¿Cuánto debe intervenir el Estado en la vida de una sociedad?
La cuestión desata controversia maniquea entre devotos del intervencionismo y del liberalismo, mencionada con otro enfoque en Capítulo 17.
El primero levanta barreras que impiden, estorban y distorsionan el juego de las fuerzas del mercado y provoca desequilibrios, retrasos y malformaciones, que coartan el desarrollo. El desarrollismo mexicano y el socialismo soviético son pruebas contundentes.
El segundo demuele tales barreras y deja que las fuerzas del mercado regulen el equilibrio, por un proceso semejante a la homeostasis. Mas su aplicación indiscriminada agudiza los darwinismos social y geográfico descritos.
La solución no ha de encajonarse en esas alternativas. Cada país es singular y soberano y tiene posibilidades particulares infinitas. La acción gubernamental puede ser desde moderada en sociedades maduras, hasta intensa en las más rezagadas, que necesitan organizarse y administrarse para resolver carencias y dificultades. Su graduación depende de las circunstancias y posibilidades de cada caso.
Algunos deberes del Estado le son inherentes: defender el territorio; preservar la soberanía; emitir leyes; vigilar que se respeten; crear instituciones; regular su funcionamiento; fomentar la cultura; administrar los recursos de la nación; promover la inversión, y auspiciar bienestar-bienser de la población.
Max Weber le asigna cinco funciones básicas: legislativa, policía, justicia, administración y militar (defensa de la soberanía).[176] Su mano visible ha de estar preparada siempre para cumplir con ellas e intervenir en emergencias. La discusión aflora cuando se trata de la facultad que le corresponde en la conducción de la mano invisible de la economía, que no lo es tanto, sostengo atrás.
En ningún caso la libertad debe ser absoluta, asevera Mansfield, porque "a pesar de sus muchas ventajas, el sistema de precios sufre limitaciones. Debido a que tales limitaciones son tanto prominentes como bien conocidas, nadie cree que pueda confiársele al sistema de precios, abandonado a sus propias inclinaciones, que resuelva todos los problemas económicos básicos. En una dimensión considerable, el papel del gobierno en la economía se ha desarrollado como respuesta a las limitaciones del sistema de precios."[177]
Aún en el esquema más liberal posible el Estado tiene que orientar, supervisar e intervenir con eficiencia, flexibilidad y eficacia en el funcionamiento de la sociedad, auxiliado por un sistema de planificación idóneo, efectivo.
No tiene por qué haber contradicción entre liberalismo y planificación, queda aclarado en Capítulo 14.
La esencia del plan es predeterminar:
Filosofía y cultura: ¿quién es el país, cómo piensa y actúa?
Propósito: ¿qué anhela ser?
Aptitudes y vocación: ¿qué sabe, desea y puede hacer?
Recursos: ¿de qué dispone?
Objetivos y metas: ¿qué y cuánto pretende alcanzar?
Estrategias, políticas, tácticas: ¿qué debe hacer, para qué, cómo, dónde, cuándo, cómo repartirá los beneficios?
Si se brindan respuestas sensatas y realistas hay probabilidades de lograr resultados positivos. Ignorar propósito y objetivos origina confusión. Desconocer aptitudes provoca ansiedad. No saber con qué recursos se cuenta genera impotencia. Carecer de plan auspicia desorden, extravío, fracaso, frustración y angustia.
El plan ha de cubrir cuatro aspectos.
Conocer a la sociedad en conjunto y cada una de sus partes; determinar interrelaciones y reacciones; localizar y cuantificar recursos, fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas. Encontrar, clasificar, concentrar y distribuir información. Formular taxonomía. Determinar propósito, filosofía, cultura y recursos.
Formular el plan en sus tres modalidades: táctico, estratégico y reforma institucional; definir objetivos, estrategias, programas, políticas y tácticas adecuados a las aptitudes, vocación y recursos disponibles; formular proyectos para aprovechar fortalezas y oportunidades, corregir debilidades y eludir amenazas,
Ejecutar acciones para impulsar crecimiento económico y evolución cultural, según objetivos buscados y recursos disponibles. Tomar decisiones que activen el desarrollo sistemáticamente, a largo plazo.
Controlar el funcionamiento del plan, evaluar resultados y retroalimentar el sistema.
Las expectativas de triunfo son mayores y más realistas que en el pasado porque los gobiernos disponen de instrumentos precisos para planificar; capital, tecnología y mercados están abiertos a todo mundo; sociedades e individuos poseen mayores conocimientos y se encuentran mejor informados, y los agentes económicos tienen ante sí un panorama trasparente —o menos turbio— que les permite eludir fallas e imperfecciones de mercado.
La labor es ardua y delicada, porque los conglomerados son plurales y complejos; el globalismo ha restado a los gobiernos injerencia en la economía y poder de acción, al tiempo que están presionados por exigencias sociales locales y por la comunidad internacional; las empresas se enfrentan a competencia despiadada y contrincantes poderosos, y los individuos están mejor informados, en condiciones de trabajo más exigentes, con necesidades más refinadas y son muy selectivos. Es imprescindible tener en mente las limitaciones, pero no desanimarse.
Naciones que no se modernizan, no se ponen al corriente ni siguen el ritmo del progreso se estancan o retroceden y se vuelven campo propicio a explosiones políticas y sociales.
La planificación no se propone restringir la actuación de gobiernos ni de particulares. Tampoco modificar naturaleza ni características de la sociedad, sino aprovecharlas y adecuarlas a las circunstancias y condiciones del mundo real. Su razón de ser es el desarrollo humano, lo cual acarrea modernizar a la sociedad, entendido como adaptarla a las condiciones reales imperantes en el mundo, bajo el principio de que la naturaleza sólo puede dominarse si se le obedece. Hay que inducir la evolución de la cultura, expandir el potencial productivo a ritmo sostenido y vigilar que cristalicen en bienestar-bienser social.
El plan ha de ser guía y dirección de la toma de decisiones y coordinar la actuación de los miembros de la comunidad, con ayuda de información, colaboración, apoyo y control. Tiene que diseñarse de acuerdo con la sociedad civil de cada lugar.
Hay que poner mucho cuidado en no repetir errores del pasado. Cuando la moda era promover el desarrollo los gobiernos formulaban planes dizque con ese fin. Pero Urquidi asevera en 1962: no son "sino una aspiración imprecisa de elevación del nivel de vida —como si un ejército declarara que tuviera una en vez de un plan estratégico y el ordenamiento de los medios para llevarlo al éxito." Son " en que se hace mucho hincapié en las inversiones del sector público y se consider[a] que su enumeración constituye un programa de desarrollo económico —como si un ejército pretendiera ganar una guerra publicando una lista del material bélico que posee y del que va a adquirir."[178]
Enseguida advierte: "un programa de desarrollo económico no puede ser ni la adopción de un objetivo sin precisar los medios que se van a emplear para alcanzarlo, ni una enumeración desarticulada de elementos materiales (por más que estén) sin indicación de objetivos."[179]
La situación no ha cambiado: los gobernantes de países subdesarrollados formulan promesas infundadas, objetivos imprecisos, listas de proyectos deshilvanados, sin visión sistémica, relaciones de gastos y otros datos inútiles correspondientes a un plazo dado —sexenio en México— en lo que titulan programa de gobierno, plan nacional de desarrollo o algo equivalente, cuya función es cosmética para cumplir el requisito o demagógica para impresionar a la ciudadanía.
La improvisación, superficialidad, estrechez de horizonte e ineficacia de las políticas de desarrollo ya no tienen cabida. Se requiere que se finquen en ciencia, tecnología, previsión, organización, dirección, coordinación y control. Nada puede dejarse al azar. Quienes elaboran y operan dichas políticas han de ser cuidadosos y responsables.
Es crucial tomar la planificación en serio y especificar objetivos y caminos para eludir las amenazas, aprovechar las fuerzas de la globalidad, elevar el bienestar-bienser y distribuirlo con equidad.
Tales caminos son las funciones básicas del Estado:[180]
1. Fomentar y orientar la cultura.
2. Establecer marco legal, institucional y electoral.
3. Defender soberanía y mantener ambiente de paz y seguridad.
4. Regular fenómenos demográficos.
5. Administrar, proteger y restaurar el medio ambiente.
6. Promover desarrollo económico y estabilidad monetaria.
7. Corregir fallas de mercado.
8. Favorecer equidad distributiva.
9. Proveer bienes públicos y servicios básicos.
10. Coordinar relaciones internacionales.
El orden no implica jerarquía. Cada una es relevante. Todas se interrelacionan en el gran sistema-sociedad: deben contemplarse con el enfoque sistémico que reitero a lo largo de esta obra. Todas han de fundamentar el plan nacional y los regionales o estatales.
