Jean Claude Marie Vincent de Gournay nació en 1712 en una de las propiedades que su rica familia mantenía en Paris y llegó a ser uno de los comerciantes más adinerados en la etapa previa a la revolución francesa. En 1751 fue nombrado Intendente de Comercio por el penúltimo rey de Francia, Luis XV, cargo con el que intentó derogar bajo la consigna del laissez passer todas las normas que en ese entonces limitaban las actividades comerciales. Gournay buscó apoyo en la naciente clase industrial cuyas actividades también estaban subordinadas al criterio monárquico sobre las industrias que se podían dejar hacer dentro de territorio francés. Así, la consigna se amplió al laissez faire, laissez passer que perdura hasta nuestros días.
La mano invisible.
Lo que suele resaltarse es la posibilidad de que la mano invisible logre transformar parte de las ganancias del comerciante y del productor en ganancias para el resto de la población; posibilidad que no podría ser negada ni siquiera por el más radical adversario de la economía de mercado. Pero el mito levantado alrededor de esa metáfora consiste en convertir esa posibilidad en este y en muchos otros casos en
la creencia de que la mano invisible siempre conducirá al bien común; creencia que es negada una y otra vez por el propio Adam Smith.
La defensa del Capitalismo
El otro gran mito alimentado por algunos de sus partidarios y por varios de sus adversarios, gira alrededor de la cruzada que supuestamente emprendió Smith en defensa del capitalismo. Por otro lado, el capitalismo bajo cualquiera de sus muchas definiciones e interpretaciones es un sistema económico que gira únicamente alrededor del factor capital. Mientras que en el pensamiento de Smith, el sistema económico gira alrededor de varios factores entre los que se incluye al capital como un factor más que deben compartir los ingresos y las ganancias, las cuales pasan a convertirse en las rentas, los fondos, los sueldos y los salarios del resto de los factores.
Lo que dijo:
Smith respalda la conveniencia de liberar del coloniaje a Norteamérica. Pero su respaldo no se basa en ninguna emoción anti-imperialista o en alguna moral pacifista. Tampoco constituye una apología al laissez faire, a la mano invisible o al capitalismo. sus argumentos se centran exclusivamente en un objetivo: el beneficio económico de los habitantes de su propio país, Inglaterra.
En un Mundo Globalizado.
Los problemas que Adam Smith enfoca en La riqueza de las naciones se relacionan, desde luego, con las circunstancias prevalecientes en la época en que vivió. Sin embargo, en vista de que con su obra transforma al pensamiento económico en una ciencia social, su doctrina abarca un horizonte universal que así creemos transciende tiempo y espacio. La riqueza de las naciones se genera desde tres fuentes: en primer lugar, por la suma del producto rudo del campo, más las manufacturas, más el comercio y las negociaciones del hombre; en segundo lugar, por las rentas y ganancias de los fondos en relación con la estabilidad del signo monetario o con su decadencia; y, en tercer lugar, por la distribución de los fondos disponibles entre los gastos del Soberano, las obras públicas y el trabajo productivo del hombre.
Se podría interpretar que Adam Smith afirma que las políticas del desarrollo económico en cualquier país deben tratar de alcanzar tres objetivos: una tasa de crecimiento del producto superior al crecimiento de la población; un adecuado índice de rentabilidad y estabilidad financiera; y, un reparto eficiente y equitativo del ingreso entre los diversos sectores de la población.
Transitando al Siglo XXI
Hasta la segunda guerra mundial, la economía latinoamericana se había basado en la producción agrícola y en la explotación de materias primas y minerales del subsuelo. Sin embargo, esa rudimentaria actividad le había permitido alcanzar un nivel de bienestar económico similar al de los países que actualmente conforman el industrializado primer mundo.
El profesor Phillips
Entre sus alumnos de la Escuela de Economía de Londres, el profesor Phillips tenía la reputación de ser un investigador serio y riguroso; criterio que era compartido por la mayoría de sus colegas. Por eso, cuando en 1958 publicó un trabajo estadístico en el cual demostraba que, durante casi un siglo, el nivel de
desempleo en Inglaterra se había movido en dirección inversa al nivel de los precios, inmediatamente quedó sembrada la idea de que desempleo e inflación son como los dos platos de una misma balanza y que, en consecuencia, si el uno baja el otro tiene que subir.
En América del Norte
La exitosa campaña del candidato Richard Nixon por captar la presidencia de los Estados Unidos en 1968, se había basado en la clásica promesa de lograr una aceptable tasa de crecimiento controlando al mismo tiempo la tasa de inflación. Sin embargo, una vez electo, descubrió que un muy antiguo déficit comercial conspiraba contra su promesa.
En América del Sur
En Latinoamérica, ya lo vimos, la Curva de Phillips invalidó la polémica mantenida hasta fines de los 60 entre estructuralistas y monetaristas sobre el origen de la inflación. Adicionalmente, ya en la década de los 70, la Curva ofreció un buen argumento para justificar el vertical incremento en la tasa de inflación que comenzó a trepar en paralelo y al mismo ritmo que el endeudamiento externo.
Adam Smith afirma que la riqueza de un país se alimenta desde tres fuentes:
1. De la suma del producto rudo del campo, más la producción manufacturada, más las utilidades del comercio y de las negociaciones del hombre.
