga tradición que se inicia hace siglo.

Las crisis económicas son inevitables porque responden a la naturaleza misma del ser humano, que gasta en exceso en épocas de bonanza y ahorra demasiado en épocas de infortunio. Así, periódicamente el miedo reemplaza a la euforia y juntos forman los llamados "Ciclos Económicos".

La teoría de los Ciclos se mantuvo en las sombras por varias décadas hasta que, ya en el Siglo XX y debido a la gran crisis de los años 30, comenzó a ser revisada por varios economistas que acogieron la conclusión de que los Ciclos son inevitables. Sin embargo, la mayoría creía que era factible evitar que los Ciclos se transformen en Crisis, siempre y cuando se lograse obtener un equilibrio dinámico entre lo fiscal y lo monetario.

La política fiscal:

La política fiscal, en su versión más primitiva, se reduce a tratar de igualar gastos e ingresos dentro de un mismo periodo. Pero  su versión moderna se ubica en el otro extremo: intenta unir presente con futuro al financiar los gastos de hoy con los ingresos de mañana. 

Entre esos dos extremos, Latinoamérica ha practicado varias versiones intermedias que pueden agruparse en cuatro etapas: la primera etapa, que cubre hasta la Segunda Guerra Mundial, se caracterizó por gastar solo el dinero ya ahorrado; en la segunda etapa, que va desde los años 50 hasta mediados de la década de los 70, se trató de invertir hoy con la ilusión de ahorrar mañana; en la tercera etapa, que se inicia con la ya mencionada "Batalla del YomKipur" y que llega hasta 1982, se consumió hoy para  pagar mañana; y en la última etapa que avanza hasta nuestros días, se debe pagar hoy y mañana lo que nunca se invirtió ayer.

Este descontrol se agudiza al final de cada período fiscal, cuando los recursos para pagar la deuda tienen que dividirse en dos montones: el primero, para pagar la deuda interna; y, el segundo, para pagar la deuda externa.

Desde 1983, el objetivo de la mayoría de las políticas de ajuste fiscal y monetario impuestas en América Latina, ha sido el de alcanzar un superávit comercial. Lo cual efectivamente se ha logrado cumplir en casi todos los años. Pero a pesar del constante esfuerzo de nuestra gente por consumir menos y de las inalterables instrucciones de los organismos internacionales, las cifras de los superávit han sido patéticamente minúsculas.

El 2001 fue un año positivo para la balanza comercial de Latinoamérica: se exportaron 312.6 mil millones de dólares y se importaron 301.9 mil millones. El superávit resultante, 10.7 mil millones, fue el segundo más grande de la última década. Sin embargo, apenas alcanzó para cubrir un poco más de la décima parte de los 97 mil millones requeridos para pagar las cuotas y los intereses de la deuda externa por ese año. El restante 90 por ciento fue pagado contratando nueva deuda.

Y esa ha sido la historia de Latinoamérica en las dos últimas décadas: la política fiscal se ha visto limitada a contratar nueva deuda para pagar la vieja.

La historia:

El origen del dinero se pierde en las penumbras de la historia. Se supone que el hombre lo inventó cuando dejó de ser nómada y necesitó realizar los primeros canjes entre tribus sedentarias.

La arqueología señala que al principio se usó como dinero una gran variedad de artículos, incluyendo piedras, conchas, sal, cuero, ganado, maderas, ornamentos, flechas, miel, azúcar, tabaco, curtidos, ajonjolí, seda, papiro, aceite, perlas, cauris y metales, entre otros.

En el Siglo XV antes de Cristo, como la época en que por primera vez se acuñó monedas. Este dato se basa en el descubrimiento de varios pequeños discos de metal diseminados entre las ruinas de la Isla de Creta, que fue cuna de la civilización fundada por el Rey Minos.

Según Adam Smith, la primera moneda acuñada en Roma se denominó Pondus y fue fabricada por orden de ServioTullio, el penúltimo rey que gobernó Roma, antes de que la monarquía se convirtiera en república y abriera el camino para el nacimiento del Imperio Romano.

Subdesarrollo Precolombino:

Las monedas de oro serían sustituidas por las de plata, a raíz del descubrimiento y explotación de las minas de México y de Potosí, realizado en los primeros años de la conquista española.