Adelante describo el procedimiento que podría seguirse para dilucidar tres cuestiones: dilema cultural, dilema político y dilema económico, atenazados por los retos demográfico y ecológico. Las funciones especificadas son marco de referencia de los capítulos que siguen.
Cuarta parte
32. Enriquecer la inteligencia colectiva
El dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? Corresponde a la función de Estado 1. Fomentar y orientar la cultura, enunciada en el capítulo anterior.
Cultura es todo lo que distingue a una nación: principios, valores, conocimientos, ideas, religión, creencias, usos, costumbres, leyes, régimen político, instituciones, actitudes, tecnología, símbolos, objetos, lenguaje. Herencia social, la llama Linton.[181] "Parte del ambiente hecha por el hombre," le dice Herkovits.[182] Para Freud es "todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales."[183]
No es algo definitivo, terminado, estático, inalterable. Al contrario, se halla en constante renovación
En este ensayo en cultura englobo aspectos étnicos, psicológicos, educativos, derechos humanos y medios de comunicación. La distingo de lo económico y lo político.
Resolver el dilema cultural implica inducir, promover y orientar metamorfosis cultural para fortalecer y enriquecer la inteligencia colectiva —infraestructura del mundo contemporáneo, según Lévy— sin alterar, reformar ni sustituir la herencia social propia, con el propósito de hacer frente con éxito a las exigencias de la globalidad.
La cultura hegemónica de México, la oficial, es legado del pasado autóctono y colonial, nutrido por vivencias decimonónicas y contemporáneas. Se apega a patrones occidentales, con influencia de España, Francia y EUA.
33. Culturas indias[184]
El legado autóctono lo aportan unas 300 tribus procedentes del norte, que a partir de c. 2000 a.C. se esparcen por el hoy territorio mexicano. La olmeca es precursora, c.1200 a.C., a la que siguen teotihuacana, tolteca, zapoteca, maya y azteca o mexica entre otras. Constituyen "variedad de naciones, lenguas, culturas y manifestaciones artísticas," apunta Paz, que "presentan instituciones políticas similares, organizaciones sociales análogas y cosmogonías emparentadas. […] Todas ellas comparten ciertas ideas y creencias […], unidad en espacio y continuidad en el tiempo, desde el primer milenio antes de Cristo al siglo dieciséis."[185]
La sociedad prehispánica se clasifica en estamentos, señala Carrasco.[186] En el superior se hallan reyes, señores, caciques y nobles. En el inferior, los maceguales, "la mayoría de la población indígena," indica Gibson,[187] con dos categorías: propietarios que trabajan por su cuenta y subordinados a la clase alta, equivalentes al concepto europeo de siervos y esclavos: son los indios de los indios, la clase oprimida.
Los conquistadores procuran imponer su cultura; pero ante la abundancia de nativos, protegidos por frailes, transigen en que mantengan costumbres y formas de organización propias, adaptadas a patrones de la metrópoli.
"Los derechos de los indígenas, aunque disminuidos por un paternalismo que los consideraba menores de edad, fueron reconocidos en las Leyes de Indias," informa Villoro.[188] Se les confina a repúblicas de indios, donde se preservó parte de la especificidad de las viejas culturas.
Aún así "los europeos proyectaron una imagen de tales pueblos [indios] como inferiores, y mediante la fuerza de la conquista lograron imponer esta imagen a los conquistados," desprecio que "inflige una herida dolorosa, que causa a sus víctimas un mutilador odio a sí mismas," piensa Taylor.[189]
Ergo, Nueva España es sociedad multirracial: convergen indios, españoles-americanos —europeos, criollos y mestizos legítimos (nacidos dentro de matrimonio)— y negros, introducidos "para el laboreo en las minas y el trabajo en los cultivos de caña de azúcar […,] para resolver los problemas que causaba en lo moral y en lo económico el trabajo de los indios," menciona Lira.[190] A fines de siglo 16° hay 1.5 millones de indios, 100,000 españoles-americanos y 30,000 negros. Componen castas semejantes a los estamentos originales.
34. Herencia colonial
Comprender la herencia española exige referirla al siglo 16º, cuando el colonialismo europeo persigue incrementar el comercio, explotar recursos humanos y físicos en otros territorios y disponer de posiciones militares estratégicas.
Se practican dos tipos de colonización: feudal y capitalista. Gazol Santafé los describe así: "el coloniaje español es del siglo XVI, mientras que el coloniaje sajón y nórdico en general es preponderantemente de los siglos XVIII y XIX. […] La España del siglo XVI se proyectaba en tierras de América. Por lo contrario, Francia e Inglaterra de los siglos XVIII y XIX proyectaban a las colonias su burguesía triunfante."[191]
Los hispanos imponen el catolicismo oscurantista, paternal y limitativo de la edad media. Sus posesiones se localizan en zonas tropicales, donde clima, recursos naturales y humanos son propicios para explotación primaria. Se avecindan y mezclan con los naturales. Implantan el mercantilismo de tierra adentro —así lo llama Lagunilla Iñárritu— "inclinado más a la explotación interna agropecuaria y minera que al comercio marítimo."[192] Extraen materias primas, oro y plata para enviar a la metrópoli y se surten de manufacturas españolas. Devienen importadores netos.
Los británicos ocupan territorios dentro y fuera de trópicos y aplican criterios diferentes. En posesiones extratropicales inmigran con familias; aportan su cultura de siglos 18° y 19°; infunden el pragmatismo protestante, que según Max Weber ha "revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico."[193] Implantan estructuras capitalistas, con actividades de alto valor agregado. Son exportadores netos y acumulan riqueza. Se ubican al norte —Canadá y EUA— y sur —Australia y Nueva Zelanda— que se integrarían al primer mundo. En zonas tropicales explotan recursos del suelo y a los aborígenes, les surten bienes industriales y las convierten en importadores netos. Serán subdesarrolladas: India, Pakistán y Kenya.
Los indios ocupan sitio relevante en la vida colonial de México porque los conquistadores no los aniquilan. En siglo 16º sobreviven los 1.5 millones citados a pesar de epidemias, maltrato, hambre y matanzas, frente a 5 millones que había cuando invaden.[194]
Los territorios británicos fuera de trópicos tienen conglomerados pequeños de nativos nómadas, que no protagonizan papel destacado. Los tropicales se mantienen rezagados, por desventajas geográficas, organización feudal y abundante población nativa.
35. Indigenismo y marginación
"La suerte de los indios en México empeoró tras la Independencia. Y luego para mayor vergüenza de nosotros, la Constitución mexicana fue concebida a espaldas de las comunidades indígenas. Se les olvidó. Se les condenó a la muerte legal. Se les obligó a asimilarse a una […] tradición, a una sociedad y a una cultura ajenas," comenta León Portilla.[195]
Al comenzar siglo 20° la población se forma de mestizos, 50%; indios, 35%; criollos, 10%, y extranjeros, 5%, consigna Molina Enríquez.[196] No menciona negros, quizá porque se asimilan a otras castas y los de raza pura no constituyen clase relevante.
Este autor exhibe la inclinación monocultural de esa época y vaticina que el mestizaje se impondría "como grupo político y como grupo social." Aconseja que "siempre que sea necesario […] reproducir las formas humanas […] se imponga la obligación de elegir las de nuestra raza dominante," y añade: "el elemento indígena será el que resista menos, porque para él siempre es superior y mejor el mestizo."[197]
Stavenhagen observa: "el proyecto de nación fue definido por las élites (sic) mestizas y criollas a su retrato e imagen." La denomina comunidad inventada.[198] Se inspiran en los principios de las revoluciones americana y francesa —libertad, igualdad, fraternidad— que no contemplan diferencias entre personas.
La Constitución mexicana de 1917 tampoco reconoce ciudadanos desiguales ni por tanto culturas diferentes. Se inspira en la de Estados Unidos de América (EUA), que busca "evitar que las —particularmente intereses económicos de clase o del capital— impusiesen su voluntad a través de la legislación en detrimento de " expresa Madison.[199]
Los forjadores de la patria clonan el esquema —incluso su nombre: Estados Unidos Mexicanos— con la intención de crear una comunidad nacional unitaria donde se divida y disperse el poder. Kymlicka lo denomina federalismo territorial. Lejos de reconocer diversidad de culturas, busca unificarlas.[200]
Durante buen tramo de siglo 20° el indigenismo intenta resolver el problema indio —así lo denominan. Se concibe como teoría, ideología y política de gobierno. El presidente Lázaro Cárdenas dogmatiza: "nuestro problema indígena no está en conservar al indio, ni indigenizar a México, sino en mexicanizar al indio."[201] Esto es, insertarlo en la comunidad inventada.