2. De las rentas y ganancias de los fondos con relación a la estabilidad del signo monetario o a su decadencia
3. De la distribución de los fondos entre los gastos del Soberano, la obra pública y el trabajo del hombre.
El desarrollo se engendra por la unión de tres condiciones económicas: el crecimiento, la estabilidad y la equidad.
CRECIMIENTO
El crecimiento económico de un país se considera importante, porque está relacionado con el PIB per cápita de los individuos de un país. Puesto que uno de los factores estadísticamente correlacionados con el bienestar socio-económico de un país es la relativa abundancia de bienes económicos materiales y de otro tipo disponibles para los ciudadanos de un país, el crecimiento económico ha sido usado como una medida de la mejora de las condiciones socio-económicas de un país; sin embargo, existen muchos otros factores correlacionados estadísticamente con el bienestar de un país, siendo el PIB per cápita sólo uno de estos factores.
El valor aritmético para definir el crecimiento de un país, se calcula al dividir la producción total de un año « el famoso PIB » para el PIB del año anterior, donde la fracción que exceda a uno representa la tasa de crecimiento. Ese método de cálculo se difundió en Latinoamérica a raíz de que Juscelino Kubitschek, presidente del Brasil entre 1956 y 1960, aplicó con relativo éxito por lo menos en los primeros años, su teoría económica del »desenvolvimentismo », la cual se conoce en español con el nombre de « desarrollismo ».
El desarrollismo económico cuestiona la teoría clásica del comercio internacional, apoyada en el principio de las ventajas comparativas, para destacar el fenómeno del deterioro de los términos de intercambio y las transferencias de valor entre países que ello implica, a favor de los países industrializados y en perjuicio de los países con economías primario-exportadoras.
El desarrollismo también se basa en la creencia de que primero se debe lograr que el nivel de producción crezca, para después poder dividir los bienes. Esto requería descubrir un barómetro que mida el crecimiento de la produccion y el PIB parecía ser ese barómetro. No obstante, también se requería definir el tamaño que debía alcanzar la producción antes de repartirlo.
El desarrollismo simplemente asumía que si los países de América Latina lograban crecer a una tasa superior a la del primer mundo, eventualmente alcanzarían un nivel y calidad de vida similar o quizás superior al de los países industrializados. Esa elemental lógica se complementaba con el hecho cierto que varios países de América Latina en aquella época e incluso hoy-podían lograr superar el crecimiento del primer mundo.
Por ejemplo : En el año 2001, el PIB de Estados Unidos creció 1.7 %, tasa superior a la del 0.2 % obtenido por Perú y a la del 1.4 correspondiente a Colombia; pero inferior a la del 1.8 de Brasil, 2.7 de Venezuela, 2.8 de Panamá, 3.3 de Chile, 3.5 de Nicaragua, 3.6 de Costa Rica, 3.9 de Guatemala, 5,2 de Ecuador y el 5.4 % del PIB de Honduras.
Esas tasas también pueden compararse con las de otros países representativos del primer mundo, como las obtenidas por Japón 1.2 %, Alemania 2.1%, Inglaterra y Suecia 2.5%, Francia 2.7% e Irlanda 7.5 %. La tasa de Irlanda constituyó la mayor tasa de crecimiento registrada en el mundo occidental.
Comparando las anteriores cifras, claramente se visualizan cinco(5) hechos :
1. La tasa de crecimiento no tiene una relación directa con el tamaño de la economía: países chicos, medianos o grandes, pueden alcanzar indistintamente tasas grandes, medianas o chicas.
2. Las tasas de crecimiento altas no son en modo alguno exclusivas de los países ricos, ni a la inversa.
3. Las tasas de crecimiento de un mismo país a lo largo de un mismo periodo, se debe concluir que el PIB logra mantener la misma dirección solo por un par de años.
4. La composición de las exportaciones básicas de América Latina « productos agrícolas, materias primas o minerales »y su crucial incidencia sobre el nivel de ingresos, determina que el crecimiento del PIB dependa más bien de las fuerzas de la naturaleza y de acontecimientos externos, que de la prudencia de las políticas internas.
5. Después de las copiosas remesas de dólares que Latinoamérica ha transferido al primer mundo desde 1983, la actual diferencia entre los ingresos de los acreedores y de los deudores es tan amplia, que las fluctuaciones en el PIB ya no tienen relevancia.
Esas cinco realidades matemáticas invalidan la utilización de la tasa de variación del PIB como sinónimo del crecimiento de un país. El nivel de empleo es esa variable que podemos utilizar para medir el crecimiento economico en latino america debido a que los países latinoamericanos que han tenido un relativo grado de progreso económico, no han sido los que han alcanzado una mayor tasa de crecimiento del PIB, sino los que han logrado una menor tasa de desempleo, se puede citar el caso de Costa Rica, Chile y Honduras, como los países que en las últimas décadas han logrado el mayor índice relativo en el nivel de empleo.
ARGENTINA
En Latinoamérica, Argentina es el país que ofrece él ejemplo más claro y contundente de la discordancia que puede existir entre el crecimiento del PIB y el desempleo. Argentina se convirtió en la vedette de América Latina en los primeros años de la década de los 90, a raíz de que fue el primer país en cumplir a cabalidad todas las recetas de política económica recomendadas por los organismos internacionales, cuya matriz o representación se encuentra en Washington.
