Pedazo de ciudad que veo desde el aire/ pedazo de smog pudiente. La realidad es caja de sorpresas. Voy a romper cristal doble que me separa de Amsterdam casi neutra, no subjetiva. Le invento una historia a su primer hombre. No veré Amsterdam más que en el rostro de ese hombre que sereno va alejando su razón de enemistarse. Yo te invento de piedra y creo desigual polifonía. Busco la naranja mecánica en el pulso, lo que dicen de tu país con celo/ con rabia. Vago y tu dolor es el mío. Bebo y me sumo al falso candor del turismo. La realidad es caja de sorpresas. Pienso en la isla, la dejo atrás, pero la cargo en la espalda y no lo supe. Es como mi madre siempre conmigo, aunque repita: pedazo de tierra que veo desde el aire/ pedazo de ciudad pudiente. Calculen la fijación y luego digan el frío en Holanda es similar a este calor. Admítanlo. Nadie preguntará por qué Ensor y mi mujer se citaron en este aeropuerto. La realidad es caja de sorpresas. Las luces aquí son amarillas, su amarillo es hepático y me descubren del brazo de Ensor. A mí del brazo magenta de Ensor en los muros / las estaciones / las calcomanías. Ya no llamas a deshoras desde el último bombardeo. Era una inmensidad el aeropuerto que me desciende al smog cayendo en redondo. La realidad lo dice/ la memoria siempre deja recados antes
de pasar el túnel y escuchar tu nombre en los altavoces los silbidos y los autos blancos casi épicos y la isla esfumándose los primeros días en ciudad pudiente/
ahumada. Yo no engaño. Me quedo viendo pedazo mundial desde el aire, jugando a seguir, a cortar cordón umbilical con los filos del te negro. La realidad me devuelve y es caja de sorpresas. Yo no engaño.
IV
on my mind (telegramas)
por giorgiaprevisto el bisiesto tránsito del año sobre mi pasaporte después de pretérita angustia no sabré resguardarte de otras fieras lamiendo tu herida giorgia on my mind no soy uno que tenga valor / en la reescritura podría intentarlo mientras oigo llover / tormenta plena bajo plenos edificios en la cristalería al norte nos revelan cómo fuimos tantas tardes gozo entre bolero y cumbia qué ardor vodka en la lengua clausurado el cielo de Brujas horizontal / no tendré valor (y lo dije) para subir escalerilla viéndote llorar al pie tú me entiendes no es mi fauna vendiéndose con arrepentimiento / no lo consigo y cómo te dejo giorgia mía sin levantar el pincelápiz / noviembre podrá unirnos si james ensor si pezzoli pero qué viaje europeo on my mind / trasnochado blando en martinair a toda costa tú crees va a ser posible pero cuándo ¿en la música giorgia en la música?
V
donde me testimonio y digo las margaritas de hierro son la memoria de la guerra
Las flores de la guerra son de hierro. Hombre que fui levanta parapetos sobre dolor ajeno/ descubre en los balcones ademanes invitando. Pasaron por mi calle / anunciaron guerra. Había alegría en los rostros. La vida sigue su anillo de vida sigue su curso sigue su odio. La próxima vez me lanzo contra esas flores que me ríen la guerra como un viaje. Pasaron de casa en casa desesperando. Mi gato lame su herida humana porque vendrán noches gloriosas / las flores de hierro sangran su memoria doble. La lengua de los muertos es la lengua de la orografía y convocan / ovillan el inicio de las batallas. Tiene un precio armarse. Tiene un dolor que inunda, que abusa forzosamente. Escojo un sitio de paz un temblor para mis hijos pero la guerra pone hormigas a caminar en mi cabeza y veo al guardagujas gritando fuego en su buhardilla. Este manuscrito me enseña a cabalgar el miedo diciendo país de pólvora a corear la edad en el envés de la bandera. Eramos doce mi razón y yo y este abismo que se cruza en Yéper con el olor de la cerveza. Negaron/ arrasaron la ciudad pero dormíamos pero volábamos un aeroplano un esqueleto un bombardero azul como el humo de la guerra en estos páramos. No tengo que perdonarlos quién perdona este cerco de mar mordiéndose la cola a ver si estalla en la mano como Dios manda. Cómo apago ahora ese dolor ajeno ese temblor de patria sobre la mesa de luz.
VImolinos
siento que nos hablan molinos en la ruta a Flandes
nos hemos detenido y otra vez como manchas molinos en la ruta a Flandes / ventosas reduciendo su olor a tocador pero en el viaje se impregna en la camisa lo absoluto de tal descubrimiento
esos molinos en otoño reposan
¿alguna noche dejamos de pedir asados evocando esos paisajes con torres / aspas / olores y en el cuarzo la distancia igual a seis horas?
el otoño allá no se fija como se fijan molinos en el mantel a cuadros
yo les mando aspas a vuelta de correos es muy simple mi amor aspas postales del Muro de Berlín la gente sonríe se agita y no vuelve detiene su paso toma fotografías no son comunes las aspas molinos en noviembre / qué tienen de diferente qué saben sobre ti
la realidad / fragmentos en la estructura de las aspas y no en óleos de James Ensor
mirando esos molinos
mirándome dormitar con hambre a cabeza despejada toma aire mi amor y bebamos vodka mirando esos molinos que desahogadamente pasan
no es el otoño / no estuvo mal
sino Dios
vino a ponerme triste a decir cuídense con especial esmero
cerveza suicidio es cuanto vemos
algo tiende a crecer lejos del país pero cómo salir ileso mirando esos molinos /
mirándome
VII
La isla tiene su fonética.
Maldice la fonética de la isla que se convulsa, maldice sus abismos. Aprovecha los kilómetros cuadrados de la Europa que conoces, la cifrada parcela mirando nordeste como postales. Allá en la isla vi unos cuadros, imitaciones de Chagall en las vinagreras. Después buscaba en los semanarios algunas noticias.
Estos viajes se hacen en silencio.
Pero son agónicos los retornos, sabes que no te espera nadie. En el mejor de los casos el vecino te reprocha, la mujer del herrero quema por insalubres los cuchillos de madera y te lanza a la cara su concavidad de ron. Sientes la ausencia de un tono sepia en el mapa de la isla. Sientes vencidos los plazos que fija el pasaporte.
El silencio del viaje tiene su fonética.
Estos trances tienen su papelería.
Viajo para encontrar la isla en cualquier lugar, incluso en las ciudades que ya no agreden su antigua respiración de isla. Quienes reinventan la parábola del ahorcado, entonan himnos de rara perdurabilidad. De ese coro escapo diciendo cáliz. Mi ciudad se va conmigo, anda conmigo reconstruyéndose, abriéndose plazas adoquinadas, reconstruyéndose.
Mis tropicales días están contados.
Créanme que soy feliz sabiéndolo.
Yo no uso sombreros para no llevar la isla en la cabeza. Bailo descalzo estos danzones/ anulo mi verdad impura. Tengo la imperfección de bailar danzones en los velatorios, pero soy feliz pensándome. Juro que moría de risa en Amberes al pie de un tríptico de Rubens imaginando que en la isla ya no hay chocolateras (mis amigos estaban lejos, pero tú, Rubens, te ponías serio vestido de oro). También la fonética esquiva del chocolate has de maldecir.