Caso, principal exponente de la corriente, plantea: hay tres millones de mexicanos que hablan lenguas indígenas, recluidos en regiones remotas y aisladas, en suelos pobres, inútiles, sin capital ni tecnología. "México no puede optar por otra vía: hay que incorporar las comunidades indígenas a la gran comunidad mexicana; transformar estas comunidades llevándoles lo que ya existe en otros poblados del país."[202]
La fórmula refrenda el paternalismo colonial: considera menores de edad a los indios. Hace reconocimiento engañoso de sus culturas: por un lado las exalta; por el otro propone sustituirlas por la oficial, la mestiza; imponer normas y criterios del segmento hegemónico, y efectuar la mexicanización de los indios que receta Cárdenas. No precisa objetivo; no lo plasma en programa de largo alcance; no lo aborda como tema crucial. Se cuelga de proyectos sexenales del gobierno federal —reforma agraria, política agrícola, obras públicas, educación, salud— o concede paliativos asistenciales.
Aguirre Beltrán opina: "el indigenismo no es una política formulada por indios para la solución de sus problemas, sino la de los no indios respecto a los grupos étnicos heterogéneos que reciben la general de nación de indígenas."[203]
Montemayor es elocuente: "a través de educación y de los recursos oficiales impulsados por nuestros grandes indigenistas hemos querido ayudar a estos pueblos a que dejen de ser ellos mismos, porque abierta o veladamente creemos que no deben seguir siendo lo que son. […] Elogiamos la cultura prehispánica pero descalificamos o desconocemos a las culturas indígenas actuales. Aplaudimos al indio histórico, pero no al indio real y actual."[204]
El fracaso es patente: los pueblos indios se anquilosan o extinguen; son detalle folclórico para solaz de antropólogos, ONGs y turistas, pretexto de lucha social e incluso negocio redituable para Marcos y su Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que menciono adelante.
El indigenismo encaja en el criterio de Hauser et. al.: la cultura india y la herencia colonial constituyen barreras personales y culturales que se oponen al desarrollo.[205] Se antoja oprobioso en este país de raigambre aborigen. No obstante, es útil para reflexionar sin pasión, con enfoque científico, en busca de conclusiones válidas.
36. México multicultural
En el territorio mexicano cohabitan una nacionalidad dominante y varias minoritarias, piensa Villoro. Los países con unidad cultural absoluta son excepción. Suelen ser mezcla y superposición de culturas con influencias mutuas.[206] Para Kymlicka "un país que contiene más de una nación no es un estado-nación, sino un estado multinacional en el que las culturas más pequeñas constituyen "[207]
Asalta la duda: ¿cómo interpretar nacionalidades minoritarias y minorías nacionales?
Para Villoro: "un grupo que comparte una misma cultura podrá calificarse de o de dentro de una nación más amplia. El término genérico de podría emplearse entonces para hablar de ambas."[208] Visto así, México se compone de una nación hegemónica, más 62 pueblos indios y multitud de comunidades mestizas y ladinas marginadas, que preservan costumbres ancestrales. Forman varios Méxicos, desde el ángulo étnico.
La comunidad mundial admite que los grupos autóctonos no gozan de derechos humanos en igual grado que las poblaciones hegemónicas. En 1989 Organización Internacional del Trabajo (OIT) expide Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, para atender el problema.[209] México lo suscribe y en 1992 incorpora su espíritu al artículo 4° de la Constitución: "la Nación mexicana tienen una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas y garantiza el respeto de sus culturas."[210]
En 1994 grupo minúsculo de indios se levanta en armas en Chiapas, declara la guerra al gobierno federal y se posesiona de 30 de sus 118 municipios, que declara autónomos. Se denomina Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acaudillado por un blanco encapuchado, que se hace nombrar Subcomandante Marcos.[211] El acontecimiento sacude la conciencia del México privilegiado, provoca conmoción política e influye en la crisis financiera de diciembre de ese año.
Montemayor arguye: "el país ha vivido, sin saberlo quizás la mayoría de los mexicanos, en una lucha guerrillera casi ininterrumpida a lo largo de por lo menos treinta años: desde 1965, [… porque] los levantamientos armados populares, y fundamentalmente campesinos, no tienen un brote súbito y repentino; […] poseen una gran resistencia que a lo largo de siglos se ha mostrado como uno de sus rasgos distintivos."[212]
Hernández Navarro destaca que las rebeliones sociales "se diferencian de las tradicionales movilizaciones por la tierra o la lucha contra la pobreza […] en que tienen como eje de acción central reivindicaciones étnicas. Sus actores se asumen ya no como campesinos sino como indios. Sus organizaciones […] se han transformado de agrarias o económico-pro-ductivas en etno-políticas. […] Presionan por su reconocimiento político diferenciado, como sujeto colectivo, y no solamente por el acceso individual a los derechos ciudadanos."[213]
Taylor lo entiende así: "la democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas al paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas." La necesidad de reconocimiento "es una de las fuerzas que impelen a los movimientos nacionalistas en política."[214]
Lo anterior aconseja colocar junto al derecho de igualdad el de ser diferente: de elegir entre culturas diversas. Lo avala Villoro: "un Estado plural supone tanto el derecho a la igualdad como el derecho a la diferencia. Igualdad no es uniformidad; igualdad es la capacidad de todos los individuos y grupos de elegir y realizar su plan de vida, conforme a sus propios valores, por diferentes que éstos sean. En lugar de buscar la homogeneidad, respetar por igual las diferencias."[215]
Young considera que la igualdad genuina requiere afirmar diferencias grupales, porque los grupos excluidos por causas culturales están en desventaja de cara al proceso político y tienen necesidades particulares que sólo se pueden satisfacer mediante políticas diferenciadas.[216]
Kincheloe et. al. advierten: "la diversidad se convierte en algo intrínsecamente valioso y deseable de por sí hasta el punto de que se le da un carácter exótico y fetichista." Recomiendan rechazarla como objetivo y buscar "una diversidad que entienda la diferencia de poder cuando sea conceptualizada dentro del marco de un interés más alto por la justicia social."[217]
En 2001 se emite Reforma constitucional en materia de derechos y cultura indígena, donde se estipula que México es nación multicultural y se concretan principios que sirvan para promulgar leyes federales y estatales que atiendan a los pueblos indios. Constituye plataforma para erigir medios legales que hagan efectiva y funcional la coexistencia y relaciones entre nación hegemónica y pueblos indios. Al admitir la diversidad cultural se abre la puerta para conceder a los pueblos indios autonomía y libre determinación, derecho de gobernarse por sí mismos, conservación y fortalecimiento de sus culturas y fomento de su desarrollo.
37. Reconocimiento igualitario
La diversidad ecológica —variedad de especies complementarias de plantas y animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Esa característica se proyecta a sociedades humanas como diversidad cultural, que enriquece la herencia social, ayuda a comprenderla y perfeccionarla.
Lo anterior aconseja preservar las costumbres autóctonas, sin discusión. El lío surge cuando son obstáculo para aprovechar innovaciones tecnológicas y administrativas o las comunidades se aíslan o mantienen actitudes sociales inconvenientes, por apegarse a la mezcla de creencias primitivas con catolicismo medieval oscurantista, paternal y limitativo y aplican procedimientos anticuados de producción.
Se ha de aceptar, con enfoque técnico, no emotivo, que existen "instituciones culturales indígenas en las que se reflejan parcialmente […] valores que pueden ser un impedimento para el desarrollo económico. Si no existen fuerzas vigorosas que impulsen hacia la modernización, ciertos aspectos de culturas tradicionales serán enemigos de cambios económicos. […] La poca importancia que se da a lo material y al presente, en contraste con lo esotérico, lo espiritual y las cosas del otro mundo, apenas si estimulan a las personas al trabajo intenso," como sostienen Pepelasis et. al.[218]
Esta realidad impide el progreso de dichos grupos, que no reciben beneficios del avance, fragua su retroceso y entorpece el desarrollo nacional, con impacto expansivo, porque la sociedad es "la unidad primaria en la lucha por la existencia. Los hombres se enfrentan a la naturaleza no como unidades independientes, sino como miembros de grupos organizados en forma cooperativa," sentencia Linton.[219]
Reto mayúsculo para Estado y sociedad civil es incorporar indios, mestizos y ladinos a patrones de vida contemporáneos, sin destruir la riqueza de sus tradiciones, sino aceptarlas, engrandecerlas y aprovecharlas como diversidad cultural que sustente la estabilidad y desarrollo de la sociedad mexicana.