El « Consenso », de acuerdo al propio Williamson, se resume en las siguientes 10 propuestas:
disciplina fiscal
redistribución del gasto público
reforma impositiva
liberación de intereses
tasas de cambio competitivas
liberación del comercio externo e interno
liberación de los flujos de fondos
privatizaciones; desregulaciones
Grzegorz Kolodko logró resumir el « Consenso de Washington » dentro de una sola receta: « Privatice tan rápido como pueda, liberalice tanto como sea posible y sea inflexible en los ajustes monetarios y fiscales ». Esa receta fue puesta en práctica por el presidente argentino Carlos Menem y su ministro Domingo Cavallo, quienes habían llegado al poder el 6 de julio de 1989.
A lo largo de los años noventas, la mayoría de los seminarios y conferencias económicas que deseaban alcanzar éxito, tenían que contratar como orador central a algún economista o consultor argentino, quienes ya podían rivalizar con los consultores de Washington en la experiencia y el conocimiento necesarios para explicar la correcta aplicación de las recetas del « Consenso de Washington ».
América latina se relaciono con las reformas legales que argentina implanto para lograr así privatizar la gran empresa petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) la cual en 1993 fue transferida en 3 mil millones de dólares; la cifra más alta obtenida hasta entonces por una oferta pública en la Bolsa de Valores de Nueva York y, quizás por coincidencia, la misma cifra del superávit fiscal obtenido por Argentina ese año.
La privatización de la empresa YPF, continuó con la venta de las empresas estatales de electricidad, de gas natural, de agua potable, de teléfonos y telecomunicaciones, del transporte aéreo, del transporte urbano y del subterráneo, del transporte ferroviario y de las redes del ferrocarril, del agua de riego, del sistema y oficinas de correo, de los aeropuertos y de los puertos fluviales, de las carreteras y de los peajes, y de todas las demás empresas en las que el Estado tuviera algún tipo de inversión o participación.
Por medio de esa ley, se le prohibió al banco central imprimir dinero de su propia voluntad, así como lo hace casi todos los países del mundo, y para garantizar que la prohibición se cumpla, se escondió la máquina de hacer billetes y en su lugar se coloco la caja de conversión. La manera cómo funcionaba la caja era muy simple pero a la vez muy efectivo. Dentro de ella se debía mantener un determinado número de billetes sin que importe si eran pesos o eran dólares. Pero, por cada dólar que en ella se depositase de ella se debía extraer un peso y, a la inversa, si se quería extraer un dólar había que depositar un peso: la caja automáticamente transformaba los dólares en pesos y los pesos en dólares
Pero a pesar del éxito logrado, algunos pesimistas continuaban lanzando al aire varias incógnitas: indagaban si los encargados de administrar la caja eran lo suficientemente inocentes como para no hacer trampa; dudaban de la capacidad del exportador para depositar en la caja todos los dólares que quería sacar el importador; les preocupaba que el fabricante de su país no pueda producir con menos dólares lo que sí podía el fabricante del país vecino; sospechaban que, ante la primera necesidad fiscal, el gobierno metería mano en la caja solo para sacar y no para depositar ; y les afligía pensar que sembrar en la pampa pudiera tornarse más caro que cosechar en otras praderas. Las dudas desaparecían ante la certeza de que los acreedores acudirían con más préstamos si la Argentina (el país que con mayor entusiasmo había ingerido las recetas del « Consenso de Washington »)- así lo solicitaba.
Las múltiples privatizaciones, la hermética caja de convertibilidad, la generosidad de la pampa argentina, el vigor de su gente, el fiel acatamiento del gobierno a las recetas del Consenso y los abundantes préstamos externos, habían engendrado un sólido balance en los índices productivos y financieros, logrando una tasa de inflación igual a cero y una de las más altas tasas de crecimiento del PIB.
Pero en todo el éxito ilustrado habia algo que no encajaba y era el nivel de desempleo que se estaba generando, a nivel de la década de 1991 la tasa de desempleo en argentina era de 6.5%, una de las tasas mas baja de América Latina y en los principales países del primer mundo.
Lamentablemente, en el transcurso de la década de los años 90 y en forma paralela a la digestión de las recetas del Consenso, la capacidad de la economía argentina para crear fuentes de trabajo se había hundido de manera vertical y constante. Para el 2001 la tasa de desempleo ya superaba el 25 por ciento. Ningún país del primero, segundo o tercer mundo, podría mantener desempleados a la cuarta parte de sus trabajadores sin entrar en una profunda crisis económica. Y así lo comprobó Argentina en el último mes del año 2001.
Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, prominente y reconocido profesor universitario, autor de influyentes libros de política económica y asesor de varios gobiernos de los Estados Unidos, sobre la crisis de los años 30 escribió lo siguiente:
« La depresión que empezó a mediados de 1929 fue una catástrofe de dimensiones sin precedentes para los Estados Unidos, el desempleo alcanzó la cifra del 25 por ciento de la población activa. Para el resto del mundo la recesión no fue más suave. A medida que se extendía a otros países, la producción bajaba, el desempleo aumentaba, y el hambre y la miseria llegaban a todas partes. En Alemania, ayudó a Adolf Hitler a alcanzar el poder, allanando el camino de la Segunda Guerra Mundial. En el Japón reforzó la camarilla militar que se esforzaba en la creación de una zona de prosperidad en toda el Asia Oriental. En China condujo a cambios monetarios que aceleraron la última hiperinflación que sentenció la caída del régimen de Chiang Kai-shek e iba a conducir a los comunistas al poder ».