Maldita la esquiva fonética del enemigo que me resta los sabores.
Falta sumarle un compás a la noche insular. Le falta vino a esta fiesta. Escribe con áloe la palabra azúcar y tendrás la memoria del viaje. Yo lo digo siempre que leo a Casal: me atrevo a definir la isla poniendo azúcar en el cenicero.
toda palabra escrita sea parte de mí
he visto. fui feliz sin abstenerme sin evasiones. todo cuanto sufro no lo aprendí en esta vidamiseria. anduve. ando. vine de la muerte que es como gramo de polvo sobre el asfalto. ya está dicho: algo roe las entrañas del país. las trazas del odio ya no suman. en noches de tos y salmos soy parte del desfile antiguo. vidainútil. he visto. una palabra no dicha está flotando. está en el aire. está en las aguas. va a estallar como torpedo como granada en mano. la línea diurna destaca el añejo dolor. si una sombra duele ¿será mi sombra?
toda palabra escrita sea parte de mí
como silencio que recorre el terraplén de polvo
esa lengua de olor contaminada
cualquier todo escrito: lina y su noche espléndida, césar y el rumor de ciudades sitiadas, josé mario y surcos de tierra en rodillas que sangran
quiénes frenan la rabia cobijada en el párpado y la raíz. vidamuerte. en esto que va a la deriva yo creí. ahora la casa de mi fe está cercada por lobos tumbada en la manigua. el sitio donde ahogar los cadáveres de mi guerra.
soñé una isla de amparo y desnudez. al despertar hallé el manicomio en sordina de otros cuerpos danzando.
los he visto. tú lo has dicho.
algo como la noche está cayendo.
cerré a la realidad las puertas de la dicha
la sangre comienza a ser lodo
no hagamos más difícil esto de una pared y otra pared
la raíz del hielo está creciendo como isla a la deriva
hacia ningún lugar de la tierra llamado paraíso
defunciones
rupturas
viajes
si no siento que me llaman cómo les rompo la máquina de odios
los trenes de espuma y óleo surcan ahora el miedo a morir
lo que se deja en herencia no simula altares
vagas noches
el cepo de dios
la isla enferma
mis puntos cardinales de lo precario
se oye el aleteo de ave migratoria
las dosis de amar que el tiempo resta.
Para Guillermo Vidal y Jorge Luis Hernández
JAVIER MARIMÓN
(Matanzas, 1975). Poeta y dramaturgo.
Obra poética: La muerte de Eleanor (1998), Formas de llamar desde los pinos(2002), Himnos urbanos (2002).
GENERACIÓN ESPONTÁNEA
1913. Joyce escribe Giacomo Joyce
el mismo año de la muerte de Saussure.
Alzo la vista y aquí estamos, la caterva de autistas y yo
camino al homenaje en zona de aeropuerto.
¿Es que puede homenajearse a una caja?
Pequeña, que trae
el reloj despertador llamado Joyce en la cajita que dice: Frágil,
y el casette (Saussure) con la canción que dice: Fragile.
Una sutileza diferenciadora bajo la cual se agazapan
las moscas de la generación espontánea.
Aceleradas en el deseo de pensamiento, crean
un oscuro cortejo por donde atravesamos los autistas y yo;
alfombras de transitorios reyes de las Estrictas Gramáticas Cumplidas.
Simetría, Simetría; festejamos los homenajeantes.
Entre franjas de datos descubro:
1892. La madre de Joyce muere siendo este un niño
El mismo año de la muerte de la madre de Saussure.
En el ambiente de su cama el niño Joyce sacrificado,
bajo un dominio espasmódico de moscas espontáneas.
Y ahora a mí me presienten, ven que comprendo; me acosan,
me piden el dedo índice para ellas.
Tengo que disfrutarlo todavía: señalo, señalo, señalo,
objetos dondequiera, transidos por el halo de la relación.
Señalo el camino de la playa.
Despertar entero el cúmulo relacionante.
¿Poner o no el reloj que han enviado, para despertar?
Aprovechando los trillos de la metáfora,
las moscas de la generación espontánea se propagan
por esa relación,
y por la materia de las subcajitas que contienen al reloj y al casette.
Y en el espacio sobrante del casette, que es una canción sola;
sinfonías de moscas allí dentro ejecutan.
Y debajo de la uña de irrealidad.
Oh, es fácil con el dedo, obtener relaciones sin nada que ofrecer.
Veo al salvavidas señalar con ese dedo índice a mí negado.
En el ámbito de mi dedo amputado las moscas de la generación espontánea
rellenan, abarcan el aspecto real.
Agárralo! Los sentidos simultáneos agazapados allí, ampliando en
elasticidades nuevas franjas de datos, luchas internas entre los datos significativos. Dialéctica!
Un joven fránces, un Saussure, con sonrisa masticada: Dialéctica!
Saussure definiéndose hacia fuera, emerge ahora rey del dato significativo;
(i) como nosotros: reyes transitorios de las Estrictas Gramáticas cumplidas (frágil-fragile).
Saussure, ¡Gramático!
(tenido eso como dato significativo).
O bien (ii): Oh, oh, y: francés, es Saussure quien dice: fragile, que es francés
(tenido eso como dato significativo).
Oh, inconcebible belleza de la simetría relacionando;
debo sin dudar entregarles mi dedo al hato de moscas.
¡Qué bien entonces haber llamado al casette (de fragile): Saussure!
El joven Saussure incontinuado y yo,
Dos sacrificios en vida para el bulto negro de lo pensante.
Incontinuado: las moscas atacan sobre las nuevas relaciones, englobando,
disolviendo ahora la figura de Saussure- regente (i y ii) hacia Saussure- regido.
Dialéctica!
DISCURSO DEL DEDO AUSENTE
¿El pie que se adelanta deseoso de jugar con la niña
significa violación?
Ojillos saltones de las moscas reconocen,
no hay pensamiento que no se infiltre bajo esas estructuras.
Ausencia paulatina de un complejo de pensamientos en una sola dirección:
escrutan en el pie teórico que significa violar.
Escrutan en el pie abstracto que dice: jugar.
Pero no se deciden por ninguno,
su tarea es ese estado intermedio, de volar insistentes,
de dudar sobre el valor de esos elementos en relación,
de escrutar.
No, no hablo de un ridículo compuesto moral,
ellas remontan esos símbolos:
mi no dedo no es para ellas una garantía,
o el deseo inconfesado de violación;
Ocurre la recuperación del aspecto pensar desde otro inicio, un estímulo
en la práctica de las relaciones: kiozaku, tras lo cual
el espíritu se incorpora otra vez frente al muro,
pero sin obtener trascendencia: un cambio de elementos regidores,
un manchón de pensamiento en leves franjas acotejadas,
sin que sobresalgan unas sobre otras; sólo eso.
Un noble sacrificio; pasto de sus insatisfechas ventosas musculares.
Sobre el dedo abandonado en el paisaje
luchan las moscas de la generación espontánea.
No se han cansado aún. Rodean, instigan, siguen.
Habrá que agotar todas las deyecciones del pensamiento
y toda la materia relacionable,
para poder agotarlas también a ellas.
Y nada aún se ha preparado para eso.