Para dilucidarlo conviene distinguir civilización de cultura, como lo hace Braudel. Civilización es "conjunto de conocimientos técnicos y de prácticas, una colección de medios para actuar sobre la naturaleza; [… lo que] un grupo de hombres ha conservado y transmitido, de generación en generación, como su bien más preciado." También acumula y difunde su cultura, formada de "principios normativos, de valores, de ideales; en una palabra, por el "[220] El mensaje es: hay que inculcar civilización contemporánea, sin adulterar la cultura.
Respetar pluralidad no equivale a otorgar canonjías discriminatorias o patrocinar minorías de excepción. La libertad de cada quien de afiliarse a cierta cultura no es motivo para que se le recompense. Sería como invitar a acogerse a una cultura sólo para merecer premio.
Tampoco debe ser pretexto para conflictos ni enfrentamientos.
Admitir el multiculturalismo es faceta de la metamorfosis cultural. Intervienen consideraciones referentes a identidad y dignidad de personas y asociaciones. Estriba en inculcar en cada individuo y en la conciencia colectiva valores de las culturas existentes; respetar identidades personales y grupales, y desarrollar aspiraciones y capacidades.[221]
Taylor lo llama reconocimiento igualitario, que "no sólo es el modo pertinente a una sociedad democrática sana. Su rechazo puede causar daños a aquellos a quienes se les niega."[222] Las culturas autóctonas y marginadas se estancan o descomponen por rechazarse o proscribirse. "Si queremos comprender la íntima conexión que existe entre la identidad y el reconocimiento tendremos que tomar en cuenta un rasgo decisivo de la condición humana: […] siempre definimos nuestra identidad en diálogo con las cosas que nuestros significantes desean ver en nosotros, y a veces en lucha con ellas."[223]
El indigenismo utiliza el monólogo: asigna valores sin atender al sentir de las partes. Hace falta el diálogo que permita conocer, comprender y respetar costumbres, dignidad e identidad de los grupos.
Al emerger EZLN en 1994 se pone de moda el tema rezago, discriminación y explotación de los indios. Sus carencias son graves, en efecto; pero se exagera su cobertura. En 2000 la población mayor de cinco años que habla lenguas autóctonas suma 6.3 millones —6% del total— de los que 85% también saben español, según Censo de ese año. Su peso relativo se merma cada día, pues eran 35% al inicio de siglo 20°.
Por lo demás, son cifras engañosas. El hecho de que conserven "sus lenguas tradicionales no significa rechazo o aislamiento de la cultura moderna. A la vez indígenas que hablan castellano y usan vestido europeo bien pueden seguir pautas de vida indígena," opina Sodi.[224]
El verdadero cáncer social es el conjunto de 38 millones de personas que viven en la miseria —pobreza extrema, según nomenclatura gubernamental— mal degenerativo hereditario que avanza inexorable. El medio rural alberga 6 millones de indios y 19 millones de ladinos y mestizos[225]que por prejuicios socioeconómicos, más que raciales o culturales, se denominan indios y son despreciados, explotados, engañados y excluidos, aun cuando presenten signos de raza blanca.
No se les arrincona por indios, sino por su estructura social arcaica, aislamiento, acelerada multiplicación demográfica, técnicas rudimentarias, descalificación laboral y miseria.
Reconocer culturas autóctonas no es panacea que automáticamente incorpore grupos estancados al desarrollo. Tampoco lo son los levantamientos armados. Es urgente crear mecanismos para sacarlos de su aislamiento y postración social, inextricablemente ligados. Al mismo tiempo, se debe evitar el sesgo discriminante que busca privilegiar a 6 millones de indios y desamparar a 19 millones de mestizos y ladinos que conservan costumbres arcaicas, pero se ignoran como pueblos. La planificación debe abarcar el todo.
Se tienen que analizar características y circunstancias de Las comunidades marginadas; su interdependencia; el entrecruce de líneas de poder, dominación y subordinación; descubrir causas, motivaciones y consecuencias, y con esa base formular principios, políticas y líneas de acción pertinentes, de acuerdo a requerimientos y posibilidades reales. Hay que aceptarlas, respetarlas, entenderlas y convivir con ellas en plano de igualdad, sin discriminarlas, despreciarlas, abusar de ellas ni ignorarlas. Parece utópico en horizonte corto; es imperativo en el lejano.
El propósito es que individuos y comunidades afiancen su identidad, recobren su dignidad, sean auténticos y se conviertan en seres capaces, autosuficientes, colaboren al desarrollo local y nacional y se beneficien de él. Las reivindicaciones étnicas y sociales brindan a individuos y grupos el medio para descubrir esa identidad, que Taylor considera "interpretación que hace una persona de quién es y de sus características definitorias fundamentales como ser humano."[226] Adelante amplío el tema. Reconocer culturas y su impacto en las identidades individual y colectiva son ingredientes indispensables para encauzar a la población hacia la ruta del bienestar-bienser.
Tales criterios deben sustentar el multiculturalismo. Lo importante es aplicar fórmulas viables, no fantasías inalcanzables, proyectadas a plazo largo: 2 ó 3 generaciones —30-45 años— el requerido para que se produzca la metamorfosis.
Existe vasta información para elaborar taxonomía y diagnóstico de pueblos marginados, que muestren características geográficas, demográficas, culturales, políticas y económicas de cada comunidad.
A partir de allí se determinarían modificaciones legales, institucionales y administrativas, en diálogo con cada comunidad, con el fin de crear condiciones apropiadas para el ejercicio de la igualdad, libertad e identidad, que se viertan en oportunidades equitativas.
Es tarea de los poderes legislativos y ejecutivos de la federación, Estados, municipios y comunidades, así como de las sociedades civiles.
38. Complejo de inferioridad
¿Cómo influye la revoltura de culturas india, colonial y decimonónica en la personalidad del mexicano típico?
Para responder parto de que las sociedades subdesarrolladas padecen complejo de inferioridad, según Gual Villalbí,[227] que reafirma los círculos viciosos en que están atrapadas.
En psicología complejos se refieren "a estados de ánimo, a disposiciones del espíritu que son determinantes de actos individuales y colectivos en el medio social. […] Por consiguiente influyen en la situación, en la vida y desarrollo de los pueblos; son determinantes también de la evolución histórica, y ocurre que algunas veces no nos explicamos los accidentes que presenta esta evolución porque obedecen a esos móviles poco estudiados, no bien definidos, que son los complejos," explica.[228]
A mediados de siglo 20° tres autores estudian el complejo de inferioridad en México. A pesar del tiempo trascurrido sus diagnósticos están vigentes, pues la conciencia social no se altera de manera sensible en tan breve plazo, insignificante en la vida de una nación. Los repaso y actualizo con opiniones contemporáneas.
Hablo de Octavio Paz, Santiago Ramírez y Samuel Ramos, quienes examinan dicho sentimiento en la individualidad del mexicano y en el agregado colectivo. Lo descubren en rasgos como machismo, recelo, desconfianza, formalismo, cortesía, susceptibilidad, resignación. Coinciden en que su origen es el choque de culturas producto de la colonización, sin haberse definido la identidad nacional.
"La identidad de un grupo social se basa en elementos culturales donde interactúan factores objetivos y subjetivos. Es el principio por el cual el ser humano fundamenta su entendimiento básico con el universo; es un conjunto de valores esenciales mediante los cuales la realidad se percibe en términos de prioridades, niveles secuenciales de acción y propósitos en la vida," define Reyes.[229]
Para asimilar estas ideas recurro a Linton, quien aclara que hay estrecha relación entre la personalidad del individuo y la cultura de la sociedad de que forma parte. "La personalidad de todo individuo perteneciente a la sociedad se desarrolla y funciona en constante asociación. Las personalidades afectan a la cultura y la cultura afecta a la personalidad,"[230] conjunto de cualidades psíquicas, es decir, facultades racionales, percepciones, ideas, hábitos y reacciones emotivas condicionadas. La cultura se forja en la mente de los individuos; deriva de las cualidades de sus personalidades y su interacción. Recuérdese que Braudel la ubica en el espíritu.
