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La Unión Europea llama a revisión al Euro la casa está en llamas II (página 7)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Alemania y Francia están preparando un tardío paquete de ayuda para Grecia, aunque han dejado claro que Grecia debe reducir los salarios del sector público y otros gastos. Si Grecia (y los otros países en apuros) aún tuvieran sus propias monedas, sería mucho más fácil. Al igual que en Gran Bretaña desde 2008, sus tasas de cambio se depreciarían considerablemente. Esta circunstancia reduciría los costos laborales, haciéndolos de nuevo competitivos (sólo hay que recordar Asia después de 1997-1998) y elevaría los precios de los activos, lo que ayudaría a salir a flote a los prestatarios cuya deuda supera el valor del activo sobre el que pidieron el préstamo.

Debido a que estos atribulados países comparten el euro, sus divisas no pueden caer de esta manera. Por lo tanto, sólo les queda reducir drásticamente la demanda y recortar salarios y empleos del sector público.

Se supone que el Fondo Monetario Internacional (FMI) concede préstamos a los países en apuros, para amortiguar los efectos de las crisis y ofrecer una especie de interruptor internacional cuando las cosas parecen frágiles. La idea es implementar gradualmente ajustes para restaurar la confianza y servir como un certificado externo de la credibilidad de un gobierno.

La necesidad del FMI

Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del FMI, dijo recientemente en la radio francesa que el fondo está preparado para ayudar a Grecia. Pero Strauss-Kahn sabe que es más que nada una ilusión.

"Acudir al FMI" implica un estigma; si no, pregúnteles a los países asiáticos que tuvieron que pedir préstamos al FMI durante la crisis de los 90. Y en Europa hay muchos que ven al fondo como una institución influenciada por EE.UU. -no es casualidad que la sede del FMI esté muy cerca de la Casa Blanca- que estaría invadiendo territorio europeo.

Además, el presidente francés Nicolas Sarkozy tiene poderosas razones personales para ahuyentar al FMI. Strauss-Kahn podría presentarse a las próximas elecciones presidenciales de Francia; a Sarkozy no le haría ninguna gracia ver al responsable del FMI asumiendo un papel de estadista en su propio territorio.

La canciller alemana Angela Merkel también está preocupada. El FMI podría considerar que las políticas del BCE han sido abiertamente contradictorias -al crear un euro fuerte y una inflación baja- e inapropiadas para países miembros en medio de un colapso financiero. Un apoyo del FMI a las economías europeas más débiles pondría en duda la imperante ideología entre los responsables de la política económica dominada por Fráncfort.

Los países fuera de Europa, como EEUU, son reacios a involucrarse. Enviar a Grecia al FMI significaría que otros países tendrían que "compartir la carga", ya que lo que estaría en juego serían recursos de los países miembros del FMI, no fondos de la Unión Europea.

Si Europa quiere realmente salvar del colapso a esta versión de la zona euro, ¿qué deberían hacer?

En primer lugar, los responsables de la UE deberían reconocer que, a pesar de todos sus defectos, el FMI tiene una experiencia única en diseñar programas de rescate. Los últimos acontecimientos indican que el IMF sería usado como un "asesor técnico".

Además, Europa debe crear pronto un sistema de financiamiento multilateral que permita disponer de fondos adecuados a cada país que se adhiera a estos programas. Podrían ser recursos conjuntos de las naciones europeas, complementados con financiamiento del FMI.

Depender de dinero directamente de Francia o Alemania es poco aconsejable. Será difícil que los contribuyentes alemanes y franceses y el sector público griego lleguen a un consenso.

En tercer lugar, el BCE necesita ajustar sus políticas, reduciendo aún más las tasas de interés y permitiendo que suba la inflación en toda la zona común europea. Si estas políticas monetarias más relajadas no agradan a los contribuyentes alemanes, el eje Berlín-Fráncfort debería admitir que la eurozona misma es un fracaso.

Finalmente, si los países en apuros no pueden cumplir las condiciones impuestas a cambio de ayuda, la UE necesita una digna salida. Estos países necesitarían un plan para retirarse de la zona euro. La mera existencia de esa posibilidad podría causar serias complicaciones -quizás abriendo la puerta a más ataques especulativos-, pero no prepararse para esta posibilidad sería totalmente irresponsable.

Francamente, sería un desastre que los países más débiles abandonaran la eurozona. Estas naciones necesitarían rehacer todos sus contratos en relación a las nuevas divisas, convertir en esas nuevas monedas todos los pasivos y activos posibles, y crear nuevas políticas monetarias.

Otros países de la UE presionarán para que se mantenga el status quo. Prefieren que el BCE siga ofreciendo préstamos a los países con necesidad, y los problemas se pospongan para otro día. Ésta tampoco es la solución.

Fácilmente, los problemas podrían saltar fuera de Europa. Cualquier país soberano en problemas financieros puede ser llevado para ser juzgado ante la corte de crédito internacional.

Los mercados financieros nos están diciendo que la eurozona se encuentra bajo amenaza, pero el mensaje real es mucho más amplio: la dinámica de la deuda insostenible puede minarnos a todos.

(Simon Johnson es catedrático del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y ex economista jefe del FMI. Peter Boone es investigador del London School of Economics)

"El siglo XXI comenzó a toda velocidad en Grecia. Saludó la nueva centuria con su incorporación a la Europa del euro, de la que en principio había quedado fuera pero a la que luego se adhirió en 2001, ya con los criterios establecidos en Maastricht en el bolsillo. Tres años después, volvió a ser la casa de los Juegos Olímpicos. Demasiadas emociones fuertes. Y ahora se están pagando en forma del déficit público más elevado de la zona euro y el riesgo de impago pendiendo como una espada de Damocles sobre el país.

Esta tesitura ha planteado un dilema al resto de eurosocios. ¿Conviene respaldar a Grecia para proteger así al euro? El cuerpo lo pide, pero la cabeza dice que esta maniobra está repleta de riesgos"… Cierren la puerta a Grecia (El Economista – 20/2/10)

Si la Unión Europea (UE) decide salvar la economía helena, sería víctima del riesgo moral, ya que estarían rescatando un país que no ha hecho bien las cosas, lo que enviaría un mensaje equivocado a los mercados y a los demás países. No importa hacer las cosas bien o mal, siempre estarán los grandes de Europa para lavar los trapos sucios. Y Grecia no es un país que se caracterice por su transparencia y veracidad en las cuentas económicas.

Según publicó el financiero británico The Sunday Times, la evasión fiscal es la norma en Grecia. Más de la mitad de los hogares declaran unos ingresos inferiores al umbral contributivo de 12.000 euros anuales, escapando así del impuesto sobre la renta. La mayoría de las empresas también paga unas cantidades mínimas de impuestos. Un cálculo creíble sitúa la evasión fiscal en Grecia en 30.000 millones anuales, equivalente a una octava parte de la economía.

Poner del revés toda una cultura económica que ha tolerado el proteccionismo, nepotismo y la corrupción no va a ser fácil. "A veces, en Grecia nos sentimos como una mezcla del oeste americano y un país de África", reconoce el empresario ateniense Stavros Alexakis.

El precio del rescate griego

El temor de estar tratando con una cuadrilla de vaqueros era la preocupación de muchos líderes en Bruselas la semana pasada. Cuando los gobiernos se propusieron rescatar a los bancos pensaron en el riesgo moral, aseguró el rotativo inglés.

La teoría es que si se excusa la mala conducta en forma de rescate, ¿qué detendrá a otros a hacer lo mismo con la esperanza de que su mala conducta también prescriba? Rescatar a Grecia sería un riesgo moral porque significaría recompensar a un país que ha falsificado sus cifras y vivido como un rajá cuando no podía permitírselo.

Ése era el problema de Merkel. "¿Van a tener los alemanes que trabajar no hasta los 67 años sino hasta los 69 años para que los griegos puedan disfrutar de su jubilación anticipada?", se preguntaba el Frankfurter Allgemeine Zeitung, principal periódico conservador alemán y próximo al partido demócrata cristiano (CDU) de Merkel.

La edad de la jubilación en Alemania ya ha subido a los 67 mientras que, en Grecia, los sindicatos piensan convocar una huelga contra los planes de retrasarla de 61 a 63.

Otros países en problemas

"Si Alemania proporciona efectivamente una garantía para ayudar a sostener a Grecia, entonces también estará presionada para proveer un respaldo similar a Portugal, España y otros países posteriormente", advierten los expertos de la gestora BNY Mellon.

"Si otros estados miembros tienen que pagar el precio de un gasto público desorbitado en uno de ellos al rescatarlo, entonces tienen sin duda derecho a decir mucho más en la política fiscal y gasto que los demás", señala Iain Martin, en su blog en The Wall Street Journal. Y concluye: "Si ser malo compensa, ¿para qué ser bueno?".