CASI
Cuando la cabeza se sumerge y pregunta al casco océano:
¿tardaré en salir? Y: ¿cuánto tardaré?,
lo pesado empuja de adentro hacia fuera,
más no demasiado, sino una idea (liviana) de eso.
Como para dudarlo, pero dudar también si empuja.
Tampoco demasiado al sacar la cabeza,
al menos las olas nos lanzan separándonos por más de diez metros.
Cómo entusiasma ver el espacio aparecer y desaparecer entre nosotros,
grandes magnitudes que no nos atrevemos a soportar fuera del agua:
en la arena, cuando me alejo unos pasos mi medio dálmata reclama:
¿adónde irá?
Lo pesado hacia fuera; hago algo con las huellas, sin entusiasmo,
No intento decir que no sobre eso.
De algún modo debo pagar la situación: el peso del cuerpo fuera del agua.
En el dedo índice del salvavidas, un inconfesado pedacito de carne sobrante,
sobre todo cuando se curva el dedo, reposando agachado;
una acumulación en un ángulo de grasa.
El dedo regaña y luego se repliega avergonzado
zambulléndose en el mundo sin leyes.
Y cuando los muslos tropiezan entre sí al andar
hay un mundo blanco cerrado al pensamiento;
como en verdad no hay túnel u otra cosa que conduzca entre nuestras vidas.
El medio dálmata: Se puede ser flaco y estar incomunicado, igualmente.
Bueno, tal vez. Pero hay en la grasa
casi una condición metafísica, una dirección del espíritu.
Algo de los perdedores que me agrada; representados como una entidad gorda,
sobre ese deseo de incomunicación.
Pero,
el dedo del salvavidas se alza de nuevo, ágilmente.
Ese intervalo de actividad es llamado:
una conducta peligrosa para el tema de los análisis,
pues me sumerge en la condición contradictoria
del símbolo: dedo grasiento (agachado)- dedo voluntarioso (erguido).
Como en la noción de lo pesado (grueso) centellean los gérmenes
de su propia perfección (levedad) introspectiva,
asimismo el dedo flaco y voluntarioso indica la no entrada
al liviano(flaco) océano.
A esta actividad antitética también se le ha llamado: actitud invisible.
El medio dálmata: Un sofisma: el dedo doblado, grasiento
no prohíbe el liviano océano,
luego se prohíbe a sí mismo en la grasa (el cuerpo pesado de la arena).
Es así que entro, con la cabeza sumergida.
Ojos de la nuca siguen al medio dálmata en la orilla: la imagen soñada.
Dedo del salvavidas, dame, dame un ángulo de 45 grados.
Gérmenes de lo pesado allí, inquieren sobre el no dedo.
Quiero ese instante donde lo pesado y lo liviano coinciden.
Ese rapto de amputación del dedo, ese rapto de ahogo donde aún pese
la memoria de la carne del dedo, el pulmón nadador.
Rayos X del océano, devuélvanme esa misma imagen de mí
en esa fracción al límite.
Tanto alboroto por una metáfora insatisfecha, dirías.
No dependería de eso, si tuviera el tiempo de algo más.
Casi, casi, respira el paisaje.
Sí, en el punto de: El Falso Ahogado.
Como un ángel anunciador de las representaciones casi al límite,
sale mi dedo regenerado del océano,
y una imagen amarrada a su espalda dactilar:
la huella del sangrante casi.
De nuevo, como grupo,
multitudes de casis en el océano que brama.
EL PROYECTIL VIVIENTE
No estoy más tras la búsqueda de precisión.
No lo está el chamán, o el halcón analfabeto.
De ellos pueden decir los pinos:
se ha posado en aquel y no en el otro;
técnicamente se podría requerir. Pero,
por la precisión demostrada entre ellos dos es que lo digo:
cuatro ojos cazando el pino rezongón.
No seas cruel, no deberías eso protestar,
ahora servirás para silla en el claro del bosque interpretado.
Mi medio dálmata (mi sacrificio al shamán y al halcón) y yo,
sentados en la silla de pino:
Sí, muéstrenme el dharma.
Aún en ese orden transmitido: el que antecede al que sucede.
No importa. No aspiro al mejor de los casos:
la transmisión del dharma desde el futurama,
un proyectil viviente en tiempo retroactivo.
El shamán: De faltar el mejor de los casos apenas se notaría,
pero sin atreverme tampoco a llamar a esa ausencia: el mejor de los casos.
El shamán inutiliza mis piernas;
uso para apoyarme la silla de pino rezongón.
FIGURA DE ESO SEGÚN EL SHAMÁN
Caminas tras la búsqueda del dharma
y una parte de ti está castigada por la precisión,
pero no todo el sistema.
Como cuando se describe:
la precisión del shamán y el halcón en castigar la precisión del pino,
no es castigada su precisión intro, pues los golpes recaen en la zona externa
como parte de la acción misma.
La parte restante es la que debe encontrar un reflejo,
zafarse de la decisión (precisa) de pretender el dharma,
la obtención de dharma obturando el mecanismo desde las acciones
de otros seres castigados.
Parado tras la figura puntual, tras la marioneta que inquiere la precisión del falso dharma,
chupando su espíritu, ahuyentas tu voluntad.
El medio dálmata y yo recobramos las cabezas del shamán y el halcón analfabeto.
El resto ha sido devorado por los cangrejos placebo.
Cabeza de shamán: El medio dálmata es la idea emancipada del proyectil viviente,
tu marioneta, una figura semejante.
Podemos llamar a eso: la transmisión del dharma desde tu contemporáneo:
el dálmata incompleto, es decir: el dalma.
Cabeza de halcón analfabeto: Es de este modo contemporáneo, el mejor de los casos.
Cabeza de shamán: Precisión al decir: el mejor de los casos. Hemos sido castigados.
Coro de cangrejos: Somos los cangrejos endiosados, buscamos erres para comer,
venidos desde el futuro en el proyectil viviente, castigamos en el tiempo pasado
el error del shamán y del halcón, el dharma transmitiendo.
Cangrejo (Hypocrités): Entierra al medio dálmata, su parte ausente,
una simulación de las patas traseras en el underground desestimado.
Obedezco. Los cangrejos, rebuscando debajo, mueren del hambre por ausencia.
Busco el dharma en la muerte del cangrejo hypocrités.
Sobre el sistema herido flota la ResuRRecta R,
Parte en dos la armazón del enterrado dalma.
Oh, el dharma, el dharma, venido hasta mí en el espíritu
del grupo de cangrejos muertos,
venidos a su vez de la muerte sacrificada del shamán y el halcón;
todos me ofrecen un tiempo para la precisión.
El tiempo del mejor de los casos.
Fisuras nerviosas de la R, puedo verlas,
las bruscas intersecciones entre los tiempos de el mejor de los casos.
Viajando desde el tiempo futuro al tiempo pasado; ya lo sabía,
es por eso que entregué al medio dálmata como sacrificio al shamán y al halcón,
una traslación en mi propio cuerpo de la imagen del dharma antecedida.
Es por eso que llamé a ese tiempo: el mejor de los casos.
Y es por esa precisión que he sido castigado,
pues es en esto que advierto al shamán aún más adelantado al romperme las piernas
para que la figura mutilada del dalma tenga valor en mí.