Nadel argumenta: si "todo lo que puede descubrirse en la mente del individuo entra en su conducta social, las circunstancias sociales en que existe entran también en casi todos los hechos mentales individuales."[231]
Estas aseveraciones dan validez a la relación que establecen Paz, Ramírez y Ramos entre personalidad individual del mexicano tipo y la identidad social, producto de la influencia de cada uno de sus miembros y viceversa.
Paz coloca a México en su adolescencia, época reflexiva de la vida cuando surge la pregunta "¿qué somos y cómo realizaremos lo que somos?" Arguye: "en ciertos periodos los pueblos se vuelven sobre sí mismos y se interrogan. Despertar a la historia significa adquirir conciencia de nuestra singularidad, momento de reposo reflexivo antes de entregarnos al hacer." Asociado a la sensación de inferioridad yace el de soledad, que conduce a un laberinto del que hemos de buscar salida en busca de esa identidad, razona.[232]
"Las circunstancias actuales de México transforman así el proyecto de una filosofía mexicana en la necesidad de pensar por nosotros mismos unos problemas que ya no son exclusivamente nuestros, sino de todos los hombres. […] La Revolución mexicana nos hizo salir de nosotros mismos y nos puso frente a la Historia, planteándonos la necesidad de inventar nuestro futuro y nuestras instituciones. […] Vivimos, como el resto del planeta, una coyuntura decisiva y mortal, huérfanos de pasado y con un futuro por inventar. La Historia universal es ya tarea común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres," continúa Paz.[233]
Esta reflexión, publicada en 1950, es tan apegada al presente como si se hubiere escrito hoy.
Ramírez analiza motivaciones psicológicas del mexicano, quien "tanto criollo como mestizo se encuentra ante un conflicto agudo de identificaciones múltiples y complejas, víctima de contradicciones de signo opuesto que necesariamente dejarán insatisfecha una forma de su personalidad."[234]
Ramos afirma: "la formación de nuestro carácter a través de los siglos, ha sido un proceso discontinuo, impulsado por móviles inconscientes. El resultado de estas anomalías es que ha falseado nuestro destino y hoy marchamos desorientados, tratando de encontrar el verdadero rumbo de nuestra existencia. […] El problema de nuestra cultura no es tanto el de hacer obras, cuanto el de formar al hombre. […] Para cumplir este destino, es necesario, primero, librar a los mexicanos de los complejos inconscientes que hasta hoy han cohibido el desarrollo de su ser verdadero."[235] También reviste actualidad.
En 1998 Alduncin y Asociados realizan encuesta para descubrir sentimientos del habitante de la ciudad de México.[236]
A la pregunta ¿qué tan satisfecho se siente consigo mismo? 52% de los entrevistados respondió mucho; 30% algo; 15% poco, y 3% nada.
¿Significa que se diluyó dicho complejo de inferioridad?
La inferencia es debatible.
Primero, la indagación cubre sólo la capital, área privilegiada, no la variedad de Méxicos en que se descompone el país.
Segundo, la autoestima varía en sentido inverso a la marginación del entrevistado. Lo confirma la encuesta: en el estrato más bajo sólo 31% respondió mucho a la misma pregunta. Es decir, la autoestima se deteriora en 21 puntos. Si se incluyeren comunidades rurales el promedio nacional sería menor a ese 31% y muy inferior en las excluidas.
Quizás el panorama sea más grave, por el prolongado receso con inflación de los ochentas, el impacto de la globalidad y el torbellino político del inicio de siglo 21°.
A la pregunta ¿qué tan satisfecho está con los logros alcanzados por México?, 11% de los interrogados declara mucho; 25% algo; 38% poco, y 26% nada. En el estrato inferior sólo 6% respondió mucho y 44% nada.
Las respuestas expresan desencanto respecto a logros de las dos décadas anteriores. "Quizá por ello se piensa que las principales instituciones y actores económicos retardan más que contribuyen al desarrollo de México," deduce Alduncin Abitia.[237]
Los habitantes urbanos y en general quienes tienen cultura hegemónica encajan en la descripción de España hecha por Gual Villalbí: "los individuos tienen un sentimiento de recia personalidad, casi de altanería, hasta de orgullo, y sin embargo, como colectividad nacional sufren un complejo de inferioridad."[238]
Altanería y orgullo nutren el machismo, rasgo de la idiosincrasia mexicana, exaltado en películas, canciones y telenovelas, recurso para disfrazar la inferioridad y ostentarse superior, que coexiste con naquismo, mezcla de ignorancia, mala educación, inseguridad y soberbia, observable en todos los estratos socioeconómicos.[239]
39. Dinámica psicosocial
González Pineda rastrea en el mestizaje la semilla de los conflictos de la personalidad social y de la búsqueda de identidad nacional, con técnica freudiana.
Freud sintetiza en el id los instintos genéticos, inconscientes, primitivos del ser humano, que le dan energía pero carecen de organización y voluntad unificada. Superego representa a la autoridad, quien impone normas morales y éticas que reprimen los instintos primarios del individuo. Son fuerzas opuestas, por lo que se entabla lucha permanente entre id y superego. Ego es el ser consciente, cuya conducta y actuación están influidas por id y superego.[240]
González Pineda proyecta tales relaciones al comportamiento colectivo para interpretar la dinámica psicosocial del mexicano tipo.[241] En id engloba emociones colectivas, derivadas de las necesidades sociales: i.e. presión social. Superego corresponde a gobierno y ego a sociedad civil. Las aprovecho para interpretación propia.
México hereda civilización medieval que prevalece de la colonia al principio de siglo 20°. Se imprime en el superego; confunde al id; bloquea al ego, y crea cuadro social explosivo de frustración, angustia, inconformidad y resentimiento.
Los españoles inculcan en los indios sentimiento de inferioridad, que sumado a su miseria, provocan actitudes de autodesprecio y odio a sí mismos, que lacera y atrofia su id. Las elites mestizas no sólo conservan sino acentúan ese proceder.
El tránsito a capitalismo cataliza aquel sentimiento y la globalidad lo amplifica, auxiliada por los medios masivos de comunicación, que hostigan al ciudadano común con información que le hace consciente de su inferioridad, lo cual reafirma el complejo.
El id está tierno, pues la nación es joven: nace en 1821, al independizarse. Termina su lactancia en 1824, al constituirse en república. Tiene infancia tormentosa durante buena parte de siglo 19º, con respiro temporal durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911). Alcanza la pubertad en 1929, cuando se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y se pacifica la nación. Entra a la adolescencia a mediados de siglo, al consolidarse el sistema político sustentado en el PRI. En 2000 parece llegar a la edad adulta. En Quinta parte lo detallo.
El superego —cuerpo político— está en maduración. Desde 1821 anda en busca de régimen democrático y republicano, acorde a la conciencia nacional, que no se ha concretado.
En los treintas, cuando el id alcanza la pubertad, se implanta presidencialismo autoritario que refrenda el paternalismo colonial, ejercido ahora por el Estado-benefactor, que sobreprotege al id, le imbuye espíritu de dependencia, incuba hijismo y trastorna el ego social. El mexicano reclama derechos sin aceptar obligaciones. Es subsidiario, indolente e insensible.
Gobiernos sucesivos establecen cada seis años sus reglas de juego, lo cual significa alternancia de superegos y bandazos de objetivos, rutas, estrategias y procedimientos, que impiden consolidar aprendizaje y experiencia. Es impedimento adicional para que el mexicano entienda quién es, se estime a sí mismo y defina qué busca, adónde va.
Las impresiones recibidas en 180 años de vida independiente, teñidas de consecuencias dolorosas por errores e imprudencias propias de la inmadurez, dan actualidad a las inquietudes de Paz, Ramírez y Ramos, quienes compendian que la nación anda en busca de identidad, porque la desconoce o no la acepta. Ni siquiera acepta su nombre legal: Estados Unidos Mexicanos, copiado al vecino rico. Se reconoce como México.
El ego "es predominantemente esquizoide, está fragmentado y obedece a la dinámica de sus múltiples identidades," diagnostica González Pineda. Toda terapia o esfuerzo "para estructurarlo en mayor madurez y armonía, tienen que tender a procurar [… que tenga] experiencias consistentes, continuas, […] sin reacciones violentas o destructivas," provocadas por el superego o el mundo externo.[242]
Signo distintivo de esta nación es su pobreza, falla sistémica que enquista el síndrome de subdesarrollo. Otro signo es la ignorancia, asido a la anterior, atribuible también al sistema. Ambas cualidades configuran diversidad de Méxicos, aquí desde el punto de vista socioeconómico.