En la época en que Cristóbal Colon descubre América, esta  se encontraba dividida en dos imperios: el Imperio Azteca, que tenía alrededor de 10 millones de súbditos, y el Imperio Inca, que con alrededor de 20 millones de habitantes. Ambos imperios se encontraban en una avanzada etapa de organización comunitaria que, en varios aspectos, superaba las estructuras sociales existentes en la Europa de aquella época.

El desarrollo urbanístico se complementaba con una rica actividad comercial en las plazas de la ciudad, que incluía el intercambio de piedras preciosas de jade, obsidiana y ámbar. También se transaban varios tipos de pieles, tejidos, vainilla, añil y lienzos de algodón. Así mismo, podían intercambiarse aretes, pulseras y collares hechos de piedra y conchas; una gran variedad de ornamentos hechos en oro y plata.

No obstante, quizás la principal ventaja de los españoles se originó en el hecho de que los aztecas aún no habían inventado el dinero.

Los Incas:

El Imperio Inca se habría originado a orillas del Lago Titicaca, donde un grupo de familias fueron organizadas por Manco Capac y su esposa Mama Ocllo a fin de lanzarse a la conquista de los cuatro confines del mundo. Pero la conquista eventualmente solo irradió hacia occidente, por cuanto el oriente se encontraba franqueado por la selva amazónica y por el desierto del Chaco.

El sistema económico se basaba en la planificación colectiva y dependía básicamente de la explotación agrícola, pecuaria y minera que, a su vez, reposaban en la magnífica infraestructura del imperio, así como en la existencia de nichos de producción artesanal en el campo textil y en la orfebrería.

Las obras públicas, a cuya supervisión los incas dedicaban casi todo su tiempo, se construían usando el sistema de la mita, que era una especie de sorteo en el que se escogía los miembros de cada ayllu que, forzosamente, debían trabajar en las minas, en el empedramiento de caminos y calles, en la excavación y limpieza de canales, en la edificación de palacios y templos, en el transporte de bienes y cosechas, en el levantamiento de silos e, incluso, en la construcción de viviendas para la burocracia militar y para los miembros de la teocracia.

El sistema tributario consistía en dividir la producción de cada ayllu en tres partes: una parte se entregaba al Inca; otra se destinaba a la elite teocrática y militar encargada de controlar la producción en beneficio propio y del Inca; y, la restante tercera parte, se distribuía entre la gente del ayllu respectivo.

CAPITULO 11

La dolarización y el peso latino

El capítulo XXI de éste libro se fundamenta en las diferencias y similitudes de diversos factores con dos términos que pueden parecer semejantes pero que entre ellos hay diversidad de diferencias; El Dinero y La Moneda.

Cuando hablamos de dinero, nos referimos "todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes (mercancías), servicios, y de cualquier tipo de obligación (deudas)" es de uso diario y común.

"Tener dinero", "estar con dinero" y "hacer buen dinero"; son expresiones que indican poseer bienes o riquezas, dar origen a una adquirida fortuna o recibir algún buen sueldo o salario.

Por otra parte, el concepto de moneda es utilizado muy poco, sabemos que cada país tiene su propia moneda e inclusive que el dólar es la más importante entre ellas, sin embargo no nos interesamos mucho por estos términos.

Existen dos conceptos paralelos que van relacionados directamente con el de dinero y moneda. La inflación con el primero de ellos y la devaluación con el segundo. Pero independientemente de ser dos términos diferentes, son de interés para cualquier ciudadano perteneciente a una sociedad. El dinero interesa por formar parte de una familia y la moneda por formar parte de una nación.

Existen diez (10) distintas denominaciones de monedas que son dispuestas entre los países latinoamericanos, ellas son; Bolívar, Boliviano, Colón, Córdoba,

Guaraní, Lempira, Nuevo Sol, Quetzal, Real y Peso. Sin embargo ninguna de estas denominaciones puede ser objeto de intercambio entre agentes que no se encuentren dentro de las fronteras de cada país, ni tampoco utilizado como mecanismo de compra y venta en el mercado internacional, tampoco es aceptado como pago de la deuda externa.

El sendero.

