- Libertad de expresión….al filo de la navaja
- Introducción
- Libertad de prensa, historia y generalidades
- Algunos sistemas y organismos especiales de protección y defensa del derecho a la libertad de expresión
- La libertad de expresión y el derecho a la información en la Convención Nacional Constituyente
- Otros aspectos relacionados con la libertad de expresión
- La protección penal de la libertad de prensa
- La prensa en el Código Penal paraguayo
- Importancia de los Medios de comunicación
- ¿De qué manera puede perturbar el periodista la labor de las autoridades judiciales?
- Libertad de prensa, desde el punto de vista procesal
- Derecho de acceso a la información pública y etica periodistica
- Conclusiones
- Bibliografía
Libertad de expresión….al filo de la navaja
Siempre es una honra hacer el prologo de cualquier trabajo, y lo es mayor, cuadno ese trabajo -como el presente -contiene tantas identidades cn el prologuista que consigue hacerlo suyo. La academia es el vehículo que logró conectar al autor y al prologuista, en su af"án mutuo de generar debate fomentar el enriquecimiento cultural de nuestros pueblos y trascender en nuestras fronteras, mediante la inestigación científica, el contraste y la revisión. En más honroso aún, cuando se trata de la dilatada carrera del Dr. Juan Marcelino González Garcete, que exige de quienes nos acercacamos a su aura, una suma de esfuerzos.
¿Es poco común que el prefacio y el prólogo de alguna obra contengan un nombre o mención. Esta es una de esas excepciones, pero el prologuista tiene la particularidad de colocar el nombre al prefacio y al prólogo en sus trabajos publicados. Aparte de esta aclaratoria nos permitimos resaltar por cómun las siguientes notas.
La primera, que las líneas en las que se inscribe la obra del Dr. Juan Marcelino González Garcete, por su contenido aplican a cualquier país, no solo por explicitar los hechos históricos de donde vienen las figuras que trata en forma puntual (libertad en general, de expresión, de información, de prensa, entre otros), sino que interesa el tratamiento dado a estos derechos -a veces garantía -en forma de valores, lo que agrega un grado de universalidad estupendo. Y expresa en este trabajo es tan pertinente que para Nueva Zelanda, Estados Unidos, Paraguay o Venezuela, con la única diferencia que en países con "democracias" más consolidadas -que no son nuestros países, los mecanismos de protección ciudadana para el ejercicio de aquellos derechos tienen más vigencia, para no ser tan bruscos y decir que en nuestras democracias no funcionan. Ello lleva a la conclusión, que en aquellos regímenes no democráticos, no existe un pleno derecho a la libertad de expresión, y para nuestra, este mismo trabajo fuere imposible publicarlo en aquellos paises totalitarios, donde no existe libertad plena. Por eso, leemos del autor, que "La libertad, sin la libertad de palabra es inconcebible…". (pag. 19).
El segundo motivo comun de este trabajo, deviene del hecho que así como en ciertos casos, por ejemplo, el editor de un periódico coloca la frase que no se hace eco o responsable por los comentarios, frases o conceptos emitidos por los distintos autores y escritores que aparecen que en su medio, que es parte del ejercicio de la libertad de conciencia y de información, en este caso el prologuista asume una posición homóloga con el autor, ent anto suscribe las frases y conceptos que emite, más, por su preocupación sobre los desmanes que a diario suceden en contra el amplio catálogo de derechos que son trasversales a la libertad de expresión en general.
El tema que escogió el autor no es sencillo desarrollar porque genera mucho ruido y mueve muchos intereses, los sanos y los malsanos, los económicos, los políticos, los religiosos, los morales, etc. pero bien merece la pena adentrarse a la obra que nos ocupa, donde se aprende más de un tema tan sensible, como sucedió con nosotros. En sentido contrario de algunos sesgos y fanatismos de todo tipo, encontramos como la sociedad plural requiere de un ejercicio a la libertad de expresarr las ideas -controlado sí, porque lo contrario sería anarquía -pero siempre respetando también las libertades de todos, y allí radica el quid del asunto en el establecimiento de límites.
Para infortunio nuestro, acompañamos la mencion de Libertad de Expresión la frase "al filo de la navaja" dice mucho, dado el grado de afectacion hoy día a este derecho; en tanto la radio de acción de la liberta a expresarse tiene muchas aristas, también mencionadas en esta obra, como muchos sus tipos, vehículos, así como por sus derivadas regulaciones (verbigracia, limitaciones, sanciones, permisología), o por su mal empleo o desvalorización que es el tema que más preocupa, aunado a las presiones gubernativas -unas veces implícitas o indirectas, otras veces concretas y directas, otras de la sociedad misma a veces en forma permisiva.