El habitante rural asume identidad propia, que no corresponde a la oficial. La conciencia social en zonas marginadas —indias, ladinas o mestizas— no entiende de patria o nación; carece de sentido de solidaridad, responsabilidad compartida, respeto a formas de convivencia, disposición para trabajar en beneficio colectivo y en general de voluntad para participar en labores enfocadas al bien común. Reconoce sólo el espacio que habita, el tiempo presente y lucha por subsistir. Sólo le interesa que llueva a tiempo y levantar su cosecha.
Caso lo percibe así: el indígena que vive aislado "no se siente mexicano, no tiene el sentimiento de que forma parte de una entidad más vasta que su pequeña comunidad. Fuera de ella todo es hostil. Sólo dentro de ella encuentra simpatía, calor y comprensión."[243]
Por si fuere poco, la población se cuadruplica entre 1950 y 2000 y amplía la confusión.
Tales vivencias delinean el contexto cultural de México: sus principios, ética, moral, necesidades, hábitos de consumo, formas de organización, actitudes de trabajo, disciplina, sentido de responsabilidad y perspectivas ante la vida y la muerte, que no responden a una identidad concreta, uniforme, definida.
"Carecer de porvenir vislumbrado equivale […] a desconocer el sentido mediador de la historia. Las culturas se estancan, como en nuestro caso, en lo único que les queda: su identidad ilusoria, su imposibilidad de participar de la verdad, su inmovilidad a causa de la ignorancia. […] La población ignora en qué consiste una república, cuáles serían sus beneficios, las responsabilidades que entraña, sus limitaciones y alcances institucionales," afirma Martha Robles.[244]
Con esa carga emocional labra su destino el mexicano. El trauma parece infranqueable, complicado por las confusiones derivadas de lo multicultural.
Al empezar siglo 21º el ego continúa extraviado, insatisfecho y frustrado. Ve el pasado con desilusión, el presente con desconfianza y el futuro con desesperanza.
La terapia es renovar y enriquecer la herencia social con experiencias consistentes, continuas, que aconseja González Pineda; es decir, mediante la metamorfosis cultural, apegada a objetivos, lineamientos y estrategias premeditadas, prudentes, organizadas; o sea, planificada.
40. Energía mental
El complejo de inferioridad social está inserto en las conciencias individuales. Es producto de circunstancias y acontecimientos heredados de las épocas autóctona, colonial, decimonónica y contemporánea que desorientan e impiden tener identidad, lo cual nutre ese sentimiento.
Heilbroner piensa que las sociedades pobres lo son "porque son sociedades tradicionalistas, es decir, sociedades que no han desarrollado ni el mecanismo del mando ni del mercado."[245]
Él mismo pregunta: "¿por qué continuaron siendo sociedades de tradición?" Responde: por su inercia social, la cual es "causa endémica de la baja producción por habitante, que yace en las actitudes sociales predominantes. […] La gente de una economía subdesarrollada no ha aprendido las actitudes que genera la rápida industrialización. En lugar de ser agricultores conscientes de la tecnología, son campesinos apegados a la tradición. En lugar de ser obreros disciplinados, son trabajadores renuentes e inexpertos. En lugar de ser negociantes con la mente puesta en la producción, son mercaderes orientados hacia el comercio."[246] Agrego: en lugar de adaptarse al globalismo se aferran a la tradición.
Tales actitudes impiden que se forje sentido de solidaridad, entendido por Linton como "unidad psicológica y emocional que asegura reacciones emotivas comunes y hace que el individuo esté dispuesto a sacrificar sus propios intereses por los de todos y a cumplir con su deber aunque no tenga quien lo vigile."[247] En Capítulo 53 trato el tema.
Baran cree que "la tasa y la dirección del desarrollo económico de un país en un tiempo dado depende tanto de la magnitud como del modo de utilización del excedente económico."[248] Dicho modo de utilización está supeditado a la conducta de los individuos, motivada por su cultura y conciencia social.
Lewis atribuye el desarrollo a voluntad de economizar y acumulación de saber, he citado. La primera se refiere a pautas de conducta y actitudes: ???s económico. La segunda a conocimiento técnico sobre cosas y seres vivientes, así como conocimiento social del hombre y sus relaciones con semejantes.[249] Agrego inteligencia emocional, tratada en Capítulo 5, producto del influjo de estados mentales volubles, inducidos por condiciones de salud, pasionales, temperamentales, climáticas y otras, donde intervienen medio físico, escolaridad, habilidades, ambiente social, disponibilidad de información y expectativas, que influyen en la toma de decisiones.
Hirschman considera que los países no aprovechan su potencial de desarrollo debido a que encuentran difícil tomar "decisiones de desarrollo. […] No se ven frenadas por obstáculos y escasez de recursos físicos, sino por el proceso de tomar decisiones." Reduce todos los factores escasos a una deficiencia básica: la capacidad de tomar decisiones. Identifica como problema fundamental "generar y vigorizar la acción humana en cierta dirección." Propone establecer mecanismos para generar decisiones inducidas.[250]
Estos autores atribuyen el rezago a la conducta humana, resultante de inteligencia colectiva pobre más sentimiento de inferioridad, que se reflejan en conciencia social frustrada y deprimida.
Así se cierra el círculo: el subdesarrollo económico subyace en subdesarrollo cultural y se refuerzan mutuamente.
¿Cómo convertir la inferioridad en algo constructivo?
México, como nación rezagada, debe asumir actitudes sensatas para asimilar los inevitables efectos de la globalización. Debe actualizar su cultura, mediante leyes apropiadas y acciones premeditadas que desarrollen el conocimiento y apuntalen la personalidad grupal, que se sustituyan conductas y hábitos inconvenientes por posturas y reacciones adecuadas a las exigencias del presente.
Se requiere aprovechar y canalizar la energía mental, que según Nadel determina la capacidad de actuar. Es semejante a la energía física: no se recibe del exterior, sino que la produce el cuerpo en movimiento. La generada en la sociedad existe antes de ponerse en marcha. Pero "como la acción social es acción recurrente, tienen que existir mecanismos sociales que hagan disponible la energía en el momento y situación en que aquella ha de ser activada."[251] "El enlace de los hechos sociales mediante la actuación de la energía mental descansa esencialmente en los mecanismos de conversión, es decir, en mecanismos que transforman la experiencia en móviles de la conducta," agrega.[252]
Tales mecanismos de conversión equivalen a motivaciones para encauzar fuerzas potenciales, inmanentes en la sociedad. La más obvia: infundir sentido de solidaridad que convierta el grupo en un todo funcional y dinámico que impulse el desarrollo.
Con este fin hay que inducir experiencias que enriquezcan la cultura, moralicen la conciencia colectiva y aprovechen las cualidades humanas en la acción, no en el discurso. Crear mecanismos de conversión que trasformen la experiencia en móviles de conducta positiva.
Como el comportamiento individual genera la energía de la sociedad, el proceso parte de inculcar —no imponer— en cada sujeto la inquietud socrática de conocerse a sí mismo, reflexionar, encontrar su identidad, liberarse de complejos y responder de lo que hará en el porvenir, para que trascienda a la colectividad. Hablo de infundir sabiduría, no manipular el pensamiento.
Corresponde al sistema de planificación proponer acciones para formar seres humanos capaces y responsables, que aprovechen su fuerza mental potencial y la aporten a la sociedad.
En el estilo de González Pineda la mecánica sería:
Quienes deciden el porvenir de la nación, los políticos, "tienen que saber qué es lo que el [ego] nacional quiere y hacia dónde va el país que representan; son los que interpretan y deciden sobre la realidad de su pueblo." Su función es de superego terapéutico, sin perder su posición dentro de la realidad.[253]
El gobierno (superego) "tiene que mantener su misma actitud, su consistencia ante todas las identidades del pueblo, a pesar de la actuación de éste, muchas veces contradictoria."[254] Su responsabilidad es establecer aparato regulatorio y ambiente propicio para que la sociedad genere movimiento y se supere por sus propias fuerzas. A medida que ella avanza lo hacen los individuos que la integran. A esto aspira la teoría de motivación humana de Maslow.[255]
Resalto el concepto motivación: significa canalizar la energía humana contenida en sus reacciones. Unas son conscientes, como aprender, trabajar, ahorrar, invertir. Otras son reflejas, como respetar las leyes, a los semejantes y la naturaleza, así como armonizar y cooperar con el grupo: adquirir sentido de solidaridad.
Estas opiniones confirman la necesidad de organizar y promover la metamorfosis cultural por medio de ordenamientos y acciones premeditadas, en busca de que el grupo y sus miembros estén dispuestos a prepararse, participar y colaborar en el desarrollo comunitario.
