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Refugiados

Enviado por leticiam


    Con demasiada frecuencia se representa a las personas que buscan refugio en Europa mediante simples brochazos y pinceladas anónimas. Se ha destinado una cantidad desproporcionada de recursos para erigir barreras que impidan la entrada en el continente de esas personas "sin cara" que huyen de zonas de crisis y se ha prestado mucha menos atención a los esfuerzos internacionales para hacer frente a las causas que originan los movimientos de refugiados.

    En 1980 la ONU crea un grupo de expertos gubernamentales para estudiar posibles mecanismos de cooperación internacional destinados a prevenir nuevos flujos de refugiados.

    El grupo terminó sus trabajos en 1986 después de 128 reuniones y llegar a una conclusión tan evidente como dolorosa: cualquier iniciativa global para prevenir futuras crisis de refugiados se verá casi siempre abocada al fracaso porque los estados no cumplen a rajatabla los principios de la legislación internacional.

    Hay que acometer la solución de los problemas de los refugiados desde su origen.

    El propio comité ejecutivo de la organización (ACNUR) ha reconocido que el requisito fundamental a este respecto, es la "suficiente voluntad política de los estados directamente afectados"

    "En la actualidad, los conflictos dentro de los propios estados son la principal causa de desplazamientos forzosos de la población" (Sadako Ogata, alta comisionada.

    Los refugiados.

    La movilidad de la población a escala mundial pone de manifiesto la creciente importancia de los desplazamientos de carácter forzoso (cuando la población afectada no tiene la posibilidad de optar entre quedarse o irse.

    Los refugiados no abandonan su país por elección propia sino porque en sus propios países sus derechos humanos se encuentran amenazados.

    Por esa razón cruzan las fronteras, dejan sus bienes y pertenencias y buscan seguridad en otro país. La vulnerabilidad que presentan estos grupos sociales marginados radica, por un lado, en la carencia de recursos materiales (tierra, dinero) y documentación y, por otro, en la falta de afectos (familia, amigos, y la comunidad.

    La necesidad de obtener protección internacional es lo que diferencia la situación de los refugiados de otros extranjeros, pues la situación de estos últimos está regulada por la legislación migratoria de los países.

    El ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) revelan que existen más de 27 millones de refugiados, una cifra que compromete la atención de la comunidad internacional, pues este se ha convertido en uno de los problemas más grave que debe enfrentar la humanidad y que atenta contra la paz y la seguridad internacionales.

    Según el ACNUR, una de cada ciento quince personas de la población mundial se ha visto obligada a huir del país por motivos políticos, económicos o religiosos.

    CONCEPTOS.

    REFUGIADO: Persona que tiene miedo de ser perseguida por alguna cuestión de raza, religión o nacionalidad, por ser miembro de un grupo social determinado o por tener una opinión política particular y se encuentra obligada a emigrar de su país en busca de refugio sin poder regresar.

    ASILO: Lugar de refugio para los perseguidos, donde se les brinda asistencia. Se define al que pide asilo como la persona que quiere entrar en el territorio de un estado y solicita el reconocimiento de su condición de refugiado.

    EXILIO: Separación de una persona y la tierra en que vive, generalmente por cuestiones políticas; se denomina también a la condición que vive un expatriado.

    ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

    El ACNUR inició sus actividades de carácter humanitario y sin compromisos políticos en el año 1951. Sus objetivos principales eran otorgar protección internacional y buscar soluciones de carácter permanente al problema de los refugiados.

    Primeramente consideró a la población que se encontraba fuera de su país de origen para luego atender a la población desplazada en un mismo país que vive de la misma forma que los refugiados.

    El elemento de carácter jurídico fundamental del ACNUR es la Convención de las Naciones Unidas sobre el estatuto de los Refugiados de 1951, mediante la cual quedó asentado el principio, en virtud del cual ninguna persona puede ser repatriada contra su voluntad a un territorio donde pudiera ser objeto de persecución.

    Además, establece las normas para el tratamiento de los refugiados, su condición jurídica, empleo y bienestar.

    Otros objetivos del ACNUR son los siguientes:

    # Incitar a los gobiernos a suscribirse a las convenciones sobre los refugiados y repatriados a nivel internacional y regional.

    # Garantizar el trato conforme a las normas internacionales hacia los refugiados.

    # Defender la igualdad de los derechos económicos y sociales entre los refugiados y los nativos del país receptor.

    # Garantizar que las solicitudes de asilo sean examinadas en forma correcta.

    # Promover la seguridad física de los refugiados mientras se examinan sus solicitudes protegiéndolos contra una devolución forzosa.

    El ACNUR financia sus programas mediante las contribuciones de carácter voluntario de los gobiernos y de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.

    "Si a los 27 millones de refugiados se suman los casi 30 millones de desplazados internos (población que se traslada de un lugar a otro de su país con el fin de lograr mejores

    Condiciones de vida) y los 100 millones de migrantes por causas económicas (población que busca mejores condiciones de trabajo, mejor remuneración), se llega a un total de 157 millones de personas que se desplazan en el mundo con el fin de obtener mínimas condiciones de seguridad para sobrevivir".

    ¿Quiénes huyen?. ¿Por qué?.

    Múltiples y complejas son las causas de setos grandes éxodos humanos:

    • los conflictos bélicos
    • los enfrentamientos étnicos
    • los cambios geopolíticos
    • la superpoblación
    • el desempleo
    • la pobreza
    • La degradación del medio ambiente.

    La década del ´90 se caracteriza por los cambios geopolíticos y por el resurgimiento y la exacerbación de los nacionalismos y los enfrentamientos étnicos.

    Entre los cambios geopolíticos que han originado el desplazamiento de millones de personas se incluyen: la caída del muro de Berlín, la reunificación alemana y la desintegración de la URSS y de la ex Yugoslavia; entre los enfrentamientos étnicos se incluyen los que suceden en el seno de las comunidades africanas y asiáticas.

    Precisamente, es el continente africano, el espacio geográfico mundial en el que se originan la mayor cantidad de refugiados.

    Especialmente Africa subsahariana está atravesando, desde hace unas décadas, severas crisis políticas, económicas y sociales que se expresan en el hambre y la desnutrición que afectan a la mayor parte de la población y en las guerras interétnicas que movilizan grandes contingentes de personas en carácter de refugiados políticos.

    Para comprender el presente, debemos considerar el pasado histórico del continente africano, que estuvo signado por sucesivos procesos de colonización y descolonización, por la inestabilidad de las formas de gobierno, por las diferencias en la distribución de ingresos y por el trazado arbitrario de sus límites políticos sin tener en cuenta las diferencias etnias que vivían en los territorios que fueron delimitados.

    Los enfrentamientos étnicos en Africa, especialmente entre las etnias hutu, tusti en Ruanda y Burundi, han dejado un saldo de 1.700.000 refugiados que se albergaron en condiciones infrahumanas en numerosos campamentos en Bukavu, Zaire y aproximadamente 1.000.000 de muertos.

    En los campamentos africanos, él número tan elevado de refugiados hace que parezcan en condiciones de hacinamiento y estén expuestos a hambrunas y a epidemias de cólera y otras enfermedades que causan la muerte de miles de personas por día. Solamente entre abril y julio de 1994 se desplazaron en carácter de refugiados, más de 1.000.000 de ruandeses hacia Zaire.

    Por su parte, la desintegración de la ex Yugoslavia ha provocado el desplazamiento de carácter forzoso de más de 1.300.000 personas. Austria e Italia se declararon estados en emergencia por la cantidad de refugiados yugoslavos que cruzaron sus fronteras.

    En la región de los Balcanes, los conflictos étnicos que se produjeron entre 1992 y 1995 forzaron la huida de 3.700.000 personas, entre refugiados y desplazados internos.

    La llegada de los refugiados a los países receptores.

    La llegada de los grandes grupos de personas a los países receptores ocasiona serios inconvenientes, por lo que el ingreso a estos países actualmente está muy restringido.

    A pesar de que el artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dispone que "toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país", el número de estados que restringen las solicitudes de asilo en sus territorios crece en forma directamente proporcional al aumento del número de refugiados.

    El impacto de los grupos de refugiados sobre los países receptores es muy grande, ya que deben ser alimentados, vestidos y albergados y, mediante los instrumentos de carácter jurídico internacional (Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y el Protocolo adicional de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados), protegidos y asistidos.

    Esto significa que, además de brindarle seguridad personal, entre las necesidades básicas de un refugiado se destaca la posibilidad de obtener una estadía legal y un documento. De esta manera, queda garantizada su protección contra la posibilidad de expulsión y de devolución a su país de origen y puede ejercer sus derechos civiles, económicos, sociales y culturales.