Según publicó The Sunday Times, Jochen Felsenheimer, de los fondos Assenagon, uno de los analistas de crédito más conocidos en Alemania, opina que "salvar a Grecia conducirá a una desestabilización de la unión monetaria. La motivación de países como Portugal o España de implementar medidas decisivas contra las deudas estatales se esfumará enseguida. Irlanda e Italia tienen serios problemas presupuestarios. ¿La UE se verá obligada a rescatarles también?".

Estabilidad de la moneda única

No está clara la dirección que va a tomar la crisis a continuación, aunque es improbable que los franceses y alemanes estén preparados para sufrir la conmoción que engendraría el colapso del euro. Eso está seguro por ahora.

Lo que sí habrá son repercusiones políticas. Algunos en Bruselas ven los problemas de los últimos meses como una justificación para unir más a los miembros de la UE. Lord Mandelson, secretario de comercio, declaró que el euro ha tenido un "éxito notable" y que, a largo plazo, a Gran Bretaña le interesa unirse.

"El peligro es que, en Bruselas, muchos lo ven como una oportunidad y no una amenaza", explica Mats Persson, director del gabinete de expertos Open Europe. "Hace una década, cuando se creó el euro, dijeron que carecían de herramientas en ese momento pero que, cuando surgiera una crisis, serían capaces de llevarlo hacia delante".

Disponer de herramientas en este caso significaría ampliar las ambiciones federales de la UE de contar con un presupuesto central de tamaño suficiente como para rescatar a sus miembros más débiles.

A mediados de febrero, Herman Van Rompuy, presidente permanente de la Unión Europea, mostró el deseo de un mayor control central cuando propuso que la UE dispusiera de mayor supervisión de los presupuestos nacionales y que las cumbres de líderes se celebren cada mes y no sólo cuatro veces al año.

La caída de las cifras griegas

La Cumbre de Bruselas de mediados de febrero quedó muy lejos del plan de rescate de la economía griega que estaban esperando los mercados. El euro perdió valor contra el dólar. Las bolsas europeas cayeron. Papandreu tampoco estaba satisfecho. Criticó a Europa por su "timidez". Según él, eran "muchos médicos con distintas recetas para el paciente griego".

Según se hizo eco la publicación británica, un analista de Société Générale, uno de los bancos europeos más augustos, amplió la metáfora médica para decir que el rescate era un "esparadrapo" y que sólo pospondría "el desenlace final de la descomposición de la eurozona".

Otros temen que la crisis tenga consecuencias aún peores. Si las dolencias de Grecia no se curan, podrían infectar a otros países del mismo modo que la crisis bancaria se propagó de una entidad a otra hace 15 meses.

Nada más asumir su cargo en octubre, Papandreu heredó una pesadilla económica. En agosto, el anterior gobierno griego había reconocido ir encaminado a un déficit presupuestario del 3,7% del PIB. Un mes después, justo antes de las elecciones, la cifra se revisó al 6%. Y en enero volvieron a revisarse las cifras hasta el 12,7% del PIB, entre acusaciones de que los números anteriores se habían falsificado. El repentino deterioro y las sospechas que se ampliaron a todas las estadísticas económicas griegas asustaron a los mercados y provocaron una crisis del euro.

Cuando los países tienen su propia moneda, ésta actúa de válvula seguridad cuando sube el déficit presupuestario. Una caída de la divisa -como la que le ha ocurrido a, por ejemplo, la libra- ayuda a las economías a salir de la recesión y abarata la adquisición de bonos del estado por parte de compradores extranjeros.

Dentro del euro los países no tienen la opción de devaluar, aparte de abandonar la moneda por completo. Si los mercados deciden que no quieren sostener la deuda del país, el único recurso es un rescate como el que ofrecieron la semana pasada los líderes de la UE.

Los euroescépticos han criticado desde siempre que una moneda única no podría funcionar con economías tan diversas a falta de integración política. Ahora, precisamente, esos defectos sirven para aumentar la integración política.

"Las desigualdades y desequilibrios internos de la euro zona, que benefician a Alemania, son el verdadero problema del euro, dice un ex Secretario de Estado del Ministerio de Finanzas alemán"… ¿Nostalgia por el Marco? (La Vanguardia21/2/10)

Las dudas aparecen en época de vacas flacas y en Alemania, con sus exportaciones caídas un 18,4% el año pasado, no falta quien recuerde con nostalgia el marco alemán. Para los alemanes el marco no era exactamente lo mismo que lo que la peseta era para los españoles. Era casi lo contrario. Los españoles se desprendieron de la peseta con la idea de ir a algo "más y mejor", más estable y más sólido. Esa idea compensó el atraco de la subida encubierta de precios, que representó la adopción del euro en Celtiberia. Fue idealismo en el sentido más estricto.

Para los alemanes, el marco no era una moneda, sino una seña de identidad nacional. La fortaleza de su moneda les evocaba, no sin motivo, su salida nacional del hoyo de posguerra, el "milagro" y todo eso. Desprenderse del marco fue algo sentimentalmente duro, pero, ¿fue idealismo? Nicolaus Heinen, del grupo de expertos investigadores del Deutsche Bank, lo desmiente categóricamente.

Gracias al euro, "nuestras empresas se benefician en capacidad de previsión y seguridad para sus negocios e inversiones y pueden reducir costes derivados de riesgos con los tipos de cambio, los consumidores pueden comparar mejor los precios en el mercado interior, y el euro ofrece una protección más fuerte contra ataques especulativos de la que ofrecían las monedas particulares de cada país, estas ventajas superan con creces a los inconvenientes", explica en declaraciones a Die W.

Las dudas filosóficas acerca del euro y del marco las ha suscitado, evidentemente, la crisis griega y el supuesto "efecto alud" que tal crisis podría tener en el sur de Europa, arrastrando finalmente a los correctos y perfectos del Norte hacia el Apocalipsis. "¿Es que los alemanes nos vamos a tener que jubilar a los 67 para que los griegos puedan hacerlo a los 61?", se lee en el Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Con razón o sin ella, los alemanes siempre han tenido clavada en su consciencia la idea de que son ellos los que pagan por la ineficacia de los manirrotos del Sur. Esa obsesión ya existía antes del euro, así que la visión de un posible Apocalipsis cercano en Europa, que los medios anglosajones evocan con la acostumbrada habilidad, les regresa a ella. ¿Es seria?

El pánico alrededor de Grecia se ha exagerado hasta lo increíble, a causa de una fe absurda en la sabiduría de los mercados financieros, dice Heiner Flassbeck, Director de política de desarrollo de la Conferencia de la ONU para el comercio y el desarrollo (UNCTAD) en Ginebra. "En lugar de decir; "otra de esas ridículas agencias de rating", nos los tomamos en serio", dice Flassbeck, que fue Secretario de Estado en el Ministerio de Finanzas alemán a finales de los noventa, donde era responsable de política monetaria y europea.

Para este observador, el auténtico problema, la verdadera amenaza para el euro, no son los déficits presupuestarios de algunos, sino las enormes diferencias en competitividad dentro de la euro zona. "Diferencias en costes, salarios y también de déficits en la balanza por cuenta corriente", dice en una entrevista con el semanario Der Freitag.

La tesis de Flassbeck es que el dumping salarial practicado por Alemania durante diez años, desde la introducción del euro en 1999, ha traído por resultado que cualquier producto comparable sea en Alemania un 25% más barato que en los países de Europa del Sur. Eso, dice, "es mortal e insostenible para la moneda única", aunque favorezca sobremanera a las exportaciones alemanas, que en un 60% se venden en la euro zona. La solución es que los salarios suban en Alemania más que en el sur de Europa durante algunos años, afirma.

La nostalgia del marco y el victimismo es todo lo contrario de lo que necesita Europa: más solidaridad, menos desigualdad entre países miembros, y más integración en dirección a un mayor gobierno económico común, con leyes más estrictas en materia de bancos y especulación. Que la City londinense se sienta amenazada por ello es lógico, pero, ¿está por ello el euro al borde de la quiebra?

Es verdad que la actual situación podría ser el inicio de una seria euro crisis, pero también lo es que podría ser una oportunidad para corregir aspectos esenciales de la política económica europea, directamente vinculados con la génesis de la actual situación.

"Muchos críticos y analistas exageran negativamente", observa el suizo "Neue Zürcher Zeitung". "Con razón se dice que el Estado de California, una de las diez mayores economías del mundo, está mucho más cerca de la quiebra que cualquier país de la euro zona, sin que nadie se preocupe por un hundimiento del dólar", señala.

– El caballo de Troya de Europa (El País – 21/2/10)

(Por Barry Eichengreen) Lectura recomendada

Europa se encamina inevitablemente hacia un rescate de Grecia. Habrá financiación de emergencia. Habrá condiciones. Habrá las promesas de rigor por parte del Gobierno de Atenas. Esto hará posible que el Gobierno griego pague su deuda. Los mercados se tranquilizarán. Las consecuencias a largo plazo no serán agradables, pero serán problemas para más adelante.