Y el sacrificio del pino rezongón, todavía en un tiempo hacia atrás,
creando figura tras figura de amenaza y castigo.
Veo inutilizarse el dharma en la máquina del compuesto de ideas.
Todo recomienza, todo
lo que comprende esa materia en movimiento
se desprende del organismo formal de pensamiento
como una dislocación hacia el resultado puro;
en ella están los atributos del dharma rectificándose
desde el futuro hacia el pasado.
Todos los organismos involucrados, ebullendo, pendientes:
El halcón vuela hacia el otro pino, como en pos de otra muerte predestinada;
Mi estructura resbala en las simas que acallan los repiques del proyectil viviente.
EL MUNDO GRAM ALGO ROM
La ciudadela importante del mundo Gram, algo rom estaba situado allí.
Y en Gram estaba Negroponte Boutros Ghali
La interna buena pelea de Negroponte Boutros Ghali, sólo era cuestión de tiempo.
Postas colocaba Negroponte, vigilaba rom.
No podía zafarse el rom.
Pero el esperaba que, con un poco de esfuerzo, podría torcerse "eso".
Aunque perdiera la mayor parte, el esfuerzo de consejeros.
Iban, iba Luis Colosio, con sus buenos valores iba,
le gritó a Negroponte desde la posta, dijo:
No debe sesionar un ingeniero inglés en una cumbre centroafricana.
No debe Peter Joel la Roteiro cabecear en su ámbito de dirigencia.
No hay que ser cartagineses para racionar a Martí.
Usualmente los años de la bella lana terminan,
la materia de la cristalería (artículo objetivo),
o los vestíbulos de novedades.
Así que vamos a dejar las postas, lo rom está en el mundo Gram.
A Negroponte le hizo chin su segunda esposa:
Seguro ese Luis Colosio otro usa y ha aportado otro, dijo, pero,
y dijo:
razón tiene en que no hay nada qué hacer con rom.
Predomina lo rom todavía.
Dejamos el camino a un lado,
alrededor de cañaverales quemados, las postas de vigilancia vacías, echando hacia fuera.
Hacemos un alto en nuestra marcha, entramos a la posta.
Atendemos un rato, nos esforzamos.
Las palmas, el camino caliente, algo nos dicen desde nuestra posición,
algo poco rom, que se hincha y quita el resuello.
Saludamos, antes de seguir la marcha rom.
MORIRÉ EN NUEVE IDIOMAS DE CANTABRIA
Dos divisas:
1- Y reírse directo o reírse de…
2- Y abolir este y abolir aún el de…
Mi juicio antes de morir dijo: Las divisas son idénticas.
O bien: se asemejan su vías en algunos aspectos.
Metemos el azar por la abertura de nuestro intelecto,
metemos cosas en ese rincón de relación;
esa escena fue tan fea: entre 4 a socorrer,
¿por qué cosa no socorriste lo que era y dejaste lo que no era?
Nunca tuvo el día intención de semana,
Piraron varios cuando pensaron que si tendría.
Pero ya ven, ahora están por error en casa de lo que no era.
Poseo un juicio seguro de sí, un juicio sin peluca colorada.
Nada de eso puede contra él, no todos los esfuerzos fabriles para automatizarlo;
aún estando a punto de morir, en presencia de dos divisas similares,
él no dejará de enunciarlo.
Esos bienes poseo, poseo una idea de eso,
me falta contraer una idea de Martí, y aprender algunas lenguas
para enunciar las virtudes de mi juicio de un modo más universal.
No hace falta ya, voy a morir en nueve idiomas de Cantabria;
eso representa bueno,
parecía algún contratiempo, además, quería ser más, quería que él lo fuera más,
pero: ¡Nueve idiomas de Cantabria!
Se obliga a los murientes a morar entre los campesinos de Cantabria: los Ariza Mugrero.
Phoenix, cabeza pequeña de oso, me acompaña en mi viaje con los Ariza Mugrero,
me acompaña la asombrosa estrella número 3.
Gracias algo.
Se realizó en el camino una actividad para condenar la caza del oso.
No era necesario, pero aún teníamos la energía del sólo idioma, la tenía aún Phoenix.
Vimos las esposas vivas, los objetos llenos de precios.
vimos el marco monetización, y los caballos peores,
y las terribles estampidas de iones en la atmósfera.
¡Cómo iba yo al cine!, lo relaciona gustosa la prensa del verano de Cantabria.
Cantabria quiere acostumbrarme a su candidatura.
Con mis pies esos iba al cine,
Los uso ahora para reunirme con los Ariza Mugrero.
Algunos, en esta sensible situación,
enunciamos los objetos de regresar: caballos peores, marco monetización.
Algunos enunciados salen de allí, reconocimientos, descripciones, frases:
ridículo lenguaje para el muriente en nueve idiomas de Cantabria.
Orlando, presenta mi caso porque igual perderé.
Todo lo acapara el Payán Cortés, el vivo de Carolina del Norte, el de un solo idioma.
NEGRO EN ENERO
En la floresta januarina, pensando en su aerolínea
y en la necesidad que tiene un nadador madrileño de nadar,
el espectáculo lastimoso de un negro con una necesidad.
Rehenes de la floresta, el negro y su necesidad, permaneciendo.
Una negra situación,
como blanco debe ser el nadador madrileño que desea nadar.
¡Si se tratase sólo de nadar! También: ¿Por qué negra situación?
El negro evoca con los ojos, a lo lejos, en la floresta:
son Ginés y sus rehenes madrileños blancos,
de la secta de Danone: el nadador absoluto.
Ginés: ¿Qué hubo, negro? Tenemos material par el estudio del racismo.
El negro: Oh, Ginés, no tenías que haberte molestado.
Es para nosotros la negra situación; exclaman los de la secta de Danone.
En la floresta, además, nadar es imposible.
Dijo Ginés: Ingresemos un 1 de un veneno bueno del gobierno, para mejor estudiar la situación.
Blanco veneno; agrega el negro.
Inertes brazos blancos en la floresta nadan el agua no.
Rehenes del veneno, el equipo madrileño de natación en la floresta januarina.
Negro enero, sin aerolínea, sin natación, pero todos con el blanco veneno.
Ginés no decide el estudio, tarda en eso como en un 1, un 11, ya casi 111.
Un grueso nevado de rehenes chorrea (ocupa) como compuesto, visto desde lejos,
la imagen de una sonriente puerca de Miami.
El ingreso desde su mundo al mundo del deseo integrado
cesado rehenes, tengan un rumbo, que nunca bien este.
Mundo nunca común, ¡the falling afternoon!
Anuncia un no hubo, una
aerolínea hacia Madrid: una ciudad exclusión para el negro.
Nada aún, no amenazan, aún, lo que es, viene a ser, al líder de la poesía, o sea, yo.
DIUSMEL MACHADO ESTRADA
(Guáimaro, Camagüey, 1975). Poeta y narrador. Licenciado en Ciencias Farmacéuticas por la Universidad de La Habana.
Obra poética: Casa primera (2001), Libro de Titi y Mamita (2003), Caída del ángel a la gloria (2004), Nuestros amigos del Caroní (2006), Libro de los desterrados (2011).
Todos los ángeles caen
alguna vez. Simplemente
saltan, ignoran el puente.