La evidencia estadística y la experiencia histórica de Estados Unidos y Argentina, indican que un agudo nivel de desempleo puede destruir cualquier economía. Y el emigrante latino logra probar algo más: las estadísticas del PIB, paradójicamente, pueden crecer gracias al mayor desempleo.
El típico emigrante latinoamericano cuando emprende el viaje lo hace solo por huir del desempleo y consigo lleva el firme deseo de retornar, porque sabe y siente que todos los suyos quedan atrás. Esta característica determina que una importante porción de su recién conquistado salario, sea devuelta mensualmente a su país y a su familia.
Una investigación dirigida por Donald Terry, Gerente del Fondo Multilateral de Inversiones del BID, revela que las remesas que envían los emigrantes superan al total de transferencias externas que recibe Latinoamérica. Es decir, el dinero remitido por los emigrantes constituye una gran porción del PIB de varios países
El mayor desempleo genera una mayor migración; la mayor migración genera mayores remesas; las mayores remesas agradan al PIB. Así, en el escenario latinoamericano la contabilidad del PIB se incrementa gracias al desempleo; paradoja que una vez más invalida el uso de la tasa de variación del PIB como sinónimo de crecimiento económico.
Adam Smith dijo :
« Sea cual fuere el suelo, el clima o la extensión de territorio de cualquiera nación, la abundancia o la escasez de su surtido o abastecimiento anual, no puede menos de depender de dos circunstancias: la primera por la pericia, destreza y juicio con que se aplique su trabajo; y la segunda por la proporción que se guarde en el número de los que se emplean… »
En otras palabras y según Smith, el crecimiento económico de un país (de cualquier país) no depende de sus circunstancias históricas, geográficas o climáticas, sino del número de la gente que trabaja y de su pericia, experiencia y educación. Desde la perspectiva de Smith, entonces, la política económica no debería tener como brújula el caminar « hacia adentro » o « hacia fuera », ni tampoco tratar de favorecer el lado de la oferta o el lado de la demanda, sino el priorizar la creación de fuentes de trabajo y la educación de la gente.
Así que antes de tomar cualquier decisión económica en el país se debería tratar de prever ante todo si es que esas decisiones favorecerán o no la generación de empleos. el crecimiento de un país no depende del valor contable que alcance el PIB, sino del número de sus trabajadores que se encuentren trabajando.
Y no es necesario « primero lograr que el pastel crezca, para después repartirlo », porque todos y cada uno de los latinoamericanos pueden producir su propio pastel, sino aquí entonces allá. Por lo tanto, entre los tres principales objetivos que tiene el desarrollo económico -crecimiento, estabilidad y equidad- es el crecimiento el que más fácilmente puede ser contabilizado: basta contar el número de sus habitantes que tienen empleo. El próximo capítulo se concentra en el segundo objetivo que debería perseguir el desarrollo latinoamericano: la estabilidad de sus economías.
Entre el Fisco y la Moneda.
En los endeudados países latinoamericanos (gobernados todos por buenos padres de familia, no tenemos por qué dudarlo) se ha tratado de usar la política fiscal para ganar un poco más y la política monetaria para comer un poco menos.
Joseph Clement Juglar concluía en base a su libro « Las Crisis Comerciales » que las crisis económicas son inevitables porque responden a la naturaleza misma del ser humano, que gasta en exceso en épocas de bonanza y ahorra demasiado en épocas de infortunio. Así, periódicamente el miedo reemplaza a la euforia y juntos forman los llamados « Ciclos Económicos ».
La teoría de los Ciclos comenzó a ser revisada en el Siglo XX por varios economistas que acogieron la conclusión de que los Ciclos son inevitables. Sin embargo, la mayoría creía que era factible evitar que los Ciclos se transformen en Crisis, siempre y cuando se lograse obtener un equilibrio dinámico entre lo fiscal y lo monetario.
Gran parte de la literatura economica se ha enfocado en descubir en que consiste ese equilibrio dinamico. La feracidad del mundo académico ha procreado una amplia gama de potenciales respuestas. Entre las más populares se encuentran las siguientes:
La utilización prioritaria de la política fiscal a la cual debe subordinarse la política monetaria, como lo propuso la escuela Keynesiana
El « fine tuning » entre las dos políticas, tal como lo preconizó el presidente Richard Nixon.
La fusión entre el acelerador fiscal y el multiplicador monetario, que pregonaba Paúl Samuelson.
La supremacía absoluta que otorga Milton Friedman a la política monetaria, cuya potencia y efectividad la convierte en un arma tan poderosa, que resulta peligroso dejarla en manos de los gobiernos.
Dichas recomendaciones realizadas por países desarrollados han sido en su momento utilizadas con relativo éxito en el primer mundo, si bien soportar ciclos de inestabilidad y recesión, ha logrado evitar que en sus países se repita una crisis igual a la de los años 30. Pero no es satisfactorio aplicar estas recomendaciones hoy en Latinoamérica, ya que esas políticas resultan igual de estériles al tener ambas que subordinarse íntegramente a la necesidad de generar divisas para pagar la deuda.