Confiamos como el autor, que el derecho de la libertad en general es ilimitado per se, o sin causa de que pueda poscribirse. Lo que ocurre y aca hay una confusión general es que existen ciertas regulaciones (Constitucionales, legales y hasta morales) que son necesarias para establecer el control de ese derecho (de cada individuo) frente al mismo derecho (de libertad) de otros individuos. El que existan límites no relativiza su carácter absoluto, antes bien, como bien explita el autor "las limitaciones tienen, pues a velar por el ejercicio racional del derecho" (pag. 71)
Pero esos límites lejos de cerrarse deben abrirse, porque el mundo va cambiando a la velocidad que avanza la tecnología y los vehículos comunicaciones también están cambiando. Es necesario examinar y cuestionar estos nuevos límites y sus posibles regulaciones, porque lo que yaer era privado por ejemplo, ya no lo es por multiples motivos que vienen de la mano con la tecnología. Ya lo decía LEW MCCREARY, en su ensayo suyo intitulado ¿ Qué era la privacidad? cuando opina>
"Esta versión de la privacidad se refiere a todo lo que sabemos sobre nosotros mismos y deseamos controlar, pero que la captura continua de nuestra existencia digital -las búsquedas Google, el tráficio de e-mail, las transacciones comerciales, las huellas marcadas en cookies que dejamos en nuestros viajes a través del ciberespacio -hace cada vez menos incontrolable. (…) Los mecanismos actuales de recopilación y divulguación de datos son altamente eficientes, y eso nos lleva a hacernos otra pregunta, una desconsoladora: ¿Qué era la privacidad?.[1]
Hacemos la reflexión de cómo ha cambiado la vida y el tema de la libertad de expresión, porque justamente al momento de escribir este prólogo suceden dos hechos paralelos y aparentemente descontextualizados entre sí, a no ser que se trata de hechos humanos y por ende, siempre con diferencias guardan algunas identidades. Estos hechos -sucesos-revelan la condición del título del prólogo por la que se invita a leer la obra. Hace un mes, en Venezuela fueron detenidas e imputadas penalmente un número importante de personas que sin ningún plan, ni pertenencia a agrupación social o política alguna, amén de ser ciudadanos y poseer derechos -incluso afectos al gobierno-, que se encontraban en las instalaciones de un tren subtérraneo para usar el servicio, hicieron una manifestación pacífica en su sede, donde "expresaron"(reclamaron) el pesimo servicio a que tienen derecho -por ser ademas un servicio "público"-. Más recientemente, se ha generado toda una polémica con el portal Wikileaks por la forma como ha mostrado "información" sensible en el mundo político, diplomático; cuyo autor está en la lista de solicitados por la Interpol.
No estamos diciendo que ambos casos son iguales, ni estamos rasgándonos las vestiduras porque se pruebe la inocencia de los involocrados, ni avalando lo que dijeron y como lo dijeron. Nuestro punto está en que tienen derecho a decir, a expresar, a comunicar sus pensamientos, siempre que no afecten el derecho de los demás. Deben tratarse como inocentes y probárseles que efectivamente se encuentran incursos en hechos sancionables. Pero vale otra interrogante, ¿ hasta donde querien llevar las limitaciones al derecho de expresarse a viva voz, y ya hasta en forma digital y remota? La respuesta es simple: Hasta donde lo permitimos los ciudadanos.
Por ese motivo, entre los asertos de la obra que con gusto y honor prologamos, se encuentra su visión de que los políticos son otros.
Convenimos también con el autor en que en desmedro de la universalidad del derecho a la libertad de expresión, la politización de los organismos hemisféricos a quienes compete supuestamente la defensa de estos derechos y sus relacionados, le hace un flaco favor a su ejercicio, cuando pierden la objetividad como razón de existencia (callando sucesos de sus aliados y cuestionando otros de quienees no piensan igual), que se desdibujan en el plano a que corresponde, perdiendo mayor legitimidad e influencia en su campo de acción.
Por último, insistimos que no es fácil abordar estos temas porque la libertad -así como la vida -, es un valor sagrado y viene ligado a otros derechos trasversales y a otros de afectacion indirecta, como cuadno se complementan (derecho a la prensa y derecho a la información), como cuando se enfrentan (derecho al honor o intimidad y derecho a la información), lo que obliga no pocas veces a ponderar los valores involucrados en la resolución de los casos.
A pesar de todos los inconvenientes -a veces abusos -que se cometen en quienes ejercen la expresión -que también los hay -evocamos a VOLTAIRE ens u afirmación: "Estaré en franco desacuerdo con lo estás diciendo, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".
Auguramos éxitos al Dr. JUAN MARCELINO GONZALEZ por su interesante contribución a estos complicados temas. Otra vez gracias por la deferencia en esta tarea de elaborar el prólogo de tan pedagógica obra.
Gracias por el honor conferido.
LUIS ALBERTO PETTI GUERRA.