    El derecho al trabajo constituye uno de los derechos fundamentales de los emigrantes forzosos, ya que trabajar es la tarea que les permite valerse por sí mismos, lograr autosuficiencia y establecer relaciones con el resto de la comunidad.

    Los estados signatarios de la Convención de 1951 y el protocolo de 1967 son 131 en total y todos ellos poseen la responsabilidad internacional de defender e implementar los derechos de los refugiados, pero cada uno en particular decide otorgar o no, el derecho de residencia en su territorio a una persona extranjera que ha cruzado la frontera o bien permanece en ella.

    En este punto, la Convención de 1951 no obliga a los estados a otorgar a los refugiados el derecho de residencia y deja a su propia administración el procedimiento de reconocimiento de la condición del refugiado.

    Existen ciertos derechos establecidos en la convención de 1951 que sí deben ser aplicados obligatoriamente sin poder formular los estados signatarios ningún tipo de objeción al respecto:

    La definición de refugiados(art. 1), la no-discriminación por motivos de raza, religión, o país de origen(art.3), garantizar la práctica de la religión del refugiado(art. 4), permitir el libre acceso a los tribunales de los refugiados(art.16) y no devolver al refugiado a un país en donde su vida esté en peligro (art.33).

    La acción del ACNUR es fundamental, pues vela que los gobiernos de cada estado incorpore la legislación internacional sobre refugiados, en el marco legal de lo establecido en la Convención de 1951.

    El asilo en Europa en la última década.

    Los refugiados siempre han formado parte del paisaje Europeo, sobre todo en este siglo.

    Desde que un millón de personas huyó del ejército bolchevique de Rusia, en 1919-1920; los éxodos masivos han sido continuos a lo largo de largo de las siguientes décadas.

    320.000 armenios se dispersaron por todo el continente; casi 2 millones de griegos y turcos se trasladaron a sus respectivos territorios nacionales en virtud de un acuerdo firmado en 1923; cientos de miles de personas quedaron desarraigadas durante la guerra civil Española; y un cuarto de millón escapó de Alemania en la misma época.

    En 1942 había más de 21 millones de personas desplazadas y sin hogar, repartidas por toda Europa.

    La guerra fría produjo nuevos desplazamientos de refugiados, que se convirtieron en instrumentos del enfrentamiento entre Europa del Este y del Oeste.

    El asilo adquirió así una base ideológica favorable a quienes huían del comunismo, que encontraban las puertas abiertas. Sus derechos morales y legales fueron apuntalados mediante la creación de organizaciones como las naciones unidas y el consejo de Europa.

    La declaración de los derechos humanos (1948) garantizó el derecho de las personas a buscar y a disfrutar de asilo y la convención de 1951 sobre el estatuto de los refugiados codificó el principio de que nadie puede ser devuelto a un país donde su vida o su libertad estén en peligro.

    (Ahora es más fácil que nunca manipular el tema de los extranjeros –refugiados incluidos- pintándolo como competidores en la búsqueda de los escasos puestos de trabajo, de alojamiento y de subsidios. Los propios flujos migratorios se han vuelto más complejos al descubrirse la línea que separa a los legítimos refugiados de los inmigrantes económicos).

    Hasta comienzo de los 80, el número de solicitantes de asilo qué llegaban a Europa occidental permaneció bastante estable, a una media de menos de 100.000 al año.

    (Alrededor del 70% procedían del este, obtenían el asilo rápidamente y se integraba con facilidad).

    Cuando algunos países se demostraron incapaces de hacer frente a oleadas masivas de refugiados como la de los 200.000 húngaros, qué, en 1956-57, entraron en Austria y Yugoslavia; otras naciones Europeas, a demás de Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica, y Argentina, no dudaron en ofrecerse a acoger a los refugiados de forma permanente. Sentando un precedente del reparto de responsabilidad.

    A mediados de los ochenta, el panorama empezó a cambiar. En 1986, estuvo a punto de duplicarse la media de solicitantes hasta alcanzar casi los 200.000; en 1989, llegó a 316.900. Gran parte procedía de Africa, Asia y Oriente Medio. Para 1992, cuando el número de solicitantes de asilo en Europa alcanzó una cota sin precedentes de 696.500, los gobiernos estaban aplicando una drástica política de "inmigración cero".

    Se había producido, pues, un cambio decisivo: el énfasis ya no se ponía en la protección de los refugiados, sino en su control y exclusión.

    Los antecedentes de este dramático incremento del número de solicitantes de asilo hay que buscarlos, sobre todo, en el propio continente.

    (En 1992, búlgaros y rumanos, a los que tras años de represión y restricciones, se permitía viajar al extranjero, constituían un tercio de las peticiones en Europa occidental. El hecho de pedir asilo no reflejaba necesariamente un temor de persecución, pero les aseguraba una corta estancia en el "oeste").

    En 1997, el número de solicitantes de asilo en Europa cayó hasta los 332.800, menos de la mitad que en 1992.

    Siguiendo una tendencia del último cuarto de siglo, la mayoría, casi el 45%, presentaron su petición en Alemania. En torno al 40% eran europeos, sobre todo albaneses de Kosovo y kurdos de Turquía.

    No obstante, han empezado a surgir nuevas pautas. El número de países que reciben refugiados ha crecido desde la caída del telón de acero. En 1997, Polonia tuvo más solicitudes de asilo que Noruega, una de las naciones de acogida tradicionales.

    En los últimos años, muchos inmigrantes intentan entrar en Europa solicitando asilo en vista de sus nulas posibilidades de hacerlo por el procedimiento habitual.

    El resultado es que los gobiernos europeos deben hacer frente a movimientos de población en los que se incluyen refugiados e inmigrantes económicos, por lo que han ideado numerosas medidas para restringir tanto el acceso de solicitantes de asilo y de inmigrantes ilegales a sus países como los requisitos para que una persona sea considerada digna de protección.

    A medida que las barreras entre las dos regiones (Europa central y oriental) y dentro de la propia unión se van reduciendo, los países occidentales han intensificado sus esfuerzos para impedir que los solicitantes de asilo presenten sus peticiones en más de un estado, como si estuvieran buscando las mejores condiciones de acogida.

    Algunos de ellos envían sistemáticamente a los solicitantes de asilo de vuelta a terceros países "seguros" de Europa central por los que han pasado con anterioridad.

    Si estas naciones adoptan una política similar, puede originarse una reacción en cadena de expulsiones cuyo resultado final sea el regreso de la persona al estado del que huyó.

    Se está imponiendo el principio según el cual los potenciales refugiados deben solicitar asilo en el primer país en que puedan hacerlo, sin que haya, por desgracia, un consenso claro a la hora de definir que es un país "seguro" ni un mecanismo de supervisión que garantice el acceso a un proceso legal adecuado.

    También se ha incrementado el tráfico organizado de solicitudes de asilo, sobre todo como respuesta al refuerzo de los controles fronterizos.

    (Este comercio suele calificarse como un crimen degradante e indeseable, pero un reciente estudio del consejo Británico para los Refugiados recuerda que éste fue el procedimiento empleado por Raoul Wallenberg, Oscar Schindler y otros que, vistos con perspectiva histórica, están considerados como héroes y salvadores).

    Aunque el número de personas que solicitaron asilo en Europa Central en 1997 supuso sólo el 1% del total del continente, todos los países de esta "zona de contención", a demás de la Federación Rusa, se han adherido a la convención de 1951. Hungría también ha suprimido la cláusula "geográfica" que introdujo al firmarla en 1989, según la cual sólo tomaría en consideración las peticiones de solicitantes europeos.

    Las condiciones impuestas por la Unión Europea a los estados que deseen ingresar en ella, incluido el cumplimiento de una serie de normas básicas en materia de asilo, están conduciendo, inevitablemente, a un cierto grado de armonización, pero no ha acabado con un problema: el de las grandes dificultades que encuentra el pequeño grupo de refugiados admitidos para integrarse en los "nuevos" países de asilo de Europa Central y Oriental, situación que les empuja a continuar su marcha hacia el oeste.

    Los gobiernos han puesto en marcha una serie de mecanismos para intentar disminuir él, a su juicio, excesivo número de personas en busca de protección, incluyendo la reducción de subsidios sociales, la detención de solicitantes de asilo y la aplicación de una interpretación legal restrictiva de los requisitos para ser considerado refugiado.

    Algunos países como Alemania, Suiza u Holanda- destinos más populares que otros como Grecia y España, porque ofrecen mejores facilidades y subsidios sociales- están intentando reducir las diferencias.