Todos los ángeles caen,
o del aire se sustraen
liviana, ligeramente.
¿Quién los conduce en el salto?
¿Qué mano suave los guía?
se dice que, todavía,
el hombre es un ángel falto
de fe (quizá, para el vuelo,
para asirme del abismo
y descubrir en sí mismo
la semejanza del cielo).
Esto se dice –un consuelo-:
ahora, no hay nada que asombre
¿Por qué razones, en nombre
de qué lenguas sostenidas,
por sus humanas caídas
se quiere juzgar al hombre?
Comprender es un trabajo
mayor, cómo nos apremia
el tiempo que sólo premia
de la gloria con un tajo.
El mundo, de arriba abajo,
es una sentencia fría:
Para el hombre, la utopía
del ángel es pura nube,
porque todo lo que sube
tiene que bajar, un día
HERMANO
A Maikel
Muchacho tú no eres yo
R. G.
Tú no eres yo, pero existes
En el mismo cuerpo y no
donde sufres. No eres yo,
pero tus ojos son tristes
y profundos… ¿Por qué insistes,
donde el espejo se escombra,
en duplicarme? ¿Quién nombra
mi amor entre tus poderes?
Tú no eres yo… ¿Por qué eres
tan parecido a mi sombra?
EN LOS OJOS DEL ÁGUILA
Chispa de desplegadura es tu corazón: ascenso que quiere tocar lo inmenso con ademanes de hondura. Roberto Manzano
Águila en vuelo tendida, temblor que la noche nombra: tú eres mi sombra, mi sombra como una bestia dormida. Mas, la inefable embestida que teje el tiempo, me apura: y, entonces, me doy altura, pues mi corazón comparte —con el águila que parte— chispa de desplegadura.
Canta, buscando aquel verde, tan demorado lugar: acude, libre, a cantar bajo el ala que se pierde. Y esquiva el árbol que muerde con odio púrpura, intenso: sabe que, desde el comienzo —siempre a ras de un espejismo—, pájaro sobre el abismo es tu corazón: ascenso.
Tú, como altísima rama, abierta al sol que la toca y pone en su muda boca aliento de roja llama. Como músculo que inflama un río de esperma, denso. Como garra que, en suspenso, arranca la carne herida: tú eres la vida, la vida que quiere tocar lo inmenso.
Sálvame, águila mental, en el suceder salvaje que nos adelanta el viaje hacia el disparo final. Burla esa cumbre, el brocal y el sismo de la pavura. Alza tu rauda figura, mide cuán alto está el cielo y haz, en mi sangre, tu vuelo con ademanes de hondura!
ABSTEMIO DE LA GLORIA
A mis distintos padres,
a mis dioses alcohólicos.
No he de probar tus vinos, Ganímedes,
ángel de la divina servidumbre.
Yo no puedo romper con mi costumbre
de maldecir la sed, y tú no puedes
apagar la lujuria de mis sedes
que inauguran las secas estaciones
y anticipan el fuego. ¿No supones
la sombra de temor con que declino
tu irresistible invitación al vino?
Intentaré enunciarte mis razones.
I
Yo no probaré los vinos
del Olimpo, porque todo
lo humano me sabrá a lodo,
y perderé los caminos
que al cielo van ¡Oh destinos
inútiles! Sólo temo
embriagarme a tal extremo
que en mi sueño de gigante
Nade su estaca levante
al ojo de Polifemo.
II
¿Debo ofrecerme a la leve
dulzura de tu ebriedad?
(Conozco la libertad
infinita de quien bebe
tus aguas, yo sé que mueve
su lengua juicios feroces.)
Sé del furor de los dioses
en su demencia final.
Y yo puedo ser mortal:
pero tú no me conoces.
III
Ferozmente arrastrado a las alturas,.
es un dolor saberte, Ganímedes,
arrojado a un destino en que no puedes
saciar tu propia sed. En las oscuras
fiebres cuando me asaltan conjeturas,
comparo tu tristeza con la mía,
peor no elijo nunca tu ambrosía:
yo prefiero sufrirme Prometeo
con el hígado en llamas, y no el reo
que escuchará sentencias en la orgía.
Ganímedes, Ganímedes,
Noble servidor divino,
Venga el agua, venga e vino,
Sirve todo lo que puedes.
No descanses, Ganímedes,
Cuando el tiempo nos apura
su trago de llamas. Cura
Del Olimpo la garganta,
Porque el cielo nos espanta
y esta sed, es la locura
IV
Mira en tu dulce apariencia:
¿qué eres si no, Ganímedes,
un hombre que sólo fue des-
pojado de su impaciencia?
(Perdona que mi elocuencia
vuelva a atizarte las sedes.)
Pero es absurdo, no quedes
en los hilos de mi ciencia
deshecho. Tu penitencia
también esconde sus redes.
Los dioses, en la cólera sin juicio
cansados de rugir, te solicitan
con arpa suplicante (necesitan
abandonarse al círculo del vicio).
Te profesan su fe desde el inicio:
inclinados a ti, por la fragancia
del néctar poseídos –donde escancia
tus lágrimas el tiempo-, en absoluto
sospechan que te rinden el tributo
de los adictos. Los engaña el ansia,
la dura, inconfesable circunstancia
de amarte en la ebriedad que le concedes,
ángelhombre elegido, Ganimedes
sólo que tú, ignorante de este acto.
Y esa es tu gracia, la virtud caída
como laurel sobre tu frente herida:
tú impones a los dioses el camino
que va siempre a tus pies. Tienes el vino,
y ellos la reverencia agradecida.
V
Pero yo no quiero red
ni trucos, virtud ni gracia.
No me conforma la audacia
que estremece la pared
del miedo. Quiero la sed.
La libertad sin clemencia.
No importa la reverencia
olímpica. No el licor
que me somete el amor.
Yo prefiero la abstinencia.
VI
Déjame ya, noble amigo.
Vuelve a tu larga tarea
celestial. Vuelve, no sea
que compartas mi castigo
sin causa. Toma el abrigo
de la eterna juventud.
Disfruta tu esclavitud
inocente, y una vez
que todo pase, a mis pies
vierte un trago. A mi salud.
VII
Yo sufro mis alcoholes en mí mismo.
Estoy ebrio de mí, del trago amargo
que mi sangre fermenta. Sin embargo,
sólo temo en mitad del espejismo
alucinado dar hacia el abismo
un mal paso final.
Sufro esta euforia
donde pierdo la luz y la memoria
Y en mi ebriedad magnífica, contemplo
los furibundos dioses que en mi templo
se reparten las aguas de la gloria.
FRANK CASTELL GONZÁLEZ
(Las Tunas, 1976). Poeta y narrador. Licenciado en Español y Literatura. Obra poética: Oración del suicida (1998), Autorretrato del silencio desde la pupila oscura (1999), El suave ruido de las sombras (2000), Confesiones a la eternidad (2002), Corazón de Barco (2006).
LA DANZA DEL EQUILIBRISTA
Y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.
Miguel Hernández
Saltas desde tu pasado,
simple como el rostro grácil
y comprendes que no es fácil
la salvación. Vas marcado
por un signo profanado
en el oscuro corcel.