La Política Fiscal
En economía, la política fiscal se puede definir como el uso del gasto público y la recaudación de impuestos para influir en la economía. La política fiscal, se reduce a tratar de igualar gastos e ingresos dentro de un mismo periodo. Pero su versión moderna se ubica en el otro extremo: intenta unir presente con futuro al financiar los gastos de hoy con los ingresos de mañana.
Hasta la Segunda Guerra Mundial, latinoamericana se caracterizó por gastar solo el dinero ya ahorrado. En los años 50 hasta mediados de la década de los 70, se trató de invertir hoy con la ilusión de ahorrar mañana, y que se inicia con le ya mencionada « Batalla del Yom Kipur » y que llega hasta 1982, se consumió hoy para pagar mañana; y en la última años que avanza hasta nuestros días, se debe pagar hoy y mañana lo que nunca se invirtió ayer.
Sí un gobierno (cualquier gobierno) tiene que sacrificar alrededor de la mitad de sus ingresos únicamente para pagar deudas, significa que la planificación, gestión y dirección de la política fiscal, ya no están bajo su control.
Al final de cada período fiscal se agudiza este descontrol, cuando los recursos para pagar la deuda tienen que dividirse en dos montones:
Pagar la deuda interna este puede ser apilado si asi se desea con billetes fabricados en la maquina del banco central.
Pagar la deuda externa este debe ser necesariamente cubierto únicamente con dólares.
La literatura económica denomina superávit comercial cuando el valor exportado supera al valor importado, la situación inversa a este se le denomina deficit comercial. El objetico de la política fiscal impuesta en Latinoamérica ha sido alcanzar un superávit comercial, lo cual se ha logrado efectivamente en casi todos los años, pero a pesar del esfuerzo que han realizado muchas personas de consumir menos las cifras de superávit ha sido patéticamente minúsculas.
América latina debe perseguir la política monetaria con la intension de forjar una moneda única y estable. Ese objetivo quizá suene lírico y simple. Sin embargo, esta sólidamente cimentado en la historia económica de América Latina, en sus condiciones actuales y en las perspectivas del Siglo XXI.
La arqueología ha permitido determinar que entre los siglos sextos y octavo antes de Cristo varias civilizaciones ubicadas entre las costas de Grecia y Turquía acuñaron las primeras monedas que llevaban el emblema de la nación que las usaba que mayormente eran simbolos de figuras de animales. China disputa el honor de haber sido una de las primeras naciones en acuñar monedas. Roma confisco mchas monedas de plata y el uso del oro para acuñar monedas comienza a practicarse nuevamente a fines del oscurantismo de la edad media, cuando a mediados del Siglo XIII de nuestra era, se acuña el fiorino de oro para ser utilizado en las principales transacciones de la renaciente ciudad de Florencia.
En el subdesarrollo precolombino se sustituyo las monedas de oro por las de plata, debido al descubrimiento de minas en México y en Potosí, cuando Cristóbal colon descubre América, esta se encontraba dividida en 2 imperios
1. Imperio azteca: fue una entidad de control territorial, político y económico que existió en la zona central de Mesoamérica, durante el Posclásico Tardío, antes de la Conquista española. tenía alrededor de 10 millones de súbditos diseminados en lo que hoy es México y Centroamérica.
El comercio de los aztecas se basaba principalmente en el trueque. Además que posiblemente habrían existido ferias en el imperio al igual que en el imperio incaico. Normalmente los comerciantes mexicas (pochtecas) intercambiaban productos de Tenochtitlan y alrededores para conseguir productos de lujo de las otras ciudades y naciones. Por la cantidad de población y los datos indirectos se cree que Tenochtitlan en su época de esplendor era el mercado más grande del mundo, y se ubicaba en la plaza central de Tlatelolco comercializaban con esclavos, prisioneros de guerra, cacao, frutas exóticas, etc.
2. Imperio Inca: que con alrededor de 20 millones de habitantes que cubría el sur de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, el norte de Chile y, según algunas crónicas, gran parte de la pampa argentina.
Ambos imperios se encontraban en una avanzada etapa de organización comunitaria que, en varios aspectos, superaba las estructuras sociales existentes en la Europa de aquella época. El desarrollo urbanístico se complementaba con una rica actividad comercial en las plazas de la ciudad, que incluía el intercambio de piedras preciosas de jade, obsidiana y ámbar
Se dice que el origen del imperio inca fue en el lago titicaca, donde un grupo de familias organizadas a orilla de este lago arremetieron a la conquista de los cuatros confines del mundo, es imprescindible decir que esta conquista a principió se logro en occidente, puesto que oriente estaba custodiado por la selva amazónica y por el desierto del chaco.