    El ACNUR calcula que, en Austria, uno de cada diez solicitantes de asilo son arrestados y algunos de ellos, encarcelados junto a delincuentes comunes.

    No obstante, la interpretación restrictiva de los requisitos para ser considerado como un auténtico refugiado es, probablemente, el aspecto más preocupante de las actuales tendencias sobre el asilo en Europa. Aunque cada vez son más quienes escapan de países devastados por guerras civiles como Angola o en los que no existe ningún tipo de autoridad estatal como Somalia, se va imponiendo la idea de excluir el asilo de personas perseguidas por "agentes no estatales", como grupos rebeldes o extremistas religiosos.

    Según una sentencia del Tribunal Federal administrativo de Alemania, entre quienes incumplen las condiciones para acceder al estatuto de refugiados se encuentran las personas que huyen de los talibanes en Afganistán, ya que estos no representan un gobierno reconocido. Los musulmanes de Bosnia, los somalíes y los argelinos moderados han sido objeto de esta misma interpretación.

    Por el contrario, Suecia ha rectificado su legislación a fin de reconocer de forma explícita que, en la convención de 1951, no hay nada que excluya del estatuto de refugiado a los perseguidos por agentes no estatales. Otras sentencias importantes en Gran Bretaña y Holanda han confirmado esta interpretación de la convención.

    Durante 1997, sólo el 11% de los solicitantes de asilo en Europa fueron reconocidos como refugiados según la convención de 1951. Aunque algunos países como Suecia y Holanda concedieron a un porcentaje mucho mayor el permiso para permanecer en ellos por motivos humanitarios.

    Ese mismo año, Europa registró 332.800 solicitudes de asilo, pero el 70% buscó protección en sólo cuatro países: Alemania, Gran Bretaña, Suiza y Holanda.

    Un total de 44.000 personas fueron reconocidas como refugiados en 23 países, pero el 41% de tales reconocidos se produjeron en Alemania.

    Europa suele tener fama de "anti-refugiados", pero, cuando Austria sugirió en 1998 a la unión Europea que no se considerara el asilo como un derecho subjetivo individual sino como un "gesto" político del país de acogida, pudieron leerse por todas partes indignados titulares como "Austria corrompe la convención de Ginebra" y "Europa se protege de los refugiados".

    La Alta Comisionada, Sadako Ogata, planteó una pregunta, quizá la más relevante de todo el debate sobre el asilo: "Si los estados industrializados son incapaces de poner en práctica políticas de asilo generosas para el relativamente pequeño número de refugiados que llaman a sus puertas, ¿Cómo podemos esperar que los países en vías de desarrollo abran sus fronteras a un gran número de refugiados? …

    Europa busca coordinar sus procedimientos de asilo.

    Camino a la armonización.

    Uno de los principales avances de la convención de Dublín firmada en 1990, por los estados miembros de la Comunidad Europea (excepto Dinamarca, que se adhirió a ella un año después), consistió en garantizar que cada estado miembro se ocupara de las peticiones de asilo que recibiera, impidiendo que los solicitantes se dedicaran a viajar de un lugar a otro en busca del más favorable para pedir refugio.

    Cualquier persona que llegara sin visado a un país firmante de la convención debería presentar su solicitud en él.

    Quedaron exentos de este requisito quienes tuvieran familiares cercanos que hubieran sido reconocidos como refugiados en otro país.

    Dublín fue el primer gran paso de Europa para coordinar y, según el término que más tarde daría nombre al proceso, "armonizar" las a menudo divergentes políticas nacionales sobre los requisitos y las condiciones para solicitar y recibir asilo mientras el continente avanza de forma inexorable hacia una mayor integración económica, política y social.

    El fin de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética dieron renovados ímpetus a esta tendencia.

    Tras el colapso de un impenetrable Telón de Acero, los países de Europa Central y del Este se convirtieron en un acceso fácil hacia el Oeste, tanto para los propios ciudadanos de los antiguos países comunistas como para los solicitantes de asilo procedentes de más lejos. El número de personas en busca de refugio en Europa Occidental experimentó un crecimiento significativo.

    El tratado de la política Europea acordado en Maastricht el 7 de febrero de 1992 autorizó a los ministros de justicia e interior a crear un marco para formular una política de asilo europea. Diez meses después se aprobaron en Londres las tres primeras Resoluciones y Conclusiones con carácter no vinculante.

    La primera incorporó el concepto de "tercer país seguro", que permite a los estados denegar el acceso a sus procedimientos de asilo a los individuos que hayan tenido la posibilidad de buscar protección en otro país más "seguro". La segunda, relativa a las solicitudes de asilo manifiestamente infundidas, proporcionó un amplio margen de actuación a los estados miembros para rechazar peticiones de asilo por defectos de forma y para limitar las posibilidades de apelación. La tercera Conclusión, sobre los países de origen "seguros", estableció un procedimiento acelerado para los casos de solicitantes procedentes de naciones en las que no existe un riesgo generalizado de persecución.

    Dos años después en Bruselas, los ministros adoptaron un modelo de "acuerdo de readmisión" que los estados miembros de la UE pueden firmar con los no miembros para posibilitar el envío de solicitantes de asilo de vuelta a países por los que hayan pasado en su trayecto por territorio europeo.

    En junio de 1995, se adoptó una resolución sobre Garantías Mínimas para los procedimientos de Asilo que introdujo una serie de salvaguardas para los solicitantes, como la prohibición de ser trasladados durante una apelación, la necesidad de que sus casos sean estudiados por una autoridad especializada y la obligación de informarles sobre el funcionamiento del procedimiento de asilo y sus derechos y deberes en un idioma que comprendan. No obstante los estados pueden anular estos criterios mínimos en determinadas circunstancias.

    Más tarde, los miembros de la UE dirigieron su atención al núcleo central de la protección de los refugiados: la definición de éstos y la Convención de Ginebra de 1951.

    Una disposición conjunta, no vinculante con la anterior, permite a los estados aplicar una interpretación restrictiva de la definición de refugiado apoyada en su momento por una minoría de ellos, entre los que se destacan Alemania y Francia.

    Gracias a esta norma, los países pueden limitar el reconocimiento a las personas perseguidas por los gobiernos y sus agentes. Quienes padezcan experiencias similares, pero, por ejemplo, a manos de un movimiento rebelde durante un conflicto civil, como en el caso de Argelia, no tienen por qué ser reconocidos como refugiados. Incluso si la autoridad estatal ha desaparecido por completo en el país de origen, una petición de protección puede rechazarse en virtud de la falsa lógica según la cual la persecución no existe en ausencia de esa autoridad.

    El segundo tratado de la Unión Europea, firmado en Amsterdam en 1997 y cuya entrada en vigor estaba prevista para 1999, establece una serie de pasos que deben tomarse en estos años, entre ellos la conversión de varias Resoluciones y Disposiciones Conjuntas ya aprobadas en leyes de la UE.

    Prevé diversas medidas obligatorias en cuestiones como la armonización de la asistencia social para los solicitantes de asilo, la protección temporal de refugiados y el reparto de responsabilidad entre los estados miembros.

    Alemania, por ejemplo, albergó a un número desproporcionado de refugiados procedentes de la antigua Yugoslavia a comienzos de esta década, está decidida a que la situación no vuelva a repetirse.

    Los estados miembros adaptaron un plan de acción de 46 puntos para hacer frente a futuras oleadas de inmigrantes ilegales de zonas como Irak y Kosovo. El gobierno de Bonn ha insistido en que no renunciará a su derecho de veto en el ámbito del asilo y los refugiados hasta que los estados miembros no desarrollen un sistema más equitativo para ocuparse de estas personas.

    El consejo Europeo sobre refugiados y exiliados (CERE), asociación de ONG del continente, cree que un "reparto" más equitativo de los refugiados entre los estados miembros podría ayudar a evitar medidas más restrictivas en materia de asilo.

    En 1996, el consejo insistió a los gobiernos a adoptar un sistema para "compartir la responsabilidad" de la protección de los refugiados y desplazados y, al mismo tiempo, mantener la suficiente flexibilidad para tener en cuenta consideraciones de tipo cultural, histórico y lingüístico y la unidad de las familias.

    El ACNUR ha pedido a la UE que adopte políticas y procedimientos de asilos justos y eficaces.

    Entre ellos, la aplicación total de la Convención de 1951, incluidos el reconocimiento como refugiado de quienes huyen de la persecución por agentes no estatales; el reparto de la responsabilidad entre los estados y la protección temporal de los recién llegados en caso de desplazamientos a gran escala, y la necesidad de proporcionar, a partes iguales, una acogida conveniente a esos recién llegados y una integración a largo plazo a los refugiados reconocidos como tales.