Caracas, Diciembre 2010.
Introducción
Este trabajo quiero dedicárselo a todos mis ex profesores de la Universidad Nacional de Asunción, de quienes mucho he aprendido en la Ciencia del Derecho, y a todos quienes fueron víctimas de la dictadura, y quienes injustamente afrontaron procesos penales por expresar ideas y opiniones adversas al régimen anterior.
Igualmente, a todos los periodistas y trabajadores de la prensa paraguaya, por afrontar el riesgo que representa hoy en día el ejercicio de su profesión, a pesar de las constantes intimidaciones y presiones. También a los familiares de esos valientes -como el caso de Santiago Leguizamón -que ya no se encuentran presentes, con el deseo de que la historia premie y dignifique sus nombres.
Empecemos este trabajo, mencionando que desde antiguo se ha tenido la concepción de que la prensa y por sobre todo la libertad de prensa es una garantía de la vigencia de la democracia; es por eso que incluso muchos hablan inclusive de la terminología del "cuarto poder" cuando hacen referencia a la prensa.
Algunos juristas y periodistas hablan de que "Es un principio indiscutido que un país puede vivir en libertad y democracia, solamente con una prensa libre que le sirve de fundamento". Y creo que en parte tienen razón, ya que a través de ella, se ejerce de manera inequívoca un control sobre las actividades del Estado, que escapan incluso a los sectores políticos.
La democracia real y efectiva necesita de la libertad de prensa, la libertad de prensa tiene su mayor desarrollo y auge en los sistemas democráticos de gobierno, garantizando el pleno control de las actividades del gobierno nacional.
La importante función que ejerce la prensa -a nuestro entender -es en el hecho de controlar las actividades de los funcionarios públicos; pues como su nombre lo indica son funcionarios públicos y sus actividades deben ser ventiladas en público, y esta es la misión fundamental de la prensa libre.
En este último sentido hay que apuntar, que no solo el Estado puede coartar la libertad de prensa, sino que también lo pueden hacer los propios hombres de prensa (directores, gerentes, propietarios, clientes, etc.,), estos pueden ejercer una presión sobre el trabajador de prensa para que publique tal o cual información; también se puede dar que el propio hombre de prensa, o periodista, contrario a sus principios, informe de manera sesgada o errónea.
Ya sabemos lo que implica la libertad de prensa y su importancia para el sistema democrático de gobierno, de hecho así lo entendieron nuestros Convencionales Constituyentes, y han establecido un catálogo de normas referentes a la libertad de prensa -más adelante veremos su contenido Constitucional-, lo que explica la importancia extraordinaria que los mismos le dieron a esta como uno de los fundamentos de la democracia, quizás imbuidos de que era la única manera de garantizar la vigencia de los principios democráticos y evitar el advenimiento nuevamente de la rémora del pasado, cual es la DICTADURA.
Ahora bien, conozcamos mejor lo que implica la prensa. Se entiende el término "prensa" a todo los medios o formas de comunicar al público noticias, opiniones[2]emociones y creencias, ya sea a través de periódicos, revistas, libros, transmisiones de radio, programas de televisión, internet o proyecciones cinematográficas.
De modo pensamos que son las diversas maneras de comunicar ideas al público, de ahí su importancia fundamental, más todavía hoy que tenemos medios masivos de comunicación, lo cual no se observaba en los principios de la prensa, ya que difícilmente se lograba publicar unos pocos impresos.
Un Estado democrático (o en vías de democratización) tiene la obligación de garantizar el libre acceso a la información pública, así como es deber ciudadano demandar ese libre acceso para contar con el parangón de posturas políticas, sociales, económicas, culturales, etc., que sirvan para la consecuente toma de decisiones en la sociedad.
Un reconocido autor, nos trae la siguiente definición: "Reconocimiento de la posibilidad de manifestar ideas o los estados anímicos, de acuerdo con la espontaneidad individual; singularmente, cuando trasciende a lo público. El tema encuentra su desarrollo positivo al tratar la libertad de palabra y de pensamiento".[3]
Aquí no hace referencia a los medios de comunicación masiva, sino solo a la forma en que las ideas toman estrado público, e implican la comunicación de las mismas a todas las personas que accedan a dicha información. Además de la mención de la libertad de palabra y pensamiento, que son dos esferas fundamentales en la libertad de prensa.
La libertad de prensa comprende los derechos a expresarse a través de los medios modernos de comunicación: periodismo escrito, radial, televiso, internet, etc. Tanto la libertad de pensamiento como la de opinión, son presupuestos de la libertad de prensa, puesto que esta no hace sino que divulgarla.
La libertad de prensa está muy vinculada con la libertad de pensamiento y de expresión, constituyendo estos en los pilares del Estado de Derecho, al estar consagradas en todas las Cartas Magnas de las naciones democráticas del mundo.