Freud considera que las experiencias de cada persona existen en su presente. Maslow enmienda: "debemos aprender que también el futuro existe en el individuo, en forma de ideales, expectativas, deberes, empresas, planes; potencial de reserva que pronto debe actuar; misión, azar, destino. […] En su mayoría, los hombres tienen una gran capacidad de creatividad, espontaneidad, solicitud hacia los demás, curiosidad, desarrollo continuo, habilidad de amar y ser amado, y todas las características de la gente autorrealizada."[256]
Al proyectar la teoría maslowiana a la conciencia social se colige que el ego —sociedad civil— reacciona positivamente cuando el id —instinto detonado por las necesidades fundamentales— se encuentra satisfecho. Su desarrollo depende de la oportunidad de autorrealizarse, a su vez supeditadas al superego —acción gubernamental.
"Una persona que se comporta negativamente no está haciendo más que reaccionar ante la carencia que enfrentan sus necesidades fundamentales; una vez satisfechas estas urgencias comienza a desarrollar su verdadero potencial y se desplaza hacia un nivel óptimo de salud y normalidad en su calidad de ser humano," afirma el mismo autor. El desarrollo de la persona se ha de fundar en su autorrealización, de acuerdo con los determinantes internos, externos y ambientales.[257]
El papel tradicional del Estado [superego] es imponer decisiones a los ciudadanos. El gobierno lucha contra el instinto social [superego versus id], afecta a la sociedad civil [ego] y provoca entropía mental.
El gobierno mexicano [superego] debe adelantarse al futuro; enterarse de las aspiraciones de los ciudadanos; pedir su participación, y formular propuestas conjuntas para corregir las deficiencias del sistema-país, impedir que escape la energía social, aprovecharla y encauzarla.
La sociedad civil [ego] debe comprender que los recursos son insuficientes frente a necesidades colosales; no existen remedios infalibles ni inmediatos, y debe trascurrir un plazo razonable, 30 a 45 años, para obtener resultados apreciables.
La cuestión crucial ¿cómo organizar la sociedad mexicana en el marco de la globalidad? implica saber qué desea el ego, cómo reacciona el id y definir qué hará el superego. Las respuestas se integran al plan, forma sensata de canalizar racionalmente la energía mental de la sociedad.
41. Derechos humanos
El desarrollo de una nación se mide por la proporción de personas que gozan de bienestar-bienser, concebido como disfrute de derechos humanos, que Peces Barba define: "facultades que el derecho atribuye a las personas y a los grupos sociales, expresión de sus necesidades en lo referente a la vida, la libertad, la igualdad, la participación política o social, o a cualquier otro aspecto que afecte al desarrollo integral de las personas en una comunidad de hombres libres".[258]
Su reconocimiento y respeto se perfilan como eje de libertad, justicia y paz en Gran Bretaña en 1689, al promulgarse Bill of Rights. Se consolidan con la guerra de independencia de EUA en 1776 y la revolución francesa de 1789. Se consagran en diciembre de 1948, con la Declaración universal de derechos humanos de ONU. El proceso lleva tres siglos en fragua y sigue activo. Va en su tercera generación.[259]
La primera generación contempla derechos civiles y políticos: respeto a la vida y libertad de la persona en todos sentidos. Aparecen en constituciones de varios países desde siglo 18º. Al Estado corresponde respetarlos y hacerlos respetar, como tarea activa, y como pasiva establecer marco legal e institucional que permita disfrutar de ellos.
La segunda generación se refiere a derechos sociales, económicos y culturales. Los recogen algunas constituciones, entre ellas la mexicana de 1917, y los reafirma la Declaración universal… citada. Son de realización progresiva, porque se satisfacen según posibilidades: se obtienen en la medida en que progresa la sociedad
La tercera generación cubre derechos de los pueblos. Se denominan de solidaridad, por referirse a un esfuerzo internacional. Arranca en 1976, cuando se proclama Declaración de los derechos de los pueblos en Argel. Se encuentra en instrumentación. Sus adelantos se subordinan a la coordinación y colaboración entre países.
Es obligación del gobierno hacerlos explícitos y garantizar su cumplimiento mediante estructura legal e institucional. Pero más importante es combatir incompetencia e ineficacia gubernamental, corrupción, impunidad, pobreza y crimen, que coartan que todo individuo tenga empleo digno, salario justo, ingreso suficiente, educación, alimentación, atención médica, vivienda, recreación y demás. Asimismo hay que avanzar en materia de democracia, que asegure elecciones limpias, participación ciudadana y trasparencia de la gestión pública.
Gozar de garantías es conquista de la gente y humanización del Estado. Su naturaleza y significado no es captado de manera automática por la conciencia individual ni colectiva. Se registran al vivirlas y ejercitarlas, y se convierten en convicción y hábito al interactuar todos los elementos involucrados en la mecánica de la sociedad. La educación y libre albedrío de las personas les induce a demandarlas y aprovecharlas. Es característica esencial de cultura.
El tema no ha de verse con enfoque pasional ni ideológico. Incumbe a la filosofía y sirve para discernir ¿qué es lo mejor para el ser humano?, ¿qué tipo de sociedad puede existir?, ¿qué clase de orden político es factible?, ¿qué organización económica es viable? Son cuestiones fundamentales para la elaboración e instrumentación del plan.
42. Desarrollo del conocimiento
Anticipé que el dilema cultural estriba en ¿cómo enriquecer la inteligencia colectiva? y corresponde a la función estatal 1. Fomentar y orientar la cultura. Se resuelve con la metamorfosis de la cultura nacional; es decir, al evolucionar las estructuras de aprender, pensar y actuar, renovar el espíritu y actualizar principios, valores y estilos de vida.
Abultado segmento de la población mexicana vive en estado de ignorancia, pobreza y sumisión, que atrofian su personalidad y voluntad. Los motivos están expuestos a lo largo de este ensayo. Lo cataliza el autoritarismo gubernamental, ejercido como paternalismo/hijismo, en vigor desde siempre, que crea relación señor/vasallo, coarta la libertad del individuo y afianza el complejo de inferioridad colectivo.
Las acciones para inducir la metamorfosis se compendian en impartir educación, capacitación e información, que detallo luego. El proceso no es independiente ni espontáneo. Se liga a circunstancias políticas, económicas y sociales en forma circular.
Braudel lo vislumbra así: una civilización se encuentra "en función de una cierta redistribución del dinero. Las civilizaciones se particularizan […] según el mecanismo de redistribución que les es propio, según los mecanismos sociales y económicos que reserva en los circuitos del dinero la parte destinada al lujo, al arte, a la cultura."[260]
Acudo de nuevo a la distinción de este autor entre civilización y cultura, para descubrir nexos entre ellas dos y economía.
Parafraseo la cita en estos términos: la situación de la economía, plasmada en redistribución del dinero, impulsa la cultura, al brindar capacidad para invertir en educación, ciencias, artes, tecnología y formación del espíritu social: conjunto de principios, valores, normas y preceptos. También nutre la civilización: acervo de conocimientos técnicos, prácticas y procedimientos para actuar sobre la naturaleza, que determinan como funciona la propia economía.
Los tres conceptos —cultura, civilización y economía— se hallan en evolución constante y se influyen recíprocamente. La concomitancia no se distingue a simple vista, porque las magnitudes económicas se mueven con rapidez, la estructura productiva se modifica, aunque con lentitud, mientras las mutaciones culturales son apenas perceptibles, por producirse en el muy largo plazo, si bien, anota Alfred Weber, "el cambio de la civilización es más rápido que el cambio de la cultura."[261]
Carece de sentido ubicar dichas nociones en el mismo plano, pues dice Braudel: "una civilización, lo mismo que una economía, tiene un ritmo propio. Se presenta como una historia interrumpida por eclipses, historia que fácilmente puede ser recortada en pedazos sucesivos, que prácticamente se desconocen unos a los otros."[262]
La estructura cultural se materializa en instituciones, definidas por Herskovits como "modos organizados de tratar con el mundo exterior a fin de obtener de él las satisfacciones esenciales a la vida."[263] Son respuestas formalizadas —i.e. institucionalizadas— consagradas y aceptadas por la sociedad.
En México existen instalaciones educativas, artísticas, científicas, técnicas, recreativas y sociales modernas en varios puntos del territorio. Lo triste es que pocas personas tienen acceso a ellas.
El foco de la cultura hegemónica es la capital. El estilo, ritmo e intensidad con que se propaga varían según cada región y comunidad. En algunas lo hace con fluidez, como urbes, centro, norte y península de Yucatán. Se trasmite con pesadez hacia el sur y a zonas rurales.