    Pautas del desplazamiento de los refugiados.

    Cuando los soldados rebeldes irrumpieron en su casa en Monrovia, la capital de Liberia, y asesinaron a sangre fría a su madre, el estudiante universitario Víctor Perry decidió que tenía que escapar de aquella locura sin fin.

    Emprendió entonces un viaje de proporciones épicas que pondrían de manifiesto un gran cambio en los desplazamientos globales de refugiados.

    Víctor fue a pie hasta la vecina costa de Marfil y, más tarde, a Nigeria. Luego subió por primera vez a un barco, donde sufrió la humillación de que le robaran la mayor parte de su ropa, incluidos los zapatos. Al final desembocó en el Líbano.

    El liberiano caminó durante tres días a través de las montañas hasta la cercana Siria, donde un contrabandista se ofreció para llevarlo a Europa Occidental a cambio de 5.000 dólares. "Me dejaron – recuerda- en una pequeña aldea cerca de la frontera y me dijeron que estaba en Alemania". El traficante se había ido ya del país cuando Víctor se enteró de que, realmente, se encontraba en Eslovaquia, una nación de la que no había oído hablar hasta entonces. Fue recluido en un centro de detención y, más tarde, pidió asilo político.

    Al igual que Víctor, cientos de miles de sus compatriotas liberianos huyeron de la guerra civil en los años ochenta y noventa. La mayoría consiguió refugiarse temporalmente en los países limítrofes y unos pocos se aventuraron más allá, rumbo a refugios "tradicionales" en los que tenían familiares, como Estados Unidos o Europa Occidental.

    Ninguno de ellos había pensado siquiera en dirigirse a Europa del Este.

    Más aún, durante gran parte de este siglo, el cinturón de países encajonados entre Europa Occidental y Rusia ha sido una de las grandes regiones "productoras" de refugiados del mundo.

    La situación ha cambiado en la última década, tras la desintegración del Imperio Soviético y del Telón de Acero y la aparición de frágiles democracias locales. Personas de lugares procedentes de lugares tan remotos como Afganistán, las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y Oriente Medio siguen intentando pasar por Europa Central en su ruta hacia el más próspero Oeste, aunque algunas de ellas –pocas, pero cada vez más- han empezado a solicitar asilo en la zona, sea como primera elección o porque han sido rechazadas previamente en naciones de la Unión Europea.

    Mientras el Oeste cuenta con una larga tradición de acogida y dispone de procedimientos ya establecidos y de instituciones concretas, sus vecinos del corazón de Europa han tenido que empezar prácticamente desde cero. No obstante, el comienzo ha sido alentador para la mayoría de estos gobiernos, que se han adherido a la Convención de Ginebra de 1951.

    El ACNUR les ha ayudado a crear marcos legales, instituciones e instalaciones para atender a los solicitantes de asilo.

    La historia de Víctor Perry, también tiene un final feliz. Le concedieron el estatuto de refugiado en Eslovaquia en cuatro meses, cuando hay casos que se prolongan durante años.

    En teoría, los refugiados disfrutan de los mismos derechos que los ciudadanos eslovacos, pero, debido a la falta de medios económicos y a las dificultades de alojamiento y manejarse con el idioma, la integración resulta bastante difícil.

    Si Víctor hubiera llegado al destino que tenía previsto, Alemania, no habría tenido la posibilidad de que le reconocieran como refugiado, pues, por lo general, el gobierno de Bonn no concede el estatuto a personas que huyen de guerras civiles.

    En cualquier caso, el liberiano se ha convertido en el primer profesor africano de la historia de su país de acogida y da clases de Economía y Biología en una escuela secundaria, y estaba en planes de casamiento con una ciudadana local.

    "Me convertí en solicitante de asilo con gran dolor en el corazón –asegura- cuando me dieron el estatuto de refugiado, mi vida empezó de nuevo".

    La detención: un beneficio… ¿Para quién?

    "La inmunidad contra la detención es un derecho humano fundamental" Directrices del ACNUR, contra la detención de solicitantes de asilo.

    "En cuanto bajó del tren Eurostar, que cruza el Canal de La Mancha, en Londres, Adem, de 22 años, pidió asilo político, explicando a los funcionarios de inmigración que huía de los combates en Kosovo. Preocupado por la posibilidad que le tomaran por un "gorrón" de la asistencia social, como se considera a muchos solicitantes de asilo en Gran Bretaña actualmente, declaró que estaba dispuesto a trabajar para mantenerse a sí mismo mientras se estudiaba su petición.

    La reacción no fue la que él esperaba. Le detuvieron inmediatamente".

    La detención es una de las cuestiones más controvertidas que, en materia de asilo, afronta Europa hoy en día.

    Algunos gobiernos la utilizan para controlar los movimientos de solicitantes, tanto los que llegan por primera vez a un país como de quienes están a la espera de una decisión sobre su caso, o tras ser rechazados, de su deportación.

    Hay voces críticas que les acusan de ir más allá, empleando la amenaza de encarcelamiento para disuadir a los posibles solicitantes.

    Las circunstancias en que los gobiernos europeos utilizan la "amenaza de detención", el período que dura esta y las condiciones en que se desarrolla varían bastante de un país a otro, pero presentan una característica común: el número de detenidos se ha incrementado en todo el continente, en la última década.

    La primera vez que el ACNUR llamó la atención sobre esta tendencia fue en un completo informe de 1995 titulado "el recurso generalizado a la detención".

    Los gobiernos insisten en que el recurso a la detención es mínimo y en que se usa, ante todo, para impedir que los solicitantes de asilo desaparezcan o se den a la fuga.

    Según el informe la detención de solicitantes de asilo, "el análisis de índices de fugas no la justifica", por lo que sugiere que hay otros motivos detrás de la actuación de los gobiernos: "las tendencias actuales permiten describir la detención como un instrumento de disuasión en sí mismo".

    # En Austria por ejemplo, uno de cada diez solicitantes de asilo es sistemáticamente detenido mientras se estudia su petición.

    # En Gran Bretaña hay una cifra estable de 750 y 850 arrestados.

    # Alemania retiene a los potenciales solicitantes de asilo en los aeropuertos internacionales mientras se toma una decisión sobre sus peticiones. Como los detenidos tienen plena libertad para marcharse –siempre que lo hagan de vuelta al país del que huyeron o del que proceden- las autoridades alegan que no puede hablarse de detención.

    # Quienes llegan a Francia también son retenidos –más que detenidos- durante un máximo de veinte días en "zonas de espera" especiales de aeropuertos, puertos y estaciones de trenes.

    En 1993, la Comisión Europea sobre los Derechos humanos sentenció que los cuatro ciudadanos somalíes retenidos en el aeropuerto de París-Orly en circunstancias parecidas (caso Amuur vs. Francia) habían sido privados de su libertad contraviniendo la Convención sobre los Derechos Humanos.

    # En Bélgica, los solicitantes de asilo indocumentados han sido trasladados a un centro de detención especial en Steenokkerzeel que tiene el carácter de extraterritorial, por lo que sus ocupantes permanecen legalmente fuera del país, en una especie de limbo.

    # Los países bálticos y del Este, recurren a la detención en forma generalizada y, en ocasiones, indiscriminada.

    En tales circunstancias, los estados utilizan un procedimiento tosco pero eficaz: detener a los solicitantes de asilo indocumentados en puertos y aeropuertos y embarcarlos enseguida fuera del país, antes de que tengan tiempo de presentar sus peticiones o contactar con organizaciones como el ACNUR.

    Recientemente, un solicitante de Oriente Medio que estaba a punto de ser expulsado de Hungría, convenció a otro pasajero del avión para que le dejara usar su teléfono móvil, con el que pudo llamar a un organismo humanitario. Al final le permitieron presentar su petición de asilo.

    La duración de la estancia en los centros de detención y las condiciones en que se desarrolla también varían de forma considerable.

    En Gran Bretaña la duración media es de 65 días, aunque algunas personas han pasado más de un año.

    Debido a la falta de instalaciones especializadas, las autoridades suelen alojar a unos 300 detenidos en prisiones normales, con los que quedan sujetos al mismo régimen que los delincuentes, que viven, a menudo, en pequeñas celdas para dos personas sin agua corriente, ni sanitarios y permanecen encerrados 21 horas al día.

    Con frecuencia, los solicitantes desconocen el motivo por el que han sido detenidos ni cuando serán liberados.