Por otro lado, la libertad de prensa comprende también otros derechos sin los cuales la misma carecería de eficacia: la libertad de información y la libertad de impresión.
Es por ello que hablábamos de la libertad de prensa está muy vinculada con la democracia, pues es una de sus bases, pero también la misma depende de la vigencia de la democracia, pues es un país autocrático se da la censura previa; que tantos ejemplos ya tuvimos en el transcurrir de la historia universal y de nuestra historia patria en particular.
El papel crucial que en ella ocupa la información es el de contribuir, simultáneamente, al proceso de cristalización y sustitución de las estructuras sociales, permitiendo el establecimiento de la coordinación necesaria entre los individuos para que dicho proceso se produzca.
Comunicarse es vincularse, poner en común, compartir, intercambiar. La comunicación asumida como un trabajo específico o relacionado con alguna otra tarea cultural, suele transformarse en producción de mensajes, manejo de instrumentos o canales, estrategias informativas.
La comunicación es el proceso fundamental y vital por el que se trasmiten conceptos en las relaciones de persona a persona. Es fundamental en tanto que la evolución histórica de las sociedades humanas ha estado condicionada a la aptitud que tiene el hombre de trasmitir sus emociones, deseos de saber y conocimiento. Vital en cuanto a la oportunidad de comunicarnos aumenta las posibilidades de supervivencia y su ausencia se entiende como una seria forma de trastorno patológico de la personalidad.
La importancia de este tema radica, en que, hoy en día los medios de comunicación constituyen una herramienta persuasiva que nos permiten mantenernos en continua comunicación con los distintos sucesos, ya sean sociales, políticos o económicos, tanto a escala nacional como internacional. Y consideramos más importante aún medir las consecuencias de estos actos de persuasión, y sobre todo llevándolos hacia valores positivos de conciencia ciudadana.
Para ir definiendo los parámetros de esta investigación en forma de tesis doctoral, conviene precisar, ad initio ciertos términos que iremos utilizando a lo largo y ancho de la obra.
PUBLICIDAD: La publicidad es más una actividad que caracteriza intencionalmente el mensaje que se elabora, buscando el cambio de actitudes, rasgos cognitivos y comportamientos de los destinatarios, utilizando para ello diversos soportes tecnológicos.
PROPAGANDA: Se llama propaganda, al conjunto de técnicas destinadas a propagar ideas, doctrinas y opiniones para que esos conceptos sean aceptados por la gente que, como consecuencia de ello, se adhieran a ellas. La finalidad de la propaganda es ejercer influencia en la actitud de las masas y aparece como una empresa organizada para influir y dirigir la opinión pública.
PRENSA. La prensa periódica es el medio más representativo, las repercusiones políticas que se le atribuyen, llevaron en algún momento a acuñar la expresión de "Cuarto Poder", para referirse a su capacidad de incidir en la opinión pública y en última instancia, en las sociedades democráticas, sobre los votantes, por ejemplo.
TELEVISIÓN: La revolución informática hace posible la destrucción de barreras idiomáticas y el aislamiento recíproco, ya no existen las fronteras nacionales para la información. La TV ha creado una fuerza cultural penetrante como nunca antes se ha visto, tanto en su intensidad como en su alcance.
LA RADIO: La radio nos devuelve al ámbito de la noticia, pues comparte con la prensa y la TV, la posibilidad de facilitar el conocimiento sobre la realidad a través de ella.
Concluyendo este prefacio, podría decir que fueron tres las razones fundamentales las que me motivaron a dedicarme a la tarea de escribir un trabajo relacionado con la libertad de expresión, lo que puedo asegurar que me ha resultado bastante complejo, sobre todo por tratar de sistematizar tantas vertientes que tiene este álgido y controversial derecho.
La primera de las razones se debe a mi profundo convencimiento de que el derecho a la libertad de expresión constituye la piedra angular que toda sociedad democrática. Simplemente de su protección, defensa y concientización depende del éxito de este sistema de gobierno.
Basta con revistar la historia universal para percatarnos con el mayor o menor grado de protección a la libertad de expresión del pensamiento ha sido clave para el mantenimiento de la institucionalidad democrática y el respeto del resto de los derechos fundamentales.