Comunidades con tradiciones ancestrales asimilan rasgos de aquella cultura de manera inconsciente, parcial y pausada, pero sostenida, difundidos por ambiente social, gobiernos y medios informativos. También influyen miembros que regresan de recibir fuera educación escolar media y superior o formados en agrupaciones religiosas y ONGs, así como emigrantes ocasionales a EUA.
También se absorbe cultura externa y se integra de manera gradual, inadvertida, sin responder a orden alguno, como sucede desde que una tribu se fusionó a otra o la sometió. Lo acelera la rapidez y amplitud con que se trasmite información. La publicidad y los medios masivos propagan necesidades, hábitos, ideas, deseos y gustos; inculcan principios, valores, ideas, símbolos, e imponen su lengua.
La trascendencia y velocidad de la metamorfosis depende del arraigo de costumbres y actitudes; capilaridad de grupos de poder (elites); acciones del Estado, e influencia de agentes exógenos: gobiernos extranjeros, organismos y corporaciones internacionales, turistas y canales de comunicación. El globalismo cataliza y acelera la difusión.
He hablado de subdesarrollo económico. También existe subdesarrollo cultural: situación de inferioridad respecto a sociedades reconocidas como ejemplares. Superarlo exige enriquecer la o las culturas existentes, adaptarlas a la universal, o al menos a la de sociedades con las que se mantiene relación estrecha o son prototipo de civilización deseada; aprender de ellas, y alimentar las propias, como parte de la metamorfosis. No implica claudicar de principios, valores ni tradiciones, sino agrandarlos. La clave es combinar el pasado con el presente, de cara al futuro. Es deber del gobernante establecer condiciones para que las personas aprendan, se instruyan, se capaciten y enriquezcan su cultura para lograr fortaleza, estabilidad y desarrollo, sin afectar personalidad, ideas ni creencias, en un clima de libertad, respeto y dignidad.
Carece de sentido oponer resistencia a la fuerza incontenible de la civilización dominante. Es luchar contra la dialéctica histórica. La metamorfosis cultural radica en adaptarse con apertura y flexibilidad a la realidad. Conocerla y respetarla es medio para dominarla.
El programa de desarrollo del conocimiento debe prescindir de prácticas de manipulación de cualquier tipo. Propaganda política, censura y demagogia coartan libertad de conciencia, pensamiento, opinión y expresión, derechos de primer orden. Enajenan y engendran fanatismo. Son opuestos a democracia y civilización. Deben proscribirse.
Estamos ante una transición formidable, a la cual México debe amoldarse con criterio globalista, desprovisto de pasión, sustentado en historia y ciencia, conforme a circunstancias, patrones y reglas que imperan: los reales y efectivos. Tiene que proponerse lograr lo que se puede con lo que se tiene. Es inalcanzable lo que se debe o se desea. No es permisible anhelar utopías. El plan debe puntualizar medidas que enriquezcan la inteligencia individual, local, regional y nacional, con fines nobles y humanitarios.
43. Educación: crisol de libertad
El átomo de la sociedad es la persona, unidad indivisible de energía, cuyas acciones individuales agregadas llevan a una comunidad lo mismo a la prosperidad que al desastre, dada la propensión humana a cometer errores por ignorancia, ineptitud, descuido o impulsos emotivos.
Tales acciones pueden orientarse, corregirse o evitarse, según el caso, con un programa que moldee la inteligencia propiamente dicha, así como la emocional, y permita generar las decisiones inducidas que sugiere Hirschman; romper la inercia social que preocupa a Heilbroner; enriquecer la voluntad de economizar de Lewis o el ???s económico de Weber, así como encauzar la energía mental, como aconseja Nadel.
La inteligencia está moldeada por conocimiento científico, habilidades prácticas y buen juicio para actuar de acuerdo a las circunstancias.[264] Se obtienen por aprendizaje, que proporciona capacidades para enfrentarse a la naturaleza, adaptarse a ella y aprovecharla, satisfacer necesidades, relacionarse con los semejantes, organizarse, fabricar instrumentos y saber utilizarlos.
De la cultura de cada quien depende su libertad, dada por la eficacia con que piensa, se amolda, comporta y actúa, que le asignan un sitio en la escala social. La suma de cualidades personales configura el talento de la colectividad, cuyo desarrollo depende de ellas.
Auspiciar libertad no es sólo dejar hacer: debe incluir elementos que permitan saber y poder hacer. Educación, capacitación e información son crisoles de libertad. Educación comprende el flujo de conocimientos, sensaciones y experiencias provenientes de la familia, escuela y medio social; capacitación, implica desarrollar aptitudes y habilidades, e información, es factor de continuidad, actualización, ampliación y aprovechamiento de lo aprendido.
En México es pobre el coeficiente educativo. El censo de población de 2000 consigna que 10% de personas mayores de 15 años son analfabetas y 29% no cursaron educación primaria completa. La escolaridad es de 7.3 años. Entre 30% y 40% son analfabetas funcionales: aprenden el abecedario, pero no leen ni escriben sino frases elementales.
El concepto analfabetismo se extiende ahora a quienes carecen de habilidades para utilizar computadora, manejar e interpretar información, resolver problemas o formular conclusiones y propuestas apropiadas. Los discrimina como trabajadores, explica que les sea difícil obtener empleo y que acepten salarios reducidos. El remedio es proporcionar conocimientos que les faculte a percibir por sí mismos su ingreso, mejor que en redistribuir el ganado por otros.
La ignorancia aprisiona a la gente en círculo perverso que coarta su movilidad de actuar con sensatez y le induce a hacerlo mecánicamente en estado de sujeción amo/siervo. El hombre en verdad libre es el instruido, cuya conducta responde a un contenido axiológico, con sentidos de respeto y responsabilidad, que busca metas concretas.
"La educación, en su acepción epistemológica, es profundamente humana y requiere la transformación interna de la persona, de sus hábitos y actitudes, de su forma de ver el mundo, de su forma de reaccionar ante diversas circunstancias y eventos que afectan a la persona, a la sociedad y a nuestro mundo," asevera Cárdenas.[265]
Sócrates proclama, según Platón: "la educación de la juventud y de la infancia [es el punto] único suficiente. […] Si los ciudadanos son debidamente educados llegan a ser perfectos hombres de bien."[266]
El mayor orgullo de un país es contar con niños inteligentes y brindarles oportunidad de convertirse en ciudadanos cultos, responsables y productivos. Es razón para educar a la población desde su más tierna edad. Aconsejo hacerlo con un régimen formativo e informativo que inculque principios de honestidad y justicia, tolerancia, respeto y compromiso; que cincele las facultades requeridas para impulsar el desarrollo individual y comunitario, proporcione aptitudes personales, destierre el espíritu de dependencia, fomente solidaridad, auspicie virtudes cívicas e inculque afán de trabajo.
Entiendo la noción trabajo con mayor amplitud que esfuerzo aplicado a producir: agrego vocación, destreza, refinamiento, especialización, voluntad, constancia, dedicación y esmero al ejecutarlo, cualidades escasas en México, que se adquieren al estudiar, ejercitarse y perfeccionarse por un proceso de capacitación, que ha de estar contemplado en el programa formativo.
Humanizar la sociedad e impulsar su progreso requiere producción colectiva de conocimiento —infraestructura del mundo contemporáneo, le dice Lévy[267]que inculque virtudes para engrandecer al Estado, que para Platón "no son ni un presente de la naturaleza ni un resultado del azar, sino fruto de reflexiones y de preceptos que constituyen una ciencia que puede ser enseñada. […] Todas [las] virtudes pueden ser adquiridas por el estudio y por el trabajo."[268]
¿Quién las debe inculcar?
Patiño Márquez apunta: "el Estado, en su papel de conductor de la sociedad, cuya inversión en educación es determinante en el desarrollo de condiciones equitativas de trabajo para los integrantes de la comunidad […] tiene el compromiso de identificar y subsanar las carencias de educación y oportunidad de las personas, mediante la inversión en educación a todos los niveles, desde aquellos que posibilitan al individuo alcanzar un grado académico, hasta los que proporcionan habilidades que se pueden convertir en actividades laborales específicas como son los oficios."[269]
La educación es más que servicio público de enseñanza del alfabeto: le compete reconocer y satisfacer derechos del individuo y enriquecer la herencia social. Es responsabilidad de familia, sociedad civil, instituciones, organismos, magisterio, empresas: todos deben participar en esta misión, organizados y coordinados por el gobierno.
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