    "Escapé de la dictadura y de la cárcel en mi propio país – se lamentaba un detenido de Africa Occidental- y ahora, en Inglaterra, me encuentro en la misma situación".

    Aunque el Alto Comisionado es consiente de los problemas de los gobiernos para hacer frente al gran número de personas que intentan entrar en Europa – tanto auténticos refugiados como otro tipo de inmigrantes- las directrices de 1998 subrayan que "sólo debería recurrirse a la detención en casos de necesidad" como la protección de la seguridad nacional.

     Los países escandinavos y Alemania han aplicado con éxitos estos sistemas. Y hay más avances alentadores.

    Recoge algunos problemas que han sido motivo de preocupación en el pasado, incluidos el derecho a revisar una orden de detención y el compromiso de no arrestar a menores no acompañados. No obstante, los criterios fundamentales para proceder a una detención se mantienen sin cambios, según algunos funcionarios.

    Suecia a elevado la edad a la que los jóvenes pueden ser arrestados de 16 a 18 años. Y en 1994, Luxemburgo redujo la duración máxima de seis meses a uno.

    Los países europeos siguen, pues, esforzándose para resolver un dilema fundamental: cómo cumplir sus obligaciones legales y morales hacia los solicitantes de asilo y, al mismo tiempo, dar una respuesta a la inquietud social generada por la inmigración.

    La vuelta del exilio.

    Los millones de refugiados que se desplazan y buscan asilo constituyen un gran desafío para las comunidades actuales, ya que, sean cuales fueran las causas, la comunidad internacional debe protegerlos tal como lo indica la aplicación del principio de la Declaración Universal de Derechos Humanos de no rechazar al refugiado.

    La implementación de las soluciones debe considerar la cantidad de refugiados, las causas que motivaron su éxodo y las condiciones de vida en su país de origen.

    Muchos países han iniciado sus acciones destinadas a la repatriación de refugiados. Por ejemplo, algunos países de Europa Occidental acordaron operativos conjuntos de repatriación: Bélgica y Francia deportaron en vuelos especiales y en cupos determinados de vuelos de línea comercial. Otros han firmado acuerdos de repatriación, como Alemania, que, en el año 1992, envió de regreso a su país de origen a la población rumana que estaba asentada en su territorio, aunque les brindó ayuda monetaria a los refugiados.

    A pesar de todo esto, las soluciones que implementa el ACNUR consisten en el asentamiento local en el país de asilo, el reasentamiento en un tercer país y la repatriación voluntaria a su país de origen, asegurándose que no sea nuevamente víctimas de la persecución.

    Esta última se considera la mejor solución y para implementarla se necesitan medios de transportes, servicio de asistencia o bien el pago de gastos de viaje con un pequeño subsidio.

    Alguna de las principales repatriaciones en la que el ACNUR tuvo decisiva participación fueron las siguientes:

    # Desde México han regresado a Guatemala, su país de origen, aproximadamente 30.000 personas, labor que se llevó a cabo a lo largo de diez años; a pesar de ello, aún hay 35.000 refugiados guatemaltecos en México.

    # En 1995, solo emprendieron el regreso 50.000 de los 250.000 refugiados en Myanmar (ex Birmania) asentados en Bangladesh desde 1991.

    # Entre los años 1992 y 1995 regresaron a Mozambique 1,6 millones de refugiados en países vecinos.

    El empleo, clave de la integración.

    España, un ejemplo a seguir.

    La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) es una de las organizaciones que desarrollan el proyecto INTEGRA de la Unión Europea en nuestro país. El objetivo, facilitar el acceso de los refugiados al mercado laboral español aplicando políticas activas de empleo.

    Cuando se les pregunta por este proyecto, a través del cual han ayudado a encontrar trabajo a casi doscientas personas –entre refugiados, solicitantes de asilo, desplazados con permiso para permanecer en España por circunstancias excepcionales e inmigrantes- desde marzo de 1998.

    La Comisión de Ayuda al Refugiado se marco una serie de objetivos para desarrollar INTEGRA. "El más inmediato y primordial es la contratación del colectivo. Y a pesar de que la situación del mercado laboral en España no es muy favorable, la respuesta de los empresarios está superando todas nuestras previsiones. El segundo objetivo, a medio plazo, es la mejora de tipos de contratos, y el tercero a más largo plazo, la creación de una red ocupacional, es decir, una comunicación fluida con un nutrido grupo de empresas para que nos vayan transmitiendo sus necesidades de personal".

    CEAR está reconocida como agencia de colocación por el ministerio de trabajo y asuntos sociales desde 1995, por lo que INTEGRA no ha venido sino a impulsar esta faceta de la organización, que siempre ha dado la máxima importancia al empleo: "somos conscientes – dice una de sus miembros- de que, si bien las prestaciones sociales funcionan en determinados momentos, no hay nada mejor para la integración de las personas en la sociedad que la autosuficiencia".

    CEAR ha creado agencias de colocación en las seis comunidades autónomas donde está implantada: Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco, y Madrid.

    Cada una de ella se compone en tres grupos de trabajo en el que los voluntarios, cumplen un papel fundamental.

    El primero la bolsa de demandantes, se encarga de elaborar un plan de Empleo Personalizado de cada beneficiario detectando mediante una entrevista, cuáles son sus potenciales y sus carencias para encontrar colocación.

    Entretanto, el Observatorio Ocupacional se dedica a analizar el mercado laboral, en busca de posibles ofertas de empleo, y un tercer grupo recopila todos estos datos y se encarga de informatizarlos.

    " El proceso no es fácil – apuntan-, ya que muchos de los beneficiarios están legalizados pero siguen pendientes de un permiso de trabajo, cuya tramitación puede durar entre seis y ocho meses. Cuando lo obtienen, las Agencias van concertándoles entrevistas con empresarios y, si los aceptan, hacen un seguimiento para verificar que todo marcha bien, a gusto tanto del trabajador como de su empleador.

    En el capítulo estadístico, las nacionalidades de los beneficiarios de INTEGRA son muy variadas y la mayoría de los contratos se han firmado en cinco grandes sectores: servicio doméstico (24%), limpieza – mantenimiento (20%), construcción (18%), sector servicios (15%), y agricultura (12%).

    Según Marta (coordinadora nacional de Servicios Sociales de CEAR), "ahora no se trata de formar a los refugiados para el empleo, sino de analizar antes que empleo hay para, después, formarlos en consecuencia. Otra de las partidas presupuestarias se destina, por ejemplo, al autoempleo, dirigido, sobre todo a personas cuya avanzada edad o desconocimiento del idioma dificultan su contratación por cuenta ajena".

    INTEGRA no desaparecerá cuando acabe el proyecto, de forma que los dos años de duración de éste, habrán servido para sentar las bases de un servicio más allá del propio INTEGRA.

    Por supuesto, otro intercambio es el de información que realizan las agencias de colocación de la comisión entre sí y, en virtud de un convenio firmado en Madrid, con los centros de acogida a refugiados de Vallecas y Alcobendas.

    Así se evita que ese bien tan preciado que es una oferta de trabajo se desperdicie por falta de demandantes en un centro determinado.

    "Si tanto reclamamos – concluye Marta- que los refugiados tengan los mismos derechos que los nacionales de un país para lograr su integración, lo mismo debemos hacer con el empleo".

    ¿Qué es el proyecto INTEGRA?.

    El proyecto INTEGRA es una sección de la iniciativa EMPLEO del Fondo Social Europeo. Comenzó a aplicarse en enero de 1998 y acabará a finales de 1999.

    El programa HORIZON, se centraba en la formación ocupacional y la homologación de títulos de todos aquellos grupos excluidos o amenazados de exclusión del mercado laboral, entre ellos los refugiados. INTEGRA nace para combinar esa formación con una política más activa de búsqueda de trabajo.

    Sus principios fundamentales son:

    # Transnacionalidad: cualquier organización que desarrolle el proyecto, como sucede con todos los promovidos por la Unión Europea, debe hacerlo en estrecha colaboración con una organización similar de otro país comunitario para facilitar el intercambio de ideas y experiencias.

    # Efecto multiplicador: el intercambio de prácticas y resultados debe difundirse también a nivel local, beneficiando a otras organizaciones que no tengan una implicación directa con INTEGRA.

    # Innovación: los proyectos han de promover las nuevas aplicaciones en materia de política de empleo dirigidas a la inserción profesional de los grupos más vulnerables.

    # Enfoque de abajo hacia arriba: basado en la convicción de que la manera más efectiva de detectar, comprender y responder a las necesidades de los refugiados y del colectivo proveedor de empleo (los empresarios) es la que se desarrolla a nivel local.