Los países donde han existido las más crudas y brutales aberraciones frente a los derechos del hombre se han caracterizado, precisamente, por mantener un régimen basado en el terror, el miedo, la represión y el silencio. En la medida en que un pueblo no es capaz de cuestionar, denunciar y criticar libre y desinhibidamente una política, gestión, suceso o funcionario público, en esa misma medida se multiplicarán los excesos, la violencia, la corrupción y, lo peor de todo, la impunidad.[4]
Pareciera que nos gusta la idea de que alguien, por lo general el gobernante de turno, sea el que nos diga e imponga lo que puede decirse y tolerarse. Me atrevo a realizar esta grave afirmación por el hecho mismo que en los distintos conflictos que han surgido con los posibles excesos de la libertad de expresión y en los casos de claras trasgresiones a la libertad de expresión, la sociedad civil, las universidades, la iglesia y el resto de los grupos de presión se han mantenido al margen de estas polémicas, o se han limitado a reaccionar en forma simplista y hasta desinteresada.[5]
En segundo lugar, me preocupa de sobremanera la insuficiente literatura especializada en nuestro País sobre los temas relacionados con la libertad de expresión. Ello, mientras que en la gran mayoría de los países democráticos este tema que suele ocupar a una buena parte de los juristas, periodistas, filósofos, políticos, sociólogos y pensadores en general.[6]
En la mayoría de los conflictos cotidianos relacionados con la libre expresión del pensamiento, se debaten con una desesperante superficialidad. Es muy común escuchar en cualquier discusión sobre este tema afirmaciones como: "aquí hay libertad de expresión por qué no hay periodistas presos", o "debe justificarse esta medida o restricción por qué ningún derecho es absoluto"; o "a los medios hay que subyugarlos porque sólo piensan en sus intereses económicos"; y pareciera que hasta allí llegan las opiniones "especializadas" relacionadas con estos asuntos.[7]
Obviamente, este trabajo de tesis doctoral no va ser ese libro guía o referencia, pero al menos es un aporte para que se despierte la polémica. Sin embargo, se hace un esfuerzo por sistematizar las principales polémicas relacionadas con este interesante tema.
La última de mis motivaciones es el difícil momento histórico que vivimos hoy día, en donde tanto a nivel nacional e internacional, se debería plantear un debate profundo sobre este principio fundamental para el pleno desarrollo de nuestra democracia.
Quiero aclarar desde el comienzo, que no somos defensores de un liberalismo absoluto en materia de libertad de expresión, ni rechazamos cualquier tipo de intervención estatal en esta materia; pues ningún derecho puede considerarse absoluto. Pero si consideramos que cada restricción estatal dirigida a limitar la libertad de expresión debe ser meticulosamente escudriñada y analizada, con la finalidad de evitar que se utilicen ciertos conceptos jurídicos indeterminados, como el orden o la moral pública, la seguridad nacional o el honor y la reputación, para tratar de legitimar, sin más, cualquier medida desproporcionada, vaga o imprecisa.
En fin, nuestro principal objetivo es tratar de crear mejores condiciones para nuestra sociedad, a través de la tolerancia. En la medida en que aceptemos que no todas las informaciones u opiniones tienen que agradarnos o atender nuestros intereses; en la medida en que aceptemos que cada quien tiene derecho a escuchar, ver o leer lo que le plazca, siempre y cuando ello no represente un peligro inminente para los demás; en la medida en que aceptemos que para defender una idea, a veces hay que defender a nuestro principal opositor.
Por eso, se requiere de un análisis profundo y detallado del verdadero alcance de la libertad de expresión -y esta es justamente la idea de esta tesis doctoral? y de las diversas fórmulas que buscan su represión. No queremos desilusionar al lector, pues probablemente no todas sus inquietudes se atienden en estas páginas, pero queremos comenzar con algo.
En definitiva, no encontramos mejores palabras para describir la imperiosa necesidad de garantizar la libertad de expresión, que las utilizadas por el Juez Federal estadounidense, Robert BORK, quien afirmó que "la prensa americana es extraordinariamente libre y vigorosa, como debe serlo. Pero debe ser así, no por qué no sea imprecisa, superficial y parcializada, sino por el hecho de que la alternativa a esa libertad es peor que sus excesos".[8]
CAPÍTULO I:
Libertad de prensa, historia y generalidades
"Estaré en franco desacuerdo con lo que estás diciendo, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".
VOLTAIRE
IMPORTANCIA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
No es casualidad que del amplio catálogo de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución, el derecho a la libertad de expresión, ocupe un papel estelar en la doctrina y jurisprudencia de todos los ordenamientos jurídicos. Tampoco es casualidad que la mayoría de las leyes, reglamentos, casos, sentencias o proyectos normativos referidos a estos temas de libertad de expresión[9]despierten los más feroces y radicales debates en los diversos medios de comunicación y en la comunidad en general.
A pesar de que a veces se afirme con suelta ligereza que este papel protagónico de la libertad de expresión se debe a la afectación de los intereses económicos de los propietarios de los medios de comunicación -lo que no descartamos por completo?, consideremos que la discusión de los asuntos relacionados con este derecho fundamental es un tema de Estado, y a la vez es un asunto que interesa a todos los ciudadanos, pues de ello no sólo depende una de las garantías más elementales del ser humano (libre expresión del pensamiento), sino también la forma de gobierno más aceptada de nuestros tiempos, la democracia.