Tu infierno es sólo un papel
donde gritas, y la aurora
es el ojo que le implora
al ángel de voz infiel.
No saltes hermano, ya
la lluvia no te responde.
El infinito se esconde
en tus versos. ¿Quién está
danzando mientras se va
su plegaria como un salto?
¿Quién te redime en lo alto?
¿Sobre qué historia el amor
puede borrar el dolor
de morir sobre el asfalto?
No regresas porque sientes
la soledad de tus aguas,
pero lejos de las fraguas
hay un camino sin puentes.
Los mortales van ausentes
al madero y la inocencia
es un país que se agencia
los límites del absurdo.
Es un final menos burdo
donde está Dios.
Tu presencia
puede descubrir el mapa
que llevamos los mendigos.
Puede hacernos enemigos
de la sombra. ¿Quién se escapa
y contempla la solapa
con todo el gris de tu cielo?
¿Quién redime tanto vuelo
de eternidad y miseria?
Tus ojos son la materia
que salvará nuestro anhelo.
Ángel Escobar, un muro
que nos separa de un raro
estigma, del desamparo
donde el pan es inseguro.
Hoy saltas hacia el futuro.
pero no regresarás
porque ese abismo detrás,
abismo sin escalera,
se llama Madre y te espera,
y te vas solo te vas.
CARTA DONDE SE NOMBRA LA SOLEDAD
FRENTE A LA VENTANA DE MARYLIN MONROE
Norma Jean:
Soy el ignoto personaje sin historia que apenas tuvo la gloria desnuda sobre una foto. Yo sólo soy un remoto disparo a la soledad. Llevo dentro una heredad para dibujar la inerte sombra que hilvana mi suerte sin nombre, ni eternidad.
Dejo el azul por la voz del tiempo y su pasarela. Hollywood lanza una esquela para esconderte de Dios. ¿En qué diluvio el adiós vuelve a saltar la cordura? ¿En qué ritual se conjura cada golpe del destino? ¿Cómo encontrar tu camino? ¿Cómo ser la sala oscura?
LA SOLEDAD, LA ORILLA
Yo no estoy bajo la sombra
de la verdad intangible,
sueño de rostro imposible
que desde un salmo me nombra.
El otro yo no me asombra.
La fe nunca traicionó.
Nadie sabe, nadie vio
las huellas de mi locura.
Toda verdad es impura
si la impureza soy yo.
Quiero olvidar el ocaso,
la tempestad, la quimera
porque otro rumbo me espera
en la estrechez de un abrazo.
El tiempo es sólo un pedazo
de nostalgia que perdí.
Música donde esgrimí
la suerte más ilusoria.
Para entender la memoria
a veces voy sobre mí.
A veces me lanzo al río
indócil de una mirada,
pero me pierdo en la nada
como la fe en el vacío.
A veces yo desconfío
de la mano que asumí.
Soy invisible y aquí
me pierdo en el ancho muro
con la razón del futuro
para saber que existí.
No importa ser peregrino
cuando la vida es tan breve.
Ni ser un rastro en la nieve
que nos oculta el destino.
Mi verso no fue molino,
ni Quijote, ni encontró
la eternidad de Rimbaud
o el juicio de algún profeta.
Siempre la mar fue su meta.
El verso en mí naufragó.
LEJOS DE DIOS
Ninguna causa salvaguarda un verso.
A nadie un verso la razón despierta.
Tanta grafomanía desconcierta.
Ninguna causa vale tanto esfuerzo.
R.G.
Por escribir me pierdo de la gloria
porque la gloria no me pertenece.
Sólo concibo el mar que no obedece
y sigue siendo el tiempo y la memoria.
Por añorar la luz, tan ilusoria,
estoy lejos de Dios y el Universo.
Por no vender mi canto soy reverso
de una heredad, de un nombre y un país.
Yo no puedo olvidar la cicatriz.
Ninguna causa salvaguarda un verso.
No quise el horizonte, ni la duda.
Tampoco entristecer mi ignota casa.
Mi madre me enseñó que todo pasa
cuando la suerte se marchó desnuda.
Hoy nadie me bendice, nadie ayuda.
Tal vez la lluvia es una luz incierta
y yo un espantapájaros, la puerta
que lo divide todo sin ser cumbre.
Yo no concibo tanta podredumbre.
A nadie un verso la razón despierta.
Entre premonición y lejanía
asisto a la ebriedad del falso muro,
y me estremezco al ver que hay un conjuro
de frente a mi confusa geografía.
Difícil comprender esta agonía.
No es que el destino sea un alma abierta,
ni una pupila insomne, pero muerta
detrás de los misterios y el milagro.
Ya nada importa, a nada me consagro.
Tanta grafomanía desconcierta.
La calle y su dolor indiferente
me hace mirar la vida con tristeza.
¿Será que el mundo esconde su belleza
para obligarme a ser intransigente?
No es necesario el odio si hay un puente
encima de la fe y el canto adverso.
Pudiera ser divino o ser perverso.
Pudiera estar conforme con la vida.
Aunque al final yo gane la partida
Ninguna causa vale tanto esfuerzo.
JORGE LUIS PEÑA REYES
(Puerto Padre, Las Tunas, 1977). Poeta, narrador, escritor para niños. Licenciado en Educación.
Obra poética: Avisos de bosque adentro (2003), Donde el jején puso el huevo (2004 y 2008), La Corona del Rey (2005), ¿Oíste hablar del miedo? (2007), Las doce migajas (2007), Vuelo crecido (2008), Éxodo para dos mitades (2010).
PREGUNTAS DE WERTHER
Dale las pistolas. Y al muchacho:
Dígale que le deseo buen viaje.
Goethe
¿Quién no tiene un perro oscuro
al dorso de la sonrisa
si desgarró su camisa
al saltar su propio muro?
¿Quién resucita al futuro
de un gesto, cuando el abismo
descarga sobre sí mismo
una sombra insospechable?
¿Quién no se juzga culpable
al borde del cataclismo?
¿Quién no estalla irresoluto
el cielo con un disparo
y promulga el desamparo
en sus adentros? ¿Qué luto
desconoce el absoluto
bullicio de la apariencia?
¿Quién no arranca su inocencia
al conocer de lo eterno
y se disfraza de infierno
hasta volar su existencia?
¿Quién no espera en lo imposible
por sólo amar? ¿Qué letargo
cuando nace no es amargo
como un círculo eludible?
¿Con qué dádiva apacible
confundo mi desaliento
si al morder mi nacimiento
escupo toda la edad?
¿Qué hacer con la eternidad
y todo este sufrimiento?
¿Me la escondo bajo el susto,
la postergo a la vejez?
¿o aguardo la ingravidez
de esta nostalgia? No es justo
que se me empoce este gusto
a caminos. El amparo
me cuelga candente y claro
en la pared como adorno.
El ser está en el retorno[3]
y Lotte no escucha el disparo.
DESBORDAMIENTO PARA SALVARNOS DEL FUEGO
Elegidos, consagrados
para la espuma y el fuego,
construidos con el ruego,
de unicornios profanados
que sobremueren tatuados
en el tiempo con sus peces.
Andar y tener las mieses
dispuestas para la hoz,
tender el ángel sin voz
al cielo y sus redondeces.