Manco capac y su esposa quien también era su hermana fueron los anfitriones de la organización y conquista. Lograron apoderarse de todo el anti plano boliviano y del centro del Perú. Poco antes de morir Capac, entregó el mando total y absoluto al primero de sus descendientes, inaugurando así la tradición de transferir el poder sin dividir el imperio; ese sistema de transferencia de mando continuó sucesivamente con los incas: Lloque Yupanqui, Mayta Capac, Capac Yupanqui, Inca Roca, Yahuar Huacac, Viracocha, Pachacutec, Tupac Yupanqui y Huayna Capac. Este último rompió la tradición al dividir el imperio entre sus dos hijos: Huascar y Atahualpa que lucharon entre sí tratando de obtener el poder total y que posteriormente fueron los dos últimos Incas del imperio. Al llegar los españoles al Tahuantisuyo (el imperio de las cuatro partes en idioma quichua), cada una de las partes estaban organizadas por provincias y mas que un espacio territorial eran especies de unidades de administración y control de las tareas productivas. Y el Inca continuaba con el poder de mando en un entorno teocrático y familiar. Por tradición de los Inca los jefes militares y la membrecía teocrática debían pertenecer a las familias que se originaron a la orilla del Titicaca, es decir, debían llevar esa sangre de tribu original
El sistema económico se basaba en la planificación colectiva y dependía básicamente de la explotación agrícola, pecuaria y minera que, a su vez, reposaban en la magnífica infraestructura del imperio, así como en la existencia de nichos de producción artesanal en el campo textil y en la orfebrería. Las obras públicas, a cuya supervisión los incas dedicaban casi todo su tiempo, se construían usando una especie de sorteo en el que se escogía los miembros de cada ayllu que, obligatoriamente, debían trabajar en las minas, en el empedramiento de caminos y calles, en la excavación y limpieza de canales, en la edificación de palacios y templos, en el transporte de bienes y cosechas, en el levantamiento de silos e, incluso, en la construcción de viviendas para la burocracia militar y para los miembros de la teocracia. Cuando algún ayllu o alguna tribu, se negaba a cumplir sus órdenes, el emperador tenía un método poco sutil pero bastante eficaz para mantener su autoridad: enviaba a todo el ayllu o a toda la tribu, a poblar el otro extremo, a su lugar de origen en calidad de mitimaes. Es decir toda esa tribu era expulsada por desobecer instrucciones.
Una de las primeras etnias mitimaes fueron los indios Saraguro, originarios de la localidad de Pisac en el valle del Cuzco, de donde fueron expulsados a la provincia de Loja, ubicada en el sur de lo que hoy es el Ecuador. En Pisac, su hogar ancestral, los Saraguro habían practicado el trueque de artesanías y cereales, en cuya labranza se habían especializado a cambio de los textiles coloreados en lana de vicuña, llama, guanaco, llamingo y alpaca, producidos por las etnias vecinas. En su nueva tierra, los Saraguro ya en su condición de mitimaes, volvieron a sembrar rotativamente la cebada, el maíz, el amaranto, la oca, la papa, el haba, el melloco, la arveja, el chocho, la quinua y los otros cereales que hasta el día de hoy constituyen su principal alimento diario.
Pero al carecer de dinero y sin poder conseguir a través del mercado los textiles coloreados en lana hasta hoy tan característicos de algunas etnias peruanas y bolivianas tuvieron que desarrollar la crianza de una rarísima especie de oveja de pelaje negro, con la cual podrían fabricar sus textiles sin necesidad del color, ni de la lana de la vicuña, el guanaco. Así, los Saraguro y todas las demás etnias (sean o no mitimaes) por la falta de un sistema monetario, tenían que adaptar sus patrones de consumo y su modo de vida al estrecho entorno de su localidad. El sistema tributario que permitía mantener en el imperio una economía estable consistía en dividir la producción de cada ayllu en tres partes: una parte se entregaba al Inca; otra se destinaba a la elite teocrática y militar encargada de controlar la producción en beneficio propio y del Inca; y la restante tercera parte, se distribuía entre la gente del ayllu que correspondía.
El monto del tributo aplicable a cada ayllu era determinado por los quipucamayos, quienes poseían un amplio conocimiento matemático y contable.( eran los contadores y administradores de ese entonces) Los quipucamayos eran los responsables de armar y descifrar quipus ( herramienta utilizada para llevar registro y contabilidad). Los quipus, a su vez, eran unas piolas de lana anudadas entre sí y teñidas en diversos colores. Sobre la base del color, del número y de la posición de los nudos, los quipus servían para guardar con gran detalle toda la información referente a los cultivos y cosechas, a la producción agrícola y pecuaria, a la explotación de minas y canteras, a la elaboración de artesanías y orfebrería, así como a las características de la población correspondiente a cada ayllu. En pocas palabras, era el computador que almacenaba la información de al producción de ese tiempo. En una sociedad que jamás conoció la escritura, cuyos habitantes se comunicaban en más de 12 dialectos, con un extenso territorio cruzado de caminos vírgenes a la rueda y al caballo, los quipus en sus nudos y colores eran capaces de trasmitir toda la información que el Inca solicitaba. Cuando en algún museo alguien logra encontrar un quipu que ha aguardado sus mismos nudos y colores por más de 500 años, es difícil no sentir una profunda admiración. Sobre la base de ese sencillo sistema tributario, la economía del Tahuantinsuyo lograba funcionar sin desempleo, sin inflación, sin deuda, sin déficit, sin recesión, sin contratos y sin costos ni precios. Es de admirar el nivel de inteligencia que tenían los quipucamayos. Adicionalmente, el sistema tenía la ventaja de que al carecer de un régimen bancario la riqueza podía ser acumulada pero no podía ser dilapidada. Se estima que los silos y bodegas del Inca hubiesen podido alimentar a todo el imperio por más de tres años seguidos, sin que a lo largo de ese periodo nadie tenga necesidad de producir, manufacturar, sembrar o cosechar. Así, el sistema económico aparentemente ofrecía un sólido apoyo para la estabilidad y crecimiento del régimen incaico.