Algunos dirán que el error fatal fue el de permitir desde el principio que Grecia adoptase el euro. Debería haber estado claro que el país no estaba preparado. Sus políticas fiscales ya estaban fuera de control cuando se integró en la Unión Monetaria en 2001 y sus sindicatos hacían campaña para que los salarios subiesen hasta niveles europeos, a pesar de la renqueante productividad.

Pero esta respuesta es demasiado simple, dado que esos signos de mal funcionamiento no se limitan a Grecia. España, con su tasa de paro del 20% y su explosivo déficit presupuestario, ve en Grecia la imagen de su propio futuro. O, si no lo ve, los mercados sí lo hacen. Portugal e Italia no están mucho mejor.

Al igual que Grecia, estos países se enfrentan ahora a fuertes recortes presupuestarios. Al igual que Grecia, no pueden devaluar la moneda para estimular las exportaciones. Al igual que Grecia, se enfrentan a profundas recesiones. Y al igual que Grecia, sentirán la tentación de pedir ayuda.

Todo esto plantea la pregunta obvia: ¿el verdadero error fue desde el principio crear el euro? Dado que fui uno de los pocos estadounidenses que defendieron la moneda única europea, estaría justificado que se preguntasen si me estoy replanteando lo que dije.

Mi respuesta es que no, crear el euro no fue un error, pero podría ser un error en ciernes. La crisis griega demuestra que Europa sólo está a medio camino de crear una unión monetaria viable. Si sigue por el mismo camino, la próxima crisis hará que ésta parezca un tranquilo paseo por el parque.

Para completar su Unión Monetaria, es necesario que Europa cree un mecanismo de financiación de emergencia adecuado. Actualmente, los demás Estados miembros sólo pueden ofrecer ayuda a Grecia saltándose las normas, que les impiden hacer préstamos salvo en respuesta a desastres naturales o a circunstancias que escapen al control de un país. Esto acrecienta la incertidumbre. Cuando los dirigentes de Europa ofrecen ayuda, los ciudadanos y los mercados piensan que están siendo deshonestos. Si lo que crea estos problemas es el Tratado de Lisboa, entonces debería modificarse el Tratado.

Es más, la ayuda debería llegar no sólo con condiciones, sino con el control temporal del presupuesto nacional por parte de un comité de "expertos especiales" nombrado por la Unión Europea. La historia nos enseña que las meras promesas del receptor no bastan.

Sin duda, los países a los que se apliquen estas medidas se sentirán ultrajados. Bueno, nadie les obliga a aceptar el dinero. ¿Les preocupan los daños morales? Aquí tienen la solución. Tengan también en cuenta que esto sería un mecanismo disciplinario mucho más eficaz que el difunto Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Puede que también se pregunten: ¿cómo se sentirían los californianos si su Estado se viese obligado a poner temporalmente su presupuesto en manos de un experto especial nombrado por la Administración del presidente Barack Obama? En realidad, es probable que no les importase.

El experto especial no sería un conciudadano californiano, pero sí sería un compatriota estadounidense. La gente entendería que estaría actuando por el bien del Estado y también por el del país. Les tranquilizaría el hecho de que California envía representantes a Washington, DC, de donde provendrían las órdenes dictadas por el experto especial.

Los europeos no hacen estas cosas porque se ven como griegos o alemanes ante todo. No interfieren en las "prerrogativas soberanas" de otros Estados miembros. Alemania se muestra especialmente reacia, dados los recuerdos de su comportamiento durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en Grecia.

Bueno, si Europa se toma en serio su Unión Monetaria, tendrá que superar su pasado. Necesita no sólo vínculos económicos más estrechos, sino también vínculos políticos más estrechos. Los que dirijan un mecanismo de financiación fuerte tendrán que estar fuertemente controlados. Tendrán que responder ante un Parlamento Europeo fuerte.

Los electores de la canciller alemana Angela Merkel odian los rescates económicos, porque saben que son ellos los que apechugarán con el rescate. Se oponen a todo lo que huela a integración política europea.

Pero Alemania no está libre de responsabilidad en esta crisis. Exigió que hubiese un banco central extraordinariamente independiente que no tuviese que rendir cuentas a nadie y que ahora dirige una política monetaria excesivamente estricta, lo cual ha agravado la precaria situación de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España).

El enorme superávit de la balanza comercial de Alemania empeora aún más los problemas de estos países. Alemania también ha hecho demasiado poco en cuanto a estímulos fiscales para apoyar a la economía europea.

Alemania se ha visto enormemente beneficiada por la creación del euro. Debería devolver el favor. Debería impulsar la creación de un sistema de préstamos de emergencia, y la integración política para que eso sea factible. Debería ofrecer más apoyo fiscal. ¿Y quién mejor que Alemania para hacer presión a favor de un Banco Central Europeo sometido a más control?

La crisis griega podría ser el caballo de Troya que conduzca a Europa hacia una integración política más profunda. Esperemos que así sea.

(Barry Eichengreen es catedrático de Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de California en Berkeley. Copyright: Project Syndicate, 2010)

"Siguiendo la prensa económica internacional, podríamos llegar a una conclusión cierta: el sistema político-económico mundial funciona ya de tal manera que es más fácil que quiebre un país que un banco. Estos últimos son siempre demasiado grandes para cerrar y son los contribuyentes los que les tienen que asistir. Por otra parte, la zona euro, a pesar de que es producto de la voluntad política de 16 países, se puede desplomar, porque Grecia tiene unas deudas muy grandes"… Tragedia griega, drama europeo (El Mundo – 21/2/10)

El problema estriba en el hecho de que la voluntad es una forma de hablar. La política se encuentra limitada a escala nacional, mientras que el capital bursátil hace y deshace a su antojo a escala internacional. Así, los países se encuentran contra la pared: mientras los gobiernos nacionales están obligados a ofrecer su apoyo, los bancos y los diversos funds pueden doblegar países, aunque ellos tengan problemas semejantes a los de Grecia.

Ese desequilibrio entre política y economía constituye la raíz del problema. Mientras la economía se ha internacionalizado, la política sigue siendo local. No es casual que la Unión Económica y Monetaria (UEM) sea prácticamente sólo monetaria y mínimamente económica. La unión monetaria era fácil porque es contable. La unión económica requiere alternativas que inviertan el núcleo de la política tal como la conocíamos hasta ahora. Exige la cesión de una buena parte de la soberanía nacional de los estados miembros.

Esa globalización desigual ha extenuado el poder de los gobiernos nacionales. Los ha conducido a políticas de un mínimo denominador social y a la incapacidad de imponer medidas, como el intento del presidente Obama por recortar los bonus de los altos cargos de aquellos bancos que han sido rescatados gracias a la aportación económica de los contribuyentes estadounidenses.

Ahora, esa globalización desigual amenaza también otras alternativas políticas a escala internacional, como la que constituye la soñada unificación europea. Hoy en día los países son demasiado pequeños para hacer frente a los mercados y Europa está muy dispersa. Eso significa que la jauría de los especuladores puede exterminar el rebaño entero, empezando por el miembro más débil.

Este es el drama europeo, y la ausencia de la política se evidencia a través de los mensajes contradictorios que los órganos comunitarios envían a los países que se ven más afectados por la crisis. Europa disponía de una solución monetaria para los tiempos fáciles de la explosión financiera, pero es incapaz de ofrecer una solución política durante el período de crisis. Dicho problema se ha puesto de manifiesto por la tragedia griega.

Obviamente, esta tragedia puede que haya revelado el drama europeo pero no se debe a éste. Grecia tiene muchos problemas estructurales que le han conducido a la situación actual. Tiene un sector público grande, centralista e improductivo que ha generado una gran corrupción. Es significativo que los problemas de Grecia hagan siempre referencia a grandes déficit públicos (12,7% del PIB en 2009) y la gran deuda pública (112% del PIB, que alcanzará el 125% en 2010). Por el contrario, la deuda total, pública y privada, alcanzará el 200% del PIB, que es más baja que muchos países de la zona euro. Eso significa que no es Grecia la que quebró, sino solamente el Estado griego, que es el que precisa unas reformas inmediatas y drásticas para dejar de producir déficit y deudas.

Es probable (y deseable) que el pueblo griego sienta que ha llegado la hora de hacer las cuentas por el despilfarro de los años anteriores y el Gobierno heleno tome conciencia de que el modelo del Estado tiene que cambiar. Pero bajo la presión de los mercados se corre el riesgo de quedarse sólo en la primera parte. Es decir, puede que todas las fuerzas se dediquen a corregir los números -según las exigencias de los mercados-, en vez de corregir la economía, que es lo que realmente hace falta. Los griegos han empezado ya a pagar mediante recortes de salarios y de gasto público. Pero eso no es suficiente. Sin una intervención política fuerte por parte de la CE los mercados doblegarán la economía griega, sin reestructurarla, y pasarán a la siguiente.