    Para la financiación, el Fondo Social Europeo divide la geografía nacional en Objetivo Uno, en el que aporta el 75% de los fondos, y fuera de Objetivo Uno (Madrid y Barcelona), donde lo hace a medias con el Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO).

    En España hay más de 160 organizaciones que desarrollan INTEGRA gracias a la cofinanciación del INMERSO.

    Cruzar las fronteras europeas, todo por vivir mejor.

    Era el espectáculo más inhumano que he visto en mi vida, afirmaba un oficial del servicio de guardacostas griego.

    Ciento sesenta y siete kurdos de Irak, la mitad de ellos niños, se hacinaban en la bodega de un decrépito barco de pesca de uno veinte metros de eslora, en un espacio concebido para albergar diez personas.

    Llevaban cinco días sin recibir agua ni comida, tras pagar el equivalente a 3.000 dólares por "un viaje a un mundo mejor".

    En lugar de ello, según el oficial que interceptó el barco cuando se disponía a desembarcar a sus pasajeros en la isla de Creta, "Cuando los encontramos, estaban prácticamente muertos".

    Los kurdos se habían jugado los ahorros de toda su vida para intentar colarse en Europa.

    Como el continente ha cerrado sus puertas a inmigrantes económicos y está complicado el proceso para que los auténticos refugiados reciban asilo, la gente prueba sistemas cada vez más ingeniosos para entrar.

    Desde los lugares más remotos intentan cruzar la frontera europea, en barcos, camiones, trenes e inclusive a pie.

    Esto ha llevado a los países a intensificar y reforzar las operaciones en las fronteras. Tal es el caso de Alemania, a lo largo de sus 1.600 kilómetros de frontera oriental, trabajan 7.000 policías equipados con la última tecnología.

    Las autoridades italianas han hecho lo propio en sus 8.000 Km. de costas con las patrullas de helicópteros, buques de guerra y lanchas rápidas y han abierto "centros de retención" para inmigrantes ilegales. Grecia ha hecho lo propio, pero sus defensas se ven limitadas debido a la gran extensión de su costa, casi el doble de la italiana, con lo cual es casi imposible, patrullar con eficacia.

    Estos tres países pertenecen al llamado grupo de Estados Schengen, una zona libre de controles fronterizos y de pasaportes dentro de Europa que incluye también a Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Portugal y Austria. En una reunión celebrada en septiembre, los representantes de Schengen acordaron endurecer y coordinar sus medidas contra el tráfico ilegal, incluyendo el reforzamiento de los controles fronterizos externos, el incremento de las inspecciones en puertos y aeropuertos, la deportación inmediata de inmigrantes ilegales y la imposición de sanciones contra las compañías de viajes que transporten pasajeros indebidamente documentados.

    La situación puede empeorar en vez de mejorar. En 1997, la policía alemana detuvo a más de 35.000 "ilegales", 30% más que durante 1996. No obstante el Centro Internacional para el Desarrollo de la Política de Inmigración, con sede en Viena, calcula que entre 150.000 y 300.000 personas consiguieron entrar ese mismo año en Europa Occidental sin visado, uniéndose a los entre dos y cinco millones de inmigrantes que ya residen ilegalmente en el continente.

    Según fuentes oficiales, el comercio de los seres humanos tiene unas proporciones similares al de la droga, reportando a los traficantes que cobran entre 500 y 3.000 dólares por pasar de contrabando a personas desesperadas, unos 7.000 millones al año.

    Los auténticos refugiados pueden ser las principales víctimas de este conflicto que se intensifica día a día, pues sus legítimas peticiones de asilo corren el riesgo de perderse o traspapelarse en medio de creciente caos.

    Transportan a la gente en hamacas colgadas bajo vagones de tren o la meten a presión en los espacios vacíos de autocares turísticos a los que, previamente han quitado los sistemas de aire acondicionado.

    Algunos mueren de asfixia durante el viaje.

    Los potenciales refugiados viajan postrados en lo alto de los vagones de mercancías, con las líneas del tendido eléctrico muy cercas de sus cabezas. Ya se han producido muchas víctimas por electrocución.

    Los contrabandistas aconsejan a sus "clientes" que se cubran con ropas mojadas para burlar los prismáticos térmicos del ejército, pero este truco funciona mejor en invierno, cuando es fácil congelarse hasta la muerte.

    Estas personas intentan entrar en Europa por diversas razones, pero la frontera está cerrada para todos: refugiados cuyas vidas corren peligro y gente que, sencillamente, desea una vida mejor.

    Cuando los periodistas lograron visitar, a comienzos de 1998, el centro de detenidos en Gyor, en Hungría, cerca de la frontera con Austria, lo encontraron abarrotado de hombres, mujeres y niños que vivían juntos en un único y desolado barrancón, sin acceso a ningún tipo de información y con tan sólo raciones de emergencia para comer. ¿Quién sabe como será la situación en otros centros a lo largo del mundo exterior de la "fortaleza europea"?.

    "Hay una guerra tan grave como no declarada en las vulnerables fronteras europeas".

    Una fuga de milagro.

    Los traficantes que en octubre de 1998, trataban de meter de contrabando a treinta kosovares y albaneses en Italia empezaron a tirar a los más jóvenes al mar Adriático al ser interceptados por la policía.

    Nueve niños, incluyendo varios bebés, fueron arrojados a las olas en un intento apresurado por descargar la balsa neumática, pero los agentes se echaron al agua y los rescataron.

    "La tripulación tenía pistolas. Tiraron a los niños por la borda debido a la cercanía de los policías –relata después un potencial refugiado a un periodista -. Tiraron incluso a un bebé de cuatro meses". Un jefe de la policía local recuerda: "no podíamos creer lo que estábamos viendo. Por un instante nos quedamos paralizados".

    Más tarde se supo que el grupo, incluidos los niños, estaban saliendo adelante.

    Pude que la división entre el Este y el Oeste impuestas por la Guerra Fría desapareciera hace mucho tiempo, pero la Europa de hoy tiene que hacer frente a otro tipo de conflictos en sus fronteras.

    Los países del cono sur de América reabren sus puertas a

    Los refugiados.

    La última década ha sido de vital importancia para la consolidación de la democracia en los países del cono sur. Ahora, tras años de dictaduras militares que provocaron exilios masivos, vuelven a ser tierra segura que otorga asilo a las personas cuyas vidas corren peligro.

    En diciembre de 1998, Argentina cumplió 15 años de su retorno a la democracia, consolidada también en otros países del sur de América Latina.

    Mientras la década de los ´70 estuvo marcada por trastornos sociales y políticos en todos los estados del cono sur, la de los ochenta se caracterizó por la vuelta a la libertad y a la esperanza. Ahora en los noventa, continúa una etapa de fortalecimiento de todas las estructuras democráticas, acompañada de un proceso de apertura hacia el exterior en todos los ámbitos: político, social, económico y cultural.

    El papel del ACNUR en el sur de América Latina.

    Durante las dictaduras militares en los países sudamericanos, se produjeron éxodos masivos de gente que se asilaba principalmente en México, Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental y Oriental y la antigua Unión Soviética.

    Por ejemplo en Chile se estima que entre 1973 y 1990, de 250.000 a 500.000 personas solicitaron refugio en el exterior durante el gobierno de facto.

    En este país, tanto las iglesias, como las ONG, las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y el propio ACNUR, colaboraron con eficacia en el terreno humanitario.

    Bajo los auspicios del Alto Comisionado y con el respaldo de la Iglesia Católica y el movimiento ecuménico, se constituyó el Comité Nacional de Ayuda a los Refugiados (CONAR), con dos claros objetivos: el primero liberar a los miles de ciudadanos chilenos y extranjeros que se hallaban en los campos de detención y asentarlos en otros países; el segundo, administrar dichos centros de detención donde los refugiados aguardaban para ser enviados al exterior.

    Así el ACNUR brindó protección y asistencia legal y material en los países de asilo a más de 200.000 chilenos.

    En Uruguay se calcula que 350.000 personas salieron del país entre 1968 y 1984. Y en Argentina, la ruptura del orden institucional producida en 1976 hizo que el ACNUR iniciara en reasentamiento en terceros países de más de 30.000 refugiados latinoamericanos que llegaron al país en busca de asilo debido a la interrupción de los procesos democráticos en sus respectivos países de origen. Asimismo ayudó a miles de ciudadanos argentinos a refugiarse en el exterior.

    La década de los ochenta trajo nuevos aires: los países del sur de América Latina retomaron sus procesos democráticos y dejaron de ser estados generadores de refugiados.