Siempre se encuentra un naufragio
en sus propias ataduras, [4]
por eso andamos a oscuras
sobre las aguas. El plagio
como latente contagio
nos enferma la vejez;
cada cual su desnudez
ha de mostrarla distinto
(pues caer es un instinto
pero es distinto el traspiés
A veces el cuerpo pesa
y muchos lanzan al cielo
las hojarascas… (El vuelo
tiene plumas de tristeza)
Caemos como una pieza
pálida y extravagante,
como si un golpe distante
nos hablara de un después…
Hay que elegir el doblez
Hay que elegir. Adelante.[5]
Escogemos este filo
para no ser cara o cruz,
para tener otra luz,
para ser humo y pabilo.
Hoy, muerte, no hay más asilo
que las páginas escuetas
de las manos, más siluetas
que este tiempo que nos nombra.
Hacia tu rumbo hay alfombra
sin espinas ni saetas. [6]
Más que huraños trapecistas
equilibramos la cuerda.
(No hay caída que nos muerda
la suerte de equilibristas)
Tanta sombra desprovista
de cansancio nunca existe,
pero a nosotros asiste
un silencio entumecido.
Es duro ser elegido,
un cuerpo sin sombra es triste. [7]
Nadie notará la ausencia
ahogándonos la mirada.
Es nuestra carne tatuada
de luz de sal de clemencia.
Somos una incongruencia,
una verdad movediza
donde la muerte no pisa
el perdón ni nos absuelve.
Llega pero nos devuelve
otra imagen de ceniza… [8]
que no es eterna ni oscura,
que simplemente es pesada
para volar. La escapada
hacia una tierra madura
es el gesto que perdura,
como una paz desmedida
se arrastra sobre la vida
sin reparar en lo absurdo.
No tropezar es lo burdo,
perfección es la caída[9]
Gravitamos como un signo,
eterna lluvia nefasta
e inconsolable. Desgasta
el amor cuando no es digno.
El tiempo es un ser maligno [10]
que nos estruja el poema,
un aguacero anatema
de cristales y de puntas.
La muerte flota en preguntas,
en cambio, la vida quema.
Por eso tanta humedad
en los huesos de la lluvia;
por eso a veces diluvia
contra nosotros la edad;
por eso tanta piedad
pospuesta para mañana;
por eso el desierto gana,
(si el arca es una porfía)
por eso la lluvia es mía.
No suene Dios su campana.[11]
¿Con qué poema me lanzo[12]
para salvar podredumbres?
¿Con qué astilladas costumbres
puedo ofrecerles descanso?
¿Con qué cielo les avanzo
una bonanza final?
¿Con qué manos el cristal
rompe el clamor infinito?
con qué silencio les grito, [13]
con qué espuma o vendaval?
Si nuestra voz es un trazo
que se sumerge y naufraga,[14]
¿por qué hay un mar que nos traga
el perdón con su pedazo
de cruz? ¿Y por qué un abrazo
es tan fatal, Alfonsina?
¿Por qué el salitre calcina
todo el calor que sufrimos,
todo el ardor que latimos
sobre las hojas del tiempo,
¿Por qué matar a destiempo
la vida que no tuvimos?
El arca es el sacrificio
que nos conduce los huesos,
cuando no existen regresos
el arca es un artificio.
Navegar es el oficio
que desconoce de orillas,
Instinto de sed y arcillas
al vórtice del presagio.
El arca lleva el naufragio
incrustado en las astillas
y flota en la mortandad
como un tronco malherido
ahogándose en el aullido
urgente de la orfandad.
Flotar es la eternidad
que nos libera y nos marca.
Terrible ser el patriarca
y no dejar testamento.
Terrible el desbordamiento
y la estrechez en el arca.
VIENTRE DE LUZ
Por Adriana y para Griselda
Sé que pasas duplicada
en nubes y laberintos.
Seguimos trillos distintos
pero la misma pisada.
Roberto Manzano.
Tu vientre es esa mitad
Insondable, pero cierta,
una pregunta en la puerta
de mi propia soledad.
Árbol, postigo, ciudad,
parte de mí liberada.
Tu vientre es una mirada
de Dios al atardecer.
Y en los caminos del ser
sé que pasas duplicada.
Sé que al centro de ti misma
hay un reclamo de luz
y el doblez de alguna cruz
que llega, salta y se abisma.
En ti la noble marisma
sacude peces extintos.
Y entre los muchos recintos,
entre las luces remotas,
sé del gesto con que flotas
en nubes y laberintos.
No te pretendo costilla.
Me bastas, carne y aliento.
Lluvia que va en el intento
de ser puente, paz, orilla.
¿Nos salvará esa semilla
mezcla de fuegos-instintos?
Si entre tantos laberintos
nos siguen los mismos potros,
¿Cómo haremos, si nosotros
seguimos trillos distintos?
Quién fundirá nuestras voces
a esa voz y con qué hilos
si nos persiguen dos filos
y dos silencios atroces.
Sé muy bien que los adioses
se tornarán llamarada
cuando una huella gastada
desde nosotros se vuelva
un camino entre la selva
pero una misma pisada.
MARCELO MORALES
(La Habana, 1977).
Obra publicada: Cinema (1997), El mundo como objeto (2006, 2007), El círculo mágico (2007).
ÚLTIMA
Años atrás en un cuarto de tu infancia tu madre es joven aún y mira por la ventana mientras los pedazos de pan caen sobre la mesa. Recorres con la vista los objetos, esas cosas por ti reconocidas, no es posible que no sean para siempre. Apoyas el pan en la mesa, ves las venas de tus manos, vuelves a ver las migajas.
Sabes que vives, que en un segundo vives. Y no es posible que no sea para siempre.
Tout pure, tout centre, sous toi | |
René Daumal |
¿Cuántas veces amaste, sin que este acto tuviera la menor consecuencia? el círculo de la vida seguía conteniéndote, las horas en el tiempo continuaban, y tú detrás de alguna mesa, creías visualizar un centro, el estado de abandono en que existen los objetos, cuando el miedo a ese vacío, se hace sereno. Inmóvil como el cuerpo de una taza, como la tarde misma.
¿Cuántas veces, en la radio, escuchaste esas palabras, cuando el terror a la muerte rompía tu existencia? Los límites de la vida te atrapaban. Entonces creías que el mundo era perfecto. Que la misma lluvia caería para siempre. La luz del mundo, rozaba la forma de su cara, y tú, tratabas de quebrar el tiempo, tratabas de quebrarlo.
El cuerpo del espacio te envolvía, La luz de algo terrible te cegaba, la luz de algo perfecto. Tú querías ser, tú querías ser, pero el hueco era profundo, tú querías ser, tú querías ser, pero el ojo te negaba, trataba de arrastrarte a un infinito, de arrastrarte a una sustancia, toda pura, toda pura, menos tú.
2
Recuerda la condición profunda del espíritu, los momentos en que viste tu rostro reflejado en un espejo y te volviste muchas cosas y ninguna, los momentos en que supiste que no eras, los momentos en que supiste que lo único que no cambiaba, era que todo cambiaba, que lo único inamovible era que todo se mueve. La ley. Recuerda las mañanas en que hizo frío y caminaste cerca de un muro y estabas solo y estabas triste, y pensaste. Querías eso que eras cuando no eras, tu Yo profundo, tu Yo, los momentos en que supiste que a ti, no te quedaría nada de ti, los momentos que supiste que no tenías nada, que no tuviste nunca nada, y recuerda la pureza, la pureza del perfume, y recuerda ese peligro, porque el amor que te debió eternizar, también, te llevó a la muerte.