– No sólo Grecia debe mirarse en el espejo (El Mundo – 21/2/10)

(Por Kevin Featherstone) Lectura recomendada

La UE se ha visto obligada por la crisis griega a afrontar varias cuestiones estratégicas difíciles. Hasta ahora, no había sido capaz de hacerlo (aunque eran predecibles), pues se trata de vestigios irresueltos del Tratado de Maastricht, negociado en 1991. La eurozona se estableció con un defecto de fábrica. Creó una fuerte unión monetaria con un Banco Central y regulaciones para imponer disciplina, pero al mismo tiempo dejó que amplios espacios de política económica -la gestión fiscal en particular-, quedaran gobernados por medio de pantalla táctil. Ninguna unión federal de la historia moderna ha logrado sobrevivir con este desequilibrio.

Maastricht llevaba la marca de la filosofía alemana del ordoliberalismo, que aboga por que la estabilidad se imponga dentro de cada país. Por el contrario, entonces y después, los sucesivos gobiernos franceses han insistido en la necesidad de un gouvernement economique que garantice una coordinación adecuada. Hoy, una reacción populista que diga que Grecia tendría que resolver sus propios problemas o abandonar el euro resulta natural, pero insensata. El Tratado de Maastricht no contempló una expulsión forzosa y en Atenas es inconcebible que ningún gobierno se marche voluntariamente y se enfrente al cataclismo que vendría después. La retirada griega no se producirá, y Europa tiene que vivir con ello y gestionar la crisis como propia.

Cualquier sistema federal se basa en la fluidez y la buena calidad de la información que le proporcionan los elementos que lo componen. Los datos oficiales aportados por Atenas fueron cuestionados cinco veces por Eurostat entre 2005 y 2009. Sin embargo, la Comisión aprobó los sucesivos programas que le fue enviando Grecia. La responsabilidad por no haber reconocido el problema la comparten Bruselas y Atenas. Almunia no fue Nellie Kroes y optó por un planteamiento más liviano. Al mismo tiempo, el liderazgo político de la Comisión no quiso confrontación ni realizó investigaciones. Es poco probable que un líder del tipo de Jacques Delors hubiese seguido este procedimiento de mano blanda. Bruselas también tiene parte de la culpa.

A Grecia, la crisis le ha puesto delante de los ojos varias realidades desagradables. Los sucesivos gobiernos de las últimas dos décadas han compartido una agenda de reformas compatibles entre sí, y cada uno de ellos ha implantado reformas modestas y graduales. El problema de las reformas fallidas es sistémico más que una cuestión de ideologías o partidos políticos. Desde mediados de los 90, Grecia ha disfrutado de un notable crecimiento y unos bajos tipos de interés. Tuvo la oportunidad de reducir los niveles de deuda, pero no la aprovechó.

Los votantes griegos se resisten a las reformas. Un objeto importante de las mismas sería el sistema de pensiones, que amenaza con desbordar el presupuesto estatal, pero cualquier cambio pondría en tela de juicio a quienes hoy son sus principales beneficiarios: los funcionarios. Y el movimiento sindical griego se halla dominado por la voz de los trabajadores del sector público, que se aferran a sus privilegios. Es razonable que lo hagan: generalmente mal pagados, la pensión es para ellos un gran aliciente.

No obstante, la mentalidad podría estar cambiando. Sucesivos sondeos de opinión han mostrado que los griegos respaldan que se vaya más allá con las reformas. El Gobierno, y especialmente su primer ministro, Giorgios Papandreu, gozan de un elevado apoyo y tiene una holgada mayoría parlamentaria. En pocos meses se revelará cómo se las arreglan Grecia y la UE para manejar la crisis de la deuda en los mercados financieros, pero la cuestión de fondo será si, después de este periodo, el Gobierno tiene la fuerza de voluntad y la capacidad para acometer las reformas que deberían haberse adoptado hace mucho tiempo. Por su propio interés, Europa ha de combinar la dureza con la solidaridad. La UE no tiene ningún interés en añadir una crisis política en Atenas a los problemas económicos que ya tiene. El Gobierno de Papandreu ha iniciado un camino sensato: habría que ayudarle a que continúe por él.

(Kevin Featherstone es catedrático de Estudios Griegos Contemporáneos en la London School of Economics)

"El año pasado, Alemania registró un déficit presupuestario del 3,3% del PIB, un punto por encima de las últimas previsiones, aunque la cifra es muy inferior al nivel alcanzado por el resto de grandes economías europeas.

Según los datos publicados el miércoles por la Oficina Federal de Estadísticas, éste es el primer año desde 2005 que Alemania incumple los objetivos de crecimiento y estabilidad que contempla el Tratado de Maastricht, según el cual, el déficit de los miembros de la UE no debe superar el 3% del PIB"… Alemania incumple el pacto de estabilidad (Expansión – 24/2/10)

No obstante, el resultado podría ser objeto de críticas de otros miembros de la Unión, ya que pone de manifiesto la importante restricción del gasto público de Alemania durante la crisis económica. En Alemania, los observadores políticos y económicos se muestran preocupados ante las previsiones del déficit, que en 2010 podría acercarse al 6%.

"La cifra del 3,3% parece modesta, teniendo en cuenta que ésta ha sido la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. No obstante, el hecho de que las previsiones apunten a un 6% para este año implica que el Gobierno tendrá que comenzar a realizar ciertos ajustes en 2011", aseguró Dirk Schumacher, economista jefe de la oficina de Goldman Sachs en Frankfurt.

La oficina de estadísticas confirmó también el resultado del PIB alemán de 2009, con un crecimiento cero en el último trimestre, tal y como apuntaban las previsiones de hace dos semanas. La principal fuente de crecimiento fue el incremento en un 3% de las exportaciones durante el último trimestre del año, aunque las importaciones experimentaron una caída del 1,8%.

El gasto interno cayó un 2,1%. Estas cifras confirman la débil recuperación de la economía alemana, aunque casi todos los economistas apuntan a una mejora gradual a lo largo del año. Uno de los datos más negativos dados a conocer hoy miércoles fue el índice de confianza del consumidor, que ha pasado de los 3,3 a los 3,2 puntos entre enero y febrero de este año.

El déficit del año pasado refleja el aumento del consumo por el plan de incentivos a la compra de automóviles, el incremento del gasto en infraestructuras e I+D, el aumento de gastos sociales y la caída de ingresos fiscales como consecuencia de la ralentización económica.

En cuanto a la evolución del mercado laboral, hasta ahora, el índice de desempleo no ha aumentado al ritmo que cabría esperar por la ralentización de la actividad económica. La explicación podría estar en los subsidios del Gobierno a los contratos de corta duración y el acuerdo salarial entre empresarios y trabajadores, así como los ajustes de la jornada laboral, a la espera de una recuperación económica.

"Los subsidios a los contratos de corta duración le cuestan menos al Ejecutivo que las prestaciones por desempleo. Dado que todo apunta a un incremento del número de desempleados para 2010, será un milagro que no se registre un incremento del déficit", explicaba Schumacher.

– Grecia amenaza no sólo al euro (Expansión – 24/2/10)

(Por Gideon Rachman) Lectura recomendada

Con frecuencia se expone que las raíces de la crisis financiera de Grecia se remontan al diseño de la divisa única europea. En realidad, es aún peor. La crisis griega guarda relación con la misma base sobre la que se ha edificado la unidad europea en los últimos 60 años. Es una amenaza no sólo para el euro, sino para todo el complejo de la UE.

El riesgo para Europa ahora es que si la UE no realiza avances en materia de política como respuesta a la crisis griega, dará un paso atrás -y el largo proceso de integración europea podría comenzar a derrumbarse-.

El procedimiento de la UE siempre ha sido el de tomar "medidas económicas sobre la marcha", para provocar efectos políticos. Desde los años 50, esta estrategia ha funcionado admirablemente bien: una modesta comunidad de carbón y acero se convirtió en un mercado común y, finalmente, en una Unión de 27 naciones, con su propio Parlamento, Tribunal Supremo y política exterior.

Jacques Delors, el presidente de la Comisión Europea que supervisó la creación de un mercado único en la década de los 80, dijo con total franqueza: "No estamos aquí para crear un mercado único -eso no me interesa- sino para formar una unión política". La creación del mercado único implicaba una inmensa expansión de la legislación europea y, por lo tanto, una severa erosión de la soberanía nacional.

El mismo pensamiento político está detrás del diseño de la divisa única en los años 90. Tal y como escribió recientemente en estas páginas Tommaso Padoa-Schioppa, ex miembro del consejo del Banco Central Europeo: "Los padres fundadores querían el euro principalmente como un paso hacia la unión política".

La campaña a favor de la unión política se intensificó al final de la Guerra Fría. Francia temía que una Alemania unida pudiera dominar de nuevo Europa. La respuesta francesa fue la de vincular a Alemania en la construcción europea mediante la creación de una divisa única. El Gobierno alemán aceptó de buen grado a cambio de la promesa de un mayor avance hacia la unión política en Europa, un antiguo objetivo nacional (en el caso de la población alemana, nunca se le consultó directamente -un descuido que podría volverse contra el euro ahora-).