    Volvieron a ser países de asilo como a principios de siglo, cuando sus tierras dieron refugio a personas escapadas de la guerra civil española, las guerras mundiales y los regímenes autoritarios del Este Europeo.

    Ya en la década anterior, se inició la repatriación voluntaria de miles de refugiados latinoamericanos residentes en el extranjero. A finales de 1985, el ACNUR había ayudado a 10.000 personas a regresar a su patria.

    Las naciones del sur de América Latina se caracterizan hoy por su solidaridad en materia de migraciones en general y asilo en particular.

    Todos los países ratificaron la Convención de 1951, como el Protocolo de 1967.

    Asimismo, los gobiernos adoptan en la práctica el enfoque previsto en la Declaración de Cartagena (algunos como Brasil y Bolivia lo incorporaron a sus legislaciones) para que se extienda la protección a aquellas personas que abandonaron sus países debido a la violencia generalizada o a la violación sistemática de los derechos humanos.

    En la actualidad, miles de solicitantes de refugio provenientes de los países latinos y extraregionales buscan nuevamente protección y una vida digna en las naciones que integran el Cono Sur.

    En Argentina desde 1985, se ha otorgado refugio a 12.000 personas. Hoy, unas 1.000 de distintas partes del mundo reciben asistencia con el apoyo de las autoridades nacionales, del gobierno y de la sociedad civil.

    Con la progresiva consolidación de la democracia en Brasil, este es otro país que se transforma en uno de asilo, con la mayor cantidad de refugiados provenientes de Africa. Más de 1.200 ciudadanos Angoleños y 200 liberianos que escaparon de guerras civiles atroces fueron admitidos como refugiados según la Convención de 1951, con derecho a trabajar y poseer un documento de identidad.

    En el proceso de integración de un refugiado, intervienen tres actores: el gobierno, las agencias implementadoras y la sociedad civil. El ACNUR cumple en el sur de América un papel catalizador, organizando y complementando la ayuda a los refugiados. Coordina la labor y las aportaciones de las tres partes en la tarea de hacer sentir como en casa a aquel que llega de otro país para escapar del horror, la persecución y la violencia.

    Para que la integración se transforme en una realidad, es necesario que el refugiado pueda ejercer los derechos previstos en la Convención de 1951 relativa al estatuto de los refugiados y esté, sobre todo, protegido contra la devolución a su país de origen, donde su vida, libertad y seguridad corren peligro.

    También es necesario que el refugiado disponga de las mismas posibilidades que el resto de los ciudadanos de un país. De ahí que sea fundamental su dominio del idioma, su capacitación para ofertar trabajo al mercado y el conocimiento de las demandas laborales del país en que se encuentra.

    En cada país, se han puesto en práctica programas de capacitación laboral, cursos de idioma, computación, además de la asistencia psicológica, médica y odontológica gratuita.

    Este año, los gobiernos de Argentina y Chile aceptaron recibir entre ambos a 20/30 familias de la antigua Yugoslavia. El proyecto piloto, que se está implementando durante este año, abarca la protección, asistencia e integración de estas familias provenientes de Croacia, Bosnia, Serbia o Kosovo.

    La iniciativa de las autoridades de ambos países, ha creado expectativas de que estos programas de reasentamiento puedan también implementarse en el resto de América Latina.

    Los países del Cono Sur están abriendo sus puertas para ofrecer lo mejor que tienen: su solidaridad. Y la esperanza de que siempre se puede recomenzar una vida en una tierra hospitalaria.

    Cinco siglos de discriminación

    Que aún continúan.

    "Los romaníes de Europa afrontan una hostilidad creciente en sus países y una fría acogida en el extranjero".

    "No tengo pruebas de los posibles actos criminales cometidos por estas personas, pero su situación es tal que no pueden sino sentirse tentados a cometerlos si se presenta la ocasión…No pueden sino ser peligrosos" (un magistrado de Estrasburgo del siglo XIX, en un escrito sobre el pueblo romaní).

    Durante 1997, cuando varios cientos de romaníes checos y eslovacos solicitaron asilo en Gran Bretaña, hasta los llamados periódicos serios reaccionaron con titulares como: "Los gitanos invaden Dover en busca de limosna" y "Casi no hablan ingles pero saben como sacarle provecho al sistema". Llama la atención el hacho de que, en ningún momento se admitiera, la posibilidad de que los solicitantes de asilo estuvieran huyendo de una persecución.

    Sin embargo, la historia demuestra que los romaníes tienen suficientes motivos para quejarse. Los ocho millones de ellos que viven en Europa forman el grupo minoritario más numeroso del continente y, en los quinientos años que llevan allí, han sido objeto de constantes recelos, rechazos y exclusiones. En 1496, un edicto alemán los declaró traidores a la cristiandad; en 1504, Luis XII les prohibió la entrada a Francia, y hasta finales del siglo pasado vivieron como esclavos en Rumania. En fechas más recientes, los nazi exterminaron a unos 500.000 romaníes en aplicación de su política "racial".

    Desde entonces, Europa ha avanzado mucho. En el medio siglo transcurrido desde esa infame acción, el continente ha albergado con generosidad a millones de desamparados de todo el mundo y, a pesar del endurecimiento de su postura en los últimos años, sigue siendo un faro de esperanza para muchos otros. No obstante, el "problema romaní" es aún una mancha en este expediente.

    Los romaníes se encuentran dispersos por toda Europa, aunque sus comunidades más importantes están en el Centro y el Este, la antigua Yugoslavia, España y Turquía. Eso sí, vivan donde vivan, parecen despertar antipatía y miedo y se les considera como vagabundos sin raíces, analfabetos, sucios e incluso peligrosos.

    La situación está empeorando en algunas regiones, impulsadas por la caída del comunismo, que ha sacado a la luz algunas actitudes contenidas hasta ahora por regímenes represivos de Europa Central y Oriental. En este clima, se han producido casos de agresiones en masa, asaltos de cabezas rapadas, ataques incendiarios, palizas de la policía e indiferencia judicial.

    En Alemania, los miles de solicitantes de asilo romaníes que huyeron de la violencia de su Rumania natal han sido recibidos con ataques esporádicos neonazis en los últimos años.

    En Austria, los albergues en los que se alojan han sido incendiados. En Internet, es frecuente encontrar literatura anti-romaní procedente de Rusia. En Eslovaquia, una declaración presidencial ha anunciado la necesidad de "restringir la reproducción de esta población socialmente inadaptable y mentalmente atrasada". Las leyes de la República Checa niegan la ciudadanía a varios miles de romaníes convirtiéndolos en apátridas. Y en este mismo país, en la ciudad de Usti Nad Lambem, hace poco se oyeron los terribles ecos del holocausto cuando los concejales plantearon la posibilidad de construir un muro alrededor de la comunidad romaní. No obstante, el gobierno ha empezado a reclutar en la policía a romaníes capacitados y a contratarlos en los colegios, al tiempo que una joven romaní se ha convertido en diputada parlamentaria.

    A pesar de todos estos ejemplos, los funcionarios de inmigración europeos suelen hacer afirmaciones genéricas del tipo "los romaníes no parecen estar bajo amenaza de persecución", como declaró recientemente un funcionario británico.

    Este pueblo padece también una discriminación sistemática. En la República Checa y en Eslovaquia, muchos bares y restaurantes se niegan a servirlos.

    La fría acogida que les espera incluso en el tolerante oeste puede ser la causa del número sorprendentemente bajo de romaníes que solicitan asilo. Pero también conviene apuntar la posibilidad de que las solicitudes de quienes intentan escapar de la persecución se juzguen teniendo en cuenta no tanto las circunstancias de cada caso como la poca simpatía que despiertan.

    El peso de cinco siglos de discriminación, hostilidad y persecución sigue desequilibrando la balanza en contra de los romaníes.

     El conmovedor drama de los refugiados albanos en Kosovo.

    Casi dos millones de personas amenazadas por uno de los peores dramas humanos desde el fin de la segunda guerra mundial. Los ataques de la organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) intentaban detener a Milasevic, pero la crisis parecía no tener fin.

    A principios de 1999 y hasta mediado de ese mismo año, en Kosovo, se desarrolló uno de los dramas más dolorosos de este siglo. Según fuentes del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 650.000 personas han sido desplazados de sus hogares en la provincia de Serbia, desde que a partir de marzo de 1998 el presidente serbio Slodoban Milosevic ordenó la represión contra el ejército de liberación de Kosovo.