Como tendremos oportunidad de demostrar en el presente Capítulo -en que desarrollamos la tesis doctoral?, existen diversas teorías, no excluyentes entre si, que demuestran la relevancia de este derecho fundamental para la persona humana y para el sistema democrático de gobierno. Por otra parte, existen múltiples organizaciones y normas jurídicas, internas e internacionales, que se encuentran destinadas a promocionar y proteger este derecho constitucional e, incluso, para darle preponderancia frente a otras garantías fundamentales.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y RESPETO A LOS SERES HUMANOS.[10]
Seguidamente, tomaremos prestado la expresión de Eusebio Fernández García, quien un una magistral conferencia en la Universidad de Madrid, abordada este tema. Y el mismo expresó que: "El contenido de mi exposición va a consistir en el intento de reivindicar, hasta el máximo de lo que me permita la solidez de mis argumentación, dos valores imprescindibles en una sociedad decente y abierta o libre (en el sentido que K. Popper desarrolló en su obra La sociedad abierta y sus enemigos): el respeto a los seres humanos y la libre expresión de pensamientos, convicciones y formas de vida.
Dos valores morales, no se debe olvidar, que ya forman parte del sistema jurídico de las Constituciones de los países de tradición liberal democrática. No solamente forman parte, sino que ocupan un lugar sobresaliente y son el fundamento de toda una gama de derechos humanos fundamentales. No otra cosa dispone el artículo 10 de la Constitución Española, en su primer apartado, al señalar que, «La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social».
Me apresuro a indicar, ya desde el comienzo, que por respeto a los seres humanos voy a entender siempre, y básicamente, la respuesta natural al reconocimiento de que todos y cada uno de los seres humanos tienen un valor o dignidad.
Por supuesto que Peter Singer y sus seguidores, los más y menos fieles como corresponde a todas esas cofradías a las que nos tiene acostumbrado el mundo académico (no me refiero a las mafias universitarias, sino a los escuadrones de ecologistas, analíticos, interculturalistas, diferencistas y generistas, a la vez que algunas ongs, por poner algunos ejemplos…), podrían objetarme con razón que la dignidad y el respeto no son valores que deban exigirse a los seres humanos en relación con otros seres humanos , sino que deben abarcar a otros seres no humanos (animales no humanos en expresión suya y de su discípula Helga Kuhse, entre otros).
Aún reconociendo las buenas razones esgrimidas por P,. Singer, debo resaltar que siempre que utilizo "dignidad" o "respeto" estoy pensando en seres humanos, incluidos los que él considera que «no son personas en un sentido moral». También he de admitir que cuando me enfrento a cuestiones como las que aquí deseo plantear, mis argumentos teóricos se han subordinado a la defensa de algunos objetivos que tienen que ver con la apología de ciertas convicciones morales extraídas de la tradición cultural humanista e ilustrada y que ello me lleva a contemplar con profunda preocupación y rechazo un buen número de intentos, que bajo la excusa de adaptar la ética y el derecho a la sociedad actual, pretenden una irresponsable "desacralización" de la vida humana o un tratamiento frívolo de cuestiones tan básicas como el sexo, la familia, la vida (aborto) o la muerte (eutanasia) y ello aún en el caso, el mejor de los posibles, de que tenga lugar en una sociedad democrática y con un gobierno y legislativo democráticos.
Mi idea, por tanto, en torno al concepto de dignidad humana es que cada uno de los seres humanos tiene un valor moral especial, que ha de ser reconocido y garantizado por las leyes y que significa, al mismo tiempo, el derecho a tener unos derechos básicos e inviolables.
En cuanto a la libertad de expresión, no es necesario insistir en que debe comprenderse como uno de esos derechos sin los que es imposible pensar en una sociedad liberal y democrática. Tanto por razones históricas como filosóficas representa el triunfo de la tolerancia, la discusión y el pluralismo frente al fanatismo, la imposición de creencias y el absolutismo moral y político. En nuestra Constitución, artículo 20, aparece como los derechos: «A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción», «a la producción y creación literaria, artística, científica y técnica», «A la libertad de cátedra» y «A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión».
Conviene no pasar por alto que el mismo artículo 20, en su apartado 4º,ya se adelantó a los inevitables y normales acontecimientos, en relación con la colisión entre el derecho a la libertad de expresión y otros derechos constitucionales, prescribiendo la siguiente solución, con frecuencia no tenida en consideración: «Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia».
Finalmente, por lo que afecta a esta presentación, una referencia a la metodología aquí utilizada. El tratamiento que se presupone es el propio de una argumentación moral, pero pensada para su aplicación al mundo y al ámbito jurídico. Es un buen ejemplo de esa serie de problemas que se encuentran en ese terreno común, pero no excluyente, a la Ética y al Derecho.