Gerhard Schröder, el canciller alemán cuando se acuñaron de los primeros euros, creía que la unión monetaria requería "avances decisivos hacia la unión política". Algunos, como Romano Prodi, el sucesor de Delors como presidente de la Comisión, deseaban incluso una eventual crisis en la eurozona ya que consideraban que provocaría esos "avances decisivos".

La crisis se ha producido -y, claramente, invita a dar los grandes pasos políticos que anticiparon los padres fundadores-. Una respuesta política lógica a la insolvencia griega -y a las amenazas de crisis similares en España, Portugal y, posiblemente, Italia- sería la de crear impuestos europeos comunes y un mecanismo para realizar grandes transferencias fiscales entre los estados de la UE. Estas herramientas ayudan a facilitar la unión monetaria en EEUU, pero es algo que no existe aún en Europa.

Sin embargo, no hay indicios de que vaya a darse semejante paso. Europa está atascada. ¿Qué ha fallado? El problema es que el método de priorizar la economía sobre la política se aproxima a las teorías marxistas, al asumir que la economía dictará inevitablemente una respuesta política concreta. Pero la política democrática implica la posibilidad de elección.

El método tradicional de la UE sólo podría funcionar cuando los cambios políticos derivados de anteriores decisiones económicas no parecieran demasiado polémicos o injustos para los votantes corrientes. Pero el tipo de integración política que exige el euro afecta a los ciudadanos de forma muy directa -ya que implica importantes decisiones sobre impuestos y gasto-.

Así, saca a la luz una verdad que los fervientes europeístas se oponen a reconocer. La mayoría de los ciudadanos de la UE siguen sintiendo más apego por sus propias naciones que por la Unión. "Los europeos" se muestran menos dispuestos a rescatarse unos a otros que a salvar a sus propios compatriotas. La Alemania del Oeste gastó miles de millones de marcos para ayudar a la Alemania del Este. Pero hay pocos indicios de que los alemanes estén dispuestos a gastar más miles de millones de euros para sanear Grecia -ante el fantasma de crisis similares en España e Italia-. Es posible que los alemanes se sientan, en principio, muy "europeos". Pero cuando se les pide que comiencen a firmar cuantiosos cheques para ayudar a un Estado griego en quiebra, aunque parezca mentira, empiezan a sentirse alemanes de nuevo.

Los griegos, también son una de las poblaciones más europeístas de la Unión. Pero es probable que el precio de un rescate de la UE sean severas medidas de austeridad, supervisadas por las autoridades enviadas por Bruselas. La sensación que se desprenda de ello posiblemente se aproxime más a la de una colonización que a la de una "unión política" voluntaria.

Entonces, ¿ahora qué? Es posible que Grecia aún pueda arreglárselas para salir de esta crisis. Pero, teniendo en cuenta el rápido crecimiento generalizado de la deuda soberana, puede que la próxima crisis europea diste sólo unos pocos meses. Entonces, se preguntará nuevamente a los miembros de la moneda única europea qué están dispuestos a hacer (o cuánto están dispuestos a pagar) para ayudarse mutuamente. Si la respuesta sigue siendo, "no mucho", la zona euro podría comenzar a perder a algunos de sus miembros más débiles.

Pero las consecuencias podrían ir más allá de la divisa única. La UE sufriría una crisis de confianza, y lo más probable es que se cuestionasen los otros poderes que ha adquirido en todo tipo de materias, desde inmigración a políticas sociales. Hay algo más que dinero en juego en la crisis griega.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved)

– Alemania y el rescate de Grecia (Expansión – 25/2/10)

(Por Lex column) Lectura recomendada

Las pasiones están a flor de piel últimamente en la eurozona. Alemania ha condenado el derroche de sus socios del sur, especialmente de Grecia. Por su parte, Atenas está resentida por lo que percibe como un acoso de Berlín.

A juzgar por la serie de huelgas en Grecia, España y Portugal, el ambiente está caldeado. Sí, Grecia y el resto de países del Club Mediterráneo tienen que apretarse el cinturón. También necesitan mejorar su competitividad. Pero insistir, como ha hecho Berlín, en que la austeridad es la única salida de estos países es poco realista, además de falso. Alemania también tiene un papel que cumplir.

Grecia, Italia, España y Portugal, por ejemplo, gestionan grandes déficit por cuenta corriente. El año pasado, la suma de estos déficit ascendió aproximadamente a 102.000 millones de euros, de los que en torno a la mitad se derivaba del comercio dentro de la eurozona. Alemania, por su parte, disfruta de un importante superávit por cuenta corriente -que el año pasado alcanzó cerca de 80.000 millones de euros- debido también casi en un 50% al comercio con sus socios de la eurozona.

Durante los últimos 10 años, esta relación benefició a todos. Alemania disfrutó de un crecimiento guiado por las exportaciones. Los países del Club Mediterráneo aportaron gran parte de la demanda de esas exportaciones. Pero esta simetría sigue tan vigente ahora como en la época de auge económico.

Imaginemos, por un momento, que los países del Club Mediterráneo consiguen recuperarse de algún modo y reducen sus déficits presupuestarios a los niveles establecidos por el Tratado de Maastricht. Para hacerlo, sería necesario un enorme recorte del gasto equivalente a 120.000 millones de euros, o cerca del 6% de la producción de Alemania. Una de las consecuencias de esta contracción sería una fuerte caída de la demanda, incluidas las importaciones.

Alemania no podría reemplazarla aumentando sus exportaciones a otros países. Su economía, que ya está estancada y que sólo se sostiene por las exportaciones, cambiaría de tendencia. Berlín tendría que afrontar varias decisiones difíciles. Una de ellas, tal y como sugiere Brian Reading, economista de Lombard Street, sería la de aumentar de forma sustancial su déficit presupuestario para compensar el descenso de la demanda. Aunque sólo sea por propio interés, es probable que la oposición alemana al rescate de Grecia se suavice.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved)

– Grecia / Goldman: el caballo de Troya se desboca (Expansión – 26/2/10)

(Por Lex Column) Lectura recomendada

Esto es como cerrar la puerta del establo después de que el caballo de Troya se haya desbocado. La Reserva Federal de EEUU investiga las operaciones con derivados de Goldman Sachs que pudieron ayudar a enmascarar la deuda griega.

Todo apunta a que la investigación colocará al banco en una situación embarazosa, sobre todo porque las operaciones fueron del dominio público durante siete años. Aun así, esos incidentes han fomentado las críticas contra los especuladores por contribuir a agravar los problemas de la eurozona. ¿Es justa esta acusación? La respuesta breve es "no".

La eurozona depende de unos principios económicos que le distinguen del resto de las economías. De hecho, la Unión se basa en un compromiso constitucional con la solidez de sus finanzas públicas, el conocido pacto de estabilidad y crecimiento, que limita la deuda pública al 60% de su producción y el déficit presupuestario al 3%.

Si se analizan minuciosamente las cifras, como ha hecho la firma de inversión e investigación Gavekal, el 85% del incremento de los costes de endeudamiento de la eurozona durante este año es consecuencia del incumplimiento de sus miembros de estos dos preceptos.

Si tenemos en cuenta el tamaño de los mercados de bonos nacionales -mercados con escasa liquidez como el de Grecia necesitarían una prima de riesgo adicional- el 95% del aumento de los costes de endeudamiento del Gobierno se explica por estos factores.

Sin duda, el fallo de la Unión Económica y Monetaria ha sido su concomitante falta de unión política para hacer cumplir las normas del pacto de estabilidad y crecimiento, que, con frecuencia se ignoraron. La paradoja es que ahora los mercados están haciendo lo que los políticos no pudieron.

Aunque la superioridad de la economía sobre la política como motor de la historia es un concepto bastante anticuado, a tenor de los últimos acontecimientos, podría recuperarse. Resultado, Karl Marx, 1; el resto, 0.

(The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved)

"El constitucionalista alemán Paul Kirchhof ha advertido de que toda ayuda financiera de los Gobiernos europeos a Grecia para ayudar al país heleno a superar su crisis supondría una violación de los tratados en el espacio del euro.

"Parto del supuesto de que los Gobiernos europeos no se pondrán de acuerdo para violar la ley vigente", declara el antiguo miembro del Tribunal Constitucional alemán en una entrevista adelantada hoy por el semanario "Der Spiegel".

En el caso de que, pese a todo, esas ayudas se produzcan, existe la posibilidad de recurrir y los parlamentos o diputados podrían presentar denuncias ante sus respectivos tribunales constitucionales, señala Korchhof"… Un experto advierte de que las ayudas a Grecia vulneran los tratados de la UE (El Economista – 28/2/10)

En cuanto a las acusaciones de que Grecia falsificó sus cifras financieras para acceder al euro, el experto alemán comenta que "de ser así habría motivos para actuar judicialmente. Bajo esas condiciones por lo menos un país no podría haberse convertido en miembro de la Unión Monetaria".