Sin embargo, en 1532, bastó que un puñado de 168 españoles capturase en Cajamarca a Atahualpa, el último emperador inca, para que todo un imperio de 20 millones de súbditos cayeran a tierra. para tratar de explicar un casi increíble hecho, los historiadores imaginan una amplia gama de potenciales incluyendo espadas, escudos, la pólvora, el acero, los fusiles, los caballos, la viruela y las venganzas domésticas. No obstante, en la historia de los cinco continentes, antes y después de Cristo, han existido imperios en auge e imperios en decadencia; armas de acero y escudos de madera; ejércitos y masas; bandoleros aguerridos y guerreros asustados. Pero solo en Cajamarca y en Tenochtitlan, bastó con cortar una cabeza para que rodase por los suelos todo un imperio. Y es que solo Cajamarca y Tenochtitlan carecían de esa arma llamada dinero. En los textos de economía suele argumentarse que el dinero se usa porque cumple tres funciones básicas: posibilita comprar y vender cosas; permite comparar el valor de distintos bienes; y, provee un adecuado instrumento para ahorrar e invertir. Pero como esas actividades no se realizaban dentro del Imperio no se negociaba, no se valoraba y no se financiaba. la economía había logrado funcionar bien por muchos siglos, sin necesidad de conocer el valor, la utilidad, ni la importancia del dinero.
Lo que en los textos de economía rara vez se menciona y lo que rara vez recordamos, es que la función más importante del dinero, en cualquiera de sus formas, es la de ser el principal factor aglutinante de una sociedad -función en la que compite con ventaja contra un himno, un escudo, una bandera o incluso, un territorio- porque permite a toda la gente consumir de todos y producir para todos; sentir que pertenecen a una nación y que la nación les pertenece. Así, para los aztecas y los incas -cuya economía nacional se limitaba al reducido mercado de su comarca y al espacio en el cual podían intercambiar productos en trueque al desconocer la existencia del dinero, el único factor aglutinante del imperio era la cabeza autoritaria del emperador de turno. Cortar esa cabeza significó defenestrar todo el Imperio. El nacimiento de las grandes civilizaciones surgidas alrededor del mediterráneo coincidió con la acuñación (fabricación) de una moneda. Los incas y los aztecas completaron la otra cara de esa enseñanza al demostrar lo frágiles que son las civilizaciones que no usen en cualquiera de sus formas, ese instrumento denominado dinero. Y la América Latina actual logra demostrarnos algo más: en el Siglo XXI ya no es suficiente tener ese instrumento llamado dinero, también se requiere tener una buena moneda.
La dolarización y el peso latino
Para hablar de dolarización y peso latino es importante resaltar la diferencia entre dinero y moneda, ya que el dinero es la cantidad, es decir, lo que puede poseer, adquirir y recibir una persona. El dinero puede ser un instrumento de cambio, como medida de valor en el pago de bienes o servicios y como instrumento de liberación de deudas y obligaciones. La moneda es la que nos representa como nación, cada país posea su propia moneda, esta nos da valor fuera de nuestras fronteras. La moneda se relaciona con devaluación y el dinero con inflación.
Los países latinoamericanos actualmente emiten dinero bajo distintas denominaciones: Bolívar, boliviano, Colón, Córdoba, Guaraní, Lempira, Nuevo Sol, Quetzal, Real y Peso. Estas distintas denominaciones se consideran monedas dentro de los límites de sus fronteras pero fueras de ellas no es de la misma manera, para que eso ocurra se deben cumplir unas consideraciones importantes como que los demás países crean en el, de modo que puedan apostar a su moneda haciendo que la producción del país cubra la totalidad del dinero emitidos por el mismo, que dos o más países se asocien ya sea para recibir como pago la moneda de uno de los dos o crear y compartir una misma moneda .La economía de un país tiene que ser lo sufrientemente grande para respaldar su moneda, algo que evidentemente no ocurre en Venezuela debido a que no se han aprovechado la variedad de riquezas que posee nuestro país.
El Peso Latino
Al comenzar el Siglo XXI, en los 19 países de América Latina el dinero circula con 11 nombres distintos: Peso en Argentina, Chile, Colombia, Cuba, México, Republica Dominicana y Uruguay; Colón en Costa Rica y El Salvador; Boliviano en Bolivia; Real en Brasil; Quetzal en Guatemala; Lempira en Honduras; Córdoba en Nicaragua; Guaraní en Paraguay; Nuevo Sol en Perú; Bolívar en Venezuela; y, Dólar en Ecuador y Panamá.
La coyuntura actual brinda a Latinoamérica la oportunidad histórica de crear el Peso Latino, al ofrecernos las enseñanzas del euro y el rol aglutinante que entre nosotros Podría desempeñar el dólar.