Por eso el Derecho de una sociedad libre, al mismo tiempo que incorpora algunas opciones morales, sirve para poner límites a otras. La disciplina académica, inventada desde hace siglos para tratar este tipo de problemas se llama Filosofía del Derecho. Sea cual sea la extensión y amplitud que deseemos dar al contenido de la Filosofía del Derecho, parece bastante claro que la creación y funcionamiento del Derecho en una sociedad dan lugar a la existencia de problemas filosóficos en torno al Derecho, y la Constitución no es una excepción a este fenómeno. 3. Las cuestiones relativas al alcance de la libertad de expresión y su colisión con otros derechos constitucionales y con ciertos valores morales (tanto de la moralidad crítica, como de la moral social, en el sentido que indicó H.L.A. Hart) son, sin duda, cuestiones filosófico jurídicas de gran importancia y complejidad, que han de ser debatidas por los profesionales en los ámbitos académicos y en los medios de comunicación, pero cuyo interés afecta a todos los ciudadanos.
Decía, unas líneas antes, que el reconocimiento del valor o la dignidad de los seres humanos exigen que éstos sean tratados con respeto. Este respeto significa en las sociedades libres la aceptación del hecho de que tener o tomar a alguien como ser humano significa asignarle un número de derechos básicos que definen una vida digna. Pero también ese respeto, sin cuya realización los seres humanos vivirán por debajo de lo soportable, es fuente de otro buen número de deberes morales y jurídicos cuyo cumplimiento exige tanto omisiones (deberes negativos) como acciones (deberes positivos).
En las actuales sociedades donde se ha hecho realidad el Estado de bienestar social (en nuestra Constitución art. 1.1: Estado social y democrático de Derecho) nos hemos ido acostumbrando a vivir con una serie de derechos (más o menos garantizados), promesas (más o menos cumplidas), deberes (soportados con mayor o menor resignación, aunque también asumidos libremente) y una serie de prestaciones destinadas a ser satisfechas por los Estados, aunque recortadas, o en el intento de ser recortadas, en los últimos años.
No está muy desencaminado quien piense que el buen funcionamiento del Estado social y democrático de Derecho representaría el haber tomado en serio, tanto la sociedad como el Estado, ese respeto a que nos conduce el reconocimiento de la igual dignidad de los seres humanos. Sin embargo la realidad es muy otra y está llena de patologías o fenómenos desintegradores.
Aquí ni voy a plantear hipótesis que tengan que ver con esa realidad, a todas luces incómoda, ni voy a analizar una lista completa de esos fenómenos. Simplemente me voy a referir a dos de ellos, disculpándome previamente del riesgo de dejar muchas cosas importantes al margen.
El primero no tiene que ver directamente con el problema o los problemas que deseo plantear, y que están contemplados en el segundo fenómeno, pero son el reflejo de una actitud que, si se extiende mucho, puede aumentar la gravedad de las patologías allí consideradas. Es más, una respuesta ciudadana, activa y comprometida, puede conducir a la búsqueda de soluciones para ellas. Se trata del fenómeno de la burocratización de las sociedades del Estado de bienestar social y la creación de ciudadanos dóciles, sometidos y manipulados.
Junto al hecho positivo de ciudadanos que cuentan con más derechos y libertades, sin la tragedia de la incertidumbre y con bienestar asegurado (estoy hablando de las sociedades desarrolladas, aunque siempre habría que tener en cuenta las diferencias en la distribución de ese bienestar y los marginados o excluidos de él) se ha creado y reafirmado un tipo de ciudadano pasivo, en apariencia satisfecho, poco comprometido, sin iniciativas de interés, consumista inmoderado y nada responsable, para quien el esfuerzo por progresar moral y materialmente ha sido sustituido por el éxito inmediato y pasajero.
No tendría mucho sentido insistir en esta poco optimista fotografía, si no fuera porque todo ello afecta muy negativamente al respeto hacia los demás y hacia uno mismo. Cuando la solidaridad ha pasado de ser una virtud moral personal dirigida hacia los otros, a convertirse en un objeto y contenido de políticas públicas despersonalizadas, cuya ejecución las convierte en algo impuesto, actuando en contra de la voluntad de los supuestos solidarios a la fuerza, no debe sorprendernos que ellos conlleve a la pérdida también del respeto.
Richard Sennett, en un reciente libro, cuyo título es El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad, ha estudiado este tipo de sociedades con sistemas de protección social, pero sin respeto ni reconocimiento de los demás. Valga la cita de este texto: «La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insulto directo, puede adoptar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento, simplemente no se la ve como un ser humano integral cuya presencia importa.
Cuando la sociedad trata de esta manera a las masas y sólo destaca a un pequeño número de individuos como objeto de reconocimiento, la consecuencia es la escasez de respeto, como si no hubiera suficiente cantidad de esta preciosa sustancia para todos. Al igual que muchas hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del alimento, el respeto no cuesta nada».