Además exige a los políticos que corrijan lo que considera un error de construcción del derecho europeo.

"Hasta ahora los criterios del Pacto de Estabilidad son supervisados por la asamblea de los ministros de Finanzas. Eso significa que los actores y los vigilantes son los mismos", explica Kirchhof.

Grecia sólo podrá salir por sí sola

Tras subrayar que ese mandato doble no funciona, el experto alemán señala que Grecia sólo podrá salir del atolladero del sobre endeudamiento por sí sola.

"¿Que impide a Grecia hacer depender todos los gastos estatales de las posibilidades de su financiación?", se pregunta Kirchhof, quien afirma que "el Gobierno podría recortar los salarios de los funcionarios y empleados públicos y las subvenciones a las empresas".

La UE paga caro su pecado original… (The Wall Street Journal – 3/3/10)

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No está equipada para sancionar a los países que, como Grecia, no cumplen sus reglas fiscales.

(Por Stephen Fidler y Charles Forelle) Lectura recomendada

Algunos europeos acusan a las transacciones financieras orquestadas por los bancos de inversión de Wall Street de haber causado la crisis que tiene a Grecia al borde de obtener un rescate financiero. Sin embargo, una mirada más detenida a las finanzas del país durante los diez años transcurridos desde su adopción del euro no sólo revela que Atenas es el principal responsable de sus problemas, sino que otros gobiernos y organismos de la Unión Europea (UE) prefirieron hacerse los de la vista gorda respecto a las reiteradas y flagrantes violaciones griegas de las normas del bloque.

Aunque la Comisión Europea y la Reserva Federal de Estados Unidos examinan un polémico canje de 2001 organizado por Goldman Sachs Group Inc., las propias maniobras presupuestarias griegas, que violaron las normas de la UE, minimizan el impacto de esta clase de transacciones.

Crisis financieras como la que atraviesa Grecia, deberían ser frenadas por un acuerdo orientado a impedir que el despilfarro de algún miembro perjudique la moneda. El pacto exige que los países de la zona euro limiten sus déficits fiscales anuales a 3% del Producto Interno Bruto (PIB) y la deuda pública total a 60% del PIB.

No obstante, un examen de los informes presupuestarios que Grecia envió a la UE muestra que el déficit fiscal de Atenas estuvo por encima del 3% del PIB en todos los años, salvo 2006. Tampoco ha estado dentro de 30 puntos porcentuales del tope de la deuda pública.

Grecia ha revisado sus cifras fiscales, siempre al alza, todos los años desde 1997, a menudo en forma significativa. En varias ocasiones, el número definitivo cuadruplicó el cálculo original. A finales del año pasado, Grecia inició la crisis actual al elevar substancialmente su previsión para el déficit fiscal de 2009 a 12,7% del PIB.

La magnitud de estas revisiones empequeñece el impacto de las controvertidas operaciones de derivados que son investigadas por la UE. Grecia las habría utilizado para ocultar la verdadera salud de sus finanzas.

El canje cambiario orquestado por Goldman Sachs permitió a Grecia reducir su déficit en una décima parte de un punto porcentual del PIB en 2001. En comparación, Atenas no contabilizó ese año gastos militares del orden de los 1.600 millones de euros (US$ 2.200 millones), diez veces lo que ahorró con el canje cambiario, según Eurostat, la agencia de estadísticas de la UE.

La crisis griega ha demostrado que los organismos financieros de la UE no tienen las facultades para obligar a los países miembros que se desvían del camino a ordenar su casa, señala en una entrevista Jean-Pierre Jouyet, presidente de la superintendencia francesa de bolsas. "Necesitamos nuevas herramientas para manejar estos desequilibrios, porque un pacto sin sanciones no basta", dice Jouyet, quien también fue ministro de Finanzas de Francia.

Constantin Papadopoulos, secretario general para asuntos de economía internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores griego, asegura que el país ingresó legítimamente a la zona euro. "La idea de que Grecia hizo trampa para acceder a la zona euro se ha quedado pegada… en Europa y, puesto que se trata de una obra de propaganda bien hecha, es sumamente difícil revertirla", insiste. Papadopoulos enfatizó que la mayoría de las revisiones corresponden a la decisión del gobierno que asumió en 2004 de revisar la forma en que había contabilizado los gastos militares, que impactó el déficit fiscal de los últimos años del gobierno socialista. Eurostat, sin embargo, aclara que las revisiones fueron necesarias puesto que Atenas había "subestimado ampliamente" el gasto militar.

Defecto congénito

El país heleno no está solo: la mayoría de los miembros de la zona euro tampoco cumplió los requisitos de deuda y déficit durante varios años, muestran los informes.

La crisis es consecuencia inevitable de una debilidad presente, según economistas e historiadores, en el euro desde su creación: la falta de una política fiscal coordinada que acompañara a la unión monetaria.

El euro ha estado repleto de tensiones no resueltas desde su lanzamiento, señala David Marsh, autor de The Euro, un libro publicado en 2009 que relata el nacimiento de la moneda común.

La unión monetaria fue vista por algunos políticos como una forma de empujar a la UE hacia una unión política. Otros, en especial en Alemania, resaltaron la necesidad de ceñirse a una rectitud fiscal y monetaria.

"Todo esto estaba escrito…", indica Marsh en alusión a los problemas de Grecia. "Lo que está ocurriendo no debería extrañar a nadie".

Una vez que un país accede a la zona euro, no hay un mecanismo que lo obligue a seguir sus reglas.

Eso se debe en parte a un compromiso alcanzado en la cumbre de Dublín, en 1996, que dejó la potestad de imponer multas a un país en manos de otros países del bloque. Esa fue una victoria para el entonces presidente francés, Jacques Chirac, sobre el canciller alemán, Helmut Kohl, quien era partidario de aplicar multas de forma automática. Desde entonces, ningún país ha sido sancionado por violar las reglas de la UE.

Willem Buiter, economista jefe de Citigroup y ex miembro del Consejo de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, califica al pacto de 1996 orientado a hacer cumplir las normas de deuda y déficit de la UE como "un tigre de papel". "Es inefectivo", señala, "porque por un momento creó la ilusión de que había zanahorias y garrotes capaces de cambiar la conducta fiscal de los estados miembros, cuando en realidad no había ni lo uno, ni lo otro".

– … y suma un nuevo dolor de cabeza: la deflación (The Wall Street Journal – 3/3/10)

Una prolongada caída en los precios dificultaría la recuperación de los países más débiles de la zona euro

(Por Brian Blackstone) Lectura recomendada

Fráncfort.- Los países europeos que luchan por tapar grandes agujeros en sus finanzas enfrentan un dolor de cabeza adicional: no hay suficiente inflación.

Una prolongada caída en los precios, que los economistas llaman deflación, es una posibilidad real en algunos países de la zona euro, incluidos España e Irlanda, afirman analistas. A otros, entre los que destaca Grecia, les esperan años de inflación muy débil. Un desenlace de este tipo podría dificultarles aún más a las economías más débiles de la zona euro a escaparse del bajón. Como consecuencia, los gobiernos pasarían todavía mayores apuros para reparar sus presupuestos y reducir sus deudas públicas.

"El riesgo de que España e Irlanda enfrenten un período muy largo de deflación es muy alto", cuando la explosión de las burbujas inmobiliarias sigue afectando sus economías, apunta Jennifer McKeown, economista de la consultora Capital Economics en Londres.

La combinación de alta deuda y precios menguantes dentro de las fronteras de la zona euro complicaría las esperanzas de una recuperación más amplia en el continente. España y otros países en la periferia del bloque fueron impulsores clave del crecimiento de la región en los últimos 10 años.

Encuestas difundidas hace poco mostraron que los fabricantes en España, Grecia e Irlanda recortaron los precios el mes pasado, siguiendo con una tendencia que ha cobrado impulso desde hace más de un año. En Grecia, cayeron a su ritmo más rápido en ocho meses, "a medida que la fuerte competencia continuó limitando a las empresas", según Markit Economics, que compila esta clase de datos. La producción industrial general en la zona euro se recuperó hasta alcanzar en febrero un máximo de 30 meses, impulsada por las exportaciones y el reabastecimiento de inventarios locales.

Los precios al consumidor ya están bajando en Irlanda. España corre el riesgo de sufrir algo similar, afirman muchos economistas, ya que el desempleo en el país es de los más altos en la zona euro. Los precios al consumidor en Irlanda bajaron 2,6% frente a un año antes, la mayor precipitación en la zona euro. El consumo de los irlandeses va en retirada, luego de que la recesión en el país impulsara la tasa de desempleados, que aumentó casi dos tercios, a más de 13% a fines de 2009.

Los minoristas respondieron con una rebaja de precios. La campaña de 2009 de la cadena de supermercados Marks and Spencer, que puede traducirse como "Escuchamos y Rebajamos" (en referencia a los precios), redujo los precios de la ropa, los muebles y los artículos para el hogar en un promedio de 12%. Se prevé que los precios vuelvan a caer en 2010, según la Comisión Europea.