*
Creí que cada cosa que escribía era un trozo que arañaba de mi muerte, como si fuese posible vaciarla. Ahora veo el agua donde estuvo la flor y se ha vuelto amarilla. Los papeles con el viento chocan insistentes agotados.
Luis Yuseff Reyes Leyva
(Holguín, 1975). Poeta y narrador.
Obra poética: Los navíos de papel Horov (2001), El traidor a las palomas (2002), Vals de los cuerpos cortados (2004), Yo me llamaba Antonio Broccardo (2004), Esquema de la impura rosa (2004), Golpear las ventanas (2004), Salón de última espera (2007), Oración para pedir la rosa de nadie (2007), Los silencios profundos (2009), Los frutos de Taormina (2010), La rosa en su jaula (2010), Aspersores (2012).
Nuevo salmo de Asaf contra el enemigo
Miró enloquecido los rostros plácidos de su pueblo
y de los músicos de Asaf.
Inspiró profundamente y de su corazón
se elevaron unas terribles palabras…
Robert Graves
Odia al enemigo. Súmate al coro. Levanta tu voz contra el enemigo.
Envenena sus pozos. Que sus aguas se conviertan
en manantiales de muerte.
Quema sus siembras. Que de noche, mientras duerme,
se le eche encima el terror mordiéndole los labios.
Que el fuego siegue sus cosechas y si alguna semilla útil
quedara después de la devastación,
si en la próxima temporada ves crecer sus trigales,
desea que arrecien lluvias bíblicas.
Abre diques. Desvíale el cauce a los ríos.
Envíale plagas. Dificúltale el camino a tu enemigo.
Sírvele miel y granos a tus dioses.
En sus altares pide para él todo el mal del mundo.
Desea que el vientre de su esposa se seque como una fruta madura al sol.
Que no le dé hijos que alegren sus tardes junto a la choza.
Y si los tuviera, si los dioses no te escucharan,
deséale que una víbora muerda su talón.
Que vaya al bosque por leña y distraído coma de algún fruto maldito.
Levanta columnas de humo por el Norte. Ataca por el Sur.
Siémbrale la duda. Provócale el pánico. Créale el caos.
La desunión.
Divide a tu enemigo. Levanta falsos testimonios
Que sus aliados lo culpen. Le maldigan. Le den las espaldas.
Coloca bajo su almohada la prueba del crimen.
Distínguelo.
Deja que juzguen inmerecidamente a tu enemigo.
Que lo condenen a morir de sed de hambre/ de hambre.
En las bodegas remueve la serenidad del fermento de sus vinos,
la sangre que bendice la mesa donde come.
Derrama el viejo, amargo vino del rencor sobre su pan.
Pudre sus levaduras. Que no tenga cómo invocar a su dios.
Fuego para calentar los huesos de los suyos.
Mesa donde sentarse a comer en paz.
Deséale la muerte al más viejo de su casa.
Que se quede solo el sicomoro donde se recostaba cada tarde.
Y que el sicomoro dure muchos años para que le recuerde
que en ese sitio su padre sembró un imposible.
Hiéndete en el recuerdo que más le duela. Derrama sal
sobre su herida. Insiste.
Que cada nuevo día sea una hornada de humillación
para tu enemigo.
Apedréale los perros. Deja los cadáveres hinchados
colgando del robledal florecido junto al camino.
Que la jauría llegue a los prados
donde a una palmada los conejos levantan las orejas
y saltan al oleaje infinito de las yerbas.
No descanses. Odia a tu enemigo.
Que al cruzar el iris sobre los campos
encuentre muertas sus palomas.
Que los patos salvajes coman peces amargos.
Que las lagunas se sequen. Se vuelvan de sal los campos.
Que no obtenga ni fruto ni sombra.
Que un rayo abra en dos el pecho a su caballo.
Que no tenga paz el hombre al que tanto odias.
Con ese odio visceral. Telúrico. Capaz de detener
el rumbo de los vientos. Cambiar el curso de las noches
y los días. La órbita a los astros.
Encárgate de que sus aliados no le escuchen.
Hazlos sordos a su lamento. Sordos. Y mudos. No permitas que tu
enemigo, en la hora de su muerte, tenga una palabra de consuelo
junto a la cama.
Ódialo. Mancha su camisa blanca. Levanta arcos de triunfo sobre su derrota.
Piensa que en tu caso él haría lo mismo.
Y prepárate para el día que lo veas, finalmente, junto a la choza
hecha cenizas, surgir de entre las huestes vencido.
Dar un último paso al frente.
La espada clavada en la tierra. Y el carcaj vacío.
Prepárate para el día en que veas a tu enemigo echarse
sobre el cadáver del más pequeño de su casa
y rasgarse los vestidos poseído por ese dolor hondo
que le ha dejado sin fuerzas para pedir que le mates.
No te apiades. No abdiques en ese último minuto.
Tendrás que ser tan cruel como hasta el momento.
Déjalo con un nudo latiéndole en la garganta. Apretándole el pecho.
Pero, si por alguna razón te domina la piedad
y recuerdas que donde está el dolor es tierra santa
entonces no perpetúes su pena.
Que no vacile tu mano.
Que de regreso a la choza donde te aguarda
el aceite para curar las heridas
puedas echarte a dormir en paz entre los paños.
Y en el sueño, al mirar atrás, hundiéndote como una barca
en la noche, encuentres tu corazón bajo los astros
pastando, mansamente, junto a las bestias luminosas de la inocencia.
EL TRAIDOR A LAS PALOMAS
Soy el traidor a las palomas.
Antes, cuando fui su amigo, las sostuve temblando.
Ahora, vibrante, las acoso
y les doy muerte con mi lengua.
Antonio Gala
Antes que el amanecer se precipite
de las sierras nevadas sobre la Alhambra
la luna bella y triste
nos mira desde los arcos del jardín.
En las fuentes los peces brillan
igual que relámpagos en el agua
y nuestros cuerpos desnudos como espadas
se dejan acariciar.
Sólo la madrugada nos devuelve la inocencia.
Sólo la madrugada nos cura de la embriaguez maldita
que quebró los cántaros de vino
manchó los manteles
y no calmó la sed del que bebe con lujuria.
Sólo la madrugada nos ayuda a olvidar
sumidos en las penumbras de la altanoche
las caras de los comensales sentados a la mesa del convite.
Entre ellos fui una frágil marioneta.
A un lado el artista
del otro el amante
tirando de mis cuerdas con idénticas fuerzas
llevándose con ellos
todo lo que no hubiera querido dejarles llevar.
Cuánto daría por reinventar
la felicidad que me arrebatan
pero soy una frágil marioneta
y lo que temí perder ya lo he perdido.
No sé por qué se disputan ahora
esta inocencia que no les pertenece
si ya les di cuanto tuve
y fue más de lo que merecían.
Pero nadie reparó en mi tristeza
en la fiesta todos saben ser felices…
Ignorando qué me alejaba del ángel
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