    Formado dos años antes en respuesta a la decisión serbia de anular la autonomía de la que gozaba la región desde épocas del Mariscal Tito, el artífice de la unificación de la ex Yugoslavia al término de la segunda guerra mundial, este grupo independentista adoptó una actitud intransigente, y comenzó a pregonar la formación de una Gran Albania, de la cual Kosovo sería una pieza esencial.

    Estas cifras, según otros datos parecen empequeñecidas. Se estima que antes de que se iniciaran los bombarderos unas 200.000 personas habían salido de Kosovo, sobre todo con destino a Albania y Macedonia.

    Desde el 24 de marzo, cuando la OTAN, comenzó a atacar la Federación Yugoslava, integrada por Serbia y Montenegro, entre 650.000 y 900.000 habrían cruzado las fronteras.

    Además se estima que no menos de 250.000 deambulaban sin rumbo y sin hogar en Kosovo, mientras que al menos 80.000 fueron obligados a regresar desde la zona fronteriza por las tropas de Milosevic, en un cambio de estrategia que de un plumazo intentó frenar el virtual vaciamiento de la conflictiva provincia conformada por una mayoría étnica albanesa.

    Fuentes del ejército de Liberación de Kosovo, son más drásticos en sus apreciaciones. Hacen subir el número de personas desplazadas de sus hogares y aún en Kosovo a más de 700.000 y aseguran que virtualmente no hay un sólo pueblo o aldea que no que no haya sido afectada por el desplazamiento de varios miles de familias.

    Algunos periodistas occidentales, que han llegado a Pristina, afirman que la ciudad se asemeja a un gigantesco cementerio, donde virtualmente es imposible ver un civil. Los pocos restos de vida humana que aún se observan en la capital de la provincia rebelde son efectivos militares o pobladores de origen serbio, que eran antes del conflicto apenas el 10% de la población.

    Semejantes cifras son contundentes.

    Nos encontramos, sin dudas, ante uno de los tres dramas humanitarios más graves de la década, sólo comparable al que sucedió en Bosnia en junio de 1991 y noviembre de 1995 y en Ruanda entre abril de 1994 y diciembre de 1996. Es probablemente el más grave drama humanitario desde la Segunda Guerra Mundial.

    Como en esas ocasiones, la magnitud de la tragedia desbordó todas las previsiones, y los recursos destinados por la comunidad internacional parecen exiguos ante la magnitud de la tragedia.

    Entender la magnitud del drama que se desarrolla en Kosovo, implica adentrarse en una historia que se remonta a 600 años atrás, con la invasión turca de la región y el desplazamiento de la población mayoritariamente de esa provincia.

    Pero, además hace retroceder el reloj de la historia a la Primera Guerra Mundial, cuyo origen estuvo precisamente en Sarajevo, la ciudad, se convirtió en el último reducto musulmán en la guerra de Bosnia, hasta que se alcanzó un acuerdo final con respaldo occidental que impidió la continuidad de la sangría.

    El mosaico de razas culturales y religiones de la ex Yugoslavia, surgida de la Segunda Guerra Mundial bajo la conducción del Mariscal Tito, en medio de una sangrienta guerra civil que se desarrollaba al mismo tiempo que la batalla contra los nazis, sólo pudo ser sostenida por la férrea actitud del tiránico y hábil líder, que coqueteó durante años a ambos lados de la cortina de hierro, aún en los peores momentos de la Guerra Fría.

    Con todo, Tito además de ser uno de los precursores del supuestamente neutral de Movimiento de los No Alineados, se las ingenió en el terreno de lo internacional para mantener un delicado equilibrio, que generaba tanto el respaldo tanto de occidente como de Moscú.

    Ese mismo equilibrio, aunque aveces acompañado con una feroz represión, le sirvió para controlar los odios en las fronteras de su propio país. Así logro que los viejos enfrentamientos étnicos, quedaran sepultados, detrás de un liderazgo que intentaba conformar a todos.

    En Kosovo, en 1974 dio muestras de esa habilidad política al reconocerle una autonomía constitucional que nunca antes había gozado esta provincia Serbia. Un status que quedó definitivamente consagrado en 1981.

    Con la muerte de Tito, en los ochenta, la caída de la Unión Soviética y el estallido de los nacionalismos en el este europeo, en la ex Yugoslavia se desarrolló la más feroz de las guerras civiles de Europa.

    Occidente, no advirtió o minimizó la gravedad de la crisis y dejó, como en otros puntos del destruido tejido soviético, que fueran los propios protagonistas quienes armaran las nuevas fronteras nacionales.

    Así, primero Eslovenia y Croacia en junio de 1981, Bosnia cuatro meses más tarde y Macedonia en diciembre de ese mismo año se alejaron de la influencia de Belgrado. Sólo la pequeña Montenegro, quedó ligada al viejo tronco serbio.

    Pero, como las fronteras surgidas al término de la Segunda Guerra Mundial, el mosaico de razas y religiones que conviven en todos estos países es explosivo y la profundización de los sentimientos nacionalistas, fue el eje de enfrentamientos cada vez más sangrientos.

    En Kosovo no sólo se mantienen vivos ancestrales enfrentamientos étnicos y religiosos. También están en juego principios que hasta ahora han regido la relación entre las naciones y que han quedado fuertemente cuestionados.

    Si la intervención en el Golfo, fue la primera acción punitiva a nivel internacional contra un estado, en Somalia, por primera vez en la historia, las Naciones Unidas dieron mandato a una expedición para que actuaran por encima de las autoridades nacionales y poner fin, así, a un drama humanitario.

    Estos principios, están presentes en la intervención que la OTAN realizó en Kosovo. Al mismo tiempo están en pugna otros principios, como ser la vieja puja entre autodeterminación de la población y derechos de la integridad territorial de los estados, un punto que, como a Rusia con Chechenia, a China con el Tibet, también roza a la Argentina con Malvinas.

    El otro principio que también está en juego es la no-injerencia en los asuntos de otros estados, que forman parte de la Carta de las Naciones Unidas, contra el derecho de la comunidad internacional de intervenir ante flagrantes casos de genocidio.

    El escandaloso manejo que Milosevic hizo de la población albanesa de Kosovo, demuestra que es necesario alcanzar, y lo más pronto posible acuerdos de mínima con respecto a estos temas que las Naciones Unidas ha incorporado a su carta, pero que aún resulta poco menos que imposible hacer cumplir.

    El esfuerzo de la OTAN, para terminar con esta sangría, demostró una alarmante falta de previsión para atender el conmovedor cuadro humano surgido por el conflicto.

    Casi dos millones de albanos se encontraban en el mayor de los desamparos y su vida pende aún de una ayuda que no siempre llegó con la misma rapidez con que se disparan las bombas.

    El atroz paisaje de las familias destruidas, casas incendiadas y niños hambrientos, deja una vez más al descubierto los horrores de la guerra y también advierten sobre las consecuencias de no haber actuado con mayor firmeza, antes de que el odio declamativo pusiera en acción lo más bajo de las conductas humanas.

    Se firmó el acuerdo de paz.

    Después de 78 días de bombardeos, los militares yugoslavos finalmente cedieron y firmaron un acuerdo sobre el retiro de sus tropas de la provincia de Kosovo, lo que permite poner fin a la primera guerra de la OTAN, y posiblemente la última del siglo.

    El anuncio del general británico y comandante de las fuerzas aliadas en Macedonia, Michael Jackson, fue festejado ruidosamente en Pristina, la capital de Kosovo, y en Belgrado, donde por primera vez en 11 semanas de guerra la luz volvió a las calles.

    El acuerdo militar fue inmediatamente aprobado por la OTAN en Bruselas, donde se esperaba que el secretario general de los aliados, Javier Solana, anunciara la suspención de los bombarderos.

    El cual se produciría una vez que se iniciara la retirada de las tropas Yugoslavas, hecho que según fuentes de la propia OTAN, ya se venía preparando, luego fue confirmado por fuentes militares, la retirada de la policía serbia.

    Belgrado tendría un plazo de 11 días para retirar todas sus tropas de Kosovo.

    Las Naciones Unidas, ingresaría la fuerza internacional, con un total de 48.000 efectivos que garantizarán el regreso seguro de casi un millón de refugiados albanos – kosovares.

    El vocero del gobierno Yugoslavo y su principal representante político en Kumanovo, proclamó sin pudor: "somos los ganadores morales de la guerra"

    Nadie conoce en Belgrado el futuro de Milosevic, para algunos, será derrocado por una revuelta popular o un golpe de Estado; para otros, huirá, pero sin duda su destino podría ser complicado, ya que además fue acusado por el Tribunal Penal Internacional de crímenes de guerra.

     

     

    Autor:

    Leticia Meroni leticiam[arroba]amc.com.ar