Para las empresas, precios más bajos para los bienes de consumo y los servicios a menudo significan menores ganancias. Para los gobiernos, menores ingresos tributarios, en especial en países europeos donde los impuestos por ventas o valor agregado conforman una gran parte de sus ingresos impositivos. Eso podría complicar los cálculos de por sí frágiles de Grecia, Irlanda y otros, en momentos en que intentan controlar sus déficits presupuestarios.

La deflación se produce cuando los precios a la baja se convierten en parte de la mentalidad de los hogares y las empresas, lo que los lleva a aplazar gastos, inversiones y contrataciones, dado que creen que los bienes, servicios y los empleados costarán menos en el futuro. Este tipo de expectativas y el comportamiento cauto al que conducen pueden hundir a una economía en una especie de malestar como el que atrapó a Japón durante casi 20 años.

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Los economistas en general concuerdan en que, con moderación, el alza de los precios ayuda a llenar las arcas del gobierno y puede facilitar el pago de deuda soberana.

El Banco Central Europeo afirma que la inflación anual en la zona euro de 16 países se ubica en alrededor de 1%.

(Jonathan House, en Madrid, contribuyó a este artículo)

"La comisión presupuestaria del Parlamento alemán ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado para 2010, que contemplan el mayor endeudamiento de la historia de la República Federal de Alemania, aunque la cuantía sea finalmente menor a la prevista inicialmente"… Alemania ultima un presupuesto con un déficit récord pero inferior al previsto (El Economista – 5/3/10)

El erario, que será sometido a la aprobación del Parlamento a mediados de mes, prevé un déficit de 80.200 millones de euros, lo que supone una reducción de 5.600 millones de euros con respecto al borrador que presentó el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

Pese a todo, el déficit duplica la cifra récord de 40.000 millones de euros que se alcanzó en 1996 durante la coalición de centro de derecha del canciller Helmut Kohl.

– The Economist: "Europa padece hipocondría" (Expansión – 5/3/10)

(Por C. Alva) Lectura recomendada

El semanario británico The Economist opina que gran parte del continente europeo sufre de hipocondría. Y la "enfermedad" no sólo está motivada por las consecuencias de la crisis financiera, sino porque existe un temor real a la pérdida del empleo que mine el estado de bienestar y ponga en peligro los privilegios con los que cuenta una parte de la población europea.

El debate sobre la crisis financiera y el cómo dirigir la inestabilidad de los mercados comienza con la premisa de hacer creer a la población de que la globalización es la causante de muchos males, "entre ellos la restricción del crédito", asegura The Economist.

Son los políticos quienes aprovechan cualquier oportunidad para ratificar estas tendencias. Y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, no es la excepción. El mes pasado, afeaba a Renault sus planes de producir un nuevo modelo en Turquía. "Ningún auto vendido en Francia debe ser producido en el extranjero", decía.

La ansiedad que se vive en Europa tiene su origen, según el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en que los países emergentes como China, Brasil e India están incrementando su poder político.

Cuando la globalización era concebida exclusivamente desde el punto de vista económico, Europa creyó ser la única beneficiada. Sin embargo, ahora que hay otros actores, los europeos temen que "la competencia ilimitada destruya sus empleos y mine sus privilegios", comenta la revista.

En esta línea, varios estudios aseguran que Europa es "reacia al riesgo". Esto no sólo tiene que ver con que los europeos no tienden a adquirir bonos o acciones, sino que incluye todo un sistema laboral que hace más difícil despedir a un trabajador en el viejo continente que en los EEUU.

"Los franceses se caracterizan por su desconfianza y hostilidad al sistema de libre mercado", ejemplifica The Economist. De hecho, son los que más temen terminar sus días viviendo en la calle, a pesar de que cuentan con uno de los estados de bienestar más generosos del planeta.

Esta hipocondría se ha visto materializada en protestas y descontentos de los ciudadanos. Es por ello, que ante el temor de provocar conflictos sociales, muchos gobiernos han desistido en llevar a cabo medidas de austeridad en el gasto público. Tan sólo en España, varios ministros han dado marcha atrás a las propuestas de reforma referentes al aumento en la edad de pensión y el recorte a los sueldos en el sector público.

Lo interesante es que la hipocondría se concentra en un sector específico de trabajadores, incluidos los del sector público, que cuentan con ciertos privilegios. En España los mayores descontentos provienen de trabajadores de tiempo completo que están en contra de incrementar la edad de pensión a los 67 años. En Grecia, son los funcionarios del gobierno quienes salen a las calles a exigir mayores pensiones, siendo ellos mismos los responsables de que el país esté en quiebra.

Ante este panorama, The Economist opina que Europa es más fuerte de lo que ella misma piensa. Como muestra sólo hay que mencionar a algunos países que han sorteado la crisis con éxito. Es el caso de Alemania, cuya producción industrial ha salido adelante; o Polonia que evitó la recesión a toda costa; o Italia que escapó del recrudecimiento de su déficit.

La revista británica cierra su editorial haciendo un llamado a los políticos europeos a que no duden en hacer recortes en el gasto público, pese a quien le pese. "Finalmente quienes más se quejan, no siempre son los que más sufren", concluye.

"La deuda acumulada del Estado, los Länder y los ayuntamientos alemanes sumaba al acabar el año 2009 cerca de 1,7 billones de euros, anunció hoy la Oficina Federal de Estadística (Destatis) desde su central en Wiesbaden, en el centro del país"… La deuda pública alemana suma casi 1,7 billones de euros en 2009 (Cinco Días – 11/3/10)

La deuda acumulada del Estado, los Länder y los ayuntamientos alemanes sumaba al acabar el año 2009 cerca de 1,7 billones de euros, anunció hoy la Oficina Federal de Estadística (Destatis) desde su central en Wiesbaden, en el centro del país.

Según los cálculos provisionales de los expertos de Destatis, los números rojos de las distintas arcas públicas sumaban a finales del pasado año 1.692.200 millones de euros, lo que supuso un aumento del 7,1% o 112.700 millones de euros frente a 2008.

Asimismo subrayaron que se trata del segundo mayor incremento anual de la deuda pública en la historia de Alemania Federal después del registrado en 1995, año en que aumentó en 170.700 millones de euros.

Sin embargo, en aquellas fechas el incremento del endeudamiento público tuvo carácter excepcional, ya que le fueron sumados gastos extraordinarios derivados del proceso de reunificación del país como las deudas de la Sociedad Fiduciaria, responsable de gestionar el patrimonio de la ya extinta República Democrática Alemana.

El informe señala que las deudas del Estado aumentaron en 2009 en 68.100 millones de euros o un 6,9 por ciento hasta alcanzar 1.053.800 millones de euros y que incluyen la deuda derivada de las medidas y programas acordados por el gobierno para afrontar la crisis financiera y económica.

En el caso de los Länder, los 16 estados federados alemanes, su endeudamiento aumentó en 2009 en 41.400 millones de euros o un 8,5 por ciento hasta sumar 526.300 millones de euros.

Finalmente, Destatis, que espera contar con cifras definitivas a mediados de 2010, señaló que los ayuntamientos y municipios alemanes incrementaron su deuda acumulada en un 3% o 3.200 millones de euros, hasta sumar 112.100 millones de euros.

La verdad de la milanesa (víctimas colaterales: no hagan olas, muchachos…)

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"La reciente caída en los mercados financieros mundiales ha intensificado las dudas de los inversionistas sobre los bancos que podrían tener exposición a la deuda de las economías europeas en apuros.

La preocupación es que las instituciones financieras, en especial las de Europa, enfrenten una nueva ronda de problemas debido a su exposición a la deuda soberana de Grecia, Portugal, España, Irlanda y otras economías con un mayor riesgo de declararse en cesación de pagos. Eso podría frenar una recuperación incipiente en un sector que tal vez no está preparado para afrontar una nueva crisis"… La crisis de Grecia infecta a los bancos y la presión puede llegar a Francia y Bélgica (The Wall Street Journal – 8/2/10)

Buena parte de la deuda que desvela a los inversionistas estaría en las manos de las entidades locales de cada país, aunque hay indicios de que los bancos europeos podrían tener parte de estos activos. Incluso si los bancos no poseyeran montos importantes de deuda soberana, hay dudas sobre la exposición a los mercados en problemas de sus carteras de crédito. "Los efectos de esto son negativos", manifestó Jon Peace, analista de Nomura en Londres. Peace, por ejemplo, redujo su recomendación del banco español BBVA debido a su exposición a la deuda soberana de España.

La mayoría de los bancos europeos ha sido víctima de esta crisis de confianza. Las acciones de los bancos franceses BNP Paribas SA y Société Générale SA encabezaron la caída de la Bolsa de París el viernes, con descensos superiores a 5%. Barclays PLC y HSBC Holdings PLC cedieron 1% y Royal Bank of Scotland Group PLC perdió 3% en la Bolsa de Londres.