De las enseñanzas del euro se pueden extraer varias lecciones relevantes para Latinoamérica: el euro se crea por la decisión de 12 naciones de compartir una moneda única. Para crear el peso latino, se requiere transitar por al menos uno de los siguientes tres senderos alternativos: el primero, que es el más tradicional, requeriría decretar una zona comercial en la cual la única moneda de pago sería el peso latino; el segundo sendero demandaría que, como en el caso del euro, los países participantes fijen ciertas metas económicas a las que todos tendrían que someterse; y, el tercer sendero, consistiría en encontrar un atajo que evite tener que recorrer los dos senderos anteriores.
Equidad económica y desarrollo
El crecimiento económico de un país se considera importante, porque está relacionado con el PIB per cápita de los individuos de un país. Puesto que uno de los factores estadísticamente correlacionados con el bienestar socio-económico de un país es la relativa abundancia de bienes económicos materiales y de otro tipo disponibles para los ciudadanos de un país, el crecimiento económico ha sido usado como una medida de la mejora de las condiciones socio-económicas de un país; sin embargo, existen muchos otros factores correlacionados estadísticamente con el bienestar de un país, siendo el PIB per cápita sólo uno de estos factores. Lo que ha suscitado una importante crítica hacia el PIB per cápita como medida del bienestar socio-económico, incluso del bienestar puramente material (ya que el PIB per cápita puede estar aumentando cuando el bienestar total materialmente disfrutable se está reduciendo).
Cuando se habla de equidad lo que se quiere es satisfacer eficazmente las necesidades materiales del ser humano. Es decir, según Adam Smith, el ser humano no solo debería tener la libertad de escoger un trabajo de acuerdo a su aptitud y a las oportunidades que se le presenten, sino también sobre la base de las ventajas y desventajas que ese trabajo le ofrezca; ventajas y desventajas que, en una economía libre, tenderían a ser más o menos equitativas.
Esos conceptos de equidad, eficiencia y productividad tratan de ser consolidados por el propio Smith, al afirmar que la política económica debe proteger al ser humano no solo en su función de trabajador y productor, sino especialmente en su condición de consumidor.
Smith expresa lo siguiente: El consumo es el único fin, el objeto único de toda producción, en que interviene la industria del hombre, y por tanto no existe otro medio de mirar por los intereses del productor que atender a los del consumidor… No obstante, en el sistema mercantil vemos constantemente que se sacrifica el interés del consumidor en favor del productor.?
En la América Latina actual, la primera plaga o lo ruinoso que es formar fondos perpetuos para pagar intereses por deudas nacionales?, se puede visualizar observando cualquiera de las cifras en dólares destinadas al pago de la deuda externa. Pero, para abreviar, analicemos únicamente las repercusiones que la deuda tiene sobre nuestra capacidad de ahorrar e invertir.
En los primeros años del Siglo XXI, la deuda latinoamericana supera los 852 mil millones de dólares, cantidad que genera un pago anual por amortización e intereses que sobrepasa los 134 mil millones.121 Esto significa que más de la mitad del total que pagamos a los Gobiernos -por impuestos a la renta, al consumo y al valor agregado; por las tarifas de electricidad, agua potable, teléfono y demás servicios básicos; así como por los aranceles al comercio y por todos los demás gravámenes que ingresan a formar parte del presupuesto del Estado– salen automática e incesantemente fuera del país, para pasar a engrosar las altas tasas de rentabilidad que nuestros acreedores obtienen con la tenencia de los pagarés de nuestra deuda.
La gravedad del estrangulamiento que sufren nuestros países a causa de ese incesante desangre, puede ser visualizada incluso imaginando el escenario más optimista posible.
Liberalismo
Antes de definir el alcance de la economía democrática, las próximas líneas tratan de aclarar porque presentimos que aún sigue brumoso- el significado que tienen el liberalismo y el neoliberalismo en el escenario económico.
Hasta antes de 1776 era difícil establecer una línea divisoria entre el liberalismo político y el liberalismo económico. Pero en ese año se publica La riqueza de las naciones, con lo cual la política y la economía empiezan a ser consideradas dos ciencias sin dependientes.
Neoliberalismo
Es el otro concepto que aún permanece envuelto en tinieblas, quizás porque hasta hoy nadie se ha tomado la molestia de tratar de definirlo o defenderlo. "Neoliberalismo es el conjunto de políticas que canalizan el dinero que controla el Estado, hacia los sectores que designe el Gobierno de turno"
Economía Democrática
Wassily Leontief, el gran economista ruso, norteamericano por nacionalización y ganador del Premio Nobel en 1973, definió el sistema capitalista con la siguiente frase: "Bajo nuestro sistema de libre empresa, la ganancia privada es el viento que impulsa la nave del Estado. Aunque para no quedar a la deriva, el Gobierno debe sujetar el timón".
Pero esa magnífica definición queda trunca si la nave carece de brújula, porque ningún buen viento puede ayudar si el marinero ignora en qué dirección se encuentra su puerto de destino.
Asesor Académico:
MSc. Ing. Iván J. Turmero A.
CIUDAD GUAYANA, MAYO DE 2017
Grupo 5
Autor:
Moreno, Roxana.
Muñoz, Lusnelly.
Ríos, Aurimar.
Urbaneja, Maurin.
Velásquez, Ángela.
Sánchez, Heiser.
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