Espero que se vea la relación entre este fenómeno social y cultural de escasez de respeto, aunque con derechos derivados del supuesto reconocimiento de la dignidad humana, con los tres casos que ahora mencionaré, y que más tarde trataré de manera sucinta. Se trata de dos situaciones derivadas de un ejercicio irrespetuoso con la libertad de expresión (aunque llevadas a cabo al amparo de sus garantías constitucionales) y de una tercera que, bajo la excusa de que existen ciertos secretos de Estado que salvaguardan nuestra seguridad y nuestros derechos, actúa como un caso normal de censura o de recorte al derecho a la información.
Los casos son, pues, los siguientes: En primer lugar la falta de respeto hacia la dignidad de la persona y la libertad de expresión que representan ciertos programas de televisión (sobre todo) enmarcados en el género de la tele-realidad, programas "basura" en los que se juega fundamentalmente con una marcada tendencia al exhibicionismo de sus actores. Cabe aquí la pregunta de si esa falta de respeto y de auto-respeto hacia la dignidad de las personas que actúan en esos programas es una razón sólida para poner en duda que se trata de situaciones amparadas por la libertad de expresión.
En segundo lugar, se encontraría el atentado al respeto a la dignidad que se llevaría a cabo en aquellas situaciones en las que al amparo de la libertad de expresión se produce un fuerte ataque al derecho al honor, a la intimidad o a la propia imagen.
En este caso creo que, además de enfrentarnos a un asunto de colisión en el ejercicio de derechos fundamentales, entran en juego problemas que tienen que ver con la prioridad o superioridad de ciertos valores morales, tema sobre el que siempre es oportuno definirse, ya que el desarrollo, al tiempo y armónicamente, de todos los valores morales que consideramos personal y socialmente importantes es infrecuente.
El tercer caso, como ya se ha adelantado unas líneas más arriba, consiste en la limitación, en nombre de la seguridad del Estado, del derecho a la información, a la vez que una clara colisión entre la exigencia de transparencia democrática y la necesidad de informaciones que han de permanecer secretas.
Dado que un desarrollo de cada uno de estos casos exigiría un tiempo muy por encima del asignado a una conferencia o de la extensión de un artículo, he considerado que lo más adecuado es exponer a modo de sumario, una serie de "tomas de postura" que podrían ayudar a enfrentarse a esas situaciones, sin doblegarse al pesimismo, a la conformidad interesada o al cómodo cinismo. En ningún caso pienso que siguiendo esa toma de postura se pueda llegar a las soluciones definitivas, más bien creo que pueden ayudar a encauzar un debate que no se puede hacer esperar más tiempo.
1.- LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN CUENTA CON "GRANDEZAS" QUE LA HACEN IMPRESCINDIBLE EN UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA.
La libertad de expresión contribuye a conformar una sociedad informada, presupuesto de toda buena decisión que ha de ser tomada por los ciudadanos libres en una sociedad democrática. El derecho a informar y a ser informados se convierte en el pilar de una sociedad abierta, de una sociedad cuyos ciudadanos han alcanzado la mayoría de edad, aquella que le sirvió a Kant para responder a la pregunta "¿Qué es la Ilustración?".
En la tesis doctoral, posteriormente libro, de Javier Ansuátegui, sobre los orígenes doctrinales de la libertad de expresión5 podemos contemplar los obstáculos, avatares y pasos que históricamente desembocaron en la libertad de expresión y como este derecho se fue convirtiendo en una pieza fundamental de una sociedad libre y deliberante, tanto desde su dimensión de libertad negativa como de libertad positiva. No resulta extraño que la libre expresión del pensamiento apareciera claramente definida en el ámbito del pensamiento de la Ilustración.
2.- Sin embargo, también en las sociedades contemporáneas la libertad de expresión convive con sus miserias. Los medios de comunicación no solamente informan o reflejan, más o menos pasivamente, con mayor o menor objetividad, la realidad social. También la construyen, a la sombra de la libertad de expresión. Ahí radican parte de las miserias, cuando se utiliza la libertad de expresión de manera irresponsable, engañosa o sectaria. Cuando Modesto Saavedra ha señalado que «Los enemigos típicos de la libertad de expresión son la censura, el monopolio y el mercado» está apuntando a realidades hoy tan cotidianas como la supeditación de la información al mercado y a la denominada tiranía de la audiencia, las injerencias del poder social, económico y político en los medios de comunicación, el papel de la publicidad o el corporativismo de la profesión.
Cuando los medios de comunicación caen en esas nada infrecuentes miserias pierden las irremplazables funciones de consolidar el sistema democrático, fomentar una cultura pluralista o controlar la corrupción y el abuso de poder.
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