El sendero es la sección que describe el camino que se cree se debería transitar para que el dinero de los latinoamericanos sea utilizado también como moneda.

Según la historia y las experiencias que se han venido construyendo desde principios de este moderno siglo XXI, existen tres (3) condiciones de las cuales debe cumplirse al menos, para que el dinero de un país tenga valor para el resto del mundo, ellas son:

  • Hacer creer al mundo que la producción de ese país alcanzará a cubrir la totalidad del dinero emitido por ese país.

  • Lograr la asociación de dos (2) o mas países para comercializar entre ellos y acuerden recibir en pago la moneda de cualquiera de los dos países.

  • Lograr la creación y que se comparta una misma moneda entre dos (2) o mas países.

Lo cierto es que entre estos extremos planteados anteriormente podemos afirmar que ningún país latinoamericano cumple con ninguna de las antes mencionadas condiciones.

A lo largo de la historia se conocen varios intentos de integración comercial entre países latinoamericanos, sin embargo las más conocida hasta hace un tiempo fue el ALCA (Área de libre comercio para las Américas), siendo un fracaso debido a la interrupción de su continuidad. Pero a pesar de los diversos fracasos de este tipo que han sufrido los países latinoamericanos, existe otra alternativa posible y con ella la esperanza de crear una moneda común, que logre construir el escenario de unidad que necesitaría un peso latino para transitar libremente entre los países involucrados.

En Europa como bien es conocido, existe una moneda que une comercialmente a 12 países; Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Irlanda, Luxemburgo y Portugal.

El autor; Alfredo Vergara, continúa el desarrollo del libro con una breve historia del Euro. Donde el protagonista de esta historia; Altiero Spinelli, un recluso de una prisión de la Isla de Ventotene, arrestado por haber participado en un movimiento clandestino para derrocar al gobierno fascista de Benito Mussolini en el año 1941, empieza a emplear su ocioso tiempo en meditar sobre la tragedia en la que se encontraba inmersa Europa, afirmando que no se podía salir de esta sin la clara unión a la que debían someterse estos países europeos.

Luego de la disposición temporal de poder a la que se sometió Mussolini, Spinelli fue liberado de prisión y ha emprendido una lucha política en contra de las "naciones-estados" de Europa consiguiendo que su propuesta fuese escuchada y posteriormente puesta en práctica por los países europeos, sin embrago esta práctica no se mantuvo por mucho tiempo, ya que, diversos gobiernos comenzaron a sabotear las actividades necesarias para ejecutar el tratado de Spinelli. Pero una crisis invadiría Europa y obligaría posteriormente a estos países a crear una moneda única y que fuese compartida para así salvar la economía de Europa, dando paso al nacimiento del Euro.

Otro de los puntos desarrollados en la obra es la creación del Dólar, la moneda más importante del mundo.

La historia del dolar según el libro, no es sencilla de explicar pero tiene su origen en los tiempos del Rey Carlos I de España, cuando este ordeno que el territorio que actualmente se llama México, acuñe una moneda similar a la utilizada en el viejo continente que se llamo Thealer, que por una cuestión de fonética en estas tierras se denomino daler. Años más tarde Benjamin Franklin viajo a Londres para pedir que le dejaran imprimir moneda y así dejar de depender de las libras esterlinas para financiar la guerra civil que se estaba librando en tierras americanas. La propuesta fue rechazada y Franklin decidió financiar la batalla con unos billetes llamados continental. Una vez terminada la guerra, los Estados Unidos necesitaban una moneda fuerte para poder estabilizar su naciente economía y el continental no podía brindar seguridad ni respaldo al nuevo proyecto de país. Fue así como el Secretario del Tesoro Alexander Hamilton decidió adoptar el daler mexicano que muy pronto la fonética norteamericana lo convirtió en dólar, de esta forma el daler pasó a ser lo que hoy conocemos como dólar. 

La sección de "El peso latino", no es más que exponer y recalcar la importancia de la creación de una moneda única y estable en América Latina.

Se sabe, que a lo largo de la historia, diferentes monedas contribuyeron al desarrollo de cada país respectivamente y que a través de ellas se hicieron grandes avances. Por ello la creación de una moneda forjaría el nacimiento de una gran integración latinoamericana.

Partes: 1, 2, 3
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