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Según cifras del Banco Internacional de Pagos, los bancos franceses y suizos tienen una exposición de US$ 75.500 millones y US$ 64.000 millones a Grecia, respectivamente. Los bancos británicos, en tanto, tienen una exposición de US$ 193.000 millones a Irlanda y los alemanes tienen una exposición de US$ 240.000 millones a España.

Contagio financiero

El domingo 7 de febrero, los ministros de Finanzas del grupo de las siete economías más industrializadas del mundo (G-7), trataron de disipar las dudas sobre la deuda griega en medio de los temores de que los problemas se diseminen a otros miembros de la zona euro.

Timothy Geithner, el secretario estadounidense del Tesoro, señaló que los países europeos y el G-7 manejarían la situación de Grecia con extremo cuidado. Otros asistentes al encuentro realizado en una remota localidad de Canadá subrayaron que, al ser un país relativamente pequeño, Grecia no constituía una gran amenaza al sistema financiero global.

Los mercados, no obstante, parecen concentrados en las repercusiones más allá de Atenas."Nadie está tan preocupado por Grecia, sino por el contagio potencial", afirma Axel Merk, presidente y director de inversión de Merk Mutual Funds.

Lo que más preocupa a las autoridades europeas es que las dudas de los mercados se traspasen desde los países altamente endeudados, como Portugal, Grecia, Irlanda y España, a los miembros de la zona euro con finanzas más sólidas. Los bonos de Bélgica y Austria ya se vieron presionados la semana pasada.

"Los trastornos en Grecia han reducido la liquidez del mercado", indicó Mohamed El-Erian, presidente ejecutivo de la firma estadounidense de renta fija Pacific Investment Management Corp. "Como resultado, las economías vecinas se han convertido en coberturas parciales para exposiciones que no se pueden cubrir directa y totalmente".

Países como Bélgica, Austria y Francia, en todo caso, deberían ser capaces de sortear un asalto contra sus bonos pese a su alto endeudamiento porque no dependen de los inversionistas extranjeros para financiar sus déficits, señala Sebastien Galy, estratega cambiario de BNP Paribas en Nueva York.

La transmisión de presiones especulativas desde un país, banco o moneda a otro, un fenómeno conocido como "contagio financiero", ha sido el motor de algunas de las peores crisis financieras de los últimos años. A menudo, la presión se traspasa de un grupo de activos financieros a otros a medida que los inversionistas reaccionan a las pérdidas al liquidar otros activos en su portafolio.

Durante la crisis asiática de 1997, que partió con la devaluación de la moneda tailandesa, una serie de países con importantes déficits en cuenta corriente se vieron afectados. Esto es lo que parece ocurrir ahora con la zona euro, señala Ricardo Hausmann, profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard y ex ministro de Planificación de Venezuela.

Algunos pesimistas sostienen que Francia, Bélgica y otros países europeos probablemente tendrán que intervenir y encabezar algún tipo de operación de rescate de las economías más débiles.

"La enorme exposición de los bancos alemanes y franceses a Portugal, Irlanda, Grecia y España explica por qué las mayores economías de Europa están actuando para rescatar a sus vecinos del sur, según el informe de Société Générale titulado Casamiento griego"… La banca europea tiene 1,5 billones expuestos a los países con problemas (Expansión – 12/2/10)

La ilustración muestra cuánto dinero tienen en juego los bancos alemanes, franceses, suizos y británicos en los países conocidos por el acrónimo "PIGS" (Portugal, Irlanda, Grecia y España) y que genera incomodidad porque PIG es cerdo, en inglés.

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Sólo los bancos alemanes y franceses tienen una exposición combinada de 119.000 millones de dólares (86.988 millones de euros) a Grecia y 909.000 millones de dólares (664.479 millones de euros) en los cuatro países, según datos del Banco Internacional de Pagos.

En general, los bancos europeos tienen 253.000 millones de dólares (185.000 millones de euros) en Grecia y 2,1 billones de dólares (1,53 billones de euros) en los cuatro países en problemas.

"La exposición es enorme", afirma Klaus Baader, segundo economista para Europa de Société Générale en Londres. "La crisis en Grecia no es un asunto tan solo de Grecia, sino un problema concreto para todo el sector bancario de Europa. Eso explica el interés de los ministros de finanzas en estabilizar la situación".

Los líderes de la eurozona de 16 países dijeron el 11 de febrero que actuarán para ayudar a Grecia a reducir su déficit de presupuesto y salvaguardar la estabilidad financiera de la región, en caso de ser necesario.

Grecia está luchando por convencer a los inversores de que puede reducir su déficit desde el 12,7% del producto interior bruto, nivel que ha desencadenado una crisis en los mercados financieros.

España, Portugal e Irlanda, que también están sufriendo por sus elevados déficits tras sucumbir a la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, se han visto inmersos en una espiral de crecientes diferenciales en los bonos y alzas en los CDS (seguros contra el impago, que son indicadores del riesgo crediticio).

La prima que los inversores piden por tener bonos a 10 años de los cuatro países que generan dudas, en lugar de la deuda alemana, y el costo de asegurarse contra un impago, se ha disparado este año.

"Las situaciones de los países hacen peligrar las finanzas de naciones fiscalmente más fuertes", dijo Baader. "Esa es una razón por la que el tono cambió".

"Alemania y Francia han sugerido en los últimos días que el rescate de Grecia podría ser necesario para salvaguardar la zona euro, pero ambos países podrían tener una motivación más apremiante: proteger sus propios bancos"… La deuda pesa sobre los bancos de Francia y Alemania (The Wall Street Journal – 19/2/10)

La exposición crediticia combinada de los bancos alemanes y franceses sólo a Grecia es de US$ 119.000 millones y alcanza más de $ 900.000 millones cuando se suma a Grecia otros países en la vulnerable periferia de la zona euro: Portugal, Irlanda y España.

Juntos, los sectores bancarios de Francia y Alemania representan aproximadamente la mitad de toda la exposición de los bancos europeos a esos países. Casi la mitad de la deuda en circulación es con España, según datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI). Los datos incluyen bonos gubernamentales, deuda corporativa y préstamos personales.

El temor a esta exposición ha ayudado a hacer caer las acciones bancarias en las últimas semanas. El índice DJ Stoxx de bancos europeos ha bajado 12,5% en el último mes frente al 7% del índice general paneuropeo. Entre los grandes perdedores se encuentran el alemán Commerzbank, que ha retrocedido 15% en este período, y el francés BNP Paribas, que descendió 14%.

Mientras tanto, el costo de asegurarse contra una cesación de pagos en muchos bancos alemanes y franceses, medida por los diferenciales de los seguros contra cesación de pagos de su deuda principal, se ha incrementado ligeramente desde diciembre.

Los temores de que los bancos franceses y alemanes caigan víctimas de la crisis crediticia griega ayuda a explicar porqué París y Berlín han señalado que pondrían en marcha un rescate políticamente impopular de Grecia, a la vez que intentan forzar a Atenas a tomar penosas medidas de austeridad.

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"Lo que parece haber galvanizado a la gente es la comprensión de que la mayoría de la banca europea está muy expuesta al sur de Europa, especialmente a Grecia", dijeron economistas de Société Générale en un comunicado a clientes a finales de la semana pasada.

Si Atenas entrara en cesación de pagos, los inversionistas podrían dudar si los bancos franceses y alemanes tienen como soportar las posibles pérdidas, lo que provocaría un pánico que podría tener repercusiones en todo el sistema financiero.

La información sobre la exposición individual de los bancos es escasa, lo que lleva a los inversionistas a tratar de adivinar dónde se encuentran los mayores peligros. El BPI no provee estos datos.

Josef Ackermann, presidente ejecutivo de Deutsche Bank AG, calificó de "relativamente pequeña" la exposición de su entidad a Grecia. El banco declinó proveer más detalles sobre el volumen de deuda griega o la de otros países vulnerables de la zona euro en su balance.

Entre los bancos que cotizan en bolsa, Commerzbank, a través de su banco especializado en bienes raíces y su división de finanzas públicas, Eurohypo AG, tiene una de las mayores exposiciones, afirman analistas. La exposición combinada a España y Portugal representó 19%, o 13.300 millones de euros (US$ 18.090 millones), del negocio de bonos gubernamentales, o finanzas públicas, de Eurohypo en el primer semestre de 2009, según un informe del banco.

La alicaída financiera hipotecaria Hypo Real Estate Holding AG está expuesta a través de su división Deutsche Pfandbriefbank. Este negocio informó que su exposición a España es de 21.000 millones de euros (US$ 28.490 millones) del total en el sector público de 294.000 millones de euros (US$ 398.870 millones), mientras que Grecia representa unos 10.000 millones (US$ 13.567 millones), según cifras de 2008. Hypo fue nacionalizada el año pasado debido a su exposición a la burbuja inmobiliaria.

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